Letras Negras Digital

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verde que te quiero verde. verde viento. verdes ramas. Federico GarcĂ­a Lorca


Bodegón en verde / María Antonia Dans Boado / España

revista digital del taller literario letras negras piedras negras coahuila méxico

jaime torres mendoza director

carlos flores revuelta editor

claudia maría de los santos amaya arte y diseño

jaime torres mendoza, julia berenice espinosa, claudia maría de los santos, carlos flores revuelta consejo editorial

ediciones línea breve los pinos 100, fraccionamiento las palmas teléfono 01 878 789 2628 piedras negras, coahuila, méxico lineabreve@live.com El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. No se devuelven originales

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Estimado lector, una ocasión más los integrantes del Taller Literario Letras Negras de Piedras Negras Coahuila, ofrecemos una muestra del quehacer que en el campo de la letras desarrollamos como una propuesta honesta y desinteresada en la búsqueda de plataformas de expresión y cause para nuestras inquietudes; sabemos que es el inicio, que existe un largo camino por recorrer, sin embargo estamos ciertos que espacios como éste son requeridos por todos aquellos que encuentran en la escritura una herramienta de convivencia, de gusto compartido. Manifestamos una vez más el ofrecimiento para que estas páginas muestren los trabajos de todos los que, como nosotros, estén dispuestos a compartir el gusto, placer y deleite por la escritura.

Letras Negras

digital

Los Editores

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romance sonámbulo federico garcía lorca — 05

prosa poética cantata asalia solís — 08

leyenda nocturna julia berenice — 09

poesía soñar la primavera

en este número

un clásico/poesía

jaime torres mendoza - 10

al artista esperanza cárdenas - 11

al final constanza gramer — 12

narrativa él carlos flores revuelta — 13

la rampa maría del carmen maqueo garza — 16

maría luisa maría alicia galván muñoz — 21

ligeramente retardado blanca esthela treviño pepi — 23

minificción minimiedades carlos flores revuelta - 26

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Federico García Lorca

Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura ella sueña en su baranda, verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas. Verde que te quiero verde. Grandes estrellas de escarcha,

un clásico/poesía

romance sonámbulo

vienen con el pez de sombra que abre el camino del alba. La higuera frota su viento con la lija de sus ramas, y el monte, gato garduño, eriza sus pitas agrias. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde? Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soñando en la mar amarga. —Compadre, quiero cambiar mi caballo por su casa, mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Compadre, vengo sangrando, desde los puertos de Cabra. —Si yo pudiera, mocito, este trato se cerraba. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. —Compadre, quiero morir, decentemente en mi cama. De acero, si puede ser, con las sábanas de holanda.

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poesía ¿No ves la herida que tengo desde el pecho a la garganta? —Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca. Tu sangre rezuma y huele alrededor de tu faja. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. —Dejadme subir al menos hasta las altas barandas, ¡dejadme subir!, dejadme hasta las verdes barandas. Barandales de la luna por donde retumba el agua. Ya suben los dos compadres hacia las altas barandas. Dejando un rastro de sangre. Dejando un rastro de lágrimas. Temblaban en los tejados farolillos de hojalata. Mil panderos de cristal herían la madrugada. Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los dos compadres subieron. El largo viento dejaba en la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca. —¡Compadre! ¿Dónde está, dime? ¿Dónde está tu niña amarga? ¡Cuántas veces te esperó! ¡Cuántas veces te esperara, cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda!

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poesía Sobre el rostro del aljibe se mecía la gitana. Verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Un carámbano de luna la sostiene sobre el agua. La noche se puso íntima como una pequeña plaza. Guardias civiles borrachos en la puerta golpeaban. Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. El barco sobre la mar. Y el caballo en la montaña.

Federico García Lorca (Granada, España. Nació en Fuente Vaqueros el 5 de junio de 1898 - muere entre Viznar y Alfacar el 18 de agosto de 1936). Poeta, dramaturgo y prosista español de la llamada Generación del 27, es el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX, junto con Valle Inclán y Buero Vallejo. Murió ejecutado tras el levantamiento militar de la Guerra Civil Española.

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Asalia Solís

Canta el cenzontle, el ruiseñor, la codorniz y la calandria, las nubes descansan, el sol sonriente e irónico suelta sus brazos al cielo y acaricia los coloridos campos que florecen con la aurora. ¡Es verano! renacer es un mandato, y así se cumple. La alegría es una fiesta con invitación abierta para todos.

Pero cuando el alma se consume, en el interior no existe danza, porque no hay motivo o permanece oculto.

prosa poética

cantata

Canta el cenzontle, el ruiseñor, la codorniz y la calandria, mientras el jilguero enmudece en su afrenta por la vida. El duelo lo socava. Fija su mirada a un solo punto y así permanece respirando lento, ¡No ha muerto¡ conquistará la fuerza y endulzará de nuevo la inmensidad del cielo.

Asalia Solís (Piedras Negras, Coahuila, 1980). Estudió una carrera comercial. Se desempeña como responsable de la Biblioteca Digital y Enlace, en la revista Buena Noticia. Pertenece al taller literario Letras Negras

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Julia Berenice

Descifrarte por completo, en ningún tiempo. Recrearte en mis memorias, costumbre. Inmortalizaba nuestros pasos y los purificaba en un verso. Una vez la luna nos adoptó en sus brazos deslumbrantes. La noche hechizó las miradas en una calle vieja, sobre los muertos y sus sombríos anhelos jamás alcanzados. Los antiguos amantes espían con sus espíritus la incertidumbre de tus pensamientos. La fiebre debilita los

prosa poética

leyenda nocturna

resguardos de mi alma y confunde las cadenas que me custodiaron de niña; las páginas divinas se trastornan, son cadáveres hechos ceniza en mis pensamientos. En un recodo del tiempo, embisto la incredulidad de tus labios y abrigo tu boca asustada con mi saliva. Humedezco cálidamente tu miedo, propio de las noches luminosamente aterradoras. Se ahogan las palabras cobardes en un caudal de arrojo que navega por nuestros cuerpos. Después un paseo por el atrio de la vieja iglesia, cruz pesada las zozobras del pasado. La certeza de tu felicidad me sujeta a ti, a pesar de todo. Tu cercanía es una súplica temerosa y tus ruegos lastimosos laceran mis oídos placenteramente. Inverosímil escena moldeada antes en un sueño.

Julia Berenice (Saltillo, Coahuila, 1983). Estudió letras españolas en la UAdeC. Es autora del poemario Realidades del tiempo. Ha publicado en las revistas Historias de entretén y miento y La humildad premiada. Forma parte del taller literario Letras Negras.

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Jaime Torres Mendoza

1 La estrella de mar

poesía

soñar la primavera

no es un astro que atracó en la arena, es la sombra de quien inventó los arrecifes y el coral en los hombres de una ola en pos de los acantilados, allá, donde una y otra vez recomienza el mar su anuncio interminable de tormentas. La estrella de mar es un mapa del cosmos donde los pescadores solitarios pueden ubicar las rutas y las estaciones del cielo para desembarcar a salvo en casa antes de que el universo despliegue sus alas en un racimo de luz que se consuma gota a gota en el incansable viaje de la tarde hacia la nada.

2 El desierto es un océano que esconde su muerte de polvo en la soledad apacible del recuerdo. Es una canción petrificada, suspendida en el emblema perenne de lo estable, es el reposo total del movimiento donde la luz se baña para siempre en el vuelo inasible de un ave en la distancia azul.

Jaime Torres Mendoza (San Juan del Cohetero, Coahuila,1955). Es Músico, narrador, pintor, escritor, editor; intelectual de fuerte raigambre y una de las mentes más preclaras que han nacido en tierra coahuilense. Autor de innumerables libros de poesía, narrativa y ensayos.

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Esperanza Cárdenas

A José G. Cárdenas Lozano

poesía

al artista

Alas de gaviota son tus manos que estampan en el papel o la tela los colores del arco iris. Has convertido tu corazón en el crisol donde se amalgaman lo real y lo onírico, las luces y las sombras. Mi admiración va contigo y se almacena como tus obras en ese, tu pequeño estudio hecho de sueños. Cada obra brilla con destellos de luna. ¡Es tu creación! Si hoy descansa guardada en los armarios del tiempo mañana será expuesta ante el sol naciente y llegarás hasta el cenit, aún sí ya has volado al cielo. No desesperes artista, convierte la arcilla en vida y tus sueños en telas. Regálanos la sonrisa de tu alma y las canciones de tu corazón ardiente.

Esperanza Cárdenas (Nueva Rosita, Coahuila). Es doctora en economía latinoamericana por la Universidad de Toulouse-Le Mirail, en Francia. Textos de su especialidad aparecen en publicaciones de El Colegio de México y la Universidad Autónoma de Coahuila. Integra el taller literario Letras Negras.

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Constanza Gramer

Cómo podré escucharte, si el sonido se ha fracturado

poesía

al final

y las palabras escurren en cascada sorda sin que las pueda alcanzar. Sólo el silencio transparente que revela nuestra ausencia, sólo el eterno invierno que nos enfrió la piel, sólo el oscuro camino donde extraviamos las miradas. Nos queda el recuerdo del espejismo que encontramos, la voz callada de mil palabras pronunciadas, los labios de besos agotados, los ojos inundados de imágenes que fuimos, grabadas en el viento, fugitivas de la noche, prisioneras del sueño que no fue.

Constanza Gramer (Piedras Negras, Coahuila). Es licenciada en administración de empresas y promotora cultural. Ha publicado el libro Selene y otros cuerpos, colaboradora en la revista Historias de entretén y miento y en la antología conmemorativa del vigésimo aniversario de esa publicación. Es integrante del taller literario Letras Negras.

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Carlos Flores Revuelta

Un ensordecedor estampido provocó la vertiginosa secuencia de vívidas imágenes; él en su infancia, con sus padres, con sus hermanos, jugando incansable, esperando las navidades, embelesado frente al nacimiento, empañando aparadores con sus hermanos mayores, haciendo las cartitas, alegre con los juguetes

narrativa

él

recibidos, asistiendo al jardín de niños, vestido de soldado en el festival de fin de cursos; él asistiendo al colegio, escuchando la radio, oyendo a Cri-Cri, Cazán el

Cazador, sintiendo miedo al oir Apague la luz y escuche y Museo Negro, como lobato en los boiescauts, en campamentos, yendo a los matinés del cine, con la toalla al cuello jugando luchas, con la bolsa llena de canicas, jugando al futbol, disfrutando lecturas a Verne, a Salgari, pegando estampas en el álbum de temporada, cambiando barajitas repetidas, conociendo amigos, aprendiendo a nadar, jugando a las seguideras por el arroyo, viajando en familia, felicitando a la mamá, entregándole el ramillete espiritual, felicitando al papá, en la kermés del colegio, en las posadas, en clases, en los exámenes, recibiendo premios por su aprovechamiento, confesándose, en su primera comunión, con sus padrinos y familiares, como monaguillo, yendo a misa de lunes a viernes y los domingos, graduando de primaria; él sintiéndose grande en secundaria, jugando al resorte, hablando de cosas de mayores con sus compañeros, leyendo Candy, la revista Pimienta, descubriéndose, inquietándose, volviéndose a confesar, yéndose de pinta, expulsado por una semana, emocionándose con niñas, siendo grande apadrinado por amigos mayores, empezando a fumar, conociendo a los

bitles, estudiando sin ganas, conociendo las reprobadas, aguantando los regaños paternos, graduando de secundaria, condicionado a no estar más en el colegio; él decidiendo en dónde cursar la prepa, presentando exámenes de admisión, siendo rapado, equivocándose al decidir, estudiando siderurgia, yendo a manifestaciones, encabronado por lo de Tlatelolco, emocionado con la olimpiada, yendo a guateques, bailando mareado, bailando de cachetito , conociendo muchachas, conociendo más a las muchachas, emborrachándose, regresando por las mañanas a casa, discutiendo con sus

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narrativa

padres, accidentándose por andar de calenturiento, en el hospital, cuidado por su madre, mimado por sus hermanos, dejando la siderurgia, recomponiendo sus estudios, haciendo amigos, escuchando a los cridens , a

los dors, viendo películas de jodorosqui, comprando sencillos , estudiando, fumando, tomando, leyendo a Lampa, a José Agustín, a From, a Sartre, discutiendo, cuestionando, buscando, terminando la preparatoria; él estudiando profesional fuera de casa, en casa de asistencia, dedicado a los estudios, en el consejo estudiantil, de rojillo, en clases, con los compañeros, conociendo chavas, reconociendo chavas, trabajando, interesado en su carrera, en su futuro, escuchando a los maestros, en las fiestas jipiosas, con el cabello largo, en

la peda, bien pedo, en su primera moto, bien moto , como estudiante comprometido, en los mítines, en juntas, en huelgas, en el movimiento de autonomía, en las brigadas rojas, leyendo y releyendo a Marx, a Engels, a Lenin, a Mao, en la dialéctica, en la grilla, en los cineclubes, en el teatro, oyendo a sepelin, en las peñas, oyendo a Mercedes Sosa, a los Quilapayún, en el desmadre, añorando la familia, en las bodas de los hermanos mayores, en las visitas a sus padres, escuchando sus consejos, enamorándose, de manita

sudada, escuchando a catestivens, con su primer carro el viejo renol, sin su primer carro, viajando, conociendo, viviendo, sintiendo, leyendo a Neruda, a Cortazar, al indispensable Alberti, en exámenes finales, titulándose; él de profesionista, tragándose al mundo, iniciando empresa, como catedrático, como directivo, como funcionario, decidiendo, ordenando, disponiendo, haciendo planes, proyectando el futuro, en su boda, con sus hijos, en su casa, con sus amigos, en las fiestas, en los viajes, en los negocios, en sus éxitos, en su fracasos, sin sus padres, disfrutando los logros de los hijos, angustiado por problemas familiares, extrañando a los amigos que se fueron, viendo crecer a la familia, apoyándolos, disfrutando la vida, escuchando niueich ,

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entusiasmado; él conociéndola, enamorándose,

narrativa

instrumentales, releyendo, recordando, trabajando disfrutando su vitalidad, su juventud, su lozanía, su fogosidad, compartiendo, planeando, alejándose del pasado, replanteando el futuro, acobardado, lastimando a todos, prometiendo, rogando, sintiendo el rechazo, deprimiéndose, desesperando, confundido, decidido; él empuñando el arma, apretando el gatillo.

Carlos Flores Revuelta (Saltillo, Coahuila, 1953). Promotor cultural, historiador y logófilo. Autor de los libros Palabras, frases y hechos, Minimiedades, y en coautoría, Piedras Negras, reseña histórica y protagonistas. integrante del taller literario Letras Negras.

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María del Carmen Maqueo Garza

El hospital cumplía satisfactoriamente con las necesidades del pueblo: diez camas, un quirófano y una sala de partos resolvieron por veinte años los problemas de salud de aquel lugar, ahí fueron naciendo los que hoy aún no cumplen veinte, aunque las parteras no perdieron su lugar dentro de

narrativa

la rampa

la comunidad en absoluto, hasta he llegado a creer que en el fondo una o las dos mujeres habrán sentido un respiro de saber que los casos que les tocara atender y tuvieran una complicación podrían ser enviados al hospital en diez minutos, y no como sucedía antes de que pusieran la clínica: Muchas de las veces el viaje de una hora hasta la cabecera municipal había terminado en la muerte del niño o incluso también de la madre. Claro, hace un par de años, por gestiones del anterior gobernador pudo construirse al inmueble original un ala para Rayos X y laboratorio, lo que redundaba en una comodidad adicional para los lugareños, que ahora ya tampoco tendrían que desplazarse hasta la cabecera municipal cuando el médico solicitaba una placa o unos exámenes de sangre. Todos recordaban el caso de Don Hipólito, el viejo aquel que se cayó y se fracturó la cadera… ya iba recuperándose, pero tuvieron que llevarlo a la cabecera municipal para unos estudios de control. Al no contar con ambulancia acondicionaron la caja de una camioneta para transportarlo, con tan mala suerte de que cuando venían de regreso estaba lloviendo, el conductor no alcanzó a controlar el vehículo en una curva, se volcaron, y el viejo murió cuando el armatoste finalmente le cayó encima. Ahora esas tragedias parecían ir quedando atrás, sin embargo existía un pendiente que no se había resuelto; el acceso al inmueble no contaba con una rampa, de manera que salvar la altura de cincuenta centímetros que separaba el nivel de la nueva ala con respecto al viejo edificio y a la calle misma, seguía siendo todo un reto, particularmente para los pacientes que eran llevados en camilla o en silla de ruedas. La explicación que dio el ingeniero en un principio fue simple, el dibujante olvidó incluir la rampa de acceso en los planos de construcción, lamentable omisión, porque a partir del momento cuando fueron autorizados así en el nivel central y se cerró la estimación, se desechó la posibilidad de modificarlos. Desde el primer momento los

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tanto subir al paciente para los estudios como bajarlo de

narrativa

futuros beneficiarios hicieron el señalamiento, era difícil regreso. El asunto es que los planos ya habían sido autorizados con las especificaciones señaladas, de lo que obraba constancia en Catastro y el resto de las dependencias, y modificar los planos implicaría una evaluación y un nuevo dictamen con otro número de folio, lo que no resultaba tan sencillo en ese momento. Durante los siguientes dos años y medio el asunto fue pasando de mano en mano, de dependencia en dependencia: Obras Públicas; la Junta de Mejoras Materiales; la Secretaría de Salud; tres o cuatro regidores; la CNDH… en fin, hasta al Departamento de Ecología fue a dar, con eso de que había que medir si la rampa elevaría los índices de contaminación para la ciudad capital… era llevar y traer papeles y no concretar nada. Mientras tanto los mismos vecinos habían ido fijando unas tablas que cuando llegaba un paciente en artefacto con ruedas, los mismos familiares del paciente quitaban y ponían. No menos de un par de veces la tabla no quedó bien fija, y se presentó un accidente, uno de ellos cuando trataron de subir a una voluminosa mujer que llegó en una camilla. Habitualmente levantaban en vilo la camilla para salvar el medio metro, pero en esa ocasión el peso del cuerpo de la mujer y de la camilla no lo permitieron, por lo que recurrieron al sistema de las rampa de madera, con tan mala suerte que al tratar de impulsarla hacia arriba, una de las tablas se zafó haciendo caer y voltearse aparatosamente la camilla, haciendo que aquella señora fuera a dar al suelo. Ya la cosa parecía perdida para el pueblo el cual, por otro lado no consideraba justo tener que poner de su bolsillo para subsanar dicha omisión en los planos… Aquella noche durante la junta de vecinos lo dejó muy claro Don Armando: ¿Y yo por qué voy a poner lana?... Nadie de mi casa está enfermo y yo no voy a hacer uso de esa rampa. Los vecinos no pudieron convencerlo de que tarde que temprano todos requerirían el servicio, entonces el problema era de todos. Las fiestas patronales siempre han sido particularmente

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narrativa

lucidas, tanto la iglesia como la plaza se adornan con guirnaldas de papel crepé con el color encarnado de la capa de San Jorge, patrono de la iglesia. Cuentan que las primeras veces el color variaba de un año al siguiente; durante la construcción del templo el sacerdote de aquellos tiempos les mostraba láminas con dibujos de San Jorge venciendo el dragón, que tenía más aspecto de lagartija gigante que de criatura fantástica como se la imaginaban los niños del catecismo. Unas láminas ponían a San Jorge con una capa encarnada ondeante; otras con una capa gris caída, y otras más sin capa, solamente ataviado con una especie de coraza negra de dos piezas. El sacerdote, hay que reconocer, fue salomónico al determinar que el color del santo patrono sería encarnado, como la cruz que el soldado Jorge elevado a santo portaba. Para convencer al pueblo les llevó un manual de los Boy Scouts, de los que por cierto San Jorge es patrono también. Este año la fiesta se vio algo deslucida, pues con esto del calentamiento global comenzó a llover fuera de temporada, y llovió tanto, que las guirnaldas que al principio eran de un color muy vivo terminaron escurridas y con vetas blancas, y lo que es peor, manchando de tinta marrón las paredes recién encaladas de la fachada principal. … Pero volvamos a la rampa: Para las fiestas el entusiasmo de los lugareños no mermó con las lluvias; las muchachas siguieron calzándose sus zapatillas de tacón, aunque de tramo en tramo tuvieran que detenerse a desenlodarlas; alguna de ellas se quedó atorada en un charco de azogue y perdió un tacón, pero así continuó su camino rumbo a la plaza, lo que generó grandes risas en el grupo de muchachas. Contrario a lo que se temieron las rezanderas de la Divina Concepción aquella tarde, cuando el cielo se pobló de nubes negras, para la noche el ambiente era de gran fiesta; el contraste de los fuegos artificiales sobre el cielo plomizo, acompañado del olor dulzón del champurrado y los tamales, terminó por poner la nota festiva. El presidente municipal llegó acompañado de su secretario y los ediles para encabezar la fiesta patronal, hay

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narrativa

que mencionar que en aquellos pueblos chicos, o no llegó la noticia de las Leyes de Reforma dictadas por Juárez, o bien por su pequeñez habían desarrollado una convivencia pacífica y respetuosa la iglesia y el estado, tanto que cada año las festividades del santo patrono eran inauguradas por el presidente municipal, y ésta no fue la excepción. Lo que sí fue distinto es que precisamente por causa de las lluvias el atrio de la iglesia de San Jorge se tornó particularmente resbaladizo. La tierra perfectamente apisonada, y ahora húmeda, propició que dos o tres fieles, al igual que la primera autoridad, patinaran. En el caso que ahora nos ocupa fueron las botas color naranja con suela de vaqueta del presidente las que lo hicieron terminar en el suelo. La cosa estuvo tan fea, que por un par de horas las fiestas se interrumpieron; el aporreado funcionario municipal tuvo que ser llevado a la clínica para su atención. El médico sospechó que posiblemente, y a pesar de la protección que pudo haber brindado la altura de la bota, la pierna derecha del presidente parecía estar fracturada. Retirarle la bota sin romperla, pero al mismo tiempo sin que el hombrón gritara de dolor cuando la estiraban entre tres tratando de sacarla fue todo un caso. Trabajaron entre varios, dos tirando del tubo anaranjado de piel suavemente, y un tercero estabilizando la pierna de su dueño desde la rodilla… Lo que procedía en ese momento era la colocación de un yeso temporal, elevar la extremidad durante toda la noche, aplicar sedantes y analgésicos, y por la mañana tomar una radiografía… ¿Tomar una radiografía?... en su interior más de uno comenzó a preguntarse cómo iban a hacerle para subir y bajar al presidente medio metro sin correr el riesgo de un nuevo accidente. Entonces el secretario dejó caer la cuestión: Mi presidente, ¡no tenemos rampa!... Para todo problema hay siempre una solución, unas veces es cuestión de inventiva, de propósitos, otras más es cuestión de tener paciencia y aprovechar las oportunidades en el camino. Aquella noche Filoteo y su media cuchara, por cierto padre e hijo, no pudieron dormir, ¡vaya!, ni siquiera

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narrativa

alcanzaron a darle una sola mordida al tamal de pollo que acababan de comprar… El secretario fue por ellos con una urgente encomienda para la cual hubieron de ocupar la noche entera comenzando al filo de las once, momento cuando tuvieron todo preparado: Había que apurarse, el tiempo era poco y la lluvia pertinaz, ¡y la rampa debía estar terminada y seca para las diez, hora de la radiografía del señor presidente!

María del Carmen Maqueo Garza (Torreón, Coahuila). Reside en Piedras Negras desde 1984. Es médico pediatra. Ha publicado Una flor en el camino y aparece en el libro colectivo Co incidencias, relatos desde la frontera. Columnista de varios periódicos del estado Integra el taller literario Letras Negras.

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María Alicia Galván Muñoz

Era una de mis mejores alumnas; tenía trece años pero aparentaba menos, delgadita, todavía con su cuerpo de niña que empieza apenas a convertirse en mujer. Era muy amable, alegre, ruidosa. Era un torbellino, pero no indisciplinada, por el contrario, era una niña muy

narrativa

maría luisa

responsable, tomaba con mucha seriedad sus estudios y sus tareas. Sus compañeros la querían mucho, era una líder nata; encabezaba los festejos, las reuniones, el arreglo del salón… tenía muchos amigos y siempre andaba rodeada de éstos. Cuando yo llegaba, me decía dando grandes voces: —¿Cómo amaneció mi maestra consentida? —¡Oye, Mary, tu lo que quieres es un diez! -le gritaban sus compañeros- y ella contestaba: —Yo no necesito quedar bien para sacar buenas notas ¿verdad maestra? —Por supuesto que no, -le decía yo, siguiéndoles el juego-. Por sus ropas se veía que era de familia humilde, su usado uniforme siempre lo traía inmaculado y cuidadosamente planchado, sus viejos zapatos siempre limpios y lustrados. Era en fin, una niña magnífica en todos sentidos. Yo la quería mucho, era de esas alumnas que todas las maestras queremos encontrar siempre; Por eso cuando María Luisa empezó a cambiar, todos nos dimos cuenta. Dejó de cumplir con sus tareas, dejó de reír, se fue apartando de sus amigos, se volvió muy callada, y se empezó a negar a participar en los eventos. Traté de hablar con ella pero siempre me esquivaba, empecé a preocuparme, ¿De qué manera podría ayudarla? Como yo era la maestra asesora de ese grupo, las quejas sobre su repentino cambio, no se hicieron esperar. ¿Qué hacer, si ella siempre encontraba un pretexto para salir apresuradamente? Un día llegué con la decisión de hablar con ella, y de ser

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Pero María Luisa no asistió…

narrativa

posible llamar a sus padres.

Traté de investigar donde vivía, pero nadie me supo decir, decían que era una colonia muy retirada, y que ni los camiones llegaban hasta allá. Al siguiente día nos avisaron, María Luisa se había suicidado. Conseguí su dirección y al salir de la escuela, fui a su casa. Ya la habían sepultado. Ni siquiera la velaron. La madre, una mujer mayor acabada por las enfermedades y los problemas que da una vida de miserias, comentó: —Esta niña mezcló todas las medicinas que yo tenía y se las tomó, nunca sabremos por qué. Acompañando a la madre, estaba un hombre todavía joven, y bien parecido, aunque de aspecto vulgar y desagradable además despidiendo un penetrante olor a alcohol. —Yo la quería como si fuera mi hija -comentó-, traté de ser el padre que la abandonó, deseaba lo mejor para ella. No sabemos qué pensar… no sabemos qué pensar… Me retiré de esa pareja, sintiendo un gran dolor en el pecho, e infinitas ganas de llorar de desesperación.

María Alicia Galván Muñoz (Piedras Negras, Coahuila). Es licenciada en lengua y literatura españolas, también es diseñadora de interiores. Participó en el volumen colectivo Co incidencias, relatos desde la frontera. Forma parte del taller literario Letras Negras.

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Blanca Esthela Treviño Pepi

Cuentan que Cuco era mozo de equipajes en la antigua Central de Autobuses Anáhuac, esquina Allende con Victoria, en Piedras Negras, Coahuila. Toda su vida fue mozo: envejeció en el desgaste diario de su oficio. Lo

narrativa

ligeramente retardado

asombroso de Cuco era su permanente alegría. Con responsabilidad extrema manejaba todo tipo de maletas y bultos, y a la vez, se daba tiempo para bromear con cuanta persona se le acercara. Cuco se desvivía por servir y lo hacía con tanto gusto que cuando hacía un favor parecía que se lo hubieran hecho a él. Le preguntaron un día: “Y tú, ¿cuándo te vas de vacaciones?” Riendo contestó: “Yo viajo un poco con cada maleta que subo al autobús”. Cuco era un hombre sencillo, afable. Su alegría característica desconcertaba a las personas. ¿Cómo puede este hombre ser tan feliz cargando bultos todo el santo día? Realmente Cuco tuvo vocación de servicio. Su vida transcurrió ayudando a viajar a los demás mientras él permanecía en el andén viendo partir los autobuses en donde otros se iban felices. Él sólo saboreaba el sudor de haberles ayudado en su felicidad. “Y tú, Cuco, ¿sólo el sudor?” Cuco explicaba que el sudor era sólo por fuera: “Por dentro siento bien bonito”. Experimentó de por vida la maravillosa satisfacción de servir. Unos decían que Cuco estaba tonto. Le daba igual si le daban muchas monedas por su esfuerzo, sólo unas cuantas, o ninguna. Él ayudaba a todo el que lo necesitara. Cuco no estaba tonto. Sabía lo que muchos hemos olvidado: la puerta de la felicidad se abre tirando hacia fuera. Quien se empeña en abrirla empujando hacia dentro, hacia sí mismo, lo que hace es cerrarla. Siempre han dicho que el egoísmo aprisiona; Cuco era totalmente libre. Cuco no era una persona inteligente, pero tenía el corazón del tamaño del mundo. Los que lo conocieron coinciden en que hacía su trabajo con presteza, con responsabilidad, con alegría, a nivel de excelencia. Bajo estricta evaluación médica, Cuco hubiera sido diagnosticado como “Ligeramente Retardado”. Nunca aprendió a leer. Pero en su limitación hubo de escoger entre vivir para sí dedicado a pedir limosna, o vivir para ser útil. Escogió vivir

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Nunca se casó ni tuvo hijos, pero en sus brazos acunó a

narrativa

para servir, y su vida fue alegre, hermosa y fecunda.

varias generaciones de niños. “Detenme al niño por favor, Cuco.” Aseguran que su rostro se iluminaba con una mezcla de asombro y ternura. Sólo cuando regresaba el niño a los brazos de la madre se advertía en él cierta nostalgia. Pero le duraba poco: siempre había alguien en apuros. Cuco era todo para todos. Lo mismo separaba a dos chicos que se daban de golpes, como ayudaba a subir al autobús a los ancianos. Con el tiempo la Central de Autobuses Anáhuac fue modernizada y el volumen de unidades se multiplicó; después cambió de dueño. Pero los que conocieron a Cuco juran que la Central jamás volvió a ser la misma sin él. ¿Cuántos viajeros agobiados encontraron alivio en las cálidas palabras y atenciones de Cuco? ¿Cuántos taxis buscó para ellos? ¿Cuántas maletas extraviadas cuidó mientras regresaba el dueño en su busca? ¿Cuántos médicos y ambulancias fueron llamados por él durante los muchos años que permaneció fiel en los andenes de la estación? Nadie lo sabe. Nadie sabe tampoco cuántas veces metió la mano en su bolsillo para compartir sus escasos ingresos con los que tenían menos que él. Lo que todos recuerdan es que Cuco jamás olvidaba un nombre o una cara. Escuchaba atentamente las confidencias y todo lo solucionaba con palmadas en la espalda. “Me tronaron, Cuco, me van a matar en mi casa.” “No te pasa nada, Benito, no te agüites, échale ganas, y el año que entra te irá mejor.” “Se me rompió mi bolsa, Cuco.” “No te preocupes, Lulú, luego compras otra.” Y presto buscaba una bolsa de papel; por mientras. Así dicen que era Cuco. Es difícil para la mentalidad moderna concebir, inclusive imaginar, que el sentido de la vida se encuentre en servir: subir en el tren de los demás unas maletas de esperanza. Para ello hace falta creer en serio en los demás. Confiar en los demás. Amar a los demás. En un mundo en el cual el egoísmo es el rey, y la violencia extrema es la reina, se desconfía de la propia

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Central de Autobuses, aún hoy produce un latido de alegría

narrativa

sombra. Recordar la vida de Cuco en los andenes de la en muchos: un pedacito del corazón de Cuco continúa viajando feliz en cada maleta. En las maletas de la esperanza.

Blanca Esthela Treviño Pepi (Piedras Negras, Coahuila, 1937). Titulada en administración de empresas por el Tecnológico de Piedras Negras. Se dedica al periodismo. Obra suya ha sido reunida en los colectivos Co incidencias, relatos desde la frontera e Historias de entretén y miento, antología de poesía, narrativa y teatro. Forma parte del taller literario Letras Negras.

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Carlos Flores Revuelta

reminiscencias Verde que te quiero verde. Verde grifa. Verde mota.

afición sonámbula Verde que te quiero verde. Verde tri. Verdeamarelha.

añoranza Ansioso buscó en su rostro un atisbo de afecto por los tiempos vividos, encontró como siempre la frialdad

minificciones

minimiedades

expresiva del olvido.

realidad opresiva Cuando despertó, la reja todavía estaba allí, no la había soñado.

paradójica Es una pareja feliz, llevan una relación de perros y gatos como miembros de la sociedad protectora de animales.

visión empresarial Sirviéndose de la praxis administrativa el exitoso hombre de negocios inició con una tiendita, ahora tiene muchas.

predestinado Su inusual figura provocó que desde pequeño fuera el centro de las burlas, no es de extrañar que muriera de grave escarniopatía.

destino manifiesto El dinosaurio ya no despertó, el meteorito estuvo allí.

efecto gray Siempre creyó a pie juntillas que el tiempo solo afectaba a la figura reflejada en el espejo.

disciplina Con metódico e infatigable esmero, uno a uno fue privando de la vista a los habitantes del reino sabedor que su condición de tuerto lo entronizaría.

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