Letras enlazadas Núm 12

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Letras Enlazadas

NÚM. 12 — ABRIL 2014 — AÑO I LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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Colaboradores

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Alojamiento Duna de Doñana 856 109 894 - 687 248 886 Carril de los Angeles núm. 10 11540 Sanlúcar de Barrameda

http://alojamientoduna.blogspot.com.es/ LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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MIM.ARTE UÑAS Y MAQUILLAJE Yanira Cervantes C/ Cefiro, 4 Sevilla yaniracervantes@hotmail.es Tel: 638 74 92 24 41018

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Horario: lun - vie: 10:00 - 19:00 sáb: 10:00 - 13:30

LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014 http://mimarteunasymaquil.wix.com/mimarte


Carta de la directora Hacemos un año, doce números, doce meses, un sueño que empezó con mucha ilusión, un proyecto que salio desde el fondo de nuestras almas, de nuestros corazones, de todo nuestro ser. Pero esto no seria posible sin vosotros, los lectores, esos amantes de las letras, de la pasión escrita, del amor, del misterio, del terror y ¿por qué no? Del arte en todo su esplendor. Reseñadores, escritores, fotógrafos, critico, ilustradores, lectores... Todos unidos por una pasión el arte. Hemos roto todas nuestras expectativas, han habido meses que hemos pasado de los treinta mil lectores, sí, como lo leéis. Más de ciento ochenta mil personas se han emocionado, llorado, asustado, reído, apasionado con nuestra revista. Trescientos sesenta mil ojos fijos en nuestro trabajo, un trabajo que lo hacemos desde el corazón, por el que luchamos día a día y lo mas importante lo hacemos sin animo de lucro, no cobramos, la revista es 100% gratuita. Es nuestra pasión y queremos compartirla con vosotros. ¿Nos acompañas para conseguir llegar a los dos años? Muchas gracias por vuestro apoyo, sin vosotros esto no seria posible.

Samy S.Lynn LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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Sumario RELATOS

Foto portada:

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La Espera . . . . . . Un lugar entre las nubes . . . Un viaje tormentoso . . . . La esencia de Ana. 3.ª pate. Encerrrona . . . 4.ª parte. Despertando . . La hermandad de la llama negra. Capítulo 2

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MICRORELATO

Ojos que no ven... corazón a mil .

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ANTOLOGÍA “MI PRIMERA VEZ”

“ESCUELA DEL DELIRIO”

Relato 5 . . . . . . 73 POESÍA

La cosecha . . . . . . 85

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CINE. fila 7 butaca 15

El juego de Ender . . . . 88 Riddick . . . . . . 90 Thor. El mundo oscuro . . . . 92 CRÓNICA Directora, escritora y reseñadora:

Samy S.Lynn Escritores:

O. A. Hanksler Adda Mahen Dama Beltrán R. Soto

B’Radic . . . . . . 96 Fallas 2014 . . . . . 102 LOS MISTERIOS DE CRISTINA

Pepa y la Virgen de Umbe. .

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1.er Concurso Literario de serie Z

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CONCURSOS

Pilar Descalza

PUBLICACIONES

Iara Ruiz Diaz

TROS COLABORADORES 120

DE

NUES-

José Ramón Peces Cronista y escritora:

Leila Milà Correctora y escritora:

Asia Lafant Reseñadora:

Sally Night Mare Diseño y maquetación:

Francisco Miguel López Gallardo LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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RELATOS LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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La Espera Pasos... Se oían pasos tras ella y no eran imaginaciones suyas. Llevaba días con la sensación de que algo o alguien la observaba y si todo seguía así, acabaría volviéndose loca o internada en una celda acolchada de por vida. Era algo que erizaba el vello de su nuca y hacía que el sabor del miedo inundase el paladar con su indigesta y pegajosa textura, era una herida supurante que nunca acababa de cicatrizar. Ya ni siquiera en su casa podía dejar de sentir el aliento de la oscuridad tras la nuca. Era un mal sangriento y ávido de su terror; hambriento de sus sensaciones que cada día ganaba más terreno.

Cerró los ojos con fuerza con el corazón martilleándole dentro del pecho y supo que sus pies serían incapaces de moverse de donde estaban. Estaba clavada en el suelo sin nada visible que le impidiese dar un nuevo paso en mitad de aquel pasillo interminable. De nuevo la madera del suelo crujió, toda la casa parecía hacerlo y ella estaba sola en aquella mansión maldita y olvidada de la mano de Dios. Metida en mitad de un denso bosque, rodeada de miles de hectáreas arboladas, de enredaderas y plantas a cada cual más retorcida y negra. No tendría que haber aceptado ir allí, ni por todo el dinero del mundo; pero fue...

Era la herencia de un familiar que ni siquiera conocía, le dejaba todo a condición de

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que viviese en la casa y la mantuviese sana. Pero ese lugar no estaba sano ni mucho menos, se olía el hedor de la muerte y la sangre rezumando entre las paredes, la decadencia de algo terrorífico, de una amenaza palpable y real. Nunca había creído en historias de fantasmas ni maldiciones, para ella eso de las posesiones y demás eran sólo chorradas, pero ahora se sentía en medio de una asfixiante leyenda urbana; la de la mansión encantada.

Era una casa de estilo colonial, con su porche, sus porticones y su hermosa estructura cuidada y elegante. Pero tras esa imagen bucólica se escondía algo inquietante que iba más allá de la lógica y el sentido común. El frío la recorrió, su aliento se recortaba en el aire y empezó a temblar descontroladamente, estaba a su espalda, lo sentía... ¡Lo tenía encima y no podía hacer nada! ¡Ni gritar conseguía! Su voz estaba sofocada y amortiguada como si le hubiesen arrancado dicha capacidad.

Los dientes le castañeaban y tan solo esperaba el momento en que lo que fuese atravesase su cuerpo desgarrándola, desparramando sus vísceras por el suelo, salpicando las paredes con su sangre caliente. Imaginaba el instante en que sus rodillas caerían inertes al suelo, agonizante, el dolor atravesando su cuerpo y como caía desplomado con un sonido sordo sobre el piso, la vista vidriosa y la vida escapándosele entre los dedos lentamente, mientras por su boca gorgoteaba más sangre oscura. Esperaba sentir el corte del cuchillo o su cabeza salir volando era agónico preludio del fin. La espera tétrica y desquiciante y nada sucedía salvo unas manos en sus hombros...

Frías, heladas como la muerte deslizándose por sus brazos, veía unas uñas afiladas como garras salvo que no eran negras como esperaba sino casi translucidas. Trago tratando de llevarse aire a los pulmones y no ahogarse con su propia saliva. Distinguía la respiración costosa y ronca de lo que fuese aquello que había allí con ella, notaba ese mismo aliento en su nuca descubierta a causa del corte de su pelo que se alargaba hacía delante haciendo que su melena azabache resplandeciese como la orgullosa cola de un semental. Cerró los párpados haciendo que una lágrima se derramase entre sus espesas pestañas que cayó al suelo resonando como si lo hubiese hecho sobre un charco. Se estremeció una

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vez más mientras se sentía caer por un interminable precipicio, iba a morir y lo sabía... nada ni nadie lo impediría y lo peor de todo era aquella tensa espera, siempre la espera...

Esas mismas manos se cerraron entorno a sus turgentes pechos hasta ese instante aprisionados dentro del corsé y jadeó al notar como algo afilado como dos agujas se clavaban en la curva de su cuello. Desde ese mismo instante todo dejó de tener sentido y una oscura neblina la engulló mientras escuchaba una siniestra risa resonando por doquier:

—Por fin te tengo, Mía, después de tantos siglos regresas al lecho del que nunca debiste alejarte.

No hubo dolor, no hubo gritos, no hubo nada... sólo la sensación de ser drenada envuelta entre los brazos de algo que la poseía sin tregua reduciéndola a ascuas.

—Bienvenida a los malditos.

Leila Milà

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Un lugar entre las nubes Como me hubiera gustado borrar todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, pero los meses seguían pasando y deseaba que nunca hubiera sucedido. Nunca más volvería a ese ayer feliz.

Me hallaba anclada en el instante en que mi vida se había derrumbado por completo, en ese momento en el que todo mi mundo se hizo trizas. Tras el golpe de perder un amor, se me hacía duro hasta recordar quién era.

Aún así, comprendía que la vida debía continuar, paso a paso hacia adelante, aunque en el fondo pensara que no sería capaz.

Los días con sus idas y venidas de horas, minutos y segundos, daban paso a cada mañana, tarde y noche, y todo en conjunto dejaba atrás a un pasado inminente dando la bienvenida a un presente en el que no creía tener cabida. La necesidad imperiosa de comunicar al mundo que seguía viva, desorbitaba mis sentidos. Deseaba gritar a los cuatro vientos que aun muerta por dentro, estaba viva por fuera y que si me pellizcaban, posiblemente, sería sangre lo que brotara, pero no quería que eso sucediera porque sabía que no contaba ni con una pizca de ella en mis venas.

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Mi nombre es Vera. La vida quiero vivirla entre las nubes. Mi relato es mi sentir. Mi voz… mi grito ahogado.

El tiempo transcurre muy pausadamente. En mi cabeza, mis pensamientos revolotean sin parar ni un instante. En mi corazón, cada sentir transmitido por mi mente, sacude en él pequeñas descargas eléctricas. Y todos unidos, corazón y mente, se dejan llevar por el penar de mi alma. Soy yo quien sobrellevo con el cuerpo toda esa carga. Las horas son interminables, agónicas, latentes y sobre todo intactas. En ocasiones, este malestar encuentra consuelo por momentos. Según en qué circunstancia, alguien suaviza con sus palabras mi desaliento, mi llanto ahogado, pero nada me vale, preciso de actos que calmen mi sin vivir.

Me acostumbré durante mucho tiempo a pasar penurias y tras un largo trascurrir de experiencias de todo tipo, me hallaba delante de la más tremenda de todas… convivir con la muerte. Me negaba a aceptarlo. Ansiaba su regreso. Lo deseaba, necesitaba y amaba. Él no volvería, se había ido para siempre. Mente, alma y cuerpo negaban su no existencia y mi corazón estaba hecho pedazos. Era yo quien tenía que encaminar mi nuevo rumbo sin él, pero necesitaba que volviera a mi lado, que me hiciese feliz como siempre. Me aferré a todas esas experiencias vividas junto a su recuerdo, aunque doliese como una lanza ardiente clavada en un costado.

El miedo se apoderó de mí. Mi carácter cambió y mis decisiones variaban. Y muchas veces, construía una barrera entre el mundo que me rodeaba y yo.

Mientras continuaba con mi vida, me preguntaba un sinfín de cosas. Meditaba constantemente el cómo evadirme de mi vida actual, de mi existencia rutinaria, y en cómo podría convertirme en nube y volar libre. Muchas otras, pensaba si alguna cosa tenía la razón que tenía o quizás tuviera otra que ni siquiera imaginamos por ignorancia o porque carecemos de la información necesaria de comprensión, de entendimiento, del poder intuir el porqué de las cosas que nos rodean, el porqué de las personas que nos envuelven y porqué no, del

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ser humano en sí y del malestar que me invadía y al que quería dar huida.

Entre reflexión y reflexión pensaba en esas nubes libres. Quería ser una de ellas. Sí, y que se preguntaran a que podía oler, si sería blandita y tan blanca y pura como millones y millones de nubes que invaden el cielo. Impregnarme de cada uno de esos seres esponjosos y acto seguido, que invadieran mi ser. No entendía la razón del porqué no hacerlo pero necesitaba encontrar la fórmula de cómo transformarme. Nadie sentía empatía conmigo, me sentía desdichada, no podía compartir mi dolor, mi impotencia y mi angustia.

Me preguntaba una y otra vez como sería volar. Mientras mis divagaciones van en una dirección y en otra, vuelvo a la tierra y miro a mi alrededor. La brisa penetra por la ventana y escucho, de lejos, aquellas melodías de ese cantante que me hace olvidar penas, y que cualquier palabra de amor que pronuncia hace palpitar de nuevo mi núcleo rojo. Qué bonita canción. Cómo sería formar parte del hilo de su voz y convertirme también en melodía dulce y cálida, en letra de amor o desamor y envolverme en su música.

Las paredes de mi habitación son mi gran refugio, me abrazan sin rozarme. Me acurruco en la cama y deslizo mis manos sobre las sábanas. Empiezo a relajar mi cuerpo y entro en un plácido sueño, en ese duermevela constante en el que vivo desde hace meses. Mi cuerpo me pide salir de allí, el aire me transporta en un ligero vaivén desconocido pero a la vez placentero. Las ráfagas susurrantes me dicen déjate llevar y la brisa, me anima a escaparme hasta las puertas del cielo donde me espera un ser transparente, que sin pronunciar palabra y gesticulando un hacia adelante, me invita a introducirme en aquel espacio aéreo, blanco e impoluto. ¿Estaba ya en un sueño? ¿O quizás mi imaginación me estaba jugando una mala pasada? Solamente dejarme llevar estaba presente en mis pensamientos.

Visualicé aquella masa que se presentó ante mis ojos, aquel que podría ser mi rincón particular. Olía a tranquilidad, si es que era posible olerla.

Respiraba ese estado que tanto anhelaba en tierra firme y que hacía tantos días no

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tenía. Aún así, yo seguía mirando a mi alrededor y contaba con la vista los montículos de algodón. Uno, dos, tres. Un cuarto paraje blanco, cinco. Blanco, sólo veía blanco, níveo, cano o en cualquiera de sus variantes. Es como estar entre grandes bolas de algodón, me decía. Y entré en un sueño profundo dejándome caer antes sobre una de esas nubes que se me antojaba forma de cama, era como estar en mi propia casa.

Tras dormir plácidamente durante no sé cuánto tiempo, desperté. Me desperecé estirando los brazos y el resto del cuerpo todo lo que pude. ¡Soy blanca! ¿Y blandita? ¿Seré blandita? Pensaba mientras seguía estirándome. Era mi primer día en las alturas y ya me envolvía el ambiente. Hoy podría ser un gran día y me dispuse a indagar aquellos habitáculos blancos.

La sensación de bienestar se filtró en cada uno de los poros de mi nuevo cuerpo, compuesto por porciones amorfas de masas blancas y blandas.

—Shhh. Shhh. —Era el único sonido que pude escuchar en ese mismo instante.

Me volví. Comprendí que me susurraban. Un habitante blanco. Una nube radiante con una luz maravillosa dentro de ella.

—Joven nube… —se dirigió a mí sin más preámbulo. —Estoy perdida, lo siento, no sé cómo he llegado hasta aquí ni sé dónde dirigirme. —Las nubes primerizas podéis aterrizar en cualquier parte de toda esta estación norteña, no tenemos prohibiciones y cada cual puede volar donde le plazca. ¿De qué huyes, jovencita? —nuevamente preguntó sin ningún tapujo pero con infinita tranquilidad. —Huyo de mí, de mi malestar, de mis gritos ahogados, de la desesperación continúa en la que vivo. Necesitaba rozar el cielo. —Aquella pasimonia con la que me hablaba aquella nube empezaba hacer estragos en mi—. Eres una nube casi transparente, irradias luz, ¿tienes alguna función aquí? —Sí claro, soy nube Presencia. La primera que os da la bienvenida y os pregunta el

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porqué habéis venido. ¿Y tú? Me refiero a si tienes nombre joven nube. —Mi nombre es Vera. —Bienvenida Vera, esta es tu casa por el tiempo que necesites. Disfruta de tu estancia. Visita todos los rincones de esta gran terminal y sigue la ruta del camino pálido. —Así lo haré. —Y mientras le daba las gracias, mis palabras se las llevó el viento, como a ella.

Proseguí mi itinerario por aquella senda que vislumbré un poquito más adelante de donde acababa de hablar con Presencia.

Revoloteé entre nube y nube, dando pequeños saltitos y sin grandes esfuerzos. Todo mi nuevo ser podía introducirse en las masas vaporosas blanditas para volver a aparecer acto seguido por el otro lado esponjoso. Y de repente, me encontré con otro ser, que sería tan especial como el anterior. Casi flotaba e iba mirando a todos lados.

—Mil novecientas sesenta y nueve, mil novecientas setenta. —Y fijó sus ojos en mí mientras continuaba contando—. Mil… novecientos… setenta… y… ups, disculpe joven nube. —Y cabizbajo farfulló algo que no logré entender. —Disculpe usted por haberle distraído, lo siento mucho. —Era la segunda vez que pedía disculpas en mi nuevo hogar, pero esta vez no me había hecho sentir mal como me solía pasar en mi vida terrenal—. ¿Le ayudo? Soy Vera. —No te preocupes joven nube… digo Vera. Una y otra vez empiezo a contar nubes y nunca acabaré. Llevo así infinidad de tiempo… pero si te confieso la verdad, me encanta que me interrumpan, encontrar una distracción es absolutamente placentero para el alma. ¿Y tú, recorres la estación? —Sí, apenas llegué. Reviso cada nube, me siento dichosa cada vez que introduzco mis dedos y veo como resbaláis entre ellos. Me siento feliz por estar aquí. —Eres nube también ahora, si revisas en tu interior, verás que también desapareces y lo que crees que son tus dedos, sólo tú puedes verlo así.

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Se acercó a mí, y con una de esas porciones que iba unida a su cuerpo de nube, se aproximó hasta creer que me rozaría. Pero me traspasó y apareció detrás de mí con un alegre et voilà. Solté una carcajada.

—¿Ves? Al principio es divertido, luego te acostumbras. Te aconsejo que sigas indagando, esta estación no tiene fin. Sigue el camino pálido… y llegarás hasta donde tengas que llegar. Sé que tu presencia aquí es para reencontrarte, tengo experiencia en cuanto veo una nube dolida y perdida. —Acto seguido, sus palabras hicieron que se despertara en mí como de un largo letargo. —Acaba de despertar en mí, el motivo de mi llegada. Reencontrarme. La tranquilidad me llevará a ello, estoy segura. Se lo agradezco. Y ¿cuál es su nombre? —Soy nube Realidad, aunque no sé porque me dieron esta misión de calcular nubes, pero sigo igual de feliz que el primer día. Suerte en tu búsqueda interior. Indaga en ti, es sólo un consejo. —Y desapareció susurrando una, dos, tres…

Con paso esponjoso al frente seguí pensando en cómo aquella nube podría no equivocarse entre tanta masa color leche. Recapacité aquello que me acababa de aconsejar, cuánta razón tenía. Debía indagar en mí, dar con aquello que hiciese balanza con el equilibrio que necesitaba para vivir. Reanudé la marcha.

Cada paso que daba, sentía que volaba, que divina sensación y que satisfacción por hallarme en tal lugar. Mientras miraba hacia un lado y a otro, dejé por un momento el camino pálido por el que seguía mi trayecto y me desvié hasta llegar a un rinconcito de sillas y sillones donde poder descansar. Me dejé caer, no sentí nada más que bienestar pero me dispuse a reposar un momento. Di comienzo a una retahíla conmigo misma, mis pensamientos y Yo. En estado puro, como suele decirse. Era verdad que no tenía dedos. Ahora eran porciones o fragmentos unidos a la forma real de mis manos. Pero, mis divagaciones iban más allá. Ya era nube y podía sentir si era blandita. Ahora podía sentir que también me podían tocar, pero a la vez no, ya que podía evaporarme. Era un ser como de bocanadas de aire. Lo había conseguido y me invadió una sensación de paz por todos los poros que

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una nube podía tener.

Yujuuuu. Me sentía resplandeciente. Pero me surgió otro dilema, ¡pensaba que las nubes olían a vainilla! Tenía que acercarme lo suficiente a alguna y salir de dudas la próxima vez.

Por un instante, volteé mi masa corporal y vi un reflejo de algo que brillaba. ¿Será de nuevo Presencia? ¿Realidad? Me acerqué sigilosamente y un espejo resplandeció delante de mi ser. Tardé unos segundos en darme cuenta. Era yo. Blanca, muy blanca, con una luz leve dentro de mí. Me acerqué aún más al espejo y mi sorpresa fue, que flotaba, no se mantenía ni siquiera con un débil hilo. A qué mundo tan exquisito había llegado. Algo tan inusual como un espejo sin colgar era maravilloso. Qué bonito era apreciar algo tan insignificante.

Me aproximé y volví a ver mi reflejo. Me gustaba ese contraste de ojos azules al blanco que ahora me conquistaba. Blanca y blandita. Pude visualizar mi corazón, latía muy despacio, palpitaba a cuenta gotas. La luz que transmitía era débil. ¿Por qué? Y de pronto, como pequeñas descargas en mi nariz… aroma de vainilla…

¿De dónde provenía ese delicioso olor? Y sin intentar siquiera dar pequeños pasitos al viento, la brisa me arrastró, de nuevo, hacia la senda pálida de aquella estación. Toda ella desprendía ese olor que tanto me gustaba. Soplaba el viento. ¿La estación desprendía vainilla? Después de tantas suposiciones de cómo sería el olor de las nubes y estaba a punto de descubrir que ellas olían así porque las brisas, las ráfagas o el leve viento que habitan en aquel trocito de cielo, eran los culpables del desprendimiento de aquel aroma tan agradable, pero ¿cuál era el secreto? Aquella bocanada de aire siguió arrastrándome suavemente y cerré los ojos para poner inhalar su esencia hasta llenar mis pulmones. Y de golpe, mi cabeza espumosa amortiguó mi choque con la supuesta pared amorfa de aquella rara cabaña.

Toda ella era más amarillenta. Contrastaba con el blanco ya impoluto de la estación.

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Intenté encontrar una ventana por donde mirar a su interior, pero tuve que rodear casi toda aquella voluminosa estructura hasta poder vislumbrar una ventanita rectangular que me llegaba a la altura de lo que sería mi rodilla real.

Me encogí hasta doblarme y vi que en su interior se hallaba una nube color dorada. La puerta estaba a continuación, parecía estar bañada en oro. Piqué con mi masa blanca y surgió de mí un leve shhhh ya característico en sus habitantes. La nube, arqueó medio cuerpo y me miró. No se extrañó, a mi parecer, ver que una joven nube se adentraba en sus aposentos, pero me hizo una señal de que pasara hasta donde se encontraba ella.

—Joven nube Vera… —Me quedé helada, estaba atónita ante tal hallazgo ¿cómo podía conocerme?—. Entra sin miedo, estás en tu casa. Soy nube vieja, pero ese no es mi secreto. Cada brisa, cada ráfaga o simplemente el leve viento que sopla aquí en la estación son enviados por mí. Ellos me susurran todo lo que pasa, son mis ojos y con ellos vuelan tus pensamientos y los de cualquier ser que habita aquí. —No entiendo nada. ¿Cuál es tu nombre para poder dirigirme? —mi pregunta fue directa, no podía dejar de mirar hacia todos los lados de aquel habitáculo, no existía nada más excepto ella y un pequeño recipiente que estaba colgado de una gran cuerda también dorada. —Soy Nube Vainilla. —Y tras sus palabras me miró y yo quedé fascinada por encontrar por fin, que sí, que hasta las nubes podían llamarse así y oler a ese aroma, porque ellas tenían una reina que las impregnaba con su esencia—. Presencia y Realidad te han guiado por el camino pálido y la brisa ha cumplido con su labor trayéndote hasta mi hogar. Y si te han dirigido hasta mí es porque sabían que yo podría convencerte de que tienes luz dentro de ti. Y hacerte ver, que esa luz no brilla ahora, pero lo hará cuando empieces a sanar por dentro. —Entonces sus labores son ¿orientar a las nubes o almas perdidas? —Así es Vera. —Pero… pero —dije medio sollozando—. Me he visto reflejada en el espejo del camino. Me siento desalentada por lo que vi. Quisiera seguir luchando por mi vida y enfren-

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tarme a ella con anhelo y esperanza. Pero no tengo fuerzas. Quiero seguir estando en el cielo, el que ahora me ha acogido entre algodones. Me gusta mi nuevo cuerpo blanco y mi contraste de ojos en él, además os veo volar como ángeles. Prefiero este bienestar, a los gritos que suelo dar con frecuencia, gritos ahogados que se apagan en mi garganta. —No desesperes Vera, todo tiene su tiempo y su cauce. No pretendas que todo pase en un abrir y cerrar de ojos, porque la vida tiene su recorrido. Ahora sufres pero todo se suavizará y con el tiempo verás cómo lo pasado dará paso a un futuro en el que sonreirás sin olvidarte de nada de lo que has vivido. —¡Oh, como ansío ese tiempo que aún no ha llegado! Querría que todo fuese deprisa, pero entiendo que no es así. Me desespero sin poder evitarlo, nadie me entiende. —Eso es lo que tú crees. Te entienden, pero quizás no se dan cuenta que te agobian con querer protegerte, o quizás surjan frases desafortunadas. Háblales y diles que deben comprender y que necesitas tu espacio. —Eso es lo que intento Nube Vainilla. Necesito que me ayuden pero nadie se da cuenta, respiro y me ahogo a la vez. No recuerdo cuando me han preguntado por última vez cómo me siento, pero sí el cómo estás típico y que desearía acallar antes de que acabaran de decirlo.

Intento de verdad, por todos los medios hacerme escuchar, pero mis gritos se funden con mis lágrimas en la garganta. Me siento como un pez que sacan de su pecera y lucha por respirar a bocanadas pequeñitas de aire para sobrevivir hasta ser introducido de nuevo en su hábitat o los pájaros cuando les cortan sus alas.

—No lo intentes, simplemente hazlo. Como si fuera una orden que te impones. —Quisiera que me borraran la memoria —proseguí hablando como si ya no la escuchara, ahora ya necesitaba descargar mi lamento— para continuar sin pensar en el pasado. Y como sé que no es posible, entonces lloro cuando nadie me ve y me mantengo fría cuando estoy rodeada de gente. A veces escucho por detrás de mí como susurran pobre muchacha, como ha cambiado. Y me desespero, ¿cómo es posible no cambiar nada cuando te arrebatan una parte de tu vida, un trozo de tu vivo corazón? Es el recordar constantemente

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y yo necesito seguir con mi vida, sea como sea, pero quiero vivirla a mi manera. —Mira, acércate, te enseñaré algo. —Y abrió una puerta inexistente, como por arte de magia. En él había un enorme espejo en el que te veías de cuerpo entero. — Me puedo ver en mi forma humana. ¿Quién eres tú? —Sólo quiero ser una ayuda, la que pueda impulsarte a la lucha para hacerte entender que eres una persona valiosa por ti misma y esencial para tu familia y amigos. Eres el apoyo para muchos de tu alrededor y lo sabes. Pero nada de esto te vale si tu pena está por encima de tus sentimientos. Mírate, eres blanca como una nube, por eso te identificas con ellas, con nosotras. Tus ojos azules resplandecen en tu rostro y eres pura. Tienes un corazón que late con una fuerza infinita. Has demostrado ser muy fuerte. Te has enfrentado a todo lo ocurrido con una entereza que ha conmovido a muchos. Enfréntate y acalla todas esas bocas que hoy te callan. Mira a la gente a los ojos y explícales que tu vida es sólo tuya. Sé egoísta, sin sacar de contexto su sentido, y resurge de tus cenizas. Piensa en ti y en cómo vivirla. — Es muy difícil, no tengo fuerzas para hacer eso. Las lágrimas aparecen en cualquier momento, mis óvalos necesitan descanso. Sólo es aquí donde me encuentro respaldada por la tranquilidad. Sólo aquí me siento respaldada de ese miedo que me invade. —Mira Vera, acércate más al espejo. El reflejo de tu corazón va recobrando luz. Tu palpitar y tus latidos van en aumento. Esta paz está entrando en tu ser y esta es la que te ayudará a avanzar. Tu corazón está medio partido, dolido, destrozado, pero piensa en que gozas de buena salud, tu latir es sereno y se recompondrá. Tiñe tu alma de amarillo, como la esencia de la vainilla, y rechaza todo aquello que no quieras, que te haga daño y valora todo lo que has vivido y recuérdalo siempre. —Gracias nube amiga. Me has dado mucho y lo acojo como si fuera un tesoro. Nunca olvidaré esta conversación. Nunca. Habéis despertado en mí los sentimientos del valor, la razón, el coraje y sobre todo la verdad. —Nosotros tampoco olvidamos a las nubes como tú, intuyo como eres en tu vida y sé que desprendes vida y que eres un ser positivo, pero ante una tragedia, todos caemos como las grandes torres y nuestro deber es volver a subir y reconstruir lo deshecho. Y tú, recuérdalo siempre, eres muy valiente.

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Tras un largo rato de confidencias y diferentes temas más triviales y terrenales, Nube Vainilla me acompañó a la puerta y me subió a una nube color negra y me dijo:

—Ella te llevará a hacer un recorrido por tu vida normal. Aprovecha esta oportunidad para aprender y después decides que hacer. —Me lanzó un beso dorado e inhalé su olor.

Fui transportada a poca velocidad. Y entonces, miré hacia abajo. Vi secuencias de todo tipo. Malas, horribles. Lloros, risas fingidas y acto seguido desesperanza continuada. Demasiado sufrimiento.

Debía regresar, mis seres queridos padecían por mí y yo debía apoyarles con mi sonrisa, mi fortaleza y transmitirle toda esa positividad que siempre me caracterizaba.

No podía quedarme en la estación eternamente. Había llegado mi hora de volver. Cuantas formas diferentes de ver la vida desde aquella perspectiva. Sí, era blanca, blandita, ahora olía a vainilla, mi corazón recomponiéndose… pero toda mi vida estaba abajo.

Mi transporte aéreo se fue transformando en nuble blanca, ya no era negra e irradiaba una luz con destellos. De pronto, aparecí en una senda, la cual reconocí como la pálida, pero ya no era de ese tono sino que fue convirtiéndose en tono dorado, y a un lado de ella, Presencia, Realidad, Vainilla y muchos otros seres blancos que no sabía de dónde habían salido. Me acordé de lo que el ser contador de nubes me dijo, esta estación no tiene fin… llegarás hasta donde tengas que llegar. Y todos juntos, alzaron sus masitas en forma de mano con mucha parsimonia y me desearon suerte.

Vainilla me lanzó otro beso y esta vez, quedé impregnada al instante sin necesidad de inhalar. Y a la vez que me mandaba el beso le pregunté:

—Vainilla, ¿qué compone ese olor con el que impregnas toda la estación? —Era de imperiosa necesidad su respuesta, era un secreto que quería descubrir.

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—Vera, todo está compuesto de amor. Por eso, el sentimiento y su esencia entran en ti sin vacilar.

Y sin más, todos reanudaron su marcha uno tras otro y yo me acurruqué en aquella nube resplandeciente, entré en un estado somnoliento quedando nuevamente sumergida en un duermevela.

Sonaba las últimas melodías de su canción… aquella canción con la que había entrado en un sueño placentero y dulce. ¿Cuánto había dormido?

¿Había soñado? ¿O había estado entre las nubes de verdad? Olía a vainilla. Olisqueé mis manos, mi pelo y aún podía sentir cada nube que había rozado cada poro de mi piel.

Me levanté. Fue un impulso. Me dirigí hacia el espejo del armario de mi habitación. Me descubrí de cuerpo entero y en forma humana. Me decepcioné, no veía masas blancas por piernas, brazos o cabeza. Pero mi reflejo en él me sobresaltó. Irradiaba un luz brillante a la altura de mi corazón y entre mi pelo un hilo blanco que se evaporó al cogerlo con mis dedos… un pedacito de nube. Entonces, en otro arrebato, me fui hacia la ventana y descubrí que una hilera de nubes se alzaba delante de mis ojos. No podía distinguirlas porque eran unas masas detrás de otras. Intenté buscar a Presencia, Realidad o Vainilla, pero no lo logré. Había sido un sueño, estaba segura, pero y ¿ el hilo en mi pelo ? ¿ el olor a vainilla en todo mi cuerpo ? ¿ y la luz en mi corazón ? Todavía continúo dormida pensé.

Alcé la vista como para despedirme de esa hilera blanca intachable, por qué no pensar que podrían ser ellos aunque fuese mentira.

Mentalmente les di las gracias por cada palabra que me habían dirigido mientras miraba la última que pasaba y ésta, con gesto decidido giró toda su gran masa blanca, esbozó una sonrisa y me envió un beso, era Vainilla. Después, se evaporó.

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En ese instante, supe cual fue el motivo de mi transformación en nube. Todas mis lágrimas se evaporaron y ellas me elevaron al cielo.

Adda Mahen

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Un viaje tormentoso La noche era oscura, sin Luna, y la lluvia no podía caer con más fuerza. De vez en cuando un rayo surcaba el cielo, iluminando por completo el paisaje y dejando entrever parte de la tormenta que sin piedad azotaba la zona.

La angosta carretera entre las montañas tenía trozos casi anegados y serpenteaba con dureza a un lado y otro, como si del cuerpo de una serpiente se tratase, descendiendo de nivel a cada paso hasta la siguiente cima.

El flamante y lujoso Mercedes tomaba las curvas con una facilidad pasmosa. Era la clara diferencia entre gastarse una pequeña fortuna en un coche o decantarse por uno de marca blanca, como a él le gustaba llamarlo. Santos lo sabía muy bien. Todos funcionan a la perfección cuando son nuevos y brillantes, recién salidos del concesionario, pero lo importante no es como se disfruta su juventud sino el estado en el que llegan a la vejez. Y eso costaba dinero. Otra cosa es poder permitirse dicha opción. Era obvio que él ahora podía.

Procedía de una familia muy modesta con pocas oportunidades para lograr forjarse un buen futuro y poder regalarse una vida mejor. Su humilde padre, intentando inculcarle desde niño los valores que para él eran pilares básicos de una buena educación, como la honradez y la decencia, al parecer no fue un buen maestro. Su trabajo resultó inútil. Una

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miserable pérdida de tiempo por su parte que cayó en el saco roto del olvido. Como pago murió solo, encarcelado en una residencia de ancianos y con sus pertenencias vendidas por su amado primogénito. Santos sabía que siendo honesto y decente no llegaría a nada. Tenía que procurar ser despiadado, tenaz y egoísta si quería llegar lejos y conseguir todo lo que se había propuesto. Cayera quien cayera sin arrepentimientos. Y así lo hizo.

El coche por un momento hizo ademán de perder la adherencia a causa del agua que invadía la calzada, pero el avanzado control de estabilidad del vehículo se activó al instante y lo que en uno de menor categoría hubiese significado tener un accidente, en éste era tan sólo una curva más en un recorrido largo y tedioso.

—No quedarán más de cincuenta kilómetros para llegar al siguiente pueblo.

Santos lo miró de reojo sin perder de vista la carretera.

—Déjame en paz —dijo con crudeza.

Agarraba con tanta fuerza el volante que tenía los nudillos blancos de tanto apretar, y por primera vez desde la salida se daba cuenta de que lo hacía con ambas manos a la vez. No era precisamente la postura relajada que solía adoptar cuando conducía, pero las circunstancias eran las circunstancias, y aquellas se estaban desbordando por todos lados.

El trayecto de vuelta estaba resultando ser agotador.

—Verás, siento decirte que lo de dejarte en paz no va a ser posible.

Curvas y más curvas. Cada una de ellas prueba magistral de la pericia y agilidad del conductor. Un conductor que a cada segundo transcurrido estaba menos atento a lo que hacía.

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Santos había pasado mil veces por aquel paraje y conocía de memoria cada tramo pero ésta ocasión era bien distinta. En el fondo se sentía como si fuese la primera vez que lo recorría. La lluvia, que creaba una fantasmagórica melodía al impactar contra la chapa del vehículo, apenas dejaba ver lo que había más allá de los dos o tres metros que conseguían iluminar los faros con la ayuda de los antiniebla. Los limpiaparabrisas a su vez trabajaban a pleno rendimiento. No podían ir más deprisa. Dentro se estaba seco y como era lógico no entraba una sola gota de agua, pero el frío era más que notable. Atravesaba la carrocería y helaba por completo el interior. Cada respiración venía acompañada de una increíble y exagerada bocanada de vaho. Cualquier niño se lo hubiese pasado bomba tratando de imitar dar caladas a un pitillo imaginario. La climatización bizona debería haber caldeado en pocos minutos el Mercedes, sin embargo hacía más de una hora que habían salido de la casa con él enchufado y no conseguía entrar en calor. El parabrisas recibía gran parte de ése aire, indicado a salir por la rendija delantera del cristal para evitar empaño. No obstante, a pesar de que el aire efectivamente salía ardiendo, él seguía teniendo frio. Un frío que casi hacía tiritar la mandíbula. Un frío sobrenatural que se resistía a desaparecer.

—Llevas un buen rato sin parar de hablar y te agradecería que continuaras así.

Toni lo miró con un gesto divertido, sonriendo.

—Si te soy sincero esperaba que te salieses en alguna curva.

Santos se giró por un momento hacia él.

—Ya te gustaría mal nacido. —Será mejor que mires hacia delante.

Al hacerlo pudo ver justo a tiempo una curva muy cerrada que torcía hacia la derecha y bajaba hacia una pequeña pendiente. Giró el volante con brusquedad y soltó en el acto el pie del acelerador, intuyendo que de tocar el freno hubiese perdido del todo el dominio

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de la dirección, despeñándose quizás por el pequeño barrando que quedaba más abajo. Sin señalización alguna de peligro, ni obstáculos que frenaran el vehículo, con la caída que había hubiese sido una muerte segura.

Su compañero comenzó a reírse a carcajada limpia.

—Por poco. Eso hubiese sido un bonito final a toda esta historia ¿Te imaginas?

Santos seguía sin soltar el volante. Lo aferraba con fuerza. Comenzaba a tener los dedos entumecidos y su respiración se había acelerado. Notaba como si el corazón fuese a salírsele del pecho de un momento a otro, y por mucho frío que tuviese una fina y delicada película de sudor cubrió por completo su frente. En el fondo se sentía inseguro, algo a lo que no estaba acostumbrado. Todo le daba vueltas de los nervios que el terror le provocaba.

Toni seguía riéndose con ganas.

—Eres un hijo de puta.

Continuó su risa durante un par de segundos más para terminar con semblante serio.

—Yo un hijo de puta, claro. Y tú un santo me imagino, para hacer honor a tu nombre.

Más y más curvas.

—No pienso hacerte más caso. Pienso ignorarte durante lo que queda del viaje.

Toni rió un poco más.

—Puedes ignorarme todo lo que quieras, pero eso no hará que me calle. —Pues deberías. De lo contrario…

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—De lo contrario qué ¿Acaso puedes hacer más de lo que ya has hecho? —Nunca se sabe —contestó con tono amenazador.

La tensión se hizo vigente en el ambiente.

—No eres consciente de la situación en la que te has metido tu solito. —¿A no? ¿Eso crees? —No, no lo eres Santos. Pararás en el pueblo más cercano y te entregarás. Eso harás.

Santos hizo una mueca como si le pareciese un disparate lo que acababa de escuchar.

—Estás loco si piensas que eso va a suceder. —Pues no te va a quedar más remedio. Debes hacer lo correcto. Para eso estoy contigo aquí. —Este viaje de vuelta estaba programado solo para uno. No llego a entender porqué me estás acompañando. —Sé muy bien cuales eran tus planes, pero como ves no te han salido como planeabas en un primer momento.

A lo lejos un nuevo relámpago estalló, iluminando de nuevo el cielo con una brillante luz blanca y medio azulada. Su rugido retumbó muy cerca. Quizás fuese el más grande que la historia hubiese conocido en aquel lugar. Ser testigo de aquello hubiese puesto los pelos de punta a cualquiera, pero no a los dos ocupantes del coche alemán. Ellos ya tenían suficiente con lo suyo.

Otro relámpago al que le seguirían muchos más. Era una gran tormenta.

Santos intentó sacar la poca seguridad que le quedaba en su interior y con un tono

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tajante y autoritario, pero sin conseguirlo, continuó hablando.

—Nunca debería de haberme asociado contigo. Jamás. Tus decisiones nos han llevado a ésta situación, no lo olvides. —Eres un desgraciado si pretendes insinuar que esto ha sucedido por mi culpa. Si esperabas que invirtiera todo mi dinero en las operaciones que te diera la gana esperando enriquecerte a mi costa vas listo. Somos dos, no lo olvides Santos, que en ocasiones parece que no te das cuenta. Y si estamos en ésta situación es porque eres un asesino. No lo olvides.

Santos se quedó pensativo un segundo y palideció. Cada vez era más consciente de lo que había hecho. Del tremendo error que había cometido. Las imágenes pasaban ante sus ojos como diapositivas. Imágenes que contaban una historia que le parecía irreal y absurda.

—Además tú sin mí no serías nada —añadió.

El ruido que provocaba el impacto de la lluvia se hizo aún más poderoso. Daba la sensación de que estuviese cayendo del cielo agua mezclada con algo de granizo, aunque no parecía que fuese así.

—Yo tuve la idea. —Una idea no es nada sin dinero para llevarla a cabo. Yo era un cheque en blanco y tu un pobre cualquiera soñando despierto. De no haberte escuchado en su día no serías el hombre que eres hoy.

Santos comenzaba a sentir un agudo e intenso dolor de cabeza que le atormentaba las sienes. Un martillo neumático invisible que machacaba el interior más profundo y tenebroso de su cerebro, derribando fragmentos de masa gris y convirtiéndolos en escombros repletos de vísceras sacadas de su emplazamiento. No podía pensar con claridad y lo últi-

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mo que deseaba era sufrir una de sus horribles y constantes jaquecas.

Un inesperado agobio le oprimía el pecho que no le dejaba casi ni respirar.

Paró en seco el coche. Al frenar en aquella recta desnivelada, repleta de inmensos charcos que inundaban el pavimento, el lujo sobre ruedas se deslizó unos metros hacia un pequeño y casi inexistente arcén que delimitaba el pavimento, parando en el momento preciso antes de quedar atrapado por el peralte que lo hubiese devorado, inutilizándolo. Por suerte se detuvo sin problemas, donde un ridículo centímetro lo separaba de lo que podría haber sido un resultado muy distinto.

Se desabrochó el cinturón de seguridad, abrió de golpe y con brusquedad la puerta y salió al exterior sin pensar demasiado. La cerró tras de sí de un fuerte portazo. Las modernas bisagras se resintieron. No había parado el motor por lo que la mojada carrocería traqueteaba suavemente, haciéndolo vibrar. Parecía imposible sacar una explicación pero a pesar de permanecer bajo aquella lluvia, que empapaba cada palmo de su ser, sentía menos frio que en el interior del coche.

Se quedó unos segundos allí, con los ojos cerrados y mirando hacia arriba. Sus manos estaban extendidas, formando con su cuerpo una cruz humana casi perfecta. Tenía que serenarse un momento para poder continuar. Despejarse y coger fuerzas. Podía sentir cómo la tormenta masajeaba su rostro.

Dio la vuelta y se dirigió al maletero. Las luces rojas de los pilotos traseros iluminaban la trayectoria de las gotas de lluvia que caían a toda velocidad. Lo abrió de par en par y cogió su mochila negra, donde tenía guardada y debidamente plegada toda su ropa. Rebuscó en su interior. La lluvia caía a chorros sobre todas sus pertenencias, mojándolas por completo. Le daba igual. En una esquina encontró su diminuta cartera de piel negra. Abrió la cremallera y rebuscó. Tenía allí guardados muchos medicamentos. Cogió un par de Nolotil y una vez separados del blíster se los introdujo en la boca. Al lado, fuera de la bolsa

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de mano, había una pequeña botella de whisky con la que había estado brindando hacía tan solo unas horas con su socio. Como compañera de viaje tenía una vieja pala repleta de barro y que no hacía mucho había estado utilizando. Cogió el Chivas, lo abrió y pegó un buen trago. Una pequeña convulsión recorrió su médula de un extremo a otro, como si hubiese recibido una fuerte patada en el estómago. Trató de estabilizarse para que las ganas que tenía de devolver se desvanecieran. Tras hacerlo la cogió, agarrándola por el cuello y la lanzó hacia el oscuro bosque con todo el impulso que podía en ésos momentos de malestar. Pudo verla volar hasta que la luz roja del coche dejó de influir en ella, aunque sí que la oyó impactar y estallar contra el suelo con un fuerte crash.

—Doce años de edad a tomar por culo —dijo.

Pensó en deshacerse también de la pala en aquel lugar, pero era arriesgado. Mejor en otro menos accesible y transitado, que fuese más seguro. El fondo del mar parecía una muy buena opción. Si conseguía salir de aquello sacaría una mañana a navegar su viejo barco y la tiraría por la borda.

Contempló la oscuridad del bosque unos cuantos minutos. Puede que fuesen tres o cuatro. Puede que diez. Santos no hubiese sido capaz de calcularlos con seguridad. Se quedó absorto en sus lóbregos pensamientos. Nadando en un océano negro repleto de dudas e incertidumbre. La lluvia no daba tregua, consiguiendo calar incluso su ropa interior. De repente notó como hasta sus huesos sentían frio. Comenzó a temblar y decidió entrar de nuevo. El dolor de cabeza seguía en aumento pero tenía la esperanza de que las pastillas surgieran efecto pronto. Cerró el maletero.

Tras llegar de nuevo a la puerta la abrió y entró.

—Estás empapado. No me extrañaría que cogieses una pulmonía.

Santos suspiró.

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—Eso es algo que te encantaría.

Toni le dedicó una amplia sonrisa.

—No te voy a mentir. Me encantaría verte sufrir por una pulmonía. Incluso que murieses por una, pero aún así no sería bastante castigo. No obstante no tendré ésa suerte. —No puedo entender nada de lo que está ocurriendo. —Pues ocurre lo que has provocado. Ni más ni menos.

Aceleró a fondo de la forma más imprudente y como resultado las ruedas patinaron un poco, alejándose de la botella rota y del espacio del asfalto que durante un buen rato no había recibido el incesante tormento de la lluvia por estar bajo el coche.

—Quiero que me dejes en paz. —Lo siento, pero soy tu socio. No pienso dejarte en paz hasta que hagas lo que te pido. No te vas a salir con la tuya después de lo que has hecho. No puedo permitirlo.

Santos comenzó a ponerse nervioso.

—Estoy por pegar un volantazo y despeñarme contigo dentro por el acantilado que hay un poco más adelante.

Toni volvió a reírse.

—Vale pero no creo que tengas los huevos suficientes como para hacerlo.

Pasaron a toda velocidad por un cartel que indicaba cuánto quedaba para el próximo pueblo. En menos de veinte kilómetros estarían en el último resquicio de aquel paraje perdido de la mano de Dios y se adentrarían en el borde de la civilización, donde lo primero que les daría la bienvenida tras cruzarlo sería la bendita autovía.

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—El pueblecito está a la vuelta de la esquina. Debes hacer lo correcto. —No lo haré. Llevo haciendo lo contrario toda mi vida, y esta locura no será distinta. —Se ve que no entiendes qué soy capaz de hacer. —Nunca has sido capaz de hacer nada. Eres un cobarde.

Toni se quedó pensativo un segundo.

—Perfecto. En cuanto lleguemos a casa me reuniré con tu hija Sonia.

Se hizo el silencio. Santos no podía ni siquiera escuchar el traqueteo de la lluvia al caer contra la carrocería o estallar contra el parabrisas.

—No lo harás.

Toni sonrió seguro de sí mismo.

—Lo haré, y sabes que lo haré. —¿Cómo lo harás? Tú no puedes… —Preguntas estúpidas como ésa me dan a entender que ya no piensas con claridad y con la esperanza de haber dado en el clavo. Imagina por un momento a tu hija sabiendo de lo que es capaz de hacer su padre por salirse con la suya. Y si eso no funcionase no me importaría hacerle daño. Todo por la causa, ya sabes. —No lo harás. No lo permitiré. —Sí que lo haré. —No.

Toni volvía a mantener aquella sonrisa triunfante plasmada en su cara.

La conducción se hizo más agresiva. Los nervios estaban ganando la batalla.

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—Sí que lo haré. Te doy a elegir. —¡¡¡NO LO HARÁS HIJO DE PUTA!!! ¡¡¡DÉJAME EN PAZ!!!

Santos enloqueció por un momento y perdió el control, golpeando el salpicadero chapado en madera con sus puños cerrados. Mientras, a duras penas y a una velocidad considerable, conseguía seguir conduciendo. En medio de aquel arrebato el coche se vio afectado. No solo el retrovisor central salió despedido de su sitio por un puñetazo y rompiéndose en dos, sino que de la consola central hundió casi todos los botones y partió la pantalla de seis pulgadas del GPS en varias partes. Así estuvo un buen rato, golpeando con todas sus fuerzas allá donde alcanzaran sus puños. El dolor se le hizo muy intenso y los cortes de su mano derecha comenzaron a dibujar por todo el tapizado infinidad de finas líneas rojas con puntos aquí y allá. Salpicaduras de sangre que como rectas decoraban no solo el techo y el salpicadero, sino su propia cara y ropa.

El coche desvió su trayectoria y fue a parar al que probablemente era el único quitamiedos que habían visto hasta el momento. Puede que fuera la suerte que estaba de su lado, ya que eso evitó que se despeñara a través del corte que había en la montaña. Santos hundió instintivamente el pie en el freno y el coche resbaló unos metros, dando un par de vueltas sobre sí mismo. Todo giraba mientras se escuchaba el derrape de las ruedas. Al terminar la segunda volvió a impactar de nuevo contra el quitamiedos, que lo paró en seco con un fuerte golpe, inclinándolo hacia un lado.

De detrás de unos arbustos salió corriendo un ciervo asustado, que estaba a cubierto bajo un árbol cercano. En un abrir y cerrar de ojos desapareció.

Santos se quedó sin habla. Toni comenzó de nuevo a reír.

—¿Lo ves? Es el karma que te persigue —se burlaba entre más carcajadas. —Cállate por favor. —Debes hacer lo correcto. De lo contrario haré que te arrepientes de por vida.

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Santos estaba abatido. Tras descargar su ira una especie de relajación, venida de algún sitio intangible, lo abrazaba por detrás. Era un alivio sentirse de esa manera, lo que hacía que comenzara a pensar en otras opciones.

Estaba cansado. Derrotado. Desgastado. Ya no sentía la sartén por el mango. Intuía un aura extraña y desconocida. Había perdido.

—Si me entrego dime qué harás tú.

Toni se quedó pensativo por un momento. Estaba sorprendido. No esperaba hacerlo cambiar de idea tan pronto. Al parecer nombrarle a su hija había tenido su efecto.

—A ti eso no te tiene que preocupar. Ése es mi problema.

Santos se quedó con la vista fijada al frente, estudiando la lluvia.

—Tú querías cerrar la empresa. Ibas a cerrarla y… —Tenía pérdidas Santos. Era irrecuperable. Exprimimos lo que pudimos de ella y se acabó. Podríamos haber ganado más dinero durante mucho más tiempo y no pudimos por tu puta culpa, pero eso es una historia que creo que ya conoces muy bien. No hace falta que te la repita. —Pero… —Además me robabas. Los libros de cuentas tenían lagunas.

Santos se tapó el rostro con sus manos y comenzó a llorar.

—No puedo más. Yo no puedo más. Esto es una pesadilla.

El copiloto suspiró.

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—Mucho me temo que no lo es. —Si no es un mal sueño no entiendo como esto puede estar ocurriendo. Es ilógico. —Si quieres te hablo de la lógica. La poca que tienes a la hora de intentar solucionar un supuesto problema. —Lo… lo sien… lo siento. No puedo tirar mi vida por la borda. —Tu vida no pero sí arruinar y acabar con la mía ¿Verdad? Imagino la cara que pondrá tu hija cuando lo sepa todo.

Lo miró con severidad.

—Deja a mi hija al margen ¿Qué diferencia hay de que se entere por ti o por los periódicos? No hay ninguna. —¿Diferencia? Que al menos si lo haces por motu propio darías testimonio de integridad y arrepentimiento. Haz lo correcto Santos. Aún puedes. De lo contrario si lo hago yo no sólo te juzgarán igual por lo que has hecho, sino que tu hija tendrá el desagradable privilegio de ser la primera en enterarse. Y te juro que si me haces llegar a tal extremo lo haré de un modo que no te va a gustar nada.

Se miró las manos un momento. Las tenía destrozadas, llenas de heridas con algunos cortes profundos de los que no dejaban de manar sangre. Los dedos le palpitaban de dolor. La luz de puerta abierta del interior se había quedado encendida. Alguno de los golpes que había recibido el coche habría desencajado alguna puerta, y ahora la luz no se apagaba.

Santos sentía que flotaba. No creía estar despierto, pero para su desgracia lo estaba.

Toni lo miró.

—Arranca de nuevo y vamos. Acabemos con esto.

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Santos lo hizo.

El ahora casi destrozado Mercedes recorría la vieja carretera con mucho menos elegancia que cuando empezó a hacerlo. La chapa arrugada que recorría el coche había apartado todo el glamour de un solo manotazo. La carcasa del retrovisor derecho colgaba por fuera, sin espejo, golpeando la puerta a causa del viento que lo agitaba en el exterior, sujeto tan solo por el cable que hacía posible su ajuste desde un botón interior. Los faldones de la edición sport de ambos laterales ya no estaban. El frontal había desaparecido en parte junto con la rejilla de ventilación. Un faro había dejado de iluminar y el otro aunque aún lo hacía estaba partido en dos. Un desastre que andaba casi de milagro tras el accidente.

—Por suerte no han saltado los airbags.

Toni seguía sin abandonar su tono burlón, algo que su compañero de viaje ni siquiera percibía. No lo estaba escuchando. Volvía a navegar absorto en sus pensamientos mientras él reía descontrolado.

Dos curvas después, allá abajo junto a un pequeño río cuyo caudal bajaba de la montaña por el deshielo, se podía vislumbrar entre la penumbra un pequeño y acogedor pueblo, iluminado tenuemente con innumerables farolas, todas ellas redondas.

Al llegar a un cruce de caminos un cartel les saludaba.

—Bienvenidos al Oro. Curioso nombre el del pueblo —leyó Toni sin dejar de sonreír.

El coche, con una lluvia mucho más suave y circulando a través de los adoquines que decoraban y a su vez cubrían la calle, comenzó a hacer un extraño y molesto ruido en el motor que sonaba a reparación costosa.

Dobló una esquina. Después otra.

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Santos estaba en estado de shock. A pesar de sus heridas y su tremendo dolor de cabeza, que no había desaparecido sino aumentado, parecía un autómata que siguiendo órdenes precisas buscaba su objetivo.

Al torcer por otra calle dio con su ubicación.

—Siempre me he preguntado qué tipo de gente se viene a vivir a un pueblo de este tipo, tan pequeño, a trabajar por ejemplo. Pero bueno, cuando entres si quieres se lo preguntas.

Dicho esto Toni comenzó de nuevo a reír.

—Por favor Toni, perdóname. Te juro que si me perdonas… —Cállate y sal del puto coche desgraciado. No te atrevas a pedirme que te perdone.

Santos lo miró por última vez.

—Ojalá vayas a parar al infierno.

Su compañero le devolvió una amplia sonrisa. Estaba disfrutando con aquello.

—Mucho me temo compañero que ahí es donde irás a parar tú. Pero bueno al menos estás haciendo lo correcto, no lo olvides. Siempre te quedará eso. Piensa en ello cuando estés ardiendo en las brasas junto a Satán.

Santos no aguantaba un segundo más y salió del coche. Tuvo que darle un par de golpes con el hombro a la puerta para desencajarla y poder abrirla.

De repente comenzó a llover intensamente. Con mucha más fuerza que antes. Delante de él se alzaba ante sus ojos una gigantesca puerta doble de madera de una vieja

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casa de pueblo. Junto a ella un interruptor. Arriba había un letrero que rezaba Guardia Civil.

Fuera de la casa cuartel habían dos viejos Patrol aparcados y una moto.

Pulsó el timbre y esperó un momento.

No hubo respuesta. Silencio absoluto.

Volvió a pulsarlo.

Tuvo que repetir la secuencia un par de veces más antes de escuchar como abrían los pasadores al otro lado de la pesada puerta.

Al abrirse apareció un agente del cuerpo, bajito y con una perilla bien recortada. Algo grueso y de una edad que no sobrepasaría los cincuenta. Tenía claros síntomas de sueño en la cara y en su mejilla una marca recta que se la cruzaba, provocada posiblemente por la costura de una almohada.

—Buenas noches caballero ¿En qué podemos ayudarle?

Santos tragó saliva y se aclaró la voz con un carraspeo. Antes de hablar respiró profundamente. Quizás por última vez como hombre libre.

—Verá, he engañado a mi socio para hacer un viaje a una casa rural, lo he enterrado en un foso y vengo a entregarme.

La confesión sin ensayar salió como un escopetazo. Sin más se sentía ligero. Sin carga.

El agente de la Guardia Civil al escucharlo, que había solicitado destino en aquel lu-

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gar por la tranquilidad que se respiraba y el poco trabajo que había, de alerta aquella noche por culpa de un cuadrante mal nombrado y acostumbrado a que en aquel lugar no pasara nunca nada, abrió los ojos lo máximo que su anatomía le permitía por la sorpresa.

Al fondo se podía ver un Mercedes destrozado con la luz interior encendida.

Dentro no había nadie.

O. A. Hanksler

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La esencia de Ana 3.ª parte. Encerrona

Ana cerró tras de sí la puerta y se apoyó en ella. Su amiga había cometido una enorme locura aceptando aquella inesperada cita. No tenía ni idea de las repercusiones que tenía aquel hombre sobre ella y claro está, tampoco quería dejarlas expuestas. Siempre había sido muy recatada en temas amorosos, quizás por eso llevaba una vida tan puritana.

—¿Qué piensas? —preguntó Bárbara cuando la observó algo alejada de aquel lugar. —Que no deberías haber aceptado la proposición. —Comenzó a andar hacia la cocina con las bolsas de la compra en la mano. —No me ha parecido mala idea, además, eso de que nos hagan una buena comida… —¡Siempre pensando en lo mismo! —Le inquirió mientras posaba la mercancía sobre la encimera. —Eres una mal pensada… —Sonrió—. Bueno, cuéntame, ¿quién es el macizón? —No hay nada que contar, es el nuevo vecino, que como has podido observar tiene a todo el patio femenino revolucionado porque anda semidesnudo por el bloque. —¡Uff! ¡Déjalo que siga así! Es bueno para la vista. Seguro que a más de una vieja le alegra la vista. —Comenzó a ayudarla.

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—En eso tienes razón. —Esbozó una sonrisa al recordar cómo la anciana del tercero bajaba la basura cuando hacía apenas unas semanas era incapaz de levantarse de la cama. —Bueno, ¿qué vas a hacer? —Levantó con la mano un pepino. —¿Meterlo en el frigorífico? —respondió ilusa creyendo que le preguntaba por la verdura. —¡No es eso! —Se carcajeó Bárbara—. Me refiero al personaje. Anda buscando estar entre tus piernas como perro detrás de una hembra en celo. —¡No digas tonterías! Ese busca a cualquier mujer que se le ofrezca. Ese tipo de hombres no quieren mujeres como yo… —Mi instinto femenino me chilla todo lo contrario, pero tú sabrás. Eso sí, yo no perdería la oportunidad de sentir ese cuerpo sobre el mío.

De pronto, un móvil comenzó a sonar. Bárbara corrió hacia su bolso y contestó la llamada. Tras unos segundos de acalorada conversación, regresó a la cocina donde estaba Ana encaprichada en meter la caja de café en una lata. La amiga puso una mano en el marco de la puerta y le dijo:

—Tengo que irme —comentó alterada. —¡Ni se te ocurra dejarme sola! —Abrió tan fuerte la caja de plástico que todo el café quedó tendido en el suelo. —Ha sucedido algo que no debo dejar pasar. —Se giró y buscó su abrigo. —¡No me hagas esto! —Suplicó al ver que su amiga se marchaba. —Ana, una zorra quiere apartarme de mi trabajo, y he chupado muchas pollas como para que ahora me aparten de lo que estoy a punto de conseguir. Lo siento, de verdad. —¿Qué hago yo ahora? —preguntaba sin saber qué hacer mientras caminaba tras ella. —Llama a su puerta y dile que se cancela la cita. Es tan fácil como eso. —Le dio un beso en la mejilla y salió sin mirar atrás.

Ana se quedó parada viendo cómo la dejaba sola. Aquello había sido una putada del

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destino y no tenía ni idea de cómo solucionarlo. Inmóvil frente a la entrada, empezó a respirar agitada. Debía encontrar algo de sensatez para tener valor y enfrentarse al atractivo y sensual Quique. Necesitaba hallar las palabras adecuadas para eliminar la cita y no caer en sus brazos rendida diciendo: “Tómame”. Puso la mano en el pomo y lo giró con lentitud, pero se detuvo, quizás sería mejor escribirle una nota y dejársela debajo de la entrada. Sin embargo, cuando se dio la vuelta para ir en busca del papel, su puerta se abrió con fuerza.

—¿Te ha pasado algo? —preguntó alterado.

Como siempre, estaba medio desnudo y dejaba al descubierto aquel magnífico torso que subía y bajaba fruto de la posible intranquilidad que sufría.

—¿Siempre estás al acecho? —Entrecerró sus ojos e intentó clavar la mirada al suelo. No podía dejar que Quique descubriera que aquella desnudez le hacía hervir la sangre hasta tal punto, que sus entrañas deseaban ser frotadas sin parar en aquella perfecta piel nacarada. —Me he alterado cuando he escuchado voces, pensé que te había pasado algo… —La observó de arriba abajo como si tuviese que comprobar por él mismo, que no tenía ningún daño visible. —No ha pasado nada. Bárbara se ha tenido que marchar y se anula la comida —musitó. —¿Por qué ella no está? —Frunció el ceño—. Eso no es un problema. —No deberíamos… —comentó en voz baja. —¿Qué, Ana? ¿Qué no deberíamos? —Se acercó a ella y la dejó pegada sobre la pared de su pasillo.

Ella empezó a agitarse cuando él puso sobre su cabeza los fuertes brazos. Apenas los separaban unos milímetros, por allí no podía pasar ni el aire. Sentía los pezones masculinos acariciar su camiseta, y la cadera fueron sutilmente atrapadas por las piernas varoniles. Un delicioso aroma comenzó a entrar en sus alteradas inspiraciones. Si seguía así estaba

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perdida, ya comenzaba a notar la excitación en sus bajos y eso no era correcto. Sacando fuerzas de donde no las tenía, lo empujó para poner distancia entre ambos.

—¡Vete! —le gritó. —¿Por qué? —Volvió a acercarse a ella. De repente el hombre respiró el aroma que ella desprendía con fuerza y echó la cabeza hacia atrás.

Ana se quedó atónita ante la reacción que estaba teniendo el hombre. Parecía que algo le había alterado de tal manera que cuando la volvió a mirar ya no tenía un rostro amable y cálido, sino hirviente y lujurioso.

—¡Te he dicho que te vayas! —Volvió a empujarle. —¿Y dejarte así? —Gruñó. —No me haces falta para hacerme la comida —respondió entre balbuceos. —No me refiero a ese tipo de alimentación. —Alargó la pierna hacia atrás y cerró la puerta.

Ella seguía asombrada por su actuación. Quiso recriminar lo que estaba haciendo pero no le dio tiempo, su boca fue invadida por la de él y la hizo sumergir en un apasionado y caluroso beso. Las piernas comenzaron a temblarle, estaba a punto de perder el equilibrio. No recordaba la última vez que la habían besado de aquella forma, mejor dicho, nunca la habían besado así. Abrió lentamente sus ojos para poder apreciar la expresión del rostro de quien la estaba poseyendo y el deseo fue lo único que encontró. Suspiró profundamente y se dejó llevar, por una vez no pasaría nada.

Quique percibió cómo Ana se iba relajando con el paso del tiempo. Eso le hizo estar más excitado si cabía. Desde la primera vez que la vio, supo que ella era diferente y eso era lo que andaba buscando. Bajó su mano derecha a la pierna femenina y la subió hacia su cadera. Deseaba acariciar aquella piel con la que había estado soñando. Ante el sollozo de placer de ella, continuó subiendo y bajando por aquel muslo hasta que se atrevió a poner su

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palma sobre la lencería. El calor era abrasador, le quemaba la piel. Continuando aquel beso que cada vez era más posesivo y animal, frotó su mano en aquella prenda caliente. Ana se apartó de sus labios y echó la cabeza hacia atrás, apoyándose en la pared. Quique no pudo evitar llevarse aquel olor impregnado en su dorso hacia la nariz. Lo inspiró con fuerza y volvió a exponer sus anacarados dientes.

—Este aroma lleva volviéndome loco desde que llegó a mi nariz —le susurró en el oído a la mujer que temblaba de placer por la sensualidad de las palabras—. Me voy a dar un festín a tu costa, nena.

Ana abrió los ojos como platos, no podía estar escuchando aquello. Por fin alguien la deseaba hasta límites insospechados. Clavó su mirada en el joven y alargó su mano para atrapar la cabeza y así, poder besarlo de nuevo. Se dejaría llevar y aparcaría por una vez los pensamientos mojigatos que llenaban su mente. Aunque no fuese el hombre de su vida, aunque no la llevara al altar, hoy la iba a trasportar al mismo cielo y eso no podía perdérselo.

Quique bajó de nuevo la mano cuando el aroma desapareció. Mientras buscaba de nuevo el camino hacia la impregnación, se vio atrapado por un hambriento beso que ella le ofreció. Con una leve sonrisa y un aullido interior de satisfacción, abandonó la idea de buscar aquel calor sexual en aquel lugar de la entrada. Así que la atrapó de las caderas y la alzó para posarla en algún sitio de la casa donde estuviesen más cómodos. Echó un vistazo rápido y sopesó si disfrutar en el sillón o en la cama, pero cuando escuchó un gemido desesperado de la mujer que seguía atrapando desesperadamente sus labios, decidió que el sofá era lo más rápido. Con pasos agigantados llegó hasta donde sería el nido de amor. La fue posando lentamente para no apartar ambas bocas ni separarse de ella. Una vez colocada tal como deseaba, sus labios abandonaron los suyos para ir vagando sobre la ropa de Ana. Al mismo tiempo que la iba besuqueando, inspiraba con fuerza su perfume. Paró sobre sus senos, todavía tapados con aquellas castas ropas. Sin pensárselo dos veces, mordió los pezones con fuerza. Escuchó un gruñido de satisfacción de la mujer y vio cómo ella se arqueaba para que continuase. Entonces no vaciló un minuto, llevó sus manos hacia la delgada

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cintura y comenzó a levantarle la camiseta. Ya no le era suficiente sentirla de aquella forma, debía notar el calor de su piel y percibir en su lengua el sabor de los traviesos pezones.

—Expuesta para mí —susurró el hombre mientras levantaba la ropa y observaba su piel.

Agachó la cabeza y comenzó a besar el vientre, después, antes de que las manos femeninas se pudieran apoyar en su cabeza, recorrió con su lengua el camino hacia los tersos y duros botones que le daban la bienvenida.

Ana sintió la calidez de la boca del hombre sobre sus pechos. Los lamia y absorbía a su antojo. En ningún momento pensó en hacerle parar, ya no. Su sangre hervía deseando cada caricia y cada sorbo que sabía que le ofrecería. Intentó cerrar las piernas al sentir un extraño dolor en su sexo, pero Quique no la dejó. Se colocó entre ellas y cesó de saborear sus montañas. Alzó la mirada y le susurró.

—No te cierres para mí, florecilla.

Intentó hablar, pero no lo consiguió porque notó sobre su húmeda lencería la atrevida mano del hombre. Esta vez no deseaba frotarla, sino apartarla. Con sutiliza, fue bajándola por sus piernas, dejando su sexo llorando sobre el sofá. Cuando la prenda calló al suelo, Quique fue acariciando las piernas y bajó su cuerpo lentamente. Sabía qué pretendía y en verdad, ella lo deseaba tanto que alzó las caderas para que tuviese más espacio.

Un lobo no hubiese aullado tan fuerte como lo hizo el hombre al ver aquel sexo reclamándolo. Era toda una locura saborear la chorreante y ardiente vagina. Apoyó sus manos sobre las rodillas de la mujer y metió su cabeza en la cueva de su demencia. Al principio solo respiró con fuerza, necesitaba tener dentro de su cuerpo aquella esencia que le había hecho perder la cordura.

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—Uhm, deliciosa —cuchicheó al primer lengüetazo. Al sentir los temblores de Ana, la agarró con más fuerza para que no cayese al suelo—. Tranquila cielo, esto solo acaba de empezar.

Ana se llevó las manos a la cara cuando volvió a notar aquella descarada lengua sobre sus labios mojados. No recordaba sentirse así, aquello debía ser una verdadera excitación y la estaba sintiendo con un extraño. Debía de replantearse sus conocimientos sexuales. De pronto sus ojos se quedaron en blanco, Quique había metido la lengua dentro de ella y comenzaba a morder aquellos hinchados y carnosos salientes vaginales.

—¡Oh, Dios! —exclamó extasiada.

El hombre sonrió al verla perdida en el delirio. Su ego ya no cabía dentro de su cuerpo, la estaba haciendo perderse en el mundo del erotismo. Con una mirada traviesa, intentando averiguar qué haría ella si comenzaba a jugar con otros participantes, llevó su mano hacia el manjar y empezó a acariciar la entrada sexual. Levantó el rostro y al contemplar la desesperación en la cara de ella, se transformó en el monstruo que era, ya le daba igual dejarse ver, la había sucumbido…

Absorbiendo aquella miel deliciosa, empezó a invadirla con el dedo. Al principio fue muy despacio, Ana estaba apretada y eso era signo de lo que él ya había supuesto, llevaba tiempo sin mantener relaciones. Pero cuando sacó aquel improvisado invasor y lo vio repleto de delicioso jugo, se lo llevó a la boca y lo saboreó con tanta ansiedad que sintió su cuerpo convulsionar de la emoción.

—Me matas, nena —gritó lleno de ansiedad lujuriosa.

Ella quiso preguntarle la razón de sus palabras, parecía desesperado, quizás herido por algo. Sin embargo, descubrió que el motivo no era otro que la necesidad de seguir bombeándola y obtener todo el fluido que ella emanaba. Efectivamente, se estaba dando una

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buena comilona.

Ayudado con la otra mano, Quique se hizo camino hacia la pequeña perlita hinchada que palpitaba sin parar. Mientras que la invadía nuevamente con el dedo, su lengua comenzó a hacer circulitos sobre aquel minúsculo sobresaliente que necesitaba ser saciado. El cuerpo de la mujer ser retorcía sin parar. Sus convulsiones eran cada vez más fuertes y la expulsión de su placer era como un río sin tope. Estaba a punto de empezar a volar.

—¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! —gritaba Ana cuando comenzó a sentir la llegada de su orgasmo. —¡Córrete, nena! ¡Quiero que te corras en mi boca! Dame ese festín que deseo —susurraba Quique atrapándola con fuerza y aumentando sus embestidas en ella. —¡Oh, sí! ¡No pares! —suplicaba mientras su cuerpo se llenaba de temblores y sus ojos veían estrellas luminosas.

No paró. No pararía ni aunque le estuvieran golpeando por detrás con una bola de hierro. Abriendo bien su boca capturó todo lo que ella expulsó de sus entrañas, una miel ácida y afrutada que estaba colmando su estómago, estaba llenando su alma.

—¿Estás bien? —Quique se fue incorporando y se arrastró por la figura femenina. —Sí —musitó sin fuerzas. —Gracias —le dijo el hombre sumergiéndola de nuevo en un apasionado beso. —¿Ya ha terminado todo? —preguntó sorprendida cuando separaron sus bocas. —¿Quieres más? —Levantó una ceja. —Sí. —Sonrió picaronamente.

Quique dio un salto hacia atrás y se desabrochó el botón de su vaquero. Nunca había pensado llegar tan lejos, pero si ella lo deseaba, él estaría loco si no se lo daba.

Ana no apartó la vista ante la desnudez masculina, quería contemplarla. Hasta aquel

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día siempre lo había hecho con la luz apaga y hoy sería especial, tal como estaba ocurriendo hasta ahora. Cuando su amante se desprendió de los boxes y vio la erección que contenía entre sus piernas se asustó. Nunca había albergado en su interior algo tan grande.

—No te asustes, nena. Te prometo que no muerde —dijo mientras caminaba sobre su cuerpo con la agilidad de un gato.

Sus ojos estaban clavados en el rostro de ella, no perdería el tiempo en bobadas, quería albergar en su retina todas las emociones que le proporcionarían estar dentro de su cálido y delicioso sexo. Alargó la mano y puso en la entrada femenina la cabeza de su sexo pero no comenzó a penetrarla, sino que la acarició con pequeños y suaves círculos. Ana gimió y apretó la cabeza sobre el cojín que la recogía. Con temblor en las manos intentó llevarlas hasta su rostro.

—Déjame que te vea —musitó el hombre mientras apartaba las manos con la suya.

Sus labios jugaron con los de ella. La quería llevar a la locura, y mientras su pene hacía las pequeñas travesuras en el sexo femenino, él mordía y lamía los rojos salientes de la boca. Cuando escuchó varios clips, producto del continuado frote entre ambos sexos, levantó la cabeza y empezó a introducirse en ella. Ana abría la boca y cerraba sus ojos, se dejaba llevar…

—Estoy dentro de ti, nena —cuchicheó en su oído cuando lo albergó por completo—. ¿Has visto como no ha sido duro? —No —susurró con los ojos brillantes por la emoción.

Quique bajó su cabeza hacia ella y la atrapó en un nuevo beso apasionado, mientras tanto, sus caderas comenzaban el baile de su necesidad. Invadiéndola, bombeándola, haciéndola más suya. Penetrándola cada vez más fuerte, con más pasión. Entre sollozos, ella empezó a expresar el placer a la que estaba siendo conducida. El hombre estaba a punto de

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rasgarse la piel viendo y sintiendo la calidez de la mujer sobre él. En décimas de segundo, el rostro angelical del macho fue cambiando. Sus ojos azulados se transformaron en rojo, la piel nacarada cambió a morado y su calidez se esfumó. Ana cerró sus ojos pensando que eran imaginaciones suyas debido al éxtasis que estaba sintiendo. Cada vez su cuerpo se balanceaba con más rapidez, más fuerza, más agresividad. Sin embargo, no podía hacer nada porque su clímax estaba colmando su ser.

—¡Córrete, nena! —una voz ronca se desprendió del hombre.

Y lo hizo, con los párpados apretados se dejó llevar… De pronto, un ruido atronador salió de la garganta del hombre que la follaba desesperado. Era una mezcla entre el gruñido de un monstruo y una especie de trueno de una tormenta. Pero a pesar de aquel estruendo irreconocible, ella seguía sin mirar.

—¡Mía! —gritó el macho cuando notó cómo su semilla se esparcía dentro del cuerpo caliente de la mujer.

Aunque allí no terminó su acto de goce. Antes de poder levantar sus pesados párpados, la levantó y la giró para volverla a poseer. Estaba descontrolado, perturbado, ido mentalmente mientras invadía el cuerpo de la mujer que deseaba. La volvió a llevar a la lujuria y al orgasmo jamás encontrado en un mundo terrenal. Ella seguía gimiendo de placer a pesar de que su pene había eyaculado por cuarta vez. Tras finalizar el asalto, la bestia agachó la cabeza y mordió la espalda desnuda. Ana gritó de dolor, pero apenas fue escuchado su lamento porque el cojín tapaba su boca. Un sudor frío recorrió su cuerpo y comenzó a erizarse. Más relajado y saciado de lo que venía buscando, Quique acarició con mimo sobre la zona que había mordido. Sonrió al ver cómo se iba hinchando y expulsaba unas gotitas negras. “Tu sangre en mi sangre” Pensó.

—Te he dicho que eres mía —comentó mientras sacaba su verga del mojado sexo.

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Ana no se movió, no quería mirarlo y mucho menos ver el rostro que había creído ver minutos atrás. Escuchó cómo comenzaba a vestirse e iniciaba un andar hacia la puerta. Entonces tomó fuerzas y giró lentamente la cabeza. Quique se marchaba y dejaba expuesta aquella preciosa y curtida espalda. A priori seguía siendo humano, quizás todo había sido producto de su terrible imaginación. Intentó fijar la vista en la frase que tenía tatuada en aquella parte de su cuerpo y leyó: “De lo que no ves, no te creas nada”

—Descansa —le ordenó con voz ronca.

Y cerró los ojos…

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4.ª parte. Despertando Ana se despertó alterada. Se levantó de golpe y se sentó en la cama. Estaba sudada y no dejaba de temblar. Aquellas malditas pesadillas no la dejaban en paz. A pesar de tomarse los relajantes que le mandaban los médicos, siempre tenía el mismo sueño. Apartó las sábanas y sacó sus pies de aquel amasijo de ropa. Otra vez se había hecho una pelota. Se puso las zapatillas y se dirigió hacia la cocina para prepararse un café. Con los ojos pegados fue deambulando de un lugar a otro. Entonces escuchó un ruido en el pasillo. Se acercó a la puerta y miró por la mirilla. El corazón comenzó a palpitar muy deprisa, tanto que casi lo podía sentir en su boca. Su cuerpo empezó a sudar y el vello se erizó como si un viento helado la hubiese atrapado desnuda en mitad de una tormenta invernal. Se apartó de allí y con las manos en su pecho emprendió un jadeo inconsciente. “No podía ser, aquello no podía ser” Se decía una y otra vez. “¿Había leído bien?”

¿Qué había visto Ana? Un hombre sonreía mientras abría la puerta del piso de enfrente. Su espalda estaba descubierta y llevaba escrito en su piel una frase: “De lo que no ves, no te creas nada”.

Dama Beltrán

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Espero que os haya gustado. Gracias por leerme.

Os espero en mi blog: http://dameunminutoparami.blogspot.com.es/ o en Facebook: https://www.facebook.com/dama.beltran.12

Agradecimientos a David Castro por la última portada: https://www.facebook.com/Pil02

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La hermandad de la llama negra Capítulo 2

Tras la velada, los hombres se dirigieron hacía una habitación contigua para disfrutar de un aromático y delicioso café. La sala estaba dotada de un mueble bar donde había toda clase de licores y varias especies de tabaco. Era una sala acogedora, las llamas del fuego bailaban incandescentes sobre varios troncos de leña desde el interior de una chimenea que desprendía un reconfortante calor.

Ocuparon varios sillones de piel oscura con sus respectivos reposabrazos mientras degustaban el sabor de un café, bebían los licores de sus copas y fumaban tabaco en sus pipas.

—Una agradable velada. Agradeció dirigiéndose hacia el Conde, John Mortimer unos de los asistentes y responsable de uno de los bancos más poderosos de toda Inglaterra. —Me alegro de que haya sido de su agrado, señores —respondió el Conde sintiéndose halagado—. Espero que hayan tenido un viaje agradable de camino a Paignton —prosiguió dirigiéndose a los presentes.

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El cuco de un reloj que se encontraba al final de la sala anunció las nueve.

—Espero que aún conserve su hábil puntería con el rifle sir Charles —dijo el Conde—. Ansío volver a salir de cacería de nuevo con usted, pero le aviso que esta vez la última presa me la cobraré yo —exclamó con arrogancia. —Cuando guste señor Conde —respondió Sir

Charles inclinando la cabeza.

Al Conde le gustaba apostar grandes sumas de dinero contra aquél que lograra reunir más piezas durante la cacería, siendo Sir Charles el ganador en la última en la que habían coincidido.

—Se preguntarán el por qué de esta reunión, ¿verdad? —dijo el Conde Duncan. —¿Perdón? —preguntó uno de los allí presentes. —El motivo de que nos encontremos ahora mismo en esta sala no es casual.

Los presentes se miraban extrañados.

—Perdón pero no entiendo, señor Conde —dijo extrañado Mortimer.

Duncan Vellerouth III bebió su copa de un sorbo y recuperó el aliento.

—¿Creen ustedes en demonios? —preguntó.

La tensión y la confusión aumentó, haciendo que las miradas de los allí presentes se posaran fijas sobre el Conde.

—Verán señores, el motivo de mi invitación no es otro que el de pedirles su ayuda —dijo con voz temblorosa.

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—¿Nuestra ayuda? —preguntó extrañado Sir William. —Oh, perdonen —se disculpó el Conde—. Si me permiten les contaré el mal que hace meses acecha en los bosques de Swinley.

Todos intercambiaron miradas incrédulas.

—Mi deber es informarles de un mal que habita en los bosques de Swinley, algo diabólico que acecha al caer la noche a aquél que osa cruzarse en su camino. —¿Se trata de algún delincuente? —preguntó Sir Charles. —No, no tenemos constancia de que sea un hombre —respondió el Conde. —¿Un animal tal vez? —preguntó Mortimer. —El único testigo que escapó de sus terribles garras antes de morir lo describió como un enorme demonio negro de ojos rojizos como el fuego, un ser venido desde el mismísimo infierno con unas garras afiladas como cuchillos. —¿Está diciendo que un demonio acecha en los bosques de Swinley? —preguntó Mortimer de nuevo alzando la voz. —Así es —afirmó decidido el Conde—. Desde la llegada de la primavera varios venados de mis tierras han sido encontrados brutalmente descuartizados en diferentes lugares de las colinas.

Sospechando que pudieran ser un puñado de campesinos rebeldes que osaban matar a mi ganado decidí abrir una investigación. Varios de mis guardias pasaron largas noches en vela acechando a aquellos que pudieran ser los responsables. Hace escasamente dos semanas cinco de mis mejores hombres fueron atacados por una bestia infernal, acabando con la vida de cuatro de ellos e hiriendo a un quinto que tras escapar de sus garras y traspasar los muros del castillo murió poco después de relatarme los hechos.

Un silencio se apoderó de la sala y acto seguido un murmullo constante resonó entre los muros del castillo.

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—Perdone mi atrevimiento —dijo Mortimer—. ¿Pero usted sabe lo que está diciendo? —preguntó. —Sé que parece una locura, señores. Pero yo mismo he visto la marca de sus garras —afirmó con decisión.

El murmullo inundó la habitación, todos se miraban mutuamente sin creer que aquella conversación tuviera ningún sentido.

—¿Cómo es que una noticia de este calibre no se ha publicado en la prensa? —preguntó Sir Dickinson, uno de los allí presentes. —No lo creí oportuno, imagínense, pensarían q ue me he vuelto loco. Así que decidí que lo mejor era guardarlo en secreto por el momento. —¿En qué podemos serle de ayuda? —preguntó finalmente Sir Charles. —Bien, ¡presten atención por favor! —pidió amablemente el Conde.

La sala quedó en completo silencio.

—Mis guardias han descubierto que la bestia se oculta en el interior del bosque. Sé con certeza que todos los aquí presentes son unos tiradores excepcionales, necesito que me ayuden a dar caza a la bestia esta misma noche.

Tras deliberar durante un breve instante de murmullos, finalmente una voz se alzó de entre ellas.

—Cuente con mi ayuda señor Conde —dijo sonriente Sir Charles a la vez que inhalaba el humo del tabaco de su pipa.

Segundos después el resto de los presentes se unieron a la descabellada cacería nocturna.

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El Conde dirigió una mirada escrutadora hacia su primo Edward que se encontraba al fondo de la sala. Éste, con la cabeza cabizbaja le expresó su cobardía, y por lo tanto la intención de no acudir a lo que el Conde acababa de proponer a los demás asistentes que ocupaban el resto de la habitación.

Pasada la medianoche en mitad de la penumbra y habiendo dejado a sus esposas durmiendo plácidamente en un reconfortante colchón de plumas, se reunieron todos junto al Conde en una de las cálidas habitaciones iluminada por el fuego de una acogedora chimenea. Después de asignar un rifle a cada uno, perteneciente a la extensa colección de armas del Conde, se dirigieron al establo donde varios sirvientes prepararon las monturas sobre los caballos que los conducirían hacia los tenebrosos bosques de Swinley

R. Soto

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MICRORELATO LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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Ojos que no ven... corazón a mil Le tapó los ojos con un pañuelo negro y empezó el juego.

Lo primero que sintió fue excitación por no saber qué haría él; qué tipo de caricia sentiría y dónde y cuándo sería hecha.

Su respiración se agitó con anhelo y el pulso se aceleró en espera de emociones.

El tiempo y el espacio desaparecieron.

Estaba expectante y excitada.

Percibió un olor a jazmín que le evocaba sueños sensuales pero lo que notó fue una caricia en sus labios. Fue breve y quiso que siguiera. Tan sólo oía su respiración cerca de ella.ueño, un maravilloso sueño..

Su mano recorrió despacio sus brazos, subiendo por sus hombros hasta llegar al

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cuello. Le apartó el pelo y le dio unos besos suaves.

Su cuerpo se estremecía con cada beso. Su piel se erizaba con cada caricia.

Dejarse llevar era lo que estaba haciendo y él continuó con su mano la exploración de su cuerpo.

Posó la palma de la mano en uno de sus pechos notando como ella estaba excitada y con una voz susurrante le dijo al oído que quería comprobar una cosa.

Ella aún permanecía en la más absoluta oscuridad por el pañuelo en sus ojos pero con los demás sentidos a flor de piel. Sabía que podía confiar en él, que podía dejar su cuerpo en sus manos porque nada malo le pasaría.

Bajó su mano hacia sus piernas y con un movimiento brusco se las separó. Puso sus dedos en su sexo y ella contuvo la respiración. La notó mojada, excitada y preparada. La comprobación estaba hecha.

La boca de él fue hacia uno de sus pechos y sus dedos se introdujeron en ella.

Movimientos rítmicos, suaves y pausados al principio para luego hacerse más rápidos e intensos y cuando sintió que ella llegaba al éxtasis capturó su boca y ahogó sus gemidos con un beso.Cuando notó que su respiración era más pausada, acercó la boca a la oreja de ella y le susurró: —Eres mía

Pilar Descalza LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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ANTOLOGÍA “MI PRIMERA VEZ” “ESCUELA DEL DELIRIO” LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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Relato 5 Ni bien me senté, abroché el cinturón de seguridad. Sabía que no era necesario hasta que dieran la orden, pero me hacía sentir más segura. Una tira de tela resistente iba a salvarme en caso de que hubiera un accidente. Todos morirían, menos yo.

Retorcí mis manos nerviosamente y dirigí una mirada hacia el bolso de mano. El lomo del libro era tentador, pero no estaba de ánimo. Demasiado nerviosa. Pude ver el bordado rosado que le había hecho a la funda de mi I—Pod, pero la música me molestaba. No podía entrar a internet por las señales. Nos iba a hacer morir a todos, pero yo sobreviviría por usar cinturón.

Esperaba que todavía no se hubiesen dado cuenta de que no estaba. Mandarían mensajes buscándome, y harían que bajara del avión—perdiendo los ahorros de cuatro años enteros—, para volver a vivir con Sergio.

No. Le tenía más miedo a que se diera cuenta Joaquín. Él era un maldito controlador.

Pero era temprano. Eran las tres de la mañana, y me había escapado de mi casa a las doce de la noche. Estaban todos durmiendo. A no ser que a Joaquín se le haya ocurrido meterse otra vez en mi habitación. Le diría a Sergio, sin vergüenza, y estarían buscándome.

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Tomé el bolso de mano y saqué las pastillas que me recomendó la farmacéutica para dormir. Ya estábamos por despegar, así que esperé un poco más, por las dudas de que sucediese algo. Era la primera vez que subía a un avión, y toda la cosa estaba siendo un poco traumática. Ni bien despegamos, pedí a la azafata una botella con agua y me tragué dos pastillas de un sorbo. Listo. Ni dos minutos después, caí en la inconsciencia del sueño.

Metida en un lugar borroso, mi mente divagaba sobre lo que pasaría después de este viaje. Sergio revisaría cada ciudad del mundo, buscándome, y cuando me encontrara me encerraría bajo llave el resto de mi vida. Pero si eso llegase a pasar, tenía avisada a Ceci de que si no estaba en el aeropuerto a las doce del mediodía, llamara a la policía para mi casa.

No iba a volver a ahí.

Imaginé a Joaquín metiéndose en ese lugar oscuro donde estaba encerrada, aprovechándose de la situación. Sergio estaría de su lado, como siempre. Y como siempre, me torturaría hasta que lo dejara avanzar.

No, no, NO

Las imágenes sádicas se reproducían en mi cabeza, pero las pastillas no me dejaban salir de esta pesadilla. Jesús. Quería correr de ahí, pero la habitación era pequeña, y el cuerpo de Joaquín abarcaba todo. No podía salir, no podía escapar. Estaba atrapada.

El zarandeo de mi cuerpo hizo que mi cabeza reaccionara.

Me encontré con unos amables ojos grises, penetrándome con la mirada. Hizo que mi estomago solapeara. Mis ojos cayeron en su boca antes de que pudiera registrar el movimiento, y luego me fijé otra vez en su rostro. Era un chico, como de mi edad.

Soltándome suavemente, como si tuviese miedo de que me durmiera otra vez, revolvió sus

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bolsillos y sacó un pañuelo de tela. Que tierno. No conocía un hombre con pañuelos de tela. Más bien, no conocía hombres buenos, y punto.

—Estás llorando —susurró, entregándomelo.

Lo pasé por debajo de mis ojos, secando la humedad.

—Gracias. —Mi voz salió ronca mientras forzaba una sonrisa aguada. Me limpié la garganta en silencio—. Pesadillas, pero tomé pastillas para dormir, y no podía despertar.

Sacudió la cabeza

—Estabas hablando y llorando, me lo veía. No me gustan las pastillas para dormir. —¿Hice una escena? —murmuré, mirando alrededor. Todos estaban enfocados en sus actividades; leer, I—Pods, Notebooks, o comer. Nadie nos miraba. —No, hablabas bajo.

Lo miré detenidamente. Era guapo. Ojos grises dulces, pelo enrulado, despeinado y negro, un rostro simétrico y recto. La sombra de la barba quería aparecer alrededor de su besable boca. Dándome cuenta de lo que estaba pensando, parpadeé y llevé la vista detrás de su hombro.

No iba a estar escapando de dos hombres para enredarme con otro en el proceso.

—¿Te desperté? —pregunté—. Puedo darte las pastillas si quieres,

Puede que así no estaría distrayéndome con él. Aunque era agradable. Pero sacudió la cabeza.

—No. Estoy bien. Pero gracias —me sonrió ¡Que sonrisa! Las del tipo que no puedes evitar devolver.

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Buscando algo para sacarme de la cabeza lo último, me agache y tomé del bolso la botella de agua. Tomé un sorbo y le ofrecí, pero sacudió la cabeza y alzó la suya.

—¿Quieres contarme que fue lo que soñabas? —preguntó suavemente.

Resoplé; nunca le contaba a nadie, salvo Joaquín y Sergio. Pero vivían conmigo, yo no sé los contaba; ellos ya lo sabían. Pero sintiendo la necesidad de contarle a alguien la desesperación que estaba pasando, suspiré, bajando la vista a mis manos, y empecé.

—Mi padre, Sergio, es un tipo alcohólico; del tipo apostador y golpeador. Tenía días buenos y malos, mayormente malos. Todo siempre es mi culpa, así que siempre me golpeaba —dije con voz dura. Le iba a contar, pero no iba a estar indefensa. Le daba un vistazo a lo que mis muros contenían, pero no lo iba a dejar pasar—. Él está a cargo de este chico, Joaquín, que es unos dos años mayor que yo, y es el tipo de una sola noche. Me usa todas las noches.

Le escuché jadear. Aparte de Ceci, nadie sabía todo esto. En el colegio o en el barrio veían que a veces lloraba o cuando tenía mal tapado algún moretón, pero no se atrevían enfrentarse al golpeador ni al violador. Los daños eran menores si me lo soportaba.

—¿Estás escapando? —preguntó, en un murmullo bajo. Asentí lentamente, mirando el respaldo del asiento de delante. Él expiró lentamente, y asintió, como diciendo bien— ¿Tienes a dónde ir? —A la casa de mi mejor amiga, Ceci. Está en la universidad, así que voy a estudiar con ella. —Sonreí. Cecilia había estado rogándome con esto desde dos años atrás, y estaba casi saltando por las paredes cuando le dije de mi plan. —Si pasa algo, me contactas —dijo, seguro y confiado—. ¿Tienes para anotar?

Fruncí el ceño ante la ayuda, pero no protesté y saqué mi I—Pod, localizando la agenda. Me dijo su número y lo anoté rápidamente.

—¿Cuál es tu nombre? —pregunté.

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—Xyan —contestó, sonriéndome. Revolvió los bolsillos de su chaqueta y sacó otro I—Pod—. ¿Tu número?

Se lo dije, y al final le dije mi nombre

—Lodovica.

Arqueó las cejas, como todos ante el nombre raro, pero su sonrisa se ensanchó.

—¡Que genial nombre! ¿Te dicen Vic?

Fruncí los labios. La gente en la ciudad y la escuela me decían Vic, Joaquín me llamaba por insultos o apodos asquerosos, y Sergio me decía Lodo, como otro insulto, como si fuera barro. Pero yo quería un nuevo comienzo, así que lo cambié

—Vica.

Volvió a sonreírme, y no pude evitar igualarla. Pero entonces, los parlantes del avión informaron que íbamos a descender en el próximo aeropuerto, en cinco minutos, por fuertes tormentas más adelante. Enseguida mi cuerpo se tensó. ¿Ellos iban a estar ahí? ¿Esperándome? Podrían haberle pagado a la gente del aeropuerto, para hacer detener el avión y buscarme. Mi respiración, estaba hiperventilando.

—¿Qué pasa? —preguntó tocando mi rodilla. En vez de sentirme incómoda, el calor me inundó el estomago, y me tranquilizó un poco. Pero no lo bastante. —Ellos van a buscarme —jadeé. Su ceño se profundizó. —Yo voy a cuidarte —refutó, su voz profunda, dura pero cariñosa a la vez. ¿Era posible que pudiera confiar en este chico en tan poco tiempo? Mi cuerpo se relajó, y me sentí un poco mejor.

Cuando bajamos del avión, nos dijeron que no podíamos salir del aeropuerto, o nuestro bole-

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to ya no tendría valor, y que estaríamos ahí unas cuantas horas, así que nos tendríamos que poner cómodos. Xyan se quedó a mi lado, y me hizo escuchar canciones de Coldplay para tranquilizarme desde su I—Pod. Decidimos recorrer todo el aeropuerto para matar el tiempo, y seguir hablando.

Él era de Zárate, la ciudad continua de la mía. Está viajando a Las Vegas, unas cuantas paradas después de la mía, que era la siguiente, en México, para buscar a su madre.

—¿Qué le pasó? —pregunté, sonando curiosa. Enseguida me di una cachetada mental, por ser entrometida. Pero me tranquilizó con otra sonrisa. Tenía mucho poder en mí esa sonrisa. —Es tipo… ¿hippie? Defiende los derechos de los animales, organiza protestas, cosas así. Está encarcelada por haberse metido a un matadero y liberar las vacas, así que tengo que pagar la fianza —lo dijo como si fuera gracioso, y no pude evitar reírme. —¿A lo mamá de Homero Simpson? —Exacto. —Concedió, asintiendo y riéndose, haciendo que sus ojos se arrugaran a los extremos. Eso produjo un aleteo en mi estómago. La voz de mi cabeza me decía que no debía encariñarme con él, porque a) era un hombre, y b) en todo caso, solamente lo iba a ver por unas cuantas horas más en el aeropuerto y el avión. Pero la tiré lejos, encerrándola, y me introduje en la burbuja que había creado a nuestro alrededor. No me preocupaba que me vinieran a buscar; tenía a este chico queriendo ayudarme, y Ceci estaba avisada.

Estuvimos recorriendo todos los puestos, sin comprar nada, como por una hora y media, hasta que me invitó a comer algo. Acepté, sonriendo como una boba ante la idea.

—¿Vamos allá? —pregunté, señalando Mac Donald´s.

Volvió a sonreír. Xyan era un tipo bromista y risueño, parecía estar siempre de buen humor.

—¡Vamos a Mac Donald´s!

Me reí y él agarró mi mano. El calor subió desde mi mano, y me recorrió todo el cuerpo. ¿Cómo

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podía ser que estuviera tan feliz, siendo que estaba escapando? Después de entrar, me hizo buscar un lugar mientras él hacia los pedidos, el mío, que se lo aprendió de memoria, y el suyo. Encontré una mesa vacía en la esquina más alejada de la puerta, casi encerrada. Me gustó la idea de estar lo más sola posible con él.

Volvió unos cinco minutos después, con dos bandejas en la mano. Dejó la que tenía una hamburguesa con queso, tomate, lechuga y mayonesa, gaseosa de lima limón, papas fritas y ensalada de zanahoria, tomate y huevo, y de postre, helado de chocolate con Oreo. Él había pedido la misma hamburguesa, pero con huevo frito, y dos, aros de cebolla, Coca Cola, y helado de dulce de leche con chocolate. El hambre me estaba rugiendo en el estomago, así que comí enseguida mi hamburguesa, hablando con él de lo primero que se me venía a la cabeza. Era tan fácil, nada de forzarse o algo como eso. El clima, los aviones, accidentes, música, películas, libros. Evitó todo el asunto de mi familia, pero habló de la suya, contándome anécdotas y cosas como eso.

Estuvimos un montón de tiempo ahí, ocupando el espacio más escondido. Sus ojos grises me succionaban cada poco tiempo, su boca me sonreía, e incluso estiró las piernas y se enredó con las mías hasta que ya sentí que no podía moverlas. Me sentía tan bien. Como cuando estuve lejos de casa las dos semanas de vacaciones de invierno con Ceci.

Le conté de cuando ella se mudó a México. Del enojo que ella tenía con sus padres, dejándome sola con Sergio y Joaquín, tres años atrás. Le había dicho que no se sintiera responsable, y que encontraría otra forma de escaparme durante las noches. Pasaba la mayor parte de las vacaciones de invierno y verano en su casa, y los fines de semana largos también. Pero los pagaba ella, con el consentimiento de Sergio. Claro que antes de irme, él encontraba millones de razones para pegarme y maltratarme, y Joaquín hacia todas las perversiones que no iba a poder hacer durante el tiempo que no estaba. Y ahora iba a volver con ella, encubierta por todos, para asistir a la universidad con su apellido—tenía contactos para la tramitación de papeles—, y estudiar tranquila. Un nuevo comienzo. Antes de que pudiera frenar mi imaginación, pensé en tener a Xyan a mi lado.

Eran las nueve de la mañana cuando avisé a Ceci de que no iba a llegar a la hora estipulada

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porque el avión estaba estancado por las tormentas. Ella me hizo asegurarlo un montón de veces, probablemente pensando en que ellos me habían encontrado, y querían que ella no estuviera en el camino. Incluso se la pasé a Xyan, para que le asegurara que estaba bien. Se rió de algo que ella le dijo, estaba segura que era de mí porque me miró cuando lo hacía. Tenía intenciones de matarla si había dicho algo vergonzoso.

Fuimos a averiguar cuando íbamos a despegar otra vez, y nos dijeron que en unas dos horas más. Xyan agarró mi mano, con el mismo sentimiento anterior atravesándome, y caminamos otra vez por el aeropuerto, hablando y hablando. Me hacía reír con las cosas que decía, y me sorprendía la calidez que un hombre podía tener. Me regaló un florero hermoso, con distintas tonalidades azules, según él, para que pusiera las flores que me iba a enviar. Me sonrojé. Yo le regalé una libreta y una lapicera, para que me enviara cartas, diciendo que el correo electrónico era algo muy frío. Y él se rió y me dio un beso en la mejilla.

En el avión me inundó la sensación de tristeza y añoranza; no iba a ver a Xyan en largo tiempo. Al menos hasta que él se pudiera recuperar de su situación. Me gustaba él; su calidez, dulzura, confianza, y todo él. Y no lo quería lejos. Suponía que tenerlo aunque sea por cartas y llamados era mejor que nada. Cada vez que lo miraba furtivamente, que eran varias, parecía tener los mismos pensamientos que yo, con su ceño fruncido y la boca en una mueca rara de tristeza y enojo.

El corazón me dolía cuando los parlantes anunciaron que ya tenía que prepararme para bajar. Junté mis cosas lentamente, y Xyan me siguió. Lo dejaron bajar, diciendo que era mi novio y que se iba a despedir. Las azafatas lo miraron con ternura cuando agarró mi mano y me llevó lejos, en dirección a la línea de equipaje.

—¿Vas a llamarme? ¿Y a mandarme cartas, correos electrónicos y mensajes por Facebook? —preguntó, su ceño fruncido, casi tocándole los ojos grises angustiados. Me reí una vez secamente, sin gracia. —Si, Xyan. ¿Vos lo vas a hacer? —Todos los días —prometió, tirando de mí hacia él, en un abrazo fuerte que hizo que oliera

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la fragancia que me tenía loca de deseo. Después de unos minutos que se me hicieron cortos, me separó lo suficiente para que pudiera verle la cara. Su boca cerca de la mía—Suerte. Si esos hijos de puta te encuentran, voy a ir a buscarte. Voy a revolver todo, Vica. Te lo prometo —.

Se inclinó más, y rozó sus labios con los míos. Mi corazón se detuvo y arrancó con todo lo que tenía. No era como con Joaquín; era tan… tan… Le devolví el beso varias veces, agarrando su nuca y tirando un poco de su pelo despeinado, sin tener bastante de él, mientras él enredaba sus brazos en mi cintura. Los parlantes lo llamaron, pero siguió besándome lentamente, recorriendo toda mi boca con su lengua. Cuando dijeron que en dos minutos el avión iba a despegar, lo alejé de mí, sonriéndole.

—Todos los días —le recordé. —Te lo prometo. —Me dio un beso fugaz acompañado por un abrazo, y trotó por donde habíamos venido.

Cuando ya no lo veía más, suspiré y me di la vuelta. La chica alta, rubia, exquisitamente vestida, que conocía como Cecilia, me regaló la sonrisa indulgente que me tenía acostumbrada cuando hacia algo que le encantaba.

—Veo que ya has conocido a alguien. —Musitó, arqueando las cejas. Me reí y corrí hacia ella, saltándole encima para abrazarla. A ella, y a la vida nueva que iba a conocer..

Iara Ruiz Diaz

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POESÍA LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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La cosecha Amor; Fue ayer cuando me amabas. Aun siento tus espacios solariegos, En el campo de letras cultivadas, De terciopelo, rosas florecieron. Ya secó, la tierra no labrada, Bajo un brozar de recuerdos, Solo quedan espinas ensarmentadas, Donde versos vigorosos florecieron.

José Ramón Peces

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CINE fila 7 butaca NOVELAS 15 LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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El juego de Ender Sally Night Mare Dirigida por: Gavin Hood

ciencia-ficción de Orson Scott Card.

Protagoniza por: Asa Butterfield, Harrison Ford, Abigail Breslin, Ben Kingsley, Hailee

Reseña: Hace mucho tiempo que me leí los

Steinfeld, Viola Davis, Suraj Partha, Moises

libros de Orson Scott Card y la verdad me

Arias

encantaron todos y cada uno de ellos, la re-

Género: Acción - Aventuras - Ciencia Ficción

ticencia que tenia por la película la verdad

Año: 2013

era extrema, pero no todos los proyectos del cine sacados de grandes obras de la litera-

Sinopsis: Setenta años después de una

tura tienen que ser malos.

guerra entre seres humanos y extraterres-

La adaptación de los juegos de Ender

tres, un niño es enviado a una escuela mili-

de manos de Gavin Hood ha sido de las me-

tar espacial con el fin de prepararlo para una

jores que he visto hasta ahora, hay que de-

futura invasión.

cir que con los efectos especiales de los que

Adaptación de la popular novela de

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disponen hoy en día los grandes magnates

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del cine no podía ser menos, la verdad.

difícil olvidar ya que he pasado un gran rato

Los actores parecen ser grandes pro-

con esta película y os animo a todos a verla,

mesas del cine y en esta adaptación a la

no a todo el mundo le gusta la ciencia ficción

gran pantalla de los juegos de Ender pode-

aun así esta, no creo que os deje indiferen-

mos disfrutar del gran talento como actor del

te.

gran Harrison Ford, la predilección de este hombre por las películas de ciencia ficción se vuelve a hacer patente en esta película. Todos conocemos al gran Harrison Ford en la saga que lo catapulto al éxito Star Wars sin olvidarnos de Blade Runer, una obra maestra de nuestros tiempos, al menos de los míos, jajajaja. Asa

Butterfield,

al que conocemos de el niño del pijama a rayas a mi me ha dejado totalmente sorprendida, no esperaba que un crio así llegara a captar la esencia de Ender de esa manera. Pero no puedo dejar de destacar al resto de actores gracias a los cuales la película los juegos de Ender en su conjunto es una película de la que me va a ser

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Riddick Sally Night Mare Dirigida por: David Twohy

las mejores sagas que hayan podido existir,

Protagoniza por: Vin Diesel, Karl Urban,

ya se hace patente mi fascinación por las

Katee Sackhoff, Dave Bautista, Nolan Ge-

películas de ciencia ficción y si ademas le

rard Funk, Noah Danby, Jordi Mollà, Bokeem

añades un poco de fantasía y para rematar

Woodbine, Raoul Trujillo, Antoinette Kalaj,

la película el protagonista es Vin Diesel yo

Keri Hilson, Lani Minella, Neil Napier, Matt

ya soy completamente feliz. Si se nota que me ha gustado, la ter-

Nable, Conrad Pla Género: Ciencia Ficción-Acción

cera entrega de esta saga no deja nada que

Año: 2013

Sinopsis:

Traicionado

por

su propia especie y dado por muerto en un lejano y desolado planeta, aparentemente sin vida, el duro Riddick tendrá que luchar por la supervivencia contra depredadores alienígenas convirtiéndose en un ser más poderoso y peligroso que nunca... Tercera entrega de la saga iniciada en “Pitch Black” y continuada en “Las crónicas de Riddick”.

Reseña: No Para mi una de

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desear a los seguidores de este actor, los

En esta entrega lo volvemos a ver en

efectos especiales siguen una linea de pro-

un planeta plagado de peligros y de criatu-

greso en la cual se deja patente que los años

ras increíbles, las cuales están muy logra-

no pasan en balde en el mundo del cine y

das, Riddik busca sus orígenes y como es

que el director no se quiere quedar atrás.

costumbre lo traicionan pero sale adelante

Y si de progresos estamos hablando

y vuelve a ser el básico Riddik, ese que to-

la calidad de Vin Diesel en lo referente a cre-

dos conocimos en Pich Black, uno salvaje

cer como actor se deja ver muy claramente,

y fuerte que lo único que quiere es vivir su

las sagas con el tiempo van degenerando,

vida sin ser molestado y sobrevivir en un

una cosa que a mi pesar he de confesar

mundo en el que cualquier cosa te puede

pasa con la otra saga que este actor tiene

matar como te distraigas por eso mi mas

a sus espaldas y que todos conocemos, si

ferviente recomendación a la tercera entre-

te entretiene pero no avanza en la linea ar-

ga de las cronicas de Riddik, yo no me la he

gumental, cosa que no pasa con Riddik vas

perdido, y vosotros no tendríais que perdé-

viendo un progreso tanto en la historia como

rosla.

en los protagonistas, bueno mas bien el protagonista pues como queda patente que los compañeros del protagonista no duran mucho a su lado.

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Thor. El mundo oscuro Sally Night Mare Dirigida por: Alan Taylor

nado ya, me dijeron que el director era mas

Protagoniza por: Chris Hemsworth, Natalie

dan de Loki que de Thor y por ello se notaba

Portman, Anthony Hopkins, Tom Hiddleston,

que le había dado un protagonismo mayor

Christopher Eccleston, Idris Elba, Kat Den-

al primero que al segundo en esta película

nings, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Jaimie

y lo siento pero yo no he visto eso. Si Loki

Alexander, Tadanobu Asano, Stellan Skars-

tiene su protagonismo y no lo voy a negar ya

gård, Ray Stevenson, Alice Krige, Zachary

que de alguna manera hay que sacarlo del

Levi

lio en el que se ha metido y que a los espec-

Género: Fantasía - Acción - Aventuras

tadores nos quede claro que Loki esta hay y

Año: 2013

alguna cosilla mas jajaja, pero no es el protagonista indiscutible de la segunda entrega

Sinopsis: En “Thor. El mundo oscuro”, Thor lucha por restablecer el orden en todo el cosmos… pero una antigua raza liderada por el vengativo Malekith regresa para volver a sumir al universo en la oscuridad. Thor se enfrenta a un enemigo al que ni siquiera Odín y Asgard pueden hacer frente, y deberá embarcarse en su viaje más peligroso a la vez que personal. En este viaje se reunirá con Jane Foster y le obligará a sacrificarlo todo para salvar el mundo.

Reseña: No hQue puedo deciros de esta película que la mayoría no os hayáis imagi-

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podía dejar pasar. En lo referente a los efectos

especiales

siguen

siendo de lo mejor sin discusión y el sentido del humor que caracteriza a los super héroes de marvel tengo que decir que ha decaído bastante.

de Thor, para nada. Los demás protagonistas están dentro de la linea a la que nos tienen acostumbrados sin ninguna sorpresa que poder destacar de ellos a una excepción, me explico, preparando la reseña me he dado cuanta

Ya solo me queda deciros que si sois seguidores de marvel no dejéis de verla pues la pelicula tiene sus momentos y tiene un punto de entretenimiento.

del nombre de uno de los actores que me ha dejado algo sorprendida y este es Christopher Eccleston, un gran actor al cual no he reconocido en la película mientras la veía y al cual he tenido que buscar, mi sorpresa ha sido encontrarlo en el papel de Malekith, una grata sorpresa pues es un personaje que me ha gustado muchísimo en esta segunda entrega. Una cosilla a destacar que no puedo pasar por alto es el hecho que solo un personaje ha notado los años pasar por el, uno de los compañeros de Thor en la batalla el chico coreano el cual en la primera película era unos veinte años mas joven ha envejecido repentinamente, un dato curioso que no LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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CRÓNICA LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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B’Radic Leila Milà El pasado día 1 de marzo se cele-

14:30h con la presentación de los asisten-

bró en La Casa del Libro de Pso. de Gracia

tes y los agradecimientos pertinentes, para

(Barcelona) el I Evento “B’Radic” o lo que es

a continuación poner en situación a los asis-

lo mismo que decir: Be Romantic Addict un

tentes sobre qué era el B’Radic y que sus or-

Club creado para suplir el vacío de encuen-

ganizadoras Ximena Dunne y Nínive L. Blé,

tros de este tipo en la ciudad condal.

explicarón del siguiente modo???: ¿Qué es B’Radic? Tú (la autora), yo (la adicta), Un

El

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encuentro

se

inició

a

las

libro (Mi adicción). Tras esto expusieron el

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lema de Club: “lo que la novela romántica ha

6.- Serás infiel leyendo más de un libro a la

unido que no lo separe el hombre” y sus diez

vez.

mandamientos (un elemento fresco que hizo

7.- No robarás libros en las bibliotecas.

sonreír a todas y corear ¡Amén Hermanas!

8.- No realizarás críticas destructivas sobre una novela.

10 Mandamientos:

9.- Tendrás pensamientos impuros con sus

1.- Elegirás una novela romántica sobre

protagonistas.

cualquier otro género.

10.- No codiciarás novelas ajenas.

2.- No hablarás en vano de una novela. 3.- Elogiarás la lectura romántica sobre to-

¿Divertido, verdad? El evento siguió

das las cosas.

con una pequeña entrevista a las auto-

4.- Honrarás el trabajo de sus escritoras.

ras invitadas y una tertulia abierta amena,

5.- Matarás por conseguir la última novela

cercana, y con un buen ambiente increíble

de tu escritora favorita.

donde se habló de la labor de los blogs en

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asistentes con los que se interactuaba en todo momento tratando de tirar de la lengua a las autoras para que desvelasen sus próximos trabajos, como por ejemplo “Y llenarte el muro de flores” de Laura Nuño y Helen C. Rogue; una historia sobre chico conoce chica y esa gran red social llamada Facebook; o la publicación de Olga Salar y Laura Nuño con Harlequin como mención especial del II Premio Harlequin.

Autoras B’Radic: Arlette Geneve cuanto a difundir la literatura, críticas y reseñas, las redes sociales y la autopublicación en un mundo interconectado donde la inmediatez parece que prima sobre todas las cosas, así como la calidad y la variedad.

Se habló también de la importancia de las portadas y de la labor de las editoriales, así como preguntas formuladas por los

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Astrid Gallardo

del

I


de se reunieron Ilu Vilchez (B de Books), Marisa Tonezzer (Vergara), Maria José de Jaime (Libros de Seda) y

Andrea

Tommasi-

ni B (Terciopelo). Nos informaron sobre las novedades

que

nos

esperan así como qué buscan las editoriales Bela Marbel

en un manuscrito o qué

D.W. Nichols

puede hacer que les atraiga. Hubo también

Dama N. Prayton

ronda de preguntas y para ello dieron paso

Helen C. Rogue

a la presentación in situ de Olga Salar con

Iris T. Hernández

su “Jimena no deshoja margaritas”, Regina

Jezz Burning

Roman con “San Valentina tiene un plan”;

Leila Milà

Laura Nuño y “Mi Bestia”, junto con Teresa

Lury Margud

Cameselle “No soy la bella durmiente”.

Mar Montilla Marina Capilla Maria José Fraile Mel Caran Núria Llop

Tras todo esto y los descansos pertinentes, con catering incluido; llegó la Mesa Editorial don-

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del Libro de Rambla Catalunya.

Os

esperan

en el B’Radic, eso sí, no olvidéis confirmar vuestra asistencia a la que anuncien

públicamente

el nuevo encuentro.

Las asistentes pudieron preguntar-

Be Romantic

les nuevamente y dar paso a las firmas y

Adicct, únete en:

fotografías antes de finalizar la velada con

Facebook:

sorteo de libros cedidos por las editoriales y

https://www.facebook.com/

las propias autoras, y entrega de diplomas

groups/410056459128583/

especial, ya que, cada autora recibió su di-

Twitter:

ploma personalizado con una frase que las caracteriza en relación a sus obras o a ellas

https://twitter.com/be_radic Blogger:

mismas.

http://beromanticaddict.blogspot.com

Fue un éxito rotundo, aforo al completo y sobrepasado, regalos (puntos de libros y pulseras), un ambiente inmejorable y muchas ganas por parte de todos los asistentes de repetir. La organización fue impecable y el ambiente realmente increíble, por lo que no nos queda más que sacarnos el sombrero ante el evento y esperar al siguiente que tendrá lugar el 10 de Mayo en La Casa

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Fallas 2014 Samy S.Lynn Os voy hablar de las fallas, sí, como

to con los artilugios de madera que emplea-

lo leéis de las fallas. Porque las fallas es un

ban para elevar los candiles que les ilumi-

arte, ¿no me creéis? Voy a explicároslo.

naban mientras trabajaban en los meses de

Empezaremos por la Historia de las fallas.

invierno. Por ese motivo el día de la cremà

El origen de la fiesta de las Fallas se

(momento en el que arden los monumen-

remonta a la antigua tradición de los car-

tos falleros) siempre coincide con el día 19,

pinteros de la ciudad, que en vísperas de

Festividad de San José.

la fiesta de su patrón San José, quemaban frente a sus talleres, en las calles y plazas

En el siglo XVIII, las Fallas se redu-

públicas, los trastos viejos e inservibles jun-

cían a piras de materiales combustibles que

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recibían el nombre de Fallas y quemaban al

las Fallas. Esta presión provocó que en 1885

anochecer de la víspera de San José.

surgiera un movimiento en defensa de las tradiciones típicas, otorgando la revista “La

Estas Fallas fueron evolucionando

Traca” premios a los mejores monumentos

y cargándose de sentido crítico e irónico,

falleros. Este hecho provocó la competición

mostrándose sobre todo en los monumentos

entre los vecinos y dio lugar al nacimiento

falleros escenas que reproducían hechos

de la falla artística, donde no desaparecía

sociales censurables y critica social siempre

la crítica, pero predominaba la preocupación

con sentido del humor.

estética.

Sobre 1870 se persiguió duramente

En 1901, el propio Ayuntamiento de

los festejos populares como el Carnaval y

Valencia, otorgó los primeros premios mu-

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nicipales a las mejores Fallas. Este fue el comienzo de la unión entre el pueblo y el poder político, evolucionando con pasos agigantados esta fiesta popular en número, estructura y organización.

LAS FALLAS HOY Valencia, ejemplo de modernidad, puerto del Mediterráneo y capital de grandes eventos, se transforma en marzo para convertirse en una ciudad entregada a su fiesta, a la música y a la pólvora.

Las Fallas, las fiestas del fuego por excelencia, se mantienen desde hace siglos tan espectaculares, desmesuradas y barrocas como el propio valenciano. En los albores del invierno, la ciudad se tiñe del color de las flores y de la pólvora para recibir la primavera y a más de un millón de visitantes, que entre la música de las bandas y el estruendo de las mascletàs recorren los monumentos falleros, este año más de 700. Sin embargo, no hay que olvidar que durante esos días, también se puede disfrutar de las exposiciones del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) y del Museo de Bellas Artes San Pío V, visitar la Ciudad de las Artes y las Ciencias e incluso descubrir el alma marinera de la ciudad degustando una buena paella después

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de la mascletà.

rabassa.

La

Ex-

El día 15 de marzo empieza la plantà

posición

del

y el 16 a las ocho de la mañana ya está cada

Ninot, la plan-

falla en su lugar, más de 700 monumentos

tà, la Cabalga-

algunos de 25 metros de altura.

ta del Reino, los

castillos

El arte y la sátira se conjugan en unos

de fuegos ar-

monumentos que durante la semana fallera,

tificiales,

la

del 12 al 19 de marzo, se levantan en cada

Ofrenda de flo-

una de las calles y esquinas de la ciudad y

res a la Virgen

en los que se critica y caricaturiza vida so-

y la Nit del Foc,

cial y política. Como cada año la cridà, la in-

son algunas de

vitación de las falleras mayores de Valencia,

algunas de las

Marta Agustín y María Berbel, a participar en

imprescindi-

las Fallas, ha sido el pistoletazo de salida de

bles citas falle-

las celebraciones falleras.

ras. Como presagio primaveral, las Fallas Lo más

se viven en la calle por el buen tiempo que

tradicional

es

normalmente hace y porque la ciudad se

recorrer

las

convierte, toda ella, en peatonal. El sonido

la

de la música festera y el olor a la pólvora y

con-

a las flores acompañan a otro aroma típica-

templando las

mente fallero para los valencianos: el de los

fallas,

mien-

buñuelos. Lo más tradicional es recorrer las

tras se disfruta

calles de la ciudad contemplando las fallas,

de un exquisito

mientras se disfruta de un exquisito choco-

chocolate con

late con bunyols de carabassa.

calles ciudad

de

bunyols de ca-

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Podría

ha-

blaros de ellas fallas de la sección especial, esas que sus

precios

son

desorbitados pero no va a ser el caso aunque el trabajo de el artista fallero es muy importante, para mi la importancia reside en el arte de los falleros que crean sus propias fallas y por ello os voy a hablar de una falla en la cual su monumento lo crean los propios falleros. Desde el 1 de marzo en Valencia, todo el mundo tiene una cita a las dos en la

Monumentos impresionantes se ele-

plaza del Ayuntamiento para ver la mascle-

van en las calles de valencia, desde el 1 de

tà, la sinfonía del ruido. Las mascletà es un

marzo comenzamos a tener los problemas

espectáculo para los sentidos: se oyen los

de calles cortadas, ninots por todos los la-

masclets, se ve el fuego y el humo y se hue-

dos, sobre todo de las fallas grandes, o fallas

le la pólvora, pero sobre todo se siente la

de sección especial. Pero realmente cuando

vibración que sube por las piernas y recorre

estas deben amanecer montadas es cuando

todo el cuerpo.

empieza el trabajo real, sobre todo en las fallas pequeñas donde son los propios falle-

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ros los que crean y montan los monumentos

poco que saben crean arte, unos lo dibujan,

con un trabajo que para mi es mucho mas

otros lo crean, con corcho, madera y cartón,

importante que el del artista fallero, no por

hasta muchos con telas, otros los pintan, los

desprestigiar a este, pero el vive de ese tra-

pegan y por fin entre todos los montan. El 14

bajo y tiene todos los medios y maquinaria

de marzo es una noche de locos, comienzan

necesarios, estos falleros no. Tan solo son

el montaje de la falla infantil, esa falla hecha

personas normales y corrientes que con lo

desde el corazón y la pasión del amor fallero, esa falla que debe amanecer el 15 de marzo montada. Y así es cuando los pájaros comienzan a cantar una falla llena de pájaros de cartón, madera y corcho se abre paso en la falla Cádizcura Femenia-Puerto Rico (Noscarmientas) con el lema Cusir i cantan, una falla de la cual su fallera mayor infantil (Clara López i Ramos) y presidente infantil (Jorge Herraiz Cardona) se enamora que lleva parte de ellos pues es un trabajo de todos ellos, de la unión de una pasión. Pero el trabajo no ter-

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mina ahí, pues la noche del 15 de marzo

te. Desde aquí quiero felicitar a toda la falla

debe comenzar el trabajo para montar la fa-

y espero muy pronto poder publicar una en-

lla grande ya que esta debe amanecer el día

trevista donde la conoceréis un poco más.

16 de marzo montada. Y así sucede el 16 de marzo después de un arduo trabajo amane-

No puedo dejar pasar la oportunidad

ce la falla grande de Noscarmientas con el

de hablaros de la ofrenda de flores a la vir-

lema Gallina vella fa bon caldo de la cual su

gen de los desamparados, esa ofrenda de

fallera mayor (Laura Cuesta i Herraiz) y pre-

flores que nace del corazón de todas y todos

sidente (Jaume López i Bronchud) disfruta-

los falleros, lagrimas de emoción son derra-

ran durante todas las fallas, al igual que han

madas al pasar por los pies de nuestra se-

disfrutado creándola y viviendola durante

ñora, que amanece el día 19 con un precio-

todo el año. Este año tuve la oportunidad de

so manto creado por las flores donadas por

estar para la cremá de la falla infantil y pude

las falleras. Una bella imagen, apasionante

disfrutar del trabajo y la unión de esta falla,

y emotiva.

una cremá fantástica, emotiva y apasionan-

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El punto negativo de estas fallas se lo

las barcas. Dejando numerosos daños ma-

deben llevar las personas que insultaron a

teriales (quemaduras en la ropa y objetos

las fuerzas del orden cuando cuidaban por

personales) y daños personales personas

nuestra seguridad, a aquellos que bebieron

con quemaduras en el cuerpo y ojos (entre

más de la cuenta agrediendo tanto a las

ellos mi hijo pequeño). Para muestra en este

fuerzas del orden como a otras personas (a

vídeo de You Tube se puede ver el techo de

mi me dieron un golpe por el cual tengo un

objetos encendidos en llamas que había so-

esguince cervical). Pero el más negativo de

bre el publico.

todos es para la cremá de la falla del ayuntamiento, ya que la poca previsión y el aire

www.youtube.com/watch?v=d1ttDN4151w

hicieron que trozos de cartón, papel, y otros objetos de la falla cayeran ardiendo sobre el publico que estaba en la zona de la calle

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LOS MISTERIOS DE CRISTINA LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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Pepa y la Virgen de Umbe Hoy en la sección de Los misterios

toda su vida, para empezar su propio naci-

de Cristina, voy a hablaros de la experien-

miento fue de milagro, al abrir a su madre

cia que le ocurrió a la abuela de una de mis

para una operación los médicos se encon-

mejores amigas.

traron el feto, lo apartaron y operaron, después cerraron.¡INCREÍBLE!, el bebé nació

Este enigma fue contado a Olga (mi

meses después. De niña y adolescente le

amiga) por la mismísima protagonista antes

pasaban cosas extrañas que ni ella misma

de morir ésta y se lo explicó con tanta clari-

podía explicar.

dad y detalles, que no hay opción a dudar ni por un momento de su credibilidad.

En 1987, Olga, su nieta y quien me contó a mi la historia, estaba pasando el fin

La señora Pepa le anunció que había

de semana con nuestra protagonista, ésta

tenido un contacto con La Virgen de la Pura

se encontró mal y por no preocupar a la niña

Dolorosa o Virgen de Umbe.

se fue a descansar, de madrugada, y al no poder más, avisó a Olga, ésta llamó a sus

Ahora

algunos

os

preguntareis

¿Quién es la Virgen de Umbe? Pues yo os

padres y en diez minutos estaban en Bellvitge.

cuento su historia. Josefa sufrió tres infartos y tenía el Se cuenta que esta Virgen se le apareció por primera vez a una mujer llamada

azúcar a 800, no le dieron ni diez horas de vida.

Felisa Sistiaga el 25 marzo de 1941, desde entonces las apariciones fueron varias de-

Mientras en su calle un grupo de per-

cenas de veces, la última el 8 de diciembre

sonas que iban todos los años a Lourdes re-

de 1988.

zaban un rosario por ella, esa misma tarde inexplicablemente el azúcar le desapareció,

Pero volvamos a Pepa, resulta que esta señora anciana ya, había sido especial

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los médicos no salían de su asombro, Pepa se había recuperado mágicamente.

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La mujer salió del hospital ya con una diabetes crónica, medio corazón parado por

viendo asintieron con la cabeza, era la imagen de la Virgen de Lourdes.

un cateterismo que no salió bien, pero milagrosamente viva.

Al día siguiente una cola de personas llegaba a la calle desde el segundo piso

Ante esta situación ella y su marido

donde vivía Josefa, todos iban a ver a la Vir-

tuvieron que irse a vivir a casa de su hija, la

gen, en la sala no cabía ni un alfiler de tan-

madre de Olga, durante tres meses.

tas flores y velas que había.

Los padres de Olga aprovechando esta situación fueron a limpiar y pintar la

Pasada una semana y a pesar que aún venía gente, ya no era tanta .

casa de los ancianos. Josefa se disponía a sentarse pesaCuando ya estuvo todo limpio, Josefa y su marido volvieron a su casa, la pobre

damente porque el azúcar no le permitía apenas moverse, cuando sonó el timbre.

mujer extrañada vio lo que creyó que era una mancha de pintura a los pies de su si-

Estupefacta se vio a ella misma co-

llón y se afanó en limpiarla con agua y lejía,

rriendo a abrir la puerta, casi como si flota-

pero no lo consiguió.

se, sin ninguna dificultad.

Unos días después su nieta fue de vi-

En el rellano esperaba una joven de

sita y asombrada reconoció en aquella man-

pelo hasta la cintura y un vestido negro has-

cha a la Virgen de Lourdes.

ta los pies.

Pepa le advirtió que con ese tema no

—A Santa Rita le venía pidiendo que

se jugaba y se arrodilló para comprobar ya

me abriera usted la puerta —le dijo a Pepa.

de cerca que su nieta le decía la verdad.

—Yo le abro a todo el mundo —contestó Josefa demostrando con sus palabras

Asombradas fueron a buscar a dos vecinas que casi mudas por lo que estaban

la amabilidad de su alma. —Vengo desde muy lejos para ver a

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la Virgen —y tras decir estas palabras e invi-

88 y vengo desde muy lejos para ver a la

tada por la dueña de la casa paso a la salita

Virgen y a usted.

directamente al lugar donde se encontraba la imagen.

Volveremos a vernos.

Pepa no salía de su asombro, no comprendía como aquella muchacha sabía

Después se marchó dejando a la pobre señora parada de la impresión.

el sitio con tanta exactitud. Josefa fue corriendo a la ventana de La chica se quedó allí rezando duran-

su galería para ver si veía salir a la mucha-

te más de media hora y al levantarse le pidió

cha, pero solo veía a su vecina tendiendo la

a Pepa que rezase por las naciones, para

ropa.

que no hubiesen más guerra ni más hambre .

Cuando pudo articular palabra llamó Pepa amable como era le ofreció un

a gritos a su vecina que estupefacta le res-

vaso de agua de Lourdes como siempre ha-

pondió que de la portería no había salido

cía con quienes la visitaban.

nadie.

—Tómesela usted señora que le hace más falta —le respondió la muchacha como

La pobre mujer no salía de su asombro.

si hablase en rima . Aquel verano toda su familia y ella fueJosefa se sentía como en una nube.

ron a Bilbao y visitaron el monte de Umbe, allí había una capilla la de la Virgen de Umbe

Al rato despidió a la chica en la puerta

o Pura Dolorosa, y entraron a visitarla.

y esta brincando comenzó a bajar la escalera, entonces la joven paró y mirando de

Pepa emocionada le dijo a su familia.

nuevo a la anciana le dijo. —Miradla, ella es la joven que me vi—¿Sabe cuantos años tengo?... Pues

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sitó. —Efectivamente ante ellos se alzaba la

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figura de una Virgen vestida de negro y con una larga cabellera.

Y la historia de Josefa acaba aquí, al poco tiempo murió y Olga mi amiga me la contó así.

Ahora, aquí sentada frente al ordenador me hago tantas preguntas, pero la abuela de mi amiga ya no esta entre nosotros, sinceramente me hubiera gustado conocerla, saber si la Virgen volvió a visitarla.

Lo que tengo claro es que esta mujer en vida fue excepcional, como su nieta, y que lo que le ocurrió tuvo tantos testigos que algo de cierto tuvo que haber.

Pepa, Olga, este artículo os lo dedico.

Cristina Calahorro Zafra LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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CONCURSOS LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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junto a la revista

Letras Enlazadas convocan el

1. Concurso Literario de serie Z er

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BASES: 1.º Podrán concurrir a este Premio todas las personas residentes en España, mayores de edad,

siempre que los trabajos estén escritos en castellano, sean originales e inéditos y no hayan sido premiados con anterioridad. Cada persona podrá mandar dos trabajos. No se aceptarán obras que hayan sido publicadas total o parcialmente, en material o de manera virtual. Tampoco podrán participar obras premiadas en otro concurso, certamen, actividad literaria, o que estén en espera de fallo en otros certámenes, concursos, o presentadas para ser evaluadas para publicación con alguna editorial. 2.º

Las novelas deberán ser de serie Z, tendrán una extensión mínima de 70 y máxima de 150

páginas. 3.º Los trabajos deberán presentarse siguiendo estrictamente las siguientes características: A) Se recepcionarán a través de un correo electrónico dirigido a: ediciones.ortiz@gmail.com B) El correo habrá de hacer referencia en el ASUNTO a I Concurso de serie Z + Título de la obra (el que proceda). En dicho correo se adjuntarán dos archivos: a) La obra que concursa: . El archivo de la obra deberá estar en .doc o .pdf. Deberán estar mecanografiados en tamaño DIN A4, en letra Times New Roman de 12 puntos, con interlineado de espacio 1, 5. b) Datos de la persona concursante: Este archivo deberá contener los datos de la persona concursante: nombre, apellidos, D.N.I., domicilio, teléfonos, correo electrónico y la aceptación de las condiciones del concurso. También deberá contener la declaración de que la obra es en todo inédita y que fue escrita en su totalidad por el/la autor/a. 4.º No se aceptarán trabajos que no respondan a las características establecidas en los puntos

anteriores. 5.º

El plazo de presentación de los trabajos se extenderá desde el 1 de Diciembre hasta el 30

de Junio. No se admitirán los trabajos recibidos una vez cerrado el plazo de admisión. 6.º

El jurado estará formado por tres personas de Ediciones Ortíz.

7.º No 8.º

se dará ninguna información anterior a la fecha de publicación de los resultados.

El fallo del Jurado se hará público en la celebración del primer aniversario de Ediciones

Ortiz el 30 de agosto de 2014, el 1 de septiembre saldrán los resultados también en la revista letras enlazadas. 9.º

Todos los trabajos recibidos que no sean premiados serán destruidos.

10.º

El premio puede quedar desierto.

PREMIOS: * El ganador recibirá un diploma, entrevista en la revista Letras enlazadas, ver su novela publicada bajo las mismas condiciones de publicación que cualquier autor de Ediciones Ortiz. Ediciones Ortiz se reservara todos los derechos para esta edición así como los derechos de autoría de los relatos publicados.

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PUBLICACIONES DE NUESTROS COLABORADORES LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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José Salieto Crónicas de una Nueva Raza Es una tetralogía que, aunque al principio no te lo parezca, no se trata de una historia épica más de elfos, enanos, orcos y trasgos, a pesar de que éstos sean los personajes más abundantes en el primero de los libros. Tampoco es una simple historia de la consabida lucha entre el Bien y el Mal, en la que al final siempre ganan los buenos. De hecho, a lo largo de la tetralogía, bien y mal se entremezclan cada vez más. Ni siquiera los finales de cada historia, ni de la historia en general, pueden definirse como final feliz o un mal final, pues no son ni lo uno ni lo otro. Como en la vida misma, nada es definitivamente bueno o feliz, ni definitivamente

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malo o infeliz. Todo es una continuidad que se va entrelazando sin fin. Es la historia de una humanidad que no deja de ser muy diferente de la nuestra y que transcurre sobre un telón de fondo basado en la filosofía y el ocultismo que muchas culturas nos han legado a través de los tiempos, como la griega, la hindú, la tibetana, la egipcia y otras muchas, aunque no se hable de ellas para nada, pues esta obra no es un compendio de pesada filosofía, sino una historia de aventuras, intriga y misterios, que busca antes que nada entretener, y si me apuráis, dar que pensar, pero ya en un segundo plano. Se trata de una autoedición y de momento solo se encuentra en las librerías de Elche (Alicante) que es donde por su reciente aparición (solo hace año y medio) está teniendo más repercusión, junto a las poblaciones circundantes.. Para el resto, se puede obtener a través de la web: www.cronicasdeunanuevaraza.com donde se puede encontrar toda la información sobre la obra, e incluso descargarse los extractos de los primeros capítulos.

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Leila Milà Las Caras de la Luna Yuna conoce por casualidad a Jasper, un lobo que acabará por salvarla del ataque de un demonio. — “Te asusto” “Me acabas de ver darme de hostias con un demonio y voy a tener miedo de un lobo. ¡Por favor!” — Desde entonces, la vida de Yuna no volverá a ser la misma. Todo su mundo se verá trastocado, hasta que descubre que ella misma oculta un gran y oscuro secreto — “Yuna… necesito saber una cosa ¿Qué van a encontrar cuando analicen tu sangre?” — Humanos contra lobos, en una batalla con un sólo propósito: Yuna la elegida de la Diosa Luna. Traicionada, sola, y perdida, sólo podrá confiar en sus instintos y en Jasper para protegerla y curarla de sus propias heridas. Pasión, sexo, amor, intriga, ación y sentimientos a flor de piel en una historia tierna y humana. “Te deseo Jasper, te deseo como jamás he deseado nada, ardo sólo por ti...“ Embárcate en esta aventura. Una saga apasionante dónde conocerás y vivirás las historias de sus protagonistas al límite.

El Lamento del Lobo Terence ya no esperaba nada de la vida, cada día más práctico y dolido se va alejando más de la luz. Sumido en sus propios fantasmas, descubrirá que cuando está a punto

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de tirar la toalla la vida le presenta una nueva oportunidad, Ione. Con ella todo su rencor parece desvanecerse y todo lo que él es, lo impulsa a protegerla de un modo irracional, por lo que tendrá que luchar contra su propia verdad si quiere poder volver a ser el mismo y ayudar así a la que parece ser su pareja real que lo ha estado esperado toda su vida. Pero ambos tienen demasiadas heridas que cerrar y problemas del pasado persiguiéndolos, además de los Descendientes que se vuelven cada vez más agresivos y atrevidos con un objetivo clave, ella. No será nada fácil confiar el uno en el otro. Los dos sufrirán y lucharán contra sus propios miedos para tratar de consolidar lo suyo mientras los Del Fuego estrechan el lazo provocando que la guerra entre Lobos y Humanos parezca inevitable.

Fuego contra fuego Keithling odia a los Ojeadores. No soporta su mundo y por ello cuando es señalada desea morir. Cuando eres marcado no hay vuelta atrás y Keithling deberá aprender cuál es su lugar. Lo que no entiende es porqué nadie quiere que Mirea se acerque a ella. Dos seres que son mucho más de lo que parecen y que están condenados a destruirse mutuamente a menos que luchen contra el pasado que los marcó. ¿Será suficiente su amor para salvarse? ¿O todo arderá bajo sus pies...?

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El Compendio de Luna Detrás del velo de la noche, entre brumas y haces lunares se esconden mundos de ensueño donde las hadas tejen sus historias en lo más profundo de los bosques. Se dice, que una de ellas partió una noche estrellada en busca de las más bellas palabras jamás narradas para impresionar a sus hermanas. Se alejo dejando atrás su hogar recopilando los relatos que hacían latir el pulso del universo hasta que un día, cuando hubo llenado su preciado libro ella misma quedo presa de su embrujo en su interior. Y según cuenta la leyenda, es en las noches de luna llena que su voz se vuelve a oír relatando esas aventuras que yacen sumergidas en su libro mágico: Historias de amor, pasión, erotismo, terror y pensamientos que hacen suspirar... Déjate seducir por su influjo y adéntrate en el jardín del hada de los cuentos que susurrará las aventuras de sus páginas.

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Dama N. Prayton Crónicas de la Nueva Hispania I Sentencia de Amor Un día cualquiera, un día corriente, pero una noticia que lo cambiará todo. España se despierta con un nuevo Gobierno y un nuevo nombre: “La Nueva Hispania”. Los nuevos gobernantes lo controlan todo, poseen tecnología de última generación y un ejército de cíborgs, también denominados protoners. Las leyes son tan opresivas que muchos mueren por desobedecerlas. Pero no todo está perdido, hay varios grupos de patrulleros defensores de la libertad. Ella es una chica que escapa de un cautiverio atroz, para caer en otro donde su vida depende de una respuesta a una única pregunta. “¿Quién eres?” Pero ella no pude responder, no puede desvelar la verdad aunque su vida dependa de ello. Leo es un miembro fuerte y decidido de la resistencia, un patrullero experimentado, que tendrá que luchar contra unos sentimientos demasiado poderosos. ¿Conseguirá que la prisionera hable? ¿Conseguirá descubrir por qué siente que su corazón sangra ante la posibilidad de matarla? ¿Conseguirá descubrir su secreto? BIENVENIDOS A UNA NUEVA ERA... Un libro de ciencia Ficción para jóvenes y adultos, donde el amor se entrelaza con una ambientación futurista, y unos personajes llenos de carisma y personalidad.

Venta en: Amazon LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014

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Encarni Arcoya Un profesor como regalo de Navidad Abby lleva casi dos años enamorada de su profesor de universidad pero no se atreve a confesarse. Tras una interrupción poco afortunada en clase, tiene que ir al despacho de éste para descubrir que, afortunadamente, los sentimientos que ella tiene no son unilaterales. Gideon Richard es profesor universitario y solo espera que una de sus alumnas termine la carrera para meterla en su cama y hacerla suya. Después de hacerle pasar un mal rato en clase la cita en su despacho para reconfortarla. El problema es que no puede controlar los deseos de su cuerpo por ella.

http://encarniarcoya.com

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R. Soto La hermandad de la llama negra A finales del siglo XVIII un ser demoníaco acecha en los bosques de Swinley sembrando el terror entre los habitantes de Paignton. El conde Duncan Veremoth III pedira ayuda a Sir Charles Applewhite y a los mejores tiradores de toda Inglaterra para acabar con la bestía, sin sospechar que una hermandad secreta conspira entre las sombras..

ISBN: 978—84—9039—808—1 Género: misterio, terror, aventuras Fecha de publicación: 30 de octubre de 2013 Formato y encuadernación: 12x19 — tapa blanda Número de páginas: 228 Editorial: United p.c.

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David López Alma en sumisión “La novela erótica que te adentrará en el mundo FEMDOM y te dejará con ganas de más”.

A la venta en librerías, Amazon, Casa del libro y El Corte Inglés.

Filippo, amor reencarnado ¿Te imaginas ser castigado a vivir tres vidas diferentes en tres épocas distintas? Alguno podría pensar que más que un castigo sería todo un regalo viajar a años tan dispares en la historia como al 800, a los años 20... Filippo se va a ver expuesto a varias situaciones, ¿aprenderá en su camino las lecciones que le puedan permitir seguir con su vida en donde la dejó?

ISBN: 9788494189548 Fecha de publicación: diciembre 2013

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¿Qué prefieres, verme desnuda o tamarnos un café? Novela corta, autorelato, basado en hechos reales vividos por el autor. Tiempos actuales, descritos en este libro, en el que se puede sentir identificado cualquier lector. Refleja la historia vivida por una persona que casi lo ha perdido todo a consecuencia de la crisis global, aferrándose a las cosas que le quedan, conociendo al popular político Sánchez Gordillo e incluso topándose con una mujer muy interesante.

ISBN: 9781300676218 Fecha de publicación: enero 203

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Ailin Skye Antologia de Cuentos Erase una vez, Vol. 1 CAPERUCITA ROJA Katia se ve obligada a ir al bar “La Casa de la Abuela” para surtir un pedido del arrogante e irresistible dueño, por el que todas las ciudadanas de Nunca Jamás babean, todas excepto ella, sin embargo encontrarse a solas en su territorio la hacen sentir la presa del Lobo Feroz. Para Logan han pasado trece largos y horrorosos años cantando a la luna llena, esperando a que su compañera la dulce Caperucita Roja. ¿Será capaz de hacerla caer en la más deliciosa de las rendiciones en una noche donde los cantos y celo nocturnos pueden desatar las mas candentes pasiones?

BLANCANIEVES Huyendo de nuevo de su madrastra Blancanieves hace caso a la recomendación de su amiga y decide internarse en el Bosque Encantado hasta llegar a la Mina abandonada de los Siete Enanos. Su sorpresa será encontrar una mansión y en ella a un jardinero sensual que está dispuesto a cuidar de ella de diversas y deliciosas formas. Los siete enanos por fin encuentran la visita de una mujer inesperada, sintiendo la necesidad de hacerla su compañera la introducirán en un mundo de placer, seducción y sensualidad sin fin hasta que ella pueda aceptar a los siete como una unidad total.

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PINOCHO Estrella el Hada Azul, después de abandonar su cargo al enterarse que el primer deseo que cumplió no salió como esperaba, cansada de tratar de enmendar el daño buscando a quién perjudicó decide dejar su puesto y vivir entre los humanos. Todo en su vida va bien hasta que recibe una invitación y ahí conoce al único hombre que inflama su pasión desde el primer vistazo. El antaño muñeco de madera ahora convertido en un adonis y en el hombre más amargado y vengativo, busca con desesperación a la mujer que le destrozó la vida, preparando la más decadente y sensual de las venganzas.

Formato: Versión Kindle Tamaño del archivo: 243 KB Longitud de impresión: 122 Vendido por: Amazon Media EU S.à r.l. Idioma: Español ASIN: B00H0F9VA8

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Tapa blanda: 122 páginas Editor: CreateSpace Independent Publishing Platform; Edición: 1 (7 de diciembre de 2013) Colección: Erase una vez Idioma: Español ISBN—10: 1494324474 ISBN—13: 978—1494324476

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135 http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz LETRAS ENLAZADAS - NĂšM. 12 ABRIL 2014


“Canción de cuna rota” Nora es una joven alegre, divertida y muy sociable. Pero en un día de lluvia conocerá a Héctor, un hombre guapo, simpático detallista que le ofrecerá un puesto de trabajo robándole el corazón. Pero..., no siempre es oro lo que reluce. Una historia llena de erotismo, mentiras, pasión y traiciones. Autora: Asia Lafant Editorial: Ediciones Ortiz Precio en preventa: 12 euros Donde adquirirlo: http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz#!pre-venta-de-/c1t3e

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“La Tentación del Lobo” Saga Lobo III ¿Qué hacer cuando tu corazón pertenece al bando que desea matarte?, ¿Cederías tu vida o será superior el temor a sentir? Víctor desobedeció la orden, para él la caza no había terminado, hasta que el cazador se convirtió en presa, quedando en manos de quién podía eliminarlo. Xitsa, una bruja que odia por encima de todo a los lobos. Una asesina que no dudará en torturarlo por venganza. Sin piedad; sin sentimientos. Ya ha matado antes por lo que el lobo no significa nada; o eso creía… Descubrir la cruda realidad hará que Xitsa vea que todo lo que creía correcto no lo era. Se ha pasado la vida engañada, atrapada en su propio veneno y lo único que le queda ahora es lo que tanto persiguió; un lobo rencoroso y orgulloso que no está dispuesto a olvidar tan fácilmente hasta que pague. Un juego peligroso en el que confiar se vuelve imprescindible, una lucha intensa entre corazón, obsesión y perdón. La caza está servida ¿Quién saldrá vencedor de ella?. Autora: Leila Milà Editorial: Ediciones Ortiz Precio en preventa: 24 euros Donde adquirirlo: http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz#!pre—venta—de—/c1t3e

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“Tú mi vida” Vol. 1 y 2 Ana no consigue ver el fin de su sufrimiento y mucho menos al dolor que supone la muerte repentina e inesperada de su esposo en un accidente de caza, en el cual se vio implicado un único espectador: su gran amigo Fernando; un amor extraviado en el tiempo, pero que perdura y que la seguirá hasta el fin de sus días. Ana verá como el mundo se hunde bajos sus pies irremediablente, dado que es incapaz de salir del estado de luto en el que se halla sumergida. Pero tras la lectura de su testamento de su esposo, descubrirá que éste es en verdad un hombre vil, con una doble moral. Un hombre opuesto al que ella siempre imaginó y amó. Cuando cree que ya no hay salvación para su alma, cuando ni siquiera la halla para su futuro, cuando cree que el mundo no le puede dar más golpes... Su vida experimentará inexplicables afectos y emociones de manos de un insólito amante que le evolverá el latir a su ya maltrecho corazón. Un amor que la conducirá irremediablemente a una pasión tan insólita como desconocida en ella. Autora: María Vega Editorial: Ediciones Ortiz Precio: —PAX: 24 euros —Tú mi vida. Vol. 1: 14 euros —Tú mi vida. Vol. 2: 14 euros ISBN: —Tú mi vida. Vol. 1: 978—84—941812—3—8 —Tú mi vida. Vol. 2: 978—84—941812—4—5 Donde adquirirlo: http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz#!pre—venta—de—/c1t3e

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“Una Navidad Alternativa” Vivimos con una venda en los ojos, un mundo donde hacer algo diferente a lo socialmente estipulado esta mal visto. El libro Una Navidad Alternativa esta compuesto por cuatro relatos que hablan de una Navidad diferente, carente del consumismo habitual, nos quita la venda de los ojos dejándonos ver el mundo real, un mundo donde las compras y los regalos no son lo mas importante. Autores: ganadores y finalistas del concurso Ediciones Ortiz Editorial: Ediciones Ortiz PVP: 13 euros Edición limitada Donde adquirirlo: http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz

“Descubriendo un nuevo mundo” ”Desde pequeña fue considerada una niña “rara”, pasaba inadvertida para una gran parte del mundo y así lo asumió, disfrutaba de una soledad buscada”. Su pasión era bailar, exhibirse; disfrutaba siendo el blanco de todas las miradas, sus danzas provocadoras y sensuales despertaban la incitación más carnal entre los espectadores de la Discoteca Armys, donde era la estrella nocturna. Subida al podium se sentía la reina que era. Dominar era su inclinación, la noche su delirio. La naturaleza fue generosa con ella, dotándola de un cuerpo escultural, un rostro bellísimo y su poderosa mirada que completaba con unos cabellos acordes. Era el sueño y fantasía sexual de aquel que la contemplaba y ella, consciente, lo potenciaba al máximo. No buscaba el amor, porque el perfil de su oponente no era algo que abundara en su ambiente y tampoco buscaba la típica relación convencional. Una novela llena de pasión, traiciones, envidias, celos, y realidad. Donde el componente oculto en la vida de Helaine es el BDSM. Autora: Samy S.Lynn Editorial: Ediciones Ortiz Precio: 20 euros ISBN: 978—84—941812—2—1 Donde adquirirlo: http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz www.youtube.com/watch?v=dZiyLtHpOLo&hd=1

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LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 12 ABRIL 2014


“El Pozo de los Deseos” Sonia lleva un año amargada, desde que llegó a su nuevo hogar no puede olvidar que antes tuvo una vida mejor, se lleva fatal con los pijos de su instituto y no tiene amigos allí. Se ve obligada a ir con ellos a una excursión a Galicia, y es allí donde ve la luz para poder intentar cambiar su vida. En medio del bosque gallego, se encuentra abandonado un pozo, El Pozo de los Deseos, lugar mágico que esconde más de lo que parece, pues sus “habitantes” pueden hacer que el destino de las personas sea diferente a cambio de un objeto. ¿Será capaz ÉL de cambiar la insulsa vida de Sonia? Autora: Encarni Maldonado Editorial: Ediciones Ortiz PVP: 16, 64 euros ISBN: 978—84—941812—1—4 Donde adquirirlo: http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz www.youtube.com/watch?v=9gZJ8i06hS8&feature=c4—overview&list=UU998UClLh_woPq_5apLvgog

A veces soñamos despiertos, pero otras, la gran mayoría lo hacemos justo cuando nuestros ojos se cierran sobre nuestra cómplice incondicional «la almohada». “Historias desde la Almohada” es un recopilatorio de relatos cortos que te llegan al alma y el corazón. Una ventana ha los sueños del autor, un susurro de su almohada. ¿Estáis preparados y preparadas para adentraros en los sueños? Adelante. Autor: Javier García Martinez Editorial: Ediciones Ortiz PVP: 14, 60 euros ISBN: 978—84—941812—0—7 Donde adquirirlo: http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz w w w. y o u t u b e . c o m / w a t c h ? v = _ 5 V l b x O f 3 g k & f e a t u r e = c 4 — overview&list=UU998UClLh_woPq_5apLvgog

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