Pez Banana se ha convertido en una publicación que ama esconderse. Como lo hizo nuestro santo patrono: J.D. Salinger. Aparecemos, de vez en vez, como las enredaderas, entre las ruinas. Precisamente de esto va el número que tiene en sus manos: sobre creadores que se alejan, que “aman esconderse”, como la naturaleza heraclitiana misma.
Autores que buscan el ocultamiento como estrategia, la más radical de todas, para encontrar los elementos temerarios que compongan sus obras. Substancias que no podrían extraerse de otra fuente que no fuera el vacío.
No queremos pasar sin agradecer a todos aquellos lectores que siguen alimentando en nosotros las ganas de salir de la cueva. Somos el espinazo de un pez que sigue dando coletazos desde el fondo. Desde aquí queremos dedicar este número a un generoso amigo que siempre apoyo este proyecto, el gran Javier Ramírez Limón.
Acuda a su refugio favorito. A ese rincón apartado de todo. Abra este documento y ocúltese, por un momento, de la torpe inercia que sigue el mundo.