Distribución gratuita
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¡Mi padre es un pintorsazo!
Ernesto Sábato
Adiós a Gonzalo Samper
Feria del libro Cuba 2014 Ecuador, país invitado
La rebelión metafísica de Albert Camus
Poesía - Cuento - Cine
Liset Lantigua, premio de novela
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Nos propusimos afirmar el mensaje que el ÍCONO de la CCE transmite: la huella de la mano, un gráfico que se repite intensamente en las culturas andinas ancestrales, que contiene una espiral infinita en lugar de líneas, que representa el tiempo, el trabajo, la creatividad, la sensibilidad, el amor, la ternura y, al mismo tiempo, nuestro paso por el mundo; mi paso por el mundo. El día del la fiesta de la cultura, HECHO EN CASA, nos dieron 1.681 manos deseosas, creativas, luminosas, reflexivas, espontáneas. Nos dieron 1.681 manos solidarias, dispuestas a la aventura y al juego del arte; curiosas, ávidas de ilusión. Nos dieron 1.681 manos que querían volar al futuro, o hurgar su pasado...
M U S E O S
editorial
«L
70 Años
a Casa de la Cultura no es una creación arbitraria. Hunde sus raíces profundas en la esencia de lo nacional», decía el Gran Señor de la Nación pequeña, y repetía: «la Casa de la Cultura Ecuatoriana es la respuesta alegre, optimista, como de árbol joven, seguro del poder de sus ramas y de la fecundidad maravillosa de la tierra en que se halla plantado». Esa Casa va a cumplir sus primeros 70 años. Y ha quedado demostrado, con la fiesta de la cultura HECHO EN CASA, del día sábado, que el lugar propicio, incluyente y libre, para llenarse de contenidos culturales y para multiplicar el pensamiento del arte ecuatoriano, en todas sus manifestaciones, es la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Espacio nunca más democrático que en la hora actual de revolución y participación, que se ha llenado de las auténticas expresiones de nuestro pueblo: canto, danza, teatro, música, literatura, mesas redondas, títeres, cine, para todo público. Todos dejaron su huella, huella indeleble, de identidad y compromiso, que nos compromete a ser cada vez más creativos, más imaginativos, para estar a tono con los vientos que soplan en Nuestra América. Casa incluyente, productora de esa nueva ideología que riega Ecuador y Nuestra América y que será capaz de movilizar el pensamiento más profundo de la sociedad ecuatoriana. Creo que esta Casa debe continuar siendo el espacio público del pensamiento libre, con sus tareas específicas de convertirse en un puente, en un espacio donde todas las manifestaciones de la creatividad humana se multipliquen y perfeccionen, encuentren su Casa, su ambiente natural, su primer hogar de aprendizaje y comprensión para luego catapultarse y afinarse en el entramado social para elevar su nivel profesional y su nivel crítico enriquecido en la realidad social que en el Ecuador y el mundo es multicultural, diverso y contestatario. Nuestra Casa es como debe ser la casa de todo el mundo: polémica, iconoclasta, cruzada por el amor, donde el viento de todos los pensamientos la agite y reverdezca. Donde el pensamiento de izquierda y de derecha diga su palabra, confronte, critique, reflexione. El pensamiento es dinámico y en la contradicción se enriquece. La Casa de la Cultura, entonces, deberá ser un espacio de reflexión libre, de discusión y crítica permanente de los hechos culturales que se generan en el Ecuador, en nuestra América y el mundo. Veinte mil personas estuvieron presentes este sábado 18 de enero para participar de la fiesta de la Cultura HECHO EN CASA en la que colaboraron más de mil actores culturales. Esta es la nueva Casa que presentamos al país, democrática, incluyente y solidaria, enriquecida por sus 70 años de historia.
número siete • enero 2014 Presidente Raúl Pérez Torres Vicepresidente Gabriel Cisneros Abedrabbo Director Patricio Herrera Crespo Editor Patricio Viteri Paredes Colaboran en este número: Freddy Ayala Plazarte, Antonio Correa Losada, César Chávez Aguilar, Fernando Escobar Páez, Eduardo Galeano, Liset Lantigua, Javier Lara Santos, Genoveva Mora Toral, Cristina Patzou, Lupe Rumazo, Paulina Simon Torres, Silvia Stornaiolo, Rubén Darío Tinajero, Edwin Ulloa, Sara Vanegas Coveña. Edición de textos Katya Artieda Diseño Santiago Ávila S. Portada Camarón que se duerme... Luigi Stornaiolo Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Dirección de Publicaciones Av. Seis de Diciembre N16–224 y Patria Telf.: 2 565808 Ext. 426 gestion.publicaciones@casadelacultura.gob.ec www.casadelacultura.gob.ec Quito–Ecuador.
casapalabrascce @casapalabrascce casapalabrascce@gmail.com
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índice
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La rebelión y la libertad en el pensamiento de Albert Camus, en un artículo del escritor Patricio Viteri.
La escritora mexicana Elena Poniatowska recibió el Premio Cervantes 2013. El escritor Edwin Ulloa analiza la vida y obra de la autora de La noche de Tlatelolco.
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Ensayo del poeta Freddy Ayala Plazarte sobre ‘La escritura en lo ausente’.
El príncipe, el más influyente ensayo político de Nicolás Maquiavelo, cumplió 500 años de haber sido escrito en la Florencia
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del Renacimiento.
Prólogo del poeta Antonio Correa Losada para el libro Bandada. Antología de la novísima poesía de Ecuador, presentado en la Embajada del Ecuador en Bogotá en diciembre pasado.
10 Reseña de la novela Me llamo Trece, de la narradora y poeta Liset Lantigua, ganadora del Premio Darío Guevara 2013 en literatura infantil.
14 El poeta y narrador Fernando Escobar Páez reflexiona sobre la poesía del ecuatoriano Juan José Rodinás (Rodríguez), ganador de la IV edición del Festival de la Lira (Cuenca 2013).
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La escritora Silvia Stornaiolo nos narra la alucinante vida con su padre, Luigi Stornaiolo, uno de los grandes pintores de nuestro país.
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Patricio Herrera Crespo analiza la participación de la CCE en la Feria Internacional del Libro de La Habana, Cuba 2014, que tiene a Ecuador como invitado de honor.
24 El escritor y bibliotecario César Chávez Aguilar evalúa la narrativa de Alice Munro, Premio Nobel 2013.
La periodista griega Cristina Patzou entrevista a Elicura Chihuailaf, poeta mapuche.
La última jugada, relato de Rubén Tinajero Ubidia, autor de cuentos y novelas.
28 La novelista y ensayista Lupe Rumazo reseña un capítulo inédito de Abbadón el exterminador, la extraordinaria novela de Ernesto Sábato.
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38 Paulina Simons examina la asistencia de los espectadores a las salas de cine donde se proyectan largometrajes ecuatorianos y la difusión del cine nacional.
Eduardo Galeano recuerda a Juan Gelman, el gran poeta argentino fallecido hace pocos días.
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48 Homenaje a Ubaldo Gil, escritor y editor que nos dejó a fines del año pasado y cuya memoria está presente en el artículo de Patricio Herrera.
16 Celebramos los cien años de la publicación de la novela Por el camino de Swan, primer volumen de la saga En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.
La poesía de Aurora Estrada y Ayala en un análisis de la poeta y crítica literaria cuencana Sara Vanegas Coveña.
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Digamos que fue un sueño, relato de Ubaldo Gil tomado de su último libro Amor más allá de Madrid (2013).
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Tributo del poeta Javier Santos Lara a Doris Lessing, Premio Nobel 2007, fallecida en noviembre de 2013.
51 Homenaje de Genoveva Mora al gran actor de cine y televisión Gonzalo Samper.
variaciones
Albert 3
La rebelión metafísica de
Albert Camus Patricio Viteri Paredes
A
cien años de su nacimiento, la vigencia moral de Albert Camus no ha perdido su claridad y fuerza, en un mundo que sigue despreciando la vida humana, en unas sociedades donde todavía existen seres hambrientos, explotados, torturados, desaparecidos, olvidados en campos de concentración. Luego de la Primera Guerra Mundial, la Europa cartesiana del Iluminismo se encontraba en ruinas y no existía más esa fe en el progreso continuo de la civilización hacia la verdad y la libertad, la paz y la prosperidad. La Segunda Guerra Mundial trastornó toda la geopolítica mundial y aniquiló, de nuevo, las esperanzas en la humanidad y su razón. Camus publicó El hombre rebelde* en 1951, un ensayo para intentar comprender su propio tiempo y, a la vez, reivindicar la rebelión como una de las dimensiones esenciales del hombre. El nacionalsocialismo alemán había demostrado que el nihilismo absoluto conducía a la destrucción del otro ser humano, sin ningún remordimiento. Y Camus discurre: «Si no se cree en nada, si nada tiene sentido y no podemos afirmar valor alguno, todo es posible y nada tie-
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* Las citas y parte de los textos provienen de la edición de Editorial Losada, Buenos Aires, 1978, traducción de Luis Echávarri.
Si la historia del hombre es una lucha continua entre opresión y rebelión, la solidaridad entre los hombres se funda en esta última. Para ser, el hombre debe sublevarse, y es a partir del movimiento de rebelión que tiene conciencia del ser colectivo, de que esa aventura es de todos. ne importancia. Nada de pro ni de contra, el asesino no tiene ni deja de tener razón. Se pueden atizar los crematorios como puede uno dedicarse al cuidado de los leprosos». El absurdo, según Camus, es el mantenimiento de esa confrontación desesperada entre la interrogación humana y el silencio del mundo. Pero, si no existe un significado para el universo y la vida, y se grita que no se cree en nada y todo es absurdo, ese grito es una primera evidencia, una rebelión: «La rebelión nace del espectáculo de la sinrazón ante una condición injusta e incomprensible». El esclavo, en el instante que rechaza la orden humillante de su superior, rechaza al mismo tiempo el estado de esclavo... La conciencia nace con la rebelión. Si la historia del hombre es una lucha continua entre opresión y rebelión, la solidaridad entre los hombres se funda en esta última. Para ser, el hombre debe sublevarse, y es a partir del movimiento de
rebelión que tiene conciencia del ser colectivo, de que esa aventura es de todos. Y esta rebelión es un lazo común que establece en todos los hombres el primer valor: yo me rebelo, luego nosotros somos. El filósofo francés afirma: «La rebelión metafísica es el movimiento por el cual un hombre se alza contra su situación y la creación entera. La rebelión humana termina en revolución metafísica. Marcha del parecer al hacer, del petimetre al revolucionario. Una vez derribado el trono de Dios, el rebelde reconocerá que esa justicia, ese orden, esa unidad que buscaba inútilmente en su condición tiene ahora que crearlos con sus propias manos y con ello deberá justificar la caducidad divina». El hombre ya
no acepta las perspectivas divinas, quiere respuestas humanas. Para Sade, Dios es una divinidad criminal que destruye al hombre y le niega, y el homicidio es un atributo divino; entonces, ¿por qué habría de ser virtuoso el hombre? Si Dios mata y niega al hombre, nada puede impedir que el hombre niegue y mate a sus semejantes. El «Dios ha muerto», de Nietzsche, no solo es una rebelión, sino una invectiva contra todo lo que aspira a reemplazar falsamente a la divinidad desaparecida. La empresa esencial de la rebelión consiste en sustituir el reino de la gracia por el de la justicia. Si Dios ha muerto, es al hombre al que le corresponde encontrar el orden, la dirección y la moral, es
decir la salvación en la tierra. Se trata de un misticismo sin Dios, que aplaca e ilustra la sed de absoluto del rebelde. Con la negación de Dios no hay, por lo tanto, más que un infierno y pertenece a este mundo; contra él es contra el que hay que luchar. La humanidad, alzada contra la condición de su creador, ha afirmado la soledad del hombre, la vacuidad de toda moral. Pero todos, al mismo tiempo, han tratado de construir un reino puramente terrestre en el que reinará la regla elegida por ellos. Sade y los románticos, Karamazov o Nietzsche no han entrado en el mundo de la muerte sino porque querían la verdadera vida. «Todo rebelde, con el mismo movimiento que le alza contra el opresor, aboga en favor de la vida, se compromete a luchar contra la servidumbre, la mentira y el terror, y afirma, durante el tiempo de un relámpago, que estos tres azotes hacen que reine el silencio entre los hombres, oscurecen a los unos para los otros, y le impiden que se encuentren en el único valor que puede salvarlos del nihilismo: la larga complicidad de los hombres en lucha con su destino». Si la aniquilación de lo viejo es el engendro del porvenir, el individuo no puede aceptar la historia tal como es. Debe destruir la realidad para afirmar lo que es, no colaborar con ella. Como bien dice Bakunin: «La tempestad y la vida, eso es lo que necesitamos. Un mundo nuevo, sin leyes, y por consiguiente libre», pues la voluntad de dominio, la lucha nihilista por la dominación y el poder no han hecho más que barrer la utopía marxista. El sueño profético de Marx y las potentes anticipaciones de Hegel o de Nietzsche terminaron suscitando, después de ser arrasada la ciudad de Dios, un Estado racional o irracional, pero en ambos casos
terrorista. Ya Koprotkin señalaba: «La palabra Estado es idéntica a la palabra guerra». El Estado burgués es el organismo de dominación de una clase sobre la otra. El Estado burgués se apoya en la policía y en el ejército porque es, ante todo, un instrumento de opresión. «Desde hace veinte siglos no ha disminuido en el mundo la suma total del mal. Ninguna parusía, ni divina ni revolucionaria, se ha cumplido. Todo sufrimiento implica una injusticia. La rebelión demuestra que es el movimiento mismo de la vida y que no se puede negarla sin renunciar a vivir. Cada vez que resuena, su grito más puro hace que se levante un ser. Es, por lo tanto, amor y fecundidad, o no es nada», y Camus termina afirmando: «El arte y la rebelión no morirán sino con el último hombre».
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La conciencia polĂtica de MĂŠxico tiene nombre y apellido Edwin Ulloa
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Elena Poniatowska
croquis
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la princesa Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor, hija del príncipe Jean Joseph Evremond Sperry Poniatowski, descendiente del general Poniatowski, sobrino del último rey de Polonia, Estanislao II Poniatowski, y de María de los Dolores (Paula) Amor de Yturbe, no le gusta que le digan Elenita. No por sus antecedentes nobiliarios, sino por el diminutivo que, en México, tiene una connotación barrial y machista en el trato a las mujeres. Según ella, hay una fuerte connotación proteccionista barnizada con un manierismo local en cuanto al poder disfrazado de no poder, pero, además, porque suena a ‘albondiguita’. Mi bisabuela solía repetir: «Cuando quieran conocer a alguien no escuchen lo que dice, miren lo que hace». Y eso es lo que admiro en Elena Poniatowska, la constante social en su obra, la ciudad de México desnuda, con su belleza única y los problemas derivados de la inequidad y la acumulación del capital en unas cuantas manos, factores que desencadenaron las luchas sociales, y los claroscuros de la vida cotidiana que a esta testaruda mujer le permitieron rasgar la telaraña mental de la cultura ‘charra’ sobre el género femenino y, como suelen decir los narradores deportivos: estuvo «en el lugar de los hechos», durante la matanza de estudiantes ocurrida el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas, que luego plasmaría en el libro La noche de Tlatelolco (1971); las demandas del comandante Marcos y los indígenas chiapanecos; y la adhesión al pensamiento izquierdista de Manuel López Obrador, en las elecciones presidenciales de 2006.
En esta, que es una de las experiencias de su vida y obra, la cercanía con Carlos Monsiváis fue determinante en el aprendizaje de cuán mordaz puede ser la política y cuánto de verticalidad se necesita para enfrentar la intolerancia dogmática, el discurso conservador de las élites, la corrupción, la impronta homófoba y el legado autoritario de la revolución. El testimonio de su fidelidad al amigo y compañero, lo plasmó en Sansimonsi, libro publicado luego de la muerte del cronista de México, en el que llegó a calificarlo de único, marginal, protestante en un país de católicos, pobre, hecho a su imagen y semejanza… La obra rearma una vida ejemplar y la describe como «un gato que usaba grandes lentes de intelectual» y vivía en la calle San Simón, Colonia Portales del Distrito Federal, lugar en el que Monsiváis murió antes de tiempo, en las fauces de la antropofagia política de su país. La otra expresión de transparencia y solidaridad que admiro se produjo con Álvaro Mutis, a quien encontró en el Palacio de Lecumberri, lugar al que había ido a parar con sus huesos acusado de malversación de fondos en la petrolera Esso. «Yo iba a la cárcel a visitar a presos políticos», recordaba hace poco la escritora, y alguien la llamó por su nombre. Desde entonces no dejó de visitarlo todos los domingos. La estancia, en la que fue concebido Maqroll, el Gaviero, está descrita en El diario de Lecumberri, publicado en 1960. El cruce epistolar con Elena Poniatowska ilustra, justamente, el período más intenso en la trayectoria del escritor colombiano. Elena cumplirá 82 años en mayo, luego de una fascinante carrera periodística y literaria que empezó en 1954 con Lilus Kikus,
siguió en 1961 con Palabras cruzadas, recopilación de algunas de sus mejores entrevistas; al final de la década del sesenta y comienzos del setenta, Hasta no verte, Jesús mío, y La noche de Tlatelolco, libros que ganaron los premios Mazatlán de Literatura, Nacional de Periodismo de México, Alfaguara de Novela, Rómulo Gallegos, Cuatlicue, Biblioteca Breve y el Cervantes 2013, entre muchos otros galardones. En su obra está presente el país al que ama y fustiga con ironía y espanto. Ella está consciente de que cada amanecer es una odisea ante la narcoviolencia y la política del día a día, hechos que, asegura, tienen más fuerza que un libro.
Edwin Ulloa Autor de los libros Polvo de Ángel, (Guayaquil, 2010); Sobre un tumba una rumba (Quito, 1992); Yo tenía un vecindario de película mejicana (Quito, 1981); Estudios sobre Líderes de Opinión para ILDIS-CERG, 1999. Consta en las antologías Nuevos cuentistas del Ecuador (Guayaquil, 1975); Bajo la carpa (Guayaquil, 1981); Área chica (Quito, 1982); Así en la tierra como en los sueños (Quito, 1991); Primera bienal del cuento ecuatoriano ‘Pablo Palacio’ (Quito, 1991); Cuarenta cuentos ecuatorianos (Guayaquil, 1997); Antología básica del cuento ecuatoriano (Quito, 1998). Actualmente ejerce la docencia universitaria y el periodismo. 7
Nicolás Ma a 500 años de
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ué culpa tiene Niccolò di Bernardo dei Machiavelli (Florencia, 14691527) de haber nacido en una época esplendorosa, turbulenta, criminal y corrupta, y haber reflejado esto en su obra cumbre El príncipe? La Italia de los siglos XV y XVI se encontraba balcanizada en poderosas ciudades-estado —Venecia, Milán, Florencia y Génova— que hacían imposible el patriótico sueño de unidad de Maquiavelo, pues todos trataban de impedir que cualquier príncipe, elevándose sobre los demás, formase una sola monarquía. Época de ardides, emboscadas y conspiraciones por parte de príncipes, papas, condotieros y mercaderes. Los escrúpulos eran la más grave imprudencia, pues si no se envenenaba o apuñalaba, se corría el riesgo de ser la próxima víctima. En Florencia, el diplomático y escritor italiano estuvo a merced de los Médici, los Sforza y los Borgia (Rodrigo Borgia, que era el papa Alejandro VI, y su hijo César Borgia). Y sobre este papa, Fernando Vallejo escribe: «Definitivamente prefiero un papa putañero como Alejandro VI, el papá de César y Lucrecia Borgia, y no un santurrón como Pío V. »Mi papa preferido es Rodrigo de Borja y Borja (en italiano Borgia), alias Alejandro VI. Calumnia-
«Yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla... Es central saber disfrazar bien las cosas y ser maestro en el fingimiento». do como Nerón, vilipendiado hasta por los historiadores más serviles de la Puta, dicen que Alejandro VI fue el papa más malo. ¿Y cómo lo miden? ¿Por las amantes que se consiguió? ¿Por los hijos que engendró? ¿Por la protección que les dio? ¿Por los cardenales que sobornó? ¿Por las indulgencias que vendió? ¿Por las fiestas putañescas que dio?... Que quemó a Savonarola. ¡Y sí! Donde no lo hubiera quemado, este Calvino ayatola lo habría quemado a él. ¿Que compró un cónclave? ¡Cuántos de sus predecesores y sucesores no han comprado cón-
claves! ¡Los venden con todo y paloma! ¿Que vendió indulgencias? ¡Y qué tendero no vende! ¿Que se parrandeó hasta su último aliento el pontificado? ¡Beatus Ule! ... Cardenal que no se vende, compra. ‘Alejandro vende las llaves, el altar y al mismo Cristo, y con todo derecho pues los compró’, iba diciendo el viento mientras barría a Roma. ‘¡Soy papa! ¡Soy papa!’, gritaba el cardenal Borgia más feliz que perro con hueso no bien lo eligieron, y se ayudaba a poner él mismo las galas pontificias apurándose para salir a bendecir al rebaño estúpido y a parar el báculo. ¡Qué no hizo! ¡Cómo gozó! ... Con Vannoza de Catanei tuvo cuatro hijos: Giovanni, César, Lucrecia y Joffré. Con la hermosa Giulia Farnese, a la que le llevaba cuarenta años, due maschietti. Y varios desconocidos con varias desconocidas. A su primer Giovanni lo hizo duque de Gandía a los 16 años; a César lo hizo cardenal a los 18 años; a Lucrecia le arregló tres matrimonios principescos; y al hermano de Giulia, Alejandro Farnese, lo hizo cardenal a los 25 años, abriéndole así el camino para que luego a su vez fuera papa y papá: Pablo III, con cuatro hijos que le dieron nietos de los que nombró a dos, de 15 y 16 años, ¡cardenales!» Aunque El príncipe fue escrito en 1513, el libro se publicó póstumamente en 1931 y estaba dedicado a Lorenzo II de Médici. En una
aniversario
quiavelo, El príncipe
carta de 1521, Maquiavelo, refiriéndose a sí mismo y englobando a todos los políticos, dice: «Yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla... Es central saber disfrazar bien las cosas y ser maestro en el fingimiento». Porque, para Niccolò, la política nada tiene que ver con la moral, la ética o la religión. El político (el príncipe) debe tomar el poder y mantenerse en él a cualquier precio: «Si bien el príncipe debe persuadir al pueblo y convencerlo, también debe emplear la fuerza, porque cuando ya no le crean se le puede hacer creer por la fuerza». «Divide para reinar» es otro de los aforismos maquiavélicos que los políticos aplican con deleite, porque «[El príncipe] necesita tener un ánimo dispuesto a moverse según le exigen los vientos y las variaciones de la forma y, como ya dije anteriormente, a no alejarse del bien, si puede, pero a saber entrar en el mal si se ve obligado». Resumiendo: Un hombre bueno, moral y honrado no puede ser, según Maquiavelo, un buen político. (P.V.)
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Bandada
Antología de la Novísima Poesía de Ecuador
Antonio Correa Losada
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Bandada, es el título del libro que recoge la novísima poesía de Ecuador a través de la voz de diez poetas cuyas edades no pasan de los 35 años. La antología fue La rosa del desierto preparada por el Considero a la poesía como el enpoeta colombo- cuentro de uno mismo con lo que es, con lo que llama y pregunta, ecuatoriano con lo que asombra y perturba frente a la presencia continua de Antonio Correa las cosas, lo que nos eleva en un de sensualidad y gozo y diLosada, y canto secciona el dolor para exorcizarpresentada en lo. La palabra adquiere un nuevo sentido en el hecho poético, entra diciembre en a nuestra cabeza de seres tejidos entre la contradicción y el miedo la sede de la —materia de la que estamos heEmbajada de chos— como algo no dicho antes o por lo menos no percibido. A Ecuador en Bogotá cada uno, su diáfana brusquedad nos conmueve en el ámbito de la por el embajador intimidad formada con los ecos, y tumultos de lo que nos Raúl Vallejo. escollos rodea, que es el mundo.
La poesía es la íntima forma de afrontar la vida desde nuestro modo particular de hablar. Con frecuencia las palabras pasan de largo, no se quedan, pasan inadvertidas como si nunca hubiesen existido, y en el sortilegio de llegar hasta nosotros radica su fuerza y continua permanencia. Cuando el aire levanta la arena en un remolino oscuro, arrastrada por el vendaval rueda, tropieza, serpentea. Azotada por un silbido incontenible cae de nuevo en una espiral fugaz y gris. Todo queda en silencio y en el horizonte se dispersa el chasquido con que se quiebra la columna dorsal de un zorro herido mientras bebe. ¿Es la cabeza de un ave o un caracol que explota? El corazón desolado del desierto se cubre con pétalos de piedra. La poesía es la rosa del desierto. No es lo pétreo lo que permanece. Antes y ahora, es la fuerza del corazón que hace liviano, común el esfuerzo y la sensibilidad de hombres y mujeres que nos precedieron, quienes mantienen en sus manos carbones encendidos para conservar el fuego: Jorge Carrera Andrade, César Dávila Andrade, Alfredo Gangotena. Precisión y delirio, amor, entrega, ruptura, para vincularnos a un mundo compartido con Vallejo, Baudelaire, Neruda, Huidobro, Lezama, Guillén. México, Oriente. El surrealismo.
biblioteca Gabriela Vargas Aguirre (Guayaquil, 1984)
María de los Ángeles Martínez Donoso
Anotación sobre la poesía no. 5
Erótico (subcielo)
Se dice que al marchar el poeta hará temblar el lenguaje. Y ha de irse saltando su corazón. Como se hace en la orillas para no aplastar las olas. Entonces habrá alguien que se extienda y abrace todas las barcas. Y las disuelva en su lengua y alce la mano como una gran vela o una cometa que parta el universo que congele el tiempo y el infierno. Los poetas son el intento de lo imposible que resulta el mar dicho en una letra. Una mañana azul el poeta recogió el mar en una caracola. Y escribió y escribió las mareas. La intención última de esta antología es que la palabra en su diversidad se acerque, para que sea tomada por la mirada curiosa y desprevenida de los lectores, ante una escritura signada por la ansiedad y el desarraigo, la angustia, la contradicción que sufren individuos y épocas como la nuestra, marcada por el consumo y lo impersonal. El trabajo poético es persistencia y despojo. Entonces, el lenguaje nos enfrenta a un encuentro confuso y denso de atravesar, pero posible, si es cribado en nuestra cabeza y se torna maleable y clarificado por la amplitud de la palabra, esencia y patria de comunicación.
(Cuenca, 1980)
Otra vez el deseo... qué difícil pelear contra su fuerza, contra su ímpetu, sobre mi debilidad. El deseo que empuja, que envuelve, que nubla; que se clava en mitad de todo, en mitad de nada. Que quema, que contagia, y se expande. Y tú tan cerca, y tan dentro... ese latir de las venas, esa adrenalina que exige un cuerpo; esa necesidad agobiante, estas desesperantes ganas de querer hacerlo de una puta vez. Qué difícil pelear contra el deseo de matarte.
Esta antología de la novísima poesía ecuatoriana, parte de autores que no rebasan la edad definitoria de 35 años (donde todo se bifurca), realizada por alguien como yo, un colombiano en tránsito por Ecuador desde los años setenta hasta ahora, que conoció sobre manifiestos y publicaciones de rompimiento: los Nadaístas en Colombia, los Tzántzicos con Pucuna en Ecuador, El Techo de la Ballena en Venezuela, El Corno Emplumado en México, y entre esos ‘provoco-transformadores’, me encontré en Quito con Ulises Estrella, Rafael Larrea, Raúl Arias, Humberto Vinueza, compartí los procesos de La Bufanda del
Sol, con Raúl Pérez, Iván Égüez, Abdón Ubidia, Francisco Proaño, entre otros, que mantuvieron la decisión de vincular y vincularse a la vitalidad creativa de América Latina, con colaboradores como Lezama Lima y Julio Cortázar. Luego vendrían las revistas locales como Zafa Cucaracha, en Guayaquil, con Nieto Cadena, Fernando Artieda y otros jóvenes de entonces como Raúl Vallejo, Fernando Balseca, donde la expresión popular brillaba en su desenfado e impudor. Era el mundo apropiado por los hombres; aun así, emergían las voces femeninas de Violeta Luna y Sonia Manzano, donde la
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falsa fragilidad mostraba su fortaleza y las palabras al despojarse de sus máscaras de simulación transformaban los hechos. No he dudado en llamar a esta antología Bandada, tropel bullicioso de jóvenes cazadores, aves obstinadas, peces escurridizos que impulsan la novísima poesía en Ecuador. Aquí están diez poetas de diferentes partes del país: Quito, Ambato, Guayaquil, Riobamba, Chone, Alausí, Cuenca. Jóvenes la mayoría de ellos, con más de un libro publicado. Grupo disperso en apariencia. Con visceralidad trenza un cable sólido de palabras para que no se rompa mellado por la apariencia y el escamoteo. No es la unión arbitraria de signos que sólo evidencian vacuidad. En esta antología, el lector va encontrar una poesía cargada de sentido. Entre los poetas que integran la antología están: Pablo Flores, Javier Lara, Yuliana Marcillo, Ángeles Martínez, Carlos Luis Ortiz, Juan José Rodríguez, Gabriela Vargas, Andrés Villalba, Víctor Vimos, Santiago Vizcaíno. Bandada. Antología de la novísima poesía de Ecuador es una «isla rodeada de palabras por todas partes», como dice Cassiano Ricardo al hablar de poesía. Diez mujeres y hombres de 25 a 35 años, de diversas regiones del país, asumen con furia y alegría (palabras no antagónicas) su tiempo, para que se lea en voz alta su propio delta literario. Cada poeta se presenta con un número aproximado de páginas iguales. En esta breve y apretada muestra encontré que una de las formas preferidas es el poema extenso, que como dice Octavio Paz está más cerca de contar, a diferencia del poema breve, que «no cuenta, canta». Así, los escritores reunidos en esta antología poseen una clara intención de contar en su forma poé-
Yuliana Marcillo (Chone 1987)
La soga Y el martes cuando nos despidamos se detendrán las olas y al tercer día resucitaré en medio de animales mugrienta y con tu sabor en mi boca arrastraré mi cuerpo hasta esta tierra le diré a los amigos que no pasa nada que los huesos son de adorno y que la carne sigue fresca regaré a tus niños para que crezcan inventaré que soy buena en la cocina te daré lo mejor y lo peor de la casa limpiaré mis líneas para que vayas sin huellas procuraré peinarte de la misma forma como llegas ella debe verte radiante y esponjoso lleno de letras, vacío de poetas borraré mis colores de tus cuadros sacudiré las luciérnagas de la puerta vestiré de alegría y te daré un adiós pausado no hay dos en uno ha dicho el rey entonces que sea uno y uno ordena la reina lo demás estorba tica, y debo resaltar que las jóvenes poetas aquí seleccionadas —como antes no se había visto o escuchado— hacen un excepcional solo en esta muestra: marcan, expanden y enriquecen el esplendor de una sinfonía, que define la presencia y transformación de la poesía actual en un país de alta tradición poética como Ecuador, que por desgracia muchos jóvenes ignoran, debido a las formas erráticas de la educación confesional y anacrónica para hacer conocer la literatura. Escrituras poéticas como la de Carrera Andrade, Gangotena, Dávila Andrade se han constituido
desde el siglo pasado en las voces más preclaras y significativas de la lengua española en nuestro continente. En las academias y otros sectores conservadores primó el estereotipo para acceder o negar la palabra anticipadora, como en los tres grandes poetas contemporáneos, quienes fueron mirados desde el cristal opaco de la diplomacia, en Carrera Andrade, el desdén por el uso de otra lengua fuera del español (como el francés), en Gangotena, y el alcohol y la ebriedad, en Dávila Andrade. Para mí, estos conceptos, en vez de descalificar, me abrie-
lo demás no es más que una cubeta llena de sueños que terminan quebrándose al amanecer y tú seguirás escribiéndole cosas bellas y yo iré con lo mío hacia algún lado del mundo a ese sitio que entre camino y camino se me fue perdiendo de vista. El amor camina hambriento, fastidioso, inconforme nada te calza, todo te sobra termino sudando como ladrón asustado guardo los labios hasta la primavera y como aquí no hay primavera ¡que se mueran los labios! Que se esfumen, que se pierdan, que salgan del cuerpo que no pertenezcan seré una rama humana sin miedo a caerse
ron las páginas de una poesía reveladora de América Latina. La tradición es el hecho que vertebra la sensibilidad para ser lo que somos y no una herencia estática. Aunque mirada con cierta insolencia, debemos reconocer lo que hicieron los que nos antecedieron, no sólo porque constituye la clave de lo que somos sino de lo que seremos. Debemos entonces estar alertas para enriquecer el cambio en un proceso vivo. Este es el reto que se afronta como seres creadores. De esta forma se establece un cordel de vasos comunicantes y es, en la poesía de
como cuando era niña y habitaba en árboles abajo me esperaban unos brazos como olor a fierro nada importaba más que eso uno creía que la vida se detendría y con ella el futuro nunca estuviste en los sueños frustrados ni en las clases de guerra jamás consideraste retroceder las horas todo lo que tienes calza en tus piezas y te ves hermoso rodeado de tanta buena hierba todas esas bocas y cuerpos siguiendo tus pasos aflojando tu mano mientras subes la vereda ¿ves como todo viene hecho de par en par y en la misma fecha? No es tu culpa vida mía, es que entre palabra y palabra uno termina volviéndose soga.
Alexis Naranjo, escueta, profunda, interior, donde los jóvenes han encontrado vínculos de identidad insospechados. En el 2007 aparece una obra tumultuosa y volcánica: La muerte de Caín, de Ernesto Carrión (1977), que como punto de inflexión marca un derrotero en la poesía que se escribe en nuestra región. Obra abierta y sorpresiva como una «caja de sentidos», dice en la contraportada del libro Juan José Rodríguez (poeta seleccionado en esta muestra). Debo decir, entonces, que esta obra constituye el antecedente inmediato de una
poesía innovadora, un poeta que lleva la palabra a su más alto límite, a la pregunta exacerbada: ¿dónde estamos nosotros en ese espacio ambivalente, necio y luminoso de la vida? Gracias al entusiasmo y tesón de Raúl Vallejo, embajador de Ecuador en Colombia, y a Juan Martín Cueva, agregado Cultural, aquí está en Bandada el talento y la intuición, lo desbordado y contenido, lo refulgente y lo que es oscuro, en la expresión de los más recientes poetas de Ecuador, para los lectores de dos países hermanos y el mundo.
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Una reseña de Mellamotrece Liset Lantigua
A
veces la supervivencia se llena de hallazgos que revelan nuestro lugar en el mundo. Antonio debe buscarse a sí mismo en una redacción de pocas páginas, y termina encontrando a sus seres queridos: una abuela que en otras vidas pudo ser princesa, enfermera y acróbata, y que en esta es una heroína a punto de volver a nacer. Su madre, atrapada en el vuelo de unos cisnes en una juventud interrumpida; y su mejor amiga con los brazos abiertos al borde de un precipicio mientras él, Trece o Antonio, se empeña en llegar a tiempo para decirle, ‘apenas’, que todo va a estar bien. Una novela para reconciliarnos con la alegría desde la tristeza, y viceversa; pero pensada, al parecer, para hablarnos de las complejidades de la juventud en un mundo que pretende cerrar los ojos ante sus temas.
Liset Lantigua Nació en Cuba, pero también es ecuatoriana. Escribe poesía, cuento y novela. Es biblióloga, profesora de Literatura y editora. Su obra ha recibido importantes reconocimientos nacionales e internacionales, como el Premio Nacional de Novela Darío Guevara Mayorga en dos ocasiones, por su libro Contigo en la luna (2009), y por su novela Me llamo Trece (2013), y Lista de Honor IBBY 2008 por Y si viene la guerra. Liset ha publicado para adultos los poemarios Bajo el célico gris (2002), Mi amada Istar (2004) y Como un navío en paz (2009). Para niños ha publicado, entre otros títulos, Ahora que somos invisibles (2011), Estas son mis manos (2012), El papá pintor (2012), Mi casa no es un naufragio (2012), Sofi, tu mirada (2013), y el álbum ilustrado Quiero ese beso (2013), en coautoría con Marco Chamorro. 14
anaquel Desde que tengo memoria del colegio me llamo Trece. Nada tiene que ver con que haya nacido un trece de marzo. Se trata más bien de una especie de dicha o desdicha que vino conmigo ese día, el de mi nacimiento. Dirán que es un enredo este asunto de la dicha y de la desdicha, como si las dos cosas pudieran ir juntas. Como si se pudiera ser —al mismo tiempo— pasado y futuro, azul y violeta, armario y ventana (ver exámenes de ingreso a universidades, preguntas de opción múltiple); pero lo absurdo, lo más irracional de todo, es que sí se puede, y es lo que intentaré contar en este trabajo que la señorita Mery Vaca me ha obligado a escribir desde que me negué a responder cuando tomaba lista (en el curso soy el número 13), porque la culpa de mi apodo la tiene ella y aunque con el tiempo lo he asimilado, me molesta responder como si no tuviera otra imagen de mí mismo que ese ‘aquí’ sin vida. Quizá porque la vida de un número es tan nula como puede serlo el rito por el cual se sabe quién no vino a clases, aunque solo se trate de pasar un reporte, porque todos sabemos (y usted mejor que todos), que no les importamos. Prueba de ello es su propensión a llamarnos a algunos por ese orden correlativo, tan ‘respetuoso’, eso sí, porque nos trata de usted: “Usted, Uno, pase al frente”. Y el Uno pasa al frente con su fusil. Conmigo las cosas han sido como con muchos otros que no se llaman Trece, sino Tres, o Cinco, o Diez, o Uno; solo que no es lo mismo amplificar la voz en la biblioteca o en la cancha o en la cafetería (cualquier lugar es lo mismo) para llamar al 10 que para llamar al 13, por ejemplo, como ocurrió la primera vez que ‘osó’ (como usted dice cuando informa nuestras ‘fechorías’) usar mi número y no mi nombre para darme una orden frente a todos. Ese día había llovido y estábamos amontonados cerca del comedor, bajo el techito del bar. Su voz caló la lluvia como un cuchillo de hielo, y hubo risas contenidas y carcajadas posteriores pero yo sentí ya, en ese instante, que el crimen no había sido perfecto: usted quedaba inscrita como la responsable de lo que estaba por venir. Porque ese Trece vibrante que le movió el copete no era el mismo 13 de la lista. Era yo en usted, yo en el mundo, era la parte visible de mí que usted había bautizado con la lluvia que caía y con su determinación a cuidar la higiene del plantel. Fragmento de Me llamo trece
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Rodinás en reversa mientras alimenta a su bonsái Primer Premio Festival de la Lira 2013
Blues de las esferas (∞) (sin título)
Fernando Escobar Páez
S
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ospecho que Juan José Rodinás (acá Pequeño ultravioleta / Dollboy / Koan / Artekovski) es una estructura viva que encontró al Ubik y que sus libros son equivalentes a los extraños juguetes que Ella Hyde de Runciter enviaba a los pseudovivos para denunciar los peligros que se esconden tras el amable rostro criogenizado de un mundo al que creemos real. Usar esta analogía basada en Philip K. Dick puede ser antojadizo de mi parte (no me consta que Juan José lo haya leído, pero sé que en algún punto invisible de los mundos D-branas, un androide se ahorca con la supercuerda más cercana mientras sueña que canta al bonsái de Rodinás). Feo vicio de los neobarrosos este de la re-escritura, diálogos y experimentaciones dirán los poetas de la emoción, aquellos tontos alegres que viven —a veces se reproducen, lo cual es lamentable— y mueren en mundos unitarios donde la experiencia personal es hiper-configurada desde el mísero libro de texto con el que su profesor de secundaria ‘les enseñó poesía’ y que a
Fernando Escobar y Juan José Rodinás.
su vez sirve para embrutecer a sus propios alumnos, felicitándose a sí mismos de no ser parte del otoño inhabitable que vive en ciertas cabezas, que como la de Rodinás & heterónimos se vuelven innombrables en su estado de antenirvana, y no hay farmacología que pueda venir al rescate cuando se vive en un páramo inverso por voluntad propia. Esta breve muestra de la obra de Rodinás corre en reversa como una corrupción del duramadre, aracnoides y piamadre que atraviesa a quienes se atreven a leer sus versos como si acariciaran algo orgánico. Estamos frente al espejo mental de alguien que se rapó las cejas a los 16 años como un rito exorcizador de ausencias y venganza contra el mundo...; pudo haberse convertido en Patoso, el personaje de Full Metal Jacket, interpretado por Vincent D’Onofrio, pero prefirió no disparar(nos) (se) y leer al bonsái de su casa como la aplicación poética capaz de salvar sus mundos.
Las oraciones del trovador ciego querrían describir el punto de contacto entre el fruto y la brisa de mayo. Como en la tradición alquímica, la manzana no es distinta al estanque donde nada un rodaballo que refleja en sus escamas la labia de la estrella, la charlatanería de los cometas. Además, observo que la manzana tampoco es diferente a la piedra (inmune a los relámpagos, a la risa de la doncella con fiebre), a la acequia mansa donde el niño la arroja en este instante. Jacob Böhme explicaba, en un éxtasis místico, que la diferencia entre la oración y la locura es un puente de abejas. Alrededor de la manzana que todavía no he visto, las hormigas comen el ámbar que fluye del corazón de una muchacha, sueñan sus labios encarnados en la pulpa de un membrillo de oro. La manzana está, cómo no, en la cesta, invisible.
poesía Viaje a la mansedumbre (2009)
Los rastros (2006)
Territorio para un cuadro de Soutine
Habitación abierta A César Dávila Andrade Mi palabra es mi sombra. Por eso, penetro el silencio: borde de voz, sin raíz y sin nombre. Allí, empuño la luz, instrumento único para tocar lo ausente. Palpo mi centro —piedra negra— y se abre como un fruto que sangra, eco tras eco, sobre un cauce de olvido.
I ¿Qué piensa el hombre —sentado en el sillón— cuyo rostro se alarga y se diluye en el dibujo agreste sobre un fondo tan rojo como el color de lo real? (Así medita el hombre sobre el color tan real de lo real). II
(¿Oyes el líquido murmullo, palabra y sombra, que cruza esta página, que cesa de bogar y descansa, ya pozo, en tu centro?). Afuera, la luz vuelve a su sitio: el cuerpo, el árbol, el silencio. (Escucha. Un haz de luz resuena dentro. Apaga la sombra. Calla el mundo).
De nuestro pensamiento lo ignoramos todo. Del pensamiento de aquel hombre —sentado en el sillón— sabemos de otro mundo, quizás de una Lituania demasiado soñada, que sólo, alejados del lienzo, es evidente. III Lituania: Un lugar del mundo donde todo es de nieve. Un lugar simple para que alguien juegue.
Juan José Rodinás Ambato, 1979. Poeta y narrador. Ha sido traducido al inglés, alemán, portugués y francés. Colabora regularmente con varios medios impresos en las secciones de cultura y política. Ha publicado los poemarios Los ganadores y yo (Machete Rabioso Editores, Quito, Ecuador, 2006) y Escúpeme en la verga (Editorial Cartonerita Niña Bonita, Zaragoza, España, 2013), así como los libros de microrelatos Miss O’ginia (Doble Rostro Editores, Quito, Ecuador, 2011) y Miss 2.0 y otras parafilias normales (Editorial FOC, Barcelona, España, 2013). Textos suyos constan en varias antologías dentro y fuera del país. 17
El alma insumisa de
Aurora Estrada y Ayala
Sara Vanegas Coveña
A
urora Estrada y Ayala (Pueblo Viejo, Los Ríos, 17 de noviembre de 1902 – Guayaquil, 12 de marzo de 1967) es, sin duda, uno de los nombres mayores de la poesía ecuatoriana. Luchadora incansable, promotora y directora de revistas y suplementos literarios que se honraron con colaboraciones de distinguidos escritores de la época —Gabriela Mistral, Jorge Carrera Andrade, Gonzalo Escudero, Carlos Sabat, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, entre otros— fue, además, gran viajera, socialista, maestra, feminista y pacifista.
Mas, grande y polémica, Aurora (que dice de sí: «Soy fina y pequeñita». «Tengo el alma insumisa/ y mis ojos sin lágrimas») sufrió la intriga y la maledicencia. En 1963, según nos lo relata su hija Isabel, «en un momento de incomprensión y de violencia, se le despojó de su cátedra y se le apartó del campo de su especialización, después de largos años de dinámica labor en los claustros universitarios». Era, a la sazón, docente en la Universidad de Guayaquil. Publicó solo dos libros: Como el incienso (1925) y Tiniebla (1943), este último, con el subtítulo Veinte trenos y una canción de cuna, en evidente paralelismo con la conocida obra de Neruda, Veinte poemas de amor y una canción desesperada. El resto de su obra, diseminado en periódicos y revistas, o en borradores, nunca fue sistematizado y permanece inédito.
Ejes temáticos de su obra La obra de Aurora, con una riquísima intertextualidad, fruto de variadas y selectas lecturas, confluye, básicamente, en estos ejes centrales: amor, muerte, naturaleza y poesía.
Amor y muerte Su poesía amorosa se consideró ‘escandalosa’ en su tiempo, pues, empapada de un suave erotismo, revela una perfecta armonía entre lo carnal y lo místico. Así, en estos versos: «Era como un joven dios de la selva fragante este hombre hermoso y rudo que va por el sendero en su carne morena se adivina pujante de fuerza y de alegría un mágico veneno. /.../ Yo, tan pálida y débil, sobre el musgo tendida, he sentido al mirarlo una eclosión de vida y mi anémica sangre parece que va a ahogarme...». (El hombre que pasa). Mientras que el tema de la muerte constituye todo un libro (Tiniebla), escrito ante la desaparición de su madre: una colección de textos situados más allá de la desolación y el llanto. El primer treno inicia el largo poema con un poeniano, ‘Nunca más’, que nos arroja brutalmente a la situación definitiva, sin salida:
memoria «Ya nunca más sobre mi tiniebla su estrella dulce. Nunca más en estos silencios su voz de brisa y de jazmines. Nunca más el lazo tibio de sus brazos ciñéndose a mi cuello ardiente». En tanto que el vigésimo —y último— da paso a la asunción valiente de la muerte: «Hoy creo como nunca que estás ida para siempre, porque ningún signo celeste me ha hecho sentirte cerca. ¿O es que tornada en ángel te ahuyenta la miseria de esta carne que hiciste de tu sangre y espíritu?». Y a la resignación, iluminada con la esperanza y el ruego de ser escuchada desde el más allá por la madre amante: «Ese amor de locura, de idolatría y de éxtasis eterno, en que te dabas, seno henchido de mieles, a mi labio sediento ¿podría permitirte ver mis ojos con llanto y la frente que amaste, perdida en la tiniebla?».
La naturaleza, las cosas Aurora nos habla de la naturaleza en relación íntima con lo humano; de la identidad que descubre entre hombres, animales y cosas, revela incluso un cierto panteísmo en el que todo tiene alma, vida y canto. Así, en este texto de innegable evocación a Darío:
«Pienso que el árbol siente, que la piedra medita y al tomar una rosa en lo que guardará y que en los ecos vagos algo extraño se agita: ¿nunca has pensado, hermano, lo que allí dormirá?». (Avatar). O, en estas líneas: «Y ríes de mis palabras y el surtidor sonoro de tu garganta perla como una fuente de oro. La casa en ruinas, blanca como una niña anciana, mi sueño sin aurora, bien cobijara hermana». (El poema de la casa en ruinas).
La poesía La poesía misma es, para Aurora, la llave mágica que le abre el mundo no solo de las cosas — rasgo propio del posmodernismo, movimiento al que se adscribe, fundamentalmente, su obra— sino también del hombre y del pasado de su antigua estirpe humana, que le trae la memoria perdida de los siglos y le ayuda a reencontrarse consigo misma en el torrente del tiempo y del espacio. Así, en el soneto ‘Yo tengo un poeta pálido’, en una suerte de personificación de la poesía, equivalente a un alter ego, nos dice: «Él es quien da a mi rostro coloración de cera, él quien pinta en mis ojos el cerco de la ojera y me deja en los labios sabor de eternidad».
En otras ocasiones, la autora, entre visionaria y surrealista, nos habla de la voz que la habita desde épocas inmemoriales. Escuchémosla en estos versos: «Era… Ya no sé dónde ni cuándo… El polvo me ha borrado los caminos /…/ Pero en un punto arcano de mi alma hay un henchido surco de destinos guardando la memoria de esa voz venida a mí en idas lontananzas... Y que alguien de una raza que partía me dijo en oración de extraña lengua». (Es una lengua dulce y perdida). De esa «Lengua de oro y de miel/ perdida en los milenios», nos vuelve a hablar en otros textos, como en el siguiente: «La noche trae a veces un olor a jazmines. Y en él una palabra que se prende a mis sienes /.../ Y otra vez la palabra, centelleando en luceros, viene a mí desde el límite que no alcanzan mis manos». (Escuchando la noche). La palabra, sí, la poesía como última morada —en el sentido que da a este término la Santa de Ávila —, redención para la pequeñez humana.
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¡Miunpadrees Silvia Stornaiolo FLI: «en vez de pierna de palo, pincel», pensaba mientras en el camino uno le gritaba: «maestro, maestro», y sentía que sus manos se convertían en brochas al saludar modestamente; y no, el paisaje ya no era el mismo, la ciudad se estaba convirtiendo en enemiga, no podía ser de otra manera, pues tantos amigos habían cambiado el color del ambiente, «mientras menos metes mano, menos la cagas», se decía al sentirse cada vez más lejos del lienzo; la tela ahora será cobija o sábana, el arte se está desvaneciendo, irónico, ya ni las montañas pueden, ni las calles dejan; tiene ganas, hambre, ansiedad, el color de la carne no está en un tubo, el olor de la carne es lo que tuvo; ahora la dialéctica de la ternura, a desempolvar la pasión día a día, emprender la voluptuosa y arrolladora fantasía de amar será el sostén y el calzón de esta envergadura. 20
pintorsazo!
H
Luigi (FLI) y Silvia Stornaiolo
ay unas cuantas especulaciones, conjeturas, entrevistas y proposiciones, todo inútilmente interesante, exageradamente caótico y un tanto farandulero; en todo caso, agradable, honroso digamos… esto de la fama de papá, un hombre que supera todo eso solamente con su sonrisa, la más tierna que he visto. Mi padre nació en 1956, año en que Estados Unidos decidió detonar un montón de bombas atómicas por las puras; Aretha Franklin edita su primer álbum
con tan solo 14 años; Buddy Holly presenta su primer sencillo, Blue Days, Black Nights. Nacen María Isabel Pantoja Martín, tonadillera española, y Alejandro Nava, pintor mexicano. Mueren Emil Nolde, pintor expresionista alemán, y Jackson Pollock, pintor estadounidense. Y como dato curioso, cinco misioneros protestantes de Estados Unidos fueron asesinados brutalmente por indígenas huaorani en Ecuador, los miembros de la tribu usaron lanzas para matar y descuartizar a los hombres…
paleta Es el segundo hijo del doctor Bruno Stornaiolo y de la señora Ángela Pimentel. Él, doctor psicólogo clínico, sexólogo, consultor de parejas y periodista, creador del test stornaioloalter10, que consiste en reinterpretar en positivo, y de la teoría del celofetichismo. Ella posiblemente la mujer más versátil del país: desde arreglar el cableado eléctrico hasta confeccionar los mejores vestidos para barbie, cubrecamas de dos y tres plazas tejidos a mano, abrigos de piel y ajuares enteros, pasteles de chocolate, fruta, vainilla, nuez, caramelo, cada uno más rico que otro, y después te preguntaba si se te Luigi Stornaiolo y Nelly Witt antojaba una humita o una embola. Tocaba la guitarra en la banpanadita de viento… da del colegio Spellman. Sé que Tengo entendido que el afán era muy tímido, me lo ha contado, pictórico nació con él, hubo episiendo tan alhajito y talentoso, prosodios que demostraron eso desde bablemente pasaba por vanidoso o muy temprana edad, empezando antipático pero no, pura vergüenza; por que resucitó a los dos años desahora cuando conversamos me dice pués de una muerte momentánea, que era un joven sencillo pero que minutos en que perdió el conocihoy, a estas alturas, finalmente ha miento, boqueó, viró los ojos y se descubierto el arte de la seducción. fue, causando un terror terrible en Conoció a mi mami porque almi abuela que, de rodillas, le rezaguien los presentó —tenía que paba a la virgencita. Aparentemente sar seguramente—, creo que fue había ingerido acetona. Sé que esos un amor loco, bueno, eso me dicen minutos él se fue arriba y vio lo que los miles de retratos que encuentro tenía que hacer acá abajo, así que de mi hermosa mamá: en papel, decidió regresar. al óleo, sobre madera, tela, pasteDespués de eso tuvo una niles, carboncillo, acostada, sentañez tranquila, obviamente carda, vestida, desnuda, disfrazada, gada de los clásicos mimos y embarazada, cantidades de ellos; berrinches que aún mantienen la supongo que así la enamoró, ella misma tonalidad. era muy libre, viajaba como si no A los 12 años comenzó a hahubiera que parar de hacerlo, no cer caricaturas de los principales se estaba quieta, hasta que claro, deportistas de Quito, que se publiaparece quien cuenta esta historia caban en diario Últimas Noticias; en el vientre de Nelly Witt, la bella recibía cinco sucres por cada una. azafata que tuvo que bajarle el ritEn la adolescencia, el dibujo, el mo a su vida para convertirse en la fútbol y la música fueron elemenseñora Nelly de Stornaiolo, mujer tos de gran importancia. Era un valiente que luchó como ninguna gran arquero: procuraba usar una por sacar adelante al pintor, puerta capa para poder volar y atajar la
a puerta los cuadros para vivir, trasnochadas en la misma pose para el retrato perfecto. A capa y espada la vi no solo ser la musa sino la heroína de la incipiente familia. Habían decidido que sí se podía vivir del arte, quizás sería más duro pero más lindo, en cierto sentido supongo que fue así. Entonces compraron un terrenito en las ruinas de Rumicucho, lejos, muy lejos de la sociedad, no había más que árboles y tierra algunos kilómetros a la redonda, no teníamos agua, ni teléfono, ni luz al principio. Recuerdo una cabra y una viejita que la llevaba a casa para darnos la leche fresca. Tierno y trágico, ¿verdad?, y mi papi pintaba como un salvaje y mi mami estaba ahí apoyándole con cuerpo y alma, eran felices, era yo la que no entendía nada. Recuerdo con inmensa nostalgia (suspirando y cerrando los ojos) la hora de los deberes, sobre todo al principio del año cuando debía dibujar las carátulas de los cuadernos, él las hacía, obviamente. En un cuaderno de historia dibujó a Simón Bolívar en un caballo seguido por unos diez soldados con sus armas; mi mirada, atónita en esos momentos: ver cómo se deslizaba el lápiz Staedler HB 2 en la página primera del cuaderno Norma de líneas, con tanta sencillez como si fuera fácil, encantador y mágico el movimiento de una mano que parecía Carla Fracci en el escenario. Y los colores... en ese momento, para mí, él estaba inventando los colores. Cómo quisiera tener ese cuaderno ahora. Después de siete años de leche de cabra, de largas caminatas, muchas —‘mucha tres’, aquello que llamaba papá a un beso que nos dábamos bajo la luna llena mi mami,
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con bastante frecuencia, como en mi papi y yo—, la radio a pilas que misa. Mi papi estaba ahí dibujanentonaba un blues en el taller toda do los gestos del acusado, del juez la noche de inspiración —taller y del abogado, rapidito cambiaba cuya pared daba a la de mi cuarto de página con una agilidad única, y como él sabía que yo tenía miedo no recuerdo cuánto le pagaban, en las noches, usábamos una espepero enseguida desistió y volvió a cie de código de golpes en la pared: la vida del tallercito, que siempre pum pum pum, él con una brocha; fue igual, ese territorio, dondequiepum pum, yo con la cabeza de la ra que fuera era exacto, olía igual, muñeca y me quedaba tranquila—, se veía igual y me daba siempre fuimos a vivir a un edificio verde la impresión de estar en el lugar en una plaza donde también se enprohibido, creo que fue mi madre cuentra la iglesia de Santa Clara de o el mismo Luigi que me hicieron San Millán. Solíamos ir a misa los desde siempre sentir que ese sitio domingos, y comprábamos chupeno era para mí, quizá porque potes arcoíris, de esos que van camdía dañar o romper algo, o porque biando de color a medida que los podía causar la peor fatalidad de vas chupando; nos encantaba potodas: distraer al artista, quitarle nernos cada uno en la esquina de su inspiración. Ante estos dictámeuna cuadra y correr a abrazarnos nes siempre fui muy prudente, y si en la mitad, para mí era uno de los espiaba por la rendija o por algún momentos más emocionantes del hueco en la ventana, veía desde ledía; para él, entiendo que una espejos, en esa clásica posición como cie de liberación, creo: pasaba enque de cabeza gacha para un lado; cerrado en su taller pintando todo podía entrar, claro, pero cuando me el día y esos ratos, que hacíamos quería hacer un retrato, y era muy como en las películas, en ‘cámara agradable estar ahí en ese pequeño lenta’, debían representar algo así mundo de colores, melodioso. Era como una catarsis. fascinante advertir la llegada de Poco tiempo fue el que pasamos la tela en blanco y a la mañana sien ese departamento, enseguida, guiente ver un universo plasmado gracias a mamá, fuimos a vivir a ahí, exacto, con las expresiones y Australia, un tanto lejos, la verdad. Complicado resultó ese viaje, pero trajo muchas ventajas a nuestras vidas, dejamos de ser tres, llegó Angelita, gran ilusión a la vida de los ‘stornaiolowiltos’, el mejor regalo, una hermanita tipo muñeca. Mi padre pintó muchísimo, le dieron un trabajito en la corte, en la Corte Suprema de Melbourne, debía retratar a los implicados en juicio, era majestuoso el asunto, solemne a morir: usaban una pelucas blancas con rulos, vestidos largos estos señores de la ley, y se levantaban y sentaban Luigi y Ángela Stornaiolo
el manierismo atentando mi vulnerable infancia, dándome las razones tajantes de por qué hay tanta gente demás, y entender de una vez por todas que mi padre lo tenía todo muy claro. Sí, quiso que yo pintara, y si intentó enseñarme algo a mí, no me gustaba; no, mejor dicho, no me salía, y esa frustración me sacaba de mis casillas, entonces íbamos a jugar tenis, a veces una tarde entera, en una cancha armada en la sala, con unas sogas en el medio que hacían de red; no tengo muy claro cómo nació este pasatiempo pero era un gran ejercicio, si no me equivoco eran las tardes en que mamá salía a trabajar en un hospital y yo me quedaba en eso, en el intento fallido de dibujar, en el tenis que también terminaba en berrinche porque siempre me ganaba, y finalmente el abrazo en el medio del medio que cerraba con broche de oro poco a poco la veloz infancia. El regreso triunfal a Quito tuvo sus consecuencias, muchas de ellas positivas, como el taller en La Floresta, espacio donde cuadrazos como Espectáculos energumenescos de gente ebria en noche plenilunada, Baile de amplio como de reconocido prestigio en el medio, entre otros, fueron confeccionados. La pintura de mi padre, evidentemente está cabreada, hay un disgusto poderoso con la sociedad, y tiene toda la razón, el ser humano es una grosería, una menudencia, y en esta ciudad, ni se diga. Él no está cabreado, no tiene disgustos mayores, no pelea y se lleva muy bien con todos. Los dos me fascinan, a los dos contemplo con mucho respeto, me enseñó que existen esos dos
mundos y que eventualmente hay que explotarlos. La desnudez y la caricatura se conjugan y generan una mueca irónica que termina en asombro, en risa, en espanto, en compresión, o en todas. Provocar eso (sin querer hacerlo) es parte del talento de papá, los colores, la locura, la ternura, la habilidad, el círculo lúbrico del gran talento de papá. Todo pasó muy rápido, me hice grande y madre al mismo tiempo, Tomasito, mi hijo, me recompensó con su habilidad en el dibujo (y miles de otras cosas), cayendo yo triunfal ante aquella cabeza gacha y lanzada del lápiz frustrado de años antes, en los intentos de Luigi de enseñarme a dibujar. Ahora hemos llegado a fundar una amistad eterna, un fuerte acolite, tenemos mucho en común, y a la vez una cantidad de temas por discutir. Mi padre es
Luigi con su nieto Tomás Villalba Stornaiolo.
un hombre maravilloso, sensible, humilde y cariñoso. Es muy inteligente, un gran conversador, algún día llegué a pensar que sabía demasiado, debe ser que ha tenido la suerte de estar en el
lugar correcto en el tiempo correcto y de acertar cabalmente, de tener el tino adecuado. Me encanta que sea mi papá, lo amo con locura, y cabe recalcar: ¡es un pintorsazo! Eso de ley.
Caracteres de miseria en el quinto piso.
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La escritura en lo ausente He nacido sujeto al discurso de la muerte
Freddy Ayala Plazarte
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ientras uno adquiere conciencia del mundo, más fuerte e innegable se hace el hecho de pensar en lo que está ausente, recordar lo que parece muerto y haber muerto también en el pensamiento que no fue hecho oralidad, escritura o fonema; si acaso la actividad del pensamiento es dinámica, u otra forma, quizás, de ruido, en nuestra interioridad, que se manifiesta por la misma carencia del silencio. De cierta manera, pensar en un cuerpo ausente, como signo o rasgo de muerte, implicaría un acto sinérgico, por una parte es una instancia desde la cual se enuncia un hecho físico: reconocer que algo material ha desaparecido, mientras que, por otra, ese hecho ausente, o lo ‘que ya no está’, no solo debería ser tomado desde lo que se niega ante nuestros ojos, o a la mirada, sino en esa ausencia —llamada, en ocasiones, muerte del pensamiento— que se presenta con imágenes o evocaciones de lo lejano, y que surgen en medio de un angustioso encuentro con lo deshabitado. Esto quiere decir que por nuestra subjetividad se interpelan dos formas de ‘muerte’: la una dada en lo físico, y la otra la que se elabora en nuestro pensamiento; pensar que algo (¿de nosotros?) murió en el cuerpo
... la muerte (he sugerido del pensamiento, por la ausencia de otros sentidos) no solo representa el estado ausente de un cuerpo, como se lo entiende en un ámbito sociocultural, sino, más bien, la muerte también puede ser entendida como una teatralidad que se manifiesta en la memoria o la imaginación. ausente, y que por esa experiencia nos sentimos ausentes. Uno cree tener poder y estabilidad en el mundo mientras no hay algo que atente la sensibilidad o corporeidad, pero ¿cómo reaccionamos cuando nos sucede lo contrario? ¿No será, más bien, el hecho de aceptar que han muerto ideas en lo ausente, acaso, en nuestro pensamiento antes que el cuerpo? Desde esta perspectiva no muere, entonces, solo un cuer-
po, pero sí es posible decir que el pensamiento muere sobre lo que se enuncia ante los ojos como ausente, ya que, ante todo, hay una construcción, un sentido de muerte, una conciencia de muerte, a partir de lo que se cree que no volverá, una muerte que, al fin y al cabo, se ha inscrito en las instituciones ideológicas como familia, religión, medios de comunicación. De hecho, lo que no retorna físicamente, o lo que se presenta como irrepetible, es lo que marca el pensamiento humano: la lejanía que se edifica luego de un instante, el alejamiento, no tanto de las cosas o de ciertos escenarios, sino por parte del pensamiento: un pensamiento se aleja de otro pensamiento, y es como si dos líneas se dispersan luego de partir de un mismo punto, pues no se sabe si volverán a unirse, aunque hayan partido del mismo origen. Esa, precisamente, es la búsqueda del camino ausente, hemos partido de un origen para adquirir distintas formas de entender o nombrar a lo ausente, de intentar explicarnos en torno a lo que ‘ya no está’. Así, el tiempo contribuye al distanciamiento de las cosas, de los lugares, y de nosotros mismos; en esos escenarios, es posible decir que nos hemos alejado de nuestro pensamiento en el
palabra cruzada cuerpo, hemos sido también cuerpos con pensamientos ausentes, aún no habitados por otras dimensiones de la conciencia. Por tanto, lo que se recuerda es parte ya de la lejanía, de lo que fue un sonido que solo hace ritmo en la memoria, y que, no obstante, es un rito para manifestar lo incorpórea que es la lejanía, convertida en imagen, evanescencia. Un distanciamiento, si se quiere, lo suficiente para conseguir alejarnos con las cosas (pasadas) de nosotros, de lo que ya fuimos y no deberíamos volver a ser, cuando más bien ha sido nuestro propio pensamiento el que nos ha alejado de las cosas y de los instantes, las cosas estarán allí, acaso, inmóviles; ¿se han movido las cosas de nuestra interioridad, mas no en la exterioridad? Distancia necesaria que hemos tomado para justificar un presente que, en ciertas ocasiones, reclama mirar el pasado, por el mero hecho de que nos hayamos quedado en las imágenes y las evocaciones, como una forma de representar lo que como cuerpos ya no creemos posible hacer. Por eso, tenemos que repetirnos en lo evanescente, postergarnos al filme de nuestros propios cinemas de vida, para allí comprender que los pensamientos mueren, asumiendo que los instantes se fueron y que, a la vez, nos levantamos entre tantos pensamientos, y que mien-
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tras se van unas formas ante nuestros ojos, hay otras formas que se levantan en ese cajón de imágenes, y que, posiblemente, no alcancen a ser expresadas con las palabras, fueron también ausentes las palabras que no fueron escritas o repetidas en el instante, murieron más pensamientos, se volvieron imaginarios por no haber sido recordados con el lenguaje. Sin duda, he nacido sujeto al discurso de la muerte, el hecho de tener que aceptar que los lugares no mueren, ni desaparecen, es el pensamiento el que muere y ahí mueren los lugares, los acontecimientos, las cosas o las personas. A partir de esto, me atrevo a decir que no deberíamos pensar en el recuerdo sino recordar que hubo pensamiento en el recuerdo, y por eso escribir se convierte en un acto de pensar en lo ausente, de reconfigurar desde un punto de vista metarreflexivo lo que se muestra como un saldo del pasado. Disertar sobre la muerte del pensamiento en las cosas que nos rodean se convierte en una suerte de relato entre el pensar versus el pensar; paradójico puede plantearse esto, pero, sin embargo, la única posibilidad es también mirar lo ausente con otros sentidos (lejanos a una mirada social), pues la mirada (social) ha generado muchas divisiones o clasificaciones que han fragmentado identidades en la sociedad. En este sentido, la escritura cumple con uno de esos desafíos que se han planteado en torno al pensar y retomar lo ausente, es en la escritura donde, finalmente, se alcanza una dimensión que trasciende el orden racional. La escritura, por supuesto, es un acto de memoria y de imagi-
nación, donde se trata de poner a prueba las cualidades enigmáticas del pensamiento, emplazamiento que se conjuga con otros sentidos: sonoros, perceptivos, fonéticos, olfativos, gestuales, es decir, están ausentes los sentidos menos explorados, pero, si se toma en cuenta, son mucho más sensibles que lo borroso de la mirada. No será que en el marco de la mirada privilegiamos lo figurativo por sobre lo no-figurativo, en este último
Mientras uno adquiere conciencia del mundo, más fuerte e innegable se hace el hecho de pensar en lo que está ausente, recordar lo que parece muerto y haber muerto también en el pensamiento que no fue hecho oralidad, escritura o fonema... punto es donde el pensamiento se ha ausentado, volver al orden sensible de otros sentidos, quizás es una manera de reconfigurar lo ausente. Así, la muerte (he sugerido del pensamiento, por la ausencia de otros sentidos) no solo representa el estado ausente de un cuerpo, como se lo entiende en
un ámbito sociocultural, sino, más bien, la muerte también puede ser entendida como una teatralidad que se manifiesta en la memoria o la imaginación: alguien ha sido advertido de su muerte porque hubo quien soñó la noche anterior en su ausencia, a partir de ese suceso el que fue advertido, quizás, no tenga un día tranquilo. Entonces, se puede decir que la escritura también es una advertencia ante lo imposible, pues adquiere sentido en la medida en que se repiten las invocaciones, son más fuertes las muertes que se muestran en imágenes que las que fueron cuerpo, porque estarán repitiéndose en innumerables ocasiones, angustia más lo repetitivo, pero también permite tomar una postura reflexiva e inteligible. De esta manera, la escritura exige al pensamiento construir una identificación a partir de lo que físicamente es irrepetible, la escritura es la enunciación de lo que ha muerto (en el sujeto), es el paso necesario para activar el mundo de los sentidos, de los otros rostros que tiene el pensamiento. Con el pensamiento he muerto tantas veces en el cuerpo, más muertos tengo en mi pensamiento que aquellos a los que guardo luto, me habría mimetizado en lo ausente para entender que la escritura es un acto del pensar, de la prolongación de las imágenes que esperan ser escritas con más imágenes, necesaria postergación en el camino hecho por la lejanía. Aún creo que no he alcanzado la lejanía de la escritura, aún no he podido ausentarme de la misma ausencia, para encontrar ese lejano camino de los sentidos.
nobel 2013
Alice Munro, la
herencia de narrar César Chávez Aguilar
E
n épocas en donde la pirotecnia verbal es aplaudida y la farándula se ha apropiado de casi todos los espacios, es reconfortante que una escritora como Alice Munro sea reconocida. Al leer sus relatos nos damos cuenta de que su sensibilidad es heredera de la gran tradición del cuento, cuya línea va de Maupassant a Carver, de Hemingway a Ribeyro. No podemos dejar de mencionar a Chéjov, con quien tantos la han comparado, pero más allá de la cercana similitud, la obra de la canadiense es una de las más sólidas de la época contemporánea. Los méritos de su escritura se pueden ver desde las primeras líneas de sus largos relatos: la profundización en las almas de sus personajes, la sobria descripción de sus caracteres, el saber dibujar a personas normales, con conflictos cotidianos y con ello conseguir un grado de emoción que nos hace recordar que la literatura puede lograr conmovernos con episodios de las vidas convencionales, de las vidas de nuestros vecinos y amigos, de nosotros mismos, como tan bien lo sabía el ya mencionado Chejov. Sus relatos se desarrollan, preferiblemente, en ciudades pequeñas, rurales, alejadas de la fanfarria y el bullicio de las grandes urbes; espacio éste favorito de los escri-
tores modernos. No creo que haya un afán de diferenciación en ella, pero sí una conciencia clara de que la contingencia narrativa puede darse donde sea. Mucha de la crítica nacida de la Academia condenó el espacio rural como posible. Con Munro se demuestra que no, y que cierto anhelado cosmopolitismo sólo es un pretexto para la falta de talento y de riesgo literario; nos recuerda que la literatura está en la reflexión de la condición humana, no dónde ésta se desarrolle. Como los grandes escritores, Alice Munro apela a descifrar las grafías que nos constituyen, esas que pasan ignoradas o son incomprensibles, y que el artista está en obligación de traducir. Las mujeres son personajes permanentes de sus cuentos, y sobre muchas de ellas hay una marca de violencia, de opresión; la crueldad no está ausente en sus vidas. En algunas de esas narraciones nos sorprende la manera de tratar esa
violencia. La distancia que logra Munro con sus personajes es puro equilibrio, un poco más allá y sería frialdad, un poco menos y sería cursilería. Lo que nos muestra en esa apelación a ese clima de violencia, es que éste va ocupando cada vez más sitios, dejando pocos para la compasión, la solidaridad, el amor; sentimientos que aún son posibles, aunque a veces no sepamos reconocerlos. César Chávez Aguilar (Tulcán, 1970). Estudió Derecho en la Universidad Central del Ecuador. Cuentos y ensayos suyos han sido publicados en revistas nacionales e internacionales como: Línea imaginaria, Letras del Ecuador, Ourovouros, Encuentros (Revista Nacional de Cultura), Rocinante, Guaraguao, Kipus. Participó en el ‘Congreso Internacional Pablo Palacio, Jorge Icaza y las vanguardias’ (Quito, 2006), y en el Encuentro Internacional ‘Quito Ciudad de Letras’ (2013). Ha realizado investigaciones bibliográficas para el Municipio de Guayaquil y para el Centro Cultural Benjamín Carrión de la ciudad Quito, del cual es actualmente bibliotecario. En el 2012 publicó Herir la perfección. Es coautor además del libro Solo ella se llama (2013), homenaje a Marilyn Monroe. 27
Entrevista al poeta mapuche*
Elicura Chihuailaf: ‘Somos guerreros por ternura’ Cristina Patzou Periodista griega
El tiempo que sueña, que nos soñamos que nos sueña
Elicura Chihuailaf es el más famoso de los poetas indígenas mapuches de Chile. Nacido en la indomable Araucanía, ‘exiliado’, como dice, por años en las ciudades donde estudió, regresó a su tierra natal y se convirtió en la voz de los mapuches. ¿Qué significa ahora ser mapuche en Chile? Hay una falta de comunicación y de comprensión entre el pueblo chileno y el pueblo mapuche, y cualquier progreso que se hubiera verificado, no es lo que esperába* (Tomado de http://verbiclara.wordpress.com. Apareció originalmente en el periódico griego Libertad de prensa. Traducción del griego de Jaime Svart)
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La Palabra surge de la Naturaleza y retorna al inconmensurable Azul desde donde nos alegra y nos consuela. Cuando la Palabra cree / imagina interrogarse no es sino lo innombrado que la interroga para sacudirla para desempolvarla, para intentar devolverle su brillo original. ¿Para qué entonces el deseo de decirlo todo si, como en un tejido, el Ahora —en el tiempo circular— existe y se completa con las hebras del ayer y del mañana? Así nos dice el tiempo que sueña que nos sueña. Que soñamos. mos. Fuimos un país con tierras muy vastas entre lo que hoy es Chile y Argentina. Vivimos siglos de resistencia contra el imperio español, que era tan poderoso entonces como ahora es el imperio americano. Doscientos años después continúa la ocupación de nuestras tierras por parte de Chile y Argentina. La historia chilena oficial indica 1883 como el año de consolidación de la llamada Pacificación de la Araucanía, que no fue otra cosa que una intervención: una invasión con masacres, muertos, desaparecidos, que redujo de manera dramática nuestras tierras y diezmó a nuestra población. Para mí, hay
dos períodos catalíticos en la historia de esta relación entre Chile y el país de los mapuches. En 1883 se impone la ‘pacificación’ de los mapuches y en 1973, año del golpe, entra en aplicación la ‘pacificación’ de los chilenos, con todo lo que revela relativamente a las relaciones históricas. En las noticias, en vez de pacificación, vemos una guerra no declarada contra los mapuches. Porque nosotros hoy representamos un obstáculo importante contra el capitalismo y el neoliberalismo. Mapuche significa ‘pueblo de la Tierra’: consideramos la Tierra como nuestra madre y todo lo inherente a la naturaleza, desde las
Sueño azul (fragmento) Aprendo entonces los nombres de las flores y de las plantas. Los insectos cumplen su función. Nada está de más en este mundo. El universo es una dualidad: lo bueno no existe sin lo malo. La Tierra no pertenece a la gente. Mapuche significa Gente de la Tierra —me iban diciendo. En el otoño los esteros comenzaban a brillar. El espíritu del agua moviéndose sobre el lecho pedregoso, el agua emergiendo desde los ojos de la Tierra. Cada año corría yo a la montaña para asistir a la maravillosa ceremonia de la naturaleza. Luego llegaba el invierno a purificar la Tierra para el inicio de los nuevos sueños y sembrados. A veces los guairaos pasaban anunciándonos la enfermedad o la muerte. Sufría yo pensando que alguno de los mayores que amaba tendría que encaminarse hacia las orillas del Río de las Lágrimas a llamar al balsero de la muerte para ir a encontrarse con los antepasados y alegrarse en el País Azul. Una madrugada partió mi hermano Carlitos. Lloviznaba, era un día ceniciento. Salí a perderme en los bosques de la imaginación (en eso ando aún). piedras y los ríos hasta las plantas y los insectos, tiene el mismo valor que el nuestro. La Madre Tierra nos ofrece lo que necesitamos para vivir. ¿Qué hija y qué hijo no se levantaría para defenderla cuando la amenazan, la saquean, la arruinan? ¿Un obstáculo tan peligroso para que se les dé a vosotros la caracterización de ‘terroristas’? En el planeta globalizado hay todas las oportunidades para consolidar el saqueo de la tierra de parte de empresas nacionales y multinacionales. Construyen represas inundando territorios enteros y lugares sagrados. Enormes industrias de la madera imponen cultivos artificiales de abetos y eucaliptos que consumen grandes cantidades de agua y desaparecen hierbas medicinales e insectos, arruinando el ecosistema. A nosotros, que nos oponemos a
la usurpación de nuestras tierras y al saqueo de la naturaleza, nos arrastran a juicios basados en la ‘ley antiterrorista’ que impuso el dictador Pinochet y hasta ahora no ha sido revocada. Hoy hay unos 32 presos políticos mapuches. Se trata de juicios falsos con ‘testimonios sin rostro’ —como los llamamos porque declaran encapuchados— y con ‘pruebas’ defectuosas, como revela el hecho de que al final muchos fueron liberados de las acusaciones. Ellos nos llaman ‘terroristas’ y yo digo que somos ‘guerreros por ternura’ porque nos levantamos defendiendo la Madre Tierra. Dicen que los poetas son melancólicos y los militantes optimistas. Usted, como poeta militante, ¿cómo vislumbra el futuro de sus luchas? Soy un ‘optimista escéptico’. Escéptico porque veo que el capita-
magnetófono lismo toma formas nuevas, pero sigue siendo capitalismo y en efecto soberano y salvaje, provocando los mismos dolores en todas partes del mundo. La situación que está viviendo mi pueblo, la tienen también otros pueblos en México, en India, Italia o Grecia, etc. En relación con mi optimismo, este aumenta en el grado en que hay posibilidad de encuentros como estos en diversos rincones del mundo, con la posibilidad de que los pueblos conversen dejando atrás obstáculos y murallas que levantan los estados. Porque los Estados se refugian en fronteras y banderas, pero nosotros sabemos que tienen dueños, que son pocos, pero cada vez más feroces. Cuando tengo la posibilidad de conversar con jóvenes, veo una voluntad de cambio y en particular, un regreso a la memoria y esto me hace muy optimista. Se referió a similitudes entre lo que vive Grecia y su pueblo. Tuve el privilegio de llegar a un país de una civilización admirable, que ha influido distintamente en la cultura occidental, en un momento extremamente difícil. Tenemos una relación enorme con Grecia, en el sentido en que seguimos creyendo en la razón y en la palabra como instrumentos fundamentales. No hemos perdido nuestra memoria. Con esta razón podemos tocar el espíritu de cada persona en cualquier rincón del planeta y abrir un diálogo. Es la palabra que nos permite unirnos en los sueños que no se perdieron, sino se dejaron como herencia a las nuevas generaciones. En un momento difícil en el que las tragedias y los dramas aumentan, tenemos la posibilidad de construir juntos un sueño más viable, perpetuo y estable de lo que hemos imaginado hasta ahora. Con esto, quiero decir al pueblo griego que no está solo. No estamos solos.
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El capítulo inédito de Abaddón el exterminador,
de
Sábato
Lupe Rumazo
En ‘Sobre la fealdad de Sartre’ hay un entrecruce fílmico de planos de toda índole: de lo cotidiano, de lo muy subterráneo, de lo sobrenatural; un tránsito por esa imbricación que se ofrece como caos pero que de todas maneras algo genera: un observatorio del Mal elevado a la potencia de lo creador y de lo divino. 30
geografías
‘
S
obre la fealdad de Sartre’, capítulo inédito de Abaddón el exterminador, de Sábato, pieza única en la hemerografía literaria americana, más que una primera versión de alguno o algunos de los otros textos del libro, es un camino nuevo que se bifurca y que si bien trata ciertos de los temas fundamentales de la novela ofrece sus propios aportes sustantivos. Hay así una acentuación en el papel del intelectual visto desde la figura controvertida de Sartre; de la impasibilidad del escritor frente a la crueldad de la vida que de todas maneras liquida y mata, aun al niño —tema ya develado por Dostoievski y asumido con rechazo total por Sartre en La náusea—; de la incomprensión del neófito o del a medias enterado de lo que significa ser un intelectual; de la culpabilidad intrínseca del propio literato. Es por esto que nombra al escritor mártir y testigo de su tiempo.
Nueva teodicea Desde esta nueva captación del autor, que parte de algunos conceptos del existencialismo, arriba Sábato a la forja de una teodicea, propia del tiempo actual. Nace ya no directamente del libro sino del cine, que es ahora inagotable alimento del joven, más que la literatura o el saber mismo. La cinematografía convulsa, atropellada, violenta y que se nutre de un acervo mutante, vario, que va del neorrealismo italiano al siempre reiterado cine francés y, finalmente, al sueco, colma el paroxismo de la juventud. De esa visión se pasa al absurdo inventario de la polis, ejemplarizada en Buenos Aires y su guía telefónica, con personas provenientes de todas partes: judíos, polacos, alemanes, rusos, con apellidos alterados como si se hubiera producido un cóctel humano. Todo esto
para mostrar una suerte de teodicea a la que daría el nombre de Losuar, exactamente como la sala cinematográfica de ese nombre. Esa teodicea que habla directamente de Dios y de la trinidad —los tres cines: Losuar, Lorraine y Loire— y del mundo —«una sinfonía en la que él toca de oído»— y que es el resultado de un molestoso, se amplía en su concepción al incluir al universo. Mas aún éste no puede ser sino ‘una joda sideral’, voluminosa como el diario Clarín y de la cual a este planeta le ha tocado una sección, seguramente la más ‘mersa’, o sea la más vulgar de todas.
El Mal Es así indudable que en las páginas inéditas se desarrollan puntos originales, álgidos, tremendos: tal la obsesión de Dios y el mundo, esta vez vistos al trasluz de la cinematografía, y el ser humano desdoblado en sus conflictos traumáticos, pasionales, como advierte el cineasta y Dios también indirectamente procreador de esas realidades. Se presenta así una acentuación del Mal desde la divinidad, esta vez carnal así sólo se la insinúe —es el ser que contempla y tolera todo— y en cambio sí se la comente ampliamente en torno a la naturaleza humana. La creación es vista, por otra parte, a través de los nombres, es decir, como una polución que vive esta trágica realidad. La fealdad de Sartre sería la fealdad de la vida y quizás algo peor: la fealdad de Dios.
¿Cómo lo recibo? Así, de esa manera fragmentaria, encapsulada en la enumeración, hice un resumen del capítulo inédito ‘Sobre la fealdad de Sartre’ que Sábato me regaló en la visita que le hiciera a su residencia en Santos Lugares en 1975, casi un año después de la
ausencia de mi madre, Inés Cobo de Rumazo. Describo esa escena en mi novela, tan agónica, Carta larga sin final. Mi peregrinación de entonces, pues ese sentido tuvo de encontrar alguna respuesta a tanto dolor, halló en efecto no sólo la consolidación de una amistad sino la recepción, de mi parte, de un capítulo invalorable que haría fijaciones justamente en la temática de la muerte, del Mal. Fue un regalo excepcional y para perdurar, en el que puso una dedicatoria aun más especial. Escribió así: «A Lupe Rumazo, la primera versión de un capítulo de Abaddon. Con todo afecto y admiración. Ernesto Sábato. S. Lugares, agosto de 1975».
¿Qué significa? Ante un capítulo de naturaleza única, comparable a Mobile, de Michel Butor, en su desarrollo de múltiples aperturas, en su ausencia de planteamiento, es fundamental pensar, ya en términos estrictamente literarios, ¿qué significa ‘Sobre la fealdad de Sartre’? Esa maqueta inacabada del capítulo de Sábato, esa combinatoria sin término o por lo menos parcialmente utilizada, ese pensamiento que insiste y desiste en sus afirmaciones —tal la reunión de Sábato en casa de la Beba, microcosmos de una realidad vital e intelectual—; esa continuidad destruida, pues Sábato opta por irse de ese núcleo que lo interroga y acosa, se corresponderían no sólo con la esencia de lo que significa un proyecto o un borrador de libro, sino que constituirían material importante para la crítica actual. Conscientes de que en la literatura contemporánea, bien en el tratamiento, bien en la creación misma, se ha eliminado en buena parte el concepto de ‘desarrollo’
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—tan definitorio en el ‘buen’ relato de la retórica antigua— o concebido éste como una variación apenas sucesiva y otorgándole al capítulo inédito esa muy nueva condición de fragmentarismo y más que eso de productividad de lo que más tarde aparecerá en el libro Abbadón, queda sustentada la percepción de que estamos, lo haya querido o no Sábato, ante un texto, como lo definen Ducrot y Todorov, o sea ante un ‘poder generador’. Es lo que encuentro en ‘Sobre la fealdad de Sartre’: un motor que se irradia y luego ya plenamente estructurado se pone a hablar en el volumen; una percepción vibrante que no siempre es aceptada en integralidad por el propio Sábato y que no obstante ha permitido la creación posterior. Y es que todo procede de un núcleo —en este caso del familiar o del amistoso—, suerte de mónada, que en cierto sentido ‘representa al universo entero’, el de Sábato, puesto que en ella están Sartre, su obra y sus posturas; el ser del escritor y del intelectual; el Premio Nobel y sus interioridades; los personajes de Abaddón y de Sobre héroes y tumbas, que aun se rebelan contra el autor como en Niebla, de Unamuno; los escritores y sus obras; el mundo de la radio y de la prensa; el cosmos de la Iglesia católica; las doctrinas; la angustia y el psicoanálisis; las nacionalidades; y sobre todo la nueva teodicea.
La civilización del espectáculo
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Ya en 1994 Fernando Arrabal — mucho antes de que Vargas Llosa con su advertencia de la civilización del espectáculo se hiciera presente, pero veinte años después de lo que Sábato para sí mismo escribiera— se refiere a «La
‘Sobre la fealdad de Sartre’, capítulo inédito de Abaddón el exterminador, de Sábato, pieza única en la hemerografía literaria americana, más que una primera versión de alguno o algunos de los otros textos del libro, es un camino nuevo que se bifurca y que si bien trata ciertos de los temas fundamentales de la novela ofrece sus propios aportes sustantivos. sociedad del espectáculo, pues todo lo sentido o vivido se aleja de nosotros con su representación (…). El espectáculo del infierno moderno descubre la relación social entre los seres mediatizados por las imágenes que nos rodean (…). El infierno se ha vuelto moderno… es decir ¡modesto! Hemos alcanzado una igualdad de desgracia blanda en la cual se integra lo espectacular». En suma, que en los tres videntes —Sábato, Arrabal, Vargas Llosa— hay una misma captación y en ‘Sobre la fealdad de Sartre’ un entrecruce fílmico de planos de toda índole: de lo cotidiano, de lo muy subterráneo, de lo sobrenatural; un tránsito por esa imbricación que se ofrece como caos pero que de todas maneras algo genera: un observatorio del Mal elevado a la potencia de lo creador y de lo divino.
Es por esto que pienso que la gran inquisición de Sábato es fundamentalmente lo moral. Y dentro de lo moral, indudablemente el Mal, con mayúscula y con nombre propio: Abaddón el exterminador y ‘Sobre la fealdad de Sartre’. Antes ya lo había tratado en El túnel y en Sobre héroes y tumbas. Y siempre dentro del territorio de lo desconocido, del misterio y del tiempo. Y es que aquí, en ‘Sobre la fealdad de Sartre’, es indudable que existe una memoria de una época —cómo se la vive, cómo se la entiende—; de una cultura —la visual y la literaria—; de una historia —la que se detiene en la tradición y la que ocupa alocadamente una modernidad—; de las identidades que o bien se colectivizan, se diluyen o bien tratan de persistir con profundidad —las de Sartre y Sábato—; de las creencias, se las tenga o no y a las que he transcrito no literalmente sino como pide Todorov, ejemplarmente. No como ‘buena lección’ o aprovechable discurso, sino como posibilidad interpretativa: «fundar la crítica de los usos de la memoria» ya no en una lectura literal, sino en una ejemplar, o sea justa, como pide el filósofo; y en ese sentido, siguiendo la pauta por él establecida, establecer yo una continuidad o circularidad de El túnel, a Sobre héroes y tumbas, luego a Abaddón el exterminador y, finalmente, a ‘Sobre la fealdad de Sartre’. Y de la vinculación de Sábato con esos textos, lo quiera o no; con todos ellos, sin dejar ninguno; del ser suyo, en uno y otros, siempre admirablemente presente, así haya querido a uno de ellos olvidar. Y es que en todo caso, en acorde final de majestuosa sinfonía, «si su vida sucumbió ante la muerte, la memoria ha salido victoriosa en su combate contra la nada». Tomado de diario El Nacional, Caracas, 8 de diciembre de 2013
aniversario
Marcel Proust:
cien años después de
En busca del tiempo perdido
E
l 14 de noviembre de 1913, con su propio dinero, Marcel Proust publicó Por el camino de Swann, el primero de los siete volúmenes de En busca del tiempo perdido (À la recherche du temps perdu), una desmesurada saga que se publicó entre 1913 y 1927; en este último año se editó El tiempo recobrado, cinco años después del fallecimiento del escritor. André Gide, que trabajaba para la editorial Gallimard, se arrepentiría toda su vida por haber rechazado el manuscrito del primer tomo; pero la casa editora remediaría ese error publicando en 1919 A la sombra de las muchachas en flor, ganadora del premio Goncourt de ese mismo año. Como señala Félix de Azúa, «el inmenso retablo se presentó al juicio de los lectores anteriores a la Primera Guerra con un fragmento que hacía imposible adivinar el conjunto. Su escala iba a ser desmesurada, más de tres mil páginas, y habría sido quimérico predecir que aquellas inaugurales teselas se insertarían años más tarde en un mosaico gigantesco donde jugarían un papel esencial, pero impredecible». En Proust, es el lenguaje el que transustancia la memoria y la realidad. Y la memoria asombrosa va dictando el ritmo del lenguaje proustiano para sumergirse en las profundidades y realizar una novela-mundo donde late siempre el pulso de su época. Su obra es monumental, compleja. Una síntesis de la memoria y el tiempo. Un esfuerzo incansable por burlar el olvido y la muerte y dejar una señal que le salve de la nada. Y se convirtió en un clásico. La Recherche tiene una belleza literaria extraordinaria, una sutilidad psicológica deslumbrante, una inteligencia inusitada. Es una catedral de palabras construida con los materiales de los recuerdos, el tiempo y los sueños. Y como Proust mismo lo dice: «El único viaje verdadero, la única fuente de la juventud, no será visitar tierras extrañas, sino poseer otros ojos, contemplar el universo con los ojos de otro, de cientos de otros, contemplar los cientos de universos que cada uno de ellos mira, que cada uno de ellos es».
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Doris Lessing: rebel girl hasta la muerte
Javier Lara Santos
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uando se es una escritora perteneciente a la tradición inglesa, una debe ser consciente y sentirse agradecida de un patrimonio que significa no tener que luchar como mujer para ser publicada y
valorada. En Inglaterra las mujeres se han ganado la vida como escritoras desde hace siglos y, a veces, protestando con energía contra su destino. Mi agradecida conciencia de este patrimonio es la razón por la que suscribo la máxima de Virginia Woolf,
según la cual las escritoras serán libres cuando, sentadas a escribir, no piensen si escriben o no como mujeres». Esas son palabras de Doris Lessing, escritora inglesa nacida en Persia (actual Irán), narradora autobiográfica en la mayor parte de su obra, y
nobel 2007 sin embargo comprometida con la causa de la literatura más allá de supeditar su trabajo a la lucha política y el activismo, como lo hizo en la primera mitad del siglo XX, cuando se unió al Partido Comunista para luego darse cuenta de la farsa y el abuso del régimen de Stalin, separándose de las filas militantes para dedicarse exclusivamente a la literatura; si bien El cuaderno dorado la llevó a la fama, tenía a su haber ya nueve libros publicados antes, entre novelas y poemas. Y ese sólo era el comienzo. De manera parecida a la experiencia africana de Karen Blixen, nombre original de la escritora Isak Dinesen, Doris May Tayler, es decir, Doris Lessing (el apellido es por su segundo esposo) retrata las relaciones humanas con un rigor y un hilo fino que sólo se encuentra en los grandes y empedernidos lectores, pues la escritura, más que un acto de entrega, es un acto de recepción y retribución con lo que se ha leído —un lector que escribe es mucho más idóneo que un escritor que lee, primero está el destino escogido e inexorable de formarse como lector para poder tener una idea del mundo y luego, del mundo de la literatura—; como decía, las dos autoras coinciden en su obra africana, en sus relaciones amorosas en el continente, y en su huida para luego terminar en el primer mundo, en diferentes tareas pero nunca desasociadas de las letras. El cuaderno dorado es, sin duda, una lectura recomendable, y testimonio a manera de crónica de su generación, y de su condición como mujer dentro de la sociedad de la primera mitad del siglo XX. Anna Wulf, el personaje, es una escritora divorciada y militante comunista. Ella, en
su condición, busca una nueva manera de interpretar y a la vez renovar la realidad que la rodea. En definitiva, busca una salvación, como casi todos los personajes de novelas memorables, con sus contrapartes, los que buscan la perdición; pienso ahora mismo en Geoffrey Firmin, el exconsul británico y alcohólico de Bajo el volcán, la novela de Lowry. Pero en este caso, Anna se dedica a escribir varios cuadernos, los cuales son dedicados a un tiempo de su existencia, a manera de diarios pero registrando todo, reflexiones que van más allá de la mera contemplación intimista que caracteriza a los ‘diarios’ comunes que escribiría cualquier chica joven. Sin embargo, y como suele suceder con los escritores comprometidos, comprometidos con la literatura, me refiero, ella no logra poder verter todo el contenido ni la fuerza de éste en lo que redacta en esos cuadernos; no llegan, como ella pensaba, a tomar la forma de lo que ella realmente es y siente. Así decide comenzar con la redacción de un cuaderno dorado, donde su meta es plasmar todos los cabos sueltos de su vida y sus circunstancias, a manera de registro totalizador, pero a la vez con la cercanía de un confidente. Y esto, la escritora lo puede llevar con una maestría innata, de lo particular a lo universal, problemas de la humanidad en todos sus sentidos, como dice el escritor boliviano Fernando Molina: la novela «es una reflexión sobre las múltiples dimensiones (no muy sanas, en su mayoría) del compromiso político». La vida de esta escritora, Premio Nobel de literatura 2007 y que falleció en 2013, fue un viaje sin retorno y una lucha con-
tinua donde sus valores son sus propias acciones, como bien ella demostró desde que decidió que su vocación y su misión en el mundo era ser escritora y con esto, aportar a la universalidad para que el mundo tenga un poco más de luz, con un sentido de parodia, también, en su obra; la intención de esta escritora es la de desentrañar los problemas primordiales de la humanidad y su interacción cuando la historia es la que está en proceso. También se podría hablar de libros como ‘memorias’ que realmente no llegan al nivel magistral de El cuaderno dorado, sin embargo, su obra, en conjunto (más de una treintena de novelas, difícil nombrarlas a todas acá) es un trabajo sostenido de compromiso primero con la literatura en sí misma, y luego con lo que pueda derivar de ella, como la reflexión, y algunas veces la denuncia; sin duda, una gran mujer para un tiempo como el nuestro. Así, para el que sea un adepto de los buenos trabajos literarios, bienvenido al universo Lessing, y salud por su legado, por su memoria, que no es la muerte como lo es el olvido, parafraseando a Borges. Javier Lara Santos Quito 1978, ha publicado Del acabose antología imaginaria, (poesía) en el 2008, Tratados de ociología (cuentos) en el 2009 (libro premio del Ministerio de Cultura); coordinó la antología de poesía ecuatoriana contemporánea Tickets de ida y vuelta en Arequipa, Perú, con Cascahuesos editores, Islísima que seremos es su segundo poemario, lanzado en la red. Actualmente ejerce como articulista de cultura en diario El Telégrafo. 35
última La jugada Rubén Darío Tinajero
U
n hombre con abrigo largo y mirada furtiva persigue a su próxima víctima. Esconde el arma en la cintura y trata de pasar inadvertido. Frente a él, una mujer, sin ninguna prisa, llega a la puerta principal del hotel, en el vestíbulo ella dobla a la izquierda e ingresa al casino. El salón principal está lleno de luces. Una lámpara de cristal pende del techo. Las máquinas tragamonedas suenan con alegres tintineos en un extremo, mientras que en el otro las ruletas giran con un ruido monótono. La mujer acelera el paso, luego se detiene, parece dudar, pero de inmediato escoge la ruleta del centro, rodeada de pocas personas. Comienzan a apostar. El crupier, con una sonrisa fría, anuncia: «no va más», y la ruleta gira a gran velocidad. El hombre con abrigo largo pasa cerca de ella, la mira y se dirige a la barra. Ordena un vaso con whisky y lo consume de un solo sorbo, pide otro y mira con atención hacia la ruleta del medio.
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La mujer se distingue por su cabellera negra que cae sobre los hombros y una pequeña blusa blanca con escote bajo. El hombre no pestañea, tiene la mirada fija en la mesa del centro. La mujer cambia un fajo de billetes sobre la mesa de juego y apuesta todo al color rojo. Una pequeña orquesta inicia unos tangos en sordina que nadie escucha. El encargado del bar dice: —Ella está ganando mucho. —¿Quién es? —pregunta el hombre con abrigo largo. —No conozco su nombre. A veces viene aquí. —No le creo —dice con animosidad—. ¿Está sola? —Seguro. Y tiene mucha suerte. La gente se aglomera alrededor de la mesa. Dos jóvenes atraviesan el salón hasta llegar al bar. Uno de ellos comenta: —Nunca vi semejante racha. Diez veces ha ganado con su apuesta al rojo y solo tres ha perdido. —Me da mala espina —dice el otro—, está apostando a lo grande, debería parar o algo sucederá.
relato Beben whisky de los vasos y rápidamente regresan a la mesa de juego. Se oye un barullo inusitado, la mujer apuesta todas las fichas acumuladas. El crupier indica que no puede aceptar esa cantidad, la apuesta excede lo permitido. El hombre con abrigo largo se ubica detrás de ella, casi sobre sus hombros y dice: —¡Qué clase de casino es este! El crupier sorprendido responde: —Son las reglas del juego. Pediré autorización. Después de un instante de silencio, las dos miradas se cruzan: la furtiva y rapaz del hombre con abrigo largo, la fría y tensa de la mujer con blusa blanca. El crupier hace una consulta al supervisor y regresa. —Hagan sus apuestas, la mesa cubrirá hasta treinta mil dólares. ¿Está decidida? Ella duda un momento y contesta: —Todo al rojo. El crupier hace girar la ruleta. Envía la bola por el borde superior y se cruza de brazos. Ella se inclina sobre la mesa, los labios apenas se separan, la luz refleja sus dientes esmaltados. Por la pendiente de la rueda, la pequeña bola salta entre los cromados ribetes, el ruido es casi imperceptible. Después de varios minutos, que parecen interminables, la ruleta disminuye su marcha, hasta que se detiene por completo. —Treinta y tres negro —dice el crupier sin interés. Recoge las fichas con el rastrillo y ordena en pequeños montones. La bola de color blanco marfilado descansa en la ruleta, el undécimo número a partir del doble cero. Ella echa atrás la cabeza y tiene una sensación de alivio inexplicable. El hombre con el abrigo largo asegura el arma y se retira con lentitud. Afuera, la niebla rodea el lugar, apenas se puede reconocer al hombre con abrigo largo, su cara parece una mancha negra, inescrutable.
Rubén Tinajero Ubidia Médico internista y exprofesor universitario, realizó estudios de posgrado en Noruega e Italia y ha publicado varios trabajos científicos en revistas nacionales y extranjeras. Además, ha incursionado en literatura y ha publicado el libro de cuentos El vacío y la novela Barniz de sueños. Camina unos pasos hasta perderse en la oscuridad, después de un corto trecho encuentra unos arbustos y se oculta tras de ellos, para evitar que alguien le reconozca. Ella atraviesa el mismo sendero, solo escucha el repiquetear de sus tacos, cada vez con más intensidad, hasta que cruza la calle y llega a una casa de estilo rústico, rodeada de un jardín que emana un olor a geranios y jazmines. Abre la puerta principal e ingresa. El segundo piso se ilumina de inmediato. El hombre tras el arbusto observa la figura de ella a través de la ventana: espera algunos minutos, atento, con la mirada fija y abandona ese lugar. Su paso es resuelto, cruza la calle y llega a la casa de estilo rústico. Observa los alrededores, con movimientos lentos de su cabeza constata que no hay nadie. La calle está silenciosa y se respira un aire fresco, invernal. Timbra con resolución. Aguarda algunos minutos. Insiste otra vez. De pronto la puerta se abre. —¡Ah, eres tú! El hombre ingresa en silencio, sin emitir ninguna palabra y sigue por el mismo pasillo que ella recorre. Su figura es esbelta y delgada. Ahora está cubierta por una salida de cama, que muestra sus formas sensuales. —Te dije que apostaras según lo acordado. Todo al treinta y tres negro. Él la empuja sobre la cama, desenfunda el arma. Y un sonido ensordecedor retumba ese instante.
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cuado
en la
feria
Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, La Habana, Cuba.
L
a 23 Feria Internacional del Libro Cuba 2014 (FIL) se realizará en La Habana del 13 al 23 de febrero. El país invitado de honor es Ecuador y la diversidad de culturas que lo conforman. La Feria estará dedicada a la escritora Nersys Felipe Herrera, Premio Nacional de Literatura 2011, y al historiador Rolando Rodríguez García, Premio Nacional de Ciencias Sociales, 2008. También se rendirá homenaje al 200 Aniversario del Natalicio de la gran escritora cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda.
La sede principal será la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, edificación del siglo XVIII que se levanta en la Bahía de La Habana, frente al centro histórico de la capital, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1982. También funcionarán otras sedes de la feria en instituciones culturales del municipio Plaza de la Revolución, en el centro de la capital cubana. Una vez concluido el evento en La Habana, la FIL se extenderá a todas las provincias del país y será clausurada el 9 de marzo en Santiago de Cuba.
Por su repercusión pública, la Feria Internacional del Libro es considerada el evento cultural más importante que se realiza en Cuba y cuenta con una masiva afluencia de lectores. Convoca a numerosos profesionales de la industria del libro y a importantes personalidades de los ámbitos literario, artístico y académico, tanto cubanos como extranjeros; despliega, además, un vasto programa de actividades que enriquece la variada muestra editorial que se expone y comercializa en sus espacios. Una importante presencia tendrá Ecuador en esta feria interna-
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Pablo Palacio
Páginas escogidas
177 colección literatura latinoamericana y caribeña
colección literatura latinoamericana y caribeña
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Jorge Carrera Andrade Poesía escogida
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Ecua
A cada hombre hará un guiño la amargura final
casa
colección literatura latinoamericana y caribeña
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Benjamín Carrión Ensayos
tras plan ta dos El trópico es un fusionador poderoso de elementos humanos
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cional, en la que montará un stand con las publicaciones de las editoriales nacionales, especialmente la Casa de la Cultura Ecuatoriana, que aportará con alrededor de 100 títulos. Acompañará una delegación de intelectuales que desarrollará una amplia agenda con conferencias, lecturas, paneles, talleres sobre historia, poesía, novela, cuento, ensayo, ciencias sociales, literatura infantil, edición e ilustración de libros, etc. El Presidente Constitucional de la República, Rafael Correa Delgado, abrirá el programa ecuatoriano con la conferencia ‘El buen vivir en el Ecuador’ y la presentación de su libro Ecuador: de Banana Republic a la No República, editado por Casa de las Américas. Asimismo se estudiará la obra de Pablo Palacio, César Dávila Andrade, Humberto Salvador, Jorge Icaza, Bolívar Echeverría, Justino Cornejo, Benjamín Carrión, Nelson Estupiñán Bass, junto a la obra de escritores actuales, nuevos narradores y poetas ecuatorianos y escritores de literatura infantil. Entre los intelectuales que conforman la delegación oficial están: Abdón Ubidia, Andrés Cadena, Jorge Dávila Vásquez, Luis Carlos Mussó, Alfredo Noriega, Iván Oñate, Raúl Serrano, Javier Vásconez, Antonio Preciado, Raúl Vallejo, María Fernanda Espinosa, Leonor Bravo. (P.H.C.)
Casa de la Cultura y Casa de Las Américas, en la feria del libro
L
a Casa de la Cultura Ecuatoriana y Casa de las Américas de Cuba unieron esfuerzos para tener una importante presencia en la Feria del Libro, basándose en un convenio marco suscrito por las dos instituciones. Colaboramos en la coordinación para la publicación de libros impresos en Cuba como: Ecuador: de Banana Republic a la No República, de Rafael Correa Delgado; Escritos históricos de Eloy Alfaro (editado por Casa de las Américas); La madriguera, de Abdón Ubidia; Leonor, de Miguel Donoso Pareja; Los últimos hijos del bolero, de Raúl Pérez Torres; Páginas escogidas de Pablo Palacio; Poesía Escogida de Jorge Carrera Andrade; Ensayos de Benjamín Carrión (editados por Casa de las Américas). Igualmente imprimimos los libros para la colección TerraNostra de la CCE: Pujato, de Gabriel Cortiñas (Argentina) y Domingos sin Dios, de Luiz Ruffato (Brasil), los dos Premio Casa de las Américas
2013; Teatro en las fronteras, de Arístides Vargas con el que comenzamos nuestra colección de este género . Se presentarán también nuestras ediciones de Eloy Alfaro y Cuba en el siglo IXX, de Germán Rodas y Saberes y tecnologías ancestrales, de María Eugenia Paz y Miño, que es el primer volumen de nuestra colección Yachana (saberes). La delegación de la CCE estará presidida por su presidente Raúl Pérez Torres, quien presentará su libro Los últimos hijos del bolero, conformará un panel sobre Pablo Palacio, otro sobre Saberes y tecnologías ancestrales, y adelantará convenios
culturales y de comunicación. La delegación tendrá una activa participación en las presentaciones y talleres, así como en la planificación de las actividades editoriales que se llevarán a cabo el presente año, en que la Casa de la Cultura cumple 70 años. Igualmente se ha entregado al Ministerio de Cultura alrededor de 100 títulos que formarán parte del stand del Ecuador; se destacan los libros Joaquín Pinto Álbum particular, Pablo Palacio Obras completas (editados por la CCE) y las colecciones Casa Nueva, TerraNostra, La Casa de los Niños, Esenciales, Palabra Actual, Yachana y la revista Casapalabras.
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De películas ecuatorianas,
cifras y espectadores Cortesía: Lunafilms
Paulina Simon Torres
D Feriado
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esde hace algún tiempo se habla de un cine ecuatoriano nuevo, joven, de una naciente industria, de un ‘boom’ que vive la pequeña cinematografía nacional. Desde la aparición en 2006 del Consejo de Cine, ente rector de las políticas cinematográficas del país, el fomento a la producción audiovisual ha permitido que se incrementen de manera relevante las películas ecuatorianas que podemos ver al año. Si en 2006, antes de la existencia de una Ley de fomento al cine, se estrenó únicamente Qué tan lejos, ya en los siguientes años el número de cintas que se estrenaron comercialmente se duplicó, tri-
plicó y ahora, para 2014 se esperan aproximadamente 15 estrenos de largometrajes ecuatorianos en salas de cine. Eso implica más de una película al mes que de algún modo buscará ansiosamente ser vista por la mayor cantidad de espectadores posibles y mantenerse en cartelera al menos dos semanas. ¿Cómo funcionan las cifras, más o menos, en los cines comerciales del Ecuador? Hace poco diario El Telégrafo nos ilustraba con una comparación abismal y considero que incluso fuera de lugar, pero para hacernos una idea, una película como la hollywodense Iron Man 3 logró alrededor de 800 mil espectadores en el Ecuador. Al
lado de esta monumental cifra, la película ecuatoriana más taquillera de 2013, que fue Mejor no hablar (de ciertas cosas), de Javier Andrade, tuvo 53 mil espectadores, después de esta cinta, el documental La muerte de Jaime Roldós, de Manolo Sarmiento y Lisandra Rivera, con alrededor de 50 mil, cifra importante si tomamos en cuenta que además de ser un documental —usualmente un género bastante menos taquillero— los empresarios de Supercines, la cadena más grande del país, decidió no exhibirla. Hacia el final de 2013, el director del Consejo de Cine, Juan Martín Cueva, hizo un balance bastante
escaleta
cimiento de públicos es tarea compleja, pero que debe solventarse a la vez como parte de la misma necesidad. Tenemos películas, pero no suficientes salas, ni suficientes personas que quieran verlas. Para este año, posiblemente una de las cuestiones más positivas es que el cine ecuatoriano se diversificará en cuanto a géneros y temáticas, tendremos en cartelera estrenos de películas de acción, romance, historias familiares, ciencia ficción, dramas introspectivos, etc. Quizá esta variedad sea otro factor que invite al público a asistir a las salas de cine con más entusiasmo, venciendo los prejuicios, un poco trillados, pero generales, de que el cine nacional es solo de temática social o de violencia.
En 2014 empieza a difundirse la producción nacional con un buen augurio: la película Feriado, ópera prima de Diego Araujo, que se ha convertido en la primera cinta ecuatoriana que se presentará en competencia en un festival de cine de élite, como es la Berlinale, en Alemania. Hablamos de cantidad de películas, cantidad de espectadores, cantidad de salas y sería bueno, en este momento que vive el país, empezar a sentirnos también motivados por la calidad de las películas, la calidad del público al que, desde la gestión cultural, queremos formar y alimentar, y la calidad de los espacios de exhibición que, cómo dice la película de Miguel Alvear, deberían estar en otros lugares Más allá del mall.
Cortesía: Lunafilms
realista: a pesar de que entre 2012 y 2013 se duplicó la cantidad de estrenos ecuatorianos, el público solo creció en un 5% y casi ninguna película recuperó su inversión. No cabe, entonces, hablar de un ‘boom’ del cine nacional basándonos solamente en la cantidad de estrenos. Hay una serie de factores que hace falta considerar. El cine como arte, pero también como negocio, necesita ser sustentable, lograr cubrir sus costos y principalmente ser visto. Si los espectadores no están interesados en ver lo que se produce en el Ecuador, nos alejamos mucho del ideal de formar una industria cinematográfica. Fortalecer todo el proceso, desde el inicio: el fomento a la producción, la capacidad de difusión y exhibición, la formación y el cre-
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Fotos: Iván Mejía
Hecho en Casa reunió a miles de familias quiteñas Alrededor de 20.000 persona y 1.000 artistas se reunieron en todas las instalaciones de la Casa de la Cultura Ecuatoriana para disfrutar de Hecho en Casa, la fiesta de la cultura que se realizó el sábado 18 de enero. La fiesta empezó con una ceremonia ancestral realizada por el taita yachak Alberto Taxo y otros reconocidos sabios andinos. En los diferentes escenarios de la CCE se llevaron a cabo las actuaciones de los grupos de danza como el Ballet Jacchigua, Ballet Urbano y Contemporáneo BEC, talleres y escuelas de baile. En el Teatro Prometeo actuaron el Teatro Ensayo, Contraelviento, El Cronopio, Perros Callejeros, Zero no Zero, y muchos otros grupos dramáticos. El rock y las culturas urbanas se concentraron en el Ágora. La feria del libro se realizó en el vestíbulo de la Casona. Además, hubo actividades para niños, música coral y de cámara, cine, danza afroecuatoriana, música nacional, conversatorios, diálogo con los yachaks, talleres de pintura, sanaciones, lectura de cuentos infantiles, trueque, gastronomía, feria de artesanías, etc. Se rindió homenaje al Dr. Augusto Barrera, alcalde de Quito, por su amplio apoyo a la cultura.
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Publicaciones de laCasa
Título: Saberes y tecnologías ancestrales Autora: María Eugenia Paz y Miño Género: Ensayo Editorial: CCE Colección: Yachana (Saberes) Año: 2013 Páginas: 74
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Un estudio históricobibliográfico en el que constan conceptualizaciones, principios filosóficos y terminologías necesarios para comprender de mejor manera cómo se debe abordar el diálogo intercultural. Aborda ocho temáticas relacionadas con los saberes y tecnologías ancestra-
les: tecnología lítica, agricultura, técnicas textiles, cerámica y alfarería, metalurgia y minería, construcción, ingeniería y arquitectura, matemáticas, astronomía y otras ciencias, y medicina. El método utilizado indaga desde puntos de vista descolonizantes, en los cuales se vuelve fundamental el concepto filosófico del kawsay, como principio de totalidad.
Título: Ecos, voces y sonidos Autora: Fabiola Carrera Alemán Género: Literatura infantil Editorial: CCE Colección: Casa de los Niños Año: 2013 Páginas: 74
«Este es un pequeño y llamativo libro que, a través de la poesía infantil, recoge las ondas sonoras, murmullos, señales y vocablos que emiten algunos de los elementos que conforman nuestro fantástico y alucinante universo, comenzando, como es obvio, por el particular y exclusivo lenguaje de los seres vivos: el hombre y los animalitos, hasta llegar a describir los ruidos que, cual ecos, susurros o gemidos, emiten las turbulentas olas del mar, las ventiscas y las pacíficas y cristalinas aguas de los ríos».
Título: La ciudad de los muertos Autor: Andrés Guarnizo Género: Poesía Editorial: CCE Año: 2013 Páginas: 248 «Desde que el simbolismo abrió sus alas, ciertos versos, desafiando convencionalismos, han buscado refugio en las regiones oscuras de la mente humana. También es ahí donde radica la belleza. Así pues, entonces, he plasmado en estas páginas las ruinas de mi propia ciudad, plagada siempre de figuras y estética distorsionadas. He aquí la letra que no busca salir de su propio mundo, la poesía que no busca ser entendida por nadie, más que por sí misma, los versos que vivirán cuando lo demás haya muerto».
ello también heredó la rebeldía social y denuncia de los vanguardistas de los años setenta. Violeta Luna
Título: Antología poética Autora: Mariana Cristina García Género: Poesía Editorial: CCE Colección: Poesía Año: 2013 Páginas: 100 En esta entrega constan poemas que podrían traducir su personalidad lírica y sus vivencias afectivas, sus recuerdos, sus creencias, sus desacuerdos políticos y sus momentos de dolor y de gozo infinito. Se percibe una variedad de recursos telúricos, de elementos silvestres y naturales que enriquecen la estructura misma de esas unidades poéticas. Su obra ha recibido el influjo de grandes poetas ecuatorianos, tal vez un Gonzalo Escudero, un Carrera Andrade, un César Dávila. Y aparte de
Título: Muerte a la romántica sociedad Autores: José Solórzano, Jairo Mendoza y David Arévalo Género: Antología poética y fotográfica Editorial: CCE Año: 2013 Páginas: 260 Esta antología reverdece el arte por medio de la fotografía y la poesía vistas desde tres perspectivas distintas. La primera, una visión socialista plasmada por José Solórzano, un hombre cuyo sentir se ve reflejado en sus letras. La segunda, narrada por Jairo Mendoza, quien manifiesta una belleza gótica en sus versos. Por último, David Arévalo florece el ro-
manticismo a través de la perfección de la mujer. Juntos logran transportar al lector hasta sus vivencias más íntimas, llenas de sentimiento, pasión, fervor e idolatría.
Título: El Coca, un sueño con alma ribereña Autor: Carlos Sanmiguel Género: Historia Editorial: CCE – Núcleo de Orellana Año: 2013 Páginas: 108 Esta obra es un homenaje a la ciudad de El Coca, una utopía impensada hace más de seis décadas. Se intenta sintetizar toda esta gesta y es un justo homenaje a esos primeros pobladores, aquellos que cimentaron el nacimiento, forjaron su crecimiento y sustentaron el desarrollo; lucharon contra todo tipo de adversidades e inclemencias de la
naturaleza y aun por la defensa de los pueblos originarios.
Título: Manantial del alma Autora: Zonnia Tacoamán Género: Teatro Editorial: CCE – Núcleo de Orellana Año: 2013 Páginas: 120 Este libro contiene seis piezas teatrales: Amor y perdón, Los sueños de mamá, Vivir o morir, Jesús en el camino, Casos y cosas de mi pueblo, y Un siervo de Dios. La autora es licenciada en Ciencias de la Educación y ha trabajado más de 33 años al servicio de la comunidad de Francisco de Orellana; ha escrito innumerables obras teatrales, algunas de las cuales obtuvieron premios institucionales. 47
Foto: Agencia Andes
Mayo, 1930 - enero, 2014:
Juan Gelman, poeta maldito* Eduardo Galeano
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e busca: los niños de su país no aprenden su nombre en las escuelas. Los diarios de su país no hablan de él. Jamás apareció su rostro en la televisión. Ningún presidente de su país lo ha mencionado nunca en un discurso, ni tampoco un ministro ni un diputado, ni un concejal de municipio. No ha recibido ningún premio oficial. Nunca fue condenado. La Academia Argentina de Letras no ha presentado su candidatura al Nobel, ni al Cervantes, ni a nada. Jamás ha sido visto en recepciones, vernissages, lanzamientos, inauguraciones, homenajes, ni en otros acontecimientos de la vida cultural. Nunca figuró en la lista de bestsellers. En ningún aeropuerto fue recibido en el salón reservado a las very important persons. Ningún embajador de su país se ha ocupado de él, como no sea para anunciarlo. Es el mejor de los poetas argentinos, y una de las más altas voces de la poesía en lengua castellana.
Se llama Juan Gelman. Está prófugo de la justicia.
El proceso y sus pretextos El jueves 12 de marzo, la jefatura de Policía informó oficialmente que Juan Gelman ha sido procesado por violación del artículo 210 del Código Penal, que castiga la asociación ilícita. La causa lleva el número 5148. Desde mediados de 1985, hay orden de captura. El 10 de febrero de 1986, el reo fue declarado en rebeldía. A fines del año pasado, la ley de Punto Final legalizó los crímenes de la dictadura argentina. Después los mejores jueces, que no se han achicado ante la prepotencia militar, han llevado la dignidad del poder civil mucho más allá de los límites previstos por el gobierno. Pero otros jueces, en cambio, siguen fieles a los generales a quienes antes servían. Miguel Guillermo Pons,
uno de los jueces nombrados por la dictadura, de intensa actuación durante el terror, es el que ha procesado a Juan. Poco antes, los asesinos del hijo y de la nuera de Juan habían sido legalmente amnistiados, como otros miles de verdugos de uniforme. El juez Pons funda su actitud en la conferencia de prensa que lanzó al Movimiento Peronista Montonero, en Roma, en enero de 1977. Esta conferencia de prensa, ofrecida, entre otros, por Juan Gelman, tuvo lugar en plena dictadura y en ejercicio de un legítimo derecho de rebelión. Un par de años después de la conferencia, Juan rompió con los montoneros y fue públicamente maldito por Mario Firmenich y otros enamorados del poder y de la muerte, que en pleno delirio militarista terminaron pareciéndose al enemigo que combatían. En realidad, el movimiento montonero ha sido el pretexto preferido para justificar una de las mas sistemáticas matanzas de
homenaje la historia latinoamericana; pero ni los errores ni los horrores de los montoneros, ni de todos los guerrilleros del mundo, pueden servir para explicar medio siglo de barbaridades militares. Desde 1930, las fuerzas armadas argentinas vienen usurpando la soberanía popular, y en tantos años han podido hacerse célebres por su tendencia a derrocar presidentes, matar obreros y firmar rendiciones.
Una broma para Le Monde La verdad es que Juan tiene la culpa de ser civil, lo que ya resulta grave, y para peor, poeta, y por si fuera poco, poeta que canta a los libres y a los retobados, y para completarla: uno de los más activos denunciantes de la dictadura militar. Él fue quien consiguió, a mediados del 76, las firmas de las grandes figuras políticas europeas para un manifiesto que se publicó en Le Monde, y que fue la primera expresión importante de repudio a la dictadura en el plano internacional. La publicación provocó una violenta urticaria a los generales, y a unos cuantos intelectuales y políticos que por entonces los acompañaban con entusiasmo. Por testimonio de los raros sobrevivientes, se sabe que desde entonces la foto de Juan se exhibía en las paredes de los cuarteles que sirvieron de campos de exterminio. Él era uno de los más malos entre los malos argentinos que desprestigiaban a la patria en el exterior. Cuando el manifiesto se publicó, un oficial de la marina, El tigre Acosta, anunció a gritos que iba a volar con una buena bomba la sede de Le Monde en París. No le autorizaron el viaje.
La incesante pesadilla De todos los que hace 15 años formamos en Buenos Aires el viejo equipo de la revista Crisis, a Juan le tocó lo peor. Peor que la muerte; lo fueron a buscar a la casa, y como no lo encontraron, se llevaron al hijo y a la compañera del hijo, que estaba embarazada. Se los llevaron en lugar de él, y los desaparecieron. Técnica de las desapariciones; arte del crimen sin cadáver. La ley que absuelve a la gran mayoría de quienes aplicaron, en escala jamás vista este siniestro instrumento de la guerra sucia, aclara en su artículo sexto, que la amnistía «no comprende las acciones civiles», Juan ya no podría llevar adelante ningún proceso legal contra los asesinos de su hijo y de su nuera, aunque alguna vez llegara a identificarlos y pudiera reunir las pruebas. En cambio, podría entablarles juicios porque durante el secuestro le rompieron el baño de su casa.
El odio y sus causas Los poderosos y los impostores, los de ayer y los de hoy odian a Juan. Lo odian porque se niega a aceptar la amnesia oficial. Juan tiene ojos en la nuca, y a mucha honra. Él bien sabe lo que debiéramos saber todos los que hemos nacido en estas tierras: que es necesario tener ojos en la nuca, además de tenerlos en la cara, para no volver a caer en las trampas de siempre y para no volver a tropezar con las piedras mil veces tropezadas. Ignorando el pasado, nunca seremos capaces de parar esta trágica calesita que es la historia latinoamericana. También lo odian porque no es posible leerlo impunemente. Este poeta matrero, ajeno al éxito, enemigo de la publicidad, encarna la herencia de dignidad de una litera-
tura que supo dar a José Hernández y a Julio Cortázar, y que también ha dado a algunos que aplaudieron a los generales, o callaron sus crímenes, y que hoy, arrastrando larga cola de paja, se sienten acusados por la dignidad ajena. Por todo esto lo odian quienes lo odian; pero, sobre todo, lo odian porque los poemas de Juan cometen el imperdonable crimen de casar a la justicia con la belleza. Juan celebra esa unión peligrosa y la voluntad de belleza abrazándose y haciéndose el amor, y por eso genera malestar. Está fuera de onda. Está fuera de la realidad. Ahora es el tiempo de los neutrales. Elegir se considera de mal gusto; se cultiva la equidistancia con helado cinismo. El oficio de escribir se considera decoroso cuando se avergüenzan de toda emoción y se arrepienten de toda pasión. El miedo, miedo de vivir, miedo de darse, miedo de jugarse y perder, se disfraza de realismo. Hombre jugado, hombre quemado. Realistas son los que desisten; marcianos los que resisten. Pero ocurre que este marciano es el gran poeta de Buenos Aires. A esa ciudad, la ciudad donde nació, le cantó como nadie, ahora ella se parece a la palabra nunca. *Artículo publicado en Letras del Ecuador No. 170, marzo, 1988.
Juan Gelman, poeta argentino, falleció en Ciudad de México el 14 de enero de 2014, tras vivir en el exilio luego de iniciada la dictadura argentina. La Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, que lo recibió en abril del año pasado, rinde tributo a su prolífica labor de poeta, que lo situó entre los grandes de la literatura argentina y de América Latina, por su incansable bregar contra la violencia y la iniquidad humana marcadas por la dictadura argentina en las décadas del setenta y ochenta.
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réquiem
Ubaldo Gil navega en su mar abierto Patricio Herrera Crespo
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l fin de año se vistió de luto con el fallecimiento de Ubaldo Gil Flores (Manta mayo, 1965 – Guayaquil, diciembre, 2013), como se vistió de luto la literatura, los editores y, principalmente, los editores universitarios. Hace pocas semanas estuvo en la Dirección de Publicaciones Cristian López, Gabriel Cisneros Abedrabbo y Ubaldo Gil Flores. de la Casa de la Cultura rio de edición de libros y revistas Ecuatoriana, hablamos de las Ferias en el que participamos los editores del Libro de Bogotá, Guadalajara y de las universidades del Ecuador; Quito a las que asistió, hablamos precisamente en este evento se creó de nuestra participación en la Feria REUPE. Entonces comenzamos a de Cuba para febrero de este año, soñar en una gran red de comerciaconversamos de libros, de las últilización de los libros editados por mas publicaciones de Mar Abierlos centros de educación superior. to y de la CCE, de la importancia Ubaldo hablaba con pasión, con del editor y de que hay que salvar la misma pasión que puso siempre ese gran obstáculo que tienen los en sus proyectos. Tenía la preparalibros ecuatorianos: la comercialición y experiencia suficiente para zación. Me contó de sus planes con hacerlo. Estudió Literatura, Coun proyecto de publicación masiva municación y Filología, en Manta, con diario El Telégrafo, del trabajo Madrid y Málaga. Escritor, periorealizado con REUPE, la Red de dista y catedrático universitario, Editoriales Universitarias y Polifue miembro fundador del grupo técnicas del Ecuador, de la cual fue de teatro ‘La Trinchera’, se espesu mentor y es, así en presente, su cializó en crítica teatral. Por más de presidente. 25 años escribió sobre temas cultuYo lo conocí en julio de 2010, rales y políticos en diario El Mercuando fui invitado por la Univercurio de Manta. Publicó sus considad Eloy Alfaro de Manabí y su ferencias sobre semiótica, folklor, editorial Mar Abierto a un semina-
cine y teatro en la revista-libro Cyberalfaro de la Universidad Eloy Alfaro de Manabí. Fue fundador y director por 13 años de la editorial Mar Abierto. En nuestro último diálogo me obsequió su último libro Amor más allá de Madrid. Miguel Donoso Pareja dice sobre él: «Esta calidad es el resultado de un desarrollo serio y sin apresuramientos, de la conciencia de que no basta tener condiciones y la vocación sino que es necesario ‘adquirir la dificultad’, es decir, el oficio. Esta conjunción la logró el autor a partir de su talento —sin el cual todo habría sido inútil—, trabajo, rigor, disciplina, estudio y autocrítica». El hombre y su voz se apagaron con la última ola que lo llevó a su mar abierto. Nos queda su palabra.
relato
que Digamos
fueun sueño
Ubaldo Gil Flores
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urante el recorrido del taxi no hubo palabras, ni siquiera tenían sentido las canciones tropicales de la radio, la pareja iba hundida en sus cavilaciones. El taxista preguntó de nuevo por la dirección pero no obtuvo respuesta y dio por entendido que debía seguir. Dejar atrás calles y casas y seguir, a dónde... Al llegar cerca de un acantilado el taxista oyó o creyó oír que le decían que subiera una pequeña cuesta y lo hizo. Desde el taxi podían observar la brillantez multicolor del mar, por un lado la oscuridad se alejaba, por otro se acercaba paulatinamente el día. La pareja se alejó del taxi hacia unos matorrales. Antes de caminar el hombre le había dicho al taxista: «No se preocupe, le pagaré lo que sea. Espéreme un momento». Se sentaron a pocos centímetros del acantilado y como había ocurrido en parte de la noche las palabras estaban enquistadas en el alma de ellos como muelas de profundas raíces. Solo el sentimiento se manifestaba con las miradas. El mar, testigo cauteloso, los envolvía con su rocío y se llevaba los pormenores del instante. —¿Era necesario que lo hicieras? —preguntó ella y fue como si le preguntara a un rostro escondido detrás de la claridad que seguía
Ahora estaban ahí, rendidos por el peso de la noche y por la angustia de una huida en la que ella había sido testigo de los balazos. Episodio para el que tenía un nombre: secuestro.
alumbrándolo todo. Agregó—: Lo complicaste todo. Se nos murió el amor, peor ahora con ese crimen. El hombre tenía empañados los ojos y quiso decirle: «has estado jugando con él y conmigo, pero el mayor culpable he sido yo, me dejé arrastrar por los placeres de la carne». En cambio murmuró: —En otros tiempos la gente moría de amor sin necesidad de tocarse. En el nuestro el cuerpo es un objeto que deambula sin sentido. La mujer expuso una leve sonrisa y habló con un sarcasmo impasible: —Tú y tus intelectualidades. No puedes vivir porque quieres explicarlo todo. Por qué no te cortas el pajarito y buscas la santidad. Ambos recordaron que este tema y otros eran abordados, meses atrás, cuando se amaban clandestinamente. Él, encerrado en la contabilidad de una fábrica, ansioso siempre de llegar al fin de semana y olvidar el trajín del trabajo para entregarse a la furia de un amor donde creía olvidar los años, ser joven por primera vez,
y sobre todo, descubrir zonas erógenas de las que no había tenido la menor idea. Ella, mucho más joven, cansada y hastiada en una unión que no respondía a sus inquietudes de lectora y a una sensualidad enriquecida por la danza, el modelaje y el vestir tropical. Y no había satisfecho los gustos que se cumplieron con el contador. Ahora estaban ahí, rendidos por el peso de la noche y por la angustia de una huida en la que ella había sido testigo de los balazos. Episodio para el que tenía un nombre: secuestro. Por eso el hombre que en muchas horas había escudriñado el alma de ella le dijo, en el instante fatal de su decisión: —Diremos que fue un sueño. —Pero de qué hablas tú. Qué sueño ni qué ocho cuartos, hay un muerto, hay un muerto. La mujer al ver la pistola y el rostro fiero del hombre quiso reaccionar con violencia pero los disparos sonaron como dos mensajeros de una separación y unión definitivas. El taxista que se había quedado dormido reaccionó ante las detonaciones, se acercó al matorral y vio el cuerpo de ella inerte y el del hombre tirado en el acantilado. «Diré que fue un sueño», se dijo, y se alejó rápidamente del lugar. Tomado del libro Amor más allá de Madrid.
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tributo
Gonzalo Samper, el hombre que amaba
Genoveva Mora Toral
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el teatro
o sé si la gente nace predestinada, pero sí que en un momento dado de la vida se plasman sueños, deseos y obsesiones. Gonzalo parece que siempre tuvo en su plan, o en su inconsciente, un deseo profundo de ser único. Esa particularidad de vida la encontró en la posibilidad de ser ‘otro’, de vestirse día a día con una piel distinta en la que ponía parte de su existencia. Su inicio en las tablas ocurrió en su infancia, y en nuestro país lo conocimos en la pantalla chica con Ángel de piedra o Dulce tormento… «Hace como veinticinco años era el galán de TV, mi pareja en Dejémonos de vainas; y desde entonces cumplido y consecuente con su oficio de actor», recuerda Cristina Rodas. Más adelante lo vimos en Sé que vienen a matarme, en Kandela, entre otras. Muchos de sus colegas, entre ellos Viviana Cordero quien dirigió a Gonzalo en algunas obras, la primera, La gorda, descubren a «una persona sumamente puntual, bastante humilde (en el buen sentido), alguien que se deja dirigir. Cuando lo conozco, este actor que siempre estaba media hora antes de un ensayo con toda la disposición para actuar, me impresiona mucho. Abierto a la posibilidad, al riesgo, tanto que aceptó estar en una obra por encargo, de la que sacó poca paga pero encontró dos personajes, uno del empresario y el del ‘viejito Juan’, que luego se convertirá en un proyecto para un monólogo, que por varios imprevistos se fue posponiendo, y Gonzalo decía: ‘no hay problema tene-
mos la vida por delante’; lo irónico fue que este monólogo hablaba de un hombre que en su lecho de muerte empieza una revisión de su vida». Y más irónico aún, que ya no la pudo hacer. Sucedió que fue la primera vez que Gonzalo fallaba a un ensayo. Llamó a Viviana, que se había convertido en su gran colaboradora, y le comunicó que no podía cumplir con el ensayo ni con la presentación de su película porque acababa de enterarse del diagnóstico: un tumor en el cerebro, al que por momentos sintió que podía ganarle la batalla; sin embargo, cuando la enfermedad lo doblegó, supo también que era el momento de aceptar la derrota, entonces pidió a Viviana que quería ser velado en un teatro, por eso su gente lo despidió en la sala Jorge Icaza de la CCE, donde Raúl Pérez, su presidente, abrió las puertas para el homenaje a este hombre que amaba el teatro. Todos sus compañeros lo recuerdan como un trabajador incansable, obsesionado con el cumplimiento de su oficio; amante de la puntualidad y la pulcritud a la hora de asumir un rol en la escena. «En ocasiones inentendible pero comprensivamente exquisito», señalan sus amigas, cosa que no siempre se lo entendía, porque a veces «él exigía de la producción ciertos detalles que le parecían necesarios para su personaje. Sus horas de ensayo no tenían descanso», dice Viviana Cordero. Sensible con su arte, era capaz de reclamar al público si un indeseable celular interrumpía la escena; no aceptaba el incumplimiento o el retraso durante un proceso de puesta de trabajo.
Todos quienes trabajaron junto a él coinciden y tienen presente su terquedad por preparar cada detalle de su utilería y por su entrega. Vehemente cuando necesitaba algo para construir el personaje, invertía mucho tiempo en investigar, de acuerdo al trabajo que estaba realizando. Hombre de inmensa sensibilidad, complejo como la vida misma. Sorprendió a sus amigos y seguidores con una frontalidad a la que no estamos acostumbrados, porque la mayoría de personas nos movemos de manera políticamente correcta, incluso en el campo de la amistad; es decir, constantemente estamos agradeciendo la atención, el favor, pero casi nunca reclamamos fidelidad al amigo, y él lo hizo. En momentos de dolor recordó a sus panas que se habían comprometido en pequeñas cosas para aliviar su apremio; dando muestra clara de que la amistad y el amor requieren de compromisos tangibles. Samper trajinó largo en el escenario; fue figura de televisión; tuvo su época como personaje en algunas obras de Peky Andino: La neurosis sexual de nuestros padres, Hasta nunca clase media, Mi radio lo mató. Cerró el telón con Amores.com personificando a Lola, que como tantos otros personajes salió a las tablas gracias a la vida que le dio Samper.
Arte iberoamericano contemporĂĄneo
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Salas Kingman y GuayasamĂn (Casona) Febrero, 5 al 28 de 2014 M U S E O S