¿EXISTE UN MODELO HEGEMÓNICO DE HOMBRE? Joel Córdova Cardoza Equipo de Masculinidad CONTRASIDA El punto de partida que nos lleva a responder el dilema de la existencia o no de un modelo hegemónico de ser hombre puede ser respondido con facilidad. Nada más hay que echarle un vistazo a la realidad de violencia nacional. Por ejemplo, los altos índices de violencia callejera extrema, actos delictivos, ingreso de jóvenes a grupos organizados como “maras” y las políticas represivas de control de la organización juvenil a través de leyes y campañas que estigmatizan el ser joven, pobre y tatuado1, entre otras más. Los altos índices de violencia intrafamiliar, de hombres que son padres biológicos que ejercen la violencia sobre sus hijos e hijas como método arcaico de “educación” o mejor dicho de involución o retroceso en el proceso de desarrollo integral, de irnos haciendo más humanos. O de hombres que ejercen la violencia con su “pareja de vida” (hombre o mujer) para probar su “hombría”, para demostrar quién lleva los pantalones en el hogar. Como bien lo dice el compañero Larry Madrigal: Esta masculinidad ha estado asociada a la idea de que es necesario probar y probarse continuamente que se "es hombre", que se ha logrado alcanzar el modelo definido de ser hombre. Este modelo definido no admite contrapuntos o alternativas, prevalece, se convierte en idea fundante. Es la masculinidad hegemónica. Y es desde este modelo que se mide e interpreta a los hombres2. En ese sentido, hay que tener en cuenta que no todo hombre cabe por completo en este modelo de masculinidad hegemónica. Cada uno tiene fisuras o fracturas que divergen del modelo de masculinidad hegemónica. Pero, debemos tomar conciencia de las huellas del modelo de masculinidad hegemónica que han cobrado cuerpo en nuestro modo de ver el mundo, en la sociedad, en la política, en las estructuras, en la religión, y más. Por consiguiente, el modelo de hegemónico de ser hombre ha moldeado los cuerpos de los varones en sus dimensiones físicas y psicológicas. Puesto que este modelo de masculinidad hegemónica ha sido un tirano que dicta nuestra manera de sentir, para inmortalizar y reduplicar dicho modelo. Hay que tener claridad en la identificación de algunos comportamientos que evidencian o desenmascaran o sacan a la luz este modelo hegemónico de ser hombre. Por ejemplo, el uso de la fuerza, la violencia, la agresividad, la 1
Cfr. Tejeda, Walberto, Diplomado en derechos humanos y prevención de violencia de género. Módulo IV, La construcción de las identidades masculinas y la prevención de la violencia de género. 2 Cfr. Los hombres asumimos nuestra responsabilidad: Las Masculinidades en la prevención de la Violencia de Género. Programa de Masculinidades, Centro Las Casas, El Salvador. .
potencia, la inteligencia, entre otros. En efecto, este modelo hegemónico de ser hombre ha sido construido, legitimado y reproducido a lo largo de la historia. Teniendo como consecuencia la construcción de modelos de poder en los que las mujeres se han visto con la peor parte. En el modelo hegemónico, las mujeres son interpeladas y construidas con poder menor, inferior, débil, suave, limitado. Y por el contrario, los hombres son supuestamente construidos con poder mayor, superior, fuerte, duro e infinito. El poder construido en los hombres tiende a generar mucha violencia. Violencia que se manifiesta de muchas formas y en muchos niveles, pero sobre todo, como probar o comprobar el grado del poder masculino sobre los otros poderes que considera más débiles.
Sobre la violencia… Hay que echarle un vistazo a la violencia ejercida por los hombres en relación con variables que surgen del modelo masculino hegemónico y desembocan y afectan a la familia y la sociedad. En ese sentido, también afecta el cuerpo físico-biológico de los hombres. En síntesis de lo que acabo de comentar, la violencia es “aceptable o factible” (entre comillas) como procedimiento para la resolución de conflictos y para el ejercicio del poder. Dicho en otras palabras, el comportamiento violento de un hombre es visto por la sociedad como algo normal. Esta manera conciente o inconciente de aceptar la violencia como mecanismo para ejercer el poder, que es producto del modelo hegemónico masculino, tiene sus graves y perversas consecuencias, de las cuales es urgente e importante tomar conciencia. Entre ellas tenemos: restricción emocional que equivale a decir: “los hombres no sentimos”; la homofobia y transfobia como manifestaciones para cuidar un “x” modelo de ser masculino; modelos de control, de poder y de competencia, placer falocéntrico, obsesión por triunfar en la vida, por ser hombre de logros y éxitos, entre otras. En este mismo sentido, la construcción de la identidad personal afectada por el modelo de masculinidad hegemónica, se fundamenta en procesos personales que están ligados al desarrollo obsesivo del yo, manifestado en activismo, en alcanzar metas, prácticamente en el hacer. Pero se descuida radicalmente lo emocional, hay represión de los sentimientos. Así, le importa mucho el constante autocontrol que regule o frene la expresión de sus propios sentimientos, su afectividad, la ternura, la debilidad, la tristeza, el placer, el temor, el amor, y más. Por tanto, hay un dinamismo que regula y vigila en cada hombre la identidad y el comportamiento masculino. De ahí que en los talleres o procesos de masculinidad que CONTRASIDA realiza enfatiza la importancia, el acento en la expresión de lo que cada participante siente y no tanto lo que piensan.
Incidencia de la violencia en la construcción de la identidad masculina
Hablar de una incidencia de la violencia en la identidad masculina es equivalente a reflexionar y tomar conciencia de cómo el modelo hegemónico masculino ha tomado cuerpo, piel y sangre en cada hombre. Podemos evidenciar una gama de manifestaciones de la violencia en hombres concretos. Es una realidad que hay violencia en los hombres. La expresión “violencia masculina” es una naturaleza de violencia. La violencia masculina ha llegado a los colmos de verse como algo normal. Debemos tener claridad que la responsabilidad de la violencia cae en manos de los hombres, son los principales empleados de la violencia en el mundo posmoderno. Agentes que se justifican, apoyan y fundamentan en el modelo hegemónico de ser hombre conciente o inconcientemente. Hay que tener claridad en que la población vulnerable, el blanco de la violencia son las mujeres.
Multiforme manifestación de la violencia: tríada o triple violencia masculina Ya se dijo que existe una multiforme manifestación de violencias. En concreto, hacemos mención de tres formas concretas de visualizar la violencia en los hombres: primero, la violencia hacia sí mismos (mediante diversos síntomas fisiológicos y psicológicos). Segundo, la violencia que parte de hombres y va dirigida hacia otros hombres. Y por último, la violencia de hombres hacia mujeres (en cuanto ejercicio de poder). Cada una de estas manifestaciones de la violencia merece atención. Se debe profundizar y priorizar para trabajar la prevención de la violencia de género. Puesto que, la violencia de género es una responsabilidad política (de hecho, de práctica) de los hombres. Pero, primero hay que partir de la toma de conciencia de la propia violencia, también reconocer que “lo personal es político”, y que debemos tener el reto de ejercitar, de hacer realidad esa convicción para prevenir la violencia de género y lograr cambios concretos en hombres concretos que pongamos semillas, cimientos de una auténtica equidad de género.
La Prevención En la prevención las personas que están involucradas, las personas que son ejercen la violencia, es decir, las personas que han sido poseídas por la violencia son los hombres con los cuales se deben trabajar la prevención de la violencia. Hay que hacer con ellos, procesos de cambio en sus ideas y convicciones profundas, en sus habilidades, salud, conocimientos, creatividad y experiencia. Es justo y necesario palpar la subjetividad, el alma, la sensibilidad diaria para ir poniendo los cimientos o semillas de nuevas formas de conducta. Por lo tanto, hay que priorizar, dejar la teoría para abordar la praxis de la prevención. Es decir, no quedarnos de brazos cruzados, no ser indiferentes
sino todo lo contrario. Debemos tomar partida, ser quienes tomamos el sartén por el mango, palpar las causas hondas que producen violencia de género. Como bien dice el dicho “más vale prevenir que curar”, en otras palabras, no hay que esperar la denuncia por parte de las víctimas de la agresión violenta. Pero, en la realidad hay víctimas sobrevivientes de la violencia de género (sean niñas, niños, mujeres u hombres). Víctimas concretas que merecen atención integral.
El camino hacia la diversidad como alternativa… Debemos tener en cuanta la dimensión social de cada ser humano. No estamos solos en este mundo. No soy yo y mi mismidad. Estoy y soy con otras personas. Crezco física, biológica, psicológica y humanamente con otras personas, es decir, las demás personas ejercen cierta influencia en mi configuración como persona, como ser humano. Por ello, debemos ser capaces de apreciar la perspectiva de “otras personas” ya sea de una amiga agredida, una vendedora ambulante, miembros de otra comunidad, de otras naciones, y otras razas. Esto da cabida a que existan acciones solidarias, de alianzas y de cooperación. Buscar y fomentar el apoyo y la ayuda mutua, ser capaces de integrarnos y coordinarnos con estas “otras personas” que tienen otra manera de ver la realidad. Esto contribuye a tener una gama de alternativas para la solución de los conflictos complejos que tienen que ver con la violencia de género. En el caso de nosotros “hombres”, nos afecta y por lo tanto debemos asumirla de manera vital, puesto que ya hay organizaciones femeninas que tratan el asunto y no sólo le compete a ellas. Por consiguiente, la violencia se ha llegado a legitimar, llegando al colmo de verse natural y normal. Esto es producto de los lineamientos caóticos del modelo hegemónico de ser hombre que tiene sus efectos. Por ejemplo, hay hombres que se ven fortalecidos y protegidos por esta situación, por el uso de la violencia. Pero no se dan cuenta que limitan las decisiones, conductas y la seguridad de las mujeres y de los mismos hombres. Nuestro amigo y compañero Larry Madrigal vislumbra algunos de los principales hallazgos con este enfoque: entre ellos enuncia los siguientes: La construcción de un modelo hegemónico de masculinidad afecta y por tanto se aborda desde dimensiones empíricas y cuantitativas, culturales y cualitativas, subjetivas y espirituales. Afectan a personas y colectividades, interior y exteriormente. Ya que sabemos que las conductas y normas de género son dichas y aprendidas, no son genéticas o naturales (aunque en algunos casos se vean predispuestas o activadas por factores biológicos), podemos decir que nos dejan opciones disponibles para mujeres y hombres que varían de sociedad en sociedad. Sabemos también que las normas de género van cambiando conforme el tiempo y que no son uniformes entre generaciones de una misma época y sociedad.
En todas las sociedades y culturas existen hombres y modelos no siempre visibles de masculinidades no violentas y con posibilidades mayores de cambio y multiplicación. La violencia de género está relacionada con los sistemas de poder asimétricos -que son los que oprimen a las mujeres, a las generaciones más jóvenes y a ciertos grupos de hombres. En estos sistemas, son hombres los mayores beneficiados. Hay diferentes grupos de hombres que tienen diferentes experiencias de poder y violencia. Muchos hombres son oprimidos en sí mismos, por el racismo, la xenofobia, o la explotación económica. La violencia que esta opresión produce en las vidas de los hombres puede servir al propósito de la dominación y control, exactamente como la violencia de los hombres lo hace con las mujeres3.
Desarrollando una respuesta integral Como síntesis y como lección audaz para que nosotros los hombres tengamos la valentía de incorporar en nuestras vidas la prevención de la violencia de género y tengamos efectos eficaces y fecundos es la firme decisión de crear alianzas entre otros hombres, de apostarle a la diversidad de opiniones, de perspectivas, de credos, de vivir la sexualidad, y muchas más. Involucrándonos más, teniendo más coordinación y cooperación en el trabajo de “DECONSTRUIR4” este modelo hegemónico y apostarle a la diversidad de masculinidades para ir evidenciando que la caída de este modelo nefasto se logrará, de hecho, con la vivencia de una multiplicidad de formas de ser hombre. Para finalizar, como equipo de masculinidades de CONTRASIDA, queremos agradecer y felicitar a los nuevos compañeros de lucha que participaron en los talleres de masculinidad, y a la vez, los invitamos a mantener el reto de ser hombres auténticos que rechazan el modelo de masculinidad hegemónica y que se esfuercen desde donde vivan el día a día a frenar el impacto para deconstruir y desaprender el modelo hegemónico de ser hombre y busquen desde su subjetividad más profunda, ser hombres alternativos que fomentan la prevención de la violencia y promueven la equidad de género. Puesto que los talleres han querido ser un indicio de búsqueda, de crecimiento, desarrollo interior y de cambio personal.
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Cfr. Los hombres asumimos nuestra responsabilidad: Las Masculinidades en la prevención de la Violencia de Género. Programa de Masculinidades, Centro Las Casas, El Salvador. 4
DECONSTRUIR equivale a ir desaprendiendo, desarraigando, quitando de nuestras vidas las similitudes, las huellas del modelo hegemónico de ser hombre presente en la vida personal y la vida de los otros hombres.