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Epígrafe

«La Carrera de la Paz era un oasis gracias al cual podíamos soñar. Se trataba de gente muy diferente entre sí, que venían de países diferentes y que se juntaban trascendiendo las fronteras. En su esencia se encontraba la más pura de las camaraderías, y ahí residían su belleza y su virtud. Cada año, durante dos semanas, nos facilitaba una ventana a mundos a los que se nos negaba el acceso. Desde luego que era toda una paradoja, pero, para mí, sigue siendo algo hermoso. Era la paz la que corría».

Horst Schäffer. Comisario del Museo de la Carrera de la Paz.

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