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Los piojitos de la princesa Laura Sanmarino | Mauro Bentele
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Los piojitos de la princesa Adaptación de Anónimo suizo
La princesa Merceditas, única hija de la Reina de las Vendimias, no era muy feliz. Solamente podía jugar con las hijas de otras reinas, y la verdad es que había muy pocas. Por eso, la pequeña princesa tenía que entretenerse completamente sola con sus muñecas de oro cuando salía a jugar al jardín del palacio, y esto la aburría mucho. Un librosparacompartir.wordpress.com día, desde el otro lado del muro, llegó hasta ella un sonido que la atrajo. La princesita escuchó, y luego miró hacia la niñera que la vigilaba sentada en un librosparacompartir.wordpress.com
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banquito; era evidente que estaba a punto de dormirse, pues el tiempo era agobiante: tan pronto llovía como hacía un calor sofocante. En ese momento se cerraron los ojos de la doncella, y a la pequeña princesa se le ocurrió una idea. Ella conocía la puertita que había en el muro, pero sabía también que un soldado la custodiaba constantemente; miró, y vio que por suerte también el soldado se había dormido un poco en su garita a causa del calor. Así pudo deslizarse la princesita hacia afuera como un ratoncito, sin ser vista. librosparacompartir.wordpress.com Con mucho asombro y curiosidad, Merceditas miró hacia todos lados, y vio a un niño y a una niña que estaban sentados librosparacompartir.wordpress.com
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en el borde de una acequia, entretenidos en hacer correr en el agua barquitos hechos con hojas y ramitas. Con las puntas de los pies descalzos, los empujaban riendo fuertemente si alguno se hundía, y el niño hacía entonces un nuevo barquito. Nunca había visto la princesa un juego tan lindo y entretenido como aquél. -¿Puedo jugar con ustedes? -les rogó la princesita. -Por mí... -dijo el muchacho encogiéndose de hombros. -¡Sí,librosparacompartir.wordpress.com por supuesto! -contestó la niña, sonriendo-. Yo soy Guadalupe, y él es mi hermano Facundo.
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Entonces la princesa se sentó junto a ella en el borde de la acequia. ¡Nunca se había sentido tan feliz! Estuvo jugando con ellos casi media hora, hasta que de pronto se oyó gritar detrás del muro: -¡La princesa! ¿¡Dónde está la princesa!? -¡Debo irme! ¡Qué lástima que no pueda quedarme para siempre aquí con ustedes! –dijo la princesita, mientras abrazaba a su amiga al despedirse. Acompañada por las doncellas que salieron a buscarla, regresó de nuevo al palacio, con el soldado marchando tras ella. En el palacio librosparacompartir.wordpress.com todos se agarraban la cabeza y gemían con desconsuelo:
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-¡Ha jugado con niños de la calle! ¡Hay que sacarle su vestido y arrojarlo al fuego! Así lo hicieron, y después la bañaron cuidadosamente. Pero cuando comenzaron a peinarle los cabellos, una doncella lanzó una fuerte exclamación. -¡Esto es terrible! -lamentó, mientras pedía a gritos una bandeja de oro. Sobre ella colocó un pequeño puntito de color pardo que se agitaba alegremente. -¿Qué pasa? -preguntó la princesa, mientras las doncellas se inclinaban sobre librosparacompartir.wordpress.com el diminuto animalito. -¡Es un piojito! ¡Se lo contagió de esa sucia niña de la calle! ¡Al fuego con él! -sentenció la más vieja, llena de espanto. librosparacompartir.wordpress.com
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Pero entonces la princesita exclamó: -¡No es ninguna niña sucia! Es Guadalupe, y es mi amiga. Y el piojito quiero conservarlo yo. No va a ir al fuego. Entonces se desmayaron las siete doncellas al oír semejantes cosas. La princesa, sin embargo, se apuró a ir con la bandeja de oro a ver a la reina: -¡Mamá! ¡Quieren quitarme el piojito, el regalo de mi amiga! -exclamó muy seria. Entonces se desmayó también la reina, por lo que llamaron apresuradamente al rey. Éstelibrosparacompartir.wordpress.com se echó a reír cuando supo de qué se trataba y dijo: -Princesa, princesita, animalito muerde!
¡ese
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Hizo una seña a un paje, y éste se llevó la bandeja de oro en la que estaba el piojito. La princesita, entonces, comenzó a llorar amargamente, y no hubo manera de consolarla. Como al tercer día aún seguía llorando, el rey hizo venir a su orfebre, que era un hombre hábil y famoso en su oficio. El rey le ordenó que hiciera para la princesa un piojo de oro, por lo que el orfebre le hizo una maravillosa obra de arte. Pero la princesita, al verlo, arrugó la naricita y dijo: -Éste no puede caminar. librosparacompartir.wordpress.com Entonces el rey le ordenó al orfebre que hiciera otro piojito de oro que pudiera andar.
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El orfebre se dio gran maña y, después de siete días de trabajo, el rey le pudo regalar a su hija un magnífico piojito que corría con sus seis ligeras patas. La princesita gritó de alegría, y puso el piojito sobre su cabeza. ¡Cuántas cosquillas hacía! La princesita reía, y el rey exclamó contento: -¡Orfebre, tienes que hacer cien de estos piojitos para la princesa! Así se hizo, como el rey mandaba, y nadie se sentía más feliz que la princesa. Jugaba con ellos y le caminaban por todo el cuerpo. Pero sólo duró tres días esta felicidad. Al librosparacompartir.wordpress.com cuarto día dejó caer la cabecita tristemente; más que a los piojitos, ella extrañaba a sus amigos, sin ellos no era divertido jugar, y además ¡sus piojitos de oro no mordían! librosparacompartir.wordpress.com
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Como había oído decir a las doncellas que sus amigos se marcharían de la ciudad al día siguiente, se levantó a la madrugada mientras todos dormían en el palacio, y gritó cerca del muro: -¡Guadalupe! ¿Están allí?
¡Facundo!
¡Holaaaaaaa!
-¡Sí! -respondieron los niños, que estaban ayudando a sus padres a armar el carromato para dirigirse a otro pueblo con su función de circo. -¡Aquí hay un regalo para ustedes, para que se acuerden de mí! -Y lanzó por el muro la librosparacompartir.wordpress.com caja con todos los piojitos de oro.
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-¡Gracias por el regalo! ¡Siempre nos acordaremos de ti! –contestaron emocionados los hermanitos. Y la princesa volvió velozmente al palacio antes que se dieran cuenta de que se había ausentado. ¡Era tan feliz! Cuando ya estaban en viaje, los niños abrieron la caja, y al hacerlo comenzaron a huir velozmente de allí todos los piojitos de oro. Tan rápido corrían que sólo pudieron atrapar a dos de ellos, y apresándolos en sus manos se los mostraron a sus padres, que al verlos rompieron en carcajadas. librosparacompartir.wordpress.com ¡No podían creerlo! Los dos piojitos de oro no sólo podían caminar, sino también bailar
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juntos. El padre se dio cuenta enseguida de que estos animalitos podrían ser muy útiles para las siguientes funciones del circo, por lo que los guardó con sumo cuidado. En la ciudad a la que llegaron, los habilidosos animalitos fueron la mayor atracción del circo, por lo que nombraron al espectáculo “Los Piojitos de la Princesa”, en honor a su amiga Merceditas. Recaudaron mucho dinero en esa función y en todas las siguientes. ¿Pueden imaginarse qué fue lo primero que la madre compró con ese dinero? Un peine librosparacompartir.wordpress.com muy fino. Con él, peinó los cabellos de sus hijos y sacó de ellos todos los piojitos. No
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podía negarse que con o sin ellos, eran la familia más feliz de este mundo. Mientras tanto, en el palacio la princesa seguía lamentándose de no tener piojitos que caminaran, bailaran, y pudieran también morder. Pero lo que realmente extrañaba era a sus amigos, así que hizo un dibujo de ellos y de su primer piojito mordedor dentro de un gran corazón, y lo colgó en su cuarto para tenerlos siempre cerca de ella. La madre, la Reina de las Vendimias, viendo el dibujo que su hija tenía colgado librosparacompartir.wordpress.com en el respaldar de su cama, tuvo una idea maravillosa: llamó al pintor más famoso del reino y le hizo hacer un gran cuadro, librosparacompartir.wordpress.com
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y como en el dibujo, retrató a Merceditas, Guadalupe, Fernando, los reyes, y el famoso piojito, y se lo regalaron a la princesa para Navidad. ¡La princesa estaba súper contenta! ¡Era el mejor regalo que le habían hecho! Eso sí, pidió que lo colgaran en su habitación, en la pared principal, y cada vez que lo miraba se acordaba de sus amigos, lo bien que lo había pasado con ellos, y volvía a sonreír. Y sí. Así son las princesas. librosparacompartir.wordpress.com FIN
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librosparacompartir.wordpress.com Autor:
Créditos y Agradecimientos:
Laura Sanmarino
A todo el equipo que colabora y que sin su valioso aporte voluntario no seria posible este espacio. A Wordpress.com por alojar nuestra web. A FreePic.es por algunas imagenes utilizadas. Gracias a los diseñadores de las tipografias: Source Sans Pro (Paul D. Hunt) Droid Serif (Steve Matteson) y Lobster (Pablo Impallari) También gracias a todos los que comparten el material, y gracias a ellos este llega a todo el mundo.
Adaptación sobre cuento anónimo suizo. © laurasanmarino Derechos Reservados - http://sanmarinolaura.wordpress.com
Ilustración:
Mauro Bentele ©maurobentele - Derechos reservados http://maurobentele.wordpress.com
Edición:
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