Album 2015

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Ramón Eder • Fernando Megias • Álvaro Campos Esther Roperti • Roberto Villar • Patricia Nasello Vicente Javier Llop • Franklin Fernández •León Molina Felipe Valle Zubicaray • Emilio L. Medina Rubén Casado Murcia • Susana Benet • José Gimbel Felix Trull • Miguel Cobo Rosa • Antonio Reinoso Lamela

Libros al Albur


Jos茅 Luis Trullo, editor

Libros al Albur Cardenal Rodrigo de Castro, 1 41005 Sevilla

www.librosalalbur.com.es www.librosalalbur.com.es@gmail.com

Dep贸sito legal: SE-1749-2015 ISBN: 978-84-608-3868-5


SUMARIO Nota del editor Aforistas españoles vivos Ramón Eder Fernando Megias Nadie se come a nadie Esther Roperti Roberto Villar Álvaro Campos, Escribir a la carrera El Aforista Antonio Cubelos Marqués Sergio García Microfilias Elisa de Armas Juan Yanes Alberto Sánchez Argüello Esther Andradi Sergio Astorga Carlos Vitale Lilian Elphick José Manuel Ortiz Soto Rubén Casado Murcia Susana Benet


Micronesia Manuela Ipiña José Luis Trullo Felipe Valle Zubicaray, Lo que son las cosas Patricia Nasello, Nosotros somos eternos Franklin Fernández, Trizas Vicente Javier Llop, Soledad y destino Emilio López Medina, La ambición El árbol en la poesía española del siglo XX León Molina José Gimbel, Golpes de calor Miguel Cobo Rosa, Manual de insomnios Antonio Reinoso Lamela, Al aire Felix Trull, Metas volantes


NOTA DEL EDITOR En enero de 2015 se constituía Libros al Albur como una iniciativa editorial al margen de los circuitos convencionales (por ejemplo, no distribuye en librerías: sus títulos sólo se pueden adquirir en la web; no realiza presentaciones ni eventos sociales: no cree en ellos), presidida por una real vocación de dar a conocer a autores tanto españoles como de Latinoamérica, ya sea a través de libros en papel como en formato ebook o en sus blogs, bien rigurosamente inéditos ‒caso de Antonio Reinoso Lamela o Felix Trull‒ como sobradamente conocidos ‒Ramón Eder, Sergio García o Lilian Elphick‒ por sus publicaciones anteriores. En estos doce meses de existencia, Libros al Albur ha editado una antología de aforistas y otra de poemas sobre el árbol; tres libros de poesía, tres de aforismos, dos de microrrelatos, dos de ensayos breves y uno más perteneciente al género diarístico; asimismo, ha creado un blog sobre aforismos (El Aforista) y otro sobre formas literarias fragmentarias (Microfilias). Creemos que es un balance satisfactorio, dado el nivel de las obras editadas y la calidad de los autores seleccionados, nacidos en España, Argentina, Chile y Venezuela, entre otros. En este álbum conmemorativo reunimos una breve muestra de los títulos publicados a lo largo de este año, en la convicción de que será el primero de muchos más de lenta y meditada navegación por las aguas del proceloso mar editorial.



AFORISTAS ESPAÑOLES VIVOS Aforistas españoles vivos es un volumen colectivo que reúne a once autores de reconocida solvencia en el género más breve: Ramón Eder, Fernando Megias, Miguel Ángel Arcas, Mario Pérez Antolín o Manuel Neila, entre otros. Es el primer título en papel de Libros al Albur y se puede adquirir directamente en nuestra web. Reproducimos a continuación una selección de textos del libro.

Ramón Eder Nadie es tan poca cosa que no ocupe exactamente el centro del universo.

El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.

Los escritores son esas personas que tienen un "yo" de tomo y lomo.

Si nos alejamos mucho de una tentación caemos en la siguiente.


Todo rey parece bueno en el exilio.

Las amistades nocturnas parecen sólidas, pero suelen ser líquidas.

No ir al teatro es una forma de hacer crítica teatral.

De las depresiones sólo se puede salir sonriendo.

Las estatuas no alcanzan la perfección hasta que son mutiladas por el tiempo.

Ir llorando por el camino de la verdad tiene menos mérito que ir sonriendo.

Cuando pasa cierto tiempo uno se da cuenta de que todos los periódicos son amarillos.

Las mujeres hermosas no tienen remedio.

La inteligencia, a partir de cierto grado, se vuelve inevitablemente humorística.


Hay que conseguir que el dolor produzca una perla.

Los recuerdos se van redondeando como bolas de billar. Cometemos siempre los mismos errores, lo cual nos da una especie de extraña coherencia.

A veces, sintiéndolo mucho, no sentimos nada.

Por lo menos hay que ser tan valiente en ciertas situaciones como para aprovechar la primera ocasión para escaparse.

Las comilonas ruidosas de grupo hacen añorar la ensalada y el silencio.

Nadie es más profundo que su propio abismo.

Envejecer es el precio que hay que pagar por tener buena salud y buena suerte.

De algunos descubrimientos importantes nos tenemos que alejar de puntillas.

Si no se sabe leer entre líneas se sigue siendo una especie de analfabeto.


Fernando Megias

Las musas decepcionadas decidieron vomitar sobre la cabeza del artista incomprendido.

Es inquietante comprobar lo prescindible que puede ser uno para los demás.

Nadie puede predecir con éxito el futuro, ni explicar convincentemente el pasado.

La meta siempre está en otro lugar.

Las buenas ideas son mejores si no las llevas a cabo.

Las convicciones profundas entrañan un grave riesgo, sobre todo para los demás.

Se acostó a descansar sobre su propia sombra.

Sentado en su sofá favorito, sin nada que hacer, comprendió que todo se le volvía recuerdo.


Frágiles, complejos, impuros, vulnerables. No es difícil comprender que tantas veces nos domine la locura.

Somos parte de un proceso apasionante que no va a ninguna parte.

Sólo podemos aspirar a vivir breves instantes de eternidad.

La vida ha de ser una obra de arte encaminada a culminar el vacío.

La forma, también, es una parte del contenido.

Todo acaba siendo asimilable, incluso lo más abyecto.

Conocerse a sí mismo suele ser un proceso lento, doloroso y, muy probablemente, inútil.

Arte de verdad es el que hiere, pero también cura.

Somos consumidores compulsivos de presente.


Alrededor de la fascinación por el mal y su rechazo, de nuestros temores, de nuestra salvación y de nuestro deseo de inmortalidad, se construyen todas las teologías.

Humanizarse consiste en entrar en un conflicto emocional permanente.

En el juego de representaciones que es la vida, la tragicomedia es el genero que mejor nos define.

No existe nada más destructivo que la absurda idea de desear conocer totalmente al otro, sin dejar ni un resquicio para el misterio.

En esta “road movie” que es la vida, el horizonte suele coincidir con el punto de partida.

A la Naturaleza le somos totalmente indiferentes, excepto para condicionarnos.

A veces creemos que comprendemos cuando sólo hemos entendido.


Escribir a la carrera ÁLVARO CAMPOS

Álvaro Campos (Santiago de Chile, 1975), filósofo de formación, se dedica a la literatura de manera compulsiva, con una vocación rara de ver en los tiempos que corren. Escribir a la carrera es su primer libro, y consta de decenas de textos breves, potentes, incisivos y veraces, a caballo entre la confesión y el análisis social, muy estimulantes. Reproducimos las primeras páginas del libro, publicado en ebook por Libros al Albur.

Sólo puedo escribir a la carrera, como queriendo mostrar un tipo de clima interior, nunca pensando que se pueda guardar, publicar o exhibir en algún lugar preparado para exposiciones. El clima viene, se padece y luego se marcha, nadie colecciona climas pasados. Sólo planifica el tipo de techo con el que se debe habitar. Una estadística: nunca se ha escrito tanto en la historia como hoy (en teléfonos, computadores, muros), mal, bien, pésimo, pero masivamente. El pensamiento va ligado directamente a los pulgares, la muñeca que anteriormente era la que definía el baile de la mano y su caligrafía, ahora se atrofia, se inflama. Históricamente la fuerza ergonómica de la producción de escritura ha ido desplazándose en el cuerpo. Al tallarla, la escritura sumeria dependía mucho del


hombro; luego, la pluma de la muñeca; el teléfono de hoy sólo depende de las puntas de los dedos: estamos en la última etapa. Probablemente, la escritura del futuro prescindirá del brazo y estará directamente conectada a canales neuronales. La ruta textual del cuerpo, desde el hombro hasta las puntas de los dedos se habrá extinguido. Y una vez extinto el soporte corporal, tal como James Joyce extinguió el foco narrativo al esconderlo en el interior inubicable del ser humano en su “stream of consciousness”, la literatura habrá extendido su dominio total al ser humano. La profecía de Kafka estará cumplida… El texto hoy entonces debe plantearse como algo natural, como un estornudo, nunca como tesis perdurable… Surge un tipo nuevo de literatura, vulgar, instantánea, neuronal, barata, totalmente olvidable, como las sopas Maggi… (ningún pensamiento tiene precio). A los griegos les interesaba la inmortalidad; a los cristianos, la eternidad; a nosotros, los nuevos literatos de sopa, sólo pasar el frío… Se acaba el brazo, se acaba la literatura como la conocimos. No dejaremos rastro importante, todo habrá sido humor… como debió ser desde el principio….


NADIE SE COME A NADIE Nadie se come a nadie es el título del volumen colectivo publicado en formato ebook por Libros al Albur. Reúne textos de Roberto Villar, Esther Roberti , Patricia Nasello y María Valdés, entre otros, en torno a la hipótesis delirante de un mundo futuro en el que se hubiese prohibido la ingesta de carne…

Esther Roperti Cuando la bruja le dió la manzana, Blancanieves la mordió. Suave. Deliciosamente. Entonces la madrastra le susurró que era la más hermosa. * Después de comerse al lobo, Caperucita concluyó que tampoco era para tanto. Ni tan fiero, ni tan bestia. * ―Quién es la más hermosa? ―Tú. Y Caperucita vió la belleza de sus ojos de lobo y deseó el mordisco.


Caperucita se cansó de ser perseguida por el lobo. Y ahora es ella la oscura. La que muerde. * Lobo y niña se movían bajo la caperuza. Al salir, la roja boca de la niña dijo bajito: ‒Nada como la carne fresca... * El lobo embistió a Caperucita, directamente, sin suplantaciones. Se conocían demasiado para andar con disimulos.

Roberto Villar ―Sí, es tan placentero comer carne en cada sueño que resulta terrorífico despertar y ver el huerto, el precioso y aborrecible huerto, tras la ventana. ―Esa angustia de saber que la carne que te llevas a la boca… se aguará. Se disolverá rápidamente. Si dejar ni siquiera un regusto del sabor del pasado. Saber que despertaremos. ―Hay un leve consuelo entre tanto dolor: soñar con lo que perdimos nos permite mantener latente el sentido del gusto. No olvidar los sabores. Porque aún podemos recordar a qué sabía. ¿Verdad?


―A veces creo que sería mejor olvidarlo todo. Olvidar qué sabor tenía el mundo cuando podíamos comérnoslo. ―No digas eso. No quiero olvidar. ―¿Qué sentido tiene besarte si no puedo comerme tu lengua, como entonces? ―Masticar, morder, aún podemos hacer eso, cariño.

―Es un simulacro. ―Pero es algo, algo carnoso aunque ya no sepa a carne. ―Es cómo masturbarse mal, Adele. ―¡Lo sé! No poder comer, fingir que podrás tragar, jugar a tragar, incluso, es un engaño. Lo sé. Pero el engaño es también una esperanza. ¿No crees? ¿No crees que volveremos algún día, alguna noche, repentinamente, a… degustar? A degustarnos como cuando… ―No hay esperanzas. Se acabó para siempre. Las papilas no pueden ya ni recordar. La saliva... ―Cada vez me sabe menos mi saliva. ―Y la mía. Y la de todos. ―Mordernos la lengua y libar la sangre… ―No, eso ya…


―Ya no funciona. Lo sé, amor. Aquél jugo de la carne. ―No tiene ni color. ¿Lo has visto? Nuestra sangre ya no es ni roja. ―Todo es un recuerdo. ―Come y calla, me decías. Y nos reíamos. ―Sueño cada noche que te cobijo dentro de mi boca. Ya no me excita, pero sigo soñando. ―Es un remedo. ―Come y calla. ―Un remedo del pasado.


EL AFORISTA El Aforista es la primera revista electrónica en español dedicada en exclusiva al género más breve. Tiene su origen en una página de Facebook inaugurada en 2012, que actualmente cuenta con casi 1.000 seguidores, y reúne en su espacio tanto a autores clásicos como modernos y actuales, así como entrevistas a aforistas españoles en activo, bajo el rótulo común de Cuestionario Chamfort. La dirección es www.elaforista.es

Los subtítulos del silencio Antonio Cubelos Marqués Aunque se lean, las palabras que dan o quitan el aliento en realidad se respiran.

En cada gota de lluvia hay un oasis.

Dentro del corazón solo hay latidos.

Una palabra, en la mitad de un silencio, tiene algo de náufrago.


Las palabras, dormidas para siempre en el papel, ¿qué sueñan?

Acercarse a una frase como quien cruza un senderillo de piedras en el río.

Qué indigesto el silencio: casi siempre nos hace un nudo en el estómago.

Puedes descender, pero no te bajarás nunca de tus propias huellas.

Estás desnudo: necesitas tres estaciones para cubrir un invierno.

Firmas un documento de vida, y del papel un pez que salta hacia tus manos.

No hay que abusar de los puntos suspensivos. A la larga, son una línea que dice "recortar por aquí".

Un pájaro sólo necesita una rama. Una rama, en perspectiva, es idéntica a un bosque.


El recuerdo de las palabras viste a las palabras.

El estallido al chocar dos palabras: imagina cuántos universos en cinco minutos de conversación.

El horizonte en verdad es pequeño, muy pequeño: consiste en una puerta que alguien sostiene abierta hasta que llegues.

Ningún zapato es más cómodo que tus propias huellas. Ninguno más inútil.

No compras una maleta: compras nostalgia. Por haber regresado o no haber ido nunca.

Incluso para hacer un castillo de naipes se necesita una buena mano.

La memoria como una vieja acera sin apenas tránsito. La nostalgia, de pronto un bulevar lleno de árboles.

Hay silencios, incluso, con subtítulos.


Hacerse el muerto Sergio García Pasado un tiempo, el amor puede convertirse en una maravillosa decepción.

Hay libros que te dejan desnudo ante tu íntima multitud.

La amistad verdadera nunca está gravada con el tributo de la reciprocidad.

El azar es tan generoso que a veces pone una frase inteligente en la boca de un necio.

A algunos sus fantasmas les hacen una imprescindible compañía.

La libertad de expresión es absoluta mientras no se tope con las vacas sagradas.

La sinceridad, para que no duela, hay que entregarla con guantes de seda.


Hay días que se nos mueren en su propio parto.

Creer en el destino conlleva la egolatría de pensar que un libro se ha escrito exclusivamente para nosotros.

Para sobrevivir hay que saber interpretar todos los personajes de la comedia humana.

La venganza es un plato que se sirve podrido.

A veces conviene pasar un rato estimulante en la boca del lobo.

La vida le asustaba tanto que optó por hacerse el muerto.

La falta de ética también consiste en abaratar sus costes.

Cuando caes al abismo muchos extienden sus manos solo para taparse los ojos.

Uno será dueño de lo que calla pero no puede evitar que los demás se lo roben.


Algunos quieren hacer la revolución sin percatarse de que también serían decapitados.

Hay palabras que se quedan en la punta de la lengua por temor a lanzarse al vacío.

Es triste protegerse de una caricia.

____________ Aforismos incluidos en un libro de próxima publicación en la editorial granadina Cuadernos del Vigía.


MICROFILIAS Microfilias es una plataforma digital que acoge textos literarios de creación, reseñas y entrevistas, en torno a los géneros breves: aforismo, microrrelato, nanoensayo y dietario. Trimestralmente, difunde su revista trimestral , coordinada por la escritora argentina Patricia Nasello, exclusivamente dedicada a la ficción mínima. Se puede consultar en www.microfilias.org

Límites Elisa de Armas Es cuestión de constancia. Basta con recortarles las puntas doradas de las alas. No se les causa daño, ni se les condena a la inmovilidad, simplemente se reduce el alcance de su vuelo para poder mantenerlas siempre a tiro. Y sí, es cierto que pierden lo vistoso del plumaje, pero no se preocupe, con el tiempo volverá usted a dejarlo crecer a su libre albedrío. Cuando las haya sujetado la costumbre.

El universo Juan Yanes Me hubiera gustado estar al principio de todo, asistir de incógnito al nacimiento del universo, colgado por una pata sobre el vacío y ver salir la luz por primera vez y ver aparecer los objetos más ínfimos y las infinitas gotas que componen


los océanos y saber si el universo tiene límites y si es cálido o es frío e inhóspito… Pero en ese preciso momento estaba sentado en el borde de la cama, atándome los cordones de los zapatos, y no pude pensar en nada.

El regreso de Caperucita Alberto Sánchez Argüello Caperucita se despidió de la abuela, apretó fuerte la canasta de comida y el fajo de dólares bajo su falda y se fue. Pasó un río amarrada a un neumático. Casi se mata al caerse del techo de un tren en movimiento. Recorrió un desierto a través de infinitos túneles de tuberías oxidadas y malolientes. Se escondió ocho horas dentro de un camión lleno de caperucitas y finalmente terminó apresada y encarcelada en una frontera. Ya de vuelta en el bosque -después de un dilatado proceso de deportación- la abuelita llamó a los padres de caperucita para pedirles que enviaran otro fajo de dólares. El lobo por su parte prometió contactar un mejor coyote.

Elemental, Watson Esther Andradi ‒¿Té? Cuando la mucama entró, el escritor daba los últimos retoques a la historia. ‒¿Té? ‒escribía. Luisa, la protagonista, preguntaba.


‒Sí... acércate... querida... ‒rogaba su amado, y cuando ella estuvo a tiro, le asestó una puñalada. ‒¿Tú... también...? ‒balbuceó la bella Luisa antes de expirar. Detrás de los hombros del autor, la mucama, perpleja, leía el desenlace. ‒¿...una tacita más? ‒insistió entonces, y dejó caer una pastilla en la tetera. ‒Gracias ‒dijo él. Y bebió. ‒¡Vos también....! ‒le reprochó todavía la criada, mientras él, inerte, se desplomaba. Luego, se sentó en su lugar, y comenzó a reescribir la historia.

Pasos José Manuel Ortiz Soto Ahí estaban junto a la cama los zapatos de papá. Los usaba siempre al volver a casa: pregonaban su andar inconfundible. Viejos, eternos, tan suyos. ‒Si por mí fuera, ya los habría tirado ‒decía mamá con un dejo de melancolía contenida en la voz. Crecí mirando aquellos zapatos; cada mañana al despertar iba hasta la habitación de mamá a ver si continuaban en su sitio. No perdía oportunidad de meter mis pies y sentir en su abismo tan siquiera un poco de lo que había sido papá. Ayer, cuando mamá escuchó el sonido fantasmal de pasos acercándose desde el pasado, se sobresaltó. Su rostro se relajó al ver que era yo. ‒¡Cuánto has crecido! ‒me dijo. Esta noche mis zapatos descansan junto a nuestra cama.


Paz Monserrat Revillo Jardinería de interior Tengo un bonsái en el útero. De momento solo hay que controlar que no crezca. Cierro los ojos un instante, pero la boca queda abierta y debo de haber tragado abono. Al salir de la visita, unos frondosos manglares han echado raíces en las aguas estancadas de mi cabeza, un rosal ha desprendido varios pétalos que se han deslizado mejillas abajo, y una jungla con sus pájaros y sus fieras se extiende ahora mismo por mis tripas. No sé si tengo que regar, podar, eliminar las malas hierbas o seguir abonando. Y no tengo ni un puto libro de jardinería.

Tiempo de lectura Sergio Astorga Su caratula se distorsionaba, su redondez se fugaba a lo Dalí. Las muchachas en flor se acomodaban en su tiempo perdido. Algunos muchachos conversaban en la catedral. Todo se veía como el llano en llamas. El sonido y la furia recordaban el rojo y negro de las guerras floridas. Todo daba a entender que los caminos se bifurcaban y todos los nombres tuvieron su región mas transparente. De repente las manecillas se detuvieron a lo Bovary y un cementerio marino descansa bajo el volcán.


La puerta condenada Carlos Vitale De niño, en el barrio, se relataba la aventura de un vecino que había sobrevivido a un naufragio flotando durante una semana sobre una puerta. Desconozco quién era e incluso si la peripecia acaeció de verdad, pero no dejo de meditar en ese hombre, azul y agua, negro y agua, asido a una puerta por la que no es posible huir.

Aviso de robo Lilian Elphick Mi silencio ha sido robado. La persona que lo encuentre, trátelo con cariño. No le grite, que se asusta. No lo maree con palabras inútiles. Una vez que el silencio se haya acostumbrado, favor de clavarle el puñal bien adentro, en el centro de su total indiferencia. Deje los restos en la calle. No faltará quien se los lleve.


La sabiduría hecha materia Rubén Casado Murcia

La paciencia es la sabiduría hecha materia.

En el amor, como en la guerra, el número de bajas es imposible de calcular.

La hoja en blanco no solo corta por los filos.

Abrir un álbum de fotos es abrir una tumba.

¿Os acordáis cuando en 1984 aún no vivíamos en “1984”?

El amor es el pegamento del Universo.

Persiguió sus sueños hasta que sus sueños solicitaron una orden de alejamiento. El miedo no es a la muerte, sino a que antes no pase nada.

Las ilusiones deben consumirse antes de que se enfríen.


¿Cómo es posible que en el espacio reducido de un cráneo quepa al completo una cámara de tortura?

La verdad es una borracha que camina haciendo eses.

De un poeta me gusta que muestre con fuerza su debilidad.

Las medias tintas siempre acaban ensuciándonos las manos.

Para ser un buen mentiroso hay que tener al menos dos carreras.

Más que sentido la vida tiene dirección. Se reconoce enseguida, suele haber un puesto de flores en la entrada.

No añoramos la infancia, sino la percepción infantil del mundo.


15 haikus Susana Benet Veo encenderse el pino en la mañana. Faro del bosque. * Tan quieto está, tan sereno el jardín, que no lo cruzo. * De aquella jaula aún queda en la pared el clavo inútil. * El albañil, mientras unto tostadas, pone ladrillos. * Sol amarillo. No le caben más frutos al limonero.


Mientras te vistes, yo cuento los botones que nos separan. * Con sus escudos, desfilan los peque帽os escarabajos. * Antes dejabas dos rosas al marcharte. Ahora, colillas. * A cada vuelta del tiovivo, mi padre diciendo adi贸s. * Tras el derribo, los colores de viejas habitaciones.


Patio interior. La luz del sol tendida entre las sábanas. * Tienda de especias. Me llevo sin pagar todo el aroma. * Un niño juega a enterrar a su padre. Día de playa. * Podan los árboles. Parece que ahora sea más grande el cielo. * Barre mi escoba plumas de periquito. Todas escapan.


MICRONESIA Micronesia es el blog de Microfilias, la revista trimestral digital publicada por Libros al Albur. En él se publican textos breves (microrrelatos, aforismos y otros géneros fragmentarios) que, por distintos motivos, no han sido incluidos en la publicación periódica. A lo largo de 2015, se han presentado un total de 24 textos, a razón de dos por mes.

Despertares Manuela Ipiña Aquella mañana despertó tan pálida que se asustó al mirarse en el espejo. Todavía en pijama se echó colorete por toda la cara y algunos polvitos resbalaron sobre los cereales. Se pintó los labios del rojo más intenso que pudo encontrar y eligió aquel vestido que marcaba tan bien sus gracias más bonitas. Puso música y bailó mientras la sangre le bullía de los pies al cuello, llegando a la cabeza y formando remolinos más allá de sus deseos. El perro dejó de ladrar cuando la muerte, enternecida, decidió pasar de largo. * * * Aquella mañana, entre las alarmas del móvil, una nota le avisaba de que era el cumple de su prima. Después de


buscar una foto en la que ambas aparecieran de pequeñas, le envió un mensaje felicitándole y decidió salir a la calle. El ascensor nuevo se había estropeado y tuvo que bajar andando por las escaleras. En cada escalón, se iba haciendo un poco más pequeña. Una niña despeinada y con un calcetín de cada color salía del portal minutos más tarde. Se quedó todo el día jugando con los niños que estaban en la plaza. No tuvo que decir quién era, ni dónde trabajaba. Tan solo jugar a la pelota, saltar a la cuerda y comer gusanitos. Fue la última en irse a casa. * * * La noche anterior había salido y se despertó con tanta sed que se bebió de un trago medio litro de agua que tenía sobre la mesita. Fue a la cocina y se bebió por lo menos dos vasos más. Al tercero, notó como el agua caía en torrente por todo su cuerpo y tras abrir la boca se quedó flotando en el agua del vaso. Aquello estaba lleno de gente con resaca. Había un hombre que no paraba de preguntar por la manera de volver a tierra y por una mujer que, como siempre, iba de rojo. Estuvo flotando un par de horas hasta que el móvil le avisó de que tenía un mensaje. Era el chico que había conocido la noche anterior. Había encontrado la manera de salir de la resaca y el número de teléfono de la mujer de rojo.


Papillons José Luis Trullo Recuerdo cuando paseaba por mis propias sensaciones como si fuera el dueño de un suntuoso palacio. Abría sus puertas y cruzaba los salones y pasillos con un parsimonia ducal. Me delectaba en la contemplación de los arabescos en la alfombra, de los damascos en los tapices y en las molduras del artesonado de los techos. En cada una de sus circunvoluciones hallaba un motivo para extraviarme en una ensoñación infinita. Cerraba las ventanas en pleno día, simplemente para sentir el placer anacrónico de alumbrarme con un candelabro Luis XIV, y me complacía en desorientarme en el laberinto de mis alcobas ricamente amuebladas con piezas rococó o estilo Imperio. Si estaba en su apogeo la canícula estival, encendía la chimenea sólo por asistir al espectáculo de dos astros luchando con antagónico ardor; en lo más crudo del invierno, deambulaba con un té helado entre los dedos, de manera que una vaharada de voluptuosidad me recorría el espinazo a cada sorbo. El valet tocaba al piano las piezas que mejor armonizaban con mi ánimo de cada momento (huidizo y cambiante): una pavana, un nocturno, una delicada barcarola o, quizás, un vals triste.


Por entre los visillos, el día se iba incorporando, o bien decaía con morosa credulidad, y yo lo bendecía todo con una sonrisita papal o cardenalicia (según si portaba o no la mitra de un poema entre los labios, o un verso solo). Y es que, en aquella época de quimeras lujosas, mi sensibilidad era el único escenario: no atendía a la llamada de los grajos, ni escuchaba a los sapos canturrear en su inmunda charca. Los insectos eran sólo una estampación de mis albornoces de seda china. El mal, un bonito argumento en volúmenes de mitología griega y romana. Cuando me recluía en mi santuario de armonías, mi alma y yo éramos los únicos personajes reales en un ficticio decorado. No como ahora, en que la verdad está allá afuera, detrás de las persianas y más allá de mi cercado, y yo me he convertido (cardo entre lirios) en su más servil plagiario. Las mariposas, hoy, son sólo gusanos tardos.


Lo que son las cosas FELIPE VALLE ZUBICARAY Con el subtítulo de Diccionario no académico de la Lengua, el autor glosa 674 conceptos básicos que rigen la convivencia humana (creación, desigualdad, aburrimiento, azar, educación, pactos) en párrafos densos y elaborados que ponen a prueba la inteligencia del lector acostumbrado a textos más ligeros y digestivos. Este libro audaz y ambicioso, en palabras del autor, "apunta más allá de la norma del diccionario de la lengua e incluso de los modelos de la idea, hacia un espacio abierto y desmedido donde quizá campan a sus anchas y solo en aparente desconcierto y anarquía". 51 ¿Qué es el Hombre? El Hombre es el recién nacido que ocupa el lugar del viejo Dios muerto, incapaz de entender y aceptar que él será el dios que legislará sobre la vida en vano. 52 ¿Qué es la nada? La nada es el reflejo de la mirada de un ciego en el espejo, pero de un ciego que no ve, de un ciego que no tiene nada que llevarse a los ojos ante un vidente que no halla nada más que hacer que ver la ciega mirada que tiene delante. 53 ¿Qué es el todo? El todo es una parte secretamente privilegiada por el arte de la ocultación de los espacios y de la señalización de estos espacios como los de la revelación de los espacios todos.


54 ¿Qué es el átomo? El átomo es la última prisión de la ciencia y la teología, pero la ciencia se halla detrás de los barrotes, la teología delante y el invento en medio como un dios que conjura a todos los demonios. 55 ¿Qué es la solidaridad? La solidaridad es el único egoísmo al alcance del pobre que, en cuanto se vuelve rico, lo tira por la ventana para abrazar el egoísmo propiamente dicho: el de la solidaridad con uno mismo, sin necesidad de dar ni recibir nada de los demás. 56 ¿Qué es el habla? El habla es el acontecimiento extraordinario de la palabra originado quizá por otro acontecimiento aún más extraordinario como, por ejemplo, el descubrimiento o la revelación de la maravilla de vivir que, con las indescriptibles sensaciones de alegría y gozo que reporta, supera o por lo menos neutraliza el conocimiento del terror de la vida que quita el habla y las ganas de vivir en la nueva dimensión habitada del lenguaje. 57 ¿Qué es la gente? La gente es una idea, un concepto y una abstracción, que a pesar de tan peculiar carácter produce miedo o infunde valor tanto o más que la realidad más viva, material y poderosa: la abstracción es quizá la sola manera de pintar este cuerpo sin nombre, sin órganos y sin cara, compuesto de miles de cuerpos con nombres que resultan anónimos, órganos que devienen inorgánicos y caras que aparecen descaradas, y que en común viven una vida que no es normal ni la normal.


Nosotros somos eternos PATRICIA NASELLO La autora argentina Patricia Nasello, prolífica creadora, editora y divulgadora de microficción, reúne en este volumen una pléyade de textos breves donde da rienda suelta a su poderosa inventiva, la cual encuentra motivos de inspiración por doquier: desde las peripecias cotidianas de un matrimonio en descomposición hasta las fábulas cosmogónicas del mundo actual. El libro consta de un total de 71 piezas. Dotada de un estilo conciso y elusivo, Nasello plantea situaciones que obligan al lector a reconstruir un contexto ausente, proporcionándole con ello un aliciente adicional que le reportará un intenso goce intelectual y literario.

Las mueve el viento A mí y a mamá nos anda siguiendo una casa grande y vieja. Probamos a correr, a escondernos, pero no hay caso, sigue atrás. Para colmo, terminamos perdiéndonos. Yo creo que la casa también está perdida, así que eso no me preocupa, pero mamá se da vuelta, la señala con un dedo que le tiembla y abre mucho los ojos. “Castillo embrujado” dice, me lo dice en secreto, pero después grita: “Andate, no te conozco”, y los gritos son para la casa. A lo mejor sí la conoce, sólo que se olvidó. Me da lástima verla así a mamá. Tanta lástima que dejo que me apriete la cabeza contra ella y eso que no me gusta


porque sin querer me tira los pelos que están metidos adentro de la trenza y la cara se me pega a su pollera de puntitos que raspan y casi ni puedo respirar. Las paredes de la casa seguro que raspan. Pienso que nos quiere decir algo, pero no sabe cómo tratar con la gente o no puede, porque por el lado de afuera está rota, llena de agujeros que no llevan a ninguna parte, si llevaran se vería lo de adentro, y no se ve. Pero aunque no se vea, yo sé que ese adentro existe. Sé que tiene muchos muebles de madera oscura adornada con dibujos, esos muebles altos y finos que mamá llama bargueños, y escritorios y roperos tan pesados que yo no podría moverlos. Tiene escaleras blancas escondidas detrás de unas telarañas tan viejas como la casa (las arañas se fueron hace mucho). Y debajo de los muebles y de las escaleras, tiene un montón de cosas moviéndose. “Explicame otra vez qué impulsa a las cosas”, pide mamá. “Las mueve el viento que entra por los fragmentos de puerta y de ventana y de techo que no están”, le contesto, pero es mentira y a mí me parece que mamá se ha dado cuenta, por eso pregunta a cada rato. Las cosas se mueven porque les gusta chocarse, terminar hechas pedazos. Lo roto quiere seguir rompiéndose. Ahora me doy cuenta, la casa nos eligió para que la ayudemos a morir. Que se la arregle como pueda, yo tengo que descubrir el camino que perdimos. Y tengo que cuidar a mamá. La llevo de la mano y siempre estoy mirando por dónde camina. Tengo terror de que tropiece y se lastime.


Trizas FRANKLIN FERNÁNDEZ

El escritor venezolano Franklin Fernández reúne en este libro una selección de los aforismos que ha venido escribiendo desde 1998 hasta hoy. Articulados en grandes ciclos temáticos (Dios, los pájaros, los insectos, el amor, los árboles, la poesía visual...) junto a otros textos de carácter independiente, el libro posee una unidad de tono no muy frecuente en la aforística contemporánea en español. En ellos se presenta siempre una voz consciente que busca dejarse penetrar por lo real en estado de ebullición, pues con ella alcanzará el nivel de autopercepción que de otro modo resultaría inviable.

Insectario Libélulas. Esa agitación de alas apenas entrevisto. Traslúcido, mágico, imperecedero. Como la fibra fugaz y transparente de la melancolía. * La cópula de los grillos mientras cantan, ¿qué mejor ejemplo para celebrar el amor?


La abeja y el abejorro, van adornados de polen y estrellas. Las esparcen por el mundo. * Que nunca se terminen los caminos de las hormigas. Son el esp铆ritu de su materia. * El escorpi贸n que busca doblar la cola del otro, termina en su aguij贸n. * Las garrapatas parecen enigmas siderales. * Los alacranes tuercen su rigor sobre la tierra. Equilibran su curvatura por su humilde posici贸n en el cosmos.


Soledad y destino VICENTE JAVIER LLOP

El autor, profesor de filosofía en un instituto, reúne en este libro una serie de ensayos unidos por el afán de indagar en la verdad profunda del ser humano, en una época como la nuestra en que la banalidad amenaza con apoderarse de todo. En sus textos, audaces y analíticos, acomete el estudio de ciertas figuras de la cultura moderna (Rainer M. Rilke, Thomas Mann, Fiodor Dostoievski) y analiza algunas categorías (duda, subjetividad, muerte, destino) desde una perspectiva hermenéutica. El resultado es un volumen en archipiélago, donde la multiplicidad de accesos a los temas contribuye a enriquecer la unidad del proyecto teórico. Si concedemos que los pensadores y poetas, por pensar lo más hondo y vivir en los límites de la existencia, han recorrido y abarcado con especial intensidad las secretas vetas que configuran la vida humana, puede ser útil detenerse en una lectura atenta de los textos en que explicitan las confidencias y los comentarios más personales que forman como el envés del tapiz de su creación poética. Si hoy “el hombre interior está dilacerado”, interesa sin duda descifrar la ley de la vida, lo serio de la existencia, lo valioso que encierra todo lo difícil, la necesidad de la soledad… asuntos todos ellos que son el leit motiv de las consideraciones vitales de R. M. Rilke.


Las Cartas a un joven poeta abarcan poco más de cinco años, desde el 17 de febrero de 1903 hasta el 26 de diciembre de 1908, aunque la mayor parte de ellas se escribieron durante los años 1903 y 1904. Sabido es que la cosmovisión de un poeta se encuentra en toda su obra, pero es propio de la esencia de la poesía que “a través de la exposición de una parte específica, aflore todo el conjunto”, como ha señalado W. Falk. Cuando este epistolario fue redactado, Rilke aún no había escrito las dos primeras Elegías, pero ya ha realizado los dos viajes a Rusia (1899-1900), ha escrito el Diario florentino, el Diario de Schmargendorf y el Diario de Worpswede, ha conocido a Rodin en su taller y ha leído las dos conferencias sobre el escultor (1903 y 1907), ha observado deteni-damente los cuadros de Cézanne en el Salon d’Automne de París (1907) y enviado sus impresiones a su mujer, Clara. Ha escrito el Libro de Horas, las Historias del buen Dios, La canción de amor y de muerte del alférez Christoph Rilke (1904), ha publicado la segunda edición de El libro de las imágenes, y ha vivido y experimentado en París la dureza de la vida que plasmará en Los apuntes de Malte Laurids Brigge. Las Cartas pueden ser consideradas un auténtico tratado de formación (Bildung) que, lejos de toda artificiosidad, acomete, en las diez misivas enviadas a F. Xaver Kappus, la tarea de tomarse en serio la vida, de hincar la existencia en lo profundo que constituye y nutre al ser humano. Cuando hoy las aristas del existir son permanentemente limadas, ocultadas y depreciadas, la lectura de este epistolario provoca ese vértigo del que habla la octava carta a propósito de algo que, en la actualidad, tampoco y tan poco queremos oír: “Estamos solos”. Términos centrales en Rilke,


como asimismo “lo serio”, “lo difícil”, “la soledad”, “la tristeza”, “el amor”, “la ley interior”, “lo abismal y misterioso”; son ellos precisamente los que delimitan eso que el poeta llama “vida propia”, “nuestro destino”, “probar la vida como individuos”, “maduración y crecimiento”, “acontecer íntimo”… Una concreta topología que no excluye –como se puede comprender, sí hay evolución y progreso personales– el movimiento, distinguirá dos ámbitos que oponen la superficie a la hondura, la algarabía de una comunidad llena de convenciones y prejuicios a la soledad y el silencio, lo fácil a lo difícil, la inquietud y la ansiedad a la paciencia, la disolución de problemas y obstáculos a su absorción y aclaración. En definitiva, oposición esencial entre florecer y madurar, según los términos que usa el poeta: Llenos de delicadeza, nos dejan en paz vivir la vida tal como la concebimos, no como ellos la entienden. Querían florecer, y florecer es ser bellos; pero nosotros queremos madurar, y eso significa ser oscuros y esforzarse.

La condición indispensable para acceder a lo hondo reside en nosotros: la soledad. Pero no es sólo una condición; es una característica ontológica de ser humano: “Estamos solos. (…) Eso es todo. (…) somos eso”. En realidad, aquí no hay elección aunque uno se puede engañar de múltiples maneras. Se está tan habituado a considerar la soledad como algo negativo, que no vemos las potencialidades que tiene y buscamos refugio en una “comunidad banal y barata”. Rilke compara la experiencia de esa soledad al


vértigo e inseguridad que sentiríamos si alguien, arrancándonos de nuestro cuarto, nos situara en la cima de una montaña: las distancias y medidas se alteran, la percepción de las cosas se modifica, lo difícil, lo duro y lo serio se imponen. Este rasgo ontológico del ser humano es unitario, y es mena (no ganga) valiosísima: “Hay sólo una soledad, y es grande y no es fácil de sobrellevar”. ¿Qué sería una soledad que no tuviera grandeza?, pregunta el poeta a Kappus. Sería una experiencia ajena a la vida, algo de lo que se huye porque no se entiende, el resto de una convivencia perdida o quizá nunca hallada, el poso amargo que dejaría una comunidad ausente. Siempre objeciones a la vida… La soledad es, en cambio, la atalaya que permite otear “desde lo hondo del mundo propio”, el bastión que ofrece refugio para mirar las cosas “igual que un niño”, “desde la distancia de la propia soledad que es trabajo, rango y oficio”. Estos tres rasgos positivos de la soledad destacan el carácter esforzado y de largo aliento que presenta. Esa soledad es similar a la de la infancia, que ve pasar las cosas sin comprenderlas, y ese “sabio no-comprender” es más fructífero y positivo que “la lucha y el desprecio” contrapuesto a las cosas mezquinas, actitud que contribuye a emponzoñar aquello que se quería evitar. Es mejor una mirada distante y limpia, inocente y extrañada ante lo que (nos) sucede, que un enfrentamiento que alimenta la turbación que provoca. El niño se mantiene alejado (y “abierto”, dirá Rilke en obras posteriores) de preocupaciones y confrontaciones, cercano a la inocencia de la vida que le posee en un presente casi indefinido.


La ambición EMILIO LÓPEZ MEDINA La Ambición es una obra constituida por un amplio conjunto de aforismos que tratan de ir hilvanando los rasgos de la ambición humana, desde la puramente económica o del éxito hasta los matices más sutiles del poder, y todo lo que le es inseparable: egoísmo, competencia, lucha, guerra… A raíz de ello, van desgranándose reflexiones que son derivadas de tales pasiones humanas: el triunfo y el fracaso, la injusticia, la maldad o el odio. López Medina es licenciado en Filosofía por la Universidad de Valencia y Doctor por la de Granada. Actualmente ejerce como profesor titular de la Universidad de Jaén. Autor de libros de carácter académico, comoFundamentos de una Lógica Simbólica, también se ha adentrado en el campo de la literatura y el periodismo. Un ser que vive ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, pro, según, sin, so, sobre, tras objetos… El conjunto de objetos fabricados y elaborados por él —en particular, los objetos de consumo— constituyen ahora el hábitat de este hombre moderno. Es decir, lo que antes era su medio como ámbito de seres naturales ha sido sustituido eficazmente por un medio de seres artificiales, que ambiciona y por los que además lucha y disputa con sus semejantes (a fortiori, por los más artificiales de todos: esos de colorines estúpidos, a los que llamamos dinero). Tal es, pues, el fondo sobre el que construye ahora su vida: lo que constituye ahora su nueva Naturaleza.


Incluso en su animalidad, el hombre se diferencia del resto de las especies porque ejercita esa su animalidad con adminículos: con cuchillo y tenedor, preservativos, papel higiénico o metralletas… Si un mono desarrollara su agresividad con una espada, lo tendríamos por humano. * Todos los seres vivos están desnudos frente a la Naturaleza. Nosotros estamos acorazados… con esos objetos artificiales precisamente. * Así, cuando llega a este mundo, el individuo encuentra objetos y personas. Algunos eligen lo más fácil: amar los objetos. * Por ello, el hombre también podría definirse como el animal con mayor diversidad ─y por tanto cantidad─ de necesidades. * El ser humano es un ser obligado a desear. Es quizás el castigo impuesto cuando fue expulsado del Paraíso: condenado a desear después de desear… Acabo de darme cuenta, sin embargo, de que el deseo es anterior: fue precisamente la causa de la expulsión.


El hombre, día a día construyendo la torre de la ambición con que ha sido maldecido consumir su vida. Podría decirse que somos hijos de Sísifo antes que de Adán… Subimos la cuesta de nuestros deseos para satisfacerlos; cuando estamos en la cima, volvemos a rodar hasta el fondo de otro nuevo deseo. * Pascal decía que el corazón tiene razones que la razón no comprende. En efecto, el deseo y la imaginación señalan los objetivos a la razón, que sólo es su brazo ejecutor, una sierva fiel que reviste con razones a su señor… El pensamiento racional sigue nuestros impulsos y apetitos, no los conduce. (Nietzsche, sin embargo, concebía a la inversa la situación: “Cuando un hombre se empeña en liberar su inteligencia, sus pasiones y deseos esperan en secreto beneficiarse de ello”, decía… Tendría que haber especificado que, previamente, son los que la indujeron a liberarse). * El destino está escrito en lo que amamos, porque lo que amamos es lo que nos dirige …El Destino son nuestros deseos. * Deseamos según somos, y somos según deseamos. Luego somos ―casi― lo que deseamos. No hay voluntad que no sea coherente con lo que uno es.


Antes de nuestra venida al mundo, nada le faltaba a éste; después de nuestra venida, todo le falta (porque todo nos falta). * Siendo un principio bien constituido como ley de vida que las cosas no hacen feliz a la persona, sino que quienes la hacen feliz son otras personas, los seres humanos se empeñan, sin embargo, en buscar las cosas (y el dinero que las compra), y no a las personas. * Es más fácil poner límites a los deseos que a las esperanzas, porque mientras que aquéllos tienen el límite de la realidad y su conquista, éstas habitan el reino de la imaginación y, así, son libres y manejables.


EL ÁRBOL EN LA POESÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX Libros al Albur ha publicado una antología de poemas dedicados al árbol, escritos por autores españoles (desde Juan Ramón y Unamuno hasta Marzal y Gallego, pasando por Valente, Atencia o Pino). Esta antología puede leerse en línea , pues no se distribuye comercialmente. Cuenta con un prólogo del poeta y aforista cubano León Molina.

Gotas de luz León Molina Un libro que tiene como centro poemas de poetas españoles del siglo XX en los cuales aparecen los árboles. Una buena idea, sin lugar a dudas. Porque en el árbol se dan cita diversos elementos que entroncan con el quehacer poético; el árbol como elemento central del paisaje inspirador, como rica fuente de metáforas de la vida y la muerte, el tiempo, la resistencia, el fluir de lo que existe, la belleza y sus caras… y el árbol también como presencia en sí mismo, como sujeto de la belleza viva y cambiante de la naturaleza y su poder de diálogo con el poeta.


La sensibilidad de los poetas y su poder demiúrgico para expresar el mundo con las voces del lenguaje hacen el resto y nos ofrecen la visión de la vida entre boscajes. Chopos de música verde van con el agua; la llevan de un eterno manantial a una claridad eterna. En el comienzo de este libro nos topamos con estos versos de Juan Ramón Jiménez que sirven de pórtico a toda la poesía que se irá desgranado a lo largo de sus páginas: el árbol como mediador de lo eterno, como fuerza que mantiene el discurrir del universo. Y a partir de aquí, y enmarcada en esa amplitud, se abren las voces de los poetas. En la luz celeste y tibia de la madrugada lenta, por estos pinos iré a un pino eterno que espera. Un pino eterno entre los otros pinos esperando, un pino que siendo eterno, está vivo y morirá. El nombre de ese pino es “hombre” y el poeta paseando en la dulce claridad del amanecer, lo sabe. La soledad era eterna y el silencio inacabable. Me detuve como un árbol y oí hablar a los árboles.


El rumor del bosque no es más que una intensificación del silencio, la materia prima del poema. Los árboles hablan sin decir nada. El poeta los entiende. Y transcribe su voz. Espero el desprenderse de mí el verso como el árbol de otoño espera el desprenderse de la hoja. Cumplido el ciclo, las hojas se desprenden del árbol y caen para reintegrase al mundo de otro modo. Caen cuando no les queda más remedio que caer. Cuando han adquirido el color de los poemas. Antes de mi muerte, un árbol está creciendo en mi tumba. ¿Hay para todos nosotros un árbol señalado que, desde nuestra muerte, se lanzará al lento desarrollo de nuestro olvido? Si no es así debiera serlo. No habría mejor metáfora para el ser metafórico. oh, sí, la vida es como un bosque. A veces, las verdades luminosas son verdades de cajón. Una de las habilidades del poeta es ver lo que está a la vista, aquello que la fatiga de la mirada con frecuencia esconde. Y la vida, sí, es como un bosque. Observar el bosque y desgranar sus atributos es observar la vida. Míralo todo bien una vez más. Sin lágrimas aprende la honda lección de vida quieta, oscura.


La vida lenta y silenciosa de los árboles es como nuestra vida, pero como esa parte de nuestra vida que se esconde por debajo del accidente y la apariencia. Esa verdadera vida, que como también dijera el poeta, está ausente. Y es cierto, pues la encina ¿qué sabría de la muerte sin mí? Como nosotros aprendemos del árbol, el árbol aprende también de nosotros. El árbol tiene su lugar en la rueda de la inteligencia. La rueda que a ambos nos eleva y nos acaba. El dolor verdadero no hace ruido: deja un susurro como el de las hojas del álamo mecidas por el viento. El ruido, el griterío del mundo, son distracciones. Lo que funda nuestra existencia es ese “susurro” que nos enfrenta a nuestra condición mortal. Toda belleza esconde reflejos de dolor. Yo sé que morirás, que moriremos en la niebla y a la luz de nuestros bosques recorridos por las yeguas salvajes a cuyo galopar todo responde. Yeguas salvajes galopando por el bosque que alumbran nuestra muerte. Metáfora que nos dice, que nos anuncia, que deja constancia de la trágica belleza de nuestro paso por el mundo.


El constante y renovado ciclo del árbol nos conduce a la aspiración de la esperanza. El bucle de la vida que apreciamos en las hojas renacidas nos llama, nos pide que vayamos con ellas, que dejemos libre el paso a la savia que duerme en nuestro interior. El árbol viejo calla, no tiene hojas pero tiene un misterio que da otra sombra. Lo que se ve y lo que no. Lo que está y lo que no está. Lo vivo y lo muerto. El árbol lo muestra todo. El árbol siempre habla. En él nuestros ojos pueden leer lo que no está escrito en parte alguna. El ciprés, junto a la alberca, velando a la luna muerta, me está llamando: — Ven, ven… Con sus mágicos pinceles, la luz dibuja el cuadro del porvenir, el final que no debemos olvidar y que envuelto en sus colores, el árbol nos recita. El árbol y la luna muerta. Y nosotros. Al silencio le abrí, y olivo del silencio es el cuerpo que vivo.


Árbol interior, de las colinas trasplantado a los bancales del alma. El árbol prestando su tenaz madera al poeta que lo riega de silencio. El silencio fructífero y resistente solo puede sostenerse en el agrietado tronco de un olivo. Fatalidad de la raíz. No queda más remedio que ser. Somos. Crecemos. Seremos el árbol de nuestro devenir. al árbol de la vida presa, el cielo te da la libertad. No hay bosque sin cielo. En él se dibuja y cumple. Si contemplamos el árbol, es porque también estamos contemplando su cielo. A él nos arroja. A él nos entrega con sus brazos poblados de rumores. Escribir es como la segregación de las resinas. Esta es, por fin, la enseñanza de los árboles para el poeta. La poesía como lento goteo de la gracia que la vida segrega. La tenacidad, el silencio. La nueva vida que solo puede surgir de la vida misma y con sus mismos materiales. La gota de luz como una lágrima de resina que resbala de nuestro tronco. En las páginas que siguen, lector, podrás penetrar en la arboleda de los poetas, que es el la arboleda de todos. Que los hados del bosque te sean propicios.


Golpes de calor JOSÉ GIMBEL José Gimbel es un escritor con una trayectoria como narrador a sus espaldas que le avala como dueño de un estilo preciso, cadencioso, implacable, rico y sugestivo. En este libro se reúnen 100 microrrelatos que plasman su maestría narrativa y nos ofrece una colección homogénea y significativa de sus grandes dotes creadoras. Ofrecemos algunas de sus primeras páginas como muestra.

Kafka Su cuerpo transpira restos de un mar antiguo. Armado de óxido y orín, cuchillo en mano, dibuja en el aire reminiscencias de tesoros imposibles, nostálgicos arcos de dientes blancos por donde hace desfilar los vientos que mecen las olas. Esfuerzo inútil. A la menor oportunidad, Kafka le cogerá del cabello sumergiéndole en los abismos del alma, y pronto caminará con él, una vez más, por las afueras del tiempo. Es lo que hay. La bruma del lenguaje y el eco de la memoria apenas dan para más.

Onetti Si bien va de suyo que el escritor de relatos brevísimos sea un hombre menguado, no por ello está de más confirmar lo que cree saberse. Pues bien, nuestro microautor confirmó la


sospecha sobre su propia mengua el día que tuvo que reseñar la muerte de Onetti. La noticia le llegó una tarde de mudanza y fue recibida con un gritito agudo, muy agudo, y un abrazo de desconsuelo. Esa noche soñó que era un ser diminuto que vivía parásito en el interior del uruguayo, con el único fin de ser fecundado por el Juntacadáveres. Ni que decir tiene que, en su momento, ni pudo ni supo ni quiso escribir palabra alguna.

Su secreto mejor guardado Perseguido por la tragedia y por un olor mohoso que apestaba a soledad, viajaba con rumbo desconocido a bordo de una luz violácea. Llevaba con él su secreto mejor guardado: unos labios calientes salpicados de rocío que tenían por costumbre levitar sobre las sábanas. Nadie, ni tan siquiera su sombra, esperaba su regreso.

Juntos Acostarse juntos, el dolor y él, se había vuelto una costumbre. Era una ola que nacía en algún lugar de su páncreas, se desarrollaba en forma de elipse y se extendía de punta a punta de su cuerpo, para volver después al punto de partida justo en el momento en que nacía otra ola. No podía escapar. Fuera de él no había nada. Morfina, heroína quizás…, y algún que otro consuelo, igualmente dulce y pasajero, también con nombre de mujer.


Manual de insomnios MIGUEL COBO ROSA Manual de insominios es el primer libro de poemas del autor jiennense, quien tras desarrollar una amplia trayectoria docente se estrena con este título. Con él, Libros al Albur inicia su servicio de impresión bajo demanda, de modo que el comprador puede elegir entre el formato electrónico o el papel de toda la vida.

PIEZAS DE EQUILIBRIO Franjas de luz fugaces, amarillas, alumbran el andén. Me desvela la turbia claridad que anuncia una nueva estación. El vaho empaña los cristales, la mirada. Es gélida la noche. El corazón ocupa en el vagón un espacio vacío. Se va de mí. No espera ya el final de este viaje sin destino. Después de tanto tiempo este tren es testigo del latido constante de la melancolía. Qué incierta la noticia del olvido como tu adiós inerte: esa lágrima última. La mano que no aprieta y desanuda


los dedos del amor, el equipaje huérfano, recuerdos, fragmentos hechos trizas. El tren se despereza entre olivos de sombra y agualuna. La melodía del tiempo es una densa bruma de trompeta: El blues del desamparo recorre los vagones con su negra tristeza. Túnel sin luz final. ¿Teje ahora Penélope o desteje? ¿Espera o desespera? ¿Dónde hilaba su música el olvido? Miro el reloj ahora. Inerme me convoca en su mórbida esfera inescrutable. Y esta hora sin huso sin latitud ni longitud posible en el cambio de agujas que presiento cae por su propio peso del infinito al cero, se desploma del aire del reloj y urde en la noche su proceloso sueño cruzándose con trenes que regresan desorientando brújulas, hiriendo catenarias. Avanza el tren. La soledad se espesa como nimbos veloces atravesando el cielo. Hay una luna esquiva, ajena al maquinista. Con piezas de equilibrio -leve en su gravedadya mi alma viajera se deshace y avanza, con el tren, imperturbable.


Al aire ANTONIO REINOSO LAMELA Filósofo de formación y de vocación, el autor debuta en la poesía con un libro redondo, trabado de manera perfecta, donde se describe un itinerario personal y reflexivo que desemboca en la simplicidad y la aceptación de la vida. Un hallazgo del que nos congratulamos y del cual avanzamos dos poemas a modo de muestra.

LACRIMOSA ¿No todo ha de morir? ¿Del polvo y la ceniza renaceremos? ¿Renacerán los ojos? ¿La luz brillará con fulgor nuevo? Pero, y esta luz del otoño, esta niebla que borra los caminos, esta pequeña muerte difuminándose, esta plata indecisa, temblorosa, y el sol luchando por su imperio, ¿también renacerán conmigo?


VOLUNTAD Hoy he visto un tocón abandonado en el rincón solitario de un parque. Bien rodeado por la sombra que hacían sus vecinos, apenas sobresalía un poco de la tierra (los operarios se aseguraron en su día de que no volviera a dar problemas), así que ni de asiento serviría. Apenas perceptible, la nervadura de alguna raíz, como la garra de un reptil prehistórico, se aferraba aún a la tierra como un fantasma que volviera al lugar donde todavía tiene algún tema pendiente, bien agarrado al suelo por una voluntad que solo entiende el que ama más allá del tiempo y las palabras.


Metas volantes FELIX TRULL 1 Ser libre es no sentir la necesidad de dar ni pedir explicaciones. 2 Si la Iglesia es el orden, entonces Dios es el caos. 3 La historia nos pone a todos en nuestro sitio. Lejos. 4 Para el que ha nacido con vocación de marioneta, no hay titiritero pequeño. 5 Ser mejor que los malos no nos convierte necesariamente en buenos. 6 El hombre es un mendigo cuando pide respeto y un dios cuando aprende a respetar. 7 A diferencia del mero conocimiento, que por esencia resulta inagotable, la sabiduría se sintetiza en un lema al que se atiene de manera concienzuda: "hasta aquí".


7 Cualquier reforma educativa fracasará mientras prefiera preocuparse por lo que se le quiere enseñar a los niños, en lugar de indagar por lo que ellos están dispuestos a aprender. 8 La simplicidad es la complejidad aceptada. 9 Resérvale a la imaginación una parte muy amplia de tu vida. De lo contrario, la realidad se vengará por ella. 10 Si no existiesen los otros, no existiríamos nosotros; sin el reflejo que nos brindan de nuestro propio ser, ni siquiera sabríamos si estamos vivos o ya hemos muerto. Eso les confiere una infinita superioridad: les hace imprescindibles. ¡Qué trágica paradoja! Somos seres sociales incluso para aislarnos... gregarios hasta para ser únicos. 11 A diferencia del escepticismo, que se cansa de todo enseguida, la ingenuidad es insaciable. Ya sólo por eso, vale la pena defenderla a toda costa. 12 Si la salud moral de una sociedad se mide por la cantidad de curanderos que se postulan para mejorarla, definitivamente la nuestra es la de un enfermo terminal (al límite incluso del ensañamiento terapéutico).


13 Hay formas de quejarse que lo son de presumir. 14 Obedéceme: libérate. 15 Ningún tiempo pasado en realidad ha pasado. 16 Para no arrepentirme me recuerdo. 17 Me pasan cosas tan difíciles de creer, que prefiero guardármelas para mí a correr el riesgo de no ser creído. 18 La emoción obedece a una razón que ni ella misma imagina. 19 Toda la ridiculez, la estúpida incongruencia del mundo en que vivimos, se plasma en la carita de perplejidad de un niño cuando compara la redondeada caligrafía que le obliga a trazar en el cuaderno su maestro, con los garabatos ininteligibles de la receta que le extiende el pediatra a sus papás. 20 Desde que dejé de buscar lo nuevo por doquier, ya no encuentro lo viejo por todos lados.


21 Se suele entender el abismo como un espacio vertical en el que uno no deja de caer, cuando lo cierto es que se parece más a una superficie horizontal por lo que uno no deja de arrastrarse. 22 A diferencia del deseo y de la ambición, dos impulsos exigentes e impetuosos, la esperanza es un sentimiento sutil y delicado, que acaricia la certeza de un bien futuro con dos sencillas, humildes, confiadas palabras: "algún día"... 23 Hay quien se encamina hacia el placer como si fuese al tajo. 24 La verdad sea dicha: la verdad no se puede decir. 25 La felicidad sólo se puede expresar mediante alusiones veladas y palmarias elusiones; de lo contrario, huye en caricatura. 26 Quienes te menosprecian sin motivo aparente, se devalúan con razón suficiente. 27 Es casi física. Todo aquello que se alarga en el tiempo está abocado a estrecharse fatalmente, mientras que cuanto se ensancha lo hace al precio de acortarse, de acelerar su final.


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