El gran José Martí creía que la historia del hombre podía ser contada por sus casas.
Sí, porque la dialéctica de la vida, el comportamiento social, las vicisitudes humanas se reflejan en la casa. Más aún si esta casa es tan grande como un país, si es tan sabia como el abuelo, si es tan generosa como la madre.
Este libro, que también es una casa, porque una casa es quien la habita, abre sus puertas históricas, recoge los pasos del pensamiento ecuatoriano, abre ventanas, prende luces, inserta grafías, para que entre el mundo y se entere de que por su interior aún gravita y se agita la libertad, la creatividad, la utopía, ese sueño de una democracia sin fin, esos hombres y mujeres que enriquecieron la cultura, que dignificaron las luchas libertarias, que agitaron la idea de volver a tener patria, cuando ésta fue humillada y ofendida, no por un pueblo hermano, sino por los sicarios de oligarcas y de guerras.