Catálogo. Retrospectiva de Trude Sojka

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Trude Sojka UN CONSTANTE RENACER / A CONSTANT RENEWAL



Un constante renacer A constant renewal

Trude Sojka


Casa de la Cultura Ecuatoriana Camilo Restrepo Guzmán Presidente Nacional Patricio Herrera Crespo Director de Publicaciones Patricia Noriega Directora de Museos Textos: Norma C. Báez Asesora de la Casa Cultural Trude Sojka Ana Steinitz Directora de la Casa Cultural Trude Sojka Hija de la artista Gabriela Fonseca Steinitz Presidenta de Corporación Cultural Trude Sojka Nieta del artista Portada: Ave Fénix, Acrílico y cemento sobre metal, 1981, Trude Sojka. Traducción al inglés: Ana Steinitz Edición: Cristina Morales Ruiz Diseño gráfico: Santiago Ávila S. Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Dirección de Publicaciones Avs. 6 de Diciembre N16-224 y Patria Telfs.: 2 527440 Ext.:138/213 gestion.publicaciones@casadelacultura.gob.ec www.casadelacultura.gob.ec 2 Quito-Ecuador


Nos complace abrir la nueva retrospectiva de la artista checo-ecuatoriana Trude Sojka (1909-2007), intitulada Un constante renacer, que retoma las cuatro etapas temáticas de su obra: Holocausto, Precolombino y andino, Expresionismo y Ternura Serenidad, en tres diferentes museos y durante tres meses (ver información al reverso). Cada exposición tendrá un contenido distinto, tanto en su obra como en su mensaje pero, al constituir un componente de las facetas de la artista, juntas conforman una unidad, que refleja su vida, su espiritualidad y su evolución. Por ende, deben ser vistas como piezas de un rompecabezas que se complementan y necesitan la una de otra para formar la imagen completa. Para marcar esta unión, hay una obra recurrente en las tres exposiciones… que es la síntesis del mensaje de Trude Sojka, el Ave Fénix. El “constante renacer” se refiere a la capacidad de resiliencia de Trude Sojka, cuyas esculturas y esculto-pinturas significaron en cada etapa un retorno a la vida, un proceso de sanación y la transmisión de un fuerte mensaje de paz, sobre todo después de experimentar los horrores del Holocausto que ella sufrió. Consideremos esta retrospectiva como un ejemplo de cómo sobrepasar los momentos difíciles personales y sociales. En ella se incluyen temas de actualidad tales como la revalorización de las mujeres en la sociedad, la reconsideración identitaria de nuestras raíces interculturales, la conservación de la memoria a través de las generaciones, la migración, interculturalidad, violación de los derechos humanos, construcción de la paz, y sanación través del arte.

We are pleased to present this new retrospective of the Czech-Ecuadorian artist Trude Sojka (19092007) entitled: A CONSTANT RENEWAL. It is a series of exhibitions that invite us to follow the continuous evolution in the life of this Czech-Ecuadorian artist and Holocaust survivor through the four thematic stages of her artistic work: “Holocaust”, “Pre-Columbian and Andean art”, “Expressionism”, and “Fulfillment”. We can observe paintings and sculptures expressing her experience as a woman and mother during the Holocaust; those that reflect her assimilation of the Ecuadorian culture, those that reveal her joy and gratitude for life and finally, when she was already aged, her naive scenes remembering her pleasant memories of Europe and her desire to attain peace. We are presenting a sample of each of these stages in three different museums in Quito, during three months, in October and November 2019, and in January 2020. Each exhibition will have a different content, both in her work and in her message. However, together they form a unit, reflecting her life, her spirituality and her evolution. A recurring artwork marks the three exhibitions, the Phoenix bird, which is the synthesis of Trude Sojka’s message. “A Constant renewal” refers to Trude Sojka’s resilience. Her sculptures and paintings meant at each stage a return to life, a healing process and the transmission of a strong message of peace, especially after her experience of the horrors of the Holocaust.

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Retrato de Trude Sojka, 1999. FotografĂ­a de Christoph Hirtz.

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Trude Sojka, 1919, Archivo del Instituto de Iniciativa de Terezin.


TRUDE SOJKA (1909-2007)

Trude Sojka nació en Berlín, de padres checos, el 9 de diciembre de 1909. Estudiante de la Academia de Bellas Artes de Berlín, tras su graduación, a los 27 años, contrajo matrimonio con su compatriota, Dezider Schwartz, funcionario del Gobierno checo, e inició su trabajo de escultora y pintora, presentando una exitosa exposición en el Märkisches Museum de Berlín, donde aún puede verse uno de sus cuadros. Sin embargo, su vida y obra se vieron profundamente convulsionadas por la 2ª guerra mundial. Sobreviviente cuatro campos de concentración, incluyendo a Auschwitz, en los cuales permaneció desde septiembre de 1944 a mayo de 1945, sufrió la terrible experiencia de perder en la guerra a su madre, esposo, hija, hermana y sobrino. Pero gracias a su fuerte espíritu, y siguiendo el camino del único hermano que le quedaba, el Ingeniero Walter Sojka, renombrado químico y profesor de la Universidad Central del Ecuador, logró emigrar a este país latinoamericano en 1946. En Quito, volvió a vivir y a recuperar la tranquilidad perdida: se casó nuevamente, con Hans Steinitz, también sobreviviente del Holocausto, de origen alemán, y tuvo tres hijas. Sobre todo, empezó otra vez a esculpir, a pintar, a crear sin cesar, inventándose una técnica artística diferente y muy original en la que utilizó cemento, hierro, madera, vidrio, materiales de desecho y color para dar ductilidad, movimiento, textura y relieve a sus obras. Es decir, fue pionera en el reciclaje en Ecuador. Varias de las obras de Trude Sojka han sido reunidas en el libro Las Dos Vidas de Trude Sojka, cuyo autor es el crítico de arte y periodista Rodrigo Villacís Molina, y que fue publicado cuando Trude Sojka cumplió los 90 años. En el año 2000 fue nombrada “Artista Emérita” por la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”. Trude Sojka falleció el 18 de marzo de 2007 a los 97 años, dejando un legado de más de 300 esculturas y pinturas expresionistas. Hasta tan avanzada edad, conservó su espíritu fresco, lúcido, original, rebelde, e imaginativo. A través de su arte, pudo superar el dolor y la muerte experimentados en Europa, para expresar su aliento vital, su anhelo de amor y alegría, su fascinación por la naturaleza, especialmente las aves, símbolos de libertad, y su admiración por las culturas americanas ancestrales. Su obra constituye indudablemente, para las nuevas generaciones, un ejemplo de creatividad, fuerza, equilibrio, tenacidad y, sobre todo, esperanza.

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Génesis (detalle), 1966, acrílico y cemento sobre madera, 39 x 59 cm. Colección familiar.

Cervatillo con su madre (detalle), 1985, acrílico y cemento sobre madera, 24,6 x 105,8 cm. Colección familiar.

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Apreciación sobre la evolución en la técnica de Trude Sojka Norma C. Báez

El arte en esencia es una necesidad humana, pues esta es una de las maneras de comunicar aquellas luchas internas que lleva cada uno. Así, fue desde la consciencia y los sentimientos, como la artista Trude Sojka, graduada de escultora en la Academia de Bellas Artes de Berlín, trabajó su obra. Su producción vuelve a la esencia misma del arte y conmueve por ser la historia gráfica de su vivencia y de su constante estado de transformación. En ese sentido, se debería tomar en cuenta el contexto de la artista y de su obra: durante sus estudios, en Europa se estaba viviendo el Expresionismo surgido a principios del siglo XX, y en medio de las llamadas “Vanguardias históricas”. Este movimiento se caracteriza por buscar la experimentación en la técnica, obteniendo efectos artísticos con el uso de empastes, pinceladas, golpes de pintura, uso de pigmentos vivos, sin dejar de lado lo figurativo. Existe una relación íntima con la naturaleza, se representan los gestos libres del ser humano, y está muy ligado al Primitivismo. Artistas como Matisse, Kandinsky, Klee, Nolde, o Marc se caracterizan por la utilización de formas y colores irreales de alto contenido simbólico. Con estos antecedentes y posiblemente por la influencia de su maestra alemana Käthe Kollwitz, el escultor Ernst Barlach, y artistas de la Escuela de París como Chagall, Modigliani, Soutine, entre otros, se entiende por qué Sojka buscó originalidad e innovación en su estilo y técnica. Si en Europa utilizó yeso y arcilla, en Ecuador encontró materiales sustitutos como el cemento, de secado rápido a temperatura ambiente, y comenzó a experimentar creando esculto-pinturas y esculturas con soportes de madera o metal, en las que incorporó un aditivo, el acrilo-vinilo, fabricado por su hermano, el ingeniero químico Walter Sojka, así como materiales reciclados, tales como conchas, hierro, tela metálica y vidrios rotos, siendo en esto una pionera. Sojka jugó con las texturas, la proporción de las mezclas del cemento con el agua, el modelaje de las formas, empleando diferentes espátulas, otras herramientas, y sobre todo sus manos. Con el relieve logró efectos de luz y sombra que dan volumen, vida y fuerza a sus obras. En muchas esculturas el vacío cobra mucha importancia, como en Elefante, o Tristeza. Paradójicamente, con un material macizo y duro, similar a la piedra, como es el cemento, consigue, gracias a las pinceladas y a la profusión de colores vibrantes, mucho movimiento. En fin, las esculturas y pinturas de Trude Sojka, quien conoció la fragilidad de la vida, son sumamente resistentes y se mantienen en buen estado a pesar del paso del tiempo.

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Hombre mirando al universo (detalle), 1980, acrĂ­lico y cemento sobre madera, 38,2 x 49,2 cm. ColecciĂłn familiar.

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La Casa Cultural Trude Sojka

En marzo del 2009, dos años después de la muerte de Trude Sojka, se abrió al público, en la casa familiar que construyeron Hans Steinitz y Trude Sojka en los años 50, en el barrio La Floresta de Quito, un pequeño museo cuyo objetivo principal es promover la paz, la interculturalidad, la aceptación del otro y todos los valores que quiso transmitir la artista a través de sus obras. Esta casa-museo, al fomentar la cultura, se propone rendir homenaje no sólo a Trude Sojka, ejemplo de resiliencia y tenacidad, sino a la Mujer y a todas las víctimas de injusticias sociales, a los que aspiran a la reparación de todo tipo de violencias cometidas en el mundo. En la Casa Cultural Trude Sojka se llevan a cabo, entre muchas otras actividades culturales, exposiciones temáticas rotativas de Trude Sojka, visitas guiadas personalizadas, y talleres de educación para la paz dirigidos a los alumnos de los colegios de Quito, en los cuales se les motiva a reflexionar sobre temas tales como justicia social, prejuicios, violencia, o la búsqueda de una sociedad armónica. La nieta de Trude Sojka, Gabriela Fonseca Steinitz, presenta igualmente algunas de sus obras, como un testimonio de la tercera generación afectada por el Holocausto. La Casa Cultural cuenta además con una pequeña biblioteca familiar “Hans Steinitz”, con libros principalmente sobre Arte e historia del Holocausto, en varios idiomas.

Foto: Alumnos del colegio La Condamine realizando una actividad en la biblioteca Hans Steinitz de la Casa Cultural Trude Sojka, septiembre 2019. Fotografía de Cristian Almeida

Este espacio está dedicado también a los Justos entre las Naciones ecuatorianos, aquellas personas que prestaron ayuda de manera altruista y singular a las víctimas del nazismo en Europa con anterioridad y durante la Segunda Guerra Mundial, como fue el caso del esposo de Trude Sojka, Hans Steinitz. En la pequeña sala del Perdón y la Esperanza se recuerda a las víctimas de otros genocidios perpetrados a lo largo de la historia, tales como el de Armenia, Camboya, Ruanda, Guatemala, o el indoamericano… Posee, en fin, un pequeño jardín en el que se han colocado varias esculturas de Trude Sojka. La Casa fue renovada este año, en agosto-septiembre del 2019, y ha vuelto a abrir sus puertas con nuevas perspectivas y colaboraciones, incluso internacionales. Así, recientemente se llevó a cabo una importante exposición en República Checa. 9


El Memorial de Terezin

Exposición “Holocausto y maternidad” en el Museo del Gueto de Terezin, marzo 2019.

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Efectivamente, Trude Sojka fue invitada de manera póstuma, 73 años después de su llegada a Ecuador, a retornar mediante sus esculturas y pinturas a su país natal, República Checa para exponer en el Museo y Memorial de Terezin una selección de sus obras, del 28 marzo al 9 junio de 2019. El título de la exposición fue “Holocausto y Maternidad”. El pueblo de Terezin (50 kilómetros al norte de Praga, República Checa) fue convertido durante la Segunda Guerra Mundial y la ocupación Nazi en un gueto y campo de concentración donde se deportaron a muchos judíos. En el gueto se juntaron varios intelectuales y artistas que vieron la oportunidad de llevar un poco de alegría a los niños prisioneros, creando así obras artísticas de gran valor testimonial. Lamentablemente, Terezin se prestó como una máscara para encubrir las atrocidades e injusticias de la ocupación Nazi. Pues ésta se aprovechó de la vida cultural del gueto para dar al mundo entero una falsa imagen positiva de los sitios donde concentraron a la población judía. Entre los prisioneros del gueto, se encontraban, en un primer tiempo la madre de Trude Sojka, quien luego fue fusilada cerca de Malý Trostinec, en Bielorrusia, en 1942. Un año después, llegaron al mismo lugar la hermana, el cuñado y el sobrino (quien tenía apenas cinco años) de Trude Sojka, quienes estuvieron internados durante varios meses en el gueto de Terezin antes de ser asesinados en las cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau. Dado


este hecho, la exposición “Holocausto y Maternidad” es también un tributo a los familiares de Trude que pasaron por este memorable y siniestro lugar. Hoy en día, Terezin es uno de los principales memoriales del Holocausto en Europa, constituido por varios museos y sitios de memoria dentro del pueblo (el gueto) y en lo que fue la prisión o el campo de concentración nazi. El enfoque principal de los museos del gueto es mostrar la gran cantidad de obras artísticas (desde dibujos de niños, pinturas, poemas, escritos, piezas teatrales, hasta composiciones musicales) realizados por los habitantes a pesar del sufrimiento y para luchar justamente contra él. Son testimonios de gran valor que sobrevivieron, a pesar de la desaparición de sus autores, para la gran mayoría. El enfoque artístico que le otorga el Memorial de Terezin a su propia historia nos devela un punto de vista distinto sobre la gran Historia, así como otra de conmemorar a las víctimas del Holocausto. La exposición “Holocausto y maternidad” fue entonces, no solo una prueba de la conjugación universal de la historia con el arte. Fue también un retorno póstumo de Sojka a su país de origen. Pero más allá de esto, es fundamental el hecho de que la exitosa exposición (recibió cerca de 60 000 visitantes) permitió crear una nueva alianza cultural entre dos países tan alejados como son la República Checa y Ecuador, y un mensaje de esperanza a través del arte.

Afiche de la exposición “Holocausto y Maternidad” frente al museo, en Terezin, República Checa, marzo, 2019. Fotografía de Gabriela Steinitz.

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Un constante renacer Gabriela Steinitz

Desde que era niña, supe que mi abuela, Trude Sojka, había pasado por una experiencia muy dura en su juventud. Por eso, le tenía respeto, pero también curiosidad, porque ella no me contó directamente lo que sufrió. Era mi mamá quien me explicaba por qué le tenía terror al fuego, por qué no le gustaba botar nada, por qué sobreprotegía a sus hijas y a mí… Al estar con mi abuela, me sentía en otro mundo. Con su fuerte acento en español, me contaba historias de lugares muy lejanos y tiempos remotos para mí. Me hablaba de momentos felices, de su vida pasada, y a veces me cantaba en alemán o en checo. Pero había otra cosa que hacía de mi abuela algo más que lo que significa esa palabra. La admiraba aún más cuando pasaba imperturbables horas en su taller, formando mágicamente con el cemento espirales, círculos, líneas sobresalientes de un soporte... y luego, poco a poco, iban cobrando vida a medida que surgían colores sobre ellos. Mi abuela murió cuando yo tenía doce años, dejándome un gran vacío por no haber podido preguntarle más cosas, aprender más de ella. Entonces, mi mamá decidió que la casa que ella había construido con mi abuelo, que era también la casa de infancia de mi mamá, de mis tías e incluso la mía, se convertiría en museo. Pues mi abuela nos dejó un legado en casa de más de 300 obras, un valiosísimo testimonio palpable, visible, de su larga y cargada vida. Eso quería decir que el trabajo de 12

Gabriela Steinitz con su abuela en su taller, 2002. Fotografía de Miriam Kannan.

mi abuela no resultaba vano, que iba a cobrar su debida importancia gracias al nuevo espacio que mi mamá, Anita Steinitz, estaba arduamente adaptando. Anita, con estudios de Artes Plásticas e Historia del Arte en Estados Unidos y París, Francia, empezó con este proyecto desde antes de la muerte de su madre. Además, nunca desperdició la oportunidad de organizar, con sus hermanas, exposiciones de Trude Sojka, en Francia, Es-


tados-Unidos y Ecuador, y se ocupó con mucho cariño de su mamá hasta el final de sus días. Entonces, nació la Casa Cultural Trude Sojka. Este espacio fue creciendo, no en tamaño, pero sí en calidad, en experiencias. Y se podría decir con gran mérito, puesto que mi mamá llevaba a cabo su proyecto prácticamente sola. Mientras tanto, yo estudiaba artes plásticas en Europa y aprovechaba para investigar sobre la vida de mi abuela y su familia en el continente. Volví con la única idea de ayudar a mi mamá a manejar el museo. Y así es como, al cabo de dos generaciones de mujeres fuertemente ligadas al arte, llego a vivir estas experiencias como tercera generación, desde llevar las obras de mi abuela al Memorial de Terezin, en República Checa, hasta realizar la presente retrospectiva de Trude Sojka, el primer conjunto de exposiciones póstumas de la artista en el Ecuador. Y más aún, está organizada estrenando una estrecha colaboración entre tres museos de Quito: la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el Museo Abya-Yala, y la Casa Cultural Trude Sojka, además del Sistema de Museos de Quito y el cine Ocho y Medio.

El título de la retrospectiva, “Un constante renacer”, hace alusión a la capacidad de resiliencia de Trude Sojka en las diferentes peripecias que ella experimentó durante su vida: desde la supervivencia durante el Holocausto, hasta su nueva vida en Ecuador. Se añade a esto su arte, que significó para ella una verdadera terapia, y un medio fundamental para transmitir no solo sus sentimientos, sino también sus convicciones que se adelantaban a su época, acerca de la interculturalidad, el reciclaje, la paz en el mundo. Además, este gran evento marca para la Casa Cultural Trude Sojka una nueva etapa, una auténtica renovación, que no es su primera ni será su última. Mi deseo, a través de esta serie de exposiciones a modo de rompecabezas en tres lapsos y tres espacios diferentes, es hacer llegar este mensaje a más gente, para seguir valorando los aportes del arte de una extranjera que se volvió ecuatoriana, y con el tiempo, se está volviendo universal. Les invito cordialmente a disfrutar de estos tres momentos cruciales, que forman una unidad la cual nos hará descubrir algo más sobre quiénes somos.

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Las tres exposiciones / The three exhibitions

La obra de Trude Sojka se puede dividir en cuatro grandes etapas que son las siguientes: Holocausto, Precolombina y andina, Expresionismo, Ternura y serenidad. Se trata de obras que Una muestra de cada una de estas etapas se presenta, en tres museos diferentes de Quito, durante tres meses, de octubre de 2019 a enero de 2020: HOLOCAUSTO Y MATERNIDAD (CASA DE LA CULTURA ECUATORIANA) Tras una exitosa exposición llevada a cabo en el Memorial de Terezin, de marzo a junio del 2019, en República Checa (país de origen de Trude Sojka) –uno de los memoriales del Holocausto más importantes de Europa– retorna su obra al Ecuador con el mismo título y como apertura de esta retrospectiva, para presentarse aquí como una continuación de esta muestra itinerante e internacional. Se trata de las obras que Trude Sojka realizó al llegar al Ecuador, a partir de los años de 1950, luego de su terrible experiencia del Holocausto, donde dio a luz a su primera hija, y luego la perdió. En ellas, plasmó sus memorias duras, y su esperanza, como mujer y madre en un contexto hostil y de supervivencia (algo muy inusual tratándose de este tema). Relatan sus experiencias en los campos de concentración: la angustia y la soledad, la triste procesión de mujeres caminando tal vez hacia las cámaras de gas, pero también la alegría de la liberación, aun cuando todavía se vea al fondo el alambre de púas, 14

Oración en la sinagoga, cemento y acrílicos sobre madera, 1977, 87 x 55 cm. Colección familiar.


Madona, 1958, acrílico y cemento sobre madera, 65 x 44 cm. Colección familiar. El abrazo (Reconciliación), 1957, cemento y acrílico, 80 x 25 x 25 cm. Colección familiar.

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o, más tarde, el abrazo de reconciliación de la artista con la vida, el perdonarse a sí misma tras sentirse tremendamente culpable porque tantos seres queridos habían muerto y ella había sobrevivido al horror. Los cuadros y esculturas de esa época son más bien oscuros, tristes, en ocasiones reflejan cierta violencia, aunque también la esperanza de una vida nueva. La temática de la maternidad es muy recurrente en sus cuadros y esculturas, ya que Trude Sojka dio a luz en el campo de concentración. Su hija lamentablemente murió a las tres semanas de nacida, pero este episodio la marcó profundamente. Una vez en Ecuador, la artista pudo volver a tener hijos. La artista va más allá de la tristeza, demostrando su fortaleza espiritual que la lleva a su renacimiento y recuperación. Para ello, el Ecuador jugó un papel muy importante en su vida, el cual lo veremos en la siguiente exposición, en noviembre.

ENCUENTRO DE DOS MUNDOS (Museo ABYA YALA) Al llegar al Ecuador, Trude Sojka se maravilla con la riqueza y diversidad de su cultura y naturaleza, así como con la solidaridad de su gente. Desde los años de 1960, descubre el Ecuador y sus regiones, su gente, su naturaleza, tan diversas... Se familiariza con la simbología precolombina de los antiguos pueblos Cayapas, Guangala o Jama-Coaque... entre otros, así como con el arte popular ecuatoriano y andino. Los estudia con minuciosidad y profundidad. Entonces, en una fusión entre el arte expresionista europeo y el primitivismo, siempre con la misma técnica del cemento y el reciclaje, estiliza los motivos indígenas tradicionales, el jaguar, el mono, el pájaro, la serpiente, y deidades como el sol y la

Holocaust and Maternity After a successful international exhibition at the Terezin Memorial in March 2019, in the Czech Republic (Trude Sojka’s first country) - one of the most important Holocaust memorials in Europe - her work has returned to Ecuador to be exhibited with the same title, as the opening of this Retrospective. Trude Sojka created these artworks when she arrived in Ecuador, after her terrible experience. She expresses in them her bitter memories, and her hope, as a woman and mother (she gave birth to her first daughter in the camps and then lost her) in a hostile context. The artist goes beyond sadness, demonstrating her spiritual strength that lead to her rebirth and recovery. 16

Crisol, ca. 1964, Cemento, acrílico, madera, con incrustaciones de nácar, 59,8 x 75, 6 cm. Colección familiar.


luna. Esculpe los mitos y diseños antropomorfos y zoomorfos o simplemente geométricos, con temas como el Danzante de Pujilí (Señor de la lluvia), el Pelícano Inca, símbolo de fidelidad, o un grupo de mujeres indígenas en el portón. Trude Sojka despliega su estilo pictórico único que desarrolla hasta sus últimas obras, que se vuelven cada vez más alegres y tiernas. La exposición “Encuentro de dos mundos” se presenta como una intervención en el Museo Abya-Yala, un rincón de la Amazonía en Quito, que se define a sí mismo como “tierra en plena madurez”. Las obras de Trude Sojka convivirán durante una temporada con las piezas etnográficas, arqueológicas y antropológicas del museo ecuatoriano que albergará a la artista de origen extranjero. De esta manera, se produce una amalgama, no solo intercultural, sino también una combinación de arte y ciencia, una apertura de un museo hacia otro. Meeting of two worlds

Carnaval indígena, 1948, acrílico y cemento sobre madera, 108 x 51, 5 cm. Colección familiar.

Upon arriving in Ecuador, Trude Sojka marvels at the richness and diversity of its culture and nature, as well as at the solidarity of its people. Since the 1960’s, she deeply studies pre-Columbian symbolism and Ecuadorian and Andean folk art. In a fusion between European expressionism and primitivism, she stylizes traditional indigenous motifs, such as the jaguar, the monkey, the bird, the snake, the sun and the moon, inspired by the myths and anthropomorphic, zoomorphic or simply geometric designs of the ancient Cayapas, Guangala or Jama-Coaque peoples ... among others.

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Quilla Runa Mitología Canelo, Museo Abya – Yala, Universidad Politécnica Salesiana.

Chamán Nacionalidad Cofán, Museo Abya - Yala, Universidad Politécnica Salesiana.

Chamán, 1981, Acrílico y cemento sobre madera, 65 x 89, 7 cm. Colección familiar.

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EXPRESIONISMO y PLENITUD – SE CIERRA EL CÍRCULO (CASA CULTURAL TRUDE SOJKA) La tercera y última parte de la exposición presenta la tercera y cuarta etapas de la obra de Trude Sojka en el museo que fue su hogar en Quito, y que hoy en día le rinde homenaje. En los años 70 y 80, Trude Sojka se dedica a experimentar con la textura, la línea, la forma y el color para expresar sus emociones, su mundo interior o simplemente el movimiento. Recordando sus estudios de Bellas Artes en Berlín y las influencias del expresionismo europeo, especialmente alemán y judío, y con el bagaje del arte ecuatoriano, Trude Sojka experimenta con elementos pictóricos, especialmente con las texturas y los colores. Algunos motivos son abstractos, otros incluyen personajes todos representados con mucho movimiento y ritmo. Realiza obras llenas de fuerza y volumen, con un manejo dinámico de los colores y líneas curvas o rectas, evocando la danza, como en el cuadro Baile Esmeraldeño, la gimnasia rítmica (Acróbatas). Los círculos y las espirales son recurrentes, y evocan la gran rueda de la vida, la evolución, el infinito, el universo, una paz eterna, la alegría de vivir. Finalmente, por los años de 1990, después del nacimiento de sus nietas, Trude Sojka recuerda su propia infancia feliz, despreocupada e ingenua en la vieja Europa, antes de la guerra, sus sueños, su familia. Crea con ternura obras figurativas protagonizadas por personajes de cuentos de hadas europeos -como El cuento de las mariposas amarillas, sobre la vieja maga que dialoga con todas las criaturas de la naturaleza -, animalitos - el delicado Pájaro de Galápagos-;

Acrobacia, 1985, acrílico y cemento sobre lata y madera, 71 x 101 cm. Colección familiar.

Mujer en azul, 1991, acrílico y cemento sobre metal, Ø 61 cm. Colección familiar.

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representa juegos -la diversión del Carrusel-, jardines, lugares de su juventud. Trude Sojka crea ahora, en formatos más pequeños, obras llenas de ternura, sencillez, espontaneidad, paz. Estas dos etapas de introspección y serenidad la conducen a la plenitud. De esta manera se completa la retrospectiva, pero con un final abierto, ya que nos invita a seguir nuestra reflexión... Esta última fase de la retrospectiva se une al festival de cine “La Fractura del Siglo”, en el cine Ocho y Medio, alrededor del 27 de enero, Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto. “La Fractura del Siglo”, es un proyecto que surge ante la necesidad de trabajar sobre la memoria, la historia vivida y sentida. La propuesta cinematográfica hace énfasis tanto en las formas como en los contenidos, son películas que piensan el lenguaje, de la “fractura instaurada” por la Segunda Guerra Mundial en la historia de la representación. El tema de esta nueva edición del ciclo de cine será El Encierro. La obra de Trude Sojka se inserta en este argumento en un sentido esperanzador, el de la liberación, de la apertura de la prisión interna que experimentó la artista, como muchos sobrevivientes del Holocausto y de otros genocidios en el mundo entero. Del pasado nos queda la memoria y en el presente, no es posible el olvido. Expressionism and Fulfillment, the circle closes Recalling her art studies in Berlin, her European artistic influences, and with the background of Ecuadorian art, Trude Sojka experiments with pictorial elements, especially with textures and colors. Some motifs are abstract; others include figures, all full of movement 20

El Puente, 1956, acrílico y cemento sobre madera, 106 x 79 cm. Colección familiar.

and rhythm. Circles and spirals are recurring, and evoke the universe, infinite peace, and the joy of living. Later on, beginning 1990s, Trude Sojka remembers her childhood, old Europe, her dreams. Tenderly she creates figurative artworks featuring European fairy-tale characters, animals…she represents games, gardens, places of her youth. These last two stages of introspection and serenity lead to fulfillment.


Paseo por el parque, 1956, acrílico y cemento sobre madera, 46.5 x 84.5 cm. Colección familiar.

El cuento de las mariposas amarillas, 1995, acrílico y cemento sobre madera, 41,6 x 77 cm. Colección familiar.

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Programa Holocausto y Maternidad

Casa de la Cultura Ecuatoriana 9 de octubre a 9 de noviembre, 2019 Inauguración: Casa de la Cultura Ecuatoriana Sala Miguel de Santiago 9 de octubre de 2019, 19h00

Encuentro de dos mundos Museo Abya-Yala 12 de Octubre y Wilson Noviembre 2019

Expresionismo y Plenitud, se cierra el círculo Casa Cultural Trude Sojka Pasaje N24J y Toledo Enero 2020

La retrospectiva se une, en su último capítulo, al Festival “La Fractura del Siglo” Cine Ocho y Medio Valladolid y Cordero Enero, 2020

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Actividades: Charla: Arte y Holocausto con Gabriela Fonseca Steinitz y Marcelo Dotti Casa de la Cultura Ecuatoriana Sala de Miguel Santiago 23 de octubre del 2010, 17h30 Encuentro formativo SMQ Sistema de Museos Quito Museo Abya-Yala: noviembre 2019 Taller para niños, Casa Cultural Trude Sojka, enero 2020 Actividades ligadas al festival de cine sobre Holocausto “La Fractura del Siglo” en el cine Ocho y Medio (visitas guiadas, charlas, intervenciones artísticas de Sara Roitman…)


Retrospectiva. Un constante renacer de Trude Sojka se terminรณ de imprimir en el mes de octubre de 2019 en la Editorial Pedro Jorge Vera de la Casa de la Cultura Ecuatoriana





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