En las pálidas tardes yerran nubes tranquilas en el azul... Rubén Darío
La herida de la traición azul / Fernando Núñez / óleo (detalle)
revista digital del taller literario letras negras piedras negras coahuila méxico
carlos flores revuelta / director general jaime torres mendoza / director editorial claudia de los santos / edición, arte y diseño fernando h. garcía / comunicación y difusión maría del carmen maqueo / corrección jaime torres mendoza, julia berenice espinosa, claudia maría de los santos, carlos flores revuelta consejo editorial
ediciones línea breve los pinos 100, fraccionamiento las palmas teléfono 01 878 789 2628 piedras negras, coahuila, méxico lineabreve@live.com El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. No se devuelven originales
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Estimado lector, con gran gusto te presentamos el número cuatro de
Letras Negras
digital;
revista del taller literario Letras Negras de Piedras Negras, Coahuila, México. En esta ocasión e inspirados en el color azul, nuestras páginas se visten con el poema Autumnal del gran poeta nicaragüense Rubén Darío; agradecemos la colaboración de José Cruz Almonte “Pepe Tachas”, escritor duranguense arraigado en Saltillo y con gran trayectoria, aportando un texto conmovedor y deslumbrante, así como la participación de Fransiles Gallardo, quien nos envía su colaboración desde la hermana república de Perú. Nos satisface comprobar que este espacio creado desde el inicio con la idea de ofrecer a todos quienes como nosotros tienen un gusto e interés especial por las letras, cumple con cada número su objetivo al ser incluyente, diversa, plural y libre, pero sobre todo permitir la expresión de las sensaciones y visiones, que de la existencia de las cosas, cada uno de los autores que participa deja impreso en estas páginas. Esperamos que sea de su agrado y reiteramos nuestra invitación a ser parte de este esfuerzo.
Bienvenidos a
Letras Negras
digital
Los Editores
3 página
poesía
autumnal rubén darío — 05
poesía espera julia berenice — 07
por fin jaime torres mendoza — 08
tu mirada esperanza cárdenas — 09
vestigios constanza gramer — 10
imsomnium constanza gramer — 11
¡oh! hermosa águila blanca ricardo ávila — 12
en el umbral del reencuentro maría del carmen maqueo garza — 13
en este número
un clásico/
anejo narrativo azul enmascarado josé cruz almonte — 14
narrativa etéreo asalia solís — 18
entre dos fuegos fransiles gallardo — 19
agosto en su vestido azul eréndira ovalle maqueo — 22
gerardo maría alicia galván muñoz — 23
confrontación carlos flores revuelta — 25
minificción minimiedades carlos flores revuelta — 26
ensayo en el ojo del huracán: las claves del ser humano jaime torres mendoza — 27
adjunto el color del cine para leer así se habla
claudia de los santos — 28 mario rodríguez — 29 kaph — 30
4 página
Rubén Darío
En las pálidas tardes yerran nubes tranquilas en el azul; en las ardientes manos
poesía
autumnal
se posan las cabezas pensativas. ¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños! ¡Ah las tristezas íntimas! ¡Ah el polvo de oro que en el aire flota, tras cuyas ondas trémulas se miran los ojos tiernos y húmedos, las bocas inundadas de sonrisas, las crespas cabelleras y los dedos de rosa que acarician! En las pálidas tardes me cuenta un hada amiga las historias secretas llenas de poesía: lo que cantan los pájaros, lo que llevan las brisas, lo que vaga en las nieblas, lo que sueñan las niñas. Una vez sentí el ansia de una sed infinita. Dije al hada amorosa: --Quiero en el alma mía tener la aspiración honda, profunda, inmensa: luz, calor, aroma, vida. Ella me dijo: --¡Ven!-- con el acento con que hablaría un arpa. En él había un divino aroma de esperanza. ¡Oh sed del ideal! Sobre la cima de un monte, a medianoche, me mostró las estrellas encendidas. Era un jardín de oro con pétalos de llama que titilan. Exclamé: --¡Más!... La aurora vino después. La aurora sonreía, con la luz en la frente, como la joven tímida que abre la reja, y la sorprenden luego
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Y dije: --¡Más!... Sonriendo la celeste hada amiga
poesía
ciertas curiosas mágicas pupilas.
prorrumpió: --¡Y bien! ¡Las flores! Y las flores estaban frescas, lindas, empapadas de olor: la rosa virgen, la blanca margarita, la azucena gentil y las volúbiles que cuelgan de la rama estremecida. Y dije: --¡Más!... El viento arrastraba rumores, ecos, risas, murmullos misteriosos, aleteos, músicas nunca oídas. El hada entonces me llevó hasta el velo que nos cubre las ansias infinitas, la inspiración profunda, y el alma de las liras. Y lo rasgó. Allí todo era aurora. En el fondo se veía un bello rostro de mujer. ¡Oh, nunca, Piérides, diréis las sacras dichas que en el alma sintiera! Con su vaga sonrisa: --¿Más?... --dijo el hada. Yo tenía entonces clavadas las pupilas en el azul; y en mis ardientes manos se posó mi cabeza pensativa...
Rubén Darío (Nicaragua 1867 – 1916) Escritor nicaragüense, su verdadero nombre Félix Rubén García Sarmiento. En Managua publicó su primera obra Epístolas y Poemas. Viviendo en Chile publicó Abrojos y rimas, y Azul. Su abundante obra dio lugar al movimiento poético llamado modernismo, que significó una revolución en el lenguaje y el estilo poético. Al final de su vida se retiró a un monasterio. Autor de Cantos de vida y esperanza, y muchas otras.
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Julia Berenice
Te embarcas sin mí y me quedo hilando sueños.
poesía
espera
El viento azul y tibio se apiada de mi desolación y te trae a mí cada noche. Estás conmigo en la profunda oscuridad rescatándome con un murmullo de música moldeada por tus manos. Deliberadamente revivo tu presencia. Me abrazo al calor de tu existencia lejana y me quedo dormida. Permaneces en mi sueño como perduras también en la vigilia, arrullándome con el estruendo de tu risa. . No me cuesta encontrarte, estás en mí. Es imposible apartarme de tus labios y tus manos no han podido separarse de mi piel. Este es tu lugar. He perdido ya la noción del tiempo en esta espera y a ratos escapas de mi sosiego. Entonces cierro los ojos para encontrar los tuyos que me devuelven la eternidad. Esta ciudad celeste se sabe de memoria nuestros abrazos y entona la evocación de nuestra felicidad como una canción ya conocida. La armonía llega a ti, no hay distancias en nuestra realidad.
Julia Berenice (Saltillo, Coahuila, 1983). Estudió letras españolas en la UAdeC. Es autora del poemario Realidades del tiempo. Ha publicado en las revistas Historias de entretén y miento y La humildad premiada. Forma parte del taller literario Letras Negras.
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Jaime Torres Mendoza
Para Julia Berenice, mi sueño cumplido
poesía
por fin
Encontré tu rostro en el agua, callado e invisible como gotas de rocío prendidas a la falda de las nubes. En él deletreo un territorio azul donde tus ojos estallan en luz iluminando de alegría el horizonte. Por eso navego sin rumbo y gozo el movimiento que me enseña el agua cada vez que parpadeas en el charco espectral después de la lluvia.
Jaime Torres Mendoza (San Juan del Cohetero, Coahuila,1955). Es Músico, narrador, pintor, escritor, editor; intelectual de fuerte raigambre y una de las mentes más preclaras que han nacido en tierra coahuilense. Autor de innumerables libros de poesía, narrativa y ensayos.
8 página
Esperanza Cárdenas
Bajo el cielo azul de una tarde de verano, junto a la alameda que nos sonreía, vi en tus ojos claros dos estrellas fulgurantes
poesía
tu mirada
llenas del añil del mar. En el azulado reflejo de tu mirada me perdí y quedó mi alma entrelazada a la tuya, en esa tarde de verano bajo el cielo azul, con un camino por delante colmado de alegres árboles que nos invitaban a seguir. Y mientras continuábamos por el camino trazado por el viento veíamos enfrente la engalanada alameda con su alfombra verde y sus cestos de rosas y jazmín. Cómo no acordarme de la alameda que nos sonreía esa tarde de verano bajo el cielo azul.
Esperanza Cárdenas (Nueva Rosita, Coahuila). Es doctora en economía latinoamericana por la Universidad de Toulouse-Le Mirail, en Francia. Textos de su especialidad aparecen en publicaciones de El Colegio de México y la Universidad Autónoma de Coahuila. Integra el taller literario Letras Negras.
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Constanza Gramer
Viento que te fundes con la rama de trigo que alimentó a mis muertos; esparce las semillas en la tierra estéril,
poesía
vestigios
nadie espera ya los frutos que sacian el hambre, nadie nos ve morir en la grieta seca que consume a la esperanza. Ardes con el rayo que nos ilumina cada amanecer, mismo que nos quema la ilusión. Allá van mis cadáveres andantes los veo alejarse ciertos de su fatal destino, las horas serán para unos, los días para los afortunados, todos habrán de caer intentando reconstruir el espacio que les prometiste al nacer. Te vi aparecer imponente frente a mi mirada virgen, vago recuerdo de un paraíso tramposo que me mostró sus dientes afilados cuando intenté tomar mi pedazo de cielo, convertido en ceniza azul que nubla la mirada. Simulador de sueños, ya no eres rama que florece, no tienes sombras que resguardan, el agua ya no corre por tus ríos, quedó estancada para dejarte el aliento podrido que exhalas en mi rostro mientras pido tu clemencia. Regresa la mirada, gigante desnutrido, tu entraña se pudre con la muerte de los que aplastas en carrera desbocada tras la mano de poder que mecerá la cuna del recién nacido de mirada virgen, nuevamente.
10 página
Constanza Gramer
Lejanas, vagas, desconocidas, ausentes, presentes, dichosas, tristes, melodiosas, graves, agudas, desgarradas, entrecortadas, suplicantes, dulces,
poesía
insomnium
amorosas, apasionadas, inquietantes, sosegadas, serenas, volubles, pasajeras, constantes, permanentes, incesantes. Voces que arrullan mi sueño… Imprescindibles
Constanza Gramer (Piedras Negras, Coahuila). Es licenciada en administración de empresas y promotora cultural. Ha publicado el libro Selene y otros cuerpos, colaboradora en la revista Historias de entretén y miento y en la antología conmemorativa del vigésimo aniversario de esa publicación. Es integrante del taller literario Letras Negras.
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Ricardo Ávila
Ojos esterlinos
poesía
!oh¡ hermosa águila blanca que miran desde lo alto, en las cumbres de los aires frívolos que rodean a las majestuosas montañas. Tan detenidamente vas, mirando desde lo alto con tus doradas alas. Vuelas tan serena, tranquila y cautelosa. Acechando el panorama, tu majestuosidad reflejas con toda tu inmensidad. Oh! hermosa águila blanca, hazme de ti tu presa, llévame contigo hacia lo más alto del haber para que así, yo también pueda observar la grandeza, con que reflejas tu poseer.
Ricardo Ávila Martínez (Piedras Negras, Coahuila, 1991). Joven estudiante de contaduría e incipiente escritor que realiza con entusiasmo sus primero intentos literarios.
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María del Carmen Maqueo Garza
Azul el cielo bajo el cual retozan mis sueños de infancia, esos que no se atreven a asomar de noche, cuando encienden las luminarias y se inicia el desfile de vanidades. Verde azul el vaivén del mar benigno; flujo y reflujo; paciente expiación de culpas de los amantes que se entregan en ansiosos jadeos sobre la arena. Azul profundo, boca que engulle bondades peregrinas. Dolor lacerante que la injusticia arranca desde las entrañas, al tiempo que rasga una a una mis fibras más sensibles.
Prosa poética
en el umbral del reencuentro
Celeste el azul de la ilusión por ese niño amado que imagino, ése que se me aferra al vientre, prendido entre lágrimas y sueños, en una lucha feroz contra la muerte. Eléctrico el azul de la emoción de aquella mujer que abandona de golpe su letargo infantil, ante el feliz asalto inédito de un roce en la piel. Una luna altiva cualquier noche de enero… Ella, la hermosa que esta vez niega ternuras, enfundada en un azul alabastrino, altiva, distante, fría… Ángel azul mi amigo el de los versos que cantan a la vida. Un caudal melancólico se vierte sobre todas sus palabras y todos sus silencios, y nace la poesía. De ese azul muy transparente son mis suspiros cargados de ayer. Memorias dulces que se instalan al borde de la cama, queriendo sobornar mis soledades. Si yo fuera un color, querría ser azul, un poco cielo, un poco mar; otro tanto tristeza, luna inalcanzable. Flujo, reflujo, amor y amante. Sueños de infancia; dolor que enseña; emoción prendida a los sentidos; fortaleza de un niño que se niega a morir. …Sería entonces como un poeta azul, con su tristeza larga y sus cantos vivos. Estaría en el umbral de un azul muy transparente al encuentro contigo, con tus ojos llenitos de luz, y tu risa como cascada de agua fresca. María del Carmen Maqueo Garza (Torreón, Coahuila). Reside en Piedras Negras desde 1984. Es médico pediatra. Ha publicado Una flor en el camino y aparece en el libro colectivo Co incidencias, relatos desde la frontera, Mariposas en las manos (próximo a publicarse). Columnista de varios periódicos del estado. Integrante del taller literario Letras Negras.
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José Cruz Almonte
anejo narrativo
azul enmascarado
Dedicado al Manotas
Aquí está, la tengo en mis manos. Es hermosa. Parece hecha con algodón de azúcar. Tiene dos ojos, nariz, boca, y eso es perfecto porque se puede ver, se puede respirar y se puede hablar con ella puesta. Me la compraron en la feria. Había de muchos colores y formas: con pelos parados, con ojos y bocas de demonio, con dientes y colmillos; una de color plata, muy bonita y muy sencilla; me dio risa la de los números, con signos de más y de por; estaba la del corazón negro sin boca, nariz ni ojos; la del relámpago; la amarilla con negro partida a la mitad, varias distintas con una M mayúscula en la frente; algunas con cintas para amarrarse y otras que nada más se metían… Y solamente tuve ojos para la azul. ¡Wow!
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me estoy sintiendo importante, ya me siento fortachón de los brazos, de los puños y, lo mejor, me siento poderoso de las piernas. Me acerco al espejo y, ¡wow!, no puede ser lo que veo: soy el Enmascarado Azul. Me quito la camisa. Sigo flaquito como siempre, pero seguro que tengo fuerzas para aventar el ropero a la azotea. Me amarraré una toalla en la espalda para volar sin que nadie me detenga. Hasta mis huesos se transforman en músculos de a de veras.
anejo narrativo
La acerco a mi cara y siento cosquillas, son las ganas de tenerla puesta. Me queda que ni mandada a hacer. Ya
Soy el más fuerte de la casa.
Más fuerte que mi mamá porque le gano a las vencidas. Mi otra mamá es mi abuelita y a ella le gano a las carreras con todo y silla de ruedas. Porque han de saber que tengo dos mamás…, mmm, pero eso ahorita no importa porque soy más fuerte que mi hermanita bebé. A mi papá se le ven los conejotes porque trabaja de cargador, pero cuando regrese le ganaré a las vencidas. El azul me da fuerzas monstruosas. Y ahora que me acuerdo, que vengan esos monstruos que no me dejan dormir para mandarlos con los ojos de cebolla, morados y llorosos. Ya no me da miedo ni lo oscuro ni la media noche. Podré ir al baño solo, y eso que está en
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el perro negro para ponerlo azul, que venga la llorona para que llore por algo, que venga el vampiro, la momia, el hombre lobo y el que quiera.
Soy el Enmascarado Azul.
anejo narrativo
el patio, por donde se aparece el perro negro. Que venga
Esta noche cuidaré la casa mejor que los que cuidan los museos, mejor que los piratas cuando cuidan un tesoro, mejor que un candado a doble llave. Y hablando de llaves, si se mete un ratero le haré la okiwaza, la hurracarrana y la filemona. ¡Wow!, me subiré a la cama y saltaré hasta tocar el techo, correré por las paredes... escucho ruidos afuera, shhhh, silencio. Me esconderé detrás de la puerta. Apagaré el foco. Es mi papá. Abre la puerta y no me encuentra a la primera. Se agacha a ciegas, media vuelta y me encuentra. Me abraza. Enciendo la luz y tiene cara de estar feliz por verme enmascarado. En vez de llamarme por mi nombre, me dice
Azul, pero me doy cuenta que no le gusta verme encuerado porque sale con su sermón: Te Vas A Resfriar, Ponte Una Camisa Azul. Le digo que a los luchadores les estorba la ropa para las maromas y que así andaré de ahora en
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Se ríe y me viste todo, de pies a cabeza, de azul. ¡Wow!, se siente lo máximo ser el Enmascarado Azul, que mi papá sea mi cómplice y guarde el secreto de mi personalidad secreta. Salimos a la calle. Ahí vamos. Los vecinos ven mi personalidad del Enmascarado Azul, mmm, lástima que mi silla de ruedas no esté pintada de azul. ¡Wow!, se imaginan…
José Cruz Almonte “Pepe Tachas” (Durango, Dgo. 1969). Optó un día por ser escritor y descubrió que había pocos lectores por lo que organizó un taller de sensibilidad a la lectura El Sexto Sentido, encontrando en los niños el público ideal; desde hace doce años trabaja con y para los niños, decidiendo escribir cuentos infantiles. Ha publicado dos libros de poemas y una radionovela cursi, además de numerosos cuentos como El Perro Pestañas, Recolector de Dientes, la Cámara Indiscreta y SieteManos; mantiene bajo llave de tres candados una colección inédita de cuentos y leyendas
anejo narrativo
adelante.
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Asalia Solís
Testigo fiel del tiempo fragmentado. Naturaleza inequívoca que forja en el silencio nuevos encuentros. Presencia invisible que se apodera lo mismo de gigantes o frágiles criaturas suspendidas en la punta del firmamento. Ahí, donde el ruido, el llanto y el dolor parecen no interpelar las conciencias; ambiente idóneo, sin canon, fantasmas o
narrativa
etéreo
decoro, capricho ilusorio que sobrepasa lo impuesto o lo prohibido. En el azul, dos cuerpos deslumbran cumpliendo su tributo, conscientes de estar expuestos a miradas y murmullos. Alrededor cúmulos estelares respetan su mudez y el ansia que alimenta su delirio. Delirio que sostiene un halo de esperanza tras la ausencia que se vuelve cruda. Crudeza que se oculta bajo la entidad, en espera de que nada se oponga. Oposición inaudita que va y viene jugando con los ímpetus y estrujando sus almas. Almas que ríen disimuladas tras el velo transparente del duelo. Dos guerreros incansables contendientes de batallas absurdas por mantener el juicio. Juicio que los hiere y luego les devuelve el hálito junto al deseo. Deseo que enciende al primer destello de la señal inspirada para expeler la voluntad. Nodos lunares se entretejen en una complicidad ascendente propiciando el encuentro, una amalgama de temperaturas marcan el umbral de lo esperado: dos cuerpos intensos que equilibran el bullicio y la frialdad al primer roce. El soberano desfallece en la fascinante sombra de la luna, umbra que lo envuelve embelesando su piel. Al unísono sujetan sus membranas vibrando en el cosmos. No hay reclamos, dudas, ni monomanía. El yermo se va, el yo sucumbe, dos amantes bautizados bajo un mismo nombre, eclipse total que sacia su deseo de trascender. De pie, periodos saros vigilan su entrega, verdugos que aguardan con grilletes en mano la disgregación de aquel encuentro fugaz en el quimérico espacio sideral.
Asalia Solís (Piedras Negras, Coahuila, 1980). Estudió una carrera comercial. Se desempeña como responsable de la Biblioteca Digital y Enlace, en la revista Buena Noticia. Pertenece al taller literario Letras Negras
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Fransiles Gallardo
Desde la loma del cerro Carachi, se divisan los colorados tejados de las casas de Huancaspata y el morado de los papales de marzo, presagian buenas cosechas. Nos asombra la soledad del pueblo y un estremecimiento de angustia, nos escarapela el cuerpo. A la carrera bajamos el zigzagueante camino, que nos lleva a la entrada principal del pueblo y de allí, a la vieja plaza de armas con su glorieta de madera y teja en el centro.
narrativa
entre dos fuegos
Un perro lanudo, nos recibe ladrando. En la esquina de la iglesia de una sola torre, curpada y tapada con su chal negro de lana, está doña Asencia Limache, han matau mijo llorando sin lágrimas han malograu mi hija jalándose los pelos. Su voz es un lamento sin tiempo ni medida. Un aullido en medio de la soledad. El sol se oculta por el abra que da a Santiago de Challas, pintando de grises y granates los campos y tejados. Don Almanzor Chihuala con el dolor reflejado en el surco de sus arrugas, que convierten sus cuarenta y cinco años en un anciano de setenta, nos recibe lloroso en la puerta de la antigua casa de adobe pintada con calcita blanca que hemos alquilado como vivienda y depósito, donde se guardan los materiales de construcción para el canal que estamos construyendo y que regarán las fértiles laderas y pampas comunales de las alturas del río Grande, afluente del Huacrachuco, que deposita sus aguas en el Marañón. —Desgracia papay ingiñero- dice sacándose el sombrero. Agarrando sus dos manos al cielo, se hinca de rodillas delante de mí. —Desgracia ingiñero, desgracia— balbucea, abrazándose de mis canillas. Palmeándole el hombro, le pido que se pare y me cuente la tragedia. —Belisario— le digo a mi maestro de obra —tráeme
una botella de alcohol rebajado, que tengo debajo de mi cama.
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La noche del miércoles y disparando ráfagas de metralleta una veintena de senderistas han llegado al pueblo, dinamitando el local comunal. Lanzando vivas y disparos reunieron a los comuneros al costado de la glorieta y luego de sus arengas a la lucha armada, realizaron el temido juicio popular.
narrativa
A pico me tomo un buen trago y don Almanzor, también.
Han azotado públicamente con cincuenta vergazos a Lorenzo Mendoza por ser un mal ejemplo para la comunidad, al convivir con dos mujeres a la vez y luego preguntaron por Catalino Anchucaja, el perro, cochino soplón de la revolución, y como nadie en el pueblo sabe de él, desde hace algún tiempo haciendo arrodillar han
degollao como corderito, cacau, su pezquecito, han cortao, ingiñero a Cipriano, su hermano menor de solo trece años para escarmiento y para que sepan que así mueren los soplones y traidores de la revolución. Luego de pedir cupos de guerra en las tiendas de don Eufrasio y ño Josefo Perales para el sustento de la lucha armada se han marchado cantando y vivando, llevándose al Casimiro Varas y a su primo Sebastián para enrolarlos en sus filas. Atravesando la quebrada chica, se perdieron por las alturas del cerro Piscupichu. Anoche, velando el cuerpito del Cipriano hamos estao y sin aviso ni nada ha llegado un destacamento de sinchis, con fusiles y pasamontañas, siguiendo a la columna de sendero ni lástima del muertito luan tenido a patadas y culatazos han roto las puertas de las casas, sacando a rastras a la gente del pueblo, los han amontonado en un costado de la glorieta mudo testigo de nuestro sufrimiento, ingiñero. —¡Aquí estuvo sendero y no nos avisaron, carajo!— grita una voz ronca, tras el pasamontañas —indios de
mierda, ustedes son senderistas; les dan de comer, los protegen y los esconden; deberíamos matarlos a todos, por haraganes, ignorantes y traidores a la patria; comunistas seguros son! —dice escupiendo al suelo. —Como pues comunicamos con ostidis, jificito— ha dicho don Almanzor Chihuala, teniente gobernador de
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Un culatazo en la barriga, lo ha hecho encogerse y un puntapié en las posaderas lo ha hecho tragar la tierra de su
propia tierra. —¿Donde está el soplón del Catalino Anchucaja?— pregunta amenazador, rastrillando su arma de reglamento.
narrativa
Huancaspata —dos días de camino hay hasta Challas y carru nuay pa Tayabamba, jificito— explica.
Silencio. Nadie sabe nada de su paradero; lo único que se conoce, es que hace más de dos meses voy hacer compritas a Sihuas, pronto vengo desapareciendo, sin dejar rastro alguno. En su frustración por no llevar vivo o muerto a Catalino Anchucaja; cinco policías, arrastrándola de los pelos, han violado a Clementina de tan solo doce años delante de su hermanito muertito, ingiñero, llevándose a Vicente Túpac y Leonidas Huamán, por sospecha de apoyo a los terrucos ni miedo al muertito luan tenido ingiñero. Luego de pedir donativos plata queremos, gallinas queremos, artefactos queremos diciendo para recompensar a las fuerzas policiales que luchan contra la subversión y la violencia senderista han dicho. Atravesando la quebrada chica, se han perdido por las alturas del cerro Piscupichu.
—¡Desgracia papay, ingiñero— dicen los ojos secos de don Almanzor Chihuala, con un dolor sin nombre —¡Desgracia ingiñero, desgracia!— repite. En la esquina de la iglesia de una sola torre, curpada y tapada con su chal negro de lana, está doña Asencia Limache han matau mijo llorando sin lágrimas han malograu mi hija jalándose los pelos. Su voz es un lamento, sin tiempo ni medida. Un aullido, en medio de la soledad.
Fransiles Gallardo (Magdalena, Cajamarca, Perú), Ingeniero civil, escritor y poeta. Premios: Poeta Peruano de Todos los Tiempos 2010, Mención Honrosa Premio Mundial de Poesía 2008, Mención Honrosa II Juegos Florales del Siglo, 2009. Autor de las obras: Ventisca tu (des)amor,
Entre Dos Fuegos, Historias de Ingenieros, Narración, Arco Iris de Magdalena, poesía, Antología Mundial de la Poesía Erótica, Bendito sea tu cuerpo, Antología Voces en el Fuego de la Palabra.
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Eréndira Ovalle Maqueo
Su pecho guardaba el calor de una tarde de agosto, el sudor resbalaba por su cuello, su vestido azul ondeaba con el pasar de los vagones del metro, en ninguno subía, nunca subía, apoyaba su bolso junto a su costado, lo abría de vez en cuando, sacaba un pañuelo viejo, lo pasaba por su
narrativa
agosto en su vestido azul
frente, en seguida recorría su nuca, regresaba por su cuello y bajaba hasta su busto. Sus labios siempre rojos, su cabello siempre recogido, envuelto en un sencillo listón, y su vestido, ese vestido siempre azul, le daba color a los grises ojos de la monotonía, aquellos ojos escapaban un momento de su hipnotismo al verle, radiante y joven, esperando quien sabe qué cosa. Sus ojos nunca se topaban con los de nadie, sus manos nunca rozaron las de nadie, y sus pies, siempre juntos, plantados en el andén. La tarde se va, la noche ocupa su lugar y el metro pasa, ella sigue esperando en su vestido azul, como cada noche, su respiración ahora se enfría, su pecho se hiela, sus manos se cierran en puños que de rosados blancos se vuelven, la noche avanza, el metro ya no, las puertas se están cerrando, las luces se apagan, el vestido azul se difumina, y un pañuelo viejo, perdido, espera ser encontrado, enredado entre las vías.
Eréndira Ovalle Maqueo (Piedras Negras, Coahuila, 1990) Cursa la carrera de Ciencias del Lenguaje, UANL. Desde hace diez años desarrolla diversos géneros literarios, en especial la narrativa fantástica a través de la cual explora sus propios mundos interiores.
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María Alicia Galván Muñoz
Un día, el subdirector de la escuela, llevó a presentar a mi salón de “Artes Plásticas,” a un joven originario de Guadalajara, Jalisco. Entró directamente a tercer año. Sus padres habían tenido que cambiarse a nuestra ciudad, por motivos de trabajo. Era un muchacho muy alto para su edad, unos dieciséis
narrativa
gerardo
años, bien parecido, y de buena presencia. Lo presenté al grupo y los muchachos lo acogieron muy bien. Pronto me di cuenta que era magnífico para el dibujo y la pintura, sus trabajos eran bastante buenos y empezó a sobresalir entre los demás. Los compañeros lo buscaban mucho, les gustaba platicar con él; pero me empecé a dar cuenta que al poco tiempo evitaban su compañía y pronto descubrí por qué. Gerardo era muy soberbio, gozaba ridiculizándolos y menospreciándolos; se sentía superior y poco a poco empezó a mostrar su verdadero carácter. Era también irónico y burlón. Cuando revisaba sus trabajos, siempre lo felicitaba, él algo murmuraba entre dientes y cuando yo le decía —¿cómo?,— contestaba con el clásico —no, nada.— Como era costumbre en los talleres, los mejores trabajos se iban recogiendo durante el año para exponerlos al final del curso escolar, y así lo estaba haciendo, la fecha ya se acercaba y el programa ya se había cumplido, me sentía orgullosa de los trabajos que habían hecho mis alumnos. Un día Gerardo me dijo: —Maestra, me presta mis trabajos por que mañana vienen mis abuelitos de visita y quiero enseñárselos— —Claro, le dije, pero me los traes en la próxima clase, los tuyos son de los mejores y quiero que se luzcan. —No tenga cuidado —me contestó. Ya me retiraba, cuando otro alumno me habló y yo me detuve, alcancé a escuchar con una claridad que yo no hubiera querido, cuando Gerardo comentó a otro compañero: —Esa vieja loca cree que yo le voy a dejar mis trabajos
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regresarlos—. Sentí mucha tristeza, tristeza de no haberme sabido ganar el respeto de ese muchacho. Otro día, como ya lo esperaba, no llevó los trabajos; tal vez creía que se los iba a pedir, pero no fue así.
narrativa
para que ella sea la que presuma, claro que no pienso
Pronto nos empezamos a preparar para la exposición. Entre todos pintamos el salón, lijamos y barnizamos las mesitas de dibujo y adornamos las paredes con los preciosos trabajos de los muchachos. Gerardo se acercó a mí y dijo: —No he podido traer mis dibujos porque… No tengas cuidado —lo interrumpí— como ves ya no hay lugar para uno más, son demasiados, ya no te preocupes en traerlos. El día de la exposición, él no asistió, tampoco a la graduación; ya no lo volvimos a ver. Pasaron quince años, cierto día, caminando por las calles del centro, escuché que alguien me hablaba: —Maestra, ¿cómo ha estado? Volteé, y vi ante mí a Gerardo, lo reconocí a pesar de que estaba muy cambiado, —¿Se acuerda de mí? —Claro que sí, nunca olvido a mis antiguos alumnos. ¿Cómo has estado tú?, —pregunté. —No muy bien —contestó. —¿Qué te pasa? … La verdad la estoy pasando muy mal.
María Alicia Galván Muñoz (Piedras Negras, Coahuila). Es licenciada en lengua y literatura españolas, también es diseñadora de interiores. Participó en el volumen colectivo Co incidencias, relatos desde la frontera. Forma parte del taller literario Letras Negras.
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Carlos Flores Revuelta
Estaba frente a mí sin apartar su fría mirada, esbozando una extraña sonrisa mientras me mostraba su laberíntico rostro surcado por interminables arrugas que referían asomos de unos mejores tiempos ya idos; había algo en sus facciones que me era familiar y a la vez no terminaba de gustarme, su aspecto denotaba un profundo rencor, como
narrativa
confrontación
si tuviera un reclamo a la vida por dejar que el paso de los años se grabara en su piel y mente, parecía que buscaba provocarme al remedar cada uno de mis movimientos y lo estaba logrando, me resultaba vano intentar no caer en su juego, algo más allá de mis fuerzas me obligaba a continuar juntos, como atados; con todas mis fuerzas luchaba por evitar verlo, por alejarme y dejarlo con su grotesco aspecto y enajenante actitud, sin embargo me sentía atrapado, desesperado de no poder huir y así liberarme de una vez por todas de su opresora presencia: Exasperado le di la espalda como un último intento por separarme; todo fue inútil, al volver la vista hacia donde estaba, él continuaba con ese interminable ritual de esquizofrénicos gestos, sin poder contenerme lancé mi crispado puño directo a su horrendo rostro, con rapidez su puño se interpuso en la trayectoria del golpe y mientras su figura se desvanecía en mil pedazos, sellamos nuestra eterna unión con sangre.
Carlos Flores Revuelta (Saltillo, Coahuila, 1953). Promotor cultural, historiador y logófilo. Autor de los libros Palabras, frases y hechos, Minimiedades, y en coautoría, Piedras Negras, reseña histórica y protagonistas. integrante del taller literario Letras Negras.
25 página
Carlos Flores Revuelta
Inopinado Sin alternativa el invidente daba palos de ciego.
Hetaira velocista
minificción
minimiedades
Desde el inicio de su carrera aventajó a sus rivales por muchos cuerpos.
Diferencias Lo hacía a diestra y siniestra, aunque prefería a la primera, la segunda le generaba inquietud desconcentrante.
Desconcertado Cuando despertó, intrigado se preguntó por qué el dinosaurio no estaba allí.
Indagatoria ¿Cuándo despertó? ¿El dinosaurio todavía estaba allí?.
Feliz Disfrutó hasta la muerte padecer acromatopsia, siempre pensó que la vida era color rosa.
Riesgos Buscando nostálgicos recuerdos encontró enconados rencores.
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Jaime Torres Mendoza
ensayo
en el ojo del huracán: las claves del ser humano Aproximación crítica Coexisten en la práctica de la crítica literaria contemporánea dos tendencias en gran medida contradictorias pero, al mismo tiempo, dependientes una de la otra. Por un lado, la tendencia a explicar la obra en términos del lector basándose en los actos de emoción que le provoca la lectura; por otro, la tendencia a explicarla en función de un autor que transcurre por una serie de procesos imaginativos regidos por un conjunto de leyes propias que van construyendo un universo con una lógica que le da coherencia al texto. Hoy por hoy, el gran desarrollo de la crítica literaria contemporánea se mueve en esta última línea de trabajo. Ese desarrollo ha sido tan grande y tan fecundo que, con razón, se considera a esta vertiente de la crítica como la más acabada y más acertada para aproximarse con certeza a la verdad del texto literario, desde el propio texto, sin que tenga que pasar, y hasta estacionarse permanentemente, por los umbrales de la subjetividad. Durante mucho tiempo los críticos literarios pensaron que el texto siempre era unilateral, es decir, se ponían en práctica una serie de técnicas narrativas que daban por resultado la construcción de un documento cuya estructura podía ser sólida o no, atendiendo quizá a un único factor de orden sintáctico y gramatical. Sin embargo se descuidaban criterios para sistematizar procesos imaginativos que permitían elaborar una imagen penetrante y coherente de la realidad social desde la ficción. La tendencia generalizada de los críticos de hoy, es considerar el texto literario como un proceso imaginativo que involucra múltiples factores que tienen que ver con algo más que el oficio de escribir. La escritura de un libro supone que estamos ante la presencia de un verdadero y auténtico intelectual que no ha dejado un punto vulnerable por donde se pueda venir abajo la trama con que se ha tejido la historia presentada en el volumen. Un intelectual capaz de entender que su labor no se reduce a un mero fenómeno estético, sino que
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humano en el acto de convivir en sociedad.
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su quehacer echa a andar otro proceso: el de consignar una serie de claves para desentrañar la complejidad del ser
Esto último es particularmente importante pues todo texto literario, por más ficción que sea, siempre tiene un referente que lo sitúa en un suelo histórico: el del autor mismo y el de la época en que se escribe.
El libro Y esa es la característica de la novela En el ojo del huracán, autoría de Jesús Santos Hernández, en la que da razón y noticia de una serie de acontecimientos que tienen lugar en un tiempo sin tiempo pero cuya memoria de los hechos ha quedado impresa en los eslabones con que los dioses han tejido la historia del universo, por tanto, es una historia que se proyecta sobre el devenir del ser humano y su quehacer en la historia misma. El libro se nos presenta como un prodigio novelístico de no fácil realización. Se ve que en su confección hubo un propósito bien planeado, una voluntad de respuesta a la hora de establecer contacto directo con el público, desde el punto de vista de la exigencia que se impone todo escritor. Por ejemplo, en sus páginas la decoración y el mobiliario que integran el mundo de los objetos, conllevan una fuerte carga emotiva; la descripción de los paisajes es metódica, el narrador escudriña cada detalle para que el lector sienta, vea el escenario y comparta la sensación de ser invasor en la intimidad de los personajes. Es una mirada intrusa, ciertamente, pero que a la que se le ha permitido la entrada con un solo propósito: la necesidad de un espectador cuya mirada recupere para la historia la serie de acontecimientos que constituyen el núcleo de la narración. Es decir, En el ojo del huracán es un libro con todos y cada uno de los componentes que le son exigidos a cualquier obra de verdadera jerarquía. El tema, por demás atrayente y excitante para la curiosidad del lector que, al tomar en sus manos la novela, puede explicar algunos aspectos fundamentales de la conducta y el comportamiento humano. Más aún cuando
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llamar teorización sistemática.
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este propósito se lleva a cabo, como se hace en este libro, combinando su estudio filosófico con lo que podríamos
En esta combinación, a la hora de sistematizar sus contenidos, la mejor parte se la lleva la cuestión filosófica, donde el autor se desempeña con bastante soltura, dada su formación. A través de una serie de argumentaciones, preguntas y planteamiento de problemas, se dan soluciones éticas, propias del universo de acciones donde participa el hombre. Quizá no entrañe demasiado riesgo otorgarle al libro la definición de bueno, considerando varias vertientes. Por ejemplo su argumentación es brillante, torrencial a veces, pero siempre coherente. El recurso utilizado por el autor de ser una supuesta traducción de un libro antiguo encontrado por un arqueólogo védico, le confiere una dosis de misterio y atemporalidad que le vienen bien al libro. Pero eso es sólo un recurso, mejor aún, una estrategia para atrapar al lector. Con una estructura aparentemente simple, En el ojo del huracán está estructurada en dos libros. El primero de ellos se divide en ocho capítulos: “El final de la contienda”, “La abdicación del rey Elihaj, “La coronación de la reina Upsarani”, “La batalla de Pétrea”, “La maldición de Upsarani”, “El destierro”, “El segundo destierro”, “La batalla final”. Esta estrategia permite realizar un recorrido no lineal, lleno de cambios de tiempo y espacio que permiten al autor generar una expectativa continua que atrapa al lector. El conjunto de los ocho capítulos del primer libro, van hilvanando una historia de batallas entre reinos celestiales, mezclada con una serie de pasiones que entran en juego para resaltar una gama de valores que sobresalen siempre por encima de otros que se quedan en la sombra y que le dan movimiento a la trama que constituye el núcleo de la novela. Pero eso es, lo reitero, sólo una estrategia; en realidad el libro es sumamente complejo pues está escrito con la mayor de las malicias literarias, además de desenvolverse en el terreno del simbolismo para aludir directamente al destino del hombre. El segundo libro, breve en su dimensión, con apenas un
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profundo del cosmos y establecer la conexión con la historia
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todavía más breve capítulo denominado “El africano”, permite dar el salto de un mundo metido en lo más del hombre en la tierra. Es un salto cualitativo que le confiere el grado de verosimilitud que En el ojo del huracán requería para ser parte de nuestra propia historia. La novela en cuestión, no es una novela cualquiera pues contiene una clara tendencia intelectual: es casi una parábola, una alegoría, una fábula, e incluso, un teorema. Este discurso narrativo es el soporte para presentar a un magnífico guerrero, un ser perteneciente a una dinastía de combatientes única, que se ve enfrascado en una serie de conflictos en los que está en juego el destino del universo y que operan como telón de fondo donde se pone a prueba la definición de su yo verdadero como aspiración ideal y universal del hombre. El guerrero era un ser especial. Combatía con toda la piedad del mundo; arremetía contra sus flagelos, tensando cada músculo en la consecución del triunfo moral, lidiando cada tanto con la gloria gratuita otorgada a los vencidos. Luchaba y volvía del combate adolorido y amargo, con el ánimo desvanecido. Esgrimía la voluntad como razón, derrumbándose ante la posibilidad del perpetuo fracaso que su propia soledad le ofrecía. Entendió que la derrota era una dinastía que tenía que demolerse con los actos consecutivos del ánimo. Tocaba el mundo y asimilaba su condición de elegido a golpes de humildad. Y un día, después de todo, se venció para ser eterno entre los humanos.
En el ojo del huracán, nos permite asistir a la construcción de un mundo que funciona como una memoria que ilustra de manera trágica cómo el desmoronamiento de la razón, no sólo da al traste con un imaginario que entiende la vida como una pedagogía de lo civil para pasar a una mentalidad donde el saber es algo más que el propio hecho donde el caos lleva directamente al desastre. La virtud literaria que sobresale en el texto reside en la evolución y desarrollo de su protagonista, Suriadev, cuyos rasgos, conmovedores y entrañables, aspiran a una universalidad en la que se representa al género humano y que se legitima en los actos cotidianos de los seres a los
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imaginativo en una virtud.
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que alude. Esa evolución y desarrollo es responsabilidad de un escritor que sabe su oficio para convertir un proceso
A tal virtud hay que añadirle un atractivo adicional: el texto busca describir el afuera, y lo logra. Sin embargo, lo importante aquí es que lo logra como si se tratara de una dimensión interna de los protagonistas principales, de un espacio simbólico en el que el yo precisa su definición en un entorno incluyente donde destacan fibras de pensamiento que se introducen en todas las realidades alcanzables por cualquier ser humano. Y es que tiempo y espacio son conceptos que en la literatura no se pueden separar pues ambos son parte de una misma metáfora. En el discurso fantástico el juego con el tiempo puede, en algunas ocasiones, simbolizarse en la descripción espacial. La poética de lo fantástico, llamémosle así, mantiene estrechos lazos con el pasado, con la idea de perseverar un pasado perenne. La continuidad temporal se somete al triunfo de lo estático o de lo pretérito que no muere. El texto, en este caso, es el sitio pleno de nostalgia, nostalgia de una época de oro, de una original armonía, de un esplendor. Atrapar el pasado en un espacio, sea con los decorados, con la antigüedad del edificio, o con la obsesión de un personaje, preserva el sentimiento de lo fantástico, como observamos a lo largo de esta novela donde la yuxtaposición de tiempos paralelos son el nudo de lo fantástico, su espina dorsal, pues. El carácter senil de una narración es el resurgimiento de un personaje en función del símbolo de la permanencia al tiempo que se instituyen como un elemento inquietante. Tiempo y espacio están fuertemente relacionados para provocar la yuxtaposición de registros insertándolos en una tercera dimensión a caballo de lo imaginario y lo real que es lo simbólico, escenario real de la novela de Jesús Santos Hernández.
El pretexto del filósofo En la novela En el ojo del huracán, Jesús Santos
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ética, en torno a una reiterada y obsesiva advertencia que
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Hernández, hace girar las ideas que expone sobre sus propios conceptos de historia, de filosofía, de religión y de nos previene de toda posible desviación, o si se quiere, de toda falsa interpretación de la libertad o la justicia, que de manera inquietante son siempre puestas en peligro por los poderes ya establecidos, sean políticos, económicos o de Estado, y también por los que potencialmente pueden surgir en cualquier instante. Es decir, de alguna manera la novela sirve como un pretexto para que el autor dé rienda suelta a una filosofía que desea difundir, porque es la filosofía en la que ha asentado su pensamiento y en la que cree con firmeza. A lo largo del libro queda claro para el autor que el verdadero problema que plantea la libertad individual no puede surgir al considerarla como algo aislado, sino precisamente lo contrario, considerarla en conexión con las libertades ajenas, las de otros individuos, como tales y en cuanto que todos forman parte de la sociedad. El problema de la libertad individual, según parece decir Santos, es el problema del conflicto que puede darse, como de hecho se da, entre las libertades de los diferentes individuos de una sociedad. Este es el problema que está presente en la novela que nos propone el autor. Lo esencial del libro, sin embargo, está en la manera de resolver dicho problema, consistente aquí en el descubrimiento y/o fortalecimiento del yo verdadero (con claras resonancias de la filosofía de Isaiah Berlin), que supone la transformación del yo empírico (el sujeto tal como se nos muestra delante de los ojos, con sus proyectos de vida, sus deseos y apetencias) de los individuos en el yo verdadero (el que hace concordar la idea de los valores universales con el mundo real donde se ejercen) de los mismos. Se trata de eliminar los antagonismos individuales mediante la efectiva transformación de los individuos, como parece quedar claro en la actuación práctica de Suriadev, personaje central de esta novela, para desembocar en la culminación y establecimiento de un orden de justicia. Esta manera de resolver el conflicto sitúa al texto muy
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se hace referencia al nido y a la concha, como dos
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cerca del pensamiento de Gastón Bachelard, específicamente en su obra La poética del espacio, donde posibilidades de ser y donde la permanencia es lo esencial. Suriadev, el personaje central de la novela, encarna al nido que se construye para dar vida alejándose de la noción de concha, que continúa toda su vida en construcción. El nido es la morada suave y cálida del pájaro, en cuanto se instala la vida, se le protege, se le cubre. Suriadev es el ser que sale de su concha para sugerirnos los ensueños del ser total. Suriadev no es sólo el ser mitad carne y mitad dios. Es el ser semimuerto y semivivo y, en los grandes excesos, es también mitad piedra y mitad hombre. Suriadev, en medio del ojo del huracán, es el nido, la casa. Y todo eso representa simbólicamente el hogar, que es nuestro rincón entrañable en el mundo porque es el estado del alma. La casa, volviendo al pensamiento de Bachelard, tiene el poder de integrar los pensamientos, los recuerdos y los sueños del ser humano, para volverlo precisamente eso: más humano. El principio unificador de esos tres elementos es el sueño, o si se quiere, la imaginación. Suriadev es la casa que no permite la dispersión. Es el elemento que conserva el pasado en un espacio que contiene el tiempo comprimido. Una casa con muebles y demás objetos intactos, sin renovación, constituye la quimera de la permanencia. Por eso Suriadev se renueva y cambia cada vez, para lograr la permanencia esencial que será cantada —y contada— por Sios, el escriba de los dioses.
Apunte final La objetividad me obliga a mencionar que el libro, junto a sus grandes virtudes, también nos ofrece algunos pecadillos, ciertamente menores y de poca monta, pero pecadillos al fin y al cabo que, en subsiguientes ediciones, podrían ser fácilmente desterrados: por ejemplo faltas de acento en algunas palabras que lo requieren por una exigencia de la gramática, el cambio del uso del plural en alguna situación cuando antes se había manejado en singular, sostener durante todo el texto el manejo de los
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imputables al escritor, sino a los editores, pero que no hacen sino otorgarnos la noción —como diría Borges— de
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guiones en los diálogos, en fin, pequeñas erratas no
que el libro fue hecho por humanos. Otra cosa: a lo largo de la presente reseña, he desistido de caer en la tentación de darle a la redacción una inclinación con tintes de falsa erudición sacando de su contexto citas y frases para validar mis propias líneas de argumentación. Además de ser un método cansado para el lector, me parece poco ético al querer inducir a un lector hacia una lectura que, quizá no es de su interés; por otra parte me parece ofensivo para el mismo lector al considerarlo incapaz de realizar una lectura crítica. A cambio de eso, he pretendido que esta reseña se convierta mejor en una invitación abierta para que un lector ávido de un texto desafiante, pueda adentrarse en las páginas de este libro que se ha abordado aquí con toda humildad y respeto, tanto para el autor como para el lector. Finalmente debo decir que la impresión que me queda de Jesús Santos Hernández, es la de que, claramente, es un hombre de letras, además de un filósofo, de pureza tal que ya hay pocos cultivadores de la palabra, como él. En todo momento el escrito deja traslucir la inmensa cultura y el gran conocimiento de los escritores de filosofía y religión que, según se aprecia en el libro, están perfectamente asimilados. Pero por si eso fuera poco, el Doctor Jesús Eduardo Santos Hernández, como es su grado académico alcanzado y su nombre completo, nos comparte múltiples claves sobre el ser humano de cualquier época, al tiempo que nos permite meditar profundamente sobre el proceso y la situación de la crisis de nuestro tiempo. No es gratuito este hecho, el autor es un hombre de sólida preparación académica, filosófica y religiosa en cuyas fuentes ha bebido de la sabiduría. Así lo atestiguan sus artículos periodísticos, sus programas de radio y televisión así como los diversos libros publicados entre los que se encuentran: Súbete a una nube, Historias de un viejo olmo,
Cartas a Dios, Diálogo de locos y La última función, entre otros.
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todo, por su tono ético, responsable, sin hacer fácil política.
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De manera conclusiva puedo decir que En el ojo del huracán, de Jesús Santos Hernández, se singulariza, sobre Busca, eso sí, inquietar profundamente al lector, no solo entretenerlo. Y lo logra plenamente creando un personaje de gran categoría, que se incorpora a la galería de seres humanos, sin más. En el trasfondo, la obra es partidaria de una ética. Entre líneas quedan señalados los peligros que puede acarrear la identificación de la ética con el mero análisis del lenguaje moral. Para decirlo con una de las palabras más manoseadas de nuestra cultura, la obra deja traslucir la necesidad de una ética comprometida en las acciones de los seres en busca de la definición de su yo verdadero. Diría, entonces, que el libro en su conjunto es un acierto que regocija al mundo editorial.
En el ojo del huracán, Jesús Santos Hernández, Fundación Dharma/Grupo Universidad Internacional Euroamericana/Laxman publicity & publishers, Wilmington, USA, 2008 359 pp.
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TRES COLORES: AZUL -1993 / FRANCIAS-POLONIA-SUIZA
Director: Krzysztof Kieslowski Escrita, producida y dirigida por el director Polaco Krzysztof Kieślowski, de la Trilogía de Colores realizada en Francia y centrada en los ideales revolucionarios franceses (libertad, igualdad y fraternidad) es su obra más importante en el cine. Azul es la primera película de la Trilogía. El personaje principal Julie (Juliette Binoche), esposa de un reconocido compositor europeo, debe enfrentar la inesperada pérdida de su esposo e hija en un accidente automovilístico en el cual sólo ella sobrevive; el color azul siempre presente a lo largo de la historia envuelve cada escena en una atmósfera de desolación, tristeza y los deseos de autodestrucción de la protagonista. Julie intenta liberarse de todo lo que antes fue para perderse en el anonimato, despojándose de sus pertenencias y alejándose de todo lo que represente su vida pasada; sin embargo, surge un hecho que la hará retomar una parte de lo que fue y tal vez recuperar el sentido de la vida.
adjunto/ el color del cine
Claudia de los Santos
En la época actual el color azul ya no simboliza la libertad en un sentido político o social, sino la libertad de vivir la vida en sí misma. Krzysztof Kieślowski
AZUL PROFUNDO - 1988 / FRANCIA-EE.UU.-ITALIA
Director: Lucc Besson Dirigida por el cineasta Francés Luc Besson, historia y guión de él mismo, basada en el buzo Jacques Mayol, quien fuera el primero en sumergirse a más de cien metros de profundidad, Azul Profundo es realmente una historia extraordinaria del amor de un hombre por el mar y su visión muy particular del mismo; Jacques (JeanMarc Barr) y Enzo (Jean Reno) dos amigos de la infancia unidos por su afición al buceo libre se reencuentran como adultos para competir por el campeonato mundial. Jacques un solitario en busca de familia, amor y amistad, encuentra el sentido de su vida en el mar y en los delfines a su familia. Bellísimas escenas y excelente fotografía que nos muestran los magníficos paisajes de Grecia, Italia y Francia. Toda una obra de arte que desafortunadamente en América no tuvo el éxito cinematográfico esperado, pero lo cual no demerita su calidad cinematográfica.
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LOS RELÁMPAGOS DE AGOSTO / novela
Jorge Ibargüengoitia Los relámpagos de agosto de Jorge Ibarguengoitia, ganadora del Premio Casa de las Américas 1964 es una extraordinaria caracterización de algunos episodios de la Revolución Mexicana, trazada con plumazos simples y directos pero geniales, elevando la caricatura a un rango superior hasta convertirla en humorismo auténtico. Esta obra de tipo biográfico narra, dentro de los límites de un universo estético neobarroco, la autobiografía apócrifa del falso general, José Guadalupe Arroyo, narrador personaje construido en el laboratorio de la imaginación de Ibarguengoitia quien, a la manera del Dr. Frankenstein, lo concibió y creó combinando como parches, el nombre de la Virgen de Guadalupe, el de San José (nombre también del artista José Guadalupe Posada), el apellido del escritor de los textos alusivos a los grabados de Posada (Arroyo), y una serie de leyendas y de eventos históricos para reinventarlos desde su visión única de escritor y ciudadano mexicano, recipiente y víctima a la vez de la tradición de violencia y corrupción disfrazadas de patriotismo, que heredó a su país la Revolución Mexicana de 1910 y sus consiguientes luchas por el poder. Los relámpagos de agosto es una parodia de las biografías escritas por los generales mexicanos quienes: “plasmaron sus memorias para demostrar que solo ellos tenían la razón”, así como una obra que demuestra que: “uno de los principales atributos de la escritura de Ibarguengoitia es presentar a los héroes desnudos de las medallas del tiempo”. El autor caracteriza a los generales, encarnados en el protagonista de la novela, como individuos necios, ambiciosos, incompetentes, incapaces de introspección y hambrientos de poder. Con ironía filosa como un bisturí, Ibarguengoitia “escribe un libro en el que en lugar de exaltar con retórica demagoga un episodio de la historia nacional, trata de desmitificar y descifrar el significado de la conspiración de la revolución de México, su alzamiento y posterior fracaso. Y todo desde una perspectiva humorística”. Las biografías de los revolucionarios (la de Francisco Madero, por ejemplo), forman parte de la intertextualidad de la novela de Ibarguengoitia al igual que los textos realmente históricos. El drama de la lucha y los conflictos internos de Madero, Villa, Zapata, Orozco, Carranza y Huerta, entre muchos otros, por liberarse del siete veces auto-electo Porfirio Díaz capturó el interés, la simpatía y la inevitable desilusión posterior de incontables escritores mexicanos, cuyas obras también pertenecen a la red de relaciones intertextuales de Los relámpagos de agosto. En la novela de Ibarguengoitia es palpable su crítica hacia las actitudes oportunistas, ambiciosas, desleales y carentes de liderazgo positivo que causaron la desilusión de los mexicanos y su falta de fe en los ideales revolucionarios. El autor expresa su punto de vista por medio del narrador, General Arroyo, y de los otros personajes que aparecen en sus recuerdos inventados, utilizando la parodia para burlarse de las admirables cualidades que Arroyo se atribuye a sí mismo y que sabemos que no son genuinas si pensamos en los referentes históricos. Con esta estrategia el autor provoca risa, pero una risa tristona y pensativa que nos obliga a reflexionar acerca de cuan diferente sería el mundo si los generales de todas las revoluciones, pasadas y futuras, poseyeran las cualidades de honradez, fidelidad, lealtad, valor e integridad de las que Arroyo hace alardes tan vanidosos, en su pretenciosa biografía.
adjunto/ para leer
Mario Rodríguez
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La suerte del norteño es la misma del cabrito: o se convierte en cabrón, o lo chingan por tiernito.
Félix Ramos Duarte expresa, de manera más que acertada, en su brillante obra Diccionario de Mexicanismo que “la vida íntima de un pueblo se revela en su lenguaje, que es su modo de ser; su corazón, su inteligencia, su pensamiento, su dignidad, su elemento esencial de existencia, su patria, su todo”; es por esa razón que en esta página mostramos atisbos del ser norestense, y muy en particular, del ser coahuilense.
abarustado. Asustado, pasmado, alebrestado. aburridora. Insultos a alguien, “le echó la aburridora”. aflojarse. Ventosearse. alipús. Licor, mezcal, bebida embriagante. baquetón. Desvergonzado, disimulado. bisbiringo. Muy listo, que demuestra viveza, “ojos muy bisbiringos”. borlote. Alboroto. borrado. Ojizarco, de ojos de color claro. brete. Tentación, idea persistente cábula. Que gusta de bromas, “es muy cábula”. cadernal. Cardenal, ave de color rojo. cantiado. De lado, persona que camina inclinando el cuerpo y ligeramente el tronco y la cabeza. ¡carancho!. Expresión equivalente a ¡caray!. Persona que se perta mal, que hace daño, “es un carancho”. cirulio. Loco, “ojo cirulio”, que se mueve desordenadamente, tembloroso. cócono. Pavo común, guajolote. cuacha. Excremento. cuesco. Coscorrón. chaparrastroso. Desaliñado en el vestir. chicuales. Rozadura del pañal, dermatitis del ano, hormiguillo, inquietud. chiquear. Consentir, mimar con muchos halagos. chorrillo. Diarrea. desgarriate. Desorden, desbarajuste. desmadre. desorden. desvalagado. Extraviado, perdido, separado “anda desvalagado”. emborucar. Engañar a fuerza de hablar y hablar. empelotarse. Enamorarse perdidamente. encimoso. Molesto. ende. Desde (¿ende cuándo no vienes?). engringolado. engreído. enjetado. Mal encarado, con cara de enojo. espichado. Avergonzado, humillado, corrido. farfullar. Hacer las cosas mal hechas. feria. Dinero menudo, cambio. fondonga. Mujer gorda y muy perezosa. furris. Persona o cosa que vale poco.
VILLARELLO VÉLEZ, Ildefonso, El habla de Coahuila, Editorial Mastil, 1970
adjunto/ así se habla
Kaph
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