José Hierro Alegría
Alegría interior
Alma dormida
Así era
Llegué por el dolor a la alegría. Supe por el dolor que el alma existe. Por el dolor, allá en mi reino triste, un misterioso sol amanecía.
En mí la siento aunque se esconde. Moja mis oscuros caminos interiores. Quién sabe cuántos mágicos rumores sobre el sombrío corazón deshoja.
Me tendí sobre la hierba entre los troncos que hoja a hoja desnudaban su belleza. Dejé el alma que soñase: volvería a despertar en primavera.
Canta, me dices. Y yo canto. ¿Cómo callar? Mi boca es tuya. Rompo contento mis amarras, dejo que el mundo se me funda. Sueña, me dices. Y yo sueño. ¡Ojalá no soñara nunca! No recordarte, no mirarte, no nadar por aguas profundas, no saltar los puentes del tiempo hacia un pasado que me abruma, no desgarrar ya más mi carne por los zarzales, en tu busca.
Era alegría la mañana fría y el viento loco y cálido que embiste. ( Alma que verdes primaveras viste maravillosamente se rompía. ) Así la siento más. Al cielo apunto y me responde cuando le pregunto con dolor tras dolor para mi herida. Y mientras se ilumina mi cabeza ruego por el que he sido en la tristeza a las divinidades de la vida. De "Alegría" 1947
A veces alza en mí su luna roja o me reclina sobre extrañas flores. Dicen que ha muerto, que de sus verdores el árbol de mi vida se despoja. Sé que no ha muerto, porque vivo. Tomo, en el oculto reino en que se esconde, la espiga de su mano verdadera. Dirán que he muerto, y yo no muero.¿Cómo podría ser así, decidme, dónde podría ella reinar si yo muriera? De "Alegría" 1947
Nuevamente nace el mundo, nuevamente naces, alma (estabas muerta). Yo no sé lo que ha pasado en este tiempo: tú dormías, esperando ser eterna. Y por mucho que te cante la alta música de las nubes, y por mucho que te quieran explicar las criaturas por qué evocan aquel tiempo negro y frío, aunque pretendas hacer tuya tanta vida derramada (era vida, y tú dormías), ya no llegas a alcanzar la plenitud de su alegría: tú dormías cuando todo estaba en vela. Tierra nuestra, vida nuestra, tiempo nuestro... (Alma mía, ¡quién te dijo que durmieras!) De "Agenda" 1991
Canta, me dices. Yo te canto a ti, dormida, fresca y única, con tus ciudades en racimos, como palomas sucias, como gaviotas perezosas que hacen sus nidos en la lluvia, con nuestros cuerpos que a ti vuelven como a una madre verde y húmeda. Eras de vientos y de otoños, eras de agrio sabor a frutas, eras de playas y de nieblas, de mar reposando en la bruma, de campos y albas ciudades, con un gran corazón de música. De "Alegría" 1947
Canción de cuna para dormir a un preso La gaviota sobre el pinar. (La mar resuena.) Se acerca el sueño. Dormirás, soñarás, aunque no lo quieras. La gaviota sobre el pinar goteado todo de estrellas. Duerme. Ya tienes en tus manos el azul de la noche inmensa. No hay más que sombra. Arriba, luna. Peter Pan por las alamedas. Sobre ciervos de lomo verde la niña ciega. Ya tú eres hombre, ya te duermes, mi amigo, ea... Duerme, mi amigo. Vuela un cuervo sobre la luna, y la degüella. La mar está cerca de ti, muerde tus piernas. No es verdad que tú seas hombre; eres un niño que no sueña. No es verdad que tú hayas sufrido: son cuentos tristes que te cuentan. Duerme. La sombra toda es tuya, mi amigo, ea... Eres un niño que está serio. Perdió la risa y no la encuentra. Será que habrá caído al mar, la habrá comido una ballena. Duerme, mi amigo, que te acunen campanillas y panderetas, flautas de caña de son vago amanecidas en la niebla.
No es verdad que te pese el alma. El alma es aire y humo y seda. La noche es vasta. Tiene espacios para volar por donde quieras, para llegar al alba y ver las aguas frías que despiertan, las rocas grises, como el casco que tú llevabas a la guerra. La noche es amplia, duerme, amigo, mi amigo, ea... La noche es bella, está desnuda, no tiene límites ni rejas. No es verdad que tú hayas sufrido, son cuentos tristes que te cuentan. Tú eres un niño que está triste, eres un niño que no sueña. Y la gaviota está esperando para venir cuando te duermas. Duerme, ya tienes en tus manos el azul de la noche inmensa. Duerme, mi amigo... Ya se duerme mi amigo, ea... De "Tierra sin nosotr0s" 1947
Con las piedras, con el viento...
Desaliento
Con las piedras, con el viento hablo de mi reino.
«No quiero que pienses», dices Tú sabes que sólo en ello puedo pensar. Pasarán los días, las noches. Tiempos vendrán sin nosotros. soles brillarán en cielos nuevos. Ecos de campana harán más misterioso el silencio. («No quiero que pienses».) Yo seguiré pensando en ello.
Mi reino vivirá mientras estén verdes mis recuerdos. Cómo se pueden venir nuestras murallas al suelo. Cómo se puede no hablar de todo aquello. El viento no escucha. No escuchan las piedras, pero hay que hablar, comunicar, con las piedras, con el viento. Hay que no sentirse solo. Compañía presta el eco. El atormentado grita su amargura en el desierto. Hay que desendemoniarse, liberarse de su peso. Quien no responde, parece que nos entiende, con las piedras, con el viento. Se exprime así el alma. Así se libra de su veneno. Descansa, comunicando con las piedras, con el viento. De "Con las piedras, con el viento" 1950
Quisiera hablarte de hermosas fábulas, de pensamientos luminosos, de jornadas soñadas, de flores, vientos, caricias, ternuras, gracias, secretos; pero en la boca me nacen palabras de fuego. Como llamas silenciosas me abrasan por dentro. Debiera decirte «amor», «fantasía», «sueño». Yo sólo pregunto cómo fue posible aquello. Seguiría, paso a paso, la huella de tu andar. Dentro de tu vida escondería la vida que muero. «No quiero que pienses». Yo digo que no pienso en ello. (Cómo podría olvidarlo sin haberme muerto.) De "Con las piedras, con el viento" 1950