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Capítulo 1 Libertad y fe

Un buen fundamento es de suma importancia al momento de edificar una estructura. Esto es una realidad que no puede ser ignorada en ningún tipo de construcción. Soy ingeniero y trabajé por muchos años en grandes proyectos de tecnología de información. Muchas veces, nos sorprendíamos al escuchar a personas que deseaban implementar soluciones sin entender el fundamento del problema y la ciencia necesaria para solucionar la situación. Un ejemplo clásico es el de los ingenieros civiles que pueden tener choques con arquitectos porque los últimos están interesados en el aspecto estético de una estructura y esa inclinación puede hacer que ignoren aspectos estructurales. Si la estética es impresionante pero no se conforma con las necesidades de fundamento, el edificio va a colapsar.

El tema de la conciencia, las libertades cristianas y sus prácticas necesita el fundamento correcto que sustente toda su estructura. La estructura que edifiquemos va a colapsar sin este fundamento. El problema es que vemos estos temas como si fueran independientes oestuvieran aislados del fundamento. Muchas veces, por ejemplo, el tema de la libertad cristiana solo se observa desde la perspectiva de servir a los hermanos de conciencia débil. De seguro puedes notar la debilidad del argumento porque carece de fundamento. Por otro lado, otros ponen el énfasis en poder ejercer las libertades que perciben necesarias o que ya gozan. Pero si los énfasis son estas prácticas y no están sujetas a un fundamento de verdades bíblicas sólidas, entonces no vamos a poder navegar de forma sabia ese tema cuando veamos sus complejidades y aun sus razones para existir o defender.

Para los que me conocen o han leído alguno de mis escritos, no será ninguna sorpresa que escuchen que propongo que necesitamos un fundamento del evangelio para conocer, entender y aplicar cualquier tema, especialmente el de la conciencia. Sin el evangelio, podemos caer en el legalismo o en una vida sin ley. Solo el fundamento del evangelio nos permite apreciar y proteger realmente la libertad que tenemos en Cristo, pero a la vez, morir a esta libertad en momentos en que sea adecuado o necesario hacerlo.

El propósito de este libro es reflexionar sobre el importante tema de la conciencia. Como he dicho, solo el evangelio nos permite ver y entender bíblicamente que hay asuntos de ética y moral en los que podemos tener serias y firmes convicciones, pero aun así diferir con otros creyentes. Sin embargo, ambos podemos ser fieles a la Palabra y glorificar a Dios en nuestras diferentes posiciones. Tener este conocimiento nos va a permitir disfrutar de nuestra libertad sin imponer nuestras convicciones de conciencia, y regocijarnos en que otros disfruten de su libertad en Cristo.

Entender nuestra libertad

Martin Lutero toco el tema de la libertad cristiana en uno de sus escritos más importantes.2 Él argumenta que solo la justificación por fe nos permite tener libertad cristiana. Lo que Lutero está diciendo es que, mientras no seamos libres de los requerimientos de la ley, siempre trataremos de ganar nuestra salvación con nuestros actos. No importa cuál es tu trasfondo religioso o si te consideras no religioso, todos los seres humanos tratamos de redimirnos de alguna manera con nuestras obras.

El papá ateo deseará verse como un padre competente al mostrar atención a sus hijos. El esposo agnóstico anhelará ser afirmado por su esposa por medio del amor y cuidado que ofrece a su cónyuge. Podría

Libertad y fe

decir que el instinto humano usa las obras como el fundamento para alcanzar la redención en la religión particular que ha creado en su propia mente. Los cristianos no nos quedamos fuera de esa tendencia porque hacemos lo mismo: venimos a Cristo, pero actuamos en forma contraria al evangelio al pensar que nuestras obras son necesarias para nuestra salvación.

Es evidente que un creyente verdadero actuará de cierta forma distintiva, pero ese creyente nunca pondrá en esas obras su confianza de salvación, solo en la obra de Cristo, tal como lo proclama el evangelio. Ese creyente no es salvo o se denomina cristiano por las obras que hace, sino que las obras reflejan la realidad de la salvación. Por lo tanto, para poder entender y transitar los temas de conciencia, el entendimiento de la justificación por fe es crucial en la vida del creyente. De no ser así, será imposible aplicar este tema de una forma que glorifique a Dios y beneficie a la iglesia. Es de suprema importancia que creamos que somos libres de los requisitos de la ley. Esto es una parte esencial del mensaje bíblico. Dios nos salva y nos liberta de los requerimientos de la ley para luego permitirnos en libertad someternos a Él. La ley está en la Biblia para mostrarnos nuestro pecado y, como dice Pablo, «la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe» (Gál. 3:24, NVI), pero no tiene el poder para transformarnos. Los mandamientos solo te muestran que has quebrantado la ley y que, finalmente, no puedes obedecerla a la perfección. Por eso Cristo viene para liberarnos de la condenación de la ley. Vemos esto claramente en el libro de los Hechos, donde los judíos querían imponer requisitos de la ley a creyentes gentiles. La conclusión a la que la iglesia llega es expresada por Pedro con las siguientes palabras:

Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios poniendo sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Creemos más bien que somos salvos por la gracia del Señor Jesús, de la misma manera que ellos también lo son. (Hech. 15:10-11)

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