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Prólogo por Jen Wilkin
Para Mark. No importa la temporada, el país o las circunstancias, siempre te has asegurado de que florezca. Eres un gran medio de la gracia de Dios en mi vida. Te amo.
Índice
Prólogo por Jen Wilkin ......................................... 13 Agradecimientos ............................................... 17 Introducción ................................................... 21
1 Canto de sirena: el llamado al egoísmo ................27 2 El plan del Dador de la vida ............................47
3 Arraigados en Cristo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 4 Eres lo que comes ........................................85 5 Edificados en Cristo .....................................105
6 Establecidos en Cristo ...................................125
7 Gozo duradero ...........................................147
Conclusión .................................................... 169
Prólogo
¿Has acudido alguna vez a una fiesta solo para percatarte que no estás vestido adecuadamente para la ocasión? No es la mejor sensación, sobre todo si esa fiesta es una elegante boda y tú eres una invitada de honor. Eso me ocurrió hace unos diez años en la boda de un querido amigo de la familia. Dos días antes de la boda, recibí la noticia de que mi tío había fallecido repentinamente. Pudimos ajustar nuestros planes para llegar tanto al funeral como a la boda, pero un retraso en el vuelo hizo que nos viéramos en la encrucijada de acudir a la ceremonia de la boda con nuestra sencilla ropa de funeral o perdérnosla por completo.
Decidimos ir directamente a la ceremonia y llegamos justo antes de que comenzara el cortejo, ocupando nuestros asientos a la vista de toda la asamblea de invitados bien vestidos. Me hace sudar solo recordar ese momento. Nos pusimos a toda prisa el traje de boda antes de la recepción y ¿adivinen qué? Ni una sola persona de la recepción se dio cuenta de nuestra entrada tardía o de nuestra falta de atuendo adecuado en la ceremonia. Por supuesto que no lo hicieron. Como debe ser, la atención de todo el mundo se había centrado plenamente en el esplendor de los novios.
14 Prólogo
Toda mi ansiedad por un vestido inadecuado había sido una pérdida de energía.
Es común, de hecho, epidémico, que las mujeres pierdan de vista su propósito y su vocación. En una cultura que nos dice que somos el centro de la historia de todo el mundo, cada día puede parecer otra oportunidad para ser la invitada notablemente mal vestida en una fiesta a la que todos los demás asisten con toda elegancia. Las comparaciones y las expectativas hacen que nos examinemos a nosotras mismas y nos consideremos inadecuadas. A través de los días y los años nos invade la ansiedad por la insuficiencia.
Pero la historia cristiana a la que estamos invitados, la mejor y más hermosa de las historias, no nos ofrece un papel protagonista. No nos coloca en el centro de la historia en absoluto. Por eso es la mejor y la más bella.
Es la historia de los invitados a una boda —una historia de aquellos que corren apresuradamente después de un funeral—. Es una boda entre un novio (Cristo) digno de toda nuestra atención y una novia (la Iglesia) digna de todo nuestro esfuerzo. Es una historia que nos invita una y otra vez a recordar que no somos el centro de atención, sino que nuestras vidas pueden dedicarse con alegría a preparar a la novia para su esposo.
Esta es la historia que Jen Oshman pretende contarte. Aunque tus expectativas sobre cómo debería ser la vida, sobre quién deberías ser y sobre cómo deberían verte los demás se arremolinen a diario ante tus ojos, hay una visión más sublime que puede devolverte la alegría de tu salvación. Oshman te llama a una boda en la que el atuendo apropiado es olvidarnos de nosotros mismos y la liturgia canta sobre esplendor de la pareja feliz. ¿Qué es más satisfactorio que