LING - La "RR" Velar

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rtículos A PROPÓSITO DE LA SOCIOLINGÜÍSTICA APLICADA: LA /RR/ VELAR EN EL ESPAÑOL DE PUERTO RICO Humberto López Morales Universidad de Puerto Rico Asociación de Academias de la Lengua Española

0. Introducción

1. La actuación lingüística

La sociolingüística aplicada ha comenzado a cobrar un notable relieve desde hace unos poco años en que ha diversificado sus intereses, fundamentalmente concretados antes en problemas de planificación lingüística (Trudgill, 1983; Verhoeven, 1996). Ahora, otros temas comparten con estos las inquietudes de esta disciplina: control lingüístico-social y discriminación, y problemas relacionados con las profesiones –y no solo las educativas-- y su de-sempeño (García, 1996; Finegan, 1996; Daoust, 1996).

El fenómeno al que hacemos referencia es a la realización del segmento subyacente /rr/, que en su día Navarro Tomás (1948: 89-95) describió como un sonido de articulación posterior con tendencia a la fricación y al ensordecimiento. Entonces (la recogida de datos se efectuó entre 1927 y 1928) estas velarizaciones estaban muy extendidas, puesto que el investigador las hacía subir al 50% de los casos, frente al 23% de alveolares y al 18% de las mixtas. En el mapa correspondiente se advierte que las realizaciones velares se daban prácticamente por toda la isla; sin embargo, se nota una ausencia muy marcada en el nordeste, incluyendo la capital. También hay una pequeña zona centro‑suroeste que, aunque con muchísimas excepciones, hace disminuir esta variante.

La discriminación idiomática, asunto sobre el que gira esta investigación, es muchísimo más sutil que otras (basadas en diferencias de raza, de sexo, de religión, etc.), y suele crearse en el seno de una comunidad de habla determinada contra individuos que muestran en su actuación lingüística fenómenos altamente estigmatizados dentro de su propia estructura social.

Años más tarde, Matluck (1961: 334) in-forma de que, aunque existían tres variantes principales –vibrante alveolar, fricativa velar y mixta– la más común era, con notable diferencia, la fricativa velar, aunque no adelanta cifras concretas. Investigaciones ulteriores, todas ellas efectuadas en zonas más acotadas geográficamente (Cerezo, 1991; Vaquero, 1971; Figueroa, 1971; Carrillo, 1971; Pérez Sala, 1971; Casiano, 1973; Mauleón, 1974), matizan mucho sus resultados, pero lo que interesa subrayar aquí es que, descontado la isla de Vieques, la realización velari-

Según nuestra principal hipótesis de trabajo, es el caso de los puertorriqueños que realizan el segmento fonológico /rr/ a través de una variante velarizada. El propósito de este estudio es llegar a conocer qué factores propician la creación de ciertas creencias lingüísticas sobre esta /rr/ velarizada en el país, qué tipo de actitudes ha producido entre los hablantes y con qué grado de intensidad.

Español Actual, 80/2003


Español actuaL zada de /rr/ se da en Ponce con una frecuencia alta, en Aguadilla, en Barranquitas y en Humacao, en el noroeste, en el centro del país y en la costa occidental, también se encuentra de manera acusada, pero no se encontraron testimonios en Loíza Aldea, punto del nordeste insular. La distribución geográfica, en líneas generales, parece mantenerse.

El problema metodológico que esta concepción conlleva es que, definida así, la actitud no es observable ni analizable directamente, sino solo de manera oblicua, lo que a su vez, acarrea dos graves dificultades: determinar el tipo adecuado de datos a partir de los cuales pueden inferirse las actitudes, y la elaboración del mecanismo que permita medir algo que carece de forma manifiesta. Las definiciones conductistas, en cambio, basadas en las respuestas que los hablantes dan a ciertas situaciones sociales, pueden estudiarse directamente, sin necesidad de acudir a informes introspectivos individuales, no siempre aprovechables para la investigación. Sin embargo, estas últimas tienen el grave inconveniente científico de que no predicen la conducta verbal (ni ninguna otra) como las mentalistas y por lo tanto no pueden constituirse en patrones sistemáticos y coherentes. El poder de predictibilidad de las concepciones mentalistas es, precisamente, lo que ha terminado por hacerlas las preferidas. Agheyisi y Fishman (1970) pasaron cuidadosa revista a los varios modelos de actitud elaborados por los investigadores; los de corte mentalista incluyen no solo el marco básico definitorio sino la determinación de sus componentes o subpartes, en lo que no suele haber demasiado acuerdo.

En el caso de San Juan, la capital, el estudio de López Morales (1983: 139) encontró que del total de realizaciones fonéticas del segmento / rr/, el 85.8% eran variables anteriores y solo un 14.1% de ellas había sido realizado como velares. Es interesante subrayar el hecho de que los factores sociales que no propiciaban las velarizaciones eran el sexo/género femenino, la generación más joven, los dos niveles socioculturales más altos del espectro y el grupo de nacidos en la capital y de los llegados a vivir a ella con menos de 12 años de edad. En Ponce, la otra ciudad estudiada con la misma metodología del variacionismo sociolingüístico (Emmanuelli, 1993), la situación es la siguiente: un 75% de realizaciones velarizadas frente a un escaso 25% de variantes anteriores. Queda claro el agudo contraste de estos datos ponceños con los de San Juan. Aquí el fenómeno es abrumadoramente mayoritario.

Al margen de estas concepciones mismas, radicalmente diferentes, otro elemento distintivo es la estructura componencial de la actitud. Por una parte, los mentalistas la visualizan como una estructura múltiple (Rokeach, 1968), aunque con discrepancias en cuanto al número y a la naturaleza de los subcomponentes; los conductistas, por otra, la conciben como unidad indivisible.

2. La actitud lingüística 2.1. El estudio de las actitudes lingüísticas constituye un importante capítulo en la sociolingüística actual, y aunque no siempre se ha visto de esta manera, es un factor decisivo, junto a la conciencia lingüística, en la explicación de la competencia sociolinguistica.

Dentro del primer esquema son varios los autores que consideran que la actitud está formada por tres componentes: el cognoscitivo, en el que incluyen las percepciones, las creencias y los estereotipos presentes en el individuo; el afectivo, referido a emociones y sentimientos, y el de comportamiento, que se describe como la tendencia a actuar y a reaccionar de cierta manera con respecto al objeto:

Hay dos grandes grupos de definiciones de actitud, las mentalistas y las conductistas. El concepto, emanado de la psicología y muy trabajado hoy también por los psicólogos sociales, se ha ido desarrollando en estas dos direcciones. Las caracterizaciones mentalistas lo definen como un estado de disposición (Allport, 1967), “una variable que interviene entre un estímulo que afecta a la persona y su respuesta a él” (Agheyisi y Fishman, 1970: 138; Cooper y Fishman, 1974: 7). Desde este punto de vista, la actitud de una persona (y, en general, de un grupo determinado) lo prepara para reaccionar ante un estímulo dado de manera específica.

Actitud cognoscitivo

afectivo

conductual


A propósito de la sociolingüística aplicadA El modelo que presenta Rokeach parte de la base de que la actitud se compone de un sistema de creencias, y que cada una de ellas tiene esos tres componentes:

varios. A diferencia de casi todos y a semejanza de Fishbein (1965), separo del de actitud el concepto de creencia que es, junto al saber proporcionado por la conciencia lingüística, el que las produce. Las actitudes solo pueden ser positivas, de aceptación, o negativas, de rechazo; una actitud neutra es imposible de imaginar (pensando en su naturaleza conativa): se trata más bien de ausencia de actitud.

Actitud creencia 1

creencia 2

cognoscitivo

creencia3

afectivo

creencia n

2.2. La primera de las dos investigaciones realizadas en la capital (Matta, 1978) diseñó su muestra de manera de incluir únicamente a hablantes nacidos en el gran San Juan o llegados a vivir a él (procedentes de otras zonas del país) con un máximo de seis años de edad. La actitud negativa hacia la velarización de /rr/ fue aplastantemente mayoritaria: 85%. No solo eso, sino que el mismo porcentaje de sujetos declaró sin ambages que esa pronunciación “debería ser eliminada”.

conductual

Cree el autor que al existir diversos tipos de creencias, la diversa integración que se produzca entre ellas, dará lugar a actitudes específicas. Fishbein (1965), por su parte, modifica la concepción multicomponencial distinguiendo certeramente entre actitud y creencia; la primera está compuesta únicamente por el rasgo afectivo; la creencia, por el cognoscitivo y el de acción.

En el trabajo de López Morales (1996), la segunda investigación hecha sobre San Juan, se tomaron en cuenta diversos factores sociales y también la procedencia geográfica de los sujetos que intervinieron en la prueba; para ello, la isla quedó dividida en seis zonas. Los resultados obtenidos indicaban que el 66,5% de los sujetos mantenía una actitud negativa, contra el 33,4% que aceptaba la realización. De las variables analizadas, solo el sexo/género y la procedencia geográfica de los hablantes resultaron significativas. Las mujeres rechazaron la velarización en un 70%; los hombres en un 57,8%; aunque en ambos casos la actitud negativa fue superior, el rechazo femenino fue más drástico.

Objeto

actitud

afectivo

creencia

cognoscitivo

acción

A pesar de tan gruesas diferencias, hay varios denominadores comunes: las actitudes son adquiridas, permanecen implícitas, son relativamente estables, tienen un referente específico, varían en dirección y grado, y proporcionan una base para la obtención de índices cuantitativos (Shaw y Wright, 1967).

Si se revisan los datos con respecto a la procedencia, se verá que solo en un caso, el de la zona sur, los porcientos de creencia positiva superan a los otros (56,8% frente a 43,1%), aunque en el oeste y en el centro las cifras no están tan alejadas entre sí.

Para definir la actitud lingüística pro-piamente tal se ha tenido en cuenta la persona del productor (¿qué dice?, ¿cómo lo dice?, ¿cuándo?, ¿a quién habla?); otros la definen acudiendo al grado de influencia que ejerce en el comportamiento lingüístico y en la conducta en relación con el lenguaje. Cooper y Fishman (1974) tienen razón al encontrar muy abarcadora esta última posición, aunque efectivamente, tratándose de cambios lingüísticos, queda afectada, en mayor o en menor grado, la conducta verbal. Para nosotros la actitud está dominada por un solo rasgo: el conativo, en contra de los modelos más elaborados, que hablan de


Español actuaL zona

actitud +

actitud –

Metropolitana

29,6

70,4

Este

37,9

62

Norte

38,4

61,6

Centro

42,1

58,3

Oeste

46,3

53,6

Sur

56,8

43,1

Creencia

‘cognoscitiva’

afectiva

actitud conativa

positiva

negativa

Las creencias pueden estar basadas en la realidad (mayor o menor cantidad de segmentos fonológicos, grados diversos de funcionalidad acentual, etc.), pero en gran medida no aparecen motivadas empíricamente (de aquí las comillas en la cognición).

Cuadro 1. Actitudes hacia la /rr/ velarizada según la procedencia geográfica. López Morales (1996)

En la ciudad de Ponce, por el contrario, la tendencia predominante es la actitud positiva hacia la velarización. La investigación de Emmanuelli (1986) arroja un 47,3% de aceptaciones frente al 32,8% de rechazos. En realidad, es el único de los fenómenos estudiados por ella (elisión de ‑/s/, lateralización de ‑/r/, elisión de ‑/d/‑) que logra obtener índices positivos. Aunque en todos los casos esta actitud es mayoritaria, decrece en el caso de las mujeres (40,9% frente a los hombres, 53,8%), aumenta en los hablantes de procedencia rural y también con el paso de las generaciones (I, 40,3; II, 52,1; III, 51,5); sorprendentemente, todos los estratos socioculturales menos el más bajo del espectro, favorecen esta realización. Es evidente que en esta zona sureña la velarización no conlleva un estigma fuerte.

Las creencias y las actitudes lingüísticas afectan, no solo a fenómenos particulares y específicos de un determinado idioma, sino a variedades diatópicas o diastráticas de alguno de ellos, o a lenguas en su totalidad, bien lenguas maternas, bien extranjeras, que vivan o no en la misma comunidad de habla. Sus consecuencias son variadas, desde el patrocinio de pequeños cambios lingüísticos hasta la decisión de aprender determinadas lenguas extranjeras (y no otras), y ‑-lo que es muy grave‑- el fomento de la discriminación lingüística. En todos estos casos, en particular en los dos últimos, más aplicados, la actitud puede extenderse a los hablantes de la variedad rechazada. 3.2. Tras las actitudes, fundamentalmente negativas, emanadas de la investigación de Matta (1978) se encontraban las siguientes creencias:

3. Las creencias lingüísticas 3.1. Las creencias sí pueden estar integradas por una supuesta cognición, por un integrante afectivo o por ambos. Aunque no todas las creencias producen actitudes (piénsese, por ejemplo, en las etimologías populares), en su mayoría conllevan una valoración: si se cree que el fenómeno x es rural, es decir, lleva signos de rusticidad, inelegancia, etc. se calificará de negativo. Que tal calificación suele producir una actitud negativa, de rechazo, y que esta afecta a la actuación lingüística del hablante es un hecho, sobre todo cuando produce estilos cuidadosos en los que participa muy activamente su conciencia lingüística.

Creencias

%

1. pronunciación incorrecta

70.5

2. rústica (origen rural)

43.7

3. dialectal

48.3

4. vulgar (NSC bajo)

43.7

5. defecto anatómico

23

6. no eufónica

19.6

7. influencia extranjera

6.8

Cuadro 2. Creencias motivadoras de la actitud negativa en San Juan. Motta (1979)

Según el trabajo de López Morales (1996), la actitud negativa fue motivada por las siguientes creencias.

Las relaciones entre creencias y actitudes quedan reflejadas en la siguiente ilustración: 10


A propósito de la sociolingüística aplicadA El fenómeno:

%

1. no pertenece al español general, es un 59,9 regionalismo 2. es típico de zonas rurales, es rústico

72,4

3. es característico de bajo nivel sociocultural, es vulgar

35,6

4. es debido a un defecto anatómico, el frenillo

25,6

5. es feo

4.6

Por su parte, las creencias que hicieron surgir la actitud positiva fueron dos:

2. todas las pronunciaciones son aceptables

9,6

en desacuerdo

1. Rural

16,1

69,4

2. NSC bajo

44,4

38,7

3. Fenómeno regional

48,4

32,2

4. Defecto anatómico

19,4

53,2

El carácter rural de esta realización fue rechazado por un porcentaje considerable, las cifras que miden la creencia del origen vulgar están muy cercanas entre sí, aunque la pequeña diferencia está a favor de esta característica. Más significativos son los contrastes encontrados en el carácter local, dialectal, en el que sí se establece un paralelo con San Juan, donde los sujetos dijeron que el fenómeno era regional en un 50% (Matta, 1978: 19). El hecho de que en la zona sur la realización velarizada de /rr/ adquiera frecuencias considerables puede haber causado, en parte, la aceptación de un fenómeno tan estigmatizado en la capital y tan duramente censurado por la escuela. Pero no cabe duda de que también aquí está funcionando la dualidad de valores que subrayamos anteriormente.

De ellas, solo (1) es un hecho cierto, (2-4) resultan ser creencias inmotivadas empíricamente (al menos de manera tajante, en el caso de la procedencia rural), y la (5), inverificable objetivamente. Las primeras cuatro son de tipo cognoscitivo, la última, afectiva.

82,2

de acuerdo

Cuadro 5. Creencias motivadoras de las actitudes hacia /rr/ velarizada (Ponce). Emmanuelli (1986)

Cuadro 3. Creencias motivadoras de la actitud negativa (San Juan). López Morales (1996)

1. es fenómeno típico del español puertorriqueño

creencias

Cuadro 4. Creencias motivadoras de la actitud positiva (San Juan). López Morales (1996)

Como se ha visto, los índices de actitud negativa hacia la variante velarizada de /rr/ son altísimos en San Juan, aunque con excepción de la zona sur de la isla, el rechazo también se da, si bien con índices menores, en el resto del país. Pero es, sin discusión, la zona metropolitana la que lidera las actitudes negativas, con porcientos de 70,4% y de 85% según López Morales y Matta, respectivamente. El rechazo obedece allí principalmente a la identificación que se hace del fenómeno con un origen rural, o urbano, pero de bajo nivel social: es decir, o rústico o vulgar.

El notable porcentaje alcanzado por la primera creencia necesita explicación. Mientras que la mayoría de los hablantes de la zona metropolitana mantienen una actitud de rechazo hacia la velarización, un determinado grupo acepta el fenómeno. La actitud positiva que despliega está basada en la creencia (objetivamente real) de que se trata de un rasgo típico de la lengua del país, es decir, de una marca lingüística de identidad cultural. Incluso algunas tendencias políticas de tipo nacionalista han subrayado el hecho de que ciertos fenómenos de lengua, distintivos de la isla, deben cultivarse como símbolo de puertorriqueñidad; estamos ante un doble juego de valores, pues la creencia es exactamente la misma que sirve a otros para rechazar la velarización.

4. Papel de la sociolingüística aplicada Las actitudes negativas producen lamentablemente afirmaciones como: “No votaría nunca por un candidato con ese defectö”, “¿Darle trabajo a alguien así? [que pronunciara sus /rr/ de manera velarizada]. ¡Ni loco!”, etc. La discriminación no puede quedar más en evidencia.

Con respecto a las creencias motivadoras de la actitud negativa ante este fenómeno, en la ciudad de Ponce apenas funcionan las que hemos visto aparecer en la zona metropolitana de San Juan: 11


Español actuaL Las posibilidades de acabar con esta injusta situación son dos: cambiar las actitudes de la comunidad hacia este –y otros-- fenómeno(s) lingüístico(s), o procurar que la escuela se encargue de eliminar en la actuación lingüística extrafamiliar y grupal de sus alumnos aquellos rasgos que su propia comunidad estigmatiza con fuerza. Ambas posibilidades disponen de defensores entusiastas entre sociolingüistas, educadores y políticos. Unos creen que la eliminación de los estereotipos que caracteriza al sociolecto bajo de algunos escolares es un acto discriminatorio, y abogan por producir un cambio en la comunidad hacia tales fenómenos; otros, ante las dificultades, a veces insalvables, que acarrea tal solución, se inclinan, no por la supresión sino por la superimposicición de variantes estándares a las estigmatizadas del sociolecto de origen, de manera que ambas puedan ser usadas, según los casos. No dejaría de ser preocupante, si no se alcanzara ninguno de estos dos objetivos, que la escuela colaborara a que, una vez fuera de sus aulas, estos jóvenes fueran discriminados por la mayoría de sus conciudadanos.

Carrillo, R. (1971): Estudio lingüístico de Vieques, Revista de Estudios Hispánicos 1 ,págs.7584. Casiano, L. (1973): Estudio lingüístico de Caguas. Tesis doctoral inédita, Universidad de Puerto Rico. Cerezo, E. (1991): «La zona lingüística de Aguadilla», Revista de Estudios Hispánicos, 1, págs.13-22. Cooper R. L. y J. A. Fishman (1974): «The study of language attitudes», Linguistics. An International Review 15 , págs. 5-19. Coulmas, F (ed.) (1996): The Handbook of Sociolinguistics, Oxford-Malden, MA, Blackwell Publishers. Daoust, D. (1996): «Language planning and language reform», en Coulmas (ed.), págs. 436452. Emmanuelli, M. (1986): Actitudes lingüísticas hacia cuatro fenómenos fonológicos. Tesis de maestría inédita, Universidad de Puerto Rico. ------ (1993): Actuación, competencia y actitudes so-ciolingüísticas hacia fenómenos fonológicos en el habla de Ponce, Tesis doctoral inédita, Río Piedras, Universidad de Puerto Rico.

Si se selecciona la segunda opción, los sociolingüistas, tras el análisis detenido de estos sociolectos señalarían los estereotipos y ofrecerían los términos no marcados socialmente que deberían sustituirlos en ciertas ocasiones comunicativas. Los métodos concretos que se adopten en la planificación curricular es tarea de los educadores.

Figueroa, E. (1971): «Habla y folklore en Ponce», Revista de Estudios Hispánicos 1, págs. 5374. Finegan, E. (1996): «Sociolinguistics and the Law», en Coulmas (ed.), págs. 421-435. Fishbein, M. (1965): «A consideration of beliefs, attitudes and their relationship», en Steiner y Fishbein (eds.), págs. 102-120. García, O. (1996): «Bilingual education», en Coulmas (ed.), págs. 405-420 López Morales, H. (1983): Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, México, D.F, Universidad Nacional Autónoma de México. ------ (1996): «Marginación sociolingüística en Hispa-noamérica», Homenaje a Amado Alonso, número especial de Lexis 20, 1-2, págs. 421-426. Matluck, J. (1961): «Fonemas finales en el consonantismo puertorriqueño», Nueva Revista de Filología Hispánica 15, págs.332-342. Matta, E. (1978): La RR velar en el español hablado en San Juan: estudio de actitud lingüística.Tesis de ma estría inédita, Río Piedras, Universidad de Puerto Rico.

La sociolingüística aplicada hace su labor señalando a las autoridades responsables lo que sucede y por qué sucede, y ayuda, según sus posibilidades, a solucionar problemas comunitarios. En el caso de la realización velarizada de /rr/ en el español puertorriqueño, la sociolingüística aplicada ya ha hecho su trabajo.

Bibliografía Agheyisi, R. y J. Fishman (1970): «Language attitudes studies: A brief survey of methodological approaches», Anthropological Linguistics 12, págs. 137-157. Allport, G. (1967): «Attitudes», en M. Fishbein (ed.), Readings in attitude theory and measurement, New York, John Wiley and Sons, págs. 1-38. 12


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Trudgill, P. (ed.) (1983): Applied Sociolinguistics, London, Academic Press. Vaquero, M. (1971): «Estudio lingüístico de Barranquitas», Revista de Estudios Hispánicos, 1, págs. 23-38. Verhoeven, L. (1996): «Sociolinguistics and education» en Coulmas (ed.), 1996, págs. 389404.

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