William Carlos Williams

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William Carlos Williams

Poemas I


II


Pastoral

Cuando era más joven tenía bastante claro que debía hacer algo con mi vida. Ahora que soy más viejo camino por los callejones contemplando las casas de los más pobres: tejados desnivelados, flancos que los patios han convertido en un caos de rejilla de corral, ceniza y muebles desvencijados; vallas y porches construidos con tablas de barril y con pedazos de cajón, todo ello, con un poco de suerte, embadurnado de un verde azulado que cuando está bien curtido es el color que más me gusta de todos.

Nadie considerará esto de suma importancia. III


Esperando

Cuando estoy solo soy feliz. El aire es fresco. Un cielo moteado y salpicado y herido de color. Los falos encarnados de las hojas del sasafrás cuelgan ante mí en cúmulos aglomerados en las grávidas ramas. Pero cuando llego hasta la puerta de mi casa y me dan la bienvenida mis hijos a chillidos felices se me cae el alma a los pies. Me quedo hecho polvo.

¿Acaso no quiero a mis hijos tanto como a las hojas caídas? ¿O es que uno tiene que volverse imbécil para llegar a viejo? Parece como si la Aflicción me hubiera puesto la zancadilla. ¡Veamos, veamos! ¿Qué es lo que había pensado decirle a ella cuando me ocurriera IV


lo que me acaba de ocurrir?

V


El pensador

Las nuevas pantuflas rosas de mi mujer tienen unos alegres pompones. Ni una sola mancha, ni una mota en su puntera de raso o en los laterales. Por la noche descansan juntas bajo su lado de la cama. Por la mañana, entre tiritones, las entreveo y me sonrío. Más tarde las miro, bajar por la escalera, pasar apresuradas por las puertas y trajinar en torno a la mesa, moviéndose con decisión ¡y con un bamboleo de sus alegres pompones! Y colmado de felicidad hablo con ellas en mis adentro.

VI


Esto es solo para decirte

que me he comido las ciruelas que estaban en la heladera y que tal vez guardaras para el desayuno

Perd贸name estaban deliciosas tan dulces y tan fr铆as

VII


Mujer joven en una ventana

Sentada con lĂĄgrimas

en la mejilla, la mejilla

en la mano, el niĂąo

en el regazo aplastado

la nariz contra el cristal

VIII


Retrato proletario

Una mujer joven y alta sin sombrero en delantal

El pelo recogido parada en la calle

Un pie enfundado en una media que roza la acera

El zapato en la mano. Observa atentamente el interior

Saca la plantilla de papel para encontrar el clavo

Que ha estado haciĂŠndole daĂąo.

IX


Tener hambre es grandioso

La hierba pequeña y amarilla de la cebolla, primer síntoma verde de la primavera en el asfalto de Manhattan, si se arranca tal cual brota, a puñados, se lava, trocea y fríe en una sartén, aunque propensa a saber un poco a tierra, si está bien cocinada y se sirve caliente con pan de centeno resulta el aperitivo perfecto con una cerveza… y lo mejor de todo es que crece en cualquier parte.

X


El plazo

Una hoja arrugada de papel marrón más o menos del tamaño y aparentemente del volumen de un hombre iba revoloteando con el viento

dando vueltas lánguidas y más vueltas por la calle cuando un coche

le pasó por encima y la estrujó contra el asfalto.

A diferencia de un hombre se levanto de nuevo revoloteando

con el viento y dando vueltas y vueltas hasta volver a ser como era antes.

XI


Perfección

¡Oh hermosa manzana! ¡magnífica y totalmente podrida, apenas corrompida tu silueta,

quizás un poco arrugada por arriba pero aparte de eso perfecta en todos los sentidos! ¡Oh hermosa

manzana! ¡qué manto de marrón hondo y difuso recubre tu cáscara ilesa! Nadie

te ha movido desde que te dejé en la barandilla del porche hace un mes para que maduraras.

Nadie. ¡Nadie!

XII


Poema breve

Me diste una bofetada pero tan dulce que sonreĂ­ a la caricia.

XIII


Paisaje con la caída de Ícaro

Según Brueghel cuando Ícaro cayó era primavera

araba un campesino sus sembrados despertaba toda

la ostentación del año palpitante no muy lejos

de la orilla de un mar reconcentrado en sí mismo

sudando al sol que derritió la cera de las alas

apenas perceptible no muy lejos de la costa hubo un chapoteo que pasó XIV


desapercibido era Ă?caro se estaba ahogando

XV


WILLIAM CARLOS WILLIAMS Nace en Rutherford, en 1885, de padre inglés y madre puertorriqueña. Estudia medicina en la Universidad de Pensilvania. Conoce a Pound, amigo entrañable y a H.D. (Hilda Doolitle) Se doctora en pediatría, conoce a Eliot en Boston. Parte a Leipzig, Alemania, para una temporada de estudios. Se instala en Rutherford en 1910. Se casa con Florence Herman, su amor de toda la vida, en 1912. Viaja entre 1920 y 1930 varias veces a Europa. Publica sus primeros libros de poesía, en 1923 "Spring and All". En 1951 sufre un primer ataque de parálisis. se entrega a una vasta obra de libros de poesía, traducciones de Quevedo, memorias, novelas, cuentos, conferencias y lecturas públicas en universidades de sus poemas. Viaja por todo los Estados Unidos recibiendo doctorados y premios a su obra y trayectoria. Muere el 4 de marzo de 1963 en su pueblo natal.

XVI


XVII


XVIII


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