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a 40 años de su muerte Correspondencia entre Neruda y Carrera Andrade Entrevista a Pedro Gil

La mujer en el cine ecuatoriano

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La verdadera imagen de José Donoso


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editorial La Nueva Casa

A

hora que nuestra Casa cumple 69 años y su destino depende de la sensibilidad e inteligencia de los asambleístas que actualmente elaboran la Ley de Cultura, es necesario recordar que la Casa no es una creación arbitraria, hunde sus raíces profundas en la esencia de lo nacional, para constituirse en el hogar que cada uno de nosotros construye, para estar unidos, enriquecer el pensamiento compartido. Solamente que esta Casa ya no es la de 1944, ya no es la que nació al pie de la ‘Gloriosa’ un 9 de agosto, no es la misma porque la dialéctica de la vida y de la historia, porque la humanización de la política y de la economía en nuestra patria la ha modificado, la ha restaurado, la ha despojado de su vieja pátina elitista, la ha transformado en un espacio democrático donde se dan la mano todos los ecuatorianos: negros, blancos, cholos, indios, todas las personas que tengan algo que decir para dignificar a la patria, para alentarla, para democratizarla cada vez más, para enriquecerla con el fluido de todas las culturas, un espacio de confrontación y de crítica, de libertad y de responsabilidad histórica, la Casa de todos, pero especialmente, un espacio de lucha permanente contra cualquier forma de colonialismo. Es bueno recordar que la Casa de la Cultura ha tenido altibajos y su trayecto no ha sido un camino de rosas. Recordarán ustedes que el 18 de julio de 1963, una junta militar mediocre y estrafalaria, comandada por Ramón Castro, declaró vacantes de sus cargos a los miembros titulares de la Casa de la Cultura, incluido Benjamín Carrión, tildándolos de comunistas; o aquel otro momento, en 1970, durante el gobierno de Velasco Ibarra, cuando un contingente militar interrumpió las labores de la Casa buscando en todas las oficinas, a ‘grupos y material subversivo’ y apresó a sus funcionarios; o en 1985, en la Presidencia de León Febres Cordero, cuando militares ingresaron en busca de miembros del grupo Alfaro Vive Carajo. No, no lo recordemos. La Casa nació con absoluta vocación de cultura y libertad, porque como el presidente Correa lo ha dicho, «no hay cómo escribir una novela o pintar un cuadro por decreto». Pensamos que la Casa debe integrar, con su propia autonomía, el Sistema Nacional de Cultura, y continuar promoviendo y difundiendo el pensamiento ecuatoriano, desde todas sus vertientes, con la mayor eficiencia y calidad, eludiendo la camisa de fuerza de la burocracia, ese fantasma kafkeano que ha echado por tierra todas las revoluciones.

número cinco • septiembre 2013

Presidente Raúl Pérez Torres Vicepresidente Gabriel Cisneros Abedrabbo Director de Publicaciones Patricio Herrera Crespo Editores Paúl Hermann Violeta Luna Patricio Viteri Edición de textos Katya Artieda Diseño Tania Dávila Colaboran en este número: Abraham Quezada Vergara, Abdón Ubidia, Hugo Carro, Fernando Salme, Silvia Stornaiolo, Rodolfo Salazar Ledesma, Juan Carlos Moya, Alberto Tassara, Paulina Simon Torres. Portada Salvador Allende y Pablo Neruda

Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Dirección de Publicaciones Av. Seis de Diciembre N16–224 y Patria Telf.: 2 565808 Ext. 426 gestion.publicaciones@casadelacultura.gob.ec www.casadelacultura.gob.ec Quito–Ecuador.

casapalabrascce @casapalabrascce casapalabrascce@gmail.com

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índice

3 A cuarenta años de su muerte, recordamos a Pablo Neruda con ‘Autorretrato’, texto en que el Midas de la poesía se toca a sí mismo para dejarse convertido en palabras.

4 El especialista en la obra de Neruda y agregado cultural del Consulado de Chile en Ecuador, Abraham Quezada, nos acerca a la correspondencia que mantuvieron el poeta chileno Pablo Neruda y el poeta ecuatoriano Jorge Carrera Andrade. Uno más de sus valiosos aportes investigativos y literarios.

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Raúl Pérez Torres nos aproxima a los universos de Peky Andino, sus referentes, trayectoria y obsesiones, y nos ofrece su singular punto de vista sobre las emociones personales que despierta el trabajo del dramaturgo quiteño.

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Rodolfo Salazar Ledesma recuerda el vector político de su padre, el poeta Hugo Salazar Ledesma, a propósito del 18 Festival Mundial de la Juventud que se realizará en Ecuador dentro de poco.

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Nuestro colaborador invitado, Hugo Carro, autor del libro Benedetti, un pesimista animoso, nos presenta aspectos desconocidos del narrador y poeta uruguayo.

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Inauguramos en este número la sección Escritores de la Casa, dedicada a mostrar al país lo mejor de la producción poética y narrativa de los escritores que trabajan en la CCE. Arrancamos con ‘Replay’, cuento de la autora quiteña Silvia Stornaiolo.

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Un avance de lo que será Quito Ciudad de Letras 2013, fiesta por la palabra organizada por editorial El Conejo y que contará con importantes exponentes de la palabra de varios países de Latinoamérica.

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El escritor quiteño Abdón Ubidia recuerda en las páginas de nuestra publicación la ocasión en que conoció a Jorge Carrera Andrade. Nostálgico y sincero homenaje que enriquece el mundo literario de nuestra ciudad.

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Hace cuarenta años que el presidente Salvador Allende fue asesinado en La Moneda por quien fue su Comandante en Jefe del Ejército. Pocos días después del suceso, Pablo Neruda redactó el convulsionado y triste manifiesto que reproducimos.

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Nuestro colaborador Juan Carlos Moya realiza una reflexión sobre literatura, tomando como referencia a escritores como Charles Bukowski, Salinger, Raymond Carver, Edith Wharton, entre muchos otros.

Recordamos al escritor guayaquileño Rafael Díaz Ycaza a poco tiempo de su muerte, como debe recordarse a un escritor, con su obra. Presentamos ‘Lluvia’, uno de sus cuentos esenciales. Acercamiento a la propuesta poética desarrollada por el poeta guayaquileño Fernando Cazón Vera en Cajón de...sastre, libro publicado por la Dirección de Publicaciones de la CCE en su colección Poesía Junta.

20 Fernando Salme realiza una sentida lectura de Antigua vida mía, una de las obras fundamentales de la escritora Marcela Serrano.

Muestra de las esculturas que dejó el Tercer Simposio Internacional de Ecultura Monumental, La Casa eScultura 2013, realizado con la participación de artistas plásticos de dos continentes.

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32 La sección Magnetófono de este número está dedicada al poeta mantense Pedro Gil. Un extenso y profundo diálogo sobre letras y calles, alcohol y drogas, muertes y resurrecciones.

40 Con base en el libro Correr el tupido velo, Alberto Tassara nos acerca a la turbulenta relación que tuvieron el escritor chileno José Donoso y su hija Pilar, quien escribió el testimonio al que hacemos alusión y que terminó quitándose la vida.


variaciones

Autorretrato Pablo Neruda

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or mi parte soy o creo ser duro de nariz, mínimo de ojos, escaso de pelos en la cabeza, creciente de abdomen, largo de piernas, ancho de suelas, amarillo de tez, generoso de amores, imposible de cálculos, confuso de palabras, tierno de manos, lento de andar, inoxidable de corazón, aficionado a las estrellas, mareas, maremotos, admirador de escarabajos, caminante de arenas, torpe de instituciones, chileno a perpetuidad, amigo de mis amigos, mudo de enemigos, entrometido entre pájaros, maleducado en casa, tímido en los salones, arrepentido sin objeto, horrendo administrador, navegante de boca y yerbatero de la tinta, discreto entre los animales, afortunado de nubarrones, investigador de mercados, oscuro en las bibliotecas, melancólico en las cordilleras, incansable en los bosques, lentísimo de contestaciones, ocurrente años después, vulgar durante todo el año, resplandeciente con mi cuaderno, monumental de apetito, tigre para dormir, sosegado en la alegría, inspector del cielo nocturno, trabajador invisible, desordenado, persistente, valiente por necesidad, cobarde sin pecado, soñoliento de vocación, amable de mujeres, activo por padecimiento, poeta por maldición y tonto de capirote.

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y dos escritores andinos Vidas afines

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os escritores nacidos en los albores del siglo pasado. Uno en Quito, Ecuador, en 19011, llamado Jorge Carrera Andrade; el otro, de nombre Neftalí Ricardo Reyes (más tarde Pablo Neruda), en Parral, Chile, en 1904. El quiteño en un hogar acomodado, fiel representante de la clase social rectora, de orígenes

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agrarios. El otro, en cambio, había crecido en un hogar provinciano, de agricultores empobrecidos del llamado ‘viejo Chile central’. Ambos, eso sí, recibieron educación formal y continuada hasta alcanzar la universidad, en donde optaron por los estudios humanistas. El joven Neruda no consiguió terminar la carrera de Profesor de Francés en la Universidad de Chile. El otro cursó estudios de abogacía en la Universidad Central de Ecuador y, al igual que el escritor austral, tuvo una especial predilección por la cultura y lengua francesa, la cual conocía y admiraba profundamente. Más tarde uno y otro van a traducir a poetas galos y, en algunas circunstancias, publicarán trabajos en ese idioma2. Las convulsiones político-sociales en cada uno de sus países no sólo orillaron las preocupaciones de estos escritores, sino también afectaron y determinaron su sensibilidad literaria y política. Carrera Andrade, a corta edad fue testigo presencial de la inmolación del General Eloy Alfaro, hecho que, sesenta años más tarde, recordaría nítidamente en sus memorias3. Estuvo presente, además, en la ciudad de Guayaquil, durante la masacre obrera de noviembre de 1922. Posteriormente y en diversos momentos, le

corresponderá reafirmar sus puntos de vista, adoptar posiciones políticas o intercambiar pareceres, incluso, con las más altas autoridades de su país y del extranjero4. Simultáneamente Neruda fue activo espectador de los sucesos de 1920, cuando el impetuoso y carismático Arturo Alessandri accedía a la primera magistratura de la nación, en medio de enormes expectativas de cambio social que habrían de concluir con el régimen parlamentario en Chile. Más tarde, y en distintos momentos, el chileno y el ecuatoriano serán testigos y partícipes, en mayor o menor grado, de la Guerra Civil Española, de la Segunda Guerra Mundial, del surgimiento de los países socialistas, de la Guerra Fría, de los movimientos de liberación en América Latina y, en sus respectivos países, críticos, adherentes y promotores de proyectos políticos de izquierda. No obstante, y en ambos casos, la ‘procesión iba por dentro’. Producto de su entorno familiar y social, de la formación humanista recibida y de las intensas lecturas realizadas, uno y otro, a temprana edad, derivaron hacia la literatura, y específicamente a la poesía. Carrera Andrade escribió sus primeros versos a los trece años, Neruda a esa misma edad ya había garrapateado algunas estrofas líricas. Ambos publican sus primeros libros antes de los veinte años. El ecuato-


especiales riano lo hace con Primeros poemas en 1920 y Estanque inefable en 1922, y el chileno con Crepusculario en 1923 y Veinte poemas de amor y una canción desesperada en 1924. Más tarde ingresan al Ministerio de Relaciones Exteriores de sus respectivos países y pronto se expatrían. El chileno en 1927 se marcha a Oriente con un cargo consular y el quiteño viaja al extranjero en 1928, aunque todavía sin un cargo oficial, sin por ello dejar de escribir poesías y vincularse a tertulias y grupos literarios. Neruda, después de cinco años de residir en el sur de Asia, regresa a su país en 1932, al año siguiente lo hace Carrera Andrade, quien viene de Europa. Ambos optan por la política y se ubican, sin ningún tipo de vacilaciones, al lado de los desamparados y de los que sufren, en contra de las injusticias y atropellos, promoviendo ideales de justicia y redención social y la anulación de los privilegios. Como resultado, una constante en sus discursos poéticos y accionar político será la crítica al capitalismo, a la modernidad, a la situación de los trabajadores y de la clase baja y a la política en general. Carrera Andrade se hace un destacado militante socialista en 1928 y fundador y Secretario General de su colectividad. En los años veinte el chileno fue simpatizante del movimiento anarquista; integra la llamada ‘Generación del año 20’. Más tarde, en la Guerra Civil Española adquiere definitiva conciencia política5, hasta que en 1945 ingresa al partido Comunista, del cual será Senador. Entre los años cincuenta y setenta será un activo promotor y adherente de las candidaturas presidenciales de izquierda; se destaca por su irrestricto y permanente apoyo al líder socialista Salvador Allende, quien finalmente, en 1970, accede a la primera magistratura del país. Ambos ocupan

importantes cargos: son embajadores de sus respectivos países en Francia; el ecuatoriano entre 1964 y 1966 y el chileno entre 1971 y 1972. Asimismo, son delegados permanentes ante la Unesco, con sede en la capital parisina. Es más, Carrera Andrade en 1966-1967 es ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Otto Arosemena, y Neruda en 1969, es precandidato presidencial para los comicios presidenciales de 1970. La opción y compromiso político de Neruda se reflejará poéticamente en versos como:

«Mis deberes caminan con mi canto: soy y no soy: ése es mi destino. No soy si no acompaño los dolores de los que sufren: son dolores míos. Porque no puedo ser sin ser de todos, de todos los callados y oprimidos, vengo del pueblo y canto para el pueblo: mi poesía es cántico y castigo»6.

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fabeto para todos los ecuatorianos’ era la consigna que yo proponía en la esfera de las realizaciones sociales»8. Ya en la adultez, y a diferencia de la activa y permanente vocación política de Neruda, Carrera Andrade reconocerá: «El político activo que había en mí cedió el paso al funcionario y al hombre de letras, porque comprendí que hay varias maneras de servir a la patria y al pueblo. Mis ideas no cambiaron: en el fondo de mi alma seguía floreciendo la fe en la transformación social y el advenimiento de un mundo mejor»9.

Amistad y correspondencia

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Coincidiendo con esta dimensión político-estética, en una de sus reflexiones Carrera Andrade afirma: «el examen de la situación en Ecuador me llevó al convencimiento de que la revolución se imponía para el cambio de sistema anticuado en que vivíamos»7. Recordará del siguiente modo su temprana participación política: «Los grupos estudiantiles que se formaron me pidieron que participara en sus actividades, sobre todo en sus publicaciones de carácter político. Las revistas juveniles llevaron colaboraciones calzadas con mi firma, en las cuales exponía con vigor mis convicciones. ‘Tierra, pan, al-

Aunque como evidencia de su amistad se conocen sólo seis cartas intercambiadas entre 1937 y 1946, se desprende de ellas que el chileno conocía y estaba atento a la producción literaria del ecuatoriano

Ambos se hicieron amigos por la vía epistolar. La actividad y prestigio político y literario de uno y otro les permitió a cada uno conocer la obra del otro10. Es en Europa, probablemente en París, en 1937, y en medio de la efervescencia prebélica y de apoyo al gobierno de la República en España, asediado en ese momento, que tienen la posibilidad de encontrase e interactuar y forjar una amistad y admiración mutua, la cual, andando el tiempo, no decreció11. Por el contrario, se fortaleció y consolidó. Las razones de ese apego no sólo estaban en su común origen latinoamericano sino en las características que, hasta ese momento, estaba asumiendo el respectivo compromiso ético-político. Todo ello, de algún modo dio pie a una cierta consonancia e identidad espiritual reflejada en el deseo de sumar sus voces, a través de la realización de proyectos literarios conjuntos, en la admiración mutua y en las similitudes que exhibe la producción literaria de cada uno, en donde es posible advertir concomitancias y diálogos que se basan en realidades, contextos e iti-


nerarios compartidos y en visiones afines del mundo. Aunque como evidencia de su amistad se conocen sólo seis cartas intercambiadas entre 1937 y 194612, se desprende de ellas que el chileno conocía y estaba atento a la producción literaria del ecuatoriano. Además compartieron membresías y un círculo de amistades más o menos extenso, lo cual también pudo haber contribuido al fortalecimiento de los lazos entre ellos13. Al mismo tiempo, ambos fueron amigos de Gabriela Mistral14, César Vallejo, Juan Guzmán Cruchaga, Arturo Torres Rioseco, Miguel Otero Silva, José Bergamín, Wilberto Catón, Rafael Heliodoro Valle, Paul Eluard, Louis Aragón, Claude Couffon, Benjamín Carrión y Jorge Enrique Adoum, entre muchos otros.

A modo de conclusión Dos escritores latinoamericanos de la orilla suroccidental del continente, Pablo Neruda y Jorge Carrera Andrade, dos itinerarios que, andando el turbulento siglo XX, alcanzaron gran difusión, madurez y prestigio, y conforme hemos re-

visado en este artículo y en medio de las naturales y profundas diferencias de cada uno, lograron una importante cuota de analogías, de similitud y paralelismo en sus vidas, especialmente en los ámbitos de la creación poética, en sus opciones políticas y en sus deberes ciudadanos. Este hecho, que a ratos sorprende, no parece ser, necesariamente, una situación fortuita o producto de la mera intencionalidad. Más bien, sería el resultado lógico de que habiendo nacido en tierras sudamericanas y generacionalmente afines, en sus respectivos países y entornos, uno y otro experimentaron situaciones familiares, educativas, políticas y sociales relativamente parecidas. En suma, una común actitud lírica y de vida, sustentada en similares experiencias político-sociales, en donde el ardor vital y el arrobamiento poético no estuvieron exentos de una activa conciencia cívica, que forjó de esa manera, y en ambos casos, una obra literaria múltiple y variada, pero profundamente latinoamericana y andina, la cual, andando el tiempo, les permitió alcanzar notables alturas y el reconocimiento mundial. Al fin y al cabo, una ética y estética de dos hijos de una misma tierra.

Dependiendo de la biografía que se consulte sobre Jorge Carrera Andrade, el día, mes y año de su nacimiento difieren y se tiende a situar en torno a 1903. No obstante, para este ensayo se ha optado por asumir, como fidedignos, los antecedentes proporcionados por A. Darío Lara en su estudio ‘Jorge Carrera Andrade (Apuntaciones sobre una biografía)’, en Revista del Servicio Exterior Ecuatoriano (AFESE) N° 41, Quito, Camaleón impresores, 2004. Allí, en la pág. 252, dicho investigador asevera: «Tuve en mis manos y saqué copia –en los archivos de Jorge– de su partida de nacimiento, que da el 1 de septiembre de 1901». Opiniones divergentes a lo planteado se pueden encontrar en Galo René Pérez. Jorge Carrera Andrade. Poeta representativo del siglo XX. Quito, Casa de la Cultura Benjamín Carrión, 2002, p. 9. 1

En sus memorias, el autor quiteño reconocerá que al viajar a Europa en 1928, se interesará «sobre todo Francia, cuyo pensamiento ejercía sobre mí una poderosa influencia». Ver El volcán y el colibrí (autobiografía), de Jorge Carrera Andrade, Quito, Corporación Editora Nacional, 1989, p. 62. Más tarde, en una carta personal a un editor le dirá que lo «atraían los simbolistas franceses… luego de varios años… sentí la garra de Baudelaire». Ver J. Enrique Ojeda. ‘Jorge Carrera Andrade y la vanguardia’ en Revista Iberoamericana N° 144-145, 1988, p. 680. Neruda, por su parte, reconocerá que «En ese momento todos los poetas y pintores latinoamericanos tenían los ojos atornillados en París». Ver de Pablo Neruda. Confieso que he vivido. Santiago, Planeta, 1992, p. 17.

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Ver El volcán y el colibrí, op. cit., pp. 30 y 31.

Destacan sus entrevistas y encuentros con el presidente José María Velasco Ibarra (18931979) y las importantes misiones de carácter confidencial-diplomático que le tocó acometer en diversos momentos; desde enviado en misión especial hacia diferentes países sudamericanos, pasando por sus labores de embajador, hasta su accionar como ministro de Relaciones Exteriores. A modo de ejemplo testimonial, ver El volcán y el colibrí, op. cit., pp.: 234, 250 y 304. 4

El poeta español Rafael Alberti, amigo entrañable de Neruda desde 1934, dirá en una entrevista radial de 1983 que el chileno se incorporó «en la entraña popular en Madrid», en los días de la Guerra Civil Española. 5

Poema XXII titulado ‘Así es mi vida’ del libro Canción de gesta en Hernán Loyola. Pablo Neruda Obras completas, vol. II, Barcelona, Galaxia Gutenberg - Círculo de Lectores, 2001, p. 942. 6

Ver El volcán y el colibrí, op. cit., p.: 37. En el mismo texto, compulsar además con páginas 50 y 51. 7

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Ídem., p. 38.

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Ídem., p. 110.

10 Por ejemplo, en 1937, en Santiago de Chile, la

Dr. Abraham Quezada Vergara (Chile, 1961): Escritor, ensayista y diplomático. Profesor de Historia y Geografía y graduado en Diplomacia en la Academia Diplomática de Chile ‘Andrés Bello’. Magíster en Relaciones Internacionales y Doctor en Estudios Americanos (USACH). Especialista en la vida y obra de Pablo Neruda, especialmente en la epistelografía nerudiana. Docente y conferenciante en centros académicos y ferias del libro del continente. Libros: Pablo Neruda, Epistolario viajero (2004); Correspondencia Pablo Neruda y Jorge Edwards (2007); Cartas a Gabriela (2009); Correspondencia en el camino al Premio Nobel (2011) y Pablo Neruda y Jorge Carrera Andrade; del Finis Terrae al Aro Equinoccial (2012).

editorial Ercilla publica La hora de las ventanas iluminadas, de Jorge Carrera Andrade. 11

Ver El volcán y el colibrí, op. cit., p. 116.

Estos y otros documentos del autor ecuatoriano se encuentran en la sección ‘Jorge Carrera Andrade Collection’ en Special Collections & University Archives, Stony Brook University Libraries, Long Island, estado de Nueva York.

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Carrera Andrade recuerda que a mediados de los años cincuenta, en Francia, sostuvo nuevos y fraternales encuentros con el poeta chileno y con amigos comunes. Ver El volcán y el colibrí, op.cit., p. 228-229. 13

14 En efecto, Gabriela Mistral, como lo había he-

cho en 1920 con el joven Neruda en la ciudad de Temuco, apoyó al ecuatoriano prologándole su libro Boletines de mar y tierra, Barcelona, Editorial Cervantes, 1930. Gesto que Carrera Andrade considerará como un «espaldarazo consagrador». Ver El volcán y el colibrí, op. cit., p. 81.

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especiales

Mi pueblo [Isla Negra, 14 de septiembre de 1973]

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l pueblo que debía ayudarle no existía como fuerza, es decir, no estaba organizado. Aquel presidente estaba condenado a conducirse como iluminado, como un soñador: un sueño de grandeza se quedó en sueño. Después de su asesinato, los rapaces mercaderes extranjeros y los parlamentarios criollos entraron en posesión del salitre: para los extranjeros, la propiedad y las concesiones; para los criollos las coimas.

Recibidos los treinta denarios todo volvió a su normalidad. La sangre de unos cuantos miles de hombres del pueblo se secó pronto en los campos de batalla. Los obreros más explotados del mundo, los de las regiones del norte de Chile, no cesaron de producir inmensas cantidades de libras esterlinas para la City de Londres.

Allende nunca fue un gran orador. Y como estadista era un gobernante que consultaba todas sus medidas. Fue el antidictador, el demócrata principista hasta en los detalles. Le tocó un país que ya no era el pueblo bisoño de Balmaceda; encontró una clase obrera poderosa que sabía de qué se trataba.

Allende era dirigente colectivo; un hombre que, sin salir de las clases populares, era un producto de la lucha de esas clases contra el estancamiento y la corrupción de sus explotadores. Por tales causas y razones, la obra que realizó en tan corto tiempo es supe-

Pablo Neruda rior a la de Balmaceda; más aun, es la más importante en la historia de Chile.

Sólo la nacionalización del cobre fue una empresa titánica, y muchos objetivos más se cumplieron bajo su gobierno de esencia colectiva. Las obras y los hechos de Allende, de imborrable valor na-

cional; enfureció a los enemigos de nuestra liberación.

El simbolismo trágico de esta crisis se revela en el bombardeo del Palacio de Gobierno; uno evoca la Blitz Krieg de la aviación nazi contra indefensas ciudades extranjeras, españolas, inglesas, rusas; ahora sucedía el mismo crimen en Chile; pilotos chile-

nos atacaban en picada el palacio que durante siglos fue el centro de la vida civil del país.
 Escribo estas rápidas líneas para mis memorias a sólo tres días de los hechos incalificables que llevaron a la muerte de mi gran compañero el presidente Allende. Su asesinato se mantuvo en silencio; fue enterrado secretamente; sólo a su viuda le fue permitido acompañar aquel inmortal cadáver.

La versión de los agresores es que hallaron su cuerpo inerte, con muestras de visible suicidio. La versión que ha sido publicada en el extranjero es diferente. A reglón seguido del bombardeo aéreo entraron en acción los tanques, muchos tanques, a luchar intrépidamente contra un solo hombre: el Presidente de la Republica de Chile, Salvador Allende, que los esperaba en su gabinete, sin más compañía que su corazón, envuelto en humo y llamas.

Tenían que aprovechar una ocasión tan bella. Había que ametrallarlo porque nunca renunciaría a su cargo. Aquel cuerpo fue enterrado secretamente en un sitio cualquiera. Aquel cadáver que marchó a la sepultura acompañado por una sola mujer que llevaba en sí misma todo el dolor del mundo, aquella gloriosa figura muerta iba acribillada y despedazada por las balas de las metralletas de los soldados de Chile, que otra vez habían traicionado a Chile. Fragmento


especiales

Postal de Carrera Andrade Abdón Ubidia

L

o vi metido en un largo abrigo negro, parado en la esquina del hotel Embajador, entre la Colón y 9 de Octubre. No hacía nada que no fuera estar allí mirando, al borde de la medianoche, la calle desierta; las manos hundidas en los bolsillos, un extremo de la bufanda ondeando en el viento frío de verano; inconfundible: alto, robusto, algo cachetón; la frente corrida, amplia, tomándose ya el pelo aplastado y brillante de gomina, los ojos muy grandes algo rasgados, y entre la nariz y la boca de boxeador refinado, una raya negra: el bigotillo de dandy de otra época.

Estaba allí, solo como un vampiro o un santo sonámbulo. Era la viva imagen de la soledad. «Te perdono, gran cojudo», le dije, en silencio, desde mi corazón, mientras pasaba a su lado, mirándolo de reojo. Era el año 67. Yo venía de otras soledades: de potrerear, como decíamos entonces, en los pastos de Iñaquito. Entonces, yo le guardaba un gran rencor. Unos años atrás, adolescente, había asistido a sus recitales. Aún más, llevaba a la fuerza a mis amigos a escucharlo. En uno de ellos, leyó los poemas de Hombre planetario. Al final, un compañero, deportista, gran alumno y odiador de la literatura murmuró a regañadientes: «Sí, este tipo es un superdotado». Yo, militante de izquierda, aproveché, cuando nos despedíamos, para recitarle de memoria la elegía que el hombre aquel había dedicado, tiempo atrás, a Lenin. Pasó un año o dos. Llegó el 63 con la odiada dictadura militar de un triunvirato aupado por la Embajada americana. Y, oh sorpresa, tiempo después, nuestro poeta fue nombrado embajador en Francia, por la dictadura. Luego de que ésta cayera, en un gobierno interino ascendió a Canciller de la República. En el Quito de entonces, pequeño, ‘franciscano y conventual’ como lo llamaban, ningún encuen-

tro era difícil: un día el poeta pasó en su limusina por la calle Chile con rumbo a Palacio. Estaba solo, en el asiento trasero y con la ventana abierta. «¡Traidor! » le grité y huí cuesta abajo por el Portal Arzobispal. En esos años yo repartía hojas volantes subversivas y era experto en fugas precipitadas. Que un poeta menor, un poetastro de esos que exhiben sus dolores y hasta sus cuernos como condecoraciones ―o cantan a las reinas de belleza― se hubiese vendido a los militares, hasta podía entenderlo. Pero no él. El autor de Juan sin cielo y tantos versos que se habían quedado para siempre en mi joven cabeza. En el 66 cayó la dictadura militar. Y luego concluyeron los dos cortos gobiernos que vinieron después. Y el poeta se perdió y nadie quería recordarlo, como suele ocurrir con todos los caídos. Hasta que lo encontré, solitario como un alma en pena extraviada de su limbo, en esa medianoche del verano del 67. Ese «Te perdono» que dije para mis adentros, me permitió recitar, en mi mente, mientras me alejaba de él, hacia la avenida 10 de Agosto, esos versos liberados por fin de su largo encierro: «Es sólo un peso azul lo que ha quedado / sobre mis hombros, cúpulas de hielo, / soy Juan y nada más, el desolado / herido universal, soy Juan sin cielo». 9


Raúl Pérez Torres

El teatro de Peky Andino

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ada vez que por mala suerte o por negligencia asisto a una obra de teatro de Peky Andino, salgo mareado, con dolor de cabeza, con un fuerte zumbido en los oídos, con los ojos virados hacia dentro, como si estuviera tratando de atestiguar que estoy en medio de una de mis pesadillas, y que tengo la obligación de volver a poner en su lugar a los personajes de mi prisión, quiero decir de mi cerebro, que han roto el ritual del sueño y se han encaramado en un escenario ranflero: corren y gritan dispersos y ambiguos, bailan y cantan absurdos, silban ruidos metálicos y tocan cosas descabelladas, como una máquina de coser en una mesa de operaciones. Es decir, todo aquello que Breton arguyó: surrealista como

el país de Peky, para complicarnos el pensamiento. Cómo añoro entonces llegar a mi casa, tomarme un vodka puro y sumergirme feliz en la piscina del padre del teatro contemporáneo, William Shakespeare, en esas dulces reflexiones de Antonio, El mercader de Venecia, pero recuerdo enseguida aquella frase que está impregnada en el Teatro Globle de Londres, y que dice: ‘Todo el mundo es teatro’, y digo sí, lo que Peky escribe, actúa, dirige, musicaliza y baila es teatro. Sino que no es un teatro del principito, sino del guambra de la calle. Sino que no es para soñar sino para despertar. Es teatro de posvanguardia, o experimental, o espectacular, las tres características tiene. Un teatro contestatario, con carga marginal o periférica,

que desacraliza la realidad, como nuestro amado Pablo Palacio, que escribía: «Con guantes de operar, hago un pequeño bolo de lodo suburbano. Lo hecho a rodar por esas calles: los que se tapen las narices le habrán encontrado carne de su carne». Desde luego, Peky viene de la vanguardia, es decir, rompe la vanguardia, esa de Grotowski, el del Teatro pobre que alimentó el siglo XX, o mucho antes, de Stanislaviski, el que hablaba del trabajo psicofísico en la escena y que influyó tanto Jodorowsky, el de la ‘Psicomagia terapéutica’. El que siempre nos habla del Tarot, (aunque se le adelantó Artaud). El que intenta crear una catarsis de curación desde el shamanismo y el psicoanálisis. Sí, creo que las aguas caudalosas de la dramaturgia de Peky Andino vienen arrastrando muchas piedras, y hago este recuento para entender yo mismo este proceso de creación que es importante y significativo tanto para el teatro como para la literatura, o para las artes escénicas en general, no por nada salgo de las obras de Peky con jaqueca. Entonces quiero recordar esas piedras que arrastra, y pienso en Eugenio Barba, creador de la antropología teatral, el tercer teatro. La mirada oblicua del italiano en relación con los elementos, y recuerdo Gertrudis forever de este libro, donde Queen Burger presenta la obra en El teatro de la reality (guiño cáustico de los reality de TV) y dice al público: «No más montajes complicados ni público somnoliento. Tampoco temáticas que inciten


tablado a la inteligencia. Muera la metáfora, que se vaya al diablo la poética de la escena y que se cuezan en las profundidades del infierno el teatro psicológico, antropológico, deontológico y odontológico...». Y luego recuerdo a Peter Brook, que igual dirigía teatro, cine, ópera, que hablaba del espacio vacío y del teatro elemental, apenas con movimientos y diálogos rápidos. Y por la música y el espacio vacío, recuerdo Kito kon k, otra comedia de esta muerte (libro), quiero decir, recuerdo por la música a Sal y Mileto, banda también creada por Peky, y por el espacio vacío a Paúl Segovia, ya fallecido, cuya música le pertenecía. Y por eso es que salgo mareado de las obras de Peky, no de la lectura, porque el teatro hay que verlo, sino que se me agolpan expresiones como el constructivismo, el dadaísmo, obviamente el surrealismo, el absurdismo. Y si miro un maniquí en Moros en la azotea pienso en Tadeusz Kantor, pintor polaco que utilizaba maniquíes como actores reales, y si adivino que uno de los personajes improvisa como el jazz, recuerdo a Luis Valdez (fundador del moderno teatro chicano). Y si siento todas aquellas vibras, fuertes, violentas, fuera de foco, insensatas, incitadoras al caos, marginales o perversas, sé que por allí ha pasado Antonin Artaud. No hay que olvidar que él era, junto con Breton, Director de la oficina de investigaciones surrealistas. Es decir, el teatro de la crueldad. Todos los perversos venimos de Artaud. Entonces, cuando Peky se dispone a la deconstrucción de la vida en escena, como en cualquiera de estas cuatro obras del libro, nos está incitando, nos está punzando, nos está sorprendiendo en nuestra vida íntima, nos está envenenando, nos está lanzando su pucuna, ese artilugio que utilizaban los indios de nuestra Amazonía, para reducir

cabezas. Pero las nuestras ya están reducidas, por eso su veneno es contraproducente. Él apela a la imaginación, a la otra realidad, a esa que está escondida o no la queremos ver, él ve la Mama negra y los otros colores de la fiesta, por eso obliga o diseña una nueva corporalidad, algo que no se asiente solamente en el lenguaje, que deje al lenguaje su pequeño espacio de linealidad, de referencialidad y busque otra teatralidad, quizá la pantomima, quizá el silencio, quizá lo grotesco o ambiguo, lo que digo, una nueva corporalidad, como usa para sus propios fines el teatro Drag. En estas comedias de la muerte, lo que más leo es vida, como en el teatro de Augusto Boal u Oswaldo Dragún y Ricardo Talesnik, a quienes invitamos en la década del setenta para que representen Esperando a Godot, a quien aún le están esperando, porque Godot es Dios, y Peky sabe que toda religión es explotadora, y que Dios está en el subtexto, así lo dice irónicamente en Gertrudis forever: “entonces Dios dijo: hágase el libre mercado y se hicieron los centros comerciales”. O dice: “Ayer nomás se me aparece en sueños el Gran Arquitecto del universo y me dice: ‘Che Gertrudis tenés que ir al lado oeste y en el lugar donde la estrella de Belén haga esquina con San Martín y Bolívar, ahí edificá mi iglesia...’ o dice que la Religión y la Matemática son ciencias hermanas y exactas que demuestran que uno más uno es igual a Dios”. Desde luego, Peky es cínico, faltaba más, cínico lírico, y ese cinismo les contagia a todos sus secuaces, actores y actrices, es un colectivo cínico, anarquista y antisistema, que apela a todos los sentidos, necesidad totalizante, panóptica, que ataca la superficialidad desde ella misma, que emerge finalmente como un espectro colectivo de una realidad

Peky Andino

fragmentada y caótica como la que vivimos. Cuando voy a ver una obra de Peky, pienso esperanzado en el teatro pobre, en el teatro du Soleil, pienso en trapecistas, en magos, en prestidigitadores, en músicos, en travestis, en máscaras, en una estética como el kabuki japonés o el teatro No; o, aunque sea, en las basuras de los reality de TV, o en esas otras alternativas escénicas que han buscado superar los sistemas de comunicación, como Cuatro Tablas del Perú, o La Candelaria de Colombia, pero a duras penas me topo con la realidad de la calle, cruel y despiadada. La realidad del mundo. La que no quiero ver. Recuerdo algo de la letra que escribió Peky para un disco de Sal y Mileto y que se utilizó en la película Ratas, ratones y rateros, allí hablaba de esa realidad que no quiero ver, decía: Vuela pequeña alondra canta en mi memoria y en la memoria de los espectros de la calle los lobos están sueltos pero ellos no se meten con los muertos. Como ustedes ven, y como lo leerán más tarde: la santa dramaturgia de la patria ha sido profanada. Mucho cuidado Peky, no olvides que Antonin Artaud ingresó al manicomio por sobrepasar los límites de la marginalidad.

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Benedetti,

un pesimista animoso Hugo Carro

«Un pesimista es sólo un optimista bien informado».

E

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l domingo 17 de mayo de 2009 estaba fresco y Miguel estaba triste. Hacía poco rato que se había enterado de la muerte de uno de sus clientes más famosos y con quien se había encariñado luego de varios años de atenderlo en el bar San Rafael de la calle San José 1193, esquina Zelmar Michelini (ex Cuareim), en Montevideo… Así comienza mi recorrido por la vida del más exitoso escritor uruguayo. Con ese abordaje, desde la simplicidad del café, lo cotidiano y la amistad, pretendo lograr un mejor acercamiento a la vida y obra del autor. Con los años descubrí, primero a través de su obra y luego, personalmente, que Mario Benedetti tenía un gran sentido del humor. Siendo fiel al escritor —maestro de la simplicidad del lenguaje—, en este viaje por su vida y obra procuro evitar el academicismo —más por mis limitaciones que por elección—, para desde el humor acercarme todo lo posible a su esencia de ser humano y creador.

Además, con el convencimiento pleno de que ‘el humor es salud’, lo que está ampliamente demostrado desde la antigüedad, es que a lo largo del centenar de páginas, con anécdotas y peripecias de vida que protagonizó en su país, Uruguay, o en sus años de exilio en Argentina, Perú, Cuba y España, propongo compartir, intercalando temáticamente en letra cursiva la ‘voz’ del escritor, con su incomparable humor a través de sus múltiples ocurrencias. Por ejemplo, la del subtítulo y estas pocas, a cuenta de las numerosas restantes en el libro: «El bostezo es una opinión». «Cuando tenemos sueño, los bostezos salen a pedir de boca». «Aquel gol que le hizo Maradona a los ingleses con la ayuda de la mano divina, es por ahora la única prueba fiable de la existencia de Dios». «Lo grave no es el pecado original sino las fotocopias». «Contra el optimismo no hay vacunas». «Somos tan delicadamente urbanos, que proferimos los insultos en endecasílabos». «De un tiempo a esta parte, los habitantes del infierno, del purgatorio, y del paraíso, se comunican por e-mail». «Las hormigas trabajan sin cesar, porque no tienen sindicato». «Lo mejor que le puede ocurrir a un cura es cometer adulterio con una monja; que esté buena, claro». «Por distintas razones, los asmáticos y los murciélagos ya no fuman como antes». «Los pobres copulan, los ricos fornican. Los toros y las vacas no precisan sinónimos».


Brenno Etcétera Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farrugia es su nombre completo como figura en el registro civil de Uruguay. «Yo me llamo Brenno, también mi padre y mi abuelo tenían ese nombre, tengo tíos que se llaman Brenno, en fin, este nombre parece ser nuestro distintivo, como la marca de fábrica», dijo una vez. Explicó que «en ciertas zonas de Italia existe (o al menos existía hace un siglo) la costumbre de adjudicarle muchos nombres a cada niño. Mencionaré un caso que me es cercano. Mi padre, que fue químico y enólogo, y era hijo de italianos se llamaba nada menos que: Brenno Mario Edmundo Renato Nazareno Rafael Armando. Muy joven aún, emigró a Uruguay y aquí trabajó con dedicación y esmero. Hay quienes cuentan que los amigos uruguayos, burlándose de sus siete nombres, lo llamaban: Brenno Etcétera». En un poema al hijo que nunca tuvo, prometía «colgarle un único, solitario nombre»; en lo posible, un monosílabo, «de manera que uno pudiera convocarlo con sólo respirar». Nació en Paso de los Toros, ciudad del departamento de Tacuarembó en Uruguay, el 14 de septiembre de 1920. Fue el hijo mayor de Brenno Benedetti y Matilde Farrugia. Y al respecto dijo: «El mago Gardel y yo somos de Tacuarembó». Es el autor uruguayo más editado, traducido, leído y querido por sus compatriotas y también en el exterior, donde ha estado, por razones políticas o de salud. Vivió exiliado en Argentina, Perú, Cuba y en España, donde disfrutaba sólo del verano, para repetir la experiencia estacional cada año, por razones de salud.

Poesía para llorar y reír

Del papel al CD y al celuloide

La obra poética de Mario Benedetti, según los estudiosos, afectos a las clasificaciones, puede asociarse a lo que se denomina realismo crítico o social. En el libro Mario Benedetti antología poética, de Alianza Editorial, en el prólogo de J. M. Caballero Bonald, escrito en Madrid en 1983, aclara que «ese rótulo contiene una limitación de objetivos estéticos que no se compadece en absoluto con las maneras expresivas de Benedetti». La más notoria virtud de la poesía es que no es prosa.

La música no le es ajena, ya que debutó componiendo con el catalán Joan Manuel Serrat el disco titulado El sur también existe. También con su compatriota, el cantante Daniel Viglietti, Benedetti se encontró en París, en los setenta. Comprobaron que por separado estaban haciendo cosas similares en apoyo de sus compatriotas en el exterior, y terminaron presentándose ante auditorios multitudinarios con el espectáculo, ‘A dos voces’. Es autor de títulos llevados al cine, como La tregua (1960), traducida a 19 idiomas, o Gracias por el fuego (1965).

Benedetti en pantalla El libro del autor mundialmente conocido, la novela corta La tregua, publicada en 1960, fue película catorce años después. «Es un relato agridulce narrado en forma de diario, en el cual se sublima con belleza y sensibilidad los pequeños y especiales momentos de felicidad e ilusión, incrustados en una existencia gris, frustrada y rutinaria», dijo el autor. La versión cinematográfica de la novela se filmó en Argentina, con guión de Aída Bortnik y Sergio Renán, y dirigida por Renán. Se estrenó el 1 de agosto de 1974 y cuenta con las actuaciones de Héctor Alterio, como Martín Santomé y Ana María Picchio, como Laura Avellaneda. Fue la primera película argentina nominada al Óscar en 1975 en la categoría ‘Mejor película de habla no inglesa’.

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Teatro Son suyas obras como El reportaje (1958), premiada por el entonces Ministerio de Instrucción Pública, Ida y vuelta (1958), El viaje de salida (2008), y la más conocida, Pedro y el capitán. En ésta última, según explicó en una ocasión su secretario, Ariel Silva, los derechos para montarla han sido solicitados a la Fundación Mario Benedetti en al menos diez países, entre estos, España, Estados Unidos, Argentina, Canadá, Costa Rica y Suiza. Pedro y el capitán fue estrenada el sábado 8 de mayo de 2010, en el Teatro del Museo Torres García, en la Peatonal Sarandí 683 de la Ciudad Vieja, con motivo del primer año de la desaparición del autor, el 17 de mayo de 2009. La dirección fue de Juan Sebastián Peralta y contó con la actuación de Yamandú Barrios Brochado, en el papel de Pedro, y Germán Weinberg como el capitán.

Benedetti en Ecuador

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Con Jorgenrique, como le dice su hija Alejandra, tenían una relación de muchos años de avatares comunes. Coincidieron en la Casa de las Américas y también en París, donde traducían y escribían para Radio y Televisión de Francia. En 1976, en plena ‘dictablanda’ ecuatoriana y dictaduras en Uruguay, Argentina, Chile y Paraguay, Benedetti, Adoum y Galeano coincidieron en Quito, y fueron invitados a un canal de televisión. Especialmente Mario y Eduardo, «despotricaron contra las dictaduras en el Cono Sur». Cuando salían de la estación de TV, Mario preguntó: «¿Y dónde está la policía?, lo que causó la risa general de los colegas».

Mario y Jorgenrique

Un izquierdista en EE.UU.

En 1959 viajó como becario de la No recuerdo en dónde ni cómo o American Council of Education con quién lo conocí, pero debe a Estados Unidos, por el éxito de haber sido antes de 1967, fecha su comedia Ida y vuelta. Allí esen que heredé de Vargas Llosa su tuvo cinco meses. Fue su debut y cargo en las emisiones para España despedida. Nunca más tendría una y América Latina de la ORTF (Orvisa de entrada. El objetivo fue ganización de Radio y Televisión que Benedetti de Francia). conociera la Además, haactualidad teabía leído sus Tuvo que firmar, entre tral norteamelibros, desde otras cosas, que no iba ricana y dicPoemas de la tara algunas a matar al presidente oficina hasconferencias de los EE.UU., por ta Gracias en universipor el fuego, ello, recordó: «Todos dades sobre la anteriores a los presidentes vida cultural esa fecha. A norteamericanos de Uruguay. propósito de fueron matados por Expuso en la La tregua, norteamericanos». University of también en North Caroese período, lina sobre ‘El comentaba teatro uruguacon Mario yo de hoy’, y en Stanford Universique el salto o vacío en el diario del ty sobre ‘Situación social, política narrador, desde el lunes 23 de sepy cultural del Uruguay’. tiembre —«Dios mío. Dios mío. Tuvo que firmar, entre otras coDios mío. Dios mío. Dios mío. Dios sas, que no iba a matar al presidenmío», con que se sugiere la tragete de los EE.UU., por ello, recordó: dia— hasta el viernes 17 de enero, «Todos los presidentes norteamericuando se sabe de la muerte, era un canos fueron matados por norteahábil recurso parecido al que emmericanos». plea Simone de Beauvoir en Todos los hombres son mortales, cuando hace que el inmortal Fosca duerma durante la Revolución Francesa y la Primera Guerra Mundial: era más fácil describir el despertar que los La muerte fue uno de los temas hechos transcurridos mientras dorrecurrentes en Benedetti, al que mía. Y, siguiendo con La tregua: apelaba en serio y, con mucho huNicole trató de hacer una adaptamor. Con 88 años, varias operación para la radio pero en los países ciones, asma y un marcapasos del de lengua francesa, a los que estaba que siempre se burlaba, su salud destinada, era inconcebible un perempezó a debilitarse. En 2008 essonaje que se jubila a los 40 años, tuvo tres veces internado en el miscomo sucedía en el Uruguay de la mo sanatorio. Y el domingo 17 de época, y convertirlo en uno de 60 ó mayo de 2009 murió en el céntrico 65 volvía inverosímil su relato. apartamento donde vivía.

«La muerte es una traición de Dios».


apuntes

Quito, Paco Ignacio Taibo II

de letras,

Mario Mendoza

La fiesta por la palabra

E Rafael Courtoisie

Reina María Rodríguez

Mempo Giardinelli

ditorial El Conejo y la Secretaría de Cultura del MDMQ conmemoran el trigésimo quinto aniversario de la declaración de Quito como Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad, abriendo, por tercer año consecutivo, un espacio para la difusión y el intercambio entre los exponentes más importantes de la literatura nacional e internacional: Paco Ignacio Taibo II (México); Reina María Rodríguez (Cuba); Mempo Giardinelli (Argentina); Rafael Curtoisie (Uruguay); Mario Mendoza (Colombia). Entre los escritores nacionales participarán: Huilo Ruales, Byron Rodríguez, Silvia Stornaiolo, Marcelo Báez, Abdón Ubidia, Lucrecia Maldonado, Freddy Peñafiel, Juan Carlos Moya, Eduardo Varas, Eliécer Cárdenas, entre otros. Del 25 al 27 de septiembre, en el Centro Cultural Benjamín Carrión (Washington 909 y Páez) tendrán lugar charlas y mesas redondas de 10:00 a 13:00 y diálogos con escritores de 17:00 a 20:30.

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Fernando

Cazón Vera N

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o es nada fácil hablar de poesía en tiempo de versificadores. Quien más quien menos se autotitula poeta cuando irrespeta el papel con lugares comunes, frases vacías, oscuras e incoherentes, con estrofas declamatorias pasadas de época, con bobos experimentalismos que también están fuera de contexto, con demagogias, cartelismos o desahogos sentimentales. Y ante evidencias tan nefastas, así como se huye del virus gripal, tendríamos que huir también del virus de la seudopoética y de la escritura mediocre. Si bien el producto creativo se apoya en los preceptos de la arbitrariedad, por lo que el gusto estético varía de uno a otro, es también cierto que el sabor, olor, color y sonoridad de la poesía llega a nuestros sentidos y neuronas como la fragancia del pan o el sonido del mar. Lo imperdonable es confundir lo que no es, con lo que es. Y en poesía, fácilmente los lectores no preparados se engañan. Pero, qué reconfortante es encontrar un poeta verdadero y saborear su obra con deleite. Es el caso de Fernando Cazón Vera, quien no ha claudicado en su empeño de seguir amasando una palabra altamente profunda.

y su

Violeta Luna Conocida, vasta y contundente en su trayectoria literaria. Importantes críticos lo han testimoniado. Sus canciones, sonetos, parábolas, adagios, paradojas, historias, graffities, etc., han tenido un reconocimiento nacional e internacional. Basta remitirnos al tomo 2 de la Colección Poesía Junta, Casa de la Cultura 2005, cuyo solo prólogo, de la escritora Sonia Manzano, es una acertada visión del discurso lírico de este vate guayaquileño. Hoy, con Cajón de...sastre, su nueva obra, publicada por la Dirección de Publicaciones de la CCE dentro de la colección Poesía, se confirma lo que él mismo manifiesta a modo de presentación: «Decidí ir escribiendo este libro a medida que iba sacando las palabras, ideas absurdas e imágenes repentinas de la imaginación o el subconsciente. Esto explica que haya mezclado el verso libre o blanco con ciertas recetas de la preceptiva literaria, sobre todo el soneto que es para mí como el vacío de los abismos, es decir, un recurso tentador». Y en efecto, a Cazón le tientan las medidas clásicas. De ahí que en su texto ‘olvidos’, escrito en pareados, concentra anafóricamente la verdad de los afectos que a pesar de ser prosaicos se vuelven fina porcelana al calor de la fragua del ingenio:

Me olvido que estoy ciego y te veo desnuda como antes me olvido que estoy mudo y te llama mi voz enamorada me olvido que estoy sordo y oigo tus pasos en la lejanía me olvido que estoy cojo y bailo el vals que hemos dejado trunco me olvido que estoy triste y te celebro con mi viejo júbilo me olvido que estoy muerto y deseo tu cuerpo a todas horas me olvido que me olvido y te vuelvo a encontrar en la memoria


colección poesía Con la antítesis unas veces, sabia y espontánea, y el sardonismo de los sintagmas adverbiales otras, como ningún otro poeta, ha logrado ensamblar sus ideas y conseguir encabalgamientos interesantes y oportunos. Así lo hallamos en el soneto múltiple, en ese que hace despliegue de dichos y frases alusivas a la filosofía popular y que cierran ese círculo de catorce y precisas estructuras de mágico alcance. Es la receta que a Cazón le atrae y con la que más ha llegado al paladar de los lectores. Parece ser una tradición familiar. Pedro Jorge Vera también nos daba sonetos impecables. El mismo Neruda sorprende con sus cien sonetos de amor cuyos cuartetos y tercetos modernos nos llegan como el agua: sencillos, claros y aplacadores de cuanta sed llevamos piel adentro. Pero Cazón, más formal, es también más perspicaz para desencadenar el plural efecto. Aquí dos cuartetos de dos sonetos diferentes:

Para vengarme hoy precisamente con mi boca sin llaves ni cerrojos me cobraré el dolor ojo por ojo y una dura verdad diente por diente

Foto: archivo publicaciones

que dios (o el diablo) luego me bendiga

De todos modos, sea como sea, profano o creyente, enamorado o esquivo, compasivo o cruel, equivocado o acertado, el poeta persiste en su camino para vencer los laberintos ocultos dentro de sí mismo y encontrar de una vez por todas su otro yo; mientras tanto continúa en su búsqueda:

sin sonar sus campanas a rebato

Te busqué en el ayer y en el mañana

Yo quiero ser la piedra en tu zapato en tus ojos ajenos ser la viga

Otra faceta del poeta igualmente notoria es su inconforme ritmo. Pues la búsqueda de sí mismo y de la otra mitad que ama (y que puede ser la amada o un dios impreciso) lo lleva a elucubrar, interrogarse, contradecirse, imprecar, deducir y entrar en un malabarismo idiomático en donde los adverbios y sustantivos con su potencial sardónico se cuajan en textos de original factura que no llevan puntuación alguna.

del antes al después sin mientras tanto sin el entonces y sin el quién sabe y te sigo buscando ciegamente recorriendo los túneles oscuros los viejos laberintos de donde nadie ha regresado. Con este nuevo libro, Cazón Vera continúa imponiendo su estilo en el espacio de la mejor poesía ecuatoriana de todos los tiempos.

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soneto lúdico 2 el gato asesinó a sus siete vidas bajo la luna cómplice y silente clavó las uñas apretó los dientes y fue sangrando por su propia herida

cajón de sastre el poeta inseguro mete la mano en un cajón de sastre y le sale de pronto un as de triunfo un cadáver y el cuerpo que lo sigue para quitarle sus dos ojos saca a una mujer que desarmó el olvido un libro con sus páginas oscuras una foto sin rostro una cuchara rota o un paréntesis una palabra esdrújula un soneto algún domingo 7 un martes 13 la risa del payaso o del idiota la desnudez de una mujer cuadrada o a lo mejor no puede sacar nada porque pierde su mano en el intento sin poder por lo tanto en el futuro ser un mendigo un criminal un santo menos un taumaturgo que repite lo de “nada en las manos”

cuando la última quedó perdida y llegó el viento en su danzar demente el gato entró por un camino ausente mientras aullaba siete despedidas se estiró sobre el tiempo indefinido largo como una oscura porcelana y perezoso como los olvidos los ratones cruzaron a su lado y en el falso doblar de una campana la muerte lo encontró resucitado

soneto lúdico 7 nadie te espera donde yo te espero nadie te busca donde yo te miro nadie te esconde dentro del ropero después de asesinarte con un tiro nadie se muere como yo me muero nadie le da a la muerte un largo giro para llegar al mismo desafuero de matarte otra vez con un suspiro nadie sabe del crimen con que me uno a la culpa de amarte de este modo y de beberte tras un largo ayuno nadie sabrá si tarde o más temprano me llenaré de sangre hasta los codos cuando te mate con mis propias manos

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Marcela Antigua vida mía Fernando Salme

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n estos días en los que el término feminicidio tomó impulso y la sociedad ecuatoriana pide analizar el tema del odio a las mujeres y el maltrato que se vierte sobre ellas, física o sicológicamente, de parte del hombre a raíz de asesinatos espeluznantes reportados a lo largo y ancho del país, vino a mi mente el trabajo de una escritora que nos devela este grave problema. Descubrí a Marcela Serrano demasiado tarde. Fue a finales del año pasado que pude, en una feria, acceder a su libro Antigua vida mía. Lo adquirí, me apena reconocerlo, junto con otros ejemplares porque estaba en rebaja. Al abrir sus páginas fue el fogonazo. Había, cubierta por una redacción clara y concisa, una escritora segura de sí misma y con una idea precisa a transmitir. Fui consumiendo de manera vehemente, sacándole tiempo al tiempo, sus

hojas y casi inmediatamente me pregunté en dónde había estado esta maravillosa chilena que se autocalifica como «escritora tardía» por haber empezado a los treinta y ocho años y editado, recién a los cuarenta. Marcela Serrano Pérez nació en Santiago de Chile en 1951, prefiere el género de la novela y su labor es tan amplia que incluye el premio Sor Juana de la Cruz por su obra Nosotras que nos queremos tanto y, por ese mismo trabajo, el galardón Municipio de Santiago, además de otras nominaciones a reconocimientos literarios de trascendencia mundial. Antigua vida mía hace referencia justamente a esa etapa de la existencia de la autora. Esa edad en la que el ser humano analiza lo acontecido en su vida, lo que dijo, lo que hizo y lo que amó. Su libro nos cuenta sobre la mujer en general hablando de tres de ellas en particular y la violencia y el maltrato que, por su condición, soporta. La pluma de Marcela Serrano dibuja tan drásticamente nuestra existencia que es difícil, mientras se la va leyendo, no sufrir un remesón y reflexionar viéndonos desde los ojos de una mujer. Nos ubica también en medio de una sociedad excluyente y desigual para con las mujeres. Nos habla de Chile y ese

capítulo en el que se aplastó la primera revolución pacífica que estaba construyéndose también sobre los hombros de abuelas, madres, esposas y compañeras. En medio de la revolución, de los desamores, de los pensamientos, de las heridas, de la maternidad, del sexo como acto, de lo mínimo y de lo máximo, plantea la hipótesis de la mujer como una suma del todo. Adhesión que va acoplándose al eje central de la vida que Marcela Serrano nos hace dar cuenta es la mujer. Ese mismo ser que según la Organización Mundial de la Salud ha experimentado una agresión física, maltrato, o ha sido víctima forzada de relaciones sexuales producto de lo cual mueren alrededor del mundo 66 mil niñas o adultas cada año. A lo largo de trescientas cincuenta y cinco páginas, trabajadas y presentadas en una edición de lujo por Planeta, la autora trabaja el tema sobre la cotidianidad de la mujer y su relación de pareja, la misma que hasta condiciona su existencia. Ese es, según la escritora, el centro vital de la mujer, la existencia en el otro, en la pareja. Dice que llega a esta relación desarmada, con los


brazos abajo confiando en hallar lo mejor del hombre, esperanzada en encontrar una parte igual a la que entrega su complemento. Pero Antigua vida mía está lejos de ser una historia rosa. Marcela Serrano acaba con la impunidad denunciando el hecho. El contenido de su obra es fuerte. La vida de la mujer, que en este caso son varias, dice, está ligada al compañero, esposo, marido o amante, al sexo, la fidelidad, al entono social, al arte, a la poesía, a la genética ascendente y descendente y, claro, a la política, a la revolución y a la economía casera, al día a día de la familia y a esa necesidad imperiosa de poder presentar en la mesa un plato de comida. A esas cosas tan pequeñas que las pasamos por alto pero que van armando, o desarmando, como en este caso, nuestras vidas. La historia nos cuenta que en la mujer las experiencias van haciéndose carne y palpitan a cada instante junto con su corazón. La muerte, entendida a veces como separación, es otro elemento fundamental en la novela. La vio-

derechos humanos de la mujer y de la niña» el maltrato femenino que como nos cuenta Marcela Serrano fue pasando de abuela a madre y de ésta a hija. En esta relación de poder, hombre–mujer, impuesta por la sociedad y en la que la mujer está subordina, muere ella pero también puede matar. Una válvula de escape que venga toda una historia de maltratos, toda una generación, pero que en un siniestro círculo puede acabar también con la vida de quien ha tomado la justicia y ha reivindicado la necesidad de igualdad por mano propia. Y que llega, cabe destacar, como el último de los recursos de quien por no morir decide matar. La historia es apasionante y dolorosa a la vez. Marcela Serrano nos lleva de la mano por esos senderos del amor, del odio y de la injusticia proveyéndonos de a poco los elementos para ir desbrozando el cuento que lo podemos sentir con más cercanía en países como México, Guatemala, Ecuador y El Salvador, especialmente.

Otras ediciones de libro:

La muerte, entendida a veces como separación, es otro elemento fundamental en la novela. La violencia que sufre la mujer en nuestras sociedades es, nos narra la autora, un fallecimiento lento. lencia que sufre la mujer en nuestras sociedades es, nos narra la autora, un fallecimiento lento. Tanto en el espacio público como en el privado, la mujer soporta una constante lluvia de actos que atentan a su integridad sicológica, sexual y física, por el solo hecho de serlo, llegando a veces a la muerte inclusive por mano propia. El problema, que no es nuevo, recién se lo visibiliza el 20 de diciembre de 1993, cuando las Naciones Unidas declararon como un «grave atentado a los

Pero así como nos muestra las grietas que deja el sufrimiento en el alma, nos presenta también la posibilidad de redimir nuestra existencia. Solamente el amor, nos dice sin escribirlo, puede ser capaz de romper esas taras sociales de discriminación y sometimiento. Qué bueno encontrar —en estos tiempos en los que nuestros pueblos trabajan para alcanzar sociedades más justas y equitativas—, leer a Marcela Serrano y ese mensaje de respeto y amor que encierra su libro Antigua vida mía.

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ntonces, según lo que ha estado pasando, creo que me dejó, pero no estoy del todo segura, porque sigue viniendo y yéndose, dejándome con un malestar tremendo y la incertidumbre de lo que pasa en mi antinatural y novedosa realidad. Lo que pasa es que cuando llega no es solo para llevarse sus cosas, ya que según mis cálculos ya se ha llevado la mitad exacta de sus tereques, en orden de prioridad, si lo conozco bien y creo que sí, sé que se ha llevado lo menos importante y dejado lo de mayor valor para el final, para que no me duela tanto, creo, para que no me dé cuenta, porque las cosas más importantes son las que más me recuerdan a él, y entonces, en su delicada manera, está haciendo las cosas más fáciles para mí, y para él también, porque, claro, sé que le molestarían mis llantos y susurros, entonces vuelvo a la confusión de no saber nada; y viene no sólo a llevarse sus cosas, sino también a quedarse un rato en conversación poco importante, en besitos 'picoteros' les digo yo, porque ni mucho ni poco ni lengua ni sequedad, de esos que llegan pero no alcanzan, y medio que excitan pero se extinguen rapidísimo; y también en darme un poco de explicaciones que no llego a escuchar del todo por estar pendiente del próximo besito picotero, así como la migaja última, como el guante abierto del mendigo sucio y cobarde que me siento, y no importa porque al fin se las arregla para descubrir mi sed y mi poco sofisticada necesidad de él; y para que no me haga mayores ilusiones se va no más, y no sé si sea eso, porque siempre le ando justificando, quizás y no me quiera hacer más daño, quizás es pura y tanta innata maldad y no sé, no creo, no llego a comprenderlo aún. Y la cosa es que se vuelve a ir y qué le vamos a hacer, y es serio ya

Replay cuento

Silvia Stornaiolo

que todo se ha vuelto viejo y lento, quejumbroso y absurdo, polvoriento y aburrido, y lo que me ha venido no ha servido y lo que se ha ido me ha dolido; y sí, me volví una bestiecilla amargada, no es culpa, ni necesito condescendencia ni complicaciones, tampoco cargarme de más enemigos, he conseguido más de esos que nadie: más inspira tener enemigos que amigos, el odio siempre fue mayor ilusión que la miseria de amor que tocó recibir, y esto es quizás por la edad de la ira y estupidez, o las hormonas, feromonas o la cistitis o el llanto o las espinillas o la pobre lucidez de los treinta que está más pobre que la de los veinte, y todas esas cosas que me hacen llegar a la sencilla conclusión de que fue muy poco y corto lo bueno: un poco de minutos antes de la boda o después del divorcio o en la cama de mi soledad, o poco antes de mi primer beso o

poco después del segundo aborto, o días después de saberme más pobre que nunca, y lo más importante fue descubrir que nada de eso me importa en lo absoluto, realmente. Y sí, siento esta ternura devoradora por mí misma, así como la inanición anoréxica tan complicada de conseguir este extremo dolor en las partes, este arrepentimiento cobarde, estas vergüenzas acosadoras y disimuladas de ojo gacho y esquinas sombrías de días eternos, de borrachera ridícula y exagerada, que no consiguieron más que el inútil recuerdo de pieles y sobacos e intentos de otros muchos días por olvidarlo, para que, cuando por fin lo logre, me aburra de nuevo y el vicio me abrace otra vez y el circuito tenga continuidad porque si no, sería imposible encontrarme de nuevo, hallar mi cola, mi estúpida y a este punto flácida cola, que ni si quiera sirve para el último silbido


escritores de la Casa del último albañil del último piso del último edificio en donde probablemente no viviré jamás; ya ni de eso dan ganas, de buscar el cambio, de abrir el clasificado, de comprar el periódico, porque creo que se fue, que me dejó al fin después de tanta amenaza bondadosa pero con un tinte de desprecio que ahora, con tanto tiempo para mí sola, he comenzado a darme cuenta, ¡porque no se puede así!, dejarme así, no podía ni debía, ¿en qué estaba pensado? O será que no me ha dejado del todo? No, no, no, eso está un tanto tonto e ingenuo, podría hasta decirse enfermo, alucinatorio e irracional, la verdad es que sí me lo dijo hace un buen tiempo, que se iría apenas encontrara un lugar… Pero sigue viniendo y picoteando, hasta me agarró el seno la otra mañana mientras que con la otra mano llevaba a su boca una manzana, cosa que me hizo decirle que hiciera lo mismo con mi seno, y como de costumbre, no lo quiso hacer, y puso esa cara de no aflojar el codo porque ya me dio la mano y yo soy una abusiva, entonces me soltó la mano, el codo y la teta, pero no la manzana y se fue, y la pregunta realmente importante es: ¿por qué no se lleva todas sus cosas?, o será que las cosas que yo creí que eran sus mejores cosas no lo son, y me las deja por pena o por recuerdo o por esas situaciones que tienen las relaciones cuando acaban, y es mi relación número un montón porque he tenido muchas y creo, creía que esta era la mejor; uno es así, la vida es así, cuando por fin crees que todo anda bien viene otro y cree que por que te dio la mano ya te estas agarrando del codo y no sólo, sino de todo lo habido y por haber; en fin, está más claro, yo misma me lo digo: «hay que leer entre líneas», entender que la fuerza de la costumbre hace que él vuelva y picotee y brinde manos, ya no es culpa

que me emocione y quiera volver, volver, volver. O ¿sí es mi culpa? Claro que es mi culpa porque soy una loca obsesiva a la que deberían encerrar definitivamente, pero no es para tanto... Entonces decido jugar al jueguito aquel de hacerme la interesante cuando vuelva o me le encuentre, y como demora tanto en regresar (o quizá tenga pensado ya no volver nunca) voy a su encuentro: afuera de su oficina lo espero con la tonta idea de decirle que tenía que hacer un papeleo por ahí y que aprovecho para pasar dejándole su álbum de fotos tan querido que no entendía por qué lo había dejado en casa, nuestra casa, la casa del amor.

Pero sigue viniendo y picoteando, hasta me agarró el seno la otra mañana mientras que con la otra mano llevaba a su boca una manzana Eso pensaba y me daba de golpes contra el tubo del bus al que me apoyaba, al triste y apestoso bus al que me subí para este tan extraño encuentro del que ya me estaba arrepintiendo a la cuadra de llegar, todo lo que había planeado decir era simplemente estúpido, pero ya estaba tan cerca y decidí nomás actuar con toda la indiferencia necesaria y espontaneidad posible. Llegué, no tuve que esperar mucho, en seguida estaba ahí y tan hermoso como siempre; estaba ahí con su terno mal planchado, su extraña flacura que parece fuerte pero la verdad no lo es, y sus zapatos llenos de arrugas mal amarrados, el peinado de siempre con demasiado gel, como un casco de pegamento

brillante que tanto me gustaba despeinar, y me acerqué. Me miró con tanta pena, de esas penas que llegan a ser lástima pero que uno no puede aceptar, aunque en el fondo se sabe y qué vergüenza. —Solo quería entregarte esto, dado que estaba por acá, ya sabes, Quito es tan chiquito y quería aprovechar, y es que te echo de menos, esa es la verdad. —Pero si ya ha pasado tanto tiempo y tantas cosas… —¿Cosas? —Sí, cosas —Pero dejaste lo más importante… —No, no dejé nada. Y me di la vuelta porque la cosa se estaba poniendo complicada y dudosa, y esperé que me sujetara, que me agarrara, que me cogiera, que me gritara o aunque sea que dijera mi nombre, pero cuando voltee ya no estaba, y sigo creyendo que me está viendo la cara de gil, y sigo esperando que venga a ver sus cosas importantes que por algo las dejó, y esa idea no me la quita nadie de la cabeza.

Silvia Stornaiolo (Quito, 1980) ha realizado estudios de Historia del Arte, Literatura, Psicología y Pedagogía. Ha publicado el libro de cuentos Cuerva Críos (2010) y las novelas: Tanta Joroba (2011), Tenga (2012). Forma parte de las antologías: Palabra Nueva; Antología de Literatura Ecuatoriana y Tiros de gracia; La Neoficción Ecuatoriana, así como de la antología de cuentos de la Campaña de Lectura Eugenio Espejo. Ha participado en varios encuentros literarios a nivel nacional e internacional. Es editora de la CCE.

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Rafael

Díaz Ycaza

Lluvia cuento

¿

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De dónde saqué fuerzas yo, Pastora del Rosario, para echarme en los hombros a Miguel y atravesar el pueblo con mi carga, hasta la casa del padrecito? Yo misma no lo sé. Miguel se me estaba muriendo desde hacía varias horas y no quedaba nada que hacerle. Había estado el doctor y no quiso ya darme esperanza, meneó solamente la cabeza y dijo: «El hígado lo mata», y algo así como que estaba hecho una piedra. Le puso una inyección y se marchó con prisa por seguir en su cama, ansioso de respirar el viento de la calle. Porque la verdad es que Miguel estaba empezando a presentar ese olor de los que pronto van a ser cadáveres. Pese a todo, yo moví a las vecinas. La más cercana se halla a cuadra y media, porque vivo a la salida del pueblo, en una choza tan vieja que ya ni el dueño se acuerda de que

Escritor guayaquileño, periodista, catedrático y ex presidente de la CCE núcleo del Guayas. Publicó ocho libros de poesía, dos novelas y seis obras de cuento. En 2011 se le otorgó el Premio Nacional Eugenio Espejo. Anteriormente había obtenido los premios Aurelio Espinosa Pólit (1985) y José de la Cuadra (1960). Dirigió las colecciones Ariel Juvenil, Ariel Universal y Letras del Ecuador. Perteneció al grupo Madrugada. En 1958 fundó el Comité de Escritores Partidarios por la Paz. es suya. Desde la una a las tres de la mañana, la señora Perpetua me dio una mano con sus medicinas: —Pastorita: pruebe agua del carmen colocada en un paño encima del padrejón, agua de boldo y zumo de cáscara de naranja. Con agua de borrajas, peores muertos he visto yo salir andando. Hay que darle las gotas a las cuatro, la infusión a las dos, las aplicaciones y las inhalaciones y las hojas y los filtros y las esencias y los ungüentos y las bebidas y las pomadas. Hasta mañana, que hace un sueño bárbaro, Pastorita, y, Dios mediante, verá cómo se salva. Pero mi hombre lanzaba un aire fétido por la nariz y la boca, igual que todas las personas que, en mis cuarenta y dos años, he mirado morir. ¡Cómo estaría que ni siquiera rezongó, ni se movió hacia un lado, cuando le puse la colcha de lana sobre las piernas frías y huesosas, él que siempre se acostaba desnudo, sí, desnudo como me están oyendo, sin miedo a los mosquitos ni a la pulmonía, y de noche tenía

que rogarle: “¡Miguelito, póngase cuando menos una prenda!”. Luego, le di vuelta, hasta que la cabeza estuvo al borde de la cama, y lo tomé en mis brazos. ¡Cómo estaría de flaco, que lo pude levantar sin dificultad! Abrió, entonces, los ojos encapotados por la enfermedad, y me dijo: «¿Qué pasa?». Le respondí: «Nos vamos a donde el padre, a que te dé los santos óleos». No tenía ganas de mentir: «que te vas a salvar; que no es nada malo; que vas a ver cómo se te pasa»; además me estaba mirando en una forma que no permitía que dijera mentiras. Me decía su mirada que no le fregara la paciencia; pero yo por primera vez no quise comprenderle ni obedecerle, sino ponerlo en paz con la religión. Era un abuso, lo sé, pero no había manera de que hiciera otra cosa. Y eso a pesar de que Miguel no se llevaba con el padre; hasta puedo decir —¡y que Dios lo perdone— que le tenía mala voluntad: —Acuérdate, Pastora, de cuando vino al pueblo tu gran padrecito. Era un mozo de casi dos metros, blanco, de ojos claros y melena larga como la de Jesús. No sé, pero bastaba verlo para saber que era un hombre de Dios. Dicen que era tan pobre que tenía una sola sotana; pero de lo que estoy seguro es de que no tenía más de dos, porque en una maletita venía trayendo su ropa y las cosas que se emplean en la misa. No es porque yo sea así, pero me gustan los hombres como él era entonces: muy poco diente, apenas una sopa al día y un arroz con menestra, o a veces ni siquiera eso; a veces solamente comía unos porotos o un puñado de arroz y por eso era tan delgado. ¡Míralo ahora, después de nueve años, parece que se fuera a reventar! Luego, Miguel aludía a las mozas casadas y solteras y a la viejas que se peleaban por atender al cura, por coserle sotanas, tejerle buzos


memoria para el frío y lavarle la ropa interior inmaculada y los pantalones brincacharcos. Salía de sus palabras un penetrante olor a cera derretida, a pasiflora y a perfumes oleosos. Miguel se entusiasmaba con el tema: —Esa pandilla de mujeres de sacristía lo hizo creerse un dios. Se disputaban por escarmenarle la melena, le llevaban en consulta sus problemas hogareños de la mesa y de la cama; preferían pelear con sus maridos o enamorados, antes que abandonar al consejero. Por eso, el padre se fue volviendo malcriado y engreído como un niño. Ya no solicitaba las limosnas, sino que las exigía; insultaba y amenazaba a los que no tenían dinero para darle, o no querían darle, simplemente. Entre los mimos de esas viejas se fue llenando de grasa y endureciendo. Cuando tuve en mis brazos a Miguel, comenzó todo a caminar con lentitud insoportable. No sé lo que me pasa, pero cuando tengo más apuro es cuando algún resorte se me descompone y mis movimientos son más demorados. Recuerdo que escuché el golpear de una gota, redonda, pesada, sobre el techo de zinc, y yo en lugar de echarme el flaco cuerpo sobre la espalda y arrancar a correr, me senté en la cama, a soplar despacito para apagar la vela encendida en la mesa. ¿Llamar al padrecito? ¡Qué iba a salir él de su casa a esas horas de la madrugada! —¡Válgame el Redentor, qué abuso! ¡Para qué vine a sepultarme de cura en este pueblo sórdido donde todos se mueren a la madrugada! Están con esas fiebres contagiosas y con esas disenterías que matarían a un burro, y esperan a la hora final para llamar al sacerdote. ¡Y en vida qué, y qué cuando están sanos, derrochando salud y bebiéndose el dinero en aguardiente, persiguiendo a las mujeres de los vecinos y acostándose entre su propia gente.

¡Dios me libre! Entonces ni se aparecen por la iglesia ni se les ocurre que hay un padre de todos que se halla en lo alto tomando nota de sus mataperradas y de sus faltas a la Religión y a las Leyes de la Santa Madre Iglesia. Me quedo en el templo media hora después de las oraciones, dando vueltas de arriba para abajo, reviso los altares, para ver si la conciencia negra de algún fiel ha colocado en ellos un billete; entro y salgo de la sacristía, pero nada. Luego, en mi casa, me pongo a fumar la pipa muy despacio, una o dos horas, dando tiempo a que vengan a llamarme, pero en cuanto me meto bajo la colcha tibia y me confío en los brazos del Creador, empiezan a buscarme para bautizos o para dar la extremaunción. Yo también soy un hombre y necesito ocho horas de sueño, ocho horas bien completas, porque el que tiene una misión sagrada es como una batería que en el santo contacto se descarga. No señora, no voy. No, don Policarpo; no, doña Pompeya. No molesten, niños, que no voy a ir. Díganle al enfermo, o al morito, o a quien sea, que desde aquí los estoy acompañando con mis oraciones. ¿Si iré? ¡Claro que iré mañana, después de misa! ¿Pedir ayuda? Me volví nomás a echar el hombre a las espaldas y me largué a la noche, mientras empezaban a caer más seguidas las gotas de lluvia. Pasé por la cantina, y nadie. Por la casa de la señora Merceditas, la que acostumbra quedarse hasta tarde con amigos, pero la ventana de su cuarto estaba en penumbra. Era raro: no me pesaba mucho la carga, sino que me quemaban su frente y su mejilla apoyadas sobre mi pescuezo. Me caí dos veces, la primera en una zanja que hay frente a la peluquería de don Sánchez, y la otra al subir la vereda de la escuela. Entonces, lo sentí pesado como si estuviera lleno de plomo; cerré los

ojos cuando nos caímos, y en lugar de ponerme a llorar, dije malas palabras. Hubiera querido entonces que Clemencia, la que me quiso quitar a mi marido, lo soportara bajo su cuerpo lindo, cuando se me habían desarticulado las caderas, cuando en media lluvia yo sudaba a chorros y en lugar de la espalda, sentía una plancha quemándome. Maldecí muchas veces, en voz alta, del pueblo y de la gente; de todos los empollerados y las gallinas que se acuestan a las siete; de la noche cerrada y de la lluvia. Me respondían las lechuzas y los perros. Llovían chuzos, cuando llegué a la casa del padrecito, con Miguel a cuestas. Haciendo un gran esfuerzo, corrí hasta el pequeño portal, a fin de guarecernos de la lluvia. Pero la protección era muy poca, pues hay un maldito caño frente al cuadrado donde nos guarecimos, por cuya boca brotaba un chorro grande, roncador como un mero. Me puse a gritar durante una eternidad. Al primer grito, alguien se movió en el piso alto de la casa que ocupa solamente el religioso: ¡PADRECITO!, pero después fue un gran silencio arriba, mientras gritaba hasta enronquecerme. Me quemaba la fiebre de Miguel, a quien acosté sobre mi cuerpo, para que no sintiera el frío del cemento. Él, entonces, se puso a decir cosas del pasado, de cuando éramos jóvenes; de años tan bellos que me parecía no haberlos vivido; historias que pensaba ya olvidadas. Me hacía sentir de nuevo Pastorita del Rosario, la mujer que prefirió a Miguel entre todos los hombres, y que volvería a preferirlo aun como estaba: hablando con una voz que daba pena. Cuando me di cuenta de que hablaba cosas como para morirse, me puse nuevamente a gritar durante mucho tiempo, hasta que mi hombre se fue poniendo frío y tan pesado que tuve que luchar para quitarlo de encima de mis huesos.

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Hugo

Salazar

Tamariz Rodolfo Salazar Ledesma

H

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ugo Salazar Tamariz habría cumplido este 2 de septiembre 90 años, y este 31 de enero de 2014 serán 15 años de su muerte. Si se tiene presente que dentro de poco en Ecuador se realizará el 18 Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes 2013, es preciso recordar que su libro Poemas desnudos, en el que se incluyen poemas como ‘El hombre’ y ‘El elogiado’, es un testimonio de su experiencia como parte de la delegación ecuatoriana que participó en 1955 en el V Festival celebrado en Varsovia, Polonia, y cuyo lema fue ‘¡Por la paz y la amistad!’. A decir del poeta Carlos Eduardo Jaramillo son «de lo mejor que se ha escrito en lengua universal contra la paz armada, en nombre de la paz esencial y solidaria», y son «caudalosos cánticos dignos de figurar en cualquier antología de poesía castellana». Este libro fue publicado en la Casa de la Cultura Ecuatoriana en 1958, hace 55 años. Los poemas que se incluyen son: ‘Declaración’, ‘Epístola a Neruda’, ‘Recado al compañero plural’, ‘La muerte en la paz’, ‘Oración para la niña desoída’, ‘Nosotros’, ‘El camino’, ‘Conciencia’, ‘El elo-

giado’, ‘El hombre’, ‘Poema por los muertos de Oswiecim’, ‘Elogio de la calle Marszalkowska’, ‘Varsovia imponderable’, ‘Carta en alta voz’, ‘Llamamiento’.

EL HOMBRE (fragmento) Hay que pegarle al hombre / darle duro / con algo duro / ímprobo/ tremendo / para que diga: / sí / acepto / estoy conforme. Es preciso correr hasta las llamas / y traerlas intactas / para quemarlo como a la paja / como a los colchones apestosos / como a la maleza. Es necesario / imprescindible / acudir al acero / y sobornarlo / hasta que tenga forma de cadena / hasta que apriete / hasta que duela mucho. Hay que conseguir piedras / muchas piedras / de variados tamaños / todas llenas de aristas / de puntas / de heridas / para moler al hombre / cuantas veces pretenda negarse / decir: / no, / ¡quiero justicia!

Para el autor, un hecho relacionado con este poema representó quizá el más grande homenaje que pudo haber recibido, al enterarse, en el año 1975 en el Encuentro Latinoamericano de Escritores celebrado en Guayaquil, por medio de un escritor mexicano, que el texto circuló masivamente en las manifestaciones realizadas en México en el año 1968. Al respecto manifestó: «Una de las satisfacciones más intensas de mi vida me la proporcionó un amigo mexicano al informarme hace poco tiempo que para la época trágica de la matanza de Tlatelolco por parte del gobierno de Díaz Ordaz, en 1968, los estudiantes y el pueblo habían distribuido con mucho entusiasmo cerca de 15.000 ejemplares de un poema titulado ‘El hombre’, que no tenía pie de imprenta ni nombre de autor, pero que luego pude constatar que se trataba de mi trabajo publicado en el libro Poemas desnudos. Jamás pensé que mi pensamiento pudiera tener tanta proyección». Del poema, Hernán Rodríguez Castelo ha dicho que es: «grito grave, altivo, insobornable, frente a una América Latina donde la tortura ha llegado a ser instrumento ordinario de gobierno en ciertas la-


memoria titudes y los sectores oligárquicos acuden a todo para perpetuar sus privilegios». Rodrigo Pesántez Rodas ha opinado que es: «una obra frenética y madura, acariciante por humana y desgarradora por veraz, de verso entrecortado y escalonado». Poemas desnudos junto con el libro El habitante amenazado son considerados sus dos principales obras dentro de la poesía —género con el que se dice alcanzó sus más altos logros— y le dieron la posibilidad de ser considerado «una de la más altas cifras de la poesía nacional», donde «pone de relieve un virtuosismo y profundidad en la creación con una obra comprometida y orientada hacia la libertad, la justicia y la dignidad humana». Esperemos que el mensaje de su obra y el testimonio de su vida estén presentes en el festival programado que se realizará en Ecuador en diciembre de 2013, que las causas de libertad, justicia y paz sean para los jóvenes participantes los valores por resaltarse, así como lo fueron para Hugo Salazar Tamariz. A criterio de otro gran poeta, Efraín Jara Idrovo, HST «fue hombre de convicciones políticas radicales, se mantuvo leal con ellas y a lo largo de su vida luchó por un país donde reinara la justicia y la solidaridad humana, premisas y aspiraciones que constituyen, fundamentalmente, la temática de toda su obra». HST participó en el V Festival cuando tenía 32 años, en toda su obra y a lo largo de su vida mostró

coherencia humana y política, fue hasta sus instantes finales alguien que se mantuvo al tanto de lo que sucedía en Guayaquil, en Ecuador y el mundo. Para finalizar, quiero compartir este texto que si bien no aparece en el libro Poemas desnudos, también da testimonio de su participación en aquel festival celebrado en 1955, en el que hay pasajes que aún hoy son de enorme actualidad.

Reportaje sobre el V Festival Hugo Salazar Tamariz

V

arsovia, 1955. Sí, Varsovia, la capital de Polonia. Allí, junto al Vístula de suave corriente tersa y apenas rumorosa. Una Varsovia que invita

a ser amada entrañablemente, en la cual los restos de la barbarie nazi están todavía a la vista, diez años después de la liberación por el Ejército Rojo, pese a que se ha realizado un trabajo de reconstrucción que sólo dentro del sistema socialista es dable y real. Porque la ciudad destrozada por la crueldad hitleriana, va limpiando las abrumadoras ruinas y convirtiendo la gran urbe de Chopin en una hermosa ciudad de amplias calles y avenidas, de parques inolvidables, vastísimos, que son como el campesino en mitad del tráfico gigantesco de una capital moderna. Pues, sí: Varsovia en 1955. Y nosotros, hombres jóvenes de un lejano y joven país, el Ecuador, en ella. Respirando su aire fresco de verano, sintiéndonos como deslumbrados en esta vieja Europa sacrificada en las guerras de rapiña y conquista que durante milenios fraguaron y desataron los explotadores del hombre, las minorías rapaces, lúbricas y ociosas. Al comienzo, en los primeros días, era difícil hacerse a la idea de estar en Varsovia. De haber atravesado el anchuroso Atlántico y gran parte del continente viejo. De haber estado en países cuya economía no lograba aún reestructurarse simplemente porque todavía los regímenes capitalistas dominaban en ellos. En cambio, desde la entrada en Checoslovaquia, todo cambiaba, el ritmo era diferente, el ambiente otro. Pese, como recalcamos, a los innúmeros problemas que la reconstrucción había cargado sobre los hombros de pueblos que durante años de años presentaron una resistencia heroica a los invasores de su patria.

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Mas, poco a poco, ya nos íbamos ambientando. Los continuos encuentros con numerosos grupos de jóvenes que llegaban desde los puertos imaginables del planeta, vistiendo muchos el traje regional, se nos iban metiendo en el corazón y en la cabeza, con un sentido nuevo y vigoroso, amplio y de incontrastable sentido y trascendencia humanos. Fraternidad que nacía desde lo más íntimo del pensamiento, supuesto que en todos los pechos latía la justicia, la cultura, el bienestar para todos cuantos habitan la rugosa y ardua corteza terrestre; además, en todas las miradas una decisión inquebrantable de entregar la vida y todos los esfuerzos de muchos años a la liberación de capas cada día más y más amplias del pueblo que, en países sometidos a métodos de explotación imperialista, colonialista, capitalista, se debatían en condiciones que repugnan los más elementales principios humanos y de convivencia civilizada. Y luego desde el 31 de julio, el despliegue de espectáculos programados por el Comité Preparatorio Mundial. Espectáculos que incluyen todas las manifestaciones de la cultura y del deporte. Algo que no se puede concebir junto sino en poquísimas y contadas ocasiones. Privilegio que lograba esa juventud de 30.000 personas sólo por el hecho de que en ella había que concitar el amor supremo a la paz, a la coexistencia pacífica de los pueblos, a la visión serena de la realidad que viven los pueblos de régimen socialista que, diariamente, son víctimas de una propaganda interesada y emanada de los servicios de prensa que son apéndices de las grandes compañías financieras, bancarias y políticas de un mundo condenado a morir por el desplazamiento lógico y científico de la historia de los pueblos y la humanidad.

En un clima propicio a la fraternidad, a la amistad sincera, al apretón de manos que se da sin reservas, se veía, materialmente, abrirse la rosa de la paz. En las calles, el espontáneo carro que entona las canciones que son patrimonio de arte de pueblos en cuyas existencia soñamos como una leyenda imposible de materializar. Esos rostros plenos de serena resolución y de filial al hombre de toda la tierra, dándose en sonrisa amplia, invitadora, fresca.

Los continuos encuentros con numerosos grupos de jóvenes que llegaban desde los puertos imaginables del planeta, vistiendo muchos el traje regional, se nos iban metiendo en el corazón y en la cabeza, con un sentido nuevo y vigoroso, amplio y de incontrastable sentido y trascendencia humanos. Conciertos, exposiciones, danza, ballet, teatro, cine, los deportes y las competencias juveniles. Los encuentros entre juventudes de Asia, África, América Latina, de Europa y Norteamérica realizados en lugares abiertos, acondicionados con un gusto exquisito y pleno de sugerencias. La esplendidez de los varsovianos y de los polacos, que procuraban que los jóvenes visitantes estuviesen siempre rodea-

dos de comprensión, de afecto, de fraternidad. Siempre alguien listo para guiar nuestros pasos por lugares donde la historia se había detenido en sus momentos ‘estelares’, a conducirnos a los sitios de más tierna y enorgullecedora memoria para propios y extraños. La ciudad abriéndose en un brazo inolvidable. Y, a la vez, las invitaciones para ir a los lugares donde la guerra dejó sus fantasmas aterradores, sus huellas profundas, esa sombra de vergüenza interminable, de exterminio, de ludibrio. A esas zonas donde está de pie el ejemplo para todas las generaciones de hoy y de mañana. Allí donde el hombre no puede llorar sino, apretando las manos, mordiéndose los labios, sintiendo apretársele el corazón, jura que hará individual y colectivamente todo lo que esté a su alcance por no admitir el paso agresivo de los ejércitos, el estallido de las monstruosas armas nucleares, la devastación de la casa de los hombres, el asesinato de millones destinados al trabajo, a la ternura, al amor, a la vida, en fin. Quince días del Festival de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la Amistad Mundiales. Quince días que periódicamente se repiten cada dos años, llamados con un toque de fraternidad insuperable a todos los jóvenes, hombres y mujeres del mundo, a conocerse, comprenderse y respetarse. Gloriosos acontecimientos llenos de júbilo, de encanto, de sorpresas agradables e inolvidables. Festivales que representan efectivos pasos para la consolidación de la paz en este planeta donde todavía existen fuerzas guerreristas, revanchistas y criminales, que atentan contra el futuro de los hombres. Pero la paz vencerá y colmará de felicidad, de progreso, de justicia y cultura a los que vienen después, por los cuales debemos luchar encarnizadamente contra los feroces enemigos.


Milton Estrella (Ecuador)

eScultura 2013

Héctor Welschen (Argentina) Carlos Pozo (Ecuador)

José Antonio Cauja (Ec)

Eddie Crespo (Ec.)

B José Miguel Cárcamo (Chile)

Helena García (Ec)

Howard Taikeff (EEUU)

Luis Viracocha (Ec)

ajo el eslogan La Casa eScultura 2013, del 19 al 28 de julio se realizó el Tercer Simposio Internacional de Escultura Monumental en los espacios verdes ubicados frente al Edificio de los Espejos de la CCE. Nueve escultores de dos continentes moldearon treinta toneladas de piedra mármol e hicieron realidad el Parque de las Esculturas de la Institución que enriquecen el patrimonio escultórico del país. El simposio se realizó con las colaboración de Cecal (bloques), Black Diamond (discos de corte y pulido), Husqvarna (carpas y maquinaria), Ejército Ecuatoriano, Policía Nacional, Su Ferretería, La Gran Banda Amiga y Acción Colectiva del cantón Mejía.

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Un

destino L

as dudas acaban con el escritor, lo golpean bajo, le aflojan las rodillas y lo dejan a merced como un títere sin hilos, un despojo sobre el escenario, sobre la hoja en blanco. Cada noche, mientras las sombras devoran sus ojos, el escritor pierde y recupera la luz, surca olas incompresibles, halla un adjetivo, un verbo, y es feliz. Pero enseguida la armonía se rompe con la imperfección y el fuego interior crece con la rabia y la impotencia. Hay escritores que se embriagan con la noche frívola y la fama, son afectos a la simulación y a la mascarada social (Truman). Otros, anacoretas o eremitas, abominan el carnaval de la farsa y la barbarie, se incomodan con sus danzas de monos, procuran (aunque no lo logren) huir al refugio de su pequeña cabaña, eligen la soledad y una isla como estatuto personal (McCarthy, Salinger, Pynchon). El escritor batalla consigo mismo, y no alcanza el sueño, es un perfeccionista tropezando con las ramas del oscuro sendero. Nadie lo salvará. ¿Quién podría echarle una voz de auxilio en el bosque? ¿Quién le ha impuesto esta condena? ¿Condena? Mejor sería decir —lo ha dicho el sabio Borges—

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Salinger

Charles Bukowski

un destino inaplazable: escribir cada palabra, pulir la tosca piedra, buscar agua dentro de ella, enceguecer encontrando ese capítulo y cambio de luz que lo salvarán del insomnio y la ansiedad. Porque al escritor no le cabe nunca el sueño realizado. Quemará siempre sus naves y volverá a empezar, como una fiera herida en la noche salvaje, olfateando una llave, el final del secreto. El escritor intentará huir de sí mismo, pero el destino no admite treguas, y su vida será volver a girar sobre la misma hoja ya escrita mil veces, hasta enloquecer y fallar, hasta sentir que la derrota es la publicación. El escritor se aísla, no quiere saber del mundo y se mete en su cama, como Juan Carlos Onetti, lobo estepario convencido del fracaso irremisible, del desencuentro humano. El escritor puede ocuparse de los más diversos oficios laborales, acosado por las dudas y por las deudas, obsesionado en ganar un pedazo de tiempo en el día, para leer o para sentarse ante la máquina de escribir, aunque no escriba nada. London recogía conchas; Raymond Carver surtía gasolina; Hank Bukowski, reparaba pedales de bicicleta; Roberto Arlt insistía en inventar unas medias de nailon irrompibles, Daudet era maestro de colegio.


El escritor no sabe calcular el álgebra del poder y la corte de sus perros, como lo probó el maestro ciego de El Sur, cuando el gobierno de turno lo designó «Inspector de mercados de aves de corral». El escritor muere tuberculoso, abominando sus manuscritos, como lo padeció K, el iluminado de Praga: joven genio sin esperanza. Nadie sabía en su oficina que K era un escritor, amante de los repetidos vasos de leche, aplastado por la palabra de su padre, atormentado por el ánimo de borrar su propia imagen con un puñado de palabras. ¡Quémalas! ¡Destrúyelas!, había pedido a Max Brod, su albacea. El escritor está dispuesto a tomar la escopeta y echar por la borda el Nobel, como lo hizo el rudo campesino que vivió una fiesta en París y también el hambre del amor. El escritor mira una noche la vastedad del negro y entonces toma un carbón más negro todavía y raya las constelaciones de su mapa literario, al levante y al poniente, como lo hizo Billy: bautizando a su reino como Yoknapatawpha County. Don Miguel nos enseñó que el escritor está dispuesto a comer un membrillo y enloquecer hasta pensar que su cuerpo es enteramente de vidrio y que su título honorífico es el de un licenciado. Presunto demente, solitario, ensimismado, hubo un escritor (de nombre Robert) que un día de Navidad de 1956 paseaba cerca del manicomio de Herisau, donde había sido recluido en los últimos tramos de su vida. Luego, alguien —quizá un loco— lo halló muerto sobre la nieve. Junto a él, veo de pie, en gesto luctuoso a Los hermanos Tanner. El escritor —aunque viva en un cuarto de corcho— no tiene tiempo para seguir perdiéndolo y va en busca de él, de la memoria que se hace humo en su cabeza.

Porque el escritor no busca la frivolidad de su fatuo presente, y sabe que todo estilo es un barco que busca un muelle en la tradición y en los padres. Es menester recordar la fina ironía de Edith Wharton, el apego al whisky de Ray Chandler, la petulancia y discurso ampuloso del maestro Nabokov, la tristeza oscura de Mishima, el amor por los caballos de Sam Shepard, la obsesión por los cuerpos mutilados y el punk de Dennis Cooper, la alegría juvenil por marcar un gol de Osvaldo Soriano, el amor incondicional por su esposa de Sandor Marai o la devoción por el cine negro de Manuel Puig y Javier Marías. El escritor viaja al fin de la noche y busca al día siguiente una bendición sobre la tierra. Es más lo que lee que lo que escribe, es más lo que quema que lo que publica. El escritor justifica su vida con el humilde (y a la vez honorable) ritual de cada día: un hombre toma asiento, empuña el estilógrafo y saluda a la hoja en blanco, su santuario. Juan Carlos Moya Escritor y periodista. Autor de la novela Caballos en la niebla y ganador del Premio Jorge Mantilla Ortega, primer lugar, por el conjunto de crónicas titulado: El oficio de vivir. La Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano le hizo merecedor de una beca de estudios con Ryszard Kapuscinski, en Buenos Aires. Ha trabajado en prensa, radio y televisión.

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Pedro Gil:

mariposas

en los pozos sĂŠpticos PaĂşl Hermann

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La gente ve que no tengo poses, que trabajando me he ganado un nombre. De hecho, hay personas que han viajado mรกs que yo habiendo escrito mucho menos.

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Yo he visto cosas horribles: hermanos que se acuestan con las hermanas, mujeres embarazadas que buscan dosis de madrugada. Eso de sacar belleza de la belleza es un lugar comĂşn, yo busco las mariposas en los pozos sĂŠpticos.

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Poética ¿Qué es la poesía? «Es una hembra que me ha dado hijos, me ha presentado buenos amigos y me ha dado de comer y beber gratis, porque con el pretexto de ser poeta, eso es lo que he hecho». Esa fue la respuesta que le di hace unos nueve años más o menos al Conde Martillo, en una entrevista para un diario nacional, que luego fue censurada por motivos que desconozco. Ahora, hablando con honestidad, no podría decir lo mismo, porque mi visión de la vida ya no es la misma. Sería interminable la lista de grandes poetas que han definido la poesía, porque cada uno lo ha hecho a partir de su temperamento, de sus vivencias. He ahí que alguno le ha dado un concepto enfermizo y otro un concepto vital. A propósito, alguien cuyo nombre no recuerdo decía que escribir es una maldición, pero que es una maldición que salva. Yo no comparto ese criterio, ¿sabes por qué? Porque para mí ha sido una bendición, porque me ha hamacado de los abismos, entonces llego a la conclusión de que la poesía es una buena mujer, porque sabemos que las malas mujeres te llevan a los placeres y los placeres terminan en la perdición total y ya estuve perdido durante muchos años. Soy un poeta que se ha hecho a sí mismo, mientras los otros iban a escuchar clases en la Católica, yo escuchaba historias de asesinos, pero escribía, le daba duro a la máquina. La poesía es la más hermosa de las mujeres que, con su caminar elegante, tiene que salir ilesa y bella de los callejones del infierno. La poesía es una mujer, y si la que escribe poesía es una mujer, no es que sea lesbiana, sino que allá entre mujeres se han de comprender. La poesía es una mujer llena de bendiciones; la poesía, como el amor, salva. A mí me salvó, lo dije en la locura y lo confirmo en la abundancia de mi sano juicio. 39


Correr el tupido velo:

la verdadera imagen de Alberto Tassara

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JosĂŠ y Pilar Donoso

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metrónomo

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Poesía Básica Extrechinato y Tú

The Essential Leonard Cohen

Live at River Plate AC/DC

Música rock muy elaborada y melódica, en la que se mezclan guitarras eléctricas y acústicas, teclados y hasta una pequeña orquesta, todo acompañado por la grave voz de Manolillo Chinato recitando sus poemas. Musicalmente nos encontramos con temas directos, complejos, elaboradas melodías, pasajes del más duro hard rock, temas acústicos o incluso épica orquestal.

Disco recopilatorio de Leonard Cohen lanzado en 2002, como conmemoración del trigésimo quinto aniversario del lanzamiento del primer disco del cantautor canadiense. Las canciones que lo integran fueron seleccionadas por el propio autor. En 2008 fue relanzado con un CD extra que contiene siete temas elegidos por los fans.

DVD en vivo de AC/DC, que documenta el Black Ice World Tour. Este nuevo material contiene imágenes de los tres conciertos brindados en diciembre de 2009 en el Estadio Monumental de River Plate (Buenos Aires). Cuenta con la dirección de David Mallet y Rocky Oldham como productor. Para la grabación se utilizaron 32 cámaras HD. El DVD debutó en el primer lugar de las listas en 17 países diferentes.


Joaquín Pinto:

Álbum particular y exposición

A

propósito de la presentación del Álbum particular de Joaquín Pinto por parte de la Dirección de Publicaciones de la Casa, los Museos de la Institución organizaron una exposición que reconstruye la ruta que el gran pintor quiteño realizaba cotidianamente. El recorrido empezaba en la Plaza de San Francisco, tradicional centro de reuniones de los quiteños, y terminaba en El Placer, sitio donde el pintor residía y tenía su taller. A lo largo de esta avenida hubo estaciones que mostraron, con base en el Álbum particular, la influencia que ejercieron en el artista capitalino pintores universales de aquella época como Diego Velásquez; sus estudios sobre perspectiva y proyecciones; fórmulas de elaboración de sus materiales de trabajo, y, por supuesto, los bosquejos y dibujos del autodidacta capitalino que, entre muchísimas otras cosas, se acercó a las

lenguas extranjeras para poder comprender los libros sobre artes plásticas que circulaban en Europa. La exposición reprodujo lo que pudo haber sido el atelier del pintor, y mostró artículos de uso cotidiano de aquella época, tanto en el hogar como en los talleres de artes, como platos, máquinas de coser, piedras de moler, morteros, frascos. La muestra incluyó, como era lógico, los trabajos de corte religioso del autor, sus estudios sobre anatomía humana y animal, sus dibujos de manos, naturaleza, así como miniaturas, acuarelas y retratos. En otro de los pasillos de la sala, se colocaron figuras de cartón que representaban a contemporáneos del pintor como Juan Manosalvas, Ramón Salas y Agustín Guerrero, así como personajes costumbristas. Respecto al Álbum particular, del que tanto hemos hablado en ediciones anteriores de nuestra publicación, es necesario señalar que se realizó un libro de gran formato a fin de poder incorporar notas explicativas. No sólo la portada y la contraportada, sino también cada una de las páginas interiores, muestran el Álbum en su formato original, 12 x 20,5 centímetros. Para poner al alcance de los lectores del país esta joya bibliográfica, Tania Dávila, la diseñadora, debió limpiar, durante dos meses, los sellos de caucho que habían colocado en cada una de las páginas del libro. La publicación y la exposición constituyen uno más de los esfuerzos mancomunados que realizan las direcciones de la Casa de la Cultura Ecuatoriana a fin de rescatar y difundir los más grandes aportes artísticos del Ecuador de todas las épocas.

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La mujer en el cine oficio, identidad y representación

En el nombre de la hija

ecuatoriano contemporáneo:

Paulina Simon Torres

H

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ablar de la mujer como tópico en una naciente industria cinematográfica como la ecuatoriana obliga, de algún modo, a comprender que vivimos en una época en la que aunque parece que los roles ya no pertenecen a lo femenino o lo masculino, tenemos todavía una televisión que atenta día a día contra la igualdad de género, por no decir que promueve un trato denigrante hacia la mujer. Nuestra programación regular caracteriza los personajes femeninos desde dos polos: el servilismo y la seducción. Frente a este espectro, el cine ecuatoriano contemporáneo, o mejor dicho, muchas de las películas ecuatorianas de ficción y documentales nacionales se han construido, con o sin intención, a partir de la renovación, reivindicación, reconstrucción de la mujer como personaje, como símbolo, como tema. Tenemos una historia breve, de los últimos diez años, en la que las

mujeres han sido en gran medida las protagonistas del cine nacional. Empieza todo con un grupo de productoras, directoras e historiadoras que ponen los cimientos para un momento como este en el que el cine ecuatoriano ha crecido en un 300%1 solo en lo referente a la producción fílmica y tiene además festivales de cine consolidados, archivos patrimoniales y proyectos de investigación, salas de cine alternas y escuelas de cine formadas y todo tipo de proyecto audiovisual conformado ampliamente por mujeres. Nos interesa primero abordar el tema de la mujer en el cine ecuatoriano en relación a los oficios, antes que a las historias del cine, porque vale destacar que en nuestro país los procesos, para llegar a lo que ahora tenemos, han sido largos, complejos y rudimentarios. Pero siempre, y desde los inicios, las mujeres han encontrado en los ámbitos laborales del cine un entorno de igualdad, en el que no han

sido discriminadas, ni relegadas. Las mujeres se han desempeñado en áreas creativas, técnicas, artísticas y administrativas en igualdad de condiciones con los caballeros. Y lo mismo ha sucedido en la política y la gestión cultural. Este cine de hoy se pavimenta con los esfuerzos de mujeres míticas como la productora Mariana Andrade, conocida entre los del gremio como ‘La comandante’. Fundadora de la primera y casi única sala de cine alternativo del país, a la que mantiene y sostiene en medio de un apabullante crecimiento de las salas comerciales. Andrade ha producido una serie de largometrajes, entre ellos uno muy particular, Blak Mama (2009), obra de realismo fantástico que se inspira en una mujer que busca que ‘sucedan cosas’. Wilma Granda, 30 años dedicada a la preservación del patrimonio fílmico en un país en el que la memoria audiovisual ha sido poco menos que invisible. Su tra-


bajo ha despertado la conciencia y uno de sus libros, La cinematografía, de Augusto San Miguel, que ha traído pistas sobre la historia del cine ecuatoriano y sus inicios en los años veinte. Lisandra Rivera I. productora y documentalista, se ha dado modos para levantar una serie de películas de ficción, al mismo tiempo que uno de los festivales de cine documental más importantes de Sudamérica, los Encuentros del Otro Cine, EDOC, y sus propias películas, dos testimonios históricos relevantes para la historia del país: Problemas personales (2002), sobre la inmigración ecuatoriana a España y su más reciente obra, La muerte de Jaime Roldós (2013), película importante que trae luces sobre la muerte de un presidente ecuatoriano en una época oscura para toda América Latina, ambas codirigidas con su compañero, Manolo Sarmiento. En referencia a la responsabilidad histórica y política que recae sobre los audiovisuales, una vez más nos referimos al caso de la televisión como un espejo empañado en el que nos hemos visto deformes, minimizados y caricaturizados como sociedad en los últimos 20 años. El cine, por su parte, ha propuesto nuevas lecturas posibles, ha reabierto expedientes, ha contado aquello que las historias oficiales apenas han dejado ver. Trascendente es el caso de la directora Fernanda Restrepo, una mujer que desde la tragedia familiar y su cine, pudo con su película Con mi corazón en Yambo (2011), contarle al país la historia de dos jóvenes desaparecidos a manos de la policía del Ecuador. Sus hermanos, dos chicos cuya desaparición ha sido una de las historias más conmovedoras, insólitas y macabras en los últimos 25 años en el país, se convierten, gracias a este valiente documento histórico, en una ban-

Pero siempre, y desde los inicios, las mujeres han encontrado en los ámbitos laborales del cine un entorno de igualdad, en el que no han sido discriminadas ni relegadas. dera de lucha contra la violación de derechos humanos y la impunidad. La cineasta Carla Valencia hace su parte en el documental Abuelos (2010), una construcción de la genealogía familiar atravesada por el amor, pero también por la muerte, cuando recupera uno a uno los vestigios de su abuelo paterno torturado y desaparecido en la dictadura militar chilena.

Yanara Guayasamín, la pionera del cine documental contemporáneo en el Ecuador, nos conduce con su obra De cuando la muerte nos visitó (2002) al reconocimiento de las tradiciones y los ritos de nuestra tierra. La muerte de su padre, el pintor Oswaldo Guayasamín, la lleva a encontrar algún sentido al dolor en el encuentro con lo ancestral. Su obra viaja en el tiempo hasta ponernos de cara a nuestra cultura prehispánica. El pretexto personal se conjuga con la necesidad de abrirnos los ojos frente a unas raíces que ignoramos por completo y que nos definen sin saberlo, de un modo muy particular. Guayasamín es una artista que vive su obra, que documenta procesos de largo aliento y revive visualmente utopías de todo un continente como sucede con su película Cuba, el valor de una utopía (2009). Pasamos a la ficción y reconocemos en la directora y guionista Tania Hermida a una de las mujeres icónicas en el cine ecuatoriano de la última década, sus películas Qué tan lejos (2006) y En el nombre de la hija (2011), además de ser esencialmente femeninas en su visión del mundo, han sido abanderadas del Ecuador internacionalmente. Qué tan lejos es hasta hoy la película ecuatoriana más taquillera que

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se ha hecho y que más tiempo se ha mantenido en cartelera comercial. Además, ha viajado tanto, a países tan distantes y a públicos tan diversos, que ha abierto una serie de posibilidades para el cine nacional de ficción. La importancia de la trayectoria de Hermida tiene relación también con el hecho de haber producido su ópera prima en un momento en el que no existía ningún tipo de fomento al cine. Apenas en 2006, después de estrenada Qué tan lejos, se aprobó la primera Ley de Cine en el Ecuador, que es la misma que hoy está vigente y gracias a ella existe un Consejo Nacional de Cinematografía y un fondo de fomento. La directora, que más tarde incursiona en la política, se involucra en los debates para las leyes de cultura y ofrece asesoría a la primera universidad estatal de cine y artes (que empezará a funcionar desde este año) ha estado en la mira de todos los actores culturales en el Ecuador luego de

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hacer un roadmovie en el que dos mujeres viajan por el Ecuador, país extraño, un poco ridículo y pintoresco y de contrastes sociales y de género criticables. En una metáfora de un país vacío de personas, de acontecimientos y

de sentido, las mujeres encuentran en sí mismas la fortaleza para seguir el camino, rebelándose frente a su supuesto rol en la sociedad. Tristeza o Teresa, el personaje protagónico es la rebelde por excelencia que deja en claro que una mujer puede, aunque esté confundida, poner el punto final de la historia donde le «dé la gana». En la segunda película de Hermida En el nombre de la hija, el sentido de liberación, independencia y solvencia intelectual está encarnado por Manuela, una niña que defiende el derecho a saber leer, a no diferenciar las clases sociales, a no excluir a los seres distintos y a la posibilidad de tener un nombre en el que esté contenida la esencia de ser una misma. Por otro lado está la directora, actriz y guionista Anahí Hoenei-

sen, que retrata una generación de mujeres que prácticamente ha perdido la guerra contra la rebeldía y se enfrenta a las pequeñas batallas cotidianas por superar la fragilidad de los lazos humanos. Hoeneisen, junto al codirector Daniel Andrade, ofrecen en su ópera prima Esas no son penas (2007), una mirada sincera a la clase media citadina y a la crisis de madurez e identidad de un grupo de mujeres aisladas en una ciudad sobre la que cae la niebla y esconde todo lo que se podría sentir, pensar o decir, pero queda flotando en el aire. En general, podemos ver en el cine ecuatoriano contemporáneo bastante justicia hacia los personajes femeninos, retratados por hombres o mujeres. En los últimos años, se aprecia una consistencia en la creación de protagonistas, heroínas o no, que viven de acuerdo a su generación, su edad, sus necesidades y su historia personal. Sean mujeres glamurosas o conflictivas, roqueras, punkeras o dealers, madres de familia o estudiantes universitarias existe casi siempre un trato honesto, claro, verosímil, y ante todo, lejano a la reproducción de roles estereotipados o machistas. Lucía (Leovanna Orlandini), en Mejor no hablar de ciertas cosas, de Javier Andrade (2013) aparece frívola, perfecta y bella, en medio de un mundo que se derrumba a su alrededor.

La llamada


En el nombre de la hija

Aurora (Anahí Hoeneisen), en La llamada, de David Nieto (2012), es una madre aturdida por los cientos de malabares que debe hacer para cumplir con su trabajo, cuidar de su hijo, su perro, su hermana y su madre, mientras circula por una ciudad caótica en un auto dañado. Antonia (Paulina Obrist), en Sin otoño, sin primavera (2012), de Iván Mora, es una ‘gozadora’, completamente desenfadada, mujer fatal, rota por dentro. Jessica (Cecilia Vallejo), en Impulso (2009), de Matero Herrera, está sola, es diferente, se aleja y descubre en lo sobrenatural el único contacto posible con lo humano.

Y como último dato, en agosto de este año en Quito se filman simultáneamente tres largometrajes de directores y productoras mujeres, sumamente jóvenes, que encabezan el listado de las nuevas óperas primas de la cinematografía ecuatoriana: Ana Cristina Barragán, Gabriela Karolys y Micaela Rueda. Un trío que ya ha filmado cortometrajes, documentales y que ahora son los nuevos talentos en los que se posan los ojos de la cinematografía nacional y de la región. Lo más relevante de este recuento es que la enumeración de personajes femeninos en sus entornos y con su problemáti-

ca, así como la de productoras, guionistas, directoras, actrices, iluminadoras, fotógrafas es cada vez más extensa e importante. La industria del cine ecuatoriano, que según muchos debates no se puede considerar aún como tal, sino apenas el quehacer cinematográfico o cada película como un hecho independiente, que agrupa poco a poco a varios gremios, es de cualquier modo imitable como un espacio de trabajo igualitario y como una práctica artística liberada de los clichés. 1 Desde 2007 hasta 2013 se han estrenado

24 filmes (11 de ficción y 13 documentales), según estadísticas del CNCine (Consejo Nacional de Cinematografía).

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su romanticismo sutil y sobrio, hasta los últimos que constituyen poesía pura, casi abastracta.

de la porque tiene imbricado en su corazón los arrestos, el dolor y la vida. Xavier Oquendo Troncoso

Título: La leve furia Autor: Christian Escobar Género: Poesía Editorial: CCE Colección: Casa Nueva Año: 2013 Páginas: 76

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Este libro de poemas es una suerte de bitácora de viaje. La voz poética de este cuaderno de textos es andariega y sosegada. Su camino está cimentado en los versos cosmopolitas que crecen en significancias existenciales, empíricas y filosóficas. Su autor no presume de audaz; él sabe que la autenticidad es la verdadera bandera que enarbola la vanguardia desde siempre. Sus poemas van por la senda segura por donde se alcanza lo que Juan Gelman llama “la insatisfacción”, que es justo lo que tiene todo poeta para seguir por el camino de la poesía. Escobar es poeta

José Proaño Muriel

das, secaré tus lágrimas, restauraré tu sanidad, viviré contigo y seré la empuñadura de tu poder porque yo soy el amor... El poeta reanuda la ronda y concluye: hoy podría ser cualquier momento, pero las huellas de esas palabras insurrectas me han dejado bellamente perdido. El eterno retorno. Mónica Bravo

Título: Huellas insurrectas Autor: José Iván Mosquera Bolaños Género: Poesía Editorial: CCE Colección: Casa Nueva Año: 2013 Páginas: 155 Del dolor a la oscuridad, de lo íntimo a lo cotidiano, del círculo a la vuelta, José Iván se subleva a sus fantasmas, a los que lo tienen preso de sí mismo, y reanda el camino pisando las huellas pasadas, aquellas sin sendero ni llave, sin olvido... Las huellas insurrectas le hablan al niño que ve la vida con color de niño, y al hombre que llora los sentimientos que le sufren; le ponen cara a cara frente a su sombra y le dicen: limpiaré tus heri-

Título: Poesía casa del ser Autor: Eloy Soria Sánchez Género: Poesía Editorial: CCE Año: 2013 Páginas: 279 Eloy Soria Sánchez nos ofrece su libro de versos tras años de insistencia de parte de los que conocíamos su maravillosa poesía para que la entregara al público. Este libro incluye versos de diferentes épocas y modalidades; desde aquellos límpidos de la primera juventud, tránsidos de

Título: Archivo Aravena Los escritores Imágenes de los 70 Autor: Jorge Aravena Género: Memoria fotográfica. Archivo Cinemateca Editorial: CCE Año: 2013 Páginas: 103 Jorge Aravena tuvo la sensiblidad y la inteligencia absolutamente desprejuiciada para intuir que un día cualquiera, aquel ser de hueso y carne que tenía frente a sus ojos podía convertirse en el referente de la más auténtica y genuina literatura ecuatoriana. Fue entonces cuando lleno de ilusión y quizás poseído por el demonio de la creatividad y la trascendencia, levantó su cámara fotográfica, calibró las lentes, buscó el ángulo más propicio de aquellos magos de la palabra fascinados por el vértigo o el escándalo de la impostura, enfocó la tormentosa seducción


que se perfilaba ante su mirada y, con una devosión casi mística frente a la revelación de lo posible, disparó el obturador para dejarnos tatuada en la conciencia la iconografía de una generación de hombres y mujeres, compatriotas nuestros, que se abría paso desde el fondo prehistórico de la memoria colectiva. Williamns Kastillo

Título: Transitando Huellas Editor: Fundación Mandrágora Género: Libro catálogo Editorial: CCE Año: 2013 Páginas: 204 Nuestro objetivo fundamental es recuperar la labor de aquellas creadoras que ya no están entre nosotras, pero que, sin embargo, siguen presentes en nuestra memoria; estrechar sus manos con las mujeres de nuevas y novísimas generaciones que han tomado la posta para avanzar. Un testimonio de vida a través de voces y rostros de mujeres creadoras que desde finales del siglo XIX hasta nuestros días nos abrieron el camino con su pensamiento y su accionar cargado de una fuerza auténticamente femenina. Susana Nicolalde

Título: El Pinar de Seguismundo Autor: Eliécer Cárdenas Editorial: CCE Colección: Letras Claves Año: 2013 Páginas: 170 Una desabrigada noche de febrero de 1956, Grijalba, secretario personal de Benjamín Carrión, convoca a los artistas en ciernes, Oswaldo Guayasamín, Jorge Icaza, César Dávila Andrade y Gonzalo Humberto Mata, con el fin de pedirles lo ayuden a evitar que el diplomático y escritor Gonzalo Zaldumbide se convierta en el binomio que Camilo Ponce Enríquez necesita para llegar a la Presidencia de la República, y salvaguardar de este modo, es decir, debilitando a las fuerzas de derecha, la continuidad de la CCE. Puesto que están fuertemente vinculados a la Casa, los artistas aceptan, aunque a regañadientes, formar parte del plan que Grijalba ha estructurado y del que se enteran al día siguiente en un almuerzo que celebran en el balneario El Tingo: deben apro-

piarse de cada una de las cuatro partes de la Égloga trágica, obra que Zaldumbide venera y que ha escondido en cuatro partes distintas del país por recomendación de Arellano, un conocido de su confianza, para evitar que un grupo de intelectuales de izquierda se la arrebaten y la arrojen al fuego en un ritual iconoclasta. A Oswaldo Guayasamín le corresponde asaltar la biblioteca jesuita de Cotocollao, y al polemista Gonzalo Humberto Mata, nombrado en la novela únicamente por las siglas G.H., el leprosario Verde Cruz, del barrio La Vicentina. Jorge Icaza debe hacerse con la parte que Zaldumbide ha ocultado en el Pinar, que es como nombra Cárdenas a Pimán, la hacienda que el diplomático tenía en Ibarra, y el tímido poeta César Dávila está obligado, a riesgo de perder su puesto como corrector de pruebas en la editorial de la CCE, a trasladarse a Malacatos, Loja, y sustraer su parte, de la iglesia parroquial. Primer libro de Letras Claves, colección dedicada a los escritores que sucedieron a los fundadores de nuestra literatura; libros de los buscadores de palabras que nos dejaron caminos de letras, palabras maduras para los nuevos lectores de nuestro tiempo. El Pinar de Segismundo se impuso por ser una

novela que tiene por escenario la Casa, nuestra Casa, a su fundador y a muchos de los artistas e intelectuales que en sus primeros años estuvieron adscritos a ella. Puesto que incorpora a la mayor parte de los artistas, intelectuales y políticos que tuvieron ingerencia en nuestro medio durante el siglo XX, en lo gráfico quisimos establecer un paralelismo con Sgt. Peper’s Lonely Hearts Club Band, disco que lo Beatles grabaron en 1967 y en cuya portada presentaron a las 80 personas, según su clasificación, más influyentes de todas las épocas. Al igual que el disco de los cuatro de Liverpool, el libro que ponemos en su consideración tiene en su última página la fotografía de portada, pero con números en lugar de rostros, para que el lector pueda identificar a los personajes. Es, por lo demás, un libro bello, de gran formato, grandes márgenes, mucho aire entre líneas, guardas diseñadas con logotipos de la colección, características pensadas para hacer de la lectura una experiencia mucho más satisfactoria. Lo mejor, hasta el momento, de la Dirección de Publicaciones, rincón de la Casa en el que sentimos pasión por los libros. (fragmento). Paúl Hermann

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tributo

Alfonso Barrera Valverde

está en su País secreto

N

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uevamente la muerte sorprende a uno de nuestros más valiosos hombres de letras y diplomático, Alfonso Barrera Valverde. Con Alfonso tuve la oportunidad de estrechar aún más los lazos de amistad en el 2011, cuando me correspondió editar su libro de poesía País secreto. Fueron tardes inolvidables de conversar y recordar, compartiendo con Raúl Pérez Torres y Jorge Enríquez Páez su palabra docta acompañada siempre con una copa de vino español. Fue precisamente Jorge, para entonces rector de la Universidad Alfredo Pérez Guerrero, quien auspició la publicación del poemario. Afirmó que en Tiempo secreto «permanece incólume su vocación por la libertad, su pasión por la palabra, su legado de amor y ternura, y esa inquebrantable esperanza de mejores días para la patria». Alfonso Barrera Valverde (Ambato 1929), abogado, escritor y poeta, fue también un diplomático de renombre tanto como canciller de la República en aciagos días que vivió el Ecuador, como embajador y delegado en misiones internacionales. En poesía ha publicado: Floración del silencio, Latitud unánime, Poemas, Testimonio, Del solar y del tránsito, La occidentalización de la poesía japonesa, País secreto. En novela: Dos muertes en una vida, Heredarás un mar que no conoces y lenguas que no sabes y Sancho en América, y la novela juvenil El país de Manuelito. En ensayo: El Derecho Internacional Púbico en América, Manual de extranjería y Hombres de paz en lucha. Sobre su obra dijo el poeta recién fallecido Eduardo Villacís Meythaler: «De sus innumerables viajes trajo la nostalgia, de su especialización en Harvard, la inteligencia filtrada hasta la penumbra de la confidencia de su permanente retorno hasta el niño provinciano de donde vino, ese espigar amoroso de las palabras en atados de versos que dan luz, alimento y perfume en las estancias donde regresa el recuerdo como padre de casa retrasado». Aunque para muchos es el novelista de Dos muertes en una vida y Heredarás el mar que no conoces y lenguas que no sabes, siempre preferiré al gran poeta de Floración de silencio. Latitud unánime, Del solar y del tránsito, Testimonio y Tiempo secreto, donde el gorrión urbano y las migraciones, la carreta caída y el alegato por la paz mantienen en alto, por igual, la voz del hombre, sus sueños, una inquebrantable solidaridad con el amor y con el dolor del mundo.

Patricio Herrera Crespo

MUERTE DEL LEÑADOR Y volveré a decir «esta es la Patria» cuando Juan Leñador muera de espalda, unido sin perdón a su madera. Recogerán su vista mientras todo transcurra en pleno día y más cadáveres, aguas arriba, inunden nuestros árboles. Así caerán él, su voz, un modo de convocar al viento, una costumbre de saludar a los demás en vano. Su conciencia, sus pies, siempre desnudos, se detendrán a recibir la lluvia. Se enterrará, sin apellido, un nombre. Los hijos lucharán contra el olvido; será tarde, sin duda, para amarlo. Él, con sus modos, irá haciendo sitio para sus fuerzas y sus manos útiles, mientras el vendaval, como cruel árbol, agite su follaje, lo disperse y retome el sonido en el exacto sitio donde el mal clima es un recuerdo. Todo seguirá igual. Bajo los bosques seguirán las planicies, las edades, transitadas por calcio y golpe eterno. Pero Juan Leñador no dirá nada. Ni cuando lancen tiera a sus pupilas. Ni cuando su mujer siga viviendo. Ni cuando el perro deje que sucedan las cosas en las noches y se tienda. Juan Leñador, qué bosque su mirada, qué viento tras un río su silencio, qué de metal la luz sobre su valle, cuántos hombres antes. Un día en él también será la Patria. Quizá sobre sus labios ya no queden ni piel intacta, ni gusano vivo sino el sabor de tierra irrenunciable que llevamos, sin duda, desde ahora.


VII Ciclo de cine de Bolivia en Ecuador 2013

Naciones lucha y

Sala de Cine Alfredo Pareja Ave. Patria, entre 6 de Diciembre y 12 de Octubre. cinematecaecuador@yahoo.com. Tel.: 2520075 ext. 306/113 cinematecaEcuador cinematecaEc www.cinematecanacionalecuador.com Jueves 3 17H15: San Antonio (Dir.: Alvaro Olmos) 19H30: América tiene alma (Dir.: Carlos Azpurua) Viernes 4 17H15 : Santos Marka T’ula (Dir.: Demetrio Nina) 19H30: El Regalo de la Pachamama (Dir.: Toshifumi Matsushita) Sábado 5 17H15: América tiene alma (Dir.: Carlos Azpurua) 19H30: San Antonio (Dir.: Alvaro Olmos) Domingo 6 16H00: Insurgentes (Dir.: Jorge Sanjinés) 18H30: Santos Marka T’ula (Dir.: Demetrio Nina)

Inauguración: Miércoles 2 de octubre, 19H30


Joaquín Pinto EXPOSICIÓN: DIBUJOS - ACUARELAS - ÓLEOS

Álbum particular 54

Museo de Arte Moderno y Contemporáneo Sala Joaquín Pinto Edificio de Los Espejos

DIBUJOS, BOSQUEJOS Y ANOTACIONES

Agosto a noviembre de 2013


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