44
Martes 28 de Marzo de 2017 | GRANADA HOY
ACTUAL HISTORIA
● El libro ‘JFK. El hombre. El líder. El presidente’, de Salvador Rus, traza un retrato del político
americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato
Kennedy: la gestación de un referente B. Ortiz
“¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?”, se cuestiona Salvador Rus en JFK. El hombre. El líder. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. “¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?”, pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años –1.032 días duró su presidencia–, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato. Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. “No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno”, asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para “intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ”: de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald –Honey Fitz–, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, influyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos “un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al
HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Portada de la obra.
menos estar entre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior”. JFK. El hombre. El líder. El presidente, que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación
de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando “se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado”, analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, “hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas”. El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos –aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Profiles in Courage, un libro por el que conquistaría el
Pulitzer– en planificar su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones
El ensayo cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor con los medios –muchas de sus ruedas de prensa fueron televisadas–, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. “No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio”, se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que “algunos historiadores piensan que el asunto de los
derechos civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político”. En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar “intercontinentalmente”, lo que, dijo, “nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza”, conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. “Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo”. Rus cree que, en la política internacional, el balance es “equilibrado y positivo”, pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con “prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad” le costó “convivir” con la “gran inestabilidad” de la Guerra Fría.
49
MÁLAGA HOY | Martes 28 de Marzo de 2017
CULTURA Y OCIO HISTORIA
● El libro ‘JFK. El hombre. El líder. El presidente’, de Salvador Rus, traza un retrato del político
americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato
Kennedy: la gestación de un referente B. Ortiz
“¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?”, se cuestiona Salvador Rus en JFK. El hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. “¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?”, pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años –1.032 días duró su presidencia–, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato. Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. “No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno”, asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para “intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ”: de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald –Honey Fitz–, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, influyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos “un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al
HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Portada de la obra.
menos estar entre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior”. JFK. El hombre. El líder. El presidente, que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación
de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando “se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado”, analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, “hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas”. El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos –aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Profiles in Courage, un libro por el que conquistaría el Pu-
litzer– en planificar su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones
El ensayo cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor con los medios –muchas de sus ruedas de prensa fueron televisadas–, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. “No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio”, se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que “algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos
civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político”. En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar “intercontinentalmente”, lo que, dijo, “nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza”, conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. “Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo”. Rus cree que, en la política internacional, el balance es “equilibrado y positivo”, pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con “prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad” le costó “convivir” con la “gran inestabilidad” de la Guerra Fría.
46
Martes 28 de Marzo de 2017 | EUROPA SUR
CULTURA Y OCIO HISTORIA
● El libro ‘JFK. El hombre. El líder. El presidente’, de Salvador Rus, traza un retrato del político
americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato
Kennedy: la gestación de un referente B. Ortiz
“¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?”, se cuestiona Salvador Rus en JFK. El hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. “¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?”, pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años –1.032 días duró su presidencia–, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato. Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. “No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno”, asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para “intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ”: de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald –Honey Fitz–, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, influyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos “un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar en-
HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Portada de la obra.
tre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior”. JFK. El hombre. El líder. El presidente, que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación
de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando “se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado”, analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, “hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas”. El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos –aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Profiles in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer–
en planificar su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios –muchas de sus ruedas de
El ensayo cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor prensa fueron televisadas–, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. “No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio”, se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que “algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos
civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político”. En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar “intercontinentalmente”, lo que, dijo, “nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza”, conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. “Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo”. Rus cree que, en la política internacional, el balance es “equilibrado y positivo”, pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con “prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad” le costó “convivir” con la “gran inestabilidad” de la Guerra Fría.
44
Martes 28 de Marzo de 2017 | DIARIO DE JEREZ
CULTURA Y OCIO HISTORIA
● El libro ‘JFK. El hombre. El líder. El presidente’, de Salvador Rus, traza un retrato del político
americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato
Kennedy: la gestación de un referente B. Ortiz
“¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?”, se cuestiona Salvador Rus en JFK. El hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. “¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?”, pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años –1.032 días duró su presidencia–, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato. Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. “No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno”, asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para “intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ”: de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald –Honey Fitz–, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, influyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos “un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar en-
HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Portada de la obra.
tre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior”. JFK. El hombre. El líder. El presidente, que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación
de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando “se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado”, analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, “hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas”. El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos –aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Profiles in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer–
en planificar su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios –muchas de sus ruedas de
El ensayo cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor prensa fueron televisadas–, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. “No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio”, se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que “algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos
civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político”. En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar “intercontinentalmente”, lo que, dijo, “nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza”, conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. “Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo”. Rus cree que, en la política internacional, el balance es “equilibrado y positivo”, pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con “prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad” le costó “convivir” con la “gran inestabilidad” de la Guerra Fría.
43
EL DÍA DE CÓRDOBA | Martes 28 de Marzo de 2017
CULTURA Y OCIO HISTORIA
● El libro ‘JFK. El hombre. El líder. El presidente’, de Salvador Rus, traza un retrato del político
americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato
Kennedy: la gestación de un referente B. Ortiz
“¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?”, se cuestiona Salvador Rus en JFK. El hombre. El líder. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. “¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?”, pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años –1.032 días duró su presidencia–, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato. Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. “No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno”, asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para “intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ”: de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald –Honey Fitz–, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, influyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos “un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al
HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Portada de la obra.
menos estar entre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior”. JFK. El hombre. El líder. El presidente, que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación
de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando “se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado”, analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, “hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas”. El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos –aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Profiles in Courage, un libro por el que conquistaría el
Pulitzer– en planificar su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones
El ensayo cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor con los medios –muchas de sus ruedas de prensa fueron televisadas–, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. “No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio”, se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que “algunos historiadores piensan que el asunto de los
derechos civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político”. En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar “intercontinentalmente”, lo que, dijo, “nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza”, conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. “Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo”. Rus cree que, en la política internacional, el balance es “equilibrado y positivo”, pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con “prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad” le costó “convivir” con la “gran inestabilidad” de la Guerra Fría.
52
Martes 28 de Marzo de 2017 | DIARIO DE ALMERÍA
CULTURA Y OCIO HISTORIA
● El libro ‘JFK. El hombre. El líder. El presidente’, de Salvador Rus, traza un retrato del político
americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato
Kennedy: la gestación de un referente B. Ortiz
“¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?”, se cuestiona Salvador Rus en JFK. El hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. “¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?”, pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años –1.032 días duró su presidencia–, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato. Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. “No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno”, asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para “intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ”: de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald –Honey Fitz–, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, influyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos “un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar en-
HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Portada de la obra.
tre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior”. JFK. El hombre. El líder. El presidente, que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación
de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando “se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado”, analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, “hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas”. El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos –aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Profiles in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer–
en planificar su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios –muchas de sus ruedas de
El ensayo cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor prensa fueron televisadas–, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. “No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio”, se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que “algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos
civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político”. En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar “intercontinentalmente”, lo que, dijo, “nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza”, conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. “Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo”. Rus cree que, en la política internacional, el balance es “equilibrado y positivo”, pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con “prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad” le costó “convivir” con la “gran inestabilidad” de la Guerra Fría.
34
Lunes 27 de Marzo de 2017 | HUELVA INFORMACIÓN
CULTURA Y OCIO HISTORIA
● El libro ‘JFK. El hombre. El líder. El presidente’, de Salvador Rus, traza un retrato del político
americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato
Kennedy: la gestación de un referente B. Ortiz
“¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?”, se cuestiona Salvador Rus en JFK. El hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. “¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?”, pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años –1.032 días duró su presidencia–, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato. Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. “No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno”, asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para “intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ”: de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald –Honey Fitz–, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, influyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos “un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar en-
HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Portada de la obra.
tre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior”. JFK. El hombre. El líder. El presidente, que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación
de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando “se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado”, analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, “hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas”. El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos –aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Profiles in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer–
en planificar su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios –muchas de sus ruedas de
El ensayo cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor prensa fueron televisadas–, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. “No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio”, se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que “algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos
civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político”. En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar “intercontinentalmente”, lo que, dijo, “nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza”, conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. “Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo”. Rus cree que, en la política internacional, el balance es “equilibrado y positivo”, pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con “prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad” le costó “convivir” con la “gran inestabilidad” de la Guerra Fría.
33
DIARIO DE SEVILLA | Lunes 27 de marzo de 2017
CULTURA Y OCIO HISTORIA
● El libro ‘JFK. El hombre. El líder. El presidente’, de Salvador Rus, traza un retrato del político
americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato
Kennedy: la gestación de un referente B. Ortiz
“¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?”, se cuestiona Salvador Rus en JFK. El hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. “¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?”, pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años –1.032 días duró su presidencia–, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato. Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. “No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno”, asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para “intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ”: de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald –Honey Fitz–, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, influyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos “un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar en-
HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Portada de la obra.
tre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior”. JFK. El hombre. El líder. El presidente, que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación
de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando “se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado”, analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, “hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas”. El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos –aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Profiles in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer–
en planificar su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios –muchas de sus ruedas de
El ensayo cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor prensa fueron televisadas–, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. “No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio”, se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que “algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos
civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político”. En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar “intercontinentalmente”, lo que, dijo, “nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza”, conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. “Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo”. Rus cree que, en la política internacional, el balance es “equilibrado y positivo”, pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con “prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad” le costó “convivir” con la “gran inestabilidad” de la Guerra Fría.
JFK
LAS VENTANAS DEL CIELO
LA DAMA DEL NILO
Homenaje al hombre y al mito de un presidente
Relato apasionante de un aventurero del siglo XV
El valor de una reina para liderar un imperio
Autor Salvador Rus Editorial LID Precio 19,90 €
Autor Gonzalo Giner Editorial Planeta Precio 22,50 €
Autor Pauline Gedge Editorial Pàmies Precio 19,95 €
E
E
U
n 2017 se cumple el primer centenario del nacimiento de John Fitzgerald Kennedy. Un hombre que, a pesar de haber estado al frente de la presidencia de su país solo 1.032 días, marcó un antes y un después en la historia tanto de los Estados Unidos como del resto del mundo. Y lo hizo de tal modo que ha pasado a ser un verdadero mito. Su éxito le ha permitido convertirse en un icono, en una imagen, que permanece en la memoria, porque su estilo de hacer política, diferente, joven, fresco e innovador, marcó a su generación y su influencia se ha dejado sentir en otras muchas. Este libro cuenta con la opinión de personas que le conocieron, muestra al presidente que traspasaba los límites tradicionales que imponía el cargo, al hombre que pensaba en grande y trataba siempre de llegar más lejos, más allá de las exigencias de la situación. Además contiene diez discursos que muestran algunos aspectos fundamentales y críticos de su vida política. Finalmente, se transcribe el último discurso que llevaba preparado para el Trade Mart en el momento que fue abatido a tiros. La obra hace un recorrido por la historia de la familia Kennedy-Fitzgerald, la formación del malogrado presidente y su entrada en política, además de la amplia influencia ha ejercido desde entonces en las siguientes generaciones.
n el siglo XV, en Burgos, comienza el relato de este libro que nos hará conocer al hijo de un mercader de lanas, Hugo de Covarrubias enfrentado a su hermano en un reto desigual, por la diferencia de interés en el mismo. En el año 1474 el protagonista de este relato apasionante decide renunciar al destino que su padre le ha marcado. Su decisión hace que abandone Burgos, pero también a Berenguela, su íntima amiga, y a su ambicioso hermanastro Damián, que ansía hacerse con la empresa familiar. Pero todo cambia al descubrir que su padre está siendo traicionado. Se ve obligado a huir para salvar la vida embarcándose en un ballenero vasco, en el que conoce a Azerwan, un fascinante hombre que se define como contador de leyendas y con quien compartirá en África un prometedor negocio de venta de sal. La venganza le hace escapar de nuevo, esta vez con una mujer, Ubayda, y un extraordinario halcón, Aylal, en busca de su verdadero destino, aprender el arte de las vidrieras. No podemos desvelar más, porque el libro atrapa al lector de forma apasionada, como en una historia de aventurar imparable, con detalles importantes en cuanto a aportación de datos y conocimiento de ese interesante mundo de luz y color que podemos disfrutar en las catedrales de todo el mundo desde aquella lejana época.
n faraón tenía que asegurar su descendencia y al mismo tiempo debía cumplir con las tradiciones del Egipto milenario sobre la sucesión en el trono del país del Nilo. Pero Tutmosis I rompió con todos los esquemas al proclamar a su hija Hatshepsut, con tan solo quince años, emperatriz de Egipto. Esto ocurría mil seiscientos años antes de la aparición de Cleopatra y marcaba un antes y un después entre los amos del país de las pirámides. Y no debía ser una decisión casual del faraón, ya que su hija era inteligente, buena administradora, audaz en la guerra y sobre todo una soberana plenamente entregada a su pueblo. Esta Dama del Nilo debió hacerlo bien, ya que el legado es importante, como muestra el impresionante templo que se conserva y lleva su nombre, en la orilla oeste y junto al valle de los reyes. Sin duda soportó los ataques e intrigas de una corte no acostumbrada a esta novedad en el género del máximo mandatario del país. Además, el momento álgido de su mandato coincide con el apogeo del imperio de los faraones, algo sin duda complicado de gestionar. El libro refleja muchos acontecimientos de la época con una expresión de fácil lectura, tanto para neófitos como avezados seguidores de la egiptología. Además el autor ha derrochado imaginación en los cuidados diálogos que jalonan la obra, para dar un tono natural a esta novela histórica.
95
63
EL ECONOMISTA SÁBADO, 11 DE MARZO DE 2017
Evasión
Los bancos centrales ante la crisis El comentario de Juan Velarde
A
partir del 15 de septiembre de 2008 –la jornada presidida por la quiebra de Lehman Brothers–, surgió en todo el mundo el tema de si, a partir de ese momento, se iniciaba no un simple tropiezo de la realidad crediticia norteamericana, vinculada en más de un aspecto a planteamientos relacionados con la política social, sino el desplome, como cuando en el otoño de 1929 comenzó una crisis bursátil que fue despreciada por el presidente Hoover cuando lanzó aquella frase famosa de que el desarrollo estaba “just around the corner”. Lo que estaba exactamente tras aquella esquina fue la Gran Depresión, que afectó a todo el mundo. En 2008, quizá como enmienda, los Bancos centrales decidieron actuar. Y lo interesante es conocer cómo lo hicieron. Adelanto que ésta es una cuestión que empapa al Banco de España. Recientemente, como consecuencia de la crisis de las Cajas de Ahorros, se han dicho sobre sus responsabilidades más datos inexactos que exactos multitud de veces. Concretamente, el asunto de las Cajas de Ahorros fue derivación de lo que una política económica, mal conducida, adoptó a partir de la crisis bancaria de 1977. El problema derivado no tenía nada que ver con el Banco de España, sino con la política económica, porque, lo decía con claridad Jaime Terceiro en su magnífi-
GETTY
ca exposición que nunca será suficientemente alabada, Singularidades en el sistema financiero español: la situación de las Cajas de Ahorros, aparecida en Información Comercial Española, diciembre 1995, al indicar que las decisiones que el Sector Público había adoptado eran “a veces excesivamente tímidas y, por consiguiente, estamos lejos de haber conseguido un fundamento jurídico y económico satisfactorio”. Sólo a efectos históricos, el ministro de Economía y Hacienda era Pedro Solbes, en un Gobierno de Felipe González. En relación con esa cuestión de los Bancos centrales ante el freno a un avance de la Gran Depresión, la consulta de esta aportación es, a mi juicio, muy importante. Considero que, desde el punto de vista científico, uno de los papeles más valiosos de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras es la de abrir la ventana hacia realidades económicas exteriores. Reciente-
La politique monétaire à la lumière de la crise Jean-Pierre Danthine Academia de Ciencias Económicas y Financieras Barcelona, 2016, 79 + 7 págs.
Jean-Pierre Danthine
Ha sido vicepresidente del Consejo de Administración del Banco Nacional de Suiza y jefe del Departamento de Estabilidad Financiera, Efectivo, Finanzas y Riesgo entre abril de 2012 y junio de 2015.
‘Dejemos de perder el tiempo’
‘El derecho para no juristas’
Ignacio Buqueras y Jorge Cagigas LID Editorial 19,90 euros 192 páginas
Alfred Font Barrot y José Luis Pérez Triviño Deusto 14,95 euros 160 páginas
mente comenté en esta sección de elEconomista el interés derivado de que esta Real Academia hubiese proporcionado noticias sobre la política económica actual de Bielorrusia. Y en este caso, con esta aportación de Jean-Pierre Danthine, el sumo interés reside en que se trata de una consideración sobre esa reacción de los Bancos centrales a partir de 2008 para impedir la aparición, de nuevo, de una Gran Depresión, y esto ofrecido por un experto que lo presenta después de una importante vida académica, pero que también tiene las noticias fundamentales sobre esta cuestión por sus papeles de primera categoría, de los años 2010 a 2015 en el Banco Nacional Suizo. Bastan esas fechas para comprender que estuvo en primera fila para procurar evitar que, textualmente (página 19) apareciese una segunda Gran Depresión, porque el riesgo existía. Su postura, diríamos que inicial, es que la principal enseñanza que
‘JFK’ Salvador Rus LID Editorial 19,90 euros 336 páginas
los Bancos centrales han sacado de la Gran Depresión se vincula, precisamente, con la importancia de asegurar ante una crisis “un amplio aprovisionamiento de liquidez para la economía” (página 19) y sobre ello expone así el caso suizo: “El Banco Nacional Suizo desempeñó el papel de último prestamista de suministros líquidos a la UBS en octubre de 2008”. Y a esto hay que añadir otras decisiones del Sector Público. Y así es como considera que no existiese una “caída libre de la economía”, aunque admite que, sin embargo, eso no evitó que “las economías permaneciesen frágiles, que las tasas de paro fuesen altas y la recuperación, débil”. Por eso yo considero que la aportación más interesante de este trabajo es el estudio crítico que hace alrededor de los tipos negativos de interés (páginas 27 a 29). Y a la luz de todo esto, ¿se observa que el Banco de España haya hecho algún disparate? No parece.
‘La rueda del olvido’ Cari Ariño Ediciones B 17,00 euros 296 páginas
Los beneficios de optimizar el tiempo
Guía para enteder el sistema jurídico
El presidente que pensaba a lo grande
Una novela sobre el dolor del pasado
¿En el mundo empresarial, político e institucional se prefiere el presentismo frente a la optimización del tiempo? Este libro, que analiza la jornada laboral española, los almuerzos de trabajo, la eficacia de las reuniones, y hasta el prime time de las televisiones, relacionan nuestros horarios de trabajo con aspectos sociales como la baja natalidad o los divorcios, en los cuales España se encuentra a la cabeza de Europa.
El libro de los abogados Alfred Font Barrot y José Luis Pérez Triviño ya va por su cuarta edición. Y es que, además de los futuros juristas, estudiantes de otras carreras tienen en algún momento contacto con el derecho. Pensando en ello y también en las personas que, sin tener una formación jurídica, se interesan por el papel del derecho en sus vidas, se ha escrito El derecho para no juristas.
Este año se cumple el primer centenario del nacimiento de John Fitzgerald Kennedy, quien –después de tan solo 1.032 días al frente de la presidencia de Estados Unidos– marcó un antes y un después en la historia mundial. Este libro, en el que se cuenta con la opinión de personas que le conocieron, muestra al presidente que traspasaba los límites que imponía el cargo, al hombre que pensaba a lo grande.
La escritora aragonesa Cari Ariño se adentra, en su segunda novela, en las heridas del pasado. Tras sufrir un desengaño sentimental, la protagonista de la historia –fotógrafa de profesión– decide ir a Francia en busca de las huellas de un abuelo al que nunca conoció. Allí intimará con Julien, un bohemio guía de viajes que la pondrá en contacto con el viejo Baptiste, quien le contar á su propio pasado como exiliado.
10 ENFOQUE
MIÉRCOLES, 7 DE JUNIO DE 2017 abc.es
ABC
Con el apoyo de la Diputación
Palencia lleva hasta su hospital en el Sahara una ambulancia adaptada
El concejal de Servicios Sociales, en la camilla, en presencia de Ángeles Armisén y PolancoE
La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Palencia presentó ayer la adaptación de un vehículo todoterreno como ambulancia que enviará al Sáhara esta misma semana y que, según se prevé desde el colectivo, prestará servicio durante los próximos seis años, una adaptación que fue posible gracias al apoyo y colaboración de entidades e instituciones palentinas. La dotación viene a completar la reciente construcción de un hospital en tres meses, que ha tenido la aportación de la Diputación provincial. Al respecto, la presidenta de la institución, Ángeles Armisén, destacó que la colaboración con este colectivo «sirve para mejorar la calidad de vida y el acceso a los recursos entre aquellos que más lo necesitan».
Presentación en la Feria del Libro de Madrid
Rus Rufino completa su radiografía de Kennedy El catedrático y colaborador de ABC Salvador Rus Rufino presentó ayer en la Feria del Libro de Madrid «JFK, el hombre, el líder, el presidente», su último trabajo sobre uno de los políticos más emblemáticos de la historia justo en el año en que se cumple el centenario de su nacimiento. Esta obra viene a completar «Discursos (1960-1963) Una Presidencia para la Historia» (2013) publicada por el mismo autor con motivo del 50 aniversario de su muerte. El acto tuvo lugar ayer en la caseta 297 de la editorial Lid, y sirvió como previa a la presentación oficial de la publicación que tendrá lugar en unas semanas en el Congreso de los Diputados con la presencia de su presidenta, Ana Pastor, responsable además del prólogo del libro. Rus Rufino es Doctor en Filosofía e Historia y Profesor Titular de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de la Universidad de León.
MAÑANA CON ABC
ma.
Alia Qmega A L F A Y O M E G A
Una Iglesia rica
Los acentos de la oración
en cansinas
n i
El semanario del Arzobispado de Madrid se hace eco de las recientes palabras del Papa, que durante la celebración en Roma del cincuenta aniversario de la Renovación Carismática Católica aplaudió la diversidad de una Iglesia que reza con distintos acentos.
DE LIBROS CULTURA
Kennedy: la gestación de un referente
El libro 'JFK. El hombre. El líder. El presidente', de Salvador Rus, traza un retrato del político americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín. / HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE B. ORTIZ 27 Marzo, 2017 - 08:10h
"¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?", se cuestiona Salvador Rus en JFK. El
hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. "¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?", pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años -1.032 días duró su presidencia-, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato.
Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. "No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno", asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para "intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ": de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald -Honey Fitz-, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, in¡uyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos "un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar entre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior".
EL ENSAYO CUENTA CON UN PRÓLOGO DE LA PRESIDENTA DEL CONGRESO, ANA PASTOR JFK. El hombre. El líder. El presidente,que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando "se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado", analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, "hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas". El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos -aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Pro les in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer- en plani car su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios -muchas de sus ruedas de prensa fueron televisadas-, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. "No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio", se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que "algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político". En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar "intercontinentalmente", lo que, dijo, "nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza", conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. "Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo". Rus cree que, en la política internacional, el balance es "equilibrado y positivo", pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con "prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad" le costó "convivir" con la "gran inestabilidad" de la Guerra Fría.
DE LIBROS CULTURA
Kennedy: la gestación de un referente
El libro 'JFK. El hombre. El líder. El presidente', de Salvador Rus, traza un retrato del político americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín. / HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE B. ORTIZ 27 Marzo, 2017 - 08:10h
"¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?", se cuestiona Salvador Rus en JFK. El
hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. "¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?", pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años -1.032 días duró su presidencia-, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato.
Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. "No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno", asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para "intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ": de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald -Honey Fitz-, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, in¡uyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos "un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar entre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior".
EL ENSAYO CUENTA CON UN PRÓLOGO DE LA PRESIDENTA DEL CONGRESO, ANA PASTOR JFK. El hombre. El líder. El presidente,que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando "se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado", analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, "hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas". El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos -aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Pro les in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer- en plani car su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios -muchas de sus ruedas de prensa fueron televisadas-, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. "No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio", se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que "algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político". En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar "intercontinentalmente", lo que, dijo, "nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza", conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. "Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo". Rus cree que, en la política internacional, el balance es "equilibrado y positivo", pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con "prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad" le costó "convivir" con la "gran inestabilidad" de la Guerra Fría.
Retro Football TT Shirts
More than 140 different t-shirts for you. Buy Now. Worldwide shipping. coolligan.com
DE LIBROS CULTURA
Kennedy: la gestación de un referente
El libro 'JFK. El hombre. El líder. El presidente', de Salvador Rus, traza un retrato del político americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín. / HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE B. ORTIZ 27 Marzo, 2017 - 08:10h
"¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?", se cuestiona Salvador Rus en JFK. El
hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. "¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?", pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años -1.032 días duró su presidencia-, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su
empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato. Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. "No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno", asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para "intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ": de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald -Honey Fitz-, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, in¡uyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos "un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar entre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior".
EL ENSAYO CUENTA CON UN PRÓLOGO DE LA PRESIDENTA DEL CONGRESO, ANA PASTOR JFK. El hombre. El líder. El presidente,que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando "se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado", analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, "hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas". El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos -aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Pro les in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer- en plani car su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios -muchas de sus ruedas de prensa fueron televisadas-, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. "No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio", se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que "algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político". En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar "intercontinentalmente", lo que, dijo, "nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza", conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. "Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las
27/3/2017
Kennedy: la gestación de un referente
CULTURA CULTURA
Kennedy: la gestación de un referente
El libro 'JFK. El hombre. El líder. El presidente', de Salvador Rus, traza un retrato del político americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín. / HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE B. ORTIZ 27 Marzo, 2017 - 08:10h
"¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?", se cuestiona Salvador Rus en JFK. El
hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. "¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?", pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años -1.032 días duró su presidencia-, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su
http://www.diariodesevilla.es/ocio/Kennedy-gestacion-referente_0_1121288127.html
1/3
27/3/2017
Kennedy: la gestación de un referente
empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato. Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. "No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno", asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para "intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ": de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald -Honey Fitz-, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, in¡uyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos "un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar entre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior".
EL ENSAYO CUENTA CON UN PRÓLOGO DE LA PRESIDENTA DEL CONGRESO, ANA PASTOR JFK. El hombre. El líder. El presidente,que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando "se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado", analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, "hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas". El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos -aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Pro les in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer- en plani car su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios -muchas de sus ruedas de prensa fueron televisadas-, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. "No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio", se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que "algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político". En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar "intercontinentalmente", lo que, dijo, "nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza", conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. "Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las
http://www.diariodesevilla.es/ocio/Kennedy-gestacion-referente_0_1121288127.html
2/3
executive mba
Double Accredited. Part Time. Book your Appointment Now! sbs.edu/emba
DE LIBROS CULTURA
Kennedy: la gestación de un referente
El libro 'JFK. El hombre. El líder. El presidente', de Salvador Rus, traza un retrato del político americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín. / HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE B. ORTIZ 27 Marzo, 2017 - 08:10h
"¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?", se cuestiona Salvador Rus en JFK. El
hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. "¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?", pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años -1.032 días duró su presidencia-, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su
empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato. Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. "No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno", asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para "intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ": de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald -Honey Fitz-, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, in¡uyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos "un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar entre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior".
EL ENSAYO CUENTA CON UN PRÓLOGO DE LA PRESIDENTA DEL CONGRESO, ANA PASTOR JFK. El hombre. El líder. El presidente,que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando "se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado", analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, "hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas". El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos -aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Pro les in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer- en plani car su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios -muchas de sus ruedas de prensa fueron televisadas-, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. "No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio", se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que "algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político". En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar "intercontinentalmente", lo que, dijo, "nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza", conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. "Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las
Software de recursos humanos
Todo lo que Necesitas para Gestionar tus Empleados.Vacaciones, Bene cios, y Más factorialhr.com/software
DE LIBROS CULTURA
Kennedy: la gestación de un referente
El libro 'JFK. El hombre. El líder. El presidente', de Salvador Rus, traza un retrato del político americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín. / HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE B. ORTIZ 27 Marzo, 2017 - 08:10h
"¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?", se cuestiona Salvador Rus en JFK. El
hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. "¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?", pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años -1.032 días duró su presidencia-, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato.
Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. "No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno", asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para "intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ": de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald -Honey Fitz-, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, in¡uyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos "un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar entre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior".
EL ENSAYO CUENTA CON UN PRÓLOGO DE LA PRESIDENTA DEL CONGRESO, ANA PASTOR JFK. El hombre. El líder. El presidente,que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando "se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado", analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, "hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas". El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos -aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Pro les in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer- en plani car su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios -muchas de sus ruedas de prensa fueron televisadas-, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. "No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio", se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que "algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político". En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar "intercontinentalmente", lo que, dijo, "nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza", conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. "Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo". Rus cree que, en la política internacional, el balance es "equilibrado y positivo", pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con "prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad" le costó "convivir" con la "gran inestabilidad" de la Guerra Fría.
DE LIBROS CULTURA
Kennedy: la gestación de un referente
El libro 'JFK. El hombre. El líder. El presidente', de Salvador Rus, traza un retrato del político americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín. / HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE B. ORTIZ 27 Marzo, 2017 - 08:10h
"¿Quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?", se cuestiona Salvador Rus en JFK. El
hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. "¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?", pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años -1.032 días duró su presidencia-, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato.
Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. "No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno", asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para "intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés ": de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald -Honey Fitz-, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, in¡uyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos "un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar entre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior".
EL ENSAYO CUENTA CON UN PRÓLOGO DE LA PRESIDENTA DEL CONGRESO, ANA PASTOR JFK. El hombre. El líder. El presidente,que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando "se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado", analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, "hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas". El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos -aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Pro les in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer- en plani car su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios -muchas de sus ruedas de prensa fueron televisadas-, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. "No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio", se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que "algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político". En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar "intercontinentalmente", lo que, dijo, "nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza", conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. "Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo". Rus cree que, en la política internacional, el balance es "equilibrado y positivo", pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con "prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad" le costó "convivir" con la "gran inestabilidad" de la Guerra Fría.
CULTURA CULTURA
Kennedy: la gestación de un referente
El libro 'JFK. El hombre. El líder. El presidente', de Salvador Rus, traza un retrato del político americano a partir de sus orígenes y los principales problemas que encontró en su mandato Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín.
Foto de archivo tomada el 26 de junio de 1963 de John F. Kennedy mientras pronuncia un discurso en Berlín. / HEINZ-JÜRGEN GÖTTERT / EFE B. ORTIZ 27 Marzo, 2017 - 02:18h
"¿quién fue este joven presidente que murió con 46 años en pleno ejercicio de su cargo?", se cuestiona Salvador Rus en JFK. El
hombre. El lider. El presidente (LID Editorial), un libro que ahonda en los orígenes y el proyecto político de John Fitzgerald Kennedy. "¿Fue un producto de mercadotecnia (...)? ¿Era el instrumento dócil que se plegaba a las ambiciones de otros, como su padre o el grupo de colaboradores que le condujeron al éxito? ¿Tenía ideas propias o repetía aquello que le ponían por escrito? ¿Fue un renovador social o se movía de forma espasmódica sin un plan de acción?", pregunta Rus sobre un hombre que, pese a gobernar poco más de tres años -1.032 días duró su presidencia-, se ha mantenido en la leyenda, recordado por unos en su empeño de devolver la ética a la esfera política y su defensa de los derechos humanos y por otros como poco más que como un personaje carismático que, quizás por su asesinato, no terminó de cumplir sus promesas y cometió errores importantes, especialmente en política exterior, a lo largo de su mandato. Rus, que ya publicó en 2013 una selección de los discursos del líder norteamericano, explora con la colaboración de Eduardo Fernández García el entorno en el que creció Kennedy y que forjaría decididamente su carácter. "No cabe duda de que la familia fue el lugar donde JFK aprendió la importancia de la unión de diversos miembros para conseguir alcanzar las metas, que superan individualmente la capacidad de cada uno", asegura el autor, doctor en Filosofía, Historia y Derecho y catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad de León. Los abuelos del futuro presidente, tanto por la rama paterna como por la materna, ya habían encontrado en la política un medio para "intentar superar la barrera social que les imponía su origen irlandés
": de ellos, el abuelo materno, John F. Fitzgerald -Honey Fitz-, un tipo pícaro, extrovertido y seguro de sí mismo, in¡uyó especialmente en su nieto. El padre, Joseph P. Kennedy, prosperó como un hábil hombre de negocios y llegó a ser embajador en Inglaterra, pero pesó sobre su ánimo no haber triunfado como político. Por esta insatisfacción les inculcaría a sus hijos "un espíritu altamente competitivo. Les exigió que en todas las facetas de la vida deberían superar a los mejores, o al menos estar entre ellos. Por otro lado (...), les transmitió la necesidad de mantenerse unidos de cara al exterior".
EL ENSAYO CUENTA CON UN PRÓLOGO DE LA PRESIDENTA DEL CONGRESO, ANA PASTOR JFK. El hombre. El líder. El presidente,que cuenta con un prólogo de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, describe cómo todas las esperanzas puestas inicialmente en el primogénito de la familia, Joseph, se dirigen a John una vez que el primero fallece en la guerra. El joven JFK vive en sus años de formación experiencias decisivas: la estancia del padre en Inglaterra le permite conocer a Churchill; publica Why England Slept?, un libro sobre la actuación de Inglaterra en los años previos a la guerra que señalaría ya sus dotes como observador político; su alistamiento en el ejército acaba en un naufragio y con él condecorado como un héroe. Kennedy aprendería las claves de la política en sus años de congresista, cuando "se forjó una identidad pública propia al margen de su padre y de su familia. Se convirtió en un político de raza comenzando desde abajo y enredándose en asuntos con los que nunca antes se había enfrentado", analiza el libro. Cuando aspira al Senado, el joven ya ha entendido que mostrarse receptivo a las inquietudes de sus compatriotas será una de las claves de su éxito. En sus encuentros con los votantes, "hablaba de lo que los americanos querían oír y no de lo que el político de turno tenía interés de transmitir (...) JFK escuchaba con atención lo que los ciudadanos querían exponerle, les hablaba al oído, deseaba que cada ciudadano se sintiera escuchado, comprendido y tratado de forma exclusiva. Anhelaba mostrar que las preocupaciones y las ilusiones de ellos eran también las suyas". El ya senador volcará la misma inteligencia que despliega en sus análisis y textos -aprovecha un paréntesis por enfermedad para redactar Pro les in Courage, un libro por el que conquistaría el Pulitzer- en plani car su asalto a la presidencia, un propósito para el que se alió con Lyndon B. Johnson, al que no le unían simpatías personales pero cuyo respaldo reforzaría su candidatura en la campaña. En sus tres años en la Casa Blanca, Kennedy exhibió sus nuevas maneras de hacer política: respaldado por un equipo compacto, astuto en las relaciones con los medios -muchas de sus ruedas de prensa fueron televisadas-, supo implicar a la población en un proyecto político entre la esperanza y el pragmatismo. "No fue un gobernante que tendía hacia la utopía para encantar al auditorio", se apunta en el libro. Uno de los principales asuntos pendientes que tuvo que atender en política interior fue la segregación racial, origen de algunos episodios de violencia que ocurrieron durante su mandato. A pesar de que dedicó a la materia trabajados discursos, el ensayo plantea que "algunos historiadores piensan que el asunto de los derechos civiles fue un problema que le sobrevino y tuvo que hacerse cargo de él, pero que constituía una distracción más que un asunto fundamental en su proyecto político". En el exterior, Kennedy, que animaba a sus conciudadanos a pensar "intercontinentalmente", lo que, dijo, "nos puede ayudar a conseguir un mundo regido por el derecho y la libertad de elección, desterrando la guerra y el uso de la fuerza", conoció crisis importantes en distintos escenarios: Berlín, Cuba y Vietnam. Mientras fue celebrado por su contención en la crisis de los misiles de Cuba, su gestión de las tensiones alrededor de la capital berlinesa generó más controversia. "Para algunos falló en el manejo de la crisis de Berlín defraudando tanto a sus aliados, que habían depositado grandes expectativas en su liderazgo mundial, como a los propios norteamericanos. Su falta de visión tuvo como consecuencia la división de Berlín y la polarización de las fuerzas mundiales en dos superpotencias, que competían por la hegemonía del mundo". Rus cree que, en la política internacional, el balance es "equilibrado y positivo", pese a algunos errores y a que este hombre que actuó con "prudencia, veracidad y valentía, sin temeridad" le costó "convivir" con la "gran inestabilidad" de la Guerra Fría.
Vídeos recomendados: Siete montajes compondrán el 63 Festival de M
video en curso
EDUARDO JAUDENES DE SALAZAR DIRECTOR DE BUSINESSNEWS Arte Business Cultura Fashion Golf Restaurantes Salud Sociedad Sybaris Viajes Opinión Medio ambiente Portada
BUSINESSNEWS/TECHNOLOGI LID EDITORIAL OTRAS 50 CLAVES PARA FRANQUICIAR JORNADAS GASTRO BUSINESS CAMPUS VICENTE DEL BOSQUE 2017: DEPORTE Y DEPORTIVIDAD LID EDITORIAL REAL MADRID EL CLUB DEL SIGLO XXI LID EDITORIAL DE LA FREGONA AL AIRBUS LID EDITORIAL 55 VERDADES SOBRE LO QUE COMES LID EDITORIAL 10 ENSAYOS LIBERALES II FUJITSU LLEVA EL ALMACENAMIENTO DE LAS PYMES POR ENCIMA DE LOS LÍMITES CON SU FAMILIA ETERNUS DX S4 FUJITSU EN EL DES CON SU NUEVO SERVICIO LOCAL CLOUD K5 CAMBIUM NETWORKS PRESENTA WIRELESS FABRIC THE NEXT BIG THINK REPSOL JUNTA GENERAL DE ACCIONISTAS 2017 FUNDACIÓN AXA ANALIZADA POR GAD3 FUJITSU WORLD TOUR 2017 ESADE PRESENTA BIG DATA ANALYTICS PARA EJECUTIVOS Y BIG DATA PARA MARKETING TECH TALKS ASEGURANDO EL FUTURO VECTOR ITC GROUP LID EDITORIAL: 175 IDEAS PARA ALCANZAR TUS METAS LID EDITORIAL: EL LIBRO DE LOS HABITOS PRODUCTIVOS CARMEN VALERO MUJER PIONERA EN DIRECCION DE EMPRESA DE UNA MULTINACIONAL LID EDITORIAL JFK III JORNADAS FIDEX SOBRE LA INGENIERIA Y LA EFICIENCIA AXA CRECE UN 28% MAS HUPLEX Q-BOND REPAIRS ALMOST ANYHING IDROSPANIA DESCARGADOR DOBLE PULSADOR DE CABLE Y GRIFO FLOTADOR LATERAL O INFERIOR LID EDITORIAL DEJEMOS DE PERDER EL TIEMPO LID EDITORIAL: SMART CITIES LID EDITORIAL: LOS 5 PASOS DEL TURISMO EXPERIENCIAL LID EDITORIAL: CAMARADAS DE LENIN A HOY LID EDITORIAL: LA GASTRONOMIA EN TIEMPOS DE CERVANTES EDICIONES DIAZ DE SANTOS: MEDICAMENTOS: ¿DERECHO HUMANO O NEGOCIO?
La patronal de las grandes ingenierías españolas FIDEX dio respuesta a todas estas preguntas en la jornada que tuvo lugar en la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol. INDICE LID EDITORIAL JFK
JFK En 2017 se cumple el primer centenario del nacimiento de John Fitzgerald Kennedy. Un hombre que, a pesar de haber estado al frente de la presidencia de su país solo 1.032 días, marcó un antes y un después en la historia tanto de los Estados Unidos como del resto del mundo. Y lo hizo de tal modo que ha pasado a ser un verdadero mito. Su éxito le ha permitido convertirse en un icono, en una imagen, que permanece en la memoria de muchas generaciones, porque su estilo de hacer política, diferente, joven, fresco e innovador, marcó a su generación y su influencia se ha dejado sentir en otras muchas.Este libro, en el que se cuenta con la opinión de personas que le conocieron, muestra al presidente que traspasaba los límites tradicionales que imponía el cargo, al hombre que pensaba en grande y trataba siempre de llegar más lejos, más allá de las exigencias de la situación. Además contiene diez discursos que muestran algunos aspectos fundamentales y críticos de su vida política. Finalmente, se transcribe el último discurso que llevaba preparado para el Trade Mart en el momento que fue abatido a tiros. Salvador Rus Especialista en aplicar el aprendizaje extraido de personajes históricos al mundo empresarial Salvador Rus Rufino es doctor en Filosofía, Derecho e Historia, director de la cátedra de Empresa Familiar y catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de la Universidad de León. Ha impartido clases, seminarios y participado en proyectos de investigación en las universidades de Stanford, Berkeley y New Cork, Múnich, Frankfurt, Gotinga y Bayreuth. Ha sido director general de la Fundación Mapfre Guanarteme (1999-2001). Además, ha publicado más de mil artículos de opinión en el ABC, El Mundo y El Diario de León. Es evaluador de la Unión Europa de los proyectos europeos desde el V Programa Marco en el área de socioeconomía, colaborador de la cátedra de Empresa Familiar del IESE y miembro del Instituto de Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra. Entre 1998-2005 fue miembro del consejo de administración del Grupo Rusvel S.A. (grupo de empresas de la familia Rus). Temas: Empresas familiares, Ética, Personajes históricos y gestió Idiomas castellano e inglés. Prólogo de: Ana Pastor Julián Número de edición: 1ª Colección: VIVA Serie: general Páginas: 336 ISBN: 9788483569627 Fecha de