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FRONTERAS
Revista de la Carrera de Comunicación Social - Universidad Nacional de Quilmes 1 Edición especial para la 4ta Fiesta del Libro y la Revista Año 1 - Número 0 - Septiembre de 2014
SUSY SHOCK “NO NECESITÉ SER SUSY PARA SENTIR LA VIOLENCIA”
SUMARIO
lo que desarrollaremos en este número de
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Editorial
EDITORIAL Por DANIEL BADENES
COORDINACIÓN: Daniel Badenes Ximena Carreras Doallo Javier Vidal
CONSEJO EDITORIAL: Natalia García Cora Gornitzky Vanina Soledad López Leonardo Mora Doldán Pablo Morosi Alejandra Pía Nicolosi Mónica Rubalcaba Leticia Spinelli Washington Uranga PARTICIPAN EN ESTE NÚMERO: Aldana Arena Maya Cané Belén Castiglione Ignacio del Pizzo Agustín Espada Melisa Gargarello Noelia Garreffa Sol Hernández Sterbini Ainoha Orbegozo José Manuel Parra Aguilar Ángeles Ruíz Equipo “Universidad, memoria y ciudadanía”
La revista Fronteras es producto del trabajo pedagógico en las aulas de la Universidad Nacional de Quilmes. La labor periodística y fotográfica que encontrarán en estas páginas fue realizada por estudiantes y graduados de la Licenciatura en Comunicación Social de la UNQ. También son egresados de nuestra carrera quienes impulsaron desde un principio y le pusieron el cuerpo a la coordinación de la revista, Ximena Carreras Doallo y Javier Vidal. Y el Comité Editorial está integrado por los profesores y profesoras que aceptaron el desafío de constituir un Área de Producción Gráfica de la Licenciatura, para asumir colectivamente la enseñanza del lenguaje que vio nacer al periodismo. A ese espacio de reflexión, intercambio y trabajo conjunto pertenece este nuevo proyecto, la primera revista de la carrera de Comunicación Social en los primeros 25 años de existencia de la Universidad. Asumida con seriedad y dedicación, la propuesta se fue tejiendo de a poco: bocetó sus propios manuales de estilo y pensó su agenda, con secciones que abarcan lo local (Tierra Adentro) y lo regional (Muros) y distintos registros que van desde el ensayo hasta notas en profundidad (Puertas), entrevistas (Intercambios) e historias gráficas.
Este Nº 0 es un paso fundamental para ese proceso de desarrollo de una nueva revista para Quilmes y la región que se enmarca en la decisión política de la UNQ de apostar al desarrollo de medios universitarios. A Fronteras le toca el desafío de la gráfica. Vivimos un tiempo en que el mundo editorial está jaqueado por las maniobras mafiosas de las corporaciones, que avanzan sobre el sector a través del acceso diferencial al papel y el control de mecanismos de distribución. Vivimos un tiempo, también, en que el universo de las revistas ve dar la pelea a proyectos que asumen el desafío de pensar el periodismo del futuro. Sabemos que, igual que ocurre en el sector audiovisual, la resistencia a la mercantilización de la comunicación proviene de dos actores claves: el sector comunitario autogestionado y la universidad pública. Por eso quisimos que el lanzamiento de Fronteras acompañara al gran evento que propicia el encuentro de ambos: la Fiesta del Libro y la Revista que se realiza en nuestra casa por cuarto año consecutivo. Y así es: Fronteras dice presente. En esta primavera nace un nuevo medio universitario, que se gesta en las aulas y apuesta a un periodismo comprometido y de calidad. Esperamos estar a la altura.
FRONTERAS ES UNA PUBLICACIÓN DEL ÁREA DE PRODUCCIÓN GRÁFICA DE LA LICENCIATURA EN COMUNICACIÓN SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES. CORREO: revistafronteras@unq.edu.ar
LA ESCOBA QUE YA NO BARRE NI BORRA Las audiencias del juicio por los delitos de lesa humanidad ocurridos en el centro clandestino denominado “La Cacha” se realizan los miércoles y viernes en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Número I de La Plata, desde el 18 de diciembre de 2013. Un grupo de estudiantes, graduados y docentes de la Universidad Nacional de Quilmes asisten y las registran.
Por EQUIPO DEL PROYECTO DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA “UNIVERSIDAD, MEMORIA Y CIUDADANIA” DE LA UNQ En la causa denominada “Arias Duval, Alejandro Agustín y otros s/ Homicidio, Privación Ilegal de la Libertad, Tormentos y Sustracción de Menores” se juzga a veintiún imputados, entre militares, penitenciarios y un civil, acusados de crímenes de lesa humanidad que fueron parte del plan sistemático de desaparición durante la última dictadura. Este centro clandestino estuvo ubicado en las inmediaciones de la cárcel de Olmos, en las afueras de la ciudad de La Plata, y era conocido como “La Cacha”. Los represores lo bautizaron de ese modo en referencia al personaje de la bruja “Cachavacha”, archienemiga de “Hijitus”, dibujo animado de García Ferré, poseedora de una escoba capaz de borrar mientras barría. Entre los dieciséis juicios de lesa humanidad vigentes, el de “La Cacha” tiene la particularidad de
realizarse en un teatro a la italiana que pertenece a la AMIA, y es alquilado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de La Plata para ser utilizado como sala de audiencias. Hasta el momento se sentaron en el banquillo a declarar 20 acusados, entre los que se destaca Miguel Etchecolatz, Jaime Lamont Smart y Héctor “Oso” Acuña, entre otros y 130 testigos, de un total de 170. EN LA SALA Quienes acuden al juicio, sin ser ni de la querella ni de la defensa, pueden presenciar las audiencias desde las butacas del teatro. Para ello deben identificarse y registrarse ante la policía y el personal del Tribunal. Ellos son los encargados de autorizar el ingreso y colocar una cinta en la muñeca que distingue en azul y rojo entre quienes participan del público y
los trabajadores de prensa. Se puede estar en lo bajo, elevar la mirada hacia el Tribunal, o se puede estar en la platea y descender la vista al escenario. Lo que es imposible, más allá del lugar desde donde se mire, es permanecer inmóvil ante este acto. En el centro del escenario están los jueces Carlos Rozansky, Pablo Jantus y Pablo Vega. A su derecha los abogados defensores y detrás de ellos, los imputados. En el sector izquierdo de los jueces están los fiscales y abogados de la querella. Frente a las autoridades del tribunal hay un sillón de cuero marrón en el que, desde el 18 de diciembre de 2013, se han sentado los imputados, testigos, ex detenidos del centro clandestino “La Cacha” y familiares de desaparecidos. Para quien mira desde la butaca, la escena se compone de espaldas y por esquivas miradas de los oficiales del Servicio
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Foto: Equipo “Verdad, Memoria y Ciudadanía”
El Tribunal Oral Federal Nº1 de La Plata juzga las detenciones ilegítimas de 135 personas alojadas en La Cacha. Penitenciario que custodian a los imputados. Quien observa en lo alto, ve cabezas, butacas vacías y unos pocos rostros; los de los jueces y abogados. No se permite la entrada de banderas ni pancartas, pero la excepción a la regla es un pañuelo atado en la baranda que encierra a los imputados. Es un pañuelo blanco con la estampa del contorno de una cara vacía con boina y la inscripción “¿Y Julio López?”. Este mensaje interpela, como un constante recordatorio. Cada miércoles y viernes en el Tribunal Oral Federal N°1, suceden pequeños viajes en el tiempo hacia la década del 70. Cuarenta años después se vive y se respira algo de esa época; la ropa, los peinados, los bigotes y las palabras. Subversivo, zurdo, nombre de guerra, ERP, PRT, Mon(trompada), la Marina, AAA, etcétera. Palabras tonero, “chupadero”, “trompis” y siglas remiten al pasado pero que
se actualizan sin necesidad de traducción cada vez que es invocado. Palabras que tienen continuidad a través del tiempo, que no caducaron. Cabo Sabino, Tarzán, Palito, el francés, el griego, Smart, Etchecolatz. Entre las preguntas con respuestas imaginadas pero que deben pasar por la narrativa judicial, una que resuena es por “algún apodo que refiera a un animal” y cada vez con mayor frecuencia aparece la misma respuesta: “El Oso”, el líder de las patotas que secuestraban. Por momentos el juicio adquiere el matiz de lo espectacular. Mejor dicho, el matiz determinado por la disposición del espacio y de los cuerpos. Los jueces son los últimos en llegar al estrado, siempre un poco más tarde que el resto. Cada testigo citado, él o ella, ingresa desde la izquierda del escenario para sentarse en ese sillón vacío.
Los abogados defensores hacen del tiempo su táctica y lo llenan con preguntas que parecen absurdas para los que desconocen el proceder judicial. Mientras tanto, los imputados escriben en cuadernos, con fines desconocidos y a destinatarios que el auditorio ignora. Los abogados de la querella realizan preguntas con respuestas que se suponen de antemano pero que necesitan de esa puesta en acto para volverse presente. Todos tienen su protagónico, que entre figuras judiciales y performance sobresalientes, eventualmente superan a los testimonios de los testigos. CUATRO MESES EN “LA CACHA” Viernes 14 de febrero de 2014. Es la hora de la siesta y el calor es sofocante. Una parte de la sala está casi llena. Hay otros “espectado-
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Muros
FRONTERAS Foto: Equipo “Verdad, Memoria y Ciudadanía”
res” de edades variadas y reconocidas figuras de los organismos de Derechos Humanos platenses. La testigo llamada a declarar es María Laura Bretal y está sentada hace pocos minutos en el sillón de los testigos. María Laura fue detenida el 3 de mayo de 1978, cuando tenía 25 años y permaneció 120 días encapuchada y engrillada en condiciones que describe como “infrahumanas e indignantes” en “La Cacha”. Comenta que, tras reiterados episodios de tortura, la dejaron en una “cueva” (unas celdas donde se sintió muy mal). Por pedido de sus compañeros, los guar-
dias la trasladaron donde había camas. También “ahí estuvo Rita”, recuerda María Laura Bretal. “Rita” era Laura Carlotto, de 23 años e hija de Estela de Carlotto, quien también estuvo detenida en “La Cacha” durante su embarazo. De Rita, María Laura recuerda que “tenía una mirada con un orgullo, una valentía”, y agrega: “Rita sabía que habían matado a su pareja”. Había otras mujeres en “La Cacha”: “Rosita”, en su séptimo mes de embarazo y “La Gringa”, que estaba convencida de que no la dejarían salir. Esta última, era la encargada de lavar la ropa de to-
dos en el centro clandestino con un electrodoméstico quizá robado de su casa en un allanamiento. La solidaridad entre los secuestrados no era una práctica ajena en “La Cacha”: desde enseñar métodos de respiración a las madres primerizas, hasta evitar una violación, o inventar recreaciones para distraerse y acompañar en los momentos de angustia extrema. Todo ello dependía de quienes estuvieran de guardia: “Los Porotos” (el Ejército), “Los Pirulos” (Servicio Penitenciario), “Los Carlitos” (la Marina) o “Los Pitutos” (la patota del Servicio de Inteligencia del Ejército). En el caso de las chicas,
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Foto: Natalia García
la excusa para la detención y tortura era constante: “Vos te apartaste del rol que tenías que cumplir de ser madre y esposa, por ser militante”; entonces, “el cuerpo de las mujeres se transformaba en un campo de batalla, en un trofeo”, explica María Laura Bretal. Los delitos sexuales acontecían diariamente a la par de los insultos, el miedo y la perversidad. Un día María Laura hilaba un enterito para su hija con lana que le había traído un guardia. Al verla otro guardia le preguntó “¿Qué estás tejiendo, la capuchita de tu bebé?”. María Laura fue liberada una madrugada de julio. Su bebé nació en
la capital bonaerense, quince días después de abandonar “La Cacha”. En su liberación, había recibido la advertencia de no retornar a la ciudad de La Plata. Incumplido el pacto, sus captores le recordaron que seguían vigilándola. Durante los dos años sucesivos, los torturadores la persiguieron en la calle y llamaron a la casa de sus padres para saber dónde estaba. Desde 1984 María Laura Bretal estuvo diez veces sentada frente a jueces y fiscales y brindó testimonio. Ante la CONADEP; en Alemania, Italia, y España; en los Juicios por la Verdad; en el Juicio por el Plan
Sistemático de Apropiación de Bebés; y en el Juicio por la Verdad y Base Naval en Mar del Plata. Citada en la causa por los crímenes acontecidos en “La Cacha” hizo un pedido especial: indagar a los “reos imputados por todos los compañeros, que se solicite la instrucción de las causas residuales y que se dé la condena máxima: cárcel común a todos los genocidas”. En ese instante, casi como si lo hubiera estado esperando, el público comenzó a cantar: “Cárcel común, perpetua y efectiva. Ni un solo genocida por las calles argentinas.”
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Puertas
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LA MANO DEL ENGAÑO O LA SÍNTESIS DEL FÚTBOL Este año signado por el Mundial de fútbol invita a reflexionar acerca del deporte, sus ídolos y las pasiones que desata. Por IGNACIO DEL PIZZO
“¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales”. Con esta ocurrente pregunta, Eduardo Galeano, en su magnífico libro El fútbol a sol y sombra, intenta desentrañar uno de los aspectos fundamentales de este deporte, el más popular en nuestro país: la pasión que desata, y el desprecio con que suele analizarse en los círculos eruditos. Sin embargo, no está mal que así sea. Porque hay ciertos fenómenos que exceden toda lógica y este maravilloso espectáculo es un cabal ejemplo. No es este el lugar para arribar a conclusiones pomposas o realizar razonamientos esquemáticos. Propongo adentrarse en los avatares contradictorios de este
fenómeno –que no dudo en caracterizar como sociocultural, y no sólo deportivo-. Y lo haré a partir de la imagen que acompaña a estas líneas, una de las fotografías más famosas de la historia del fútbol. Sabido es que la instantánea refleja el momento exacto en el cual el jugador argentino Diego Armando Maradona empuja con la mano el balón para convertir el primer gol –que, por reglamento, debió haber sido invalidado- frente a la selección inglesa en el Mundial de Fútbol de México de 1986, y que esta jugada fue bautizada como “La mano de Dios”. Sabemos que, minutos después, este jugador realizó la más maravillosa jugada individual de la historia del fútbol para convertir el gol más bello del cual se tenga
memoria. Y, seguro, es de público conocimiento que ese encuentro, jugado en el Estadio Azteca, finalizó 2 a 1 a favor de Argentina, lo que le permitió al equipo continuar en la competencia para conseguir su segunda Copa del Mundo. Sin embargo, no todo se resume en un gol con la mano. Hay actores secundarios, como el árbitro tunecino que no observó la infracción, Ali Bennaceur, y… un fotógrafo. Claro, el lector pensará que este último personaje no tuvo relevancia alguna. Se equivoca: el mexicano Alejandro Ojeda Carbajal fue el encargado de documentar este instante que fue tan veloz que sólo algunos jugadores ingleses protestaron, más resignados que combativos. Esto le valió la obtención del distinguido Premio
Nacional de Periodismo en 1987. Esta imagen nos invita a reflexionar acerca de la magnitud que tiene el resultado de un partido de fútbol. “Una tradición futbolística requiere, no sólo continuidad histórica, sino también victorias”, recuerda Eduardo Archetti en “Estilos de juego y virtudes masculinas en el fútbol argentino”, capítulo en la recomendable compilación Machos, putas, santas. El poder del imaginario de género en américa latina, de Marit Melhuus y Kristi Anne Stolen. No se trató sólo de ganar, sino de ganarle a Inglaterra, y con trampa, y con el mejor jugador del Mundo de nuestro lado, y… el gol no lo hizo cualquiera, lo hizo Maradona. Si este deporte es contradictorio, este futbolista es su personificación más
acabada. Si el fútbol es la religión de cientos de miles de fanáticos, Maradona no puede más que ser su Dios. Entre los jugadores que brillaron en torneos mundiales: los brasileños Pelé y Garrincha bailaban con la pelota en sus pies. El inolvidable campeón moral de Hungría y de todos, Puskas. Desde Mozambique, para Portugal y el Mundo, Eusebio que nunca dejó de perforar redes. Charlton enseñó cómo ser un sir inglés en el verde césped. El soviético Yashin demostró que se puede ser el mejor siendo una muralla con las manos. Los franceses Platini y Zidane dieron cátedra de cómo jugar con una clase y estilo nunca vistos. El camerunés Milla participó en tantos mundiales (el último lo jugó a los… ¡42 años!)
que es un héroe de la competición. Cruyff se erigió como el engranaje fundamental de la épica Naranja Mecánica. Ni antes ni después se vio un jugador tan versátil como el alemán Beckenbauer, descripto por el mismísimo Heidegger como “großartiger spieler” (gran jugador), a quien sólo le restó ocupar el puesto de arquero. El uruguayo Francéscoli demostró que el fútbol rioplatense se vivía en las dos orillas. Los italianos Maldini y Baggio se pusieron equipos al hombro sin dudarlo. Los contemporáneos Iniesta y Xavi demuestran en cada partido que La Roja dejó de ser una eterna promesa incumplida para convertirse en una excepcional realidad. La lista es larguísima, inclusive en la selección argentina se pueden
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encontrar jugadores de calidad sublime, como Stábile, Di Stéfano, Carrizo, Kempes, Passarella, Ortega, o la magnánima actualidad que encarna el incomparable Messi. Sin embargo, ninguno cuenta con el aura que acompaña a Maradona. No vale la pena hacer una nueva lista, esta vez de jugadores que atravesaron polémicas y momentos complicados en su carrera, no sería tan agradable como la anterior. Sólo hay que tener en cuenta que sería extremadamente larga. Empero, Maradona fue aquel jugador que lidió tanto con el buen juego como con una vida problemática, repleta de excesos, que tuvieron consecuencias profesionales, legales, familiares y de salud. Amado por lo que hacía con sus pies, muchas veces echaba todo a perder por sus declaraciones o actitudes. La admiración se convertía en odio visceral de modo continuo. Pero luego la devoción retornaba. Siempre. ¿Cómo es esto posible? La academia se muestra impotente para analizar este fenómeno, como tantos otros de la cultura popular. Sin embargo, es conveniente utilizar textos teóricos para intentar desentrañar no sólo la contradicción presente en la figura de Maradona, sino en la devoción que genera por su gol convertido con la mano. El antropólogo británico Pitt – Rivers junto con José Garriga Zucal y María Verónica Moreira, en su escrito “’El aguante’: hinchadas de fútbol, entre la pasión y la violencia” explican que “[…] el honor toma aspectos distintos en relación con las formas de vida y el sistema intelectual de cada cultura, que permite expresar la aprobación y la desaprobación de conductas y
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formas de pensar”. En Italia, no se recuerda con un afecto especial el mundial ganado por su selección en 1934, cuando los jugadores recibieron un mensaje de Mussolini antes de jugar la final que sentenciaba “vittoria o morte”, que intimidó a los rivales checoslovacos, paralizándolos. Tampoco para los alemanes la final del 90 tiene un carácter épico: sólo es entendida como un partido que se ganó con un penal mal cobrado (el equipo que sufrió el error arbitral en este caso fue Argentina, y el jugador que más lloró: Maradona. ¿Revancha de la justicia o ironía del destino?). Pero en nuestro país, La mano de Dios es más recordada y valorada que otros hitos deportivos nacionales.
“Maradona realizó la más maravillosa jugada individual de la historia del fútbol para convertir el gol más bello del cual se tenga memoria.”
Al considerar la frase citada en el párrafo anterior, entiendo que este particular fanatismo se debe a las características propias de lo que podría llamarse “picardía”: fue mejor vencer a la escuadra inglesa con trampa. Venganza de un malherido patriotismo, defendido a muerte en ámbitos que no le son propios -no hay que olvidar que al fútbol se juega-, el engaño fue consumado por esa deidad pagana, que no jugó al tenis, rugby ni hockey, sino al más popular de los deportes. Aquel que de pequeño
dormía abrazado a una pelota para olvidar que sus padres no comían para que él lo hiciera, y así poder ir al colegio (para llegar a ser, un día, técnico industrial). El que se destacó en los clubes más humildes, y desde allí le hizo frente a los poderosos. Ningún santo, pero sí víctima, se hundió / fue hundido en las drogas, no para ser mejor jugador –tarea imposible– sino para soportar el peso de su propio personaje: una de sus más terribles frases fue “Necesito que me necesiten”. INCURABLE ADICCIÓN Antonio Gramsci afirmaba que “el fútbol es un reino de la libertad humana ejercido al aire libre”. Libertad que se transforma en libertinaje, La mano de Dios reúne en sí misma un acervo de significados, con un valor simbólico imposible de cuantificar. Los academicistas insisten que el fútbol es pura idolatría, que conforma al pueblo y hace que piense con los pies. Tampoco contradeciré aquella intelectualidad de izquierda, que considera a este deporte como el nuevo opio de los pueblos, manejado por los enemigos de clase de las masas. A todos sugiero se regalen unos momentos para disfrutar de la lectura del cuento “Viejo con árbol”, de Roberto Fontanarrosa. Aseguro que su postura frente a este fenómeno, mutará. Invito a que, por una vez, el lector se deje llevar por la belleza de la contradicción, adentrándose en el laberinto de lo pasional, para arribar al disfrute de una de las experiencias humanas más cercanas a lo divino: el fútbol.
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Cruces e interpretaciones latinoamericanas En menos de 6 meses, fallecieron cuatro figuras emblemáticas del pensamiento y la literatura latinoaméricana. Juan Gelman, Ernesto Laclau, Eliseo Verón y Gabriel García Márquez marcaron época, propusieron miradas, ofrecieron nuevas preguntas. En Perfiles, recorremos sus historias, descubrimos sus aristas teóricas y conocemos cómo estas convergen.
Por BELÉN CASTIGLIONE
Gabriel García Márquez fue un intelectual prolífico. Ha sabido desempeñarse en actividades más allá de la escritura. Su compromiso fue evidente en el Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación (NOMIC) al representar a América Latina ante la Comisión organizada por el premio Nobel de la Paz Sean Mac Bride e impulsada por la UNESCO. El objetivo fue realizar un Informe en el cual se evidenciara los problemas de flujo de comunicación entre los denominados países centrales y los países de la periferia de las sociedades modernas. El Informe MacBride, también conocido como Un solo mundo, voces múltiples estableció los puntos básicos y las acciones que debería seguir el NOMIC. En esa línea, García Márquez se interesó por el destino de los detenidos-desaparecidos de la dictadura militar de 1976 en la Argentina. Su inclinación por Ha-
mera alerta sobre el desequilibrio en la información a nivel mundial. En los años posteriores no hubo avances significativos. Quizás, fueron el caldo de cultivo para la promulgación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) en la Argentina, sancionada en 2009. Pero su aplicación, en los años que le siguieron fue intervenida por las objeciones sucesivas del Grupo Clarín frente a la pérdida de algunos de sus medios. En 2013, la Corte Suprema citó al Gobierno nacional y al Grupo Clarín para que ambos defendieran sus posiciones en relación a la cuestionada validez constitucional de la LSCA. Para poder realizar la audiencia, la Corte determinó un reglamento mediante el cual cada una de las partes involucradas actuarían como “amicus curiae”. El único que no representó a ninguna or-
roldo Conti fue aún mayor. Recibía noticias sobre él de modo permanente pero en cada oportunidad la situación se planteaba aún más dramática. La muerte de Conti fue titulada por García Márquez como La última mala noticia sobre Haroldo Conti. Es, sin dudas, uno de los títulos más emblemáticos de la historia del periodismo. Juan Gelman, desde su vinculación con la política y su estrecha relación con los derechos humanos previo al Golpe, evidenció la preocupación y el compromiso de los intelectuales contemporáneos junto con Gabriel García Márquez. Carta abierta a mi nieto, es la máxima expresión de angustia, desasosiego y búsqueda infatigable de un abuelo a su nieto, de la desesperación de Gelman por encontrar al hijo o hija de su hijo Marcelo. Es en este contexto, en 1980, la Unesco promovió la elaboración del Informe MacBride. Fue la pri-
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Juan Gelman y María Macarena Gelman García, su nieta recuperada en marzo de 2000.
ganización pero que fue parte de uno de los amicus curiae de Clarín fue Eliseo Verón. Su relación con la empresa tiene más de 20 años de historia por formar parte del equipo asesor del multimedios. Las paradojas de la vida también encuentran ejemplos en el ámbito académico. Ernesto Laclau y Eliseo Verón comenzaron juntos su formación y recorrido político a partir de la creación del Grupo Contorno en 1955, luego de la caída de Juan D. Perón. Allí volcaron sus ideas de izquierda. Sin embargo, fue el único momento en que
compartieron algo más que el año de nacimiento. En los últimos años, se visibilizaron aún más las tendencias opuestas entre ellos. Laclau fue criticado en más de una oportunidad por ser sustento ideológico del kirchnerismo mientras residía en Londres. Verón, por su parte, se convirtió en el “amigo” del multimedios más importante de Argentina. Su contradicción: en 2004 determinó que el peronismo había sido una de las peores males que le habían pasado al país, empero, dos años más tarde creyó que Kirchner había
sido el mejor presidente que los argentinos tuvieron en los últimos 25 años. Paralelismos entre los intelectuales latinoamericanos y choques entre coetáneos. Los unió la época. Sin embargo, sus interpretaciones, sus recorridos y sus cosmovisiones marcaron el rumbo de sus estudios y de los que los siguieron. Cada uno desde su ámbito contribuyó al ejercicio de la reflexión y el pensamiento. Inevitables, todos.
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ELiseo el INTERPRETANTE Fue extenso en sus estudios sobre la relación intrínseca entre los medios y la política en la Argentina. Y también fue protagonista de la participación de los grandes medios de comunicación en la realidad política actual. Eliseo Verón fue un destacado semiólogo y antropólogo, nació el 12 de junio de 1935 en Buenos Aires. Luego de graduarse como licenciado en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y gracias al otorgamiento de una beca del CONICET en 1961 continuó sus estudios con el antropólogo estructuralista Claude Lévi-Strauss en el seminario de
Antropología Social del College de France. Residió en Francia hasta 1995 en donde dictó clases en las universidades de Burdeos, Bayona y París. Allí también fue director de la Maestría en Ciencias de la Información y Comunicación. Sus esfuerzos por problematizar la incidencia de los medios masivos en la realidad, se plasmó en su libro Construir el acontecimiento (1983). En él afirmó que “la actualidad es un producto, un objeto fabricado que sale de esa fábrica que es un medio informativo”. Fue en esos años, quizás antes, hacia fines de los ´70, cuando presidió
la Asociación Argentina de Semiótica (AAS). Como referente de las carreras de periodismo y comunicación social y su libro, La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad (1988) ofició de material de estudio de las cátedras de Semiótica y Lingüística. Desde su vuelta a la Argentina en 1995 continuó con su labor académica en la dirección de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Periodismo del Grupo Clarín, la Universidad de San Andrés y la Universidad de Columbia; y creó el Centro Internacional de Semiótica y Comunicación en Brasil.
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Sus análisis sobre el discurso político fueron plasmados en Perón o muerte: los fundamentos discursivos del fenómeno peronista, en colaboración con Silvia Sigal. Mediante su estudio desancla el discurso de Perón en tres períodos de la historia argentina: el surgimiento del peronismo, el exilio y la vuelta de Perón a la Argentina. En él planteó que el peronismo es un dispositivo de enunciación. Por fuera de sus aportes teóricos, desempeño actividades concretas en el campo de la comunicación: fue asesor del candidato a presidente Eduardo Duhalde en la elecciones presidenciales de 2011 y colaboró en la publicidad de productos comerciales como la revista
Paris-Match, Elle y Marie Clarie; y en la Argentina realizó iguales tareas con Gancia, Terma, Aguas Argentinas, Telecom, Repsol-YPF y Correo Argentino. Su fallecimiento el 15 de abril dejó como aporte, entre sus diversas publicaciones, la revista Lenguajes fundada en 1974 junto a sus colegas semiólogos Oscar Steimber, Juan Carlos Indart y Oscar Traversa. Con su publicación delimitó las fronteras propias del lenguaje e incorporó a los géneros como objeto de estudios. Pero su huella más relevante fue que mediante esta producción introdujo la semiótica en la Argentina. Uno de sus últimos libros denominado Papeles en el tiempo, en
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2012 en que recopiló sus columnas publicadas durante tres años en el diario Perfil. La objetividad del discurso fue uno de los temas en los que demostró especial interés.
Peregrino de la Patria Grande Fue uno de los llamados gigantes latinoamericanos del siglo XX. Su popularidad se despliega a partir de la publicación de Cien años de soledad en 1967 con más de 60 millones de ejemplares vendidos desde la primera edición. Su obra lo condecoró con el Premio Nobel de Literatura en 1982. Nacido el 6 de marzo de 1927 en un pueblo colorido pero poco valorado de Colombia llamado Aracataca, Gabriel García Márquez inició su vida como escritor reconocido a sus tardíos 40 años. Hasta esa edad no
había tenido éxito ni dinero, fue así que realizó múltiples trabajos para mantener a su familia. Luego de su reconocimiento a nivel mundial por su obra, la gloria se le acercó para no abandonarlo más. Su impronta como escritor fue destacada entre los círculos intelectuales más altos. Como padre fundador del realismo mágico y con él, uno de los paradigmas del boom latinoamericano de los años 60, “Gabo” demostró ser algo más que un escritor. Si bien dedicó su vida por completo a la literatura
y las crónicas, su interés por el mundo audiovisual lo erigió como guionista cinematográfico y participó así películas mexicanas, que siempre resguardaron su identidad bajo un seudónimo luego de la publicación de Cien años de soledad. Asimismo, sus novelas también fueron llevadas al cine. Pero, como siempre sucede, las grandes obras literarias son complejas y en el traspaso al mundo audiovisual, la obra literaria triunfa entre los receptores. Tal es el caso de Crónica de una muerte anunciada (1987),
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El amor en los tiempos del cólera (2006), Del amor y otros demonios (2009), y Memoria de mis putas tristes (2012). En el gallo de oro (1964) dirigida por Roberto Gavaldón, García Márquez puso su nombre como adaptador al lado del escritor mexicano Carlos Fuentes. En otras películas como En este pueblo no hay ladrones (1965); Juego peligroso (1966), de Luis Alcoriza y Arturo Ripstein; Patsy, mi amor (1968), de Manuel Michel; Presagio (1974), de Luis Alcoriza; La viuda de Montiel (1979), de Miguel Littín; María de mi corazón (1979), de Jaime Humberto Hermosillo, y Eréndira (1983), de Ruy Guerra, participó sólo como guionista. En 1986 fundó, junto a Birri y García Espinosa, la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio
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de los Baños, en Cuba. Gabo era él y sus circunstancias, parafraseando al filósofo existencialista José Ortega y Gasset. Sin ir más lejos, él entendía que “un escritor se hace leyendo, no sólo los libros que tiene a su alrededor sino también el entorno que lo rodea, y los mejores escritores son los que leen con los cinco sentidos, tanto los libros como la realidad”. Como casi todo intelectual de los 60 vio en el comunismo la vía para llegar a la libertad e independencia de la patria latinoamericana. Su profunda adoración por Cuba lo relacionó con Fidel Castro, lo que le trajo importantes críticas. Siempre en clave sudamericana, García Márquez añadió un plus literario a la Revolución. Pudo mostrarle a los europeos algo que ellos buscaban con ansiedad: la inteligencia,
el brillo y hasta la irracionalidad latinoamericana, como diría José Pablo Feinmann, y eso expresa el realismo mágico. En su incesante labor vinculó a la perfección la literatura y el periodismo. Un ejemplo de ello es Relato de un náufrago (1970). Su labor periodística se reúne en Textos costeños, que abarca el período 1948 y 1952 en el cual trabajó en el periódico El Universal de Cartagena y Entre cachacos que reúne los artículos publicados en El Espectador de Bogotá entre 1954 y 1955. Más allá del detalle de su nutrida obra y vida como escritor, periodista e intelectual colombiano y latinoamericano, Juan Villoro acierta en que “sólo un periodista como García Márquez hubiera podido cubrir una noticia como su muerte” en un día más para recordarlo, el 17 de abril.
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JUAN ERA POETA EN COMBATE Desde sus primeros años de vida supo que su destino era ser escritor. Su actividad como poeta, traductor y militante político marcó parte de la escritura de su último libro publicado en 2013, Hoy. Juan Gelman nació el 3 de mayo de 1930, en Buenos Aires. Como periodista comenzó a trabajar en 1966 en la revista Confirmando y durante los ´70 transitó entre el diario La Opinión, la revista Crisis y como militante en la Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) arribó al diario Noticias. Quizás su mejor experiencia. Luego las FAR se fusionaron con Montoneros y allí se destacó como Secretario de Prensa. En 1956 había publicado su primer libro, Violín y otras cuestiones luego de fundar el grupo de poetas militantes comunistas El pan duro. Los jóvenes que lo integraba, trabajan en conjunto para difundir sus trabajos. A través del grupo, Gelman conoce al poeta Raúl González Tuñón. Luego esos poetas y militantes fundarán una revista y elegirán como sello de su editorial el nombre de un libro de
González Tuñón llamado La Rosa Blindada. Hacia 1975, previo al Golpe de Estado de 1976, fue enviado por Montoneros para denunciar la violación a los derechos humanos en la Argentina durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón. El Golpe lo encontró fuera de su país. Debió replegarse en el exilio y transitar por Roma, París, Managua, Nueva York y México, y en los cuales fue traductor de la UNESCO. Su lucha se ve embravecida con la desaparición de sus hijos Nora y Marcelo, y su nuera María Claudia García, embarazada de siete meses. Su nieta nació en cautiverio. El 7 de enero de 1990 gracias al Equipo Argentino de Antropología Forense, Juan encontró los restos de su hijo Marcelo. Ocho años después, con el dato preciso que su nuera había sido trasladada en cautiverio a Uruguay, encontró a su nieta, Macarena. Entre 1956 y 2013 publicó más de 40 obras entre libros de poesía, prosa y antologías poéticas. Lo galardonaron con premios entre
los que se destacan: el Premio italiano Mondello en 1980, el Premio Nacional de Poesía Argentino en 1997, el Miguel de Cervantes en 2007, entre los más relevantes. El 25 de abril de 2008, bajo la iniciativa del Instituto Cervantes, depositó un mensaje secreto en la Caja de la Letras que permanecerá oculto hasta 2050. Llegó el 14 de enero y Juan se despidió desde México. A través de su obra literaria será por siempre vivenciada su inconmensurable lucha por los derechos humanos. En su última visita a la Argentina para la presentación de su libro Hoy en la Biblioteca Nacional dejó constancia en la reverberación de sus lecturas, la necesidad de la poesía para vivir.
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Populista y previsor Como pensador filósofo presente y activo en los movimientos sociales y estudiantiles de los ´60, se involucró en Francia con la clase obrera para unirla con otros movimientos sociales. Así Ernesto Laclau pudo brindarle una base teórica al accionar político de las llamadas con desprecio “minorías”. Su libro La razón populista fue editado en Londres en 2002. Antes de la oleada de gobiernos populistas latinoamericanos, antes que Néstor Kirchner, Evo Morales y Rafael Correa. Quizás Lula a pocos meses de asumir la presidencia en Brasil, pudo anticipar la llegada del populismo a América Latina. En la Argentina el libro fue publicado en 2005 y fue el sustento filosófico y político de los gobiernos posteriores al derrumbe económico y social que dejaron los ´90. Laclau señalaba la necesidad de continuar en la articulación de la base democrática de los movimientos populares que se gestaban en Latinoamérica. Sin embargo, recordaba que la derecha también puede volverse populista al saber interpre-
tar demandas sociales. Nació el 6 de octubre de 1935 en Buenos Aires y desde siempre se autodeclaró “postmarxista” sin miramientos. Aunque jamás se desvinculó de la política, el peronismo lo marcó. Sus influencias más particulares fueron Jacques Lacan, el neopragmatismo de Richard Rorty, el nivel teórico sobre lo político de Carl Schmitt. Pero Karl Marx, Vladimir Lenin, Leon Trotsky, Eduard Bernstein, Mao Tse-tung, Antonio Gramsci, Nicos Poulantzas, George Lukács y Louis Althusser lo determinaron como marxista. Fue destinatario de severas críticas por ser decisionista, diluyente del marxismo y deconstructor del sujeto pero logró interpretar la proliferación de movimientos sociales en el neoliberalismo como vía de acceso a la emancipación. Después del Golpe militar en la Argentina en 1955, colaboró con Luis Romero en la cátedra de Historia Social de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Luego dirigió las revistas Izquierda nacional y lucha
obrera, ambas pertenecientes al Partido Socialista de la Izquierda Nacional. Se graduó como licenciado en Historia en la UBA en 1964 y se doctoró en la inglesa Universidad de Essex. Allí no sólo desplegó su actividad académica sino que pasó gran parte de su vida junto con su esposa, la politóloga belga Chantal Mouffé. Su fallecimiento a los 78 años dejó como herencia al pensamiento popular grandes obras como Hegemonía y estrategia socialista (1987), Debates y combates (2008), entre otros aportes.
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La guerra en primera personA: heridas abiertas Eduardo Ángel Hernández, más conocido como “el Chueco”, tenía sólo 18 años cuando el destino cambió su suerte y la experiencia de la guerra golpeó su puerta. La historia de vida de un ex combatiente de Malvinas. Después de 33 años la herida sigue abierta.
Por SOL HERNÁNDEZ STERBINI
Eduardo Hernández nació el 12 de agosto de 1962, una noche cálida y con el cielo lleno de estrellas, según siempre dijo su mamá. “Fui un chico sumiso, tranquilo, respetuoso; con el paso de los años me descubrí un adolescente algo orgulloso pero desenvuelto y con muchas amistades. Era sano”, dice. Sus primeros años transcurrieron en Bernal, en la calle Victorica. Hijo menor de Nelly y Héctor, a Eduardo ese barrio le recuerda anécdotas, travesuras con su hermano Claudio, tardes de siesta y carnaval. En el relato de aquellos tiempos nombró a Priscila, su abuela paterna que vivía en la
esquina de su casa, hoy un ángel para él. Su niñez y adolescencia fueron calmas, hasta que en diciembre de 1980, cuando “el Chueco” terminaba la secundaria, algo irrumpió la escena. Meses después, en 1981, Eduardo se presentó en el Distrito Militar La Plata, donde le hicieron la revisión médica, para dos días más tarde recibir una carta que lo citaba a presentarse en el Regimiento Nº 7 de La Plata: realizaría el Servicio Militar Obligatorio. “En aquel momento tenía 18 años, recién había terminado la secundaria. Mi vida era jugar a la pelota; y por estar de novio, también pensaba
un poco en la pareja, siempre con la idea de trabajar y estudiar”, expresó el ex combatiente. Ideas y planes interrumpidos. - ¿Cómo fueron los primeros momentos en el servicio militar? “La colimba fue muy dura al principio, era un cambio muy fuerte a la vida que acostumbraba. El choque fue duro”, puntualizó. “Durante esos meses, Malvinas era una idea lejana, la instrucción era fuerte pero creíamos que era porque éramos un ejército de infantería. En ningún momento nos imaginamos que podíamos ir a la guerra”. Para Hernández, la estadía en el
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regimiento era cuestión de días. Cuando se declaró la guerra, él esperaba su baja. “Era asistente del Comandante Mayor Pérez Cometo, él no estaba. Recuerdo que yo dormía plácido en su cama y cuando desperté y prendí la radio. Lo primero que escuché fue la marcha militar y periodistas que decían que habíamos recuperado las Islas”, recordó. “El martes 13 de abril a las 00.05 fue cuando, en la base aérea de El Palomar, nos subieron a todos a un avión de Aerolíneas Argentinas, modelo Boeing 737, con la particularidad que carecía de asientos, entonces en lugar de entrar 100, íbamos 200. No sabíamos a donde nos llevaban, hasta el Mayor, que era el Jefe de Operaciones, pensaba que íbamos a Río Gallegos de reserva al Regimiento 24, por si era necesario viajar a Malvinas en algún momento, para así estar más cerca. Aterrizamos en Río Gallegos y cada uno bajó con su bolsón. Mientras los suboficiales se reunieron aparte, nosotros esperamos en la pista. Y llegó la orden de que teníamos que subir a otro avión que era un avión de carga del ejército, un Hércules. Ahí tampoco sabíamos adónde íba-
mos pero se comentaba que por la distancia de allí a Malvinas, el viaje podría durar una hora, una hora y media. Viajábamos en silencio, en particular yo estaba muy cansado y nervioso. En el viaje, empezamos a pensar que quizá nos dirigíamos a las Islas Georgias, en donde también había una toma de argentinos. Hasta que aterrizamos, abrieron la puerta, empezamos a bajar, y nos dimos cuenta que estábamos en Puerto Stanley, el puerto de Malvinas”. ALEGRÍAS
Eduardo relata dos momentos de felicidad diferentes: la llegada a Malvinas y recibir noticias y cartas. “Cuando llegué, sentí alegría de estar en la Isla. Tenía muchas imágenes grabadas en la memoria que había visto por la televisión. Y ahora estaba ahí, me llenaba de orgullo y tenía alegría de ser partícipe del acontecimiento”, expresó el excombatiente con voz temblorosa. Explicó con emoción que “recibir una carta o una encomienda era una alegría. Me acuerdo de querer abrirla y no saber qué había, si
había comida o algo para taparme. Era todo una caja de sorpresas, realmente un regalo”. Las cartas a “un soldado desconocido” también lo llenaban de emoción, “te sentís acompañado, que haya alguien que sin conocerte esté pensando, o rezando por vos y te hace sentir importante”. Hasta hoy, Eduardo conserva cada una de las cartas que recibió. Como si fueran un tesoro, leerlas, le erizan la piel y lo emocionan, cada vez más con el paso de los años. Palabras de aliento, de melancolía, de amor, de fuerza y valentía. “LA ESPERANZA ME MANTENÍA DESPIERTO” - ¿Qué imágenes recuerda de los primeros días en las Islas? ”Las primeras noches era una colimba más estricta. Era supervivir. Hacía más frío, la ropa que llevábamos era la que teníamos acá, más una campera, que fue lo único que nos dieron. Fueron los días más duros. El primer bombardeo creo que fue mi peor noche en la Isla. Es irónico pero uno después parecía acostumbrarse a estar al filo de la muerte a cada instante. En la Isla se percibían muchos
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sentimientos, entre tristeza, valentía, de todo. El orgullo del principio declinaba, ya después estar ahí era un garrón. Siempre se corría la bolilla de que vendría gente a reemplazarnos. Éramos soldados, y acá habían quedado muchos oficiales, gente que por vocación hizo carrera de militar, pero los relevos nunca llegaron”. Con la voz entrecortada expresó: “Esa esperanza me mantenía un poco despierto”. - ¿Sintió miedo? “No. Ya después la consigna es ‘si me toca, me toca’. Perdés el primer miedo de estar en el pozo, de sentir las bombas. Perdés la noción de la vida. Nos daba lo mismo”, dijo entrecortado, pensante y con la mirada perdida, como imaginándose a aquel niño que fue y sufrió. Rezar lo tranquilizaba, le daba algo de seguridad. “Rezaba mucho, y más cuando sentía el zumbido de las bombas cerca nuestro”. LA BATALLA FINAL Fueron los primeros días de mayo, cuando los ingleses avanzaron por el Monte London, donde se encontraba el regimiento N º 7, que Eduardo integraba. “Queríamos una definición. No tenía miedo porque está (silencio) estaba jugado”. El 12 de junio empezó la batalla, “desde nuestra posición más o menos a 30 kilómetros del Monte London, veíamos que ahí era un fragor constante. Las bengalas iluminaban el cielo y, a los segundos, bombazos”. Los ingleses empezaron a avanzar. Eduardo, como tantos otros soldados, no tenía armas. “Esperaba la situación, para ver cómo se daba todo (silencio). No sé, no pensaba cómo salir de esa, sabía que no había armas disponibles”.
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“A la madrugada del 13, los soldados argentinos empezaron a retroceder, y los ingleses a tomar nuestra posición. Ya éramos primera línea. La situación era un descontrol, no se compara la preparación y organización del ejército argentino con el inglés. Ellos estaban preparados para la guerra, nosotros estábamos preparados para aguantar”. “Entrada la noche recibí la orden del mayor de socorrer a los soldados que estaban heridos”, expresó Eduardo. Y así, entre bombardeos y balaceras, soldados argentinos e ingleses, él, junto a otros compañeros, pasaron el resto de la noche al auxilio de los heridos. Hernández también terminó en el hospital. Ya era de día cuando fue atendido por un corte en su pierna. Una vez ahí, algo de calma volvió a su cuerpo. La guerra había terminado.
“Cuando llegué a Bernal estaba todo el barrio en la puerta. A la noche cuando me acosté no lo podía creer, dormía con la atención puesta en si escuchaba pasar un avión”
EL DÍA DESPUÉS Y EL REGRESO El ex combatiente recuerda el día después de la noche decisiva en Malvinas y el ver flamear la bandera inglesa. Ante la pregunta sobre qué sintió en ese momento, él respondió reflexivo, y con una sonrisa a punto de quebrarse: “Y yo que sé. Lo importante es que estaba vivo”.
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- ¿Qué significa para usted el regreso, el instante del reencuentro? ”Ese momento fue hermoso”, expresó con una sonrisa y los ojos vidriosos. Eduardo Hernández rememora el haber pasado por la esquina de su casa camino a La Plata, “veníamos de Campo de Mayo, y los micros pasaban por Calchaquí, y me quería bajar en mi casa”. “La gente en la ruta estaba con las banderas, alentándonos”. Eduardo dejó de hablar, se quedó en silencio como permitiéndose volver a sentir, había un recuerdo que lo invadía: “El día que nos fuimos rumbo a El Palomar, había un montón de gente que se imaginaba que nos íbamos a algún lado y quería despedirse de nosotros. Me acuerdo haber salido y, desde el micro, ver la cara de mi mamá en la multitud. Y cuando volví, quería verla a ella de vuelta”, dijo quebrado. En el regreso, y una vez en el regimiento, colgado de las rejas, buscó entre la inmensa multitud que esperaba afuera aquellos rostros que le eran tan familiares, pero no tuvo suerte. “Minutos después, dentro del regimiento, me encuentro con Claudio, mi hermano. Nos vimos, nos abrazamos y me llevó con el resto de mi familia, con todos mis seres queridos que esperaban afuera. Me acuerdo que salí y la gente nos abrazaba y lloraba, muchos preguntaban por sus familiares, pibes que como yo se habían ido. Ojalá todos hubieran vuelto”. Contó que “cuando llegué a Bernal estaba todo el barrio en la puerta. Mi mamá me había hecho mi comida favorita: pollo al horno con papas”. Parece revivir la sensación y relata: “A la noche cuando me acosté no lo podía creer, me acuerdo todavía, siempre estaba alerta, dormía con
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la atención puesta en si escuchaba pasar un avión”. Calla y repite: “Me acuerdo esa noche, qué lindo, en mi casa otra vez”. “Y ahí empezás a valorar: un baño, una mesa donde comer. Sino te convertís en un animalito, comés con la mano, no tenés utensilios. Ahí te das cuenta lo que es poder bañarse y prender la hornalla y hacerte un mate. Esas cosas que muchas veces no valoramos y son importantes”, reflexionó. “VOLVER PARA SANAR” En 2007, Eduardo “el Chueco” Hernández decidió volver a las Islas junto a otros tres ex combatientes. “Decidimos viajar a lo que consideramos nosotros fue cerrar una etapa en nuestras vidas”. Llegar a las “Falklands Islands” y ver la bandera inglesa alta en un
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mástil, 25 años después, fue calar más hondo en sus heridas. El sólo hecho de ser argentinos, ya ponía distancia entre ellos y quienes viven allí. Un cuarto de siglo después de aquella experiencia que marcó sus vidas, volvieron al campo de batalla, a su posición. Esperaban encontrar algo de sus pertenencias, de todo lo que quedó después de esos días y aquella noche final. “Ese escenario fue un lugar en nuestras vidas, con el paso del tiempo ese lugar cada vez estaba más desdibujado en mi mente. Todo parecía que había sido un sueño con el pasar de los años. Necesitaba volver a ver ese lugar, volver para sanar”. RECONOCIMIENTOS Eduardo Hernández, el ex combatiente se sincera y antes de cerrar
con la entrevista puntualiza su agradecimiento a “las personas que me rodean, a mi familia, tener una mujer y padres que me bancan y unos hijos hermosos; pero Malvinas siempre está”, sostiene. Reflexiona sobre su paso y el de sus compañeros en la guerra: “fui a Malvinas por una circunstancia, hoy estoy acá porque pude encausar mi vida. Héroes son los que quedaron, héroes son los padres que dejaron sus hijos allá por una causa justa, pero no tan necesaria”. Frente a las políticas actuales y por su rol como veterano tiene una lectura taxativa: “Volveremos a Malvinas pero no a luchar con las armas sino con la inteligencia y por los derechos que tenemos realmente sobre el territorio argentino”, concluye Eduardo.
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KM 13 Fronteras recorre con los vecinos el barrio ubicado en Camino General Belgrano y Santa Fe. La contaminación, la basura, la pobreza, sus 800 habitantes junto a la reciente llegada de las cañerías de agua potable.
Por AINHOA ORBEGOZO
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SONORIDAD DEL ALMA
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Nicolás Melmann es músico y estudiante de la licenciatura en Composición con Medios Electroacústicos de la UNQ. Fue seleccionado para participar y tomar clases en la Red Bull Music Academy 2013, en Nueva York. Gracias a esta selección, que reúne a los productores de música internacionales más influyentes, amplió su audiencia y sus virtudes musicales.
Por ÁNGELES RUÍZ
A los 20 años comenzó a experimentar con los más básicos sonidos, hasta tener su primer disco cinco años después. Nicolás Melmann es un melómano. Pero en 2013 y durante quince días creó nuevos sonidos y ritmos con músicos de todo el mundo en la Red Bull Music Academy (RBMA): un taller internacional que se fundó en 1998 y que se celebra en una ciudad diferente cada año. Nunca imaginó ser seleccionado entre 4 mil aspirantes por tomar la bebida energizante y mandar su curriculum para participar del evento. Musicalización para teatro y televisión, banda sonora para películas y documentales, música infantil para Canal Encuentro y Paka Paka, entre otras experiencias que detalló en su CV, sirvió para representar a la Argentina en la RBMA en Estados Unidos. A partir de esta selección, Nicolás Melmann realizó una gira que lo llevó a presentarse en 11 ciudades estadounidenses con un total de 14 conciertos. En 2014 se gradua en
la UNQ, consolidándose como orgullo de la institución. Nicolás Melmann lleva compuestas más de 70 piezas infantiles: como “Huellitas” y “Frases en Cajitas” para el público infantil en Paka Paka. Además, tiene 3 discos editados y su próximo trabajo será un compilado de su trayectoria musical desde 2006 hasta la actualidad. -¿Qué anécdota podés compartir de tu viaje a Nueva York y tu participación al Red Bull Music Academy (RBMA)? -En realidad, la primera anécdota es que una amiga me recomendó la convocatoria y me inscribí el último día. No pensé que quedaría seleccionado porque el perfil de músicos que maneja Red Bull está orientado a la música electrónica o tecno pop bailable. Hace unos meses, me mandaron un correo electrónico y quedé seleccionado. Viajé a Nueva York para entrar en el proyecto por dos semanas. Tuve workshops con gente importante de la música y con otros que admiro mucho.
Me acuerdo que llegué a Nueva York y leí que el productor de los Beach Boys daría un recital. Es un músico interesante porque lleva la canción pop a algo más orquestal y lo relaciona con los niños. La segunda noche que llegué, saqué entradas carísimas para verlo, luego revisé mi casilla de correo y leo que este músico canceló su show. Devolví las entradas y me entero que estaría en la academia. En el proyecto pude conocerlo y aprendí mucho. -¿En qué consiste el trabajo en la Academia? ¿Cómo fue ser telonero de Ryuichi Sakamoto y Alva Noto en el Museo de Arte Metropolitano? -Dentro de la academia hubo conferencias y charlas de música. Había un espacio lleno de instrumentos y un estudio de grabación. La idea era componer y grabar música durante dos semanas, interactuar con tus compañeros y hacer proyectos con músicos reconocidos. Tuve 31 compañeros que venían de todas partes del mundo
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como Chile, Francia, Japón, Turquía, etc. La otra actividad eran las presentaciones en vivo. Toqué en el MET, el museo más grande de Nueva York y allí fui telonero del dúo Ryiuchi Sakamoto y Alva Noto. Sakamoto es un pianista japonés que tiene trayectoria en música para películas y sonidos experimentales. Alva Noto es un músico alemán que mezcla música electroacústica con visuales. Me considero como músico una fusión de los dos: mezclo lo sonoro y lo audiovisual para lograr una respuesta conceptual. ¡Sí, me eligieron ellos! Tuve suerte que ambos lo hicieran por mi perfil profesional. Fue un sueño para mí. Después, hice una gira por Estados Unidos: recorrí Nueva York, Nueva Orleans, Texas, Washington DC, Baltimore, Nueva Jersey, San Francisco, Chicago, Oakland, Boston y California. Recorrí el país de norte a sur y de una costa a la otra. -¿Qué pensás que genera tu música experimental en el público? -Me parece que lo electroacústi-
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co y la electrónica experimental es una hipnosis para el público. El juego de sonidos e imágenes proyectadas son un viaje psicodélico y tiene la esencia de lo cinematográfico: el sonido, la imagen, los textos y efectos. Hoy, toco en vivo con una caja de ritmos, teclados por computadoras cargadas por un software, un sintetizador táctil, un procesador por donde pasan las señales acústicas, un ukelele, un arpa y un instrumento de percusión. -¿Qué rol tuvo la UNQ en tu desarrollo como músico? -Uno de los principales motivos por los que elegí la UNQ es porque el perfil de graduado de la carrera en Composición forma para hacer la musicalización de proyectos audiovisuales. La música que hago tiene algo que ver con esa impronta. Todo se da por una búsqueda y práctica constante. Hice la música para cortometrajes como la vida de Cumbio, la célebre flogger que fue cuestionada en su momento. El documental se
presentó en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) con mi música. A partir de esta experiencia, puede tocar en la edición de cine independiente para niños llamada BAFICITO. Utilicé los temas que compuse para los chicos y proyecté películas para ellos. Es difícil crear ese ambiente de cine y música pero volvería a repetir la experiencia: ¡las reacciones de los chicos son tan espontáneas! Me acuerdo que se me acercó una nena y se puso a bailar adelante mío mientras tocaba la música. Eso no me pasa en mis otras presentaciones. Ese aprendizaje me lo dio la UNQ, porque me abrió la cabeza, animarme a experimentar para todo tipo de público. Antes de llegar a la UNQ, fui estudiante de filosofía, sociología y del conservatorio. Sin embargo, recomiendo a todos el paso por la universidad: es un sin fin de sensaciones, como la vida, que sirven para crear y hacer catarsis.
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SUSY SHOCK: “la Pachamama es trans porque es la unión de todo” Actriz, escritora, cantante, docente, coplera. Susy Shock: artista y obra de arte, madre e hija de sí misma cuenta sobre su “noble ejercicio” de mutar.
Por MAYA CANÉ y NOELIA GARREFA
Susy Shock ingresa a “Mu, punto de encuentro”, cuartel general, base de operaciones de las distintas formas que toma la cooperativa La Vaca, que aflorara durante diciembre de 2001. Sus tacos altos la anuncian desde lejos. Viene armada con su bombo y su voz. Con su honestidad y su abanico. Empuña uno y otro con decisión pero con soltura. Susy Shock es una artista. Si le preguntan, ella agrega: trans y sudaca. Su romance con las artes fue desde la infancia. Si bien es porteña, no fue el tango sino el folklore lo que disparó su inquietud artística, lo que equivaldría a decir que no fue la geografía sino la cuna lo que marcó sus inicios.
- ¿Por qué unió poesía y copla? - La copla tiene poesía. Algunas valen como hecho literario, tienen un trabajo técnico mayor, otras son un hecho político urgente. Su padre pampeano y su madre tucumana, formaron junto con ella y dos hermanos más- el del medio, jugador de fútbol; la menor, música- una familia “signada por la crianza provinciana y ser laburantes de clase media bajísima”. Pero todos apasionados por la música autóctona, lo que hizo que Susy pisara el escenario desde pequeña para bailar aquel ritmo que homenajea a su tierra. A los 14 años empieza a estudiar teatro lo que la lleva a descubrir otras formas de expresión. “Em-
piezo a cantar porque las obras de teatro lo requerían. Empiezo a escribir, dramaturgia de teatro sobre todo, porque el teatro me lo requería, fueron escalones que tuve que hacer al meterme en el mundo del teatro”. - ¿Cuál fue su primer encuentro con la poesía? - Mis lecturas conscientes fueron textos de teatro, comencé a los 14 años y entre en contacto con la escritura y el canto. - ¿Cómo surgió la posibilidad de presentarte en público? - En teatro existen “los recitales poéticos”. Estuve en contacto con esa primera experiencia de la canción despojada de música. Me presenté en público en los ‘90, en un
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unipersonal llamado “Alma y voz”. Cuatro años más tarde conocería a quien ella identifica como su mayor influencia: “Héctor Propato, mi maestro de teatro y de la vida”. Su formación no sólo fue artística sino más bien que de su mano surgió su interés por lo colectivo. Mi sentido de lo grupal, de ser parte de algo, me lo dio el teatro. Te hace sentir que sos parte de todo. Sos algo que es necesario como todo el resto para que suceda algo”. En paralelo con su crecimiento como artista también fue armándose ella como persona. Susy en algún momento fue Daniel, lo que fue performativo, una trans de ficción pasó a fundar su identidad. Gracias a sus “viejos copados” y el ambiente del teatro, no corrió la suerte de muchas otras chicas trans que, repudiadas por sus familias y marginadas por la sociedad sólo conocen destinos amargos. - Usted tuvo padres amorosos
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Foto: Agustina Plata/Revista NAN
y eso ayudó a no transitar el camino que suelen recorrer otras personas trans ¿por qué otras cuestiones considera que fue diferente en su caso? - Cuando el niño es abrazado y no censurado y se le permite explorar sin ninguna obstrucción, el niño fluye. Hay modos de encajar al niño-a en un lugar determinado. Nunca sufrí esa violencia. De mi casa entré al mundo del teatro, que no tiene prejuicio de identidad. Hubo una continuidad. Y resume “todo lo que tenga que ver con mis búsquedas personales desde la diversidad, todo lo que fui siendo y permitiéndome ser alrededor de mi vida […] viví el proceso en un mundo donde no
se te juzgaba […] la violencia me la trajo el mundo después”. Un mundo que no entiende todavía cómo conciliar el deber ser, la normalidad, lo patriarcal y binario con todas y todos aquellos a quienes no podrían ni querrían entrar bajo semejante paraguas. Y Susy los combate desde uno de los lugares más extravagantes y loables: el arte. - ¿Cómo fue su primer encuentro con la violencia como Susy? - No necesité ser Susy para sentir la violencia. Claro que como Susy se notó más la violencia de una mirada o un grito. Esa violencia es un descrédito a tus elecciones. Es una violencia que transitás por querer hacer tu propio camino.
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Foto: Agustina Plata/Revista NAN
No niega su militancia, no podría pero la realidad es que la política para Susy tiene márgenes entre los que ella niega moverse. “La militancia está quedando bastante pobre, bastante poco creativa, por eso me sigue interesando más el arte, porque es un hecho en movimiento todo el tiempo”. - ¿Cuáles son las reivindicaciones más importantes de los movimientos LGTB? ¿Cuáles son ignorados por esa comunidad y son importantes? - El derecho por la identidad de género fue importante porque fue pensada por el propio colectivo. Pero la cuestión más importante no es que nos dejen adoptar sino qué hacemos con esos hijos, cómo los vamos a criar. Hacemos deconstrucción para algo más que para nosotros mismos, para aportarle al mundo algo más, lo que pretendemos de la humanidad.
Actriz, escritora, cantante, coplera. La lista podría seguir, porque Susy se apropió de la filosofía del camaleón no sólo para su vida sino también para su carrera. Fue docente de teatro, escribe en Soy, suplemento de diversidad del diario Página/12, colabora en revistas culturales como Revista Caja Muda de la Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba y en la Revista Mu; publicó dos libros de poesía en 2011, Poemario transpirado, con ilustraciones de Enrique Gurpegui y prólogo de Marlene Wayar, y Retratos de canecalón, ambos en Editorial Nuevos Tiempos. Incluso guionó la historieta SuperShiva que cuenta la historia de un inmigrante travesti que se enfrenta a una doble intolerancia hacia su origen y elección de vida. Realizó una gira con su “recital musical poético” por todo el país mientras esperaba el estreno de dos pelí-
culas en las que participó: María y el hombre araña, de la directora María Victoria Menis y Andrea dirigida por Edgar Do Santos. Su curriculum vitae demuestra que es lo suficientemente prolífera para que su arte circule más allá de los espacios en donde hasta ahora lo hace. Si bien no aparece en los medios masivos es porque Susy reniega de ellos y apuesta por los nuevos espacios: “Esos medios como están, a mí no me representan, no me gustan y aparte les tengo como cierto miedo también; creo más en estos medios [alternativos], en estas otras construcciones. Siento que hay otro cuidado, sé que si no sabés, vas a preguntar. Me parece que ese es el camino, creo en serio en lo nuevo, no es una pose es una necesidad de defensa”. No sólo sacude sus plumas, de diva literaria, sino que además
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“Soy arte”, digo, mientras revoleo las caderas y me pierdo entre la gente y su humo de cigarro y su brillo sin estrellas y su hambre de ser. Travesti outlet, bizarría del ángel o el cometa que viene a despabilarte el rato que estemos, el rato que nos toque en suerte transitar… Susy Shock en Poemario transpirado le pone voz al asunto. Musicalizó algunos de sus poemas y pronto sumó al repertorio coplas y bagualas. Así puso en primer plano algo tan arraigado en ella como el folklore y generó la fusión de dos dimensiones que parecían lejanas: lo originario y la comunidad trans. “Cuando hubo varias generaciones que tuvieron que ocultar ser aborígenes, porque eso implicaba la marginación, se liga con lo marginal de los trans. Hay algo que digo, que a los folkloristas no les gusta mucho, y es que la Pachamama es trans, porque es la unión de todo, entre lo masculino y lo femenino. Y en ese todo no sabemos qué somos, tenemos que decodificar y empezar a construir”. - En una de sus coplas dice que no quiere ser ni hombre, ni mujer ¿qué implica la transexualidad para usted? - Prefiero hablar de lo trans, es un concepto que engloba más identidades, deconstruye los mandatos y abre el juego. Tengo dos amigos, heterosexuales,
que crían a sus hijos sin repetir patrones viejos. Esos son padres trans. Y hace reaparecer lo folclórico. En sus compañeras, la mayoría de ellas provenientes del Norte, reconoce que “todas han sido arrulladas por una nana, una canción de cuna, una copla o algo parecido, porque si venís del norte eso te pasó. Y lo primero que hay que hacer es empezar a matar todo eso para poder sobrevivir y subsistir en una ciudad y en una situación tan marginal como es laburar en la prostitución porque es el único espacio que tenés. Debés ser esa rubia, esa tetona y ese cuerpo que pide el mercado, entonces empezás a borrar todo eso que sos, porque eso no te va a dar de comer”. Susy “viene a despabilarte el rato que estemos, el rato que nos toque en suerte transitar”, muestra que otras formas de ser, son posibles. Que desde el margen se puede combatir esa exclusión necia y que el arte es la mejor herramienta para reconstruir una sociedad que la in-
tolerancia resquebrajó, sometió a todas aquellas identidades que al no ser funcionales sufrieron la condena de lo escondido y la vergüenza. Pero sobre todo, Susy interpela a todos para seguir el camino que amamos, cualquiera sea, sin miedos, porque es en el transitarlo, el deber ser desaparece y prevalece el llegar a ser felices. “Cuando estás en lo que amás, todo se organiza o de última los padeceres los soportás de otra manera, porque estás donde amás. Más allá de los avatares de la vida que no son ajenos a nadie, yo sentía que tenía una fortaleza extra a mucho de ese resto del mundo, porque ese resto del mundo no todos estaban donde querían”. Susy está donde quiere estar, y por fortuna parece que para rato, ya que le auguraron que viviría hasta los 103 años, en los que seguro peleará para abrir mentes y corazones.
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todos los cueros la misma canciÓn Entrevista a la Brancaleone, una banda de género indescriptible, que viaja por toda la provincia con la firmeza de que no se trata sólo de rock and roll.
Por MELISA GARGARELLO
Hace 10 años nacía de forma oficial y ante un público desconcertado, una banda que se proponía un proyecto más ambicioso que el de ser un conjunto de rock que pisara escenarios y viviera de la música. En el trayecto de una década, han tocado más de 800 veces en recitales y festivales, junto con bandas conocidas a nivel nacional como Las manos de Filippi o La Vela Puerca. Se definen como una “máquina de trabajo” que no para: tocan gra-
tis, se suman a eventos solidarios, construyen auditorios y organizan las cruzadas en solidaridad para los barrios afectados por la pobreza, en el conurbano bonaerense. La banda se formó y reside en Palermo. Ensaya en un centro cultural pequeño, que conserva su estructura de casona antigua. Al pasar el hall, se ve la escalera angosta y demacrada que dirige a la sala de ensayo. En medio de un ambiente con poca luz y las paredes recubiertas de goma es-
puma, se siente el calor y el silencio mientras Alejo conecta con paciencia su equipo de bajo, Edgardo el teclado, “El Negro” José construye la batería y Marcelo “El Chelo” su guitarra. Más tarde llega Martín, el pelado que grita, canta, baila y toca el charango en los recitales. “Y, Branca es la mezcla de 9 de Julio, Munro... ¿qué más? Villa Crespo, Tandil, Parque Chas, Congreso. Cada uno viene de diferentes lugares y coincidimos todos trabajando acá en pleno centro porteño”, dice Martín. En su carta de presentación Brancaleone se define como “un estilo repleto de sensaciones urbanas y aires camperos, paisano con arito... subte y potro”. “La primera vez que tocamos, fue en un lugar chico, en La Plata. Estaban nuestros amigos, algunos familiares. Era un hobbie en ese momento pero sabíamos que podíamos hacer cosas grandes. Que si arrancábamos despacio pero seguros, podíamos ser parte de un lindo vínculo con más gente, y construir también un mensaje que cuestione y transforme lo que no nos gusta de esta realidad. Por eso Brancaleone,
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Fotos: Melisa Gargarello
como las cruzadas. Ese ejército de locos que se anima a sentir y se anima a contagiar a la gente de ese entusiasmo”. Y sí, un poco “El Negro” José tiene razón. Los recitales de Brancaleone contagian la vibración de sentirse inmerso en un vínculo familiar. Y no es casual que hayan crecido en público y cada vez toquen en lugares con mayor capacidad: de tocar en centros culturales y peñas, llegaron a realizar shows en La Trastienda de CABA, pasaron por festivales de rock en Buenos Aires con bandas nacionales e internacionales y han llegado al Cosquín cordobés a principios de 2013. “Un poco de lo que se trata Branca es de hacer lo que sentimos ganas de hacer, si nacen en el corazón o en la cabeza, después todo lo demás es ortopedia. Así pasó con Cosquín. A todos nos pareció que era una buena oportunidad para empezar el año todos juntos, y tocar para la gente que esté, porque queríamos tocar, y festejar un nuevo año como banda, como compañeros. Y así fue que tocamos para la gente que estaba ahí,
y nos gustó estar allá porque vimos de todo: ¡locos bailando, conocidos que venían a saludarnos, los gritos de Branca!” comenta Alejo, que cierra eufórico “además está buenísimo porque pasás de un extremo al otro, en un lugar que originalmente es de peña toca una banda de rock, y en lugar que capaz tampoco tenemos mucho que ver nosotros con Babasónicos, tocamos con ellos. Es muy loco y divertido a la vez pasar por esos dos lugares”. Martín, también agrega que Brancaleone es una banda que cuenta con aires folklóricos: “pero no es una fusión de ritmos y culturas, como si te dijera Arbolito. Es una banda de rock que tiene un charango, sí, pero eléctrico. Tiene un bombo, pero también tiene percusión y mezclamos o hacemos de cada tema un espacio para cada ritmo. Los sonidos son más frenéticos. Están cercanos al rock pero que nos llamen al Cosquín tradicional para tocar... es re limado. Es más, fuimos teloneros de Tarrago Ros, del palo del folklore. Como banda estamos en un lugar donde es difícil encasillarnos, y con esa
actitud tocamos en una peña o en cualquier escenario”. DE LOS BEATLES A AC-DC Sobre la composición que graban y editan, Marcelo señaló que en realidad las canciones “se van dando”, fluyen y confluyen entre todos. “No somos de estructurarnos a decir `bueno, hagamos un rock and roll´. Hacemos una canción y si esa canción, lo que dice, lo que habla, la melodía que le sentimos, vemos que va para un lado que pide un charango, le metemos un charango. Nos tomamos la libertad de decir `che me parece que la canción está sintiendo esto´, dejemos salir a la canción, y nos sumamos a eso que pasa”. José agrega: “si creo que una canción puede andar por esos otros timbres trato de buscarle la vuelta, pero también, soy un batero que viene más del palo del rock, y en cuestiones más relacionadas a la percusión me fui metiendo por Branca”. Así cada disco de Brancaleone es particular, por el orden de las canciones, porque uno tiene más
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contenido de rock en el sonido y otro tiene mayores composiciones cercanas al folklore o sorprende con versiones acústicas. Se explicita a través de los acordes, que así como construyen canciones con el ejercicio de sumar ideas, también cada integrante tiene intereses musicales diferentes, y esa textura queda como sello. Alejo comenta que sus preferencias van desde los Beatles a AcDc. “Hemos hecho alguna vez la de juntarnos, como un ejercicio que cada uno lleve cosas que le quiere mostrar al resto. Escuchamos dos canciones que haya elegido cada uno, y era totalmente diferente. Cada uno tiene gustos particulares rock-metalero, rock melódico, brit-rock, también hay folklore o ritmos latinoamericanos”. Martín observó que sin embargo “la música es una sola, es como la humanidad: son todas personas. Es impresionante lo que te devuelve cuando no pensás en eso, y sólo tocás lo que te pide la canción. Tiene una voz mucho más fuerte y más clara y sabe mucho más que vos, a dónde quiere ir. Tiene que pasarte por arriba, tiene que entrarte por la piel, tiene que
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conmovernos, para que al otro pase por lo mismo”. LAS BATALLAS GANADAS Brancaleone, ya tiene tres discos grabados y un demo. Cada uno es distinto y promueve un mensaje diferente. Imposible son piezas de cartón que que esconden un cd. Cada una, en una cara tiene escrita la letra de la canción correspondiente, y del lado inverso lleva la impresión de una pintura hecha por ciegos. Cada artista, desarrolló la obra, al compás del tema que escuchaba. A manera de representación de sentimientos generados. El segundo disco Convidá es doble. El cd no viene repetido por error, todo lo contrario. Como dice su nombre, viene con un disco extra para regalar. Insoportable es un libro blanco, con imágenes, fotos, letras y frases. Disponible para descargar por internet, con la novedad de que uno puede diseñar el orden y el formato estético del disco. Es decir, cada cual elige cómo armar las piezas del libro que acompaña el cd. Y por último, Todos los cueros, la misma
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canción, es un compilado de fotos de torsos masculinos, y cada foto tiene hendijas para enganchar un film transparente que lleva la impresión de las letras de cada canción que compone el disco. Marcelo comenta: “sentimos los discos también como una obra musical. Creemos que tiene que ser la sumatoria entre la música y el arte. Es lo que da la obra completa. Entonces hay una búsqueda nuestra de hacerlo de esa forma. Nuestros discos, para mí, son una fotografía exacta de ese momento. El primer disco de Branca, Imposible, de 2008. Se llama así, porque de todas las movidas, de todo el esfuerzo, nos parecía imposible ya sacar un disco. Ahora: ¿Es imposible que un ciego pinte? Y no… tuvimos la oportunidad de hacer un disco con 18 cuadros pintados por artistas no videntes, y abrís el disco y mide dos metros ochenta y tenés 17 canciones, y cada letra tiene su cuadro. El segundo disco también, pensamos que la música es para compartirla, es el llegar, es dar: Convidá, lo abrís y tenés que romper el troquel, y tenés dos discos iguales, un disco doble del mismo
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disco, entonces te quedás con uno y convidás el otro. En Todos los cueros, la misma canción, sentimos que era un momento en el que ya las letras van muy inmersas dentro de cada uno, las llevás tatuadas para todos lados, más allá de que no las tengas pintadas”. Martín agregó: “es que sentimos que está buenísimo que alguien se compre el disco pero también creemos que el que no se puede comprar el disco se lo baje de internet. Pensamos que es mucho más interesante hacer algo que el pibe diga “lo tengo que tener”, a que venga un cana, te ponga una pistola en la cabeza y te diga “o lo comprás o no lo tenés” entonces, elegimos correr ese riesgo. Preferimos decir “bajátelo de internet” pero no vas a tener todo esto. En un país donde la gente no gana lo que tiene que ganar, donde tenemos tanta gente bajo el nivel de pobreza, querés obligar a un tipo a comprar un disco a $40 o $50, y encima no le das nada que lo valga, lo estás obligando a comprar una caja de plástico con cuatro hojas. Ojo, me parece súper válido que no resulte tentador comprar una caja de plástico, igual a
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miles de otras, que no le encuentres sentido al soporte. Cuando hicimos el disco, Insoportable pensamos en una edición exclusiva para internet, no tiene soporte físico real, de ahí el nombre. De esta forma, el disco está editado a nivel mundial, si lo editás en China es igual, y eso no pasó nunca porque las imprentas de Alemania no son iguales a las de acá”. TODOS CANTAN LA MISMA CANCIÓN, LIBERTAD, AHÍ ME VOY De ser una banda que convocaba amigos y familiares a llenar La Trastienda o micros hasta la localidad de 9 de Julio. Gente que atraviesa la ciudad y el campo con el equipo de mate, para ver a Brancaleone en Lobos, o en Mataderos, así el número de seguidores aumenta año a año, y son ellos los que difunden de boca en boca pero no se conforman con la cantidad de shows que brinda la banda. Martín dijo que “hay personas que sienten cosas y bandas que tocan canciones. Y el tipo que tiene una banda, y cree que tiene gente, no
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se da cuenta que la gente es la que tiene la banda, la gente es la que tiene la canción. Grabás una canción, que se pone a dar vueltas y ya no es más tuya. Ya no sos el dueño. Así pensamos también cuando vamos a tocar. El objetivo de nuestras canciones es llegar. Y lo vivimos desde ese lugar. Además pasó sobre todo en los últimos años, se diluyeron los límites entre un público y el otro, por eso bajamos del escenario, esa plataforma que nos aleja por momentos de la gente. Preferimos hacer algo que se construya entre todos los que estamos en un lugar al mismo tiempo. Branca no más pone el lugar para tocar y las canciones, y la gente puede demostrar que no le gustó, diciéndotelo, sentándose, no aplaudiendo, no yendo de vuelta. Es una comunicación. Así entendemos los shows, como una conversación y no un discurso de un tipo bajándome línea. Y cuando eso pasa, se nota. Genera una conexión que sobrepasa todo sentido. Y nos pone más que contentos, nos emociona”.
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EL AMOR COMO INGREDIENTE ESENCIAL Mauricio Ponce es vecino y voluntario. Cocina para niños y jóvenes en el Hogar Dios Proveerá. Participa en la Fundación Hechos bajo el programa Quilmes mi casa. Además colabora para quitar del paisaje urbano al chico de la calle. Por ALDANA ARENA
La mesa está servida: budín de mandarina, jugo de naranja y torta de manzana y canela y mate dulce. Una familia sentada alrededor de la mesa, espera. Mauricio y Cecilia nos reciben como si fuéramos amigos de toda la vida, como si nuestra visita fuese un honor para ellos. Es que el espíritu de servicio se percibe en toda la casa. Habíamos llevado alfajorcitos de maicena para compartir, y Cecilia me mira y reta: “Te lo digo desde ya: eso te lo llevas de vuelta a tu casa”. Mauricio Ponce tiene 37 años. Nació el 2 de marzo de 1976 en Marcos Paz, un pueblo en el límite del Conurbano. Está casado con Cecilia y tienen dos hijos: Agustín, de 16 años, y Patricio, de 10. Viven en Quilmes Oeste, en una casa sencilla, de esas en las que uno entra y se siente el ambiente hogareño. Eso es lo que llama la atención
allí: no la mesa del living de estilo vintage, ni la pizarra en el comedor que cita un salmo bíblico, ni la guitarra de Pato sobre el sillón -que más tarde musicalizará la charla desde su pieza-, sino la actitud de toda la familia al recibirnos, haciéndonos sentir como en casa.Mauricio llegó del trabajo hace una hora, se lo ve algo cansado, “a esta hora suelo dormir la siesta”, dice. Está vestido de camisa y pantalón. Su pelo es color castaño oscuro, al igual que el de sus ojos, y es un hombre de gran contextura física. Más tarde nos enteraremos que su cuerpo no sólo es grande, sino también su corazón. Trabaja como empleado en un diario local de la ciudad, Perspectiva Sur. Es cocinero en la Fundación Hechos, en el programa Quilmes Mi Casa, que tiene como objetivo la acogida a niños y adolescentes en situación de calle en Quilmes centro.
Aunque Ponce esté tan arraigado a Quilmes, no es de allí. Su historia no es sencilla. Mauricio nació en Marcos Paz, era el más pequeño de tres hermanos, sus papás se divorciaron cuando apenas tenía seis meses, y su madre biológica se llevó a uno de sus hermanos. Su otra hermana fue adoptada por una de sus tías, y él, por otra. Ambas hermanas de su papá. Ellas vivían en Quilmes, en la casa en la que Mauricio y su familia viven ahora. “Vivía con mis tíos biológicos, que fueron mis papás. No conocí a otros padres. Ellos ya tenían una hija, que [para mi] es mi hermana. Ellos son mi única familia”. Mauricio y Cecilia están juntos desde hace 18 años. Se conocieron en la escuela cuando tenían 14 años pero en ese momento eran sólo compañeros. Luego de tres años sin verse, volvieron a encontrarse, y se pusieron de novios.
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Fotos: Aldana Arena
plata. Y después, al año y pico de estar viviendo juntos, Ceci quedó embarazada. Nació Agustín y empezamos a armar nuestra vida, nuestra familia. Yo no sabía cómo hacerlo. Sabía que tenía una mujer y un hijo, y que esa era una familia pero de ahí a saber cómo armarla y construirla, era algo muy difícil. También es real que no era una persona madura, tenía 20 años. Fueron momentos muy lindos, y también, a veces, complejos, porque no teníamos experiencia. Y desde lo económico tampoco fue fácil”. Después de 6 años, tuvieron a Patricio. “Nos pasó algo importante en la vida de nuestra de pareja. Después de que nació Patricio y Agustín ya tenía 4 o 5 años, nos empezamos a conocer de nuevo, y es como que me enamoré de nuevo de ella [de Cecilia]. Porque teníamos un matrimonio bastante ahogado, teníamos que criar a nuestros hijos que eran chicos, y había que estar todo el tiempo encima. Nosotros desde los 20 años hasta los 30, nunca más habíamos salido solos, ni estado solos. Y bueno, nos re-enamoramos”. CAMBIO RADICAL: FE Y VOLUNTARIADO
Cecilia también tiene 37 años y es costurera. Ponce mira a su esposa y señala “es increíble, lo que me enamoró de ella –que es algo con lo que reniego siempre- fue su forma de ser. Y en general, todo. Todo me gustó de ella”.
Al poco tiempo, cuando tenían apenas 18 años, decidieron juntarse y se instalaron en la planta alta de la casa de los padres de Mauricio: “No teníamos ni idea de lo que hacíamos (ni plata). Creo que teníamos menos idea que
Hubo un suceso que atravesó la vida de Ponce, que lo marcó a él y su familia con un antes y un después, un hecho que modificó su manera de pensar, de analizar las situaciones y de relacionarse con las personas. “Conocí el amor de Dios”, dijo.
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“En la mayoría de los casos, quizás el vuelto no es el que uno da. Pero no lo hacemos por eso, sino porque creemos que son personas que merecen amor. Y frente a eso no hay fingimiento” Mauricio llegó a la Iglesia del Encuentro, de Quilmes centro, por medio de un vecino. Fue allí que sintió que necesitaba un cambio, y eligió creer en Dios. “Cuando fui, entré a un lugar y clima en los que nunca había estado. Yo era importante para personas que conocía poco, realmente les importaba. Es difícil que alguien te preste un oído para hablar, que le interese lo que te pasa. Me sorprendió eso. Empecé a ir de a poco. Ahí pude conocer realmente el amor de Dios, y eso es lo que hoy me hace seguir yendo a la Iglesia. Busco el propósito de Dios en mi vida, cada día. Entre mates y budín, es inevitable basar la charla en su voluntariado en la Fundación Hechos. Es que Mauricio no es de esas almas caritativas que donan alimentos no perecederos o plata en campañas solidarias o cuando hay grandes catástrofes. No. Mauricio es un voluntario a tiempo completo. El programa Quilmes Mi Casa ofrece la cena para personas en situación de calle los lunes, miércoles y sábados en la estación de Quilmes. Y los jueves y viernes, recibe a niños y adolescentes en el hogar de niños “Dios proveerá” de Quilmes centro, para que los chicos se bañen, se pongan una nueva muda de ropa, merienden, jueguen y cenen. “Lo que quere-
mos demostrar y hacerles saber es que son personas dignas e importantes, porque es así. Y ellos no se toman como tales, porque la sociedad no los toma como tales. No sólo nosotros, hay un montón más de ONG que apuntan a esto. Hacemos algo que el Estado no realiza. Lo que pasa también es que parte de la sociedad lo toma como parte del paisaje urbano ver a chicos de 9 años durmiendo en la calle”, explicó. Mauricio es director de la cocina y el responsable de las actividades que se realizan los jueves en el Hogar. Sin embargo, no consideró que cocinar fuera su vocación, pero sentía ganas de colaborar con la causa y creía que esa era un área en la que podía servir. “En realidad me ofrecí a lavar los platos, y ahora soy el director de la cocina, pero nunca supe cocinar”, dijo entre risas. Todo comenzó hace cuatro años, cuando vio en la tapa del diario en el que trabaja que un grupo de personas se juntaban a elaborar un plan para solidarizarse con personas en situación de calle del centro de Quilmes. Una de esas personas era un amigo de él, se contactó para que le cuente más y así él y Cecilia empezaron a colaborar. “Al principio era muy difícil, no sa-
bíamos qué cantidades comprar. Hasta hoy, solamente por gracia de Dios, nunca la erramos al cálculo. Siempre hubo comida para que todos queden satisfechos. Y capaz que te sorprendía porque estabas en la plaza, y decías ‘hoy no hay 70 acá, hoy debe haber 100. Y ese día nosotros cocinamos para la misma cantidad de siempre, y también alcanzó”. Al preguntarle a Mauricio qué respuesta recibe por parte de los chicos, dijo que “en la gran mayoría de los casos, quizás el vuelto no es el que uno da pero no lo hacemos por eso. Sino porque creemos que son personas que merecen amor. Y frente a eso no hay fingimiento. Hace poco tuve una charla con ellos en el Hogar por una cuestión que se había presentado. Entonces al jueves siguiente nos hicieron un cartel gigante, escribieron el nombre de cada voluntario y pusieron ‘los queremos, sepan que son nuestra familia’. Creemos que el trabajo no es en vano, lo sabemos por convicción. Y los chicos también lo saben, porque perciben que cada uno hacemos esta tarea no por obligación, sino por amor a ellos. Y es difícil fingir eso”. Sin embargo, para Mauricio no siempre es fácil enfrentarse cara a cara con la realidad que viven los chicos en situación de calle. Es que, luego de colaborar en este
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tipo de causas, el cansancio es más emocional que físico, y hubo una vez que sintió la necesidad de colgar las cacerolas y el gorro y tomarse un tiempo. “Una vez llovía, era de noche y ya nos íbamos del Hogar. Cargábamos la camioneta. Los chicos nos ayudan, nos cuidan. Y le digo a uno de los ellos que nos ayudaba: ’bueno, andá a tu casa, llueve mucho’, y me dijo que no. Le insistí, y me respondió que tenía que vender unas tarjetitas, y ahí, todo mojado por la lluvia y con los ojos llorosos, me explicó que ‘si no llevo a mi casa $20, mi papá me pega’. Ahí se te empieza a romper la cabeza un poco, y pensé que ya no lo podía soportar. Si era por mí, vamos a su casa, me dice quién es el papá, y hacemos justicia por mano propia, lo que no corresponde, que
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nunca lo hice y nunca haré. Pero a veces pensás que esas situaciones ya no las podés soportar. Ese día fue difícil para mí, fue el momento en el que me di cuenta qué es lo que estaba haciendo, con qué personas nos vinculábamos. Hasta ese momento no me había dado cuenta de cuáles eran las situaciones de gravedad que tiene cada chico. Y vivís eso, y después llego a casa y Pato me dice ‘se me rompió el control de la Play’. Se te parte la cabeza a la mitad”. Por otro lado, se trata de un servicio que cambió mirada sobre la realidad por completo, y lo ayuda a ejercitar la paciencia y el amor: “Frente a los chicos que viven en situación de calle tenía muchos prejuicios. Creía que vivían así porque querían, y que no les interesaba cambiar. Y no es así. Hoy
“En realidad me ofrecí a lavar los platos, y ahora soy el director de la cocina, pero nunca supe cocinar”
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ejercito la paciencia, para decirle a una persona cinco veces ‘sentate y tomá la leche’, tenés que tenerla. Porque en mi casa si mi hijo no quiere tomarla, se la saco y que aprenda, pero acá no podés tomar esa decisión. ¿Y qué empieza a trabajar ahí? Primero, el amor, sino no lo haría; y segundo, la paciencia”. Un hombre simple, con la humildad y el amor como banderas, que apuesta por la comprensión y la paciencia, en lugar del rechazo y el prejuicio. Antes de irnos, intentamos levantar lo que había en la mesa y acomodar un poco. “Si levantás la mesa me ofendo”, dijo Mauricio, y Pato, su hijo, agregó: “Es más, llévate los alfajorcitos que trajiste”.
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PASIÓN, EL coloR prEFERIDO POR LOS HINCHAS El fútbol congrega a miles de personas todos los fines de semana. Un estudiante de intercambio de la UNQ se sienta en las gradas del Quilmes Atlético Club y observa con mirada española las sensaciones que provoca el fútbol argentino.
Por JOSÉ MANUEL PARRA AGUILAR Universidad Carlos III de España - Intercambio UNQ 2013 Que la pelota es redonda y el césped, verde, es algo conocido en todas partes del mundo. Sin embargo, que se viva el balompié con igual intensidad en los diferentes países del planeta es algo que queda lejos de la verdad. En comparación con España, a 11.800 kilómetros de Argentina se vive sumergido en una pasión incontrolada, donde la defensa de unos colores ocupa toda su esperanzas, alegría y frustración. Es pura entrega. Así se vuelve la cancha, así es Argentina. Era el minuto 40 del encuentro que se disputaba en el Estadio Centenario de Quilmes entre el local y Racing Club de Avellaneda, cuando Miguel Caneo agarraba una pelota suelta en el borde del área para colocar el 1 a 0 en el marcador. Era la undécima jornada del torneo y, más bien, parecía que Zinedine Zidane volvía a re-
galarle la Copa de Europa al Real Madrid once años después. Cinco minutos de celebración, abrazos entre desconocidos y los gritos de una afición enloquecida por la victoria avalan esta teoría. Es difícil explicar el por qué de un sentimiento, pues no se puede profundizar en razones ajenas del corazón. Sin embargo, también es verdad que doce gargantas juntas hablan más alto que cuatro. Así, con capacidad para 30.500 personas, la cancha de Quilmes, el Estadio Centenario, tiene un aforo superior en más de 5.000 asientos al estadio, por ejemplo, del Real Valladolid, conjunto que ocupa igual posición que el equipo cervecero en la liga española. No obstante, aún existen estadios más pequeños en la península ibérica, de clubes que, además están de manera actual en la zona alta de la tabla. El Madrigal, esta-
dio del Villareal, cuarto clasificado, posee una extensión justa para 22.000 personas, mientras que el Coliseum Alfonso Pérez, cancha del sexto clasificado, el Getafe, apenas puede contener a 17.000 butacas.Incluso con la prohibición de permitir la entrada a la afición visitante al campo, semana tras semana, la cancha de Quilmes crea un ambiente único que sólo estadios como el del Real Madrid o Barcelona, por amplitud, pueden igualar. Es esta ley, una muestra más de la intensidad del ambiente que se crea en torno al terreno de juego durante los 90 minutos de juego y su eventual continuación. La defensa de unos colores y la exaltación de lo que creemos que es justo lleva a situaciones incontrolables, donde la razón pasa a segundo plano. Así momentos de violencia que acaban con desgra-
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Foto: Román Sledz/Fui a la Pelota
cias y heridos, como ocurrió el pasado 11 de junio de 2013 con la muerte de Javier Geréz, un hincha de Lanús y su asesinato posibilitó la creación de una medida, cuya finalidad es evitar nuevos hechos violentos como resultado de la exaltación que el fútbol provoca en Argentina. Hasta el momento, tres personas murieron en 2013 y doce fueron registrados durante la temporada anterior. También es diferente la forma en que las gradas están organizadas dentro del estadio. Si bien también existen plateas en España, tribunas y las populares, que es-
tán reguladas por un decreto ley de 1998, que impone, en consonancia con las normas de la FIFA y de la UEFA, que las localidades sean numeradas y con asientos para todos los espectadores. En Argentina, sin embargo, las entradas populares no incluyen un asiento, lo que permite abaratar su precio y una mayor entrada de gente a la cancha. El ambiente vivido de pie, en consonancia con miles de personas en igual situación, mezclado con los cánticos, brincos y un poco de alcohol previo, provoca un incremento en la cantidad de adrenalina en el cuer-
po, lo que hace que el individuo se excite y se involucre más rápido con lo que vive en ese momento. Además, todo gira en torno al mito real e incomprobable de cómo los argentinos se apasionan con aquello con lo que se involucran. No es de extrañar que haya más de 11.000 psicoanalistas en el territorio, o que los gritos e insultos del señor que siempre se sienta en la zona alta de la platea del estadio lleguen claros al árbitro, 30 filas abajo. Así se vive el deporte en la cancha de Quilmes. Con pasión, corazón y sentimiento. Como el fútbol. Como Argentina.
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DOS CAÑOS Y UN SOMBRERO Las anécdotas de la infancia, la amistad y el fútbol emergen en este relato inspiradas en la novela El origen de la tristeza, de Pablo Ramos.
Por AGUSTÍN ESPADA Cuando sentí el piedrazo en la ventana –que por cierto no había sido el primero-; después me enteraría de que había sido el cuarto o el quinto me dí cuenta de que me había quedado dormido en la tarde más importante de mi corta existencia. Saqué la cabeza por la ventana y lo vi al “Corto” esperándome en la vereda con una cara de odio reconocible a kilómetros de distancia. Algo de razón tenía, aunque no toda. Para los dos esa tarde representaba una oportunidad única y especial, era nuestra oportunidad, la estábamos esperando desde el abril pasado, una espera mesiánica para dos borregos de sexto grado. “Oportunidad”, para nosotros no existían las oportunidades en ese entonces, las cosas simplemente pasaban, se daban, se hacían, pero no representaban “oportunidades”, eso fue algo que con el tiempo aprendimos que se referían a esos acontecimientos que podían generar algún tipo de
cambio en nuestro futuro. Claro, qué íbamos a saber nosotros de oportunidades si apenas podíamos machetearnos las partes de una célula en la parte de atrás de una regla de 20 cm. No nos estoy subestimando, para nada, machetearse es un arte: a buen macheteador, pocas palabras. El “Corto” no era lo que se decía un bruto macheteador, tampoco era un bruto estudiante, en fin, era un bruto a secas. Y yo no era el Flaco Spinetta pero sabía guitarrear bastante así que nos sentábamos juntos y así habíamos conseguido llegar hasta sexto grado juntos, lo que era realmente sacarle agua a las piedras en el caso del “Corto”. Lo de él era otra cosa, amaba jugar al fútbol, iba a ser lo suyo definitivamente. Cuando sonaba el timbre del recreo ya tenía armado debajo del banco un enjambre de cinta y papel que 10 minutos después se transformaría en la mejor pelota de Sarandí. Muchas veces terminamos sentados juntos, hombro
con hombro, frente a la directora para explicar la nueva rotura de un vidrio, pero era un precio que estábamos dispuestos a pagar por más que, en mi caso, me dejara un saldo de una semana sin cruzar al taller de papá. En casa teníamos timbre pero la elección del piedrazo tiene una razón: a mi mamá no le gustaba un carajo que yo anduviera con el “Corto”, vivía en el Docke y era el menor de 6 hermanos, por lo cual contaba con algunas concesiones en su casa de las cuales yo no gozaba. Además, los hermanos más grandes estaban siempre dispuestos a facilitarnos algo de vino costero a cambio de que llevásemos algunos recados a las chicas más grandes de nuestro colegio. Sin embargo había otra razón por la cual esa tarde yo debía lograr salir de casa sin ser detectado: mi mamá tampoco aprobaba el hecho de que me fuera a “probar” en Arsenal. No quería saber nada con que mi hermano o yo jugáramos
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al fútbol y mi viejo no se oponía –claro, cómo se iba a poner si él era de madera terciada-. Con mi hermano no había tenido problemas, no jugaba mal pero siempre le tiró más la música. Conmigo no corrió la misma suerte. Bajé como una sombra la escalera y salí de casa en silencio. El “Corto” me estaba por reventar la cara de una trompada pero supongo que no lo hizo porque nos hubiese retrasado aún más. Cruzamos la Avenida Mitre y caminamos por abajo del Viaducto hasta llegar a la cancha de Arsenal. Para nosotros, ese cuadrado de pasto con veinte escalones de madera alrededor era el mismísimo Coloso de Roma. Al “Corto” ya lo habían rebotado en Independiente y en Dock Sud, le decían que era demasiado petiso para su categoría, que volviese el siguiente verano, cuando pegara el “estirón”. Foto: Sergio Quintana/ Dock Sud en ascenso
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No hay nada que un pibe de 12 años espere más que el “estirón”. Con Papá Noel y los Reyes Magos enterrados, el “estirón” pasa a ocupar un lugar bisagra en la vida de cualquier púber que ve como va adelantando puestos en la fila del colegio año tras año. Lo mejor no es ser el primero ni el último, en ambos casos quedás expuesto a la cruel cargada de todos, lo cual es un anticipo de lo que la vida te depara: si sobresalís por algún motivo nosotros, los de la media, los “normales”, vamos a hacer todo lo posible para hacerte sentir una mierda. Y así lo hacían sentir al “Corto” que sólo se encontraba por detrás de Gustavito en la fila, un verdadero pekinés del primario. La prueba fue un fiasco, era la primera vez que me ponía botines para jugar en pasto y el técnico –a primer golpe de vista no aparentaba haber corrido un colectivo
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en los últimos 25 años– me puso por la punta derecha a marcar al “7” del equipo de Inferiores. El resultado fue el obvio: después de dos revolcones en vano por el lateral y que me tirara dos caños y un sombrero, el técnico decidió, para evitarme el papelón, que lo mejor era sacarme, con tan sólo 20 minutos en cancha, récord en mi curso, ninguno de los chicos que se habían probado habían durado menos de un tiempo jugando pero a mí me tocó bailar con la más fea. Horrenda. Me acuerdo de haber vuelto a casa pensando cómo un chico de mi edad podía ser tan alto y correr tan rápido. Definitivamente mi ilusa ilusión de jugar al fútbol había quedado soterrada después de semejante prueba. Me sentía tan boludo de haber creído que podía servir para el fútbol que nunca más me probé en ningún club, lo mejor era intentar conseguir la Gloria –con mayúscula– por otro lado. El Corto no corrió con igual suerte, tuve que quedarme a esperarlo mientras el técnico le decía que debía volver a entrenarse de lunes a viernes de 4 a 6 de la tarde, pero eso no fue lo peor. Peor fue tener que escuchar todos los días en el colegio sus anécdotas del entrenamiento del día anterior. De todas formas la tortura duró poco. No sé si fue por venganza o qué pero poco a poco dejé de ayudarlo en las pruebas, terminaba y entregaba, la consecuencia fue lógica: el año siguiente el Corto no pasó de año y yo no tuve que sufrir como mi compañero de banco cumplía su sueño mientras que el mío había sido pisoteado por dos caños y un sombrero.
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