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Guarda tu lengua

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Guarda tu lengua

Guarda tu lengua

hombre... y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios».

La dinámica que describe el apóstol Pablo es la de desves‑ tirse del mal para vestirse del bien. Dice el versículo 25 «desechando mentira, hablad verdad», en el 28 «el que hurtaba no hurte, sino trabaje», y en el 29 «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.» ¿Ves cómo se produce el cambio? Primero has de quitar de tu boca las palabras que destruyen, para luego poner las palabras que edifican. Así como antes de vestirse con ropa limpia es necesario desvestirse de la sucia, has de arrancar de tu lengua las palabras podridas antes de poder poner en ella palabras sanas. Esa es exactamente la expresión que usa Pablo en Efesios: «podrida». Dice literalmente que «ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca», y aquí «corrompida» viene del griego saprós: ninguna palabra «podrida», «inútil», «mala». El término saprós aparece también en el Evangelio de Mateo cuando se nos relata la parábola de la red:

«Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo [saprós] echan fuera» (Mateo 13:47‑48).

En esta parábola de Mateo los peces son las personas, que arrastradas por la red son llevadas a la playa, donde les espera el juicio final. En aquel gran día, los ángeles separarán a los justos de los injustos. Unos serán ateso ‑ rados, y otros serán echados fuera. Pero ahora, en las palabras que pronuncias cada día, es tu lengua la que ha de discernir entre lo bueno y lo malo. Tu lengua ha de separar las palabras justas de las injustas, atesorando

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