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La historia del desierto
Te lo aseguro: soy la última persona del mundo que debería intentar enseñarte una palabra en otro idioma. En la escuela secundaria hice dos años de alemán, y dos semestres más en la universidad, y lo único que recuerdo es ich bin, que significa: «Yo soy». Ni siquiera recuerdo lo suficiente de alemán como para armar una frase completa con esas dos palabras. Una vez, después de hablar en una prisión de mujeres en Colombia, Sudamérica, quise poder saludar a cada mujer cuando venía a recibir el regalito que le habíamos llevado, y decirles en español: «El Señor te ama». Sin embargo, el idioma lo olvidaba continuamente. Mi esposo, David, tuvo que quedarse detrás de mí y repetirme la frase en español una y otra vez porque no había forma de que me saliera bien. ¿Quién sabe qué les habré dicho a esas mujeres? 15
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