Letras enlazadas Nº 9

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NÚM. 9 - ENERO 2014 - AÑO I LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 9 ENERO 2014

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Colaboradores

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Carta de la directora ¡¡¡Feliz 2014!!! Sí, sí, como lo veis nos hemos esperado hasta el primer segundo del año para publicar la revista, ¿por qué? Fácil porque este año va a estar repleto de buenas noticias, de sorpresas, premios, concursos y sobre todo de cariño para todos y cada uno de vosotr@s. ¿Qué os puedo decir? Sin vosotr@s esto no seria posible, cada día crecemos un poco más y aunque en el camino se ha quedado gente, nos han decepcionado o se han alejado de nosotros, también puedo decir que sabemos quienes siguen ahí aunque no hablemos todos los días, también hemos encontrado muchas personas nuevas en nuestro camino, nuevos colaboradores, nuevos amigos, escritores, reseñadores, cronistas, y lo más importante AMIGOS. Espero que os guste este numero y que este año la vida os traiga muchas sorpresas agradables.

Samy S.Lynn

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Sumario RELATOS

Foto portada:

Letras Enlazadas

El Muso . . . . . . La cita . . . . . . La última lágrima . . . . Sola . . . . . . . El vagón de los deseos . . . . El castigo . . . . . . La esencia de Ana. 1.ª parte. Sobresalto Un noviembre cualquiera. 2.ª parte . Carla. 2.ª parte . . . . .

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MICRORELATO

Sombras chinas . . . . . 63 ANTOLOGÍA “MI PRIMERA VEZ”

“ESCUELA DEL DELIRIO”

Colores . . . . . . 67

NÚM. 9 ENERO 2014 AÑO I

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POESÍA

Como en casa . . . . . 76 NOVELAS Directora, escritora y reseñadora:

Samy S.Lynn Escritores:

Leila Milà Vanessa González Villar Cristina Calahorro Zafra Pilar Descalza R. Soto O. A. Hanksler Lourdes Beltrán (Dama)

Sangre . . . . . . 80 El nombre del viento . . . . 82 El libro de la elegida . . . . 84 CRÓNICA

Historias desde la almohada . El pozo de los deseos . . Descubriendo un nuevo mundo

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CONCURSOS

1.er Concurso Literario de Temática Erótica 96 1.er Concurso Literario de serie Z . 98 PUBLICACIONES

DE

NUES-

TROS COLABORADORES 102

Mocer Stella Maria Candela Robles Abalos Ysbhala Correctora y escritora:

Asia Lafant Reseñadora:

Sally Night Mare Diseño y maquetación:

Francisco Miguel López Gallardo LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 9 ENERO 2014

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RELATOS LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 9 ENERO 2014

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El Muso «¿Quién se atreve a decir qué está bien y qué está mal? ¿Qué es decente y qué no?, ¿Quién es más que otro para hacer valer su opinión por encima de las demás sin consenso? ¿Quién eres tú para decirme qué es decente y moral cuando tras las paredes de tu propia casa puedes ser el más depravado ser humano que more la faz de la tierra? ¿Quién mejor que mi propia conciencia y moral? ¿Qué derecho puedes tener para decirme que lo que a mí me gusta es inmoral tú que provees y escondes la mano; tú que te escudas en tus falsas leyes modificables dependiendo de quien paga al cuenta? ¿Qué hay de deleznable en lo que yo desee hacer en la intimidad con mi cuerpo, con pleno consentimiento y disfrute? Porque no nos engañemos, a todos nos gusta, la mayoría lo hemos hecho y mueve montañas, sí, hablo de sexo, de hacerlo, de follar. Todos lo hacemos; pecamos, no mientas ¿Por qué escudarse en tabúes y censuras si todo es elección, si hay libertad y capacidad de expresarse, si hay cultura y conocimiento? Mientras no te acuse, ni te ataque ni te haga daño no tiene por qué convertirse en algo sucio ni digno de persecución como una caza de brujas del siglo pasado. Mientras haya detrás un respaldo sólido y grande que te amamante no hay problema, si es el individuo pequeño e irrelevante que coge fuerza entonces sí hay que aplastarlo, reprenderlo ¡No! Sí, soy mujer y disfruto de mi sexualidad, la cuento, me libera y no me convierto en puta ni concubina de Satanás. Si escribo un libro usando mi libertad de expresión y las herramientas que tengo a mano, tú eliges si quieres leerlo o no, no está atacando contra tu credo o moralidad, no te señala, simplemente está ahí, una obra más dentro de los grandes géneros literarios. Un libro para disfrutarlo u odiarlo, para gustos los colores, respeto ante todo; represión y censura execrable a estas alturas, una lacra de esta sociedad que va hacia atrás como los cangrejos para indignación y complacencia de los muchos que hablan por el uno.»

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Los dedos de la escritora volaban por las teclas, llevados por el fervor del momento. Letras exaltadas, sentidas, nacidas brotando directas de su alma ante las últimas noticias que saturaban las redes. Tan sumida estaba en su mundo de letras que Fyrena no escuchó el suave murmullo de las sábanas provenientes de la cama tras su espalda. Unas manos masculinas, grandes y algo ásperas asieron sus pechos con perezosa lasitud. Sonrió entonces consciente de su desnudez y cerró los ojos con un siseo ante la calidez del beso que su amante posó en el hueco de su cuello. —Luego dicen que todos los escritores estamos locos, enfermos o salidos... —dijo irónica apoyando la espalda en el respaldo de la silla para darle mejor acceso al movimiento preciso de sus expertas manos. —No saben lo que dicen. Fyrena se volvió para mirar a su amante de esa noche, le había gustado su forma de ser, aquello era lo que más la había atraído de él. No tenía miedo de decir sin tapujos frente a todos lo que creía y quería fuera o no políticamente correcto. Optimista, luchador y con una fuerza increíblemente arrolladora. Su personalidad era hipnótica, atrayente como un imán y por supuesto inapropiada en esa sociedad de leyes auto impuestas que todos quebrantaban en la intimidad de sus camas. —Pan y circo, preciosa. Siempre ha sido y será igual, unos pocos dominan a una masa que se deja llevar. El poder de hacer algo está en cada uno —murmuró él mirando el cursor parpadeante en mitad de la hoja blanca. —Eres peligroso, tigre. —Por eso te subiste a la habitación conmigo ¿recuerdas? Por eso, y por algo de más abajo —dirigió la mano de Fyrena hacia su cuerpo caliente y todavía resplandeciente a causa de una buena sesión de sexo maratoniano. Sus dedos enseguida se encontraron con la parte pulsante de la anatomía masculina acomodándose entre estos. —Sería bueno que me refrescarás la memoria. El tigre sonrió al escuchar lo que quería oír, sus oídos se regodearon en ello dejando asomar a sus labios esa muestra irresistible e insoportable de ego masculino. La levantó

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sin mucho esfuerzo haciéndola colgarse a su cuerpo saqueando con ferocidad la boca de Fyrena. Sí, aquello era excitante, sin compromisos, únicamente placer, risas y un rato agradable. Quizás algún día tuviese a alguien esperándola en casa en exclusiva, peor ese no era el caso todavía así que era mejor disfrutar del momento y vivir, o la vida sería como bien decía esa frase: Lo que sucede mientras la ves pasar. Envolvió la cintura masculina rodeándole la nuca jadeando al notar la pared fría tras su espalda. ¿Por qué iba alguien a querer enturbiar ese momento? ¿Qué tenía de malo? Sí, que relatarlo podía considerarse inadecuado si eras un don nadie buceando en un mar plagado de tiburones para los que no eras ni siquiera un tentempié a considerar. —Eh, escritora, regresa aquí —le recriminó tigre mordisqueando su labio inferior—. Piensas demasiado. —Pues haz que se me fundan las neuronas por un rato y haz tu faena muso, empiezo a perder la estela de la historia que me habías inspirado. —Eso no lo voy a permitir —tanteó la entrada de entre sus resbaladizos muslos. —¿Pretendes hacerme arder envuelta en llamas como una pira de libros o qué? —Esa es la idea, no decías que empezaban a agotársete el ingenio para crear más escenas de sexo, que le faltaba fuerza y vigor, que te parecían todas iguales… —Mordisqueó su oreja. —¿Alguna idea? ¿Electrodomésticos cachondos, la momia renacida? —medio rio dejando escapar un gemido cuando sus dedos se movieron en su interior. Fyrena protestó cuando los retiró con un siseó y él la volvió de un brusco tirón levantándola a pulso. La escritora se agarró a su nuca rodeándole la cintura con las piernas. —¿De qué va esta vez, escritora? —preguntó fijando sus oscuros ojos en ella. —Mucha palabrería y nada concreto, no quiero hablar de eso ahora, quiero sentirte ya. —¡Vaya! Parece que sí quieres alejarte de las letras —se introdujo en ella de un preciso movimiento de caderas— al fin y al cabo parece que todo se acaba reduciendo a esto ¿no? —No frivolices, sabes que no es así. Solo pasa que es una parte intensa, morbosa, real y vital en los sentimientos... ¡Ahhh! —Perdió el hilo de sus pensamientos al sentirle

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deslizarse nuevamente. Sus uñas se clavaron en la carne de los hombros masculinos mientras todo desaparecía alrededor, incluso el pulso del universo se reducía al mismo de su latido acelerado. Se miraron, se movieron, se acercaron, se besaron, se fundieron el uno en el otro licuándose hasta no ser más que una maraña de piel. Y así..., llegó el fin de una página en blanco que seguía iluminando la habitación de un hotel cualquiera en una ciudad cualquiera.

Leila Milà

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La cita Una noche de fiesta, una copa de más, un chico impresionante… Acabáis besándoos y tal vez algo más. Es lo mismo de siempre… Luego viene la parte más difícil; curioso porque no te sientes extraña cuando el mete la mano debajo de tu blusa, pero sí cuando pretendes darle tu número de teléfono como quién no quiere la cosa. Sabes que él no te lo ha pedido, aun así, acabas dándoselo. Sabes que no te va a llamar. Aun así, (y todavía no te explicas el por qué), te manda un mensaje. Se lo ha pasado muy bien contigo; quiere volver a quedar. Y ahí es cuando viene el problema: quiere quedar… A TOMAR UN CAFÉ. Te entran las dudas, porque sabes cómo funciona esto de las citas. a) Te invito a cenar = sexo b) Te invito al cine = volveremos a quedar o igual se alarga hasta la cena (pero no pretendo que haya sexo a no ser que tú lo estés deseando). c) Te invito a una copa = a+b (pueden ser cualquiera de las dos pero sin cena). d) Te invito a un café = he quedado contigo porque no tenía nada mejor que hacer esta tarde y como no tengo claro si me gustabas demasiado, he decido darte una segunda oportunidad, pero no te hagas muchas ilusiones. Entro en la cafetería. Por un par de segundos me entra el pánico porque creo que no lo voy a reconocer; ¡si sólo lo he visto una vez en la vida! Vale, es él; el chico de la camiseta azul. Me acerco; me vuelve a entrar el pánico pero esta vez porque ¿de verdad era tan guapo? Yo creo que a la luz del día gana puntos. Me tiemblan las piernas. —¡Hola! Has venido… –Sólo con agua en el cuerpo resulto poco ingeniosa… —Sí, no me gusta darle plantón a las chicas guapas. –Me sonríe. ¡Dios mío! Me siento porque me tiemblan las piernas. —¿Qué van a tomar? –Pregunta la camarera.

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—Yo un café con leche. —Sólo agua, por favor. Valeeeeee… Empezamos bien; en 5 minutos ya se habrá marchado. —La verdad es que no me gusta el café, pero temía que si te invitaba a cenar me pusieras una excusa. Sólo quería tener la oportunidad de conocerte mejor. Y si luego te apetece podemos ir a cenar; si no es hoy, otro día… O al cine… Lo que tú quieras. —¡Me parece buena idea! Me levanto y le doy un beso. Las cosas cuando se piensan dos veces salen igual de mal; así que improviso. —¿Te han dicho alguna vez que besas muy bien? Creo que tendrás que repetir… ¡¡¡Sííííí!!! ¡¡¡Tengo otra cita!!!.

Vanessa González Villar

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La última lágrima Metí mis pies doloridos en la fresca agua del río. Comencé a mover los dedos, mientras respiraba aliviado. Sentado en la orilla apoye las manos en la húmeda tierra donde me había sentado, y eché la cabeza hacia atrás. Busqué con la mirada la luna, que ausente se encendía entre las nubes. Cansado me tumbé completamente. Pensé en si ya me estarían buscando. ¿Se habrían dado cuenta de mi desaparición? Me di cuenta que ya había descansado bastante, y raudo me puse los calcetines y las botas y proseguí mi huida. Es curioso, emanaba una frialdad no propia en mí, y lo que es peor no sentía ni un ápice de temor. Caminé durante lo que creo que fueron más de tres horas pues amaneció y con los primeros rayos de sol salí del bosque y vislumbre una carretera. La seguí durante un rato más, pero al ver que las piernas me flaqueaban, decidí descansar de nuevo. No recuerdo más.

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Ahora no sé dónde estoy, sé que hace frío y que hay humedad, pero yo no las siento. Supongo, ¡NO! Sé que hice algo muy malo, y que de alguna manera pagué las consecuencias, Creo que me lo merecía. Abro los ojos, una luz blanca sobre mí, sospecho que me indica el camino. Acaso yo merezco esa salvación, esa puerta… A mi mente regresan imágenes de cuando era niño, arropado por los amorosos brazos de mi madre, que me quiere, que me cuida. Después años y años de inmensa tristeza por su pérdida. El dolor irreparable por los azotes del que un día me quiso, cegado por el alcohol, y un cuchillo en mis manos ensangrentado. Él que acabo con tanto dolor. De la luz surge una voz conocida por mí, que me llama. Es mi madre ¡Por fin podré descansar! Cierro los ojos y siento una lágrima recorrer mi mejilla, pero esta vez de pura felicidad.

Cristina Calahorro Zafra

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Sola Después de una fuerte discusión con él, se fue a su habitación. Se había ido y no sabía si volvería. Estaba enfadada y caliente y necesitaba desfogarse. Sacó de su mesita de noche su juguete y el mp3. Se colocó los auriculares y se tumbó en la cama. Mientras sonaba una música sensual se acarició sus pechos deteniéndose en sus pezones y pellizcándolos. Deslizó una mano por su abdomen, como una caricia, hasta el interior de sus muslos y separó las piernas. —Tócame —murmuró y hundió sus dedos dentro de ella dejando escapar un gemido. Con una mano pellizcaba sus pezones y con la otra se friccionaba lenta y rítmicamente.

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Gimió y levantó las caderas murmurando un deseo. Agarró su juguete, lo encendió y se lo introdujo suavemente. Su espalda se arqueó y volvió a gemir cuando el vibrador desapareció dentro de su cuerpo. Jadeaba mientras entraba y salía, primero con movimientos suaves y lentos y luego más fuertes y rápidos. La música seguía sonando en su mp3 y ella arqueaba la espalda y gemía hasta que todo acabó con un grito de placer. El hormigueo en sus brazos y piernas se redujo y los latidos de su corazón volvieron a la normalidad. El gozo dulce del orgasmo se disipó lentamente y abrió los ojos encontrándose de repente con los ojos de él.

Había vuelto.

Pilar Descalza

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El vagón de los deseos Aquella cálida mañana de septiembre, Verónica se levantó sigilosamente de su cama, se dirigió hacia el baño aún adormecida con pequeños pasos y después de darse una ducha con agua tibia, se dispuso a prepararse un rico desayuno. Se sirvió una taza de café recién hecho y untó mantequilla en una rebanada de pan tostado, a la que segundos después le añadió una capa de sabrosa mermelada de fresa. Tras el delicioso festín matutino se dirigió de nuevo hacia la acogedora habitación y desde el interior de un gran armario de madera de pino escogió sus atuendos de entre una montaña de prendas de ropa debidamente ordenada y colocada una encima de otra. Del primer estante eligió un jersey de manga corta con colores llamativos, y cayó en la cuenta de ser precavida al seleccionar un polo color azul de manga larga, ya que al caer las primeras horas de la tarde, el clima se volvía un poco más fresco. Unos jeans azules y unas zapatillas deportivas negras completaron su vestimenta. Tras abandonar la habitación y cepillar su sedoso cabello negro de nuevo en el baño, se dispuso a salir a la calle después de traspasar el umbral que le separaba del exterior de su cálido y acogedor apartamento. Los primeros rayos del sol se posaron sobre su rostro resplandeciente y por ello se llevó la palma de la mano por encima de la frente evitando el contacto directo con sus verdosos ojos y acto seguido se protegió con la ayuda de unas gafas oscuras. Esa mañana la ligera brisa agitaba su cabellera a cada paso que daba adentrándose por las estrechas calles repletas de coloridas flores que asomaban por los balcones. Se dirigió hacía la estación de ferrocarriles para tomar un tren que la llevara a visitar a su amiga Berta de la que hacía prácticamente dos meses con la que últimamente el único contacto que habían mantenido

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había sido telefónico. Berta vivía con su marido y sus dos hijos de dos y cuatro años, mantenían una amistad de juventud y aunque vivían en ciudades distintas procuraban visitarse con asiduidad. El altavoz anunció la próxima salida, por ello Verónica subió de inmediato al compartimento y se dispuso a buscar un asiento en el que poder acomodarse durante la hora y media que duraba el viaje. Tras caminar por un estrecho pasillo dotado de asientos a ambos lados, finalmente se decidió por uno que ocupaba el lado de una de las ventanas donde se podía divisar el mar a lo lejos una vez que el ferrocarril se pusiera en marcha a través de las vías. Tras hacer una pequeña observación a su alrededor, frente a ella, divisó a una mujer joven haciendo carantoñas a un bebé que portaba entre sus brazos. Al lado un joven con cabello largo y vestimenta negra y de cuero, agitaba la cabeza con pequeños movimientos casi imperceptibles al compás de la música proveniente de su Ipod. Más a la derecha, un señor de mediana edad, con traje oscuro, gafas graduadas y engominado con el cabello hacia atrás, revisaba atentamente la pantalla de su ordenador portátil. Un grupo de varios jóvenes reían con carcajadas pausadas a raíz de una conversación que llevaban a cabo, otros tenían la mirada puesta sobre sus móviles que tecleaban sin pausa y una señora mayor leía la columna de sucesos de un periódico que sujetaba con ambas manos. La verdad es que siendo sábado le asombró la cantidad de personas que viajaban a esas horas de la mañana en el ferrocarril. El altavoz anunció por última vez la inminente salida de la estación. Verónica extrajo un libro de su bolso, cruzó las piernas y se dispuso a seguir la lectura donde un punto de libro anunciaba la página que había dejado el día anterior. Cuando estuvo a punto de sumergirse entre las palabras de la historia que sostenía sobre sus manos, una voz masculina preguntó si podía sentarse en el asiento contiguo al suyo. Verónica inclinó la vista hacia arriba, buscando la dirección de donde pertenecía aquella melosa voz dispuesta a descubrir el rostro que había tras ella. Sus sentidos femeninos se activaron ante la presencia de un atractivo joven de unos treinta años que la observaba impaciente, esperando una respuesta. Verónica, tras unos pausados segundos de tiempo, reaccionó cediéndole el asiento mientras asomaba una bonita sonrisa sobre la comisura de sus carnosos labios rojizos. Dirigió la vista de nuevo hacia el libro dispuesta a iniciar la lectura, cuando un suave olor inundó su sentido olfativo. Se trataba de un aroma fresco y suave, la esencia de una fragancia que la envolvió en un mundo de fantasía. Aquella fragancia embriagadora provenía del joven que se encontraba acomodado en el asiento contiguo a escasos centímetros

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del suyo. Con disimulo entornó la mirada hacía a aquel chico de mirada juvenil, de pelo corto y rostro angelical. Durante un instante lo observó, estudiando cada parte de su rostro. En sus ojos se reflejaba un brillo que resplandecía ante una hermosa mirada. Su perfilada nariz daba paso a unos hoyuelos ligeramente marcados sobre sus pómulos que asomaban una escasa barba de dos días. Sus labios eran pequeños y marcadamente definidos. Observó que una pequeña cicatriz asomaba sobre una de sus cejas. Vestía una camiseta ajustada de color azul claro que disimulaba sus marcados músculos y unos pantalones jeans lavados a la piedra. El joven, ajeno al reconocimiento visual, navegaba por Internet a través de su móvil dotado con conexión wifi. Verónica no podía negar que aquel atractivo joven había despertado en ella un instinto salvaje, una atracción a la que le era imposible resistirse. En su imaginación, fantaseó durante un corto período de tiempo con la imagen de sus cuerpos desnudos, fundiéndose en un frenesí de caricias y besos sin control que parecían no tener fin. Sin darse cuenta entró en un juego sexual del que solo ella era consciente en sus pensamientos. Se percató de que entre sus ingles, sus húmedos labios vaginales segregaban un flujo que empapó por completo las braguitas que llevaba puestas. Intentó reprimir sus deseos y cambiar de pensamiento pero ya era tarde, se encontraba envuelta en una serie de desenfrenados pensamientos sexuales con el joven que, ajeno a todo ello, seguía tecleando su móvil. Optó por cerrar el libro y guardarlo de nuevo en el interior del bolso. Se levantó de su asiento bajo la mirada de los presentes y se dirigió hacía el servicio del compartimento que se encontraba a escasos metros siguiendo de frente el estrecho pasillo. Una vez allí se refrescó el rostro, tomó aire e intentó dirigir sus pensamientos hacia otra parte cuando, de repente, la puerta del servicio se abrió. Su rostro perplejo reflejó un rasgo de asombro que le impidió que las palabras asomaran a su garganta. Aquel joven atractivo de mirada resplandeciente se encontraba entornando a la puerta. Verónica reacciono fogosamente arrastrándole hacia el interior del servicio y cerrando la puerta por completo. Sus bocas intercambiaron la saliva que desprendían de sus ardientes labios mientras ella le rodeaba con ambos brazos. Se dejó hechizar bajo la deliciosa fragancia que desprendía su cuello, el cual pasó rozándole la nariz cuando él le dedicó unos cortos besos tras la parte de su nuca cercana a una de sus orejas. Verónica se dispuso a levantar su ajustada camiseta que asomó unos marcados abdominales anunciando las horas que había dedicado en el gimnasio. Cuando ésta cayó al suelo, Verónica posó sus labios sobre los desnudos hombros a la vez que él la levantó, apoyándola sobre la pica. Ella lo rodeó con sus piernas

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mientras sus manos se perdían entre sus pantalones. Él le levantó la camiseta mostrando sus erguidos pechos bajo un sujetador con encaje y bordados negros que mostraba bajo su tela unos pezones duros como piedras. No vaciló al desabrochar el encaje y acariciar sus pechos suavemente mientras dirigía de nuevo sus labios para besar su deliciosa boca. Ahora ella, después de recorrer con sus manos cada parte del musculoso torso se dispuso a liberarlo de los pantalones a través del cinturón de piel que rodeaba su cintura, el cual aflojó y a continuación desató el botón que lo oprimía introduciendo lentamente la mano en el interior. Tras hacerse paso entre los boxers descubrió un bulto, su miembro duro y erecto que acarició suavemente con los dedos de su mano. Él recorrió con pequeños besos cada parte del cuello de ella haciéndose paso hasta sus pechos y, tras saborearlos lentamente y mordisquear sus pezones con intervalos de círculos con su lengua, le fue desabrochando los botones del pantalón. Verónica inmersa en un mundo de fantasía convertido en realidad, se retorcía de placer bajo los besos y caricias que le ofrecía aquel desconocido en el servicio de un vagón del ferrocarril. Mientras ella agitaba suavemente su miembro con movimientos pausados, él le bajó los pantalones hasta la altura de las rodillas descubriendo unas braguitas color negro a juego con el sujetador. Se hallaban bastante humedecidas. Acarició la suave piel de sus muslos y acto seguido introdujo su mano bajo las braguitas acariciando sus mojados labios y su ardiente clítoris. Ella se estremeció de placer inclinando su cabeza hacia el hombro de él y dejando la huella de su dentadura con pequeños mordiscos que intercalaba con profundos suspiros. La lengua de aquel atractivo desconocido se deslizó lentamente desde sus pechos hasta sus ingles, deteniéndose en el camino en sus caderas y rodeando su ombligo. Verónica se inclinó hacia atrás, sujetándose en las paredes del estrecho servicio de aquel vagón, mientras él saboreaba cada parte de su sexo. Ella se dejó transportar a un mundo de placer extremo a la vez que le oprimía con las piernas la cabeza y se llevaba los dedos de su mano a los labios que rodeaba con pequeños círculos con la lengua. Pasados unos minutos, Verónica se incorporó y tras acariciar de nuevo aquel miembro duro y erecto se dispuso a introducirlo en el interior de su boca, saboreando con sus labios cada parte de él y dando diminutos golpes con suaves movimientos de lengua. Él agarró firmemente su suave cabellera deslizando sus dedos entre ella mientras la impulsaba con suaves movimientos que reflejaban un intenso placer en su rostro. Acto seguido y sin mediar palabra Verónica se incorporó, él la obligó a que le diera la espalda y aprovechó para sorprenderla desde atrás. La penetró salvajemente mientras le

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oprimía los pechos con un delicioso masaje. Una sensación de placer recorrió cada parte de su cuerpo mientras ella dirigía su cabeza hacía él, buscando el movimiento de su húmeda lengua. El pequeño espejo que colgaba de la estrecha habitación, se transformó en un cristal blanquecino empañado por las respiraciones de ambos, que se mezclaban en jadeos de intensa, placentera y desencadenada lujuria. Finalmente los dos llegaron al clímax con varios segundos de diferencia. Sus cuerpos sudorosos aún seguían uno junto al otro intentando recobrar el aliento, cuando de repente sonó un golpe seco en la puerta. Los dos enmudecieron mientras intentaban contener una risa tonta que se apoderó de ellos. Recogieron sus ropas y fueron vistiéndose rápidamente. Abrieron la puerta y salieron bajo la atenta mirada de una señora mayor que los observaba con una mirada asesina, mientras susurraba unas palabras inaudibles. Volvieron a sus respectivos asientos aún con una sonrisa de felicidad entre sus labios, mientras intercambiaban miradas de deseo que intentaban disimular frente a los demás pasajeros de su entorno. Finalmente el ferrocarril llegó a su destino y los dos se apearon del compartimento junto al resto de los pasajeros. Allí se despidieron y cada uno siguió su camino. Verónica esperó en la parada de autobús, seguidamente tomó uno que la llevo directamente a dos calles cercanas al domicilio de su amiga. Tras llamar a la puerta, subió a través del ascensor hasta la tercera

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planta, allí la esperaba su amiga Berta que la recibió con un fuerte abrazo y la acompañó a través del recibidor hasta el salón donde César, su marido, se encontraba charlando con un amigo. Sorprendida, descubrió que el destino es muy caprichoso, pues aquel amigo era el mismo joven desconocido que la había hecho gozar en el interior del servicio de aquel vagón de ferrocarril. Tras intercambiar unas cómplices miradas algo les decía que aquella historia no había llegado aún a su fin.

R. Soto

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El castigo El agente de policía Alex Mikhail Gorshkow, nacido en España aunque de descendencia estonia, acababa de recobrar la consciencia. Un profundo mareo y un fuerte dolor en el centro de su nuca y espalda le dieron la bienvenida. Las vendas que tapaban sus ojos con un fuerte nudo le hacían daño en la parte superior del tabique nasal. Notaba cómo le ardían ambos pómulos a la vez que los notaba inflamados por dentro. Un ligero sabor a sangre invadía sus pupilas gustativas y sentía una desagradable sensación a dientes sucios. Su lengua parecía corteza de árbol de lo reseca que la tenía. La sed lo llamaba desesperada. —Oooougth… - se quejó. No sabía qué estaba sucediendo. Se sentía confuso. Aturdido. Tardó un par de minutos, mientras intentaba controlar el tremendo mareo y malestar que sentía, en darse cuenta que sus manos estaban sujetas al respaldo de una silla, que por el tacto debía de ser metálica. Unos cuantos segundos más en convencerse que aquello que lo aprisionaba eran sus propias esposas. Las podía notar alrededor de sus entumecidas y doloridas muñecas. Debía de llevar allí postrado bastante tiempo. A penas se notaba el trasero, que le molestaba mucho. Lo tenía medio dormido, nadando en una sensación más que molesta. Las piernas también las tenía inmóviles por la parte de abajo y sujetas en cada una de las patas delanteras. Por la presión que algo ejercía sobre sus tobillos y lo poco que Alex

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podía intuir, dando pequeños tirones para comprobar la poca movilidad de la que disponía, podía llegar a visualizar sin demasiado esfuerzo en su mente vueltas y más vueltas de cinta americana alrededor de ellos, rodeándolos. Los sujetaba con firmeza, sin posibilidad de escape. Ni el gran Houdini podría haberse evadido de esas ataduras. Intentó balancearse. Nada. La silla estaba anclada al suelo. Era imposible moverse. El que había planeado aquello tenía pensado cada detalle. —¿Hola? - preguntó en voz baja con un tono cansado. La garganta le dolía. Sin respuesta. No podía entender nada. Trató de recordar lo último que sabía. Era la víspera de Nochebuena. Había acudido con un compañero a una calle, junto a la gasolinera cercana a la comisaría. Atendían una llamada realizada al 091. Al parecer un vecino había escuchado pelearse al matrimonio que vivía a su lado. Una posible discusión con maltrato de género. Recordaba haber entrado al portal y ver unos buzones junto a una escalera. No había ascensor. Nada más. Después de aquello la más completa oscuridad. Toda reminiscencia relativa al recuerdo de cómo había podido llegar allí o qué había sucedido a continuación estaba borrada de su cerebro. —¿Chema? Contesta si es… estás aquí o haz algún ruido… ¿Che… Chema? Le costaba mucho hablar. Sentía como si hiciera siglos que no bebía agua. La respuesta más silencio. Su compañero o bien no estaba allí o se encontraba malherido e inconsciente. Un fuerte olor a tierra mojada inundaba allá donde demonios se encontrara. Percibía cierta humedad en el ambiente. Era pleno enero y no hacía demasiado frío, aunque se notaba destemplado. La lógica le hacía pensar que estaba en un sitio encerrado, a cubierto. Una habitación quizás. Le desconcertaba notar bajo la suela de las botas un terreno blando, no demasiado uniforme y algo arenoso. —¡¡¡HOOOOOOOOLA!!! Dios santo… ¡¡¡SOCORROOOOOOOO!!! - comenzó a gritar.

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Repitió el grito varias veces hasta que la garganta dijo basta. El sonido de su voz retumbaba muy cerca, sin apreciarse demasiado eco. Daba la sensación de que ni un solo decibelio escapaba del lugar. Parecía encontrarse en un sitio de reducido tamaño. Intentó estirar las manos para ver si por casualidad llegaba a tocar una pared o algo tras de sí, pero el dolor que sintió en las muñecas al hacerlo era demasiado grande. Las esposas lo estaban destrozando. Ahora su atención se centraba en los dedos de la mano. Los tenía como morcillas. Se los podía imaginar amoratados a causa de la posición que mantenía. Bolsas de piel humana repletas de sangre acumulada, a punto de explotar por los aires. El anular le molestaba especialmente. Palpitaba bajo el anillo de casado, que lo estaba estrangulando. Con su pulgar palpó todo lo que pudo a su alrededor. Tenía los dedos tan abultados que la alianza de boda lo apretaba hasta el límite. Le dolía mucho. Intentó quitársela pero era imposible. El sudor empapaba las vendas que tapaban su vista. Quiso abrir los ojos, inclinando a la vez su cabeza para poder así intentar atisbar un mínimo de luz a través de ellas, pero estaban tan apretadas y tan bien colocadas que no podía ni siquiera abrir los párpados. Cumplían su función a la perfección, no cabía duda. Trató de acomodar su cabeza en el hombro izquierdo. Sentía un dolor de cabeza terrorífico que le daba ganas de devolver. Punzadas que se le clavaban en las sienes hasta atravesarlas. Una ligera angustia ascendía y descendía como un elevador cada pocos minutos en su interior, anegando con reflujo su garganta. La acidez empeoraba la situación. En poco tiempo comenzó a sentirse realmente mal. Un par de arcadas, pero nada, no conseguía vomitar. Un poco de bilis se escurría por su pecho hasta la cintura. Podía notarla deslizándose poco a poco, como un litro de mocos, sobre su camisa. Todo ello eran síntomas de una gran conmoción, y el intenso dolor de la nuca podía casi confirmarlo. No dejaba de preguntarse a sí mismo, una y otra vez, que con total seguridad debían de haberle golpeado por detrás. El cansancio lo invadía por completo. El sueño lo seducía. Sabía que no debía dormirse pero era una lucha perdida. Lo sabía.

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Un golpe seco y unos extraños ruidos como de arrastre hizo que reaccionara de inmediato. Su subconsciente lo sacó del profundo letargo y lo espabiló un poco. Pensó que debía de haberse quedado dormido. Lo que él desconocía era que se había desmayado y estado inconsciente durante poco más de cuatro horas. —¿Hola? Maldita sea… ¿Qu… quién anda ahí? Joder esto que… que mier… da es… Escuchó esperando una respuesta, pero nada. Alguien estaba trabajando con herramientas a su lado. En qué cometido lo desconocía. Al poco los golpes cesaron y reinó de nuevo el silencio. Era seguro que no estaba solo. Intentaba agudizar al máximo el oído. Era increíble lo mucho que podía forzar la audición. Llegaba a captar el verdadero silencio. Un ligero zumbido, molesto, idéntico a cuando se aumenta mucho el volumen de un equipo de música cuando no se reproduce ninguna canción. Un minuto así y el misterioso mutismo se rompió de golpe. —La verdad es que llegas a dar pena y todo ahí sentado. Era una voz grave y poderosa. Varonil. Adulta. —¿Quién es… es usted? - preguntó asustado. Un suspiro de cansancio salió de los pulmones del desconocido. Parecía extenuado. —La cuestión no es ésa. Aunque tranquilo que lo vas a saber muy pronto. Alex escuchó unos pasos que se aproximaban, tres le pareció contar, y enseguida notó un roce en la cara. No pudo evitar mover bruscamente la cabeza de un lado a otro, como intentando sin éxito escabullirse inconsciente de las manos del secuestrador. Éste le retiró las vendas con brusquedad. Al verse liberado de ellas encontró gran alivio en su tabique nasal. La presión había desaparecido al fin. Por unos segundos sintió

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un desahogo que no duró demasiado. Tras ellos la nariz comenzó a dolerle mucho. Había estado aplastada demasiado tiempo contra las vendas. Abrió los ojos, pero no fue hasta una docena de parpadeos después cuando consiguió enfocar la vista. A pesar de las legañas y la sequedad que le atestaban consiguió centrar su mirada en el desconocido. Era un hombre con entradas considerables y con más canas que pelos oscuros. Tenía el cabello corto, rapado por ambos lados y barba de unos días. Podía rozar los cincuenta y cinco años. Incluso sobrepasarlos con tranquilidad. Hombros anchos. Lucía una camisa blanca con cuello, bastante ceñida al cuerpo, de manga corta. La tenía algo manchada de barro. Sus brazos, fuertes y definidos, tenían las venas marcadas. Pectorales que llamaban la atención y una cintura para su edad considerablemente delgada. O era pura genética o aquel hombre vivía en el gimnasio. Debía de hacer bastante deporte y ejercicio para mantener un cuerpo tan en forma y trabajado. Un cigarro apagado colgaba de sus labios. Pudo observar una marca recta bastante notable en ambos lados de su cara, a la altura de las orejas. A su padre le ocurría lo mismo. Con toda seguridad eran señales causadas por llevar gafas de montura demasiado apretada. —¿Qué demonios significa esto? ¡Qué se piensa que está haciendo! El hombre lo miró con incredulidad, esbozando una pequeña sonrisa en su rostro repleto de arrugas y ojeras. Un sonrisa mas de desprecio que de satisfacción. -Espero que estés cómodo. Me he esforzado mucho en prepararlo todo. Dicho esto el miedo se apoderó de su alma al darse cuenta de que era un secuestro en toda regla. Observó a su alrededor para ser testigo del escenario que lo rodeaba. Por lo que podía ver estaba sentado en una silla metálica tal y como había predicho al despertar. Medio oxidada y con la pintura negra corroída. Aparentaba ser muy resistente. En medio de la habitación, cuadrada, una linterna con luz de led blanca muy potente colgaba de un fino alambre. No era una linterna normal. De buena calidad, muy grande en tamaño, cara y con potencia suficiente como para alumbrar una habitación entera durante

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horas, Álex ya las había visto antes por su experiencia en el cuerpo. Más concretamente en el almacén de armamento. Tenían varias de características similares. Debía de tratarse de un foco portátil a batería, como los que usan algunos mecánicos para alumbrar el motor de un coche por debajo al inspeccionarlo. Las paredes, de al menos dos metros de altura eran tierra pura y dura, al igual que el suelo. Por una de ellas sobresalía lo que aparentaba ser la raíz de un árbol. Un ciempiés escapaba por un pequeño agujero y desaparecía por otro, escavando centímetro a centímetro su propio camino hacia el exterior. Era como estar en el interior de un cubo de tierra. Unas vigas nuevas de madera, grandes y en apariencia muy solidas rodeaban por completo la habitación escavada, soportando el techo que a primera vista parecía de hormigón o cemento. En él un clavo a modo de gancho aguantaba el alambre de la linterna que los iluminaba. El hombre que lo retenía se encontraba sentado en una silla blanca de plástico. Típica de las que se suelen usar en el jardín. Tenía los codos apoyados en sus muslos, con el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante, observándolo con detenimiento. Su cara reflejaba cansancio y un halo de tristeza. A su lado una mesa plegable de camping. Bajo ella una pala y una azada dentro de un cubo, junto a una bolsa de cemento medio vacía. Encima de ella una botella de agua de dos litros, aparentemente sin abrir, y una pistola sin su funda. No una pistola cualquiera. Su pistola reglamentaria. —Verá, soy policía. Si no me suelta podría tener graves problemas - soltó sin pensarlo demasiado, intentando poner en práctica lo primero que aprendió en su día en la academia. Un tono contundente y decidido, con autoridad, demostrando seguridad y control, en ocasiones asustaba y resolvía más de un problema. Obviamente no sería el caso. Sonrió sin ganas. Forzado.

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—No me reconoces. Álex se quedó de piedra. No sabía a qué se refería. —Normal que no me reconozcas mal nacido. Éramos muchos en el juicio y yo, bueno digamos que he cambiado un poco. Por más que lo estudiaba no sabía quién era. A pesar de su profesión no se consideraba un buen fisonomista, pero alguien con tanta rabia acumulada hacia su persona como para hacer aquello debería de al menos sonarle, a no ser que se tratase de un loco. —¿Perdón? Yo a usted no lo conozco de… de nada. El hombre, con el cigarro apagado aún en su boca, cerró con rabia los ojos por un momento, apretando los puños. Su calma pareció transformarse en ira. Se levantó de repente y sin previo aviso, cogiendo todo el impulso que pudo, le propinó a su apresado tal puñetazo en el lado izquierdo de su cara que los huesos del cuello crujieron al desplazar súbitamente su cabeza hacia atrás. Al abrir los ojos el hombre volvía a estar sentado, en la misma posición que antes y sin apartar su mirada de él. Acariciaba con su mano izquierda los nudillos de la otra. Se notaba que se había hecho daño al golpear. No era para menos. Álex sentía la cara aún más hinchada que antes. El impacto lo había dejado algo atontado y volvía a tener la extraña sensación de no saber si había quedado inconsciente. La respuesta era que sí, pero tan solo durante un instante. El dolor atravesaba su cráneo, revotando como una pelota de un lado a otro. —No me hagas perder los nervios. Mi intención no es la de pegarte una paliza. El policía escupió un poco, tosiendo al tiempo. La sed lo seguía atormentando pero al menos la sequedad del interior de su boca había desaparecido en parte gracias a un pequeño sorbo de sangre. Al mover la mandíbula podía notar un dolor espantoso. Intentó abrirla sin demasiado éxito. —Me… me has desenca… cajado la mandíbula cabrón… - consiguió decir, no sin

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dolor. Ambos se miraron por un instante. Álex le retiró la mirada. No quería alterarlo más. —Mejor, así no me darás mucha conversación. —¿Se puede sa… - cada palabra pronunciada era un suplicio - sab… saber qué cojo… cojones te he hecho? —Seat Toledo del año 94. Color blanco, hijo de la gran puta. El policía se incorporó todo lo que pudo. Había palidecido por un momento. —Mi… mierda… - exclamó sin querer. —Sí cabrón. Puedes decir mierda. Soy Miguel Torpas, padre de Berta Torpas. Por un momento Álex ató cabos. La historia comenzaba a tener sentido. —Buscabais un vehículo blanco, con tres personas en su interior. Al parecer los responsables huían del atentado de la inauguración de los Cines Imax. Supongo que recordarás aquella noche con todo lujo de detalles. Era incapaz de mirarlo a los ojos. Sabía lo que pasaba. —Lo si… siento de veras. Fue un error… yo… yo… ya expliqué que… —¡¡¡TÚ NADA MAL NACIDO!!! Me da igual el estado de nervios al que estuvieses sometido en aquel momento ni las mil y una excusas que consiguieras colar en el puto juicio ¡¡¡TÚ ESTÁS TAN TRANQUILO, READMITIDO EN LA POLICÍA Y VIVIENDO TU PUTA VIDA MIENTRAS QUE MI HIJA Y MI MUJER ESTÁN ENTERRADAS BAJO TIERRA!!! Por un momento se había perdido. —¿Tu mu… mujer? Miguel cerró los ojos intentando controlarse. Esta vez no hubo puñetazo. —Mi mujer estaba en el hospital recuperándose de un ataque al corazón. Cuando se enteró de todo tuvo una crisis y no pudieron hacer nada por ella. Falleció.

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—Dios mío… - susurró muy despacio, como soltando el aire. Sus piernas temblaban. —Dios no va a poder ayudarte. Dios no existe. No aquí. No en este lugar. Volvió a centrarse en el habitáculo de tierra que lo rodeaba. —¿Dón… dónde esta… tamos…? - preguntó. El hombre miró a su alrededor. —Estamos en mitad del monte. Aquí no nos va a molestar nadie, no te preocupes por eso. Tardé una semana en cavar bajo tierra este zulo. Puse cemento en el techo, unas vigas y en el exterior zarzas para ocultar la tierra removida. Está insonorizado al cien por cien, por si te da por gritar más de la cuenta. En mitad de ningún sitio. No hay paso cercano. No hay nada. Así que no padezcas. Intentó tragar la poca saliva que le quedaba, pero tenía la garganta tan seca que era incapaz de hacerlo. Tiritaba pero no de frío. Comenzó a ser consciente de que lo torturaría hasta la muerte y que nadie jamás lo encontraría. La esperanza inexistente de salir de allí fue menguando poco a poco. No había un ápice de optimismo. De repente le vino a la mente la cara de su compañero. —¿Mi com… pañero dónde es… está? —Está bien. Tendrá dolor de cabeza unos días. Nada más. No te preocupes por él. No sabía porqué pero la respuesta no lo tranquilizó. —Me di… dieron orden de disparar. Fue un e… error… —Un error que la justicia no ha subsanado. Debes pagar por lo que hiciste. —Pe… pero lo siento. Yo… —Pero nada. Has arruinado mi vida y la de otras tres familias. El caso ha estado en tribunales más de cuatro malditos años. Perdí mi trabajo por depresión. Después mi casa y todo por lo que había luchado tanto durante toda mi vida, ya sin ningún sentido. Lo único que me mantenía cuerdo era saber que al final tendrías tu merecido, pero no, la justicia de éste país no sirve para nada.

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Al agente la cabeza le daba millones de vueltas. No conseguía descifrar una salida para poder salir airoso de aquella situación. Una pregunta que le daba miedo incluso formular en silencio rondaba en lo más profundo de sus pensamientos. Unos pensamientos oscuros que no vaticinaban nada bueno. Tenebrosos. Sombríos. Tenía que hacerlo. —Vas a ma… matarme ¿Verdad? Se hizo un silencio. Justo al pronunciar la última palabra miró directo a los ojos de su raptor, sin pretender dar pena ni compasión. Aquello no funcionaría. Estaba convencido de que, fuese lo que fuese lo que tuviese pensado hacer aquel demente, unas simples súplicas no bastarían para hacerlo cambiar de parecer. Un secuestro con fuerza a un agente de la autoridad, daños a un segundo, robo y tenencia ilegal de armas, y como aderezo ápices de tortura y maltrato físico. Eran demasiados pesos en la balanza del destino como para que una persona, habiendo planeado a priori todo aquello, con conocimiento de lo que ocurriría si era detenido, fuera a cambiar de opinión. Improbable no. Imposible. —No. No voy a matarte. No soy un asesino como tú. La respuesta lo sacó de sus pensamientos pesimistas, aunque no por mucho tiempo. —¿No? ¿Entonces? La siguiente respuesta fue aterradora. —No. Pero de aquí no sales vivo. Te lo garantizo.

Su corazón se aceleró. En realidad ambos corazones lo hicieron. Uno por lo que significaban aquellas palabras. Otro porque se trataba casi de la culminación de una preparación minuciosa y paciente. Una venganza soñada. —¿Sabes? Me obsesioné con el gimnasio. Me he pasado allí metido cada tarde

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de los últimos años. Necesitaba agotarme cada día para poder conciliar el sueño por las noches, y en ocasiones ni así lo conseguía. Pero cuando nuestro abogado nos comentó que saldrías triunfante de la sentencia no podía creerlo y mi mente comenzó a enloquecer. Tenía que hacer algo, y esto es lo que ha resultado de aquella epifanía. Álex comenzó a llorar, asustado. Eran lágrimas sinceras que habían surgido de repente. —Y no llores cobarde. Eran tres niñas. Tres niñas inocentes. Volvió a mirarlo. —Fue un e… error… - la mandíbula lo paralizaba de dolor al pronunciar cada sílaba aunque de alguna manera conseguía sacar las fuerzas necesarias para seguir hablando - y no hay dí… día que no re… re… cuerde aquell… ello… —¡¡¡HIJO DE PUTA!!! No me digas… - se levantó de la silla decidido a propinar otro puñetazo pero se controló de nuevo y volvió a sentarse - … no me digas que las recuerdas. Unos testigos dijeron que disparaste y mataste a la conductora. Se llamaba Tania y era la mejor amiga de mi hija. Aseguraron que te diste cuenta del error hijo de puta. Esposado y sin poder apenas moverse sabía lo que iba a escuchar. Miguel continuó. —Te entró el pánico y seguiste disparando. Las mataste a las tres ¡¡¡A LAS TRES CABRÓN DE MIERDA!!! Berta mi hija, Tania y Sandra. Tres niñas que habían quedado a cenar con unos amigos y las mataste. Se hizo un silencio perfecto. Fantasmal. Todo era verdad. Ambos lo sabían. Ambos. —Lo si… siento… —Ya es tarde. Me da igual que lo sientas. El testimonio de los dos testigos fueron invalidados porque estaban borrachos. Su índice de alcohol en sangre era demasiado alto como para ser creíbles. Pero eso fue lo que pasó maldito psicópata con uniforme. Alex comenzó a marearse. Luchaba por no perder el conocimiento. Tenía el cuerpo

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muy dolorido. Las muñecas, los dedos y la cabeza sobre todo. El mareo iba en aumento. El malestar y la angustia ascendían, abrasándolo por dentro. —Ti… tie… enes razón. Miguel se quedó paralizado. No esperaba una confesión. No al menos tan pronto. —¿Cómo dices? —Me… me asus… susté. Metí la pa… pata y al darme cu… cuenta del e… error y sin sa… saber porqué se… seguí dis… disparan… disparando. El padre vengador se levantó de un salto, desbordando rabia por los cuatro costados, y agarrando con todas sus fuerzas la culata de la pistola le apuntó con ella, alineando el cañón con su frente. Con agilidad retiró el seguro y acomodó con nerviosismo el dedo índice en el gatillo, decidido a disparar. Puede que entendiera de armas o que aprovechando la inconsciencia de su dueño hubiese practicado como se hacía, pero estaba claro que si quería usarla podría hacerlo. Sabría hacerlo. Álex cerró los ojos, esperando lo peor. Si accionaba el gatillo se acabaría todo. —Por… por favor. Si me de… dejas vivir lo con… confesa… saré todo. Era una súplica a la desesperada. Él lo sabía pero tenía que intentarlo. Continuó. —Se lo con… confesaré to… do al juez. Lo… lo juro. Pasaron unos segundos, interminables. Decidió abrir los ojos un poco, casi entornándolos tímidamente, pero volvió a cerrarlos de inmediato. El cañón, tembloroso por el nerviosismo del que lo sostenía seguía ahí, apuntándolo sin piedad. Podía escuchar su respiración acelerada y entrecortada. El policía sin embargo retenía el aliento. Esperando. Convencido de que si sucedía lo que tenía que suceder ni siquiera escucharía el sonido del disparo. —No. No mereces un tiro.

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Álex comenzó a temblar. Los músculos se le iban descomponiendo por la tensión. —No eres muy observador. La afirmación lo dejó sin saber qué pensar. —Toma anda. Bebe un poco. Debes de estar sediento - continuó. Se dio la vuelta y sin soltar la pistola con su mano derecha, cogió la botella de agua que estaba sobre la mesa y con cierta maña la abrió. Se pudo escuchar el sonido que hacía el tapón al romper los seguros de plástico que garantizaban que no había sido abierta antes. —¿Obser… serva… vador de qué? - preguntó mientras se aproximaba a él. —Tú bebe todo lo que puedas. De repente parecía calmado. Su voz era más pausada y relajada. Daba miedo. Arrimó la boca de la botella a sus labios y no pudo evitar dejarse llevar. Tenía tanta sed y se sentía tan deshidratado que temía desfallecer de un momento a otro. Si el agua estaba envenenada no le importaba en absoluto. Podía obligarle a beberla, por lo que pensó que lo mejor era no resistirse a la voluntad de un hombre armado. Con un dolor agudo consiguió abrir la mandíbula y comenzar a tragar con dificultad. El líquido cristalino fluyó a través de su garganta, refrescando e hidratándolo por completo. Era como dar vida y energías a un moribundo. Un ánimo que necesitaba para continuar luchando. Mientras engullía todo lo que podía, casi con ansia, una idea luminosa y esperanzadora se gestó en su mente. De repente se veía capaz de encontrar una salida para aquella situación tan horrorosa. La idea era más tangible que nunca desde que había despertado con los ojos vendados. Estaba convencido de que podría conseguirlo de alguna manera.

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Movió la cabeza para indicarle a su carcelero que no deseaba más. —Hazme caso mal nacido. Bebe más. Le extrañó la insistencia. —No gra… cias. —He dicho que bebas más - ordenó tajante, tratando que no se le escurriera el cigarro apagado al hablar. Aún lo mantenía sujeto. No discutió. Volvió a sentir dolor al separar ambos lados de la boca. Siguió tragando agua sin rechistar ni darle motivos para más violencia. El segundo remanente de líquido también le sentó de lujo. En realidad lo necesitaba. De nuevo indicó que no quería más con un gesto. —¿No quieres más? Como prefieras. Tú mismo. Dicho esto se apartó de él y dejó la botella donde estaba antes, sobre la mesa. Volvió a sentarse en la silla, frente a él. Le sorprendió ver que había conseguido beberse algo más de media botella, lo que significaba un litro y medio por lo menos en dos tragos. A eso había que restarle lo derramado al beber tan mal, pero aún así era bastante. —Por… por fa… favor… - intentó hablar. —Las mataste a las tres. La primera fue un error. Las otras dos asesinato. Comenzaron de nuevo los nervios. La maldita tensión. Levantó la pistola, que aún sujetaba su mano, para apuntarle de nuevo sin dejar de hablar. —Fueron cinco tiros que acabaron con tres niñas inocentes. Hizo una pausa para suspirar con fuerza. Cansado. Derrotado. —Aseguraste que como era de noche confundiste los móviles que llevaban en las

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manos con unas pistolas. Que pensaste que eran los terroristas que habían perpetrado el atentado. Que te habían dicho por radio que detuvieses el vehículo sospechoso como fuera. Y disparaste con esto... Se quedó ido por un momento, observando la posible herramienta causante en parte de la muerte de su hija. —Puede que incluso sea la misma - volvió a apuntarlo - aunque no quiero saberlo. Su pistola tenía ahora el cometido contrario a lo pensado. Apuntaba a su propietario y protector, supuesto defensor de la ley. Y lo más extraño es que en lo más profundo el policía sentía que era lo más justo. —No sé por… porqué lo… lo hice… —Entonces… ¿Las mataste a sabiendas que eran tres inocentes? Derrumbado y con el cuerpo dejado caer, sin energías, por primera vez desde hacía tantos años desde el suceso, dejó de engañarse a sí mismo y a los demás y se sinceró. —Sí, lo… lo hice. Miguel se incorporó un momento sin dejar de apuntarle con el arma y se sacó del bolsillo un aparato fino y negro. Una grabadora digital. —Te he estado grabando en todo momento. Confiesa una vez más. Que quede bien zanjado el asunto. Tras un suspiro cogió fuerzas para volver a testificar ante aquel perturbado. Pensó por un momento que lo único que tenía que hacer era soltar lo que quería oír, aunque en realidad fuese la verdad, y después negarlo todo ante quien fuese si era necesario. No obstante confesarlo en el fondo lo había liberado de una gran carga. —Al dis… disparar y matar a la con… conduc… tora y ver que me habí… había equivocado seguí disparando pa… para poder decir que e… era una confu… fusión completa sin tes… testigos directos.

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Pulsó el botón de stop y dejó con delicadeza sobre la mesa el aparato. —Ya está. Muchas gracias. Se secó el sudor que todo aquello le había causado, abrillantando su frente, con el antebrazo de su mano libre. Levantó la pistola de nuevo y lo apuntó por última vez. —Mucho policía y nada observador. —No en… entien… do eso. —¿Acaso no te has dado cuenta? Aquí no hay salida. He tapado la entrada. Lo miró desconcertado. Después a su alrededor. Era cierto. No se había percatado de ello hasta el momento. —Nos veremos en el infierno hijo de la gran puta. Dicho esto y haciendo un movimiento diligente y rápido del brazo, flexionando el codo al máximo y doblando un poco su muñeca, cambió la dirección a la que estaba apuntando y apoyó el cañón en su propia sien y cerró los ojos, decidido. El estallido retumbó por toda la habitación escavada, haciendo que se desprendieran algunos trozos sueltos del techo y algo de tierra de las paredes. Un pitido era lo único que podía escuchar el policía durante horas. Al momento de apretar el gatillo el brazo se destensó de su posición, cayendo a un lado, relajado e inerte junto al cuerpo. La pistola hizo un ruido seco al caer al suelo. Su cabeza cayó hacia detrás por el peso, quedando invisible a la vista desde la trayectoria que Álex tenía allí sentado. Antes de ocurrir pudo observar como el agujero de salida era de un tamaño gigantesco, salpicando la pared que tenía en su trayectoria de masa gris y trozos de cráneo rojo. La grabadora seguía en la mesa, junto a la botella de agua. Tenía pequeñas gotas rojas decorándolo. Puede que alguien pudiese escuchar aquella constancia algún día. Quién

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sabe. Durante unos minutos lo que sí que se pudo escuchar fue el incesante chorro de sangre espesa que le salía del boquete y que impactaba contra el suelo, derramándose en un gran charco. De vez en cuando, no demasiadas veces, la pierna derecha se movía con ligeras convulsiones. El suelo era un barrizal que mezclaba sangre, trozos de carne y hueso con tierra húmeda, creando un barro asqueroso que daba grima solo con observarlo. Pudo ver, flotando en él, el cigarro que nunca llegó a fumarse.

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Alex, el agente de policía comenzó a chillar. No le importaba el dolor que sentía en su mandíbula desencajada. Chillaba y gritaba con todas sus fuerzas pidiendo auxilio. Chilló aún después de que la batería de la linterna se agotase por completo. En el exterior, a unos dos metros y medio por encima de su cabeza, a punto de celebrarse la esperada Navidad, un joven cervatillo comía hierba justo sobre el zulo, sin percatarse ni oír absolutamente nada de lo que sucedía un poco más abajo.

O. A. Hanksler

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La esencia de Ana 1.ª parte. Sobresalta

La noticia de la llegada de un nuevo inquilino al bloque fue un gran acontecimiento. Pero si además éste se paseaba por los pasillos con el torso desnudo y era terriblemente irresistible, ocasionaba una hecatombe. El paso de mujeres era bastante fluido, salían de sus hogares por cualquier excusa cuando escuchaban el menor ruido. Daba igual la hora que fuese, aparecían perfectamente maqueadas, entaconadas y perfumadas. Ana hacía todo lo contrario, debido a su extrema timidez, miraba de un lado a otro para confirmar que no se lo iba a encontrar. ¿Cómo actuaría ella ante un hombre semidesnudo? Fácil, se pondría colorada y muy nerviosa, apenas saldrían palabras coherentes de su boca y el extraño llegaría a la terrible conclusión de que la mujer que vivía frente a su puerta tendría algún trastorno mental. Así que para prevenir malos entendidos y momentos tensos, lo evitaba. Pero era humana y mujer, además… el instinto de curiosear era incontrolable. Cada vez que tenía ocasión lo observaba a través de la mirilla. ¡No sólo iban a disfrutar las demás! A veces, aguantaba la respiración hasta límites insospechados para no hacer ningún ruido mientras lo contemplaba. Pero cuando se apoyaba en la puerta para deleitarse con aquel espécimen, éste hacía cosas demasiado extrañas, como estar parado mirando su puerta e inspirar con ahínco. Como si pudiese… ¿olerla? Entonces ella se retiraba lo más rápido que podía y se escondía en el lugar más alejado de la casa. Como cada sábado, debía salir a comprar algo para alimentarse la semana siguiente. Con el carrito de la compra en la mano, miró a través de la mirilla para asegurarse de que no se iba a encontrar a nadie por el pasillo. Una vez confirmada aquella soledad que necesitaba, cogió el bolso y abrió lentamente la puerta. Con suaves pasitos se dirigió al ascensor,

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presionó al botón… La esencia de Ana. —Buenos días. –Una voz ronca apareció de repente mientras Ana esperaba el elevador. —¡Ah! –Se asustó y en medio del sobresalto, se tambaleó. El joven la agarró del brazo evitando una posible caída. —¿Te he asustado? –Ella se soltó del suave amarre. –Lo siento, no era mi intención. —No… no te preocupes. Es que soy muy…asustadiza –Unos sonrojos de vergüenza llenaron las blancas mejillas. << ¡Mierda!>> Pensó. —Tranquila, no quiero hacerte daño. –Le sonrió cariñosamente. Un aroma varonil inundó la nariz de Ana. Una mezcla de perfume y sudor… -No te había visto antes. ¿Llevas poco tiempo viviendo aquí? —No. –<<Solo he intentado ocultarme>> Meditó para sí. —Entonces… ¿No sales mucho? –Seguía su interrogatorio mientras las puertas del ascensor se abrían. —No –Respondía como podía mientras pensaba cómo se iba a liberar de aquel encuentro. Cogió fuertemente su carrito y se introdujo en el deseado elevador. Seguía mirando el suelo y hábilmente colocó el objeto entre ellos. —¿Bajas? –Continuaba averiguando. Como ella no hablaba él se quedó mirándola a los ojos con curiosidad. —Sí. –Respondió finalmente. —¿Puedes decir algo más? –Una risa burlona apareció en el rostro masculino. —Mis padres me enseñaron a no hablar con desconocidos –. Musitó mirando el suelo. La esencia de Ana. —Estarán orgullosos de ti. En fin, para que no seamos unos extraños me presento, soy Enrique, Quique para los amigos. Encantado de conocerte…-Esperó la respuesta. —Ana –Cuchicheó. —Bonito nombre. –Le tendió la mano para saludarla cortésmente. Ella dudó en devolverle el saludo. Sus palmas estaban sudadas por la ansiedad. No era miedo, sino excitación. En muchísimas ocasiones había soñado tener un encuentro sexual con un hombre en un ascensor. Jamás le puso rostro, pero sí alguien muy parecido a él. De repente, el acompañante hizo algo muy extraño. Levantó la nariz como si pudiese olfatear algo importante, al mismo tiempo soltó un gruñido. Volvió a mirarla, pero sus ojos ya no eran dulces, sino lujuriosos. ¿Se habría dado cuenta de su necesidad? ¡Imposible! Sólo ella era capaz de sentir la humedad que poseía entre sus piernas. Todo lo demás eran imaginaciones suyas… ¿o no?

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Las puertas del elevador se abrieron. Ana salió de allí tropezando con sus propios pies. Antes de alejarse del edificio se giró y miró hacia el ascensor. El joven se apoyaba en las herméticas hojas que seguían abiertas. Su pecho estaba agitado, se movía con rapidez. Seguía levantando la nariz buscando desesperadamente el aroma que parecía haber perdido. Clavó sus ojos en ella y sonrió maquiavélicamente. Hoy había despertado la bestia que yacía en su interior….

Lourdes Beltrán (Dama)

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Un noviembre cualquiera 2.ª parte

Bastaron unos segundos para despertar a Ady y pedirle explicaciones antes de que volviéramos a tener compañía en el salón. —¿En qué estás pensando? ¿Te haces una idea de la que se va a liar? Es tu hermano y deberías haberle avisado, ¡Abelly va a volverse loco cuando le vea aparecer! Con los ojos aún entreabiertos y desperezándose mientras se reincorporaba y se ponía en pie, sonrió tratando de sosegarme y me dijo en voz baja que mantuviéramos la calma. —Moy, déjame hacer las cosas a mi manera, este asunto se arregla de una vez por todas esta noche. Te lo prometo, confía en mí. De nuevo, su poder de convicción me hizo reflexionar y creer que quizás no era tan mal momento para que todo volviese a la normalidad, me limité a asentir con la cabeza y a creer que una vez más, sabría lo que hacer para suavizar la situación. Casi siempre tenía solución para todo. —Está bien… bebamos, ¡que sea lo que Díos quiera!

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—Que exagerado eres, Moy, vamos a la cocina, ese champagne estará en su punto. Colocamos las copas sobre la mesa, y un enorme recipiente lleno de hielo que abrazaba las botellas. Ady se dispuso a abrir una de ellas, y puso la música a todo volumen, al tiempo que casi sincronizados a la perfección Charly y Abelly entraron de nuevo en escena. Charly se aproximaba al sofá con ese rostro orgulloso que se le dibujaba cuando se sentía irresistible con uno de sus trajes nuevos. Lucía una camisa blanca entallada de botones negros que se abrochaba de arriba abajo, presumiendo de abdominales como era costumbre antes de salir de fiesta. ―¡Ey tíos! ¿Habéis visto alguna vez algo así? jajaja… ― Sonreía al tiempo que terminaba de ponerse la camisa y ajustarse el nudo de la corbata marrón a juego con la americana y sus pantalones nuevos. Resignado al contorneo de su hermano, Abelly le miró de reojo y levantó una ceja mostrando su desespero después con la cabeza, —Deja de pavonearte, tío, ¿cuál es mi copa? ¡Brindemos! —Celebra mientras puedas… —murmuré para mis adentros, y dediqué una mirada complice a Ady para seguidamente beberme la primera de un trago. Unos minutos más tarde, Abelly ya estaba bailando con su copa en la mano, con un ensayado movimiento de cintura. Estaba contento, entraba en sintonía con la noche, se asomó al balcón y saludó a un grupo de chicas que justo en el piso de enfrente lanzaban gritos y piropos con evidentes síntomas de borrachera. Sin duda, nos llevaban ventaja. Mi móvil entonces volvió a sonar…

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—Vamos, Moy, apaga el puto móvil o contesta de una vez, ¡será una de tus amiguitas!gritó Abelly mientras seguía con su baile particular. —Eyyy tío, te ha contado Ady, ¿no? En 10 minutos te veo allí, hoy se lía, jaja… ¡Hasta ahora! —Emmm… voy adelantándome y ahora nos vemos chicos, de paso compraré algo de comer para más tarde, esto tiene pinta de que acabará al amanecer. ―Nadie intuyó nada raro, ni siquiera el propio Ady. Sonrieron sin dejar las copas de vista, y cada vez más animados y eufóricos por el sonido envolvente de la música y los efectos del alcohol. Bajé las escaleras lo más rápido posible y me quedé apoyado en el portal esperando a que llegara. Se había levantado un fuerte y frío viento, incluso algunas tímidas gotas de lluvia comenzaban a caer. Me abroché el abrigo y me cobijé en la entrada sin perder de vista la avenida principal. Pude distinguir su peculiar silueta a unos cien metros de distancia. Su desgarbado y desenfadado modo de andar lo hacían inconfundible, se colocaba una de sus gorras con la mano izquierda mientras caminaba cabizbajo con paso apresurado y enorme zancada, sin retirar en ningún instante su mirada del móvil. Próximo a mí, levantó la cabeza y lanzó exaltado un efusivo grito seguido de una de sus contagiosas carcajadas… —Que pasaaa, Moy?¿Quién manda esta noche, eh?¿Quién manda? No pude evitar que se me escapara una sonrisa, por supuesto me alegraba de verle, aún con todo lo acontecido meses atrás. Me dio un fuerte abrazo y poco a poco su rostro se tornó algo más serio al comprobar mi gesto de preocupación aún estando inmensamente feliz por su visita. Allí estaba de nuevo.

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Tannus era el mejor amigo de los hermanos, prácticamente era parte de la familia. Afable, extrovertido, alegre y querido por la gente, nunca pasó desapercibido para casi nadie. Una mañana cualquiera decidió dejarlo todo y cambiar radicalmente de vida, no titubeó, apostó por encontrarse a si mismo, y probar fortuna lejos de la ciudad. Contrario a lo que pudieran sugerir su entorno y familiares más cercanos, creyó firmemente en lo que le podría hacer feliz, y sin duda llegó a conseguirlo. Comenzó a codearse con importantes contactos, invirtió en varios negocios relacionados con el mundo de la noche, y consiguió generar una impresionante fortuna de la cual todos sabíamos que ni siquiera el era consciente. Unos años más tarde, pasó a ser una de las personas más influyentes y reconocidas del país. A sus 31 años recién cumplidos, se había convertido en un precoz multimillonario que podía permitirse todo lo que cualquier persona de a pie jamás se podría permitir. A pesar de ello, la situación nunca le había llegado a superar, su estilo de vida obviamente había cambiado de manera abismal, pero él seguía siendo el mismo que antes de marchar. Con una gran diferencia, lo tenía todo. O al menos eso creía. O al menos, eso creíamos. En realidad las últimas visitas de Tannus, habían tenido un desenlace tan imprevisible como accidentado, sobre todo la última ocasión un par de meses atrás, justo el tiempo que Abelly llevaba sin dirigirle la palabra ni querer saber nada de él. Digamos que aquella noche se nos fue de las manos, y terminamos involucrados en un desafortunado jaleo de irreparables consecuencias en el caso de Abelly. Christine, su novia por aquel entonces, decidió dejarle para siempre. Aquella misma

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noche, furioso como en pocas ocasiones antes le habíamos visto, prometió que jamás se lo perdonaría. Excepto Abelly, el resto de los presentes nunca creímos que Tannus fuese el único culpable de lo sucedido, y mucho menos que hubiera tenido voluntariedad alguna, pero Abelly tenía claro que si Tannus no hubiera estado allí, nada de aquello habría ocurrido. Todos pensamos que sus palabras fueron fruto de aquel calentón puntual, de hecho sabíamos que nunca había estado enamorado de ella, y que sólo buscaba en Christine, lo que no podía tener de la persona que realmente amaba. Pero eso, era otra historia. Lo cierto es que a día de hoy la reconciliación parecía impensable, y Ady había mantenido en secreto la llegada de Tannus hasta última hora para intentar que las aguas volvieran a su cauce. Yo seguía teniendo mis dudas y me temía un reencuentro agitado y con secuelas irreversibles. Ady estaba entusiasmado con la visita de Tannus, nuestras salidas nocturnas eran de esas que no se olvidaban con facilidad, y eso le motivaba especialmente teniendo en cuenta que estaba deseando salir aquella noche. Intuí que no le contó nada a Charly porque estaba seguro de que este se lo contaría a Abelly antes de tiempo. —¿Cómo van las cosas? ¿Ya sabe Abelly que estoy por aquí? ―Preguntó expectante. Le bastó con observar como suspiraba y agachaba la cabeza para advertir que la situación seguía igual de tensa y que Ady aún no había mediado en el asunto, dejó la mochila en el suelo. Desde el portal, se escucharon a lo lejos los gritos de Adry y Abelly que bajaban por las escaleras tarareando sin éxito alguna canción del momento, aposté que no quedaba ni una gota de aquel champagne. Tannus me miró con una mezcla de incomodidad e intriga ante la delicada situación que se avecinaba y sonrió con gesto nervioso e intranquilo.

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Abelly salió en primer lugar y su rostro cambió radicalmente al verlo, las venas de su cuello se hincharon repentinamente y sus ojos se tornaron brillantes al tiempo que trataba de abalanzarse sin éxito hacia Tannus, impedido por los musculados brazos de Ady que lo sujetaban. —¿Como te atreves a venir por aquí? ― gritaba enfurecido.-Lo mato, suéltame que lo mato. —Que me sueltes joder―, gritaba como un loco maniatado bajo el cuerpo de su hermano mayor. —Hasta que no te tranquilices no pienso soltarte, tú mismo- respondió Ady con firmeza. —Vamos, Abelly cálmate, así no solucionarás nada. Traté de ayudar intentando quitar tensión al momento y conseguir que se calmara definitivamente. —No hay nada que solucionar―, respondió en esta ocasión con un tono menos agresivo y algo más tranquilo aparentemente. —Déjalo, Moy, no ha sido buena idea, quizás otro día. Subiré a saludar a Charly y me marcharé―, díjo Tannus con un semblante triste y decepcionado. —De aquí no se marcha nadie, vamos a solucionar las cosas de una puta vez―. Sentenció Ady. Y abelly con gesto resignado pidió que le soltara una vez más. ―Suéltame joder, está bien, estoy tranquilo. ¿Lo ves? —Vamos, Abelly, no seas tan orgulloso, te he pedido disculpas varias veces, sabes perfectamente que siento lo ocurrido. Haciendo caso omiso a sus palabras y sin dejar de mirar a los ojos de Tannus con gesto desafiante, abrió la puerta y caminó lentamente en actitud pensativa mientras se encendía un cigarro. Parecía reflexionar en silencio, calmado y dispuesto a cambiar de actitud. Lo cierto es que siempre estaba de buen humor, no estaba acostumbrado a estar

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enfrentado con nadie y conociéndolo sabíamos que esa situación no era nada agradable para él. Se giró lentamente, su gesto se tornó relajado y tranquilo para alivio de todos. —La jodiste, tío, la jodiste como nunca, pero eres de la familia y me cuesta, no se estar así, grandullón. Tannus sonrió emocionado y se acercó para fundirse en un abrazo con él, Abelly hizo un esfuerzo tratando de olvidar todo el rencor que había acumulado desde entonces y Tannus advirtiendo tal gesto se separó. —Vale, tío, ya está… poco a poco. Ady y yo asentimos con la cabeza y nos acercamos a normalizar de una vez por todas la situación. Tannus seguía sonriendo y Abelly daba síntomas evidentes de que el enfado en unos días sería historia pasada. —¿Sabíais que venía?- Nos preguntó Abelly. —¿Qué más da, tío? ¡Olvídalo y celebrémoslo como se merece! ― Dijo Ady mientras le chocaba la mano. Abelly sonrió a duras penas y Tannus hizo gala de su efusividad cuando se trataba de organizar una fiesta. —¡Eso chicos! Hoy se va a liar una buena, además tengo algo que proponeros…será divertido, ¡esta noche no la olvidaremos nunca! Preparaos… lo tengo todo pensado. ―Joder, Tannus, pronto empiezas, ¿no tuviste bastante? ―Dijo Abelly un tanto irónico. Y todos sonreímos a carcajadas mientras la lluvia comenzó a caer con más fuerza y decidimos entrar de nuevo en la finca. —Bueno, Tannus, cuéntanos el plan de esta noche, nos tienes intrigados.

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Se colgó la mochila a la espalda y se revolvió haciéndose el interesante y sonriéndonos, le encantaba sentirse protagonista y ser el foco de atención. —Subamos, quiero cambiarme y ver a Charly, todo a su tiempo.

Mocer

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Carla 2.ª parte

Se encontraron en la Biblioteca, dispuestos a conocer si el caso de la hermana de Carla, Nina, había tenido lugar en otros lugares. Julio estaba mentalizado en que no era ni el momento ni el lugar de estar pensado en los asuntos del corazón, por lo que intentaba centrarse y no pensar tanto en los exquisitos labios de fresa que deseaba besar. —Necesito ver los archivos informatizados, por favor. —Por supuesto. Tenga la llave. Si necesita algo sólo tiene que decirlo. Los dos jóvenes entraron. Para Carla, había sido demasiado fácil, aunque lo agradecía. El día anterior había tenido una fuerte discusión con sus padres, estaban decididos a no perderla y querían que entrara en un convento, pero ella tenía otros planes. Además, no la llamaba la vida religiosa. Aún así, estaba decidida a hacerles ver que Nina no se había ido por propia voluntad, y que no era la única. Podía sentir que estaba viva, en contra de su voluntad, en algún lugar. —¿Por dónde quieres que comience? -Julio ocupó una de los monitores frente a Carla. Había visto hacerlo en muchas películas, pero estar en esa situación era distinto. —Busca casos de secuestros no resueltos por la comarca. Remóntate a unos 10 años. Yo buscaré en personas desaparecidas, me aseguraré que mis padres denunciaron la desaparición de mi hermana y buscaré desde hace cinco años hasta hoy. Por cierto, ¿recuerdas cómo era mi hermana?

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—Claro que la recuerdo, ¿cómo olvidarla? Las dos sois iguales, sólo que tú tienes el cabello corto y ella largo, pero ambas sois morenas, con hermosos ojos grises, altas, esbeltas... -iba a decir con grandes e insinuantes pechos, pero guardó silencio, así como tampoco dijo nada de sus caderas, pues le parecía muy mal hablar de ello en esas circunstancias. Mientras ellos investigaban, en un hogar cercano, un hombre bajaba al sótano. Su cuerpo menudo no hacía presagiar de lo que era capaz. Allí, en jaulas de fieras, varias adolescentes se encontraban encerradas. No podían escapar, lo impedían dos candados, los tobillos y las manos atados...las jóvenes, amordazadas, permanecían en silencio y sumisas. Sin ducharse, con las ropas hechas jirones y los rostros marcados por los golpes. En cuanto bajó, las jóvenes comenzaron a temblar. Un par de ellas apartaron el rostro mientras otra, recién llegada hacía como un par de semanas, rompía a llorar, ante la risa tonta y desenfrenada del anciano. Este sacó a una de ellas. La tumbó en la mesa frente a las jaulas, y quitándole el vestido le realizó una ecografía: estaba embarazada. —Muy bien. Estás embarazada de cuatro meses. Perfecto. Y este equipo es muy bueno, se ve el feto en perfectas condiciones. Aún no se sabe si es niño o niña, pero es interesante. A partir de ahora ya no comerás una vez, comerás dos, así que dale las gracias al feto. La volvió a dejar en la jaula. Las jóvenes estaban tan débiles que apenas tenían fuerzas para quejarse. Se dejaron hacer en silencio, excepto la novata, que no sólo se resistió, también gritó y golpeó, hasta que el anciano le enseñó la navaja y la colocó cerca de su cuello. Entonces cedió al análisis de sangre, mas el miedo dio paso a una profunda alegría que guardó sólo para sí: no estaba embarazada. —Haz de quedar embarazada en los próximos tres meses o irás con las demás, no voy a estar siempre pendiente de ti, y alimentarte me cuesta dinero. La joven no entendía a qué se refería, aunque se regocijaba en no tener un hijo en aquel lugar infectado de ratas y cucarachas, donde no se sabía cuándo era de día ni cuán-

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do de noche. Un lugar donde la sangre, el sudor, la orina y la vergüenza era lo único que se olía. En la Biblioteca, Carla se maldecía por tener unos padres como los que tenía. No habían denunciado la desaparición y hacia ya dos años. Para completar, su preocupación aumentó al averiguar Julio que había un total de 20 chicas de entre 16 y 18 años faltando de sus hogares, sin pistas por parte de la policía y en distintas ciudades. —Te ayudaré con los datos, descarga tú la mitad, yo la otra mitad. Una vez las tuvieron comenzaron a comparar. El parecido entre las chicas era impresionante. Se dirigieron a la Comisaria, pero en cuanto comenzó a hablar la cosa cambió: —Mis padres no han denunciado la desaparición, pero hay más chicas, casi idénticas a mi hermana, que tampoco han sido encontradas y quiero... —Tengo cosas más importantes qué hacer, no puedo escuchar las fantasías de unos jóvenes con demasiado tiempo libre. No quiso escuchar más y les enseñó la puerta. Julio no podía creerlo. Carla, destrozada, salió a toda velocidad, sentándose en el escalón de la Comisaría, necesitaba tranquilizarse... pero... ¿qué quería la policía? ¿Acaso una muerte antes de investigar un secuestro? ¿Por qué sus padres no denunciaron la desaparición? Rompió a llorar desconsolada, intentando hacer el menor ruido posible y recordando el día en el que la hermana y ella, compartieron una tarta. Nina cumplía los 12 años y ella sólo tenía 11. Permaneció casi un año guardando el dinero de las golosinas para hacerle un regalo a su hermana. Cando llegó el día, le regaló un reloj de pulsera color rosa que Nina nunca se quitaba. No lo grabó, pero le escribió unas palabras en un trozo de cartulina y la guardó dentro de la cajita dorada. —Carla... -su hermana no podía hablar, la abrazó y lloró emocionada. Incluso le ofreció el primer trozo de pastel, aunque llevaba casi cinco años sin celebrar su cumpleaños

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debido a algo que ninguna de las dos comprendía. —Pero tú eres quien cumple... —Y tú quien me ha regalado lo que realmente me gusta. Es precioso... come -le entregó el platillo blanco de plástico, con un trozo de tarta de chocolate. Siguió llorando. Julio, al verla así, se agachó frente a ella, le apartó el cabello del rostro y sonrió. —La encontraremos. A ella y a las demás. Toma -le entregó un pañuelo de papel-, vamos a otro lugar. Se dirigieron al parque, donde permanecieron en silencio con la lista en la mano. Carla la observaba, ¿cómo hacer que una persona hable de otra sin haber denunciado la desaparición? ¿Qué tendría que decir? El miedo se apoderó de ella. ¿Y si no la encontraba? —Julio, mi hermana era una persona buena, cariñosa, humilde. Nos prometimos cuando cumplí 10 años que siempre estaríamos juntas, que nos protegeríamos. Yo he roto mi promesa, ¿cómo estará? ¿Dónde? Julio, necesito a mi hermana. —Estamos juntos en esto, no lo olvides. El muchacho se mordió los labios queriendo besarla, decirle lo que para él significaba. Cuánto la amaba y deseaba. Aquello le dolía más por el hecho de tenerla tan cerca sin poder tocarla. —Gracias por estar aquí conmigo, Julio. —No me lo agradezcas hasta que no la hayamos encontrado, y tenemos que hacerlo nosotros. No entiendo como el policía nos despidió de esa manera, me resulta muy extraño. Todas las chicas se parecen, deberían de estar buscando, pero no, permanecen tras sus mesas. —¿Por dónde empezamos?

Stella Maria LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 9 ENERO 2014

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MICRORELATO LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 9 ENERO 2014

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Sombras chinas Fue el mejor espectáculo de sombras que vieron alguna vez. Nadie se explicaba cómo un par de manos podían formar monstruos tan intrincados, hacerlos creer que sus alas membranosas agitaban el aire hasta el techo. ¡Y solo un hombre detrás de todo! Solo él, sus manos, su ingenio y el toldo para cubrirlo. Las luces cambiaban. ¡Mira qué maravilla con ese tono rojo y las figuras de los aldeanos perdiéndose en las nubes negras! ¡Qué realistas los movimientos de las colas sobre las montañas altas! Los niños rieron cuando se comieron a todos los corderos. Los padres aplaudieron cuando el dragón se rio tras destruir las casas de un soplido. Al encenderse las luces, el maestro salió de su escondite y les agradeció, reverente. Estaba demasiado oscuro para que ellos vieran el sudor que cubría su frente, lo abiertos que estaban sus ojos desde que las nuevas sombras aparecieran.

Candela Robles Abalos

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ANTOLOGÍA “MI PRIMERA VEZ” “ESCUELA DEL DELIRIO” LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 9 ENERO 2014

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Colores Prólogo No sé exactamente cuándo empezó a cambiar mi vida. Puede que no sucediera un día en concreto, a lo mejor fueron varios días entrelazados o, simplemente, en una décima de segundo. Lo cierto es que ya no soy la que era, y por mucho que lo desee, nunca volveré a serlo. Si soy sincera, tampoco estoy muy segura de quererlo así, de hecho, no me llevo tan mal conmigo misma, aunque cuando me miro en el espejo, y me refiero al espejo de la vida, no estoy muy satisfecha de mis decisiones, pero sobre todo, me reprocho algunas palabras, tanto aquellas dichas en voz alta, como las que en su día llegué a pensar. Éstas, muy a mi pesar, son las peores. Lo que voy a relatar, pasó hace muchos años, y desde entonces, mi vida ha tomado un rumbo más bien seguro, si bien el recuerdo a veces sale de su escondite y me obliga a estar más alerta y segura de mis actos, o mejor dicho, a aparentar estalo. Pero ya se sabe que las apariencias engañan, y otras, como en mi caso, se convierten en enemigo, puesto que quienes están a mi lado, se sienten fuertes y seguros, y yo, la mayoría de las veces, soy un mar de dudas. Con cuatro años, la vida se ve muy diferente, casi se podría decir que no te afecta, es ajena a quien hace uso de ella. Se vive, pero sin darse uno cuenta de que el tiempo no espera, y que lo que se ha hecho un segundo antes, no podrá volver a salir nunca más igual, aunque quisiera repetirlo. Por lo tanto de esa forma queda hecho, bien o mal, mejor o peor, pero ahí queda. Suspendido en el aire para pasar a formar parte de, quizás, tu propia vida.

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Con el paso del tiempo se consumen los años, y con ellos la inocencia, las ideas y el idealismo, los deseos y los sueños, la juventud y el cuerpo. No vale la pena pues, volver la cabeza y añorar lo que se fue, porque en una época no valorada como es debido, se tuvo la oportunidad de elegir el camino, pero la inexperiencia no permite ni enseña el oficio de existir para marcar un buen futuro. De pronto, un día, como hoy, una se despierta, como siempre, a la misma hora. Pero hay una pequeña cosa que lo torna diferente, y es el hecho de que te planteas tu vida y empiezas a escribirla en tu mente, antes de que el tiempo también se lleve estos pensamientos. A todo esto, me llamo Buba. Soy una gata, con pedigrí dicen, aunque yo personalmente me considero simplemente eso, una gata. 1. Recuerdo exactamente el día. Tuve la oportunidad, ¿de qué?, ahora me lo pregunto, pero por aquel entonces la tuve. Me abrieron las puertas del mundo y las crucé, sin pensarlo, si bien diría que algo tuve que pensar, pero no sé bien el qué. Era la hora de vivir una aventura sola y la aproveché. Por suerte o por desgracia, soy uno de los pocos gatos que temen la soledad y necesita compañeros, pero ¿cómo se encuentra eso? Yo nunca los había tenido que buscar, venían ellos a mí, y esta búsqueda representaba para mí un grave problema. Lo solucioné de alguna manera y encontré a una gata mayor que yo, amarilla y gris. Hacíamos buena pareja, e incluso cuando estábamos con su grupo de compañeros, destacábamos. Esto de formar parte de una pandilla era una nueva sensación. ¡Qué a gusto y segura me sentía! ¡Qué fuerte ante la vida y el tiempo! ¡No podía haber nada mejor! Pronto, yo sería como hay que ser: un gato debe cazar, defenderse y hacerse respetar. No por nada somos tan pequeños, con una uñas afiladas y un cuerpo esbelto, los sentidos a flor de piel y el instinto felino que nos emparienta con los más feroces animales, pero en versión pequeña.

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Pero pronto descubrí uno de mis mayores problemas. En esa época comprendí que no sabía cómo utilizar mis garras. Todo pasó de repente, como la vida real y el tiempo suelen presentarlo, sin razón aparente y sin un por qué, tan necesario pero inexplicable la mayoría de las veces. En fin, a lo que iba. La gata amarilla y gris, pronto me presentó formalmente a un gato callejero, más callejero que ella si cabe. Enseguida comprendí que era especial, que su color naranja, tan vivo y tan intenso, su, a la vista, experiencia en la vida, y sus rasgos fuertes y seguros, harían de él, el compañero perfecto para el inicio de mi libertad. Los espacios de tiempo, de repente se fueron convirtiendo claramente en días y noches, los días para aprender y las noches para conocer. -¡Caramba!- me decía a mí misma. Jamás me había sentido tan importante. Mi pelo pálido empezó a brillar y a crecer al ritmo de mis nuevos conocimientos. El sabor de los pensamientos y el de los deseos afloraba por mis bigotes, últimamente muy bien cuidados, y daban rienda suelta a las tentaciones. Sabía que una vez descubiertos sus poderes, podría ser muy fácil obtener lo deseado por mi compañero. Mis ojos tomaron vida por sí solos. Estaban ansiosos por ver lo que sentían mis bigotes. Pero lamentablemente, durante el día, solo se podía aprender de la indiferencia y, cuando llegaba la noche, no podía entender, pues el miedo y la oscuridad no me permitían ver lo que realmente sucedía. En un momento, ahora borroso y oscuro, descubrí también mi cuerpo, y con ello, descubrí también todo lo que mi cuerpo era. Podía ser un mundo de sensaciones formidables y que, compartidas con el compañero adecuado, podrían llegar a ser algo muy especial. Esto solo podía imaginármelo, puesto que, hasta ese momento, solo las había experimentado en mí preciada pero temida soledad. Creo que las complicaciones empezaron en ese momento. Todo era realmente extraño, toda la manada estaba formada por gatos y gatas a rayas. Unos pocos, tenían el privilegio, según ellos, de tener dos colores, como dos caras. Como mi compañero naranja. Pero yo era negra, con un pelaje brillante, sedoso y cada vez más largo. A todos les inquietaba mucho este asunto, no llegaban a asimilar el hecho de tener entre ellos a una gata que sin color, brillara tanto, y sin tener experiencia, emanaba una se-

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guridad y una pureza tal, que les volvía a ellos inseguros, y sobre todo, quizás más que mi pelo, era el hecho de que yo tenía nombre. Era la gata Buba, y no simplemente una gata. Todo esto empezó a rumorearse en confusos ronroneos, pero al poco tiempo se fueron convirtiendo en incomprensibles maullidos. Yo no entendía nada, y a veces miraba fijamente a uno de ellos, ponía las orejas hacia atrás, y con mi peluda y elegante cola recta y en vertical, movía un poco mi trasero y me abalanzaba sobre él o ella. Pero por algún motivo, aún hoy confuso, los arañazos me los llevaba siempre yo. No me salían las garras. En una de esas noches de intenso color, me llevé el primer arañazo inesperado por la espalda: Mi primera amiga amarilla y gris me lo hizo, y la cicatriz se fue después de mucho lagrimeo curado a base de lametones de mi propio sufrimiento. Al no comprender el por qué de tantas peleas, decidí, sin analizarlo antes, que posiblemente, el problema era yo. Aún así, seguí al lado de mi compañero naranja muchos días y muchas noches. Los días se fueron volviendo crueles y sin sentido. Los pasaba vagabundeando en busca de nuevas amistades, pero solo recibía arañazos disfrazados de caricias. Ya las noches, las noches se convirtieron en dolor y soledad, incluso contando con mi compañero y sus supuestos mimos. Fue entonces cuando su color se fue convirtiendo en un destello extraño y caluroso, que me hizo comprender que me había equivocado al buscar amigos. Descubrí en cada uno de ellos, y sobre todo en mi compañero naranja, unos perfiles extraños a la luz de la luna. Muy inquietantes. Algo más importante que el aspecto de su pelo, el color o el hecho de no tener nombre. Descubrí que no maullaban como yo, quizás por eso nunca entendía nada, descubrí que no eran ágiles como yo, que no sentían como yo, que no luchaban como yo. Descubrí, muy a mi pesar, la clave de mis sufrimientos y desengaños. Comprendí y aclaré la verdad: eran hienas. -¡Madre mía!- pensé. No me extraña en absoluto que la vida en estos retazos de libertad hubiese sido tan

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dura y retorcida. No me había dado cuenta hasta en ese mismo momento. Ya me había parecido raro a mí que mientras yo disfrutaba realmente trepando por los árboles y cazando ratones, ellos se divertían comiendo entre basura y esperando más basura. Además, era muy extraño el efecto que les producían algunos alimentos y algunos olores en concreto, a los que yo no encontraba nada bueno y siempre me negué a probar. Por fin, empecé a ver claro y a sentirme fuerte y segura, pero esta vez de verdad. Mis uñas estaban siempre a punto, aunque no supiera cómo usarlas, pero ahí estaban, por si acaso. Entonces, como si de repente hubiese nacido en mí una pantera, estudié mi plan de supervivencia, y puesto que mi compañero naranja, una vez tan amado, había sido el más cruel de todos, dirigí mi venganza hacia él. Su color naranja intenso, para mí se fue desvaneciendo en el tiempo, dejó de brillar como el sol que daría sentido a mi vida, y se convirtió en fuego frío, listo para ser apagado definitivamente con todas las lágrimas que en su día derramé, y que con todo el sentido felino que me caracteriza, fui guardando bajo llave junto con todos mis sufrimientos. 2. Desparecí un tiempo no excesivamente largo. Justo el necesario para que mi enemigo naranja se diera cuenta de cuánto importante había llegado a ser yo para él. Ese espacio de tiempo lo dediqué a pulir mi pelo y a abrillantar mis bigotes. Encontré la forma de realzar mi silueta de manera insinuante e hice amigos gatos, y que lamentablemente, a costa de su sufrimiento, me volví fuerte y decidida. Gatos de los que me aproveché un poco. Pero ya se sabe lo que dicen, los gatos somos unos interesados, y yo, no voy a ser la excepción que confirme la regla. Estaba bastante nerviosa, pero aún así logré hacerme la inocente y conseguí el primer desafío: volver a integrarme y a ser aceptada por mis enemigos. Con mi nuevo y misterioso encanto, también volví a cautivar a mi pobre objetivo naranja. Hay que ver que tontas son algunas hienas. Basta con un par de ronroneos y unas cuantas miradas insinuantes para tenerlos al alcance de las garras. Mi astucia se desarro-

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lló muy sutilmente, y muchas noches, aún estando a su lado con mi cuerpo, mi mente y mis sentidos vagabundeaban por los más lejanos horizontes de mi propia imaginación. Me volví tan indispensable para él, que me resultaba hasta molesto y abrumador al mismo tiempo. Algo realmente grotesco. Hasta tuvo la desfachatez de pensar que podía volverse gato. Resultaba penoso el hecho de verlo intentar trepar a los árboles, a los que yo visitaba cada noche. Recuerdo ahora, que astuta fui, una noche que lo hice trepar a los tejados de la ciudad tantas veces, que tras acabar exhausto y sin fuerzas, en el último tejado, el pobre se sintió de nuevo hiena e impotente ante mí. Mi vitalidad era tal, que resultaba incomprensible para tan poco sentido vital. Además el hecho de tener en mi posesión seis vidas más, me permitía el lujo de arriesgarme de vez en cuando con un chapuzón en el agua oscura y misteriosa de la juventud. Por fin llegó el día: estando él sobre el capó de un coche recién aparcado, pasó delante de mí un gato verde, elegante y grande, del cual me sentí atraída instantáneamente. Mi primera reacción fue la de mirar con mis grandes ojos y erizar mis bigotes. Luego, tras un salto esbelto y silencioso, me crucé en su camino con pasos lentos y estudiados, alzando mi cola para dejar entrever lo justo de mis secretos. El gato verde, sin dejar de mirarme, se retorció de gusto en la arena caliente de la calle. Primero con el hocico y luego con el lomo, descubriéndome lo que, sin duda, me abrió todavía más el apetito de vida y venganza. A todo esto, mi enemigo naranja, al que tanto quise y el que tanto me hizo sufrir, estalló en colores naranjas y rojos, aullando de dolor y desespero. Yo, siempre con astucia y sensualidad, conduje al gato verde por la tubería del agua hasta el tejado que había en frente del coche donde hasta hace pocos segundos, imaginaba el presente. La hiena miraba sin creer. Era tan increíble que se olvidó de su ego y del respeto que a sí mismo se debía, que se puso debajo del tejado a aullar desesperado. Yo me regocijaba en mis ronroneos, y antes de dar a entender a mi nuevo compañero el fin de mis acciones, con un leve pero seguro movimiento de cola, derramé todas y cada una de las lagrimas, hasta ahora guardadas celosamente, sobre mi pasado naranja. Era tan vivo y diabólico su color, que por un momento pensé que todas mis lagrimas no basta-

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rían para extinguirlo. En el momento más crucial, el del éxtasis, giré mi cabeza suavemente y tras un fuerte y largo maullido, empecé a ronronear como nunca lo había hecho. Descubrí entonces que se había hecho de noche, pero aún así podía verlo todo, y eso me permitió ser la espectadora del final de lo que un tiempo había sido la luz de mis días: mi ex compañero naranja, se iba con el rabo entre las patas. Así, libre del pasado, me quedé al lado de quien, siendo gato como yo, me enseñaría a sentirme especial. En ese momento exacto, entendí que, aunque de noche todos los gatos son pardos, yo sigo siendo negra y él verde. Así comencé mi segunda vida. Todavía me quedan seis, pero por mucho que me tienten todas y cada una de ellas, prefiero quedarme en esta. 3. Ahora vivo en una casa con mis mayores. Dos cosas altas, con dos patas largas y dos cortas. Ellos mismos se denominan humanos, y como yo no recuerdo nada antes de mi primera oportunidad, yo los considero mis padres adoptivos. En fin, como iba diciendo, vivo en una casa. No es muy grande, pero me dan de comer, me cuidan y me quieren. Cuando lo deseo, estoy en compañía, y cuando no, estoy a solas con mi compañero verde. Es un mundo lejos del real, pero soy bastante feliz. Las garras han crecido junto con mis sentimientos, y si bien no se ven, están ahí siempre para recordarme que si nacemos con ellas es para usarlas o, simplemente, para avisar al contrario que es peligroso meterse con una gata cuando está en celo de la vida.

Asia Lafant

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POESÍA LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 9 ENERO 2014

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Como en casa Si me pierdo, ¿cómo recordar el camino que me lleva a casa? Mis pasos se ponen a viajar sin rumbo fijo al andar. A veces no encuentro un Norte, y dejan de marcar el Sur, queriendo que me pierda a propósito en mi propia travesía. Extraños caminos se cruzan cuando te encuentras solo buscando un lugar llamado hogar. Se juntan en tu mochila canciones perdidas y versos a medio escribir. Los recuerdos se amontonan en los bolsillos de tus pantalones, cargándolos con el peso de las lágrimas por lo que vas dejando atrás. Duele el abandonar. Pero a veces te niegas a volver a girar la mirada. Simplemente cierras fuertemente los ojos, y aprietas tu caminar,

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mientras, el nudo se va haciendo más grueso. Si después no encuentro el rastro, ¿cómo regreso al hogar? Las promesas cobran más valor según avanzo, aún cuando las lágrimas me hacen heridas. Mi madurez se niega a crecer con crueldad. Es más bello aquel aprendizaje que me marca con gratos recuerdos: esos perduran en mi memoria de un modo inquebrantable. ¿Cómo encontrar un lugar al que llamar hogar? Extraños en medio de la oscuridad. Almas sin ningún lugar estable, pero que buscan cierta habitabilidad. Habitaciones sombrías con cristales sin limpiar. Y el sonido de la noche que ensordece el eco de la soldad. El paso de los días y el de los huecos que buscar; sitios donde no acabas de encajar. Y la promesa de que, pase lo que pase, no regresar sin, al menos, poderlo intentar.

Ysbhala

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NOVELAS LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 9 ENERO 2014

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Sangre Sally Night Mare Autora:

Clara Peñalver

Editorial:

Debolsillo

en los muchos años que llevo enganchada a la lectura. Si se que he estado muchos años

8,95 euros

parada y la verdad es que hasta hace poco

IBSN: 978-84-9032-313-7

el tipo de lectura que caía en mis manos era

Precio:

mas bien clásico. Sipnosis: caí derrumbada a su lado con los labios llenos de sangre, casi sin poder res-

En lo referente a los personajes es en

pirar. Acababa de descubrir algo nuevo para

lo que no me sorprendido, Valentina es una

mi. Anoche llegue a la conclusión de que

mujer fuerte guapa y con un futuro promete-

la sangre formaría parte de mi dieta sexual

dor por delante, una chica a la que no le falta

para siempre.

de nada aparentemente pero aun asi siente que algo le falta hasta que algo pasa en su

Aquí comienza la trepidante historia

vida que lo cambia todo. Tampoco es de sor-

de Valentina, una joven escritora dueña de

prender que como ella no tiene una mejor

un bar de copas y con unos gustos sexuales

amiga aunque si un mejor amigo su relación

nada corrientes. A través de las paginas de

de amistad no es para nada convencional

su diario esta mujer de armas tomar nos ira

hasta que llega el tercero en discordia el

revelando sus miedos, sus pasiones y sus

cual gira todo el mundo de Valentina.

aventuras junto a Peter y el enigmático Axel, quien le revelara su secreto sobre su origen

Lo que ella descubre de Axel la sor-

que cambiara su futuro y el de su clan para

prende aunque lo asume con total naturali-

siempre.

dad, como nunca ha encajado en la vida que ella a conocido. *** Aun así es una novela interesante que

Una vez comprendí que estaba ley-

te abre el camino a una nueva manera de

endo un diario contado por una chica escrit-

leer y una nueva manera de ver a nuestros

ora la verdad dude que pudiera terminar este

personajes mas preciados de la literatura en

libro, no es un estilo al que este muy acos-

estos nuestros tiempos.

tumbrada, la verdad es el primero de este estilo de narrativa con el que me encuentro

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El nombre del viento Sally Night Mare Autora:

Patrick Rotfhuss

Editorial:

Debolsillo

ra vez, la autentica historia de su vida. Una historia que unicamente él conoce y que ha

9,95 euros

quedado diluida tras los rumores, las con-

IBSN: 978-84-9908-247-9

jeturas y los cuentos de taberna que le han

Precio:

convertido en un personaje legendario al Sipnosis: en una posada en tierra de nadie,

que todos daban ya por muerto: Kvothe....

un hombre se dispone a relatar, por prime-

músico, mendigo, ladrón, estudiante, mago,

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héroe y asesino. Ahora va a revelar la ver-

ganza, esta le lleva a querer saber mas y

dad sobre sí mismo. Y para ello debe empe-

lo empuja a la universidad y así aprender a

zar por el principio: su infancia en una troupe

manejar una de las armas mas poderosas

de artistas itinerantes, los años malviviendo

de los mundos de fantasía “la magia”.

como un ladronzuelo en las calles de una gran ciudad y su llegada a una universidad

La magia en este mundo no es la

donde esperaba encontrar todas las res-

típica a la que estamos acostumbrados, otro

puestas que había estado buscando.

punto en extremo original en este mundo. El protagonista crece junto a nosotros mientras

***

le cuenta su historia a un cronista para así poder dejar testimonio de que no es oro todo

Este libro ha sido una gran sorpresa

lo que reluce y que aunque los demás te en-

para mi, escribir sobre fantasía es muy nor-

salcen como el mayor héroe no todo es tan

mal hoy en día, a la hora de comprar un libro

fácil.

has de saber elegir o saber como lectora que tipo de fantasía es la que mas te gusta, cu-

Lo llaman el nuevo Tolkin, las compar-

ando vas a una librería es el tema de lectura

aciones son odiosas y cada escritor es único

que esta de moda, los lobos, los vampiros

aunque escribas sobre el mismo genero. Os

son los mas comprados; pero libros como,

recomiendo que la leáis y vosotros mismos

El Nombre Del Viento, es un tema mas deli-

veáis lo mismo que he visto, un gran talento

cado a la hora de comprártelo ya que las ex-

para la escritura y una imaginación increíble

pectativas sobre este tipo de fantasía están

así que no os podéis perder “El nombre del

muy alta y mas después de una saga como

viento” yo en cuanto pueda devorare la seg-

es la de El Señor De Los Anillos.

unda parte de esta increíble historia.

Crear un mundo completo de la nada, seres increíbles y lograr que a otra gente le guste... Lo que este personaje vive a lo largo de su vida es increíble, las aventuras de Kvote comienzan desde su primer día de vida, un niño que recorre los caminos con la troupe a la que pertenece, el talento lo lleva en las venas, es inteligente en extremo y eso le lleva a poder sobrevivir tras perder lo todo junto con uno de los sentimientos mas poderosos que nos pueden empujar, la ven-

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El libro de la elegida Sally Night Mare Autora:

Lena Valenti

Editorial:

Editorial Vanir

bía esperado que su inequívoca Caraíd le perdonara y le diera la oportunidad de ex-

21,90 euros

plicarse, y mientras esperaba que eso su-

IBSN: 978-84-938170-1-5

cediera, pagaba por un pecado que él, en

Precio:

realidad nunca había cometido. La elegida, Sipnosis: para la vaniria Daanna McKenna,

después de mucho tiempo atormentandole,

la inmortalidad es como vivir una larga y agó-

había conseguido su objetivo vengándose

nica muerte. Marcada por las estrellas en su

de el y lanzarse al abismo de la sangre y las

nacimiento, y ungida por los dioses en su

tinieblas. Pero el destino le tenia una ultima

transformación, se ha visto obligada a existir

sorpresa reservada: la propia Daanna. Una

sobre protegida, sin luz y sin libertad, espe-

mujer que lo reclamaba de entre las som-

rando a que despierte el supuesto don que

bras y le pedía a gritos algo que él nunca le

la hace tan importante para su clan. Ahora

había otorgado: la redención. Menw tendrá

en el desenlace de la guerra. Pero Freyja

la posibilidad de entregarle el don o de ha-

no da nada gratuitamente: Daanna podrá

cerla caer en desgracia.

recibir su don. Sin embargo, nunca imagino que la llave que liberaba su poder estaba en

Las sombras del pasado arremeten

manos del hombre que le había robado y pi-

contra dos almas destruidas que buscan la

soteado el corazón y que estaba a un paso

manera de cicatrizar sus heridas ¿cuantos

de entregarse a la oscuridad. Ella luchara

secretos puede custodiar la eternidad?

por recuperar lo de las tinieblas, consciente de que en la travesía por rescatar al vanirio, no solo podrá perder el orgullo que la había

En ocasiones, la mejor venganza es el perdón.

mantenido en pie siglo tras siglo, sino que ademas, él exigirá algo a cambio.

***

La eternidad y Nenw McCloud eran

La tercera entrega de la saga vanir.

sinónimo de martirio y también de contradic-

Esta tercera entrega no tiene nada que en-

ción. Él el sanador de los vanirios Keltois,

vidiar a los libros anteriores.

es incapaz de encontrar una cura a su desesperación. Durante mas de mil años ha-

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Daanna, un ser inmortal con una gran


responsabilidad sobre sus espaldas de la cual no sabe cual podría ser el desenlace, con

un

corazón

roto por actos sin explicación, arrastrar con algo así durante

milenios

puede pasar factura y eso es precisamente lo que le esta pasando aun así las fichas de esta gran guerra llena de secretos han empezado a caer y todos tienen su momento para poder

arreglar

lo que los siglos han

estropeado

por ello, tanto ella como

Menw,

el

sanador del clan vanirio, un hombre torturado por los errores de su pasado ten-

Los sentimientos que despiertan es-

drán que poner las cartas sobre la mesa y

tos dos protagonistas llegan a ser tan tier-

jugar la que posiblemente sea una de las

nos y emocionantes que era imposible que

ultimas partidas de su eterna vida, miles de

a los lectores de esta gran saga les pasaran

perdones y te quiero que no salieron en su

desapercibidos de modo alguno, una novela

momento de los corazones de ellos dos ten-

sin desperdicio la cual si no has leído to-

drán que salir de una vez y así esperar que

davía no te la puedes perder.

todo salga como tendría que haber sido.

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CRÓNICA LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 9 ENERO 2014

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Historias desde la almohada Samy S.Lynn Crónica de una almohada..... Ah no perdón.

tuve el placer de compartir mesa con mi compañero de editorial y amigo Javier García. Estuvimos en el café rock “La oveja ne-

Crónica de la presentación de “His-

gra” presentando el magnifico recopilatorio

torias desde la almohada” del autor Javier

de relatos “Historias desde la almohada” un

García.

gran trabajo de Javier García que nos lleva a descubrir que nuestras almohadas hablan.

El pasado 14 de noviembre de 2013

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Fue una tarde muy divertida, donde disfru-

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tamos de una gran compañía, un ambiente lleno de cariño y rodeados de amigos y conocidos de Javier. ¿Que os puedo contar del libro de Javier? Pues solo puedo deciros que si queréis reír, pensar, llorar, enamoraros y sobre todo SOÑAR, debéis comprarlo puesto que hay historias para todos los gustos. Yo lo recomiendo al 100%.

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El pozo de los deseos Samy S.Lynn

Crónica de la presentación de “El pozo de los deseos” de la autora Encarni

bueno eso no viene al cuento ahora jajaja.

Maldonado. El pasado 30 de Muchos me dirán que no puedo ser

noviembre

estuvimos

objetiva con Encarni porque es mi amiga,

en Dalías compartien-

pues bien que os voy a decir cada uno es

do mesa con la encan-

libre de pensar lo que quiera, pero a mi tanto

tadora

su primera novela “El pozo de los deseos”

donado,

como las siguientes que me he leído (en plan

su primera novela “ El

lectora 0) me han gustado mucho y cuando

pozo de los deseos” fue

ha habido algo que no me ha gustado se lo

un viaje impresionante,

he dicho y lo hemos revisado juntas. Pero

aunque en el pueblo

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Encarni

Mal-

presentando


por desgracia tuvimos una mala experiencia

sino para que pudiéramos presentar el libro

con una persona en su bar, hay que decir

de Encarni, pero ademas de eso fue muchí-

que a excepción de ese personaje, todas las

sima gente.

demás personas del pueblo eran maravillosas, nos trataron con mucho cariño, fue una

Una presentación llena de cariño, per-

presentación impresionante la Asociación

sonas nuevas que se ganaron nuestro cora-

Cultural Talia nos abrió las puertas del Ca-

zón y de un gran libro recomendado al 100%

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Descubriendo un nuevo mundo Sally Night Mare porque esta novela nos lleva a una nueva forma de ver el erotismo literario, nos presenta un mundo de BDSM real donde hay historias románticas en dos vertientes, la primera la pasión y adoración de los sumisos por sus amos y en segundo lugar el romance de los protagonistas. Es una novela Crónica

basada en he-

presentación de

chos reales, en

“Descubriendo

la que ademas

un nuevo mun-

puedes encon-

do”

trar una imagen por capitulo, la La

pre-

sentación de la novela “Descubriendo un nuevo mundo” fue

edición de la no-

realmente impresionante, en primer lugar

vela en gran tamaño con extras es limitada. Ademas de que la novela nos adentre en el erotismo de forma totalmente diferente a las novelas que hay ahora mismo

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del Ateneo para el verano, con sorpresas regalos y aforo limitado. También nos hicieron unas demostraciones muy interesantes de Bondage invitando a Bond Valencia que hizo maravillas con las cuerdas. Y vinieron dos modelos que dejaron a todos boquiabiertos Amanda y Álex se hicieron pasar por dos personajes de la novela, bordaros su en el mercado, Samy S.Lynn y Ediciones Or-

papel e hicieron sonreír y babear a más de

tiz trabajaron duramente para que la presen-

un asistente.

tación fuera en El hall de la 6ª planta del

Ateneo

mercantil de Valencia, ademas nos contaron algunos

se-

cretos como una

fiesta

que se hará el en Ático

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CONCURSOS LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 9 ENERO 2014

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junto a la revista

Letras Enlazadas convocan el

1. Concurso Literario de Temática Erótica er

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BASES: 1.º Podrán concurrir a este Premio todas las personas residentes en España, mayores de edad,

siempre que los trabajos estén escritos en castellano, sean originales e inéditos y no hayan sido premiados con anterioridad. Cada persona podrá mandar dos trabajos. No se aceptarán obras que hayan sido publicadas total o parcialmente, en material o de manera virtual. Tampoco podrán participar obras premiadas en otro concurso, certamen, actividad literaria, o que estén en espera de fallo en otros certámenes, concursos, o presentadas para ser evaluadas para publicación con alguna editorial. 2.º Los relatos deberán ser de temática erótica, tendrán una extensión mínima de 15 y máxima

de 35 páginas. 3.º Los trabajos deberán presentarse siguiendo estrictamente las siguientes características: A) Se recepcionarán a través de un correo electrónico dirigido a: ediciones.ortiz@gmail.com B) El correo habrá de hacer referencia en el ASUNTO a I Concurso de de relatos eróticos + Título de la obra (el que proceda). En dicho correo se adjuntarán dos archivos: a) La obra que concursa: . El archivo de la obra deberá estar en .doc o .pdf. Deberán estar mecanografiados en tamaño DIN A4, en letra Times New Roman de 12 puntos, con interlineado de espacio 1,5. b) Datos de la persona concursante: Este archivo deberá contener los datos de la persona concursante: nombre, apellidos, D.N.I., domicilio, teléfonos, correo electrónico y la aceptación de las condiciones del concurso. También deberá contener la declaración de que la obra es en todo inédita y que fue escrita en su totalidad por el/la autor/a. 4.º No se aceptarán trabajos que no respondan a las características establecidas en los puntos

anteriores. 5.º

El plazo de presentación de los trabajos se extenderá desde el 1 de Diciembre hasta el 28

de Febrero. No se admitirán los trabajos recibidos una vez cerrado el plazo de admisión. 6.º

El jurado estará formado por tres personas de Ediciones Ortíz.

7.º No 8.º

se dará ninguna información anterior a la fecha de publicación de los resultados.

El fallo del Jurado se hará público en la web de la editorial y en la revista Letras enlazadas

http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortizentre el 1 Mayo. 9.º

Todos los trabajos recibidos que no sean premiados serán destruidos.

10.º

El premio puede quedar desierto.

PREMIOS: * El ganador recibirá, un diploma, entrevista en la revista Letras Enlazadas, el relato en la antología erótica, y dos ejemplares gratis de este. * Tres finalistas recibirán, un diploma, entrevista en la revista Letras Enlazadas y ver sus relatos en la antología erótica, además de un descuento del 10% en la compra de la antología. Ediciones Ortiz se reservara todos los derechos para esta edición así como los derechos de autoría de los relatos publicados.

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junto a la revista

Letras Enlazadas convocan el

1. Concurso Literario de serie Z er

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BASES: 1.º Podrán concurrir a este Premio todas las personas residentes en España, mayores de edad,

siempre que los trabajos estén escritos en castellano, sean originales e inéditos y no hayan sido premiados con anterioridad. Cada persona podrá mandar dos trabajos. No se aceptarán obras que hayan sido publicadas total o parcialmente, en material o de manera virtual. Tampoco podrán participar obras premiadas en otro concurso, certamen, actividad literaria, o que estén en espera de fallo en otros certámenes, concursos, o presentadas para ser evaluadas para publicación con alguna editorial. 2.º

Las novelas deberán ser de serie Z, tendrán una extensión mínima de 70 y máxima de 150

páginas. 3.º Los trabajos deberán presentarse siguiendo estrictamente las siguientes características: A) Se recepcionarán a través de un correo electrónico dirigido a: ediciones.ortiz@gmail.com B) El correo habrá de hacer referencia en el ASUNTO a I Concurso de serie Z + Título de la obra (el que proceda). En dicho correo se adjuntarán dos archivos: a) La obra que concursa: . El archivo de la obra deberá estar en .doc o .pdf. Deberán estar mecanografiados en tamaño DIN A4, en letra Times New Roman de 12 puntos, con interlineado de espacio 1,5. b) Datos de la persona concursante: Este archivo deberá contener los datos de la persona concursante: nombre, apellidos, D.N.I., domicilio, teléfonos, correo electrónico y la aceptación de las condiciones del concurso. También deberá contener la declaración de que la obra es en todo inédita y que fue escrita en su totalidad por el/la autor/a. 4.º No se aceptarán trabajos que no respondan a las características establecidas en los puntos

anteriores. 5.º

El plazo de presentación de los trabajos se extenderá desde el 1 de Diciembre hasta el 30

de Junio. No se admitirán los trabajos recibidos una vez cerrado el plazo de admisión. 6.º

El jurado estará formado por tres personas de Ediciones Ortíz.

7.º No 8.º

se dará ninguna información anterior a la fecha de publicación de los resultados.

El fallo del Jurado se hará público en la celebración del primer aniversario de Ediciones

Ortiz el 30 de agosto de 2014, el 1 de septiembre saldrán los resultados también en la revista letras enlazadas. 9.º

Todos los trabajos recibidos que no sean premiados serán destruidos.

10.º

El premio puede quedar desierto.

PREMIOS: * El ganador recibirá un diploma, entrevista en la revista Letras enlazadas, ver su novela publicada bajo las mismas condiciones de publicación que cualquier autor de Ediciones Ortiz. Ediciones Ortiz se reservara todos los derechos para esta edición así como los derechos de autoría de los relatos publicados.

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PUBLICACIONES DE NUESTROS COLABORADORES LETRAS ENLAZADAS - NÚM. 9 ENERO 2014

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José Salieto Crónicas de una Nueva Raza Es una tetralogía que, aunque al principio no te lo parezca, no se trata de una historia épica más de elfos, enanos, orcos y trasgos, a pesar de que éstos sean los personajes más abundantes en el primero de los libros. Tampoco es una simple historia de la consabida lucha entre el Bien y el Mal, en la que al final siempre ganan los buenos. De hecho, a lo largo de la tetralogía, bien y mal se entremezclan cada vez más. Ni siquiera los finales de cada historia, ni de la historia en general, pueden definirse

como final feliz o un mal final, pues no son ni lo uno ni lo otro. Como en la vida misma, nada es definitivamente bueno o feliz, ni definitivamente malo o infeliz. Todo es una continuidad que se

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va entrelazando sin fin. Es la historia de una humanidad que no deja de ser muy diferente de la nuestra y que transcurre sobre un telón de fondo basado en la filosofía y el ocultismo que muchas culturas nos han legado a través de los tiempos, como la griega, la hindú, la tibetana, la egipcia y otras muchas, aunque no se hable de ellas para nada, pues esta obra no es un compendio de pesada filosofía, sino una historia de aventuras, intriga y misterios, que busca antes que nada entretener, y si me apuráis, dar que pensar, pero ya en un segundo plano. Se trata de una autoedición y de momento solo se encuentra en las librerías de Elche (Alicante) que es donde por su reciente aparición (solo hace año y medio) está teniendo más repercusión, junto a las poblaciones circundantes.. Para el resto, se puede obtener a través de la web: www.cronicasdeunanuevaraza.com donde se puede encontrar toda la información sobre la obra, e incluso descargarse los extractos de los primeros capítulos.

Leila Mila Las Caras de la luna Yuna conoce por casualidad a Jasper, un lobo que acabará por salvarla del ataque de un demonio. - “Te asusto” “Me acabas de ver darme de hostias con un demonio y voy a tener miedo de un lobo. ¡Por favor!” - Desde entonces, la vida de Yuna no volverá a ser la misma. Todo su mundo se verá trastocado, hasta que des-

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cubre que ella misma oculta un gran y oscuro secreto - “Yuna… necesito saber una cosa ¿Qué van a encontrar cuando analicen tu sangre?” - Humanos contra lobos, en una batalla con un sólo propósito: Yuna la elegida de la Diosa Luna. Traicionada, sola, y perdida, sólo podrá confiar en sus instintos y en Jasper para protegerla y curarla de sus propias heridas. Pasión, sexo, amor, intriga, ación y sentimientos a flor de piel en una historia tierna y humana. “Te deseo Jasper, te deseo como jamás he deseado nada, ardo sólo por ti...“ Embárcate en esta aventura. Una saga apasionante dónde conocerás y vivirás las historias de sus protagonistas al límite.

El Lamento del Lobo Terence ya no esperaba nada de la vida, cada día más práctico y dolido se va alejando más de la luz. Sumido en sus propios fantasmas, descubrirá que cuando está a punto de tirar la toalla la vida le presenta una nueva oportunidad, Ione. Con ella todo su rencor parece desvanecerse y todo lo que él es, lo impulsa a protegerla de un modo irracional, por lo que tendrá que luchar contra su propia verdad si quiere poder volver a ser el mismo y ayudar así a la que parece ser su pareja real que lo ha estado esperado toda su vida. Pero ambos tienen demasiadas heridas que cerrar y problemas del pasado persiguiéndolos, además de los Descendientes que se vuelven cada vez más agresivos y atrevidos con un objetivo clave, ella. No será nada fácil confiar el uno en el otro. Los dos sufrirán y lucharán contra sus propios miedos para tratar de consolidar lo suyo mientras los Del Fuego estrechan el lazo provocando que la guerra entre Lobos y Humanos parezca inevitable.

Fuego contra fuego Keithling odia a los Ojeadores. No soporta su mundo y por ello cuando es señalada desea morir. Cuando eres marcado no hay vuelta atrás y Keithling deberá aprender cuál es

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su lugar. Lo que no entiende es porqué nadie quiere que Mirea se acerque a ella. Dos seres que son mucho más de lo que parecen y que están condenados a destruirse mutuamente a menos que luchen contra el pasado que los marcó. ¿Será suficiente su amor para salvarse? ¿O todo arderá bajo sus pies...?

El Compendio de Luna Detrás del velo de la noche, entre brumas y haces lunares se esconden mundos de ensueño donde las hadas tejen sus historias en lo más profundo de los bosques. Se dice, que una de ellas partió una noche estrellada en busca de las más bellas palabras jamás narradas para impresionar a sus hermanas. Se alejo dejando atrás su hogar recopilando los relatos que hacían latir el pulso del universo hasta que un día, cuando hubo llenado su preciado libro ella misma quedo presa de su embrujo en su interior. Y según cuenta la leyenda, es en las noches de luna llena que su voz se vuelve a oír relatando esas aventuras que yacen sumergidas en su libro mágico: Historias de amor, pasión, erotismo, terror y pensamientos que hacen suspirar... Déjate seducir por su influjo y adéntrate en el jardín del hada de los cuentos que susurrará las aventuras de sus páginas.

Itsy Pozuelo Vida entre tinieblas Ruth es ingresada, con seis años, en un centro psiquiátrico, a causa de un trastorno mental. Llevará

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su caso el doctor Lloreda, quien pronto se sentirá afectado emocionalmente, sobre todo cuando Ruth comience a confundir la realidad, llamándole Papá. Al mismo tiempo, en su imaginación, Ruth crea un mundo paralelo, en el que disfrutar de su infancia y adolescencia, allí conoce a Claudia y Ángel, quienes serán sus mejores amigos, a ellos recurrirá cada vez que intente evadirse de la realidad, que encierran las cuatro paredes de su habitación. Novela Corta Formato: 16x11 Número de páginas: 67 Editorial: Ediciones JavIsa 23 Precio: 6 euros Hazte con él en: www.edicionesjavisa23.com

Un mundo por descubrir Zoe es una cantante de éxito, su vida parece ser maravillosa, hasta que su hermana Lucía es asesinada. Semanas después, conoce a Christian, un atractivo joven en la sala de espera del psicólogo, al que acude por primera vez aconsejada por su madre. Ese mismo día comienza a entablar una amistad con el joven, cuando éste la ayuda a librarse de unos periodistas, pero al volver a casa descubre el cadáver de su madre, también ha sido asesinada. Ante la imposibilidad policial de resolver el caso, debido al acoso periodístico al que es sometida la investigación por tratarse de los asesinatos de los familiares de una gran estrella, y tras encontrar el diario y unas fotografías de su hermana, Zoe, con la ayuda del comisario que lleva el caso y de Christian,

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decide cambiar su nombre y su aspecto, para no ser reconocida, e infiltrarse en el ambiente en el que vivía su hermana antes de morir. En ese ambiente conoce a un grupo de chicos y poco a poco va estableciendo una fuerte amistad con ellos, sin embargo, ¿puede confiar en ellos? ¿O puede ser que alguno de ellos tenga que ver con las muertes de su hermana y su madre? Todos ellos parecen tener algo que ocultar. Una novela que no te dejará indiferente, con un ritmo trepidante que te enganchará desde el principio hasta su inesperado final. Editorial/año: Ediciones Javisa23, 2013 Género: juvenil, suspense, fantasía, misterio Encuadernación: rústico con solapas Número de páginas: 215 Precio: 12 euros Hazte con él en: www.edicionesjavisa23.com

Dama N. Prayton Crónicas de la Nueva Hispania I Sentencia de Amor Un día cualquiera, un día corriente, pero una noticia que lo cambiará todo. España se despierta con un nuevo Gobierno y un nuevo nombre: “La Nueva Hispania”. Los nuevos gobernantes lo controlan todo, poseen tecnología de última generación y un ejército de cíborgs, también denominados protoners. Las leyes son tan opresivas que muchos mueren por desobedecerlas. Pero no todo está perdido, hay varios grupos de patrulleros defensores de la libertad. Ella es una chica que escapa de un cautiverio atroz, para caer en otro donde su vida depende de una respuesta a una única pregunta. “¿Quién eres?” Pero ella no pude responder, no puede desvelar la verdad aunque su vida dependa de ello. Leo es un

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miembro fuerte y decidido de la resistencia, un patrullero experimentado, que tendrá que luchar contra unos sentimientos demasiado poderosos. ¿Conseguirá que la prisionera hable? ¿Conseguirá descubrir por qué siente que su corazón sangra ante la posibilidad de matarla? ¿Conseguirá descubrir su secreto? BIENVENIDOS A UNA NUEVA ERA... Un libro de ciencia Ficción para jóvenes y adultos, donde el amor se entrelaza con una ambientación futurista, y unos personajes llenos de carisma y personalidad. Venta en: Amazon

Encarni Arcoya Un profesor como regalo de Navidad Abby lleva casi dos años enamorada de su profesor de universidad pero no se atreve a confesarse. Tras una interrupción poco afortunada en clase, tiene que ir al despacho de éste para descubrir que, afortunadamente, los sentimientos que ella tiene no son unilaterales. Gideon Richard es profesor universitario y solo espera que una de sus alumnas termine la carrera para meterla en su cama y hacerla suya. Después de hacerle pasar un mal rato en clase la cita en su despacho para reconfortarla. El problema es que no puede controlar los deseos de su cuerpo por ella. http://encarniarcoya.com

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Javier Haro Herraiz Cardinales Mortales Ella es guapa, es letal. Y tiene un fabuloso par de razones para hacerte perder la cabeza... o la vida... Jessica Montoya es una sensual y voluptuosa asesina a sueldo de origen colombiano que cambiará su modo de vida y su forma de ser por el amor y la amistad de un sencillo escritor de novelas de terror. ISBN: 978-1484971246 Género: thriller erótico Fecha de publicación: 2013 Encuadernación: rústico con solapas Número de páginas: 192 Precio: pepel 7,90 euros eBook 2,58 euros Disponible en AMAZON

David López Alma en sumisión “La novela erótica que te adentrará en el mundo FEMDOM y te dejará con ganas de más”. A la venta en librerías, Amazon, Casa del libro y El Corte Inglés.

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Filippo, amor reencarnado ¿Te imaginas ser castigado a vivir tres vidas diferentes en tres épocas distintas? Alguno podría pensar que más que un castigo sería todo un regalo viajar a años tan dispares en la historia como al 800, a los años 20... Filippo se va a ver expuesto a varias situaciones, ¿aprenderá en su camino las lecciones que le puedan permitir seguir con su vida en donde la dejó? ISBN: 9788494189548 Fecha de publicación: diciembre 2013

¿Qué prefieres, verme desnuda o tamarnos un café? Novela corta, autorelato, basado en hechos reales vividos por el autor. Tiempos actuales, descritos en este libro, en el que se puede sentir identificado cualquier lector. Refleja la historia vivida por una persona que casi lo ha perdido todo a consecuencia de la crisis global, aferrándose a las cosas que le quedan, conociendo al popular político Sánchez Gordillo e incluso topándose con una mujer muy interesante. ISBN: 9781300676218 Fecha de publicación: enero 203

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R. Soto La hermandad de la llama negra A finales del siglo XVIII un ser demoníaco acecha en los bosques de Swinley sembrando el terror entre los habitantes de Paignton. El conde Duncan Veremoth III pedira ayuda a Sir Charles Applewhite y a los mejores tiradores de toda Inglaterra para acabar con la bestía, sin sospechar que una hermandad secreta conspira entre las sombras.. ISBN: 978-84-9039-808-1 Género: misterio, terror, aventuras Fecha de publicación: 30 de octubre de 2013 Formato y encuadernación: 12x19 - tapa blanda Número de páginas: 228 Editorial: United p.c.

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“La Tentación del Lobo” Saga Lobo III ¿Qué hacer cuando tu corazón pertenece al bando que desea matarte?, ¿Cederías tu vida o será superior el temor a sentir? Víctor desobedeció la orden, para él la caza no había terminado, hasta que el cazador se convirtió en presa, quedando en manos de quién podía eliminarlo. Xitsa, una bruja que odia por encima de todo a los lobos. Una asesina que no dudará en torturarlo por venganza. Sin piedad; sin sentimientos. Ya ha matado antes por lo que el lobo no significa nada; o eso creía… Descubrir la cruda realidad hará que Xitsa vea que todo lo que creía correcto no lo era. Se ha pasado la vida engañada, atrapada en su propio veneno y lo único que le queda ahora es lo que tanto persiguió; un lobo rencoroso y orgulloso que no está dispuesto a olvidar tan fácilmente hasta que pague. Un juego peligroso en el que confiar se vuelve imprescindible, una lucha intensa entre corazón, obsesión y perdón. La caza está servida ¿Quién saldrá vencedor de ella?. Autora: Leila Milà Editorial: Ediciones Ortiz Precio en preventa: 26 euros Donde adquirirlo: http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz#!pre-venta-de-/c1t3e

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“Una Navidad Alternativa” Vivimos con una venda en los ojos, un mundo donde hacer algo diferente a lo socialmente estipulado esta mal visto. El libro Una Navidad Alternativa esta compuesto por cuatro relatos que hablan de una Navidad diferente, carente del consumismo habitual, nos quita la venda de los ojos dejándonos ver el mundo real, un mundo donde las compras y los regalos no son lo más importante. Autores: ganadora y finalistas del concurso Ediciones Ortiz Editorial: Ediciones Ortiz PVP: 13 euros Edición limitada Donde adquirirlo: http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz

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“Descubriendo de

pequeña

“rara”,

un

nuevo

fue

pasaba

mundo”

considerada inadvertida

”Des-

una

niña

para

una

gran parte del mundo y así lo asumió, disfrutaba de una soledad buscada”. Su pasión era bailar, exhibirse; disfrutaba siendo el blanco de todas las miradas, sus danzas provocadoras y sensuales despertaban la incitación más carnal entre los espectadores de la Discoteca Armys, donde era la estrella nocturna. Subida al podium se sentía la reina que era. Dominar era su inclinación, la noche su delirio. La naturaleza fue generosa con ella, dotándola de un cuerpo escultural, un rostro bellísimo y su poderosa mirada que completaba con unos cabellos acordes. Era el sueño y fantasía sexual de aquel que la contemplaba y ella, consciente, lo potenciaba al máximo. No buscaba el amor, porque el perfil de su oponente no era algo que abundara en su ambiente y tampoco buscaba la típica relación convencional. Una novela llena de pasión, traiciones, envidias, celos, y realidad. Donde el componente oculto en la vida de Helaine es el BDSM. Autora: Samy S.Lynn Editorial: Ediciones Ortiz Precio: 20 euros ISBN: 978-84-941812-2-1 Donde adquirirlo: http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz

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“El Pozo de los Deseos” Sonia lleva un año amargada, desde que llegó a su nuevo hogar no puede olvidar que antes tuvo una vida mejor, se lleva fatal con los pijos de su instituto y no tiene amigos allí. Se ve obligada a ir con ellos a una excursión a Galicia, y es allí donde ve la luz para poder intentar cambiar su vida. En medio del bosque gallego, se encuentra abandonado un pozo, El Pozo de los Deseos, lugar mágico que esconde más de lo que parece, pues sus “habitantes” pueden hacer que el destino de las personas sea diferente a cambio de un objeto. ¿Será capaz ÉL de cambiar la insulsa vida de Sonia? Autora: Encarni Maldonado Editorial: Ediciones Ortiz PVP: 16,64 euros ISBN: 978-84-941812-1-4 Donde adquirirlo: http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz www.youtube.com/watch?v=9gZJ8i06hS8&feature=c4-overview&list=UU998UClLh_woPq_5apLvgog

A veces soñamos despiertos, pero otras, la gran mayoría lo hacemos justo cuando nuestros ojos se cierran sobre nuestra cómplice incondicional «la almohada». “Historias desde la Almohada” es un recopilatorio de relatos cortos que te llegan al alma y el corazón. Una ventana ha los sueños del autor, un susurro de su almohada. ¿Estáis preparados y preparadas para adentraros en los sueños? Adelante. Autor: Javier García Martinez Editorial: Ediciones Ortiz PVP: 14,60 euros ISBN: 978-84-941812-0-7 Donde adquirirlo: http://edicionesortiz.wix.com/edicionesortiz w w w. y o u t u b e . c o m / w a t c h ? v = _ 5 V l b x O f 3 g k & f e a t u r e = c 4 overview&list=UU998UClLh_woPq_5apLvgog

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Moderación a cargo de Merche Diolch, administradora de Yo leo RA. Autora de ¿Poqué no?, Fuego Rojo y Encrucijada con el seudónimo de Aileen Diolch.

PROGRAMA Viernes, 07 de febrero Casa del Libro (C/ Gran Vía, 29) - Acceso libre ... a las 18:30 - Presentaciones: - Noelia Amarillo:

- Atrévete a Quererme. Editorial Terciopelo.

- Pilar Cabero:

- El Destino también Juega. Editorial Vergara.

- Teresa Cameselle:

- No soy la Bella Durmiente. Editorial Phoebe. Sábado, 08 de febrero Hotel Praga (C/ Antonio López, 65)

... a las 09:00 - Entrega de acreditaciones. ... a las10:00 - Apertura del acto a cargo de Megan Maxwell, ganadora del AURA 2013. Autora de Te lo Dije; Deseo Concedido; Fue un Beso Tonto; Niyomismalosé; Te Esperaré toda mi Vida; Las Ranas también se Enamoran; Olvidé Olvidarte; ¿Y a ti qué te importa?; Desde donde se domine la Llanura; Los Príncipes Azules también Destiñen; Casi una Novela; Llámame Bombón; Trilogía: Pídeme lo que quieras; ¡Ni lo Sueñes! y Sorpréndeme. ... a las 10:30 - La voz en internet. - Noe Casado. Autora de Divorcio; No me mires así; Treinta Noches con Olivia; A Ciegas; A Contracorriente; Dime Cuándo, cómo y dónde y En tus Brazos. - Loli Díaz. Directora de la Revista RománTica’S, administradora de la web Románticas al Horizonte. - Olga Salar. Autora de Un Amor Inesperado; Romance Inmortal; Melodía Inmortal; Quédate esta noche; Íntimos Enemigos y Una Noche Bajo el Cielo. - Ilu Vilchez. Directora de Marketing Online Ediciones B Editora de B de Books. - Ganador/a del Kiwi RA o Representante de Ediciones Kiwi. ... a las11:40 - Descanso (permitido acceso al salón). ... a las12:00 - “Nuevas” voces: el duro inicio. - María José de Jaime. Editora de Libros de Seda. - Isabel Keats. Autora de Protector; Algo más que Vecinos; Empezar de nuevo;

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Abraza mi Oscuridad y Vacaciones al Amor. - Helena Nieto. Autora de Tras los Besos Perdidos; Un Punto y Aparte y Secretos de Arena. - Laura Nuño. Autora de Mi Custodio. - Consuelo Olaya. Editora de Ediciones Versátil. ... a las13:00 - Descanso (permitido acceso al salón). ... a las13:15 - La voz de la experiencia. - Jo Beverly. Autora de Serie Malloren; Serie Gaillard/Fitzroger; Serie Granujas y Serie Renfrew/Kyle. Entrevista a cargo de: - María Cabal. Administradora del blog Soy Cazadora de Sombras y Libros (http:// www.soycazadoradesombrasylibros.com/) y Colaboradora de los Encuentros RA. - Merche Diolch. Administradora de Yo leo RA (www.yoleora.com) y Organizadora de los Encuentros RA. Traductora: Yuliss M. Priego.

... a las14:00 - Firmas de los autores y foto de familia. ... a las14:30 - Comida y sobremesa con los autores (permitido acceso al salón de conferencias a partir de las 16:00). ... a las16:30 - Como crearse una voz. - Jodi Ellen Malpas. Autora de Trilogía Mi Hombre. - Marta Oliva. Representante Editorial Planeta. Directora de Comunicación Grupo Planeta. Entrevista a cargo de: - Merche Diolch. Traductora: Yuliss M. Priego.

... a las17:20 - Descanso y firma de autora (permitido acceso al salón). ... a las17:50 - Proyección internarcional: las otras voces. - Olivia Ardey. Autora de Regálame París; Bésame y Vente Conmigo; Delicias y Secretos en Manhattan y Dama de Tréboles. - Rodriguo Castro. Editor de Gramnexo. - Miranda Kellaway. Autora de Veneno en tu Piel y Ecos del Destino. - Marisa Tonezzer. Editora de Vergara (Ediciones B). - Claudia Velasco. Autora de Me Miraré siempre en tus Ojos; El Cielo en Llamas; Somos Tú y Yo; Mi Alma en tus Manos; Del Orgullo al Amor; Promesas de Amor Cumplidas y El Medallón de los Lancaster. ... a las19:00 - Fallo “I Concurso Internancional RAENTROPÍA”.

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... a las12:00 - Clausura del acto. Patrocinadores:

Lush Cosmetics

Bq Readers

También acudirán al IV Encuentro RA: - Ahna Sthauros.

pre; Ámame, canalla; La Rendición del

La Doncella de la Sangre.

Highlander; Embrujo Seductor; El Carcelero

- Amaya Felices.

de Isbiliya; La Promesa del Highlander; Las

Manual de la Esposa Perfecta; Hipernova;

Espinas del Amor y La Última Cita.

Pacto de Piel y El Pozo de Todas las Almas.

- Ava Campbell.

- Amber Lake.

Quédate en mi Vida y En una Tierra Ocupa-

Buscando a la Esposa Perfecta; Estrategias

da.

del Destino; El Escolta y Atrapada en el En-

- Carla Crespo.

gaño.

No Reclames al Amor.

- Ana Iturgaiz.

- Carmen Chia.

Acordes de Seda; Bajo las Estrellas y Es por

El Destino de Connie Flint.

ti.

- Carolina Iñesta Quesada.

- Ana R. Vivo.

El Habitante de la Isla y El Guardián de los

Oscura Fascinación; No Mires Atrás; Un

Secretos.

Hombre Solitario; Niebla en el Pasado y

- Chus Nevado.

Acero y Miel.

El Eslabón del Tiempo.

- Ángeles Ibirika.

- Cristina Carretero.

Días de Lluvia; Donde Siempre es Otoño;

El Amuleto.

Antes y Después de Odiarte y Entre Sueños.

- Connie Jett.

- Arlette Geneve.

No me llames Princesa y Mi Colección de

Inmisericorde;

Vindicatio;

Expiación;

Mudaÿÿan; Bésame Canalla; Amarte, siem-

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Secretos. - Diana Al Azem.

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Escondidos entre Aulas.

Trilogía Hilos del Destino y Saga Lobo.

- Dolores Domínguez.

- Loles López.

Condenado a amarte y Ella es mía.

En Medio de Nada.

- Elena Cruz Buznego.

- Lucinda Gray.

Mi Vida sin Ti; Cazador de Demonios y De-

Lady Ana con Amor; Dulce Arpía y Mi Señor

monios y Secretos.

de Tafalla.

- Elena Garquin.

- Lydia Leyte.

La Heredera.

Los Ojos del Bosque y El Fuego envuelve tu

- Elizabeth Bowman.

Nombre.

Bésame a Medianoche y Inocencia y Perfi-

- Mar Carrión.

dia.

Después de la Lluvia; Trampas de Seda;

- Elizabeth Da Silva.

Mary Cambia su Destino; Senderos; Deci-

Los Juegos Eróticos de Charles y Elisa.

siones Arriesgadas y Bajo el Cielo de Mon-

- Encarni Arcoya.

tana.

El Placer de ser Suya.

- María Jesús Juan Meseguer.

- Inma Cerezo.

Para tocar el Cielo y Sucedió en Begastri.

Goleters. Luna de Lenten.

- María Martínez.

- Javier Romero.

El Encanto del Cuervo y Serie Almas Oscu-

Duerme Tranquila.

ras.

- Josephine Lys.

- Marisa Grey.

El Guante y la Espada; Atentamente tuyo y

Cadena de Favores.

Un Disfraz para una Dama.

- Marta Andrés.

- Julia Zapata.

Mentiras de Hielo y Una Apuesta Arriesga-

Luna de Otoño y La Elegida de la 206.

da.

- Kelly Dreams.

- Marta F. Alarcón.

Serie Guardianes Universales; Serie Relik-

El Secreto de Maya.

viers; Serie Druidas de Dalriada; Serie Lover

- Menchu Garcerán.

Tigrain; Serie Club Shalderia; Serie Agencia

El Último Carnaval; Infiltrada; La Fórmula

Demonía; Serie Club Suless; Serie Pando-

Deseada y El Viaje del Presidente.

ra; La Gata Ladrona; El Alma del Dragón;

- Patricia Sutherland.

La Redentora de Almas; Cuando la Nieve se

Harley R.; Bombón; Primer Amor; Amigos

derrita y Almas errantes.

del Alma y Princesa.

- Laura Morales.

- Regina Roman.

La Profecía.

Quiéreme si te Atreves; Quiérome Mucho;

- Leila Milà.

Un Féretro en el Tocador de Señoras; Cua-

Fuego contra Fuego; El Compendio de Luna;

rentañeras; Del Suelo al Cielo y Esto te lo

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apaño yo.com.

del Alma y Viviendo en la Oscuridad.

- Rowyn Oliver.

- Stella María.

La Marca del Guerrero.

El Círculo de la Vida.

- Ruth M. Lerga.

- Victoria Rodríguez.

Cuando el Amor Despierta y Cuando el Co-

La Saga Los Guardianes de la Espada.

razón Perdona.

- Victoria Vílchez.

- Samy S.Lynn.

Antes de que diga Adiós y Bellator.

Descubriendo un Nuevo Mundo; Palabras Editoriales Colaboradoras: Babylon Cisne (Grupo Random House Mondadori) DeBolsillo (Grupo Random House Mondadori) Ediciones Ortiz Esencia (Grupo Planeta) Harlequin Ibérica Libros de Seda Manderley (Grupo PRISA) Nowevolution Phoebe (Editorial Pàmies) Planeta Internacional (Grupo Planeta) Plaza&Janés (Grupo Random House Mondadori) Terciopelo (Roca Editorial) Titania (Ediciones Urano) Vergara (Ediciones B) Versátil Ediciones Vestales Librerías Colaboradoras:

Casa del Libro www.casadellibro.com

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Fábula www.libreriafabula.com

Colaboración Especial de: Ashlyn Chase Barbara Delinsky Catherine Coultier Claire Delacroix Donna Grant Gaelen Foley Gena Showalter Kelley Amstrong Jaci Burton Janet Evanovich Jasinda Wilder Julie Garwood Kate Noble Katie McGuirre Kim Harrison Lara Adrian Lori Foster Mary Jo Putney Megan Hart Michelle Leighton Nalini Singh Sabrina Jeffries Sylvain Renard Tammara Weber Thea Harrison Victoria Scott Yasmine Galenorn

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