Granuja revista #1

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GRANUJA


Siempre me viene la misma pregunta: ¿Qué chingados es la poesía? Y concluyo: no puedo ser más huevón. Pero ya estando aquí, hagamos crítica. ¿Para qué se lee poesía, si están rebuenos los cuentitos? Si es más probable que un niño se tropiece con un arma, un libro vaquero

o una buena putiza [esto obviamente sólo en México]

que con un poema, ya no digamos un poema bien hecho, entonces para qué escribir, o mejor dicho para qué seguir publicando los poemas que se escriben. Soltemos las preguntitas que no queremos hacernos. ¿qué chingados escribo o a nombre de quién; qué es lo quiere escuchar la banda o qué problema psicológico publicar como queja? ¿quién soy cuando escribo o quién finjo ser al escribir para conseguir morritas; qué cosa horrible no ser al escribir para que me lean? ¿cómo escribo o a qué escritor muerto le pido “inspiración; qué nueva revolución técnica me sacó de los huevos? ¿cuándo escribir: en el baño, comiéndose unos taquitos, después de que te deje el morrito? ¿dónde escribir: sobre el papel, en la compu, a la luz de la luna? Por qué escribir

Para Qué escribir

Para quién escribir

El dinero nos dará la razón


DIRECTORIO Director general Andrés Gómez Corrección Alexis Patiño Diseño Gabriela Pérez Ramírez Portada

Camila Loguzzo Asesor editorial Todo aquel que no dejó morir este proyecto Consejo editorial No hagan una revista


POR: SOFIA DELAYE


FIGUREJAS [Objetos artísticos situados en un espacio; son una descripción poética e ilustrativa de la parte del espacio ocupado por ellos mismos, según lo determinado por sus propios límites y sin tener en cuenta la ubicación y orientación de sus detractores.]

HEREJÍAS [Creencias o teorías controvertidas o novedosas, especialmente poéticas, que entran en conflicto con el dogma establecido; renuncia informal o abandono de una poética; blasfemia, injuria o irreverencia hacia las grandes cabezas.]

BARUJOS [Tipo de prosa cuyo propósito es incomodar o amedrentar el juicio y conocimiento de una o varias personas, según su extensión y tipografía.]


ROMPER HUESOS DE PALOMA PARA HACERSE ESCUCHAR Mónica González Vázquez

Canto a la ciudad lo que soy asisto donde los hombres brindan (no son nuevas formas de olvido) yo también necesito saber

Estoy esperando una mejor ocasión para elaborar un verso acústico que me asista. Escribo: en una vuelta de mi mano

que existe algo que se llama destino. Un coleóptero hipnotizado surca la luz la noche es capaz de aplastarlo todo la brújula de mi mente gira en el líquido que me aguarda.

se abre el mundo los caminos buscan destino el viento enrarecido contempla sus islas la piedra es un puente que une continentes pájaros de vivos colores transgreden sus jaulas y en libertad sobrevuelan no hay nichos las deidades caminan entre los mortales

Nunca por el fuego pasa la boca inadvertida es un niño pequeño y frágil en el intento de nombrar el mundo. Aquí estoy en la orilla del vértigo: barca, constelación y cartografía línea que no cruzan los viajeros el corazón de un árbol soy soy


POR: JORGELINA


EL INVENTARIO Y LA DESPEDIDA I Miro el horizonte, desciendo. Un cielo rojizo tapiza la ciudad; tantas veces odiada–amada–odiada, y anhelo fugaz de quien jamás la haya caminado. En la periferia de esta fauce que engulle, mastica y digiere sin distinción; en lo más alto de la vida horizontal, habitan mis pertenencias: un libro a medio leer (entre el sueño, el ocaso y los turnos de espera); una vasta colección de síncopas intermitentes (voces y sonidos metálicos que dan vida al atardecer); una cama (donde a ciertas horas, los milagros son posibles y los pactos de paz han sido firmados, no hay hambre, enfermedad y los niños no son el blanco de ataques extremistas, y el que camina lo hace con el espíritu); una almohada (donde reposa la furia de tantos días de activismo combativo y el eco del grito libertario desde la selva); sábanas blancas (donde los ángeles copulan), una mesa con cuatro plazas, un lirio en su centro y espacio para compartir las viandas y el corazón, quien también consta en el inventario junto con un par de piernas que lo transportan y unas manos que lo entibian; un par de ojos que lo miran latir a pesar del horror y la sangre derramada –pero de eso estamos hechos principalmente: sangre, huesos, dolor– al lado del dolor habita la esperanza, un par de maletas, zapatos de viaje para la travesía y paisajes inimaginables en este sitio donde los caminos bifurcan.

II Ahora que por fin te vas, déjame al lado de la carretera y con la boca por delante. Déjame con el bestiario que habita en mis sueños y mis hombres y mis mujeres y mi máquina de olvido y mi historia de familia y mis cuerdas en los zapatos y mis errores y mis pocos aciertos y mi voz cortando el aire, cuando ya nada es suficiente y sólo me consuela el blues. Déjame con mis afiches: Goya, Tapies, Bacón, Modigliani. Déjame con los vértigos de Miller y Gil de Biedma severamente enfermo, reposando en la mesilla de noche. Déjame con Luis Urbina: llora y llora, con su amor como un pájaro loco, dando tumbos en la noche estrellada. Déjame con ansias, el piso alfombrado, los labios, el corazón apretado; mordiscos en la cavidad de la boca y unos labios blanquísimos sin nombre. Pero sobre todas las cosas, déjame con mi dosis de realidad y un vaso de agua en la mano.


POR AXEL DANIEL VÁZQUEZ


OJOS PARA EL DESACUERDO Juan Berdeja

No haré aquí crítica literaria, pero sí hablaré de literatura. No hablaré tampoco de poesía, pero sí del gesto poético. No voy a contarle, lector, mi lectura de Esto que escribes no es poesía, mas diré que es un texto que, como los buenos libros, lee la realidad, se la apropia, la transfigura (¿la mastica?) y la entrega para que alguien la use como gafas para asomarse al mundo. Eso sí. Menos aún cometeré el atentado a la decencia y al buen gusto de hablar del que puso su nombre en la primera página de este libro. Ni lo conozco. No. Hablaré del pretencioso que opina qué es poesía, el que sí sabe qué es la poesía. Autor Real de esto que usted va a leer. El Verdadero Autor Intelectual de este crimen que tendremos a mal llamar libro no es Barrón, sino aquél que tuvo a bien decirle a Barrón que no se ande con cosas, que no engañe a la gente disfrazando un relato de poema (¿bajeza imperdonable?). Hablaré entonces del Creador del texto, del Primer motor de este conjunto de ejercicios de escritura: el que dijo “esto no es poesía” y dejó caer, por fin, el arma de Damocles. Alguien, pongamos por nombre Elías y por apellido Barrón, fue atacado por la inspiración. A todos nos pasa. Es un accidente, vaya. Se le ocurrió jugar al collage. Jugar al poeta. Jugar a la literatura. Jugar a que alguien lo lee. Eligió palabras casuales e hizo un texto literario. O no: ese alguien, póngase por caso algún Elías de apellido Barrón, eligió con todo cuidado sus materiales poéticos. Y ahí va con su poema medido (¿metido?) bajo el brazo. Leyó lo que consideraba poesía a un público dado. Y alguien del público, digamos algún idiota, opinó (el que opina es siempre idiota, no nos equivoquemos). Y se le ocurrió decir que lo que el tal Elías escribió, presa de la inspiración, “no es poesía”... Y todo, para decirlo mal y rápido, se fue al carajo. Tuvo lugar el gesto artístico...¿Uno qué culpa tiene? Nos vemos así en la necesidad de hablar sobre el gesto artístico de ese que podría llamarse Elías Barrón... o Elías Borrón (“ya lo han llamado así, pero no por mí”, le dijo Gandalf a Frodo para hacer una linda elipsis sobre Gollum), pero no es él quien importa: a otro(a) se le ocurrió que el autor de este libro no escribía poesía, se lo dijo y se desató este lío en que ahora estamos todos. Se abrió la boca del Infierno y ahora todos queremos que los demonios se vayan y regresemos a los tiempos en que Barrón sabía o pensaba que sabía qué es poesía. Queremos volver al día en que ese alguien idiota, autorizado por no sé qué otros idiotas, le dijo al alguien Barrón que no hizo poesía ese día... El verdadero autor de este libro, el Padre de todo, el Culpable, está ahora mismo muy acostado(a) en su cama, acaso cenó sabroso, y el alguien Barrón o Borrón, usted y yo fuimos todos tocados y manoseados por su opinión. Maldecidos fuimos. Cuando quien mal-dijo fue él/ella. Somos Legión. Ese alguien —muy a pierna suelta, hay que decirlo, muy irresponsablemente también— opina. Se cae El Cantador sobre el señor de las guacamayas. Meses después, aquí estamos el alguien Elías con sus Borrones, el alguien que este texto escribe y el alguien que lee. Ni modo. Por eso no hay que opinar: luego uno provoca el


gesto artístico y acaba el mundo embarrado en su opinión. Tantita contención no viene mal. Obviamente, no es su culpa, lector. Tampoco es mía. Hubo una pelea en el bar de la vida literaria; usted y yo íbamos por una cerveza (una y ya) y nos encontramos de pronto en medio. Vuelan sillas, gritos agudos en endecasílabos, un título se le clavó en una mejilla: va a dejar cicatriz... Nadie mete paz, nadie dice “ya estuvo” y menos aún “ya déjalo, mira cómo lo dejaste, todo poeta.” Nadie hace nada. Usted y yo pagamos las consecuencias... ¿Cuántos más, Peña? En la primera parte del resultado de los actos del Gran Autor, el alguien Elías se defendió como perico a toallazos. Se puso a reflexionar sobre qué es poesía, qué es la crítica literaria, cuáles son nuestros instrumentos disciplinares más chic y menos cool. Debo decir que casi agradezco que le hayan dicho al alguien Borrón que no hace poesía, no porque no la haga (¡a saber! ¡Y a saber qué es poesía!), sino porque le quedó muy inteligente esa réplica/trauma/ardor/venganza textual que el alguien Elías Barrón llama libro. Uno se divierte con las catorce mentadas de madre con las cuales el alguien Borrón hace réplica al Autor Verdadero. Bien. La segunda parte, Dicen que los changos, es muy lograda. Es la que me gustó más, pues. ¡A saber si es poesía! Pero sí es una mordida al Primer Autor (no se fue limpio, habrían dicho en mi telesecundaria). Resulta que la gente dice mucho y muy bien de los changos: que ejercitan las formas líricas, que se portan como verdaderos filósofos, que hacen operaciones mercantiles, que a lo mejor descienden de los filólogos. Si el alguien Barrón no hace poesía, sí tiene ingenio sobre las actividades ficticio-líricas de los changos. Conocimientos o competencias que le servirán mucho en esta vida. El Taller de minificciones también tiene lo suyo. Es esa parte de la trifulca de bar en que aparecen las amenazas “al topón” (¿todavía se dice así?); los “ya sé de dónde son, prro” y así. Bonitos mensajes de despedida, epístolas amorosas halladas en alguna cueva de Altamira. El alguien Elías le dice a Opinión que hay más de donde vino su libro con citas literarias clásicas, frases célebres (?) y dichos comunes del ámbito de la crítica. Que se prepare el Sabio Opinador, porque puede aparecer el Eso que escribes no es poesía vol. 2 y alguien, usted, yo, otros, podríamos encontrarnos otra vez en medio, narrando la pelea debajo de la mesa con un rótulo de Carta Blanca. A lo mejor ahora no es pelea de bar, sino incendio. Nunca se sabe. El volumen 1 de Eso que escribes no es poesía, como escribí al inicio y se puede intuir del título, ¿cómo decirlo? No es poesía, pero sí literatura. Pues no, no es poesía. ¿Y? (Lucerito dixit). Pero divierte como tal. Usted, lector, y yo desconocemos a Autor Opinión. No sabemos siquiera si existe o es un ardid técnico del alguien Elías para tirarse al suelo y que le vengan las patadas, pero sí sabemos y conocemos las consecuencias de sus actos: el libro. Literatura. Al final, todo libro es una respuesta o un insulto de bar, de cantina, de fiesta de quince años. Las demás definiciones son discutibles. Así pues, preste, lector, si es tan amable, sus ojos para el desacuerdo. Entran tres amigos a un bar. Viene un “¿qué me ves?” en la mesa de enfrente. Segregan las adrenalinas. Sensación aumentada del tacto y la vista mezclada con alerta. “Eso que escribes no es poesía.” Chin. Y se arma la grande. Preste, por favor, sus ojos para el desacuerdo. El alguien Elías está enojado. Y sabe pegar.



POR: MARIANA MEDINA



POR: JORGELINA


LA MÚSICA A DECIBEL MÁXIMO TALADRA LAS OREJAS, A PESAR DE ELLO ME COLOCO FRENTE A LAS BOCINAS PARA ATURDIR LOS RECUERDOS QUE PERSIGUEN LA PARTE SALUDABLE DE MI CABEZA Iván Mata

que no saben mirar para otro lado salto de azulejo en azulejo y bailo con las moscas soy cautivo del yo que no sabe maquillarse

Esta habitación es como un refugio para mí hay algo que me ata a esta habitación Chico Hikikomori Quién sabe cuántos recuerdos se colgaron en mi cabeza enferma esta cabeza que emite la cuenta regresiva por temor al número uno reventaré si mis dientes anuncian el principio este yo que camina rápidamente para evadir ojos que no ven mi parte más hermosa salto como grillo cerrando los ojos

el cuarto negro construye universos paralelos donde bailo aturdido siempre por la noche que me acuna siniestro en todos ellos me acompañan los recuerdos y el conteo regresivo además los miaus de Luna se pronuncian en huelga contra mi cuerpo delgado que morirá de hambre yo creo en las predicciones del Tarot Online yo creo que la muerte huele a mariguana con pasos ridículos de drogadicto y jotillo prolongo resignado mi ausencia cuando los mocos dejan sabor a sangre el borde de cada azulejo marrón Escapo de los pensamientos suicidas pero la música no ayuda mucho que digamos.


POR: CAMILA LOGUZZO


WEAPON

punza como el taladro que gorjea

Ximena Cobos

tras las paredes que cada día se hacen más pequeñas y me desnudan a los ojos de los vivos,

Si escribir nos salva, por qué sigo muriendo.

como si el tiempo no hiciera otra cosa que matarme,

No llega el cese de la gotera en mi cabeza,

escribiendo mensajes que nadie sacó de la botella.

la nota constante del odio a uno mismo. La psicosis se ha apoderado de mis huesos

Náufraga en este templo de los vicios

y el mundo entero está en mi contra.

donde todos adoran lo perdido.

El poema ya no se escribe entre mis manos, ahora son ellos quienes controlan todo lo que digo

Pero la voz en mí no se detiene,

y nada va a salvarme de que un día me haga daño.

camina en cada cuarto de mi vida

No piensen que todo está aquí adentro,

sacando gritos que ya no suenan a alegrías,

la química no dicta cuándo hemos de matarnos

y al final del pasillo no te encuentro,

y el suplicio que comparto con el mundo

tan lejano como el piso de mis piernas,

no es sólo la fecha de caducidad en cada envase.

tan amante que no pudo soportarme, tan destino otra vez bien arruinado

Afuera asecha la codicia,

como el final insulto de este poema

el celo interminable me contempla,

que va a cortar a todos en cachitos

me hace pequeña y me devora,

y a arrojarlos al fuego de la hoguera

palpitando me deja entre sus tripas

donde hemos de quemarnos

y lo único que late es mi cabeza,

tras la soledad interminable de ser uno.


POR: GABRIELA PÉREZ


AGUANTE, DUCHAMP, TE AGRADEZCO LA TEO RÍ A

Aurelia Xavier

Is that a mexican poncho or is that a Sears poncho?

FRANK ZAPPA

encontramos escritura abierta a

más que finitas

interpretaciones, que revelan

la forma y mitografía

del (un) mundo.

CHARLES BERNSTEIN DONDE COMIENZA LA LÍRICA

se postula un n-ésimo género literario cuyos principios universales, comunes a otras clases esquemáticas, como el episodio de sitcom, el diálogo por chat, el tuit aforístico (cfr. Lichtenberg) se arrostren con la abulia: condenados a la supresión

He visto las mejores mentes de mi generación derruidas por la locura, famélicos histéricos y encuerados, arrastrándose por las calles habiendo

invertido su fortuna en el bitcoin y las “experiencias de vida” pobres y andrajosos, con los ojos hundidos, se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos de estudiantes, flotando en lo alto de las ciudades, contemplando el jazz de Kenny G y los consejos de una decoradora de interiores en su programa de televisión vespertino…

netflix & chill,

bibelots de nostalgia: los mileniales…

CUADRO DE COSTUMBRES


RÓMPASE una galleta china de la suerte:

APRECIACIÓN FAST FOOD

nuestro I Ching de aceite hidrogenado.

Qué destila ese vapor en mis quevedos

SABROSEAR

Si no remítese a un mirar escrupuloso

Que acomete a los tus bíceps en desdoro

la punta del cardo se aferra a la hierba

antes de abandonarse a las acrobacias

finges un negro y pertinaz vampiro

que de mi ardiente sangre se sustenta EFRÉN REBOLLEDO El viento escuece

la piel de las manzanas y las agita

y de su vástago se trozan con pescozón infecto

de llamaradas violáceas Lidocaína

BUCÁLICA



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