Los muertos de Rulfo Yuliana Marcillo «Me llamo Juan Nepomuceno Pérez Rulfo Vizcaíno, me apilaron todos los nombres
de mis antepasados maternos y paternos como si fuera el vástago de un racimo de plátanos,
y aunque siento preferencia por el verbo arracimar, me hubiera gustado un nombre más sencillo». Juan Rulfo
D
e una voz muy mexicana, lenta y a veces enredada, a ratos difícil de entender ciertas palabras, aparece Juan Rulfo en escasas entrevistas de la televisión española y azteca. Sus respuestas son cortas, cortísimas, el entrevistador debe escarbar, como quien cava en la tierra en búsqueda de algún tesoro. Mientras esto sucede, fuma todo el tiempo. Un cigarrillo tras otro, las palabras se quedan en la boca, como torcidas, a medio salir. En to-
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