Año 6 . Núm. 14 . julio-diciembre 2022
Año 6 . Núm. 14 . julio-diciembre 2022
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
Año 5 · Núm. 10 · julio - diciembre 2020 Año 6 Núm. 14 julio-diciembre 2022
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Año 5 · Núm. 10 · julio - diciembre 2020 Año 6 Núm. 14 julio-diciembre 2022
Directorio UniversiDaD iberoamericana a . c.
Luis Arriaga Valenzuela, S.J rector
Alejandro Anaya Ortiz vicerrector académico
Jorge Meza Aguilar Director General de vinculación Universitaria
Rosalinda Martínez Jaimes Directora de Publicaciones
Luis Javier Cuesta Hernández Director de la División de Humanidades y comunicación Alethia Alfonso Directora del Departamento de Letras
Dra. evelyn arizpe Universidad de Glasgow, Reino Unido mtra. Graciela bialet Universidad de Córdoba, Argentina
Dr. Pedro c. cerrillo torremocha Director del CEPLI de la UCLM, España
Dr. José manuel de amo Universidad de Almería, España
Dra. Gemma Lluch Universidad de Valencia, España
Dra. alba nora martínez. Universidad de Arizona, Estados Unidos Dr. ignacio Padilla (✝) Academia Mexicana de la Lengua, México
Dra. Gloria Prado Universidad Iberoamericana, México Dra. blanca-ana roig Universidad de Santiago de Compostela, director de la Red LIJMI, España
Dra. veljka ruzicka Universidad de Vigo, España
Dra. celia vázquez Universidad de Vigo, España
Dra. Gloria vergara Universidad Autónoma de Colima, México Dr. Jorge Yangali Universidad Nacional del Centro de Perú, Perú Dr. Lauro Zavala Universidad Autónoma Metropolitana, México Dra. esther Hernández Palacios Universidad Veracruzana, México mtro. adolfo córdova ortiz. Universidad Iberoamericana, México, Blog Linternas y bosques comité eDitoriaL
Directora general: Dra. Laura Guerrero Guadarrama coordinadora general: Dra. Amanda Patricia Castañeda asistente editorial: Lic. Emilio Vázquez Romero Castany encargados/as de sección: voces de la LiJ: Dra. Laura Guerrero Guadarrama, Mtra. Áurea Xaydé Esquivel Flores y Mtra. Helena Taylor refiguraciones: Mtra. Georgina Lamothe Hernández, Dra. Laura Guerrero Guadarrama, Dra. Amanda Patricia Castañeda Merizalde y Mtro. Alejandro Vergil Salgado Para leerte mejor: Mtra. Helena Taylor intermedialidades: Mtra. Georgina Lamothe Hernández. Parasubidas poético: Mtro. Alejandro Vergil Salgado y Mtra. Perla Ximena Sueiras Altamirano. Libros y algo más: Dra. Cutzi Luz María Quezada Pichardo corrección de estilo: Mtra. Georgina Lamothe Hernández medios electrónicos: Dra. Laura Guerrero Guadarrama, Dra. Cutzi L. M. Quezada, Mtro. Alejandro Vergil Salgado (fb), Lic. Emilio Vázquez Romero Castany (TW), Lic. Ana María Fortoul (blog), Esteban Romero Álvarez (IG) otros miembros: Dra. Flor Moreno Salazar, Mtro. Luis Mario Reyes, Mtro. Humberto Pérez, Mtra. Itzel Vargas, Roberto Daniel Hernández, Jovana Lizeth Hernández Mtra. Elisa Lamothe Hernández (✝) Diseño de logotipos y portada: Thales Aquino. imagen de portada: Para subirse, de Salvador Rojo
LIJ · IBERO. Revista de Literatura Infantil y Juvenil Contemporánea, Año 7, Núm. 14, julio-diciembre 2022, es una publicación electrónica de la Universidad Iberoamericana, A. C., con domicilio en: Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana. Prol. Paseo de la Reforma 880, col. Lomas de Santa Fe, C. P. 01219, Ciudad de México, Tel. (55) 5950-4919, issuu.com/lijibero, www.uia.mx/publicaciones, lijibero@gmail.com Editor responsable: Laura Guerrero Guadarrama. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo del Título No. 04-2016-050908442400-203, e ISSN 2448-7848, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable del diseño web y actualizaciones: Dirección de Publicaciones, Dirección de Publicaciones de la Universidad Iberoamericana. Fecha de la última modificación, 30 de junio de 2020. Todo artículo firmado es responsabilidad de su autor. Se prohíbe la repro¬ducción de los artículos sin consentimiento del editor: publica@ibero.mx
I. Carta editorial / 5
Laura Guerrero Guadarrama / 5
1. Ser brújulas en el proceso de la lectura, entrevista a Cutzi Quezada / 8
2. “De jóvenes para jóvenes”. Nadie sabe para quién escribe: entrevista a Guadalupe Alemán Lascurain, por Roberto Daniel Her nández y Jovana Lizeth Hernández / 20
1. María Enriqueta Camarillo y Bertha Von Glümer. Dos pioneras y un siglo de educación literaria en México, por Laura Guerrero / 37
1. La oveja y la luna (Denisse Pohls). Ilustr. Víctor Calixto / 48
2. Gato (Adair Zepeda). Ilustr. Casandra Sabag / 49
3. La vida de la tetera (Shirley Andrade Andrade). Ilustr. Casandra Sabag / 50
4. Parasubirse (Maximiliano Nicolás Sacristán). Ilustr. Salvador Rojo / 51
5. El colibrí nervioso (Noel León Rodríguez). Ilustr. Christian Reyes / 52
6. Homenaje al sabor del olvido (Àngels Sancho Amorós). Ilustr. Áurea Esquivel / 53
1. Los itinerarios de la memoria en la literatura infantil argentina. Narrativas del pasado para contar la violencia política entre 1970 y 1990 de Laura Rafaela García por Ivana Mihal / 55
VI. Semblanzas / 58
VII. Comité editorial / 62
Elnúmero de otoño del 2022 tiene una preciosa imagen de apertura del artista visual Salvador Rojo que nos remite a la lúdica capacidad que tiene la infancia para forjar viajes a espacios ficcionales mediante artificios simples como un paraguas. Y con esta sugestiva ilustración entramos a un número que presenta en Voces de la LIJ una entrevista de Ana Fortoul a la doctora Cutzi Quezada Pichardo, conocida y querida mediadora de la lectura, quien nos ofrece ideas prácticas y reflexiones sobre cómo ejercer la difícil tarea de contagiar el amor por los libros, y Roberto Daniel Hernández con Jovana Lizeth Hernández nos aproximan a la autora Guadalupe Alemán, escritora de la LIJ, que construye historias irreverentes y subversivas que siempre apelan a la inteligencia y detonan la risa.
En la sección de Refiguraciones compartimos un texto del escritor y traductor colombiano Cesare Gaffurri Oldano: “Adolescencias monstruosas. Una lectura de ‘La habitación del lobo’ de Gabriele Clima”, se trata de una lectura inteligente de la obra de este importante autor italiano desde las claves de la heroicidad construida como el viaje del autoconocimiento y la transformación, así como la noción de la monstruosidad adolescente. La presentación de Clima es una de las aportaciones del texto y a ello unimos un análisis revelador.
En Para leerte mejor encontrarán un pequeño pero afectuoso homenaje a dos relevantes mujeres del siglo XX con el trabajo: “María Enriqueta Camarillo y Bertha Von Glümer. Dos pioneras y un siglo de educación literaria en México”, texto que me permití escribir a dos voces con la editora y mediadora Montserrat Flores. El artículo intenta recordar y señalar brevemente las aportaciones de estas dos mujeres que dejaron huella en varias generaciones de lectores y lectoras con escritos que se convirtieron en parte de la memoria cultural y colectiva de nuestro país. María Enriqueta, además, publicó una gran parte de su producción durante el periodo de su exilio español y en esas tierras recibió importantes reconocimientos. Con este trabajo de rememoración buscamos hacer un ejercicio de justa memoria para mantener vivo el recuerdo de estas dos grandes mujeres.
En Parasubidas poético, sección que corresponde a nuestra colección creativa, ofrecemos los textos ganadores de nuestra convocatoria de poemínimos: “La Oveja y la Luna” de Denisse Pohls Pérez con la ilustración de Víctor Calixto, “Gato”
de Adair Zepeda con la ilustración de Casandra Sabag, “La vida de la tetera” de Shirley Andrade Andrade con la imagen de Casandra Sabag, “Parasubirse” de Maximiliano Nicolás Sacristán con la ilustración de Salvador Rojo (portada del número), “El colibrí nervioso” de Noel León Rodríguez con imagen de Christian Reyes y “Homenaje al sabor del olvido” de Ángel Sancho Amorós con imagen de Áurea Esquivel.
Cerramos este número catorce con Libros y algo más en donde la investigadora y académica Ivana Mihal nos presenta el texto: “Los itinerarios de la memoria en la literatura infantil argentina. Narrativas del pasado para contar la violencia política entre 1970 y 1990 de Laura Rafaela García”. La reseña crítica nos ofrece claves relevantes del volumen que es producto de una investigación doctoral. El resultado, como señala, es un estudio diacrónico de la producción de la LIJ argentina en el periodo mencionado con los rasgos que la caracterizaron e incluye el tema de las censuras. Una clara invitación a revisar el libro y pensarlo a la luz de otras producciones.
Nuevamente gracias por acompañarnos y por ser parte fundamental de este proyecto.
En esta ocasión, para la sección “Jóvenes para jóvenes”, en “Voces de la LIJ”, traemos una entrevista con Cutzi Quezada (véase la figura 1), doctora en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana. Actualmente, realiza un posdoctorado con el apoyo del Consejo Nacional de ciencia y tecnología (CONACYT) en la misma universidad y desde hace varios años dirige Rayuela de Letras. Ha sido jurado del Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil y es miembro del Comité lector de IBBY México. Desde hace más de diez años trabaja en mediación lectora con cursos y talleres, además de ser la responsable del ya mencionado espacio Rayuela de Letras. Por su amplia experiencia en el mundo de la mediación lectora, tan necesario e importante, nos hemos acercado para charlar con ella a través de Zoom.
AF (Ana Fortoul): Estamos con Cutzi Quezada. Ella es mediadora de lectura, así como investigadora y nos va a dirigir unas palabras para LIJ Ibero. Gracias por estar aquí, Cutzi.
CQ (Cutzi Quezada): Al contrario, me da mucho gusto.
AF: ¿Cómo llegaste a la mediación lectora? ¿Qué te hizo interesarte por esta área?
CQ: Esa es una historia un poquito larga. Digamos que siempre busqué otra forma de acercarme a la literatura. También a la literatura juvenil que no muchas veces está bien posicionada dentro de la academia; por ejemplo, cuando yo estudiaba literatura en la universidad a la par que leía, por gusto los libros que salían de Harry Potter (1997-2007), los últimos. Recuerdo que una vez un amigo me dijo: “¿Por qué traes esos libros a esta clase, a la universidad? Yo también los leo, pero…” como que se avergonzaba de llevarlos. Entonces dentro de la universidad siempre busqué algo diferente. Me encanta muchísimo la didáctica, la enseñanza de la literatura en general y busqué otras alternativas. En ese tiempo estudiaba en el Claustro de Sor Juana y organizamos un curso: “Sor Juana para niños”, con la finalidad de acercar no sólo a Sor Juana sino al espacio, literalmente, del Claustro de Sor Juana, a la comunidad del Centro Histórico, en general, sobre todo a los niños y las familias que viven en el Centro Histórico y a los comerciantes que están ahí todo el tiempo, en realidad, es como si vivieran ahí. En el curso fuimos explorando la profesora Lourdes Aguilar y yo; otra forma de acercar a las personas en general, sobre todo a los niños, a la literatura y a una autora canónica como es, nada más y nada menos, que Sor Juana Inés de la Cruz, así empecé. Y después me enteré que es así como lo hacen todos, o casi todos, los mediadores, entenda-
mos al mediador de lectura como aquel que es un puente entre la lectura, en general, y los lectores o los potenciales lectores, incluso personas que no les gusta leer. Así empecé en el Claustro con talleres muy experimentales, era un poco como lo que uno entendía. Después encontré que existe el Programa Nacional Salas de Lectura, un gran proyecto que lleva muchísimos años y ha sobrevivido, afortunadamente, a varios cambios gubernamentales donde entras como voluntario, ahí hice un diplomado.
AF: ¿Qué clase de actividades hacen los mediadores de lectura? ¿Están los talleres para la mediación lectora pero qué clase de actividad hacen en los talleres o hay otras cosas además de los talleres? ¿Cómo llevan esa mediación a la gente?
CQ: Creo que antes de contestarte esa pregunta, es pertinente contestar ¿qué es mediación lectora? Existen algunos sinónimos, hay gente que no gusta del término mediación, prefieren promoción, animación, difusión, etcétera. Fomento a la lectura también es un término que me gusta mucho y es la parte de la investigación que mi propuesta es separar en dos grandes familias, una mediación y otra es el fomento a la lectura. El fomento a la lectura implica desde políticas públicas, es decir para México la Ley del Libro [Ley de Fomento para la lectura y el Libro] también los planes y proyectos como Salas de Lectura, el Plan Nacional de Lectura, hasta los planes dentro de la Secretaría de Educación Pública o las Secretarías de Cultura o de Educación estatales. El enfoque está en las políticas públicas porque acordémonos que el derecho a la lectura es un derecho y se trabaja mucho porque sea un derecho universal. Es decir, que todo el mundo, sin importar condición, economía y demás, tenga acceso a los libros y a la cultura en general. La mediación lectora es la actividad en acción, lo que justo ahorita preguntabas como los talleres. Pero no son sólo talleres, también los proyectos culturales, la investigación, los cursos o la capacitación; en fin, tiene muchísimas ramas y todo con el fin de hacer ese puente entre el libro y el lector. En ocasiones no se necesita, estrictamente, ese puente. Hay libros súper buenos que casi, casi solitos hacen su mediación lectora, y existen lectores que lo han sido desde siempre. El mediador de lectura lo que va a buscar es crear esos espacios; sí, pueden ser un lugar físico, pero más bien me refiero a esos espacios como una oportunidad donde se encuentre el lector o el potencial lector con la lectura de una manera gozosa y en hospitalidad, que se sienta bien recibido, acompañado en su lectura. Esto requiere de un montón de pautas, para empezar qué es la lectura porque no implica necesariamente solamente leer lo que alguien más ha escrito. Tenemos la lectura visual, la narrativa gráfica, la oralidad (que es súper importante en el trabajo con
comunidades de todo tipo) y por supuesto el libro informativo. Además, la mediación no está destinada sólo a niños, ni a docentes, se hace también con adultos y adultos mayores. Desde luego requiere de una formación, profesionalización y capacitación específica, no sólo en literatura, para poder realizar justamente estas actividades. Todo esto abarca la mediación lectora. Es decir, la familia grande es el fomento a la lectura, porque abarca desde el compromiso de políticas públicas hasta la acción concreta de mediación lectora. Ojo, políticas públicas quiere decir sí leyes, pero no quiere decir sólo gobierno, acordémonos de los Derechos Universales o, de los Derechos Humanos. Entonces, la mediación es la ‘puesta en acción’, las actividades en concreto, y hay muchas formas de mediación lectora, tantas como hay mediadores.
Existen, algunos ejes que últimamente se han buscado, justamente para la profesionalización, pero va, también, al acto mismo. Puede ser desde talleres, por supuesto, las redes sociales, por ejemplo con Rayuela de Letras hago mucho eso, también se pueden gestionar proyectos culturales como una feria del libro en tu comunidad, trabajar en tu barrio. El trabajo puede ser desde la academia, puede ser un perfil más profesional de mediador de lectura; eso sí es todo un tema porque requiere ciertas cuestiones, ciertas formas de hacerlo, capacitaciones y demás. En esta ruta se busca que el trabajo cada vez sea mucho más profesional, tanto que ojalá algún día exista una carrera de mediación lectora. No es lo mismo estudiar literatura y dar clases de literatura, necesitas didáctica; como no es sólo ser especialista en biología y dar una clase. Es igual con la mediación lectora. Por supuesto la base de todo, se nos olvidan los mediadores principales de toda esa cadenita, son los papás. Además, lo primero para un mediador de lectura es que te guste leer, por ejemplo el proyecto que tiene la Secretaría de Educación como Leer para la Vida, con el magisterio, y eso sí, si a ti no te gusta leer va a ser muy complicado, incluso imposible, poder transmitir ese gusto. Dice Juan Villoro: “El gusto por la lectura no se enseña, se contagia”.
AF: Son muy interesante cómo hay que diferenciar el fomento a la lectura y la mediación lectora. Hablaste de Rayuela de Letras y ese es uno de tus proyectos de mediación ¿De qué va? ¿Cómo lo estructuras? ¿Qué otros proyectos tienes para mediación en estos momentos?
CQ: Rayuela de Letras sí es un poquito de mediación lectora pero también va hacia otros lados, el objetivo de Rayuela de Letras es brindar herramientas a todo aquel que tenga interés en la mediación lectora y en la literatura infantil y juvenil. No importa la edad, no importa la condición. Está enfocada a la capacitación de mediadores No obstante, además, hemos dado talleres para niños Rayuela de
Letras ofrece talleres sobre cómo dar talleres para niños, busca mucho acercar a la Literatura Infantil y Juvenil, estudiar qué es el libro-álbum, que es mi especialidad, más otros cursos. Sobre todo en Instagram con Rayuela de Letras se hacen recomendaciones de libros, novedades, muchos libros álbumes, textos que a lo mejor son un poco difíciles de conseguir. Se trata de compartir herramientas para quien se están profesionalizando como mediadores. Tiene dos o tres líneas:
1. Para todo aquel que le guste la literatura infantil y sólo quiera leer. Por ejemplo, hemos leído Peter Pan (1902) con el Rincón de Lectura de Rayuela de Letras. En el nivel que quieras, todo es bienvenido, no hay una mejor lectura, una mejor interpretación, todo está bien.
2. Luego está, por supuesto, todo lo que se le ofrece a los niños y a los adolescentes, desde talleres y demás.
3. Y la parte que me interesa muchísimo es poder ayudar a los mediadores de lectura en ese pasito hacia la profesionalización, para no hacerlo improvisado sino quizás, un poco más sistematizado sin tenerle miedo porque esto les ayuda a descubrir qué tipo de mediadores de lectura son, cómo pueden transmitir también sus conocimientos a otros mediadores, cómo capacitarse. A lo mejor soy súper amante de los libros álbum pero profesionalizarme me ayuda a verme a mí y cómo bajo en mil maneras actividades hacia mis lectores.
Eso a grandes rasgos es Rayuela de Letras y como todo en mediación lectora, ha mutado poco a poco; ya vamos a cumplir ocho años, en septiembre. Estamos sobre todo en Instagram y muy pronto ya van a empezar los talleres presenciales y en Zoom.
AM: Qué padre, Rayuela de Letras es un proyecto súper amplio y para mucha gente.
CQ: Sí, el objetivo de esta primera fase es ofrecer herramientas para todo aquel interesado en la Literatura Infantil y Juvenil y mediación lectora.
AM: Está súper padre, la verdad, y puedes alcanzar a muchísima gente desde distintos ángulos. ¿Qué consejo le das a las personas que quieren empezar a ser mediadores de lectura, porque como tú dices es necesaria una profesionalización?
CQ: Como todos y en todo, también en mediación lectora, se empieza así: yo quiero hacer un taller, voy a ver cómo le hago, sobre la marcha me voy dando un
montón de topes, tengo un montón de experiencias, voy conociendo a más gente que me enseña otras cosas, voy proponiendo y de repente no llega gente a mis talleres (eso a mí me ha pasado mil veces). El primer consejo es ese: te tiene que gustar leer y la literatura. Me acuerdo que una vez en un taller en Argentina hacía justo esta pregunta a profesores. Me decían “se tiene que ser carismática” y yo “no necesariamente”. De nuevo, hay muchas formas. Así como hay muchas formas de hacer crítica literaria, por ejemplo, para los que estudian literatura o hay muchas formas de hacer investigación para los que son científicos, o hay muchas formas de dar clase para los que son pedagogos, o para quienes hacen didáctica de alguna especialidad; así también hay muchos modos de hacer mediación lectora. El punto está en descubrir cuál es la mejor forma para ti y cómo poder acercar eso que tú ya vives en tus lecturas. Dice Michèle Petit que es “una exigencia vital”, es la necesidad de leer, ese vínculo tan estrecho con la lectura. Por eso es bastante difícil que sí tú no lo tienes lo puedas transmitir, porque es una relación muy estrecha. En mediación lectora los afectos están súper enganchados. Por otro lado, sobre todo en Latinoamérica, desde los años ochenta, se ha cuestionado si este tipo de trabajo es animación, si es promoción, si es difusión. En ese sentido, el fomento a la lectura abarca todo eso. Por ejemplo, puedes ser una editorial independiente que busca difundir a autores poco conocidos; esto es un primer nivel. Entonces, si quieres ser profesional de la mediación lectora implica desde capacitarte hasta tener una paga por tu trabajo, no necesariamente que le cobres a los usuarios. Si estás viendo que el usuario no tiene para pagar el taller, se puede gestionar (y ahí es donde entra la parte del gestor cultural) con instituciones para solventar los gastos y que al usuario no le cueste, pero tampoco dar tu trabajo gratis, esta es una parte muy importante en la que se está trabajando en en vía hacia la profesionalización. Por cierto, hice un artículo sobre estos temas en un número anterior de LIJ Ibero titulado “De la alfabetización hacia el fomento a la lectura: Breve recorrido por los momentos claves en México. Así como pasó con el teatro en el Siglo de Oro, donde se logró el espacio, la capacitación, el reconocimiento, pero también la remuneración. Eso es lo que se está buscando en la mediación lectora.
Mi otro tip, súper importante, es el acompañamiento. Acordémonos que en mediación lectora el concepto de lectura se expande muchísimo. Con este enfoque se puede ir a un proyecto, a una sala de lectura, a un club de lectura, a lo que tú quieras; incluso, con usuarios que no saben leer, por eso hay muchas propuestas para bebés, para quien perdió la vista, súper importante para los abuelos o tercera edad, sobre oralidad de tu misma. El asunto es acompañar, pero sin imponer tú, ese es todo un tema, sino estar más atento a lo que al lector le intere-
sa, lo que quiere descubrir de sí mismo. Por ejemplo, a un usuario de repente le interesa el fútbol; y a lo mejor por ahí le puede interesar alguna literatura que hable sobre el fútbol. El caso es acompañar el proceso lector de cada quien sin imponer tus propios prejuicios y eso es todo un trabajo. Ahí es donde es importante la profesionalización del mediador de lectura hay que tener todos estos puntos muy claros cada vez que damos un taller.
AF: Suena muy complicado todoeste acompañamiento: ¿cómo defines qué trabajar con quién? Tienes que ir viendo los intereses, supongo que en un grupo es más complicado. ¿es más difícil poder encauzar a todo un grupo con algunas lecturas o pones distintas lecturas a cada uno?
CQ: Por eso es el trabajo de todo un profesional y merece reconocimiento. No es complicado, sino especializado. En cuanto al trabajo en grupos, depende mucho de si es por Zoom, si es un grupo que sólo vas a ver ese día, en ese taller, en una feria del libro. La verdad es que el resultado del trabajo del mediador es bastante difícil de ver a largo plazo. Es diferente cuando tienes un grupo, un club de lectura, un círculo de lectura. Por ejemplo, en uno de los rincones de lectura que tenía con Rayuela de Letras, un club de lectura con ciertas dinámicas y estrategias, descubrí que a los participantes les gustaban los clásicos y a través de los clásicos podía sensibilizar a los adultos a quienes no les interesaba mucho la Literatura Infantil y Juvenil, por medio de los clásicos podía acercarles una literatura distinta. Mucho es escuchar al otro, trabajarte a ti mismo para procurar obtener una relación horizontal. Una forma en que yo explico el acompañamiento en la mediación lectora es con una metáfora entre brújula y mapa. El objetivo es llegar al tesoro y ese gran tesoro es esperar que el lector a quien le gusta leer, no importa la edad, continúe haciéndolo o incluso si se va de la escuela o de la biblioteca o de tu club de lectura. También si no le gusta para nada leer, ni acercarse a la narrativa gráfica, ni a nada, poder construir ese puente y hacer que descubra que a lo mejor es un prejuicio, un miedo, o nunca ha tenido la oportunidad porque no
hay libros que pueda leer. Aunque, la oralidad siempre existe. Entonces ese es el objetivo, es nuestro tesoro y hay varias formas de llegar a él. A través de un mapa: un camino súper marcado porque un mapa te dice de aquí a la derecha y a la izquierda, etcétera, y entonces llegas al tesoro, y logras tu meta. Esto lo veo como las pedagogías muy tradicionales o las didácticas más tradicionales sobre la enseñanza de la literatura, de la lectura y de la alfabetización. No quiere decir que sean malas, pero en ciertos contextos no son tan pertinentes o para algunos lectores esa no es su vía. El otro camino, la mediación lectora, es una brújula y tú como mediador eres esa brújula, que te va a orientar, te va a ofrecer. Por ejemplo, si te das cuenta que a ese niño le encantan los libros de los animales, casualmente un día llegas y dejas, por ahí, un libro muy bueno, seleccionado con toda tu capacidad como mediador lector y con toda tu profesionalización para elegir un libro con la potencia para ese lector, a lo mejor tú como papá le dices a tu hijo: “vamos a leer este libro en las noches” o lo que quieras, pero sin imponer. Tú eres como una brújula y el niño, el lector, el adulto, van descubriendo su propio proceso de lectura con tu acompañamiento. Sí eres la guía, pero no le vas a decir exactamente el camino. Lo complicado está, y por eso requiere de cierta habilidad, poder identificar, en una persona y después en un grupo, los distintos caminos o procesos lectores que cada uno tiene. Los procesos lectores van muy ligados, para los que estamos en Letras, con la teoría de la recepción: cada vez que lees involucras tu experiencia lectora aquello (que has leído antes y no sólo de literatura, está la oralidad, la narrativa gráfica y demás formatos) con tus propias experiencias de vida. Así tengas un día de vida tienes un montón de experiencia, el bebé tiene toda la experiencia del mundo a través de descubrir sus sentidos. Esta metáfora entre la brújula y el mapa me ayuda a explicar aquello que busca la mediación lectora y por supuesto hay muchas estrategias que se pueden enseñar. Incluso en el blog de Rayuela de Letras hay unos ejemplos de talleres, no recetas. Porque acuérdate que el mapa y la receta son casi lo mismo, seguir unos pasos para llegar a un punto. Estos talleres en el blog son ejemplos, cada uno lo adapta a como mejor le convenga, a su forma de hacer mediación lectora y a lo que está necesitando el lector o el potencial lector. Esa es la palabra clave: acompañamiento y la explicación es esa: Somos brújulas, más que un mapa súper estricto y detallado de cómo llegar a un cierto punto.
AF: Desde la Academia, tú como investigadora, ¿cómo te acercas a este fenómeno? ¿Crees que la Academia tiene que involucrarse más en esto?
CQ: Tal cual fue una de las preguntas de mi tesis en el doctorado. Te lo voy a explicar. Resulta a veces tan obvio, pero a la Academia a veces se le olvida. Te lo
puedo explicar hablando desde la teoría de la recepción junto con la hermenéutica, teorías literarias, no tan actuales, pero sí muy vigentes. Se habla mucho del lector y del cambio de paradigma donde ya no es el autor el centro del proceso de lectura, ni la obra. En el acto de lectura, dice Iser, el centro es el lector, pero se da por entendido que ya es lector y el gran tema, y en todo el mundo, pero todo en Latinoamérica, es: pero, y si no se es lector, ¿cómo van a pasar todo eso que dicen las teorías literarias? Ese es el gran tema, cómo formar lectores, cómo hacer más lectores, cómo es esa exigencia vital que dice Michèle Petit, cómo poder compartir la lectura en contextos donde lo escolarizado no puede ser, en un hospital, en un contexto de crisis, y todo eso que vivimos los mediadores para hacer lectores.
Si el tema es formar lectores, pues los principales que están involucrados son los centros educativos, y uno de los más importantes para la profesionalización es justo la Academia. Se nos ha olvidado cómo se llega hasta los lectores, por eso se confunde mucho que la mediación sólo es para la infancia o en etapa escolar, porque estás “formando”. Es bastante raro decir que un adulto se sigue formando. La verdad es que la lengua, el español, no lo terminas de aprender, y la literatura igual. Hablemos de los abuelos, de lo importante de la tercera edad, donde también podemos seguir aprendiendo. Entonces, en mi tesis doctoral esto fue uno de los temas desarrollados, así como hablar de la trayectoria tan peculiar que tiene México, también Latinoamérica y España, con A la Orilla del Viento, con IBBY, con la FILIJ, con Salas de Lectura, para crear a la figura del mediador de lectura. Además, para reflexionar sobre el proceso de lectura, cómo formar lectores, y en específico los procesos de lectura del libro álbum. Otro aspecto [de la investigación doctoral] son los agentes, en el sentido básico de la definición como ‘aquel que ejerce la acción’, de la mediación lectora quienes tienen muchos campos de acción, y eso nos lo ha enseñado la misma historia de la Literatura Infantil y Juvenil en México. En los años veinte, el ochenta por ciento de la población era analfabeta, por lo que Vasconcelos, “popuso, entre otras cosas, crear las Casas de Cultura. venía de un movimiento súper interesante, de chavos de preparatoria, el Ateneo de la Juventud donde decían “tanto positivismo está bueno, el progreso y todo, pero las humanidades también son súper importantes. También a nosotros nos gusta leer, el arte”. Así, tenemos la tradición del Ateneo de la Juventud, del muralismo, de hacer proyectos culturales en las calles, en las comunidades, proyectos públicos, populares y todo eso ha ido permeando en la mediación lectora, sobre todo en México y en Latinoamérica con sus particularidades. En Argentina en Colombia, por supuesto en Centro América, por ejemplo, si no similares con puntos de unión bastante interesantes. Luego en los años ochenta están los agentes de lectura. Por ejemplo, el gremio editorial de la LIJ., por los ochenta. En este
periodo en México, sí había alguna que otra editorial de Literatura Infantil y Juvenil, pero no existía una tradición como en la historia de la LIJ inglesa o alemana. En este periodo es cuando entra A la Orilla del Viento con el sello editorial del Fondo de Cultura Económica, catálogo destinado a niños y jóvenes. Y a los pocos años de haberse fundado como colección editorial se creó el proyecto de fomento lector para promover esos mismos libros que estaban publicando. Decía Gómez Morín que en esa época se preguntaban si hacían libros para niños o niños para libros. Daniel Goldin, lo pensaba, como un proyecto integral. Y esa palabra de proyecto integral resuena muchísimo con el gran proyecto que pensó Vasconcelos, desde el Ateneo, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), digo la Secretaría de Educación Pública. Recordemos que la Secretaría de Cultura antes era Conaculta, que pertenecía a la SEP. Por eso nunca está peleado lo educativo con la formación lectora, sólo son distintos procesos y enfoques. Todo esto para decirte que en esta atmósfera se empezó a desarrollar el gremio editorial de la LIJ como agente de la mediación lectora, así como la fundación IBBY-México, la FILIJ, todo el mundo. ¿Pero y las Academias? Esa es la gran pregunta, por qué no tenemos tantos espacios de Literatura Infantil y Juvenil y de Investigación sobre los procesos de lectura. Esa es la pregunta del millón y que es muy sencilla de responder: el espacio universitario, por ejemplo el trabajo desde difusión cultural de Universo de Letras de la UNAM; es donde más afluencia hay de jóvenes. De nueva cuenta, tiene mucho que ver con la historia de la Literatura Infantil y Juvenil. Antes de los 2000, el enfoque era el niño, después de los 2000 empieza lo juvenil. Ahora el enfoque, son las primeras infancias. Ojalá y también algún día haya un enfoque en tercera edad. Pero falta la investigación y de aquí me regreso a “¿cómo se ha ido desarrollando la mediación lectora?” Tú me preguntabas, si se puede aventarse a hacer mediación lectora sin capacitarse. Sí se puede. Háganlo, la verdad es que se puede aprender muchísimo. Dándose de sopetones y aprendiendo es la mejor manera, yo así empecé y casi todo el mundo lo ha hecho. Pero sí, entre más te involucras, dices “necesito más para profesionalizarme”, “yo quisiera tener un certificado que me avale como mediador y no sólo mi palabra”, que es lo que muchos mediadores ahora están buscando, “yo ya me hice todos los cursos del mundo”. Los mediadores tienen un montón los talleres, tienen muchísima experiencia, pero no pueden poner, literalmente, en su currículum un certificado que los avale como tal. Pareciera que no tienen formación y al contrario tienen muchísima. Hay a quienes les interesa y a quienes no. Pero esa profesionalización dónde se va a encontrar sino desde las universidades, desde la capacitación. Hablando de libros informativos o libros de divulgación dónde se hacen los estudios científicos que después se buscan divulgar y llegar a la gente en general:
en procesos educativos en las universidades. La respuesta es muy sencilla, pero creo que se les olvidó, me refiero a que es muy natural. Y ese es el gran tema. ¿Por qué no hay? ¿Por qué no hay tantos? ¿Por qué hay sólo centralizado y no en el resto de los estados? ¿Por qué si se ve que es algo muy necesario, en nuestra sociedad, en general? ¿Por qué si, además, se ha tenido muy buena trayectoria de agentes culturales? Agentes que van desde mediadores, desde las editoriales, de nueva cuenta, las políticas públicas, los planes, los programas y las leyes (que son parte de las políticas públicas), organismos, ONG (como lo es IBBY), las editoriales independientes. las universidades, las nuevas tecnologías (booktubers, instagramers, Tiktokers); todo aporta (este tema se puede consultar en mi tesis doctoral, se descargar gratis en la página de la Ibero). Y de entre todos esos aparece la figura del mediador de lectura profesionalizado, todos son mediadores de lectura, pero existe aquel agente que de plano es un profesional, ejerce un oficio especializado. Si te digo, “estoy enferma de la garganta ¿con quién voy?”, me dirás “con el doctor, y después con el doctor especializado: con el otorrinolaringólogo, y si se puede con el especialista en laringe”. Algo así, también se está requiriendo, un perfil mucho más especializado. Mediador de lectura lo podemos hacer todos, en cualquier momento con nuestros sobrinos, con nuestros hijos, pero sí habrá contextos donde se necesite a alguien mucho más especializado. Eso es lo que se está buscando y es parte de lo que quiero hacer con Rayuela de Letras, brindarles este tipo de ayuda.
AF: Cuéntanos alguna experiencia que hayas tenido de mediación. ¿Cuáles han sido esos momentos que te han llenado? ¿Alguna experiencia a la que le tengas mucho cariño?
CQ: Una experiencia en específico, es que hay muchísimas. Alguna vez hice un “en vivo”, un video que está en el Instagram de Rayuela de Letras, hablando de los fracasos. De repente mucha gente no se anima, porque “todavía me faltan cosas”. Sí es cierto que se necesitan, estábamos hablando justamente de la profesionalización, pero también se necesita hacer y aprender y no rendirse a la primera. Pasa mucho, muchísimas veces, que haces el trabajo y al principio no llega nadie. Depende de muchas cuestiones: del espacio, de la hora en que lo hagas, de coordinar la hora a la que puedan los lectores, y también puedas. De nueva cuenta, como todavía no está bien reconocido y remunerado este tipo de trabajo, la mayor parte de los mediadores de lectura no se dedican al cien por ciento a esto, necesitan otros ingresos. Más que experiencias en específico, hay muchísimas, es el no rendirse ante los fracasos y es parte de lo que comparto en Rayuela de Letras, en talleres y cursos, en redes sociales. Rayuela de Letras también es como
tipo de Call center, de los que hablas si necesitas ayuda y no sabes a quien recurrir. A todos nos ha pasado que de repente no encuentras el libro, o algo que pasa mucho, me dicen “por fin me van a pagar. ¿Cuánto cobro por esto?” No saben cotizar, no saben decir cuánto vale su trabajo y, a veces, regalan su trabajo a entidades que pueden ofrecerles un buen pago. Como una experiencia, como una forma de ir aprendiendo, comparto que el fracaso está a la orden del día, como en todos lados y el chiste es seguir intentando, seguir acercándose y seguir buscando.
Si ya elegiste que quieres ser mediador de lectura, así como elegiste estudiar físicomatemático, busca la profesionalización, al menos en los pocos espacios que hay tanto privados como públicos y en las pocas universidades que hay: la Ibero, la UNAM, entre otras. Busca, y con eso quisiera cerrar, como mínimo tenerle todo el respeto al lector o al potencial lector, sobre todo si es niño o bebé, para brindarle cada vez la mejor calidad. Entonces, vas a buscar ser un mediador mucho más capacitado, profesional, especializado, para ofrecer más. Se puede hacer negocio, no está peleado, pero no sólo buscar eso o no buscar la fama en redes sociales, sino procurar siempre la calidad literaria, hablamos mucho de eso en LIJ Ibero, de aquello que le estás ofreciendo a tus lectores y tenerles todo el respeto, el acompañamiento, sin quitar los afectos. Siendo siempre brújulas en ese proceso lector, ya sea que tu receptor tenga un año, meses, noventa y nueve años, los que ustedes quieran, siempre muy atentos a nuestros lectores.
El pasado mes de julio, tuvimos la oportunidad de tener una charla con la carismática escritora, Guadalupe Alemán Lascurain (1971). Publicó su primera obra, El nombre de las brujas, en 1989. Desde niña los libros fueron sus fieles acompañantes, y leía todo lo que estaba a su alcance: desde los cuentos de los hermanos Grimm, las novelas de Kafka y hasta las cajas de cereal. Se licenció en Literatura Latinoamericana en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. Ganadora del Premio Antoniorrobles (1988), y del concurso Castillo de la Lectura (2000). Es escritora, lectora profesional, profesora de literatura y textoservidora, no en ese orden exactamente.
Haimpartido talleres de narrativa, se ha desenvuelto como editora de literatura infantil y fue coeditora de la revista El poeta y su trabajo. Además ha realizado colaboraciones para diferentes medios impresos, entre los que destaca Muy Interesante Junior. Entre sus obras más destacadas también encontramos El mundo septiembre adentro (y varias formas de evitarlo) (2001), La domadora de miedos (2002), y Beto y los secretos familiares (2014). Su vida actual se desenvuelve entre su familia, la escritura, la docencia y su trabajo en Microsoft, desarrollando la personalidad de la asistente virtual Cortana.
Entre muchas risas y el barullo de una cafetería de la CDMX, Lupita Alemán nos compartió sus miedos, su relación con la escritura y cómo esta se ha vuelto el medio para enfrentarlos. También hablamos de la relación objeto-libro, y por qué le chocan los audiolibros. Nos explicó la importancia que tiene no subestimar a los niños lectores (ni a ningún lector en general), y lo difícil que se ha vuelto acercarnos a la literatura hoy en día. Nos regaló una tarde muy amena y le puso sabor a nuestro café con uno que otro consejo interesante.
JH (Jovana Hernández): Nos da mucho gusto saludarte, cuéntanos ¿Cómo estás?
LA (Lupita Alemán): ¡Hola! Muy bien, muchas gracias. Esto es muy raro, es como de rockstars. Estoy muy bien y muy feliz. Gracias por entrevistarme, ¡Qué padre!
RD (Roberto Daniel): Nosotros también estamos muy emocionados. Leímos tus libros...
LA: Bueno, muchas gracias por eso. Creo que ni mis hijos los han leído. No, no creo. No los han leído.
JH: Justo es esa una de las cosas que te queríamos preguntar. Cuando estuvimos leyendo tus libros nos hicimos la pregunta de ¿Para quién son los libros de Lupita Alemán?, ¿En quién piensas cuando escribes?
LA: Es una buena pregunta. La verdad es que no pienso en un público objetivo. No pienso en niños. No pienso en una edad, no pienso en un público lector en particular. Estoy resolviendo algo que tiene que ver más conmigo y con mi propia infancia. Conectar con algo que tiene que ver con algo que yo viví, pensé o sentí. Bueno, no tan directamente, no es que mi trabajo sea autobiográfico. En realidad no soy una escritora de las que está pensando en llenar un nicho editorial o de mercado. En el fondo, quién sabe lo que necesitan los jóvenes. No es una respuesta que alguien pueda darte, y si te la dan, creo que sería un cliché.
Las personas somos seres singulares y en ese sentido, esa voz con la escribo, que me sale o me salía, es una voz que creo que conecta con ciertas edades, y por eso funciona. Y sí, tengo cuentos para adultos y puedo escribir cosas para ellos, pero es más ensayo, crónica, otro tipo de cosas. Algunos de los libros que más disfruto son libros que están catalogados como literatura infantil y que funcionan en muchos niveles. Un niño, un adolescente puede llegar a entender una cosa, pero como adulto entiendes otra. También me pasa con películas que son para niños, que claro son muy buenas, pero hay algo ahí para todos. No sé si eso les conteste, soy muy rollera.
RD: Sí, está muy bien. Algo que platicaba con Jovana era sobre la facilidad que tienes para retratar a los adolescentes. Y es que cuando leímos Septiembre, nos identificábamos con los personajes y las situaciones. Sobre todo por lo ingenioso que llega a ser el humor, definitivamente regresé a mi época de secundaría mientras lo leía.
LA: Te digo, era más mi propia adolescencia. Ese libro sí es bastante autobiográfico, obviamente dentro de todas sus locuras. Ese es uno de esos libros que nació del enojo, de la venganza. Un día decidí sentarme y decir “yo tengo historias que contar sobre este tipo de escuelas”. Pero la parte neta, la neta del bullying, de sentirse fuera, de profesores indiferentes, de discursos que no vienen al caso. Todo eso es totalmente real y yo lo padecí. Y según yo, ya lo había superado. ¡Obviamente no! Evidentemente no. Porque sí fue un libro que salió con mucha rabia y enojo. Y creo que eso es algo que, de nuevo, no lo planeé, fue algo que viví. Nunca pensé que fuera a ser publicado. Nunca. Mucho menos que fuera a ganar un premio. Lo escribí de alguna manera para eso, para obligarme a escribir. Porque además cuando escribes literatura, digo, a menos que seas híper mega ultra famosísimo, es algo que uno hace para uno.
Es muchísimo trabajo, y es un trabajo solitario que nadie te paga. Son horas y horas de trabajo que pueden pegar o pueden no hacerlo. Y en este caso fue como un ejercicio personal, pero la principal motivación que tuve para terminarlo fue como: “Ah, hay un concurso. Entonces tengo que terminarlo para mandarlo al concurso”.
Para mi sorpresa ganó. Ahí fue cuando Castillo se aventó el tiro. Pero creo que sí es justo esa rabia que tiene, y esa como condición de un poquito de denuncia más o menos velada, y que la gente se reconoce en eso. Hay una bonita definición de un gran crítico literario que revela lo que significa escribir literatura juvenil que me gusta mucho. Dice “Lo que quieren los adolescentes es libertad y descubrir quiénes son, no saben quiénes son”.
JH: En ese sentido, se me hace bien interesante lo que dices. Justo salió de tu rabia escribir este libro, y es algo que platicaba con Roberto. Nos dimos cuenta de que siempre te preguntan sobre la comedia que está presente, pero son más bromas que comedia. Se sentía como hablar sobre los miedos que tienes cuando eres niño, como en La domadora de miedos o El nombre de las brujas Hablas muchísimo sobre el miedo. Nos gustaría preguntarte ¿Por qué decidiste trabajar el miedo a través de la comedia?, ¿por qué un libro que pudo haber sido de terror es de comedia?
LA: Por miedosa. Literal por miedosa. De hecho ahorita estoy trabajando en otra novela que está súper estancada hace años. Y mi intención es que fuera más terrorífica, meterme más al género. Y me da miedo. Me da miedo lo que escribo y me da miedo los lugares oscuros a los que me lleva la escritura. Pues sí, por cobarde, la verdad.
Creo que la comedia es una forma de defensa que al menos a mí me funciona. Si le tienes miedo a algo imagínatelo con la nariz de payaso, y con eso lo desactivas un poquito. La realidad es que soy bien cobarde. No soy fan del género de terror porque a mí me cuesta digerirlo, no porque no sea grandioso. Claro que he leído clásicos del terror y visto películas de terror muy buenas, pero para mí es un poco como la montaña rusa. No soy fan. Y también porque el humor creo que se me da, uno va encontrando mecanismos que funcionan. El humor negro para mí es un lugar de consuelo y paz. Los mexicanos nos reímos de las cosas más trágicas. Acaba de pasar algo horrible y ya está el meme a los cinco minutos.
JH: Algo que notamos mucho es que tienes mucha influencia de Kafka.
RD: Se nota en tu manera de narrar.
JH: Toda la historia de El mundo, septiembre adentro es sin duda una novela kafkiana en la que no sabes a dónde vas.
RD: Incluso la arquitectura en la novela es laberíntica.
LA: Sí, soy muy fan de Kafka, evidentemente. Es un gran halago que me lo digan. A grandes rasgos, para mí lo kafkiano es está situación en la que los personajes están siendo rebasados por una maquinaria o patrón que desconocen. Y esa maquinaria los va a ir aplastando, ¿No? Eso es El proceso, La metamorfosis, etc. Y esa maquinaria son muchos sistemas dispositivos que no son necesariamente personas ni autoridades. Entonces sí, claro que Septiembre tiene mucho de eso. Pero también creo que la adolescencia y la infancia tienen mucho eso. Como una persona sujeta o autoridades que no necesariamente entiendes, que no siempre son buena onda y no siempre hacen lo mejor para ti. Pero tú te tienes que tragar eso, más cuando eres niño. La verdad es que sí hay algo muy kafkiano en ser niño y ser adolescente. Y también hay algo muy infantil en Kafka. En ese sentido sí, pero en otro sentido no, porque el lenguaje de Kafka es súper neutro, es muy difícil llegar ahí, y mi prosa está súper infectada por mí, por mis chistes, mi personalidad, para bien o para mal.
JH: Nos preguntábamos, ¿Por qué incluir esa clase de referencias o qué leías tú de niña para incluir ese tipo de referencias? Que bueno, yo no leía a Kafka a los trece años.
LA: Es que yo sí. Yo era muy freak. El personaje de Andrea y yo somos muy parecidas. A mí me mandan a una escuela de monjas a los doce o trece años. Y yo sí venía de una familia donde se leía mucho, y en mi casa había una biblioteca muy linda. Crecí entre libros. Y cuando entro a escuela que era un ambiente muy hostil para mí, me seguí aferrando a la literatura como un modo de escape.
Para mí, irme a mundos imaginarios, leer, escribir y pintar era algo muy natural. Y de pronto se volvió necesario. Yo sí me acuerdo de cosas que están en el libro porque también leía en el recreo Los tres mosqueteros y usaba de separador de libros un peine, y además me lo comía. Ahora viéndolo desde afuera digo, claro que era un bicho raro. Era una gordita de dientes chuecos y lentes que leía Los tres mosqueteros en el recreo de la escuela mientras se comía un peine.
Yo sí fui una lectora precoz. Entonces, yo escribí lo que era verdadero para mí en ese momento. Quise insertar en mi libro cosas que tienen que ver con esa emoción. Si para que esa emoción sea fiel necesito inventar un monstruo, pues lo voy a inventar. Para mí sorpresa
también, muchos lectores jóvenes que han leído mi libro, de repente me contactan y me dicen “sí, sí, yo era así”, y me doy cuenta de que entonces no era muy especial.
Tendemos a subestimar a los jóvenes. Pensar que no van a leer a Kafka, pero no, ellos también tienen ambiciones. Yo leía cosas que no entendía, pero leía lo que estaba en mi casa. Leía cosas que hoy diríamos “Woo, qué culto”, pero también leía porquerías. Leía lo que fuera. Leía hasta la caja del cereal, así, sin discriminaciones. Y también hay referencias a Cortázar, y sí he recibido comentarios y críticas de personas que dicen “tus personajes no son de verdad, son demasiado mamones o demasiado sabiondos”, y sí, también puede ser..
RD: ¿Cómo te sientes con el impacto que han tenido tus libros? Porque mientras nos preparábamos para la entrevista, encontramos una tesis escrita sobre La domadora de miedos.
LA: Sobre la primera, considero que el impacto es muy relativo. Obviamente me encanta cuando sé que mis libros resuenan en alguien, ya sea para bien o para mal, me parece lo máximo, me siento muy feliz y agradecida. También me extraña porque no son libros fáciles de encontrar hoy en día. No he publicado nada en mucho tiempo, como que estoy en un mundo muy alejado, entonces, cuando de repente reconecto con eso, me da mucho gusto.
También me ha pasado, por ejemplo, que hace muchos años me invitaron a una escuela y una chavita alzó la mano y me dijo: “Me dijeron que tu libro es satánico”, y yo estaba como: “¿Quién te dijo eso? Por favor que corran la voz, yo quiero que mi libro sea satánico”. Me encantó que ese rumor existiera aunque nunca pude encontrar su origen, pero yo decía: “Por favor, por favor que todos lo sepan porque así mi libro se va a vender como pan caliente”. Y el rumor tiene sentido porque el libro es una crítica a estas escuelas religiosas.
Con respecto al impacto, también me da mucho gusto porque son libros que se han vendido solos, es decir, soy pésima vendedora de mis propios libros. Nunca he sabido hacerlo. Admiro a los escritores que saben cómo promoverse. Yo no sé ni llegar a tiempo a una entrevista, para que me entiendan. Me da un poco de timidez, aunque no parezca. Me gusta mucho escribir, pero cuando me ponen en el spotlight de escritora dices: “Pues no sé, lo que tenía que decir ya lo dije en mis libros”. Para mí lo lindo es escribir, el resto es un plus.
RD: ¿Cuáles fueron los libros que impactaron a Lupita Alemán cuando era niña?
LA: ¿Qué leía de niña? Lo leía todo. Todo lo que caía en mis manos. Fui privilegiada porque crecí con papás lectores, muy lectores. Y además buenos lectores. Mi papá es arquitecto y mi mamá era antropóloga, entonces ellos coleccionaban y
compraban libros. Así, la típica colección que vendían en el súper. Entonces habían clásicos… había de todo. Curiosamente no había tantos libros de literatura infantil como tal.
El boom de la literatura infantil en español empezó en México, yo diría que en los noventa. Para los noventa ya estaba en prepa, entonces no me tocó que en casa me esperara La peor señora del mundo, y cuando estudié letras, la literatura infantil no era un objeto de estudio, ni siquiera la consideraban seriamente.
En mi casa sí habían cuentos clásicos de hadas, esos me influenciaron mucho. Los cuentos de los hermanos Grimm, y demás, los leía así, sin censura, y algunos hasta tenían ilustraciones. Eran las ediciones que había y me encantaban. Entre más truculentas las historias, me parecían más fascinantes. Pero era para mí muy padre. Acuérdense que no había internet, y la tele en esas épocas era limitada. La barra infantil comenzaba a las cinco de la tarde y terminaba a las ocho. Y todo era repetido, llegaba un momento en el que decía “¿Cuántos episodios más de Don Gato van a repetir?”. Tampoco había cine como tal, aunque una vez al año estrenaban alguna de Disney y, si bien te iba, te llevaban a verla.
La oferta de entretenimiento era mucho menor, cosa que creo que era buena porque eso nos obliga a buscar formas de pasar el tiempo.
Algunos de esos libros me volaron la cabeza, La metamorfosis la leí muy pequeña, por ejemplo. No es difícil leer La metamorfosis en el sentido lingüístico porque el lenguaje es muy simple, pero cuando te gusta leer, de repente encuentras algo que te parece único, distinto, como un sabor diferente, y eso encontré con Kafka, eso encontré con Carroll y su Alicia en el País de las Maravillas.
RD: Generalmente las escuelas suelen tener una pequeña biblioteca que nadie sabe que existe hasta que te envía ahí por castigo, ¿leías algo de la biblioteca escolar?
LA: Mi acceso a la literatura infantil, además de los cuentos de hadas, eran generalmente en inglés porque, en la escuela que iba, la educación era bicultural. La biblioteca de la escuela tenía muchos libros, pero en inglés. Tuve la buena suerte de tener acceso a cosas buenas, y también mucha libertad para elegir, porque no había ni siquiera promoción para la lectura. A mí en la escuela no me decían que tenía que leer. La única promoción era que sabíamos que existía una biblioteca, y si te aburrías era por pendeja. Eso fue todo, y bueno, tenía tiempo. Mucho tiempo.
JH: Después de El mundo, septiembre adentro, seguiste escribiendo cosas para niños, ¿Por qué decidiste tomar este camino y qué significa para ti, siendo adulta, escribir para las infancias?
LA: Lo primero que publiqué fue El nombre de las brujas. Lo escribí cuando estaba en la prepa y, no sé, salió un poco de un tirón. Siempre he escrito para niños, desde que era una niña. Tengo una caja ahí llena de libros e ilustraciones. Me gustaban los libros, y uno como niño quiere hacer lo que le gusta, entonces quise ser escritora. Mi mamá guardó esas historias, pero para mí eran más como un juego.
Estando en la prepa, y me acuerdo, fue lo primero que escribí en una computadora. Teníamos una máquina gigante. Mandé el libro a un concurso y para mi sorpresa gané. Entonces le marcaron a mi mamá, que se llama igual que yo, y le dijeron: “Guadalupe Alemán ganaste el concurso”, y mi mamá estaba como “¿El qué?”, porque nunca se enteró de que lo había mandado. Ahí entró en cuenta y les dice: “No, el libro lo escribió mi hija”. Fue muy padre porque yo en ese entonces todavía estaba pensando qué estudiar, y me iba a decidir por diseño, pero con la publicación me di cuenta de que era buena con eso. Poquito antes ya había estado escribiendo adaptaciones de mitos griegos, porque tengo un tío que tenía una novia que conocía al editor Benjamín Fernández. Benjamín le dijo a la novia de sus intenciones con las adaptaciones, entonces la novia dijo que ella tenía una sobrinita que escribe. Comencé a mandar algunos textos que les gustaron y los publicaron. Es una colección que por supuesto ya no se consigue. Publiqué eso, pero era como algo que en realidad no era mío. Supe que podía escribir, redactar y ganar dinero, pero no lo consideraba una vocación. Era como algo que haces bien y te pagan por ello.
Tiempo después cuando esa edición se descontinuó, me buscó Alfaguara. Desde entonces siempre estuve escribiendo, y de nuevo, no era tanto para niños, era lo que me salía. Septiembre adentro, tampoco fue una decisión. Fue una época de mi vida en la que estaba viviendo en Toluca, estaba recién casa, mi marido se iba a trabajar todo el día, yo venía a la Ibero a dar clases como profe de asignatura dos o tres veces a la semana, y ya. Tenía mucho tiempo y mucho frío. Y así salió Septiembre adentro. Esa voz siguió viva después, que fue cuando escribí La domadora de miedos, aquí encontré una voz, un estilo, una fórmula que me gusta y que está funcionando. La domadora es en cierto sentido como la segunda parte de Septiembre, en el sentido emocional, quiero decir. Luego escribí otras cosas que surgieron de la necesidad. No de la necesidad económica porque obviamente los escritores nunca lo hacen por eso. Cualquiera que haga algo creativo, lo saca de adentro. En el caso de La domara fue el miedo contra el miedo. Quería demostrar que los chavitos también tienen emociones más allá de la felicidad y el asombro, porque esa fue mi realidad. Tuve la suerte de que en casa no me obligaban a ser niña de ningún molde.
JH: Hablando de los miedos, ahora con la pandemia los niños tienen otra clase de miedos y también se enfrentan a otra clase de medios para leer, ¿Cómo crees que esto ha impactado a los lectores y cuáles serían los retos de los escritores para acercarse a estos niños?
LA: Híjole, está bueno porque yo creo que el primer reto tiene que ver con decir la verdad. Recuerdo que justo en plena pandemia me escribió no sé qué editorial. Y los editores me dijeron: “Oye, estaría muy padre que grabes un mensajito para los lectores y diles algo que les suba el ánimo”. Y yo estaba de “No, ¿Por qué? Si a mí me está cargando la chingada, ¿Por qué ellos no pueden sentir miedo?”. Yo creo que el reto es decirles la verdad. Decirles que todo está bien cuando no lo está es complicado. Decirles que vean el sol a través de la ventana no hará la diferencia, aunque tampoco queremos asustarlos. Yo soy mamá y es muy difícil hablar con la verdad sin caer en eufemismos, sin subestimar, y a veces no se puede. Creo que también ese es un reto de los escritores. A veces se puede y a veces no. El reto que tienen los lectores es aburrirse un poco, yo creo que el aburrimiento es un buen maestro. Tenemos tanto acceso a tantas cosas todo el tiempo que aburrirse es casi imposible. Podemos esperar una cita mientras estamos en el teléfono, te pones a revisar Twitter, Instagram y ves vídeos que son chistosos y divertidos. Entonces, el entretenimiento permanente nos vuelve impacientes y nos atrofia, por eso el aburrimiento es una gran lección que deberíamos transmitirles a los niños.
Aburrete, mira la pared. No corras al teléfono compulsivamente, se vale aburrirse. Y cuando estés aburrido ve y busca llenarte de otra cosa, y quizá eso es un libro. No sé, genuinamente no lo sé, porque tampoco crean que lo he logrado. Así oyéndome de “uy, sus hijos son buenos lectores”. No, sí leen. A mí hijo de dieciséis sí le gusta leer, pero recientemente descubrió la lectura por aburrido. Está en una escuela donde hace lo que tiene que hacer, acaba rápido y no lo dejan salir, pero tampoco lo dejan jugar videojuegos; entonces ¿Qué hace? pues estar descubriendo cosas. Pero no fui yo, ni mis estrategias de promoción de la lectura.
También creo que los adultos deberíamos de poner al alcance de los niños un poco más de todo. Es difícil que agarren o que den el salto. Eso me pasó a mí con
mi hijo, que primero leyó Harry Potter encantado, luego leyó La historia interminable, luego leyó Momo, y luego la literatura de fantasía juvenil le dejó de interesar, con toda razón porque dijo “Bueno, es que ya es lo mismo”. Y yo “No, pero mira, pero está, por ejemplo, Tolkien, y hay una oferta increíble”, pero él dice “No, es que ya, es más de lo mismo”. Entonces me fui a ver mi librero y el primero que vi fue el Perfume y se lo di, y está encantado leyéndolo porque le dio ese saborcito diferente. Pero claro, mi primera intuición fue “Ya se chutó esto, luego esto, ¿Qué más ofrece la editorial para su edad?”.
Ahora que lo pienso ni siquiera está en edad de leer el Perfume este idiota, está super cachondo el libro, igual y me sale el tiro por la culata. Pero no me importa, prefiero. Prefiero que vaya y explore y conozca otras cosas, a decir “Por tu edad, por tu condición, por lo que ya leíste, te toca esta”. De repente decir “pues búscale ¿No? Ráscale con tus uñas, no te lo voy a dar peladito y en la boca”.
Creo que a veces nuestro mundo de la literatura infantil puede tener ese efecto contraproducente… O no. Depende también de que hay muchos tipos de lectores. Parece que le estoy echando piedras a la LIJ, y no, no es eso. No sé si me explico. De repente también tantos recursos para que no nos pase nada ¿No? Tantos recursos para que no nos aburramos, para que no nos dé miedo el Coronavirus. No, ¡Sí nos va a dar miedo el Coronavirus! Todos estamos pinches aterrorizados, porque este es un mundo nuevo. Y sí, sí está horrible encerrarte en tu casa y no poder ir a la escuela, que no veas a tus amigos, está de la chingada. ¿Entonces qué? ¿Vamos a escribir un cuentito alegre? Pues no. Y de nuevo, soy todavía muy cobarde para agarrar al toro por los cuernos en ciertos temas, por eso yo no lo hago, pero me encantaría que alguien lo hiciera. Me encantaría que colegas míos, mucho más valientes que yo, de veras hablen de la pandemia enfocado a la ficción, porque se puede convertir en ficción, claro que sí. Creo que Poe es un gran maestro para eso, por ejemplo. Lo pones en retrospectiva y dices “Claro ¿Cómo escribía terror?”, pero él no escribía terror, él escribía los demonios internos, ya luego salen en forma de lo que sea.
RD: ¿Qué significa para ti escribir para niños siendo una adulta? Que ya más o menos nos lo has contestado, pero queremos saber si tú crees que es necesario hacer esta distinción de géneros, o si solamente prefieres ser llamada escritora. A veces los géneros limitan el trabajo y la creatividad.
LA: Es que depende, porque creo que es una pregunta más para editores que para escritores. Se puede escribir para niños, conscientemente para niños, claro que sí, y además hay quien lo hace perfectamente bien, increíblemente bien. A mí me cuesta mucho trabajo porque en mi cabeza empiezo a pensar “Bueno ¿Qué
son niños? ¿Niños de dónde? ¿Niños de cuándo? ¿Niños de qué edad? ¿Cómo le hago?”. Cuando pienso en ese niño lector pienso en ese con el que yo me hubiera llevado cuando era niña. Muchos de mis personajes están basados, calcados de niños que yo conocí cuando era niña.
Pero sí se puede, y de hecho escribo para niños todo el tiempo. Es que yo sí tengo esa distinción en mi quehacer cotidiano. Escribo para Muy interesante junior, y durante muchos años hice prácticamente toda la revista. Escribo todo el tiempo para un público juvenil e infantil. ¿Qué escribo? Bueno, artículos, no sé, sobre la magia de la cocina, o qué pasaría si los extraterrestres nos contactaran, o incluso tests. Tengo una labor de producción bastante grande cuando escribo para niños, y tengo muy claro qué significa eso: que les hablas en un tono natural, no eres condescendiente. Es un reto increíble, especialmente textos de corte científico. Es que es maravilloso, lo amo, porque te obliga a plantear de una forma muy sencilla algo muy complejo. Algo que ni tú sabías, porque directamente yo no soy científica. Y dices “¿Ahora cómo lo explico?, ¿Cómo lo explico de una forma que sea sencilla pero que no sea tratar al niño como estúpido?”.
Escrituralmente es un ejercicio fantástico, te vuelves super buena con la pluma cuando haces esas cosas. Lo que yo escribo de mí, sale de mis entrañas, y lo aviento al mar como una botella, como Septiembre o la Domadora. O sea, mi faceta de textoservidora, que me encanta, de verdad no la desprecio y me ha vuelto una mejor escritora.
JH: De repente ya no se trata tanto de romper con el miedo de los niños, sino con nuestro propio miedo de hablarle a los niños sobre la verdad.
LA: Y también está el tema de la competencia, porque uno como escritor dice “Ah, yo voy a escribir para niños”. Entonces desfilan enfrente, al menos a mí, todas estas luminarias de la literatura infantil con las que crecí, y dices “Es que si pienso en esas grandes influencias y en esos grandes autores, voy a ser un mal fusil de quien sea, del mismo Kafka”. Más bien es como ver hacia dentro y olvidarte un poquito de los niños que están ahí, y también olvidarse un poquito de esto como academia.
Igual y lo haces y terminas diciendo “Chale, es que no estoy haciendo lo que debería según Ezra Pound”, obvio no. Tienes que hacer silencio, apagar esas vocecitas que te están diciendo siempre “No lo vas a hacer tan bien como… incluso como yo”. Nunca vas a hacer algo tan bueno como tú mismo porque ya no estás ahí, porque ya mi voz es otra, porque ya soy mamá, porque ya tengo 51 años, porque la rabia que tenía ya está desplazada de otra forma, porque yo ya cambié.
Es una pregunta incómoda el “¿Ahora qué estás escribiendo?”. “Escribiendo” en gerundio, así tengo una novela trunca que miro con horror, que no puedo avanzar y no puedo dejarla, porque no puedo decirle bye y ya. Me tiene secuestradísima, porque sé que ahí hay algo que vale la pena, que tengo que cerrarlo y que tengo que decirlo yo misma. Estoy en una etapa como escritora en la que ahora sí debo tomar el toro por los cuernos, hablar de temas más complejos, mucho más difíciles, mucho más de miedo
JH: Me recuerda mucho a algo que una vez escuché, no me acuerdo en dónde, que decía que no hay que escribir para un lector ideal porque, si existe, probablemente está leyendo otra cosa.
LA: ¡Exacto! El lector ideal es el que te lee primero. El que agarra tu libro y se queda con él un ratito. Incluso si lo avienta. Yo creo que uno de los derechos del lector es el de no leer. Yo le tengo muchísimo respeto al lector, porque yo soy lectora. Hay cosas que tienes que leer porque estudiaste letras, pero yo confieso que hay grandes obras literarias consagradas que me cuestan, me dan flojera y las evito. Hasta la fecha no soy fan de Proust, ¡ni modo! Y sí lo leí, lo admiro, lo estudié, pero no es el tipo de historias que disfruto. Por alguna razón me costó mucho trabajo, y está bien. No hay lector ideal.
Sobre esa tesis de Áurea, que obviamente vio mi libro y dijo “quiero hacer mi tesis sobre esto”, padrísimo, está increíble. Te lo digo porque me entrevistó y me preguntó mil cosas, pero también lo que le dije fue “Es que ya es tu libro, ya no es mío, lo que yo te diga vale madre. Sí hay preguntas muy puntuales que te puedo responder, como en qué escuela estudié, de dónde saqué este personaje, o cosas así. Pero un trabajo académico de un libro, el autor no quiere hablarlo”. Y lo hizo muy bien, es una linda tesis. Que yo dije “Ay ¿Te cae que esto dice mi libro?”. No en mala onda, sino de “¡Guau! Tú viste mucho más de lo que yo vi”, porque eso hacen los lectores. Los buenos lectores dicen “Oye ¿Pero aquí no crees que te balconeaste?”, y uno dice “¡Chin!, no sabía que estaba haciendo esto”.
RD: Y bueno, ya acercándonos a la recta final, nos gustaría conocerte más como persona y no como escritora, nos gustaría que nos contaras cómo lee Lupita Alemán: si tienes horarios, si lees lo que sea cuando tienes tiempo…
LA: Leo mucho todo el tiempo. Hay épocas que más y otras que menos. Por ejemplo, justo en la pandemia, siempre estuve en una especie de estancamiento intelectual, que lo veo ahora en retrospectiva. Claro, en teoría tienes mucho tiempo. De por sí siempre he hecho home office. Yo creo que a todos nos pasó con la pandemia así de “Wow, ahora voy a aprender tres idiomas, me voy a poner en
forma, voy a cultivar jitomates…”, pero pura madre. Yo sí estaba en este estado de angustia donde, una de las formas en las que veo que no estoy bien, es que dejo de leer. Es arriesgado y cansado, para mí al menos.
A mí me gustan mucho todos los géneros, pero lo que más leo obviamente es narrativa. Cuando alguien lee narrativa es como conocer gente nueva, es como ir a una fiesta con gente nueva, o ir a otro país y familiarizarte con el idioma, con la moneda y con el mapa. Es padrísimo, pero requiere mucha energía, entonces hay veces que dices –abres cualquier libro– “¡Este es un mundo muy complejo! Igual vale la pena entrar en él, pero no tengo ganas, no tengo fuerza, no tengo energía”. Cuando me siento bien leo muchísimo, y suelo leer muchas cosas al mismo tiempo. No sé si conozcan esta palabra en japonés, sundoku, que es la pila de libros que tienes en tu buró y no lees. Yo parezco de esos. Tengo lo que estoy leyendo, los que pretendo leer, y los que sé que nunca voy a leer pero por alguna razón están ahí. Depende de qué humor tengo: hay veces que agarro uno y veces que agarro otro. Generalmente leo de noche, lo cual no es buena idea porque acabo muy cansada en el día. También leo mucho los fines de semana, me gusta sentarme en el jardín a leer… Soy dispersa, no crean que soy este tipo de lectora que se sienta a leer concentrada.
Sí los leo en orden. No los subrayo, no me gusta subrayarlos. No sé, a mí no me gusta porque siento que subrayarlos es dejarle un brote del lector que eras en ese entonces, y a lo mejor leí un libro en el que me llamó la atención ciertas cosas hace diez años, pero lo voy a agarrar hoy y voy a subrayar otra cosa. No quiero leerlo a través de mis ojos de aquel entonces, y mucho menos a través de los ojos de un lector que no conozco. Me choca ir a la biblioteca y ver que están subrayados. “No quiero leerte a ti, quiero leer el libro, no quiero leer lo que tú pensaste”. Es una maña mía, hay gente que le gusta subrayarlos, y gente que les gusta leerlos subrayados. Salvo los libros académicos; agarras un libro de teoría, ves que está subrayado y es como de “Uff, ya me digirieron esto, está increíble”.
Tengo una memoria muy mala, lo cual es buenísimo porque se me olvidan las cosas, puedo releer un libro y decir “¿Te cae que todos estaban muertos?”. Pero también me pasa que quedo como mentirosa porque luego hay gente que viene y me dice “Oye ¿Ya leíste este libro?”, y yo “¡Sí, padrísimo!”, “¿Te acuerdas cuando..?”, y yo “...No, no me acuerdo”.
RD: También notamos en Twitter –porque somos medio chismosos– que no le gusta leer en digital.
LA: No, no me gusta leer en digital nada, nada, nada. He tenido que hacerlo, y tengo un Kindle que me regaló mi esposo y yo soy un desastre con eso. Les voy
a explicar por qué. De nuevo tiene que ver con circunstancias de mi vida, no estoy en contra de los libros digitales. Hago la aclaración porque estoy hablando de mis gustos y disgustos, no estoy hablando de una afirmación que valga para alguien más que para mí.
Trabajo todo el día en línea, el trabajo que me da de comer es Microsoft, entonces todo el día estoy frente a una computadora o frente a un teléfono. El punto es que todo el día estoy en línea, todo el día estoy trabajando con asistentes virtuales porque a eso me dedico. Lo último que quiero al final del día es volver a estar frente a una pantalla, lo último.
Como les dije, yo crecí con los libros, También está esta parte de tocarlos, si quieren verlo de una manera romántica y sentimental. A mí me pasa que el Kindle aplana la experiencia. Me refiero a que parte de la identidad de leer, yo creo, no solo es esa conexión abstracta con un mundo imaginario, sino que también hay una cosa con el cuerpo, cómo te sientas, cómo lo miras. También hay una relación con el objeto-libro. Soy un poco bibliófila, sin llegar al grado de, no sé, coleccionar libros, pero sí los acumulo, porque me encantan. Tengo un chingo de libros en mi casa que acumulan polvo, y me gusta.
Me parece que también la identidad editorial es bien importante: de qué color es el papel, que tipo de forma se decidió utilizar para esto. Leer una mala edición no es lo mismo que leer una buena edición. A mí me gusta saber cuánto me falta, agarrar esto y decir “Ya voy por aquí”, y físicamente verlo. Yo sé que en Kindle te dice eso, pero yo quiero decir físicamente “Voy aquí o voy aquí”, es importante.
Pero sobre todo eso, me parece que yo crecí incluso antes de que hubiera CDs, imagínense. La música era análoga, la música tenía una portada, tenía arte, había letras. Entonces, independientemente de la calidad de la música –que parece que era mejor el vinilo–, pero todo ese paquete que lo vuelve una obra de arte le suma o le resta. O sea, le resta cuando es malo, cuando un libro se te deshace entre las manos, o el papel es feo, lo que sea. Pero cuando es bueno, le suma. Igual en la experiencia de la lectura y la forma de relacionarte con esos mundos.
No me gusta leer en digital. Si lo tengo que hacer, lo hago, pero trato de no hacerlo.
RD: ¿Y los audiolibros? ¿ya los intentó?
LA: Ya los intenté, ¡No puedo con los audiolibros! No puedo con los audiolibros porque supongo que no soy una persona muy auditiva, por la misma razón por la que no fui… bueno, sí fui buena estudiante, pero yo creo que es lo más me costó, estar escuchando a alguien hablar, para mí es muy cansado. Trato de empatizar con mis pobres alumnos porque sí me gusta mucho hablar, pero no me gusta mucho escuchar. Más bien, me cuesta aprender escuchando, me cuesta retener las cosas que escucho. Incluso si me dan una lista de instrucciones habladas, me perdí. Mejor mándamelo por mail. Si yo no lo veo, si yo no lo leo, me cuesta más retenerlo. Por eso hice una maestría en línea y me encantó porque todo estaba escrito. Si la interacción auditiva se extiende mucho, algo no funciona.
Pero, por ejemplo, mi esposo que es muy buen lector, escucha muchísimos audiolibros y le encanta, porque va en el coche escuchando libros o, le gusta mucho la carpintería, entonces está trabajando todo el día pero escucha. Y escucha libros completos.
Otra cosa que me molesta de los audiolibros es que depende de quien lo lea, porque también hay una especie de interpretación actoral que me contamina mi experiencia. A mí me contamina, pero hay quien dice “Es que a mí me encanta que haya voces, que lea lento o que no lea tan lento”, y sí está padre, pero para mí no. A mí no me gusta que me lea alguien más, a mí me gusta leerlo y no decidir cómo suena. Pero igual solo es una opinión, no creo que sea mejor ni peor, pero me pasa.
JH: Dicen que para gustos, colores, y lo bueno es que para leer tenemos un montón de opciones.
LA: Sí y no. Yo creo que pensando también en lo que hemos ganado y lo que hemos perdido, claro que hemos ganado acceso a esto que es una maravilla, para nada me considero enemiga del mundo digital, al contrario, yo me dedico a eso y me encanta hacerlo, y lo que hemos ganado es increíble. Pero también creo que tiene su precio, como esta desconexión con otros sentidos que nos daba la lectura. Se vuelve un tema de abstracción-abstracción, que la verdad a veces es triste. Pensando, por ejemplo, el audiolibro, así como a mí me molesta mucho que la narrativa se me lea, que se me lea cualquier cosa me molesta. Pero me encanta cuando podemos leer poesía en voz alta, por ejemplo, porque creo que darle voz a la poesía es sumamente importante. También podemos hacerlo con la narrativa, pero leer toda una novela en voz alta, híjole. Necesitas irte para atrás, irte pa´ delante, clavarte en el texto, buscar una palabra, incluso saltarte párrafos. Yo no sé hacer lecturas sistemáticas, si estoy leyendo y de pronto llego a un lugar que digo
“Qué aburrido”, hago lectura rápida. Ese tipo de ajustes que siempre tenemos que hacer, porque no es una decisión, es muy difícil cuando alguien ya decidió por ti la cadencia, la voz, el ritmo. Es como “¡Espérame, espérame, espérame! Pícale play”.
JH: Bueno, ya para cerrar, tenemos una última pregunta. Leímos tu libro de el Nombre de las brujas, y nos gustaría saber cuál sería el nombre que tú escogerías si fueras una bruja.
LA: ¡Ay, qué buena pregunta! ¿Sabes qué? se las hice una vez a mis niñitos, que me invitaron a una escuela, y a todos se les ocurría rápidamente. Yo creo que escogería Estupidez, sí. Me parece muy peligrosa la estupidez. Ni siquiera maldad, porque la maldad es necesaria, creo. No está padre, pero sin maldad no hay bondad, es algo importante. Pero la estupidez en todas sus formas y presentaciones… Que no es lo mismo que ignorancia. O sea, estupidez.
RD: Creo que es una buena elección.
LA: Sí, yo creo que es un mal que habría que erradicar. Muchos otros, como la guerra… Ya me dejaron pensando, eh. También aclaro que es una respuesta variada, igual y si me lo preguntan pasado mañana les digo otra cosa.
JH: Bueno, eso sería todo de nuestra parte. Muchísimas gracias. Nos quedamos mucho con esto de –bueno, al menos yo– “aburrete un poco”, creo que es un buen consejo.
LA: Oigan, pues muchas gracias por todo, por su tiempo, por su espera, ¡Por verlos en vivo! Qué pena, por eso no me acordaba que eran mis alumnos.
RD y JH: Fue nuestro segundo semestre en línea.
LA: Yo siempre me acuerdo de mis alumnos, y con ustedes sí me acordaba de sus nombres, pero no de sus caras. Del carajo. Así que mucho gusto, espero verlos por la Ibero y suerte con el resto de sus semestres.
RD y JH: ¡Muchas gracias!
LA: Gracias a ustedes, me gustó mucho la entrevista.
Laura Guerrero
Universidad Iberoamericana
Correo electrónico: Laura.guerrero@ibero.mx
ORCID: 0000-0003-2801-8969
Fecha de recepción: 02 de noviembre del 2022. Fecha de aceptación: 23 de noviembre del 2022.
Este texto es un pequeño homenaje a dos pioneras de la literatura infantil y juvenil (LIJ) mexicana: María Enriqueta Camarillo y Bertha Von Glümer, mujeres que supieron cumplir con el compromiso artístico y cultural que demandaba la sociedad para erradicar el analfabetismo en las infancias. Ambas lucharon en favor de la lectura y la educación de acuerdo con los preceptos románticos de su tiempo, pero subvirtiendo el papel pasivo que les deparaba su sociedad.
Palabras clave: pioneras de la LIJ mexicana, primeras autoras, homenaje a la LIJ mexicana.
This essay is a small tribute to two pioneers of Mexican Children´s and Youth Literature: María Enriqueta Camarillo and Bertha Von Glümer, two women who knew how to fulfill the artistic and cultural commitment that society demanded to eradicate childhood illiteracy. Both of them fought in favor of reading and education in accordance with the romantic precepts of their time, but subverting the passive role that their society provided for them.
Key words: Mexican Children´s and Youth Literature pioneers, first authors, a tribute to Mexican Children´s and Youth Literature.
* Una versión de este estudio se presentó en la 26ª Edición de los Encontros LusoGalaicoSul Americanos do Livro Infantil e Juvenil, de la Escuela Superior de Educación de P. Porto, el 15 de febrero de 2021.
a escribir sobre dos personas claves en la formación literaria de las y los mexicanos: María Enriqueta Camarillo (Coatepec, Veracruz 1875 – Ciudad de México 1968) y Bertha1 Von Glümer (Acapulco, Guerrero 1877 –Ciudad de México 1963); nos referimos a dos mujeres con quienes tenemos una enorme deuda cultural porque supieron transmitir eficazmente su amor por las letras y la educación en su labor hacia las infancias. Ambas vivieron el mismo contexto político y social en el que destacan la Revolución Mexicana (19101921) con sus violentas consecuencias a nivel nacional; la Primera Guerra Mundial (1914-1918); la Segunda Guerra Mundial (1939-1945); y la Guerra Civil Española (1936-1939) en el área internacional; vivencias que fueron muy fuertes sobre todo para María Enriqueta quien experimentó en España los sobresaltos y violencias en un autoimpuesto exilio producto del triunfo revolucionario. Ambas autoras nacieron en los años setenta del siglo XIX y vivieron el llamado porfiriato que duró 35 años, época caracterizada por el control férreo del presidente Porfirio Díaz quien consiguió pacificar el país después de múltiples guerras e invasiones que sufrió México en el siglo XIX. Con el movimiento revolucionario llegó el final de un periodo que fue visto por muchos como la época de oro y en la que dominó la noción romántica e idílica de la infancia. Noción que tiene un cierto parecido con el concepto del mundo eduardiano inglés, como un constructo cultural y artístico pensado para las infancias ricas, narrativa que va a dominar el imaginario y la memoria colectiva de la sociedad mexicana hasta los años sesenta del siglo XX, cuando la crisis juvenil rompió con los paradigmas arraigados. Una ruptura social, un cambio de modelo y representación que va a tardar casi dos décadas en aparecer en la literaria infantil y juvenil de nuestro país; esto quiere decir que hasta los años ochenta las figuraciones y el lenguaje romántico dominaron el imaginario artístico de las infancias (Arizpe).
La infancia de estas dos mujeres fue de niñas privilegiadas y bien educadas, en ese sentido tuvieron vivencias muy similares: un centro familiar afectuoso, dominado por el padre, con madres dedicadas, que les ofrecieron educación esmerada y ambas van a poseer bibliotecas notables que despertaron en ellas el amor por los libros. Experiencias que enriquecieron sus memorias tempranas y serán palpables en sus obras infantiles. Además, en el horizonte artístico, las dos muestran un fuerte influjo del movimiento romántico y del Modernismo Latinoamericano, así
1 En algunas ocasiones “Bertha” aparece escrito sin la “h”, como por ejemplo en algunos de sus libros o en el nombre de la escuela para educadoras que fundó, pero nos referimos a la misma persona. Es sólo que su nombre de pila puede llegar a escribirse con o sin “h”.
como de la música de cámara y de orquesta, también conocida como música clásica.
Como se señaló, nuestras autoras, debido a la turbulencia política de la primera mitad del siglo XX en México, vivieron periodos de exilio en diferentes países, lo que provocó en ellas un espacio de experiencia que ya no encajaba en el nuevo horizonte. Las mujeres nostálgicas muchas veces no son nativas, son las desplazadas del espacio, del lugar, del tiempo, la palabra misma lo señala: “La nostalgia (de nostos, regreso al hogar, y algia, añoranza) es la añoranza de un hogar que no ha existido nunca o que ha dejado de existir” (Boym 12). Emoción que provoca en ellas dolor por la pérdida de la infancia con todas sus vivencias buenas o tristes pero iluminadas con el color del recuerdo permanente del hogar. Como en el siguiente juego digital que Bertha recopila para el cultivo de la infancia temprana.
En este nidito vive un pajarito ¡Pío, pío. Pío, pío, pi!
La abeja se abriga en este panal Z, z, z, z, z, z, z. El vivo conejo se esconde en su agujero. Y yo en mi camita me voy a acostar (Von Gliimer, Apuntes… 22).
Esa nostalgia de la infancia, del hogar primigenio, las lleva a crear un mundo especial para los niños y niñas, estas dos personas cuidadas y protegidas, de la élite culta, fueron mujeres revolucionarias en el trabajo pedagógico, conscientes de la enorme importancia de la educación para las infancias en un país donde en 1920: “una gran mayoría, cerca del 80% de la población, era analfabeta y una buena parte de ella permanecía aislada física y culturalmente” (Loyo 243). Por lo que existía una clara separación entre los pequeños grupos que disfrutaban de lecturas importadas de Europa o los Estados Unidos y una enorme cantidad de personas sin ningún acceso a los libros.
Después del periodo de la guerra civil mexicana, durante la misma y un poco antes del inicio del conflicto armado, de 1909 a 1914, comenzó el enorme esfuerzo por forjar también una revolución lectora y cultural. Fue la época de una generación de pensadores y artistas que fortalecerían el pensamiento y el arte literario,
el grupo del Ateneo de la Juventud compuesto por figuras tales como, por ejemplo, José Vasconcelos, Alfonso Caso y Pedro Enríquez Ureña (244); ellos abanderaron un cambio artístico y filosófico fundamental, fundaron la Universidad Popular Mexicana en 1912 con la finalidad de acercar la educación a todos los que no tenían acceso a ella, impartieron conferencias y cursos, publicaron libros y ensayos para volver accesible la cultura y propiciaron la lectura, de nueva cuenta, de filósofos y escritores españoles e ingleses olvidados durante el porfiriato como Platón, Hegel, Nietzsche, Schiller y Oscar Wilde, entre muchos otros (Loyo 244).
En 1913 María Enriqueta Camarillo fue parte del Ateneo, una de las dos mujeres que fueron invitadas como miembros. Con este reconocimiento ella fortaleció el camino que la llevó a convertirse en la primera escritora profesional de nuestro país. Los trabajos de escritura que dedicó a niños, niñas y jóvenes estuvieron nutridos, desde mi apreciación personal, por las ideas de la pureza romántica de la infancia y los realizó guiada por la idea de enseñar deleitando dado que buscó instruir a partir de textos que produjeran gozo o placer, y que además transmitieran las ideas que eran importantes para ella. Esfuerzos que llegaron a un gran número de infantes y educadores/as.
Como se señaló, la primera infancia de María Enriqueta transcurrió en un ambiente acomodado, entre estudios y paseos por la finca de sus padres. Posteriormente, junto a su familia, migró a la capital donde se preparó para ser concertista de piano en el Conservatorio Nacional de Música; no obstante, la literatura siempre estuvo presente entre sus intereses de vida. Casi a finales del siglo XIX comenzó a publicar sus primeros poemas en revistas como La revista Azul, que determinaron la escena cultural modernista hispanoamericana, en El mundo ilustrado y La mujer mexicana.
Ponemos énfasis en su labor como creadora de obras destinadas a los niños y niñas que comenzó en 1914 con Rosas de la infancia, gracias a la invitación de la editorial Casa Bouret, una antología ilustrada de poemas y relatos. Después de cinco volúmenes, que tenían la intención de maravillar a sus lectores, en 1949 apareció Nuevas rosas de la infancia, una versión revisada y reeditada por la autora. Ya en el exilio autoimpuesto, publicó las primeras novelas cortas infantiles y juveniles en habla hispana como Mirlitón. El compañero de Juan, bajo el sello editorial Juan Pueyo, en 1918 y El secreto, que fue traducida posteriormente al francés y publicada por la editorial Espasa-Calpe, en 1922. José Vanconcelos, Secretario de Educación Pública, recomendó las Rosas… como libros de texto y se mantuvieron en las aulas mexicanas hasta 1960; hablamos de que sus antologías formaron el gusto literario de varias generaciones de lectores mexicanos.
¿Qué buscaba con estos volúmenes? Eran lecturas graduadas para los diferentes niveles lectores, consciente de la relevancia de pensar en los intereses, la evolución y madurez que se adquiere con la edad. Seleccionaba obras o fragmentos de autores extranjeros y mexicanos, reconocidos por su calidad, textos que ella muchas veces adaptaba para la sensibilidad y la comprensión de las distintas edades. También escribió pequeñas obras propias, poemas y relatos, a los que agregaba máximas o consejos. Sus objetivos primordiales eran: conmover a través de las emociones sencillas que incluían la melancolía o la tristeza; educar el gusto literario con textos de calidad literaria; y, al mismo tiempo, pretendía instruir, formar y educar, ciertamente, en aquella imagen idílica de la infancia y de la familia que ella había vivido durante el porfiriato; un entorno patriarcal, católico, nacionalista, que favorecía la ingenuidad y la bondad, así como el amor filial. Estas ideas y los tratamientos se fortalecieron, como se señaló, con el influjo del movimiento romántico todavía fuerte y vigente en Hispanoamérica, a pesar del Modernismo y del Realismo; un ejemplo de los textos, aparece en el segundo libro de las Rosas…
“El vendedor de manzanas” Versos para recitar de memoria María Enriqueta
¡Manzanos llevo, dulces manzanas!
¡Manzanas llevo para vender!
¡Manzanas dulces de aroma grato, manzanas dulces como la miel!
Tienen mejillas color de rosa, su pulpa es blanca como el jazmín, y son tan lindas y son tan buenas que el que las pruebe será feliz.
Hijas del campo, fueron mecidas por vientos suaves de la estación; tuvieron cuna en la verde rama, después que el árbol estuvo en flor.
¡Dulces manzanas, ricas manzana, llevo, señores, para vender!
Sabrosas, lindas, de aroma grato, ¡manzanas dulces como la miel!
(Rosas de la Infancia, libro segundo 57-58).
María Enriqueta2 fue pionera de la LIJ en América Latina y en España en donde vivió más de treinta años. Es importante observar que en los libros de relatos y novelas que escribió después de sus antologías escolares, ella se interesó por temas diferentes e hizo visible que: “La infancia es un paraíso, sí, pero sembrado de abandonos, de orfandad, de castigos e imposiciones” (Guerrero 513), incluso de soledades, cuestionamientos y dudas sobre la existencia.
Entre sus obras de literatura infantil y juvenil se encuentran, además de las que ya se ha hecho mención, Entre el polvo de un castillo, una colección de relatos impresa en Buenos Aires, por Casa Virtus, en 1924; Cuentecillos de cristal, unos relatos publicados en Barcelona, por la Editorial Araluce, en 1928; y Del tapiz de mi vida (memorias y relatos de viaje) impresos en Madrid por Espasa-Calpe, en 1931.
Nos interesa subrayar que consideramos notable la aportación de la autora a la formación de la lectura literaria de los niños y niñas mexicanos durante varias generaciones. La historia de sus antologías nos ofrece un recorrido que abarca toda la modernidad del país, y que ve el surgimiento de artistas literarios de enorme calidad literaria como Juan Rulfo, Carlos Fuentes, u Octavio Paz.
Por su parte, Bertha Von Glümer, como hemos dicho, también creció en un círculo burgués; sin embargo, ella nació en el otro extremo del país, en la costa oeste. Originaria de Acapulco, Guerrero, Bertha fue hija de un matrimonio alemánmexicano, lo que le permitió crecer con ambos idiomas. Desde siempre estuvo rodeada de libros, lo que la hizo una lectora y una estudiante insaciable. A principio del siglo XX comienza su trabajo como educadora de pequeños y es impulsada por Justo Sierra, entonces Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, para viajar a Estado Unidos y especializarse como educadora. Su paso por la Escuela Normal Froebel3 en Nueva York, el Teachers College en Chicago y la Universidad de Columbia en Nueva York fue fructífero y sobresaliente. Después de su regreso a México, Bertha se encargó de instruir a más educadoras en el país, ya fuera por vías institucionales o por medios privados.
2 Cabe resaltar que a pesar del gran interés de la autora por los niños no se sabe que haya tenido alguna influencia pedagógica, pues como se mencionó, en tanto que concertista y literata su concepción de las infancias y su acercamiento a ellas fue bajo la influencia de las ideas del Romanticismo y el Modernismo, y a partir de su deseo de escribir para ellos y acercarlos a la literatura.
3 Friedrich Froebel o Fröbel (17821852) fue un pedagogo alemán, discípulo de Rousseau y de Pestalozzi, responsable de fundar el primer “Kindergarten” o jardín de infancia en 1837, y fue la gran influencia pedagógica de Bertha Von Glümer dado que ella aplicó sus modelos y métodos a la educación preescolar en México, que partía de la idea de fomentar el desarrollo de los pequeños a partir de ejercicios, juegos y cantos al aire libre. Es el autor de La educación del hombre, obra publicada en 1826 y su método se basa en el juego y la actividad espontánea. Los materiales que desarrolló para su escuela son considerados antecedentes directos de los creados posteriormente por María Montessori (Fernández y Tamara, “Biografía de Friedrich…” s/p).
En cuanto a su trabajo en el rubro de la didáctica de la literatura para la infancia escribió el volumen Apuntes de literatura infantil en 1963 donde incorporó diversos géneros de la oralidad como el arrullo, al que definió en esa obra como:
las primeras palabras que la literatura vierte en el oído del niñito, casi siempre tradicionales o bien improvisadas por las mamás contienen una sola idea sencillísima, tierna y amable. Son de notarse la deliciosa cadencia de su melodía, el encanto de sus rimas, su fácil ritmo (9).
Esto muestra una comprensión especial del fenómeno ya que atinadamente asumió al Cancionero Popular Infantil como parte del mundo de la literatura infantil. Otros géneros que revisa en el volumen son la rima, los juegos, las adivinanzas y llega al cuento tradicional y literario con sus diferentes variantes, así como a las fábulas, y las dramatizaciones infantiles a las que da especial importancia; señala que:
Los juegos y las ocupaciones de los niños no deben verse a la ligera; no han de considerarse como simples medios de “pasar el rato”, es decir como actividades puramente exteriores y carentes de importancia. Han de verse en todos sus aspectos, y muy principalmente, como medios para satisfacer las exigencias del espíritu (Apuntes… 224).
Culmina su recorrido por la LIJ con el arte del narrador oral como parte importante del ciclo de enseñanza literaria para la infancia y señala en “Los propósitos del maestro cuentista” que debe “Antes que todo y sobre todo, proporcionar goce interior al auditorio” (Von Glümer, Apuntes… 290). Propone así una idea de literatura infantil muy contemporánea e inclusiva, así como heterogénea y agrega una selección de textos que tenían el propósito de atrapar el interés de los pequeños lectores, ya que procuraba entender su mundo y acercarse a lo bello. Incluso recopiló textos que las educadoras, sus estudiantes, habían escrito y aparecen al lado de autores como Esopo, Samaniego, Iriarte, La Fontaine, los hermanos Grimm, Andersen, Walt Whitman o José Rosas Moreno conocido como “el poeta de la infancia”, otro forjador y promotor del gusto literario para niños y niñas, así como textos de su propia autoría.
Publicó además dos compilaciones ilustradas de relatos bajo el título de A la luz de mi lámpara, con muchas historias creadas o actualizadas por ella. Tenían como objetivo primordial ofrecer un rico material para las educadoras y profesoras del país. Era como “la cuentista” de uno de sus relatos, “la narradora en jefe de los cuentos de hadas”, por su amor a las historias y la poesía.
Así, dejó una marca indeleble en la formación de nuevas generaciones de educadoras/es y maestras/os que a su vez transmitieron este gusto por la literatura a las siguientes generaciones y a todos sus estudiantes.
Como se señaló, escribió obras de didáctica de la literatura y relatos de literatura infantil y juvenil, infortunadamente, algunos de sus textos no han sido reeditados pero su influjo fue muy importante, además de los que ya se comentó, encontramos los siguientes títulos: Cuentos de Navidad, dentro de la colección Cuadernos de Cultura Popular, vueltos a publicar más recientemente por el Instituto Veracruzano de Cultura, en 1994; El Niño ante la Naturaleza. Cuentos Seleccionados por Berta Von Glümer, una obra Póstuma, impresa por la Editorial Emilio Mirth, en 1965; Pedagogía del Kindergarden de Fröbel, una traducción realizada por Von Glümer, publicada por el Boletín de Instrucción Pública, entre 1909 y 1910; Biografía de Federico Fröbel, impresa por la Sección editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1932; Apuntes de Técnica del Kindergarten, publicada por la Editorial Emilio Mirth, en 1963; Para ti, niñita, obra en cuatro tomos, acerca de la cual no se encontró mucha información; y Un haz de espigas, una antología de textos escritos por maestras mexicanas, de la que tampoco se pudo hallar una fecha de publicación.
El día 21 de abril se celebra el día de la Educadora, fecha en la que se les rinde homenaje a las educadoras actuales y a las que les precedieron. Se instituyó esta fecha por el nacimiento de Federico Froebel, de quien Bertha fue fiel seguidora. En 1936 Bertha fundó la Escuela para Párvulos donde se dedicó a instruir e impulsar la formación de las educadoras. Aunque cerró su instituto en 1952 debido a que comenzaba a perder la vista, en 1954 reabrió sus puertas ahora con el nombre que hace homenaje a esta gran pionera: Escuela Normal de Educadoras Berta Von Glümer.
Escritoras, intelectuales, mujeres de su tiempo, supieron ambas luchar por una utopía importante que se centraba en la formación artística, sensible e intelectual de las infancias de México. Más allá de sus lugares de privilegio supieron ver y responder a los graves problemas de alfabetización del país y abrieron sus talentos al ejercicio y la práctica de la formación lectora.
Arizpe Solana, Evelyn. Cuentos mexicanos de grandes para chicos: Un análisis de su lenguaje y contenido. Conaculta, UNAM, Mar y Tierra, 1994.
“Bertha Von Glümer Leyva”. Wikipedia, 31 de agosto del 2022, es.wikipedia.org/ wiki/Bertha_Von_Gl%C3%BCmer_Leyva. Consultada el 03 de diciembre del 2022.
Boym, Svetlana. El futuro de la nostalgia. Traducido po Jaime Blasco Castiñeyra, Editorial Antonio Machado, 2001.
Camarillo, María Enriqueta. Rincones románticos. Una antología general, selección y edición de Ester Hernández Palacios, FCE, Fundación para las Letras Mexicanas, UNAM, 2017.
---. Rosas de la infancia: lectura para los niños. Libro segundo. Ilustrado por A. Gedovius, Librería Casa Nouret, 1920.
Fernández, Tomás, y Elena Tamaro. “Biografia de Bertha Von Glümer”. Biografías y Vidas.
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Guerrero Guadarrama, Laura. “La infancia: el paraíso perdido y siniestro en la literatura infantil de María Enriqueta”. Rincones románticos: María Enriqueta Camarillo y Roa de Pereyra, una antología general, selección y edición de Ester Hernández Palacios, FCE, FLM, UNAM, 2017, pp. 505-526.
Loyo, Engracia. “La lectura en México, 1920-1940.” Historia de la lectura en México, COLMEX, 2010, pp. 243-294.
“Rosas de la infancia: lectura para los niños”. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, www.cervantesvirtual.com/obra-visor/rosas-de-la-infancia-lectura-paralos-ninos-libro-segundo--0/html/. Consultada el 03 de diciembre del 2022.
Von Glümer, Berta. Apuntes de Literatura Infantil. Editorial Emilio Mirth, 1963.
---. A la luz de mi lámpara. Cuentos coleccionados y arreglados. Ilustrado por Mauricio Debaux, tomo II, CEBS, 1941.
En el columpio de la luna una oveja de mece baa bee y la luna crece. La luna está llena la oveja tiene hambre baaa beee y la oveja la muerde. La luna menguante la luna es una cuna baaa beee y la oveja se duerme. La luna está a oscuras la oveja la extraña baaa beee y la luna vuelve.
Por Denisse Pohls Ilustración: Víctor CalixtoEl anciano ágil se recoge en el catre y lame el tiempo.
La tetera, vestida de flores color turquesa baila a las seis de la tarde con las tazas y las galletas —¡qué se ponga en el centro! —gritan las cucharas —¡qué sirva el té! —repiten las servilletas así baila la tetera, la reina de la mesa.
Pero un día, unas manos descuidadas, dejaron caer a la tetera su fina porcelana se rompió en cuatro piezas la tetera se quedó dormida, en el cajón del fondo de la despensa hasta que la abuela la encontró y con paciencia la cuidó, la limpió y ahora es una maceta.
por Shirley Andrade Andrade Ilustración: Casandra SabagPara subirse a un parasubidas hacen falta dos cosas: un día ventoso y un paraguas luminoso que no pare aguas sino que sople el viento desde abajo y hacia el cielo como si fuera un cohete de tela azul. Esta mañana Marianito siente livianos los pies, es que su paraguas sin aguas se parece a un pichicho alado que tira y tira de la correa queriendo remontar vuelo hacia el sol.
Ilustración: Salvador RojoEl colibrí nervioso, por la flor pasa y del cáliz abreva, su dulzura santa.
El colibrí se asusta hasta de su sombra.
Porque se apresura.
Por: Noel León Rodríguez Ilustración: Christian Reyes Por Àngels Sancho Amorós¿Cómo abordar tres décadas de construcción de la literatura infantil en Argentina y, a su vez, revisar y posicionar el lugar de la memoria en la narrativa orientada a las infancias y a las juventudes? El libro de Laura García, producto de años de investigación en el marco de su formación doctoral, nos inscribe en las disquisiciones conceptuales sobre dicha literatura y nos invita a deconstruir la categoría infanto-juvenil para abordarla a partir de las posibilidades de pensarla en el contexto argentino. Para ello recurre a una perspectiva interdisciplinaria que le permite entender paradójicamente la especificidad de la literatura infantil como una “zona de borde”, concepto que recupera de Analía Gerbaudo, y que le permite observarla no desde el confinamiento de una disciplina en particular sino de la conjunción de diferentes miradas y discursos que propugnan por imponer sentidos y significaciones a un campo en construcción, ampliación y reformulación en el transcurso de las tres décadas que estudia.
En este sentido, en los sesenta y principalmente en los setenta la ficción deja de tener el carácter moralizante que impregnaba a los textos que se orientaban a las infancias y las juventudes, y se comienzan a desplegar narrativas que ponen en valor la figura del autor y de la autora en la escritura y la inscripción de la problemática de la violencia y represión de la dictadura en los temas literarios.
Ya entrados los años ochenta, la ficción extiende o se desplaza como señala García a otras temáticas que permiten profundizar esta y otras cuestiones y, al mismo tiempo, dar lugar a la configuración de las y los ilustradores como actores clave de las producciones literarias.
El libro se estructura en tres partes que abarcan en total seis capítulos a través de los cuales se desarrolla la problemática estudiada. En la primera parte, “Literatura, Infancia y Memoria”, la autora describe y circunscribe los principales lineamientos teóricos en que se basó para realizar su investigación y de los cuales da cuenta a partir de dos capítulos en los cuales se centra, como sus títulos lo indican, en “Literatura infanto-juvenil y violencia política. Cuestiones teóricas para un cruce interdisciplinario” y “Posiciones de la literatura infanto-juvenil argentina entre los años sesenta y setenta”. En la segunda parte, “De la prohibición por ilimitada fantasía al derecho a la imaginación”, la autora muestra la relevancia de la literatura no sólo en la elaboración de la simbolización sino también en su capacidad de interpelación de la violencia estatal a partir del análisis de “La irrupción de la violencia política en la literatura infanto-juvenil argentina” y del capítulo “Panorama de la literatura argentina para niños a mediados de los años ochenta”.
Sin embargo, es en la tercera parte del libro, “Los itinerarios de la memoria en la literatura argentina para niños”, donde la autora trabaja, en base a una selección de textos emblemáticos que fueron prohibidos en la última dictadura cívicomilitar, “…los recursos de la ficción que hacen posible nombrar la violencia política y explorar en qué medida los mecanismos de control –como la censura y la prohibición de textos o autores, la autocensura y las listas de textos permitidos–influyeron en el campo infantil” (García 91-92). La potencialidad de este abordaje se enriquece a partir de la focalización en colecciones editoriales que le permiten identificar y estudiar tanto los textos como las imágenes que contribuyen a enfatizar la violencia a través de los últimos dos capítulos “De legados y herederos. La colección como dispositivo de transmisión en la narrativa argentina para niños” y “Las narrativas del pasado en el campo infantil entre 1970 y 1990”.
Si bien García trabaja sobre un corpus de textos e imágenes de revistas y libros, cobran especial interés las colecciones de libros tanto por su capacidad para proponer e instalar y, de este modo, jerarquizar temas tabúes como la violencia política, como por ser producciones del mercado editorial. Esto torna inteligible cómo son estos libros (y otros que fueron censurados como señala la autora), los que marcaron decisivamente a la literatura también por las discusiones y/o problematizaciones públicas en los años siguientes, tanto como por su capacidad para ampliar los públicos lectores hacia las infancias y juventudes en espacios escolares y culturales e inclusive en las políticas de lectura con actores sociales
como docentes y bibliotecarios que desde la reapertura democrática los pondrán en valor.
Sin embargo, y aunque no quede cabalmente desplegado porque escapa al recorte propuesto en su estudio, una vez más la autora visibiliza cómo la literatura infanto-juvenil en el último período de su análisis dirime con los intereses de las editoriales que “…ejerce[n] presión en distintos momentos desde parámetros económicos más que estéticos. En este momento, aunque con mayor fuerza durante la década del noventa, se inicia una distinción en el campo con la producción de textos para lectores jóvenes, que se extiende hacia otras temáticas y géneros con el propósito de capturar al público del nivel secundario” (García 128). De esta manera, marca la distinción en clave de la edición de una nueva categoría de público lector, que alcanzará su autonomía de la literatura infantil.
Por último, cabe destacar que este libro propone distintos puntos de partida o caminos por los cuales recorrer la literatura infanto-juvenil en dichos años que exceden por su riqueza esta reseña. Estos recorridos nos convocan a más de una lectura posible y pueden ser tenidos en cuenta en tanto ejes claves de los elementos y procesos que han llevado a las disputas por el reconocimiento y legitimación del derecho a la imaginación.
García, Laura. Los itinerarios de la memoria en la literatura infantil argentina. Narrativas del pasado para contar la violencia política entre 1970 y 1990. Lugar Editorial, 2021.
Gerbaudo, Analía. “Literatura y enseñanza”. La investigación literaria. Problemas iniciales de una práctica, dirigido por Miguel Dalmaroni, Ediciones UNL, 2009, pp. 165-194.
Ana María Fortoul. (Ciudad de México). Actualmente estoy estudiando el octavo semestre de Literatura Latinoamericana en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Realicé mis prácticas profesionales en la revista LIJ Ibero. Estoy interesada en el estudio de la mitología y la literatura. Me encanta la obra de Laura Gallego.
Maximiliano Nicolás Sacristán
Nació en la ciudad de Luján, provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1974. Estudió periodismo y Letras. Se ha desempeñado como articulista en diversos medios gráficos zonales. Escribe asiduamente para certámenes literarios de todo el mundo hispanoparlante. Su más reciente galardón ha sido el Premio de Cuento de humor “Jara Carrillo” en su edición 2020, organizado por el Ayuntamiento de Alcantarilla (Murcia).
Es psicóloga y escritora. Sus cuentos han sido publicados en el libro MicroQuito 1(2010), su poema Solicitándonos es parte de la Antología de Poemas Amor a Distancia en la Editorial Liberoamérica (2018), y su cuento infantil El abuelo que comía golosinas, fue editado como audio cuento por Seguros del Pichincha, como quinto ganador del Concurso Cuéntame un Cuento (2020)
Denisse Pohls (León, Gto.1986)
Es poeta, fotógrafa y buzo. Ha publicado los poemarios Navíos, Hora Pico, Eres Delicioso, el poemario para niños La Isla Azul Poemarinos, así como el libro crónicas periodísticas Hasta Encontrarte. Becaria del PECDA Guanajuato 2020 en Literatura Infantil. Actualmente trabaja en el libro para niños Macabras leyendas en verso de la Niña Momia descalza.
Àngels S. Amorós. Es profesora de lengua y literatura en educación secundaria, licenciada en Filología Catalana. Maestría en Didáctica de la Lengua y la Literatura; Libros y Literatura Infantil y Juvenil y Literatura Infantil y Promoción Lectora. Diplomada en posgrado y especialización en Literatura Comparada y Crítica Cultural. Intereses: literatura juvenil, literatura popular, mitocrítica y género.
Zepeda, Adair (Texcoco, Estado de México, 1986). Es economista. Director de Ave Azul Editorial (aveazul.com.mx). Editor del Colectivo Entrópico. XVI Premio Nacional de poesía Tintanueva 2014. Ha publicado: Glosa del reproche (Letras de barro, 2020), Ofrenda de palabras (Versoterapia, 2020), Reminiscencias (Tintanueva, 2014; Ave Azul, 2019), entre otras.
Noel León Rodríguez, La Habana, Cuba. Es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. (UNEAC). Es miembro de la Empresa Artística Antonio María Romeu como Repentista. Pertenece al programa de Música Campesina. La Parranda. De Radio Rebelde.
Casandra Sabag Hillen es una artista y antropóloga visual mexicana. Estudió la licenciatura y la maestría en Artes visuales en la UNAM y la maestría en Antropología Visual en FLACSO-Ecuador. Como pintora ha realizado nueve exposiciones individuales y más de veinte exposiciones colectivas en países como México, China, Corea del Sur, Singapur, Etiopía, Sudáfrica, Tailandia y Ecuador. Forma parte del colectivo SINDICATO AUDIOVISUAL. Actualmente es doctorante de Letras modernas en la Universidad Iberoamericana.
Salvador Rojo (México, 1986), es Licenciado en Diseño Gráfico por la Universidad del Valle de México. Actualmente da clases de ilustración digital y realiza una investigación acerca del Álbum Ilustrado en la Universidad Iberomericana de la Ciudad de México. Ha publicado libros en México,España y Rusia y he participado en diversas exposiciones de ilustración. a nivel Nacional en Internacional
Víctor Calixto. Es un joven artista que busca llegar principalmente al público juvenil a través de sus obras. Quiere estudiar cinematografía y una de sus metas es ilustrar grandes obras de la literatura y sus propias historias.
Christian Reyes Chávez es egresado de la Escuela Nacional de Pintura Escultura y Grabado “La Esmeralda” por el Instituto Nacional de Bellas Artes. En la Secretaría de Cultura Federal ha participado en la planeación, creación e imple-
mentación de talleres que vinculan las artes y la creación plástica con los libros, los géneros literarios y los autores. Como artista visual ha expuesto en Bulgaria, Polonia y México. Su obra ha sido publicada en el libro Mexican Graphics editado por Jorge Alderete. Ha colaborado en diversas instituciones y Centros Culturales — la Fábrica de Artes Y Oficios (faro), el Centro Cultural de España en México, y el programa Alas y Raíces, entro otros — desarrollando propuestas dinámicas y creativas sobre la recepción de la lectura, la escritura y la ilustración. De forma continua participa en diversos proyectos de fotografía y video para niños y jóvenes, como el Festival Cine en el Campo, el programa Global Adobe Youth Voices y Anímate.
Áurea Xaydé Esquivel Flores. (Ciudad de México, 1987). Es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Fue becaria PAPIME en el proyecto “Herramientas bibliográficas electrónicas e impresas para la enseñanza de las teorías literarias”, y colaboradora con el núcleo temático “Literatura infantil y juvenil”. Fue ponente en diversos encuentros y simposios y trabajó en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la unam dentro del proyecto editorial Xoc Na de libros para niños y jóvenes. Es miembro de la Red Internacional de Investigación Universitaria en lij de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y de la Red Iberoamericana de Investigadores en Anime y Manga. Actualmente estudia la Maestría en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México con un proyecto sobre heroínas, hiperviolencia y narrativa gráfica posmoderna.
Roberto Daniel estudia Literatura Latinoamericana en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. Si no está escuchando a Taylor Swift, probablemente está leyendo. Siempre quiso escribir y hay quien dice que nació escriviviendo, desde entonces no ha parado. Suele vivir entre el siglo XIX y el presente, culpa enteramente a Jane Austen de esto.
Jovana Hernández es estudiante de la licenciatura en Literatura latinoamericana en la Ibero CDMX. Lee desde que tiene memoria y, antes de eso, ya amaba escuchar que le leyeran. Cree que nadie debería perderse el derecho a una buena historia, y su mayor miedo es la página en blanco, por eso la llena con palabras cada que tiene oportunidad.
Dra. Laura Guerrero Guadarrama. Académica e investigadora del Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Coordinadora del Diplomado en Literatura Infantil y Juvenil de misma universidad. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde el 2007. En dos ocasiones ha obtenido la Beca de investigación científica básica del Conacyt para estudios relacionados con la lij y ha obtenido un reconocimiento especial como “Caso de éxito” (2012). Ha sido jurado de importantes concursos literarios, como: Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma, Barco de Vapor y el Premio Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Ediciones SM. Ha organizado múltiples encuentros, congresos y simposios sobre la cultura infantil y juvenil; oralidad y tradiciones. Es autora de La ironía en la obra temprana de Rosario Castellanos, Posmodernidad en la Literatura Infantil y Juvenil, Neosubversión en la LIJ contemporánea: una aproximación a México y España y La narrativa gráfica infantil y juvenil: aproximaciones contemporáneas, es editora de Nuevos rumbos en la crítica de la LIJ. Dirige la revista electrónica LIJ Ibero del Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Junto con la doctora Evelyn Arizpe coordina el blog: Transformaciones lectoras: http://transformacioneslectoras.blogspot.mx/ dedicado a difundir trabajos de investigación sobre la lectura y literatura infantil y juvenil. Es miembro de la Red temática “Las literaturas Infantiles y Juveniles en el marco Ibérico e Iberoamericano” lijmi con sede en Santiago de Compostela y de la Academia Mexicana de la Literatura Infantil y Juvenil amlij. Ha impartido cursos en diversas universidades mexicanas, españolas y argentinas y es parte del Programa Leer para la Vida de la Secretaría de Cultura de México.
Amanda Patricia Castañeda. (Quito-Ecuador, 1978) es doctora en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Licenciada en Comunicación y Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, magíster en Filología Hispánica por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y magíster en Antropología Visual por flacso sede Ecuador. Sus líneas de investigación están enfocadas en masculinidades disidentes, diálogo y afectos, cuerpo, violencia y poder. Trabaja en el Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y es coordinadora editorial de la revista LIJ Ibero.
Alejandro Vergil Salgado. (Ciudad de México, 1990). Maestro en Letras Modernas con Mención al trabajo de titulación por la tesis intitulada: La restauración del mito edénico y la configuración del daimonion en la trilogía, La materia oscura, de Philip Pullman: una aproximación mitocrítica-hermenéutica, y licenciado con mención honorífica en Literatura Latinoamericana. Estudios realizados en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Es coordinador de la publicación lij Ibero. Fue becario Conacyt (2016-2017), realizó una estancia de investigación en la Universidad de Vigo, España, y obtuvo la Beca de Excelencia Académica en Posgrados IBERO (2015). Ha participado en congresos nacionales e internacionales sobre literatura infantil y juvenil y teoría literaria. Ha trabajado como gestor de proyectos de traducción, reseñista y docente a nivel técnico superior universitario y en el diplomado sobre lij. Actualmente es profesor de asignatura en Prepa Ibero y colabora como dictaminador externo para la Editorial SM, México.
Emilio Vázquez Romero Castany. Alias, Emilio Caroba. Cursa la licenciatura de Literatura Latinoamericana en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Es escritor de su propio blog, Los cuentos de Caroba, donde publica cuentos y anécdotas sobre sus vivencias como ejercicio de escritura y creación literaria. En sus años de preparatoria colaboró como traductor y miembro del consejo editorial en el segundo número de Hélice, una revista de poesía, arte y traducción dirigida por la Maestra Margot Agami Sobol en Prepa Ibero. Actualmente es asistente editorial de la revista lij Ibero y reseñista del blog https://relijibero.wordpress.com/
Cutzi L. M. Quezada. Es licenciada en Letras Iberoamericanas por la Universidad del Claustro de Sor Juana con la tesis “Desarrollo de las habilidades lingüísticas a través de la competencia comunicativa. El caso de Tercero de Secundaria en México”. Residió en Venecia, Italia donde obtuvo el Máster en Didáctica de una Lengua Extranjera y la Maestría en Lenguas y Literaturas Europeas, Americanas y Postcoloniales (Literatura comparada), ambos grados en la Università Ca’Foscari di Venezia. Actualmente, en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México es doctorante en Letras Modernas con una investigación sobre el fomento a la lectura en México y el libro álbum metaficcional de la colección Los Especiales de A la Orilla del Viento (fce). En la misma institución coordina el Diplomado en Literatura Infantil y Juvenil, y forma parte del comité editorial de la revista LIJ Ibero donde tiene a su cargo el blog ReLIJ-Ibero. Además, es mediadora de la sala de lectura Rayuela de Letras dentro del Programa Nacional Salas de Lectura de la Secretaría de Cultura.
Georgina Lamothe Hernández. Es maestra en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y es candidata a doctora en Letras Modernas por la misma institución, con especialidad en literatura infantil y juvenil, y con un proyecto de investigación que analiza la gran influencia de la ideología en la Literatura Infantil y Juvenil. Ha sido traductora, correctora de estilo y docente, pero su pasión actual es el libro álbum y la novela híbrida para jóvenes.
Helena Taylor. Es licenciada en Ciencias Físicas (especialidad en Física Aplicada) por la Universidad Autónoma de Madrid y actualmente está cursando la Maestría en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México dentro del área de la literatura infantil y juvenil. Su proyecto de maestría analiza la influencia de los cuentos tradicionales y las sagas nórdicas en Olvidado Rey Gudú de Ana María Matute.
Elisa Lamothe Hernández. Es maestra en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y también candidata a doctora en Letras Modernas por la misma institución, en el área de literatura infantil y juvenil. Se ha desempeñado como docente especializada en todo el tipo de poesía e intérprete, y actualmente se concentra en su proyecto de doctorado que trata acerca de la autobiografía y la novela gráfica.
Itzel Vargas Moreno. Es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la unam, cursó el diplomado y la especialidad en Psicoanálisis con niños y adolescentes en Dimensión Psicoanalítica A. C. Trabajó en la Dirección General de Desarrollo Curricular (sep); el programa Alas y Raíces de la Secretaría de Cultura; la Dirección de Publicaciones (ipn); el Museo de la Acuarela de Toluca y el proyecto Fomento de la lectura (uaem). Así, se ha especializado en el diseño de contenidos artísticos y educativos dirigidos a niños de tres a doce años, maestros de primaria y promotores culturales; además de la programación y la logística de actividades culturales en bibliotecas, escuelas, ferias y festivales del libro, hospitales y museos. Actualmente realiza la maestría en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y asiste al seminario de Psicoanálisis que imparte la maestra Antonia Camarena en la unam
Perla Ximena Sueiras Altamirano. (México, 1991). Es licenciada en Literatura Latinoamericana por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Actualmente cursa el doctorado en Estudios de Traducción y Ciencias del Lenguaje en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Le dan risa palabras como champiñón y cacatúa y disfruta enormemente los helados de avellana.
Ana María Fortoul. (Ciudad de México). Actualmente estoy estudiando el octavo semestre de Literatura Latinoamericana en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Realicé mis prácticas profesionales en la revista LIJ Ibero. Estoy interesada en el estudio de la mitología y la literatura. Me encanta la obra de Laura Gallego.
Áurea Xaydé Esquivel Flores. (Ciudad de México, 1987). Es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Fue becaria PAPIME en el proyecto “Herramientas bibliográficas electrónicas e impresas para la enseñanza de las teorías literarias”, y colaboradora con el núcleo temático “Literatura infantil y juvenil”. Fue ponente en diversos encuentros y simposios y trabajó en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la unam dentro del proyecto editorial Xoc Na de libros para niños y jóvenes. Es miembro de la Red Internacional de Investigación Universitaria en lij de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y de la Red Iberoamericana de Investigadores en Anime y Manga. Actualmente estudia la Maestría en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México con un proyecto sobre heroínas, hiperviolencia y narrativa gráfica posmoderna.
Esteban Romero Álvarez (Ciudad de México, 1998). Estudiante de la licenciatura en Literatura Latinoamericana en la Universidad Iberoamericana. Estoy interesado en todos los temas relacionados con cuerpo y género. Soy fanático de la obra de Alejandra Pizarnik.
Thales Aquino. Diseñador nacido en Río de Janeiro, especializado en diseño estratégico e informativo en todo tipo de medios. Ha diseñado la revista con un enfoque contemporáneo e integral.