20 minute read

En los hombres de 20 años o más 42

Next Article
a 15 años

a 15 años

trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de satisfacer la gran mayoría de sus necesidades.

Esa es la definición que nosotros tenemos cuando hablamos de salud mental, es decir, no estamos aludiendo solo al problema relacionado con la patología específica, sino que también incluimos el concepto de capacidad con la que como individuos enfrentamos las situaciones que se nos presentan en lo cotidiano, que nos permite adaptarnos de manera adecuada frente a todo eso que nos trae la vida y con la que podemos seguir siendo productivos, tener una vida fructífera y una relación apropiada con nuestra familia y comunidad.

Advertisement

Ese es el abordaje que debe darse cuando hablamos de salud mental. Y cuando hablamos de salud mental en el trabajo, lo mismo, porque ahí tenemos varios aspectos que podemos resaltar ya como problemas de salud mental y que son muy importantes en la carga de morbilidad, puesto que los datos que tenemos a nivel mundial nos indican que una de cada cinco personas en el trabajo puede padecer dichos problemas.

Por eso es muy importante destacar que no solamente en el trabajo sino en cualquier ámbito nuestros problemas de salud mental están estigmatizados, aunado a que las personas no buscamos apropiadamente la ayuda que estos ameritan, es decir, nos restringimos porque el concepto de salud mental está relacionado con la serie estigmas a nivel familiar, social y laboral, lo cual representa una barrera para el acceso a los servicios de salud respectivos.

La actual pandemia por coronavirus ha puesto en evidencia más que nunca que la salud mental sí importa.

Desafortunadamente vemos muy lejano enfermarnos o tener algún padecimiento de salud mental y nos esperamos para acudir con profesionales o a instituciones especializadas para ser tratados adecuadamente.

Saber detectar y buscar ayuda a tiempo debe incorporarse como parte de nuestros hábitos, siendo conscientes de que nuestras emociones, pensamientos y por ende conducta repercuten en la convivencia cotidiana, ya sea en nuestra casa o trabajo.

En este último caso, se relaciona directamente con nuestra capacidad de resolver la carga de trabajo, el tipo de

liderazgo que ejercemos, la relación con nuestros compañeros, los límites para estar trabajando, niveles de estrés, depresión, tolerancia a la frustración, la necesidad de capacitación, aprendizaje, incorporación y manejo de nuevas tecnologías, procedimientos, conocimientos, y todo esto que afecta nuestra salud mental.

Factores de riesgo

Retomamos esto de la perspectiva integral de abordaje, considerando que nuestro diseño biológico está dado para que enfrentemos cotidianamente ciertas condiciones de desconcierto que se nos presentan y tenemos que readaptar nuestro sistema neuroendocrino, habilidades, recursos y demás para enfrentarlas con nuestra capacidad de adaptación.

Pero es ahí cuando viene el trastorno mental, sobre todo cuando se altera lo que hemos vivido y se enfrenta una fuerte situación que ha durado mucho más tiempo de la que podíamos imaginar. Así, nos vamos adaptando, pero sufrimos pérdidas de seres queridos, conocidos, amigos, logros, oportunidades y la incertidumbre permanente.

Esto se da incluso ahora con las vacunas, como por ejemplo en el caso de Chile, que con aun con más del 30 por ciento de su población vacunada vuelven a aumentar los casos porque la gente ha dejado de cuidarse, desbordando ya sus hospitales. Obviamente eso genera que en buena parte de la población haya pocas condiciones de adaptación apropiada, lo que lleva a problemas de ansiedad, angustia, estrés, depresión.

En México, conforme a la encuesta de hogares del INEGI, declaró haber tenido depresión alguna vez más del 80 por ciento de los encuestados, y de ese porcentaje, más del 12 por ciento señaló que la tenía semanalmente.

Realmente el problema ya estaba ahí pero ahora con la actual situación ha aumentado, no tenemos todavía datos muy claros de qué es lo que está pasando y vamos a saberlo posteriormente, pero lo que teníamos antes de la pandemia en términos de salud mental en el trabajo, es que obviamente genera ausentismo, reclamos de discapacidad, lesiones, enfermedades en ciertos tipos de trabajo donde la salud mental puede disminuir la protección laboral, quejas de personal, rotación de personal, entre otras circunstancias.

Los costos globales que teníamos para 2018 se estimaban en uno 2.5 billones de

dólares, pero en la actual circunstancia se espera que puedan aumentar hasta 6 billones de dólares en términos de costos, siendo la depresión uno de los principales problemas, estimándose que existen en todo el mundo al menos 800 millones personas de todas las edades con depresión, que a pasos agigantados se está convirtiendo en la principal causa de discapacidad y una parte muy importante de la carga mundial de enfermedades. Pero además, el desenlace más drástico de la depresión puede ser el suicidio.

En esta situación cada vez más compleja tenemos que hablar, difundir para romper los estigmas existentes en relación a ese proceso.

Reveladores síntomas

La persona con problemas depresivos puede ser identificada en el confinamiento por la familia, amigos cercanos o en sus relaciones cercanas vía web, para a su vez detectar situaciones de riesgo para brindarle apoyo terapéutico más temprano.

Tenemos familiares o conocidos en el trabajo que sienten más tristeza de la que podríamos identificar, pero que muestran concentración reducida, olvido y dificultad para recordar las cosas, tomar decisiones, dormir, sentimientos de inutilidad y culpabilidad, perdida de energía o fatiga, irritabilidad, enojo, cambios de peso o apetito.

Estos son elementos que nos dan claramente la idea de que hay un riesgo para todos los trastornos depresivos y que tenemos que actuar,

No podemos saber lo que la persona siente, pero podemos ver situaciones que se dan, más ahora en el confinamiento de la pandemia, por ejemplo, si hay reuniones de equipo vía web y la persona no participa, muestra apatía o indiferencia, si hay olvido de tareas o fechas, si parece distraída, si está dejando sus responsabilidades, falta de decisión, productividad lenta, si llega tarde a las reuniones, si se nota fatigada, con falta de confianza en sí mismo , inseguridad y tiene reacciones inapropiadas. Todos esos son elementos que nos pueden dar a los colegas de trabajo y a las familias, idea de que hay un problema.

Este es el cuadro que tenemos identificado para cuando hay relaciones laborales normales, pero ahora con lo que es el trabajo a distancia también podemos identificarlo, tal vez tendremos que estar un poco más alertas para verlo, porque Por ello tanto la persona que puede sentir estas cosas como los colegas de trabajo podemos estar atentos a estas manifestaciones en el colega de trabajo, tenemos que hablar con él, romper los estigmas y, mucho más importante, considerar y detectar el riesgo de suicidio, identificar lo más rápido posible estos signos y apoyar a la persona para que busque ayuda.

supervisores para que puedan identificar los elementos de riesgo; garantizar la confidencialidad de los empleados para a través de ella superar estigmas, además de estimular y apoyar a los empleados para que, cuando sientan estos problemas, los identifique y busquen apoyo.

Ahora estamos aprendiendo todos, en condiciones diferentes, se generan propuestas laborales con el trabajo a distancia, como la posibilidad de que los trabajadores mantengan horarios claramente definidos.

Apoyo integral al trabajador

No podemos dejar de hablarlo a nivel de colegas de trabajo, pero tampoco con adolecentes o cualquier persona que muestre depresión o un sentimiento de tristeza que dure más de una semana a quince días, esa es la alarma; que tenga problemas para dormir; que deje que hacer cosas que le han gustado permanentemente. Esos son factores clave para pensar en un riesgo que de la depresión puede llegar a intentos suicidas.

Hay otros aspectos en la parte del trabajo que son más o menos obvios y es importante mencionar, como la necesidad de un espacio laboral amigable para la salud mental en el trabajo, que valore la diversidad e incluya servicios de salud mental es esencial para las empresas.

Ahora, incluso a la distancia, las empresas tendrían que estar permanentemente informando a sus empleados que hay un equipo de salud mental a su disposición para cuando lo necesiten.

También es fundamental la capacitación a los

Por ejemplo, en nuestro caso personal hemos estado abrumados de trabajo apoyando el esfuerzo del gobierno para dar respuesta a COVID en los servicios de salud y a veces nos olvidamos que tenemos horarios y que tenemos que cuidar nuestra salud mental.

Tenemos que definir horarios y cumplirlos, y que los empleadores lo tengan claro de

Otro aspecto es la posibilidad de que las ciudades abran las vías recreativas con una serie de cuidados para que haya mucho menos contagios que, por ejemplo, en restaurantes, cines o centros comerciales; me refiero a abrir parques, zonas para caminar, correr, pasear a los niños, andar en bicicleta.

Es fundamental también que los empleadores apoyen a sus empleados para realizar actividad física, elemento muy importante para el cuidado de la salud mental, además de la física.

También pueden apoyar es lo referente al consumo de sustancias prohibidas o lícitas como tabaco y alcohol, ante lo que tenemos que generar propuestas para ayudar a disminuir ese consumo, que tiene muchas repercusiones en la familia, incluido el aumento de la violencia entre familiar. el trabajo, porque esto está íntimamente ligado a algunas otras afectaciones como obesidad, problemas cardiacos o metabólicos, porque nuestros hábitos van cambiando nuestra calidad de vida. Este mensaje debe hacerse llegar a la comunidad, empleadores, trabajadores y sus familias.

Y otra cuestión que es importante desde el punto de vista de los empleadores es que el trabajo sea cada vez más congruente, que en las prácticas administrativas se evite la confusión y se privilegie la gestión transparente y la comunicación, que haya en la medida de lo posible pertinencia en cada uno de los perfiles laborales, que exista la posibilidad de empoderamiento del trabajador respecto a su propio proceso de trabajo y más ahora en el trabajo a distancia.

También debemos retomar los buenos hábitos que estar en la pandemia nos demanda, como la alimentación y sueño, tener autodisciplina y hacer conciencia del lugar que nos corresponde en casa y Que se consideren factores de riesgo que a veces no son del todo evidentes, como el poco apoyo de los empleadores a sus empleados, no darles estímulos de reconocimiento o la falta de claridad en las áreas de objetivos organizativos, situaciones que pueden ser incluso mayores en el trabajo a distancia, porque si no se tiene claridad en esa gestión administrativa de áreas y de objetivos organizativos puede haber mayor ansiedad por parte del trabajador al momento de enfrentar su trabajo.

Partiendo de la base biológica que tenemos con la que nuestro organismo nos permite adaptarnos a las situaciones de estrés que cotidianamente enfrentamos, cuando superamos esa capacidad de adaptabilidad viene el trastorno mental y tenemos otros factores de riesgo. Sin embargo, hay factores protectores que nos ayudan a mantener ese nivel de adaptabilidad para que no entremos en un trastorno mental.

Estos factores son de carácter individual y colectivo; en el caso de carácter individual hablamos de que tenemos que mejorar nuestra capacidad de autoestima y autovaloración, somos seres humanos capaces de trabajar y de adaptarnos a las condiciones que nos ha puesto la vida, en este caso a toda la humanidad, con la pandemia de cual estamos aprendiendo día a día y somos capaces de enfrentarlo solos, con nuestros seres queridos a lado y con nuestro círculo social.

Hay un programa de la radio y televisión española en donde uno de los conductores decía que está totalmente en desacuerdo con el distanciamiento social que nos han impuesto, porque es distanciamiento físico que nunca debería ser, ya que podemos ser cercanos socialmente a través de la web, virtualmente.

No podemos dejar que se deteriore nuestra relación con nuestras redes sociales, la relación familiar armónica, la relación con nuestras amistades, con nuestros seres queridos: es un elemento fundamental de protección para todo lo que tiene que ver con salud mental y es importantísimo.

Entonces, tenemos que acercarnos a las personas; con el confinamiento, como dice este conductor, nos distanciamos física pero no social ni afectivamente. Mantengamos y fortalezcamos nuestros lazos afectivos, porque eso nos va a ayudar muchísimo para preservar nuestra salud mental en este proceso de adaptabilidad.

Dr. JoSé Ángel CórDova villaloboS Ex Secretario de Salud federal 2006-2011 y de Educación Pública 2012

Las Enfermedades Crónicas No Transmisibles y la Salud Mental

Las Enfermedades Crónicas No Transmisibles

En México en los últimos 50 años, hemos experimentado de manera acelerada, dos transiciones, una demográfica y otra epidemiológica.

La primera nos ha mostrado que aún siendo una población joven, en la pirámide demográfica progresivamente hemos venido observando que el grupo etareo más importante ya no es como lo fue en los 70s, el de los menores de 5 años, sino que ahora está representado por los niños de 11 a 15 años.

Aunado a lo anterior, el número de adultos mayores de 65 años se va incrementando progresivamente, de tal forma que para el 2050 uno de cada cuatro mexicanos tendrá más de 65 años.

Paralelamente a estos cambios, hemos venido observando cambios epidemiológicos, caracterizados por la predominancia del las Enfermedades Crónicas No Transmisibles, como la diabetes, las cardiovasculares, el cáncer, la osteoartritis, así como múltiples complicaciones de las mismas, asociadas a disminución de la esperanza de vida y a pérdida de la calidad de la misma, y con un factor común, que también ha ido aumentando desde los años 80s del siglo pasado, como son el sobrepeso y la obesidad.

El problema de la obesidad, es uno de los mayores retos al que se va a enfrentar la Salud Pública en este siglo XXI.

De acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), desde el 2011, ya se informaba que nuestro país ocupaba el 2º lugar en frecuencia, entre los países miembros, solo después de los Estados Unidos de Norteamérica.

Estas cifras han seguido aumentando de acuerdo a las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición que realiza en Instituto Nacional de Salud Pública en México desde 1999, hasta la última de 2018-2019.

En 2018-2019, la prevalencia nacional de sobrepeso y obesidad en población de 5-11 años de edad fue de 18% para la primera y 17.5% para la segunda (mayor en hombres, que en mujeres).

Este dato se vuelve muy preocupante pues representa una tercera parte de niñas y niños ya con un problema metabólico desde temprana edad que puede comprometer a futuro su esperanza y calidad de vida.

En adolescentes de 12 a 19 años, fue de 23.8% sobrepeso y 14.5% obesidad (y fue mayor en las mujeres).

En los hombres de 20 años o más 42.5% de sobrepeso y 30.5% de obesidad, y en mujeres de 20 a 49 años de edad: 36.3% de sobrepeso y 38.5% de obesidad.

Y en la encuesta sobre Índice de Masa Corporal del 2018, se encontró en mujeres y hombres, una prevalencia de sobrepeso de 36.6% y de obesidad del 40.2% (la mayoría grado I), lo que representa que tres cuartas partes de los adultos en nuestro país padecen estas alteraciones.

Por otro lado, en los últimos 25 años ha habido un incremento exponencial de pacientes con enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus, cáncer y osteoartritis, así como de muertes por las tres primeras patologías mencionadas (que fueron las más frecuentes en el año del 2020 junto con el coronavirus).

Dichas patologías ocupan una buena parte del presupuesto en salud, que poco a poco se vuelve más insuficiente por la gran cantidad de pacientes y por las

complicaciones de estas enfermedades, la que además de representar un alto costo, se incrementan día a día y ponen en riesgo la viabilidad financiera del Sector Salud.

Estos problemas de salud se presentan prácticamente en todos los deciles de ingreso de la población, excepto los más pobres.

Constituyen uno de los factores más importantes de empobrecimiento, dado que estas enfermedades prácticamente son incurables y permanecen.

Asimismo, son padecimientos que empeoran progresivamente por años, además de que son el resultado de una serie de factores genéticos, de vida sedentaria y una alimentación con exceso de calorías, grasas saturadas, azúcares simples que generan en el individuo sobrepeso y obesidad, y las enfermedades secundarias relacionadas ya mencionadas.

La salud mental en personas con enfermedades crónicas

Al igual que en cualquier enfermedad, pero particularmente en las enfermedades crónicas, las personas van a presentar alteraciones de su salud mental, que pueden ir desde simples estados de ansiedad, provocado por el malestar de la propia enfermedad, hasta cuadros graves ansiodepresivos, cuando el paciente es portador de una patología incurable, y especialmente cuando el pronóstico es sombrío a corto plazo.

Esto sucede en personas que desafortunadamente han sido diagnosticadas con un cáncer que ya presenta metástasis, en cuyo caso la esperanza de vida es corta.

Pero también hay que tener en cuenta que las personas portadoras de enfermedades como hipertensión arterial, secuelas de un accidente vascular cerebral, antecedente de infarto del miocardio, diabetes, osteoartritis, que son patologías con las cuales se puede convivir durante muchos años pero que generalmente van empeorando o complicándose (Ej. necesidad de diálisis, en aquellos pacientes con nefropatía diabética, o de rehabilitación continua después de una

Hay otros factores que pueden afectar a los pacientes portadores de enfermedades crónicas en su salud mental, como son los recursos familiares, el acceso a servicios de salud y los apoyos sociales por grupos de autoayuda, que permiten a los enfermos solventar de alguna manera el impacto en su salud mental de las enfermedades crónicas.

Debe tenerse en cuenta que muchos de estos pacientes requieren apoyo incluso para acciones simples, como el alimentarse, asearse, trasladarse a consulta o rehabilitación, y en muchas ocasiones sus familiares no pueden hacerlo, ni financiar una ayuda externa.

Por supuesto que el apoyo psicológico de los profesionales de la salud (médicos, enfermeras, psicólogos) también es fundamental e inicia desde el momento de tener que informar con veracidad (y también prudencia) las características de la enfermedad que padecen, la forma de mantener su control, reforzando la autoestima y la seguridad del afectado, para que al recibir la información no se derrumbe su fortaleza mental y desde ahí nos enfrentemos a pacientes que además de su enfermedad orgánica de base, agregarán múltiples alteraciones psicológicas que en nada van a ayudar a mejorar la parte orgánica.

El hecho de comunicar a una persona la presencia de una enfermedad crónica y no explicar de manera amplia y clara por parte de los médicos este tipo de padecimientos, puede tener consecuencias funestas y se debe de prever, cuando ya se conoce al enfermo, la posibilidad de que esto le provoque una enfermedad mental, adelantarse y solicitar apoyo profesional de un

Evidentemente, dependiendo de la complejidad de la patología crónica y sus complicaciones, también las manifestaciones psicológicas pueden ser extraordinariamente variables: no es lo mismo manejar psicológicamente a un paciente hipertenso estable, ordenado y disciplinado en su dieta y en la ingestión de sus medicamentos, a un paciente con secuelas de hipertensión arterial, como puede ser daño renal o daño cerebral por alguna hemorragia, y que la persona requiera de mayores cuidados, como diálisis (peritoneal o hemodiálisis), fisioterapia y rehabilitación para recuperar sus capacidades.

Tampoco es igual comunicar a un paciente la presencia de un carcinoma basocelular en la cara sin extensión, que un cáncer de páncreas con metástasis hepáticas; el tumor de la piel solamente llamará la atención por su aspecto y puede provocar prurito o dolor, pero al ser resecado frecuentemente queda curado y el impacto psicológico será mínimo y temporal; mientras que el paciente con cáncer metastásico del páncreas, tendrá un gran ataque al estado general, adelgazamiento, anorexia, y sobre todo dolor intenso de difícil control, que por sí solo puede ser causa de inestabilidad mental.

Múltiples factores pueden afectar al abordaje de las enfermedades crónicas e inciden en la atención a la salud y en los servicios de salud, algunos de ellos son: la presencia de varias patologías en el mismo enfermo (hipertensión arterial, diabetes, insuficiencia renal), necesidad de provisión de cuidados y la integración de los cuidados, las demandas ciudadanas con respecto al derecho a la información y participación, coordinación de recursos y de profesionales, la atención con calidad centrada en la persona, la contención y racionalización del gasto y el ejercicio eficiente y eficaz del mismo, además de cambios sociológicos como el aumento en la esperanza de vida, los cambios en las familias, las redes sociales, la movilidad, la globalización y el envejecimiento.

Es importante conocer cuál es la percepción y cómo vive el paciente su enfermedad, escucharlo y mostrarse empático con él, no sólo por parte del médico, la enfermera o el psicólogo, sino

10

Detalles como grandes esperas para ser atendido o falta de interés mostrada por el profesional inciden negativamente y pueden romper la relación médicopaciente, con resultados deletéreos en el tratamiento; hay que escucharlos, dejarlos participar, opinar e incluso quejarse, demostrarles que para nosotros son los más importantes (todos los pacientes nos visitan con esa expectativa y no hay que defraudarlos y menos en un paciente con una enfermedad crónica asociada a alteraciones de su salud mental).

Evidentemente la persona espera que mejoremos su calidad de vida, ser atendida por el mejor profesional de la salud, que se le realicen los estudios necesarios para precisar su diagnóstico y recibir el mejor No olvidar que es también muy importante el evaluar y vigilar el bienestar del cuidador del enfermo, que representa sin duda un apoyo invaluable en el bienestar de la persona.

Por otra parte, hay múltiples pruebas de la vinculación de problemas de salud mental y física, por ejemplo, el estrés crónico tiene un impacto sobre el sistema cardiovascular, el nervioso y el inmunológico y la depresión aumenta el riesgo de enfermedad coronaria y la cardiopatía isquémica, al menos el 30% de todas las personas con una condición crónica tienen un problema de salud mental.

Las enfermedades cardiovasculares y la diabetes son factores de riesgo para el deterioro cognitivo, la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular.

En la diabetes una de cada cuatro personas que la padecen tienen depresión, y las personas con cáncer avanzado o terminal padecen depresión, ansiedad y trastornos de adaptación.

En la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica son más frecuentes los trastornos de pánico o de ansiedad.

La presencia de alguna comorbilidad como las mencionadas, asociada a trastornos mentales, puede favorecer peores resultados clínicos, por ejemplo, en el control glucémico del diabético, menor adherencia terapéutica, los niños, con diabetes tipo I y depresión son más propensos a sufrir retinopatía; la tasa de mortalidad de las personas con asma y depresión son el doble que aquellas que solo padecen asma.

Presentan además comportamientos inadecuados para la salud, como falta de actividad física. No dejan de fumar, no acuden a las consultas de seguimiento y presentan más discapacidad.

Para mejorar la salud mental en los pacientes con patologías crónicas, es necesario garantizar una atención integrada, comunitaria, con cuidados a domicilio por los equipos de atención primaria, programas de terapia conductivoconductual, dentro de programas de rehabilitación cardiacos o respiratorios, por ejemplo. Psicoterapias a distancia por internet, atención psiquiátrica dentro de la atención primaria. Modelos de atención a determinadas agrupaciones, a personas sin hogar, cuidados del entorno

tratamiento, la rehabilitación más efectiva y tener un gran apoyo psicológico.

Debemos vincular a la familia, a las amistades y redes cercanas en el apoyo psicológico del enfermo, ellos que permanecen y participan conjuntamente con la persona, y que pueden reconocer y valorar permanentemente el progreso o retraso en la evolución del paciente,

Pero además, quienes deben conocer toda la información sobre la salud de su ser querido, y participar con los profesionales de la salud de manera continua en procurar el máximo de bienestar a su enfermo.

This article is from: