Letra S 124 (Noviembre, 2006)

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SUPLEMENTO MENSUAL NUMERO 124 noviembre 2, 2006

DIRECTORA GENERAL CARMEN LIRA SAADE DIRECTOR FUNDADOR CARLOS PAYAN VELVER

Opinión

Sexo sin riesgos

Jorge Saavedra

Todas las opciones a elegir

Uniones entre personas del mismo sexo


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www.notiese.org

Letra S • 124 • noviembre 2006

NotieSe, la agencia que tiene la información que buscas: Sexualidad, salud reproductiva, sida, derechos sexuales.

E D I­T O­R I A L En materia de VIH/sida y salud sexual y repro­ ductiva, la administración que está a punto de terminar deja logros innegables. El aumento en la cobertura de los medicamentos para tratar el ción, el incremento del uso del condón, la cre­ ación del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, la inclusión de la anticon­ cepción de emergencia y del condón femenino en el cuadro básico de medicamentos, etcétera, representan sin duda avances significativos. Estos logros se acompañaron de la apro­ bación de leyes, como la Ley para Prevenir la Discriminación y la Ley General para la Igualdad entre mujeres y hombres, que contribuirán a crear ambientes más favorables a la promoción de la salud sexual y reproductiva. Muchos de estos avances se lograron gracias a la movilización y al trabajo de colaboración

Aprobarán Sociedades de Convivencia en la ALDF n No­tie­Se An­te di­pu­ta­dos y di­pu­ta­das de to­das las frac­cio­nes par­la­men­ta­rias y me­dio cen­ te­nar de ac­ti­vis­tas, el di­pu­ta­do Jor­ge Díaz Cuer­vo, de Al­ter­na­ti­va So­cial­de­mó­cra­ta y Cam­pe­si­na, presentó en la Asam­blea Le­gis­la­ ti­va del Dis­tri­to Fe­de­ral la ini­cia­ti­va de Ley de So­cie­da­des de Con­vi­ven­cia que re­co­no­ce­rá de­re­chos le­ga­les a pa­re­jas con o sin vín­cu­ lo afec­ti­vo, in­de­pen­dien­te­men­te de su se­xo. De ser apro­ba­da, trae­rá un gran avan­ce a la de­mo­cra­cia y la igual­dad so­cial, en es­pe­cial, de aque­llas pa­re­jas que cons­tru­yen re­la­cio­nes afec­ti­vas no he­te­ro­se­xua­les, ma­ni­fes­tó. “Es un im­pe­ra­ti­vo cons­truir un mar­co ju­rí­di­co que

con­tem­ple y pro­te­ja las di­ver­sas for­mas de con­vi­ven­cia, erra­di­que y pre­ven­ga la dis­cri­mi­ na­ción y pro­mue­va una cul­tu­ra de res­pe­to a la di­ver­si­dad so­cial”. El di­pu­ta­do Víc­tor Hu­go Cí­ri­go, pre­si­den­te de la Co­mi­sión de Go­bier­no, com­pro­me­tió el vo­to de los 34 di­pu­ta­dos del PRD, con lo que se con­ta­ ría con ma­yo­ría pa­ra su apro­ba­ción. Por su par­te, el se­cre­ta­rio de go­bier­no del DF, Ri­car­do Ruiz ava­ ló la dis­cu­sión y dio a en­ten­der que el go­bier­no de la ciu­dad es­ta­rá lis­to pa­ra pro­mul­gar la nue­va ley. Es muy im­por­tan­te —di­jo— que los asam­ bleís­tas “ten­gan una men­te muy abier­ta y muy vin­cu­la­da con la pro­ble­má­ti­ca de la ciu­dad”.

Campaña contra el sida en gays

Serrano Limón debe responder por el fraude de Pro Vida: SCJN

Foto: Ricardo Ramírez Arriola

sida, el aumento del presupuesto para preven­

Evento a favor de las Sociedades de Convivencia en 2003.

entre las organizaciones de la sociedad civil y algunas instituciones de Salud y de los cuerpos legislativos. En el ámbito de las políticas públicas de salud sexual y reproductiva existió la suficiente flexibilidad y voluntad política para permitir esta colaboración. No fue el caso de las autoridades educativas, quienes se mostraron siempre renu­ entes a promover la educación sexual laica y basada en evidencias científicas y a asumir la responsabilidad que les corresponde en el control de la epidemia del VIH/sida. Son muchos los rezagos y los retos a enfren­ tar. El más grande de ellos es lograr que los bene­ ficios de las leyes promulgadas y las políticas públicas de salud sexual y reproductiva imple­ mentadas realmente alcancen a los sectores de la población más necesitados y más vulnerables. Los servicios de salud deben estar al alcance de las mujeres indígenas, de las adolescentes no escolarizadas, de los jóvenes desempleados, de la población migrante, de los adolescentes gays, de los hombres homosexuales y de las madres solteras. Si lo anterior no se logra, de poco servirá contar con avanzados programas gubernamen­ tales en la materia.

n No­tie­Se Con el ob­je­ti­vo de in­cen­ti­var la de­tec­ción opor­tu­na del VIH­/si­da en el sec­tor de hom­bres que tie­nen se­xo con hom­bres del Dis­tri­to Fe­de­ral, las or­ga­ni­za­cio­nes ci­vi­les Ano­ dis y La Man­ta de Mé­xi­co lan­za­ron la cam­pa­ña No ten­gas mie­do, haz­te la prue­ba, la cual se­rá di­fun­di­da a tra­vés de la ra­dio, re­vis­tas, In­ter­net y me­dios com­ple­men­ta­rios co­mo do­ve­las, pos­ ta­les, car­te­les, vo­lan­tes y fo­lle­tos. La campaña de corte social busca promo­ ver, fomentar y modificar las actitudes y valores de los varones gays frente a la epidemia, para reforzar las estrategias oficiales de prevención y evitar un mayor número de reinfecciones. Du­ran­te la pre­sen­ta­ción de la cam­pa­ña, Ri­car­ do Her­nán­dez For­ca­da, di­rec­tor del Pro­gra­ma de VIH­/si­da de la Co­mi­sión Na­cio­nal de los De­re­chos Hu­ma­nos, in­for­mó que des­de 1992, el or­ga­nis­mo ha re­ci­bi­do 744 que­jas re­la­cio­na­ das con la epi­de­mia, de las cua­les 32 co­rres­ pon­den a es­te año. Tra­tos ofen­si­vos, ne­ga­ti­vas pa­ra re­ci­bir ser­vi­cios mé­di­cos y de­sa­bas­to de me­di­ca­men­tos son las prin­ci­pa­les cau­sas de des­con­ten­to de las per­so­nas se­ro­po­si­ti­vas.

n No­tie­Se El apo­de­ra­do le­gal de la or­ga­ni­za­ción de ul­tra­de­re­cha Pro Vi­da, Jor­ge Se­rra­no Li­món, ten­drá que pa­gar los 13 mi­llo­nes 237 mil 377 pe­sos que le fi­jó de mul­ta la Se­cre­ta­ría de la Fun­ción Pú­bli­ca (SFP) por el des­vío de los re­cur­sos pú­bli­cos que la Se­cre­ta­ría de Sa­lud le otor­gó en­tre 2003 y 2004, se­gún de­ter­mi­nó un cri­te­rio de la Su­pre­ma Cor­te de Jus­ti­cia de la Na­ción (SCJN). La SCJN, que re­vo­có el am­pa­ro que pro­te­gía a Se­rra­no, es­ta­ble­ció que las san­ cio­nes ad­mi­nis­tra­ti­vas apli­can no só­lo a ser­vi­do­ res pú­bli­cos, si­no a par­ti­cu­la­res que ma­ne­jen re­cur­sos fe­de­ra­les o es­ta­ta­les. El ca­so de Pro Vi­da fue de­nun­cia­do por las aso­cia­cio­nes ci­vi­

les Con­sor­cio pa­ra el Diá­lo­go Par­la­men­ta­rio y la Equi­dad; Equi­dad de Gé­ne­ro, Ciu­da­da­nía, Tra­ba­jo y Fa­mi­lia; Fun­dar, Cen­tro de Aná­li­sis e In­ves­ti­ga­ción; Gru­po de In­for­ma­ción en Re­pro­ duc­ción Ele­gi­da (GI­RE); Le­tra S, Si­da, Cul­tu­ra y Vi­da Co­ti­dia­na, y Sa­lud In­te­gral pa­ra la Mu­jer. Pa­ra Jo­sé Án­gel Agui­lar Gil, coor­di­na­dor na­cio­ nal de la Red De­mo­cra­cia y Se­xua­li­dad, la re­so­ lu­ción “es un lo­gro de las or­ga­ni­za­cio­nes ci­vi­les y del Ins­ti­tu­to Fe­de­ral de Ac­ce­so a la In­for­ma­ ción Pú­bli­ca. In­vi­to a las aso­cia­cio­nes ci­vi­les pa­ra que si­ga­mos ha­cien­do un mo­ni­to­reo que nos per­mi­ta de­nun­ciar los ma­los ma­ne­jos de los fon­dos pú­bli­cos”.

Condón vaginal y lubricante al cuadro de medicamentos n No­tie­Se El condón para mujeres y el lubricante vaginal para su uso fueron incluidos en el Cuadro Básico de Medicamentos el pasado 14 septiembre, por lo que podrán ser distribuidos de manera gra­ tuita a toda la población que los solicite. A partir de esa fecha, las instituciones de salud pública tienen 120 días para la adquisición de condones vaginales y lubricantes para proporcionarlos de manera gratuita a los usuarios. La entrega de condones femeninos por parte del sector salud había sido una reiterada demanda de los grupos pro derechos reproductivos como una herramienta clave para el autocuidado de las mujeres, mientras que el lubricante había sido exigido por grupos de lucha con­ tra el sida para hacer más eficiente el uso del condón, especialmente en las prácticas de sexo anal.

Número 124, noviembre 2, 2006

Instantáneas Director Alejandro Brito Editor Fernando Mino Coordinador de Información Antonio Medina Consejo Técnico Carlos Bonfil, Manuel Figueroa, Antonio Contreras, Arturo Díaz. Diseño original Leonel Sagahón Formación, diseño e ilustraciones La Máquina del Tiempo Retoque digital Alejandro Pavón Hernández Publicidad Alejandro Becerra Consejo Editorial Elena Poniatowska, Marta Lamas, Carlos Monsiváis, Ana Luisa Liguori, Dra. Carmen Villarreal, Dr. Arnoldo Kraus, Dra. Patricia Volkow, Joaquín Hurtado, Max Mejía, Arturo Vázquez Barrón, Jorge Huerdo+, Sandra Peniche, Estela Guzmán, Dra. Carmen Soler, Gonzalo Aburto, Dr. Aarón Rangel+, Lilia Rubio. LETRA S, salud, sexualidad, sida, es una publicación mensual, editada por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de C.V. Av. Cuauhtémoc No. 1236, Col.Santa Cruz Atoyac, C.P. 03310, México, D.F. Editor responsable: Alejandro Brito Lemus. Certificado de Licitud de Título No. 9169, Certificado de Licitud de Contenido No. 6418, Reserva al Título en Derechos de Autor No. 3389/95 y Certificado de Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2003-052712375000-107 del 27 de mayo de 2003. Distribuido en el D.F. por la Unión de Expendedores y Voceadores de los Periódicos de México, A.C., y en el interior de la república y el extranjero por Distribuidora de Medios, S.A. de C.V. Impreso en Imprenta de Medios, S.A. de C.V., Cuitláhuac No. 3353, Col. Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, D.F. Canarias No. 45, Col. San Simón Ticumac, 03660, México, D.F. Tels./Fax: 5532-2751 y 5672-7096. letraese@letraese.org.mx http://www.letraese.org.mx/

n Des­de ju­lio pa­sa­do fue apro­ ba­da en Es­ta­dos Uni­dos la pri­me­ra te­ra­pia an­ti si­da en una so­la píl­do­ra. Se tra­ta de un fár­ma­co que com­bi­na efa­ vi­renz, te­no­fo­vir y em­tri­ci­ta­bi­ na y re­quie­re una so­la to­ma al día. n El au­men­to en el ac­ce­so a me­di­ca­ción an­ti­rre­tro­vi­ral en paí­ses en de­sa­rro­llo ha re­ve­la­ do un “im­pre­sio­nan­te y preo­ cu­pan­te efec­to se­cun­da­rio”: una “in­fec­ción de le­pra ocul­ ta”, se­ña­la The New York Ti­mes; los fár­ma­cos ayu­dan a re­cons­ truir el sis­te­ma in­mu­ne, lo que pro­du­ce nue­vos gló­bu­los blan­cos que, se ha re­por­ta­do, po­drían contener bac­te­rias de in­fec­cio­nes inac­ti­vas de le­pra.

SONDEO n Dos ni­ños con VIH, de nue­ve y seis años, fue­ron ex­pul­sa­dos de un or­fa­na­to en la In­dia; el res­pon­sa­ble del cen­tro ale­ga que son “un ries­go ina­cep­ta­ ble pa­ra el res­to de los ni­ños que vi­ven ahí”. n El Fon­do Glo­bal con­tra el Si­da, la Tu­ber­cu­lo­sis y la Ma­la­ria ha de­sa­rro­lla­do una es­tra­te­gia co­mer­cial en coor­di­na­ción con va­rias mar­ cas im­por­tan­tes en el Rei­no Uni­do y Es­ta­dos Uni­dos pa­ra re­cau­dar fon­dos: pro­duc­tos con eti­que­ta (RED); en­tre los que ofre­cen al con­su­mi­dor pro­duc­tos con eti­que­ta (RED) es­tán GAP, Gior­gio Ar­ma­ni, Con­ver­se, Mo­to­ro­la y Ap­ple. n La no­ve­la chi­na El sue­ño del

pue­blo Ding, del es­cri­tor Yan Lian­ke fue pro­hi­bi­da en ese país por dar cuen­ta del es­cán­ da­lo que sa­cu­dió a la lo­ca­li­dad de He­nan en los años no­ven­ ta por la in­fec­ción ma­si­va de VIH por la ven­ta de san­gre. n La or­ga­ni­za­ción hu­ma­ni­ta­ria CA­RE acu­só al go­bier­no de Es­ta­dos Uni­dos de rea­li­zar una es­tra­ te­gia po­co efec­ti­va de pre­ ven­ción del VIH; en re­pre­sa­lia, esa or­ga­ni­za­ción se ha vis­to ata­ca­da por gru­pos de orien­ ta­ción cris­tia­na que cuen­tan con apo­yo fe­de­ral: un se­na­ dor re­pu­bli­ca­no acu­só a Ca­re de ser “an­ties­ta­dou­ni­den­se” y de pro­mo­ver una po­lí­ti­ca "pro pros­ti­tu­ción".

Varones gays Relaciones sexuales sin condón en los últimos tres años

83% Sí 17% No

Fuente: “Encuesta Nacional sobre Comportamiento Sexual y Pruebas de Detección del VIH en HSH”, sondeo vía Internet realizado a 4,601 personas de todo el país por la Agencia de Noticias sobre Diversidad Sexual.


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El Vaticano vela armas

VIHvencias

Evas

n Fer­nan­do Mi­no Emi­lio Ve­lás­quez Ruiz, abo­ga­ do de pro­fe­sión, era muy co­no­ci­do en­tre la co­mu­ni­dad gay de la ciu­dad en la que vi­vió des­de su in­fan­cia, Ti­jua­na. El ca­fé Emi­lio's, en el cen­tro de la ciu­dad fron­te­ri­za, se vol­vió en un es­pa­cio obli­ga­do de con­vi­ven­cia pa­ra un gru­po so­cial que avan­za­ba en vi­si­bi­li­dad. Pe­ro a prin­ci­pios de los años ochen­ta al­go cam­bió. Emi­lio hi­zo de su ca­fé un cen­tro de reu­nión e in­for­ma­ción so­bre una en­fer­ me­dad inu­sual que ata­ca­ba, so­bre to­do, a va­ro­nes gays. Des­de en­ton­ces, y por más de vein­te años, Ve­lás­quez fue qui­zá el más com­ pro­me­ti­do ac­ti­vis­ta de lu­cha con­tra el si­da en Ti­jua­na. Hi­zo de la so­li­da­ri­dad un ejer­ci­cio cons­tan­te, des­de los días en que ha­bi­li­tó los al­tos de su ne­go­cio co­mo al­ber­gue pa­ra en­fer­mos ter­mi­na­les, en los tiem­pos en que el VIH­/si­da era mor­tal. Fun­dó la or­ga­ni­za­ción Si­da Ti­jua­na, gru­po de de­nun­cia pa­ra que las au­to­ri­da­des cum­ plie­ran con su res­pon­sa­bi­li­dad y aten­die­ran la gra­ve cri­sis de sa­lud pú­bli­ca que ya se veía ve­nir. Pe­ro no se con­ten­tó con exi­gir, par­ti­ci­pó ac­ti­va­men­te pa­ra crear cons­cien­cia y em­po­de­ rar a los gru­pos más vul­ne­ra­bles, en­tre ellos al que él per­te­ne­cía: los hom­bres gays. Creó con Max Me­jía la pu­bli­ca­ción Fron­te­ra Gay, me­dio pio­ne­ro que dio pre­sen­cia a la co­mu­ni­dad gay

en una ciu­dad cos­mo­po­li­ta des­de siem­pre por su ca­rác­ter de ru­ta de pa­so. Con el Fren­te In­ter­na­cio­nal por los De­re­ chos Hu­ma­nos en Ti­jua­na (FIGHT), tam­bién for­ma­do con su aus­pi­cio, se in­vo­lu­cró con la lu­cha de las tra­ba­ja­do­ras del se­xo co­mer­cial, su­je­tas co­ti­dia­na­men­te al aco­so po­li­cia­co y, con ello, a au­men­tar el ries­go de in­fec­tar­se con el vi­rus. Emi­lio las apo­yó en el triun­fo que sig­ni­fi­có, en 1992, la crea­ción de la or­ga­ni­za­ ción Van­guar­dia de Mu­je­res Ma­ría Mag­da­le­ na, cen­tro de se­xo ser­vi­do­ras pa­ra pre­ve­nir el si­da y for­mar un fren­te co­mún contra a los abu­sos de las au­to­ri­da­des. Por años luchó por el establecimiento de un albergue para pacientes con sida en situa­ ción terminal, al grado de enemistarse con otros activistas y con autoridades de salud. Por fin, consiguió que se creara Las Memorias, institución que dirigió por un tiempo. Desde Sida Tijuana, y hasta muy poco antes de su muerte, siguió con proyectos de prevención. La abogada Consuelo Huerta, colaboradora de varios años, recuerda el trabajo realizado con niños y adolescentes que ejercían el trabajo sexual en un parque de la ciudad. Les proveía de condones, les hacía pruebas de detección y les daba consejería para cuidar su salud, lejos de los discursos moralistas que sólo logran invisibilizar el problema. Emi­lio Il­de­fon­so Ale­jan­dro Ve­lás­quez Ruiz mu­rió el 29 de sep­tiem­bre de 2006, a los 57 años. Te­nía cán­cer en la gar­gan­ta, pro­vo­ca­do por el vi­rus del pa­pi­lo­ma hu­ma­no del que era por­ta­dor. Aun­que se di­ce que es­te vi­rus es ino­cuo pa­ra los va­ro­nes, en Emi­lio de­jó de ser só­lo la­ten­te. Un llamado de aler­ta pa­ra la pre­ven­ción de las in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual, úl­ti­mo ac­to ge­ne­ro­so de un hom­bre ver­sá­til, co­mo lo de­fi­ne su her­ma­na Li­la: “ Fue un buen hi­jo, her­ma­no, ami­go, in­ves­ti­ga­dor, abo­ga­do lu­chan­do por la apli­ca­ción co­rrec­ta del de­re­cho y lo que im­pli­ca bus­car la jus­ti­cia. Con­fe­sor, doc­tor, en­fer­me­ro, ve­la­dor, en­te­rra­ dor, ni­ñe­ro, psi­có­lo­go, al­mo­ha­da de lá­gri­mas pa­ra mu­chos y fi­nal­men­te un Qui­jo­te y un hu­mil­de frai­le fran­cis­ca­no”.

Por cortesía de Mexfam

Foto: Familia Velásquez

In memoriam

Tiro al blanco ¡Atención! Hoja parroquial para ovejas incautas “Identifica situaciones o factores que te exponen al peligro (sic) y evítalos: — Estar solos en un lugar hasta altas horas de la noche. — Estimulación del impulso sexual a través de la música, películas, anuncios con fuerte con­ tenido de sexo. — Atracción sexual sin autocontrol. — La presión de mi pareja. — Citas a “ciegas” por Internet. — Lugares a los que asisten a divertirse en pareja. — Pornografía. — Besos apasionados. — Actitudes y forma de vestir provocativas. — Tipo de diversiones atrevidas. — Alcohol y disponibilidad de drogas adonde acudimos. — Aceptación y presión social o del grupo para relajar la conducta sexual. — Tocar zonas íntimas. El que innecesariamente se expone al peligro no es valiente sino imprudente”. Manual de Desarrollo Humano. “Cuando cambiamos, el mundo cambia”, material para el curso-taller dirigido a maestros y padres de familia desarrollado por la Secretaría de Educación del estado de Nuevo León e impuesto como requisito para incorporarse al programa de la SEP Escuelas de Calidad.

Sociedades de convivencia, un avance en la igualdad de derechos Por Ale­jan­dro Bri­to

De nue­va cuen­ta la Ley de So­cie­dad de Con­vi­ven­cia ha en­tra­do a la Asam­blea Le­gis­la­ti­va del DF. Y por ter­ce­ra oca­sión el PRD ha ma­ni­fes­ta­do su com­pro­mi­so de apro­bar­la, lue­go de no cum­plir­ lo en las dos le­gis­la­tu­ras an­te­rio­res. Sin em­bar­go, las con­di­cio­ nes y el con­tex­to ac­tua­les en que se pre­sen­ta es­ta ini­cia­ti­va son más fa­vo­ra­bles: no hay elec­cio­nes en puer­ta que jus­ti­fi­quen re­ga­tear el apo­yo a es­ta ini­cia­ti­va por cál­cu­lo po­lí­ti­co. Pa­ra am­plios sec­to­res de la so­cie­dad ha que­da­do cla­ro la jus­te­za de es­ta ley, que re­co­no­ce­ría de­re­chos de su­ce­sión, tu­te­la, ali­men­ta­ción, se­gu­ri­dad so­cial y vi­vien­da a las pa­re­jas del mis­mo o de dis­tin­to se­xo y a otras for­mas de con­vi­ven­cia do­més­ti­ca fue­ra del ma­tri­mo­nio o del con­cu­bi­na­to. La ini­cia­ti­ va bus­ca otor­gar cer­te­za ju­rí­di­ca a for­mas de re­la­ción ba­sa­das en la ayu­da mu­tua, la so­li­da­ri­dad y la vo­lun­tad de per­ma­nen­ cia, sin im­por­tar el se­xo ni la orien­ta­ción se­xual de las per­so­nas, y sin que ne­ce­sa­ria­men­te exis­ta tra­to se­xual ni pa­ren­tes­co al­gu­no en­tre ellas. Des­de la opo­si­ción con­ser­va­do­ra lo que in­co­mo­da ma­yor­

men­te de es­ta ley es la po­si­bi­li­dad del re­gis­tro le­gal de las pa­re­ jas del mis­mo se­xo. Hay quie­nes ar­gu­yen ma­ño­sa­men­te que los ho­mo­se­xua­les y las les­bia­nas ya go­zan, “co­mo cual­quier ciu­da­da­no”, de to­dos los de­re­chos que con­fie­re la le­gis­la­ción me­xi­ca­na y, por tan­to, no hay ne­ce­si­dad de una ley que pre­ten­ de tu­te­lar de­re­chos que, se­gún ellos, ya es­tán con­tem­pla­dos en otras le­yes. Co­mo si fue­ra mo­ne­da co­rrien­te el que una mu­jer pue­da ins­cri­bir a su mu­jer en la se­gu­ri­dad so­cial sin im­pe­di­men­to al­gu­no, o el que la fa­mi­lia del hi­jo fa­lle­ci­do res­ pe­te su vo­lun­tad de he­re­dar sus bie­nes a su pa­re­ja mas­cu­li­na, o que am­bos cón­yu­ges del mis­mo se­xo pue­dan so­li­ci­tar un cré­di­to pa­ra vi­vien­da, et­cé­te­ra. “Pa­ra qué que­rrían ho­mo­se­ xua­les y les­bia­nas re­gu­lar sus re­la­cio­nes si son, por na­tu­ra­le­za, in­fe­cun­das”, gri­tan his­té­ri­cas las vo­ces del con­ser­va­du­ris­mo, ig­no­ran­do la exis­ten­cia de nu­me­ro­sas pa­re­jas de mu­je­res que ya es­tán crian­do por su cuen­ta a be­bés na­ci­dos con la ayu­da de las téc­ni­cas de re­pro­duc­ción asis­ti­da, o del nú­me­ro de ma­tri­mo­nios he­te­ro­se­xua­les que son in­fe­cun­dos o que de­ci­ den ser­lo por vo­lun­tad pro­pia. La opo­si­ción con­ser­va­do­ra tra­ta de res­tar le­gi­ti­mi­dad a le­yes

co­mo la de so­cie­da­des de con­vi­ven­cia ar­gu­yen­do que no res­ pon­den a ne­ce­si­da­des so­cia­les rea­les, si­no que son pro­duc­to de las pre­sio­nes de los gru­pos lés­bi­cos y gays que só­lo bus­can ga­nar re­co­no­ci­mien­to so­cial a sus mo­dos de vi­da. Sus ar­gu­men­ tos es­tán ses­ga­dos por la pro­fun­da ho­mo­fo­bia que los ins­pi­ra. La Ley de So­cie­dad de Con­vi­ven­cia no re­pre­sen­ta una ame­na­za a la ins­ti­tu­ción ma­tri­mo­nial co­mo lo quie­re ha­cer apa­ re­cer la de­re­cha en su afán de des­ca­li­fi­car­la. La pre­sión so­cial que prác­ti­ca­men­te im­po­nía al ma­tri­mo­nio co­mo un es­ta­do obli­ga­to­rio de con­vi­ven­cia con­yu­gal ha dis­mi­nui­do, eso es una rea­li­dad. Hom­bres y mu­je­res se es­tán dan­do otras for­mas de con­vi­ven­cia al­ter­na­ti­vas más acor­des con sus as­pi­ra­cio­nes y pro­yec­tos de vi­da. Es­ta ley de con­vi­ven­cia pre­ten­de res­pon­ der a es­tos nue­vos arre­glos do­més­ti­cos que le­jos de vul­ne­rar a las fa­mi­lias ven­dría a for­ta­le­cer­las. Y ese es el sen­ti­do de es­ta ley, con­tri­buir a me­jo­rar las re­la­cio­nes de con­vi­ven­cia so­cia­ les fun­da­das en el res­pe­to a las di­fe­ren­cias y a la di­ver­si­dad de mo­dos de vi­da. Se tra­ta de un pa­so más en di­rec­ción del re­co­no­ci­mien­to de de­re­chos y del tra­to igua­li­ta­rio, no dis­cri­mi­ na­to­rio, an­te la ley.


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Agradecemos el apoyo brindado al proyecto Letra S por:

La Fundación John D. and Catherine T. MacArthur

Agradecemos el apoyo brindado por: al proyecto Letra S.

DICCIONARIO DE ANTICONCEPTIVOS

Échale un vistazo En la escuela nos hacen aprender de memoria los aparatos reproductores, pero no siempre logramos comprender su funcionamiento. Por eso, a la hora de elegir un método anticonceptivo, suele ser más fácil seguir el consejo de la amiga o la prima a la que le late que esto o aquello es lo más seguro. Mejor dale una repasada a las opciones de protección que existen en este diccionario elemental de la prevención. Por Rocío Sánchez

An­ti­con­cep­ti­vos: Un mé­to­do an­ti­con­cep­ti­vo es un pro­ce­di­mien­to que se

n Des­de ene­ro de 2004 se in­clu­yó es­te mé­to­do en los ser­vi­cios gra­tui­tos

rea­li­za pa­ra evi­tar la fe­cun­da­ción o el em­ba­ra­zo al te­ner re­la­cio­nes se­xua­les. Nin­gún mé­to­do an­ti­con­cep­ti­vo es 100 por cien­to efec­ti­vo; só­lo el im­po­si­ble: aguan­tar­se las ga­nas. Ani­llo va­gi­nal: Es un ani­llo fle­xi­ble y del­ga­do que se in­ser­ta en la va­gi­na y que li­be­ra hor­mo­nas du­ran­te las tres se­ma­nas que per­ma­ne­ce co­lo­ca­do. La usua­ria de­be re­ti­rar­lo una se­ma­na y lue­go co­lo­car uno nue­vo. Tie­ne una efec­ ti­vi­dad de 99 por cien­to. Es el mé­to­do an­ti­con­cep­ti­vo más re­cien­te y fun­cio­na con el mis­mo prin­ci­pio que las píl­do­ras, las in­yec­cio­nes, los im­plan­tes y los par­ches: li­be­ra hor­mo­nas en el cuer­po de la mu­jer que im­pi­den la ovu­la­ción y, por tan­to, el em­ba­ra­zo. El ani­llo se in­ser­ta el día que ini­cia la mens­trua­ción y tar­da sie­te días en em­pe­zar a brin­dar pro­tec­ción. En­tre sus des­ven­ta­jas es­tán la irri­ta­ción va­gi­nal y que pue­de sa­lir­se de la va­gi­na. Si es­to pa­sa, hay que la­var­lo con agua ti­bia y vol­ver a in­ser­tar­se. Sus efec­tos se­cun­da­rios pue­ den ser do­lor de ca­be­za, au­men­to de pe­so o cam­bios de hu­mor. n Só­lo se con­si­gue en far­ma­cias con un pre­cio en­tre 150 y 175 pe­sos. No pro­te­ge con­tra in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual. An­ti­con­cep­ción de emer­gen­cia: Pue­de ser una o va­rias píl­do­ras que con­ tie­nen las mis­mas sus­tan­cias que las an­ti­con­cep­ti­vas, pe­ro en ma­yor do­sis. Se de­ben to­mar den­tro de las 72 ho­ras si­guien­tes a la re­la­ción se­xual no pro­te­gi­da, pe­ro son más efec­ti­vas mien­tras más rá­pi­do se in­gie­ran. Lle­gan a ser efec­ti­vas has­ta en 85 por cien­to, na­da des­pre­cia­ble cuan­do se tra­ta de un im­pre­vis­to. No se re­co­mien­da co­mo un an­ti­con­cep­ti­vo re­gu­lar por­que, en­tre otras con­se­cuen­ cias, pier­de efi­ca­cia. Pro­vo­ca náu­seas, ma­reos, vó­mi­to y do­lor de ca­be­za.

de sa­lud, sin nin­gu­na res­tric­ción pa­ra que lo usen las ado­les­cen­tes. Va­rias ver­sio­nes co­mer­cia­les (que con­tie­nen só­lo una píl­do­ra pa­ra ca­da do­sis) es­tán dis­po­ni­bles en las far­ma­cias des­de 80 pe­sos. No pro­te­ge con­tra in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual. Coi­to in­te­rrum­pi­do: Tam­bién co­no­ci­do co­mo “me sal­go an­tes”, es un mé­to­do so­co­rri­dí­si­mo pe­ro igual­men­te fa­lli­do. Con­sis­te en sa­car el pe­ne de la va­gi­na jus­to an­tes de eya­cu­lar. La idea es que, al no de­po­si­tar el se­men den­tro, no es po­si­ble un em­ba­ra­zo. Error. Du­ran­te to­da la re­la­ción se­xual, el pe­ne pro­du­ce un lí­qui­do que ya con­tie­ne es­per­ma­to­zoi­des. Ade­más se co­rre el ries­go de que, en la pri­sa del mo­men­to, el se­men cai­ga cer­ca de la va­gi­na, con lo que tam­bién es po­si­ble un em­ba­ra­zo. Ade­más, no evi­ta las in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual. Con­dón: Es una fun­da de lá­tex que se co­lo­ca en el pe­ne du­ran­te la re­la­ción se­xual pa­ra evi­tar que los flui­dos se­xua­les se mez­clen. Se co­lo­ca so­bre la pun­ta del pe­ne erec­to y se de­sen­ro­lla ha­cia la ba­se, cui­dan­do que no que­de ai­re acu­mu­ la­do en la pun­ta pues al eya­cu­lar el con­dón po­dría rom­per­se. Ter­mi­na­da la re­la­ción, de­be re­ti­rar­se, to­mán­do­lo de la ba­se con cui­da­do de no de­rra­mar el con­te­ni­do. Es­te mé­to­do sí pro­te­ge con­tra in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual, in­clu­yen­do el VIH­/si­da. Si es bien uti­li­za­do su efec­ti­vi­dad pue­de ser de 98 por cien­to. Hay ru­mo­res de que el con­dón tie­ne “ori­fi­cios” por los que pue­den atra­ve­sar los es­per­ma­to­zoi­des o in­clu­so el VIH. Es­to es fal­so, el lá­tex es muy se­gu­ro y sus po­ros son in­fi­ni­ta­men­te más pe­que­ños que cual­quier par­tí­cu­la vi­va que pue­da cau­sar un em­ba­ra­zo o una in­fec­ción.

n Exis­ten de co­lo­res y con olo­res. Se­gún sus ca­rac­te­rís­ti­cas es su pre­cio, pe­ro

en con­do­ne­rías cues­tan des­de dos pe­sos ca­da uno. En el sec­tor sa­lud (IMSS, ISSS­TE, Se­cre­ta­ría de Sa­lud) son gra­tis. Con­dón vaginal: Es un sa­co he­cho de po­liu­re­ta­no, un ma­te­rial plás­ti­co, que se co­lo­ca por den­tro de la va­gi­na. Se sos­tie­ne al fon­do con un ani­llo fle­xi­ble y tie­ne otro en el otro ex­tre­mo, que cu­bre los la­bios va­gi­na­les. Co­mo el mas­cu­li­ no, sir­ve de ba­rre­ra en­tre los flui­dos se­xua­les de una y otra per­so­na. Se co­lo­ca pre­sio­nan­do el ani­llo in­ter­no pa­ra for­mar un 8; se em­pu­ja con un de­do por den­tro del con­dón pa­ra fi­jar el ani­llo has­ta el fon­do de la va­gi­na y se aco­mo­da el ani­llo que que­da afue­ra, listo para que el pe­ne en­tre por ahí. Pa­ra re­ti­rar­lo bas­ta con ja­lar­lo ha­cia afue­ra. Nun­ca uses los con­do­nes mas­cu­li­no y fe­me­ni­no jun­tos, pues la fric­ción en­tre los ma­te­ria­les pue­de pro­vo­car que se rom­pan. n Se con­si­gue en con­do­ne­rías y far­ma­cias y cues­ta en­tre 20 y 50, pe­ro en ene­ro pró­xi­mo de­be­rá es­tar dis­po­ni­ble en el sec­tor sa­lud, jun­to con lu­bri­can­ tes pa­ra su me­jor uso. Dia­frag­ma: Es un ca­pu­chón de cau­cho que se co­lo­ca en el fondo de la va­gi­na. Se pue­de co­lo­car dos ho­ras an­tes de la re­la­ción se­xual y de­jar­se den­tro du­ran­te las seis ho­ras pos­te­rio­res, pues su fun­ción es ser ba­rre­ra al pa­so de los es­per­ ma­to­zoi­des ha­cia el úte­ro. Pue­de usar­se so­lo o po­ner­le al­gún es­per­mi­ci­da en la par­te cón­ca­va, pa­ra ma­yor efec­ti­vi­dad. No es fá­cil de co­lo­car, por lo que se

Ganemos espacios para todas las familias Por Li­na Pé­rez Cer­que­da Nos en­ri­que­ce mu­cho, es una enor­me sa­tis­ fac­ción que es­te ti­po de pro­yec­tos con gen­te de la di­ver­si­dad se es­té rea­li­zan­do en nues­tro cen­tro re­crea­ti­vo “Ni­ños Hé­roes” pues uno de los ob­je­ti­vos del DIF es la asis­ten­cia so­cial y ve­lar por la in­te­gra­ción de la fa­mi­lia. Apro­xi­ma­da­men­te des­de ha­ce ocho años Le­tra S ofre­ce gru­pos de apo­yo pa­ra jó­ve­nes ho­mo­se­xua­les, bi­se­xua­les y sus fa­mi­lia­res en es­te cen­ tro re­crea­ti­vo del DIF-DF. Su es­tan­cia aquí no ha si­do sen­ci­lla, por los pre­jui­ cios so­cia­les y las ideas erró­neas que

se tie­nen en tor­no a la ho­mo­se­xua­li­ dad. El so­ció­lo­go Je­sús Pe­dro Ren­te­ ría, res­pon­sa­ble del Cen­tro Re­crea­ti­vo con­si­de­ra que in­cluir es­te pro­yec­to en las ac­ti­vi­da­des del cen­tro sig­ni­fi­có un re­to, tu­vi­mos que rom­per mu­chas ad­ver­si­da­des, al­gu­nos usua­rios y tra­ba­ ja­do­res se mos­tra­ban ho­mo­fó­bi­cos y re­ti­cen­tes a acep­tar­los a pe­sar de que so­mos un cen­tro de asis­ten­cia so­cial. Den­tro de es­te cen­tro se ha vi­vi­ do el re­ cha­ zo que se vi­ ve afue­ ra, sin em­bar­go, tam­bién se ha re­ci­bi­ do un apo­yo y acep­ta­ción ins­ti­tu­ cio­nal po­co co­mún. Es­tu­vie­ron muy

dis­ pues­ tos a apoyar, a in­ vi­ tar y a asis­tir a los ta­lle­res que Le­tra S ofre­ ció pa­ra los tra­ba­ja­do­res y usua­rios con la fi­na­li­dad de ven­cer el mie­do y ge­ne­rar ma­yor acer­ca­mien­to a es­tas orien­ta­cio­nes se­xua­les. Los talleres fue­ ron una ex­pe­rien­cia muy ri­ca, los tra­ba­ja­do­res se con­ven­cie­ron que no nos qui­ta­ba un pe­da­zo de piel, ni nos cam­bia­ba de co­lor, al con­tra­rio, ayu­da­ron a en­ten­der al jo­ven ho­mo­se­xual o a la chi­ca les­bia­na. La co­la­bo­ra­ción de una or­ga­ni­za­ ción ci­vil que tra­ba­ja con la di­ver­si­ dad y una ins­ti­tu­ción de­di­ca­da a la fa­mi­lia ha re­sul­ta­do una fór­mu­la más

Cuenta Conmigo que ade­cua­da pa­ra brin­dar apo­yo a la in­te­gra­ción de las fa­mi­lias con miem­ bros ho­mo­se­xua­les o bi­se­xua­les, pues to­dos vi­ven, de di­fe­ren­tes ma­ne­ras, el es­tig­ma de la dis­cri­mi­na­ción. Fer­nan­da, ma­má de un jo­ven ho­mo­se­xual, asis­te al gru­po de fa­mi­ lia­res des­de ha­ce cuatro me­ses: Me gus­ta que nos reu­na­mos en un cen­tro abier­to que de­ja ver que es una si­tua­ ción real que vi­vi­mos las fa­mi­lias. Creo que ya de­be­mos aven­tu­rar­nos a abrir gru­pos de di­ver­si­dad en otros cen­tros del DIF. Yo les di­ría a mis ho­mó­ lo­gos res­pon­sa­bles de los otros cen­tros,

que le en­tren al re­to, que no pa­sa na­da, el se­cre­to es­tá en el res­pe­to, la co­mu­ni­ ca­ción y el tra­ba­jo muy pro­fe­sio­nal de am­bos or­ga­nis­mos. Con Letra S, el DIF por fin se abrió a la diversidad sexual, se­ña­ló Jésus Pedro Ren­te­ría. Te esperamos todos los sábados, de 11:30 a 15:00 horas, en el Centro Cultural y Recreativo “Niños Héroes” del DIF-DF, ubicado en Popocatépetl (Eje 8 sur) No. 276, entre prolongación Uxmal y División del Norte, Col. Santa Cruz Atoyac.

JÓVENES GAY, LESBIANAS Y FAMILIAS, es un proyecto de coparticipación entre Letra S y DIF-DF Tel.: 5532-2751 Correo: jovenesg@letraese.org.mx


Letra S • 124 • noviembre 2006

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Infórmate

a la protección re­co­mien­da prac­ti­car an­tes de usar­lo por pri­me­ra vez. Su efec­ti­vi­dad va del 82 al 94 por cien­to. n Es­tá dis­po­ni­ble en far­ma­cias y cues­ta en­tre 200 y 400 pe­sos. No pro­te­ge con­tra in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual. DIU: El dis­po­si­ti­vo in­trau­te­ri­no (DIU) ge­ne­ral­men­te tie­ne for­ma de T y es del ta­ma­ ño de dos ce­ri­llos. Se co­lo­ca den­tro del úte­ro, por lo que de­be ser ins­ta­la­do por un mé­di­co. Pue­de es­tar con­for­ma­do con una par­te de co­bre o con un sis­te­ma de li­be­ra­ción de hor­mo­nas. La fun­ción bá­si­ca es la mis­ma: al­te­ra las con­di­cio­nes del úte­ro pa­ra dificultar el pa­so de los es­per­ma­to­zoi­des y así evi­tar que lle­guen al óvu­lo. Pue­de du­rar co­lo­ca­do de cin­co a diez años, de­pen­dien­do del mo­de­lo, y su efec­ti­vi­dad va del 95 (el de co­bre) al 99 por cien­to (el que tie­ne hor­mo­nas). Es un mé­to­do muy re­co­men­da­ble pa­ra cha­ vas que tie­nen una pa­re­ja es­ta­ble o que son ol­vi­da­di­zas. Aun­que en mu­chas ins­tan­cias de sa­lud pú­bli­ca só­lo se co­lo­ca cuan­do la mu­jer ya ha te­ni­do hi­jos, exis­ten ta­ma­ños es­pe­cia­les pa­ra quie­nes no los han te­ni­do o pa­ra úte­ros pe­que­ños, co­mo los de las ado­les­cen­tes. n No pro­te­ge con­tra in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual. Es­per­mi­ci­das: Son mez­clas quí­mi­cas que en Mé­xi­co se con­si­guen en for­ma de óvu­los. Su fi­na­li­dad es ma­tar a los es­per­ma­to­zoi­des y así evi­tar que fe­cun­den al óvu­lo. De­ben co­lo­car­se de 30 a cin­co mi­nu­tos an­tes del coi­to. Pue­den usar­ se en com­bi­na­ción con el dia­frag­ma o el con­dón, y si se usan so­los su efec­ti­vi­ dad es de en­tre 74 y 94 por cien­to, usán­do­los to­das las ve­ces y si­guien­do las ins­truc­cio­nes ade­cua­da­men­te. Pue­den cau­sar irri­ta­ción va­gi­nal, en es­pe­cial se ha des­con­ti­nua­do el uso de la sus­tan­cia no­no­xi­nol-9, por­que las­ti­ma la mu­co­sa va­gi­nal. Sin em­bar­go, los es­per­mi­ci­das brin­dan cier­ta pro­tec­ción con­tra la go­no­rrea y la cla­mi­dia. n Pue­den so­li­ci­tar­se al sec­tor sa­lud o com­prar la ca­ja con tres óvu­los en la far­ma­cia por unos 30 pe­sos. Im­plan­te: Son pe­que­ñas va­ri­llas de unos cua­tro cen­tí­me­tros que se in­ser­tan en la ca­ra in­ter­na del bra­zo y que li­be­ran hor­mo­nas que im­pi­den la ovu­la­ción. Se co­lo­can a tra­vés de una pe­que­ña in­ci­sión que de­be ser he­cha por un mé­di­co. En Mé­xi­co es­tán dis­po­ni­bles dos mar­cas. Una cons­ta de seis va­ri­llas y es efec­ti­va por tres años. La se­gun­da só­lo es una va­ri­lla y fun­cio­na por cin­co años. Pue­de al­te­rar el ci­clo mens­trual en los pri­me­ros me­ses y cau­sar do­lor de ca­be­za o va­ria­ción de pe­so. n Es­tán dis­po­ni­bles en las ins­ti­tu­cio­nes de sa­lud pú­bli­ca, o pue­den so­li­ ci­tar­se con mé­di­cos par­ti­cu­la­res. Su cos­to es su­pe­rior a tres mil pe­sos. No pro­te­gen con­tra in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual. In­yec­cio­nes: Se in­yec­ta una do­sis de hor­mo­nas que evi­tan la ovu­la­ción y se pue­de pin­char en el bra­zo, nal­ga o mus­lo. Su efec­to pue­de du­rar uno o tres

me­ses, se­gún la mar­ca, y al ca­bo de ese tiem­po de­be co­lo­car­se otra. Se re­co­ mien­da pa­ra per­so­nas ol­vi­da­di­zas pe­ro, eso sí, de­bes ser ri­gu­ro­sa en la fe­cha de la nue­va apli­ca­ción. Tam­bién pue­den pro­vo­car au­men­to de pe­so. Pa­ra usar es­te mé­to­do se re­quie­re la su­per­vi­sión mé­di­ca pa­ra aten­der cual­quier efec­to co­la­te­ral. n El pre­cio de ca­da in­yec­ción es­tá en­tre 80 y 120 pe­sos. Tam­bién es­tá dis­po­ni­ble en el Sec­tor Sa­lud. No pro­te­ge con­tra in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual. La­va­dos va­gi­na­les: Con­sis­te en in­tro­du­cir di­ver­sas sus­tan­cias en la va­gi­na con tal de lim­piar el se­men que se de­po­si­tó en una re­la­ción se­xual. Se uti­li­za des­de Co­ca Co­la o agua con vi­na­gre has­ta du­chas in­di­ca­das pa­ra la hi­gie­ne ín­ti­ma. Es­to no evi­ta el em­ba­ra­zo pe­ro sí pue­de da­ñar la mu­co­sa va­gi­nal, pro­vo­can­do in­fec­cio­nes o le­sio­nes que ha­gan más fá­cil la en­tra­da de vi­rus co­mo el VIH. Li­món: Se ha di­fun­di­do la fal­sa creen­cia de que el ju­go de li­món sir­ve pa­ra pro­te­ ger­se con­tra el VIH. No es que te lo to­mes en un agua fres­ca, si­no que de­be de­po­si­tar­se en la va­gi­na y así es ca­paz de "ma­tar" to­do: es­per­ma­to­zoi­des, vi­rus y bac­te­rias. Si, ya nos lo de­cía el co­mer­cial, “el li­món no ma­ta la bac­te­ria del có­le­ra”, ¿por qué ha­bría de ma­tar al VIH? Otra su­pues­ta uti­li­dad del li­món es la fa­vo­ri­ta de las abue­las: “pon­te uno en me­dio de las ro­di­llas y cui­da que nun­ca, nun­ca, se te cai­ga”. Ojos abier­tos y pier­nas ce­rra­das. Sin em­bar­go, las abue­las pa­re­cen ol­vi­dar que la con­cen­tra­ción tie­ne un lí­mi­te y cuan­do de­ja­mos caer el li­món a ve­ces ni cuen­ta nos da­mos. Par­che: Tie­ne me­nos de cin­co cen­tí­me­tros por la­do, se ad­hie­re a la piel y li­be­ra hor­mo­nas du­ran­te sie­te días se­gui­dos; lue­go hay que de­se­char­lo y co­lo­car uno nue­vo. Se usa tres se­ma­nas y se des­can­sa una. De­be apli­car­se en zo­nas del cuer­po con po­ca fric­ción, co­mo la ca­ra ex­ter­na del bra­zo, el vien­tre o la es­pal­da. Cuan­do se usa por pri­me­ra vez de­be apli­car­se el pri­mer día de la mens­trua­ción. Es prác­ti­co pa­ra quie­nes son ol­vi­da­di­zas, y es 99 por cien­to efec­ti­vo. Hay que ase­gu­rar­se de no ser alér­gi­ca al ad­he­ si­vo, pues te pue­de irri­tar, lo que no per­mi­ti­ría la ab­sor­ción ade­cua­da de las hor­mo­nas. n Es­tá dis­po­ni­ble en far­ma­cias; una ca­ja pa­ra un mes (con tres par­ches) va de 150 a 215 pe­sos. No pro­te­ge con­tra in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual. Píl­do­ras: Son los an­ti­con­cep­ti­vos hor­mo­na­les más con­fia­bles e in­ves­ti­ga­dos. Ac­túan im­pi­dien­do la li­be­ra­ción del óvu­lo. Son de los an­ti­con­cep­ti­vos más au­to re­ce­ta­dos y aun­que po­seen un ins­truc­ti­vo de uso, nun­ca es re­co­ men­da­ble sal­tar­se la vi­si­ta al mé­di­co, que ade­más pue­de orien­tar­te so­bre cuál mar­ca o do­sis es la más ade­cua­da pa­ra ti. Pue­den ve­nir en pa­que­tes

de 21 o de 28 y de­ben co­men­zar a to­mar­se el pri­mer día de la mens­trua­ ción, in­gi­rien­do una píl­do­ra al día. Con los pa­que­tes de 21 des­can­sas una se­ma­na y con los de 28 usas un pa­que­te in­me­dia­ta­men­te des­pués del otro. No es muy útil pa­ra ol­vi­da­di­zas por­que, aun­que su efec­ti­vi­dad lle­ga al 99 por cien­to, al ol­vi­dar to­mar más de una pas­ti­lla el ries­go de em­ba­ra­zo au­men­ta gran­de­men­te. Ac­tual­men­te hay op­cio­nes que no só­lo no pro­vo­can el fa­mo­so au­men­to de pe­so, el ac­né o la pér­di­da de ca­be­llo, si­no que los pre­vie­nen. n Pue­den ser ob­te­ni­das en el sec­tor sa­lud o en las far­ma­cias, a un pre­cio des­de 50 has­ta 200 pe­sos. No pro­te­ge con­tra in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual. Rit­mo: Uno de los más po­pu­la­res en­tre las sol­te­ras por su dis­cre­ción y, apa­ ren­te­men­te, fá­cil uti­li­za­ción. Con­sis­te en di­fe­ren­tes téc­ni­cas co­mo la del ca­len­da­rio, la tem­pe­ra­tu­ra ba­sal o la prue­ba del flu­jo. La del ca­len­da­rio (la más so­co­rri­da) con­sis­te en ubi­car los días en que la mu­jer po­dría ovu­lar. Si, en teo­ría, el ci­clo mens­trual du­ra 28 días ini­cian­do con el pri­mer día de la mens­trua­ción, en­tre los días 14 y 21 se pre­sen­ta­ría la ovu­la­ción, por lo que se de­be evi­tar el coi­to esos días. La tem­pe­ra­tu­ra ba­sal y la prue­ba del flu­jo implican lle­var­ re­gis­tros to­dos los días del mes, ano­tan­do la tem­pe­ra­tu­ra al le­van­tar­se y/o ob­ser­var el ti­po de flu­jo va­gi­nal que se tie­ne. Des­pués de ha­cer­lo por unos me­ses, la mu­jer pue­de iden­ti­fi­car que cuan­do va­ría la tem­pe­ra­tu­ra o se es­pe­sa el flu­jo es cuan­do se pre­sen­ta la ovu­la­ción. n El pro­ble­ma de es­te mé­to­do, lla­ma­do “na­tu­ral”, es que no fun­cio­na pa­ra quie­nes tie­nen ci­clos mens­trua­les irre­gu­la­res, si­tua­ción fre­cuen­te en­tre ado­les­cen­tes y jó­ve­nes. Si tu ci­clo no lle­ga ca­da 28 a 31 días exac­ta­men­te no de­bes con­fiar en el rit­mo. Cuan­do es bien uti­li­za­do por una mu­jer con pe­rio­dos re­gu­la­res, su efec­ti­vi­dad va de 60 a 85 por cien­to. No pro­te­ge de in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual.

Quinceañera / Like a virgin

¿Qué su­ce­de cuan­do dos ci­neas­tas gays, uno es­ta­dou­ni­den­se, otro bri­tá­ ni­co, de­ci­den vi­vir en un ba­rrio la­ti­no en Los An­ge­les (Echo Park), y cap­tu­ rar en una pe­lí­cu­la in­de­pen­dien­te la trans­for­ma­ción del vie­jo su­bur­bio

de cla­se me­dia en un ba­rrio con as­pi­ra­cio­nes de mo­der­ni­dad y ele­ gan­cia? El re­sul­ta­do in­me­dia­ to es Quin­cea­ñe­ra, una co­me­dia de éxi­to ins­tan­ tá­neo, pe­ro tam­bién la mi­ra­da no­ve­do­sa a las con­tra­dic­cio­nes cul­tu­ra­ les de un seg­men­to de la co­mu­ni­dad chi­ca­na en Los An­ge­ les. To­ do a par­ tir de un pre­ tex­ to muy sen­ci­llo: el re­gis­tro hu­mo­rís­ti­co de un ri­tual en­tra­ña­ble, la ce­le­bra­ ción de una fies­ta de quin­ce años. Mag­da­le­na (Emily Ríos) se pre­pa­ra

reSeña pa­ra es­te fes­te­jo, pe­ro pa­ra es­cán­da­ lo de su fa­mi­lia se des­cu­bre em­ba­ ra­za­da, y pa­ra es­cán­da­lo pro­pio, sin ha­ber ja­más te­ni­do re­la­cio­nes se­xua­ les. Una vir­gen en­cin­ta, con­cep­ción in­ma­cu­la­da, que lue­go de tras­tor­nar la vi­da de sus fa­mi­lia­res y ser ex­pul­sa­ da del ho­gar, se trans­for­ma, no tan sor­pre­si­va­men­te, en ico­no mi­la­gro­ so de la co­mu­ni­dad. Pa­ra­le­la­men­te los ci­neas­tas ofre­ cen el re­tra­to de Car­los (Jes­se Gar­ cía), un chi­co ru­do a quie­nes sus pa­dres tam­bién co­rren del ho­gar al des­cu­brir que es gay. Mag­da­le­na y Car­los se re­fu­gian en ca­sa de don To­más (Cha­lo Gon­zá­lez), un tío abue­

lo ex­tre­ma­da­men­te com­pren­si­vo, y el jo­ven se con­sue­la de su suer­te in­vo­lu­crán­do­se en un trío afec­ti­vo y se­xual con una pa­re­ja gay, due­ños del edi­fi­cio don­de vi­ve el an­cia­no. Quin­cea­ñe­ra con­tras­ta en una na­rra­ción muy ágil los pre­jui­cios del nú­cleo fa­mi­liar chi­ca­no con la so­li­da­ ri­dad cre­cien­te en­tre los dos pa­rias de la pe­lí­cu­la, la fu­tu­ra quin­cea­ñe­ra des­hon­ra­da y el jo­ven gay, a quien la pa­re­ja gay adop­ta co­mo ob­je­to de­se­cha­ble de con­su­mo eró­ti­co. En un re­la­to muy pró­xi­mo a la exi­to­sa co­me­dia de Ang Lee, El ban­que­te de bo­das, los di­rec­to­res, Ri­chard Glat­zer (The Fluf­fer, Grief) y Sam West­mo­re­

land (Gay re­pu­bli­cans), com­bi­nan el re­tra­to cá­li­do de una co­mu­ni­dad chi­ca­na y las se­ña­les de to­le­ran­cia que cre­cien­te­men­te de­sar­ti­cu­lan, en su in­te­rior, la per­sis­ten­cia de los pre­jui­cios mo­ra­les y re­li­gio­sos. La fi­gu­ra de don To­más es al res­pec­to gra­ti­fi­can­te, co­mo tam­bién lo es la mi­ra­da de los pro­pios rea­li­za­do­res, aje­na a la ex­plo­ta­ción de lo pin­to­res­ co. Una co­me­dia ori­gi­nal y no­ve­do­ sa, de es­tre­no in­mi­nen­te en nues­tra car­te­le­ra. (Carlos Bonfil) Quin­cea­ñe­ra Es­cri­ta y di­ri­gi­da por Ri­chard Glat­zer y Sam West­mo­re­land, (Es­ta­dos Uni­dos, 2005).


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Balance sexenal de políticas de salud

La llave de los recursos Los recursos comenzaron a fluir para atender el problema de salud pública que representa el VIH/sida. La presión de la sociedad civil logró garantizar medicación para quien lo requiera, pero la atención médica sigue siendo deficiente y la prevención continúa como materia pendiente. En este artículo se hace un balance de dos áreas fundamentales de las políticas de salud: el VIH/sida y la salud sexual y reproductiva.

Por Fer­nan­do Mi­no

E

l ocho de di­ciem­bre del año 2000, Ju­lio Frenk, se­cre­ta­rio de Sa­lud de la nue­va ad­mi­nis­tra­ción pa­nis­ta, de­cep­cio­nó a quie­nes des­de la trin­che­ra con­ser­va­do­ra es­pe­ ra­ban un vi­ra­je en la po­lí­ti­ca pú­bli­ca de sa­lud, al me­nos en ma­te­ria de sa­lud se­xual y re­pro­ duc­ti­va. En el ac­to con­me­mo­ra­ti­vo del Día Mun­dial del Si­da se­ña­ló a la pren­sa: “To­das las ac­cio­nes que se de­mues­tre que son efec­ti­vas, son las que te­ne­mos que ha­cer, con to­do el res­pe­to a las creen­cias de to­do mun­do, pe­ro to­man­do en cuen­ta que nues­tra prio­ri­dad es la sa­lud de la gen­te”. Seis años des­pués, la lí­nea plan­tea­da por Frenk se ha man­te­ni­do: si bien no se im­pul­só una dis­cu­sión am­plia so­bre el abor­to, sí se avan­zó en sa­lud re­pro­duc­ti­va al in­cluir en el cua­dro bá­si­co del Sis­te­ma Na­cio­nal de Sa­lud a la píl­do­ra del día si­guien­te, mé­to­do an­ti­con­ cep­ti­vo de emer­gen­cia con­de­na­do por la je­rar­ quía ca­tó­li­ca y por gru­pos de ul­tra­de­re­cha. En ma­te­ria de VIH­/si­da se lo­gró un avan­ce pre­su­pues­tal sus­tan­cial, co­mo es­cri­be el mis­mo Frenk en la re­vis­ta bri­tá­ni­ca The Lan­cet, del 9 de sep­tiem­bre de 2006: “Mien­tras que en el 2000 la Se­cre­ta­ría de Sa­lud (Ssa) pro­ve­yó de te­ra­pia an­ti­ rre­tro­vi­ral só­lo a 2,386 per­so­nas con VIH­/si­da sin se­gu­ri­dad so­cial, aho­ra 15,750 pa­cien­tes la re­ci­ben de ma­ne­ra gra­tui­ta, jun­to con el res­to de los be­ne­fi­cios del Se­gu­ro Po­pu­lar”.

En el in­for­me Sa­lud Mé­xi­co 2001-2005, de la Ssa, se pre­su­me un au­men­to de 35 por cien­to en in­ver­sión pú­bli­ca en sa­lud en­tre 2000 y 2005. Si bien, la ren­di­ción de cuen­tas al fi­nal del se­xe­nio se cen­tra en los au­men­tos pre­su­ pues­ta­les, que­dan múl­ti­ples pen­dien­tes que aten­der, so­bre to­do en lo que se re­fie­re a la calidad de la aten­ción mé­di­ca y al abasto de medicamentos. VIH­/si­da: re­cur­sos ga­na­dos por la so­cie­dad El au­men­to en la co­ber­tu­ra de me­di­ca­ción an­ti­rre­tro­vi­ral, in­dis­pen­sa­ble pa­ra pa­liar los efec­tos de la in­fec­ción y au­men­tar la ca­li­dad de vi­da de los pa­cien­tes, ha si­do el lo­gro más des­ta­ca­do de la ad­mi­nis­tra­ción fe­de­ral en ma­te­ria de VIH­/si­da. “Gra­cias a la ac­ti­va par­ ti­ci­pa­ción de las or­ga­ni­za­cio­nes de la so­cie­ dad ci­vil, en­tre 2000 y 2006, el Con­gre­so de Mé­xi­co apro­bó un cre­ci­mien­to de más de 14 ve­ces en el pre­su­pues­to des­ti­na­do al pro­gra­ ma de VIH­/si­da”, se­ña­la Frenk en el ar­tí­cu­lo de The Lan­cet. El gas­to glo­bal en VIH­/si­da pa­só de po­co más de 180 mi­llo­nes de pe­sos en 2000 a más de 1,738 mi­llo­nes en 2002, lo que per­mi­tió que se mul­ti­pli­ca­ran las per­so­nas con VIH­/si­da be­ne­fi­cia­das por la te­ra­pia an­ti­rre­tro­vi­ral. En 2004, tan só­lo el Cen­tro Na­cio­nal de Pre­ven­ ción y Con­trol del VIH­/si­da (Cen­si­da) ejer­ció un pre­su­pues­to de 351 mi­llo­nes de pe­sos.

Des­de 2005, los re­cur­sos pa­ra me­di­ca­ men­tos an­ti­rre­tro­vi­ra­les es­tán ase­gu­ra­dos ins­ti­tu­cio­nal­men­te, pues se han in­te­gra­do a uno de los fon­dos del Sis­te­ma Na­cio­nal de Pro­tec­ción en Sa­lud (Se­gu­ro Po­pu­lar), el lla­ ma­do de “gas­tos ca­tas­tró­fi­cos”. “El au­men­to de re­cur­sos no fue ne­ce­sa­ria­men­te vo­lun­tad del go­bier­no fe­de­ral. No ve­nían con­te­ni­dos en los pre­su­pues­tos si­no has­ta 2005; siem­ pre se de­pen­día del tra­ba­jo po­lí­ti­co de las or­ga­ni­za­cio­nes de la so­cie­dad ci­vil con los le­gis­la­do­res pa­ra cu­brir esa ne­ce­si­dad de sa­lud”, co­men­ta a Le­tra S Ga­briel La­ra, de la or­ga­ni­za­ción ci­vil Fun­dar, Cen­tro de aná­li­sis e in­ves­ti­ga­ción, que ha he­cho un se­gui­mien­to pun­tual del de­sem­pe­ño pre­su­pues­ta­rio del go­bier­no fe­de­ral en ma­te­ria de sa­lud a lo lar­ go del se­xe­nio. Lo que no es­tá ama­rra­do son los re­cur­sos pa­ra pre­ven­ción, ru­bro que se man­tu­vo es­tan­ ca­do a lo lar­go del se­xe­nio —en­tre 10 y 15 mi­llo­nes de pe­sos in­ver­ti­dos anual­men­te— y só­lo has­ta 2006 tu­vo un mon­to im­por­tan­te: 104 mi­llo­nes de pe­sos, asig­na­dos en for­ma ex­traor­di­na­ria por par­te la Cá­ma­ra de Di­pu­ta­ dos y li­be­ra­dos por la Se­cre­ta­ría de Ha­cien­da has­ta mi­tad de año, con las di­fi­cul­ta­des que el cor­to tiem­po im­pli­ca pa­ra su gas­to efec­ti­vo. La in­ver­sión en pre­ven­ción pa­ra el fu­tu­ro es­ta­rá su­pe­di­ta­da a la vo­lun­tad po­lí­ti­ca de los fun­cio­ na­rios de la nue­va ad­mi­nis­tra­ción federal y de los le­gis­la­do­res.

Co­ber­tu­ra (ca­si) uni­ver­sal Los cre­cien­tes re­cur­sos en me­di­ca­ción no re­suel­ven el pro­ble­ma, pues un gran nú­me­ro de las per­so­nas con VIH no sa­ben que es­tán in­fec­ta­dos, por lo que no re­ci­ben nin­gún ti­po de aten­ción mé­di­ca. De acuer­do con el Pro­ gra­ma Con­jun­to de las Na­cio­nes Uni­das pa­ra el VIH­/si­da (Onu­si­da), la co­ber­tu­ra de me­di­ca­ ción con­tra el si­da en Mé­xi­co cu­bre al 71 por cien­to de las per­so­nas que lo re­quie­ren. “La lu­cha co­ti­dia­na de las or­ga­ni­za­cio­nes pa­ra que hu­bie­ra su­fi­cien­tes an­ti­rre­tro­vi­ra­les pa­ra po­bla­ción abier­ta lle­ga a una cul­mi­na­ción po­si­ti­va, pe­ro só­lo en ese ru­bro, en el ca­so de la pro­vi­sión de ser­vi­cios de sa­lud efec­ti­vos y de ca­li­dad to­da­vía hay pen­dien­tes”, se­ña­la La­ra. Pe­se a que los re­cur­sos ya es­tán flu­yen­do, el abas­to si­gue sien­do un gra­ve pro­ble­ma, so­bre to­do en el IMSS, que atien­de a po­co más de la mi­tad de los pa­cien­tes con VIH­/si­da del país. Si bien la ci­fra ofi­cial de abasto de me­di­ca­men­ tos en el IMSS pa­ra 2005 fue de 95 por cien­to, han si­do cons­tan­tes las de­nun­cias de ac­ti­vis­tas que re­por­tan pro­ble­mas de desabas­to. “El Dis­ tri­to Fe­de­ral y San Luis Po­to­sí son dos de las en­ti­da­des más afec­ta­das, pues de las 19 cla­ves de me­di­ca­men­tos ne­ce­sa­rias pa­ra la aten­ción de los pa­cien­tes, só­lo es­tán dis­po­ni­bles 11 y 14, res­pec­ti­va­men­te. Ba­ja Ca­li­for­nia, Es­ta­do de Mé­xi­co, Gue­rre­ro, Ja­lis­co, Quin­ta­na Roo, Ve­ra­cruz y Yu­ca­tán, re­por­tan la fal­ta de más de un an­ti­rre­tro­vi­ral”, de­nun­cia­ron miem­bros de

Retos

VIH/sida, a cumplir con las metas

- Aumentar los recursos para prevención

Avances

71% Población con VIH con cobertura de medicamentos

8% Reducción de las defunciones por VIH/sida

12 Capasits Instalados de los 56 proyectados en todo el país

Campañas masivas contra el estigma, la discriminación y la homofobia

- Alcanzar la meta de 25% de reducción de la mortalidad por VIH/sida - Contar con un programa de prevención perinatal del VIH/sida - Impulsar las pruebas voluntarias de detección para abatir el subregistro de personas que ya viven con VIH


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y la calidad pendiente or­ga­ni­za­cio­nes ci­vi­les de de­re­cho­ha­bien­tes del IMSS que vi­ven con VIH­/si­da a fi­na­les del año pa­sa­do. Pa­ra el mé­di­co Gus­ta­vo Leal Fer­nán­dez, in­ves­ti­ga­dor de la Uni­ver­si­dad Au­tó­no­ma Me­tro­po­li­ta­na, uni­dad Xo­chi­mil­co, el gran pro­ ble­ma es que “se con­si­de­ró que só­lo con el in­cre­men­to del gas­to, sin una ges­tión clí­ni­ca co­rrec­ta, los ser­vi­cios iban a me­jo­rar por ós­mo­ sis. No fue así. Se re­quie­re es­cu­char la voz de los que ope­ran los ser­vi­cios, del per­so­nal clí­ni­ co, pa­ra ha­cer del en­cuen­tro con el pa­cien­te un ver­da­de­ro ac­to te­ra­péu­ti­co”. De acuer­do con el in­ves­ti­ga­dor, el gas­to no se des­ti­nó a lo esen­cial: “No hay un so­lo gas­to ló­gi­co en to­da la in­ver­sión que se hi­zo si lo que se de­sea­ba era me­jo­rar la ca­li­dad del mé­di­co en su tra­ba­jo bá­si­co: la aten­ción de los pa­cien­tes. No hu­bo gas­to ahí. Se fa­lló bá­si­ca­ men­te en que no hay con­fian­za den­tro de es­te go­bier­no de tec­nó­cra­tas en que el equi­po de sa­lud pue­de con su tra­ba­jo; hay una de­va­lua­ ción tá­ci­ta del tra­ba­jo clí­ni­co”. En ma­te­ria es­pe­cí­fi­ca de VIH­/si­da, se­gún Leal, fal­tó un en­fo­que mé­di­co. “Con el dis­cur­so de la im­por­tan­cia de la pre­ven­ción, con la que na­die po­dría es­tar en de­sa­cuer­do y, por tan­to, lu­ce mu­cho en la pre­sen­ta­ción de me­tas, se ha fa­vo­re­ci­do que las ins­ti­tu­cio­nes eva­dan su res­pon­sa­bi­li­dad en la aten­ción”. Jor­ge Saa­ve­dra, di­rec­tor del Cen­si­da, en­tre­ vis­ta­do du­ran­te una vi­si­ta de tra­ba­jo a To­rreón, coin­ci­de en que la aten­ción es una ma­te­ria pen­dien­te, par­ti­cu­lar­men­te en el IMSS: “Fal­ta sis­te­ma­ti­zar, es­tan­da­ri­zar y me­jo­rar la ca­li­dad de la aten­ción que re­ci­ben los pa­cien­tes que atien­de el IMSS —un po­co más de la mi­tad de los pa­cien­tes con VIH­/si­da del país. Mien­ tras en al­gu­nos de sus hos­pi­ta­les la aten­ción mé­di­ca es de ex­ce­len­te ca­li­dad, en mu­chos de ellos, es­pe­cial­men­te fue­ra de la ca­pi­tal del país, el de­sa­bas­to de me­di­ca­men­tos es fre­

cuen­te y de­sa­for­tu­na­da­men­te al­gu­nos mé­di­ cos no pres­cri­ben lo que re­quie­re el pa­cien­ te, si­no lo que hay en la far­ma­cia. Ade­más, mu­chos mé­di­cos tie­nen una al­ta fre­cuen­cia de ro­ta­ción, por tan­to no lo­gran en­fo­car sus es­fuer­zos pro­fe­sio­na­les al VIH­/si­da y no lo­gran la es­pe­cia­li­za­ción re­que­ri­da”. Con el propósito de mejorar la calidad en la atención, la Ssa ha impulsado el pro­yec­to de los Cen­tros Ambulatorios para la Prevención y Atención del VIH/sida y otras ITS (Ca­pa­sits), que con­cen­tra­rán to­dos los ser­vi­cios mé­di­ cos re­la­cio­na­dos con la in­fec­ción en un so­lo es­pa­cio. Aun­que a prin­ci­pios de es­te año se plan­teó que al fi­nal de la ad­mi­nis­tra­ción ha­bría 56 Ca­pa­sits en ope­ra­ción, Saa­ve­dra men­cio­na que só­lo ha­brá 39, nue­ve ya en ope­ra­ción: To­rreón, Po­za Ri­ca, Puer­to de Ve­ra­cruz, Coat­ za­coal­cos, Cuer­na­va­ca, Me­xi­ca­li, Her­mo­si­llo, Ciu­dad Vic­to­ria y Za­ca­te­cas. A par­tir de la ope­ ra­ción de es­tos cen­tros, di­ce Saa­ve­dra Ló­pez, la aten­ción a las per­so­nas con VIH sin se­gu­ri­ dad so­cial ha me­jo­ra­do mu­cho. Cua­tro con­do­nes al mes De acuer­do con el Plan Na­cio­nal de Po­bla­ción, nue­ve de ca­da diez mu­je­res jó­ve­nes tu­vie­ron su pri­me­ra re­la­ción se­xual sin la pro­tec­ción de al­gún mé­to­do an­ti­con­cep­ti­vo, a pe­sar que la ma­yo­ría —al­re­de­dor de 66 por cien­to— no te­nía la in­ten­ción de em­ba­ra­zar­se. El da­to mues­tra la ra­zón por la que 26 por cien­to de los par­tos aten­di­dos en los ser­vi­cios es­ta­ta­les de sa­lud co­rres­pon­de a mu­je­res me­no­res de 20 años. Pa­ra Ivon­ne Szasz, in­ves­ti­ga­do­ra de El Co­le­ gio de Mé­xi­co (Col­mex), es­pe­cia­lis­ta en sa­lud re­pro­duc­ti­va, uno de los gran­des lo­gros del se­xe­nio fue la crea­ción del Cen­tro Na­cio­nal de Equi­dad de Gé­ne­ro y Sa­lud Re­pro­duc­ti­va, que im­pli­ca una es­tra­te­gia co­mún en pla­ni­fi­ca­ción fa­mi­liar y sa­lud ma­ter­no-in­fan­til que ha lo­gra­

do un li­ge­ro des­cen­so en la mor­ta­li­dad ma­ter­ na: en los úl­ti­mos tres años ha os­ci­la­do en 60 muer­tes por ca­da 100 mil na­ci­mien­tos. Asi­mis­mo se ha da­do un pa­so im­por­tan­te en la pre­ven­ción de em­ba­ra­zos no de­sea­dos con la in­clu­sión de la píl­do­ra an­ti­con­cep­ti­va de emer­gen­cia en la Nor­ma Ofi­cial Me­xi­ca­na de Sa­lud Re­pro­duc­ti­va y con su pos­te­rior in­clu­ sión en el cua­dro bá­si­co de me­di­ca­men­tos, lo que en teo­ría per­mi­te que sea ac­ce­si­ble pa­ra quien la ne­ce­si­te a tra­vés de los ser­vi­cios pú­bli­ cos de sa­lud. Pe­ro en la prác­ti­ca, el abas­to de la píl­do­ra del día si­guien­te es­tá su­je­to a la vo­lun­tad de los ser­vi­cios es­ta­ta­les de sa­lud, mu­chos de ellos opues­tos a la uti­li­za­ción del mé­to­do por va­lo­ra­cio­nes de ti­po mo­ral. Es­to se su­ma a un pa­no­ra­ma de la sa­lud se­xual y re­pro­duc­ti­va na­da ha­la­güe­ño. “Si la mi­tad o más del país tie­ne con­di­cio­nes de vi­da de ba­jos in­gre­sos, tam­bién sus con­di­cio­nes de sa­lud re­pro­duc­ti­ va es­tán muy mal aten­di­das”, se­ña­la Szasz. Las ba­rre­ras no son só­lo de co­ber­tu­ra o de cer­ca­ nía geo­grá­fi­ca, si­no cul­tu­ra­les. No hay re­la­ción en­tre las ne­ce­si­da­des que ex­pre­san las mu­je­ res jó­ve­nes y los ser­vi­cios de sa­lud re­pro­duc­ti­ va que se pro­por­cio­nan. Más de 80 por cien­to de la de­man­da es­tá re­la­cio­na­da con aten­ción del em­ba­ra­zo y par­to. La de­man­da de an­ti­con­ cep­ción es­tá cu­bier­ta, sal­vo en zo­nas ru­ra­les muy ais­la­das, pe­ro bá­si­ca­men­te con la op­ción de dis­po­si­ti­vos in­trau­te­ri­nos (DIU) o ci­ru­gías de oclu­sión tu­ba­ria, op­ción des­ca­be­lla­da pa­ra una mu­jer me­nor de 20 años que quie­re ini­ciar su vi­da se­xual. “En una eva­lua­ción de dos ser­vi­cios pa­ra ado­les­cen­tes en el DF que rea­li­za­mos en el Col­mex vi­mos que se pro­por­cio­nan en teo­ría cua­tro ti­pos de an­ti­con­cep­ti­vos: ora­les, con­ do­nes, DIU y oclu­sión tu­ba­ria. En esas cua­tro op­cio­nes no hay, sis­te­má­ti­ca­men­te, ni pas­ti­llas ni con­do­nes. Es un pro­ble­ma de de­sa­bas­to. Y

Salud reproductiva: mantener los derechos Avances

74.1% Prevalencia de uso de métodos anticonceptivos. Un aumento de 0.54 %

12.8% Reducción de muertes maternas: alrededor de 60 por cada 100 mil nacimientos

3 millones 228 mil

usuarias del programa de planificación familiar de la SSa

Retos - Recomendar la doble protección: contra embarazos indeseados e infecciones - Aumentar la disponibilidad de condones - Cumplir el compromiso internacional en mortalidad materna: reducirla a 22 por cada 100 mil

es en ple­na ca­pi­tal del país. Cuan­do hay con­do­ nes, la do­ta­ción es de cua­tro por ado­les­cen­te al mes. Tam­bién en­con­tra­mos que nin­gu­no de los ser­vi­cios de sa­lud re­co­mien­dan la do­ble pro­tec­ción”, se­ña­la Szasz. Ca­be re­cor­dar que el con­dón es el úni­co mé­to­do que ofre­ce pro­tec­ ción an­ti­con­cep­ti­va y con­tra in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual. Gus­ta­vo Leal se­ña­la dos me­tas no cum­pli­ das en ma­te­ria de sa­lud se­xual y re­pro­duc­ti­ va: cán­cer cér­vi­co ute­ri­no y de ma­ma. “Dos pro­ble­mas muy se­ve­ros que fue­ron a dar a di­fe­ren­tes par­tes del Se­gu­ro Po­pu­lar con efi­ ca­cia ca­si ce­ro”, con­si­de­ra. Al fi­nal del se­xe­nio la ta­sa de mor­ta­li­dad por cán­cer cer­vi­cal es la se­gun­da ma­yor de Amé­ri­ca La­ti­na. An­te la si­tua­ción, Ivon­ne Szasz se pre­gun­ta por qué las po­lí­ti­cas pú­bli­cas no aler­tan a la po­bla­ción so­bre el he­cho de que es­te cán­cer es pro­vo­ ca­do por el vi­rus del pa­pi­lo­ma hu­ma­no, una in­fec­ción de trans­mi­sión se­xual. Y los re­cur­sos si­guen os­ci­lan­do: de acuer­do con el aná­li­sis Fi­nan­zas pú­bli­cas del se­xe­nio, 2001-2006, de la or­ga­ni­za­ción ci­vil Equi­dad de gé­ne­ro, Ciu­da­ da­nía, Tra­ba­jo y Fa­mi­lia, las ac­cio­nes con­tra el cán­cer en la mu­jer lle­ga­ron a con­tar con un pre­su­pues­to de 123 mi­llo­nes de pe­sos en 2003, pe­ro pa­ra 2006 el mon­to se des­plo­mó a só­lo nue­ve mi­llo­nes. Vo­lun­tad po­lí­ti­ca in­cier­ta Pe­ro qui­zá lo más preo­cu­pan­te son los in­di­ cios de un vi­ra­je en la po­lí­ti­ca de po­bla­ción, una de las gran­des ins­ti­tu­cio­nes cons­trui­ das a lo lar­go de trein­ta años. Di­ce Ivon­ne Szasz: “Mien­tras se man­tu­vo la iner­cia de pro­gra­mas an­te­rio­res las co­sas no es­ta­ban mal, pe­ro la ten­den­cia po­dría ir a peor en sa­lud re­pro­duc­ti­va. El en­fo­que ac­tual es de de­re­chos y pa­ra sec­to­res im­por­tan­tes de la po­bla­ción, que aho­ra tie­nen mu­cho pe­so en el ám­bi­to gu­ber­na­men­tal, no exis­te el de­re­ cho, por ejem­plo, de las jó­ve­nes no ca­sa­das a ejer­cer su se­xua­li­dad. Y eso pue­de im­pli­car que los gru­pos que ca­da vez tie­nen me­nos voz, ten­gan me­nos in­ci­den­cia en esas po­lí­ ti­cas. An­ti­con­cep­ción tien­de a de­jar de ser una prio­ri­dad y pre­ven­ción de in­fec­cio­nes de trans­mi­sión se­xual no ha es­ta­do nun­ca en las prio­ri­da­des. La po­bla­ción me­xi­ca­na tie­ne con­cep­cio­nes muy lai­cas, pe­ro des­de el po­der se tie­nen po­si­cio­nes con­ser­va­do­ ras, y eso va a te­ner una in­fluen­cia a lar­go pla­zo, sin du­da”. Pa­ra ha­cer fren­te a ese pa­no­ra­ma, Szasz con­fía en que en los trein­ta años de con­cien­ ciación en ma­te­ria de pla­ni­fi­ca­ción fa­mi­liar ya se ha ge­ne­ra­do una de­man­da que no se­rá fá­cil­ men­te sos­la­ya­ble. “Lo que se es­pe­ra es que esa de­man­da se trans­for­me en un ejer­ci­cio de de­re­chos”. Al me­nos en sa­lud re­pro­duc­ti­va. Pe­ro en pre­ven­ción de in­fec­cio­nes de trans­mi­ sión se­xual, sin una per­cep­ción cla­ra del ries­go en la po­bla­ción, el ho­ri­zon­te es fran­ca­men­te ad­ver­so.


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Letra S • 124 • noviembre 2006

OPINIÓN

Un reclamo aún vigente: salud para las mujeres Leyes y acuerdos internacionales reconocen el derecho a la salud de las mujeres, pero los obstáculos para su ejercicio siguen siendo múltiples. En este texto, la directora para México de la organización internacional Ipas, Raffaela Schiavon, reflexiona sobre la salud reproductiva de las mujeres mexicanas. Por Raf­fae­la Schia­von

E

l de­re­cho a la sa­lud, es­pe­cial­men­te en el ejer­ ci­ cio de la se­ xua­ li­ dad y de la re­pro­duc­ción, y par­ti­cu­lar­men­te pa­ra las mu­je­res, es un de­re­cho pro­cla­ma­do y re­co­no­ci­do en la Cons­ti­tu­ción, en los tra­ta­dos in­ter­na­cio­na­les y le­yes na­cio­na­les, pe­ro no cum­pli­do en los he­chos. Las mu­je­res, ni­ñas y ado­les­cen­tes, si­guen ex­pues­tas a una vul­ne­ra­ bi­li­dad y dis­cri­mi­na­ción de se­xo y de gé­ne­ro pro­fun­da­men­te in­jus­ta: es­ta dis­cri­mi­na­ción se vuel­ve do­ble cuan­do son, ade­más de mu­je­res, jó­ve­nes, po­bres, mar­gi­na­das, in­dí­ge­nas, cuan­ do tie­nen ca­pa­ci­da­des di­fe­ren­tes, cuan­do son ma­dres sol­te­ras y je­fas de fa­mi­lia. Las mu­je­res si­guen en­fer­man­do y mu­rien­do por cau­sas pre­ve­ni­bles, de­tec­ta­bles y tra­ta­bles —en su enor­me ma­yo­ría—, si con­ta­ran con edu­ ca­ción, in­for­ma­ción y ac­ce­so (eco­nó­mi­co, geo­ grá­fi­co, cul­tu­ral) a ser­vi­cios de ca­li­dad, pe­ro so­bre to­do si con­ta­ran, en la fa­mi­lia y en la so­cie­dad, co­mo per­so­nas su­je­tos de de­re­chos hu­ma­nos, del de­re­cho a la vi­da, a la pro­tec­ción de la sa­lud, a la li­ber­tad per­so­nal, a la se­gu­ri­dad de su per­so­na. Es res­pon­sa­bi­li­dad del es­ta­do ga­ran­ti­zar y pro­mo­ ver es­tos de­re­chos, y nin­gún go­bier­no pue­de elu­ dir es­ta res­pon­sa­bi­li­dad, ni la so­cie­dad ci­vil elu­di­rá la ta­rea de vi­gi­lan­cia que le com­pe­te.

Se ha afir­ma­do mu­chas ve­ces que la bre­cha de de­si­gual­da­des, tan co­mún en los paí­ses en de­sa­rro­llo, se ha­ce aún mas pro­fun­da cuan­do se tra­ta de la sa­lud re­pro­duc­ti­va de las mu­je­ res: son las más po­bres las que se mue­ren de par­to, las que se de­san­gran por abor­tos in­se­ gu­ros, las que se em­ba­ra­zan sin que­rer­lo en su tem­pra­na ado­les­cen­cia, las que car­gan con to­dos los hi­jos que “Dios les man­da”, las que se mue­ren de cán­cer cer­vi­cal: una en­fer­me­dad to­tal­men­te de­tec­ta­ble y aho­ra pre­ve­ni­ble. Mu­je­res y po­bre­za = muer­te En Mé­xi­co, 77 de ca­da 100 mu­je­res ur­ba­nas y 66 de ca­da 100 mu­je­res ru­ra­les que vi­ven en pa­re­ja usan un mé­to­do an­ti­con­cep­ti­vo; pero si tie­nen en­tre 15 y 19 años, so­lo 45 de ellas lo ha­cen. De ca­da 100 ado­les­cen­tes que vi­ven en nues­ tro país, ocho ya han te­ ni­ do un hi­ jo —pe­ro só­lo tres de ellas de­cla­ran que fue de­sea­do. Si es­tas ado­les­cen­tes per­te­ne­cen a un es­tra­to so­cioe­co­nó­mi­co muy mar­gi­na­do son 16 las que ya han vi­vi­do esa ex­pe­rien­cia, en cam­bio, si vie­nen de fa­mi­lias “aco­mo­da­ das”, so­lo sucede con 0.06 por cien­to de ellas (CMen­kes, En­cues­ta Na­cio­nal de Sa­lud Re­pro­ duc­ti­va 2003). En­tre las ado­les­cen­tes más ri­cas, el por­cen­ta­je re­fe­ri­do de abor­to es el do­ble que en­tre las ado­les­cen­tes más po­bres. Si ana­li­za­mos uno de los in­di­ca­do­res mas im­por­tan­tes re­la­cio­na­dos con la mor­ta­li­dad ma­ter­na —la aten­ción ca­li­fi­ca­da del par­to— ve­mos que en es­ta­dos co­mo Si­na­loa, Ba­ja Ca­li­for­nia, Nue­vo León y la ciu­dad de Mé­xi­co, prác­ti­ca­men­te to­das las mu­je­res son asis­ti­das al mo­men­to del par­to por un mé­di­co, en cam­ bio en Chia­pas, cua­tro de ca­da 10 son asis­ti­das por per­so­nal no mé­di­co, por fa­mi­lia­res o por ella mis­mas. En­tre 1990 y 2004 ha muer­to en Mé­xi­co un ver­da­de­ro ejér­ci­to de mu­je­res por ra­zo­nes li­ga­ das al em­ba­ra­zo y par­to: 20 mil 222 (sin asu­mir el su­bre­gis­tro). De es­tas, mil 444 mu­rie­ron por abor­to, en­tre ellas 190 ni­ñas y ado­les­cen­tes —en­tre los 10 y los 19 años. La gran ma­yo­ría de es­tas muer­tas son mu­je­res sin nin­gún ti­po de se­gu­ri­dad so­cial, y cua­tro es­ta­dos con­ cen­tran 45 por cien­to de to­das las muer­tes ma­ter­nas por abor­to (DF, Chia­pas, Es­ta­do de Mé­xi­co y Ve­ra­cruz). En la ciu­dad de Mé­xi­co, en 2005, el abor­to re­pre­sen­tó la ter­ce­ra cau­sa de muer­ te ma­ter­na. En­tre 2001 y 2005, en to­do el país, los hos­pi­ta­les de la Se­cre­ta­ría de Sa­lud —sin con­tar el res­to del sec­tor—, han aten­ di­do por abor­to a 406 mil mu­je­ res, de ellas cua­tro mil eran ni­ñas en­tre los 10 y los 14 años. Y sin em­bar­go, co­mo ha do­cu­ men­ta­do Hu­man Right Watch en su re­cien­te in­for­me Víc­ti­mas por par­ti­da do­ble, se nie­ga sis­te­má­ti­ca­men­te el ac­ce­so al abor­to le­gal, aún en las cau­ sa­les ex­pre­sa­men­te pre­vis­tas por la

le­gis­la­ción es­ta­tal, a mu­je­res y ni­ñas vio­la­das (re­cuér­de­se el ca­so de Pau­li­na en Ba­ja Ca­li­for­ nia), a mu­je­res em­ba­ra­za­das con pa­to­lo­gías se­ve­ras que po­nen en ries­go sus vi­das, y que es­pe­ran en te­ra­pia in­ten­si­va que un Co­mi­té de Éti­ca de­ci­da si tie­nen de­re­cho a vi­vir o es­tán con­de­na­das a mo­rir, jun­to con el pro­duc­to que tie­nen en su vien­tre. Otro de los in­di­ca­do­res de dis­cri­mi­na­ción, la vio­len­cia de gé­ne­ro, re­pre­sen­ta una con­tun­ den­te de­ne­ga­ción de los de­re­chos hu­ma­nos de las mu­je­res: a la li­ber­tad, a la sa­lud, y en mu­chos ca­sos a la vi­da. De acuer­do a la úl­ti­ma en­cues­ta de sa­lud en Mé­xi­co, re­cién pu­bli­ca­ da (En­sa­nut 2006), 16 de ca­da 100 mu­je­res ado­les­cen­tes re­fie­ren ha­ber su­fri­do de al­gún ti­po de vio­len­cia se­xual; ca­si tres de ca­da 100 in­ten­tó en al­gún mo­men­to qui­tar­se la vi­da, y la fre­cuen­cia de es­te in­ten­to au­men­ta sig­ni­fi­ ca­ti­va­men­te en­tre ado­les­cen­tes uni­das o ca­sa­ das y que su­fren de vio­len­cia. Só­lo dos de ca­da 10 ado­les­cen­tes víc­ti­mas de abu­so se­xual lo co­mu­ni­ca­rán a sus pa­dres, de acuer­do a es­ta­ dís­ti­cas de Es­ta­dos Uni­dos. Avances y derechos pospuestos Es im­por­tan­te se­ña­lar que hay avan­ces tam­ bién. To­das las en­cues­tas re­cien­tes do­cu­men­ tan que en el país ha au­men­ta­do len­ta pe­ro sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te el uso del con­dón, el co­no­ ci­mien­to y el uso de la pas­ti­lla an­ti­con­cep­ti­va de emer­gen­cia, con un es­pec­ta­cu­lar mi­llón y me­dio de do­sis ven­di­das al año en to­do el país. Asi­mis­mo, se ma­ni­fies­ta un cre­ci­mien­to sig­ni­fi­ca­ti­vo en la co­ber­tu­ra de la prue­ba de de­tec­ción del cán­cer cer­vi­cal y del cán­cer de ma­ma en­tre mu­je­res, tanto ur­ba­nas como de zonas ru­ra­les. Hay hom­bres y mu­je­res de­di­ ca­dos, com­pro­me­ti­dos y com­pe­ten­tes en el cam­po de la sa­lud, a to­dos los ni­ve­les, des­de to­ma­do­res de de­ci­sio­nes y res­pon­sa­bles de pro­gra­mas, has­ta pres­ta­do­res de ser­vi­cios, que se vuel­ven alia­dos na­tu­ra­les de las mu­je­res. En agos­to pa­sa­do, en Nue­va York, el Co­mi­ té so­bre la im­ple­men­ta­ción de la Con­ven­ción pa­ra la Eli­mi­na­ción de la Dis­cri­mi­na­ción con­ tra la Mu­jer (CE­DAW, fir­ma­da y ra­ti­fi­ca­da por Mé­xi­co) cues­tio­nó al go­bier­no el im­pac­to real de las me­di­das, pro­gra­mas, po­lí­ti­cas pú­bli­cas, le­ yes y pro­ yec­ tos de ley emi­ ti­ dos has­ ta el mo­men­to por el go­bier­no me­xi­ca­no ten­dien­ tes a ga­ran­ti­zar los de­re­chos hu­ma­nos de las mu­je­res, y emi­tió una se­rie de re­co­men­da­cio­ nes, mis­mas que se pre­sen­ta­ron el pa­sa­do 27 de oc­tu­bre por la ti­tu­lar del Ins­ti­tu­to Na­cio­nal de las Mu­je­res. Es­tas re­co­men­da­cio­nes van des­de la ar­mo­ ni­za­ción sis­te­má­ti­ca de la le­gis­la­ción y po­lí­ti­ cas pú­bli­cas a ni­vel fe­de­ral, es­ta­tal y mu­ni­ci­pal con los prin­ci­pios de la CE­DAW; la ne­ce­si­dad de im­ple­men­tar en los he­chos, y a tra­vés de la asig­na­ción de re­cur­sos, la re­cién pro­mul­ga­da Ley Ge­ne­ral pa­ra la Igual­dad en­tre mu­je­res y hom­bres; la preo­cu­pa­ción por las de­mo­ ras en la apro­ba­ción de le­yes ten­dien­tes a erra­di­car la vio­len­cia y la dis­cri­mi­na­ción, y a

ga­ran­ti­zar que to­das y ca­da una de las mu­je­res me­xi­ca­nas go­ce de sus de­re­chos hu­ma­nos. In­vi­ta ade­más a re­co­no­cer que la vio­len­cia ins­ ti­tu­cio­nal, se­xual e in­tra­fa­mi­liar, cons­ti­tu­ye un me­ca­nis­mo de dis­cri­mi­na­ción ha­cia las mu­je­ res, y que es ne­ce­sa­rio cam­biar los pa­tro­nes cul­tu­ra­les y so­cia­les que se es­con­den de­trás de to­do ti­po de vio­len­cia de gé­ne­ro. También insta a ti­pi­fi­car el de­li­to de fe­mi­ni­ci­dio, a ha­cer pú­bli­cos los nom­bres de los cul­pa­bles y a otor­gar la re­pa­ra­ción del da­ño a los fa­mi­lia­res de las víc­ti­mas. La igual­dad en­tre hom­bres y mu­je­res, di­ce el Co­mi­té, de­be ser to­ma­do sis­ te­má­ti­ca­men­te en cuen­ta en el di­se­ño de los pro­gra­mas pú­bli­cos. Tam­bién se­ña­ló con preo­ cu­pa­ción la fal­ta de vin­cu­la­ción en­tre los di­ver­ sos pro­gra­mas de go­bier­no —Opor­tu­ni­da­des, Con­ti­go, etcétera— y la fal­ta de cla­ri­dad en el im­pac­to de las es­tra­te­gias ma­croe­co­nó­mi­cas en la vi­da de las mu­je­res. Ur­ge ade­más al go­bier­no a atender el gra­ ví­si­mo fla­ge­lo de la tra­ta de mu­je­res y ni­ñas, a que ter­mi­ne con las re­des de pe­de­ras­tia y trá­fi­co, a que ins­tau­re me­di­das es­pe­cí­fi­cas que pre­ven­gan y ter­mi­nen con es­ta prác­ti­ca que aten­ta con­tra los de­re­chos hu­ma­nos, en es­pe­ cial la dig­ni­dad y la li­ber­tad de las mu­je­res. En el te­ma de ac­ce­so a la sa­lud, el Co­mi­té mos­tró preo­cu­pa­ción por las ta­sas de mor­ta­li­ dad ma­ter­na en nues­tro país y la fal­ta de ac­ce­ so a ser­vi­cios de sa­lud se­xual y re­pro­duc­ti­va de las mu­je­res, en es­pe­cial de las mu­je­res in­dí­ ge­nas. Ins­tó al go­bier­no a im­par­tir edu­ca­ción se­xual lai­ca y cien­tí­fi­ca a ni­ños, ni­ñas y ado­ les­cen­tes. De­cla­ra que el es­ta­do me­xi­ca­no tie­ne una res­pon­sa­bi­li­dad ine­lu­di­ble en la pres­ta­ción de ser­vi­cios de abor­to le­gal, por lo que de­be­rá to­mar me­di­das cla­ras pa­ra eli­mi­nar las ba­rre­ras que aun per­sis­ten en nues­tro país. Ade­más, in­vi­tó al go­bier­no a ho­mo­lo­gar al es­tán­dar más al­to las cau­sa­les le­ga­les de ac­ce­so al abor­to tan­to a ni­vel fe­de­ral co­mo es­ta­tal. La exis­ten­te dis­cri­mi­na­ción con­tra la mu­jer im­pi­de el avan­ce ha­cia una so­cie­dad jus­ta. Mien­tras exis­tan mu­je­res ase­si­na­das por el he­ cho de ser mu­ je­ res, mien­ tras exis­ tan mu­je­res vi­vien­do vio­len­cia en ma­nos de sus pa­re­jas, mien­tras exis­tan po­lí­ti­cas o le­yes dis­ cri­mi­na­to­rias, Mé­xi­co no se­rá un país de­mo­ crá­ti­co. Pa­ra lo­grar una efec­ti­va igual­dad en­tre hom­bres y mu­je­res, se re­quie­re de vo­lun­tad po­lí­ti­ca y pre­su­pues­tos eti­que­ta­dos y su­fi­cien­ tes pa­ra im­ple­men­tar pro­gra­mas de go­bier­no con pers­pec­ti­va de gé­ne­ro, que res­pe­ten y ga­ran­ti­cen la dig­ni­dad, la vi­da y la li­ber­tad de las mu­je­res. Y mien­tras, es­ta­mos de lu­to por Ni­ca­ra­gua: el jue­ves 26 de oc­tu­bre, la Asam­blea Na­cio­nal de ese país abro­gó el abor­to te­ra­péu­ti­co, úni­ ca cau­sal pa­ra la in­te­rrup­ción le­gal del em­ba­ ra­zo. Así, con­de­nó a la pe­na de muer­te a sus mu­je­res em­ba­ra­za­das con pro­ble­mas gra­ves de sa­lud, y les de­ne­gó —por el só­lo he­cho de ser mu­je­res— el más cla­ro de los de­re­chos hu­ma­nos: el de­re­cho a la vi­da.


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VIH/SIDA y tratamiento

Mayores beneficios, mejor apego, mayor adherencia Nueva presentación de Lopinavir/Ritonavir en tableta hará más fácil su toma.

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a apa­ri­ción del me­di­ca­men­to de la­bo­ra­to­rios Ab­bott que com­bi­na Lo­pi­na­vi­r/Ri­to­ na­vir en el año 2000 am­plió no­ta­ble­men­te las po­si­bi­li­da­des de tra­ta­mien­to pa­ra las per­so­nas que vi­ven con VIH­/SI­DA. Se tra­ta de una de las op­cio­nes que se han vuel­to usua­les en las in­di­ca­cio­nes mé­di­cas pa­ra man­te­ner con­tro­la­da la in­fec­ción. A seis años de su apa­ri­ción, Ab­bott es­tá por lan­zar en Mé­xi­co una nue­va pre­sen­ta­ción de Lo­pi­ na­vi­r/Ri­to­na­vir co­mo ta­ble­tas. El fár­ma­co com­bi­na las dos sus­tan­cias, Lo­pi­na­vir y Ri­to­na­vir, co­no­ci­das co­mo in­hi­bi­ do­res de la pro­tea­sa, que evi­tan que las cé­lu­las T del sis­te­ma in­mu­no­ló­gi­co que ya es­tán in­fec­ta­das por el VIH pro­duz­can nue­vas co­pias del vi­rus. Ca­be re­cor­dar que cuan­do el VIH in­fec­ta una cé­lu­la ha­ce una co­pia de su có­di­go ge­né­ti­co den­tro del ADN, lo que de­ja a la cé­lu­la “pro­gra­ma­da” pa­ra crear nue­vas co­pias del vi­rus. Pa­ra lo­grar­lo, el có­di­go ge­né­ti­co in­tru­so ne­ce­si­ta el apo­yo de la en­zi­ma pro­tea­sa, por lo que los in­hi­bi­do­res de la en­zi­ma que blo­quean su fun­ción afec­tan la re­pli­ca­ción del vi­rus. Sie­te años de res­pues­ta sos­te­ni­da A seis años de su apa­ri­ción en el mer­ca­do, Lo­pi­na­vi­r/Ri­to­na­vir ha mos­tra­do una res­pues­ ta sos­te­ni­da co­mo tra­ta­mien­to de pri­me­ra lí­nea, tan­to en pa­cien­tes que ini­cian su tra­ta­ mien­to con­tra el VIH así co­mo en aque­llos que fa­llan a di­cho tra­ta­mien­to. In­ves­ti­ga­do­res de las uni­ver­si­da­des de North­wes­tern en Chi­ca­go, Cor­nell en Nue­va York y Har­vard en Mas­sa­chus­sets, en­tre otras ins­ti­tu­cio­nes, rea­li­za­ron un se­gui­mien­to de sie­te años a pa­cien­tes que re­cién ini­cia­ban tra­ta­mien­to an­ti­rre­tro­vi­ral com­bi­na­do con Lo­pi­na­vi­r/Ri­to­ na­vir co­mo te­ra­pia ba­se. El re­sul­ta­do fue “una res­pues­ta vi­ro­ló­gi­ca sos­te­ni­da”, con 61 por cien­to de los su­je­tos de­mos­tran­do una car­ga vi­ral me­nor de 400 co­pias de VIH por mi­li­li­tro de san­gre, y 59 por cien­to de­mos­tran­do car­ga vi­ral me­nor de 50 co­pias por mi­li­ li­tro de san­gre. Asi­mis­mo, el con­teo pro­me­dio de gló­bu­los blan­cos CD4 se in­cre­men­tó un pro­me­dio de 501 cé­lu­las por mi­lí­me­tro cú­bi­co. La in­ves­ti­ga­ción, ti­tu­la­da Sie­te años de se­gui­mien­to de un es­que­ma de tra­ta­mien­to con ba­se en lo­pi­na­vi­r/ri­to­na­vir en su­je­tos sin ex­pe­rien­cia pre­via a an­ti­rre­tro­vi­ra­les, tam­bién mos­tró im­por­tan­te­men­te la au­sen­cia de re­sis­ten­cias al fár­ma­co en es­te pe­rio­do de tiem­po, y una ba­ja ta­sa de aban­do­no del tra­ta­mien­to por efec­tos se­cun­da­rios. El se­gui­ mien­to, que es el que más ha du­ra­do en la va­lo­ra­ción de un me­di­ca­men­to an­ti­rre­tro­vi­ral, de­mues­tra la po­ten­cia y du­ra­bi­li­dad del pro­duc­to. Nue­va tec­no­lo­gía pa­ra sim­pli­fi­car la me­di­ca­ción Du­ran­te los años de dis­po­ni­bi­li­dad del pro­duc­to en Mé­xi­co, al­gu­nos pa­cien­tes que han si­do tra­ta­dos con Lo­pi­na­vi­r/Ri­to­na­vir, que tie­ne una pre­sen­ta­ción en cáp­su­la de gel blan­ do, han re­por­ta­do al­gu­nos even­tos ad­ver­sos, ta­les co­mo de­bi­li­dad y can­san­cio, do­lor de ca­be­za, dia­rrea, náu­sea y vó­mi­to. Aún cuan­do es­tos efec­tos no son sig­ni­fi­ca­ti­vos, po­drían afec­tar la ca­li­dad de vi­da de las per­so­nas con VIH­/SI­DA.

Des­de el sur­gi­mien­to de Lo­pi­na­vi­r/Ri­to­na­vir, el la­bo­ra­to­rio Ab­bott de­sa­rro­lló mi­nu­cio­ sas in­ves­ti­ga­cio­nes pa­ra crear una ver­sión en ta­ble­ta del me­di­ca­men­to. Lue­go de años de de­sa­rro­llo y prue­bas de nue­vas tec­no­lo­gías, por fin se lo­gró. La cla­ve es­tu­vo en una tec­no­lo­gía uti­li­za­da des­de ha­ce dé­ca­das en las in­dus­trias plás­ti­cas. La tec­no­lo­gía Mel­tre­x® per­mi­te con­ver­tir una ma­te­ria pri­ma ter­mo­plás­ti­ca en un pro­duc­to de for­ma y den­si­dad uni­for­mes for­zán­do­lo a tra­vés de un mol­de. El ma­te­ rial ter­mo­plás­ti­co se ablan­da cuan­do es ex­pues­to a al­tas tem­pe­ra­tu­ras y se en­du­re­ce cuan­do es en­fria­do. En di­cho sis­te­ma, los in­gre­dien­tes se mez­clan, com­pac­tan, li­cuan y plas­ti­fi­can a me­di­da que pa­san a tra­vés de un ex­tru­sor. Es­to pro­du­ce lo que se co­no­ ce co­mo dis­per­sión só­li­da o sus­pen­sión só­li­da, en el que las mo­lé­cu­las del in­gre­dien­te ac­ti­vo son dis­per­sa­das uni­for­me­men­te. Si el in­gre­dien­te ac­ti­vo per­ma­ne­ce en un es­ta­ do de dis­per­sión mo­le­cu­lar a me­di­da que el po­lí­me­ro se en­du­re­ce, en­ton­ces se ob­tie­ne una so­lu­ción só­li­da. Es­te prin­ci­pio quí­mi­co apli­ca­do a tra­vés de la tec­no­lo­gía Mel­tre­x® ha ser­vi­do pa­ra fa­bri­car im­plan­tes, sis­te­mas trans­dér­mi­cos o in­ser­tos of­tál­mi­cos, por ejem­plo, y só­lo du­ran­te los úl­ti­mos 10 o 15 años se ha uti­li­za­do pa­ra fa­bri­car me­di­ca­men­tos. Las prue­bas que se rea­li­za­ron pa­ra Lo­pi­na­vi­r/Ri­to­na­vir arro­ja­ron re­sul­ta­dos muy po­si­ti­vos que for­mu­ la­cio­nes an­te­rio­res de ta­ble­tas ex­pe­ri­men­ta­les no ha­bían lo­gra­do al­can­zar. Di­sol­vien­do de ma­ne­ra uni­for­me el Lo­pi­na­vir y el Ri­to­na­vir en una ba­se de mo­lé­cu­ las co­no­ci­das co­mo po­lí­me­ros y agua, se lo­gra una li­be­ra­ción cons­tan­te del in­gre­dien­te ac­ti­vo a me­di­da que se di­suel­ve en el trac­to gas­troin­tes­ti­nal. La ca­pa­ci­dad de bio­dis­po­ ni­bi­li­dad de la nue­va pre­sen­ta­ción in­clu­so per­mi­te con­cen­trar una ma­yor can­ti­dad de in­gre­dien­tes ac­ti­vos por ta­ble­ta. El me­di­ca­men­to que com­bi­na Lo­pi­na­vi­r/Ri­to­na­vir aho­ra con­tie­ne 200 mg de Lo­pi­na­vir y 50 mg de Ri­to­na­vir, fren­te a los 133.3 mg de Lo­pi­na­vir y 33.3 de Ri­to­na­vir de la ver­sión cáp­su­las. El cam­bio per­mi­ti­rá re­du­cir las to­mas de seis cáp­su­las a cua­tro ta­ble­tas por día y tam­ bién fle­xi­bi­li­za la do­si­fi­ca­ción, pues pue­den ser in­ge­ri­das con o sin ali­men­tos. Asi­mis­mo, su nue­va pre­sen­ta­ción erra­di­ca la ne­ce­si­dad de re­fri­ge­ra­ción que tie­ne la ver­sión en cáp­ su­las de gel blan­do. La mo­di­fi­ca­ción de los ex­ci­pien­tes de la cáp­su­la en la nue­va ta­ble­ta se han vis­to re­fle­ja­dos en una me­nor can­ti­dad de even­tos ad­ver­sos gas­troin­tes­ti­na­les La Fe­de­ral Drug Ad­mi­nis­tra­tion de Es­ta­dos Uni­dos, la ins­tan­cia gu­ber­na­men­tal res­ pon­sa­ble de au­to­ri­zar la fa­bri­ca­ción y ven­ta de me­di­ca­men­tos en ese país, dio su vis­to bue­no a la co­mer­cia­li­za­ción de la nue­va ver­sión de Lo­pi­na­vi­r/Ri­to­na­vir en oc­tu­bre de 2005. En ju­lio de 2006, la Co­mi­sión Eu­ro­pea hi­zo lo mis­mo pa­ra los paí­ses de la Unión Eu­ro­pea y en mar­zo pa­sa­do se hi­zo la so­li­ci­tud pa­ra em­pe­zar a dis­tri­buir­lo en los paí­ ses afri­ca­nos. En Mé­xi­co, la Se­cre­ta­ría de Sa­lud ya ha da­do su au­to­ri­za­ción pa­ra la co­mer­cia­li­za­ción de Lo­pi­na­vi­r/Ri­to­na­vir ta­ble­tas y es­tá en pro­ce­so su in­clu­sión en el cua­dro bá­si­co de me­di­ca­men­tos del sec­tor sa­lud, pa­ra que es­te fár­ma­co pue­da ser pro­por­cio­na­do a to­dos los pa­cien­tes que lo re­quie­ran.

Cápsulas de gel suave

Tabletas

133.3 mg Lopinavir / 33.3 mg Ritonavir Dosis indicada tres cápsulas cada 12 hrs Ingesta indicada con alimentos Requiere refrigeración

200 mg Lopinavir / 50 mg Ritonavir Dosis indicada dos tabletas cada 12 hrs Ingesta indicada con o sin alimentos Almacénese a temperatura ambiente


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Letra S • 124 • noviembre 2006

VIH/sida en el puerto de Coatzacoalcos

Los de Coatza en el ambiente El espíritu jarocho es franco, abierto y tolerante —aunque todavía “hasta cierto punto”. La visibilidad con que viven gays y otros varones con prácticas homosexuales es fundamental para lidiar con el VIH/sida en el puerto de Coatzacoalcos, lugar de encuentro, cosmopolita: de ambiente y de riesgos. Por Ro­cío Sán­chez

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a Puer­ta del Su­res­te, se­gún el lu­gar co­mún ofi­cial, es el puer­to don­de se ubi­can los com­ple­jos pe­tro­quí­mi­cos más im­por­tan­tes del país. Las nu­me­ro­sas fuen­tes de tra­ba­jo han atraí­do a Coat­za­coal­cos du­ran­te dé­ca­das a gen­te de to­das par­tes, ade­más de re­ci­bir dia­ria­men­te a cien­tos de ma­ri­ne­ros. Es­to, se­gún sus ha­bi­tan­tes, da cier­to ai­re cos­mo­po­li­ta a la ciu­dad. Su com­ple­ja com­po­si­ción so­cio­cul­tu­ral ha acom­pa­ña­do la dis­per­sión del VIH­/si­da, que lle­vó a es­ta ca­be­ce­ra mu­ni­ci­pal a ocu­par el pri­mer lu­gar es­ta­tal en in­ci­den­cia de ca­sos en 2005, aun por en­ci­ma del puer­to de Ve­ra­cruz. La en­ti­dad ocu­pa el ter­cer lu­gar en ca­sos acu­ mu­la­dos de si­da en Mé­xi­co. Coat­za —de ca­ri­ño— no es­ca­pa del es­pí­ri­tu fes­ti­vo y abier­to que po­seen to­dos los ja­ro­ chos. Qui­zás por eso sus ha­bi­tan­tes coin­ci­den en se­ña­lar que hay ma­yor to­le­ran­cia que en otros es­ta­dos ha­cia la ho­mo­se­xua­li­dad mas­cu­ li­na. “Aun­que tam­po­co sig­ni­fi­ca que sea fá­cil que un gay se asu­ma abier­ta­men­te an­te su fa­mi­lia”, co­men­ta Ar­tu­ro Ra­be­lo, in­te­gran­te de una de las dos or­ga­ni­za­cio­nes ci­vi­les de­di­ca­ das a la lu­cha con­tra el VIH­/si­da en el puer­to, Cre­yen­tes Uni­dos con­tra el Si­da. Eso sí, el se­xo en­tre hom­bres es­tá aco­ta­do, al me­nos en la per­cep­ción de la so­cie­dad, a los ba­res don­de gays, tra­ves­tis, bi­se­xua­les y hom­ bres que no se asu­men ho­mo­se­xua­les se ven obli­ga­dos a con­vi­vir, así co­mo a las zo­nas de tra­ ba­jo se­xual co­mo el an­ti­guo ma­le­cón, don­de el ma­ri­ne­ro so­lo tie­ne que dar unos pa­sos fue­ra de su bar­co pa­ra con­tra­tar hom­bres o mu­je­res, de cual­quier edad, pa­ra te­ner re­la­cio­nes se­xua­les. Gen­te ale­gre Aun­que la su­per­vi­sión sa­ni­ta­ria del go­bier­no mu­ni­ci­pal pre­ten­de ser es­tric­ta en la vi­gi­lan­ cia epi­de­mio­ló­gi­ca del VIH en­tre tra­ba­ja­do­res

se­xua­les, lo con­si­gue só­lo par­cial­men­te. “Nos lla­man a re­vi­sión una vez a la se­ma­na”, di­ce Gre­cia, jo­ven tra­ba­ja­do­ra se­xual tra­ves­ti de uno de los lu­ga­res de se­xo­ser­vi­cio del lla­ma­ do Ba­rrio Ale­gre, una úni­ca co­lo­nia don­de se pue­de ac­ce­der al am­bien­te gay. Sen­ta­da en la ori­lla del es­ce­na­rio don­de ella y sus cin­co com­pa­ñe­ ras ha­cen ta­ble dan­ce o bai­lan con sus clien­ tes, ase­ gu­ ra que sa­ be que de­ be usar con­ dón, pe­ro co­men­ta con des­dén que el mu­ni­ci­pio les da só­lo cua­tro con­do­nes en ca­da re­vi­sión. La clien­te­la co­mien­za a lle­gar co­mo a las diez de la no­che. Sus clien­tes son de to­dos ti­pos, al­gu­nos de ellos ca­sa­ dos. To­das ase­gu­ran usar con­ dón, sal­vo con su pa­re­ja es­ta­ble: “En­ton­ces no, por­que no es nor­ mal, es tu pa­re­ja”, di­ce Ale­xa, quien di­ce creer que su no­vio le es fiel, y que de sa­ber lo con­tra­ rio “lo ma­ta­ba”. Nin­gu­na lle­ga si­quie­ra a los 30 años. En­fun­da­das en bre­ves tops y mi­ni­fal­das, cuen­tan que son del puer­to de Ve­ra­cruz, de Sa­li­na Cruz, de Vi­lla­her­mo­ sa. Nin­gu­na de Coat­za. Igual que sus co­le­gas de otros ba­res, vi­ven en su mis­mo si­tio de tra­ba­jo; al­gu­nas de ellas ni si­quie­ra pue­den sa­lir con fa­ci­ li­dad pues su te­cho y su sus­ten­to se lo de­ben al due­ño del ne­go­cio. Pa­ra­dó­ji­ca­men­te, es por es­to que tan­to las or­ga­ni­za­cio­nes ci­vi­les co­mo las mis­ mas au­to­ri­da­des del pro­gra­ma de VIH­/si­da del puer­to pue­den tra­ba­jar con ellas de ma­ne­ra más cer­ca­na y cer­te­ra. Ac­cio­nes ofi­cia­les Nor­ber­to Pa­che­co, res­pon­sa­ble del Pro­gra­ma de Pre­ven­ción y Con­trol del VIH­/si­da en la

Ju­ris­dic­ción Sa­ni­ta­ria XI, de don­de Coat­za­coal­ cos es ca­be­ce­ra, ase­gu­ra en en­tre­vis­ta que él mis­mo vi­si­ta los ba­res de se­xo­ser­vi­cio tra­ves­ti pa­ra acer­car la in­for­ma­ción. Sin em­bar­go, es­ta pa­re­ce ser la úni­ca ac­ción con­cre­ta que el sec­tor sa­lud es­ta­tal rea­li­za en­tre hom­bres que tie­nen se­xo con otros hom­bres (HSH). El res­to de los es­fuer­zos es­tá en­fo­ca­do, al me­nos en los me­ses más re­cien­tes, a pre­ve­nir la in­fec­ción en­tre ado­les­cen­tes y jó­ve­nes. Es­to qui­zá por­que, se­gún las es­ta­dís­ti­cas de la Ju­ris­dic­ción —ac­tua­li­za­das só­lo has­ta 2004—, Coat­za­coal­cos no si­gue el pa­trón na­cio­nal de ma­yor in­ci­den­cia de VIH en­tre va­ro­ nes que se re­la­cio­nan con su mis­mo se­xo. Mien­tras la me­dia na­cio­nal in­di­ca que 83 por cien­to de las in­fec­ cio­nes se dan en hom­bres, y que de és­tas 60 por cien­ to son en­tre HSH, el puer­ to re­ gis­ tra que só­ lo 20 por cien­to de los ca­sos re­gis­tra­dos en va­ro­nes se de­bie­ron a con­tac­to ho­mo­se­xual. “Esos da­tos me pa­re­cen muy du­do­sos; creo que es por­que los hom­bres no lo re­co­no­cen, aun­que les ex­pli­ques lo que sig­ni­fi­ca HSH ellos se de­cla­ran he­te­ ro­se­xua­les”, co­men­ta Ar­tu­ro Ra­be­lo. Aten­ción y más pre­ven­ción Pa­ra aten­der a las per­so­nas que ya vi­ven con VIH y tam­bién pa­ra evi­tar nue­vas in­fec­cio­nes, en Coat­za­coal­cos se pu­so en mar­cha el ter­ cer Cen­tro Am­bu­la­to­rio pa­ra la Pre­ven­ción y Aten­ción del VIH­/si­da y otras In­fec­cio­nes de Trans­mi­sión Se­xual (Ca­pa­sits). El Ca­pa­sits es un nue­vo mo­de­lo de aten­ción que ini­ció en el puer­to de Ve­ra­cruz pa­ra brin­dar aten­ción in­te­gral a las per­so­nas se­ro­po­si­ti­vas, ya que ade­más de brin­dar con­sul­ta mé­di­ca, odon­to­ ló­gi­ca y exá­me­nes de la­bo­ra­to­rio, cuen­ta con ser­vi­cios psi­co­ló­gi­cos, de tra­ba­jo so­cial y ac­cio­ nes de pre­ven­ción de la epi­de­mia.

Sala de espera Por Joa­quín Hur­ta­do

— ¿Qué fi­cha tie­ne? —me pre­gun­ta la se­ño­ ra mo­re­na. — La cin­co —le res­pon­do le­van­tan­do la vis­ta de mi li­bro. La sa­la de es­pe­ra es un cír­cu­lo que se par­te en ga­jos ra­dia­les y ca­da es­pe­cia­lis­ta tie­ne a su cor­te de me­nes­te­ro­sos don­de abun­dan los pi­ton­cles. Pin­ches mo­co­sos que ar­man un ba­ru­llo de pro­por­cio­nes ca­ta­clís­mi­cas. Por eso siem­pre trae­mos un li­bro de com­pa­ñía, de esa ma­ne­ra mi mu­jer y yo es­ca­pa­mos del es­pa­ciotiem­po de to­di­tos los in­fier­nos. La se­ño­ra mo­re­na es una dul­ce an­cia­na

Su ti­tu­lar, el mé­di­co Pe­dro Chang, ase­gu­ ra que el Ca­pa­sits es un lu­gar don­de to­da per­so­na re­ci­bi­rá un tra­to dig­no sin juz­gar su orien­ta­ción se­xual. Ac­tual­men­te atien­de a 463 per­so­nas, cuan­do ha­ce cua­tro años só­lo te­nía re­gis­tra­das 18. Chang Mer­ca­der ex­pli­có que, en­tre las ac­cio­ nes de pre­ven­ción en HSH, “ha­ce­mos ta­lle­res pa­ra sen­si­bi­li­zar a los tra­ba­ja­do­res del se­xo co­mer­cial y a sus clien­tes. Tam­bién tra­ba­ja­mos con la co­mu­ni­dad gay y tran­se­xual, y he­mos te­ni­do muy bue­na res­pues­ta”. Pa­ra con­jun­tar es­tra­te­gias y unir es­fuer­zos, des­de mar­zo de es­te año se ha con­for­ma­do el Gru­po Mul­ti­dis­ ci­pli­na­rio en ITS­/VIH-Si­da, que reú­ne a di­ver­sos sec­to­res de la so­cie­dad: la Ju­ris­dic­ción Sa­ni­ta­ ria, el Ca­pa­sits, or­ga­ni­za­cio­nes de la so­cie­dad ci­vil, el Ce­re­so re­gio­nal, el DIF de Coat­za­coal­ cos, la Uni­ver­si­dad Ve­ra­cru­za­na y el sec­tor re­li­gio­so ca­tó­li­co. Coor­di­na­do por Ama­ran­ta Gó­mez, ac­ti­vis­ta tran­se­xual de la or­ga­ni­za­ción Bin­ni Laa­nu, el gru­po im­pul­sa un pro­yec­to que in­clu­ye un pro­ gra­ma de ra­dio, cam­pa­ñas de sen­si­bi­li­za­ción en po­bla­cio­nes cla­ve (jó­ve­nes, hom­bres pri­va­ dos de li­ber­tad, HSH y co­mu­ni­dad lés­bi­co, gay, bi­se­xual y trans­gé­ne­ro), ca­bil­deo po­lí­ti­co y sen­ si­bi­li­za­ción de los me­dios de co­mu­ni­ca­ción. Coat­za­coal­cos se en­cuen­tra, en efec­to, en un mo­men­to crí­ti­co en lo re­fe­ren­te a VIH­/si­da, pe­ro pa­re­ce que tie­ne un gran alia­do en su ac­ti­tud y su aper­tu­ra pa­ra em­pren­der ac­cio­nes que fre­nen el cos­to de la epi­de­mia.

El sida en Coatzacoalcos Población

267,037 habitantes (2000) Personas viviendo con VIH

1,842

Seropositivos entre 20 y 40 años

66 por ciento

Casos nuevos en 2005 (primer lugar nacional)

129

Es­te texto forma parte de la “Estrategia de comunicación e información de combate a la homofobia y discriminación para crear climas favorables para la prevención del VIH”, proyecto apo­ya­do por el Cen­si­da; al igual que los re­por­ta­jes pu­bli­ca­dos en los nú­me­ros de agos­to, sep­tiem­bre y oc­tu­bre que versan sobre Cuer­na­va­ca, Na­ya­rit y Mé­ri­da.

Crónica Sero que trans­mi­gra en sos­pe­cho­sa ene­mi­ga. De­be­ mos cui­dar­le los mo­vi­mien­tos. Mi mu­jer le pre­ gun­ta cuál fi­cha trae. La sie­te, pe­ro la seis no ha lle­ga­do y la cua­tro se le­van­tó sin in­for­mar su des­ti­no. La mal­di­ta es una com­pu­ta­do­ra, una to­rre de con­trol. Es­ta sa­la de es­pe­ra es otro de los jue­gos ex­tre­mos que so­le­mos prac­ti­car de ma­ne­ra obli­ga­da ca­da mes: por el mí­ni­mo des­cui­do pier­des tu tur­no, víc­ti­ma de al­gu­na vie­je­ci­lla pi­cu­da que te ga­na la puer­ta del con­sul­to­rio si no res­pon­des con pres­te­za cuan­do la dé­bil voz de la en­fer­me­ra pre­go­na tu fi­cha. Por eso hay que ce­lar de to­do y de to­dos. Ca­da asien­ to es­tá ocu­pa­do por un gan­da­ya en po­ten­cia: com­ba­tid­lo, aplas­tad­lo, ex­ter­mi­nad­le, no le ha­ce que an­de en si­lla de rue­das. No le ha­ce

que ven­ga a ras­tras. Tu lu­gar en la lis­ta es sa­gra­ do, ina­lie­na­ble, in­vio­la­ble. Na­da de creer­te el cuen­to de: “¿Me ha­ce el fa­vor­ci­to de de­jar­me ade­lan­tar­me tan­ti­to, só­lo voy a pre­gun­tar­le al mé­di­co una co­si­ta?” La cha­pu­za es es­pe­cial­men­te so­co­rri­da por al­gún pi­cu­da­zo que te ve ca­ra de pen­de­jo. ¿Si no pa­ra qué tan­to chin­ga­do di­mi­nu­ti­vo? Di no a ese ca­brón. Y no ten­gas re­mor­di­mien­tos si por tu ne­ga­ti­va te gri­to­nea de­lan­te de to­do el mun­do: es us­ted un in­hu­ma­no. Si­go con la lec­tu­ra. Pa­sa me­dia ho­ra. Ho­ra y me­dia. La fi­cha uno no ha en­tra­do. ¿Qué su­ce­ de? Los ojos de los quin­ce de­re­cho­ha­bien­tes son char­cos en­san­gren­ta­dos. “El doc­tor Zam­ bra­no avi­só que an­da­ba en pi­so, pe­ro ya no tar­da”, ex­pli­ca la asis­ten­te. Lo cual quie­re de­cir

que al­gún hos­pi­ta­li­za­do re­qui­rió de su pre­sen­ cia. Ni ha­blar. En­tre los mu­rien­tes tam­bién hay je­rar­quías, cla­ses, cas­tas, pri­vi­le­gios. Echo una pes­ta­ñea­da. Mi mu­jer me cu­bre el fren­te de gue­rra. Lue­go yo ha­go de vi­gía mien­tras ella va al ba­ño. La­di­na, in­fa­ti­ga­ble, la se­ño­ra mo­re­na me ti­ra un cuen­to las­ti­me­ro pa­ra en­re­dar­me y co­lar­se an­tes que yo reac­ cio­ne. La pe­rra me quie­re arre­ba­tar el tur­no al pre­cio que sea. Su mé­to­do le fa­lla. Mi mu­jer lle­ga a so­co­rrer­me, po­see un ra­dar in­fa­li­ble y una ma­ne­ra de de­cir “no” que le en­vi­dio. Pa­san tres ho­ras más. El ca­lor y el rui­do ha­cen de no­so­tros una so­pa po­dri­da. El es­pe­ cia­lis­ta man­da a su asis­ten­te a avi­sar­nos que hoy no hay con­sul­ta, que sa­que­mos ci­ta pa­ra el pró­xi­mo mes.


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Letra S • 124 • noviembre 2006

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Actividades relevantes del mes • 6 al 10 de noviembre 1a Semana Lésbica Por la diversidad dentro de la Universidad Invita Grupo Lésbico Universitario Informes: http://groups.msn.com/ grupolesbicouniversitario glunam@gmail.com • 28 de noviembre Día Mundial de Lucha contra el Sida Evento oficial federal “Educación en la sexualidad, nuestro compromiso”. Secretaría de Salud Lieja 7 10:00 horas Informes: 5207-4077 • 1 de diciembre I Feria por la VIHda en la Feria de Chapultepec Se invita a ONG´s a que participen con stands de información y a la comunidad de la diversidad sexual a divertirse informada. Bosque de Chapultepec, segunda sección A partir de las 12:00 del día. Informes: 5533-5442 Invita: www.cabaretito.com • 1 de diciembre Entrega del IX Premio Mexicano al Mérito Gay 12:00 horas en “La Feria” Bosque de Chapultepec, segunda sección Informes: 5525-1825 y 26 • El Armario Abierto El mejor material didáctico para educación sexual, de la empresa brasileña Semina. Órganos sexuales masculinos y femeninos en materiales sintéticos. Ideales para escuelas y hospitales. Agustín Melgar 25, Col. Condesa Nueva sucursal en la plaza “Sex Capital”, 16 de septiembre # 11, Centro Histórico Teléfono: 5286-0895 www.elarmarioabierto.com

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Letra S • 124 • noviembre 2006

OPINIÓN

Uniones entre personas del mismo sexo

Los endebles cuestionamientos de sus opositores Por Jor­ge Saa­ve­dra

L

a fi­gu­ra del ma­tri­mo­nio, más allá del sím­bo­lo, tie­ne im­pli­ca­cio­nes ju­rí­di­cas: he­ren­cia, ma­nu­ten­ción, se­gu­ro so­cial. Y so­bre to­do im­pac­to so­cial: se tra­ta de la pre­ sen­ta­ción de la pa­re­ja an­te la so­cie­dad y por en­de de su tá­ci­ta acep­ta­ción. Es­tar “ca­sa­do” con­fie­re a los miem­bros de la pa­re­ja cier­to es­ta­tus —real o apa­ren­te— de es­ta­bi­li­dad o ma­du­rez. Por su­pues­to, esa per­cep­ción pue­ de ser ati­na­da en ma­yor o me­nor me­di­da. En to­do ca­so, si la pa­re­ja no se avie­ne siem­pre tie­ne el re­cur­so, ya tam­bién acep­ta­do so­cial y ju­rí­di­ca­men­te, de di­vor­ciar­se. A par­tir de es­tas con­si­de­ra­cio­nes, va­le pre­gun­tar­se: ¿por qué res­trin­gir­lo só­lo a los he­te­ro­se­xua­les? Exis­ten múl­ti­ples y va­ria­dos ar­gu­men­tos. A al­gu­nos de ellos pre­ten­do pro­po­ner res­pues­ tas, que parten no del derecho o las interpre­ taciones religiosas, sino de la simple lógica del razonamiento. “Es la ba­se de la fa­mi­lia” De­pen­de de la de­fi­ni­ción que se adop­te de fa­mi­lia. Si el ma­tri­mo­nio es la ba­se de la fa­mi­lia, no se le de­be­ría lla­mar así a per­so­nas na­ci­das fue­ra del ma­tri­mo­nio, tam­po­co a quie­nes vi­ven en con­cu­bi­na­to con o sin hi­jos, tam­po­co a un pa­dre o una ma­dre que es viu­da y vive con su hi­jo.

“Des­trui­ría la ins­ti­tu­ción del ma­tri­mo­nio” ¿Có­mo po­dría un ma­tri­mo­nio des­truir a la ins­ ti­tu­ción del ma­tri­mo­nio? En to­do ca­so, es el di­vor­cio el que aten­ta con­tra el ma­tri­mo­nio, sin em­bar­go, es le­gal y so­cial­men­te acep­ta­ble. “Es con­tra­na­tu­ra” El ma­tri­mo­nio no es un pro­duc­to de la na­tu­ ra­le­za. Es una cons­truc­ción so­cial, al igual que el bau­tis­mo o el re­gis­tro ci­vil de un re­cién na­ci­do; son pro­duc­tos he­chos pa­ra otor­gar de­re­chos le­ga­les o de per­te­nen­cia a una co­mu­ ni­dad. Un pa­pel o una ce­re­mo­nia no otor­gan a na­die el cer­ti­fi­ca­do de “na­tu­ral”, “an­ti­na­tu­ral” o “con­tra­na­tu­ral”, por lo que, en estricto sentido, el matrimonio heterosexual es "antinatural". "El ma­tri­mo­nio es pa­ra pro­crear” Si­guien­do esa ra­cio­na­li­dad, entonces, el ma­tri­ mo­nio tam­bién se les debería pro­hibir a las mu­je­res u hom­bres con pro­ble­mas de es­te­ri­li­ dad, a las mu­je­res que ya cur­sa­ron la me­no­pau­ sia, y que se anu­len aque­llos ma­tri­mo­nios que de­ci­dan no te­ner hi­jos. “Pon­drían en ries­go a los hi­jos” Es­te ar­gu­men­to se ba­sa en la creen­cia de que la ho­mo­se­xua­li­dad se apren­de o se en­se­ña, qué es cul­pa de la edu­ca­ción que re­ci­bie­ron los hi­jos. Los ejem­plos sue­len ser con­fu­sos: una ma­dre so­bre­pro­tec­to­ra, en el ca­so de va­ro­nes ho­mo­se­xua­les, o de­ma­sia­da du­re­za

pa­ter­na, en el ca­so de las mu­je­res les­bia­nas. Por su­pues­to, no se ha po­di­do pro­bar na­da de es­to; por lo con­tra­rio, ca­da vez un ma­yor nú­me­ro de es­tu­dios nos acer­can a la con­clu­ sión de que la ho­mo­se­xua­li­dad es una cues­ tión ge­né­ti­ca. “No ten­dría va­li­dez en nin­gún otro la­do” Es­te es un ra­zo­na­mien­to que hu­bie­se si­do vá­li­ do ha­ce 10 años. Ac­tual­men­te los be­ne­fi­cios a ma­tri­mo­nios o pa­re­jas del mis­mo se­xo se dan en Bél­gi­ca, Di­na­mar­ca, Ho­lan­da, No­rue­ga, Es­pa­ ña, In­gla­te­rra, Fran­cia, Ca­na­dá, Mas­sa­chus­sets, Ha­wai, Ver­mont, Bue­nos Ai­res. En to­do Es­ta­ dos Uni­dos lo dan com­pa­ñías co­mo 3M, Ame­ ri­ can Ex­ press, Ab­ bott, Ap­ ple, Avon, Boeing, Bris­tol, Block­bus­ter, Ci­ti­group, Col­ga­te-Pal­mo­li­ ve, Cost­co, Del­ta, Fe­dex, Ford, Ge­ne­ral Mo­tors, Gla­xo, Ni­ke, Pep­si­co, To­yo­ta, las Uni­ver­si­da­des de Har­vard, Johns Hop­kins, Ber­ke­ley, MIT, Stan­ ford, Chi­ca­go, o ins­ti­tu­cio­nes co­mo el Ban­co Mun­dial, el FMI y el ONU­SI­DA. “La so­cie­dad no es­tá pre­pa­ra­da pa­ra 'eso'” ¿Có­mo se pre­pa­ra una so­cie­dad pa­ra “eso”? Tal vez con ar­gu­men­tos co­mo los que aquí se ex­po­nen, co­mu­nes a to­dos aque­llos que pien­ san que un pre­jui­cio no pue­de te­ner más va­lor que un ejer­ci­cio de ra­cio­na­li­dad. En Ala­ba­ma, Es­ta­dos Uni­dos, a me­dia­dos del si­glo XX, no se lo­gró que los ne­gros asis­tie­ran a co­le­gios de blan­cos por­que la so­cie­dad ya es­tu­vie­ra pre­pa­

ra­da pa­ra “eso”; de he­cho la ma­yo­ría es­ta­ba en con­tra de que se per­mi­tie­ra. Pe­ro la de­ci­sión no se so­me­tió a vo­ta­ción, ni a ple­bis­ci­to ni a con­sen­so, sim­ple­men­te se apro­bó la ley y se hi­zo cum­plir. ¿Es­ta­ba la so­cie­dad de Ala­ba­ma pre­pa­ra­da? Evi­den­te­men­te no. Hu­bo mu­chas pro­tes­tas, pe­ro aho­ra ya es­tán pre­pa­ra­dos. A ma­ne­ra de con­clu­sión Es­toy con­ven­ci­do de que to­dos aque­llos que se opo­nen al ma­tri­mo­nio de dos per­so­nas del mis­mo se­xo lo ha­cen es­gri­mien­do al­gu­no de los an­te­rio­res ar­gu­men­tos o com­bi­na­cio­nes de ellos. Mu­chos de­ben es­tar con­ven­ci­dos de que la ho­mo­se­xua­li­dad es una con­duc­ta ad­qui­ri­da o apren­di­da, aún cuan­do no pue­da ser de­mos­tra­do. Lo que sí es com­ple­ta­men­te de­mos­tra­ble es que son los pre­jui­cios los que se apren­den en la fa­mi­lia o en la so­cie­dad. Las le­yes pa­ra igua­lar en de­re­chos a hom­ bres y mu­je­res no tu­vie­ron que es­pe­rar a que se eli­mi­na­ra la mi­so­gi­nia de un país, sim­ple­ men­te se apro­ba­ron, y ha si­do con la ayu­da de es­tas le­yes que rá­pi­da o len­ta­men­te se ha avan­za­do pa­ra erra­di­car­la. Si el ma­tri­mo­nio es bue­no pa­ra Mé­xi­co y es bue­no pa­ra el mun­do, el ma­tri­mo­nio en­tre per­so­nas del mis­mo se­xo no tie­ne por qué ser ma­lo. Se tra­ta del de­re­cho a ser igua­les an­te la ley. Y a quien no le gus­te que se di­vor­cie o sim­ple­men­te que no se ca­se. Pe­ro por­que no lo de­sea, no por­que se lo tie­nen pro­hi­bi­do.

Católicas por el Derecho a Decidir

La sociedad civil atenta al anuncio de cambio en las políticas de población Car­ta en­tre­ga­da al Se­cre­ta­rio de Go­ber­na­ción, Car­los Ma­ría Abas­cal Ca­rran­za el 20 de ju­lio de 2006. n Nos di­ri­gi­mos a Us­ted pa­ra ma­ni­fes­tar­le nues­tro ex­tra­ña­ mien­to por las de­cla­ra­cio­nes que hi­zo el In­ge­nie­ro Lau­ro Ló­pez Sán­chez, sub­se­cre­ta­rio de Po­bla­ción, Mi­gra­ción y Asun­tos Re­li­ gio­sos, el pa­sa­do 11 de ju­lio, en oca­sión de la ce­le­bra­ción del Día Mun­dial de Po­bla­ción. Sus afir­ma­cio­nes acer­ca de que “po­si­ble­men­te es tiem­po de re­vi­sar las po­lí­ti­cas de po­bla­ción por la in­ver­sión de la pi­rá­ mi­de po­bla­cio­nal”, o que qui­zá “se ten­gan que re­de­fi­nir las po­lí­ti­cas de cre­ci­mien­to de la po­bla­ción y más bien va­yan en el sen­ti­do de que la po­bla­ción de­be cre­cer en lu­gar de que de­be dis­mi­nuir”, no son con­gruen­tes con el de­re­cho re­co­no­ci­do en nues­tra Car­ta Mag­na, es­pe­cí­fi­ca­men­te en el Ar­tí­cu­lo 4º Cons­ti­ tu­cio­nal, que to­da per­so­na tie­ne, a de­ci­dir cuán­tos hi­jos te­ner y cuan­do te­ner­los, así co­mo a con­tar con in­for­ma­ción ob­je­ti­va y cien­tí­fi­ca y con los me­dios pa­ra po­der ha­cer­lo. La po­lí­ti­ca del Es­ta­do Me­xi­ca­no en ma­te­ria de po­bla­ción no pue­de ir en con­tra de es­te de­re­cho. Nin­gu­na po­lí­ti­ca de Es­ta­do pue­de ir en con­tra de nues­tro sis­te­ma ju­rí­di­co. Con res­pec­to a los ob­je­ti­vos de cre­ci­mien­to de­mo­grá­fi­co, se de­be re­co­no­cer an­te to­do que la ac­ti­vi­dad prio­ri­ta­ria de la po­lí­ti­ca de po­bla­ción es la de ga­ran­ti­zar los de­re­chos re­pro­duc­ti­vos de to­dos los hom­bres y mu­je­res del país. Y, se­ñor se­cre­ta­rio, es­ta ta­rea no se es­tá cum­ plien­do, par­ti­cu­lar­men­te en las co­mu­ni­da­des ru­ra­les e in­dí­ge­nas, don­de más de una de ca­da cin­co pa­re­jas en edad fér­til se en­cuen­ tra con de­man­da in­sa­tis­fe­cha de me­dios de pla­ni­fi­ca­ción fa­mi­liar. Es­te re­za­go, ade­más de ex­pre­sar una cla­ra in­jus­ti­cia so­cial, con­tri­ bu­ye a ge­ne­rar es­que­mas de pro­fun­da de­si­gual­dad y des­ven­ta­ja so­cial, que las­ti­man e im­pi­den el de­sa­rro­llo na­cio­nal. La ex­pe­rien­cia de los paí­ses que han lo­gra­do man­te­ner la fe­cun­di­dad por de­ba­jo de dos hi­jos por pa­re­ja, de­mues­tra que las po­lí­ti­cas de po­bla­ción, ba­sa­das en el ple­no re­co­no­ci­mien­to

del de­re­cho de las per­so­nas a de­ci­dir so­bre su re­pro­duc­ción, pro­mue­ven con­di­cio­nes apro­pia­das pa­ra una ma­yor equi­dad en­tre hom­bres y mu­je­res tan­to en las ta­reas de la crian­za de los hi­jos co­mo en las ac­ti­vi­da­des pro­duc­ti­vas, al mis­mo tiem­po que han si­do es­tos paí­ses, los más exi­to­sos en con­ci­liar las obli­ ga­cio­nes fa­mi­lia­res con las ta­reas la­bo­ra­les tan­to de hom­bres co­mo de mu­je­res. En es­te sen­ti­do, la esen­cia de la po­lí­ti­ca de po­bla­ción, es pro­te­ger el de­re­cho de las per­so­nas a de­ci­dir de ma­ne­ra li­bre so­bre su re­pro­duc­ción, no cam­bia, ni pue­de ha­cer­ lo, por­que se tra­ta de de­re­chos hu­ma­nos uni­ver­sa­les. El ac­ce­so uni­ver­sal a to­da la ga­ma de mé­to­dos de pla­ ni­fi­ca­ción fa­mi­liar, cons­ti­tu­ye una de las he­rra­mien­tas más im­por­tan­tes pa­ra el lo­gro de un de­sa­rro­llo jus­to y hu­ma­no. El com­pro­mi­so fir­ma­do por el go­bier­no me­xi­ca­no en la Con­fe­ren­ cia In­ter­na­cio­nal so­bre la Po­bla­ción y el De­sa­rro­llo rea­li­za­da en El Cai­ro, Egip­to, en 1994, ra­ti­fi­ca­do diez años des­pués en 2004, es ya una po­lí­ti­ca de Es­ta­do que po­ne en el cen­tro del de­sa­rro­ llo hu­ma­no, las ne­ce­si­da­des y de­re­chos de las per­so­nas. Ade­ más los avan­ces en la cien­cia y tec­no­lo­gía mé­di­cas en mé­to­dos an­ti­con­cep­ti­vos son de la ma­yor tras­cen­den­cia, pre­ci­sa­men­te por­que se lo­gra se­pa­rar la pro­crea­ción de la se­xua­li­dad. Hoy mi­llo­nes de pa­re­jas o per­so­nas pue­den ejer­cer su se­xua­li­dad de ma­ne­ra li­bre y res­pon­sa­ble. Que las per­so­nas de­ci­dan con ba­se en sus ne­ce­si­da­des e in­te­re­ses, cuán­do y sí de­sean pro­crear, es con­di­ción ne­ce­sa­ria pa­ra in­cor­po­rar­se a la vi­da pu­bli­ca, eco­nó­ mi­ca, so­cial y de­sa­rro­llar­se pro­fe­sio­nal­men­te. Aun­que la co­ber­tu­ra de ser­vi­cios de sa­lud re­pro­duc­ti­va al­can­za­da en Mé­xi­co es bas­tan­te al­ta, to­da­vía que­da mu­cho por ha­cer en es­te sen­ti­do, ya que es­tán do­cu­men­ta­das las ba­jas ta­sas de uso en po­bla­ción ado­les­cen­te y ru­ral. La de­man­da in­sa­ tis­fe­cha de an­ti­con­cep­ti­vos en mu­je­res uni­das en­tre 15 y 19 años es de 16 por cien­to y en mu­je­res uni­das en­tre 20 y 24 años es de 14 por cien­to, en com­pa­ra­ción con el pro­me­dio na­cio­nal de ocho por cien­to. Y es­te re­za­go afec­ta prin­ci­pal­men­te a las

mu­je­res más po­bres del país, por ejem­plo las mu­je­res uni­das de ha­bla in­dí­ge­na tie­nen una de­man­da in­sa­tis­fe­cha de 25.1 por cien­to en com­pa­ra­ción con 6.4 por cien­to de aque­llas mu­je­res que no ha­blan nin­gu­na len­gua in­dí­ge­na.1 Cual­quier re­tro­ce­so en las po­lí­ti­cas de po­bla­ción, sig­ni­fi­ca­ría una vio­la­ción al Ar­tí­cu­ lo 4º Cons­ti­tu­cio­nal y una re­gre­sión en las me­tas de­mo­grá­fi­cas al­can­za­das du­ran­te los úl­ti­mos 30 años, pe­ro so­bre to­do se­ría de­vas­ta­do­ra pa­ra la vi­da y el bie­nes­tar de las me­xi­ca­nas, es­pe­ cial­men­te de las más jó­ve­nes y de las más po­bres. Con­tra­rio a la opi­nión del sub­se­cre­ta­rio, nos pa­re­ce que Mé­xi­ co atra­vie­sa un mo­men­to en el que se re­quie­re que el Es­ta­do for­ta­ lez­ca las po­lí­ti­cas de po­bla­ción ten­dien­tes a al­can­zar los Ob­je­ti­vos de De­sa­rro­llo del Mi­le­nio, es­pe­cial­men­te los re­la­cio­na­dos con re­du­cir la mor­ta­li­dad ma­ter­na e in­fan­til, la ex­pan­sión del VIH­/si­da y la dis­mi­nu­ción de la po­bre­za. El de­sa­rro­llo hu­ma­no sus­ten­ta­ble re­quie­re ase­gu­rar pri­me­ro las con­di­cio­nes so­cia­les, po­lí­ti­cas y eco­ nó­mi­cas pa­ra una vi­da dig­na pa­ra to­da la po­bla­ción. Las or­ga­ni­za­cio­nes y re­des que fir­man es­ta car­ta, nos di­ri­gi­mos a Us­ted, pa­ra so­li­ci­tar­le res­pe­tuo­sa­men­te que se to­men las me­di­ das ne­ce­sa­rias pa­ra for­ta­le­cer real­men­te las po­lí­ti­cas de po­bla­ción del Es­ta­do me­xi­ca­no, que has­ta aho­ra han re­di­tua­do be­ne­fi­cios in­du­da­bles a la po­bla­ción me­xi­ca­na, es­pe­cial­men­te a la de más es­ca­sos re­cur­sos y me­nor ac­ce­so a ser­vi­cios de sa­lud. De­man­da­mos, asi­mis­mo, una de­cla­ra­ción ex­pre­sa en el sen­ ti­do de que no se re­ver­ti­rán las con­di­cio­nes ne­ce­sa­rias pa­ra el ejer­ci­cio de los de­re­chos hu­ma­nos, es­pe­cí­fi­ca­men­te, los de­re­ chos re­pro­duc­ti­vos de to­das las per­so­nas. 1 Encuesta Nacional de Salud Reproductiva 2003 Or­ga­ni­za­cio­nes: Afluen­tes, SC • Ca­tó­li­cas por el De­re­cho a De­ci­dir, AC • Con­sor­cio pa­ra el Diá­lo­go Par­la­men­ta­rio y la Equi­dad, AC • Equi­dad de Gé­ne­ro, Ciu­da­da­nía, Tra­ba­jo y Fa­mi­lia, AC • Fun­da­ción Me­xi­ca­na pa­ra la Pla­nea­ción Fa­mi­liar, AC (Mex­fam) • Gru­po de In­for­ma­ción en Re­pro­duc­ción Ele­gi­da, AC (GI­RE) • IPAS Mé­xi­co, AC • Le­tra S, Si­da, Cul­tu­ra y Vi­da Co­ti­dia­na, AC • Sa­lud In­te­gral pa­ra la Mu­jer, AC (Si­pam) Re­des: Red De­mo­cra­cia y Se­xua­li­dad (Demy­sex) • Red por los De­re­chos de la In­fan­cia • Fo­ro Na­cio­nal de Mu­je­res y Po­lí­ti­cas de Po­bla­ción • Red Na­cio­nal Ca­tó­li­ca de Jó­ve­nes por el De­re­cho a De­ci­dir • Red por los De­re­chos Se­xua­les y Re­pro­duc­ti­vos (Dd­ser)


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