entrevista
Brice Roquefeuil Embajador de Francia en Panamá desde hace tres años Brice Roquefeuil es un trabajador incansable que busca unir los lazos de ambas culturas. Por Dominic Rios Fotografías Philippe Arnoux
¿Cuáles son los mejores recuerdos que tiene de su vida en Francia-ya sea de niño o de adulto-y cómo influyeron en su carácter y formación actuales? La infancia para mí es la etapa más determinante de la vida. Doy mucho crédito a las palabras de un gran artista que admiro, Anselm Kiefer: “la infancia es como una mesa de cera donde cualquier huella es buena”. Mi amor por la música clásica viene por ejemplo de mi infancia. Mis padres la escuchaban pero no le prestaba atención, hasta me costó mucho estudiar piano para lo cual carecía de talento. Y más tarde a los 30 años, cuando vivía en Moscú, durante mi primera misión en el extranjero me sumergí en el maravilloso mundo de la música clásica. Todas las semanas iba al conservatorio a escuchar un concierto o un ensayo y tenía la impresión de redescubrir mi infancia. Ahí radica la paradoja : el niño quiere salir de la infancia y una vez que lo logra, uno quiere volver a ella. Parafraseando uno de mis libros de cabecera, Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, diría que de niño era más o menos lo que soy actualmente, pero en aquel entonces lo era sin consistencia y solamente en potencialidad. ¿Por qué se inclinó por la carrera diplomática? ¿Cómo percibe su oficio de diplomático? La carrera diplomática no es sólo una elección profesional, es una elección de vida. En mi caso fue una vocación temprana. Todos mis estudios los orienté 28 32 www.agendalatam.com
para prepararme para el examen de ingreso al Ministerio de Relaciones Exteriores. La carrera diplomática respondía a muchas de mis aspiraciones. Primero, la de servir a mi país y representar los valores e ideales que son la base de nuestra República. Y luego el espíritu aventurero, el gusto por el conocimiento de los hombres, las naciones, las lenguas y las culturas, en toda su diversidad, conocimiento cuya clave es la simpatía. Cada una de mis misiones en Rusia, Turquía, Brasil y luego Panamá fue una experiencia de vida que me ha dejado huellas. Creo que debemos abordar nuestra profesión con ambición y modestia: ser ambiciosos con los objetivos que nos fijamos, ser modestos al abordar al país donde ejercemos nuestra misión. Cuando uno cree que ha entendido todo, ¡es el momento de partir! Al llegar a Panamá y conocer la personalidad de este país, ¿cuál sintió que era su misión principal como Embajador? Muy rápidamente percibí que existía en Panamá una atracción por Francia y al mismo tiempo cierta decepción e incluso rencor hacia nuestro país. Mi misión consiste en mantener vivas la historia y la amistad que unen a nuestros dos países y de encontrar un remedio a las incomprensiones que pudiesen existir entre nosotros. Una sólida y vieja amistad no está exenta a veces de diferendos pero esto exige el despliegue de todos los esfuerzos para