CINCO SENTIDOS ver y mirar oír y escuchar oler y oliscar tocar y acariciar probar y paladear
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zaguán En el principio fue el paisaje, las artes del geógrafo. Tesis doctorales para explicar lo que se ve y lo que no se ve. O el cielo o el suelo, nos dieron a elegir. No hay sur que se parezca al norte. No hay un norte en el sur. Sí, una primavera que merece como nosotros su turno de riegos y paciencias. Estrellas templarias. Soles almenados con vocación de poniente. Géiseres de color para que nos pague agosto su traición con monedas amarillas. Copos de un invierno dulce como la carne de los membrillos y el aguardiente de la derrota.
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cinco sentidos para ver y mirar / hacia arriba milanos, cigüeñas, castillos, vías lácteas / y hacia abajo los caprichos del agua, de plata las piedras y de oro los chopos / sube a la era, baja a por leña / mira hacia fuera / hacia dentro los ojos
cinco sentidos para oír y escuchar / campanas y el tictac de la vida / romeritos de mayo, fandangos / el chimpampúm de los bailes de agosto / la escoba de mi vecina, que me coge, yo el próximo / llaman a coro a los grillos y a los caños / hacia dentro silencio
rojo es el sabor del tomate y la matanza / cinco sentidos para oler y oliscar / las cuatro esquinas del cielo: el puchero, la chimenea, la ropa limpia, las madres / oler es volver a la infancia / en lo más alto no hay nadie / hacia dentro el aire
cinco sentidos para tocar y acariciar / frías la piedra y las castañas, los lavaderos, las manos, la pared fría / y el mudo umbral de los dormitorios / lleva la cuenta el corchero, las edades del corcho / siempre furtiva, hacia dentro, la piel Inscrita en el Registro Provincial de Asociaciones de Huelva con el nº 2.159 C.I.F. G-21291869 – C/Abajo, 68, Galaroza – 21291 – a.c.lieva@hotmail.com – www.asociacionlieva.blogspot.com – www.youtube.com/AsociacionLieva
patanegras y despojos, fantasías / un pan de a kilo y cinco sentidos / en mí ya estás y para siempre / yo soy el guarro y las setas, yo soy las migas y el borrajo, el tomate rosa arriñonado / como él, también yo, solo o distraído / un revuelto de tanas, un licor de bellota / soy tu huerto de membrillos amarillos / soy tu huerto y he venido a quedarme como los buenos / hasta los andares
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Daniel Lebrato:
[ CON LOS SIETE SENTIDOS ]
Mi Encarna –que es como una enciclopedia Encarta pero en borde y marujón– dice de los cinco sentidos que, de cinco, nada de nada, nanay de la China. Que esa cuenta está mal hecha. Porque a ver dónde se deja usted el sexo sentido, así con equis. Y los sextos sentidos. Yo, eso de sextos sentidos, así en plural, no se lo he oído más que a ella, aunque algo se me alcanza. Como un ministro sin cartera, un joker comodín de la baraja de lo sensible. Como un sentido de intuiciones que valiera por muchos. Sexto, detrás de vista, oído, olfato, tacto y gusto, por ese orden según lo manda el otro, el más común de los sentidos: el sentido común, sin el cual más nos vale no salir de casa. Y además, señor: si los sentidos son “órganos especializados de estímulos y respuestas”, si los sentidos son “aptitudes que tiene el alma de percibir las impresiones de los objetos externos”, a ver qué hacemos con determinados órganos corporales, culto esfínteres. Labios, pabellones, cuencas, fosas, mucosas, poros: manantiales de sentidos. La pequeña fontanería que ahora somos, dioses comunicados y comunicantes. Inscrita en el Registro Provincial de Asociaciones de Huelva con el nº 2.159 C.I.F. G-21291869 – C/Abajo, 68, Galaroza – 21291 – a.c.lieva@hotmail.com – www.asociacionlieva.blogspot.com – www.youtube.com/AsociacionLieva
Se ve que los sentidos son como los evangelios, que los hay canónicos y los hay apócrifos, legítimos unos y bastardos otros a juicio de quien sabe. (Otras enciclopedias dan cuenta de más de quince sentidos adicionales. Las sensaciones generales de las necesidades del organismo, como la fatiga y el dolor, también se consideran sentidos.) Los antiguos, que es como decir hasta ahora mismo, graduaban los sentidos por orden de intimidad y conocimiento. La vista y los ojos, lo primero. Por los ojos nos entran las cosas desde siempre y, si no nos entran, no hay manera. Tampoco vemos lo que vemos, sino el “espejo del alma” de lo que vemos. Y al revés, somos vistos: “El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas; / es ojo porque te ve”. Desde el amor a primera vista hasta la consumación, la secuencia es un camino fácil que los mayores y la educación nos han puesto muy difícil: ver y oír todavía tiene un pase; oler, ya un poco menos, que el olor (no el perfume) es muy animal; tocar, no se toca, y del gusto, ya ni hablamos. Crecer es negar el apetito, el gusto de aquellos caníbales desmesurados que fuimos, que todo nos lo llevábamos a la boca. Y encima el capitalismo, poniéndole precio a los sentidos. De menos a más, un poeta burgués estableció la tarifa, a tanto por tanto: “Por una mirada, un mundo; / por una sonrisa, un cielo”. Lo normal y más barato era conformarse con oír una palabra o recibir una mirada; y cuántos, metidos ya en masoquismos, daban por buena una mirada aunque fuera bajo el rímel del menosprecio: “ya que así me miráis, miradme al menos”. Del olfato y del tacto, qué quiere usted: confórmese con las “dulces prendas”, un pañuelo
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como mucho. Pero ¿de qué sirven a mi fetichismo prendas que son “prendas por mi mal halladas”? En cuanto al gusto y sus ministros (boca, labios, saliva), eso son ya delicateses prohibidas y prohibitivas: “amantes no toquéis si queréis vida”. Menos mal que en la vida corriente la gente se besaba. “Por un beso de la flaca”. Y se mordía. Gratis, naturalmente. Los sentidos populares respondían a las tentaciones y lo hacían de la forma más saludable y feliz; aquellos gozos de los sentidos que la Santa Madre demonizaba bajo el tridente capital de pereza, gula y lujuria, o lo que es lo mismo: tiempo libre por delante, mesa y mantel y siesta en buena compañía. El varón empezaba finamente proponiendo un picnic para combatir el ocio: “Vente conmigo a un palmar, / yo te cogeré palmitos / y tú te los comerás”; vencida la pereza había que vencer la gula: “Toma piñones, / que me gusta la gracia / con que los comes”; y de la gula a la lujuria y al más allá: “Lo tiene tan ancho / la mi morena, / que no sé si estoy dentro / o si estoy fuera”. A todo esto la mujer replicaba en clave comensal sin quedarse en absoluto perezosa: “Me da mi moreno / la olla al revés: / la carne primero / y el caldo después”. Buen provecho.
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“El peso del mundo es amor” De milagro no estallamos o no nos aplasta la naturaleza. Tanta ventana somos abierta al mundo. Cuencas de los ojos, fosas nasales, boca, oídos, poros, el laborioso esfínter. De milagro no nos vamos por tanta fisiología. De milagro el aire y el agua nos respetan. Respiro y mi estómago no se inunda. Me baño y mi pulmón no se ahoga. Ojalá tu sudor, poros adentro. El peso del mundo es amor, es cierto. Y equilibrio y gravedad. Somos un pacto entre el espacio y el espacio. Un hueco entre el tiempo y el tiempo. Una galaxia somos dentro de una burbuja muy frágil. Fontanería somos, siglo XX, sinestesias.
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ESTA TIERRA ES MÍA
Prepárense los tímpanos para la fiesta. Afinad bien los poros en la piedra del sacrificio sin que falten la sal y las especias, el agua hirviendo en el caldero, el lavatorio, el delantal. Espolvoread las pupilas por las cuatro estaciones del amarillo y de las tierras rojas y escuchad: un porvenir se destaza entre los dedos de los cuchillos y las criaturas impuras ponen el mantel y las sábanas para comérselo todo.
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Juan Madrazo Los hombres tienen predilección por mirar hacia dentro, escuchar los propios pensamientos, oler la colonia de siempre, tocarse el pelo y catar de lo de casa. Hay muchas maneras mejores de comunicarse. Oler gustar tocar mirar oír Oler churros matutinos, café, aguardiente, un cigarrillo, el pan, el aceite, una naranja Pisar unas yerbas de la vereda y oler los poleos, la menta, rozar la ruda al caminar o el tomillo burrero o los oréganos Pasar por una calle de cumbres mayores o de jabugo y oler tras las ventanas de las fábricas el jamón curándose (en salud) Junto a una cerca de cabras huele el macho El tractor que acaba de pasar deja el olor del escape y las bestias el de las boñigas Gustar el tomate con sal, el gazpacho de invierno, el adobo, los aliños de hígado y el mosto otoñal Masticar un pero ácido y dulce, morder un madroño dulce y áspero Las migas, el borrajo, el tostón de castañas Probar el distraído, catar los buñuelos Tocar los troncos de los castaños llenos de musgo, lavar las culpas de las manos en la ribera, pisar el empedrado, sentarse en la pared y sentir el frío bajo el pantalón. Pasar por el pinar, alfombra de pinocho, crujiente y resbaladiza, chapotear en los charcos.
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Pasar la mano por el cuello a la bestia, tranquilizarla antes de montar, apretar el mango alisado, por años de trabajos, de la azada, que sabría trabajar sola si la dejaran. La silla de anea, la mecedora, el viento que arroja lluvia a la cara, el calor de la chimenea. Oír el paso del caballo, el sube y baja de la motosierra. La campana que da la hora, los niños que juegan. Los cohetes de la fiesta, la banda que toca un pasodoble, las campanas que repican, las voces del vendedor ambulante Los balidos de las borregas, la campana que dobla, el viento de la tarde, la lluvia en el tejado, el crujido de la leña, el tintineo de los vasos. Por la noche canta el cárabo y ladran los perros, suena el río, pasa un coche trasnochador. El silencio se instala en las noches que hiela. El mirlo sale de estampía chillando, los gorriones se avisan que han puesto de comer a las bestias, el perro disconforme con su suerte encadenada como de a las diez en casa. Mirar el amanecer, los pájaros que abandonan los árboles en bandadas, la gente vestida de labor. La umbría en sombras, la solana despidiendo el hielo de la noche en bruma, los árboles sin hojas, el cielo azul inexplorable. El horizonte de lomas color de gris distancia, la silueta del castillo lejano, grupos de nubes pasean su desconcierto, un águila da vueltas atenta a los ratones, Pasa el tren cosiendo el paisaje, pita en el paso a nivel sin barreras, en medio del campo el tren es la modernidad verdadera. Reluce el caserío el pueblo se engalana de primavera, cal y flores. Mira la loncha de jamón cortada sobre el plato, telón de velludillo, cierra ya. Juan Madrazo
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Epílogo En la catedral de Colonia un grupo de hombres cuida el monumento. No sienten sino que mantienen para generaciones venideras una joya de la humanidad. Se ganan la vida sosteniendo nuestra memoria. En Yellowstone Park un grupo de hombres se gana la vida sosteniendo nuestro futuro. No hay nada peor que querer sostener el futuro en la catedral de Colonia y el Pasado en las márgenes del Yellowstone River. Europa quiere sostener su futuro en donde aún pueda quedar algo que sostener. Por ello nos envía recursos. Para que sean un salario justo y no una derrama caritativa debemos devolver lo que nos piden. Su futuro, el nuestro. Juan Madrazo
Presentación de “La Sierra con los Cinco Sentidos”. XI Encuentro de Escritos de la Sierra, Galaroza 2004 Inscrita en el Registro Provincial de Asociaciones de Huelva con el nº 2.159 C.I.F. G-21291869 – C/Abajo, 68, Galaroza – 21291 – a.c.lieva@hotmail.com – www.asociacionlieva.blogspot.com – www.youtube.com/AsociacionLieva