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Presentación

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Prólogo

Prólogo

Presentación

Este libro es el producto final del Seminario México-Francia cuyos pormenores y circunstancias explica Eduardo Estala Rojas en prólogo y Mireya Buenrostro Murrieta en el epílogo. Me permito expresarle a Eduardo Estala Rojas y a su equipo de la Alianza Francesa (aF) de Guanajuato, al Mexican Cultural Centre (Mcc) y a la Universidad de Guanajuato mi agradecimiento más profundo. Sin su compromiso y entusiasmo, sin su envidiable capacidad de organización, este evento no hubiera sido posible, mucho menos hubiera encontrado una resonancia sorprendente en el público. El seminario fue un éxito gracias al esfuerzo conjunto, que el organizador académico sólo puede reconocer y admirar. El seminario se desarrolló en doce sesiones impartidas por profesores de los Departamentos de Historia, Filosofía y Letras Hispánicas de la Universidad de Guanajuato. Siete de estas sesiones se convirtieron en artículos que conforman los capítulos de este volumen. Por razones de tiempo, las cinco sesiones restantes permanecerán en la memoria de los participantes, pues por lo pronto no hallaron el camino a la imprenta que refuerza la memoria tanto como la manipula. En otras palabras, se trata del resumen de un resumen. Más no se puede ofrecer si se refiere a las relaciones —históricas, culturales, artísticas, literarias, del pensamiento— entre dos países, en las que una parte, la francesa, parece dominar y exportar su rico legado cultural y filosófico a la otra, la mexicana, que, a primera vista, es pasiva y receptora. Demostrar que tal unilateralidad es engañosa es el objetivo primordial de seminario y libro. Si repasamos el contenido, podría parecer que el objetivo

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no se cumplió: la importancia de la literatura francesa en algunos escritores mexicanos, la influencia decisiva del pensamiento de Henri Bergson en ideología y filosofía mexicanas, el papel importante de los libreros franceses en el surgimiento de una modernidad mexicana, el afrancesamiento de la cultura finisecular del Porfiriato; temas que indican que Francia aplasta con su peso cultural a una nación mexicana que en el siglo xix lucha por su independencia y en el xx intenta consolidarla. Sólo un texto, insertado co mo punto final del libro, subraya la influencia de México en Francia: un país a veces cansado de sus éxitos y logros, del insoportable peso de la historia, busca y encuentra nuevas perspectivas en una cultura joven y pugnante. Este hallazgo puede ser peligroso, lo ha sido en muchas ocasiones: la civilización cansada de sí misma se renueva debido a lo que ella percibe como primitivo, fresco y renovador. Gracias a la reflexión intelectual que acompaña el hallazgo, gracias también a lo que Alejo Carpentier había llamado la tradición del oficio, la cultura dadora, la mexicana en este caso, muy rápido se convierte de nuevo en la receptora, es decir, en el filtro francés transforma la novedad mexicana en un invento galo. El peligro existe y marca las relaciones entre periferia y centro cultural desde por lo menos doscientos años. Sin embargo, creo que la existencia de un libro como el presente permite cierto optimismo al respecto. Son académicos (pensadores y escritores) mexicanos, o bien —la excepción que confirma la regla—, marcados por México después de una estancia larga como una vida, quienes aquí escriben. Las relaciones se analizan desde la perspectiva del supuesto receptor y queda patente que el receptor dio mucho, soportó más y lo toleró todo. De esta manera, da un ejemplo elocuente de la influencia de la periferia en el centro: influye a través de su curiosidad y apertura. Parafraseo a Tzvetan Todorov: ¡Pobre la cultura que descansa en sí misma! ¡Más pobre aún la que se contenta con y vanagloria de su papel de exportador! ¡Feliz la cultura que lo recibe y absorbe todo! México feliz, entonces. Pero no podría estarlo sin Francia, sin España, sin Alemania, sin Inglaterra, sin Estados Unidos de América y sin el largo etcétera que inventó Gabriel Zaid. Sólo si tratamos de explorar

las relaciones entre dos culturas, es decir, el trayecto en lugar del punto de partida y del de llegada, podemos hacer justicia a la complejidad de lo que hay entre dos países. Bajo este entendido, el presente libro es una aportación más que modesta: resumen de un resumen de un resumen. Lo debe todo a Javier Pérez Siller y a sus muchos colaboradores. Sin su proyecto México-Francia (www. mexicofrancia.org), la realización de nuestros seminario y libro sería impensable. Su idea de explorar hasta los detalles aparentemente nimios del trayecto entre dos culturas nos ayuda y justifica el riesgo de imprimir un libro que titubea entre literatura, pensamiento, historia, arte y política; un libro de tonos diferentes: ensayístico y académico; un libro que en primer lugar refleja el interés de sus colaboradores por las inabarcables facetas de la historia y las historias entre dos culturas. En este sentido, me permito dedicar este tomo a Javier Pérez Siller. No tengo el honor de conocerlo, pero respeto y admiro su trabajo.

Andreas Kurz Zwettl, Austria, 27 de julio de 2018

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