EL RESIDENTE 1
Mesa8: Daniel Cartes I Oscar Concha I Natascha de Cortillas I Leslie Fernández I Carolina Lara I Carolina Maturana I David Romero. Este proyecto se ha realizado gracias a la colaboración y patrocinio del Centro de Educación y Cultura Mistral, CECUM (Tomé). Nuestros agradecimientos a todas las personas que colaboran en esta publicación, a Amanda Binimelis, Directora de CECUM, Víctor García, Director del Club de Leones de Tomé, Leonardo Herrera, a la comunidad de Tomé y, muy especialmente, a todas las personas que participaron en el Encuentro para la Memoria Viva de Tomé (2011) y facilitaron sus fotos y archivos: René Aguayo, Ruth Carvajal, Eduardo Bustos, Fernando Ibáñez, Elvis Kloss, David Landaur, Marcia Martínez, José Reyes, Oscar Romero y Eva Torres. Agradecimientos en la producción de original a Gerardo López, en pre - prensa Rodrigo Andrade y trazado logos; Patricio Zincke y Pablo Gutierrez. EL RESIDENTE Nº 2 I AÑO 2013 I REGIÓN DEL BIOBÍO I CHILE / Impreso en Lomas y Cía. Ltda. Maipú 1333 I Fono: 2730201 I Concepción, Chile.
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EDITORIAL
En el mes de agosto de 2011 y culminando el proceso de trabajo desarrollado por el artista Leonardo Herrera durante su residencia en Coliumo-Tomé, organizamos en conjunto la actividad denominada “Encuentro para la Memoria Viva de Tomé”*. Luego de un proceso de exploración e investigación en torno a la historia textil de la ciudad, Leonardo reparó en la falta de espacios de encuentro entre los ex trabajadores textiles de la comuna, aún cuando alguna vez formaron una masa trabajadora de más de 5.000 personas. En ese contexto, reactivar la memoria colectiva en torno a la historia textil, se ofrecía como un terreno que permitía convocar y hacer partícipes a trabajadores, ex trabajadores y a la comunidad en general, generando un espacio de encuentro para compartir y narrar tanto las historias personales como las movilizaciones colectivas de un número importante de tomecinos. De este modo, el “Encuentro para la Memoria Viva de Tomé” convocó a la comunidad para que participara con documentos propios de la historia textil (fotografías, recortes de prensa, objetos, etc.), en un espacio abierto al diálogo y al relato de la experiencia. Retomando tanto la experiencia acontecida como el conjunto de archivos compilados en el encuentro, MESA8 Y CECUM se propusieron elaborar una publicación que permitiera extender y vehicular parte de la ‘(otra) historia’ que aquel día cobró presencia, la cual si bien posee rasgos distintivos que son propios de su contexto, podemos igualmente situarla junto al devenir de otros pueblos de la región cuya historia se encuentra fuertemente vinculada a una matriz industrial. En este ámbito, reconocemos una serie de espacios, momentos y prácticas cotidianas que ponen de manifiesto un imaginario simbólico compartido, constituyendo aquello que comúnmente denominamos como ‘identidad local’. Pero, ¿de qué modo abordar esta herencia cultural más allá de posiciones únicamente conmemorativas o nostálgicas de un ‘pasado mejor’? en otras palabras, ¿acaso no se trata también de enfrentar la incertidumbre e inestabilidad propia del presente, recuperando y reapropiándonos de la historia que nos precede? En este sentido, creemos que la ‘identidad’ se presenta como un plano de acción inscrito en la contingencia – lo que Ticio Escobar llama ‘procesos de autoafirmación diversos’ - y no como un campo orientado exclusivamente a trabajos de conservación patrimonial. Esto implica una revisión y resignificación constante de las representaciones identitarias que sostienen a una colectividad, contra la ficción esencializadora de la historia. Así entonces, son los propios ciudadanos quienes se vuelven agentes protagónicos en la construcción de un relato común, donde la memoria y el lenguaje actúan como potencias que permiten desplegar (dis)continuidades narrativas que son vehículo de la ‘transmisión de la experiencia’, resistiendo a los progresivos shocks, reconversiones y borraduras que impone el progreso en clave neoliberal. Si bien esta publicación no forma parte de una investigación de largo aliento, pensamos que a través de un número ampliado de testimonios es posible levantar un cuerpo editorial que aporte nuevas significaciones sobre el tema y que permita acciones futuras. El lugar de la experiencia y su transmisión, se presenta como un punto fundamental que cruza el propósito de esta publicación; con lo anterior no aludimos al recuerdo pétreo ni a la pura ensoñación del pasado, por el contrario, planteamos la experiencia y la memoria como activadoras de nuevos planos de reflexión, de encuentro, y, así también, de una relación crítica con el presente.
* Leonardo Herrera, Artista en residencia en Casa Polí Tomé, organizado por entre julio y agosto del 2011.
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ALGO DEL PASADO Y DEL PRESENTE … Amanda Binimelis Lerzundi Artista, docente y gestora cultural. Integrante fundadora del Centro de Educación y Cultura Mistral, CECUM.
Hace 23 años, un grupo de mujeres de espíritu inquieto, con muchas ilusiones e intereses comunes que compartir, se reunieron para comenzar a construir sueños en torno a recuerdos y aspiraciones de desarrollo para la comunidad. Éstas tendrían como claros objetivos crear, fortalecer, compartir y difundir acciones que fueran en beneficio de las personas vinculadas al quehacer cultural local y al espíritu de todo ser humano. Comprendiendo que en el ámbito de la cultura y el pensamiento existe la necesidad de expandirse -y para eso se debe tener a disposición un escenario propicio para que la comunidad pueda ir descubriendo sus esencias en el ámbito de la comunidad- es que este grupo de mujeres tomecinas abordó con entusiasmo, el año 1987, el propósito de constituir una entidad dedicada a facilitar nexos entre la creación individual y la demanda colectiva de significados estéticos: nace el Centro de Educación y Cultura Mistral ,“CECUM”. En aquellos años Tomé era una ciudad destrozada en cuerpo y alma, sus espacios arquitectónicos que una vez fueron centros de reuniones gremiales, encuentros deportivos industriales y, lo más importante, fuentes de trabajo, fueron quedando abandonados y olvidados tanto por los que lograron alcanzar sueños y beneficios como también por aquellos responsables de la comunidad. Desde esta perspectiva, estábamos seguras de lograr nuestros anhelos recuperando uno de los espacios significativos del patrimonio cultural industrial de la ciudad, como lo era el edificio del Sindicato y Gimnasio Fiap. Ya no éramos sólo mujeres las que con esfuerzo y tesón logramos que nos cedieran en comodato parte de este edificio. De esta forma, logramos abrir en 1992 la primera sala de exposiciones en la comuna para presentar en la forma más digna posible a artistas locales y regionales,
contando tanto con la ayuda de la Federación de Estudiantes de la Universidad del Bío-Bío como también mingas realizadas por el grupo. Entre los artistas que han expuesto en esta sala se encuentran: Albino Echeverria, Coco Pierat, ‘Chago’ Espinoza, Santos Chávez y muchos más. También se habilitó un salón donde se realizaron encuentros literarios con escritores locales, regionales y nacionales, talleres de pintura, teatro, música, danza y la primera Escuela de Arte de Tomé. Eran nuestros sueños hechos realidad, administrábamos, resguardábamos y le dábamos vida a un legado patrimonial (por lo menos a una parte de él), esto duró más o menos una década. Ya en plena democracia, cuando la autoridad comunal vio que podría encauzar su visión de la cultura desde este espacio, se presentó y realizó un proyecto de “Casa de la Cultura” que vino a terminar con el comodato y a levantar su estructura administrativa propia. Paulatinamente fuimos siendo desplazados de esta estructura hasta que definitivamente abandonamos el lugar en 2010, dando por concluida una etapa plena de satisfacciones. A pesar de ello quedaba el edificio que, aunque alterado durante los años de la nueva administración, seguía siendo importante en lo que se refiere al patrimonio tomecino. Algo más tendría que suceder en esta historia para seguir eliminando espacios que dieron valor arquitectónico y presencia a esta ciudad, un nuevo proyecto de Casa de la Cultura termina por completo con este recuerdo del Sindicato y Gimnasio Fiap, levantándose hoy un edificio totalmente diferente. En cuanto al Centro de Educación y Cultura Mistral, como agrupación cultural, sigue trabajando por los ideales y objetivos propuestos llevando y compartiendo la cultura a los lugares más apartados de nuestra comuna.
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Algunas reflexiones acerca del Patrimonio: Aproximaciones al caso Tomé. Américo Caamaño Quijada Artista, docente Premio Municipal de Arte y Cultura, Tomé, 2004.
I.- Consideraciones generales Cuando hablamos de patrimonio cultural nos referimos no sólo a aspectos o componentes materiales e inmateriales, o a las categorías memoria e identidad, sino que también a una relación existencial comprendida; es decir, frente a determinados elementos en que fijamos la memoria (oralidad, monumentos, imágenes gráficas, etc.), nos preguntamos quiénes éramos, quiénes somos o quiénes queremos ser como individuos o como colectivo o comunidad. De ello se desprende: de cómo nos reconozcamos, podemos proyectarnos hacia adelante, y en ese sentido el ejercicio de memoria juega un papel fundamental. Y es aquí donde conviene hacer algunas precisiones: ¿de qué memoria hablamos en un país y en un mundo caracterizado por la abundancia de significaciones mediáticas, la sociedad del espectáculo y la velocidad e instantaneidad impuesta por los medios electrónicos? Lo anterior sin duda estimula la amnesia y provoca inestabilidad en la percepción del tiempo y del espacio, y por otra parte no incentiva pertenencia. No obstante, la memoria y el patrimonio están de moda y se han convertido en una mercancía más. La percepción de la transformación de la temporalidad de la vida por un lado, y el proceso de globalización por otro, desde los países globalizadores imponen una suerte de musealizaciòn del mundo, lo que conlleva cierto exceso de memoria. En este sentido, conviene estudiar algunos conceptos levantados por organismos internacionales como la UNESCO y el Banco Mundial, que están en sintonía con los gobiernos y el mundo académico, en términos de proteger el patrimonio con vistas a desarrollar el negocio turístico y sus relaciones con el campo gastronómico, hotelero, el transporte y alguna industria cultural. Para ello, dicha conceptualización, apela fundamentalmente a un ejercicio de memoria hegemónica y romántica, más bien nostálgica, que supone que “todo tiempo pasado fue mejor”. Nuestro país no es ajeno a ese proceso, en donde además del componente nostálgico, el discurso oficial y dominante incorpora el componente épico-militarista. Se debe tener en cuenta, por otra parte, que la identidad no es una categoría estática, inalterable, más bien es un lento proceso de algo en construcción. Así también el patrimonio en general es un constructo cultural heredado, que no sólo debe ser rescatado, conservado y estudiado, sino que también debe ser acrecentado y enriquecido, con miras a desarrollar identidad por un lado y promover desarrollo social, humano, por otro. De esto último se desprende, que nuestra visión sobre el tema no ha de ser nostálgica, ni mercantilista, si no dinámica y crítica.
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II.- El “ser” tomecino Dicho todo lo anterior, en el caso particular de Tomé y su pasado molinero, portuario y textil, conviene revisar algunas cosas: el desarrollo de la industria molinera moderna, la industria textil, los servicios portuarios de fines del siglo XIX y comienzos del XX, son la resultante del modelo de producción capitalista, de signo liberal, cuya visión por aquellos tiempos era positivista y proclamaba el “progreso” y el “desarrollo” como principios fundamentales, extensión sin duda del modelo de revolución industrial a la inglesa. En ese andar, comienza un proceso nuevo de disciplinamiento de la mano de obra requerida, la que en sus inicios era fundamentalmente campesina, tal cuestión comprendía aspectos corporales, técnico-manuales, educacionales, políticos y morales. Aquí se desarrolla una amalgama, en donde se encuentran los caracteres indígenas, campesinos y extranjeros, y en definitiva son esos componentes multiculturales los que van modelando el alma el ser tomecino. Así se empieza a configurar la sociedad tomecina, que vivió el auge textil entre los años 30 y 73 del siglo pasado y que encuentra en un rol protagónico a la clase trabajadora y sus organizaciones sindicales. El quiebre y la crisis económica, social, política y cultural que se instala en Chile a partir del golpe militar de 1973, desplazan y hacen desaparecer todas las condiciones que habían permitido tal desarrollo. El deprimente panorama laboral y social que se observa con posterioridad, sumado al desencanto del presente y la incertidumbre del futuro, crea condiciones propicias para buscar consuelo en la memoria nostálgica, que tiende a prometer cierta continuidad en el tiempo, situación por cierto engañosa. Actualmente para muchos, al parecer, lo textil se acepta como el patrimonio principal e institucionalmente reconocido, lo que denota cierto carácter hegemónico que apunta hacia la identidad, pero también para la diferencia. Porque debemos al mismo tiempo preguntarnos ¿Por qué imponer un pasado no vivido o experimentado a otras generaciones? De ahí entonces que nuestra visión no ha de ser estática, si no dinámica. La observación y estudio del objeto textil (construcciones, máquinas, herramientas, fotografías, entre otras), no debe obedecer a una postura de permanente sacralización o fetiche, sino más bien a la captación, entendimiento y proyección del espíritu con que se hizo o usó, para emprender nuevos proyectos, para seguir construyendo identidad. Ese es el sentido que debe tener la puesta en valor del patrimonio, en definitiva, el desarrollo. Todo lo anterior, en una perspectiva de amplia participación ciudadana y de construcción de una política de gestión patrimonial articulada que movilice las diferentes memorias y no solo la textil, pues como se sabe, a la hora de pensar el futuro el patrimonio más valioso es la memoria histórica que conforma y trasciende a los habitantes de un pueblo.
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Reflexiones sobre una ciudad marcada. Entre la Memoria y el Olvido Carolina Maturana Fuentealba Artista y Antropóloga Visual Mesa8
Tomé es una ciudad cuya narrativa identitaria se ha gestado de forma importante en torno a la empresa Bellavista Oveja
Tomé, tanto en lo que se refiere a los espacios como también a los procesos culturales que han ido construyendo realidad. La textil se instala en la ciudad en el año 1865 y constituye un territorio geográfico cuyos límites se definen por una serie de espacios específicos: el edificio mismo donde ésta funcionaba, la Sala de Ventas, la Iglesia, los conjuntos habitacionales para los trabajadores, una escuela, un cine y un gimnasio, entre otros. Junto a esta dimensión geográfico espacial que define quehaceres y trayectorias específicas, se instala también una dimensión simbólica que subyace y marca la ciudad. Bellavista Paños Oveja Tomé se convierte en el rostro social de la ciudad; es a través de ella que ésta se legitima y se distingue. Tomé adquiere significación por ser el lugar “donde la fábrica ocurrió”. La población obrera compromete no sólo su trabajo sino su tiempo de ocio y su vida a la productividad textil. La marca impuesta por la fábrica a través de sus infraestructuras físicas y sociales se presenta como un mecanismo de control sobre la población; se construye un tejido social entrelazado por la tensión de una estructura que propicia y permite la subsistencia y una realidad estratificada por un conjunto de valores y comportamientos que son orientados desde la empresa y sus administradores para cumplir de mejor manera con los requerimientos productivos de ésta (Montero, 2012:138). Por otra parte, el concepto de territorio se compone también de dos dimensiones: una dimensión práctica, geográficamente medible, el paisaje específico; y una dimensión simbólica, que alberga una serie de conceptos que tienen que ver, principalmente, con la pertenencia y el reconocimiento de un universo común. Todo ello, conforma una dimensión identitaria en relación a cómo el territorio en el cual el sujeto habita y se desplaza lo distingue de otros sujetos, conformando una identidad particular que sólo ocurre o se manifiesta en el territorio que le alberga. Una especie o serie de acontecimiento(s) que sólo ocurren en ése lugar. De este modo, la producción textil constituye un territorio simbólico que alimenta el imaginario de los habitantes del lugar, conformando el espacio de una memoria que resiste el olvido (Raposo, 2012:p.2). Haciendo un ejercicio proyectivo hacia el tema que aborda la presente edición de El Residente, es interesante pensar a Tomé como una ciudad marcada. La fábrica textil extiende sus límites materiales sobre la ciudad y establece un territorio geográfico compuesto por una serie de lugares que los habitantes distinguen como
propios de Bellavista Oveja Tomé, mucho más allá de lo que los límites materiales de las instalaciones mismas definen. Estos perduran a través del tiempo en el paisaje como espacios silentes que significan y exteriorizan la memoria del lugar. Asimismo, se constituye alrededor un territorio retórico que remite a todo el universo verbal y visual que gira en torno a modismos, costumbres, nombres y visualidades propias de la fábrica, lugar en que los habitantes de Tomé se reconocen en el lenguaje del otro. Así también, un territorio simbólico, constituido por todos aquellos signos y símbolos inmateriales que conformaron este universo textil; la historia afectiva que se fue conformando, el traspaso de una memoria específica de generación en generación. Todos los espacios vinculados a la fábrica conforman a través del tiempo lo que Augé (2007) denomina como un “universo de reconocimiento” donde los habitantes de la ciudad se reconocen pertenecientes a un “nosotros” que les distingue; universo conformado por una serie de espacios “practicados” donde se escribe un “relato” conformado por las trayectorias que los trabajadores y sus familias escriben-inscriben en la ciudad día tras día dentro de éste (De Certeau, 1999). Mesa8, ha marcado la ciudad marcada. Ha recorrido algunos espacios cargados de valor simbólico donde la memoria subsiste exteriorizada. Los habitantes de Tomé observan la modernidad que amenaza con arrasar con los espacios que guardan la memoria del lugar. En Tomé no ha habido prácticas conmemorativas, la memoria permanece abierta resistiendo al olvido. Bibliografía De Certeau, M. (1999). La Invención de lo cotidiano 1 Artes de hacer. (I. T. Universidad Iberoamericana, Ed.) México, México: Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente. De Certeau, M. G. (1994). La Invención de lo Cotidiano 2. Habitar, Cocinar. México: Gallimard. De Moraes D., Vizer E., Barbero JM., Orozco G., Augé M., Vilches L., Castells M., Mattelart A., (2007), Sociedad Mediatizada, Barcelona, Editorial Gedisa. Montero, V. (2012). Bellavista Oveja Tomé. Una fábrica en el tiempo. (L. R. Cartes Armando, Ed.) Concepción, Chile: Ediciones Universidad San Sebastián. Raposo Quintana, G. (21 de Julio de 2012). Revues.org, Territorios de la memoria: La retórica de la calle en Villa Francia . (A. Elizalde Hevia, Ed.) Recuperado el 25 de Agosto de 2012, de Revues.org, Territorios de la memoria: La retórica de la calle en Villa Francia: URL : http://polis.revues.org/3709 ; DOI :
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BELLAVISTA OVEJA FIAP TOMÉ Cada palabra por si sola suena Y juntas… se regocijan, acongojan, enriquecen, gestan, urden, renacen, pero no agotan la identidad tomecina
Darwin Rodríguez Saavedra Escritor, poeta, director de la editorial ‘Al Aire Libro’ Premio Municipal de Arte, Tomé, 2011.
Decir que Tomé ha sido famoso por sus paños es un lugar común. Se repiten las mismas historias: … que a un diplomático chileno, en Londres, le ofrecieron la mejor tela con el sello de Oveja… que la Bellavista fue la primera y luego la FIAP que desapareció. Oveja se juntó con la Bellavista. Y sobrevive. Son datos curiosos, históricos o mitológicos, simpáticos o excesivamente chovinistas.Tomé y su gente ha dado para todo: CALETA En 1835 Tomé era caleta. Desde entonces con actividad urbana ligada a la agricultura hacendal, asociada al empleo de trabajadores asalariados para el acarreo, transformación, comercialización y embarque de productos del agro, especialmente del trigo. PUERTO TRIGUERO Tomé nace en relación al comercio de larga distancia y, también, es uno de los pocos lugares, junto a Santiago, Valparaíso y el Norte minero donde comienza a constituirse la clase obrera chilena. Al decaer la actividad triguera, algunos empresarios aprovechan las condiciones infraestructurales y sociales creadas por el modelo exportador de harina. La actividad molinera por la fiebre del oro en California, aumentó la población y el lugar se transformó de caleta en villa y luego en una ciudad manufacturera, escenario propicio para la instalación de la industria textil. En 1894 había 14 establecimientos manufactureros en los que trabajaban 576 personas con sueldos de entre 30 centavos y $ 5. Tomé se esboza así como cuna de la clase obrera chilena. Existían además artesanos, trabajadores del comercio, de las bodegas, del puerto, lancheros. Las mujeres que trabajaban fuera de sus casas como domésticas en casas pudientes, lavanderas, aplanchadoras, abasteras. Una industria de gaseosas produce Ginger Ale y Aloja de Culén, y luego envasó cerveza. Más del 10% de los 4977 trabajadores activos eran asalariados. 16
BELLAVISTA Es en la década del 60 del siglo 19 cuando se fundan las primeras industrias propiamente tales, siendo la principal de ellas la Bella-Vista. Guillermo Délano abrió una industria de botellas primero y luego, usando las mismas aguas y emplazamiento usado por el molino Bella-Vista, creó en 1865 una industria textil, La Industria de Paños Bella Vista, disponiendo capitales para dotarla de tecnología avanzada, importando maquinarias y materias primas. También trajo técnicos extranjeros -los que posiblemente eran obreros especializados- con la misión de enseñar el manejo de las máquinas, y que, nos atrevemos a pensar, portaron también las ideas sociales que por entonces se debatían en Europa. A su nacimiento la industria ocupó a 155 operarios, muchos de los cuales fueron mujeres y niños, como en los orígenes de la revolución industrial. DESARROLLO SOCIAL CULTURAL Esta dinámica económica, va acompañada de un desarrollo social, a través de diversas organizaciones: clubes sociales y deportivos, mutuales, mancomunales, sindicatos, partidos políticos, organizaciones culturales. La riqueza del proceso productivo, que va desde las formas indígenas de recolección, marisquería y cestería, pasando por la agricultura, manufactura e industria, constituye la base de la peculiar riqueza cultural y artística de los tomecinos. Y he aquí una primera propuesta de cambio del paradigma que debemos nuestra identidad sólo y principalmente a lo textil. LO QUE CARACTERIZA A LA IDENTIDAD CULTURAL TOMECINA ES LA APERTURA MENTAL PARA INCORPORAR Y CONSTRUIR NUEVAS REALIDADES
Los vaivenes descendentes que sufre la industria textil desde mediados de los 70 del siglo pasado, conformaban
distintos estados de ánimo en la comunidad, integrada por trabajadores de la industria y sus familias, como por los que, sin serlo habitan un ambiente culturalmente determinado por lo textil. De manera tal que el cierre, reaperturas, esperanzas abortadas por el post-proteccionismo, abonaron una cuadro depresivo económica y socialmente. La nostalgia pasiva, el desencanto y la derrota aferrada a fetiches moribundos, y por otros el balbuceo de las nuevas generaciones que reniegan de las ataduras culturales, hasta que los choznos encuentran en ellas, los valores para recomponer nuevas realidades, como lo hicieron las generaciones anteriores, de indígenas pescadores en 1835, de los campesinos trasformadores y exportadores de trigo y harina el 49, de los trabajadores independientes de las 14 manufacturas, de los aprendices de operarios modernos de 1865, de sus hijos que fueron a la escuela, de los nietos y bisnietos, a la Universidad los, de tataranietos… “La identidad tomecina es la apertura mental para incorporar nuevas realidades” BELLAVISTA-OVEJA DEL 2012, SU SIGNIFICADO SIMBÓLICO Desde esta perspectiva el itinerario recorrido por la Fábrica Bellavista, fusionado con el Oveja, las zozobras de la Cooperativa que hizo quebrar el crack de los 70, los varios intentos de reactivación deben leerse de una manera distinta. Remontar el sentido catastrófico por el comienzo de un nuevo ciclo. “Es necesario revertir la negatividad frente a una catástrofe con una mirada efectiva sobre la reconstrucción de una ciudad afectada…donde existan procesos de memoria, no tan solo para la generación afectado como mecanismos de resiliencia, sino como una ofrenda para las futuras generaciones” A propósito del terremoto del 2010 y extrapolable al terremoto social, político y económico. (Escombro Simbólico y Espacio Público, Mora y Basoalto, Al Aire Libro, editores, Tomé 2012)
Bellavista Oveja, reabierta el 2010, con 60 personas, que planea producir 1 millón de metros de tela al año, deja de ser sólo una unidad productiva, incomparable con la misma empresa que se funda con 165 operarios en 1865, y con la que producía en el comienzo de los 70 del siglo 20, con más de 1.000 trabajadores. Esta no es la ruina ni los escombros de aquellas, no es la desaparición de algo querido para lamentarse, en un rincón o vociferar impotente, la pérdida, no es la pérdida de rutina de la vida de antes, ni la destrucción de las redes sociales de una comunidad,…que desestabiliza a cualquier ser humano. (Escombro Simbólico y Espacio Público…) Ya se empieza a valorar el sentido simbólico y patrimonial de las cosas. “Nuestra identidad lamentablemente se debilita en el momento en que se pierde este telón de fondo, donde se encuentran los recuerdos y valores de nuestras acciones: el lugar donde se casaron nuestros padres, abuelos y tatarabuelos, el lugar donde trabajaron y tuvieron la posibilidad de conocer a sus amigos, lugares donde intangiblemente se crearon mitologías, costumbres y leyendas urbanas…” (Escombros Simbólico y Espacio Público …) Y esta merma de la evocación del pasado genera graves efectos culturales” Concluyo con una consecuencia práctica de la reflexión. La recuperación simbólica del “telón de fondo”. El carácter de Tomé se cuaja en un museo, pero, si nuestra identidad, lo que somos, se ha forjado en múltiples quehaceres, lo que corresponde es la recuperación de los elementos que han potenciado la capacidad humana para emprender y construir las vidas: así el azadón y el arado; la red y el el bote; el curil y el hacha, el telar y el libro deben ser los protagonistas de un museo que muestre el espíritu de los que usaron estas herramientas como extensión del brazo, multiplicador de la fuerza humana, tal cual hoy lo que importa es usar la extensión de la mente más que del músculo.
LA PROPUESTA ES, POR LO TANTO, EL MUSEO DE LA HERRAMIENTA Y LA INTELIGENCIA, y no sólo textil. 17
Mi experiencia en Tomé Leonardo Herrera Profesor de la Universidad del Valle y del Instituto Departamental de Bellas Artes, Cali-Colombia.
Mi experiencia en Tomé [CHILE], con su población y su contexto, fue una experiencia atravesada por los conceptos de viaje y recorrido, los cuales no han sido extraños en mis procesos de creación ni en mi propia cotidianidad desde mi ciudad natal, Cali [COLOMBIA]. Aquí donde ha trascurrido mi vida, se podría decir que casi todo lo he conocido, o que lo podría conocer a futuro, pero no es cierto. Todos los días que me levanto siento esa sensación de viaje, de recorrido dentro de esta ciudad, porque en otras palabras mi ciudad tal cual la conocí, ha desaparecido completamente, quedan vestigios, ruinas por todos lados, parques destruidos, casonas patrimoniales reformadas, barrios enteros convertidos en zonas comerciales, calles que se abren en mil fisuras antes de diciembre para justificar el presupuesto municipal, edificios fantasmas que se los come el moho o si no se vuelven iglesias de cristianos, teatros demolidos porque la industria del cine se centralizó y nos obligó a entrar a los centros comerciales para ver siniestros y despojos de nuestra miseria en pantallas de alta definición. Esta desesperanza que siento, se hace en nombre de la modernización, se hace a costillas de nuestros impuestos, que desde hace 17 años pagamos por las 21 mega obras, que es necesario volvernos una ciudad grande, aún siendo y sintiéndonos como pueblo todavía porque de alguna manera mi gente sigue manteniendo la actitud de colaborar, de parar su trabajo para ayudar al extranjero, al perdido, al desconocido, se gasta sus minutos en ubicarlo en este mapa de ruinas. ¿Qué pasó en Tomé? me preguntaba constantemente por las noche en Casa Poli, dibujando las fotografías que tomaba de día, esa pregunta me cuestionaba las premisas de la modernidad en Latinoamérica, las alianzas para el progreso orquestadas desde Norteamérica para frenar el evidente avance del socialismo en Latinoamérica, en nombre de la modernización de nuestros pueblos, que causó tanta muerte y guerras civiles en nuestros países. ¿Qué pasó con Tomé? desde mi ignorancia como extranjero, puedo percibir que Tomé se la comió la modernidad, que sus fábricas textiles, orgullo de los tomecinos, no jugaron limpio con sus ciudadanos, con los sujetos que le dieron reconocimiento internacional a su pueblo, que dieron por generaciones mano de obra calificada a la industria textil chilena, ¿Qué hizo un grupo reducido de empresarios al verse al borde de la quiebra? abandonar a sus trabajadores, ponerlos en riesgo, volver a Tomé una ciudad fantasma, dejarle las ruinas, volverla cenizas, una ciudad de sueños profundos de noche donde los habitantes duermen y se levantan a laborar en otras ciudades, porque Tomé gracias a los empresarios textiles se volvió una ciudad de noches cortas y días largos sin memoria. Por eso aplaudo el esfuerzo de mis colegas [mesa8] en poner en juego esa memoria, de recobrarla, de señalar las múltiples voces que aún resisten a que su historia se haga trizas; por eso el ‘encuentro para la memoria viva de Tomé’, es un aliento ante tanta desesperanza.
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Bellavista - Oveja Tomé por siempre Rolando Saavedra Villegas Escritor, docente e investigador. Autor de diversas publicaciones entre las que se destaca el libro‘Visión Histórica y Geográfica de Tomé (2006)
Tanto se ha hablado (y se seguirá expresando) sobre las razones y/o circunstancias que transformaron o reconvirtieron al Molino Bellavista en Fábrica de Paños, que ya cercanos a su sesquicentenario (1865-2015), es oportuno establecer que lo importante, cualquiera hayan sido las razones premeditadas o circunstanciales, es que ello sucedió, y que nunca hubo ni habrá arrepentimiento de la decisión tomada y de los trascendentales efectos que la decisión o error ocasionó, para la existencia del puerto de Tomé, que de simple caleta en los inicios del siglo XIX, aún persiste en ser textil.
empleados. Viandas alimenticias de tres pequeñas ollas apiladas. Equipos de fútbol y básquetbol. Competencias de boxeo, golpes enguantados al interior del ring y las mejores tallas y/o puñetes a mano limpia en las galerías, por incumplimiento en el pago de apuestas o vocablos inadecuados para la paz y amistad. Torneos atléticos cuya meta eran las pistas extranjeras. Veladas artísticas en que florecían talentos y amores. Y todo ello acompañado de sueños de superación, concretados en sus hijos, que salieron a estudiar fuera de Tomé, para hacer realidad la “movilidad social”, cuando aún el concepto no existía.
Si es que fueron sus propietarios (Sanders y Délano) los que vislumbraron con claridad el futuro y le dieron a Tomé su temprano sello industrial, vayan todas las loas para ellos y la promesa de un futuro monumento. En cambio si fueron errores impensados o casualidades concatenadas, los que embarcaron los telares primigenios para el Puerto Mayor de Tomé, es oportuno agradecer a los anónimos torcedores del destino o a la Moira hilandera, que torció las hebras precisas que permiten, a este rincón de olas y cerros, seguir tejiendo una larga y fabulosa historia, conformada por capítulos de progreso sorprendente o de decadencia inesperada, que dan sentido a libros y videos testimoniales.
Que más decir, de la marcada identidad fabril de los ex trabajadores, ello se manifiesta aún en el “gentilicio de la empresa” y el nombre de la sección en que laboraron. Un valor agregado a esa identidad era ser socio del club deportivo, dirigido por empleados o administrativos textiles, la mayoría de ascendencia germánica, que permitieron que una pléyade de deportistas en diferentes disciplinas llegara a representar a Chile en Juegos Panamericanos y Olímpicos. No soslayemos el mito que forma parte del orgullo moral de los tomecinos, que los dueños de las industrias compraban anualmente las patentes de prostíbulos, para evitar la existencia de ellos en la ciudad. La verdad es que no existen registros municipales de dichos pagos, ni decretos que hayan impedido su instalación. Es más fácil aceptar que ello se debió a que tempranamente los requerimientos de mano de obra para las industrias fue de ambos sexos, no como sucedió en pueblos mineros y pesqueros. Ello permitió un equilibrio poblacional de hombres y mujeres, haciendo innecesaria la existencia de prostíbulos establecidos. Además, en un pueblo tan pequeño habría sido vox populis el ingreso a casas de mala reputación. Sí existieron quintas de recreo, sobre todo en Cerro Alegre (de ahí el nombre) en donde se podía cantar, bailar y comer. Es justo destacar la labor de las Visitadoras Sociales, que controlaban el buen comportamiento social y familiar de los trabajadores y manifestaban un poder casi equivalente al gerente de la empresa, de tal forma que se les respetaba y temía.
No ha sido fácil la trayectoria de la industria. Múltiples interrupciones de faenas, algunas breves y otras demasiado extensas. A las demandas sindicales que desembocaron en huelgas en múltiples ocasiones, se sumó entre los años 2009 y 2011 la más larga parálisis industrial. Ello afectó y sigue afectando a la comunidad tomecina, no solo por la cesantía. Hubo familias que enteras emprendieron el éxodo en busca de mejores días y horizontes. En otras solo partió el jefe de familia con la promesa que una vez establecido en la “tierra prometida” volvería a buscarlos, algunos cumplieron cabalmente, otros optaron por el abandono. Ya cerca del siglo y medio de existencia de Bellavista, cualquiera que sean las operatorias realizadas para sacar cuentas de lo producido u obtenido, no en sólo metraje de telas, lo que cuenta es que a pesar de todo y de todos los acontecimientos vividos y/o sobrevividos, el balance global sigue siendo positivo, ya que la herencia, constituida por el legado tangible e intangible, se manifiesta no solo por su armónica y funcional arquitectura (instalaciones fabriles, iglesia, poblaciones, gimnasio, sindicato, etc.) sobreviviente de sismos y desaguisados, sino que también en los usos y costumbres cotidianas que constituyen un sorprendente patrimonio que nos enorgullece y marca nuestra identidad citadina. La responsabilidad de nuestros antepasados textiles, en cumplir cabalmente los horarios de ingreso y salida para no contrariar a los porteros y forjado por los pitos que puntualmente exhalaban el comprimido vapor de sus calderas, marcaban los ritmos laborales de 8 horas. El aseo y buena presentación personal, no hacía distingo entre obreros y
Los tiempos han cambiado, ya no existen territorios vedados para los obreros y sus familias. Ahora se puede ingresar sin restricción a Los Cerezos. Los Chalet de Empleados ahora son propiedad de particulares, el Casino de Empleados fue convertido en Internado Municipal y el Gimnasio Carlos Werner (cine incluido), espera ser bendecido como Monumento Nacional y así contar con protección y manutención, como primera joya patrimonial. Es de esperar que algo similar ocurra con el Sindicato de Bellavista, no vaya a ser cosa que sea transformado en Supermercado. Vivir no es solo comprar, también es heredar un pueblo mejor. Es de esperar que la empresa Bellavista-Oveja Tomé (dueños y trabajadores) siga incrementando positivamente la herencia.
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MESA8 es una plataforma de trabajo asociativa formada en Concepción en el año 2008, la cual se encuentra integrada por artistas visuales, investigadores y otros profesionales de la región del Biobío. A lo largo de su de trayectoria ha gestionado y producido acciones que involucran a la práctica artística y su interacción con problemáticas directas y contingentes. Sus objetivos principales son generar instancias de relación entre los agentes culturales, y estrechar los vínculos entre arte contemporáneo y comunidad. Correo: mesaartesvisuales@gmail.com / Web: mesa8.cl CECUM es una organización comunitaria de carácter funcional, sin fines de lucro. Se inicia en 1989 como CECUMF, Centro de Educación y Cultura para la Mujer y la Familia, gestionado por mujeres con ánimo de concretar un espacio para la participación de la comunidad. Desde su creación ha impulsado la actividad cultural, contribuyendo a la publicación de libros, encuentros literarios, exposiciones de artes visuales, talleres de pintura y teatro, intercambio con agrupaciones y artistas de otras ciudades, etc. En la actualidad, la institución carece de lugar de funcionamiento y en el reinventarse realiza actividades artístico-culturales en lugares de alta afluencia de público y escuelas apartadas del radio urbano de Tomé. Correo: cecumtome@gmail.com
Referencias Imágenes De los archivos escaneados en Encuentro Memoria Viva Fernando Ibáñez: Imagen Tapa y Contratapa: Cinta cortada por el presidente Salvador Allende en el acto que celebró la estatización de Bellavista Tomé, el año 1972, la primera empresa nacionalizada en Chile durante el gobierno de la Unidad Popular. José Reyes: Páginas 4 y 9 Marcia Martínez: Páginas 5, 8, 20. Eva Torres: Página 14 Otros Archivos Páginas 6 y 7: Logos Bellavista Oveja Tomé. Pág.6 (1937) Libro Historia del Diseño Chileno. Páginas 6 y 7: Vestidos para la acción, intervención realizada en Tomé por colectivo Mesa8, 2012. Página 10: Maqueta Proyectual de Museo Textil para Tomé. Autor: Daniel Cartes B. Página 12 y 13: Mapa Tomé. Ciudad Marcada. Autor: Carolina Maturana F. Página 15: Gráfica publicitaria. Autor: Daniel Cartes. Página 18: Mapa conceptual. Autor Leonardo Herrera. Página 19: Gráfica. Autor: Eduardo Cruces. Página 23: Etiqueta propiedad de Carolina Maturana F. 22
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