Latidos - Laura Inspirada

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LATIDOS

LAURA INSPIRADA


LATIDOS 漏 Laura Inspirada 2015

Imagen de la portada: Laura Inspirada Dise帽o y maquetaci贸n: Nat Gaete Una publicaci贸n de Editorial Digital LetrasKiltras Todos los derechos reservados


LATIDOS



POESÍA



Insomnio

Primer Lugar Concurso de Poesía LetrasKiltras 2015 Bendita rebelión de mis sentidos al estéril llamado de Morfeo, la penumbra susurra en el trayecto de una noche sembrada de suspiros. Y titilan absortas mis pupilas, ataviadas con luces y guirnaldas, se despereza el sol bajo mi almohada y, aún de madrugada, veo el alba. Atesoro el insomnio y me deslizo a la vera de un saxo, una guitarra, una voz masculina, mis delirios… y así llego tan lejos como puedo, adonde no haya muros, sólo sueños.

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Mis ojos

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Luego de navegar en océanos de escarcha, sin faro a la distancia, con los únicos destellos de pupilas alienadas, encandilados, se escondieron a la sombra de mis párpados… y les crecieron alas al borde de las pestañas, ahora vuelan en busca de tu mirada.


Mis manos

Frágiles palomas de escaso plumaje y alas raídas quisieron ser águilas rozando las cimas también, golondrinas mas se conformaron con vuelos rasantes en pos de comida padecieron trombas escarchas sequías Mis pequeñas manos cambiaron pañales estrecharon otras dijeron adiós forraron cuadernos barajaron naipes plasmaron aplausos y dieron calor ajetreadas manos vacías de adornos colmadas de historia testigos sin voz hoy rozan teclados quebrando fronteras hilvanando letras compartiendo amor.

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Mi pluma

Plasmadora de utopías, rehén de mis latidos, cómplice inseparable en mis noches de vigilia. A través suyo me elevo, suspiro, sollozo, sueño… su tinta lleva mis lágrimas, mi savia, mis fantasías… 8

ella deletrea mi vida.


Abril se abre camino

Un gemido nostálgico amanece entre ocres, abril se abre camino. Adoro la humedad de su precoz penumbra y esa complicidad etérea con la lluvia. Prescindo de las flores… sucumbo ante una alfombra de crujientes corolas. No suspiro ante el verde, mis sueños se deshojan en brumas londinenses. Es otoño, por fin, vislumbro su abanico de paisajes en gris y danzan mis sentidos.

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El silencio

Es la sombra que proyecta el desconcierto el verbo que se esconde en el abismo el eco del hastío insatisfecho amigo temporario del vacío hermano del sosiego discípulo del juicio cómplice del beso.

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Encuentro

A la sombra de un tango dos almas solitarias entretejen su historia con la luz de sus tacos

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Orgasmo (acróstico)

Orbita ilimitada de las ansias Recorrido exquisito hacia el edén Glorioso corolario entre las sábanas Amalgama estelar de sal y miel Supernova de néctares y lava Maravillosa cumbre de placer Oda al amor hecha sustancia

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Los poetas somos necesarios (acróstico)

L ogramos dejar azúcar donde enraizó la amargura, O creemos ver sirenas en las áridas arenas, S embramos miel y suspiros para borrar los olvidos. P rodigamos sentimientos para quebrar los silencios, O lvidándonos del tiempo y abriendo paso a los sueños E ntre sonrisas y llantos, con palabras abrazamos. T ocamos en la distancia muchas almas en desgracia. A cariciamos, besamos, con letras que van brotando. S acudimos nuestras alas para soltar las amarras. S alimos sin equipaje e inventamos un paisaje O nírico, paliativo, que conmueve los sentidos. M iramos con nuestros ojos lo que no detectan otros, O escuchamos una orquesta allí donde nada suena. S omos amigos del viento, de la luna, del desierto … N o creemos serlo todo, nos nutrimos del entorno, E sbozando algunos versos para dar a conocernos. C aminamos de la mano del amor para inspirarnos, E narbolamos un sueño a partir de nuestro vuelo, S onreímos con palabras para aplacar las nostalgias, A veces, hasta lloramos acompañando otros llantos, R ozamos los corazones inaugurando pasiones, I nhumamos las cenizas del dolor con fantasías. O lvidamos tantas cosas, en pos de algunas estrofas! S eguiremos existiendo, mientras haya sentimientos

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NARRATIVA

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Por un latido

Ellos llegaron a convertirse en amigos inseparables y eso, a veces, suele ser peligroso. Ser el titular del cuerpo médico forense generaba bastante stress en Damián y éste se refugiaba en Charlie para distenderse. Había cursado la carrera de Medicina por tradición familiar, no por vocación. La abogacía no le atraía, tampoco los números, ni la literatura… A decir verdad, no le interesaba nada en particular. Considerando su morbosa inclinación hacia las películas de terror bizarro, donde la sangre y los cuerpos mutilados constituían el plato principal, no le pareció descabellado especializarse en esa rama. 17

Su vida se desarrollaba entre autopsias y partidas de defunción. Ya ni se acordaba cómo olía su mujer recién bañada y perfumada, tampoco disfrutaba del aroma de las rosas del jardín. En sus fosas nasales predominaba el olor a formol de los frascos con vísceras de la morgue. Charlie era su válvula de escape, a su lado la vida adquiría otro color. Mientras compartían vivencias, Damián conseguía olvidarse de su rutina agotadora. Habían construido un vínculo tan firme, que se podría decir que Charlie era la reproducción casi perfecta de Damián y que el uno sin el otro no eran nada. Fuera del ámbito laboral, estaban siempre juntos. La familia había pasado a segundo plano para Damián, su amigo ocupaba el lugar más importante en su vida. Pero el liderazgo sólo lo ejercía él, Charlie se limitaba a seguirlo. Juntos habían recorrido rutas, habían conocido dis-


tintas ciudades y se habían animado a subir a varios escenarios, donde cantaron y demostraron poseer otras habilidades, que no demoraron en generar aplausos. Y Damián se sentía un triunfador, no así Charlie, que comenzaba a darse cuenta de que los laureles le pertenecían a su amigo. El dúo se había vuelto popular y Damián decidió continuar exhibiendo su talento en otras presentaciones frente al público, sin importarle si Charlie estaba o no de acuerdo.

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Un domingo, luego de la cena, Damián accedió a invitar al cine a su mujer, después de muchas súplicas por parte de ésta. Llevaban meses sin salir y ella ya le estaba tomando fastidio a su inseparable amigo, por haberla distanciado de su marido. Esa misma noche, el acceso a la morgue fue violentado, pero Damián se enteró al otro día, cuando lo llamaron por teléfono desde el hospital. Todos los canales informativos se hallaban presentes allí con sus cámaras y micrófonos. La morgue era un desorden. Había vísceras desparramadas por todas partes. Para ingresar al lugar, era necesario proveerse de mascarillas, con el fin de evitar el efecto adormecedor del formol. No estaba claro el móvil de tal acto de vandalismo. Tampoco había huellas digitales. Damián observaba todo con estupor, sin poder dar una explicación a la policía que justificara lo acontecido. Hasta que de pronto algo llamó su atención. Realizando un recuento de las vísceras, no encontró el corazón, que le había extirpado al último cadáver, in-


ingresado el viernes anterior… y dio parte de ese hecho al comisario. Más tarde, aturdido por los acontecimientos del día, el atormentado médico buscó refugio en su compañero y se dirigió al sitio adonde siempre solía encontrarlo. Pero Charlie ya no estaba en su valija… entonces Damián comprendió que su muñeco había cobrado vida.

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Sumisa

Se subió a su auto y emprendió la marcha. Ya no se colocó el auricular, ni portó el MP3 en su bolsillo para alejarse del mundo. Apretó el acelerador a fondo y fue directo al sitio, que le proporcionaría un cambio de 180° a su existencia. Apenas llegó, miró hacia ambos lados para asegurarse de que nadie lo viera entrar y encaró hacia el mostrador. El vendedor le mostró varios modelos, haciendo hincapié en uno especialmente. Él tardó en decidirse y terminó llevando el que le recomendó. 20

Regresó a su vehículo y colocó su compra en el asiento, luego arrancó. Observó el espejo retrovisor y, entonces, notó su barba crecida. Giró la vista hacia el costado y sonrió, ella esta vez no le objetaría nada. Conectó la radio y sintonizó la emisora deportiva, porque ella no le haría el menor comentario al respecto. Luego encendió un cigarrillo, ya que ella tampoco se quejaría del humo. A mitad de camino, se detuvo en una gasolinera para cargar combustible. Lo atendió una mujer, provocativamente vestida con un enterito ceñido. Él no disimuló su mirada lasciva, orientada deliberadamente hacia su trasero… y ella no abrió la boca para reclamarle tal actitud. Más tarde compró un pancho al pie de la ruta. Lo aderezó bien con mostaza y mayonesa y ella no argumentó nada en contra del colesterol.


Cuando regresรณ a su casa, cargรณ el paquete y, sin que ella se opusiera, fue directamente al dormitorio. La empujรณ con vehemencia, haciรฉndola caer sobre la cama, se quitรณ la ropa y la penetrรณ sin mรกs. Luego, exhalรณ un grito de satisfacciรณn, seguido de una carcajada. Y ella continuaba sin decir nada. Quitรณ el tapรณn, aguardรณ a que estuviera plana y la guardรณ nuevamente en su funda. 21


Maldito polen

Pasé días planeándolo todo, esperando aquel momento y deleitándome con el sonido imaginario del estruendo. Él estaba sentado en su mecedora, junto a la ventana del octavo A - como cada tarde - y sus vaivenes se repetían a intervalos exactos, según mi cronómetro. Yo lo observaba desde mi estratégica ubicación (detrás del tanque de agua en la terraza del edificio de enfrente), apuntándolo con mi Sniper SVD Dragunov. 22

Había calculado al milímetro sus movimientos hacia adelante y hacia atrás. Su silueta aparecía y desaparecía de mi vista, como si fuera el péndulo de un reloj. Nada podía fallar… entonces accioné el gatillo. Y justo en ese momento se le ocurrió estornudar…


El inicio de un poema

Es invierno… Una hoja en blanco presume su inmaculada estampa sobre el escritorio, mientras un lápiz negro es depositado a escasos centímetros. Éste, debido al impulso recibido por la mano que lo acaba de soltar, se desliza rodando hacia uno de los bordes del delicado papel. Ambos se rozan levemente. La ventana de la sala se halla entreabierta, permitiendo el ingreso de una ráfaga de viento y la hoja se despereza. El poeta estornuda, como consecuencia del estímulo frío que trepó por sus fosas nasales e involuntariamente mueve el lápiz, haciendo que éste se ubique encima del papel. La proximidad entre ambos induce a la mano a quebrantar la virginidad de esa página en blanco. Entonces el lápiz comienza a acariciar la hoja con movimientos ascendentes y descendentes. Su mina, de punta bien afilada, va dejando una estela sobre ella. Se produce una pausa. La mente del poeta se detiene en un recuerdo placentero y él cierra los ojos para penetrar más profundamente en ese paisaje de ensueño. El corazón comienza a latir de un modo más intenso y un calor envolvente se apodera de su cuerpo. Suena una música desde lejos y el ambiente se impregna de un aroma especial. Es Ella —su musa—

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que lo ha venido a visitar. El poeta transpira… para él deja de ser invierno. La primavera lo invade introduciéndole mariposas en la sangre y ante cada aleteo, él escribe un verso y luego otro… y otro. Entre la hoja y el lápiz se inicia un coqueteo impostergable y prolongado y las letras fluyen como el deseo entre los enamorados, donde cada verso es un jadeo y cada estrofa, un orgasmo literario. Y el poeta se emociona y suspira. 24

Quizás, en otra ciudad, otro país u otro hemisferio, alguien esté vibrando al mismo tiempo y de la misma manera. Juntos en la distancia ambos podrían componer el más bello poema.


Como por arte de magia…

¿Hasta dónde será capaz de llegar un hombre enamorado?… En un lugar donde se tallaban ilusiones de distintos colores, alistando las alas, lubricando los sueños, donde los jóvenes impetuosos se animaban a todo… allí se conocieron Victoria y Oscar. Las carreras convencionales no se habían creado para ellos. Su espíritu bohemio los llevaba a inclinarse hacia las actividades relacionadas con la expresión corporal, donde podrían moverse con mayor libertad, dando rienda suelta a su creatividad. Él desarrolló habilidad en las manos, ella en los pies. Con el correr del tiempo su amistad se fue profundizando, basada en la admiración que uno experimentaba por el otro. Sin embargo, rehuían asumir que el sentimiento iba cambiando de color, porque temían que eso les limitara el vuelo. Y continuaron intercambiando miradas y suspiros, evitando el ‘Te quiero’. La oportunidad de triunfar le llegó más rápidamente a Oscar, quien se apareció ante Victoria con un par de pasajes y una propuesta tentadora. Ante ella se presentaba la posibilidad de vivir una aventura tan alucinante, como riesgosa… y vaciló. Él no se quedó a esperar un no por respuesta. Lo que estaba a punto de emprender requería de una mujer segura a su lado. El tiempo, quizás, le daría la madurez requerida para acompañarlo. Entonces, tratando de disimular su desazón, se acercó a ella, la besó y se despidió diciendo: —Alguna vez, cuando estés lista, volveré por ti.

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Años más tarde, Victoria conoció a un empresario exitoso y se casó, creyendo que la seguridad económica le allanaría el camino hacia la felicidad. Dejó la danza clásica y se convirtió en la señora de la casa. Rodeada de lujos y comodidades, le sobraba tiempo para aburrirse y pensar en Oscar. Recién en ese momento reconoció que él era el amor de su vida y suspiró resignada. Su marido era un buen hombre, preocupado siempre por complacerla. La llevaba a pasear regularmente, asistían a funciones teatrales y otros espectáculos, siendo el Ballet y el Cirque du Soleil sus favoritos. 26

Cierto día, Victoria vio un anuncio publicitario que llamó su atención, hablaba de la visita al país de un circo que estaba causando furor en todo el mundo. Y en la noche del debut, ella en compañía de su esposo, ocuparon la primera fila de la sala. Desfilaron payasos, malabaristas, acróbatas, contorsionistas… y los aplausos hacían vibrar las paredes del teatro, como si se tratara de una función cinematográfica en 3D. Luego, el ritmo de la música cambió y el encargado de presentar el siguiente espectáculo solicitó silencio absoluto. Disminuyeron las luces y el telón se cerró para permitir la ambientación adecuada del escenario. Minutos después, se corrieron las cortinas y una atmósfera de ensueño envolvió la sala. Luciendo una capa bordó y galera al tono, el ilusionista saludó al público con una reverencia e inició su performance. Sus movimientos acompañaban con


cierta sensualidad al bolero de Ravel. Victoria observaba fascinada la habilidad de sus dedos haciendo desaparecer objetos. Por pedido expreso, no habría aplausos hasta el final de su presentación, para lograr una mejor concentración. En determinado momento, el mago se acercó al borde del escenario y sus ojos se cruzaron con los de ella. Ese perfume… - pensó Victoria, cuando él agitó su capa en un fugaz movimiento. El siguiente truco era el más aplaudido en todos los escenarios que había recorrido, el que lo había hecho famoso y el ilusionista permaneció durante un par de minutos observando al público, en silencio e inmóvil. Luego hizo una seña, apuntando hacia arriba, e inmediatamente la iluminación se volvió difusa y la música fue reemplazada por un redoble de tambores. Los espectadores permanecían atentos, con la mirada fija en esa esbelta figura masculina, sus manos incrustadas en el apoyabrazos y los músculos tensos. Se produjo una oscuridad total, que duró apenas segundos. Al regresar la luz, el mago ya no estaba. Todos observaron con asombro cada rincón de la sala y lanzaron un ¡¡¡Ohhh!!! al unísono. La voz de un hombre sorprendido interrumpió la exclamación: ¡Desapareció mi mujer! Y todas las miradas se dirigieron hacia el asiento vacío de Victoria.

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El árbol misterioso

Cierto día, un leñador decidió ir en busca de su tesoro más preciado, aunque jamás imaginó la sorpresa que el destino le tenía preparada. Llevaba años escuchando esa historia, la del árbol cuya madera no se deterioraba con el transcurso del tiempo. Se trataba de una especie única y quienes habían tenido la suerte de toparse con él, volvían maravillados por su hermosura, que lo diferenciaba a simple vista del resto.

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Los árboles, que acompañaban en el bosque al árbol en cuestión, se volvieron añosos, perdieron ramas y follaje… pero él lucía esplendoroso, como el primer día. Ninguna tempestad había podido acabar con su belleza. Parecía como si alguna varita mágica le hubiera dado un toquecito para volverlo milagroso. Muchos leñadores habían despertado gran interés en descubrir el misterio que rodeaba a ese árbol. Querían saber qué lo hacía tan especial para que hubiera sobrevivido a todo sin deterioro. Y Martín -nuestro curioso leñador- se propuso el desafío de averiguar ese secreto. Tenía una noción aproximada del lugar adonde se hallaba, gracias a los datos proporcionados por otros que, como él, habían ido a contemplarlo. De todas maneras, sabía que no sería difícil localizarlo, dadas las características de su maravilloso aspecto. Nadie -hasta ese momento- se había atrevido a darle un hachazo, con el propósito de derribarlo y obtener su madera. O quizás sí lo habían intentado y algo los detuvo… el caso es que su tronco aún estaba impoluto.


Martín pensaba en la fortuna que podría proporcionarle la comercialización de su madera, más que en el árbol en sí. Y con su objetivo bien en claro, partió hacia ese supuesto bosque encantado, portando su mochila, un mapa en una mano y el hacha en la otra. No fue necesario caminar demasiado, pronto estuvo frente a la majestuosidad de esa especie arbórea, la cual superaba todo lo previsto. Se trataba de un árbol esbelto, de formas estilizadas. No había nudos desagradables a lo largo de su tronco. Las ramas eran homogéneas, ninguna sobresalía de la otra por su color o tamaño. Y las hojas constituían el mejor espectáculo… caían casi hasta el suelo en forma de cascadas de luminoso verde, simulando una frondosa cabellera. Una verdadera belleza. Martín permaneció extasiado durante unos segundos, tras los cuales puso manos a la obra para cumplir con su objetivo. Depositó su mochila sobre el césped, se arremangó y alzó el hacha para tomar impulso. Pero antes de que pudiera impactar sobre el tronco, le cayeron gotas en los ojos y tuvo que detenerse a secarlas. Volvió a levantar su herramienta en dirección al árbol y nuevamente dos gotas empañaron su mirada. Entonces, soltó el hacha, retrocedió unos metros y luego miró en dirección al cielo, esperando hallar indicios de una lluvia pasajera. Y se rascó la cabeza, en señal de preocupación, al comprobar que no había una sola nube. Por tercera vez reintentó cumplir con su tarea, pero sorpresivamente comenzó a llover. Algo escondía ese árbol, indudablemente.

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Decepcionado, tomó sus cosas y regresó a su hogar, sin mencionar una palabra a nadie sobre lo ocurrido. Y fueron muchas las oportunidades en las que Martín regresó al bosque, sin poder lograr su propósito, pues distintos obstáculos se lo impedían. Hasta que un día decidió acercarse al árbol de otra manera, no ya con la intención de dañarlo, sino de tomarle muestras y fotografías para investigarlo a fondo.

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Y ya junto a él, comenzó a acariciar su tronco para apreciar su textura… luego siguió con una de sus ramas y finalmente se detuvo en una hoja. Se estremeció al comprobar la suavidad de cada superficie palpada. Tal fue la emoción que experimentó, que ya no se atrevió a extraer pedazo alguno con el fin de analizarlo. Ni siquiera pudo tomarle una foto, pues se hallaba completamente turbado. Al cabo de unos días, sintió la necesidad de regresar al bosque, sin saber por qué ni para qué. No llevó mochila, ni hacha, ni cámara, ni nada… sólo quería volver a ver ese árbol. Pero cuando llegó al lugar de siempre, el árbol ya no estaba… en su lugar había una bella mujer, completamente desnuda, aunque su extensa y abundante cabellera la cubría casi en su totalidad. Y Martín quedó embelesado ante semejante beldad. Antes de que pudiera abrir la boca para averiguar qué estaba haciendo ella allí en esas condiciones, la chica se apresuró a explicar:


-Yo estaba a punto de casarme con un príncipe, cuando una bruja me hechizó y me convirtió en árbol. Y lo único que podía contrarrestar el efecto era que volviera a enamorarme… Y a partir de entonces, ambos fueron felices y comieron perdices…

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Bar La Amistad

Era un 20 de julio, otro de tantos que habían transcurrido en aquel pintoresco bar. Un 20 de julio de mesas repletas, de cafés enfriándose y medialunas mordidas; porque lo importante ese día es celebrar la amistad, intercambiando anécdotas y emociones diversas… lo demás no cuenta. Ramón -el mozo de más antigüedad del bar La Amistad- observaba la hora cada dos minutos, dirigiendo a intervalos miradas de preocupación hacia la única mesa vacía.

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Cada año en esa fecha, desde hacía tres décadas, cuatro amigos se reunían en ese bar y ocupaban la misma mesa. No porque no se hubieran visto en otras oportunidades, sino que ya constituía un hábito impostergable el hecho de juntarse en ese sitio, año tras año. Se sentían muy cómodos allí, lejos de su diaria rutina. Y si no concurrían más a menudo era simplemente por una cuestión de distancia, puesto que el bar se hallaba situado en la zona que los había visto crecer. Luego cada uno se había mudado a diferentes localidades, formando sus propias familias. Ramón había dispuesto el mantel azul -reservado para ocasiones especiales- había colocado las cuatro servilletas, bien almidonadas, y había escogido las más bonitas flores de su propio jardín, para ponerlas en el florero de porcelana. Siempre había sido un mozo muy servicial, quizás era una característica propia de los homosexuales. Jamás, en los treinta años que había servido en ese bar, había recibido quejas de parte de nadie. Y era evidente que sentía algo especial por Felipe, uno de los cuatro amigos.


Ya eran más de las cinco, horario en que habitualmente aparecían. Y Ramón no sabía qué excusas inventar para quienes pretendían ocupar ese lugar, lugar que era reservado año tras año para Felipe, Juan, Alfredo y Nicolás. Recordaba los primeros tiempos en que el primero -el escritor del grupo- hacía anotaciones en un block, toda vez que sus musas lo convocaban. Más adelante lo haría en una máquina de escribir portátil y, en los últimos años, en su notebook. Ramón sabía que Felipe estaba escribiendo una novela, llevaba años en eso. Y le había prometido que cuando estuviera publicada, le regalaría a él un ejemplar autografiado. Los otros tres no tenían mucho trato con el mozo, había algo en ellos que Ramón no terminaba de digerir, no sabía bien qué podría ser… tal vez se tratara de una cuestión de piel. Eran exactamente las 5 y media cuando alguien ingresó al bar y fue directamente hacia él. Ramón estaba atendiendo un pedido y no pudo prestar la debida atención a ese individuo. El hombre sólo depositó un libro en su bandeja y le dijo: - Esto es de parte de Felipe, hoy no vendrá… y los otros, tampoco. Léalo con atención. Buenas tardes. El sujeto salió de allí, dejando intrigado a Ramón, quien apenas tuvo un respiro, abrió el ejemplar y leyó la dedicatoria de Felipe:

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Tal como te lo prometí, aquí está mi novela. Lo que en ella relato es absolutamente cierto. Seguramente te enterarás de todo por los noticieros. De todos modos, la historia completa y el por qué de cómo se llegó a esto, lo hallarás en el desarrollo de la misma. Gracias por tantos años de buenas atenciones. Hasta siempre. Felipe

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Ramón, quedó impresionado por la dedicatoria, pero más por el título de la novela: 'La amistad se sirve en bandeja.' Y no había terminado de recuperarse de su sorpresa, cuando -desde la pantalla del televisor- llegó a sus oídos una noticia de último momento: 'Esta mañana fueron hallados cinco cuerpos sin vida en un departamento de esta Capital. Todavía no se conocen los pormenores de la tragedia. Sólo trascendió que un hombre asesinó a su esposa y sus tres amigos… y luego se disparó en la sien.’ Creyó que iba a desmayarse cuando vio el rostro de Felipe y los otros tres en primer plano. Ramón, ansioso por averiguar más sobre el fatal desenlace de esos hombres, se salteó varios capítulos de la novela y leyó entre líneas lo siguiente: 'Finalmente, mis sospechas se confirmaron. Imagino que ahora Alfredo podrá copular con mi mu-


jer, sin necesidad de esconderse. En el infierno eso debe ser moneda corriente. Juan no necesitará estafarme en el más allá… ¿acaso habrá negocios turbios también del otro lado? … Y Nicolás… Ahhh Nicolás… si no te hubieras callado durante tanto tiempo… Hoy descubrí que mi único amigo fue Ramón, verdadero baluarte de la bandeja… y mucho más que eso. Lamento haber sido heterosexual. ' Ramón, absolutamente conmovido, se secó las lágrimas… quitó las flores, las servilletas almidonadas y el mantel azul. Colocó uno blanco en su lugar y luego solicitó permiso para retirarse antes. Apretó fuertemente el libro contra su pecho y salió.

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Pseudo

Estaba convencido de que el espejo no era fiel a su imagen y decidió romperlo. Buscó entre sus fotografías una que le hiciera justicia… y terminó destrozando todas. Pretendió verse reflejado en sus maravillosos poemas y entonces recordó que no eran suyos.

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Acerca de la autora

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Laura Inspirada. Soy Laura, años antes conocida en las redes literarias como Inspirada. Nací un 14 de junio en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Ya desde chica se manifestó en mí la inclinación por las letras, aunque mis estudios se orientaron hacia otros horizontes. La vida me llevó por caminos sinuosos y mi pluma se convirtió en mi aliada incondicional, a la que siempre recurrí para hallar desahogo. 39

He participado con tres poemas de mi autoría en una Antología, junto con otros escritores de Letras Kiltras, donde publico mis obras desde hace años. La misma se ha dado en llamar ‘Caleidoscopios Nómadas’. También cuento con un ebook, que contiene una recopilación de poemas, cuyo título es ‘Entre Azules y Ocres’. Y, recientemente, se ha editado un libro digital, con una selección de trabajos incluidos en el grupo Reto de la Creación -de Liliana Marengo- donde figuran dos textos míos. Escribir es mi gran pasión y lo hago por placer, con el único interés de establecer un ameno intercambio con mis pares. En Letras Kiltras desmenuzo mi esencia.


Índice

Poesía Insomnio 5 Mis ojos 6 Mis manos 7 Mi pluma 8 Abril se abre camino 9 El silencio 10 Encuentro 11 Orgasmo 12 Los poetas somos necesarios (acróstico) 13 Narrativa Por un latido 17 Sumisa 20 Maldito polen 22 El inicio de un poema 23 Como por arte de magia… 25 El árbol misterioso 28 Bar La Amistad 32 Pseudo 36 Acerca de la autora 37


Ars longa, vita brevis Editorial Digital LetrasKiltras 2015


Editorial Digital LetrasKiltras


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