Larga distancia Ángela Arboleda
U
n teléfono, sin ranura, sin códigos. Te comunica al lugar del mundo que quieras. Está en la puerta de una casa con rejas, rejas verdes y antiguas, en el lugar donde debería ir el timbre. La Misma lo vio desde su ventana, una ventana vieja y salpicada de lodo. Pasó rápidamente, pero supo todo sobre él: el teléfono sin ranura. Subió el vidrio de su ventana y siguió viaje. El otro día La Misma faltó a la oficina. Pasó por la vereda de enfrente, pero no se atrevió a usarlo. La gente pasaba y miraba con desconfianza el aparato. Cómo no desconfiar si no hay que pagar para usarlo. La Misma se moría del susto: llamadas de larga distancia gratis. Las horas pasaron y tuvo más miedo. Ya nadie cruzaba por ahí, se sintió más en soledad que otras tardes. La Misma se decidió, cruzó
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