SAINT SEIYA
Saga: CATACLISMO 2012
Saga: Cataclismo 2012 Vol. II
SKYLIGHT 1
Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco
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Saga: CATACLISMO 2012
SAINT SEIYA SAG A
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco
Obra original: SAINT SEIYA / LOS CABALLEROS DEL ZODIACO Por: MASAMI KURUMADA Título: SAINT SEIYA – SAGA: CATACLISMO 2012 Por: KAZESHINI Tipo: FANFIC Escrito en: ECUADOR 2013 Edición: SKYLIGHT Editado en: ECUADOR 2015
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Saga: CATACLISMO 2012
CONTENIDO
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco
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NOTAS Y TERMINOLOGÍA
CAPÍTULO 21: ¡LA UNIÓN ENTRE MAESTRO Y ALUMNA!: LOS RECUERDOS DE ANNA CAPÍTULO 22: ¡SUFRIMIENTO ETERNO!: EL ATERRADOR GRITO DE LA BANSHEE CAPÍTULO 23: ¡VALENTÍA!: LA COBRA MUESTRA SUS COLMILLOS CAPÍTULO 24: ¡NO ESTÁS SOLA, SHAINA! REFUERZOS EN EL TEMPLO FINLANDÉS CAPÍTULO 25: LA LEYENDA DE ÍCARO, EL ÁGUILA Y EL OFIUCO CAPÍTULO 26: MIELIKKI: EL PODER INFINITO DE LA NOSTALGIA Y EL DOLOR CAPÍTULO 27: ¡ENCUENTRO DIVINO! EL ULTIMÁTUM DEL TERCER DIOS CAPÍTULO 28: ¡INFIERNO SOBRE LA TIERRA!: EL COMIENZO DEL CATACLISMO CAPÍTULO 29: ¡AMENAZA DIVINA! LOS TRES GUARDIANES EGIPCIOS CAPÍTULO 30: ¡ORGULLO HERIDO! SE DESATA LA FURIA DE HORUS CAPÍTULO 31: ¡ENCUENTRO LLAMEANTE! LA MANIFESTACIÓN DE JUSTICIA
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CAPÍTULO 32: ¡EL GRITO AL CIELO! LA HUMILLACIÓN DE LA DERROTA CAPÍTULO 33: ANUBIS: LA CRUELDAD DEL DIOS DE LOS MUERTOS CAPÍTULO 34:
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¡MISTERIO! LOS SARCÓFAGOS ANCESTRALES CAPÍTULO 35: ¡LAS MEMORIAS DE EVAN! LA MANIPULACIÓN DEL PASADO CAPÍTULO 36: ¡EL PODER DEL ODIO! LA CONDENACIÓN DEL DIOS Y EL HUMANO CAPÍTULO 37: ¡ENFRENTAMIENTO! EL REGRESO DEL SANTO DE ORO LEGENDARIO
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CAPÍTULO 38: ¡EL DESPERTAR DE IKKI! EL LEÓN DE FUEGO SE MANIFIESTA
CAPÍTULO 39:
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ISIS: LA DIOSA PURIFICADORA DE ALMAS CAPÍTULO 40: ¡INICIA EL ENCUENTRO ARDIENTE!: LA SUPREMACÍA DE RA ANEXOS:
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FICHA DE PERSONAJES ORIGINALES ANEXOS: ARTWORKS ORIGINALES, dibujados por Kazeshini ANEXOS:
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CONTACTO Y ENLACES
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NOTAS Y TERMINOLOGÍA
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- Para referirse a los guerreros que pelean al servicio de la diosa Atenea, se utilizará indistintamente los términos ‘Santo’ (denominación oficial de Kurumada) y ‘Caballero’ (denominación utilizada en el doblaje y también en traducciones del manga). - Para referirse a las mujeres protectoras de la diosa griega de la sabiduría, se utilizará el término no oficial ‘Amazona’ y el genérico ‘Guerrera’. En ocasiones se citará también la disonante denominación ‘Santo Femenino’, también mencionada en el canon. - Las estructuras en las que habitan los Santos de Oro se denominan ‘Doce Casas’ (término utilizado en el doblaje), o bien ‘Doce Templos’ (término oficial utilizado en el manga). - Los ropajes sagrados que visten los personajes, ya sean aliados o antagonistas, generalmente son llamados ‘armaduras’, las cuales se clasifican de acuerdo a quien las porta: ‘cloth’ es la utilizada por un Santo de Atenea y por la misma diosa; ‘sapuri’ o ‘surplice’ es el que cubre el cuerpo de los ‘Espectros’ y ‘Jueces’ del ejército de Hades; ‘escama’ o ‘scale’ es la que viste a los guerreros de Poseidón, los llamados ‘Generales Marinos’ o ‘Marinas’ (término oficial); ‘gloria’ se refiere a la armadura de los guerreros de Artemisa; ‘god robe’ es el ropaje protector de los ‘Dioses Guerreros’ de Asgard; ‘Kamui’ son los trajes divinos utilizados únicamente por los Doce Olímpicos. - Adicional a los términos oficiales, el autor de esta historia incluye la denominación ‘Armadura Suprema’ para los ropajes sagrados de los diez dioses de distintas mitologías protagonistas del fic. box’.
- El recipiente metálico contenedor de una cloth es llamado ‘caja de pandora’ o ‘pandora
- El término ‘object’ es utilizado para denominar a una armadura en estado pasivo (cuando está ensamblada en la forma de la constelación que representa, en el caso de una cloth). - Para los ataques especiales utilizados por los protagonistas de la historia, se utiliza indistintamente los términos ‘técnica’ y ‘ken’. - Para hacer alusión a Shion, Mû, Kiki y varios OCs como descendientes de los habitantes del desaparecido continente de Lemuria o Mu, se utilizarán indistintamente los gentilicios ‘lemuriano’ y ‘muviano’. - Se considera canon a la ‘Saga de Asgard’ que se desarrolló tras el enfrentamiento entre Santos de Bronce y Dorados y a la vez se considera también la existencia de Bluegard como nación de los ‘Guerreros Azules’. - La historia se desarrolla en una línea de tiempo que supone un pasado enfrentamiento contra Zeus, el cual hipotéticamente tuvo lugar en el Olimpo tras los hechos suscitados en la OVA Tenkai-Hen Overture. En consecuencia, el canon llamado ‘Saint Seiya: Next Dimension’ no se consideró en este argumento, ya que todavía se encuentra en desarrollo por su autor original. - Para algunas técnicas y referencias al pasado, se considera como canon al spin-off Saint Seiya: The Lost Canvas, teniendo en cuenta que su trama ha concluido y que la línea de tiempo coincide con el inicio del anime y manga clásicos. - Se considera canon a otras fuentes oficiales que no salieron de la pluma del autor, pero que sí fueron supervisadas por él. Entre éstas a la Enciclopedia Taizen, la Gigantomaquia, el Episodio G y el Hipermito.
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- Las apariencias físicas de los personajes oficiales están descritas en base a las ideadas por el maestro Shingo Araki en la animación clásica. - Para diálogos que representan pensamientos o reflexiones se utilizarán las comillas angulares (« »). - Para citar nombres de técnicas u otros términos importantes que se deseen resaltar en el texto, se utilizarán las comillas simples (‘’). - Para diálogos que representan conversaciones telepáticas, palabras en otros idiomas u otros vocablos, se utilizará letras en cursiva. - Las transiciones entre los lugares en los que se desarrolla la historia, se citan entre dos signos de igual (== ==). - Las transiciones entre escenarios que se desea revelar hasta descritos en la trama, se separan con tres asteriscos (***).
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CAPÍTULO 21 ¡LA UNIÓN ENTRE MAESTRO Y ALUMNA!: LOS RECUERDOS DE ANNA
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==Ruinas del Santuario de Atenea== Kiki y Mar permanecían inmóviles observando con atención la recién aparecida armadura de Cabellera de Berenice. —Desde tiempos mitológicos, Atenea ha tenido bajo su control ochenta y ocho armaduras que representan a las constelaciones del firmamento —empezó a explicarle el joven Aries a la muchacha—. De entre esas ochenta y ocho armaduras, cuarenta y ocho pertenecen a los Santos llamados de Bronce, veinticuatro a los Caballeros de Plata y las doce más poderosas a los Santos de Oro. Sin embargo, si tomamos en cuenta tal distribución y sumamos esa cantidad de armaduras, el resultado sería ochenta y cuatro. Esa diferencia se explica porque existen cuatro cloths de material desconocido, las cuales no son ni de bronce, ni de plata, ni de oro. Precisamente la armadura de Cabellera de Berenice pertenece a esa categoría. Se dice que fue fabricada con hilos de oricalco fundidos con la sangre de la misma Atenea. —Entiendo, señor Kiki. Pero eso no explica el porqué de la presencia espontánea de esa armadura… La caja de pandora contenedora de la misteriosa armadura se abrió repentinamente, revelando el object de Cabellera de Berenice. La inmutable efigie de la mujer acariciándose el cabello parecía rebosar de cosmos propio. —Esto es extraño… La armadura parece estar reaccionando a tu presencia, Mar… Y en efecto, aquel ropaje negro cual carbón resonaba con ímpetu al encontrarse a pocos metros de la chica en silla de ruedas. Las placas metálicas que conformaban la armadura se desprendieron para ensamblarse sobre el cuerpo de la incrédula Mar, quien al ser vestida por el ropaje negro de Coma Berenices, fue derribada de su silla de ruedas y se mantuvo recostada inmóvil sobre la tierra en medio de su confusión. Kiki no perdió tiempo, y en un intento por ayudarla a reincorporarse nuevamente, corrió hacia ella. No obstante, se detuvo asombrado al sentir que la muchacha emanaba un inmenso cosmos de la misma tonalidad que la de su armadura. —Señor Kiki… Yo soy solo una chica normal. No entiendo porqué esta armadura me escogió como su portadora —expresó con voz trémula la, al parecer, Guerrera de Atenea—. Además, esta energía negra que cubre mi cuerpo me está asustando. —Tranquilízate, Mar. Tampoco entiendo lo que ocurre, pero te puedo asegurar que esa cloth no te hará daño. Es muy poco usual que una armadura escoja como su portadora a una persona que no ha entrenado para obtenerla. Recuerdo que mi maestro Mû en una ocasión me dijo que… El Ariano detuvo sus palabras al ver que las piernas de la chica de cabellera negra empezaron a moverse. Su recién despertado cosmos le había devuelto la capacidad de caminar, aunque la joven parecía no estar consciente de ese hecho todavía. Seguía impactada por el shock de verse vistiendo una armadura. —¡Mar, tus piernas! —le hizo notar el Caballero, señalándole esa parte de su cuerpo—. ¡Ya no necesitarás tu silla de ruedas! Aún recostada en el suelo, la muchacha flexionó las rodillas para notar con emoción que había recuperado la sensibilidad en la parte inferior de su cuerpo. Aún incrédula, Mar disfrutó el momento en el que se reincorporó por sus propios medios. Aquel instante maravilloso le pareció un hermoso sueño. Tras dar un par de pasos entre lágrimas de emoción, el impulso de la chica fue dar un gran salto hacia Kiki y abrazarlo alegre por el cuello.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco ==Maravilla Suprema. Cementerio de los Héroes== —«Mi… armadura está… siendo destrozada…» —pensó Anna de Andrómeda, con una opaca mirada que parecía perderse en el vacío negro de aquel macabro escenario—. «Si la muerte es el destino de mi maestro… entonces no dejaré que muera solo… Yo lo acompañaré en la eternidad». La joven de bronce había sido consumida completamente por la ‘Premonición Fatal’ de Aibhill. El hermoso verde de sus ojos fue reemplazado por un sombrío gris. Con la excusa de convertirla en una Banshee, la Guardiana no desaprovechó la oportunidad para intentar destruir la cloth de bronce de su víctima. Poco le faltaba para quebrarle las protecciones de los hombros con su malicioso abrazo. Pero algo sucedió: La cadena triangular de Andrómeda arremetió contra la agresora de su propietaria. Aibhill se vio obligada a dar un gran salto hacia atrás para esquivarla. Y aunque la piel desprotegida por la armadura de su brazo salió severamente lastimada, a la joven pelirroja parecía no importarle el dolor físico. Su sufrimiento era emocional y seguía concentrado en su contrincante. —No fuiste tú quien se resistió a mi técnica, fue esa cadena la que me atacó por voluntad propia — aseveró apesadumbrada la céltica—. No entiendo porque esa arma se mueve si su dueña no tiene voluntad ni para levantar sus propios brazos. En medio del profundo trance de tristeza en el que se encontraba la muchacha castaña, ligeros atisbos de lucidez despertaron en su mente. El brillo de la cadena circular, que por voluntad propia había erigido su ‘Defensa Rodante’ para protegerla; la sacaba poco a poco de aquel pesado letargo. —¿Mi armadura… me está protegiendo? —balbuceó la chica de bronce con dificultad, al ver las cadenas danzando amenazantemente en un claro intento por cuidarla—. Entonces… a esto se refería mi maestro… Recuerdos que la chica jamás olvidaría se apoderaron en ese instante de su mente.
==Hace siete años. Santuario de Atenea== La tarde casi caía en el pacífico recinto de la diosa de la sabiduría. Había sido una dura jornada de entrenamiento para el Caballero de Bronce Shun de Andrómeda, quien tras horas de una extenuante rutina física, se encontraba descansando sobre una roca de mármol. Su serena mirada verde estaba absorta en el cielo. —«Vale la pena entrenar duro cada día —reflexionó Andrómeda, contemplando sonriente las nubes teñidas de anaranjado por el sol vespertino—. Mi recompensa de cada día es saber que observaré este hermoso crepúsculo que me da tanta paz». El sonido de unos pasos interrumpió sus pensamientos. Cuando se volteó, advirtió la presencia de un hombre ataviado de pies a cabeza con una larga vestimenta marrón que le cubría todo el cuerpo. Su rostro no era visible. —Señor Shun —lo llamó aquel sacerdote con tono respetuoso —ha llegado desde Alemania la niña que desde hoy se convertirá en su alumna. Por favor, haga de ella una digna sucesora de su armadura de bronce. —No te preocupes, Richter. Aunque no tengo experiencia como tutor, daré mi mejor esfuerzo para hacer de ella una mujer de bien —respondió el Santo de Bronce con una amable sonrisa—. Pero dime, ¿dónde está ella? —Justamente viene conmigo.
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Saga: CATACLISMO 2012 Una pequeña niña castaña, quien no pasaría de los ocho años, asomó su carita asiéndose a la túnica del sacerdote. Con desconfiada curiosidad, elevó su mirada para observar al hombre con quien conversaba el encapuchado que la había llevado a ese extraño lugar. Shun se arrodilló y le extendió la mano con delicadeza. Aquel gesto invitaba a la pequeña a salir del refugio en el que se había convertido la capa de Richter, sin embargo, al ver a aquel hombre de cabello verde vistiendo esa rara armadura de tonalidades rojas, la chiquilla se intimidó y se escondió más en la ropa del sacerdote. Parecía una fierecilla acorralada. —Vamos, no seas tímida —le dijo el Caballero, observándola con ternura—. Al menos dime tu nombre. —Anna… —dijo casi en voz baja—. ¡Y no… no soy tímida! —añadió cambiando completamente de actitud. Dando un decidido salto, la pequeña Anna encaró al Caballero de Andrómeda. Sus vivaces ojos verdes se posaron con determinación en el sorprendido Shun. —No quiero estar en este feo lugar —refunfuñó, haciendo pucheros—. Y no necesito que nadie me enseñe nada. ¡Yo ya soy grande y me puedo cuidar sola! A Shun se le escapó una risita cuando la niña le mostró la lengua en actitud de rebeldía. El siempre comprensivo Santo de Andrómeda no se tomó a pecho la mala actitud de quien sería su alumna. —Anna es un lindo nombre para una linda jovencita que se puede cuidar sola. Me emociona mucho saber que una chica con tanta energía será quien vista mi querida armadura de Andrómeda. La noche había caído y el silencio se hacía incómodo entre maestro y alumna. El sacerdote Richter había abandonado la escena hace horas, así que tras verse sola junto a Shun, la pequeña Anna no había sido nada discreta al demostrar su incomodidad de distintas formas. Era demasiado obvio que no congeniaban a causa de su notoria diferencia de personalidades. Aunque Andrómeda sabía que como maestro debería ser severo en ocasiones, en especial con una joven tan altanera como Anna; también sabía que aunque quisiera ser estricto, no habría podido serlo debido a su tranquila y amable forma de ser. Shun no quería imponer su autoridad y por tal razón estaba dispuesto a ganarse sinceramente la confianza de la niña. —Anna de Andrómeda suena bastante bien, ¿no crees? La niña no respondió. En medio de su silencio, se encontraba abstraída observando con atención el firmamento nocturno, el cual se encontraba bellamente adornado por una infinidad de brillantes astros. —¿Te gustan las estrellas, Anna? —Sí… —le respondió secamente la aludida, aún dándole las espaldas a su maestro. —Aquí en el Santuario las constelaciones se pueden ver más brillantes que en cualquier otra parte del mundo. Te gustará mucho esté lugar. —¿En serio? —preguntó ella, con una actitud un poco más suave. El Santo logró captar la atención de la niña, quien por un instante se volteó para observarlo. La tranquilidad que transmitía aquel hombre de cabellera verde empezaba a influenciar poco a poco el comportamiento de su pupila. —¿Cuál de todas es Andrómeda? —inquirió la jovencita con un poco de recelo. Shun le señaló con emoción su formación estelar en el cielo, no obstante, Anna no supo identificarla.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —Solo son un montón de estrellas. No puedo ver en ninguna parte la figura de una mujer encadenada. Me está engañando, señor… —Shun, mi nombre es Shun —se presentó al fin el Caballero—. Y descuida, podrás ver a Andrómeda en el cielo, solo debes crear un vínculo con nuestra constelación y entender el hecho de que eres una con ella. —No le entiendo, señor Shun. —Es simple, Anna. Todos los seres humanos nacemos bajo una estrella guía, la cual orienta nuestro destino. En tu caso, las estrellas dictan que tu constelación protectora es Andrómeda, y por lo tanto también estás predestinada a vestir esta armadura de bronce que ahora cubre mi cuerpo. Para mí sería todo un honor que algún día tú seas mi sucesora y que protejas a la diosa Atenea en mi lugar. —No aceptaré eso, señor Shun —rezongó la chiquilla, desviándole engreída la mirada—. Yo misma seré quien dicte mi propio destino. Además, desde que puedo recordar, siempre he estado sola y no necesito de un simple pedazo de metal para protegerme. —Una cloth no es solo una pieza de metal —le explicó el maestro con amable paciencia—. Siempre he considerado a mi armadura como una parte de mí. Dentro de esta cloth están grabados mis recuerdos, mi sufrimiento, mis lágrimas, pero también mi alegría, mi lealtad y mis más apreciados sentimientos. En eso consiste el vínculo del que te hablaba: en ser uno con tu armadura y tu constelación. marla.
A la niña se le encendieron los ojos de emoción. Las palabras de su maestro consiguieron entusias—¿Y cree usted que su armadura también llegue a formar parte de mí?
—Estoy seguro de eso, Anna. El día de hoy te he escogido como la joven que continuará el legado de los Caballeros de Bronce en mi nombre —enalteció el Santo con emoción—. Acabas de decirme que estabas sola, pero no es así, porque desde ahora siempre estaré contigo. Y cuando portes esta armadura estaré más cerca de ti todavía, porque mi espíritu vive dentro de la cloth de Andrómeda. Jamás te sientas sola nuevamente, mi querida Anna. Yo te acompañaré y te protegeré desde ahora… Anna sintió en ese momento la tierna calidez de su mentor. Sus palabras y su sonrisa la habían cautivado por primera vez. Aquella pequeña niña, a la cual la vida había tratado mal hasta entonces, encontró en Shun el apoyo que creía no necesitar. Con una sincera sonrisa se le acercó y lo tomó tímidamente de la mano. —Desde mañana… empezaremos mi entrenamiento, ¿cierto, maestro Shun? —preguntó la pequeña, sonrojándose al sentir el primer contacto con la tibia mano de Andrómeda. —Me gustó que me llames ‘maestro’ por primera vez —comentó sonriente el hombre de cabellera verde—, pero si lo deseas puedes llamarme por mi nombre. Por hoy aprovecharemos esta hermosa noche para enseñarte sobre las constelaciones y el cosmos. El vínculo entre maestro y alumna había nacido con las estrellas como testigos.
==Tiempo Actual. Maravilla Suprema. Cementerio de los Héroes== Siete años habían pasado desde que Anna empezó su entrenamiento bajo la tutela de su maestro Shun. A sus quince años se encontraba en su primera misión como sucesora de Andrómeda. Y aunque la técnica de su oponente, la Guardiana celta Aibhill de Banshee, había conseguido mermar su capacidad de luchar, poco a poco la joven recuperaba su habitual espíritu al recordar las palabras del Santo de Oro.
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Saga: CATACLISMO 2012 —«Aunque me invada la tristeza…, no podría olvidar el día en el que lo conocí…» —se dijo a sí misma la Amazona, viendo como las cadenas se arremolinaban a su alrededor. El brillo rosa que estas despedían le transmitía un sentimiento de acogedora calidez. Anna había recuperado el color verde y el resplandor decidido en sus ojos. —«No fue solo el vínculo que tengo con mi armadura y constelación, lo que me protegió de Aibhill. ¡Mi maestro siempre está conmigo y me protege! ¡Ahora más que nunca siento su espíritu vivo dentro de la armadura de Andrómeda!» La triste Guardiana retrocedió aún más al ver a Anna recuperándose de su técnica. La joven de bronce logró contrarrestar la ‘Premonición Fatal’, para regresar con más fuerza a la batalla.
==Inmediaciones del Santuario de Atenea. Jardín de Rosas Diabólicas Reales== La inmensa cantidad de rosas rojas que cercaban el Santuario de Atenea, se veían marchitas e inofensivas. Cuando Helena de Piscis abandonó la Tierra, el hermoso y mortal jardín que ella había colocado para defender el Santuario de intrusos, se había convertido en un terreno estéril. Caminando a paso lento pero firme, estaba Theron, Caballero de Bronce de Unicornio. El joven de cabellera azul oscuro llevaba en sus espaldas a su malherida compañera Narella, la Amazona de Bronce de Sextante. Las severas heridas del Santo no eran nada en comparación con las de su amiga, ya que la muchacha continuaba sangrando a través de la profunda herida en su hombro, la cual había sido provocada por el Guardián finlandés que acababan de derrotar. No obstante, aquella lesión era poca cosa en comparación con su verdadero estado: Los ojos de la doncella habían sido seriamente lastimados tras la ejecución de su técnica inédita. En repetidas ocasiones su maestra Shaina le había advertido sobre los peligros de liberar grandes cantidades de energía cósmica, por tal razón tuvo que aspirar a convertirse en una Amazona de apoyo. Su mentora le había explicado que nacer con la mejor vista, también le significaba tener unos ojos extremadamente sensibles. Y por desgracia, cuando la chica liberaba su cosmos en gran proporción, este se canalizaba de manera concentrada hacia sus ojos, dañándolos cada vez que alcanzaba sus límites. La alumna, en lugar de ver esto como una desventaja, vio la oportunidad perfecta para desarrollar un ken que fue capaz de ser expulsado por la vía ocular. Narella estaba muy consciente de las consecuencias de utilizar por única vez aquella técnica. Ella sabía que sus ojos no resistirían la fuerza concentrada de su ‘Séptimo Sentido’ recién despertado, pero aún así decidió ejecutar su ken en un valiente gesto por obtener la victoria. Theron actuó rápida y calmadamente al ver a su amiga herida, aplicándole unos impecables primeros auxilios para detener la hemorragia que emanaba de sus párpados. Una venda improvisada con una porción de su propia ropa sirvió para este fin. —Nos encontramos cerca del Santuario, amiga —le comunicó el Unicornio en tono reconfortante—. Seguro encontraremos allí a la maestra o alguien que nos pueda ayudar. La muchacha no respondió por unos segundos. El dolor que sentía en las cuencas de sus ojos era indescriptible, apenas y podía mantener la cordura. —¿Estás despierta, Narella? —le preguntó el Santo con preocupación, volteándose ligeramente para verla. Ella pareció intuir que su compañero la observaba.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —Les dimos una buena paliza a esos Guardianes, ¿cierto, amigo? —bromeó la chica de cabellera rosa con una cálida sonrisa—. Te has convertido en un guerrero muy fuerte a través de todos estos años. ¡Me sorprendiste con esa técnica increíble! —Quien me sorprendió fuiste tú. La ‘Conjunción de las Estrellas’ es un ken magnífico. Es una lástima que tu vista… Theron detuvo la conversación, sintió imprudente pronunciar una frase de compasión conociendo lo fuerte y decidida que era su compañera de bronce. Pero, aunque Narella ya no podía ver, era capaz de leer los sentimientos de su amigo como si de un libro abierto se tratase. —Valió la pena sacrificar mis ojos —replicó ella, acomodándose suavemente en la espalda de su protector—. Si lo reflexionamos bien, mi vista fue solo un pequeño precio a pagar en comparación con la protección de la Tierra. Por eso no me arrepiento de lo que hice, y espero que no te sientas mal por mi estado actual, amigo. Nuestra maestra estará muy orgullosa cuando nos vea. que…
—Tan positiva como siempre, Narella. Al final fuiste tú quien acabó tranquilizándome. Por eso creo Algo enmudeció al Caballero, quien repentinamente detuvo su andar.
—¿Qué ocurre? —cuestionó la joven, sintiendo como su compañero tensionaba los músculos de su espalda de repente—. ¿Qué es lo que ves? Theron no respondió, aquella imagen lo dejó impactado: A la sombra de un árbol yacían inmóviles los Caballeros Dorados Kyrie de Escorpión y Eleison de Capricornio…
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CAPร TULO 22 ยกSUFRIMIENTO ETERNO!: EL ATERRADOR GRITO DE LA BANSHEE
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==Maravilla Suprema. Cementerio de los Héroes== —¡No estoy sola en esta batalla, Aibhill!! —le gritó la Amazona de Bronce a su rival con toda la potencia de su voz—. ¡Y no me convertiré en una fea llorona como tú!! La muchacha castaña recuperó su decidido semblante habitual. El temor y la tristeza habían abandonado definitivamente su corazón y en ese momento estaba dispuesta a obtener la victoria por cualquier medio, ya que ansiaba reencontrarse a su maestro. —Será como quieras, Anna de Andrómeda…—replicó apesadumbrada la Guardiana—. Al rechazar la oferta de acompañarme como una Banshee, tú misma has sentenciado tu existencia. De todas formas el destino dictaba que debía enterrarte bajo esa tumba que ya tiene tu nombre grabado en ella. El cosmos púrpura de la joven celta se elevaba vertiginosamente. Al presenciar tal demostración de poder, Anna no se intimidó y se puso en la tarea de contrarrestar aquella energía con la suya propia. Su cosmoenergía rosa también ascendía a límites insospechados, alejando así la abrumadora tristeza que emanaba la pelirroja. —Tu cadena no podrá protegerte esta vez —advirtió sollozando la joven de Banshee—. Que tu cuerpo y alma se pudran eternamente con el poder de mi mejor técnica. —¡Hablas demasiado, Aibhill! ¡Arroja ese ken de una vez, que ya me estoy cansando de escucharte y esperarte!! El atrevido desafío de la joven de bronce no pasó desapercibido por su oponente, quien tras alcanzar su máximo nivel de cosmos, lo desató evocando el nombre de su técnica magna. —‘Grito de la Muerte desde Annwn’. Un horrible y desgarrador alarido fue liberado desde las cuerdas vocales de la guerrera en armadura violeta oscuro. La potencia de aquel perturbador lamento era tan fuerte, que las ondas sónicas que producía fueron claramente visibles para la estupefacta Guerrera de Atenea. En medio del intenso dolor que le taladraba el cerebro desde su interior, a Anna le pareció que su cosmos fue dispersado por las ondas sonoras del potente grito. Su reacción fue cubrir por inercia sus oídos con las manos, pero aquel esfuerzo fue inútil, ya que la técnica de Aibhill atacaba no solo al cerebro de la víctima, sino a todo su cuerpo. Aquel malintencionado ken consistía en aprovechar las vibraciones del sonido para agitar la estructura celular del oponente, matando así toda materia orgánica que se encuentre a su paso. Las consecuencias de la técnica no se hicieron esperar en la joven Andrómeda. Sus células poco a poco estaban siendo destruidas desde su mismo interior a causa de las potentes sacudidas sónicas. Delgados hilos de sangre empezaron a fluir por los ojos, oídos, nariz y boca de Anna… —Ahora mismo debiste descender hasta el inframundo céltico: el Annwn —aseguró triste la Guardiana, tras detener su ken y observar inmóvil a su contendiente—. Nadie resistiría al aterrador grito lleno de tristeza de todas las almas que habitan el infierno celta. Ahora no me queda más que sepultarte. Las cadenas de Andrómeda habían sido inutilizadas por el estridente y macabro bramido, dejando desprotegida a su portadora durante el instante del grito. A pesar de permanecer en pie, Anna se mantenía inerte en una posición estática.
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Saga: CATACLISMO 2012 La Banshee estaba dispuesta a arrastrar a la Guerrera hacia su tumba, así que se le acercó. Pero, justo cuando iba a poner sus manos sobre ella, se detuvo al escuchar que Anna reaccionó soltando una débil risa. —¡Esto es imposible! —exclamó alterada por primera vez la pelirroja, reemplazando por un instante su tristeza por sorpresa—. ¡No me explico cómo es que te mantienes con vida después de recibir mi máximo ken! —Mi maestro confía en mí… y no puedo fallarle —farfulló la Amazona levantando el rostro para que su rival vea claramente la gran sonrisa que había dibujado en el mismo. A pesar de seguir sangrando, la Guerrera de Atenea parecía hacer alarde del hecho de que aún se mantenía con vida —¡Mi maestro Shun me dijo que saldríamos juntos de esto… y él jamás rompe una promesa! Aibhill pareció intimidarse ante la presencia de su contendiente, así que por puro instinto empezó a retroceder al ver que ésta avanzaba hacia ella a paso lento pero firme. —¡Tus células deberían estar licuadas en este momento! ¡Ninguna persona podría sobrevivir por sí sola al grito de la misma muerte! —Ya te lo dije, Guardiana. No estoy sola en esta batalla. ¡El espíritu de mi maestro vive dentro de la armadura de Andrómeda y nunca me deja sola! ¡Fue su calidez la que me ayudó a sobrevivir a tu ataque! La pureza de la energía cósmica de Anna había abarcado una gran porción del cementerio. La doncella de bronce estaba a punto de acariciar los límites de la esencia del cosmos, lo cual provocó que una suave corriente de viento rosa recorriera todo el lugar. —¡Esta es la máxima técnica de Andrómeda! —exclamó Anna, extendiendo hacia adelante ambos brazos, dirigiendo a la vez con calculados movimientos el flujo de la brisa, la cual parecía danzar ante su voluntad—. ¡‘Tormenta Nebular’!!! Aunque la joven e inexperta Amazona apenas estaba aprendiendo esta poderosa técnica, no dudo al intentar ejecutarla en ese momento crítico. En un parpadeo, la brisa se convirtió en un potente vendaval de magnífica fuerza e intensidad, el cual arremetió a vertiginosa velocidad contra la estupefacta joven céltica. —Mi destino no es desaparecer en este lugar —aseveró Aibhill en la transición con el impacto, al tiempo que enjugaba sus propias lágrimas—. Ahora mismo te demostraré que mi tristeza es más fuerte que tu optimismo… ¡‘Grito de la Muerte desde Annwn’! La poderosa onda sónica del alarido colisionó de lleno contra el huracanado viento rosa, pasando de largo al mismo e impactando contra la muchacha castaña, quien por segunda ocasión recibió de lleno los devastadores efectos de aquel nocivo ken. Por su parte, Aibhill recibió con su cuerpo el embate de la ‘Tormenta Nebular’, pero su poder cósmico de Guardiana le ayudó a resistirlo, porque por desgracia, la técnica de Andrómeda no estaba siendo ejecutada con la adecuada potencia. Anna estaba siendo consumida nuevamente por los estragos del ataque sónico, su sangre empezaba a fluir una vez más a través de las comisuras de su rostro. Tenía que reforzar su propia técnica o su contendiente acabaría matándola. —¡No me rendiré, Aibhill! —gritó en medio del intenso dolor—. ¡Por Atenea y por mi maestro obtendré esta victoria!! Por un fugaz instante, la Guerrera tuvo la impresión de ver a Shun a su lado. La figura etérea del antaño Santo de Bronce pareció materializarse desde su antigua armadura con el objetivo de apoyar a su actual portadora. Lo curioso era que aquella imagen de Shun vestía también la cloth de Andrómeda, justo como el primer día en el que la jovencita lo había conocido.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —Jamás te dejaré sola, mi querida Anna —susurró la apenas visible forma espiritual de Shun, para después regalarle una cálida sonrisa a su sorprendida alumna y ponerse en la tarea de reforzar la ‘Tormenta Nebular’ junto con ella—. ¡Juntos haremos estallar el verdadero poder de la constelación de Andrómeda! Los ánimos del maestro hicieron que la alumna sintiera más seguridad que nunca, y tras armonizar su cosmos con el de su cloth, consiguió la proeza de reforzar su máximo ken con su recién despertado ‘Séptimo Sentido’. —¡‘TORMENTA NEBULAR’!!! —exclamó la joven de bronce con abrumadora autoridad. Un poderosísimo remolino de viento huracanado se elevó en forma de una columna ascendente, impactando contra una visiblemente sorprendida Banshee, quien tras recibir con su cuerpo el mortal embate, fue elevada cientos de metros en el aire, despedazándose a la vez su armadura púrpura de igual modo que su existencia. El cuerpo de Aibhill se estrelló inerte contra el piso. Irónicamente había chocado sobre la tumba que tenía grabado el nombre de Anna. El esfuerzo de derrotar a la triste Guardiana había exigido a la joven castaña mucho más allá de sus límites. Sin embargo, aun encontrándose en tan malas condiciones, se las arregló para no claudicar en su intento por alcanzar a su maestro, cuya imagen espiritual había desaparecido en medio de la conmoción. —No dejaré que… luche solo contra Morrigan —expresó, avanzando erráticamente. El dolor que sentía en su maltrecho y agarrotado cuerpo le dificultaba bastante su intento por continuar en batalla. Además, la sangre que seguía fluyendo de sus ojos a manera de lágrimas, le impedía ver con claridad. —Es inútil que… sigas peleando, Andrómeda —le advirtió una trémula y débil voz muy cerca. Se trataba de Aibhill, quien arrastrándose sobre su peso, se había acercado un poco hasta quien la había derrotado. Su deplorable estado era resaltado por su semblante lleno de dolor emocional. —Desiste ya, Anna —añadió farfullando entre lágrimas de tristeza, al tiempo que levantaba la cara desde aquel pútrido terreno del que sobresalían huesos humanos—. Aunque yo desaparezca… el destino está escrito y no se puede cambiar… Tu vida y la de tu maestro ya han sido sentenciadas. —Jamás he creído en eso del destino —afirmó la aludida, observando con cierta pena a su antagonista extinguiéndose en el suelo—. Fue justamente mi maestro quien me dijo que las estrellas habían predestinado que yo debía ser su sucesora, pero el esfuerzo de convertirme en la Amazona de Andrómeda lo hice solo porque ese fue mi deseo y no porque ese haya sido mi destino. sangre.
—¡Te equivocas! ¡Todo en este mundo… ya está escrito! —replicó indignada la pelirroja, tosiendo
—¡Eres tú quien se equivoca, Aibhill! —le interrumpió con gran convicción—. ¡Somos nosotros los que escribimos nuestro propio destino! ¡¿De qué sirve ser humano si no podemos manejar nuestra propia vida?! ¡¿Qué progreso podemos tener si esperamos que un poder superior haga todo por nosotros?! ¡Si queremos ser felices debemos buscar esa alegría por nuestros propios medios, y no esperar para que nos caiga del cielo! Las palabras de la joven consiguieron impactar a la moribunda Guardiana, quien en silencio le retiró su mirada enteramente negra. —En ese caso… hubiese querido que me demuestres esas palabras… Si tu voluntad es así de fuerte… quizás puedas cambiar tu destino… Anna de Andrómeda…
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Saga: CATACLISMO 2012 Tras decir esas palabras en un tono inusualmente amable y cálido para ella, Aibhill de Banshee dejó su tristeza a un lado y esbozó una ligera sonrisa. Tras suspirar por última vez, cerró los ojos para siempre y murió. Anna se entristeció por la muerte de su oponente, pero aún así no alejó de su mente la idea de continuar. Casi tambaleándose, la muchacha avanzó por un sendero cercado por árboles muertos sin hojas.
==Maravilla Suprema. Bosque de Luonnotar== Shaina parpadeó en varias ocasiones a fin de recuperar la consciencia. Un agradable aroma floral le ayudó a salir de su letargo. —Es un lugar hermoso sin duda —farfulló la Guerrera de Plata con cierto alivio. Al verse rodeada de flores de todos colores y árboles bellamente adornados por la nieve, su alma sintió paz por un instante. Tras levantarse de su lecho de pétalos multicolores y acomodar nuevamente el hacha de Viracocha en su espalda, Shaina decidió continuar por un tranquilo sendero que parecía invitarla a atravesarlo. Conforme avanzaba, podía ver la perfecta armonía en la que convivían los animales del bosque y las plantas. El melodioso trinar de las aves por poco le hizo perder la concentración y la cautela. —«No tengo tiempo para distraerme con las aves —se reprendió a sí misma, concentrando su atención en analizar el terreno—. Debo aprovechar el momento para acabar con el enemigo que custodia este lugar». Algo a lo lejos llamó su atención: Una gigantesca estructura se elevaba implacable entre la lejanía de las copas de los árboles blanqueados por la nieve. Sin pensarlo dos veces, la Amazona apresuró la marcha dispuesta a llegar a aquel recinto. Lo que observó cuando arribó al lugar, la dejó impactada. Ante ella se erguía el imponente Templo Sagrado Finlandés, que consistía en un enorme castillo antiguo rodeado por una sólida muralla, detrás de la cual se erigían majestuosas seis torres construidas al estilo arquitectónico medieval. Lo que más extrañaba de aquel maravilloso edificio, era el hecho de que estaba construido enteramente de reluciente metal plateado. —Un lugar como este sin duda es digno de un dios —pensó en voz alta la Guerrera—. Solo con acercarme a esta estructura, puedo sentir una enorme energía emanando de su interior. —Es natural que sientas gran poder en este templo —afirmó con autoridad una potente voz femenina desde dentro del edificio—. Justo ahora te encuentras en el territorio sagrado de los ancestros finlandeses. El tiempo pareció ralentizarse por unos instantes. El ruido del bosque enmudeció, mientras que el firmamento se oscurecía de repente. Shaina tuvo la sensación de que la misma naturaleza hizo silencio en señal de respeto a la recién llegada. —Mi pueblo me llama Mielikki. Soy la diosa finlandesa de la caza y el bosque —se presentó solemne la deidad de ensortijada cabellera dorada y profundos ojos color turquesa—. Sin duda es admirable el hecho de que hayas podido llegar hasta mi templo con vida, pero tu existencia se termina aquí y ahora. Shaina quedó paralizada ante aquel cálido pero amenazante cosmos, el cual parecía invadir la totalidad del lugar. La Amazona de Ofiuco no atinó a responder la sutil amenaza de la diosa del bosque, ya que apenas podía moverse ante la abrumadora presión que ejercía su energía divina. Sin embargo, lo que más le impactó a la Guerrera fue contemplar la figura de Mielikki en toda su gloria. La deidad vestía con orgullo su poderosa Armadura Suprema Finlandesa…
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CAPÍTULO 23 ¡VALENTÍA!: LA COBRA MUESTRA SUS COLMILLOS
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Saga: CATACLISMO 2012
==Maravilla Suprema. Templo Sagrado Finlandés== Shaina quedó paralizada ante la imponente presencia de Mielikki. Sentir la fuerza de aquel cosmos magnánimo, sumada a la impresión de verla vistiendo su ropaje sagrado, consiguió pasmarla a causa de la impresión. Y no era para menos, las placas de tonalidad plateada que conformaban la glamorosa armadura, dejaban escapar pequeñas motas de luz de la misma tonalidad. Aquel ropaje bellamente adornado se entallaba perfectamente a la delicada figura de su portadora, dándole un porte verdaderamente majestuoso al cubrir la mayoría de su cuerpo. El cabello dorado ensortijado de la diosa caía libre sobre sus hombreras platinadas, otorgándole un hermoso contraste a su apariencia. Seis grandes alas metálicas se extendían en la espalda de su Armadura Suprema, haciendo más elegante su presencia. —¿No te presentarás ante mí, humana? —inquirió Mielikki, al sentirse incómoda por el silencio—. Me gustaría al menos conocer el nombre de la mortal que se atrevió a invadir mi territorio sagrado sin permiso. —«¡Aunque mi enemiga sea una diosa, no me dejaré intimidar!» —se dijo mentalmente la Amazona, en un intento por infundirse valor—. Soy Shaina, Guerrera de Plata de Atenea —se presentó al fin, con mucho orgullo y seguridad. —Guerrera de Plata de Atenea… —repitió la deidad entrecerrando los ojos con extrañeza—. Eso significa que ni siquiera perteneces a la orden de los Caballeros más poderosos de tu diosa. Y aún así intentas desafiarme, supongo… —Si planeas destruir a la humanidad y a sus protectores, entonces pienso derrotarte, Mielikki — amenazó sin titubear. La aludida simplemente dio un suspiro de decepción, para luego escrutar con la mirada a la valiente guerrera. —Ustedes los humanos jamás se rinden, ¿cierto? Incluso cuando tu armadura de plata no ofrece prácticamente ninguna protección a tu cuerpo, ¿aún así dices que me derrotarás? Shaina no respondió y simplemente adoptó su clásica postura de batalla. Sus amenazantes garras extendidas no consiguieron intimidar a la diosa en Armadura Suprema. —Tu valor es admirable sin duda, pero no tengo tiempo para quedarme a luchar contigo. Es necesario que te elimine para luego descender a la Tierra. Los humanos merecen un castigo divino por atreverse a eliminar a un dios bondadoso como Viracocha. —¡Ningún dios que pretenda asesinar personas, puede ser considerado como bondadoso! —reaccionó alterada la Guerrera de Plata, quien impulsivamente arremetió contra Mielikki dispuesta a golpearla. A la finesa no le costó ningún esfuerzo detener secamente la trayectoria de su agresora. Tan solo una minúscula porción de su cosmos divino fue necesaria para paralizarla en medio del aire. —Te has atrevido a levantarle la mano a una diosa a pesar de tu obvia desventaja —musitó la deidad escandinava, acercándose a su atacante y posando la mano en la mejilla de su máscara metálica—. Aunque admiro a las mujeres guerreras, no puedo perdonar tu afrenta… Muere, Shaina…
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Bastó solo la presión de la energía plateada de la diosa, para lastimar de gravedad a su víctima. Su armadura de plata quedó prácticamente hecha añicos y su máscara fue desintegrada en el acto. Tras esto, la indefensa Amazona de Atenea fue expulsada con violencia del Templo Sagrado para terminar su trayectoria en el tronco de uno de los árboles nevados. Al sentir extinguirse el cosmos de la invasora, Mielikki devolvió la tranquilidad a su territorio. La luz nuevamente bañó su bosque sagrado y el sonido de los animales armonizaba una vez más con el ambiente. —«Ahora tu cuerpo formará parte de mi bosque. Seguirás viviendo como un espíritu protector de la naturaleza. Considéralo como una recompensa por tu valentía, Shaina». Al salir de su recinto, la deidad escandinava desplegó la media docena de alas metálicas que adornaban su espalda. Estaba dispuesta a emprender vuelo hacia la Tierra sin demora. No obstante, algo la detuvo: —¡‘Garra de Trueno’!!! La indiferente mirada turquesa de Mielikki se desvió por un instante hacia el árbol al que había arrojado a quien la había desafiado. Con cierto fastidio, extendió su mano y detuvo por completo la arremetida relampagueante que se le acercaba. —No has… vencido todavía, Mielikki —declaró Shaina, aún aturdida por el reciente embate—. ¡Te demostraré de lo que somos capaces los Santos de Atenea! Una gruesa línea de sangre recorría el rostro exhausto de la Amazona. Y aunque apenas podía mantener la consciencia, avanzó dando tumbos hacia su rival. Increíblemente, el hacha del dios inca todavía colgaba de su espalda, así que al notar este hecho, hizo un sobrehumano esfuerzo para levantar el pesado objeto y empuñarlo con decisión. Mielikki la observó con cierto desprecio. —Ahora entiendo cómo fue que pudiste llegar con vida hasta nuestro Santuario a pesar de no haber despertado el Octavo Sentido. Fueron los residuos del cosmos de Viracocha en su arma los que te ayudaron a conseguir tal proeza… ¿Y ahora piensas desafiarme con ella? —No te desafiaré con esta hacha —repuso la humana en tono altivo—. ¡Pienso terminar tu existencia con ella!! Shaina dio un gran salto con ‘Imbabura’ en manos. Con toda la fuerza que fue capaz de desatar, balanceó el arma creando una prodigiosa ráfaga cortante. Por primera vez el semblante de la diosa se vio alterado por la sorpresa. —«Sin duda el poder de las Armas Supremas es algo digno de admiración —reflexionó la de cabellera dorada retrocediendo de un salto—. Por fortuna, traigo puesta la armadura que Viracocha elaboró para mí». Las seis alas que conformaban su ropaje platinado se cerraron delante de ella, erigiendo así un férreo escudo protector. El choque de los metales resultó en una ensordecedora explosión cósmica, la cual consiguió destrozar el hacha del inca. Por su parte, la Armadura Suprema Finlandesa no tenía un solo rasguño. La Amazona observó con desesperanza como la hoja del arma se despedazaba entre sus manos. —No te sorprendas, Guerrera de Atenea. Como su creadora, yo conozco perfectamente las propiedades de los metales usados para forjar las armas de los dioses. Por tal razón, me fue sencillo separar la estructura de los átomos del hacha que portabas.
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Saga: CATACLISMO 2012 Aunque Shaina perdió su único medio de protección y ataque físico, no se amedrentó ante su contrincante. A la Amazona parecía no importarle el hecho de que estaba enfrentando sola a una de las diosas pertenecientes a la Alianza Suprema, con tan solo la insuficiente protección que le otorgaban los restos del guantelete izquierdo y las dos rodilleras de su armadura de plata. —¡Solo en el momento en el que mi corazón deje de latir, desistiré en mi intento de proteger a quienes amo! —expresó la humana, debatiéndose entre la lucidez y la inconsciencia. Casi por inercia, corrió tambaleándose con la garra extendida hacia la diosa del bosque. —Desiste de una vez Shaina, no te resistas a… La finesa detuvo su advertencia al concentrar su atención en una inusual sensación de tibieza en su mejilla. Al acercar sus dedos a la cara, estos quedaron impregnados de sangre. Mielikki notó en ese momento que a pesar de haberse protegido con las alas metálicas de su armadura, su piel había sido lastimada. La indignación era evidente en su rostro divino.
==Inmediaciones del Santuario de Atenea. Jardín de Rosas Diabólicas Reales== Aunque sus cuerpos y sus armaduras doradas no mostraban señales de batalla, Kyrie de Escorpión y Eleison de Capricornio reposaban derrotados a la sombra de un árbol. Quien los encontró en ese estado, el Santo de Bronce Theron, observó pasmado la escena. —No… puedo sentir sus cosmos, Narella —comentó nervioso el Unicornio a su amiga de Sextante, quien al no poder ver, ignoraba lo que su compañero había encontrado—. Kyrie y Eleison han sido vencidos… Ambos yacen inertes frente a nosotros. La noticia consiguió alarmar a la joven de cabellera rosa, quien tras olvidar el dolor que aquejaba sus ojos, dejó la protección que le otorgaba la espalda de su amigo. —Yo estaré bien, Theron. Ahora ellos te necesitan más que yo. Ve y ayúdalos, por favor —le apremió la muchacha con suma preocupación. El Caballero acogió la petición enseguida. Sin demora se acercó al Santo de Oro que tenía más cerca y se puso en la tarea de revisar sus signos vitales. Tras comprobar que Eleison de Capricornio aún se mantenía con vida, dio un liberador suspiro de alivio y repitió el proceso con la Amazona Dorada de Escorpión. Por fortuna ambos hermanos solo estaban inconscientes y sin heridas de gravedad. Pasaron varios minutos desde el hallazgo del joven Caballero de Bronce, quien en un intento por mejorar las condiciones de sus tres compañeros heridos, los había acomodado en una especie de campamento improvisado. Una pequeña fogata les daba calor a los cuatro jóvenes. El acogedor calor del fuego le ayudó a Eleison a volver a la realidad. Al abrir los ojos en medio de su confusión, la primera imagen que invadió su campo visual fue la de su hermana, quien parecía dormir plácidamente de espaldas al tronco de un árbol. —¡Kyrie! ¡Hermana! —Tranquilízate, Eleison. Ella está bien y no corre peligro. El joven de rubia cabellera se volteó para posar su mirada azul sobre quien le había hablado. Ante él se presentó la imagen de los Santos de Unicornio y Sextante, quienes mostraban una apariencia lamentable.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Capricornio vio con silenciosa lástima las magulladuras y heridas frescas en la piel de ambos, al igual que sus ropas desgarradas y armaduras agrietadas. Y aunque para él fue un tanto inusual el hecho de que el joven de cabello azul refugiaba a la chica en su cuerpo con un abrazo protector, decidió concentrar su atención en otros asuntos. —Theron… Narella… es un alivio verlos nuevamente, amigos —se dirigió a ambos el Dorado, esbozando su tranquilizadora sonrisa característica—. Hace mucho que dejaron el Santuario con su maestra y que no nos reuníamos los cuatro. Veo que han librado una dura batalla recientemente. Me disculpo por haber sido incapaz de ayudarlos. —No es necesario que te disculpes, amigo —musitó Narella escondiendo la cara en el pecho de Theron. No quería que alguien más vea la horrible herida que tenía en los ojos—. La nuestra era una batalla que debíamos librar solos. Nosotros los Caballeros de Bronce también tenemos nuestro orgullo al igual que ustedes los Santos de Oro. —Tú no cambias, amiga. Me alegro de que todavía conserves esa actitud tan decidida. —¡Oye, Eleison! ¡No te olvides de mí! —llamó su atención el Unicornio con fingida indignación—. ¡Narella venció en la batalla gracias a mi ayuda! —De eso estoy seguro, amigo. Sé que ustedes dos juntos son invencibles. Es el poder de su amistad el que… Eleison detuvo sus elogios al ver con más atención el rostro de Narella. Las chispas que desprendía la fogata habían iluminado la cara de la chica por un instante. Capricornio hizo un gesto de extrema preocupación al notar que su amiga tenía los ojos vendados y que a través de ese lienzo, todavía escapaba su sangre. Sin decir una palabra, el Caballero de Oro se acercó a sus dos amigos y delicadamente posó su mano en la mejilla de la doncella, hasta conseguir que ésta lo encare. —Narella… consagraste tu vista para lograr la victoria… Y aunque tratas de disimularlo, puedo notar que un insoportable dolor te aqueja. —Eso no importa, Eleison. Seré capaz de resistir esta herida que… Suavemente el joven rubio puso dos de sus dedos en los labios de la muchacha, callando así sus palabras. —Amiga, yo sé bien que no puedo devolverte la vista. Pero al menos déjame hacer algo por la valiente Guerrera que sacrificó tanto para proteger este planeta en nuestra ausencia. Eleison cerró los ojos y posó con delicadeza las yemas de sus dedos frente al rostro de la doncella de Sextante. En medio de su concentración, encendió su cálida y acogedora cosmoenergía dorada, la cual cubrió por completo a ambos compañeros de Bronce. —«El cosmos de Eleison se siente tan pacífico y generoso —reflexionó la Amazona, dejándose llevar por el ken curativo de Capricornio—. Ahora más que nunca puedo sentir su bondad y calidez». La energía emanada por Eleison logró calmar no solo el dolor y la hemorragia de su amiga, sino también su espíritu. El cosmos del amable Caballero de Capricornio provocó en la chica sentimientos de alivio sublime y acogedora paz, así que no pudo evitar rendirse ante tan agradable sensación. —Gracias por ayudar a Narella, Eleison —intervino el Unicornio, reaccionando con una sonrisa de satisfacción al ver a su amiga más recuperada. —Para eso somos los amigos —replicó el Santo de Oro también sonriendo, al tiempo que disminuía su aura—. En incontables ocasiones ustedes dos nos apoyaron a mí y a Kyrie. Y ahora esto es lo menos que puedo hacer por ustedes.
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Saga: CATACLISMO 2012 —Tú tan calmado y amable como siempre, amigo. Bien sabes que yo siempre me dejo llevar por el calor del momento. Por esa razón tú eres un Caballero Dorado y yo uno de Bronce —bromeó el joven de cabellera azulada, provocando la risa de su interlocutor. Aunque Eleison y Theron tenían diferentes entrenamientos y maestros, ambos habían entablado una sincera amistad desde muy jóvenes. Junto con Narella y Kyrie se habían convertido en cuatro amigos inseparables, solo diferenciados por la forma de ser de cada uno y por una ligera diferencia de edades. Fue la actitud tranquila y reflexiva de Eleison la que le permitió desarrollar su cosmos antes que sus amigos y ganarse el honor de servir a Atenea en la orden de sus doce Caballeros más poderosos. Y aunque en apariencia se lo veía tranquilo, carismático y amable; al momento de la batalla era capaz de mostrar los mismos bríos que su antecesor, el legendario Shura de Capricornio. —Pues, te confieso que me gustaría ser más como tú, Theron. La mayoría del tiempo me ves sonriendo, aunque no sienta deseos de hacerlo. Quisiera demostrar lo que verdaderamente siento, tal como Kyrie me lo dijo en alguna ocasión. Justamente en ese momento la doncella dorada de Escorpión recuperó la consciencia, para observar confundida a su hermano y a sus dos amigos reunidos. Su atención se desvió luego a su entorno. Al ver el Calendario Maya flotando en el cielo y los miles de rosas marchitas a su alrededor, Kyrie desvió su rostro con decepción. —No… no lo logramos —titubeó la Guerrera de Oro en medio de su descontento. A pesar de usar su máscara dorada, su tristeza era notoria—. No pudimos ascender hacia ese Santuario en el cielo… —No te sientas mal, amiga —intentó reconfortarla la joven de Bronce, aún refugiada en los brazos de Theron—. Como Guerrera Dorada que eres, tú sabes que la esperanza es lo último que se pierde al momento de proteger a la humanidad. —Lo sé, Narella. Es solo que no puedo evitar sentir que nuestro fracaso en ascender fue mi culpa. Seguramente fue esa barrera de energía invisible en el cielo la que nos regresó a tierra porque no pude alcanzar el Octavo Sentido. —Te equivocas, hermana —la atajó enseguida el Dorado de Capricornio, con un tono inusualmente serio para él—. Estoy seguro que ambos conseguimos despertar el Arayashiki, así que según lo que nos dijo la misma Atenea, en teoría debimos ingresar a la Maravilla Suprema sin problemas. —Siendo ese el caso… ¿Entonces qué les impidió el paso? —inquirió confundido el Unicornio. —Pude sentirla… —farfulló Eleison con la mirada perdida en sus recuerdos—, fue una voluntad divina la que nos atacó y nos arrojó a tierra de una forma tan violenta. Por alguna razón el dios que creó la fortaleza en el cielo dejó pasar a nuestros compañeros y a la vez nos dejó a ambos fuera. —Seguramente fue Morrigan —dedujo la Amazona de Oro—. La muy cobarde no quiere que la enfrentemos juntos y por esa razón nos está separando antes de la batalla. —No… no fue la diosa celta… La naturaleza del cosmos que nos impidió avanzar era diferente a la suya. Aquella voluntad divina no rebosaba maldad como Morrigan. La energía del dios que nos frenó el paso no se sentía malintencionada, ni tampoco bondadosa… Era más bien neutral, de la misma naturaleza cósmica que se desprende de ese Santuario estático en el cielo. —Entonces debió ser su propio creador —afirmó muy seguro Theron—. Solo un poder superior pudo haber impedido el avance de dos poderosos Santos Dorados como ustedes. —Ahora que lo mencionan —intervino la doncella de Escorpión al darse cuenta de algo importante—. Recuerdo que antes de perder la consciencia pude divisar una enorme plaza adornada de monumentos con varios brazos y rostros.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —Esa descripción coincide con la iconografía clásica con la que se representa a la deidad suprema hinduista… —recordó el joven rubio ojiazul—. ¿Acaso el dios hindú Brahma es quien no nos quiere allí arriba? Más dudas se hacían presentes en las confundidas mentes de los cuatro Santos. En silencio el grupo de amigos reflexionaba sobre la situación actual. —Amigos, ya no podemos seguir perdiendo tiempo aquí —dijo al fin la joven de armadura rosa—. Aunque nuestra maestra nos encargó el cuidado de la Tierra, no tenemos más opción que ascender de inmediato al Santuario de los dioses. Ya que el recinto de nuestra diosa fue completamente destruido en la ausencia de Kyrie y Eleison, debemos apoyar a nuestros compañeros dorados allá arriba. Ninguno de los cuatro sabía que cinco Santos de Bronce habían llegado también al recinto divino hace algunas horas. Por un momento Theron tuvo el impulso de detener a Narella en su intento por ascender. La preocupación por su bienestar le obligaba a protestar aquella osada decisión, sin embargo, el joven se contuvo al conocer la personalidad decidida de su amiga. El sabía que aunque ella no podía ver, no había poder humano que la haga cambiar de parecer. Además, debía admitir que a él también le emocionaba la idea de batallar junto a sus compañeros de oro. A partir de aquel momento, a ninguno de los dos Santos de Bronce le importó siquiera el hecho de que sus recientes heridas dificultarían bastante su rendimiento en batalla, o que todavía les hacía falta alcanzar el Octavo Sentido, muy necesario para atravesar la barrera invisible de cosmos divino que cubría la Maravilla Suprema. —Su maestra Shaina estaría muy orgullosa si los viera ahora —los felicitó alegre su amigo Eleison—. Es hora de demostrar el verdadero poder de los Santos de Atenea. El entusiasmo de su hermano y amigos se contagió a la Guerrera Dorada de Escorpión, quien al recordar también las resplandecientes letras rojas que Milo había grabado en su máscara, recuperó los ánimos para seguir luchando. La palabra ‘Esperanza’ era lo único que prevalecía en su mente. —¡El grupo de cuatro amigos está junto nuevamente después de tanto tiempo! ¡Entre todos lucharemos para obtener la victoria en nombre de Atenea y de la humanidad! ¡Y si el dios hindú nos impide nuevamente el paso, lo volveremos a intentar las veces que sean necesarias! Kyrie, Eleison, Narella y Theron encararon con decisión la Maravilla Suprema. A paso firme avanzaron dispuestos a enfrentar su futura batalla.
==Maravilla Suprema. Templo Sagrado Finlandés== Shaina permanecía inmóvil, yaciendo boca abajo en el pasto que adornaba el exterior del Templo Finlandés. Mielikki la había golpeado con su cosmos una vez más. El impulso de ira al ver su rostro sangrando, la obligó a agredir nuevamente a la Amazona de Plata. —Ya es suficiente de tanto castigo y tanta sangre —declaró la deidad, viendo indiferente a su rival debatiéndose entre la vida y la muerte—. Como acto de piedad, te dejaré morir en paz en mi bosque. Eso es lo menos que puedo hacer por… Una perturbación cósmica detuvo su monólogo. —¡Mis Guardianes! —vociferó alterada sobremanera—. ¡Los cosmos de Mirja y Rasmus han desaparecido por completo! —añadió, apretando los dientes por la ira.
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Saga: CATACLISMO 2012 Era extraño ver el rostro de la deidad finesa tan desencajado por una dolorosa furia. Tal semblante daba la impresión de que la muerte de sus Guardianes le había afectado tanto como la de su compañero inca. —¡¿Cómo pudo ser posible que mis poderosos guerreros hayan sido derrotados por los humanos?!! Escuchando entre sueños estas declaraciones, Shaina consiguió reaccionar y volver a la realidad. —Narella… Theron… sabía que protegerían… la Tierra… —murmuró la mujer de cabello verde con dificultad. —Entonces esos son los nombres de los asesinos de mis aliados —se dijo la diosa, entrecerrando sus ojos turquesa en señal de desprecio—. Primero Viracocha y ahora mis Guardianes… Esos dos humanos que mencionaste serán víctimas de mi castigo divino… Con gran temor, la Amazona abrió los ojos casi desorbitándolos de sus cuencas. Sus alumnos estaban en peligro de muerte, y en el estado en el que ella se encontraba, difícilmente podría hacer algo para evitarlo. No obstante, ni las heridas graves, ni el cansancio pudieron detenerla en su intento de reincorporarse y elevar su cosmos nuevamente. —No dejaré que lastimes a mis discípulos —manifestó Shaina, con su altiva mirada verde clavada en la diosa—. ¡Ellos son muy valiosos para mí y no permitiré que los mates como si sus vidas no significaran nada! La energía cósmica de Shaina se elevaba trascendiendo los límites normales de un Caballero de Plata. Ver en peligro las vidas de los Santos de Unicornio y Sextante, fue lo que la impulsó a sobreponerse a la muerte y hacer estallar el universo viviente dentro de ella. —Esto es imposible —dijo la finlandesa con cautela—. Un Santo de categoría inferior como ella, no podría encender su energía cósmica en tal proporción… A menos que ella también sea… Los restos de la armadura de plata que cubría a la Amazona, emitían un intermitente resplandor dorado. Una brillante aura del mismo color bañó su cuerpo entero, produciendo una fuerte luz que obligó a Mielikki a cubrir sus ojos. Cuando la diosa recuperó la visión, contempló con asombro a Shaina vistiendo una imponente armadura dorada. Su Séptimo Sentido recién alcanzado le permitió despertar la armadura de oro de la Decimotercera Constelación del Zodiaco, el Ofiuco.
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CAPÍTULO 24 ¡NO ESTÁS SOLA, SHAINA! REFUERZOS EN EL TEMPLO FINLANDÉS
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==Maravilla Suprema, Inmediaciones del Templo Sagrado Finlandés== —Así que tú también eres una Guerrera perteneciente a la orden más poderosa de los Santos de Atenea —dijo Mielikki con extrañeza, al ver a su oponente vistiendo aquella inédita armadura de oro—. Debí suponerlo, tu ropaje dorado entonces representa al Ofiuco, el decimotercer signo del zodiaco. Me extraña que tu constelación haya sido considerada de plata por Atenea en primer lugar, ya que es el movimiento de precesión del eje de la Tierra el que altera la concepción del zodiaco conocido… Por tal razón, tu constelación es introducida a los convencionales doce signos entre Escorpión y Sagitario. Deduzco que tu cloth estaba esperando el momento del despertar de tu máximo cosmos para entonces mostrar su verdadera naturaleza dorada… La expresión en el rostro de Shaina era de incredulidad y asombro. La armadura de oro de Ofiuco había surgido de los restos de su versión de plata, tras el despertar del Séptimo Sentido de su portadora. Aquella nueva armadura desprendía vida desde su resplandeciente dorado contrastado con retoques anaranjados. Sin duda se trataba de un ropaje digno de un Caballero de Oro, ya que su diseño impactaba a la vista y ofrecía una férrea protección al cubrir la mayoría del cuerpo de su usuaria. Al principio Shaina estaba confundida, pero tras sentirse rebosante de poder, levantó la cabeza y encaró con convicción a la deidad finlandesa. Decididamente empuñó el caduceo que se había materializado en sus manos. Aquel cetro alado, adornado con dos serpientes entrelazadas, constituía la decimotercera arma del zodiaco. —¿Tú también puedes sentirlo, Mielikki? —le preguntó, extendiendo el arma con la amenazante intención de atacarla—. ¡¿Puedes sentir la seguridad y la fuerza que me otorga mi armadura de oro?! —Baja ese caduceo, Guerrera —le ordenó agresiva la deidad del bosque—. No olvides que te encuentras frente a una diosa. Aunque ahora seas una Amazona Dorada, tu cloth de oro no es rival para mi Armadura Suprema. —¡Pues yo pienso todo lo contrario y te lo demostraré ahora mismo!!... ¡Garra de Trueno!! Shaina echó detrás de su cuerpo la mano que sostenía su caduceo de oro. Decidió atacar a la diosa con su propia técnica, la cual fue reforzada con la velocidad de la luz y el Séptimo Sentido. Las garras de la humana se habían tornado doradas, al igual que los feroces relámpagos que chispeaban de éstas. —¡Es inútil, Shaina!! —profirió enojada Mielikki, agarrando con ambas manos el antebrazo de su agresora, deteniendo así el mortal ken a pocos centímetros de su rostro. Shaina luchaba por liberar su brazo de la presión de aquellas delicadas manos, las cuales lucían débiles en apariencia, pero que en realidad eran increíblemente fuertes. —Me sería tan fácil arrancarte ahora mismo este brazo… pero mi intención no es torturarte. Un Santo Dorado merece el honor de que lo acabe con una de mis técnicas divinas. La advertencia consiguió alarmar a la Guerrera, quien como último recurso para liberarse, concentró una considerable cantidad de energía cósmica en el caduceo de oro que sostenía con su mano libre. Tras esto, logró asestar un potente golpe en el rostro de su contendiente. El impacto fue tal, que consiguió arrancarle el casco de su Armadura Suprema y liberarse de la presión de sus manos. Mielikki retrocedió dando tumbos en medio de la confusión de aquella sensación nueva para ella. Era dolor físico lo que sentía por primera vez, pero más que nada, era enojo puro lo que se desató en su interior; cuando en medio de la conmoción del golpe, notó que un hilo de sangre corría por la comisura de sus labios.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —No pienso perdonar esta ofensa —advirtió amenazante la deidad, clavando sus iracundos ojos turquesa sobre Shaina—. ¡Morirás víctima de una de mis más poderosas técnicas!! La energía divina de la diosa se elevó en un parpadeo, opacando con creces el cosmos máximo de la Guerrera Dorada de Ofiuco. —«No… no puedo creer que exista un ser con un poder tan magnífico…» —reflexionó aterrada la Amazona, al presenciar tal desborde de fortaleza cósmica. La desesperanza la invadió al ser testigo de la abismal diferencia entre la fuerza de un dios y un humano. —¡METAMORFOSIS DEFINITIVA!!! —exclamó la diosa de dorados cabellos, extendiendo ambos brazos lateralmente, tras evocar el nombre de su técnica divina. Los animales que pacíficamente rondaban el templo huyeron despavoridos al sentir la inmensa cantidad de poder desatado. Una película de energía plateada cubrió el cuerpo de Shaina, haciendo imposible su movimiento. —Cada uno de los dioses miembros de la ‘Alianza Suprema’ posee un color que identifica la esencia de las técnicas que lo caracterizan —explicó la diosa escandinava, limpiando la sangre que seguía escapando por sus labios—. En lo que a mí respecta, la naturaleza elemental de mi cosmos está representada por los Animales y los Metales. Y ya que tu armadura dorada de Ofiuco simboliza a un serpentario, fuiste la más desafortunada de tus compañeros al escoger enfrentarme… Aunque la Guerrera de Atenea seguía impactada ante la abrumadora demostración de poder de su rival, se las arregló para recuperar la compostura y observarla sin temor. —¡Tus amenazas no me asustan, Mielikki! —le gritó, volviendo a ser la misma mujer valiente que la retó en primera instancia—. ¡Si planeas dañar a mis alumnos y a personas inocentes, haré lo que sea necesario para detenerte!! —Dices eso sin siquiera poder moverte… Veamos si puedes respaldar tus palabras ahora que mi técnica está completa… Cuando la diosa tronó los dedos con autoridad, la armadura de oro de Ofiuco y el caduceo abandonaron a su dueña, transmutando en una especie de viscoso líquido dorado. A la estupefacta Amazona le dio la impresión de que su cloth se había derretido para caer inservible sobre el pasto. Ese era solo el inicio del ken, ya que aquel oro fundido parecía retorcerse con vida propia, para mutar poco tiempo después en una incontable cantidad de serpientes de todo tipo. —¡¿Qué le hiciste a mi armadura?! —inquirió nerviosa la humana, al ver su única protección transformada en amenazantes reptiles. —Como te dije antes, yo controlo a los animales y a los metales… Tras un ademán de la finesa en Armadura Suprema, los centenares de víboras brincaron al unísono sobre su estupefacta víctima, atacándola sin piedad con sus afilados colmillos y poderosas constricciones. Aunque Shaina usaba su cosmos para deshacerse de las serpientes, estas no desistían en su intento de morderla y asfixiarla. —Es inútil que luches, Guerrera —le aconsejó con seriedad la diosa, observando aquel espectáculo grotesco con una expresión inalterable—. Las serpientes que te atacan están siendo reforzadas por tu propio cosmos. Adicional al dolor que te producen, sus mordidas absorberán toda tu sangre, matándote sin remedio… En medio del indescriptible dolor que estaba sintiendo en todo su cuerpo, Shaina notaba como sus sentidos se iban desvaneciendo.
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Saga: CATACLISMO 2012 —«El poder de un dios es algo inigualable… —reflexionó la Amazona, con el cuerpo entumido a causa del intenso sufrimiento—. ¿Entonces así termina mi existencia? ¿Así de fácil dejaré a mis alumnos desprotegidos en la Tierra?» La deidad de la caza dejó escapar un pequeño suspiro al ver que las serpientes dejaron de atacar a la mujer de cabello verde, para luego dispersarse a lo ancho del campo de pasto. —Es irónico que la misma armadura que tanto trabajo te costó despertar, haya acabado con tu vida. La doncella de Ofiuco se mantenía en pie sin moverse. Tenía los ojos cerrados y la cabeza abajo, con el mentón apoyado en el pecho. No había señales de vida en su desgarrado y maltratado cuerpo. Al ver a su rival completamente derrotada e inerte, Mielikki, en un alarde de confianza, reunió con su voluntad divina a todas las víboras a su alrededor. Las serpientes ascendían delicadamente por su cuerpo, enroscándose en el metal de su Armadura Suprema. La diosa se veía todavía más imponente con aquellos animales adornando su ropaje sagrado. —Las criaturas concebidas por el Supremo Creador poseen una belleza inigualable —musitó la rubia, acariciando con suavidad la piel lisa de una serpiente, la cual se había colado entre la protección metálica de su cuello—. Sin duda la hermosura más sublime es la que manifiesta la naturaleza y sus creaciones. Cuanta perfección se puede ver en un ser tan pequeño. Por desgracia ustedes los humanos están tan distraídos en su mundo artificial, y no se detienen para admirar lo valioso de lo simple… La deidad pasó de largo a la humana que se había atrevido a desafiarla, con el objetivo de alejarse de su templo y contemplar el bello resplandor que iluminaba el Bosque de Luonnotar. —Mis pequeñas, ahora que su mal llamada dueña ha muerto, les otorgaré un digno hogar en mi territorio. Vivirán en armonía con los demás animales del bosque que… La diosa de la caza detuvo su monólogo al sentir una inusual presión en su cuerpo divino. Los reptiles que la adornaban brillaron intermitentemente en un dorado intenso. Aquel cálido resplandor le producía un extraño sentimiento de desasosiego, porque al intentar retomar el control de los animales, se vio imposibilitada de hacerlo. —¡Pero…! ¡¿Por qué las serpientes ya no me obedecen?!! —preguntó alarmada a la nada—. Siendo yo la diosa que tiene dominio sobre los animales… ¡¿Por qué estas serpientes insisten en traicionarme!! Tras hacer violentos movimientos de constricción y abandonar con desprecio a la finesa en ropajes sagrados, los reptiles se dirigieron presurosos hacia Shaina, para materializarse sobre ella en forma de su armadura dorada de Ofiuco. El sentir ese calor cósmico cubriendo nuevamente su agarrotado cuerpo, le ayudó a la Guerrera a volver una vez más a la realidad. —Mielikki… aunque seas una diosa extremadamente poderosa, jamás podrás controlar el vínculo que existe entre una armadura y su portador —manifestó la doncella de oro, con más lucidez y fuerza que nunca—. Nosotros los Caballeros no somos dueños de nuestras cloth. ¡Nosotros somos uno con ellas porque las respetamos y las consideramos mucho más que un pedazo de metal, o la simple representación de una constelación! ¡Las armaduras son seres vivos independientes que comparten un espíritu y una voluntad con nosotros!! —Un conmovedor discurso, sin duda. Pero de nada te servirá ese vínculo del que tanto alardeas, Guerrera —le advirtió la aludida, aún confiada en su victoria—. Me faltó explicarte algo: Las serpientes que te atacaron te inyectaron un poderoso veneno, y cuando este alcance tu corazón, morirás en el acto. Calculo que apenas te queda media hora de vida… De hecho me sorprende que mi técnica divina no te haya matado al instante —siguió comentando la escandinava, observando de reojo a su fatigada oponente—. Sin duda eres una de las mujeres más poderosas que he tenido el honor de conocer, pero aún así no conseguirás la victoria.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Aunque la mortal toxina de la ‘Metamorfosis Definitiva’ había sentenciado la vida de la Amazona Dorada, ella se mantenía firme en su objetivo de derrotar a la diosa del bosque, así que sin vacilar le dijo: —La media hora que me diste de vida será suficiente para destruir a la deidad que planea matar a personas inocentes. —Es suficiente, Shaina. Ya no existe necesidad de pelear —replicó la de cabellera de oro, en un tono más conciliador—. Por respeto a ti y a tu valor, te dejaré pasar tranquilamente tus últimos minutos de vida aquí en mi territorio. Morirás reconfortada por la belleza de mi bosque en todo su esplendor. Que el aroma de las flores y el trinar de las aves te den paz en tu paso al otro mundo. —¡No necesito tu piedad! —declaró tajante la humana, extendiendo con decisión el brazo en el que sostenía su caduceo—. ¡Haré valer mis últimos instantes de vida protegiendo a mis alumnos y a las demás personas en la Tierra! —¡Te dije que basta, Guerrera! —le increpó severa la deidad perdiendo la paciencia, al tiempo que encendía sus ojos turquesa de furia—. ¡Si no deseas morir en paz en mi bosque, entonces abandona de una vez mi territorio y regresa a la Tierra con tus tan apreciados alumnos!! ¡Me cansé de verte y de tus insolencias!! Con el fin de amedrentar a la Amazona Dorada, Mielikki se vio obligada a invocar el Arma Suprema que ella misma había fabricado. En sus manos se materializó un arco de la misma tonalidad platinada de su armadura. —He bautizado a mi arma con el mismo nombre de Väinämöinen: el más célebre de los héroes de toda la historia finlandesa. Es curioso, pero tú me recuerdas la determinación y valor de aquel gran hombre. Sin vacilar, la diosa extrajo una flecha de plata de la aljaba que había aparecido en su espalda y la colocó habilidosamente en el arco. Extendiendo la tensa cuerda, apuntó el arma de forma amenazante hacia el corazón de su oponente. —No quiero cazarte como si fueras mi presa. Pero si no abandonas mi territorio hasta que termine de contar hasta diez, no dudaré en clavar esta flecha en tu corazón… —¡No pienso moverme ni un centímetro de este lugar! —replicó la Amazona de Ofiuco sin titubear—. ¡No huiré como una cobarde de esta batalla! —Será como quieras, Guerrera… Uno —empezó a contar sin detenerse—, dos, tres… El excesivo castigo que había recibido, sumado al efecto del veneno habían aplacado las fuerzas de Shaina, mas no su espíritu. Aunque no le sería humanamente posible sobrevivir a un ataque ejecutado con el arma de una diosa, la mujer en armadura dorada estaba dispuesta a morir en su intento por detener a su contrincante. —Cuatro, cinco, seis… —continuó enumerando cada segundo la diosa de la caza, cargando a la vez una enorme cantidad de cosmos plateado en la saeta—, siete, ocho… La distancia entre la deidad y la humana era relativamente corta. La velocidad con la que se imprimiría el impacto sería difícil de esquivar incluso para un Caballero Dorado. La doncella de Ofiuco bajó la guardia y relajó su cuerpo a fin concentrar mejor sus sentidos en el mortal ataque que se avecinaba. Y aunque en su corazón todavía existían dudas sobre si podría sobrevivir o no, la Amazona no planteó siquiera la idea de moverse un paso. —Nueve, ¡diez! ¡Desaparece de una vez, Shaina! Mielikki no dudó al soltar la cuerda del arco para liberar su flecha plateada. Al ver el cegador destello producido por el disparo, la Guerrera reaccionó extendiendo su propia arma, esperando que esta contenga la arremetida.
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Saga: CATACLISMO 2012 La acción transcurrió a una velocidad superior a la de la luz. Cuando la calma volvió al lugar, la atacante vio con extrañeza que su flecha estaba profundamente clavada en una de las paredes de metal de su templo. Solo el caduceo dorado de Ofiuco yacía despedazado sobre la hierba. No había rastros de su propietaria. —«Es imposible que un disparo de Väinämöinen haya fallado. Seguramente esa mujer hizo caso a mi advertencia y se marchó a último momento —reflexionó, inspeccionando cuidadosamente los alrededores con la mirada—. Ni siquiera puedo sentir su cosmos».
==Maravilla Suprema, Bosque de Luonnotar== Shaina sintió que la rodeaba una agradable sensación de calidez. En medio de su confusión, percibió un acogedor sentimiento de protección y seguridad rodeándola. El melodioso tintineo de una campanilla le hizo volver a la realidad. Tras abrir los ojos y parpadear lentamente, notó un tanto sonrojada que se encontraba recostada en los brazos de un hombre. El extraño de cabello castaño rojizo tenía su serena mirada azul posada sobre la maltrecha mujer que sostenía en brazos. Aunque a ella le extrañó ver que aquel hombre usaba una especie de antifaz metálico, y que estaba ataviado en una asimétrica armadura de tonalidades verdes y plateadas; sintió una sensación de familiaridad y confianza hacia él. —¿Fuiste tú quien me rescató? —le cuestionó un poco avergonzada—. Estoy segura de que no perteneces a la orden de los Caballeros de Atenea. ¿Quién eres? —Mi nombre es Touma —se presentó el Ángel de Artemisa—, pero también puedes llamarme Ícaro. Y no vine solo, mi hermana mayor está conmigo. Ícaro observó con una sonrisa hacia lo alto de un árbol cercano, la Amazona Dorada lo imitó. —¡No estás sola, Shaina! No podíamos dejarle toda la responsabilidad al orgullo de todas las Guerreras del Santuario —enalteció en tono alegre la mujer que estaba encaramada en las ramas de un sauce cubierto de nieve—. Has dejado por lo alto el nombre de las mujeres que luchan por Atenea y eso es algo de lo que estoy muy orgullosa. Solo una Guerrera fuerte como tú habría tenido la voluntad para convertirse en un Santo de Oro por sus propios medios y enfrentarse sola a una deidad. —¡Marin! —exclamó la aludida, alegremente sorprendida. Descendiendo de un salto, la enmascarada Amazona de Plata de Águila se juntó con su hermano menor y con su amiga.
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CAPÍTULO 25 LA LEYENDA DE ÍCARO, EL ÁGUILA Y EL OFIUCO
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==Maravilla Suprema, Inmediaciones del Templo Sagrado Finlandés== La deidad en ropajes supremos paseaba por los exteriores de su templo. El ajetreo de la contienda recién librada había alterado sus nervios, así que necesitaba relajarse contemplando la belleza del Bosque de Luonnotar. —«Es reconfortante encontrarme sola con la naturaleza —reflexionó, dando un suspiro de alivio—. Al final esa guerrera se amedrentó por mi poder y se marchó en paz de mi territorio». Pero había algo que seguía perturbándola, así que al verse sola, se sintió libre de expresar lo que verdaderamente atormentaba su corazón. —El deceso de Mirja y Rasmus… —expresó con inusual tristeza—, en realidad siento un desgarrador dolor por sus muertes… Todavía no puedo creer que un par de Caballeros de Bronce los hayan derrotado y asesinado. —Es interesante conocer tu lado sensible, diosa finlandesa —intervino una voz a espaldas de la aludida—. A pesar de tener una apariencia delicada, la has escondido bajo esa imponente armadura y ese rostro lleno de seguridad que muestra gran fortaleza de carácter. Veo que esa era solo una máscara que ocultaba tu verdadero ser. —No hables como si me conocieras, humana —profirió la diosa de cabellos rubios, volteándose para resaltar su semblante desencajado por la ira. Su ceño fruncido y sus ojos turquesa resplandeciendo de furia, hacían evidente su cólera, mas lo que vio cuando encaró a Shaina, la alteró más todavía. —Así que más invasores se han atrevido a irrumpir en mi territorio —comentó en tono despectivo, regalándoles una mirada de desprecio a los tres guerreros—. Pero da igual cuántos humanos conflictivos sean, el resultado siempre será el mismo. —Mi nombre es Marin, Amazona de Plata de Águila —se presentó la mujer castaña que cubría su rostro con una máscara—. Y mi deber es detenerte, aunque para eso tenga que sacrificar mi vida. —Y yo soy Touma —la secundó el hombre en antifaz metálico, al tiempo que alzaba la guardia—. Y no descansaré hasta eliminar la amenaza que representas. Mielikki parecía escrutar con la mirada a los recién llegados. Un ligero sentimiento de nostalgia se apoderó de ella. —Ustedes dos son hermanos, ¿cierto? —los cuestionó la deidad, disfrazando su sentimiento de añoranza con su habitual hablar lleno de superioridad—. Me recuerdan bastante a mis Guardianes. La diosa finesa retrajo las seis alas de su Armadura Suprema y acomodó su arco junto al carcaj que llevaba en la espalda. Tras esto, alzó los brazos para colocarlos en una inusual pose de batalla. —¿Qué planeas, Mielikki? —le cuestionó Shaina, al ver la guardia alta de la enemiga—. No creas que nos intimidarás con otra de tus técnicas. —Quieres defender a tus alumnos en la Tierra, ¿cierto, Amazona Dorada? —le preguntó, sabiendo de antemano la respuesta—. ¡Pues entonces deberán demostrarme que pueden ser tan fuertes como mis Guardianes! ¡Recibirán la fuerza de mis ataques físicos! —añadió desafiante—. ¡Solo si detienen estos embates, perdonaré a Narella, Theron y a toda la humanidad!
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Shaina, Marin y Touma sabían que no debían confiarse, incluso cuando la diosa escandinava poseía una contextura física aparentemente frágil. —No desaprovecharemos la ocasión que nos ofreces, Mielikki —intervino la Amazona de Águila en nombre de sus compañeros—. Si nos estás dando una oportunidad para salvar a quienes apreciamos, entonces la aceptamos de buena gana. Tras la sentencia, la diosa en Armadura Suprema desapareció de la vista de los tres guerreros humanos, quienes aprovecharon este lapsus para colocarse en una estratégica formación. Se habían posicionado en un triángulo, dándose las espaldas para flanquear cada punto por el que pudiera aparecer su peligrosa rival. A una velocidad superior a la de la luz, la escandinava reapareció a un costado de Touma, quien apenas y pudo verla a centímetros de él. El Ángel de Artemisa tuvo la suficiente velocidad y capacidad de reacción para detener con ambas manos un poderoso codazo que se dirigía a su torso. No obstante, la fuerza física con la que venía cargado aquel fortísimo golpe, logró romper su defensa y estrellarse de lleno contra su pecho. La protección metálica del cuerpo de su gloria de Ícaro quedó destrozada en el acto. El golpe que recibió el hombre castaño fue de una potencia tan apabullante, que fue capaz de proyectarlo en línea recta contra una de las cuatro murallas que rodeaban el Templo Sagrado Finlandés. La pared metálica fue destrozada en gran proporción. —Uno menos —profirió la deidad para sí misma, dirigiendo su atención a la Guerrera de Plata. Mielikki utilizó toda la fuerza física de sus piernas para dar un portentoso salto, el cual la elevó varios metros en el aire. —¡Así es como ataca una verdadera águila! —alardeó ella, mientras se encontraba suspendida en las alturas—. ¡Desaparece, Marin! cas.
La Guerrera no se intimidó y en un intento por detener a su contendiente, ejecutó una de sus técni-
—¡Este es el auténtico ken del Águila! ¡‘Estrellas Fugaces’! —exclamó la doncella enmascarada, dejando escapar de sus puños un sinnúmero de meteoros luminosos. La atacante divina recibió todas las arremetidas sin siquiera inmutarse o detener su trayectoria. La perfecta defensa que le otorgaba aquella armadura de resistencia superior a un Kamui, resultó ser una protección más que eficaz. El vertiginoso descenso de la finesa tenía como objetivo imprimir más fuerza a la patada que planeaba propinarle a su indefensa víctima. Y en efecto, Marin apenas pudo levantar la cara y ni siquiera vio venir el fuerte golpe que le asestaron en el centro de la frente con el tacón de la pernera de la Armadura Suprema. La máscara que cubría sus facciones quedó resquebrajada, mientras que su portadora caía fuertemente de espaldas contra la tierra. Producto del terrible impacto, una profunda grieta se abrió en medio del pasto. —Ahora van dos —prosiguió contando la de cabellos de oro, aterrizando y clavando su mirada en la Guerrera Dorada. A pesar de que su recién despertado Séptimo Sentido le permitía vislumbrar mejor los movimientos de su oponente, Shaina fue incapaz de ver venir el poderoso puñetazo que se estrelló por debajo de su mentón. La onda de choque producida por tal acometida fue tan devastadora, que consiguió despedazar su casco dorado de Ofiuco y elevarla cientos de metros en el aire. El ser entero de la humana había sido sacudido por semejante embate. Su mermada capacidad de orientación provocó la pesada caída de su cuerpo sobre la tierra.
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Saga: CATACLISMO 2012 Aquella diosa, que en apariencia lucía tan delicada como una hermosa flor, en realidad poseía una fuerza física formidable, comparable incluso con la del mismo Viracocha. —Y esa fue la última —terminó de decir, al ver a los tres guerreros humanos que habían cometido la osadía de desafiarla, yaciendo completamente derrotados sobre el pasto. Marin, Touma y Shaina se encontraban al borde de la muerte. Difícilmente hubieran sido capaces de resistir a la arremetida física de un dios. —Aunque su valor y constancia fueron dignos de un ser divino, era imposible que solo tres humanos de bajo poder derroten a una diosa. Ni siquiera puedo entender cómo fue que ascendieron hasta acá esos dos hermanos. Tampoco puedo sentir el Octavo Sentido en sus seres. Sentenciada su victoria, la deidad del bosque extendió nuevamente las seis alas de su Armadura Suprema. Estaba dispuesta a invadir la Tierra. Su sentimiento de venganza estaba más vivo que nunca. —Castigaré a los humanos por su afrenta —condenó entre dientes, observando a las alturas—. La muerte de Viracocha y mis Guardianes no quedará impune. —Espera… Mielikki… —intervino la entrecortada voz de Marin. Increíblemente la Guerrera aún mantenía la consciencia a pesar de su deplorable estado. Su armadura de plata estaba hecha añicos, al igual que varios de sus huesos y una proporción de su máscara. Apenas y se podía observar su ojo izquierdo, clavado con determinación en los de su oponente divina. —¿Cómo es posible que una diosa como tú, que se muestra tan severa y seria, se duela tanto por la muerte de su compañero y sus subordinados? —preguntó la mujer castaña, con el aliento apenas recuperado. —¡No te atrevas a llamarlos “subordinados” nuevamente! —contestó, perdiendo los cabales por un instante—. Primeramente, Viracocha era un dios bondadoso que no merecía desaparecer en manos de los humanos, y en segundo lugar… A la diosa le pareció que un nudo en la garganta le impidió articular sus próximas palabras. Era un profundo dolor lo que sentía al recordar los rostros de sus Guardianes. —Mirja y Rasmus… eran mis hijos —reveló, para sorpresa de Marin y sus compañeros, quienes también habían recuperado la consciencia. —¡¿Tus… hijos?! —inquirió incrédula Shaina, quien había conocido y enfrentado a la Guardiana de Sauce—. ¡¿Entonces Narella y Theron consiguieron derrotar a dos dioses?! —No precisamente, Guerrera —comenzó a explicar la aludida con una mezcla de pesar e incomodidad—. La naturaleza de quienes nosotros los dioses llamamos ‘Guardianes’, sin duda es divina como la nuestra. De hecho, algunos de los Guardianes de otras deidades son reencarnaciones de dioses en cuerpos humanos. No obstante, hasta el momento ninguno de ellos ha desarrollado el cien por ciento de su potencial divino; esto debido al hecho de que apenas están acostumbrándose a sus cuerpos humanos. Precisamente, aquellos avatares de dioses en algún momento fueron personas normales que nacieron predestinadas a albergar algún día un espíritu divino. Esa es la gran diferencia entre los Guardianes y nosotros los diez dioses de la Alianza Suprema, quienes poseemos cuerpos de naturaleza divina que nos permiten desarrollar el cien por ciento de nuestro potencial. La voz de Mielikki se quebró por un instante, pero no perdió el hilo de su explicación. —Ese fue precisamente el caso de Mirja y Rasmus, o mejor dicho, de mi hija Tuulikki y mi hijo Nyyrikki. El proceso de la asimilación de sus espíritus, estaba tan incompleto, que ni siquiera podían controlar las emociones de sus cuerpos humanos. Por esa razón, no estaban conscientes de su parentesco, origen y poder divino.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco A los tres abatidos guerreros les dio la impresión de que la diosa en Armadura Suprema derramaría lágrimas en cualquier momento. —No debí acoger jamás su propuesta de reclutarlos como mis Guardianes para asegurar la victoria, pero ellos insistieron tanto en ayudarme en esta batalla —prosiguió con amargura—. ¡Ellos no merecían desaparecer por el bienestar de su madre! —Entiendo el dolor de perder a un ser querido —intervino Ícaro, tras quitarse de encima varios escombros metálicos—. La mayor parte de mi vida tuve que sobrevivir solo, sin la hermana a quien siempre amé. Me dije a mí mismo que quería ser como ustedes los dioses para olvidarme de ella y de mis sentimientos, pero al final no pude hacerlo. Fue precisamente ese amor por mi ser más querido lo que me ayudó a recapacitar. —Tu nombre es Touma, ¿cierto? Aprecio tu intento por consolarme, pero no creas que eso cambia lo que pienso sobre ustedes los humanos —sentenció la finlandesa, recuperando su actitud habitual—. Perdieron la oportunidad que les di para salvar a quienes aprecian. Ahora ya no hay nada que me detenga, así que me marcho. Las seis alas plateadas del ropaje sagrado se agitaron, elevando a su portadora un par de metros. —¡Detente, Mielikki! —le exigió el Ángel de Artemisa con autoridad. Lo que ella observó cuando giró el rostro para encararlo, hizo que entrecerrara los ojos en señal de desprecio: Pese a que parecía que Touma era el que más castigo físico había recibido de los tres, se las había arreglado para reincorporarse de los escombros metálicos de la muralla. Su destrozada gloria de Ícaro, al igual que su antifaz, mostraban el estado lamentable en el que se encontraba su dueño. Sin embargo, lo que desató la aversión de la diosa de la caza fue ver al guerrero sosteniendo su propio arco y flecha supremos. Touma había logrado arrebatárselos sin que ella se diera cuenta, justo en el momento en que fue atacado. Väinämöinen se encontraba en las manos de un humano… —Pese a tu dureza de sentimientos, aún así nos has mostrado que posees cualidades humanas. El dolor que sientes por la pérdida de tus hijos nos indica tu bondad oculta —aseveró con decisión Ícaro, apuntándole con el arma—. Conozco a una deidad que es igual de orgullosa que tú, pero muy en su interior ella también guarda un gran corazón. Por eso te pido que no me obligues a disparar esta flecha. —El hecho de que me hayas despojado de mis propias armas, sin duda es un mérito digno de resaltar —lo felicitó la de rubia cabellera—, pero de nada te servirá empuñar a Väinämöinen contra su propia creadora. Te sugiero que me lo entregues de inmediato y me dejes abandonar la Maravilla Suprema en paz. Tras escuchar estas palabras, el hombre castaño tensó la cuerda del arco en señal de rebeldía. —No compartí mis experiencias contigo con el objetivo de consolarte o detener tu juicio divino, Mielikki. ¡Lo que pretendía era resaltar la importancia del amor para ustedes los dioses! ¡Lo que hace de la existencia humana algo hermoso, es ese sentimiento tan maravilloso que ustedes desconocen!! —¿Que desconocemos el amor, dices? —reaccionó la deidad finesa en tono irónico—. ¡Ni siquiera me conoces y te atreves a afirmar que no puedo sentir amor! Mielikki usó la fuerza de su cosmos para elevar y sostener a la indefensa Marin, quien apenas y podía mantener la consciencia después del fuerte golpe que recibió en la cabeza. Sin esfuerzo agarró a la Amazona por el cuello, haciendo una fuerte presión en su garganta. Pocos minutos harían falta para destrozarle la laringe o dejar sin aire sus pulmones. —¿Crees que sabes lo que significa perder a un ser querido? —le interrogó irónica la diosa del bosque, apretujando más el cuello de su víctima—. ¡Entonces demuéstrame la fuerza de tu amor! ¡Porque si no me acabas con esa flecha, tu hermana morirá en mis manos!
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Saga: CATACLISMO 2012 —¡Marin! ¡Hermana!! —pudo exclamar Ícaro, al ver en peligro mortal a su ser más querido—. ¡No dejaré que le quites la vida! La ira y desesperación del Ángel de Artemisa lo obligaron a expandir su relampagueante cosmos violeta de manera prodigiosa, concentrándolo todo en la saeta platinada. —¡Espera, Touma! —lo detuvo Shaina, apenas levantando la cabeza desde el pasto—. He luchado contra ella y sé que con un simple movimiento, sería capaz de desintegrar los átomos de su propio arco y flecha, deshaciéndolos en tus manos. Haciendo un sobrehumano esfuerzo, la Guerrera de Oro levantó su peso y el de su agrietada armadura de la hierba. Tras esto, se puso en la tarea de elevar su cosmos a niveles superiores a los de un Santo Dorado. —¡No permitiré que detengas el camino de esa flecha! ¡Salva a Marin, Touma! —No eres nada tonta, Amazona —intervino con arrogancia la deidad en ropajes supremos, aún asfixiando a Marin, quien desesperadamente luchaba por soltarse—. Leíste claramente mis intenciones de destruir a Väinämöinen, pero difícilmente podrías hacer algo por evitarlo en el estado en el que te encuentras. —Vi a través de tu técnica cuando la usaste en el hacha que traía y en mi armadura. Canalizas tu cosmos hasta la estructura del metal y cambias sus propiedades físicas. Una técnica no funciona dos veces en un Caballero. —Pues te demostraré todo lo contrario, Shaina… La finesa de cabellos de oro hizo su clásico ademán con el objetivo de transmutar el metal del arco que sostenía el guerrero, pero en esta ocasión su técnica no resultó efectiva. Shaina había conseguido un grandioso milagro: interrumpió con su propio cosmos el flujo del de Mielikki. —¡Imposible! —vociferó la deidad con una expresión de notoria incredulidad—. ¡A pesar de que viste mi técnica, es inconcebible que una humana moribunda pueda abarcar el flujo de cosmos de una diosa!! A menos de que ella esté alcanzando el… ¡Último Sentido…! Por inercia Mielikki desistió de su intento de probar la fuerza de Touma y soltó a Marin, dejándola caer nuevamente en el suelo. Su atención en ese momento estaba cien por ciento concentrada en la flecha que se le avecinaría y en la Amazona Dorada que había detenido su ken. —¡Rápido, Touma!! —le apremió la doncella de Ofiuco, extendiendo ambas manos hacia la contendiente con autoridad—. ¡Dispara esa flecha de una vez! ¡Seguiré conteniendo su técnica con mi cosmos!! —¡Ilusa! ¡¿Acaso crees que me quedaré aquí de pie a recibir ese flechazo?! ¡Mi velocidad será suficiente para esquivarlo y arrancarle la cabeza a ese guerrero!! Mielikki intentó moverse, pero un intenso dolor en el abdomen consiguió paralizarla por completo. Tras inspeccionar su cuerpo, notó con incredulidad que su Armadura Suprema tenía una hendidura en forma de puño en el área que la aquejaba. Tapando su boca con la mano pudo contener una gran cantidad de sangre que intentaba escapar por esta vía. —¡¿Quién pudo… haberme herido así?!! —exigió saber, casi sin resuello. —Lo conseguí… —masculló Marin cayendo de rodillas. Todos los presentes notaron con asombro que Marin había elevado su cosmos a niveles cercanos a la Gran Voluntad. A pesar de ser una Amazona de Plata, había despertado por milésimas de segundo el Último Sentido, lo cual le permitió conseguir la proeza de herir a una diosa. Su armadura de plata y su máscara se habían desintegrado y convertido en una especie de ropaje etéreo. Una armadura translúcida cubrió por completo el cuerpo de su portadora durante el instante del golpe, reforzándolo por un fugaz instante al nivel de un dios.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco dores!
—¡Humanos insolentes! ¡Se atreven a matar a mis hijos y ahora intentan rebelarse contra sus crea-
—No es así, Mielikki —musitó Marin encarando a la contrincante con determinación—. Nos estamos rebelando contra nuestros destructores. Así que por Atenea, por mi hermano Touma, por Seiya y por mi alumno Kenji terminaremos con tu existencia ahora. El rostro de la Guerrera de Águila era claramente visible por primera vez mientras exclamaba con ímpetu: —¡Vamos, hermano! ¡Mielikki sabe que la flecha la lastimará porque está reforzada con su propio cosmos divino, por tal razón quería destruirla! ¡Aprovecha mientras siga inmovilizada por el golpe que le di! Touma acogió enseguida la sugerencia de Marin, y tras apuntar al corazón de su adversaria, soltó la cuerda dejando libre la poderosa flecha. Mielikki sabía que aquel disparo de Väinämöinen equivalía a recibir un flechazo disparado por ella misma, así que en un último intento desesperado intentó controlar la trayectoria de la flecha, mas no tuvo éxito. Shaina se mantenía en su afán de suprimir el cosmos de su oponente, aprovechando el máximo nivel de su propia aura. El dolor físico que atenazaba a la rubia se había diseminado desde su abdomen hacia todo su cuerpo, haciendo imposible sus movimientos. A la diosa le pareció que el tiempo se ralentizó durante la mortífera trayectoria de la saeta. Podía ver a Touma con esa expresión de valentía en su rostro, bajando el brazo tras el disparo. Al girarse, vislumbró la figura de Shaina con los brazos extendidos hacia ella y la de Marin, cayendo exhausta sobre la hierba. —«Entonces lo consiguieron, humanos… —reflexionó con resignación, cerrando lentamente sus ojos turquesa—. Supongo que al final, su amor fue más fuerte que mío… Al menos podré reunirme nuevamente con mis hijos en el inframundo de nuestros ancestros. Espérenme en Tuonela, Nyyrikki… Tuulikki…» Una imagen se formó repentinamente en su mente. Por un instante le pareció ver enfrente de ella la fornida figura de su compañero caído. —«¿Viracocha?» Mielikki se sintió reconfortada al contemplar aquella musculosa espalda por la que caía una frondosa melena verde. El mismo cálido cosmos del bondadoso dios que la acompañó en el maizal del territorio inca, se hizo presente por un instante. —«¿En serio eres tú? Sentí tu vida extinguirse y…» La diosa enmudeció cuando vio que su aliado inca se giró y la observó sonriendo con amabilidad. Él no dijo una palabra y simplemente se despidió calurosamente con la mano. —«¡Espera, Viracocha! ¡No me dejes!» —le suplicó con desesperación, al ver que el supremo inca le daba las espaldas nuevamente y extendía sus poderosos y gruesos brazos. La figura del hombretón se difuminó y desapareció tras el embate de una cegadora energía luminosa, la cual había colisionado contra él. Mielikki volvió a la realidad, y tras seguir esperando con resignación el impacto de la flecha, sintió en cambio la completa calma que invadió el bosque sagrado. Los cosmos de Marin, Shaina y Touma se habían apagado por completo. Este hecho hizo que abriera los ojos con sorpresa, para notar que sus tres rivales humanos yacían inconscientes sobre la alfombra de pasto. Su reacción instintiva fue posar la mano sobre su pecho con el fin de palpar la flecha, pero esta ni siquiera la había tocado. La saeta increíblemente se había clavado en la mazorca de oro que le obsequió Viracocha, la cual yacía indefensa a sus pies.
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CAPÍTULO 26 MIELIKKI: EL PODER INFINITO DE LA NOSTALGIA Y EL DOLOR
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==Maravilla Suprema, Templo Sagrado Finlandés== —Solo un dios podía detener la embestida de esa flecha… —dijo titubeando la diosa, al tiempo que levantaba aquel maíz dorado y lo miraba con añoranza. El dolor había desaparecido de su vientre y había sido reemplazado por un alivio sublime—. Los últimos residuos de tu espíritu seguían viviendo dentro de esa mazorca. Me salvaste amortiguando ese ataque a último momento, Viracocha… Sus bellos ojos turquesa dejaban escapar una incontable cantidad de lágrimas. La espontaneidad de su repentino llanto le sorprendió. —«¿Pero qué son estas lágrimas? —reflexionó, sintiendo una profunda nostalgia—. Una diosa no llora, ni se lamenta por la muerte de quienes tiene cerca. Esto es culpa de Yggdrasil por darnos cuerpos tan parecidos a los humanos». Negar sus sentimientos era la forma en la que la orgullosa Mielikki admitía que había descubierto la verdadera intensidad de los mismos. La deidad finesa jamás expresaría con libertad lo que verdaderamente sentía tras la desaparición definitiva su aliado inca ni la de sus dos hijos. Solo fue capaz de dejar su orgullo por un corto instante al verse sola, y tras acercar a su rostro la mazorca de oro, le dio un pequeño beso entre lágrimas de tristeza. —Incluso después de dejar de existir, me salvaste. Gracias, Viracocha. Jamás te olvidaré… El sentimiento de amargura y tristeza por sus recientes pérdidas invadió hasta los últimos rincones de su corazón. El momento emotivo hacía que su pesar se transformara poco a poco en un intenso odio, el cual alimentaba su afán de venganza. Al levantar la cabeza, a quien primero vio fue a Ícaro, yaciendo boca abajo en el césped. Sin pensarlo dos veces, se le acercó con el fin de descargar su dolor. —Ahora más que nunca haré que los humanos paguen por haberse rebelado contra nosotros. Tú serás el primero en ser sacrificado por los pecados de la humanidad, Touma. Al final no pudiste demostrarme que tu amor era el más fuerte. Tras arrebatarle su arco y aljaba de las manos, la diosa de cabellos de oro dirigió una furiosa mirada al humano. En su mente solo estaba presente el deseo de asesinarlo, al igual que a sus dos compañeras. —Ustedes los humanos son un peligro para los dioses —manifestó, cargando su poder divino en la parte afilada del guantelete de su armadura—. ¡Estamos en lo correcto al querer eliminar a una raza tan violenta como la humana!! Un fatal golpe lleno de odio y dolor fue dirigido al cuello del indefenso Ícaro. Mielikki quería arrancarle la cabeza sin dilaciones. No obstante, algo hizo que detenga intempestivamente la trayectoria del mortal embate centímetros antes de que éste impacte. —Este inmenso cosmos… —farfulló con incredulidad—. Lo conozco demasiado bien… Pese a que el día apenas comenzaba, y pese al brillo que usualmente se desprendía de la Maravilla Suprema; el ambiente se había oscurecido por completo. La imagen del firmamento que mostraba el destruido Santuario de Atenea, fue reemplazada unos instantes por la proyección de una luna plateada extremadamente gigantesca. Entre los árboles blanqueados por la nieve, una presencia magnánima había aparecido. El bosque entero había enmudecido ante aquel cálido cosmos que abarcaba todo el territorio finés.
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Saga: CATACLISMO 2012 —¿A qué debo el honor de tu visita? —preguntó a la nada la irónica diosa en Armadura Suprema—. No debe ser coincidencia el hecho de que mi vieja amiga haya decidido ascender hasta mi morada… Ha pasado mucho tiempo desde que no nos veíamos… Artemisa… La mencionada diosa griega de la caza hizo su aparición frente a su contraparte finlandesa. Sus ondulados cabellos rubios parecían danzar suavemente ante la caricia del viento, al igual que su inmaculado vestido blanco. La mirada color miel de Artemisa se clavó con serenidad en los alterados ojos turquesa de la escandinava. —Mielikki, amiga mía… —le dijo con un hilo de voz a manera de saludo—. Creí que no te agradaba usar armadura. —Así es, Artemisa. Se ve que recuerdas bien aquella ocasión en la que te dije que una armadura impediría mi contacto directo con el bosque —respondió la aludida con mucha seguridad, encarando a su visitante con un porte solemne—. Estoy usando este ropaje como una forma de homenajear a su creador. —Quisiera decir que no has perdido la nobleza que siempre te caracterizó, pero no es así. Te veo allí, intentando asesinar a uno de mis Ángeles. —Entonces por eso se me hacía familiar el nombre de Touma… En alguna ocasión lo mencionaste con los ojos brillando de emoción. Pensándolo bien, ahora entiendo la razón por la que esos dos hermanos pudieron ascender hasta la Maravilla. Estoy segura de que les diste tu bendición para que pudieran lograr tal proeza. —Exactamente, amiga. Por eso te pido que respetes sus vidas. Mielikki no podía entender el porqué de la actitud de la diosa griega de la luna. Le fue imposible deducir su razón para defender a los humanos que habían levantado su puño contra los dioses, siendo ella misma quien quiso castigar a la humanidad por su atrevimiento hace algunos años. —Te desconozco, Artemisa —comentó mirando a su interlocutora con extrañeza—. ¿Permites que humanos pisen territorio sagrado y luego ruegas por sus vidas? ¡Pues no pienso perdonar su ofensa hacia nosotros! ¡Un poderoso dios ha caído a causa de su osadía! El cosmos de la hermana mayor de Atenea empezaba a tornarse amenazante. Ver en peligro al mortal que ella misma había elegido, le parecía una grave ofensa. —No vine hasta aquí para rogarte nada. Te lo estoy exigiendo… La tensión se hacía cada vez más abrumadora entre las diosas de la caza. —Me decepcionas, amiga. Se ve que olvidaste el orgullo de ser una diosa del panteón griego. No podría olvidar los tiempos en los cuales ambas cazábamos juntas y las demás deidades nos confundían como hermanas… ¿Dónde quedó esa orgullosa pequeña que practicaba con el arco todos los días junto a mí? ¿Dónde quedó esa deidad digna, la cual compartía conmigo el respeto a la belleza de lo natural? —Está justo frente a ti, Mielikki —le respondió la griega con mucha seguridad—, pero hay una diferencia con la egoísta que conociste alguna vez. —¡Yo sé cuál es la diferencia! —le interrumpió sobresaltada la diosa del bosque—. Pude ver ese mismo sentimiento en los ojos de ese humano que estás defendiendo. ¡Estás enamorada! ¡Enamorada de un simple mortal! No sé qué fue lo que hizo ese guerrero para confundir tu corazón, pero no te preocupes, en honor a nuestra amistad, yo misma te haré el favor de destruir ese vínculo que te ata con los humanos. ¡Así regresarás a ser la misma de antes! Sin vacilar, Mielikki alzó nuevamente su puño contra el inconsciente Ícaro, pero en esa ocasión la diosa de la luna la detuvo tomándola del guantelete con ambas manos. El diseño afilado de la protección del brazo consiguió lastimar severamente las manos de Artemisa. Gotas de sangre divina caían sobre el
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco rostro del Ángel. —Pude entenderla, Mielikki. Al fin comprendo a mi hermana —aseguró aún forcejeando con su contraparte escandinava—. Pelear por amor es lo que le da la fuerza. Y ahora, por primera vez, yo también pelearé para proteger a mi Ángel Ícaro. ¡No! —se corrigió—, él es más que uno de mis Ángeles. ¡Es un ser humano llamado Touma! ¡Y en recompensa a su amor y a su esfuerzo salvaré las vidas de su hermana y su amiga! Las emotivas palabras de Artemisa consiguieron desatar la ira de su amiga divina, quien en señal de desprecio se alejó varios metros de ella. —Si tanto aprecias a ese humano, entonces dame tu vida a cambio de la suya —le sugirió Mielikki con cinismo. ellos!
—No me confundas con mi hermana Atenea. Yo no me sacrifico por quienes amo. ¡Yo peleo por
La ira de la finlandesa se desató en mayor proporción. La palabra ‘amor’ articulada por Artemisa y su recién pronunciado desafío, lograron sacarla de sus cabales. —¡¿Amor?! ¡¿Qué derecho tienes tú para hablar de amor?! ¡Tú no has sentido jamás el dolor de ver destruidos los espíritus de tus dos hijos! ¡El amor de una madre es mayor que el cariño que le puedas tener a un simple humano! El cosmos de Mielikki se expandió por primera vez hasta el Último Sentido. La Gran Voluntad que era capaz de desatar un dios era algo completamente abrumador, y más aún si ésta era reforzada por la ira, la nostalgia y el dolor. —¡Demuéstrame que tu amor es más fuerte que el mío! ¡Porque si no me derrotas, acabaré sin vacilar con Touma y con todos los humanos!!! Aquel terrible desafío fue aceptado en silencio por la diosa griega de la luna, quien encendiendo su portentoso cosmos en la misma proporción que Mielikki, materializó sobre su cuerpo su majestuoso Kamui. Por primera vez desde la Era Mitológica se podía contemplar a Artemisa en toda su gloria. —Al lado de mi Armadura Suprema, tu Kamui es un simple trasto —comentó con desprecio la diosa finesa—. Estos ropajes supremos que fueron forjados por un dios bienhechor como Viracocha, son superiores en todos los aspectos a las armaduras de los dioses griegos. —«La voz de Mielikki se quebró cuando mencionó a ese dios inca —notó en silencio la deidad en Kamui—. No es solo la desaparición de sus hijos lo que le duele». Sin decir una palabra, Artemisa extrajo una flecha del carcaj de su armadura y la colocó en el arco dorado que había aparecido en sus manos. La deidad finesa la imitó y cargó una de sus flechas plateadas en Väinämöinen. El terreno de la Maravilla Suprema había sido reforzado por su creador, Brahma, con el objetivo de que los embates cósmicos que se dieran en él, no lo dañen en gran proporción. Si este no hubiera sido el caso, la fortaleza flotante habría sido destruida en el acto ante la formidable demostración de poder de las dos diosas de la caza. El Último Sentido en su máximo esplendor emanaba por cada célula de las deidades, quienes apuntando al corazón de la otra, ni siquiera se dieron el tiempo de parpadear y solo podían concentrar su mente en un único ataque que definiría su contienda final. Los animales que habitaban el lugar parecieron intuir lo que vendría a continuación, así que por puro instinto se alejaron aterrados de la escena y se refugiaron en los rincones más lejanos del bosque. Una única flecha daría por terminada la lid en territorio escandinavo. El duelo final entre dos poderosas diosas estaba a punto de tener lugar. Los ojos turquesa de Mielikki dejaban escapar una incontable
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Saga: CATACLISMO 2012 cantidad de lágrimas, las cuales se evaporaban al contacto con el metal de su armadura. Artemisa por su parte, también lloraba apesadumbrada, ya que en realidad ninguna de las dos quería hacerle daño a su amiga. —¡Tuulikki, Nyyrikki, en su nombre obtendré esta victoria!! ¡‘EL ÚLTIMO SACRIFICIO DE VÄINÄMÖINEN’!!! —¡Touma, defenderé tu existencia y la de la humanidad con la mía propia!! ¡‘LUZ DE LUNA RESPLANDECIENTE’!!! Concentrando la inenarrable cantidad de energía de sus técnicas magnas, ambas dispararon sus respectivas flechas al mismo tiempo. El cosmos plateado de la deidad en ropaje supremo había abarcado la mitad del Bosque de Luonnotar, mientras que la energía cósmica dorada de su contraparte había cubierto la otra mitad. Conforme avanzaban las veloces saetas, todo rastro de vida vegetal se iba desintegrando en el acto. El simple contacto con la abrumadora fuerza de los kens divinos era suficiente para matar todas las plantas a su paso. Justo en el momento en el que las flechas iban a chocar una contra otra, ambas describieron una veloz espiral y pasaron de largo para seguir su mortal trayectoria. Al final ambas consiguieron su objetivo de impactar su ataque en el cuerpo de su oponente. Tras esto, se produjo un gran destello destructor, cuya expansión fue capaz de derretir toda la nieve que adornaba el bosque sagrado y destruir una gran proporción del mismo. El Templo Sagrado Finlandés se derrumbó sobre sus cimientos al recibir aquella inimaginable cantidad de luz divina. Por su parte, los inconscientes Touma, Marin y Shaina fueron alejados violentamente por la onda de choque. Tras la ola de destrucción, la luz se había disipado para mostrar los estragos que ocasionaron las máximas técnicas de la griega y la finlandesa. Un profundo silencio invadió lo que antes fue el pacífico Bosque de Luonnotar. En medio del lugar de las dos colisiones permanecían las dos diosas frente a frente. Ambas se observaban respirando agitadamente. —Tu ataque… no estaba reforzado solo por el amor a tus hijos —aseguró Artemisa, recuperando el aliento. La flecha plateada se había clavado directamente en el corazón de la diosa griega, atravesando sin problemas su Kamui. —Te felicito, amiga —continuó diciendo la diosa de la luna, intentando disfrazar su dolor con una sonrisa—. Descubriste a último momento un amor diferente al que tienes por tus hijos. Fue precisamente ese sentimiento el que te dio más fuerza y te ayudó a vencerme. Justo en el momento en el que tu flecha impactó sobre mí, pude sentir la presencia de otro dios… la presencia del supremo inca, Viracocha… quien permanece siempre en tu mente y en tu corazón. Mielikki no supo cómo reaccionar ante las palabras de su amiga agonizante, y en señal de pesar simplemente le retiró la mirada. —Para mí esta no fue una victoria, Artemisa —musitó con tristeza al ver que su amiga avanzaba hacia ella, caminando lentamente en actitud digna. Con cada paso que daba la deidad de la luna, una parte de su Kamui se desintegraba, convirtiéndose en brillantes partículas de luz blanca. A pesar de que su sangre divina teñía su vestido blanco, ella mantenía en su rostro un semblante de paz absoluta. —Mielikki, por favor regálame una última mirada —le pidió la griega colocando la mano con delicadeza en la mejilla de la deidad del bosque, al tiempo que le levantaba el rostro para que la observara—.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Fue un honor haberte conocido y tenido como amiga. Si el sacrificio de mi vida sirvió para hacerte recapacitar, todo valió la pena. —Artemisa… yo… La finlandesa no pudo articular sus palabras. Su amiga se despidió en silencio con una mirada amistosa, para luego darle las espaldas y alejarse caminando serenamente entre los árboles. Al verse sola, la diosa malherida tenía una sola cosa en mente: Encontrar al humano que se había ganado su amor. Y aunque con cada paso que daba, la flecha clavada en su pecho le desgarraba dolorosamente el corazón; Artemisa prosiguió su marcha por una pronunciada pendiente. En medio de su calvario, se encontró con la inconsciente Shaina. Su armadura dorada estaba en gran parte destrozada, al igual que el físico de su portadora. —Esa Guerrera Dorada se enfrentó sola con Mielikki y sobrevivió para contarlo —resaltó para sí—. Puedo notar además que mi amiga utilizó su técnica sobre ella. Sería una pena que una vida tan valiosa se pierda así. Mientras sus sentidos físicos la iban abandonando, Artemisa se percató de que a la Amazona le quedaban pocos minutos de vida a causa de un poderoso veneno. Su única opción fue verter una generosa cantidad de su sangre divina sobre la mujer de cabello verde. —«Espero que eso sea suficiente para purificar tu cuerpo, Amazona de Atenea —reflexionó alejándose de ella y prosiguiendo su tormentosa marcha—. Tu responsabilidad todavía es grande como guerrera protectora de mi hermana menor». Tras varios minutos de avanzar entre la incertidumbre y la desesperación, Artemisa consiguió dar con Touma. El Ángel parecía dormir a la sombra de uno de los pocos sauces que todavía se mantenían en pie. Ver a Ícaro rodeado de flores, siendo bañado por un resplandor divino, logró conmover a la deidad de la luna. —Mi querido Touma —le susurró tras arrodillarse a su lado y acomodarlo delicadamente en su regazo—. Tú bien sabes que no te escogí por tu fuerza. Fuiste el único que elegí entre todos los mortales porque lograste cautivar mi corazón… Miles de recuerdos golpearon repentinamente su mente en forma de una secuencia de imágenes. Lágrimas emergieron espontáneamente de sus ojos color miel al evocar tales memorias. Hace muchos años, la vida de la orgullosa Artemisa en el Olimpo se había convertido en una hastiante rutina, así que quiso alejarse de ella descendiendo a la Tierra. Su objetivo era observar un poco a la humanidad de la que se había alejado tanto. Por desgracia lo que vio en el planeta no fue más que egoísmo, maldad, violencia y dolor. En medio de aquel hostil mundo, un solitario joven resaltó ante sus ojos por su valor, lealtad y determinación. Touma no desistía en ver plasmado su más anhelado deseo: encontrar a su hermana mayor. Fue precisamente durante su búsqueda, cuando ambos se encontraron por primera vez debido a azares del destino. Artemisa disfrutaba de una tranquila caminata por el bosque. Tan abstraída estaba en observar las bellas mariposas que sobrevolaban las flores, que no se percató de la presencia de un enorme oso que intentaba atacarla. En medio de su confusión, la diosa apenas notó que había sido rescatada del zarpazo de la bestia por un joven de cabello castaño. Ignorando la identidad divina de la dama, Touma la había tomado en brazos y alejado de la agresión. Para ella el contacto humano le era completamente desconocido, pero en aquella ocasión le pareció sublime sentir la calidez que le ofreció el cuerpo del mortal. Por primera vez en toda su existencia se sintió protegida y reconfortada por los acogedores latidos de corazón de un humano.
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Saga: CATACLISMO 2012 Tras amansar a la bestia con su poder divino, la deidad había revelado su naturaleza de diosa y le había ofrecido a Touma un puesto privilegiado a su lado. La oferta de convertirse en el Ángel de una deidad le pareció la oportunidad perfecta para obtener el poder de encontrar a su hermana, así que la aceptó sin dilaciones. Los años pasaron y el vínculo de confianza que ambos tenían se hacía más fuerte. Y aunque aquel contacto que tuvieron en su primer encuentro no se volvió a repetir, la diosa siempre anheló encontrarse nuevamente en brazos de su protector, aunque su orgullo divino no le permitía admitirlo. Pero el orgullo había quedado atrás en aquel momento crítico. En ese momento era la diosa de la luna quien tenía entre sus brazos a su Ángel en un afán de protegerlo. —Es curioso como un detalle, que quizás parece tan pequeño, logró conmover mi entonces frío corazón. Un simple contacto con tu calidez me prendó de ti. Y solo ahora que es demasiado tarde te lo puedo confesar con libertad. Lágrimas de amargura y tristeza se entremezclaban con la sangre que no dejaba de fluir por su herida de flecha. —Nunca te di las gracias por estar siempre a mi lado —le susurró, haciendo a un lado el cabello que le cubría la frente, al tiempo que le retiraba el antifaz metálico para observar mejor su cara—. Touma… mi amado Touma… Cómo me habría gustado ver tus hermosos ojos azules por última vez… pero al menos la última imagen que contemplaré será la de tu rostro… Gracias por… hacerme conocer… la felicidad del amor… Adiós… Touma… Con las últimas fuerzas de su cuerpo físico, Artemisa rodeó con los brazos al humano a quien amó y cerró los ojos para siempre. Tras evocar su nombre con su aliento final, Artemisa dejó de existir reconfortada en un tierno abrazo. La diosa finlandesa llegó a la sombra de aquel sauce y con frialdad observó la imagen de su amiga inerte, la cual sostenía con fuerza al humano aun después de su deceso. —«Su rostro… Nunca la había visto tan feliz… —reflexionó, suavizando un poco sus facciones—. Acepto con honor que al final tu amor resultó ser el más fuerte». La flecha dorada que había disparado Artemisa se materializó de repente, clavándose limpiamente en el corazón de Mielikki. Ni siquiera la protección de su Armadura Suprema logró detener la fuerza con la que arremetió la mortal sagita. Ante su incredulidad y el intenso dolor de la herida, la deidad finlandesa dejó caer el peso de su cuerpo y armadura sobre una rodilla, a la vez que apoyaba los brazos en su arco a manera de bastón. Las fuerzas la abandonaban a causa de la fatal herida. —Me costó la vida comprender sus motivos para luchar. Artemisa, Shaina, Marin, Touma… gracias por ayudarme a entender sus sentimientos de amor puro. Es una lástima que sea demasiado tarde para mí… La flecha cargada con tan inmensa cantidad de cosmos divino, consumía poco a poco la vida de su cuerpo físico. Su espíritu divino también se hacía cada vez más débil. En sus últimos instantes de existencia, la imagen de la deidad inca que la había cautivado apareció en su mente, lo cual provocó que sonría por primera y única vez en toda su existencia. Aquella sonrisa, aunque sincera y cálida, estaba llena de tristeza. —Habría sido lindo… morir protegiendo a quien amé… Al final… dejaré de existir en la absoluta soledad… sin mis hijos… sin mi amiga y… sin ti, Viracocha… El brillo de sus hermosos ojos turquesa se opacó para siempre mientras sus párpados se iban cerrando. Mielikki murió en la posición en la que había caído, tras derramar una incesante cantidad de lágrimas.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco La sangre que brotaba de su pecho pareció expandirse a gran velocidad por todo el territorio finlandés, restaurando milagrosamente toda la vida vegetal que fue destruida por las dos técnicas divinas. Plantas, árboles y flores renacieron a vertiginosa velocidad con el simple contacto de la sangre divina con la tierra. Cuando el silencio y la tranquilidad reinaron en el lugar, todos los animales que se habían refugiado en el bosque dejaron sus escondites y con cautela se acercaron y rodearon el cuerpo de Mielikki. Los cientos de criaturas parecieron intuir la desaparición del cosmos protector de su diosa, así que al verla inerte e inmóvil, exclamaron dolorosos lamentos que inundaron todo el Bosque de Luonnotar. Desgarradores aullidos y bramidos de lobos y osos lloraban la muerte de su diosa. De igual manera, el cantar de las aves parecía entonar un triste réquiem por su deidad desaparecida, mientras decenas de mariposas se posaban delicadamente sobre el metal reluciente de su armadura. La luz plateada del Calendario Maya se apagó.
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CAPÍTULO 27 ¡ENCUENTRO DIVINO! EL ULTIMÁTUM DEL TERCER DIOS
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco
==Maravilla Suprema, Jardín de K’uen-Luen== A lo lejos de un extenso jardín se erguía una gigantesca torre de estilo arquitectónico oriental. Aquel monumental edificio imitaba perfectamente a la legendaria ‘Torre de Porcelana de Nanking’, la cual había impactado al mundo durante la dinastía Ming en el siglo XIX. La cima de aquella pagoda consistía en una enorme recámara, adornada con tejas de fina cerámica ordenadas a manera de mosaico. La imagen de la creación mitológica china era representada en el techo de baldosa visto desde el interior. En el balcón de aquella habitación se encontraba una solitaria mujer ataviada en una elegante túnica de seda blanca adornada con encajes rosas. La dama contemplaba el firmamento en medio del que levitaba el imponente Calendario Maya. La hermosa dama de nacarada piel y delicados rasgos orientales mantenía su serena mirada rosa clavada sobre la piedra circular, al tiempo que una ligera corriente de viento acariciaba su largo cabello lacio de tonalidad marrón claro. La deidad creadora en la mitología china, la diosa Nü Wa, se caracterizaba por ser la más pacífica y tranquila entre los diez dioses de la Alianza Suprema. Rasgo de su personalidad que resaltaba en la expresión de su rostro. La diosa oriental habría sido capaz de transmitir paz infinita a cualquier mortal con tan solo una sonrisa. —«Faltan pocas horas para la fecha señalada en la roca lunar —meditó Nü Wa, ensimismada en la hipnotizante figura del Calendario—. La Tierra será un lugar perfecto cuando la humanidad deje de existir y sea reemplazada por la nueva especie, a la cual los mismos dioses otorgaremos la prosperidad del planeta». La deidad castaña no pudo evitar sentir una profunda emoción, al ser ella quien crearía y daría nacimiento a esta nueva especie dominante. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro. Pero su semblante sereno fue pronto alterado cuando vio la luz plateada de la roca apagarse… Aunque Nü Wa mantenía aquella sonrisa en su faz, esta ya no transmitía paz, sino un hondo pesar. Un par de lágrimas nacieron de sus ojos rosados. —Primero fue Viracocha… y ahora Mielikki —susurró ella para sí—. No entiendo por qué Atenea y sus Caballeros se empeñan tanto en evitar la purificación íntegra del planeta que tanto quieren proteger. Impulsada por su desconsuelo, la diosa china dejó el balcón de su templo y se dispuso a abandonar presurosa el mismo. En sus pensamientos solo estaba presente la idea de no permitir que otro de sus aliados sea derrotado por los humanos. —No permitiré que una deidad débil como tú, ponga un pie fuera de este lugar —intervino una fuerte y autoritaria voz masculina, haciendo eco en el gran vacío de la recámara—. Si te enfrentas a los Santos de Atenea dejándote llevar por sentimientos humanos, serás derrotada en el acto. Nü Wa se sobresaltó al escuchar la potencia de aquella atronadora aseveración, y más al reconocer el agresivo cosmos de quien la había pronunciado. —Si planeas detenerme, entonces muéstrate ante mí y al menos ten la decencia de encararme por primera vez —desafió la deidad asiática con su habitual calma. La temperatura en la habitación principal del Templo Sagrado Chino subió repentinamente incontables grados. Cualquier humano normal habría perecido sofocado ante aquel fatal calor.
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Saga: CATACLISMO 2012 Tras tornarse el espacio entero en una intensa tonalidad roja, una feroz columna de fuego se irguió frente a la diosa, deteniéndola en seco. Cuando las llamas se disiparon revelaron una imponente figura de aspecto humanoide. —¿Qué pretendes en mi territorio, Ra? El cuerpo físico del supremo dios egipcio lucía como el de un espigado hombre adulto de piel cobriza, severas facciones y amenazante mirada encendida en un fuerte anaranjado, la cual era resaltada por una corta cabellera de color rojo intenso, que había sido estilizada en puntas hacia arriba. Su musculoso cuerpo era ataviado por una hermosa túnica adornada por complejos bordados con símbolos egipcios. Ra frunció el ceño acentuando sus pobladas cejas, para luego clavar una furiosa mirada sobre su aliada divina. No obstante, aquellos iracundos ojos no consiguieron intimidarla. Ella había levantado el rostro en actitud digna y mantenía sus pupilas rosas posadas sobre el rostro del irascible dios. —Te lo preguntaré una vez más: ¿Qué pretendes al entrar sin permiso en mi templo? —insistió la deidad castaña rompiendo el silencio que reinaba tras la aparición de su compañero. —Ya te lo dije, niña china —le dijo agresivo el dios a manera de burla—. Conociendo tu carácter voluble, imaginaba que te dejarías llevar por tus impulsos como los otros dos. Veo que no me equivoqué, porque a pesar de ser una diosa tan poderosa como yo, eres propensa a tener las mismas debilidades que mostraron Viracocha y Mielikki. El aura roja que cubría la habitación se concentró toda alrededor del egipcio, provocando que incluso la misma Nü Wa se sienta abrumada ante tan indescriptible cantidad de calor. —Respeta el recuerdo de nuestros dos compañeros caídos —ordenó ella con una voz más fuerte—. Ambos desaparecieron en batalla por ver cumplidos los objetivos de toda la Alianza. —¡Te equivocas, Nü Wa!! —le interrumpió implacable él—. ¡Viracocha y Mielikki dejaron de existir porque fueron débiles! ¡Y esa debilidad nació porque cometieron el error de desarrollar sentimientos similares a los humanos! La expresión de la aludida cambió de un tranquilo semblante a uno un poco más serio. A pesar de ser amplia la diferencia de sus estaturas, la diosa no se amedrentaba ante el porte imponente del dios africano. Sin vacilar continuó encarándolo con convicción. —Los sentimientos no son una debilidad como aseguras, Ra. Y te lo demostraré encontrándome y dialogando con Atenea. Conseguiré que ella desista de su invasión y así evitaremos más derramamientos de sangre divina. Porque aunque los objetivos de ambas sean distintos, nos parecemos bastante y por eso estoy convencida de que podemos llegar a un acuerdo. Sé que puedo convencer a Atenea de que el ciclo de la humanidad terminó y que el bienestar de todos los seres vivientes del planeta está sobre el de una sola especie que además pone en peligro la existencia de las demás. Las palabras de la diosa provocaron la estridente y burlona risa del egipcio, a quien el recién pronunciado discurso le pareció algo ridículo. —Eres una ilusa. Todo esfuerzo que hagas fuera de esta habitación será inútil, porque a pesar de ser una poderosa diosa… Ra hizo una pausa y arqueando una ceja observó con cierto desprecio a su aliada. —A decir verdad, la única razón por la que te aceptamos en esta Alianza es porque insististe tanto en dar nacimiento a la nueva especie que reemplazará a la humana. ¡No nos sirves para nada más, porque ese es tu único rol! ¡Así que olvídate de esa idea estúpida de participar en la batalla, porque los demás dioses y Guardianes acabaremos con la amenaza que representan los Santos de Atenea!!
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco de ira.
Por primera vez en toda su existencia, la pacífica Nü Wa vio su espíritu alterado por ligeros atisbos
—No me conoces, Ra —manifestó ella con un tono más riguroso—. Aunque soy una diosa que no batalla, sabré desenvolverme perfectamente en la lid en caso de ser necesario. Así que apártate de una vez de mi camino. El supremo egipcio rió por segunda ocasión, esta vez con más ímpetu e ironía. —Esos lindos ojos rosas que te dio Yggdrasil todavía se mantienen llorosos —comentó él observándola divertido y acercándose hasta estar a pocos centímetros de la dama. Toscamente le acercó la mano al rostro y con sus dedos tomó varias lágrimas que resbalaban por el terso rostro de la deidad asiática, quien se vio por primera vez intimidada y enmudecida al sentir el contacto quemante de la piel del dios, pero ni siquiera en esas circunstancias mostró debilidad y con solemne actitud siguió observando sus ojos anaranjados sin siquiera parpadear. —No… te atrevas a tocarme nuevamente… —renegó la dama desencajando sus facciones con una ligera expresión de disgusto. —Tú no eres como Atenea… —aseguró el dios pelirrojo dejando la ironía a un lado, para reemplazarla por una seriedad poco habitual en él—. Eres débil. Eres débil como los otros dos que ya fueron derrotados. Deja de actuar como una niña y limítate a crear la nueva especie, tal como tú misma quisiste desde un principio. Con la misma actitud digna, Ra se alejó de su compañera y le dio las espaldas dispuesto a dejar la habitación. —No te vayas a mover de aquí, Nü Wa… —le sugirió con su característico hablar lleno de superioridad, observándola de reojo—. Deja que mis Guardianes y yo nos encarguemos de esto. La diosa intentó refutar la decisión de la deidad africana, pero él enseguida la calló continuando su explicación: —La humanidad sin duda tiene muchas fortalezas y debilidades. Teniendo en cuenta esa premisa, para acabarlos definitivamente uno simplemente tiene que destrozar de raíz sus fortalezas. Y eso es precisamente lo que haré ahora mismo… Aunque falten solo unas pocas horas para el comienzo del Cataclismo, ya no puedo esperar más para castigar la osadía de los humanos —a Ra se le formó un nudo en la garganta antes de pronunciar sus siguientes palabras—. Porque aunque no me creas, yo también les tenía cierta estima a Viracocha y a Mielikki. Así que en nombre de ambos, acabaré con la existencia de millones de vidas a cambio de las suyas… —¡Espera una momento, Ra! —lo atajó ella sobresaltada—. ¡No debes actuar de manera egoísta e imprudente! ¡Tú sabes bien que los planes de la Alianza Suprema son…! —¡Basta, Nü Wa! Tú también pensabas actuar por tu cuenta, así que no tienes la calidad moral para intentar detenerme. La regañada se contrarió con lo dicho por su compañero. En silencio se limitó a apretar los dientes para contener las palabras de ira que nacerían de sus labios. Mientras tanto, el dios continuaba su arrogante marcha hacia la salida, pero justo cuando estaba a punto de abandonar la sala, se detuvo al recordar algo más que quería decirle. —Prométeme que… no dejarás este templo —le pidió titubeando, pero sin perder el tono arrogante de su voz. La diosa china se encontraba visiblemente enojada. Una deidad tan calmada y pacífica como ella había sido exasperada en extremo por la actitud testaruda de su aliado.
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Saga: CATACLISMO 2012 —¡Márchate de una vez de mi templo, egipcio!! —le exigió encendiendo en gran proporción su magno cosmos rosa—. ¡Puedes estar feliz porque no saldré de esta habitación! ¡Por tu parte tú puedes hacer lo que te venga en gana! Primero Ra rió entre dientes, pero no pudo contener por más tiempo una sonora carcajada, la cual, a diferencia de las anteriores, no se escuchaba burlona ni despectiva. —¡Definitivamente me equivoqué contigo, niña china! ¡Me encantó conocer tu lado fuerte! —le comentó volteándose, sin poder detener su risa de emoción—. ¡Esa es la actitud que debe mostrar una diosa fuerte como tú! ¡Deja la bondad y la calma para los humanos! Regalándole una gran sonrisa de satisfacción, Ra desapareció tras la misma estela de fuego entre la que había aparecido. Por su parte Nü Wa no podía quitar el enojo de su semblante. —¡No lo soporto! ¡Ra es un desconsiderado y un necio! ¡Es la primera vez en toda mi existencia que alguien me hace perder así la calma!!
==Ruinas del Santuario de Atenea== A Mar pareció no importarle lo grave de la situación en ese momento. La chica se dejó llevar por el frenesí de recuperar su capacidad de caminar, y no era para menos. Su recién despertado cosmos había causado que su maltrecha silla de ruedas se convierta en parte de su pasado. Con alegría infantil la muchacha corría, saltaba, daba piruetas en medio de lágrimas de felicidad. Kiki se limitó a observarla con una incómoda sonrisa, pero a la vez se sintió satisfecho de ver tan feliz a la joven que lo había salvado. Y aunque en su cabeza no estaba seguro del porqué de la presencia de la cloth de Coma Berenices y su posterior aceptación de Mar como Guerrera de Atenea; el joven lemuriano se dejó llevar también por la alegría de la muchacha de cabello negro en trenza. —¡Oye, Mar! —la llamó el castaño, deteniendo la jubilosa carrera de la chica—. ¿Me ayudarías a buscar algo por aquí? —¡Claro que sí, señor Caballero! —respondió enseguida ella con entusiasmo—. Ahora somos compañeros, ¿cierto? —Pues, creo que técnicamente eres una Guerrera de Atenea. Por lo que veo, te has convertido en la propietaria original de una cloth, y ella está despertando en ti un cosmos propio —explicó reflexivo el Santo—. Y por cierto, no me llames ‘señor Caballero’, puedes decirme Kiki con toda confianza —le exhortó con una amable sonrisa. —Está bien, señor Kiki. Ambos jóvenes se pusieron en la tarea de inspeccionar los escombros de lo que antes fue el Templo de Aries. Kiki le había explicado a la Amazona que había regresado al Santuario para recuperar las herramientas y los materiales necesarios para reparar armaduras dañadas. —Deben estar debajo de todos esos escombros —supuso contrariado el Ariano, al no poder encontrar nada en la superficie de las ruinas. La búsqueda en los alrededores había tomado ya varios infructuosos minutos. —¿Cuáles son los materiales necesarios para reparar una cloth? —preguntó con infantil curiosidad la chica de ojos celestes. —Son elementos muy específicos y raros de encontrar: polvo de estrellas, gammanium y oricalco. Tenía todo en un arcón escondido en los rincones más seguros de mi Templo. Por desgracia, lo más seguro es que fueron destruidos por las técnicas de Viracocha.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —No pierda la esperanza, señor Kiki —lo animó la muchacha, posando tímidamente la mano en el hombro del Santo—. El día de hoy fui testigo de un maravilloso milagro gracias a esta armadura que estoy vistiendo. La fe en momentos difíciles es una de las principales cualidades de los Caballeros. —Tienes razón, Mar. El ánimo de la joven influyó en el muviano, quien en un afán por alcanzar los rincones más profundos de las ruinas de su templo, intentó remover la gran cantidad de piedras que se interponían. Por desgracia, cuando intentó levantar una enorme columna, su todavía lastimado cuerpo le recordó que en ese momento no era más que un humano común intentando realizar una proeza digna de un Santo de Atenea. Sus heridas recientes de batalla se abrieron haciendo doloroso e inútil su esfuerzo. Kiki se sentía frustrado al no poder hacer nada por recuperar los materiales, así que sin decir una palabra, sostuvo una lesión que aquejaba su antebrazo y se sentó cabizbajo sobre los restos de una columna. —Es irónico que hayamos podido derrotar a un dios y, sin embargo, ahora no puedo siquiera levantar una roca —comentó el joven Santo a modo de broma. Ese fue su intento por tratar de esconder su dolor emocional. —No se preocupe, señor Kiki —lo reconfortó su interlocutora con una cálida sonrisa—. Si esta armadura me escogió como su portadora, entonces le demostraré que soy digna de ser su compañera. Tras la alegría de poder caminar nuevamente, Mar se había tomado muy en serio su rol de Guerrera de Atenea. El milagro que vivió en carne propia, más que un privilegio o un regalo divino; le pareció una señal, una razón para proteger a la humanidad por sus propios medios. El usualmente calmado y amable rostro de la joven en ese momento reflejaba una seria convicción, semblante que le dio a Kiki la impresión de que Mar sería capaz de lograr lo que sea que se proponga. Y aunque ella no estaba segura de cómo proceder, no se le pasó por la cabeza siquiera la idea de claudicar en su intento por encontrar los materiales. La misma aura negra que apareció al momento que la armadura vistió su cuerpo, se hizo presente una vez más. La cloth de Caballera de Berenice pareció reaccionar por sí sola a la determinación de su portadora hasta el punto de que algo increíble sucedió: Las placas metálicas que conformaban las protecciones de sus brazos transmutaron en una especie de finos hilos de cabello negro. Aquella infinidad de delgadas hebras metálicas parecían poseer vida propia, ya que se prolongaban y retorcían expandiéndose por toda la Casa de Aries. Para el Santo de Oro fue increíble contemplar por primera vez el poder de una de las cuatro armaduras de material desconocido, ya que cada brillante fibra de cabello era capaz de envolver y levantar una enorme porción de roca, para luego arrojarla sin esfuerzo lejos del lugar. Los cabellos continuaron su meticulosa búsqueda por varios minutos, hasta que grande fue la alegría los Santos de Aries y Coma Berenices cuando el brillante cofre de metal fue desenterrado. Los materiales y herramientas se encontraban intactos en su interior. —¡Excelente, Mar! ¡Lo conseguiste! —la felicitó Kiki, casi abrazando su baúl. —En realidad no era yo quien controlaba esos cabellos —admitió un poco incómoda la chica—. Parece ser que, de alguna forma, esta armadura actúa reaccionando a factores ajenos a mi voluntad. —Cabe la posibilidad que la cloth haya actuado al encontrarse cerca de los materiales. Los metales de los que está compuesta tu armadura debieron armonizar con los utilizados para reparar las mismas. Espero que la armadura de Tauro reaccione también con la mía, así nos será más fácil encontrarla. Al ver a Kiki en tan malas condiciones, Mar se había ofrecido llevar ella sola el baúl de los materiales y la armadura de Aries a sus espaldas. Con mucha seguridad, la muchacha avanzaba cargando ambos objetos como si no pesaran nada.
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Saga: CATACLISMO 2012 Al verla caminando a un paso tan firme, Kiki no pudo contener su curiosidad. —Mar… —la llamó con un poco de recelo—, discúlpame de antemano si soy imprudente pero… ¿Cómo fue que perdiste tu capacidad de caminar? Lo repentino de la pregunta hizo que la aludida se detuviera en seco, para luego girarse y mostrar un triste semblante a su acompañante. —Señor Kiki —titubeó, sonrojándose y encogiéndose de hombros—. Estoy segura de que se reirá de mí si se lo cuento. —Sería incapaz de hacer algo tan cruel —reaccionó comprensivo el Caballero—. Por tu expresión veo que te trae mucha tristeza recordarlo, así que no hay problema si no quieres compartir conmigo esa mala experiencia. A la chica le fue imposible contenerse al ver ese sincero rostro sonriente. Aquella acogedora amabilidad le dio seguridad para hablar. —Pensándolo bien, siento que puedo confiarle mi historia, así que se lo contaré —dijo Mar más calmada—. Hace tres años me encontraba paseando con mi pequeña mascota por las afueras de Rodorio. Mi travieso perrito se escabulló hacia un peligroso camino, el cual era conocido por los frecuentes derrumbes de rocas que tenían lugar en el mismo. Lo peor sucedió y un fuerte deslave amenazaba con caer sobre el animalito, así que no dudé en protegerlo con mi cuerpo y recibir el daño en su lugar. Kiki escuchaba con atención la historia de su salvadora, observándola directamente a los ojos mientras ambos avanzaban a través de las ruinas. La expresión en su rostro era indescifrable. —No me arrepiento de haber sacrificado mi capacidad de caminar —añadió la muchacha con una triste sonrisa—, ya que logré salvar la vida de mi cachorrito. Durante todos estos años me acompañó en los mejores y los peores momentos. Alegrando siempre mis días con su actitud alegre y retozona. Un incómodo silencio se produjo entre ambos tras el relato. —Eres buena chica, Mar —la felicitó al fin el Ariano, revoloteando con la mano en actitud jovial el cabello de la joven—. Sacrificar la propia vida por la de un ser amado es algo digno de admiración. Sí que posees cualidades dignas de un Santo de Atenea. La Amazona de Coma Berenices se dejó llevar por el momento emotivo, disfrutando el instante en el que Kiki revolvía traviesamente su cabello. Ella simplemente se sonrojó y bajó la cabeza sintiendo la calidez de la caricia juguetona de su ahora compañero. La pareja de Santos continuó su recorrido hasta llegar a lo que parecía haber sido alguna vez el Templo de Tauro. El débil brillo y vibración de la armadura de Aries reaccionaba con desesperado ímpetu ante la presencia de aquel object dorado que representaba al Búfalo Dorado. Kiki y Mar encontraron la armadura de Tauro, la cual se encontraba en pésimas condiciones. —Increíblemente la cloth de Zephyrus todavía está viva —musitó el joven muviano con una mezcla de tristeza y esperanza—. Siento que el espíritu de mi amigo aún se mantiene con vida dentro de ella. El Dorado de Aries se arrodilló frente al ropaje de su camarada caído y posó con suavidad su mano sobre éste. Mar observaba en silencio la profunda concentración reflejada en el rostro de su compañero. Kiki se mantenía en un intenso trance, durante el cual se comunicó con el espíritu de la armadura de Tauro. —Ahora lo entiendo, amigo Zephyrus… —dijo al fin el Santo después de varios minutos, esbozando una sonrisa de complicidad—. Veo que ni la muerte ha logrado detenerte en tu intento por proteger a Atenea y a nuestros amigos. Por esa razón quisiste que vuelva al Santuario. Deseas que repare tu armadura porque ya has escogido a un sucesor…
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CAPÍTULO 28 ¡INFIERNO SOBRE LA TIERRA!: EL COMIENZO DEL CATACLISMO
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==Maravilla Suprema, Pirámide de Abu Gurab== El colosal recinto de la deidad egipcia consistía en una gigantesca pirámide, cuya monumental estructura estaba compuesta de sendos bloques de roca lisa, no obstante, había una particularidad en ellos: Las piedras parecían estar compuestas de ardiente magma al rojo vivo, color resaltado, además, por el amplio desierto de arena roja hirviente que rodeaba al edificio. La también llamada Maravilla Egipcia sin duda era la construcción piramidal más grande que ha visto la humanidad en toda su historia. Una ensordecedora explosión golpeó una de las caras laterales del monumento, levantando una gran cantidad de arena. El fino polvo teñía de rojo el aire y cubría completamente la imagen del responsable del ataque al recinto sagrado, quien se sentía satisfecho por haber conseguido su objetivo de abrir una entrada improvisada en el edificio. —Hará falta mucho más que esto para detenerme —afirmó con seguridad el Caballero de Atenea que destruyó una porción de las aparentemente infranqueables paredes de ardiente magma—. El calor intenso nunca ha sido un obstáculo para mí… La arena se asentó y reveló la figura de Ikki de Leo. Residuos de cosmos en llameante anaranjado todavía refulgían sobre el metal de su armadura de oro. Con una mezcla de decisión y confianza, el Santo clavó su implacable mirada en el interior del edificio. Lo que contempló dentro del lugar no logró intimidarlo: Frente a él se presentó lo que parecía ser un indescifrable y complejo laberinto, cuyos pasadizos y recámaras apenas eran iluminados por el débil fulgor de antorchas encaramadas en las paredes. Sin dudarlo, Ikki se aventuró en el interior de la pirámide, debatiéndose en medio de incontables escaleras, pasajes, túneles e incluso pesados portones de piedra. —«Me estoy acercando hacia aquel poderoso cosmos —reflexionó el antaño Fénix, avanzando con cierta dificultad—. Lo sé porque el calor está aumentado y respirar se me hace cada vez más difícil con este aire tan pesado». Un par de minutos habían pasado desde que irrumpió en el templo egipcio, y ya que la paciencia no era una de sus cualidades, decidió que sería más efectivo avanzar usando un método no tradicional. —¡Me cansé de atravesar este laberinto como niño bueno! ¡No perderé más tiempo en los caminos que tratan de imponerme! A pesar de que el mismo Ikki, el guerrero que sanaba sus heridas en el interior del volcán de la isla Kanon; se sentía un tanto sofocado por la abrumadora concentración de alta temperatura, tuvo los suficientes bríos y fuerza física para romper las paredes que se le interponían, abriéndose así paso hacia el lugar en el que había sentido una poderosa presencia desde el instante mismo en el que arribó al desierto en la Maravilla Suprema. Tal como lo hizo con la pared exterior de la pirámide, el Santo de Leo lanzó furiosos puñetazos a los muros del laberinto, destrozándolos al contacto y avanzando a mayor velocidad. —«Sin duda una agresiva aura divina habita este lugar —dedujo Ikki, irrumpiendo violentamente entre paredes y pasajes con su fuerza física llameante—. Una intensa batalla por la supervivencia de la humanidad me espera en el centro de esta pirámide. Sin embargo, no me importa lo fuerte que sea el enemigo que encuentre. Daré incluso mi vida por detenerlo».
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Al atravesar el último muro, el hombre de cabello azul se encontró con la cámara principal de la pirámide. Aquella enorme habitación ubicada en el centro exacto del edificio rebosaba de un exagerado lujo, al ser sus paredes y techo adornados por complejos jeroglíficos esculpidos en oro. Varios sarcófagos abiertos, reliquias e iconografías incrustadas de joyas y metales preciosos abarrotaban el lugar. El Caballero avanzó cauteloso por un camino flanqueado por enormes monumentos que representaban a dioses del panteón egipcio. —«Un ambiente típico de la prepotencia de un dios… Un lugar tan ostentoso como este sin duda es una demostración de la arrogancia y alarde de superioridad por parte del dueño de esta pirámide». Ikki inspeccionó minuciosamente el lugar, pero no pudo encontrar a ningún enemigo, no obstante, aquel inmenso cosmos que lo atrajo se mantenía allí. El Santo prosiguió su búsqueda, hasta que un objeto que resaltaba entre los demás llamó su atención por su apariencia imponente: Se trataba de una portentosa armadura ensamblada a manera de object sobre un pedestal. Las placas de metal desconocido de las que estaba compuesto el glamoroso ropaje brillaban en un ardiente rojo, contrastado con ornamentos anaranjados y dorados. Aquel tótem representaba a una figura humanoide con características de ave mítica, acomodada en una solemne pose. —Es increíble… Esta armadura parece estar ardiendo a miles de grados sin que exista fuego a su alrededor —musitó el sucesor de Leo sin poder retirar su mirada de aquel impresionante object—. Entonces esta es la fuente del cosmos divino y el intenso calor que me trajo hasta este lugar… Sin duda el propietario de este ropaje es un dios… —Efectivamente, Caballero de Atenea —intervino desde el vacío una voz masculina que sonaba un tanto irónica—. Aquel ropaje divino es llamado ‘Armadura Suprema’ por su dueño, el también supremo dios egipcio Ra. Y ya que te encuentras frente a un objeto sagrado, lo lógico es que le muestres respeto haciéndole una reverencia y arrodillándote. —Yo solo me arrodillo ante mi diosa —replicó el aludido con su característica seriedad—, pero si quieres que me incline ante una deidad enemiga, deberás mostrarte y obligarme a hacerlo… Una cínica risa sonó tras el valiente desafío, después de lo cual una espesa bruma negra se hizo presente ante el Santo. —Si tanto quieres verme, no me negaré, humano… Al disiparse la niebla oscura un extraño personaje hizo presencia. Aquella figura humanoide de contextura física normal vestía una bella túnica negra con decoraciones faraónicas doradas, pero lo que más extrañaba de su apariencia era su cabeza. El recién llegado no lucía como un humano, ya que su testa era la de un chacal negro de vivaz mirada. Observándolo con cierto disgusto, Ikki encaró a aquel curioso ser. —No creo que el perro faldero de un dios sea rival para un Caballero de Atenea —comentó Leo cerrando los ojos con arrogancia—. Exijo conocer a la deidad portadora de aquella Armadura Suprema. —Muy gracioso, guerrero —expresó cínico el humanoide, mostrando sus afilados dientes en un intento de sonrisa—. De hecho no me sorprende tu actitud altanera. Hace tiempo que los humanos perdieron el respeto por los dioses. No tienes la consideración de presentarte y aún así intentas siquiera encarar al dios propietario de esta pirámide y de todo el territorio sagrado egipcio. —Mi nombre es Ikki, Caballero Dorado de Leo. —Pues yo soy Anubis, dios egipcio de los muertos. Y lamento informarte que no encontrarás al supremo Ra en este lugar. Soy el único de los Guardianes que está resguardando el territorio de nuestros ancestros.
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Saga: CATACLISMO 2012 Sin previo aviso, el antaño Fénix se puso en la tarea de encender en gran proporción su cosmos llameante. —Espera un momento, Ikki —intentó atajarlo la deidad de rasgos animalescos con su característico sarcasmo—. Ya bastante calor hace en este lugar como para que nos quieras sofocar con tu cosmos. —Me has dicho que eres el único enemigo en este lugar. Así que no tendré consideración contigo. Te aplastaré como a un insecto por más dios que digas ser… Ver aquella agresiva mirada que parecía chispear llamas clavada sobre él, estremeció hasta la última de las células de Anubis, pero aún así no perdió la calma. —Ustedes tan impulsivos como siempre. Por eso los dioses de la Alianza Suprema se han empeñado tanto en destruirlos. En estas circunstancias ni siquiera vale la pena desperdiciar mi poder divino para darle una lección a un simple humano. —¡Pues te demostraré lo que puede hacer este ‘simple humano’!! nente.
La ira del Santo de Oro se había desatado, y más aún cuando escuchó reír burlonamente a su opo-
—Vaya, creía que al menos los guerreros de la orden más poderosa de Atenea podían controlar sus ímpetus —manifestó el egipcio dando un burlón suspiro de decepción—. ¿Podrías calmarte un poco? Mi intención no es pelear contigo. Al menos por ahora… Aunque Ikki seguía enojado, se las arregló para calmarse cerrando ambos puños y apretando los dientes. —¿Entonces qué pretendes, Anubis? —Nada en particular. Solo quería ver la cara de desilusión del primer humano que se atrevió a poner un pie en territorio egipcio, quien después de tanto esfuerzo para llegar a este lugar, solo se encontró con la armadura de la deidad que rige en este territorio. El dios de cánidas facciones casi no podía contener su mordaz risa. —Son tan estúpidos y predecibles —añadió gesticulando—. Nunca previeron que uno de los tan poderosos Caballeros Dorados, caería directamente en la trampa de Ra. —¡Trampa! —¡Exactamente, Ikki! No fue coincidencia el que Ra haya decidido dejar su Armadura Suprema en este lugar. Él sabía que cargar su ropaje con una pequeña porción de su cosmos lograría distraer la atención de Atenea y sus Caballeros. El antecesor de Fénix enmudeció al saber que solo una mínima parte del cosmos de Ra se encontraba en el interior de su armadura. Intentando ocultar su sorpresa e imaginando lo poderoso que podría llegar a ser el supremo egipcio, entrecerró los ojos y frunció el ceño observando con furia a Anubis. —Ra no se equivocó al afirmar que todos ustedes eran como moscas abalanzándose sobre la carroña. ¿O acaso creían que los dioses construirían la Maravilla Suprema sobre el Santuario de Atenea por simples azares del destino? ¡Ellos sabían que ustedes no dudarían un segundo para ascender hacia aquí! ¡Ese estúpido sentido de justicia que tienen, los obliga a actuar de la manera más imprudente! —Entonces… ustedes querían que invadamos esta fortaleza para que… dejemos la Tierra desprotegida… Ikki no podía salir de su incredulidad. Instintivamente se llevó la mano a la cabeza al saber que no solo él, sino también todos sus compañeros Dorados y su diosa habían cometido un grave error.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —¡Te has dado cuenta, Caballero de Oro! ¡Ahora mismo Ra y sus Guardianes se encuentran en la Tierra, mientras tú estás perdiendo valioso tiempo en esta pirámide! ¡Probablemente un país entero ya ha sido destruido por las deidades egipcias!! La potente risa malintencionada de Anubis invadió la totalidad de la cámara sagrada. Ver a aquel humano con esa expresión de asombro no tenía precio para él. Y no era para menos, era poco común ver al Santo tan abstraído en un torbellino de confusas ideas. Su única reacción en ese momento fue darle las espaldas a su interlocutor y caminar con un porte solemne hacia la salida. Solo una idea al azar lo detuvo y lo obligó a observar de reojo al Guardián. —Anubis, si piensas interponerte en mi camino te recomiendo que lo hagas ahora mismo. Porque cuando me encuentre con ese tal Ra, lo acabaré sin piedad. —Pero qué humano más atrevido —contestó la deidad con un tono más serio y amenazante, al tiempo que se colocaba a un lado del rival—. Enfrentarse solo contra Ra es prácticamente un suicidio. Pero ya que tanto ansías luchar, no te preocupes, ya que a su tiempo yo mismo me encargaré de devorar tu cabeza sin contemplaciones, pero no es ni el momento ni el lugar. Ya bastantes estragos has ocasionado en este recinto sagrado como para que iniciemos una inútil batalla que destruya más objetos divinos. Te veo en la Tierra, humano… Tras la desafiante despedida de Anubis, Ikki recuperó su semblante habitual y con gran convicción abandonó presuroso el territorio egipcio. Una fulgente luz anaranjada descendió a la velocidad de la luz hacia tierra firme desde la Maravilla Suprema. Ikki pensaba utilizar todo el poder de su cosmos de ser necesario con tal de trasladarse a donde sea que se encuentre el supremo egipcio. —«Bastará solo con que Ra o cualquiera de sus secuaces encienda su cosmos ligeramente… Entonces los encontraré y les demostraré el verdadero poder de alguien que lucha por defender a la humanidad».
*** El sol hacía su lenta aparición en el horizonte terrestre. La fecha que marcaba el calendario gregoriano era el 20 de diciembre de 2012. Menos de veinticuatro horas faltaban para que tenga lugar la inminente destrucción de la humanidad y sus creaciones. Fue precisamente la cálida luz anaranjada del sol matutino la que logró colarse entre los párpados entreabiertos de aquel joven trigueño de lisa cabellera plateada. —¿Dónde estoy? —se preguntó un aturdido Evan de Fénix. El ambiente a su alrededor daba vueltas en su confundido campo de visión. A duras penas pudo divisar un tranquilo sendero circundado por varios árboles cuidadosamente colocados. Sus ramas casi tapaban el firmamento y producían una refrescante sombra. —Excelente, pude ascender al Santuario de los dioses con vida —se dijo a sí mismo el Santo de Bronce con orgullo—. Solo espero que esos mocosos también lo hayan conseguido —profirió, refiriéndose a sus compañeros como solía hacerlo—. No puedo sentir sus cosmos por ninguna parte. Tras retomar el control de su capacidad de orientación, Evan avanzó con cautela a través de ese camino compuesto por elaborados bloques de piedra. —«No sé por qué este lugar me parece tan familiar» —reflexionó, explorando el escenario con su mirada de intensa tonalidad roja.
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Saga: CATACLISMO 2012 Mientras más continuaba avanzando, el relativo silencio del ambiente era reemplazado por el sonido de risas y conversaciones. El Santo estaba más que confundido. De entre uno de los arbustos que adornaba el sendero, apareció rebotando lentamente una pequeña pelota de goma. Aquel inofensivo juguete rodó a los pies del Fénix, quien con cautela lo levantó del piso para inspeccionarlo. —¿Pero qué demonios…? —farfulló, frunciendo el ceño al ver la imagen de un gato de caricatura impreso en la circunferencia—. ¿Qué clase de broma es esta? ¿Por qué hay un objeto como este en un lugar sagrado? Evan no había notado que la dueña del juguete estaba observándolo pocos pasos cerca de él. Se trataba de una sonriente niña rubia, quien no pasaría de los ocho años. Ella sostenía varios globos multicolores en una mano. —¿Me devuelve mi pelotita, señor? —le pidió la pequeña, ampliando más su tierna sonrisa, al tiempo que lo observaba con unos brillantes ojos llenos de inocencia. La confusa reacción del aludido fue extender su mano y entregar por inercia el objeto solicitado. Sus indefinidos pensamientos no le permitieron decir palabra. Aquella curiosa situación era sobremanera imprevista. —¡Gracias! Es usted un chico muy lindo. Tras decir esas palabras, la niña se alejó corriendo alegremente entre el mismo arbusto del que había salido la pelota. —¡Espera, pequeña! —reaccionó tardíamente el Fénix al verse solo. Sin pensar en las consecuencias, Evan se abrió camino entre las plantas para encontrarse pisando una extensa alfombra de pasto, la cual circundaba una pequeña laguna. El joven de cabellera platinada quedó boquiabierto al notar que habían muchas más personas en aquel lugar. Algunos corrían por ese parque en ropa de ejercicio, otros paseaban a sus mascotas, familias enteras caminaban despreocupadas en esa agradable y soleada mañana de jueves. —No estoy… en el territorio de los dioses… —murmuró para sí el impactado Caballero, reconociendo aquel escenario. Cuando levantó la mirada, Evan contempló tras los árboles una gran cantidad de edificios modernos. En medio de su shock, el Santo apenas pudo notar el sonido de la agitada urbe que rodeaba aquel parque. —Estoy en… mi país… esto es Estados Unidos… A pesar de encontrarse en pleno invierno, el país norteamericano disfrutaba de un clima primaveral. Para todos sus habitantes el porqué de este hecho era algo inexplicable, ya que ninguno sabía que hace varios días, las condiciones climáticas en todo el planeta habían variado como antesala al cambio de época anunciado por Quetzalcóatl en su profecía y calendario. Los estadounidenses aprovecharon el ambiente favorable, para cambiar su rutina de cada año para cuando la Navidad estaba cerca y, alegremente salieron a disfrutar del inusual sol que bañaba sus ciudades. Aquella urbe en particular se veía más viva que nunca con bulla de los autos, la aglomeración de personas, las luces artificiales, el aroma de los ‘hot dogs’ recién cocinados. Factores combinados que le parecieron tan desconocidos al nuevo Fénix, ya que hace un buen tiempo había dejado su vida de comodidades, para seguir su objetivo de convertirse en Santo de Atenea. Casi sintiéndose en un sueño, el joven caminó sin rumbo en medio del animado parque. Las personas que lo observaban, lo hacían con notoria curiosidad. Para ellos resultaba llamativa y estrafalaria la armadura de bronce que cubría el cuerpo de aquel muchacho trigueño.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco De repente, su aparente sueño se convirtió en pesadilla. El diáfano cielo celeste se tornó en una intensa tonalidad escarlata, color inédito que consiguió despertar la incertidumbre y el temor de los miles de espectadores de tan perturbador fenómeno. —No… puede ser —balbuceó, bañada su frente de sudor frío, producto de un miedo irracional—. ¡¿Qué son estos cosmos gigantescos que han llegado a este lugar?! La pequeña laguna del parque empezó a agitarse con violencia. Feroces burbujas gorgoteaban en su superficie, haciendo evidente que el agua estaba hirviendo a temperaturas inconmensurables. El calor ascendió a niveles casi insoportables. Después de que el potente terremoto provocado por Viracocha aterrara al planeta entero, las cosas se habían calmado un poco en el mundo. Pero otra señal apocalíptica se había hecho presente, así que en la mente de todas y cada una de las personas, el tan temido Fin del Mundo había comenzado un día antes de lo profetizado. El pánico irracional se apoderó de todos los asistentes, quienes haciendo caso a su instinto de supervivencia, echaron a correr en medio del caos. Su desesperación fue mayor al ver que la mayoría de árboles se incineraba espontáneamente… En medio de aquel infierno sobre la Tierra, Evan se quedó solo, paralizado por un profundo terror. —Es solo un Caballero de Bronce —dijo con desprecio una irónica voz masculina desde la nada—. ¿En serio era necesario que los tres nos enfrentemos a él? —No podemos negarnos a las órdenes de Ra —lo secundó una voz femenina, también desde el vacío—. Y tú mejor que nadie lo conoce cuando se enfada por una desobediencia. —Dejen la plática para después —los reprendió con autoridad una tercera voz cavernosa, la cual sonaba más rigurosa que la de sus compañeros—. Ahora mismo estamos lejos de nuestra tierra de origen, así que debemos acabar con cualquiera que se oponga a nuestra invasión del país más poderoso del mundo. Nadie puede evitar que reduzcamos a cenizas todo este lugar. A una velocidad increíble hicieron presencia tres figuras humanoides vistiendo magníficas armaduras de aspecto faraónico. Los recién aparecidos se colocaron estratégicamente para rodear al confundido Santo de Bronce. Se trataba de las reencarnaciones de los dioses egipcios Anubis, Isis y Horus…
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Saga: CATACLISMO 2012
CAPร TULO 29 ยกAMENAZA DIVINA! LOS TRES GUARDIANES EGIPCIOS
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco
==Ruinas del Santuario de Atenea, Restos de la Casa de Tauro== Kiki observaba con orgullo el ropaje de su amigo caído. Ver aquel toro dorado le recordó el gran valor y sacrificio del poderoso Santo llamado Zephyrus. La armadura dorada de Aries a espaldas de Mar vibraba con más ímpetu al encontrarse cerca del object de Tauro. —Increíble… No es solo la armadura de mi amigo la que ansía socorrer a nuestros compañeros en la batalla —declaró sorprendido el joven castaño, mientras la chica colocaba juntos ambos ropajes dorados dañados—. Ambas armaduras desean ascender hacia el Santuario de los dioses. Tal parece que incluso mi cloth de Aries ha elegido a alguien para portarla momentáneamente. Ella sabe que en las condiciones en las que me encuentro no podría utilizarla en este instante, pero aún así quiere seguir apoyando a otro de nuestros amigos. —Es increíble la voluntad que posee cada una de las armaduras —intervino la Guerrera de Coma Berenices, contemplando sorprendida los ligeros destellos de cosmos dorados que bañaban ambas cloths—. Es una lástima que se encuentren en tan mal estado después de la batalla contra ese dios que destruyó el Santuario… —Aunque mi cosmos se haya apagado, todavía poseo las habilidades necesarias para reparar ambas armaduras. Gracias a que pudiste encontrar mis materiales, los Santos de Aries y Tauro regresarán para proteger a la humanidad. La gran emoción con la que Kiki pronunció estas palabras provocó el rubor en el rostro de la muchacha de cabellera negra. —Ahora solo hace falta una cosa más para empezar la restauración —añadió él con un tono serio—. Debo verter la mitad de mi sangre sobre ambas cloths… Tal aseveración consiguió alarmar sobremanera a la chica, quien no dudó un segundo para protestar la decisión del Santo de Oro. —¡Señor Kiki! ¡No puedo permitir que haga tal cosa! ¡Su condición actual no es nada buena! ¡Entienda que si pierde más sangre, no solamente no tendría fuerzas para sostener sus herramientas, incluso su vida podría correr peligro! Kiki casi no le prestó atención a las advertencias de su compañera. En actitud digna le dio las espaldas y arremangó la vestidura que cubría su muñeca. Estaba dispuesto a cortar sus venas. A Mar sin duda le molestó la actitud desconsiderada del joven, pero más que esto, temió por su bienestar. Dándose cuenta de que su orgullo de Caballero no le permitiría escuchar razones, la chica adelantó su marcha y se colocó frente a él impidiéndole el paso hacia las armaduras. Con unos ojos celestes a punto de derramar lágrimas, se le plantó con decisión. —Me… me costó mucho salvarle la vida, señor Kiki. No deje que mi esfuerzo sea en vano —le pidió casi a manera de súplica—. Desde que… esta armadura me escogió como su portadora, yo sabía que tendría un rol importante en la protección de personas inocentes. Y ahora que también soy una Guerrera de Atenea, estoy dispuesta a dar toda mi sangre de ser necesario para que usted repare las armaduras. Las palabras de la joven conmovieron al Caballero, quien con tristeza, simplemente le retiró la mirada.
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Saga: CATACLISMO 2012 —Aprecio tu esfuerzo por salvarme… pero mi deber está sobre mi vida… Además, no dejaré que te hagas daño por mi causa… Enjugando algunas lágrimas que dificultaban su visión, la doncella retiró la protección de uno de sus antebrazos e imitando los movimientos anteriores de su acompañante, intentó herir su muñeca para provocar el sangrado. —¡Oigan, ustedes dos! ¡No hagan cosas imprudentes!! Aquella providencial intervención detuvo las intenciones de la chica, quien junto con Kiki se volteó para ver a quien la había pronunciado. Se trataba del Santo de Plata Jabú de Perseo, quien a duras penas había llegado a escena. Y aunque el Caballero lucía una apariencia lamentable al estar su armadura destrozada y su cuerpo golpeado, esbozaba una gran sonrisa. —Vaya que la nueva generación de Santos actúa solo siguiendo su corazón. Siendo un Caballero Dorado deberías darle un mejor ejemplo a tu joven e impulsiva compañera. ¿No crees, Kiki? —inquirió el antaño Unicornio a manera de broma. —¡Señor Jabú! ¡Qué alegría verlo con vida! —¡Así es, Kiki! ¡Estamos más vivos que nunca! ¡Ni siquiera un dios pudo acabar con los poderosos Santos de Plata! El Dorado de Aries se le encendieron los ojos de júbilo al ver la lenta aparición de sus compañeros. En su mente había lamentado la muerte de los seis tras el impacto de las cuatro técnicas doradas sobre Viracocha. Por fortuna aquel ataque cuádruple solo los había alejado de la escena dejándolos inconscientes. Y aunque los cinco estaban tan maltrechos como Jabú, se las habían arreglado para alcanzar a Kiki y a Mar, siguiendo el recién despertado cosmos de la chica de Rodorio. Ban de Centauro se apoyaba en su camarada Geki de Hércules para avanzar, mientras Ichi de Cuervo y Nachi de Cerbero ayudaban a June de Lira a proseguir la dura marcha. Era increíble ver la alegría en los rostros de los seis plateados. Parecía que no les importaba el dolor de sus heridas.
==Estados Unidos== Aquella ciudad norteamericana se había convertido en un caótico infierno tras pocos minutos de la llegada de las tres deidades egipcias. No solamente el parque en el que se concentraban los cosmos divinos ardía con violencia. Incontables edificios también se incendiaban mientras desgarradores gritos y sonidos de choques y explosiones inundaban el escenario apocalíptico. El cielo rojo cual sangre parecía anunciar el fatal destino que le esperaba al país más poderoso del mundo. Verse en medio de tal caos en su propia tierra y además rodeado de aquellas tres poderosas presencias, desató un paralizante pánico en el joven e inexperto Evan. —Es entretenido ver al tan célebre y poderoso Santo de Fénix convertido en una simple gallinita —intervino divertido el más cínico de los tres, acercándose confiado al aterrado joven. Anubis vestía una impactante armadura negra de diseño faraónico con retoques dorados. La reencarnación del dios egipcio de los muertos se agachó un poco para que el humano lo vea cara a cara. Evan se sobresaltó aún más cuando contempló la apariencia de chacal negro de quien le hablaba. —Se parece bastante al otro guerrero que me encontré en la pirámide de Abu Gurab. Solo que la mirada de este no inspira respeto… sino lástima… —profirió el egipcio, resaltando el desprecio en sus animalescos ojos—. ¡Vamos! ¡No seas cobarde y al menos ten la consideración de presentarte antes de que envíe tu alma a mi Necrópolis!
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco El joven de cabellera platinada no atinó a responder a la exigencia de su peligroso interlocutor. Las piernas le temblaban y un nudo se había formado en su garganta. —¡Anubis! ¡Ya deja de estar perdiendo el tiempo con ese mortal y acábalo de una vez! —expresó autoritario el dios ubicado a la derecha del Santo—. Se nos encargó la aniquilación de esta ciudad y no podemos seguir perdiendo tiempo aquí. Por puro instinto Evan se giró al lugar del que procedía aquella voz cavernosa. Lo que vio lo dejó sin resuello: Ante él se encontraba un alto y fornido guerrero de porte solemne, envuelto su cuerpo en una magnífica armadura de metal cobrizo, cuyo diseño evocaba al Egipto ancestral. La principal particularidad de aquel Guardián era que sus facciones tampoco se veían humanas. El dios lucía la cabeza de un orgulloso halcón. —¿Acaso son ustedes… demonios? —inquirió casi balbuceando el Fénix, a causa del impacto de ver a dos humanoides con apariencia de bestias parlantes. —Te equivocas, Caballero. Nosotros tres no somos demonios —afirmó la deidad femenina, con un tono más condescendiente que sus acompañantes—. Somos dioses egipcios, desarrollando nuestra apariencia original en los cuerpos humanos que se nos otorgó para reencarnar en esta época. Todo gracias a la intervención divina del supremo Ra. La Guardiana que hablaba lucía un semblante todavía humano. Se veía como una atractiva mujer trigueña de lisa cabellera negra hasta los hombros. Sus grandes ojos verdes de aspecto felino resaltaban más la belleza de la deidad egipcia, quien estaba ataviada en una armadura faraónica de metal dorado claro con retoques en aguamarina. —Soy Femi de Isis. La diosa egipcia de la naturaleza y la fertilidad. —Espera un momento, Isis —le interrumpió grosero el Guardián en armadura negra—. No entiendo por qué sigues utilizando tu nombre humano. Parece ser que estás olvidando que en poco tiempo los tres seremos deidades completas. Soy Anubis, por cierto… dios egipcio de los muertos. ¿No te presentarás tú también ante el humano, compañero? —Supongo que el mortal al menos merece el honor de conocer las identidades de quienes acabarán con su existencia —respondió con seriedad el dios con apariencia de ave—. Mi nombre es Horus, soy el dios celestial de la civilización egipcia. El joven poco a poco iba tomando consciencia de lo grave de su situación. No eran guerreros cualquiera quienes amenazaban su vida, eran auténticos dioses egipcios. Así que lo menos que podía hacer ante ellos, era mostrar un poco de valor. —Soy Evan… —pudo articular al fin, observando desafiante a Horus—. Santo de Bronce de Fénix. —Evan… —repitió extrañado el egipcio de armadura cobriza—. Un nombre bastante curioso para un Santo de Atenea… No pareces ser griego como suponía serían todos sus guerreros. —Soy estadounidense… —Interesante, entonces creo que serás el único de tus compañeros que desaparecerá en su territorio natal… Yo mismo seré el encargado de ejecutarte. ¡Ustedes dos! —se refirió autoritario Horus a sus compañeros, volteándose para encararlos—. ¡No se atrevan a intervenir en esto! ¡Solo limítense a no permitir que Evan escape! Los recompensaré luego dejándoles matar una buena cantidad de personas en esta ciudad. Ni Anubis ni Isis decidieron protestar la decisión de Horus. En silencio solamente bloquearon el camino del humano.
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Saga: CATACLISMO 2012 —«¿Entonces así termina todo? —reflexionó el Fénix, viendo la imponente figura del dios egipcio acercándosele a paso lento—. ¿Así de fácil dejaré que ese infeliz acabe con mi vida y con la de miles de personas inocentes en mi país? ¡Maldita sea!! ¡No lo permitiré!! ¡Soy un Caballero de Atenea! ¡El único que obtuvo su armadura sin la ayuda ni el entrenamiento de nadie! ¡No dejaré que me venzan en mi primera misión! ¡Les demostraré a todos que merezco portar la armadura del inmortal Fénix!!!». Tras la fatal amenaza del egipcio, la determinación y el valor reemplazaron al profundo terror que invadía el corazón de Evan. El brillo carmesí volvió a sus ojos y una incandescente aura anaranjada bañó su cuerpo. —¡Ustedes no son dioses! ¡Solo son unos malditos monstruos que disfrutan creando caos! —imprecó el joven de cabellera platinada alcanzando su máximo nivel de cosmos—. ¡‘Alas del Fénix Volador’!!! La potencia de la técnica de bronce fue tal, que consiguió incendiar los cuerpos de los tres sorprendidos Guardianes, quienes no esperaban esa reacción de su antes aterrada víctima. Tras disiparse la llamarada, el joven Caballero emergió de las cenizas y lanzó un certero puñetazo, el cual impactó con devastadora fuerza en el pecho de Horus. Sin embargo, todo esfuerzo de Evan resultó inútil. El dios celestial agredido ni siquiera había parpadeado al recibir el ken y el ataque. De igual forma, Anubis e Isis se mantenían intactos. El fuego no los había dañado. —Eres un ingenuo —intervino Anubis riendo burlonamente—. Te informo que la naturaleza del cosmos de Horus también es de fuego. Sería imposible que lo derrotes con ese tipo de técnicas y mucho menos si son así de débiles. Evan parecía una fierecilla acorralada ante quien intenta cazarla. Aunque fue capaz de recuperar su valor y su determinación, no pudo evitar sentirse intimidado por sus tres poderosos rivales egipcios. —Ya es suficiente de niñerías e insolencias —manifestó severo Horus, clavando su implacable mirada de halcón sobre el guerrero—. Este humano se atrevió a insultarnos al llamarnos ‘monstruos’ y no contento con eso levantó su puño contra nosotros. La muerte no será suficiente castigo para él… Merece sentir el mayor dolor que alguien podría experimentar… Evan ni siquiera pudo notar cuando la enorme mano de la deidad lo tomó por el rostro, haciendo una quemante presión a la altura de toda su mandíbula. Horus le había cerrado la boca de una manera bastante violenta y con la misma atenazadora fuerza lo elevó hasta tenerlo cara a cara. Al tener paralizada a su víctima, concentró una gran proporción de su cosmoenergía de Guardián en su mano libre. —Te arrancaré el corazón por atreverte a desafiar a los dioses del panteón egipcio. Sentirás un dolor que te parecerá eterno cuando veas como tu corazón se incendia lentamente entre mis manos. Todo ese sufrimiento lo experimentarás durante varios minutos que te parecerán siglos, hasta que al final mueras… Al momento que el dios se disponía a dirigir su garra contra el pecho del guerrero, una delicada mano se posó sobre su guantelete cobrizo. Isis lo había detenido tomándolo del antebrazo. —Espera, Horus. Las órdenes que nos dio Ra fueron eliminar inmediatamente a quien intente detenernos. No es necesario que lo hagas sufrir así con tu técnica de tortura. La actitud flexible de la hermosa Guardiana logró irritar a la deidad con facciones de halcón. —¡Te dije que no interfieras, Isis! —le gritó enojado el aludido, haciéndola a un lado con violencia. La grosera reacción del Guardián logró derribar a la diosa egipcia. —Horus se parece mucho a Ra. Ambos son bastante enojones —le comentó divertido Anubis a su compañera, mientras le extendía la mano para ayudarla a reincorporarse—. Será mejor que no nos metamos en los asuntos del pajarito o podría enfurecerse más aún.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Casi a regañadientes la diosa aceptó la sugerencia de su irónico compañero. Con cierto pesar en el rostro, retiró la mirada para no observar la cruel tortura a la que sería inducido el Caballero. La desesperada reacción del Fénix fue golpear repetidamente el brazo de su captor, en un intento de que éste lo suelte. —Es inútil que te resistas, Evan. ¡Cuando sentencio una vida, no existe poder viviente que me detenga para segarla! ¡‘Incineración de Alma’!!! Justo cuando Horus dirigía su abrasadora zarpa al corazón del indefenso Santo, una intensa explosión convulsionó el parque entero. Algo que fulgía cual cometa llameante había impactado estrepitosamente en el escenario de la batalla. Unos segundos hicieron falta para que la feroz llamarada producida por la explosión atenúe un poco su intensidad, pero aún así el ambiente infernal que reinaba en la ciudad se había intensificado a causa de ese fuego que danzaba por todas partes. Evan yacía de rodillas en el pasto quemado. Su instinto de supervivencia lo obligaba a toser desesperadamente en un intento por recuperar un poco del oxígeno que había perdido. La cabeza le daba vueltas, pero en medio de su confusión, notó que no había sido herido por la técnica del Guardián. Al levantar su opaca mirada contempló la figura de alguien a quien conocía muy bien. La armadura dorada del recién llegado brillaba majestuosa al ser rodeada por el fulgor de las chispas de fuego que se elevaban con el viento caliente. —Ese es… Ikki de Leo… —pudo pronunciar el Fénix para sí, al ver la imponente figura de su antecesor, quien observando sin parpadear al egipcio de cobrizo ropaje, se había plantado frente a su compañero de bronce, dándole las espaldas en actitud protectora. Por un instante Evan se sintió pequeño ante la presencia del Santo Dorado que lo había rescatado. Era la primera vez que contemplaba la fuerza de aquel abrumador cosmos, el cual a pesar de sentirse rebosante de justicia, mostraba a la vez un enorme e incomparable poder de iracunda destrucción…
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CAPร TULO 30 ยกORGULLO HERIDO! SE DESATA LA FURIA DE HORUS
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco
==Ruinas del Santuario de Atenea, Restos de la Casa de Tauro== Rápidamente, Mar se puso en la tarea de socorrer a los Santos de Plata. Utilizando sus amplios conocimientos de enfermería aplicó unos primeros auxilios impecables a los seis, a pesar de no tener los implementos médicos necesarios para ese fin. —Muchas gracias, Mar —le agradeció efusivo el anterior Caballero de Lobo a la muchacha que estaba vendando su cabeza. —De nada, señor Nachi. Es un gusto poder ayudar a los valientes guerreros que protegen a la humanidad. —¡Tienes una novia muy considerada y amable, Kiki! —intervino de repente Geki de Hércules, haciendo notoria la emoción en su voz—. ¡Sí que hacen bonita pareja ustedes dos! El rubor no se hizo esperar en todo el rostro del aludido y también en el de la chica de Coma Berenices. Ninguno de los dos atinó a negar la afirmación del antaño Santo de Bronce y en silencio simplemente evitaron mirarse a los ojos a causa de la vergüenza. —Compañeros de Plata —dijo luego con seriedad el Ariano, aclarando su garganta en un intento por recuperar la compostura tras el sobresalto—. Para ninguno de ustedes es un misterio el hecho de que la Tierra se encuentra en grave peligro. Poderosas voluntades divinas amenazan el destino de la humanidad… Kiki tenía un enorme respeto por los antiguos Santos de Bronce. Desde muy pequeño había sido testigo del gran esfuerzo de los seis por ser mejores guerreros para Atenea, ya que desde niño incluso los acompañó en las batallas en las que estos valientes Caballeros habían peleado arduamente en nombre de la justicia. Lo que más admiraba de los seis era la férrea hermandad que se desarrolló entre ellos con el pasar de los años. Los inseparables amigos siempre habían enfrentado juntos todo peligro y en esta ocasión no fue la excepción. June, Ichi, Jabú, Geki, Nachi y Ban sobrevivieron a la invasión de Viracocha gracias a sus fuertes lazos de amistad. Fue por ese espíritu de camaradería que el joven lemuriano se enorgulleció siempre de sus compañeros. Orgullo que mostró en todo momento con su actitud humilde, al no sentirse superior a los Legendarios de Plata a pesar de ser un Santo de Oro. El Caballero Guardián del Primer Templo explicó pausadamente lo ocurrido hasta el momento. Los seis guerreros recién llegados lamentaron en silencio los sacrificios de Mû, Aldebarán y Zephyrus para vencer a Viracocha. De igual forma se enteraron con sorpresa de la aceptación de Mar como Amazona de Cabellera de Berenice y por último conocieron el deseo de las cloths de Aries y Tauro por ascender al santuario de los dioses en el cielo. —Ya veo… —manifestó June pensativa tras la explicación del Ariano—, entonces por esa razón Mar intentaba lastimar su muñeca… —Los detuve justo a tiempo, sino quién sabe cómo habrían terminado las cosas —añadió Jabú, con un tono que daba a entender que estaba regañando a los dos Santos más jóvenes. —¡Pues no se diga más, amigos! —declaró repentinamente un emocionado Ban, antecesor de León Menor; casi dando un brinco desde el lugar en el que reposaba—. ¡Será nuestra sangre la que reviva las armaduras doradas!
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Saga: CATACLISMO 2012 Sus cinco compañeros asintieron con una sonrisa de complicidad. Enseguida se reincorporaron y rodearon los object de Aries y Tauro. —Esperen, por favor —intentó atajarlos el Caballero Dorado—. En la condición en la que se encuentran no serán capaces de sobrevivir si derraman su sangre. —Estamos en mejor estado que tú, Kiki —afirmó sonriente el antaño Hidra—. Además, si vertemos nuestra sangre los seis a la vez, nuestras vidas no correrán peligro y tendrás sin problemas la cantidad de sangre necesaria para reparar las cloths. —Ichi tiene razón —secundó June, retirando los restos del guantelete de plata que aún cubría su antebrazo—. Además, tampoco permitiremos que Mar se sacrifique en nuestro lugar. Siendo quien está en mejores condiciones, ella tiene una misión más importante. Será la encargada de llevar las armaduras de Aries y Tauro hasta sus nuevos portadores y además deberá apoyarlos en el combate. En silencio y aún con dudas, Kiki y Mar aceptaron la proposición de los Caballeros de Plata. Con notorio pesar y enorme respeto los vieron infligir profundas heridas en la muñeca. El abundante sangrado no se hizo esperar. —Amigos… muchas gracias por su sacrificio —les dijo casi susurrando la joven en armadura negra—. Les prometo que haré mi mejor esfuerzo en su nombre. En silencio los seis guerreros aceptaron las palabras de la chica, mostrándole una gran sonrisa. Ban, Geki e Ichi derramaron su sangre sobre la armadura de Tauro, mientras que Jabú, Nachi y June vertieron la suya sobre el ropaje dorado de Aries. —El regalo de su sangre es algo que atesoraré hasta el último día de mi existencia —secundó Kiki de Aries, empuñando con decisión sus herramientas doradas—. ¡Utilizaré toda mi habilidad para reparar las armaduras! Pasó casi una hora desde que el joven muviano empezó con el proceso de restauración de ambas cloths. Los seis Santos de Plata que ofrecieron su sangre yacían recostados, observando con atención el arduo trabajo de su compañero de oro. Mar había atendido las heridas en sus antebrazos y detenido el sangrado sin problemas. Con profunda concentración, Kiki manejaba habilidosamente alcayatas, martillos y cinceles. Con cada repiqueteo de las herramientas sobre el metal, la fusión de oricalco, gammanium y polvo de estrellas reforzaba el oro de las cloths, produciendo en el proceso doradas chispas que brincaban y se entremezclaban también con las brillantes gotas del líquido vital que resucitaba nuevamente las armaduras. La labor terminó y al fin los ropajes de Aries y Tauro habían sido regresados a su gloria original por el único ser humano capaz de lograr tal proeza, quien abatido por el duro esfuerzo, simplemente se dejó caer exhausto entre las rocas tras concluido su trabajo. Ambas armaduras lucían impecables y con más vida y brillo que nunca antes. Enseguida ambos object ingresaron en sus respectivas cajas de pandora. —Ya no podemos seguir perdiendo más tiempo —declaró presuroso el Ariano reincorporándose con dificultad—. Ascenderemos juntos, Mar. Por favor, lleva la armadura de Tauro contigo. La chica acogió la petición enseguida, tras lo cual el Santo de Oro hizo un gran esfuerzo para acomodar la pesada caja de su cloth de Aries a sus espaldas. —Pero, señor Kiki. Usted no podrá acompañarme en su condición actual —lo detuvo preocupada la Amazona de Coma Berenices, sosteniéndolo sobre su hombro al verlo trastabillar—. Por favor, confíeme la armadura de Aries. Yo me encargaré de entregarla a su nuevo portador.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco son…
—Lo siento, Mar, pero no puedo dejar que hagas esto sola. Los peligros que nos esperan allí arriba
El joven castaño no pudo terminar su réplica. Un potente puñetazo se había enterrado en su abdomen y lo había dejado sin aliento, hasta el punto de hacerle perder la consciencia. El culpable de la agresión, el Caballero de Plata Ichi de Cuervo, con notorio pesar sostuvo al agredido antes de que se desplome y lo recostó sobre el destrozado piso de mármol. —¡Señor Kiki!! —gritó alarmada la chica de cabellera en trenza—. ¡¿Señor Ichi, por qué lastima así a su compañero?! —Tranquilízate, Mar. No lo herí de gravedad. El golpe que le di solamente lo dejará desmayado por unos minutos. —Quizás lo que hizo Ichi te parezca cruel, pero todos nosotros conocemos lo testarudo que puede ser Kiki cuando tiene una idea fija en la cabeza —intervino Geki con una triste sonrisa, al tiempo que tomaba la caja dorada de Aries—. Es tan ‘cabeza dura’ como los demás Santos Dorados. No existe poder humano que lo haga cambiar de parecer. —Lo conocemos desde que era un niño de ocho años —secundó June de Lira con un suave tono maternal—. Su maestro Mû era todo lo que tenía en este mundo, pero desde que dio su vida en el Muro de los Lamentos, Kiki se quedó completamente solo, sin embargo, esto no lo desanimó. Es más, en honor a su mentor se esforzó todos y cada uno de sus días para poder ser un digno sucesor de su armadura de oro. —Con el pasar de los años su actitud jovial era reemplazada poco a poco por una seria determinación —manifestó con añoranza Nachi, el antaño Lobo—. Él simplemente quería ser como su maestro en todos los sentidos. Supe incluso que se refugió en la soledad de Jamir durante varios años para lograrlo y, que fue en ese lugar donde desarrolló por sí mismo el arte de la restauración de cloths gracias a los textos que había dejado su maestro en una gigantesca biblioteca en su torre. Pero no solo cultivó su mente, también fortaleció su cosmoenergía hasta el punto en el que logró ser el digno sucesor de Aries. —Y ahora, a pesar de que su cosmos se ha extinguido por completo, aun así intenta acompañarte en tu travesía —resaltó Ban de Centauro con orgullo—. Sin duda Kiki es todo un Caballero Dorado. Mar pudo conocer un poco más sobre el pasado de aquel gran hombre gracias a sus compañeros. En silencio lo observó yaciendo sobre los restos de roca. Parecía dormir plácidamente. —Yo… ascenderé hacia aquella fortaleza… en el cielo. Lo haré por ustedes y por el señor Kiki. —Hazlo también por Atenea, Mar —le dijo Jabú, posando amistosamente la mano en la hombrera negra de la chica, mientras le regalaba una sonrisa que inspiraba confianza—. Ahora eres una de nosotros y estamos seguros de que no nos decepcionarás allá arriba. A pesar de la pérdida de sangre, Geki de Hércules hizo un gran esfuerzo para acomodar la caja de la armadura de Aries a espaldas de la joven. El peso combinado de ambas cloths aplacó un poco la voluntad de la Amazona. Fue notorio para todos como las rodillas de la muchacha se doblaron por un instante. Además, al levantar la mirada, incluso se sintió intimidada al observar la enorme e implacable Maravilla Suprema levitando en el cielo griego. Aquella mirada de inseguridad no pasó desapercibida por su compañera June de Lira. En silencio la Amazona de Plata notó que Mar tenía miedo de ir sola, ya que al ser la joven una absoluta novata en la batalla, supuso que no sabría cómo ascender y mucho menos con tal peso encima. —Mar, antes de que partas. ¿Podría hablar un minuto contigo? —Claro que sí, señorita June.
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Saga: CATACLISMO 2012 Un poco alejadas de sus demás compañeros de Plata, ambas Guerreras se quedaron a solas. Ya que la máscara que cubría sus facciones había sido destruida por la técnica del dios inca, el amable rostro de June era claramente visible para la inexperta Amazona de Cabellera de Berenice. La mujer rubia se dirigió con un tono comprensivo a su nueva compañera: —Todo lo que está ocurriendo debe ser muy difícil para ti, ¿cierto? Tu vida cambió completamente en unos pocos minutos. Pasaste de ser una chica normal en Rodorio a ser toda una Guerrera de Atenea. —Aprecio mucho el que me considere como su compañera —replicó la joven con el mismo tono amable con el que le estaban hablando—. Yo sé que no nací para pelear, pero aun así daré mi mejor esfuerzo. Si esta armadura me escogió como su portadora, cumpliré con orgullo la misión que me han encomendado. —De eso estoy segura. Solo quería cerciorarme de que no existían dudas en tu corazón antes de tu ascenso. —A decir verdad… admito que tengo un poco de miedo… —No debes temer, Mar —la reconfortó la dama rubia, posando su cálida mirada en la de su interlocutora—. Lo único que debes tener en mente para descubrir tu fuerza interior, es el recuerdo de las personas que provocan en ti una sonrisa sincera. Solo evoca la imagen de aquella persona que te hace sentir viva con tal solo pronunciar su nombre. En silencio, la muchacha se ruborizó. —Como mujer me di cuenta de tus sentimientos —añadió la antaño Amazona de Camaleón con gran emoción—. Conozco bien esa mirada brillante que muestras cada vez que observas a Kiki. A mí también me ocurre cuando pienso en mi persona especial. —Señorita June… por favor… La joven no pudo terminar su frase, estaba demasiado sobresaltada y su corazón latía con ímpetu. Su silencio y su rostro aún más sonrojado la delataban. —¡Lo sabía! ¡En cuestiones del corazón nunca me equivoco! En serio me alegro mucho por ti, Mar. Como ya habrás notado, ahora posees una razón más para luchar. Y no lo harás solo por tus sentimientos hacia Kiki. Encontrarás la suficiente fuerza y valor para ascender porque no lo harás sola. Tus camaradas de Plata te acompañaremos en espíritu y no solo nosotros, cuentas también con la fuerza de toda la gente de Rodorio. Poco a poco las dudas se iban despejando de la mente de la muchacha. Las palabras de June conseguían animarla de gran manera. —Piensa además que las armaduras que llevas a espaldas, más que un peso para ti, representarán una poderosa compañía, ya que ambas poseen la esencia de los valientes Santos que las portaron en el pasado. ¡Por eso estoy segura de que tendrás éxito en llegar a la fortaleza de los dioses! joven.
La conversación mujer a mujer consiguió reconfortar y devolver el valor y la seguridad a la más
—Señorita June, ya no puedo esperar más en este lugar. Me necesitan allá arriba. Por favor despídame de mis compañeros de Plata y del señor Kiki cuando despierte. —Intentaremos alcanzarte cuando nos recuperemos de la pérdida de sangre —comunicó la antaño Amazona de Camaleón a manera de amistosa despedida—. ¡Ahora ve y haznos sentir orgullosos de ti, Guerrera de Cabellera de Berenice!
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Con gran convicción, Mar se volteó y emprendió veloz carrera. Al verla correr con tanta seguridad a su compañera le fue difícil creer que hace poco la muchacha no podía caminar, y más aún al ver que las Cajas de Pandora doradas parecían no pesarle en absoluto. June y los demás Santos de Plata observaron con asombro el aura celeste y negra que bañó el cuerpo de la chica. Pero la mayor sorpresa para todos fue cuando la vieron emprender vuelo a vertiginosa velocidad. La Amazona de Lira sonrió emocionada al ser testigo de lo que la fuerza de voluntad de Mar era capaz de lograr. Fue increíble ver como la chica se elevaba veloz en forma de una intensa luz. Tal fue la potencia que produjo su despegue, que consiguió levantar una gran cantidad de escombros que fueron desperdigados por todo el lugar. Incluso sus compañeros plateados se vieron obligados a protegerse de la poderosa onda expansiva generada por aquel intenso cosmos. —¡Estupendo! —exclamó Jabú de Perseo, intentando disipar el polvo levantado que le obstaculizaba la visión—. ¡La nueva generación de Santos es muy poderosa!! Los seis Caballeros que permanecían en el Santuario observaron desde sus lechos improvisados el ascenso de la joven en cloth azabache. A todos les dio la impresión de que una dorada estrella fugaz se elevaba en cielo. Una estrella en la que habían puesto todas sus esperanzas.
==Estados Unidos== El infierno en el que se había convertido aquella ciudad norteamericana parecía haberse intensificado tras la aparición de ese furioso cosmos ígneo. Ikki había sentido la presencia de las tres deidades egipcias y logró trasladarse a la velocidad de la luz desde el Santuario en Grecia hasta los Estados Unidos. Esfuerzo sobrehumano que le costó una gran cantidad de energía física y espiritual. Su respiración acelerada y el sudor que rezumaba su frente delataban este hecho, pero aun así se mantuvo firme frente a sus rivales, ocultando su cansancio sin siquiera parpadear al encarar al dios celestial Horus. —Pero si es nada más y nada menos que el poderosísimo Santo Dorado de Leo —manifestó irónico el Guardián que representaba a Anubis, rompiendo el tenso silencio—. Nos cansamos de esperarte, así que tuvimos que empezar la fiesta sin ti. —Conque un Santo Dorado… —secundó la deidad con facciones de halcón, sin poder ocultar el desprecio en su voz—. Creí que todos los Caballeros de la orden más poderosa de Atenea estarían en la Maravilla Suprema en estos momentos. La barrera de energía que el supremo hindú Brahma colocó sobre nuestro recinto se supone impediría que ustedes puedan percibir los cosmos de nosotros los invasores de la Tierra… De todas formas eso no tiene importancia. Será mucho más satisfactorio acabar con tu vida sabiendo que eres una pieza clave en la victoria de Atenea. Disfrutaré castigándote por haber cometido la osadía de intervenir en mi castigo divino. Nosotros los dioses egipcios… —¡Cierra el pico de una vez, pajarraco!!! La potente orden de Ikki sorprendió a todos los presentes. Incluso el mismo Horus se sobresaltó al escuchar tan atrevida vejación. Por su parte el sucesor del Fénix logró salir de su letargo y volver a la realidad gracias a ese enérgico grito. —¡¿Cómo te atreves a hablarle así a un dios?! ¡Humano despreciable, te enseñaré a respetar a…!! La réplica de la reencarnación de Horus fue detenida por una fuerte mano que atenazó su pico de halcón. Ikki había usado su prodigiosa velocidad para acercarse a su rival y callarlo tomándolo por esa parte de la cabeza.
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Saga: CATACLISMO 2012 El silenciado se vio notoriamente sorprendido al ser callado de una manera tan repentina, forzosa y humillante, pero lo que en realidad le impactó fue el hecho de que no logró ver a su contrincante acercarse o siquiera moverse. Ni sus otros dos compañeros ni el actual Fénix lograron leer sus movimientos y en silencio se limitaron a presenciar atónitos la escena. —¡Te ordené que cerraras ese sucio pico de una vez! —reiteró el Caballero Dorado, haciendo aún más presión con sus dedos en el mencionado apéndice, al tiempo que clavaba una iracunda mirada sobre su paralizada víctima. —¡No tienes derecho a llamarte a ti mismo un dios! —añadió Leo a manera de reprimenda—. ¡El propósito de un ser divino es proteger a las personas! ¡Un dios no existe para destruir las vidas de inocentes y crear terror y caos en medio de una civilización! ¡Será precisamente uno de los humanos que tanto desprecias quien te hará pagar por tu crueldad! Las atrevidas palabras del guerrero dorado fueron consideradas como una seria blasfemia por el egipcio en armadura cobriza. Su sorpresa fue reemplazada por un profundo sentimiento de cólera. El dios celestial no permitiría que un simple humano le siga faltando el respeto, así que su reacción instintiva fue concentrar su cosmoenergía en su puño para luego propinar un poderoso golpe en pleno rostro de Ikki. La potencia del embate fue tan intensa, que logró liberarlo de inmediato de la mano de su captor, y aunque el ataque no fue suficiente para derribar al Santo, sí consiguió hacerlo retroceder varios metros y arrancarle el casco de Leo, tras hacerle girar el rostro violentamente. El agredido se quedó estático en esta posición. —¡Mortal atrevido! ¡Seré yo quien te haga pagar por tu osadía! ¡Ese golpe fue solo el comienzo de tu castigo divino! —¿Castigo divino, dices? —inquirió el hombre en cloth de oro, riendo despectivamente para luego girarse y encarar con determinación a su oponente egipcio—. Admito que tu golpe fue uno de los más fuertes que he recibido, sin embargo, no posees la auténtica fuerza de un dios. He luchado contra seres divinos en el pasado y su simple presencia ha hecho estremecer hasta la última de mis células. ¡Tú no eres un dios! ¡Solo eres un fenómeno con aires de grandeza!! Tras terminar su provocador discurso, Ikki escupió con desprecio la sangre que se había acumulado en su boca producto del puñetazo y en silencio esperó la reacción del egipcio, la cual no se hizo esperar. La furia de Horus causó la repentina liberación de su magnífica cosmoenergía, la cual se manifestó en la forma de una bella aura formada por danzantes llamas blancas. Sus animalescos ojos de halcón parecían desprender furioso fuego albo, mientras las metálicas alas cobrizas de su armadura se extendían haciendo más intimidante su apariencia. En silencio el Guardián adoptó una extraña pose de batalla, la cual consiguió alterar a su compañero Anubis, quien al ver la profunda concentración del más severo de los Guardianes, sabía lo que vendría a continuación… —Tú tan imprudente como siempre, Ikki. No estarías contento hasta provocar así a Horus, ¿cierto? Si aprecias tu vida te aconsejo que abandones este lugar en menos de diez minutos. No tienes idea de la devastación que se desatará de la técnica que está a punto de ejecutar. El dios de los muertos no pudo contener una burlona carcajada. —Vaya, parece ser que esta ciudad será reducida a cenizas antes de lo previsto. Será divertido ver toda esa muerte desde un lugar más privilegiado —declaró irónico el ser con cabeza de chacal negro, volteando para ver a su compañera—. Isis, te sugiero que también abandones este lugar si no deseas ser lastimada.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —No es necesario que lo digas, Anubis. De todas formas mis asuntos en este lugar han terminado en decepción —respondió la aludida, mirando de reojo a Evan de Fénix. Y aunque provocó cierta duda en su suspicaz compañero, este no se distrajo de lo que tenía que decirle al Caballero de Oro. —Es una lástima tener que despedirnos nuevamente, Ikki. Espero que sobrevivas a la ira de Horus, ya que tenía una sorpresa preparada especialmente para ti… Dicho esto, el egipcio en armadura negra se desvaneció tras una espesa bruma del mismo color. Por su parte, la reencarnación de la diosa egipcia de la fertilidad se limitó a observar con una actitud neutral a los dos guerreros humanos. Parecía ser que intentaba decirles algo, pero titubeó y decidió que sería mejor abandonar la escena en silencio. Horus parecía estar en un profundo trance. Permanecía quieto en su posición de batalla mientras su cosmos blanquecino se concentraba en todo su ser. Ikki se mantuvo alerta observándolo sin parpadear, esperando con expectativa el siguiente movimiento del dios. Su gran concentración no le permitió notar las intenciones de Evan, su sucesor, cuya impulsiva personalidad le hizo ver el momento apropiado para atacar al enemigo. —¡Diez minutos serán suficientes para acabar contigo, maldito Horus! —bramó con resentimiento el joven de bronce, corriendo con un llameante puño extendido hacia el inmóvil contendiente—. ¡Ahora que tus compañeros se han marchado, nada evitará que te acabe con mis propias manos!! —¡Detente, novato!! ¡Morirás si te acercas a Horus en este momento!!
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CAPÍTULO 31 ¡ENCUENTRO LLAMEANTE! LA MANIFESTACIÓN DE JUSTICIA
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==Maravilla Suprema, Páramo de Hanan Pacha== Las extensiones de terreno bajo la protección de Viracocha se habían mantenido intactas durante la batalla. Ni una sola gota de sangre había sido derramada en ese pacífico lugar, el cual estaba adornado por una gran cantidad de vegetación típica de la serranía sudamericana. La cálida luz divina que bañaba aquel escenario era contrarrestada por sendas corrientes de frío, las cuales atravesaban veloces los páramos y plantaciones agrícolas que lo decoraban. Para cualquier ser humano común el trayecto habría sido difícil ante tales condiciones, pero no para los dos Santos de Atenea que arribaron hace poco. Tras recuperar sus cinco sentidos al llegar, ambos avanzaban un tanto confundidos entre los pastizales. —Es la primera vez que veo un terreno así de fértil —le comentó con curiosidad Caramon de Oso a su hermano mayor—. Es agradable estar rodeado por la naturaleza. Aquellas palabras sacaron al Lobo de sus reflexiones. Hasta ese momento su mente estaba cien por ciento concentrada en planear una estrategia y analizar la situación actual de ambos. —Sin duda nos encontramos en un ambiente muy distinto al de Jamir o al Santuario —intervino al fin Raistlin, todavía escrutando el escenario—. Todo esto incluso difiere bastante de lo que he leído sobre nuestra natal Lemuria. —Hermano… —¿Sí, Caramon? —No creo que un dios malvado sea capaz de crear un lugar maravilloso como este —supuso el lemuriano más alto y fornido, sonriendo amable—. ¿En serio crees que alguien que planea acabar con los humanos pueda, a la vez, dar nacimiento a una cantidad tan exuberante de vida? —Las apariencias engañan, hermano menor. Además, considero que la creación de esta fortaleza divina no es una demostración de vida como afirmas —respondió el Santo de Bronce de Lobo con seriedad—. Para mí este santuario no es más que una muestra de poderío y dominación. No creo que sea coincidencia el hecho de que esta isla en el cielo haya sido construida justamente sobre nuestro Santuario. Seguramente los dioses que la crearon están haciendo alarde de su poder ante nosotros los humanos. —Tú siempre viendo las cosas desde el peor punto de vista, Raistlin. —Y tú siempre tomándote todo a la ligera, Caramon —le increpó su interlocutor, con una actitud que silenciosamente lo exhortaba a dejar la discusión. —De cualquier forma, hermano —añadió el Caballero de Lobo—. Si Shaka de Virgo nos ayudó para ascender hasta este lugar, no debemos desaprovechar la oportunidad que nos dio y habremos de derrotar a cualquier enemigo que encontremos. —¡Ahora sí estamos de acuerdo, Raistlin! Los Santos de Bronce prosiguieron con cautela su marcha en contra del viento helado de los páramos, pero por más que avanzaban, no conseguían siquiera sentir cosmos enemigos. Ambos caminaron por varios minutos hasta que consiguieron llegar a una extensa plantación agrícola. Fue impactante para ellos encontrarse ante una cantidad tan abundante de coloridos vegetales y frutas andinas. Aquellos apetitosos alimentos no pasaron desapercibidos para Caramon, quien a decir verdad, tuvo el impulso de zamparse el terreno completo de ser posible. El fuerte gruñido de su estómago delató su hambre.
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Saga: CATACLISMO 2012 —Ni se te ocurra, Caramon… —advirtió el hermano mayor, adivinando las intenciones del menor—. Ni siquiera pienses en tocar estas plantas… —Pero hermano, ha pasado mucho tiempo desde que no he comido —replicó el aludido, con unos brillantes ojos clavados sobre la inmensa cantidad de deliciosos alimentos. —Han pasado solo unas horas desde que devoraste la ración de diez hombres… Aprende a controlarte, hermano. —¡No me culpes, Raistlin! —reaccionó indignado el joven alto de cabellera verde claro—. ¡Un hombre grande como yo necesita comer seguido para conservar su fuerza! Raistlin dirigió su seria mirada dorada a su impulsivo y hambriento hermano menor. —Recuerda la lección sobre la calma que te dio Shaka en el Santuario… Casi a regañadientes, Caramon acogió las palabras de su hermano y el recuerdo de su reciente experiencia con el ‘Tesoro del Cielo’. Y aunque su estómago no dejaba de exigirle comida, se las arregló para controlar esos impulsos primarios. —Con… Continuemos con nuestro camino, hermano… —sugirió casi titubeando el Oso, desviando la mirada para que la apetitosa apariencia de esos vegetales y frutas no lo sigan tentando. —Has decidido sabiamente. Recuerda que nos encontramos en territorio enemigo y que no debemos distraernos por nuestros impulsos. Tal como nos enseñó Shaka, solo debemos hacer caso a nuestro instinto cuando este nos exhorte a proteger a quienes amamos. Justamente en eso consiste ser un Caballero de Atenea: En ser capaces de igualar nuestra pasión con nuestra calma. Una lagrimita de pesar recorrió el cabizbajo rostro del lemuriano más fornido, al tiempo que pasaba de largo por aquel verde campo junto con su hermano. Un colosal edificio que se elevaba en la lejanía de los pastizales llamó la atención de ambos. Se trataba del Templo Sagrado Inca, el cual consistía en una compleja estructura construida enteramente de roca tallada con decoraciones autóctonas andinas. Aquel recinto evocaba la arquitectura típica de la imponente cuidad de Machu Picchu, orgullo del Perú ancestral y de toda Sudamérica. Con gran decisión, ambos emprendieron caminata hacia aquel lugar. Estaban dispuestos a enfrentar lo que sea que se interponga en su camino. Y de hecho, no avanzaron mucho cuando una grave voz masculina salida de las alturas, llamó su atención. —Los admiro por haber respetado el ‘Maizal de los Dioses’. Aquellos vegetales y frutas que vieron solo pueden ser degustados por las deidades incas. Cualquier mortal que se hubiese atrevido a profanar los alimentos sagrados, habría perecido en el acto. —Si deseas felicitarnos, entonces hazlo cara a cara —le sugirió el Lobo en tono irónico al dueño de aquella voz. —No veo necesario mostrarme ante ustedes —afirmó con autoridad el misterioso interlocutor, todavía sin aparecer—. Como Guardián de este territorio que soy, simplemente deseo advertirles que no toleraré la presencia de invasores en terrenos del supremo Viracocha, así que espero que se marchen en paz de estas tierras sagradas. —Nos costó mucho llegar hasta este lugar, seas quien seas —intervino Caramon en actitud altiva—. Y nuestro deber como Santos de Atenea es… —¡Santos de Atenea!! —repitió alterado sobremanera el nuevo Guardián, aún oculto en la densa niebla que flotaba en el firmamento—. ¡Entonces fueron ustedes los que acabaron con la existencia de mi señor Viracocha!! ¡En ese caso no puedo permitir que abandonen este territorio!
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Tras un estrepitoso vendaval de aire frío, una figura humanoide descendió desde las alturas y aterrizó sobre los pastizales cercanos a los Caballeros. De forma repentina había llegado a escena un hombre ataviado en una elaborada armadura de color añil, decorada ésta con incrustaciones de oro y joyas que rememoraban artesanías de periodos precolombinos. —Soy Wayra de Kuntur, el Cóndor Guardián de la Hanan Pacha —se presentó con obligada cortesía el guerrero recién aparecido—. Lo siento, pero en nombre del supremo inca tendré que acabar con sus vidas. Aquel hombretón trigueño de cabellera negra se acercaba lenta pero decididamente a la pareja de Santos. Con cada paso que avanzaba, la tierra temblaba bajo sus grandes perneras. Raistlin y Caramon se sobresaltaron al verlo, y no era para menos. Era la primera vez que conocían a alguien de tal apariencia. Ninguno de los hermanos había visto antes a un ser humano de facciones tan toscas y severas. Ambos se sobrecogieron en silencio ante la presencia del ancestral habitante andino de pura sangre inca. Y aunque su tamaño no igualaba al del Santo de Oso, su corpulenta presencia se imponía ante el mismo al ser también su armadura azulada más impresionante a la vista. Tras el impacto de conocer a su rival, los guerreros de Atenea no se dejaron intimidar y alzaron la guardia dispuestos a empezar el combate por su propia supervivencia.
==Estados Unidos== Ikki detuvo el ímpetu de la agresión de Evan agarrándolo firmemente del guantelete. La oportuna intervención a la velocidad de la luz del Dorado evitó una potencial tragedia. —Tu juventud e inexperiencia te obligan a cometer actos impulsivos y poco prudentes —increpó con seriedad antecesor a sucesor, soltándole el brazo con desprecio—. No olvides que estamos en medio de un combate real y no en uno de tus entrenamientos infantiles en el Santuario. —¡No te entiendo, Ikki de Leo! ¡Ese sujeto está allí sin moverse, solo esperando a que cualquiera de los dos lo ejecute! ¡Ni siquiera se percibe su cosmos! —rechistó a manera de reclamo el más joven. Era evidente que el actual Fénix no respetaba a quien portó su armadura de bronce hace años atrás. El joven Evan parecía no apreciar el hecho de que había sido rescatado por el mismo Ikki hace unos minutos y no tenía reparos en demostrar su descontento con la que él consideraba una actitud pasiva por parte del Santo de Leo. El comportamiento altanero y evasivo hacía obvio el descontento del de cabellera platinada. —En este momento no tengo tiempo para golpearte nuevamente y ponerte en tu lugar, novato. Solo escúchame con atención: Jamás debes subestimar la capacidad de tu rival. Recuerda que no son enemigos cualquiera los que estamos enfrentando. —No tienes derecho a decirme qué hacer, Ikki. ¡Ni siquiera eres mi maestro! El hombre de cabello azulado enmudeció ante la repentina reacción de su compañero. En silencio simplemente le dio las espaldas y señaló con seriedad al inmóvil dios egipcio. —Observa bien a Horus, novato —le sugirió Leo, continuando su explicación como si no hubiese escuchado la última frase del heredero de su armadura de bronce—. Ese pajarraco no sería tan idiota como para permanecer en un profundo trance mientras dejaba su cuerpo vulnerable a un ataque abierto. Fue muy inteligente al concentrar todo su cosmos en su cuerpo, así no podríamos ver ni sentir la protección oculta a su alrededor.
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Saga: CATACLISMO 2012 En efecto, los años de experiencia en batalla del antaño Fénix le permitieron percatarse de la presencia de una invisible barrera de cosmos quemante que protegía a quien la erigió. Aquella película había sido colocada tan cuidadosamente, que resultó imperceptible a los seis sentidos del joven de bronce, quien ignoraba el hecho de que el simple contacto cercano con Horus habría sido suficiente para calcinarlo sin piedad. Evan se sentía enojado y frustrado por su propio comportamiento. Saber que sus impulsos casi le hacen perder la vida de una manera inútil, lo contrarió sobremanera. En silencio simplemente le retiró la mirada a su antecesor y cabizbajo apretó los puños en señal de ira. —Oye, novato —lo llamó severo el hombre en armadura dorada, sin siquiera dignarse a encararlo—. Tu mirada ya no es la misma de antes. Veo que poco a poco el miedo irracional está invadiendo tu corazón… ¿Dónde quedó el valiente guerrero que demostró convicción y fuerza de carácter al detenernos cuando pensábamos ascender a la fortaleza divina? Te desconozco, muchacho… Las palabras de Ikki llegaron a lo más profundo del joven Fénix. Ansiaba protestar a aquellas aseveraciones, pero sabía que lo que el Dorado decía era cierto. Ni siquiera opuso resistencia cuando éste lo tomó fuertemente por ambas hombreras para clavar una dura mirada en sus ojos carmesí. —Uno no es cobarde por sentir pánico en ocasiones. Somos humanos y estamos propensos a dudar incluso en momentos críticos… Escúchame bien, porque este es el último consejo que recibirás de mi parte: ¡Encuentra el equilibrio entre tu valor y tu miedo! ¡Solo así podrás hallar tu verdadera fuerza interior y la esencia del cosmos, porque si no demuestras ser un digno portador de la armadura del Fénix, no solo tú morirás, sino también toda la gente de este país!! ¡Ahora márchate de una vez y acaba con esos dos egipcios que escaparon!! Poco a poco las palabras del antecesor hacían reaccionar al sucesor, quien en silencio y con una brillante mirada llena de convicción, acogió la orden que le daba su superior. Tras girarse solo se detuvo un momento para mirarlo de reojo antes de partir. —Gracias… Señor Ikki… —musitó el más joven con un poco de recelo. Era la primera vez que trataba a Leo con respeto. —Vete de una vez, Evan de Fénix… Mientras el joven de cabellera platinada sacaba nuevos bríos de su interior para alejarse entre los edificios, Ikki en silencio lo vio alejarse y depositó en él su confianza. Estaba seguro de que su joven compañero no lo decepcionaría y tenía la certeza de que demostraría ser un digno portador de la armadura que tanto sufrimiento le costó ganarse en el pasado. —Todo esfuerzo que hagan resultará inútil, Santos de Atenea —profirió la deidad-halcón despertando de su trance—. ¡Mi técnica está completa y nada evitará que todo en un radio de varios kilómetros quede convertido en un auténtico infierno a causa del poder de mi llamarada blanca! —Horus saboreaba el momento porque estaba seguro de su victoria, ya que su nivel de poder amenazaba con alcanzar lo divino—. El fuego blanco sagrado que fue usado originalmente por mis ancestros egipcios posee propiedades purificadoras y curativas. ¡Pero en esta ocasión utilizaré su capacidad destructiva para carbonizar esta ciudad y reducirla a albas cenizas!! La energía divina incandescente hace poco concentrada, en ese momento estaba siendo liberada gradualmente. Ikki frunció el ceño al sentir como la fuerza del dios reencarnado aumentaba en gran proporción. —No me intimidas con tus advertencias, pajarraco —desafió el humano, igualando el aura blanca de su oponente con su furiosa cosmoenergía anaranjada—. Al igual que tú, también puedo manejar a voluntad el elemento del fuego.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco En ese momento Ikki y Horus poseían exactamente el mismo nivel de poder. Por su parte el aura incandescente que bañaba al Santo empezaba a manifestarse de una manera peculiar: Parecía ser que su ardiente cosmos aleteaba con frenesí, como si quisiera tomar la forma de una mítica ave que ansiaba emprender vuelo para arremeter contra el egipcio. —¿Acaso eso es un fénix? —preguntó confundido el enemigo, señalando a aquella manifestación que escoltaba a su antagonista—. Anubis aseguró que tú eras el Caballero Dorado de Leo. ¡¿Cómo es posible que todavía tengas la protección de una constelación de bronce?! —Me costó lágrimas y sangre ganarme la protección de la constelación del Fénix —aseguró con solemnidad el aludido, al tiempo que su aura ígnea crecía más y parecía rebosar de vida propia—. Siempre respeté la decisión de Atenea por ascenderme de rango y me sentí honrado por haber sido elegido como el sucesor de un Santo tan noble como lo fue alguna vez el legendario Aioria. Y aunque no tuve ninguna relación con él o su constelación, porto con orgullo su armadura como un Santo Dorado. Sin embargo, eso no quiere decir que considere justo aquel decreto de mi diosa… Jamás quise dejar la cloth de Fénix. Sufrí mucho para ganarme el derecho a portarla e incluso vi morir a una persona muy importante para mí en el proceso. ¡Por esa razón el Fénix no me ha abandonado! ¡Sus llamas siempre me protegen y me hacen sentir vivo cada día! ¡Y será precisamente ese furioso fuego el que ajusticiará a un ser perverso como tú!! El atrevido desafío provocó la extrema furia del Guardián, a quien parecía que los ojos le saltarían de sus cuencas en cualquier momento. —¡¿Dices que soy perverso y hablas de ajusticiarme, humano?! ¡Somos los egipcios quienes tenemos la justicia de nuestro lado!! ¡Y ahora, obedeciendo a los designios de Ra, aseguraré la preservación de toda la vida en el planeta con mi llamarada alba! ¡Acabaré con la plaga que representa la humanidad y sus creaciones, porque la verdadera justicia consiste en proteger a todos los seres vivos y no solamente a una especie egoísta!! —¡Entonces dejemos ya la charla y demostremos de una vez el fuego de quién tiene la justicia de su lado!! Con la fuerza que a cada uno le otorgaba la extrema furia, ambos contendientes hicieron explotar sus cosmos hasta un nivel grandioso. La magnífica energía emanada por ambas partes se encontraba igualada y representaba la máxima fuerza que podía desatar el Séptimo Sentido, llegando incluso al extremo de por poco rozar lo divino. —¡En nombre de Atenea y de la humanidad acabaré con tu existencia, Horus!! ¡‘Alas del Fénix Volador’!!! —¡Desaparece junto con todos los de tu especie en medio de un infierno blanco! ¡‘Castigo Imperial en Hieracómpolis’!!!
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CAPÍTULO 32 ¡EL GRITO AL CIELO! LA HUMILLACIÓN DE LA DERROTA
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==Maravilla Suprema, Páramo de Hanan Pacha== La energía emanada por Wayra de Kuntur empezaba a manifestarse en la forma de una ligera aura celeste. Los guerreros lemurianos que se dispusieron a enfrentarlo podían sentir la agresividad de aquel cosmos que se elevaba gradualmente. —¡Caballeros de Atenea! —los llamó el Guardián con toda la potencia de su voz—¡Pagarán por haber exterminado a un dios magnánimo como mi señor Viracocha! —Tu naturaleza de cosmos… —le dijo suspicaz el Lobo Raistlin—. Sentí ese mismo tipo de energía en las ruinas de nuestro Santuario. Entonces tu tan bondadoso señor fue quien destruyó el recinto de nuestra diosa y acabó con cientos de inocentes en Rodorio… Sin duda merecía desaparecer en manos de nosotros los humanos. —¡¿Cómo te atreves a hablar así de Viracocha, pequeña sabandija?! La ira del Cóndor de los Andes empezaba a desatarse en mayor proporción. —¡No dejaremos que tomes nuestras vidas fácilmente! —desafió el lemuriano más alto, sin quitarle los ojos de encima al contendiente—. ¡No moriremos sin antes cumplir con nuestro objetivo de acabar con los enemigos de la humanidad!! Caramon dirigió una seria mirada a su hermano mayor, quien en silencio pareció interpretar sus intenciones. Ambos tenían pensado hacer lo mismo a continuación y por tal razón asintieron y se sonrieron con complicidad. Encendiendo su energía cósmica hasta el máximo permitido por su rango de Bronce, los guerreros de Atenea se proyectaron en un gran salto en línea recta, arremetiendo así con todas sus fuerzas hacia el enemigo. —¡‘Aullido Mortal’! —exclamó Raistlin, extendiendo su brazo y expulsando de su palma abierta miles de ráfagas de aire cortante que rebanarían al Guardián. —¡‘Ahorcamiento de Oso’! —bramó Caramon, enviando la potencia de su energía cósmica a sus musculosos brazos. Su objetivo era sofocar al rival cuando lo alcance. —¡Ridículo! ¿Acaso creen que me vencerán con un nivel de cosmos así de bajo? ¡Supuse que su nivel de fuerza estaría a la altura de un dios, ya que pudieron vencer a mi señor! El hombretón de negra melena imitó los movimientos de sus oponentes y también dio un salto recto hacia ellos. Su velocidad fue tal, que logró esquivar sin problemas la técnica del Caballero de Lobo, para luego tomar a su desprevenido ejecutor por el cuello. Raistlin ni siquiera lo vio acercarse y apenas notó la presencia del Guardián cuando este ya lo estaba sofocando con su enorme mano. —¡Hermano! —gritó por instinto el Oso al ver a su acompañante en peligro. Caramon pudo reaccionar girándose tardíamente al ver como su hermano era atacado, pero una vez más la prodigiosa velocidad de Wayra hizo imperceptibles sus movimientos. El lemuriano ni siquiera notó cuando la mano libre del enemigo se posó en una de sus sienes. Con toda la fuerza que le permitían sus poderosos brazos, el guerrero inca tomó a los dos invasores de sus tierras por las cabezas y las chocó violentamente entre sí. El impacto fue tan brutal, que consiguió despedazar al contacto los cascos de los hermanos muvianos y lastimarlos de gravedad.
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Saga: CATACLISMO 2012 Era la primera vez que los jóvenes de bronce se sentían tan adoloridos, aturdidos y confundidos. El poderoso embate físico casi logra ser fatal, porque fracturó los cráneos de las víctimas y produjo una profusa hemorragia en ambos. Con el cerebro sacudido desde su interior, los agredidos se desplomaron pesadamente. Viendo a sus dos antagonistas abatidos sobre el pasto, Wayra calmó su furia y decidió que sería seguro acercárseles. Con gran respeto observó como el líquido vital manaba de sus heridas en la cabeza. —«A pesar de nuestra diferencia de poderes quisieron batallar contra mí sin dudarlo —reflexionó solemne—. Admito que cayeron como verdaderos hombres y como verdaderos guerreros, así que, como reconocimiento a su esfuerzo por ascender hacia aquí, dejaré que su sangre renueve estas tierras sagradas. Su presencia en este lugar no será en vano, porque de su muerte nacerá nueva vida». El orgulloso guerrero de Cóndor dio media vuelta dispuesto a regresar al maizal que debía proteger. No tenía nada más que hacer allí al haber derrotado a los Santos. —Rezaré a mis ancestros para que sean perdonados y puedan alcanzar la paz en la Urin Pacha. Fueron valientes al desafiarme, pero por desgracia mi deber era castigar severamente a quienes levantaron su puño contra el dios más importante del panteón inca. Pero no avanzó muchos pasos, porque perturbación de energía lo detuvo. Sorprendido el Guardián se giró para ver que los jóvenes Santos se reincorporaban apoyándose en el cuerpo del otro. Pese a lo crítico de su situación, se las habían arreglado para sobreponerse al dolor y hacer arder sus cosmos con más ímpetu que antes. —No has vencido… todavía, Wayra —desafió el Caballero de Lobo, apenas pudiendo articular sus palabras—. Te hará falta mucho más que un simple ataque físico para vencernos. La sorpresa en Caramon fue evidente cuando notó que en ese momento el cosmos de su hermano se sentía diferente. Era la primera vez que una intensa pasión reforzaba su espíritu. —¡No nos rendiremos fácilmente ante ti! ¡Solo en el momento en el que dejemos de respirar desistiremos de luchar por nuestra diosa y nuestra gente!!! Aquellas frenéticas palabras de Raistlin hicieron reaccionar a su hermano menor, quien tampoco se quedó atrás: —Eres un hombre extremadamente poderoso, Guardián de Kuntur. Y aunque te respeto, no pienso claudicar contra ti. ¡No decepcionaré al maestro Kiki ni a Shaka de Virgo!!! El resentimiento e ira que había sentido el Guardián cuando conoció a los Santos, cambió a profunda admiración cuando los vio tambaleándose y luchar por mantenerse en pie. Aunque el sangrado de sus sienes no se detenía y les dificultaba la visión, los hermanos se mantenían juntos y observaban amenazantes al oponente sin siquiera parpadear. —Su amor fraternal es algo digno de resaltar —enalteció el inca, sin quitar la seriedad de su semblante—. Denme el honor de permitirme conocer los nombres de quienes se han ganado mi respeto. —Mi nombre es Caramon, Santo de Bronce de Oso —respondió el joven muviano más alto con un poco de recelo. —Y yo soy Raistlin de Lobo —lo secundó el lemuriano de más corta estatura. —Caramon… Raistlin. Ustedes como nobles guerreros del ancestral pueblo de Lemuria que son, y como incansables Caballeros que luchan por su diosa, entenderán que existen obligaciones que se deben cumplir a toda costa. También tengo mi orgullo de guerrero y de Guardián, pero más que orgullo, lo que me empuja a defender estas tierras es la lealtad que desde tiempos ancestrales le tuve al gran Viracocha. Por esa razón no puedo dudar en mi deber y habré de terminar con la existencia de ambos.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Los discípulos de Kiki percibieron con notoria sorpresa como la cosmoenergía azulada del Guardián se elevaba a niveles insospechados. El dolor de las heridas les había dejado de importar al presenciar tal demostración de poderío. —La fuerza que poseo no es una coincidencia —añadió Wayra de Kuntur, siendo rodeada su aura, además, por una fuerte corriente de viento celeste que se arremolinaba a su alrededor—. Poseo la bendición del dios inca llamado Manco-Cápac, quien en su infinita bondad me concedió el regalo divino de poseer las habilidades del animal al cual representa mi constelación. Soy el único ser humano capaz de volar como un cóndor. Puedo elevarme en los cielos sin necesidad de alas… El vendaval que giraba alrededor del inca incrementó su velocidad y elevó varios metros en el aire a quien lo produjo. Los Santos atónitos observaban la soltura con la que su oponente se desenvolvía en las alturas. A ambos les pareció que un auténtico cóndor los acechaba desde el firmamento.
==Estados Unidos== —¡‘Alas del Fénix Volador’!!! —¡‘Castigo Imperial en Hieracómpolis’!!! Tras la evocación al mismo tiempo de los nombres de ambas técnicas, el inenarrable poder de los contendientes se desató con devastadora fuerza. Era estremecedor contemplar al clásico ken del Fénix de una manera tan masiva, gigantesca y magnífica. —«Es increíble el poder de este hombre —admitió el dios africano en silencio, al ver la llamarada acercándosele peligrosamente—. A pesar de ser el mismo ken que ejecutó Evan, el suyo es cientos de veces más grande y potente, pero aún así no me dejaré intimidar». Mientras la feroz ráfaga incandescente de Ikki arrasaba todo a su paso, Horus cambió su estrategia y en lugar de expandir su fuego blanco para carbonizar una gran área, se las arregló para concentrar las llamas en una compacta esfera ígnea, la cual parecía girar en su interior a vertiginosa velocidad, produciendo un sonido chirriante en el proceso. Tras ser arrojada, esta alba bola de fuego giratorio atravesó como fantasma al abrasador ken anaranjado e impactó de lleno contra un sorprendido Santo de Leo. Por su parte la técnica del humano también logró su objetivo de estrellarse contra el astuto Horus, quien tuvo la suficiente capacidad de reacción para protegerse con las dos alas de armadura. La calma volvió tras unos segundos de los impactos. El cuerpo del Guardián egipcio quedó completamente envuelto en llamas, pero le bastó solo con batir rápidamente sus alas metálicas para disiparlas por completo. Y aunque su cobriza armadura todavía dejaba escapar humo y chispas, su portador se mantenía prácticamente ileso. —Jamás habría cometido la imprudencia de esparcir la energía que tanto me costó acumular —habló la deidad-halcón, riendo con arrogancia—. Es más inteligente concentrar el cosmos en un solo ataque mortal… Por su parte Ikki se vio rodeado llamas blancas que invadían todo su cuerpo, pero lo que le extrañó era que estas no le producían heridas quemantes ni dolor en absoluto. —¡¿Pero qué clase de ken es este?! —gritó alterado, agitando los brazos para quitarse ese fuego albo de encima—. ¡Horus, infeliz! ¡Libérame ahora mismo de esta broma que llamas Castigo Imperial!
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Saga: CATACLISMO 2012 —Caballero ingenuo, ¿en realidad creíste que te revelaría el secreto de mi técnica antes de arrojártela? Ustedes los humanos siempre tan crédulos. Bastó con decirte que incineraría esta ciudad para que creyeras todo lo que te dije que haría a continuación… Ahora que mi ken te ha alcanzado y que la victoria es mía, podré revelarte la verdad: ‘El Castigo Imperial en Hieracómpolis’ en realidad no quema cosas materiales, sino consume las espirituales. —¡Entonces… quieres decir que…! —Exactamente, Ikki. Aunque ahora no sientas dolor, el fuego blanco está devorando hasta el último residuo de tu alma. Gradualmente tu esencia se extinguirá y en poco no serás más que un cadáver andante sin voluntad ni espíritu de lucha. Tras la fatal sentencia, el hombre de cabellera azulada cayó abatido de rodillas. El color de sus pupilas se había diluido dejando sus ojos completamente en blanco. Su muerta mirada se mantuvo perdida en el cielo carmesí mientras que, contrario a lo que aseguró Horus, el metal de su armadura dorada de Leo también había sido afectado por la técnica recibida y se hizo añicos apenas las rodillas del Santo hicieron contacto con el suelo. Al ver que aquel humano muerto en vida permanecía inmóvil, extinto de cosmos y vulnerable al no contar con la protección de su cloth; el Guardián prorrumpió en sonoras carcajadas, las cuales sonaban grotescas al salir de su pico de halcón. —¡¿Entonces esa era la fuerza de los tan poderosos Santos de Oro de Atenea?! ¡Tonterías! ¡La batalla ha terminado!! —En efecto, Horus. Nuestro combate ya terminó —afirmó la voz de Ikki desde la nada—. Y seguramente habrías sido tú quien saldría victorioso de haberme siquiera tocado con tu fuego blanco. Por esa razón dispersé tu técnica antes de que ésta impacte sobre mí. —¡Inaudito! ¡¿Cómo es posible que todavía puedas hablar estando en esas condiciones?! —inquirió nervioso el ser con cabeza de ave, observando al inerte Caballero arrodillado enfrente suyo— ¡Estás aquí derrotado a mi merced! ¡Demostré que tengo la verdadera justicia de mi lado!! —Tú solamente ves lo que quieres ver, Horus. Abre los ojos a la realidad y observa tu armadura… Casi por inercia el aludido hizo caso a la sugerencia, para percatarse con horror que las piezas metálicas que conformaban su ropaje de Guardián habían sido despedazadas. Ante su incredulidad, su armadura cayó inútil a sus pies en forma de cobrizos pedazos. Tras sentir un agudo dolor en su torso, fue él quien cayó de rodillas. —¡¿Cómo… es esto posible?! —preguntó desesperado con el poco aire que le quedaba en los pulmones—. ¡Yo… te vencí!! —Todo lo que has visto hasta ahora fue una ilusión creada por mí —le comunicó con seriedad el Santo, todavía invisible al rival—. Estuviste tan distraído con tus engaños que ni siquiera te percataste cuando impacté tu cerebro con una segunda técnica. La imagen de Ikki derrotado con la cloth dorada destrozada se difuminó en el aire para mostrar la realidad: Era el Santo de Oro quien se mantenía intacto tras el choque de técnicas ígneas. Con un porte solemne se acercó caminando hacia su abatido rival. Su digno avance casi daba a entender que estaba haciendo alarde de que su ropaje dorado no tenía un solo rasguño. —Manipulé tu mente con el ‘Puño de la Ilusión Demoníaca del Fénix’, el cual desplegué y oculté con mi ken de ataque. En esta ocasión mi objetivo no fue destruir tu sistema nervioso ni tampoco volverte loco. Solo quería darte la falsa ilusión de victoria para que mis ‘Alas del Fénix Volador’ te derroten… Un agudo dolor atenazaba al egipcio. Apenas pudo alzar la cabeza para observar con resentimiento a quien lo había vencido.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —Esto es… inconcebible… ¡Yo protejo… la vida del planeta! ¡La justicia no puede… perder!!! —¡Es suficiente, Horus! —lo calló con autoridad el guerrero humano—. A decir verdad también te engañé sobre algo: Jamás me interesó demostrar las llamas de quien manifestaban la verdadera justicia. Lo único que me importa es defender a la humanidad y a mis compañeros de batalla. No me interesa si tú o ese sujeto Ra están en lo correcto o no. Yo solo sé que debo acabar con cualquiera que amenace a personas inocentes. ¡Por esa razón mediré mis fuerzas con quien sea que intente meterse en mi camino!! Con un poco del resuello recuperado, Horus no dudó en contestar aquellas atrevidas aseveraciones: —Admito mi derrota ante ti, humano. Y también admito que eres un individuo extremadamente poderoso, pero también te advierto que no eres rival digno para el supremo Ra… Antes de enfrentarte a él deberás cambiar esa actitud que tienes… Dicho esto, el calcinado Guardián se desplomó de espaldas sobre los restos de su propia armadura. Las graves quemaduras en puntos vitales lo mantuvieron recostado sobre su peso. —Supongo que ahora tomarás mi vida, ¿cierto, Santo de Atenea? —Aunque eres mi enemigo, he aprendido a respetarte. Jamás sentí auténtica maldad en tu cosmos, porque peleaste hasta el último momento por lo que creías correcto. De hecho… tú y yo nos parecemos bastante, Horus. Ahora que has perdido tu poder, vive y reivindica el daño que has hecho… Tras aquel discurso, Ikki simplemente le dio las espaldas a su maltrecho rival y abandonó presuroso la escena, dejándolo solo en medio de ese terreno quemado que antes fue un alegre parque. Cuando el Caballero de Oro se marchó, la naturaleza divina del cosmos del Guardián lo abandonó por completo. Enseguida sus facciones regresaron a ser las de un humano. Quien fue la reencarnación del dios celestial de la civilización egipcia regresó a ser un joven hombre trigueño de larga cabellera lacia de color castaño oscuro, contrastada ésta por unos profundos ojos grises. Ahora que su rostro lucía como el de un humano normal, era evidente en su semblante la frustración, el dolor y la ira por la reciente derrota. Saber que su vida había sido perdonada por su enemigo, más que un alivio, le parecía una seria ofensa. En ese momento prefería morir a vivir con tal humillación. Ni siquiera estando en esas condiciones deplorables aquel joven que por poco alcanza el poder de una deidad podía dejar sus aires de grandeza, ya que ser un dios fue lo más grandioso que le había ocurrido en toda su existencia. Por tal razón, al sentirse desprovisto de lo más preciado para él, reaccionó pegando un abrumador grito de dolor que se perdió entre el ruido del caos en el que estaba sumergida esa ciudad estadounidense.
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CAPÍTULO 33 ANUBIS: LA CRUELDAD DEL DIOS DE LOS MUERTOS
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==Maravilla Suprema, Páramo de Hanan Pacha== Wayra de Cóndor volaba a altura considerable, planeando cual verdadera ave alrededor de sus potenciales víctimas. El aura de viento azul que lo rodeaba había disipado por completo la neblina que cubría el firmamento, dejando ver la deprimente imagen del destruido Santuario de Atenea en las alturas, la cual pasó desapercibida para los Santos heridos en tierra firme, porque lo que en realidad llamaba su atención era el exorbitante incremento del poder de su rival. El momento crítico hizo que la ágil mente de Raistlin intentara maquinar infinidad de estrategias para salir bien librados de la devastación que imaginaba se desataría en poco, pero gradualmente la desesperación interrumpía sus ideas y no lo dejaba reflexionar con claridad. —«Vamos, Raistlin. Tienes que pensar en algo rápido —se dijo a sí mismo con premura el joven Lobo—. ¡Si no se me ocurre algo para detener a Wayra, ambos vamos a morir aquí!» La impotencia se hacía cada vez más fuerte en el muviano de más corta estatura. Su malestar era tan intenso que ya no lo pudo esconder con su habitual seriedad. Inconscientemente manifestó el desasosiego en su semblante, el cual no pasó desapercibido para su hermano, quien en tal momento crítico se encontraba inusualmente calmado. En un intento por tranquilizar al mayor de los lemurianos, Caramon posó su gran mano sobre la hombrera de este. —Raistlin, puedo entender lo que Shaka y tú han tratado de enseñarme. Pude equilibrar mi calma y mi pasión tal y como ambos lo hicimos al ascender hacia aquí. Así que, haga lo haga ese Guardián, nosotros dos no seremos vencidos, porque sé cómo podemos protegernos. Escuchando estas últimas palabras, el Santo de Lobo clavó su sorprendida mirada dorada sobre la de su hermano. En silencio escuchó su explicación: —Analizando la naturaleza del cosmos de Wayra, puedo deducir que sus ataques son únicamente de carácter físico. Teniendo eso en cuenta, lo que debemos hacer es bloquear todos los flancos por los que podría arremeter su técnica. Y la única forma de lograr tal proeza es imitando y variando la técnica de protección del maestro Kiki. Raistlin entendió las intenciones de su hermano menor y se limitó a apoyar en silencio su idea. Sus dudas se habían despejado, así que asintió con seria convicción y lo imitó en la tarea de incendiar su cosmoenergía. Ambos empezaban a superar la barrera del nivel de poder normal de los Santos de Bronce. —¡Descansen honorablemente en la Urin Pacha, Caballeros de Atenea!— bramó el guerrero inca, alcanzando un nivel portentoso de cosmos en las alturas—. ¡‘Aleteo del Cóndor de los Andes’! Viendo acercarse la mortífera ventisca de cortante viento azulado, los hermanos lemurianos no dudaron en gritar al unísono el nombre de su técnica dual: —¡‘Escudo de Cristal’! A pesar de haber visto solo un par de veces ejecutarse el ‘Muro de Cristal’ por parte de su mentor Kiki, el milagro aconteció en territorio inca y los alumnos de Aries consiguieron la proeza de imitar la técnica de defensa de su maestro.
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Saga: CATACLISMO 2012 Y aunque el de ambos todavía no estaba reforzado con el poder del Séptimo Sentido, lograron adaptar aquel ken de oro a su conveniencia. Su llamado ‘Escudo de Cristal’ consistía en una formación cúbica de paredes de energía luminosa translúcida, la cual protegía todos los seis flancos por los que podría arremeter cualquier embate físico. El huracanado viento azul de Wayra colisionó fuertemente contra el cubo luminoso recién erigido, el cual logró contener el violento ímpetu del vendaval. El fuerte estruendo provocado en el choque no desconcentró a los hermanos muvianos, quienes con gran ahínco seguían reforzando su férrea defensa. —Su esfuerzo por intentar detener mi técnica es admirable —enalteció el guerrero de Kuntur, volando a distancia considerable—, pero su juventud e impetuosidad delata su inexperiencia en combate. ¡Ninguno de los dos es lo suficientemente fuerte como para vencerme! El Guardián incrementó aun más la fuerza de su tempestuoso embate, hasta que consiguió resquebrajar la protección de cristal. Viendo que su hermano mayor sería el primero en ser rebanado por el viento azul, Caramon reaccionó sacrificando su físico para protegerlo. El joven de Oso se había colocado frente a Raistlin y, sin que este se diera cuenta, lo abrazó dándole las espaldas a la veloz corriente. Su corpulento ser fue capaz de cubrir por completo al delgado cuerpo de su hermano. Por desgracia el ataque recibido fue tan potente, que logró despedazar en su mayoría la cloth de bronce de Oso y magullar despiadadamente su espalda. —¡Caramon, suéltame, por favor! —le exigió desesperado el Lobo, intentado liberarse sin éxito de los musculosos brazos del menor de los lemurianos— ¡Morirás si te dejas llevar nuevamente por tus impulsos!! Mientras la mortal ventisca azulada seguía maltratando y cortando su espalda, Caramon se las arregló para soportar el intenso dolor y amable le regaló una tranquilizadora sonrisa a su hermano. —Raistlin… creo que a pesar de todo… jamás dejaré de ser un impulsivo, pero… en esta ocasión sí pensé con calma la posibilidad de que nuestra técnica no funcionara… y tenía pensado sacrificarme por ti de ser el caso. ¿Sabes algo…? Me da gusto… saber que mi vida servirá para salvar la tuya…
==Estados Unidos== Evan sintió los cosmos de Anubis e Isis desplazándose a gran velocidad por la urbe, pero su atención se concentró en la energía del primero, al notar que el de armadura negra se detuvo en seco en un lugar fijo. Mientras más seguía avanzando, el joven Fénix era testigo del horror que vivía aquella cuidad de su país natal. —«No me explico a qué momento todo se volvió un absoluto caos —se preguntó en silencio el Santo, corriendo con toda la velocidad que le permitían sus piernas—. ¡Malditos egipcios, pagarán por lo que le han hecho a todas estas personas!!» El joven de Bronce estaba perdiendo la calma que había empezado a descubrir gracias a su antecesor. Contemplar el llanto de terror en los rostros de sus compatriotas desgarraba su corazón y más al saber que no podía detenerse para ayudarlos, ya que estaba consciente de que para terminar con tanto sufrimiento, debía primero vencer a quienes lo habían provocado. Los edificios en llamas, los vehículos accidentados, los gritos de horror inconcebible, la desesperación de unos y el júbilo de otros que aprovechaban el caos para dar rienda suelta a sus impulsos al no tener poder la autoridad. Todos estos factores en conjunto hacían que el propio inferno parezca un lugar más acogedor y a la vez causaban la extrema ira y desesperación del Fénix.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Mientras tanto, el dios egipcio de los muertos había llegado al centro de una moderna plaza rodeada por monumentales edificios de estilo arquitectónico contemporáneo. Con su animalesca mirada perdida en lo alto de un rascacielos, reflexionó un tanto taciturno. —«Es una lástima, Horus… Un error bastó para que seas derrotado a pesar de ser el más poderoso de nosotros los Guardianes egipcios. Si llegabas a alcanzar la cúspide de tu potencial, quizás hubieses sido tan fuerte como el mismo Ra. Por desgracia te dejaste dominar por la ira y te equivocaste de estrategia al enfrentar a Ikki de Leo. Para derrotar a un humano, lo que se necesita es atacar lo más vulnerable que tiene: sus sentimientos…» —¡Anubis! ¡Infeliz, dame la cara! El aludido se volteó notoriamente extrañado ante tal vejación, para ver que quien la había pronunciado era el joven Evan. y…
—Vaya, vaya. Me extraña que el remedo de Fénix se haya armado de valor para perseguir a un dios
—¡Cierra ese apestoso hocico, Anubis! —lo calló iracundo el Santo de cabellera platinada—. ¡Le enseñaré a un monstruo como tú a llamarme “remedo de Fénix”!! La natural reacción de un ser tan irónico como él habría sido reír ante tales improperios, pero en lugar de eso, pareció ser que el dios se ofendió. En silencio las amenazantes miradas rojas de Guardián y Caballero se cruzaron por varios segundos, haciendo la tensión insoportable. —Tus ojos… —le dijo al fin la deidad-chacal con suspicacia—. Tu mirada ya no me inspira lástima como antes. Veo ese mismo brillo que me estremeció cuando conocí a Ikki en territorio egipcio. No sé qué fue lo que te pasó, pero es evidente que perdiste ese pánico irracional que te afligía. —Es mi gente con la que se están metiendo. ¡Son a personas inocentes de mi país a las que están aterrorizando y matando!! ¡Por eso me enfrentaré a ti y a quien sea sin importarme las consecuencias! ¡Será mi ímpetu por proteger a la humanidad el que me dará fuerza y valor para vencerte! Anubis dio uno de sus clásicos suspiros burlones de decepción. —Ya me harté del mismo discurso pro-humanidad que tienen memorizado para impresionar a sus rivales. En primer lugar, lo único que hicimos nosotros los Guardianes fue sembrar un poco de desorden en este lugar. Piénsalo bien, Evan. Fueron los mismos humanos quienes hicieron crecer esa semilla de caos con su paranoia y desesperación nata. Bastó solo con que enrojeciéramos el cielo e incendiemos un par de edificios para que creyeran que el mundo se iba acabar y se rindieran al pánico. ¡Fueron ellos mismos quienes hicieron crecer este infierno que estás viviendo y no nosotros! ¡¿Acaso no notas que la naturaleza humana es el conflicto, el egoísmo y el miedo?! Sin poder refutar tan crueles aseveraciones, el Fénix se limitó a observar con resentimiento a su oponente. —En segundo lugar, humano —añadió el africano con cinismo—. Espero que puedas respaldar tus palabras, porque no tendré consideración al luchar contra ti ahora que ya no tienes miedo a la muerte. Además, si no logras detenerme en lo que haré a continuación, tus tan queridos compatriotas me servirán de alimento… Solo observa a tu alrededor… Haciendo caso a la sugerencia, Evan inspeccionó su entorno con la mirada. Apenas en ese momento pudo percatarse de la presencia de los centenares de personas que se refugiaban en los alrededores de la plaza y los edificios. Con horror el joven trigueño vio a las potenciales víctimas de la crueldad de su rival, quienes aterradas observaban a los dos contendientes desde la seguridad de sus refugios de concreto.
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Saga: CATACLISMO 2012 —¿Qué… planeas hacer, Anubis? —preguntó dubitativo el Caballero, casi intuyendo lo que vendría a continuación. —Mi técnica obtiene poder alimentándose de almas humanas. Imagínate lo fuerte que puedo llegar a ser tras consumir la esencia viva de tanta gente… Y lo mejor de todo es que lo haré con infinito placer. ¡No te imaginas lo delicioso que es devorar un espíritu humano! Conocer las malvadas intenciones del Guardián, logró alterar sobremanera al joven Fénix, quien en medio de su desesperación, solo tuvo el impulso de gritar con toda la fuerza que le permitieron sus pulmones: —¡Aléjense de aquí!!! ¡Dense prisa y abandonen este lugar de inmediato!!! ¡Este sujeto planea matarlos a todos!!! Aunque la potente advertencia del joven fue escuchada por toda la gente en el perímetro, solo unas pocas personas la acogieron y echaron a correr aterradas. —Buen intento, Evan. Pero no creo que un grito baste para alejar a los cobardes de tus congéneres. Cuando el pánico invade a los de tu especie, no hay nada que los haga reaccionar. Sumado al efecto de miedo que produce el infierno en el que estamos ahora, fue gracioso ver como se diseminaba el terror en toda la gente con solo el hecho de verme. Supongo que fue impresionante para todos contemplar por primera vez a un ser con cabeza de chacal parlante. Pero no solo me temen a mí, también están aterrados por ver a ese extraño jovenzuelo que emana furia con su sola presencia. Sí, Santo de Atenea. Ambos somos demonios para ellos… —¡Maldito! ¡No te aproveches del miedo de inocentes!! ¡Desiste de tu intento por dañarlos o juro que te acabaré con mis propias manos!! Sin responder a la advertencia, el dios de cánidas facciones empezó la tarea de incendiar su cosmoenergía, la cual se tornaba cada vez más macabra y malintencionada a medida que crecía. Una especie de fuego negro lo rodeaba completamente. Viendo las malas intenciones del rival, Evan vio como única opción detenerlo usando la violencia. Sorprendentemente su ígneo cosmos anaranjado se había elevado en la misma proporción que el de Anubis. Lo que la extrema ira del joven Santo era capaz de lograr era impresionante. —¡Excelente! —exclamó emocionado el malvado egipcio, sin quitar el tono burlón de su voz— ¡Ese es el nivel de poder que debe demostrar el legendario Fénix! ¡Ahora te reto a detenerme, porque si no lo haces, enviaré los centenares de almas de los que están aquí hacia mi adorada Necrópolis! ¡La Duat será la morada de tu gente después de que devore sus dulces y sabrosos espíritus!! Aquellas palabras llenas de desinterés por la vida, sumadas a la potente risa malvada del egipcio desataron la extrema ira de Evan. Sus ojos desbordando lágrimas parecían expulsar rabioso fuego. Tantos factores se habían acumulado en su contra, hasta el punto de que ya no pudo soportar más la situación. Pese a los consejos que el mismo Ikki le había dado en el Coliseo del Santuario, el joven Fénix se dejó dominar en ese momento por el más profundo y puro odio. Ese odio que carcome el corazón y la mente desde su mismo interior. Ese odio que inhibe la razón y deja salir el instinto de destrucción en todos los seres humanos… —Esta nueva técnica… solo la puedo ejecutar cuando me dejo llevar por la ira —dijo el Caballero casi balbuceando, mientras su aura quemante se tornaba extremadamente nociva—. Anubis… desaparece en medio de… mi odio… Tras pegar un potente grito que incluso estremeció al mismo Guardián, el muchacho que se dejó controlar por sus emociones negativas evocó el nombre de la nueva técnica del Fénix: —¡‘Furia Inmortal del Ave Mítica’!!! ¡Renace!!!
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco La emoción fue evidente en Anubis, quien rió a toda voz al sentir que el piso de concreto bajo sus pies empezó a temblar con violencia. Su regocijo fue mayor al ver que emergieron pequeñas llamas circulares desde la superficie de cemento. Aquellas feroces luces anaranjadas representaban la posición de las estrellas de la constelación del ave fénix. —Ese odio que te hace tan fuerte en este momento, se convertirá también en un arma de doble filo. ¡Has alcanzado la esencia del cosmos! ¡El Séptimo Sentido en todo su esplendor te pertenece! ¡Pero a cambio de despertarlo has autodestruido lo que te hacía un ser bondadoso!! Un ensordecedor alarido calló al enemigo. Un sonido tan potente no pudo haber sido producido por ninguna criatura viviente conocida. Era el fuerte chillido de un ave mitológica lo que aterraba a los cientos de testigos del enfrentamiento. Fue un ruido tan potente que logró romper toda clase de vidrios en los edificios cercanos y desatar aún más pánico entre los habitantes de la urbe, quienes aterrados se vieron obligados a cubrir sus oídos para evitar ese estruendo que parecía salido desde el mismo inferno para taladrarse en sus cabezas sin piedad. Tras esto, las flamas que conformaban las estrellas de la constelación se tornaron más amenazantes, hasta el punto que destrozaron y elevaron el piso bajo la deidad, quien sin tener tiempo de reaccionar o protegerse, recibió de lleno el embate de un gigantesco fénix formado enteramente de fuego, el cual emprendió vuelo ascendiendo verticalmente, dejando a su paso una sofocante columna incandescente. La mortal llamarada solo se detuvo cuando el ave de fuego alcanzó varios cientos de metros de altura hasta extinguirse. Un iracundo Evan respiraba agitado tras el sobrehumano esfuerzo de ejecutar una técnica de tal magnitud. Y ya que su odio no disminuiría hasta ver el cuerpo inerte de su rival, no le quitó la vista de encima a la humareda negra que se había originado tras detenerse el ken. —Bastante impresionante, humano —manifestó el egipcio con la voz entrecortada—. Te juro que por un momento creí que sería yo quien iría primero al inframundo a causa de tu fuego. El Caballero de Bronce no podía creer lo que estaba presenciando: al disiparse el humo, vio que Anubis lucía bastante maltrecho al estar la mayoría de su armadura en pedazos y la mitad de su rostro de chacal gravemente quemado. Pero aún así el dios se mantenía en pies y con más vivacidad que antes. Su hocico poblado de afilados dientes parecía esbozar una extraña sonrisa de satisfacción. —Vaya curiosa fuente de poder y autodestrucción que has ideado, Santo de Atenea. ¿Tan grande es tu odio por mí? ¿Tanto valen para ti las insignificantes vidas de los parásitos que habitan esta metrópolis? Pese a que el joven de cabellera platinada había liberado gran cantidad de sus sentimientos negativos con el ken, su odio no había disminuido. De hecho había crecido al sumársele el cansancio y la frustración de no haber acabado con el enemigo. —¿Me preguntas si te odio, Anubis? —Evan hizo una pausa para inhalar una bocanada del aire caliente que lo rodeaba y apretar los dientes con furia— ¡Maldito monstruo, te odio como jamás he odiado a nadie en toda mi vida!! Tal aseveración provocó la estridente y burlona risa del Guardián. —Ustedes los humanos son tan volubles. Basta solo con provocarlos un poco para que pierdan la calma y demuestren su verdadera naturaleza. Por más que quieras hacerte el héroe defensor de la justicia, has demostrado que tu corazón es tan negro como el mío. Aquí el monstruo no soy yo… Las llamas negras que representaban al cosmos del egipcio se manifestaban con mayor ímpetu. El color rojo en los ojos del chacal cambió a un intenso negro.
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Saga: CATACLISMO 2012 —Te reté a detenerme y no pudiste hacerlo a pesar de haber alcanzado el Séptimo Sentido. Y que no se te olvide que todo este tiempo estuve elevando mi cosmoenergía para devorar las almas de los que se esconden aquí… —¡No te atrevas, Anubis!!! —‘Cremación Oscura’. Casi en un susurro el Guardián en armadura negra evocó el nombre de su ken. Un ademán suyo bastó para que las flamas negras que lo rodeaban amplíen su rango de acción hasta devorar la totalidad de las edificaciones que rodeaban la plaza. Unos intentaron huir despavoridos, algunos buscaron refugio bajo los muebles y otros obedecieron su instinto de protección al abrazar a sus seres queridos en un intento por resguardarlos de la amenaza que se les acercaba. Por desgracia ninguna de las personas que presenciaba la batalla se libró del fuego azabache que invadió hasta los últimos rincones de las habitaciones. Evan vio con desesperada impotencia como las horribles llamas negras atacaban a sus compatriotas, paralizándolos con una expresión de terror en el rostro.
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CAPÍTULO 34 ¡MISTERIO! LOS SARCÓFAGOS ANCESTRALES
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==Maravilla Suprema, Páramo de Hanan Pacha== La tormenta azul se detuvo por completo. Por un momento reinó la calma en el hermoso páramo inca en el que se desarrollaba la cruenta batalla. Aunque la mayoría de los pastizales habían sido arrasados de raíz, todavía se podían ver pequeñas plantas asomando cerca del lugar en el que colisionó la técnica de Wayra. En el centro de aquel terreno devastado se encontraba Raistlin, recostado boca arriba con su atónita mirada dorada clavada en el firmamento. Simplemente no sabía cómo reaccionar al tener todo el peso de su hermano menor sobre su cuerpo. El valiente Santo de Oso logró su objetivo de proteger a la persona más importante para él, pero a un precio muy alto: A pesar de que su fornido cuerpo fue capaz de resistir gran parte del embate huracanado, su armadura de bronce fue destrozada y su ser entero quedó vulnerable a la infinidad de cortes y golpes producidos por el viento del Cóndor de los Andes. El corpulento ser del menor de los lemurianos se mantenía inmóvil en un protector abrazo, dando a entender que seguía resguardando al mayor aun después de haberse desvanecido. —«Lo lograste, Caramon… —se dijo a sí mismo el Santo que permanecía ileso, saliendo de su estupefacción al ver que la sangre de su hermano empezaba a expandirse por los campos—. Al final encontraste tu propia calma y pensaste la estrategia que te ayudó a salvarme…» Haciendo un gran esfuerzo por soltarse de los grandes brazos del Caballero de Oso, el joven de melena verde claro lo arrastró con pesar y lo acomodó cuidadosamente sobre una de las pocas áreas verdes que adornaban el páramo. En actitud solemne, el Guardián de Cóndor observaba desde las alturas aquel acto de amor y compañerismo. —Saldremos juntos de esto, hermano —aseguró el Lobo con unos ojos casi desbordando lágrimas, al ver a Caramon en tan mal estado—, porque ahora que tú has despertado tu calma. ¡Yo acabo de despertar mi pasión!!! A pesar de estar flotando a considerable altura, el Guardián de Kuntur sintió como una fuerte presión lo empujaba desde tierra. En un parpadeo Raistlin había despertado su cosmoenergía a un nivel insospechado para un Santo de Bronce. Aquella manifestación de energía produjo una onda expansiva que incluso alcanzó al rival en las alturas. Con un semblante de notoria sorpresa, el inca contempló a su oponente siendo bañado por una furiosa aura grisácea, la cual parecía tomar la forma de un rabioso lobo, ávido por cazar a su presa. —Sin duda me han mostrado su valor como guerreros y como seres humanos, joven Santo. El gran sacrificio y amor fraternal de tu compañero es algo que ya no se ve en estos días —expresó con gran consideración el Guardián de cabellera negra—, pero con todo el respeto que se merecen ambos, déjame decirte lo siguiente: Por más que eleven su cosmos, jamás lograrán alcanzarme porque no tienen la capacidad de volar sin alas como yo. Los lobos y los osos se quedan en tierra, Caballero… El aludido ni siquiera se volteó para responder a las aseveraciones del enemigo. Su atención estaba concentrada en la imagen de su hermano herido, yaciendo varios metros lejos de él.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —Todos los lobos ansían alcanzar la luna en algún momento, por esa razón le aúllan con devoción cuando la ven en todo su esplendor —manifestó el Caballero con un hilo de voz, para luego enviar a sus brazos la energía que poseía en ese momento—. ¡Yo seré el primer lobo que se eleve tan alto como la luna! ¡Te arrancaré esas alas invisibles como castigo por lo que le hiciste a Caramon! ¡‘Aullido Mortal’!! —Lo siento guerrero, pero esa técnica no funcionará dos veces conmigo. ¡Aunque tu poder haya aumentado, tu viento es inferior al mío! El inca posicionó sus dos antebrazos frente a él a manera de equis. Suponía que la resistencia de sus guanteletes sería suficiente para soportar el ken que se le aproximaría. Sin embargo, su reacción fue demasiado anticipada, ya que no habría podido prever los siguientes movimientos de su contendiente. En lugar de arrojar su técnica de la manera usual, Raistlin tuvo la idea de dirigir toda esa energía a sus pies. La potencia con la que el ken desplegado impactó la tierra fue tanta, que provocó el violento despegue de su ejecutor. Aquel ascenso fue tan veloz que a los ojos de Wayra el joven Santo había desaparecido repentinamente. Tan confundido estaba el Guardián en intentar buscar al Lobo en tierra, que bajó la guardia por unos instantes. Apenas y logró percatarse de la presencia del lemuriano de bronce cuando este ya estaba a pocos centímetros de él. Raistlin había variado su técnica para ascender velozmente en línea recta hacia su oponente, pero eso no era todo… —¡Esta será la última vez que vueles sin alas, Wayra! ¡‘AULLIDO MORTAL’!!! Una vez más el Santo varió su técnica. En esta ocasión concentró toda la energía de la misma en su puño derecho, el cual se estrelló con atronadora potencia en el pectoral de la armadura añil del oponente inca, para quien fue abrumador, además, escuchar el ensordecedor aullido de lobo que se produjo cuando el golpe lo impactó. La pasión recién despertada en el joven le había permitido utilizar la misma técnica en tres variaciones hasta el momento, siendo la tercera la que tendría los resultados más devastadores: El agredido fue enviado a tierra con la misma velocidad y potencia con la que había ascendido el Caballero hace unos momentos. Aquel combate aéreo había tomado milisegundos en desarrollarse y al final solo se pudo ver al Guardián de Kuntur impactando pesadamente contra el mismo huerto que se suponía debía proteger. Por su parte, Raistlin de Lobo se precipitó en caída libre sobre un maizal cercano. Ya no tenía energía para aterrizar correctamente y su cuerpo estaba a punto de estrellarse sin remedio desde una altura tan considerable.
==Estados Unidos== El supremo dios egipcio caminaba tranquilo por los callejones cercanos a la bahía de la ciudad atacada por sus aliados. Le eran indiferentes el sufrimiento y el desorden que se estaban desarrollando a su alrededor. —«Un cosmos lleno de ira y otro lleno de odio han arribado a esta urbe para oponerse a nosotros —reflexionó él, mostrando una gran sonrisa de satisfacción—. Admito que me emociona luchar contra guerreros poderosos. Solo espero que esos dos no me decepcionen si llegan hasta mí… siempre y cuando logren salir con vida del ataque de mis Guardianes». Una presencia familiar interrumpió sus cavilaciones. La recién aparecida avanzó con cautela hacia el dios supremo que le daba las espaldas.
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Saga: CATACLISMO 2012 —Bienvenida, Isis —la saludó extrañado el de cabellera roja sin siquiera voltearse—. Supuse que estarías castigando a los humanos que habitan esta ciudad, o en su defecto, a los guerreros que envió Atenea para detenernos. —Me disculpo, supremo Ra, pero me vi obligada a posponer mi deber ante la tarea que ocupa mi atención en este momento… La diosa egipcia de la fertilidad detuvo su discurso al ser testigo de la devastación y muerte que pululaban alrededor de su interlocutor. Para ella fue estremecedor presenciar aquel espectáculo lamentable: Cuerpos horriblemente carbonizados cercaban el camino del dios. Camino que al estar formado por pavimento, no había resistido la inconmensurable temperatura que emanaba el cuerpo divino del africano. Con cada paso que daba, el piso se derretía y una huella de viscoso magma al rojo vivo se formaba a sus pies, haciendo todavía más dantesca la escena. Femi de Isis tuvo el impulso de llevarse la mano al rostro para cubrir su nariz. Y aunque no pudo soportar el nauseabundo hedor de los cadáveres calcinados, intentó mantener la compostura y sin éxito aparentar normalidad. —No te sientas mal por ellos, Isis —le instó el supremo egipcio, notando la ligera expresión de disgusto en su Guardiana—. Mi intención no fue asesinar a todas estas personas. Ellos corrieron hacia mí mientras escapaban del apocalipsis que se desarrolla en este lugar y fue mi cosmos el que los incendió al contacto. No veas al mío como un fuego de muerte, sino como uno de purificación… Pero de todas formas, nos estamos distrayendo del asunto central… ¿A qué debo el honor de tu presencia? —Traigo el trabajo terminado que la diosa Mielikki le ofreció antes de desaparecer en la Maravilla Suprema. Un elegante arcón rojo decorado con jeroglíficos se materializó en las manos de la mujer de melena negra, quien con actitud solemne intentó acercarse a Ra para entregarle personalmente aquel encargo. —¡Detente! —ordenó severo, parando en seco a la sorprendida dama, quien se sobresaltó con la potencia de esa resonante voz—. Si te acercas unos pasos más, acabarás calcinada al igual que estas personas. Recuerda que todavía no has desarrollado tu máximo potencial como diosa egipcia y no querrás decepcionarme como ese inútil de Horus. Encogiéndose de hombros, la reencarnación de Isis depositó el baúl metálico en el piso. No se atrevió a hablar durante varios segundos que le parecieron eternos, al incrementarse considerablemente el calor en el lugar. Alta temperatura que amenazaba con sofocarla y que de paso también intensificaba el olor de la carne chamuscada de personas inocentes. —Con su permiso, mi señor Ra. He de cumplir la misión que me encomendó. Así que me marcho enseguida. El tono apresurado e incómodo con el que la Guardiana en armadura amarilla y turquesa pronunció esta frase, no pasó desapercibido por el dios africano. —¿Tanto te molesta el olor de la muerte que produce el fuego? —le preguntó un tanto irónico—. Yo sé que eres una diosa que representa a la vida en todas sus formas, pero debes estar consciente de que en el futuro verás millones de cadáveres apilados de esta misma forma. Isis sintió como la tensión la invadía, así que pestañeó varias veces a fin de reflexionar para escoger meticulosamente sus siguientes palabras. Con un semblante muy seguro respondió:
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —Mi señor, usted sabe que nuestro anhelo es ver el nacimiento de un Nuevo Egipto en este continente. Y si para lograrlo tenemos que purificar todo este país con el fuego divino, entonces solo tendré que acostumbrar mi mente a la idea de que tanta muerte será necesaria para dar nacimiento a nueva vida. Dicho esto, le dio las espaldas a su superior y no pudo soportar más el asco que le causaba la acumulación de muerte. Para fortuna suya, Ra no pudo ver aquella expresión de disgusto en su rostro. —Espera un momento, Isis… —la detuvo él, entrecerrando sus ojos anaranjados en una mirada llena de sospecha y desconfianza. Hubo algo que inquietó al dios egipcio al escuchar y ver la actitud de la joven deidad femenina. Había algo diferente en ella. Simplemente ya no parecía ser la misma dama sumisa que obedecía sin rechistar a cada una de sus órdenes. En silencio intentó deducir lo que le provocaba tal desasosiego, pero no pudo precisar la causa. —No… no es nada… Ve y acaba con los Santos de Atenea… —Enseguida, mi señor… Isis se alejó de la presencia de Ra, liberándose al fin de aquella tensión que gradualmente le hacía perder la calma. Al verse solo, el dios supremo se acercó al baúl que descansaba sobre el asfalto y con impaciencia lo abrió. Su emoción fue grande cuando contempló su contenido. Un hermoso brillo color rubí bañaba a las dos armas cuidadosamente acomodadas sobre la superficie de terciopelo del que estaba recubierto el interior del arcón. Se trataba de las dos Armas Supremas de Ra: un par de afiladas katares rojas de distinto diseño. Apenas la deidad las calzó en sus antebrazos, ambas armas parecieron reaccionar al cosmos de su portador y se prendieron en furiosas llamas. —¡Te felicito, Mielikki!! —exclamó emocionado el dueño de las katares, siendo testigo de la fuerza que contenían—. ¡Estas armas poseen todas las especificaciones que te solicité! ¡Solo tú habrías sido capaz de forjar estos metales junto con los espíritus de dos dioses egipcios! Ra había aprovechado su despertar en un cuerpo divino para imponer su poderío como dios supremo sobre sus demás colegas egipcios. Solo así fue capaz de dominar a las deidades conocidas como Horus, Anubis e Isis y ponerlos bajo sus órdenes como Guardianes. Pero no fueron solo ellos tres quienes fueron puestos bajo el régimen de Ra. Dos dioses egipcios más cayeron bajo su poder y sus espíritus habían sido utilizados para fabricar las armas que portaba… —Seth a mi siniestra y Osiris a mi diestra… Esos serán los nombres de mis katares… El bien y el mal han sido combinados en mis armas… Abriéndose paso, llegó a la bahía principal de la ciudad. Con un cielo carmesí como fondo, divisó a lo lejos un objeto que resaltaba del resto por su apariencia llamativa. Se trataba de la monumental estatua azulada de una mujer, la cual levantaba orgullosa una antorcha como símbolo de libertad. —«La arquitectura moderna en este país no se compara a las magníficas construcciones que edificaron mis ancestros —reflexionó arrogante el egipcio, sin quitarle la mirada de encima a esa estatua—. Ya que estoy un poco fuera de forma desde que uso este cuerpo, no me vendría mal practicar un poco con mis dos nuevos juguetes». Tronando los huesos de su fornido cuello, estiró un poco los músculos.
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Saga: CATACLISMO 2012 Acto seguido, utilizó toda la fuerza física que fue capaz de desatar su brazo izquierdo, blandiendo velozmente a Seth. El movimiento circular creó una enorme y potente cuchilla de fuego en forma de media luna, la cual atravesó veloz el mar y se dirigió hacia aquel monumento solitario, atravesándolo justo por la mitad como si de papel se tratase. Unos segundos después, el dios contempló con notoria satisfacción como el blanco de su ataque había sido cercenado con un limpio corte recto. Ver aquel símbolo estadounidense destruido e incendiándose en dos partes como secuela, provocó la estridente risa de quien había causado tal desastre. —¡Te has lucido con estas armas, Mielikki!! ¡Si antes era fuerte, gracias a ti ahora soy invencible!! ¡Así que vengan a mí, Caballeros de Atenea!! ¡Estoy ansioso por enfrentarme a ustedes!!
==Maravilla Suprema, Selva de Eldorado== —«¡Mar, despierta!!» Sobresaltada, la aludida regresó a la realidad haciendo caso a lo que decía aquella voz salida de ninguna parte, para notar que tres veloces objetos se acercaban peligrosamente hacia ella. Casi por instinto pudo esquivarlos antes de que la lastimen. La Amazona de Coma Berenices observó alarmada al trío de cuchillas pasando a pocos centímetros de su rostro, y terminar su trayectoria en un árbol cercano. Se trataba de filosas plumas multicolores, las cuales se habían clavado profundamente en la madera del tronco. La muchacha de cabellera negra en trenza permaneció inmóvil, inspeccionando minuciosamente su entorno en búsqueda de su agresor. Su intranquilidad crecía al encontrarse en un ambiente demasiado complejo y confuso para ella. Era la primera vez que se encontraba en medio de vegetación tropical tan frondosa como la que abundaba en ese terreno, la cual, además, entorpecía bastante su sentido de orientación. A donde quiera que ella volteaba, solo podía divisar aglomeraciones de árboles, helechos y gruesos musgos. Para rematar, el ruido natural de los animales selváticos distraía su atención. Tantas cosas pasaban por la mente de la inexperta guerrera. Sin duda sabía que había logrado ascender a territorio divino, pero su confusión era grande al encontrarse en tal situación. Poco a poco caía presa de una intoxicante tensión, y más al percatarse de que no traía consigo las armaduras que le habían encomendado en el Santuario… —¡Sé que hay alguien aquí! —gritó desafiante la joven Mar como último recurso—. ¡Sal y enfréntame si tienes el valor para hacerlo! Aquella osada petición fue respondida con el embate de diez plumas más. Maniobrando acrobáticamente, la chica fue capaz de esquivarlas todas. Por desgracia su nula experiencia en batalla no le permitió notar que la arremetida de esos objetos era tan solo una mera distracción para que Mar no vea venir el verdadero ataque. Un certero rodillazo se estrelló en la sien derecha de la desprevenida Amazona, el cual la mandó a volar contra el tronco de un árbol frutal cercano. La fuerza con la que colisionó fue tal, que su cuerpo logró despedazar la dura madera en el acto. —Me sorprende que aún te mantengas con vida tras mi ataque, invasora… —intervino la joven que había acometido contra Mar, caminando muy segura entre la jungla. La agredida apenas y pudo levantar la cabeza tras recibir tan violento golpe. La cabeza le daba vueltas y apenas logró distinguir a su atacante acercándosele.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Se trataba de una joven mujer trigueña de blanca cabellera ensortijada y una vivaz mirada encendida en un profundo lila. La recién aparecida lucía una llamativa armadura color verde claro, adornada en su mayoría con las mismas plumas multicolores que habían intentado acabar con la vida de la chica de Rodorio hace unos momentos. —Ese es solo el comienzo del dolor que te espera por atreverte a faltarle el respeto a los ancestros incas —añadió esta joven, amenazando tajante a su rival. Escuchando estas palabras, Mar se reincorporó tras retirar los pesados restos de madera que la aprisionaban. Ella estaba consciente de que de no haber sido por la protección de su armadura de metal desconocido, no habría sobrevivido a la agresión. —No me hables de dolor, extraña —respondió la Guerrera de Atenea, limpiando la sangre que corría por la comisura de sus labios, al tiempo que observaba amenazante a la guerrera de la selva—. En mi corta existencia he sentido en carne propia tantas veces el verdadero sufrimiento, que tu golpe fue algo insignificante para mí. El recuerdo del instante de su accidente invadió la mente de Mar. A pesar de que su mentalidad siempre positiva le ayudó a soportar tal trauma, el instante en el que perdió su capacidad de caminar la seguía hiriendo con la misma intensidad que en el pasado. Mal recuerdo que además era intensificado cuando evocaba los instantes de terror que vivió recientemente en su pueblo, cuando éste fue destruido por el terremoto mundial de Viracocha, en el cual perdió a toda su familia y amigos. —El dolor que hayas sentido me tiene sin cuidado, porque para mí eres solo una vulgar ladrona que merece sufrir en mis manos. —¡No tienes derecho a llamarme ladrona! ¡Jamás en mi vida he robado algo! —¡No mientas, invasora! ¡Observa la prueba de tu crimen en esos matorrales!! Mar miró con atención al lugar que le señalaban. Ahogando una interjección de sorpresa, notó que las pandora box de las cloth de Aries y Tauro estaban escondidas tras unos frondosos arbustos. Por una parte su alivio fue grande al saber que no había extraviado las valiosas armaduras. —Cuando llegaste a mi territorio dejaste caer ese par de grandes objetos de oro —le comunicó la de cabellera alba, sin quitar el desprecio de sus palabras—. ¡Solo pudiste haber tomado reliquias tan preciosas del templo sagrado de Viracocha!! —¡¿De qué hablas?! ¡Traje conmigo esas armaduras desde el Santuario de Atenea!! —Entonces eres una Guerrera de Atenea… No se conformaron al acabar con la existencia de mi señor Viracocha. ¡Ahora también intentan mancillar su territorio y saquear sus tesoros!! ¡Son lo más bajo que puede existir!!! La ira de la joven inca se desbordaba a través de su mirada. No solo estaba convencida de que las armaduras doradas que traía Mar habían sido sustraídas desde la infinidad de reliquias de oro que se almacenaban en el Templo Sagrado Inca; también quería hacerles pagar a los Santos de Atenea por rebelarse contra los dioses de sus ancestros. —¡No dejaré que tomes mi vida fácilmente, extraña! —afirmó con gran convicción la muchacha de cabellera en trenza, alzando la guardia al saber que su oponente no entendería razones— ¡Soy Mar… de Cabellera de Berenice y mi deber es entregar esos objetos a sus dueños originales!! ¡No dejaré que te interpongas en mi camino, seas quien seas!! —Una actitud bastante altanera, típica de una ladrona de tesoros como tú… Mi nombre es Cavillaca de Q’inti, el Colibrí de la Amazonía. Y puedo asegurarte que la selva de Eldorado se convertirá en tu tumba…
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==Estados Unidos== La terrible técnica de fuego negro de Anubis devoró y paralizó a los miles de inocentes que presenciaban su combate con Evan de Fénix, para quien fue perturbador observar como la llamarada oscura parecía extraer poco a poco la energía vital de sus víctimas, quienes retorcían sus facciones en grotescas expresiones de dolor. —¡Maldito monstruo! ¡Detente ahora mismo!! —exigió el joven Santo con los ojos a punto de dejar escapar lágrimas, mientras arrojaba débiles golpes a su rival— ¡No involucres a inocentes que nada tienen que ver en nuestra lucha!!! El egipcio esquivaba con arrogancia cada lento puñetazo que intentaban propinarle. Aunque el odio de su oponente había crecido, su fuerza física disminuyó proporcionalmente tras su esfuerzo de ejecutar el nuevo ken del Fénix. —Tranquilízate, mocoso. Aún no es tiempo para alterarse de esa manera —replicó burlón el dios-chacal—. El verdadero efecto de la ‘Cremación Oscura’ todavía está en desarrollo. Impactando una certera patada en el abdomen del humano, el ser divino retrocedió de un salto al verlo de rodillas, paralizado por el dolor. —Escúchame bien, Evan. Los ataques ígneos de nosotros los Guardianes egipcios generalmente no afectan a la materia física. Esos humanos que ves retorcerse de terror, tienen esa expresión en el rostro porque gradualmente sus vidas están siendo absorbidas por mis flamas negras. Su esencia se está canalizando hacia mí para otorgarme más poder físico, pero eso no es todo… Tras un ligero temblor, dos sarcófagos de diseño ancestral egipcio emergieron desde la tierra con violencia, rompiendo a su paso el cemento que se les interponía, y quedándose en posición vertical uno a cada lado de quien los había convocado. —¿Qué… son esos dos ataúdes? —preguntó confundido el furioso joven de cabellera platinada, con el aliento apenas recuperado. —El sarcófago a mi derecha es un regalo especial de parte de la diosa Morrigan para nosotros los egipcios. En su interior se encuentra una poderosa ‘marioneta’ que necesita de la energía de los vivos para ser reanimada. Lo mismo ocurre con quien reposa en el ataúd a mi izquierda, aunque aquel está reservado especialmente para otro guerrero. Sí, precisamente… ya que me agrada Ikki de Leo, preparé con mucho cariño esta sorpresa especialmente para él… Evan odiaba profundamente el sarcasmo de Anubis, pero en ese momento dejó de importarle esa molestia al saber que dos enemigos más amenazaban con aparecer si no hacía algo al respecto. —Ahora entiendo… —manifestó el humano, reincorporándose—, entonces para detener la resurrección de quienes descansan en esos ataúdes, tengo que asesinarte antes de que tu técnica se alimente completamente con las almas de mis compatriotas… —Cosa que obviamente será imposible para ti en tus condiciones. ¡Estarás muerto antes de evitar que estos cofres se abran y llenen esta ciudad de muerte! Los ojos del chacal quedaron en blanco al concentrarse una gran cantidad de energía negra en todo su ser. A pesar de haber sido gravemente lastimado por la técnica del ave mítica, el dios fue revitalizado al consumir gran cantidad de almas humanas. En su cánido rostro era grande la emoción al sentir como su fuerza física aumentaba de gran forma e incluso sus proporciones corporales incrementaban ligeramente su volumen, quebrando en el proceso los pocos restos de la armadura negra y dorada que todavía lo vestía.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Evan ni siquiera vio venir el potente cabezazo que se estrelló en su testa. Casi no sintió la lluvia de puñetazos que lo castigaba sin clemencia, ya que su ser entero había sido sacudido por el primer ataque. —¡Deberías experimentarlo, Evan! —exclamó emocionado el agresor, vapuleando cruelmente a su víctima— ¡El placer más grande es sentir como la vida de tantas personas recorre tu cuerpo y te da un poder infinito! De no haber sido por la protección que le otorgaba la diadema de la cloth de Fénix, la cabeza del joven de bronce habría sido machacada en el acto. De igual forma, si la coraza protectora de su pecho no hubiese recibido la violencia de los golpes, su corazón y demás órganos habrían cesado sus funciones de inmediato. Evan simplemente no pudo reaccionar ante tan inmisericorde y veloz ráfaga de fortísimos golpes. El dios de los muertos solo se detuvo al sentirse cansado de castigar al joven. Casi se ahogó en sus propias carcajadas cuando notó que la armadura de Fénix fue reducida a añicos tras las agresiones y que su portador, después de expulsar gran cantidad de sangre por su boca, desplomó sobre el cemento su amoratado y casi inerte cuerpo producto de la salvaje paliza. No contento con sus actos, Anubis aprovechó el frenesí del momento y su actual fuerza para pisotear repetidamente la cabeza del Santo. En su animalesco rostro era evidente el placer que sentía al seguir humillando de esa forma a su rival. —¡Vamos, humano! ¡Las leyendas griegas cuentan que ustedes los Santos de Atenea siempre vuelven a la batalla a pesar de lo grave de su situación!! ¡No me decepciones y renace al igual que tu constelación!! Invadido por una sensación de abrumadora impotencia y dolor, Evan de Fénix perdió el conocimiento mientras su perverso contendiente lo hundía más y más en tierra con sus poderosos pisotones. nar…
Estando al borde de la muerte, un sueño sobre su pasado sería su última oportunidad para reaccio-
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CAPÍTULO 35 ¡LAS MEMORIAS DE EVAN! LA MANIPULACIÓN DEL PASADO
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==Estados Unidos== Con terrible vehemencia, Anubis se empeñó en la tarea de pisotear a su rival en todos los sentidos. El sonido estridente de sus risas se entremezclaba con el de los golpes que propinaba con su pie en la cabeza del desvanecido Santo. —¡Es tan divertido aplastar a los humanos como si de insectos se tratase! —exclamó el chacal, absorto en su emoción—. ¡Vamos, Evan! ¡Ahora dame el placer de escucharte gritar y suplicar por tu miserable vida!! Apenas en ese momento notó con decepción que su víctima había perdido completamente la consciencia. Como si de un muñeco de trapo se tratase, tomó al joven de la cabeza y lo levantó agarrándolo desde el amasijo de sangre y desordenados cabellos en los que se había convertido su antes lacia melena platinada. —Vaya… creo que esta vez sí me excedí… —añadió sarcástico para sí mismo, inspeccionando exhaustivamente el cuerpo casi inerte que sostenía—. Parece dormir como un tierno bebé, pero en este estado no sirve para mis propósitos. Aprovecharé para entrometerme un poco en sus memorias y ver qué puedo usar a mi favor…
==Hace siete años. Santuario de Atenea== Maleta en mano, un alegre niño cruzó por primera vez los umbrales de aquel lugar que tanto ansiaba conocer desde que tuvo uso de razón. Su emoción era indescriptible, ya que estaba dando el primer paso para hacer realidad su más anhelado sueño. Contemplando maravillado el escenario del majestuoso recinto de la diosa griega de la sabiduría, sus ávidos ojos escarlata se encendieron brillosos. No pudo contener su regocijo, así que se soltó su equipaje y la protectora mano de quien lo había traído al Santuario y echó a correr por el lugar. A pesar de estar utilizando un atuendo visiblemente ostentoso, al pequeño no le importó empolvar sus costosos zapatos ni ensuciar su cara ropa. De todos modos sabía que cualquier cosa material no importaría a partir de ese momento. —¡Espera, Evan! —intentó atajarlo el hombre encapuchado, corriendo tras él—. ¡Te perderás si continúas solo! —¡No me perderé, porque me siento como en casa! ¡Así que apresúrese, señor Richter! —apremió el aludido a su interlocutor, aún trotando cual potrillo juguetón—. ¡Estoy impaciente por empezar con mi entrenamiento para convertirme en un Santo de Atenea!! Cuando arribó por primera vez al Santuario, Evan tenía una actitud completamente diferente a la que forjó tras los años de entrenamiento. Habría sido difícil imaginar que aquel radiante y retozón niño trigueño de lisos cabellos de plata, se convertiría en el futuro en un joven con una personalidad completamente diferente… Lo único que cruzaba en ese momento por la mente del pequeño de tan solo nueve años, eran los cientos de leyendas que en cada oportunidad le había relatado su padre: Un famoso y mundialmente reconocido arqueólogo estadounidense, el cual se especializaba en la ancestral cultura griega.
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Saga: CATACLISMO 2012 A lo largo de sus años de laborioso estudio, el padre de Evan no solo logró establecer una cuantiosa fortuna, sino que también recopiló valiosa información sobre Atenea y sus Caballeros. Conocer todo sobre aquellos guerreros legendarios que eran capaces de partir la tierra con sus patadas y desgarrar el aire con sus golpes; se convirtió en su gran pasión. Pasión que transmitiría con ahínco a su primer y único hijo, a quien inculcó con entusiasmo los mismos valores de sus héroes y modelos de vida. Es así como Evan creció admirando a los nobles Santos que luchaban para proteger la paz en el mundo. Estaba empeñado en ver realizados los sueños de su padre a través de sí mismo. Quería demostrarle a su progenitor que podía ser digno de portar una cloth y de paso ganarse su respeto y admiración. Y allí estaba, en uno de los recintos de la Grecia ancestral, dando piruetas mientras exploraba con infantil alegría aquel complejo adornado de monumentales templos, enormes columnas que parecían perderse en el azul del cielo, sendos coliseos como mudos testigos de victorias y derrotas, y demás fascinantes estructuras de diseño arquitectónico clásico de la cultura helénica. Al fin Richter logró alcanzar al pilluelo y calmar sus ímpetus agarrándolo de la mano. —Evan, por favor… A mi edad ya no estoy para estos trajines —se quejó el sacerdote de Atenea, arrastrando con dificultad el pesado maletín que había dejado atrás el niño para emprender carrera—. Además, recuerda que nos encontramos en un lugar consagrado a la diosa protectora de la Tierra, por lo tanto debes actuar con respeto en todo momento. —Lo siento, señor. ¡Es solo que me urge conocer a quien me enseñará a luchar como todo un guerrero! —respondió Evan, haciendo cómicos ademanes de golpes y patadas. —Y lo conocerás, pequeño. Las estrellas ya han dictado que tu destino será aspirar a vestir una de las ochenta y ocho armaduras, pero para ello necesitarás a una persona con experiencia que te guíe para que poseas el temple y la sabiduría necesarios para ser digno de servir a Atenea: ¡Un Santo te entrenará! Una enorme sonrisa se dibujó en el niño aspirante a Caballero. Su radiante rostro desbordó emoción al saber que uno de sus héroes lo tendría bajo su tutela. —¡Dígame quien es, por favor! ¡Quiero conocer a mi maestro y aprender todo de él! De manera impaciente inspeccionó su entorno con la mirada, ávido por encontrar a su futuro instructor. Apenas en ese momento notó entusiasmado que no muy lejos de él, un hombre en armadura entrenaba a una pequeña enmascarada. —«¡Es él! ¡Encontré al Santo que me enseñará todo sobre el cosmos y la justicia!» —meditó, al tiempo que corría hacia la escena. Fue sobrecogedor para Evan ver por primera vez a un guerrero vistiendo una armadura de metal blanco. La imponente figura del entonces Caballero de Bronce de Cisne impactó de un solo vistazo al jovencito, quien a pesar de conocer en teoría a los Santos por todo lo que le había contado su padre; se quedó boquiabierto al estar por primera vez ante la presencia del legendario Hyôga. En silencio, el sorprendido pequeño observó como el hombre rubio se protegía de los encarnizados golpes que le lanzaba una niña enmascarada de rizada cabellera celeste, quien a pesar de tener una apariencia delicada, propinaba potentes y estridentes puñetazos. La violencia con la que arremetía la jovencita era tan intensa, que por un momento Evan se convenció de que estaban combatiendo en serio. —¡Esos dos se van a matar, señor Richter! ¡Deberíamos detenerlos! —Te equivocas Evan, lo que estás viendo es un entrenamiento rutinario de un Santo y una aspirante a una cloth —le informó pausadamente el sacerdote al muchacho—. Él es Hyôga, Santo de Bronce de Cisne y ella es Natassia, su alumna. Solo procura no acercarte mucho a…
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Una vez más el ímpetu infantil del futuro Fénix le hizo desobedecer a su acompañante. Estaba tan fascinado con la escena, que casi por inercia se aproximó hacia ella más de lo debido. Su nula experiencia en batalla no le permitió notar que el frágil cuerpo de Natassia había sido impulsado por el cosmos de su maestro, así que no pudo evitar la trayectoria de la joven que chocó fuertemente contra él. Aquel golpe casual logró aturdir completamente al niño de caballera platinada, quien a duras penas se reincorporó con la ayuda del mismo Santo de Cisne, quien alarmado se había acercado al lugar de la colisión. —¿Estás bien, pequeño? —le preguntó preocupado Hyôga, viendo al niño desorientado—. Discúlpanos, por favor. No fue nuestra intención lastimarte. A veces no nos medimos con los entrenamientos. —Estoy bien, señor Santo —aseguró el aludido sacudiendo la cabeza para regresar en sí—, pero me preocupa la chica que impactó contra mí… Con asombro vio que su desasosiego era infundado. Natassia se había levantado hace un buen rato y despreocupadamente sacudía el polvo de sus ropas de entrenamiento mientras observaba al maltrecho muchacho. —Perdón por el golpe… —fueron las únicas palabras que le dijo tímidamente la aspirante a Cisne, sintiéndose culpable al ver la sorprendida mirada carmesí de Evan escrutándola. —Descuida, fue mi culpa por acercarme demasiado —manifestó sonriente el niño—. Mi nombre es Evan, por cierto. Y será todo un honor poder luchar al lado de ambos, señor Hyôga y señorita Natassia. —Es un aspirante a Santo muy amable y entusiasta el que has traído contigo en esta ocasión, Richter —lo elogió el Cisne, también reaccionado con una sonrisa—. ¡Seguramente se convertirá en uno de los guerreros más fuertes del Santuario! Las palabras del Caballero lograron animar más al niño, quien por un momento se dejó llevar por sus impulsos. —Señor Hyôga, por favor déjeme probar mi fuerza antes de empezar a entrenar. ¡Quiero demostrarle que puedo ser un buen Santo de Atenea como usted! —Espera un momento, Evan —intervino nervioso el sacerdote encapuchado—. No creo que sea buena idea empezar a luchar sin que antes… —No te preocupes, Richter —lo interrumpió el rubio, observando condescendiente al niño—. Como recompensa al espíritu de este jovencito, permitiré que tenga su primera sesión de guía con nosotros. Natassia, por favor entrena con Evan, pero no vayas a ser muy dura con él. La chica enmascarada de celestes cabellos enseguida acogió la petición de su maestro y en silencio alzó la guardia frente a su futuro oponente, quien con una ligera mirada de decepción observó nuevamente al guerrero de bronce. —Pero… señor Caballero, yo deseaba pelear contra usted… Todos los presentes quedaron impactados ante las palabras del niño. Habían pasado pocos minutos desde que arribó al Santuario y ya ansiaba enfrentarse contra uno de los protectores de Atenea. —Evan… antes de desafiar a un Santo en una batalla real, primero debes aprender a conocer tus propias limitaciones y ser consciente de tu realidad —le aconsejó Hyôga en tono compresivo—. Te exhorto a que entrenes primero con mi alumna Natassia. Tú mismo fuiste testigo de su fuerza, así que te aseguro que no te decepcionará. La amabilidad con la que el Cisne pronunció sus palabras, logró convencer al impulsivo infante, quien en silencio asintió e imitó la pose de combate de la niña, también alzando ambos puños.
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Saga: CATACLISMO 2012 Hyôga cruzó los brazos deseoso por ver las habilidades del aspirante recién llegado, por su parte, el sacerdote Richter observó con preocupación como la muchacha corría hacia su inexperto rival, echando el puño derecho detrás del cuerpo con el objetivo de ganar más impulso con el mismo. Natassia lanzó un fuerte puñetazo contra Evan, quien tuvo la suficiente capacidad de reacción como para contenerlo con ambas manos. Por desgracia, la fuerza del golpe era tanta, que enseguida mermó la resistencia del niño y rompió su defensa. Viendo que su oponente tenía la guardia abierta, la chica aprovechó el momento al utilizar su brazo libre para propinarle un poderoso gancho en el rostro, cuya potencia fue tan abrumadora, que logró clavar al muchacho de bruces en tierra. Era la primera vez en toda su vida que sentía un dolor tan intenso… Al ser parte de un distinguido linaje de arqueólogos, Evan no conoció jamás el sufrimiento al ser rodeado de atenciones y lujos desde su nacimiento. Pero su vida cambiaría a partir del momento en el cual mordería el polvo por primera vez. Aquel fortísimo golpe de Natassia le ayudó a entender lo que Hyôga intentaba aconsejarle, ya que justo en ese instante, Evan fue consciente de su propia realidad: Él simplemente no había nacido para luchar… Viendo a su oponente arrastrándose en un intento por levantarse de ese árido y volátil terreno que le dificultaba la visión y la respiración; la aspirante a Santo Femenino vio como mejor opción aprovechar el momento para preparar la técnica que apenas estaba aprendiendo… Con delicados y calculados movimientos, la niña se puso en la tarea de ejecutar la clásica danza que traza las estrellas de la constelación del Cisne. El ‘Polvo de Diamante’ le serviría para acabar con esa batalla de una buena vez. —Es suficiente, Natassia —la detuvo su maestro con un semblante de seriedad—. No debes ser tan severa con Evan. Él es nuevo en el Santuario y no queremos recibir mal a los aspirantes a Santos. La muchacha enseguida cesó su intento de agresión y en un gesto de compañerismo, extendió su mano para ayudar a Evan a reincorporarse. —No entiendo qué hace en el Santuario alguien como tú, pequeño —intervino la persona que había estado observando todo desde la distancia—. No solo la ropa de ‘niño bonito’ que traes delata tu debilidad, también pecaste de soberbia al hablar de más y decir que querías enfrentarte a un Santo del nivel de Hyôga, fracasando miserablemente contra su alumna. Uno solo debe decir ese tipo de cosas cuando puede respaldar sus palabras con la propia fuerza… Ikki llegó al lugar del encuentro y con frialdad vio al niño que acababa de ser derrotado, el cual ni siquiera pudo reincorporarse por el impacto de ver por primera vez al legendario Fénix, quien vestía orgulloso su armadura de bronce. —Por favor, no trate mal al pequeño Evan, señor Ikki —le pidió casi rogándole el sacerdote Richter—. Su futuro alumno no merece que se refiera a él con palabras tan duras. —¿Mi futuro alumno, dices? —inquirió a la vez el hombre de cabellera azulada, cerrando los ojos con arrogancia—. Me niego a entrenar a un aspirante tan débil. Todos se quedaron en silencio tras escuchar la forma rotunda en la que el Caballero de Bronce dio su negativa. —Conozco a las personas —añadió Ikki, observando al intimidado pequeño con la misma mala actitud—, y te puedo asegurar que no tienes lo necesario para vestir la armadura que tanto me costó obtener en el pasado y que ahora me obligarán a abandonar. —Escúchame, Ikki —intentó persuadirlo el Cisne—. No tienes por qué ser tan severo con…
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —¡No! ¡Escúchame tú, Hyôga! ¡Será mejor que embarques a ese niño en el primer buque que zarpe en la mañana, porque nadie en este Santuario querrá entrenarlo! Para él lo mejor será olvidarse de la absurda idea de convertirse en Santo y regresar a su casa para que lo sigan consintiendo con lujos y demás… Tras estas frías y contundentes declaraciones, el portador del Fénix simplemente les dio a todos las espaldas y se marchó indiferente del lugar. Los presentes se quedaron en silencio tras la partida de Ikki, indignados por su actitud. Al ver a Evan tan afectado por lo dicho por quien sería su maestro, Hyôga se compadeció de él e intentó tranquilizarlo, sin embargo, tras meditar bien la situación, vio como mejor opción no intervenir en los asuntos de su compañero de bronce. —Ricther, Natassia, será mejor que nos retiremos a las barracas —les instó un tanto inseguro el Cisne—. El entrenamiento terminó por el día de hoy. En medio de su confusión y de tantos sentimientos negativos que había empezado a descubrir; aquel niño que lucía elegantes ropas arruinadas por el maltrato y la mugre, observó alejarse a las tres personas que habían sido buenas con él. En particular llamó su atención el hecho de que Hyôga caminaba en actitud protectora junto a Natassia. —«Entonces así es un maestro cariñoso que no se aleja alumno… —reflexionó Evan casi llorando—. Se ve al señor Hyôga tan pendiente por el bienestar y el progreso de la señorita Natassia, que no puedo evitar sentir envidia por la relación que tienen ambos… Me habría gustado tener un vínculo así con el señor Ikki, pero al final… estoy aquí, solo… arrastrándome junto con mis sueños…»
==Época Actual. Estados Unidos== —Interesante… entonces así nacieron las primeras semillas de resentimiento en este humano —se dijo burlón a sí mismo el dios de cánido rostro—. Fue bastante conmovedor conocer el origen de su aversión hacia Ikki y sus demás compañeros de entrenamiento… Soltando con desprecio al moribundo Fénix, una idea vino a la maquiavélica mente de Anubis. —Ahora me divertiré manipulando sus recuerdos para que su resentimiento se convierta en un naciente odio definitivo e irreversible… La sonora risa de la deidad-chacal invadió la vacuidad de la plaza. —¡Es el pasado de las personas el que forja su presente y su futuro! ¡Así que deberías alegrarte, Evan, porque gracias a los falsos recuerdos y sentimientos negativos que plantaré en tu mente, renacerás como un nuevo y poderoso ser dominado por el odio!
==Hace siete años. Santuario de Atenea== La noche cayó en el recinto de la diosa griega y a pesar del intenso frío, el pequeño Evan no se movió ni un centímetro del lugar de su primera derrota. —«No sé qué haré a partir de este momento —reflexionó taciturno el niño de cabellos de plata, jugueteando por inercia con la arena del terreno— Mi padre me había dicho que todos los Santos de Atenea eran personas bondadosas, pero veo que no es así…» —Me extraña ver todavía en el Santuario a un mocoso débil como tú —le imprecó en tono hiriente Ikki, quien casualmente pasaba por allí.
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Saga: CATACLISMO 2012 El aludido evitó verlo, así que con una mezcla de ira y tristeza, le retiró la mirada para que no lo observe mientras enjugaba sus lágrimas. —Yo no soy un mocoso… ¡Mi nombre es Evan! —No me interesa conocer el nombre de los mocosos que creen que pueden ser Santos solo por sus caprichos de niños ricos… La furia del niño lo obligó a voltearse con el fin de responder altanero a tales aseveraciones, pero su ira cambió a un silente miedo cuando sintió que una poderosa mano lo tomó de sus ropas y lo levantó violentamente. Sin darle tiempo a replicar, Ikki lo había alzado hasta tenerlo cara a cara. El terror era evidente en el infante al estar tan cerca de quien se había negado a entrenarlo, y más al sentir la ira que parecía emanar aquel hombre malo. —¡Mírame directamente a los ojos, Evan! ¡Dime lo que ves!! La mirada del Fénix, acentuada por su entrecejo fruncido, parecía fulgir en iracundos destellos, los cuales consiguieron intimidar aun más al niño que ansiaba ser Caballero, quien a final de cuentas no atinó a responder. —¡Yo te diré lo que ves! ¡Estos son los ojos de alguien que obtuvo un gran poder gracias al sufrimiento y el sacrificio! ¡Estos son los ojos del hombre que vio morir a tantas personas frente a él! ¡Estos son los ojos de quien sintió el más profundo odio y maldijo su destino de portar la armadura de Fénix que ves cubriendo mi cuerpo! ¡Ser un Santo no es un juego de niños!!! Ikki pareció desahogarse de frustraciones pasadas mientras regañaba al joven aspirante a su cloth. Tras gritarle estas palabras, lo soltó con desprecio para dejarlo caer pesadamente sobre la árida superficie. —¿En verdad quieres convertirte en alguien como yo, Evan? —le cuestionó, vocalizando sus palabras con un todo un poco más irónico. El inocente pequeño respiraba agitado, contemplando aterrado desde el piso la intimidante figura del Santo de Fénix, quien ante sus asustados ojos infantiles, lucía no como un humano, sino como un terrible demonio, manifestado en la forma de una sombra negra de brillantes ojos rojos iluminados cual trémulos faros, siendo escoltada por la tenue luz de la luna llena. Pero su miedo no duraría mucho, porque en poco descubriría que aquella furiosa mirada clavada sobre su ser, más que terror, le inspiraba uno de los sentimientos más fuertes que existen: el odio… —Sí… —respondió secamente al fin el niño, con un semblante completamente diferente—. Quiero ser como Ikki de Fénix y ver desde arriba con la misma superioridad y desprecio a quienes son más débiles que yo, regocijándome mientras se arrastran a mis pies… La casi fantasmal figura negra del desalmado Ikki pareció esbozar una macabra sonrisa al escuchar esas palabras. —¡Excelente! Siendo así, te daré los mismos consejos que me dio mi maestro hace años: Cultiva ese odio que ha nacido en tu corazón. Siente el más hondo resentimiento, primero por quien se negó a entrenarte y después por todos los que habitan en este Santuario, porque nadie se compadecerá de ti y te dejarán completamente solo, tal como hicieron Hyôga, el sacerdote y la mocosa que te golpeó. Lo que el malvado Anubis era capaz de decir utilizando la figura de Ikki, representaba la crueldad más extrema. Se estaba aprovechando de la época más inocente y susceptible de la vida de su rival de bronce, para manipular a su antojo sus recuerdos…
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —¡Odia, Evan! ¡Porque si no eres capaz de despreciar todo lo que existe en este mundo, jamás podrás desplegar las alas del Fénix! ¡Odia a todo rival que te enfrente hasta que tengas unos ojos como los míos! ¡Odia a la misma Atenea por atreverse a…! Poco a poco las memorias del joven se fueron difuminando, siendo consumido su protagonista por los más abominables sentimientos.
==Época Actual. Estados Unidos== Evan abrió los ojos rojos casi desorbitándolos de sus cuencas. Su demente mirada carmesí se clavó por inercia en el egipcio que le había causado tanto dolor. En su mente solo estaba presente la idea de asesinarlo de la manera más terrible posible…
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CAPÍTULO 36 ¡EL PODER DEL ODIO! LA CONDENACIÓN DEL DIOS Y EL HUMANO
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco
==Estados Unidos== Un joven hombre de larga cabellera castaña avanzaba lentamente entre el caos de la urbe. Las desgarradas ropas que dejaban al aire sus heridas de quemaduras, le daban una apariencia lastimera. —¡Desgraciado Ikki! —maldijo entre dientes, quien alguna vez fue la reencarnación del poderoso Horus—. ¡Me arrebataste lo más valioso que tenía! ¡Por tu causa, ahora no soy más que un patético humano luchando por su vida, al igual que todas estas escorias! Apoyando su espalda en una pared de cemento calentada por la alta temperatura del aire, el hombre posó su cansada mirada gris en el cruel espectáculo que se desarrollaba a su alrededor: Cientos de personas corrían aterradas en grupos, mientras que otros huían despavoridos de los vehículos que erráticos intentaban escapar a toda costa de ese infierno. —Mi señor Ra estaba en lo correcto… La naturaleza humana es el egoísmo y la desesperación. Todos ansían abandonar este lugar para salvar sus propias vidas, sin que su prójimo les importe en lo más mínimo… —reflexionó en voz alta, luchando por avanzar ayudándose con el muro—. Aunque mi vida ya no tenga sentido como la de todos estos humanos cobardes, no pienso morir tan fácilmente. ¡Aunque ya no cuente con mi poder divino, pensaré en alguna forma para vengar la humillación que me hizo pasar ese Santo de Oro y cumpliré con los propósitos del supremo egipcio! Quien se hacía llamar Horus sabía que de no encontrar un refugio resistente, acabaría muriendo súbitamente en el exterior, así que en medio de su desesperación, se puso en la tarea de buscar protección en las humeantes ruinas de lo que antes fue uno de los más grandes edificios de aquella metrópoli. Tras un sobrehumano esfuerzo impulsado por pura adrenalina, el maltrecho hombre logró internarse en el subterráneo de la edificación derrumbada, para luego hacer a un lado los pesados escombros que parecían haber sido colocados a propósito para obstaculizar el paso de intrusos. Lo que Horus vio cuando entró en esa gran habitación oscura, provocó su aversión y desprecio inmediatos: Aquel lugar se encontraba casi abarrotado de civiles horrorizados. Los en su mayoría ancianos, niños y personas con bebés en brazos se sobresaltaron e intimidaron al ver a ese hombre herido de extraña vestimenta, quien con tan solo una mirada era capaz de desarmar a cualquiera debido a la agresividad que transmitía. El recién llegado decidió que sería mejor no hacer alboroto en el refugio, así que, tras bajar la cabeza con resignación al saber que debería compartir el espacio con los seres que tanto despreciaba; se limitó a sentarse en un alejado y solitario rincón. Fue un alivio sublime el que sintió cuando dejó descansar su cuerpo entre las refrescantes sombras. Su agotada mente empezaba a recobrar lucidez al mermarse un poco el dolor físico que lo agobiaba. Pasaron varios minutos en los que el joven castaño maquinó infinidad de posibilidades y estrategias para derrotar a los Santos de Atenea. Su profunda concentración solo pudo ser interrumpida cuando sintió que algo halaba repetidamente sus quemadas vestiduras. —Señor… se ve preocupado y triste —le dijo inocentemente la niñita que intentaba llamar su atención—. No es bueno que esté aquí solito. Por un momento Horus dirigió una indiferente mirada hacia quien le hablaba. Se trataba de una sonriente pequeñita de rubio cabello y grandes ojos verdes, la cual no pasaría de los ocho años. Ella sostenía en ambas manos una pequeña pelota de goma con la figura de un gato de caricatura impreso en la misma. Sin que le importe en absoluto lo que le decía la jovencita, la ex deidad no se dignó a seguirla observando, pensando que al ignorarla se marcharía y lo dejaría pensar tranquilamente.
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Saga: CATACLISMO 2012 —No debe preocuparse, señor —insistió ella con el mismo entusiasmo—. No importa lo que hagan los malos en la ciudad, ¡porque un superhéroe llegó para salvarnos a todos! La seguridad con la que ella había pronunciado estas palabras, logró intrigar al esquivo egipcio, quien simplemente se limitó a observar a la chiquilla entrecerrando los ojos con desconfianza. —No te creo, enana… —reaccionó él en tono grosero—. No existe nadie en este planeta que sea capaz de detener el ‘Juicio Final de los Dioses’. La niña apenas entendió lo que dijo su interlocutor, pero sí le quedó claro que éste intentaba hacerle perder el sentimiento de esperanza, así que haciendo pucheros, enfatizó sus aseveraciones. —¡No soy una enana y sí estoy diciendo la verdad! ¡Yo lo vi en el parque en el que estaba jugando esta mañana! ¡Nuestro superhéroe es un chico muy guapo y fuerte que usa un lindo traje especial de metal! ¡Él les ganará a los malos y entonces las personas que están heridas como usted se salvarán! ¡Y si no me cree, mire esto, yo lo dibujé! Posando en el piso su apreciado juguete, sacó de uno de los bolsillos de su vestido una hoja de papel doblado y se la entregó al desconfiado Horus, quien por pura curiosidad abrió el objeto para inspeccionar su contenido. —Vaya… entonces este es tu “superhéroe”… —manifestó él, haciendo un énfasis irónico en la última palabra de su frase. Los infantiles trazos de crayones plasmados en el papel mostraban la mal dibujada imagen de un sonriente joven de lisos cabellos plomos, vivaces ojos rojos y una exagerada versión de la armadura de Fénix. En efecto, se trataba de Evan.
==En otro lugar de la ciudad estadounidense== Viendo perplejo aquella mirada color sangre clavada sobre su ser, Anubis sonrió satisfecho al saber que había logrado su propósito. —«Comparado con el nivel de odio que poseía cuando ejecutó su nueva técnica, los sentimientos negativos que emana ahora este humano son inconmensurables» —meditó atónito el chacal, siendo testigo de cómo se corrompía la energía cósmica del joven Evan, la cual pasaba de la usual tonalidad anaranjada a una de color rojo que tendía a negro, muy similar al cosmos flameante que emanaba el mismo dios de los muertos… Tras reincorporarse de los restos de cemento en los que había sido enterrado, el poseído Santo de Fénix respiraba agitado, casi bramando con una furia incontrolable. El blanco de sus ojos había desaparecido y solo se podía ver una mirada iluminada en un intimidante rojo. Evan inconscientemente despertó su Séptimo Sentido por segunda ocasión, siendo impulsado por el odio extremo hacia Anubis, Ikki y, en general, a todo lo que existe. —¡Excelente, humano! ¡Esperaba con ansias el momento en el que me mostrarías tus verdaderos colores! —lo felicitó emocionado el único que podía hablar en ese momento—. ¡No sabes la alegría que siento al saber que mi máxima creación ha despertado! ¡Junto con los que descansan en mis sarcófagos, haremos que la muerte reine en todo este país!! El Guardián egipcio se acercó lentamente al inmóvil Caballero de Bronce corrompido, y con delicadeza le levantó el rostro tomándolo del mentón. —Admito que la primera vez que te vi creí que no eras más que un simple y debilucho humano, quien eventualmente se convertiría en mi alimento, pero ahora que te veo rebosante de desprecio y de poder, se podría decir que incluso he llegado a considerarte como mi hijo…
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco La mano de Anubis se incendió dolorosamente con las furiosas flamas negras que emanaba el joven endemoniado. Su cosmos simplemente era demasiado poderoso. Indignada la deidad retrocedió de un salto, sacudiendo desesperadamente el área afectada para disipar el fuego. —¡Demonios, Evan! ¡¿Cómo te atreves a lastimar a tu padre de una forma tan cruel?! —Pa… padre… —balbuceó el aludido en medio de su trance. —¡Así es, mi pequeño! ¡Desde ahora en adelante, yo seré tu padre! —respondió jactancioso el agredido, olvidando el dolor de su más reciente herida. Los restos de la cloth de Fénix se elevaron de entre el concreto y cubrieron el cuerpo de su portador. La legendaria armadura del ave mítica reaccionó al creciente cosmos maligno del joven y utilizó su habilidad única de regenerarse de entre sus propias cenizas. Lo curioso fue que la cloth había mutado su diseño a uno más amenazante a la vista. Partes afiladas sobresalían de sus guanteletes, perneras y hombreras. El color violáceo oscuro de este nuevo ropaje evocaba una apariencia similar a los sapuri de Hades. Aún inmóvil, Evan balbuceaba palabras al azar para sí mismo. Trastornadas frases que alimentaban más sus sentimientos negativos y por lo tanto su poder destructivo. —¿Qué es aquello que tanto repites? —le preguntó curioso el chacal, haciendo un intento por escucharlo mejor. —Odia, Evan. Porque si no eres capaz de despreciar todo lo que existe en este mundo, jamás podrás desplegar las alas del Fénix. Odia a todo rival que te enfrente hasta que tengas unos ojos como los míos. Odia a la misma Atenea por atreverse a mantener este mundo en medio de una Guerra Santa… Odia, Evan. Odia a quien se negó a entrenarte. Odia a los dioses por utilizar a los humanos como marionetas. Odia tu destino de ser Caballero. Odia tu vida… Odia… Evan… ¡Odia a tu padre por mentirte y decirte que todos los Santos son personas buenas! ¡ODIA! ¡ODIA!!! Evan seguía sumido en las falsas palabras de Ikki, las cuales ya estaban enraizadas en su subconsciente. Las repetía una y otra vez con demencial ímpetu, dándose fuerza sin que esa sea su voluntad. Incluso el mismo Anubis se vio intimidado al presenciar el gran poder que era capaz de desatar su, según él, aliado. —Rayos… esto se me está escapando de las manos. A estas alturas no seré capaz de controlarlo. Lo mejor será dejarlo solo para que desquite su furia con los humanos que habitan este lugar. El egipcio intentó huir de la escena lo más rápido que pudo. Sabía que no le convenía permanecer en ese sitio. —Cuida bien de mis sarcófagos, Evan —le pidió con gran nerviosismo—. Ya falta poco para que esas personas se queden sin energía vital y renazcan nuestras marionetas. No las vayas a descuidar, eh. Cuando Anubis se giró para abandonar el lugar, el corazón casi le da un brinco cuando vio que el Santo se había trasladado a velocidad increíble, hasta plantarse detrás de él. —No me dejes, padre… —le dijo en un hilo de voz el joven que vestía la nueva armadura de Fénix —¡Tienes que morir en mis manos por atreverte a mentirme desde pequeño!!! —Entonces vas en serio, mocoso… Es una lástima, nos habríamos divertido mucho juntos, pero por desgracia tendré que exterminar a mi más preciosa creación antes de que pierda completamente la voluntad. Anubis encendió su cosmoenergía a un nivel casi divino. Relampagueantes destellos negros rodeaban todo el cuerpo de quien los había invocado.
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Saga: CATACLISMO 2012 Por su parte Evan todavía no podía ubicarse en tiempo y espacio. Su desequilibrada y poseída mente veía en Anubis a la figura de su padre. En momentos también vislumbraba a Atenea y hasta a sus compañeros de bronce, pero lo que más desató su odio fue ver en el dios la imagen del actual Santo de Leo. —I… Ikki… —balbuceó el humano con notoria demencia—. Te negaste a entrenarme… y ahora… yo me negaré a permitirte vivir… —Solo hablas cosas sin sentido, así que cerraré para siempre esa atrevida boca que tienes. Nos vemos luego en mi Necrópolis, Evan… ¡‘Ejecución Suprema en la Duat’!! Todos los rayos que chispeaban alrededor de su ser fueron reunidos en una sola masa de energía concentrada. La esfera de oscuros relámpagos giraba a gran velocidad en su interior, produciendo un agudo sonido en el proceso. Viendo que su oponente estaba listo para arrojarle su máxima técnica, el Fénix reaccionó simplemente extendiendo hacia adelante el brazo derecho. —Esta es una de… tus técnicas favoritas, Ikki… Y con ella te enviaré… al infierno… Desaparece en medio del odio que… tú mismo me inculcaste… ‘Puño de la Ilusión Demoníaca del Fénix’. Tras el susurro con el que evocó el nombre de su ken, el joven de bronce desplegó un fino haz de luz roja desde su puño cerrado, el cual atravesó velozmente el cerebro del rival egipcio, quien quedó paralizado en el acto con las pupilas dilatadas.
==La Duat Egipcia== El dios de los muertos caminaba orgulloso por el enigmático y oscuro inframundo de sus ancestros. A su paso observaba complacido como miles de personas eran dolorosamente torturadas en los innumerables aparatos y artilugios, los cuales eran operados por demonios y criaturas maléficas. —No solo la vida representa sufrimiento constante —se dijo arrogante a sí mismo—. La muerte es solo el comienzo del calvario del ser humano. Hace poco una persona común había sido escogida para reencarnar en su cuerpo al espíritu del poderoso dios conocido como Anubis. Tras un doloroso proceso de metamorfosis, sus facciones humanas desaparecieron para hacer visibles las del ser divino con cabeza de chacal negro. Un pequeño charco de agua entremezclada con sangre llamó su atención. No pudo evitar ver reflejada su animalesca imagen en el mismo. —«El dolor que sentí al transformarme no fue nada en comparación al gran poder que ahora me otorga la muerte —reflexionó, fascinado con su actual apariencia—. ¡Al fin tengo el destino de los más débiles en mis manos!!» Tan abstraído estaba en su vanagloria, que no notó que de repente su rostro había mutado nuevamente. Cuando dio un segundo vistazo a su reflejo, con horror se percató de que sus facciones habían vuelto a ser las de antes. El avatar humano del dios de la Necrópolis lucía como un trigueño hombre adulto de suaves facciones. Su ondulada cabellera negra combinada con aquellos delineados ojos color miel, destacaban la morfología de ese rostro de evidente origen egipcio. Cualquiera al verlo diría que se trataba de la reencarnación de un faraón perteneciente a una de las civilizaciones más antiguas del planeta. —¡¿Qué demonios me pasó?!! —se preguntó, desencajando sus facciones humanas en una expresión de desconcierto— ¡Mi poder! ¡Mi divinidad me ha abandonado!!!
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Tras estas desesperadas declaraciones, el convulsionado ambiente que lo rodeaba pareció detenerse por un instante. Los gritos humanos de sufrimiento fueron acallados y un perturbador silencio reinó en la Duat. Tras esto, solo murmullos invadieron el escenario. Sonaban balbuceos de los centenares de condenados y castigadores que se aproximaban cual zombis hacia aquel humano que creían había usurpado el puesto del señor de los muertos. La resistencia que opuso el joven fue inútil. No pudo evitar que esos repulsivos seres se las arreglen para acomodarlo con violencia sobre la mullida superficie de un sarcófago. —¡Deténganse! ¡Soy su dios y les exijo que me suelten ahora mismo!!! —fueron las desesperadas órdenes que daba el aterrado hombre, al ver que la cubierta interior de la tapa del ataúd estaba densamente poblada de filosas púas. Sus gritos de terror no fueron escuchados por oídos racionales. Los habitantes de la Necrópolis estaban empeñados en castigar al invasor, así que sin ningún remordimiento cerraron el mortal objeto de tortura sobre su víctima. Sería imposible describir la terrible agonía que sintió Anubis cuando las incontables picas perforaron su carne, órganos y huesos.
==Estados Unidos== Tras despertar de la ilusión del Fénix, el malvado egipcio bajó los brazos por inercia, desvaneciendo por completo su mortal técnica. —Mal… Maldito Evan… —tartamudeó el agredido con suma dificultad—, pagarás por… por humillarme con esa visión… El aludido permaneció inmóvil y no se dignó a responderle al chacal. En señal de victoria simplemente bajó el brazo con el que había desplegado su ken. Y en efecto, los daños producidos por la técnica del Fénix resultaron ser más devastadores que de costumbre… En esta ocasión el ataque no solo afectó a la mente y espíritu del rival, sino que también había destruido su materia orgánica. Siendo presa de un terrible dolor que lo calcinaba desde su mismo interior, la última reacción de Anubis fue soltar sonoras carcajadas, sin quitarle la mirada de encima al humano poseído que lo había derrotado. —¡Felicidades, hijo mío!! —le dijo emocionado en medio de su agonía—. ¡Has asesinado por primera vez y condenado tu alma al infierno! ¡Alégrate, porque a partir de ahora se te hará más fácil matar a todos los patéticos humanos que veas! ¡Nos vemos en mi inframundo cuando termines de saciar tu sed de sangre en esta ciudad! ¡Ah! ¡Y no olvides saludar a Ikki de mi parte, Evan de Fénix!!! Súbitamente el Guardián egipcio detuvo su discurso. El ‘Puño de la Ilusión Demoníaca del Fénix’ se convirtió también en un ken físico e incineró los órganos internos de la sorprendida víctima, quien tras dejar escapar humo por el hocico y retorcer sus ojos hasta que quedaron en blanco, dejó caer su peso de espaldas sobre el cemento de la plaza. El cuerpo y espíritu de Anubis estaban completamente muertos. Tras un largo y terrible combate, el resultado del mismo se definió con un solo golpe lleno de odio concentrado… Luego del inesperado deceso del malvado africano, enseguida se detuvo el efecto de su técnica llamada ‘Cremación Oscura’. El fuego negro que absorbía la energía vital de miles de inocentes se desvaneció, dejando libres a sus exhaustas víctimas, quienes al estar todas en un estado catatónico, se desplomaron pesadamente.
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Saga: CATACLISMO 2012 Por su parte, los dos sarcófagos egipcios se mantuvieron cerrados e inmóviles. —Merecías morir, Ikki… Merecías morir, padre… Merecías morir, Atenea —balbuceó iracundo el Santo, al regresar la calma a la plaza—. ¡Merecían morir, malditos humanos!!! Evan estaba lejos de deshacerse de sus intensos sentimientos negativos. En su confundida mente no solo había asesinado a su rival, sino también a todas las personas del planeta. Su extremo odio fue descargado en un potente grito, tras el cual una densa columna de llamas negras emergió a sus pies, elevándose furiosa hasta casi alcanzar la altura de las cúspides más encumbradas de los edificios que lo rodeaban. En medio de la estela de flamas oscuras, solo se podían distinguir los ojos del joven corrompido en forma de dos intensas luces rojas. Alguien fue testigo de los instantes finales de la batalla desde lo alto de un edificio. Había ocultado su cosmos para no ser descubierta por ninguno de los dos contendientes. Dando un gran salto desde las alturas de su escondite, la Guardiana Isis se plantó a distancia prudente de la manifestación física de odio llameante del Caballero. —«Si no hago algo al respecto, el alma de este joven acabará siendo completamente destruida y consumida por la maldad —se dijo a sí misma la bella mujer egipcia, intentando cubrir su rostro con el dorso de su antebrazo, en un intento por protegerse de las chispas que saltaban desde la columna de fuego—. Sin duda Evan posee un gran poder, pero no sirve para mis propósitos en tal estado de corrupción…» Extendiendo los brazos lateralmente, la diosa evocó con su cuerpo la forma de una cruz. Tras esto, cerró sus felinos ojos verdes para concentrarse en la tarea de encender su casi divino cosmos. Una reconfortante aura rosácea de naturaleza bondadosa intentaba contrarrestar a la oscura y maligna de Evan. En un agónico y lento proceso, un par de alas empezaron a nacer desde sus brazos cuan largos eran. Las filosas plumas rojas y verdes atravesaron dolorosamente su piel y armadura mientras se abrían paso. La mujer de lacia melena negra casi perdió la concentración a causa del intenso sufrimiento, pero ni aún así se dio el lujo de gritar o siquiera quejarse. Aunque las suyas se encontraban goteando sangre en ese momento, sus preciosas alas le daban una apariencia majestuosa a Isis. La diosa tenía el mismo aspecto con el que solían representarla en dibujos jeroglíficos ancestrales. Un fino rayo rojo emergió entre las llamas azabaches. Evan inconscientemente había desplegado una vez más su mortal técnica para acabar con la recién llegada, quien con un acrobático movimiento logró esquivarlo sin problemas. Acababa de ser testigo de lo devastadora que podía ser aquella variación del ken de Fénix y no pensaba dejarse tocar por ella. —¡No te rindas, Evan! ¡Yo te ayudaré a deshacerte del odio que te esclaviza! —le comunicó con mucha seguridad, desplegando a su máximo posible las alas que habían nacido de su cuerpo, al tiempo que su aura rosa invadía la totalidad de la plaza—. ¡Despierta de una vez, Ave Fénix! ¡‘Purificación Sagrada en el Nilo’!! Una cegadora luz anuló a la oscuridad que emanaba el Santo. Cuando el poderoso destello se disipó, Evan e Isis habían desaparecido, dejando solo silencio y calma en la escena. Solo quedaban las inconscientes personas que por poco perdieron la vida con la técnica de Anubis y, además, los dos sarcófagos egipcios que por un momento parecieron emitir un ligero halo de llamas negras… A pesar de que su invocador había muerto, la energía acumulada en el proceso de resurrección permitió que quien descansaba en uno de los ataúdes regrese al mundo de los vivos…
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CAPÍTULO 37 ¡ENFRENTAMIENTO! EL REGRESO DEL SANTO DE ORO LEGENDARIO
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==Maravilla Suprema, Selva de Eldorado== Una hermosa aura de color verde azulado bañaba el cuerpo de Cavillaca de Colibrí. Viendo a la inca en pose amenazante, Mar hizo su parte alzando la guardia, esperando muy atenta los primeros movimientos de quien intentaba atacarla. —No me contendré al combatir contra ti —amenazó enérgica la sudamericana, clavando una mirada furtiva sobre la invasora de su territorio—. Perteneces a la noble orden de los Santos de Atenea y aún así te has rebajado al nivel de una vulgar ladrona. La imprecada decidió no contestar a las infundadas acusaciones de su interlocutora. Sabía que sería inútil hacerlo, así que en silencio se mantuvo quieta e intentó concentrarse en el combate. Solo había algo que seguía inquietando a la Amazona en cloth negra: Poco a poco caía presa del nerviosismo y la duda… Aunque había pasado corto tiempo desde que logró despertar su cosmos gracias a su gran poder de voluntad, aún así no conocía prácticamente nada sobre estrategias de batalla, ni tampoco las respectivas técnicas de su constelación guardiana. El nerviosismo de la chica gradualmente empezaba a convertirse en desesperación, al sentir elevarse el cosmos de su oponente en mayor proporción. Su reacción instintiva fue tratar de imitar a la enemiga y encender su propia aura cósmica en la misma proporción, pero había algo que no le permitía manifestar su verdadero poder. —«¡No lo entiendo! —se dijo a sí misma la chica de cabellera negra, sintiendo como el sudor frío bañaba su frente—. ¡¿Por qué no puedo elevar mi cosmos tal y como lo hice en el instante en que ascendí hacia este lugar?! ¡¿Qué me pasa?! ¡Tampoco puedo sentir la fuerza y seguridad que me permitieron desenterrar los materiales del señor Kiki!!» La representante de Q’inti lentamente se iba acercando a la inexperta Mar, quien instintivamente retrocedía con cada paso que avanzaba la Guardiana. —No seas cobarde, pequeña. Ya que tú no tienes la voluntad para luchar, seré yo quien tome la iniciativa. —No pienso claudicar ante ti, Cavillaca —alegó la muchacha de Coma Berenices, intentando ocultar sus inseguridades con un tono convincente—. ¡Recuperaré las armaduras doradas que originalmente le pertenecen a Atenea!! La joven de cabellera negra en trenza lanzó golpes al azar a su contendiente, los cuales, a pesar de estar reforzados por el cosmos celeste de la Ateniense, eran esquivados con relativa facilidad. —Parece ser que me has estado mintiendo todo este tiempo —manifestó la mujer en armadura emplumada, esquivando una patada baja de un brinco—. Se ve que no sabes nada sobre el combate real. ¡No eres un Santo Femenino de Atenea como afirmabas! Con un rápido movimiento, la inca eludió un último embate, para aprovechar la guardia baja de la inexperta guerrera e inmovilizarla con sus brazos. Un potente abrazo frontal bastó para atenazar por completo a la Amazona. Mar forcejeaba por liberarse, y más al sentirse incómoda al estar tan cerca del rostro de su rival, quien de hecho tenía una marcada expresión de disgusto en su semblante. Sus ojos encendidos en púrpura reflejaban el desprecio que le tenía a la invasora, y mucho más al tenerla tan de cerca.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —¡Mantente quieta, Mar! —le ordenó con autoridad—. Tampoco me agrada la idea de tenerte así de cerca, pero un contacto físico como este es necesario para ejecutar mi técnica… A la aludida se le dilataron las pupilas de terror al escuchar estas palabras. Por primera vez en su vida recibiría los efectos del poderoso ken de un enemigo. —¡‘Caleidoscopio Primaveral’! Los ojos de la protectora de Viracocha resplandecieron como un arcoíris y miles de combinaciones de colores que se retorcían en simétricas y confusas formas geométricas, invadieron el campo de visión de la aturdida joven. El ambiente selvático fue reemplazado de repente por la perturbadora visión de inquietos y vivos colores, los cuales provocaban efectos nocivos en su víctima, quien poco a poco iba perdiendo su capacidad sensorial. Viendo que Mar había caído en un profundo trance al ser presa de su ken, la joven mujer de blanca cabellera rizada vio seguro soltarla de su abrazo. Acto seguido, se camufló entre la infinidad de combinaciones cromáticas que había creado. —«Sé que me escuchas, porque estoy hablando directo a tu mente —empezó a decirle desde la nada a quien había paralizado con su ken—. Antes de enviarte al otro mundo, debes saber que hicieras lo que hicieras, jamás habrías podido vencerme. A mi compañero Wayra se le otorgó un don divino, al igual que a mí… Poseo la bendición de la poderosa deidad femenina inca llamada Mama-Ocllo, quien en su infinita bondad me obsequió el don de la ‘Victoria Perpetua’. Es imposible que yo pierda, porque puedo conocer al instante cuáles son las fortalezas y debilidades de cualquier ser humano para aprovecharlas a mi favor…» La técnica de parálisis había aplacado por completo a la joven Mar, quien al escuchar en el interior de su mente las palabras de su enemiga, intentó idear alguna forma para deshacerse de la ilusión arcoíris. —«No puede ser… tan fácilmente caí en la trampa de Cavillaca —reflexionó para sí misma la muchacha, dejando escapar lágrimas de sus entonces opacos ojos celestes—. A este paso no podré cumplir con las expectativas de mis compañeros de Plata ni del señor Kiki». —«Precisamente, pequeña. No eres más que una vergüenza… —respondió para su sorpresa la mujer inca en sus pensamientos—. Y que no te extrañe que pueda leer tus cavilaciones. Cuando alguien recibe los efectos del ‘Caleidoscopio Primaveral’, no solo puedo leer sus fortalezas y debilidades, sino que también puedo anticiparme a sus acciones». —«Si ya conoces mis fortalezas, entonces tendré que potenciarlas para vencerte». —«Lo siento, Mar, pero solo veo debilidades en ti. Y de hecho la principal de ellas radica en tu cuerpo. Por lo visto acabas de recuperar tu capacidad de caminar hace poco, y todavía no te acostumbras a los cambios en tu físico. Vencerte será más fácil de lo que esperaba.» Sin que ésta lo notara, tres zonas del cuerpo de la chica de Rodorio empezaron a emitir ligeros destellos de luz blanca. Una en el hombro izquierdo, otra en el centro del cuello y una última en pleno corazón. —«La constelación de Cabellera de Berenice está compuesta por tres estrellas. Aprovechando el hecho de que no has formado un vínculo fuerte con la cloth de tu formación de astros, te derrotaré atacando tus puntos estelares… Ni siquiera una saqueadora como tú merecería el sufrimiento que está a punto de experimentar… ¡‘Dolor Eterno’!!» La Guardiana de Colibrí no exageraba con sus advertencias telepáticas. Apenas pronunciado el nombre de su segunda técnica, su víctima fue presa del dolor más terrible que podría existir. Mar no pudo evitar gritar a toda voz al sufrir tan inconcebible tortura en las tres áreas de su cuerpo antes mencionadas. Cada uno de sus puntos estelares parecía ser taladrado repetidamente desde su mismo interior por una fuerza punzante que incluso había agujereado las piezas de su cloth.
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Saga: CATACLISMO 2012 En medio de su indescriptible martirio, la agredida aún intentaba resistirse al cruel castigo. Desesperadamente lanzaba débiles golpes al aire, esperanzada por impactar con alguno a Cavillaca para que detenga el martirio. —«¿Entonces así se siente estar completamente sola? —elucubró la muchacha, en medio de la demencia que le producía su agonía y la desagradable combinación de colores—. ¿En la Tierra logré alcanzar mi potencial porque tenía a personas apoyándome?... Sí… debió ser eso… Si el señor Kiki, mis compañeros de Plata y la señorita June no hubiesen estado conmigo, yo jamás habría hecho bien las cosas por mí misma». —«Vaya… recuerdo que aseguraste que habías sentido un gran dolor en el pasado, pero veo que el actual lo supera. Por otro lado, creí que las mujeres que luchan para Atenea tendrían una mentalidad más decidida, pero no te culpo por querer rendirte, Mar. Mi técnica llamada ‘Dolor Eterno’ imita la velocidad de los aleteos del colibrí para producir un sufrimiento continuo del que no podrás escapar. Como ves, combinadas mis técnicas son infalibles». Y en efecto, el confuso ambiente psicodélico que envolvía la jungla, aparte de paralizar a la Amazona, también parecía incrementar la intensidad del suplicio. Sus piernas tambalearon y cayó de rodillas, intentando contener la sangre que escapaba en delgados hilos por sus tres heridas. Su cosmos se había apagado por completo para ese momento, pero aunque en su mente aún tenía confusión y dudas, se incorporó nuevamente y se puso en la tarea de continuar lanzando sus débiles arremetidas al azar. —«Cavillaca… puede ser que el dolor y mi humanidad me hagan tener dudas en momentos críticos… pero eso no quiere decir que me rendiré ante ti. ¡Es cierto que estoy sola acá arriba, pero si quiero ser una guerrera digna de servir a Atenea, lucharé sin ayuda hasta vencerte. Aunque ya no queden residuos de cosmos en mi cuerpo, te venceré!!» Los huesos de la clavícula y esternón de la joven de Coma Berenices estaban a punto de ser completamente perforados. Cuestión que habría dejado desprotegidos sus órganos vitales, sin embargo, intempestivamente la guerrera de melena blanca detuvo sus dos técnicas. —Ya tuve suficiente —sentenció la sudamericana, reapareciendo entre la espesura de la selva—. Es hora de terminar de una vez con esta batalla sin sentido… Mar había caído nuevamente tras volver la normalidad el escenario y detenerse su agonía. No obstante, la Amazona era incapaz de recuperarse para reaccionar a lo que vendría a continuación. Viéndola recostada sobre un charco de su propia sangre, Cavillaca extendió una aguda púa desde el metal de su guantelete izquierdo y la acercó a pocos centímetros del rostro de la indefensa chica. —Observa bien esto, pequeña. Este el pico del sagrado Q’inti. ¡Te ejecutaré con él si te niegas a rendirte y no admites que eres solo una ladrona de reliquias incas!! Por unos segundos que parecieron eternos, el silencio reinó en el lugar de la batalla. A pesar de la terrible amenaza, la Guerrera de Atenea no parpadeó una sola vez y su mirada mostraba un intenso brillo que denotaba su determinación. —Prefiero morir… antes que rendirme contra alguien tan bajo como tú… —Entonces esa es tu respuesta… Fue un honor pelear contra ti, Mar de Cabellera de Berenice… Con un rápido y simple movimiento, Cavillaca hundió su arma directamente en el corazón de la expuesta joven en armadura de metal desconocido.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco ==Estados Unidos== Todo permaneció en absoluto silencio tras la súbita desaparición de Isis y Evan. Solo dos sarcófagos egipcios se mantenían estáticos, como mudos testigos de la sangrienta batalla que acababa de acontecer. El ataúd que se encontraba a la derecha del cadáver de Anubis se abrió lentamente tras emanar flamas negras. De su interior escapaba un denso vapor de la misma tonalidad, haciendo imposible ver el contenido del cofre.
==Maravilla Suprema, Bosque de Luonnotar== Tras la terrible batalla en territorio finlandés que terminó con el deceso de dos diosas; los tres guerreros que habían enfrentado a Mielikki aún se mantenían con vida, pero sus condiciones eran lamentables y se encontraban casi al borde de la muerte. Marin de Águila fue la primera en recobrar la consciencia. Tambaleándose, avanzaba entre los árboles sin importarle sus heridas. Estaba ansiosa por encontrar a su compañera de oro y a su hermano menor. —«No puedo sentir ningún cosmos en el bosque —reflexionó desesperada la Amazona de Plata—. Shaina… Touma… por favor, resistan…» Algo detuvo su doloroso avance. Una extraña sensación invadió su corazón y la obligó a voltearse para mirar a ninguna parte. Por alguna razón su instinto provocaba que su corazón lata velozmente. —Este sentimiento me es familiar… —se dijo en un susurro, levantando por inercia su cansada mirada azul hacia las copas de los árboles, las cuales dejaban colar delgados rayos de sol entre sus ramas—. Es imposible que hayas escapado del castigo que te impusieron los dioses…
==Estados Unidos== Un visiblemente frustrado Ikki de Leo arribó a la plaza donde se desarrollaba la contienda entre el dios de los muertos y el joven de bronce. —¡Demonios! —maldijo el recién llegado, descargando su ira con un certero puñetazo en una pared que tenía cerca—. Me distraje intentando buscar el cosmos de ese sujeto Ra y no me apresuré en ayudar al novato, aun cuando sentí que su alma se corrompía. ¡No debí creer que él podría sobreponerse solo al odio que crecía en su interior! Lo único que encontró el Santo de Oro fue silencio absoluto y dos cofres mortuorios que parecían haber emergido desde las entrañas de la tierra, para permanecer en una quieta posición vertical. Pero lo que en realidad le extrañó, fue que uno de los sarcófagos estaba abierto y vacío… —No tengo tiempo para distraerme con estos objetos. Encontraré a Evan y lo liberaré de esos malos sentimientos. Lo que menos me hace falta en este momento es lidiar con uno de mis propios compañeros. Al girarse para abandonar la escena, Ikki se sobresaltó cuando vio lo que se presentaba ante él: La imperceptible presencia de un hombre a sus espaldas lo había estado escoltando desde que llegó a la plaza. Se trataba de un joven y atlético guerrero de corta cabellera castaña ensortijada. Aquel invasor ataviado en una bella armadura de metal blanco casi platinado, tenía su indescifrable mirada verde posada sobre el Caballero de Atenea. —Tú… tú eres… —Así es, Ikki. Soy Aioria de Leo…
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Saga: CATACLISMO 2012 El actual dueño de la cloth del quinto signo del zodiaco se veía sumamente impresionado al tener a su antecesor cara a cara. Casi no podía articular palabra ante tal sorpresa. —Esto debe ser un error… Se suponía que el espíritu de Aioria fue encerrado en el monumento a los Caballeros Dorados que se erguía en el Santuario. Quien decía ser el Legendario Leo, escrutó al antaño Fénix con la mirada. Casi no le había prestado atención a sus palabras, ya que su atención estaba concentrada en la armadura de oro que vestía el de cabellera azulada. —No imaginaba que alguien como tú sería el heredero de mi cloth dorada —manifestó pausadamente y en tono tranquilo el guerrero de atavíos blancos—. Dejando a un lado el hecho de que no posees ninguna relación con mi constelación, me extraña que Atenea te haya dado el honor de formar parte de sus Caballeros más poderosos. Supongo que su imprudencia le obligó a caer en la desesperación, al estar ansiosa por tener nuevamente doce Santos de Oro protegiéndola. —El verdadero Aioria no diría cosas como esas… —Piensa lo que quieras, Fénix… pero tú sabes que no mereces portar esa armadura de oro. Supongo que te otorgaron el derecho a usarla solo como un mero obsequio por tus supuestos logros. Ikki se mantuvo en silencio por un momento. No supo refutar las palabras de quien parecía ser el antiguo León Dorado. En su mente solo estaba presente la idea de que en realidad no deseaba abandonar su armadura original del Fénix para convertirse en un Caballero Dorado. —¿Qué sucede, Ikki? —añadió el castaño con un nuevo tono frío e hiriente—. ¿Acaso no puedes soportar el hecho de que tu generación no es lo suficientemente digna y poderosa, como para compararse con los doce que sacrificamos nuestras vidas en Giudecca? —Definitivamente alguien como tú no podría ser mi antecesor —replicó contrariado el aludido—. Respeto profundamente a todos y cada uno de los valientes que habitaron las Doce Casas antes que nosotros. Y ese respeto nace precisamente de la nobleza y lealtad que mostraron en el Inframundo, y todo para darnos la esperanza de que los mortales sí podíamos alcanzar el territorio de los dioses. ¡Alguien que menosprecie a sus compañeros es una deshonra! ¡Es un impostor como tú quien no merece vestir siquiera esa mala imitación de la cloth de Leo que portas!! Ikki se refería al diseño de la armadura blanca que vestía a su oponente, el cual era idéntico al de la suya. La única diferencia entre ambos era que el Dorado no portaba su casco de Leo, ya que Horus se lo había arrancado cuando lo golpeó en el rostro durante su combate. —La verdad me tiene sin cuidado si crees o no en mis aseveraciones, pero ya que eres un hombre de hechos y no de palabras, te demostraré que soy el verdadero Aioria… En un parpadeo la energía cósmica del guerreo en cloth blanca se elevó a niveles insospechados. Por un momento a Ikki le pareció que el poder de aquella aura dorada superaba incluso a la de los Guardianes egipcios. En silencio simplemente se limitó a ocultar el asombro en su rostro y disfrazarlo con su característico entrecejo fruncido, mientras que por su parte su rival concentraba la energía emanada en su puño. —Al ser el Santo Dorado de Leo, imagino que dominas y podrás detener mi técnica insignia… ¡‘Plasma Relámpago’! Ikki quedó paralizado al ver acercarse una red formada por una multitud de finos rayos de luz dorada. Cada uno de los millones de golpes de plasma luminoso pasó de largo a su víctima, apenas acariciando su armadura dorada. Su objetivo no era impactar en el Santo, sino sobre un edificio que se erguía detrás de él. El fortísimo conjunto de letales líneas de luz entrecruzadas, colisionó en la base de la estructura y la derrumbó sobre sus cimientos como si de un castillo de naipes se tratase.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —La próxima vez que ejecute mi ken, no será sobre un simple edificio —amenazó el enemigo con malicia en sus palabras—. Tu cuerpo será destrozado cuando despliegue el ‘Plasma Relámpago’ nuevamente. Por un momento el Dorado se volteó para ver de reojo la terrible devastación que había causado su nuevo contendiente. Su furia fue extrema al conocer de antemano que cientos de personas se encontraban dentro de esa edificación. —¡Maldito infeliz!! ¡Eres un demonio corrompido por la maldad! ¡Un Santo de Atenea jamás atentaría contra la vida de inocentes! ¡Seas o no Aioria, no tenías derecho a cometer una atrocidad como esa! Al agresor le tenían sin cuidado las iracundas palabras del Ateniense. Aún rebosante de poder dorado, cambió su actitud fría a una más usual de él. —Dime una cosa, Ikki: ¿Acaso sientes al menos residuos de maldad en mi cosmos? ¿Acaso mis ojos ya no reflejan la nobleza y el corazón valiente, que siempre me caracterizaron cuando portaba esa armadura dorada que ahora vistes sin ningún mérito? Una vez más el aludido se quedó en silencio. Las últimas acciones y palabras del enemigo le dieron la certeza de que estaba enfrentando al auténtico León Dorado, quien en pocas palabras era el mismo que había conocido cuando aún se mantenía con vida. —Entonces así son las cosas… —habló al fin el antaño Fénix, con cierta resignación en su voz—. Es evidente que fuiste revivido en ese extraño sarcófago abierto. Solo respóndeme algo, Aioria: ¿Vendiste tu alma a los dioses egipcios, para traicionarnos a cambio de la efímera vida que ahora posees? —Fui revivido tiempo antes de ingresar en aquel ataúd, pero no poseía un nivel de poder como el actual, hasta que el señor Anubis reforzó mi cosmos con la energía vital de cientos de personas… No, espera… —se corrigió haciendo una pequeña pausa—. No fui revivido. En ningún momento morí en realidad... Lo que hice fue nacer como un hombre renovado. Abrí los ojos a la verdadera misericordia y magnanimidad, las cuales no pertenecen a Atenea como ustedes creen. Es mi señora Morrigan quien posee la bondad absoluta. Solo con la simple mención del nombre de la diosa celta de la oscuridad, Ikki perdió el control y se dejó dominar por su ira. El recuerdo de las atrocidades por ella cometidas en el Santuario, y las tantas vidas de sus aliados que había segado; estaban presentes en su furioso pensamiento. Por instinto Ikki lanzó un rabioso puñetazo llameante al rostro del Santo Blanco de Leo, quien con cierta dificultad logró contenerlo con su mano derecha, antes de que el golpe impacte en su rostro. —¿Es que no lo entiendes Fénix? —le cuestionó el agredido, aún forcejeado con el puño de su rival—. ¡Atenea no merece más mi lealtad! ¡Porque a pesar del gran sacrificio de mi hermano Aioros y de toda mi generación de compañeros de oro en el Muro de los Lamentos; ella no movió un solo dedo por liberarnos del martirio que nos impusieron los dioses griegos! ¡Fue Morrigan quien, incluso perteneciendo a un panteón diferente de deidades, tuvo la amabilidad de sacarnos de aquel suplicio! ¡Mientras Atenea nos había olvidado en medio del limbo, fue Morrigan quien extendió su divina mano para rescatarnos de la oscuridad infinita en la que nos encontrábamos sumidos! —¡Eres tú quien no entiende, Aioria!! —le increpó el actual Leo, presionando más con su puño para romper la defensa de su oponente—. ¡Aunque ahora puedas disfrutar de la luz del mundo de los vivos, tu corazón sigue muerto y envuelto en la más densa oscuridad!! —No hay razón para seguir escuchando tus sandeces… A vertiginosa velocidad, Aioria arrojó una poderosa esfera de luz concentrada al rostro del hombre en cloth de oro. El impacto fue tan potente, que logró proyectar violentamente al agredido contra una estatua que se encontraba a distancia considerable, haciéndola pedazos con su cuerpo tras la estrepitosa colisión.
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Saga: CATACLISMO 2012 —Vaya tonto… —añadió despectivamente el antaño Dorado—, cometiste un error básico, dejando desprotegida tu cabeza al no usar tu casco. Hagas lo que hagas, siempre mantendrás el nivel de un simple Caballero de Bronce. Una fuerte risa retumbó entre los restos del monumento destruido. —Para mí es un halago el que recuerdes que sirvo a Atenea desde que era un Santo de Bronce — intervino Ikki riendo para hacer perder la calma a su agresor—. Estoy orgulloso del vínculo que aún mantengo con la constelación del Fénix. Retirando los escombros de roca que lo enterraban, se reincorporó y señaló amenazante a Aioria para decirle unas palabras llenas de convicción: ciones!
—No me hables de errores básicos, traidor… ¡Ambos pelearemos sin casco en igualdad de condi—¿De qué hablas? No me obligarás a quitarme el…
Aioria calló su réplica cuando sintió que su diadema blanca de Leo se rompía bruscamente sobre su cabeza. Una sección afilada de metal incluso lastimó un costado de su frente, haciéndola sangrar. —Admito que tu velocidad y fuerza son bastante impresionantes —lo elogió el guerrero blanco de Morrigan, al tiempo que limpiaba el líquido vital que derramaba su rostro—, pero eso no significa nada en comparación con lo que yo puedo hacer… Mi poder incluso ha superado al del Caballero de Oro promedio. El castaño usó su prodigiosa velocidad para acercarse al Santo y tomarlo firmemente por el cuello con una mano. No solo su cosmos había aumentado tras regresar a la Tierra, su fuerza física también se había incrementado y la muestra era la relativa facilidad con la que estaba asfixiando a Ikki. —Hablabas de luchar en igualdad de condiciones, ¿cierto?, pero no sucederá con alguien como tú… Tanto criticas mi deshonra al traicionarlos y eres tú el pecador que osa vestir esa armadura, sin siquiera aceptar la protección de la constelación de Leo. Propinándole un fuerte rodillazo en el antebrazo, Ikki se soltó de la garra. En una rápida maniobra, aprisionó al rival rodeándolo por el cuello con el brazo extendido. Acto seguido, lo estrelló rabiosamente contra el pavimento, destrozando el piso en el proceso y levantando una espesa nube de polvo y escombros. Teniendo al antaño usuario de la cloth de Leo aturdido por el golpe, el actual portador de dicha armadura aprovechó para seguir descargado su ira con sus palabras. —Puede ser que no esté completamente satisfecho con mi papel de Santo de Oro, ¡pero aún así planeo cumplir la misión que Atenea me ha encomendado, sin importar quien intente detenerme!! El recién golpeado se reincorporó en medio del dolor. Con desprecio escupió la sangre que se había acumulado en su garganta, y con la misma aversión observó a su oponente. —Ikki… —lo llamó un tanto furioso, disipando el polvo en un santiamén con el impulso generado por su fuerza cósmica dorada—. Es una lástima que no puedas respaldar esas palabras… Te advertí que la próxima vez que despliegue el ‘Plasma Relámpago’ lo impactaría contra tu cuerpo. —Te afectó demasiado el golpe que te di. En ningún momento ejecutaste tu técnica. Pero el Santo de cabellera azulada se equivocaba. Aioria estaba consciente del hecho de que un ken no suele funcionar dos veces contra un Caballero, así que, en millonésimas de segundo, se las arregló para camuflar la ejecución de su técnica, sin que el Dorado se percate de ello. Ikki apenas y pudo contemplar la compleja red entretejida de incontables líneas de luz que colisionó sobre su desprevenido ser. Los rayos de plasma dorado salidos de la nada vapulearon a su objetivo de manera salvaje, incluso cuarteando severamente las piezas de las que se componía la armadura de Leo.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Abatido, el agredido se desplomó de boca sobre el cemento. El efecto del ken parecía haber sido más devastador que de costumbre, ya que quien lo había recibido no daba señales de siquiera moverse o reaccionar. —Ese es el poder de un auténtico León Dorado, quien pasó por miles de vicisitudes para poder ganarse el derecho de portar esa armadura que me vi en la penosa obligación de averiar…
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CAPÍTULO 38 ¡EL DESPERTAR DE IKKI! EL LEÓN DE FUEGO SE MANIFIESTA
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==Maravilla Suprema, Selva de Eldorado== El convulsionado ambiente de la jungla amazónica pareció enmudecer cuando Mar dejó escapar un último suspiro. Sentir aquella delgada y afilada hoja clavándose en su palpitante corazón la aterró y paralizó por completo, pero aun en medio de su agonía, ni siquiera parpadeó y continuó observando a su ejecutora con unos llorosos ojos que todavía desbordaban valor y convicción. —¡‘Néctar de las Flores de Hanan Pacha’! —exclamó Cavillaca, enviando su energía cósmica verde azulada hacia su arma de Q’inti. El aura de la Guardiana inca se expandió hacia su oponente y la cubrió por completo con una sensación agradable, la cual era inyectada directamente en sus entrañas a través del filo en forma de pico de colibrí. Las recientes heridas de la Amazona fueron completamente sanadas por la técnica de la inca. —¿Por qué me ayudaste, Cavillaca? —le preguntó confundida la chica de Rodorio, sentándose para palpar por inercia los tres puntos de su cuerpo en los que ya no sentía dolor alguno. Volteándose para no verla y en actitud incómoda, la mujer sudamericana le respondió: —Me equivoqué y lo siento, Mar. No eres una ladrona como creía —admitió con cierto dejo de vergüenza, pero sin despojar de fuerza sus palabras—. Te comenté que tengo la habilidad de conocer las fortalezas y debilidades de quienes enfrento… Por fortuna tuya, a último momento pude contemplar en tus ojos aquellas fortalezas que te permitieron conservar el valor a pesar de estar tan cerca de la muerte. Sin duda tus razones para estar en territorio inca son nobles. La Guerrera de Coma Berenices vio seguro posar delicadamente su mano sobre la hombrera verde de quien le daba las espaldas. —Gracias por entender mis motivos para luchar. —Ambas defendemos lo que creemos, sin importarnos estar en lo correcto o no —afirmó la inca, observando de reojo a su renovada interlocutora—. Y conociendo tu determinación, supongo que no huirás de la Maravilla Suprema para conservar la vida. —No puedo hacerlo, Cavillaca —manifestó enseguida sin vacilar—. Aunque ello represente invadir el territorio que defiendes, debo cumplir la misión que me encomendaron en el Santuario. —Curé tus heridas para que abandones esta jungla y regreses a la Tierra en paz, pero imaginaba que tu respuesta sería una rotunda negativa. En ese caso, considera mi auxilio como una compensación por haber hablado mal de ti, y como mi forma de iniciar una batalla en igualdad de condiciones. La cosmoenergía verde azulado de la Guardiana se encendió en gran proporción, haciendo retroceder a la Ateniense varios metros y espantando a los animales que rodeaban la escena del combate. Con un semblante completamente diferente, el cual ya no denotaba desprecio, sino respeto; la mujer se volteó y posó sus brillantes ojos lilas en su contendiente. —Me has hecho notar que eres un ser humano excepcional, Mar. ¡Ahora debes mostrarme también tu valía como Guerrera! ¡Porque si no me enfrentas en serio en esta ocasión, ni siquiera podrás lamentarte por haber decidido continuar en territorio inca! Siendo testigo de la nueva actitud noble de la guerrera de Q’inti, la chica de cabellera negra en trenza simplemente sonrió complacida, llenándose a la vez su alma de seguridad y fuerza.
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Saga: CATACLISMO 2012 —¡Así será entonces, Cavillaca! ¡No te decepcionaré ni a ti, ni a quienes esperan el éxito de mi misión en el Santuario de Atenea! —Ahora creo en tus palabras, Mar. Y por esa razón también tengo la certeza de que los grandes objetos dorados que traías contigo, te pertenecían originalmente, pero te advierto que si logro derrotarte, ofreceré como sacrificio esa gran cantidad oro a la memoria de mi señor Viracocha, para que su descanso eterno sea pacífico en la Urin Pacha. El poder de la griega y la inca se expandió en la misma proporción hasta cubrir la selva entera. —¡No podrás resistir mi técnica magna, a menos que superes mi poder! ¡‘Shuar Tzantza’!! Parecía ser que todas las técnicas de la Guardiana inca estaban destinadas a torturar a sus rivales, ya que Mar una vez más fue presa de un apabullante dolor, el cual se concentró en su cráneo. La fuerza de gravedad aumentó su presión en todos los puntos alrededor de la cabeza de la chica. Su cerebro era violentamente aplastado, como si una fuerza invisible intentara compactar dolorosamente su cabeza. La doncella en cloth negra gritaba desesperada al no poder hacer nada por evitar tan cruel martirio. —«Nadie ha sido capaz de resistir la ‘Reducción de Cabezas’ de mi pueblo Shuar. Un minuto es el tiempo que te resta de vida, antes de que tu cráneo se parta como una nuez —reflexionó la mujer de melena blanca ensortijada, observando en actitud digna el sufrimiento de la Amazona—. Vamos, Mar. Sé que puedes elevar tu cosmos tan alto como tu nobleza». La muchacha cesó sus lamentos y perdió la consciencia aún estando en pie. Hace unos segundos había superado la barrera del dolor y, lo único que podía percibir era como sus sentidos se desvanecían en la negrura de un espacio infinito. —«Mar… recuerda que cuando todos los colores que existen se juntan, lo único que predomina es el más oscuro negro… —comentó una desconocida voz femenina en el trance de la chica—. Por esa razón tu armadura tiene esa tonalidad. Los cabellos de Berenice pueden consumir todo lo que posea color». —«Logro reconocerte. Eres la misma persona que me ayudó a despertar cuando Cavillaca me atacaba con sus plumas metálicas… ¿Quién eres?» —«No soy una persona —replicó la invisible entidad, vocalizando dulcemente sus palabras—. Solo digamos que soy una aliada que te enseñará a sacar el máximo potencial de tu título de Guerrera de Atenea». —«No logro entender bien lo que tratas de decirme, extraña, pero confío en ti e intentaré hacer mi mejor esfuerzo para vencer cuando despierte». —«Excelente… sabía que no me equivoqué contigo, Mar —resaltó la voz femenina con orgullo—. Siempre supe que tenías todo lo necesario para servir a la diosa protectora de la Tierra, ya que de hecho, esta no es la primera batalla que enfrentas». —«¿A qué te refieres?» —«Luchaste varios años tras perder tu capacidad de caminar y, cada día, a pesar de sentir un inmenso pesar en tu corazón; no te rendiste y mostraste siempre una actitud positiva acompañada de una vivaz sonrisa. El combate que enfrentas ahora, no es nada en comparación con lo que ya viviste». Aquellas palabras lograron reconfortar sinceramente a la cansada joven, quien en medio de su ensoñación, obtuvo más fuerza psicológica para encontrarse con su destino. —«Gracias… seas quien seas».
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —«Gracias a ti por ayudarme a despertar, Mar. Los pocos Santos que han vestido la armadura especial de Coma Berenices, se ganaron ese derecho al poseer habilidades y valores extraordinarios. Ahora tú eres parte de ese grupo de virtuosos y honorables guerreros, cuyas memorias y sentimientos también se encuentran grabados en cada una de las piezas que conforman esta cloth. Así que, ahora que has armonizado tu cosmos con las tres estrellas de tu constelación, sabrás qué hacer contra tu rival cuando dejes esta negrura y tus ojos contemplen nuevamente los colores de este mundo». Mar abrió los ojos por inercia. Su mirada perdida en la jungla denotaba que aún se mantenía en un profundo trance, ya que ni siquiera emitió un ligero quejido a pesar de la tortura que seguía ejerciendo su sobresaltada rival. Cavillaca intentó disfrazar su asombro al ser testigo del cambio de tonalidad en el aura que bañaba a su oponente. Ésta se había tornado negra desde su celeste original. Mientras aquella densa oscuridad invadía la selva entera, quien la había invocado murmuraba incomprensibles palabras en voz baja. —Se acabó, Mar. Fuiste una digna rival, pero al final seré yo quien se quede con las cajas de oro que traías… La Guardiana de Colibrí extendió el brazo e hizo la gesticulación de cerrar fuertemente la mano, como si estuviese aplastando un objeto invisible entre sus dedos. Ese gesto representaba la culminación de su ken, el cual se suponía quebraría el cráneo de la joven para reducir su cabeza. Un fuerte crujido seco invadió la totalidad de jungla… —Siempre odié el sonido de los huesos quebrantándose —se dijo con cierta tristeza la inca—. Es una lástima que una guerrera tan valiosa como ella haya terminado de esta forma. Solo me queda orar a mis dioses para que descanse en paz. —Aún es… pronto para darme por muerta, Cavillaca… La aludida enmudeció al contemplar espantada la figura de la chica griega. No fue su cabeza lo que se partió con la técnica, sino el casco de su armadura negra. Cosmos, cloth y constelación de Coma Berenices entonaron por un instante el flujo de la energía espiritual de su representante, elevando su fuerza a niveles extraordinarios. —¡Ahora sé cómo vencerte, Guardiana de Colibrí! —gritó la joven Ateniense, desbordando la poderosísima energía negra que la bañaba—. ¡Esta es la técnica de Cabellera de Berenice que consumirá todos tus colores! ¡‘Lluvia Perpetua de Oricalco’!!
==Estados Unidos== —¿Y dices que tu “superhéroe” nos salvará del castigo divino? —inquirió burlón el ex Guardián egipcio a su pequeña interlocutora. —¡Así es, señor! ¡Mi héroe es un chico muy fuerte y guapo que les ganará a todos los malos! —respondió ella emocionada, intentando convencer al incrédulo hombre castaño. Indiferente, devolvió a su dueña la maltratada hoja con el dibujo de Evan. —Vaya que eres una ingenua, enana. Un solo guerrero humano sería incapaz de enfrentar a los dioses que destruirán este país. —¿Dioses? —indagó la niña rubia con gran curiosidad—. Mis papis me enseñaron que solo hay un Dios y que, además, es bueno.
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Saga: CATACLISMO 2012 —Te equivocas, mocosa. Los poderosos dioses egipcios son… Quien solía denominarse Horus, detuvo su explicación al notar su situación: En su mente prevaleció la idea de que estaba herido, postrado en un oscuro rincón de la abarrotada habitación en la que pululaban los seres que tanto detestaba y, además, se había rebajado a conversar con una niña que ignoraba la situación real de su ciudad. —No tengo por qué explicarte nada más —declaró grosero y cortante el hombre egipcio, retirándole la mirada—. Ahora ve con tus padres y no me hagas perder el tiempo. Escuchando la severa sugerencia, la chiquilla bajó triste la cabeza y ansiosa apretó su pelotita de goma con ambas manos. —No… no encuentro a mis papis —soltó la jovencita con la voz entrecortada—. Me perdí cuando el parque se incendió y todos salieron corriendo. El maltrecho hombre castaño entrecerró los ojos al contemplar a la afligida criatura. Por alguna razón se sintió particularmente incómodo, viéndola tan indefensa y a punto de llorar. De alguna forma debía deshacerse de ese extraño sentimiento que lo confundía. —Pues no soy tu padre, ni nada que se le parezca, así que puedes ir con cualquiera de los cobardes que abundan en este horrible lugar para que te cuide —profirió él en tono hiriente—. Si buscas una niñera, no la encontrarás en mí. Aún cabizbaja y con las mejillas rojas por el esfuerzo de contener las lágrimas, la aludida se volteó y sin decir una palabra, se alejó corriendo del rincón. —«Vaya molestia —se dijo fastidiado a sí mismo quien hace poco era un dios—. Los humanos son tan predecibles… bastaron solo un par de palabras duras para espantarla». Varios minutos pasó absorto en sus cavilaciones, rememorando una y otra vez su reciente combate contra el Santo de Atenea que lo había derrotado. Todo para intentar descifrar el fallo en sus estrategias de batalla. Tan concentrado en lo suyo estaba, que no notó que alguien se le acercó y, en silencio, se había tomado la molestia de empezar a tratar sus heridas. —¿Pero, qué demonios? Era precisamente la dulce infante rubia, quien había regresado con botiquín en manos para tratar al hombre malhumorado que la regañó hace rato. Por un momento había dejado su preciado juguete a un lado, para ponerse en la tarea de aplicar unos primeros auxilios improvisados al egipcio. —¿Qué haces, enana? Nadie te ha pedido ayuda. —Lindsey… mi nombre es Lindsey, señor —respondió ella levantando la carita, para mostrar un semblante sonriente—. ¿Y usted, cómo se llama? Por unos instantes el hombre de larga cabellera castaña contempló el inocente y radiante rostro de su interlocutora. Aunque la pequeña Lindsey tenía su vestido maltratado y el rostro manchado de tizne tras pasar por tantas penurias; aun así transmitía una inocente alegría. —Mi nombre no es de tu incumbencia… —respondió al fin el egipcio con un severo talante—. Y ya te dije que no necesito de tus atenciones…
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco A pesar de aquellas duras palabras, la niñita no desistió en su intento por curar a ese hombre mal encarado que hasta el momento le había dicho tantas cosas feas. Horus, al notar la actitud testaruda de la chiquilla, se resignó y la dejó continuar su tarea, a pesar de que ésta no estaba siendo ejecutada de la manera más correcta. Después de todo, era una niña intentando ejecutar el trabajo de un adulto. —¿Fueron también tus “papis” quienes te enseñaron a aplicar tan buenos primeros auxilios? —le interrogó con ironía, con el objeto de ofenderla. Por fortuna, su infantil inocencia no le permitió interpretar el sarcasmo y, alegre amplió más su sonrisa tras escuchar lo que ella creía era un elogio. —Los primeros auxilios los aprendí en la escuela. Aunque falté a la última clase porque me resfrié, y no sé bien cómo tratar las quemaduras. Aun así no se preocupe, señor sin nombre, se sentirá mejor cuando termine. —No me vuelvas a llamar “señor sin nombre”, enana. Desde tiempos ancestrales me conocen como la deidad celestial que rige la civilización egipcia, soy el gran Hor… Intempestivamente detuvo su arrogante presentación, recordando que ya no poseía poder divino alguno. Su realidad lo golpeó de repente y tuvo la humildad de reconocer su condición humana y abandonar sus aires de grandeza. —Menouthis… Ese es mi nombre, pequeña —expresó resignado en un suspiro. —Meno… Minotis… —balbuceó Lindsey, incapaz de vocalizar correctamente aquel extraño nombre. Intentaba atinarle diciendo palabras al azar—: ¿Monitos? —No… Se pronuncia Menouthis… ¡Menouthis! —recalcó él, perdiendo la paciencia—. ¡Eso saco por revelarle mi nombre a una mocosa que…! El hombre egipcio calló una vez más, pero en esa ocasión fueron otros asuntos los que lo distrajeron. Con suma preocupación, observó atentamente la columna que se levantaba en el centro de la habitación y sin decir nada se reincorporó dispuesto a abandonar presuroso el lugar. —¿Qué ocurre? —indagó la jovencita, un tanto asustada por la expresión del castaño—. El señor Monitos está todo pálido… —Te recomiendo que abandones este lugar de inmediato —le interrumpió, casi sin prestarle atención—. Los cimientos han sido comprometidos y el edificio se derrumbará en cualquier momento…
==Estados Unidos== —Vamos, Fénix… ¿No afirmabas que cumplirías con tu misión sin importar quien intente detenerte? —cuestionó con seriedad el Santo Blanco de Leo, mientras pateaba a Ikki en un costado con el propósito de hacerlo reaccionar. El fuerte golpe lo ayudó a regresar a la realidad, aunque aún se mantenía aturdido tras la poderosa técnica recibida. El ambiente de la apocalíptica ciudad giraba en su confundido campo de visión y se entremezclaba con el carmesí del cielo. —Todavía… no has vencido, Aioria… —expresó el Dorado desafiante, esforzándose por reincorporar su peso y el de su armadura cuarteada desde el cemento—. Es una lástima para ti, pero mientras más me castigues, más veces resucitaré entre mis cenizas con más poder, al igual que el Ave Fénix.
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Saga: CATACLISMO 2012 —Tan testarudo como siempre… Sigues empeñándote en aferrarte a tu constelación de Bronce y no te has preocupado por fortalecer el vínculo que deberías tener con Leo. ¡Eres una vergüenza! —¡Te demostraré quién es una vergüenza, traidor! —retó furioso el protector de Atenea, elevando su energía cósmica llameante en magníficas proporciones—. ¡‘Alas del Fénix Volador’!!! Resaltando el fastidio en su semblante, Aioria vio acercarse la poderosa y veloz ráfaga de fuego expulsada por la técnica de su rival. —Veo que solo podré hacerte entender a las malas, Ikki —se dijo a sí mismo entre dientes el de atavíos blancos, dando sin temor un salto horizontal directamente hacia el fuego expulsado por el rival. Una barrera de cosmos dorado le ayudó a atravesar fácilmente la llamarada, para encarar a un incrédulo Ikki, el cual no pudo evitar que el antaño Leo le propine un puñetazo reforzado en el centro del pecho. Cuando el contrariado Santo de Oro se recuperó de la agresión, notó con incredulidad que su clavícula había sido fracturada, ya que recibió el embate con el cuerpo desprotegido. Las doradas piezas protectoras de pecho, hombros y abdomen de su armadura lo habían abandonado a último momento… —No te sorprendas tanto, Ikki. Era lógico que la misma cloth de Leo se niegue a vestir a un falso portador, y más al tener al original tan cerca. A pesar de que sentía un terrible dolor oprimiéndolo en el pecho, Ikki tuvo la sangre fría para reír ante las aseveraciones de su oponente. —¿Crees que necesito de la protección de una armadura de oro para vencerte? —interrogó con los ojos llenos de furia—. He triunfado antes en peores circunstancias. Incluso estando desprovisto de todos mis sentidos, he logrado hacer estallar mi cosmos a su máximo posible. —Supongo que te refieres a tu combate contra Shaka hace años. No me compares con el Virgo de ese entonces… Soy mucho más fuerte de lo que ambos éramos en esas épocas. —¡Pues yo también lo soy!! ¡Hemos vencido a dioses en el pasado y un traidor a Atenea como tú no es nada en comparación con ellos!! Dicho esto, el frenético Caballero de Leo se dispuso a atacar físicamente a su antecesor, así que corrió raudo hacia él. Aunque sus movimientos eran erráticos a causa de las heridas recibidas, también denotaban la gran determinación que debe poseer un Santo de Atenea. —¡Suficiente! ¡Si tanto afirmas que no eres el de antes, entonces no te estanques en el pasado! ¡Tu ciclo como Santo de Bronce terminó y te lo haré notar a la fuerza! ¡‘Relámpago de Voltaje’! La totalidad del cosmos de Aioria se concentró en su puño derecho, del cual fue expulsado un masivo orbe dorado repleto de electricidad. Ikki se detuvo intempestivamente al ver acercarse tal cantidad de energía, y apenas tuvo tiempo de reaccionar cubriéndose con los antebrazos. Por desgracia suya, los guanteletes dorados de Leo también lo abandonaron, haciendo más devastadora para él la explosión cósmica que se produjo tras la colisión. Aunque el hombre de cabellera azulada había sido severamente lastimado, tuvo el suficiente temple como para no desplomarse ante su contendiente. Todavía se mantenía en pie, respirando agitado. Y aunque había dejado caer sus maltrechos brazos desnudos, tenía su furiosa mirada clavada en Aioria. —El rango… es lo menos importante cuando… de proteger a Atenea se trata… —Demuéstralo entonces —provocó serio el castaño. —Haré que te tragues tus aseveraciones y blasfemias, Aioria —aseguró el hombre que solo vestía la parte inferior de su cloth dorada, haciendo una mueca de dolor mientras extendía el puño derecho—. ¡Destrozaré tu cerebro desde su mismo interior! ¡‘Puño de la Ilusión Demoníaca del Fénix’!!
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco sión…
—Alguna vez caí en una técnica de la misma naturaleza. No funcionará conmigo en segunda oca-
Dicho esto, al antaño León Dorado le bastó con extender la palma de su mano para contener fácilmente la trayectoria del fino haz de luz en el que Ikki desplegó su clásica técnica. El atacante sorprendido vio como su rival manipulaba a su antojo el ken mental, el cual parecía tomar forma física al retorcerse en sus manos. —¡Inconcebible! ¡Pocas personas han sido capaces de resistir el embate del puño fantasma! —Conque una vez más utilizas una técnica del Fénix —se extrañó el guerrero de Morrigan, jugueteando con la técnica fantasmal entre sus dedos, en un gesto que parecía hacer alarde de superioridad—. Es irónico saber que serás derrotado por tu propia arrogancia y necedad. A velocidad superior a la que se la habían arrojado, de manera íntegra Aioria devolvió la técnica de bronce a su ejecutor. El incrédulo Santo no pudo evitar que su propio ken atraviese su cerebro…
==Ribera del Limbo== El lecho seco de un río fue el lugar donde se vio Ikki de repente. Aquella perturbadora y oscura escena compuesta por un yermo terreno sembrado de filosas estalagmitas, estaba invadido, además, por un sinnúmero de montículos cuidadosamente edificados con guijarros. —Una vez más he vuelto a este horrible lugar —profirió la maltrecha víctima de su propia ilusión—. La antesala del infierno me vuelve a dar la bienvenida. Avanzó con cautela, atento a cualquier sorpresa que pudiera ofrecerle el limbo. El cuidado que ponía con cada paso que avanzaba era muy exhaustivo, ya que tenía la certeza de que su ser había sido desprovisto de todo poder. Incluso el Fénix lo había abandonado y en ese momento no era más que un humano común vagando en la tierra de los infantes fallecidos. Retumbares intermitentes en el suelo interrumpieron su camino. Aterrado se volteó sobre su hombro para notar que una enorme bestia lo estaba acechando. Se trataba de un grande y poderoso león macho, el cual observaba atentamente al humano que se había internado en su territorio. —«Im… Imposible… —titubeó el indefenso guerrero, retrocediendo por inercia al contemplar el salvaje porte del animal y las ansias por devorarlo reflejadas en sus ojos—. Me hará pedazos si no logro recuperar mi poder». Envuelta en llamas, un ave de plumaje anaranjado surcó repentinamente aquel cielo muerto, dejando una estela de fuego a su paso. Siendo testigo de la majestuosidad del Fénix, Ikki olvidó por un momento el terror de su predicamento y concentró su atención en la figura ígnea que se alejó entre la negrura del limbo. —«Con mi fuego pude iluminar incontables veces los rincones más oscuros y amenazantes que tuve que atravesar —reflexionó con nostalgia—. Y no solo eso, al estar protegido por el Fénix, emprendí vuelo sin molestarme en contemplar lo que se presentaba bajo mis alas. Siempre aspiré alto y obtuve un gran poder al solo mirar hacia arriba». El ensordecedor rugido del león lo obligó a regresar a aquella amenazante realidad. El animal lo había acorralado y no tenía escapatoria. Sin embargo, aun encontrándose en tales circunstancias, el Dorado recuperó su confianza.
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Saga: CATACLISMO 2012 —«Ahora entiendo… Lo he hecho todo como Santo de Fénix al desplegar mis alas para conquistar el cielo infinito y ahora… ha llegado el momento de desplegar también las garras que son capaces de partir la tierra». Con tan solo un vistazo lleno de convicción del humano, el furioso león detuvo su intento de ataque y se pasmó ante él. —¡Mi mirada no se concentrará únicamente en las alturas! —le gritó con el corazón en la garganta—. ¡La tierra firme también será protegida por mi fuego!!! El poderoso animal reaccionó levantando la cabeza y echando atrás la melena para dejar escapar otro furioso rugido, pero en esa ocasión, aquel clamor no sonaba amenazante. Esa era la forma en la que la bestia mostraba su orgullo por quien al fin aceptaba su protección. Cada una de las hebras del pelaje pardo del león se incendió en feroces llamas anaranjadas. Era un imponente felino formado enteramente de fuego lo que se presentaba ante el decidido Ikki, quien al ver a ese majestuoso animal dando un salto directamente hacia él, reaccionó abriendo los brazos, dando a entender que lo estaba acogiéndolo con todo su ser. Ambos cuerpos se fusionaron en uno solo, formando una sola entidad incandescente de apariencia humana. Ikki aceptó el llameante vínculo con la constelación de Leo, el cual fue sellado en los ojos del Santo. Sus pupilas felinas resplandecían en una ardiente tonalidad anaranjada que denotaba el valor y nobleza del nuevo León Dorado. Mientras el ritual llameante acontecía, el fénix regresó a la escena chillando estridente, y orgulloso sobrevoló en círculos al ser humano que se ganó su protección desde hace varios años atrás.
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CAPÍTULO 39 ISIS: LA DIOSA PURIFICADORA DE ALMAS
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==Estados Unidos== Ikki seguía sumido en la ilusión provocada por él mismo, mientras que su poderoso rival lo observaba atento a cualquier movimiento repentino. —Creo que no despertará —profirió Aioria para sí mismo, acercándose tranquilamente al indefenso Santo de Oro que recientemente fue abandonado por su cloth—. Lo mejor será que termine de una vez con esta batalla sin sentido… La energía cósmica dorada del antaño Caballero se manifestó con el desprendimiento de su poderosa aura, cuya fuerza elevaba su castaña cabellera para darle un aire casi divino. Trozos de concreto se levantaron del piso cuando el guerrero blanco envió su cosmos hacia su puño derecho. —Te arrancaré la cabeza y la conservaré como trofeo, Ikki de Fénix… ¡‘Relámpago de Voltaje’! Una vez más Aioria desplegó aquella técnica, en esa ocasión variándola para impactar con su cápsula de luz en el centro de la frente de su víctima. La colisión fue tal, que creó una estridente explosión eléctrica, tras la cual el agresor notó alarmado que el objetivo de su ken se mantenía prácticamente ileso… —¡Inaudito! ¡¿Cómo es posible que no lo haya herido de gravedad, a pesar de que recibió directamente mi ataque reforzado?! —se cuestionó incrédulo, aún haciendo presión con el puño en la frente sangrante del Dorado. Ikki abrió los ojos repentinamente, sobresaltando al incrédulo hombre en armadura alba. Las pupilas del Santo mostraban un fulgente tono anaranjado, el cual le daba un énfasis furioso a su salvaje mirada felina. —Aioria… me enorgullece que pongas tras mi nombre la denominación del Fénix, pero a partir de ahora… ¡SOY IKKI DE LEO!!! Su grito sonó como el potente rugido de un auténtico león, al tiempo que su característica aura llameante bañaba su amoratado cuerpo, que para ese momento también fulgía en dorado. Al inicio su cosmos ígneo se manifestaba en la usual forma del ave mítica llamada Fénix, la cual aleteaba con orgulloso frenesí sobre sus espaldas. Pero solo unos segundos bastaron para que esa manifestación transmute en la figura de un furioso león etéreo formado enteramente de fuego, cuya intención parecía ser escoltar y proteger a quien lo había aceptado recientemente. —Me exhortaste a abandonar mi pasado como Santo de Bronce, pero creo que a ti te hace falta recordar el tuyo propio —aseguró un decidido Leo, desbordando el poder cósmico de su nueva constelación—. ¡Has olvidado por completo el significado de lealtad, rebajándote al nivel de un simple sirviente de Morrigan! Aprovechando la corta distancia que los separaba, Ikki hizo a un lado el puño que seguía haciendo presión contra su frente y tomó a su desprevenido rival de la cabellera con ambas manos. Enseguida dirigió un rodillazo cargado de fuego hacia un costado de la faz enemiga. El ser entero del agredido fue sacudido salvajemente tras recibir tan devastadora arremetida. El incrédulo Aioria incluso se sintió indefenso al verse víctima de un furioso león que había descargado sus ímpetus gregarios sobre su rostro. Dejando a un lado tales ideas que empezaban a inquietarlo, el antiguo portador de la quinta constelación del zodiaco reaccionó sacudiendo la cabeza y levantando la mirada, percatándose a la vez que su sucesor estaba portando nuevamente su armadura de oro, la cual lucía más majestuosa que nunca tras ensamblarse sobre su cuerpo.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —Mi pasado está lleno de vergüenza… —dijo el aturdido guerrero blanco, limpiando la sangre que escapaba de sus labios—. Fui considerado como el hermano de un traidor y menospreciado a pesar de convertirme en uno de los más nobles y poderosos Santos. Si recuerdo lo que nos hicieron a Aioros y a mí, solo despertaré un irracional deseo de venganza. Y no creo que eso sea conveniente para ti… —Por lo que veo, ambos nos hemos dejado llevar por sentimientos negativos en alguna ocasión — comentó muy serio el de cabellos azules—, pero no me refería a la venganza cuando te animaba a recordar a tu hermano y su sacrificio. Mi intención era hacerte recapacitar para que luches nuevamente por Atenea, tal como lo hicieron ambos en el pasado. Porque de no ser así… —el dorado hizo una ligera pausa para darle un énfasis amenazante a su voz y a su mirada—, tendré que acabarte con mis propias manos… Recuperando su decidido semblante y porte altivo, Aioria encaró a su renovado oponente. —Admiro el hecho de que lograras convertirte en todo un Santo Dorado, pero eso no te da derecho a subestimarme y amenazarme de un modo tan contundente. De manera tosca, el ex guardián de Atenea tronó los dedos de sus manos y le regaló una provocadora media sonrisa a su contendiente. —Hemos extendido demasiado esta batalla, ¿no crees, Ikki? Lo malo es que cuando dos hombres necios se enfrentan, al final de cuentas no se sabe quién tiene la razón hasta que alguno es vencido… Habremos de decidir esta lucha con un solo movimiento que resulte en la muerte del perdedor. —Es drástico pero justo… Solo el verdadero ‘León Dorado’ será el que se mantenga en pie tras esta lucha… ¡Y eso significa que recuperaré al Aioria de siempre, aunque eso signifique matarlo! La ciudad entera pareció retumbar cuando los dos representantes de Leo expandieron sus cosmos hasta el infinito. Ambos poseían exactamente el mismo abrumador nivel de poder. —¡Respalda tus palabras con acciones y muéstrame el brillo de nuestra constelación! —retó el hombre en cloth blanca, magnificando su aura dorada a niveles cercanos a la Gran Voluntad—. ¡Que las garras del león partan la tierra con el máximo poder de mi técnica clásica!! ¡‘PLASMA RELÁMPAGO’!!! —¡No me sorprenderás con tu técnica esta vez, Aioria! —exclamó con gran seguridad el Caballero Dorado, viendo acercarse la naciente multitud de rayos luminosos—. ¡He logrado combinar mi poder de fuego, junto con la técnica de Leo de la que acabo de ser testigo! ¡‘ARDIENTE PLASMA RELÁMPAGO’!!! El Santo de Oro logró ejecutar a la perfección la técnica insignia de su antecesor, solo que la suya tenía la particularidad de estar reforzada por incontables haces incandescentes. Aparte de la red de luz desplegada, el nuevo ken de Ikki dejaba pasar por las aberturas entre líneas a una infinidad de rayos de fuego anaranjado que no dejaban huecos o espacios vacíos en la ráfaga. En pocas palabras, era una técnica masiva que combinaba el poder de sus constelaciones de oro y bronce. Por su parte, la arremetida de Aioria también fue desplegada de una manera distinta. La infinidad de líneas entrecruzadas de luz eran fortalecidas por millones de hebras y ramificaciones de chispeante electricidad, que también llenaban los espacios vacíos que dejaban las estelas luminosas al cruzar el aire. El devastador y veloz choque de técnicas perfectas estaba a punto de acontecer…
*** Evan recuperó la consciencia lentamente. En sus cansados ojos escarlata era visible aquel decidido brillo que siempre lo caracterizó. Parecía ser que el odio recién despertado por Anubis desapareció de su ser.
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Saga: CATACLISMO 2012 —¿Dónde estoy…? —se preguntó confundido el joven Fénix, retirando la mirada de los fuertes rayos de sol que lo cegaban—. No recuerdo nada desde que ese dios egipcio me golpeó salvajemente… Saliendo de su ensoñación, apenas en ese momento notó que estaba flotando boca arriba en las refrescantes aguas de un tranquilo río. Su sobresalto fue grande al notar este hecho, así que alarmado se reincorporó apoyando los pies en el lecho subacuático. Ante él se presentó una hermosa escena: Un paisaje desértico adornado por ligera vegetación, era cruzado por el ancho río en el que se encontraba. Aquel oasis enmarcado por un limpio cielo sin nubes, se le antojó tranquilizador al maltratado muchacho de cabellera platinada, quien por un momento se dejó llevar principalmente por el drástico cambio de tonalidad en el firmamento azul. Pero su atención se distrajo de la escena cuando se dio cuenta de su realidad: Evan había sido despojado de su armadura de bronce y no solo eso… Su atuendo entero había desaparecido por alguna razón, permitiendo que su trigueña piel desnuda sea bañada por la calidez del sol del desierto, y directamente acariciada por el agua que corría por su cintura y piernas. —Bienvenido, Evan —intervino una suave voz femenina, llamando la atención del aludido—. Este es el lugar en el que ha comenzado la purificación de tu alma. Sin siquiera alterar el movimiento ondulante del agua, emergió lentamente la figura de una preciosa mujer también desnuda. El joven estadounidense quedó pasmado ante la belleza de aquella fémina de lisa cabellera negra, la cual clavó su serena mirada verde en la suya escarlata. Evan se sonrojó al ver por primera vez a una mujer en tales condiciones, pero pronto su vergüenza cambió a un prudente asombro, cuando notó que la dama tenía la particularidad de poseer un par de alas desplegadas bajo los brazos. Aunque lo que le perturbó en realidad fue observar la sangre que goteaba de sus plumas rojas y verdes para teñir el río mientras avanzaba. —I… Isis… —balbuceó el confundido Fénix al verse apenas a un par de metros de su rival egipcia. Su reacción instintiva fue alzar la guardia en un claro intento por defenderse. Él sabía que se encontraba en una seria desventaja, pero aún así no desistió en su intento por enfrentar a la diosa. —Tranquilízate, por favor. Mi intención no es luchar contra ti —le informó ella con un tono suave y casi suplicante—. Mi deseo es ayudarte a deshacerte de la maldad que se esconde en tu corazón. El Santo confió en las palabras de su interlocutora, leyendo la sinceridad en su mirada felina. —No eres como Anubis ni como Horus —aseguró muy serio, bajando la guardia—. Recuerdo que intentaste defenderme cuando ese pajarraco trató de asesinarme. Supongo que debería agradecértelo. La reencarnación de Isis sonrió cálidamente al escuchar aquellas palabras. —No es necesario, Evan. Lo importante ahora, es continuar con tu proceso de purificación en este lugar sagrado. La atención del joven Fénix se concentró nuevamente en el escenario que los rodeaba. —¿Adónde me has traído? —Nos encontramos en la cuenca del río Nilo del Egipto ancestral. Utilicé mi técnica curativa para distorsionar la dimensión y el tiempo actual, trasladándote así a mi tierra de origen. Solo con la combinación de mi sangre semidivina y estas aguas sagradas, fui capaz de contrarrestar tal nivel de corrupción y regresarte a tu estado original. La sangrante doncella desnuda bajó preocupada su semblante, continuando su explicación:
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —Solo hay algo que me inquieta… No fui capaz de deshacerme completamente del odio que Anubis enraizó en tu alma. Solo tú puedes hacer a un lado aquella maldad abandonando tu resentimiento hacia Ikki. —Ikki… —repitió Evan apretando los dientes con furia. En efecto, los residuos de sentimientos negativos que el dios egipcio de los muertos cultivó en Evan, seguían viviendo en su ser como un virus latente. Los falsos recuerdos que despertaron el odio oculto en el joven, despertaron una vez más en él con solo escuchar el nombre de su antecesor de bronce. El cosmos rojo oscuro que brotaba del descubierto cuerpo del Santo, daba a entender que nuevamente empezaba a ser presa de un trance nocivo. Y más cuando el ambiente entero se convulsionó de repente con aquella manifestación de odio involuntario. —¡Es suficiente, Evan! —lo detuvo Isis con gran autoridad en su voz—. ¡No permitiré que un ser humano tan importante como tú sea víctima de la maldad!! La magna aura rosa de Isis rivalizó contra la rojiza del Caballero, aplacándola por completo y amansando los ímpetus de destrucción del actual Fénix. El ambiente desértico también volvió a la calma. —Escúchame bien. La naturaleza de tu alma no es malvada como Anubis afirmaba —manifestó la deidad, haciendo una pequeña pausa para pensar bien sus palabras—. Eres valioso, Evan. Más de lo que imaginas… por esa razón me concentré en ti y te trasladé a territorio estadounidense mientras ascendías con tus compañeros a la Maravilla Suprema. Al ser testigo de tu gran poder, ahora estoy segura de la fuerte relación que posees con nosotros los dioses egipcios… —Eso no es verdad, Isis —reaccionó aún confuso el muchacho que por poco se dejó llevar nuevamente por el odio—. La única relación que mantengo es con la constelación del Fénix y con la diosa griega llamada Atenea. No tengo nada que ver con ustedes. —Te equivocas. Precisamente nuestro vínculo nace debido a que estás protegido por el Fénix. Aquella ave legendaria pertenece originalmente al panteón egipcio, pero nosotros lo conocemos como ‘Bennu’: Un ser primigenio y bienhechor de naturaleza divina, el cual representa al ‘Ba’ del dios que comanda nuestra invasión a los Estados Unidos: el supremo Ra. —Ra… Había escuchado ese nombre en las conversaciones de tus compañeros pero, ¿qué significa eso del ‘Ba’? —atinó a preguntar el confundido y sorprendido Santo de Bronce. —Todos los seres humanos poseen una parte espiritual, una fuerza anímica que les permite existir como entidades racionales y emocionales. En el caso de las divinidades, esa fuerza se denomina ‘Ba’ y también es representada por sus encarnaciones terrenales… En lo que al dios Ra se refiere, el Fénix o ‘Bennu’ constituye parte de su esencia espiritual. En un impulso, la mujer egipcia se acercó al joven de cabellera platinada y lo abrazó fuertemente. —Tú eres el único ser humano capaz de detenerlo. ¡Eres mi última esperanza, Evan! Los acontecimientos habían tomado un extraño giro. Las revelaciones que acababan de compartir con él lo habían dejado sin aliento, pero sobre todo confundido, así que no le importó el hecho de que estaba rodeado por los brazos de una diosa y, además, en contacto directo con su piel. Al notar el repentino e íntimo roce entre ambos, la mujer conocida como Femi de Isis se alejó avergonzada, recuperando a la vez la compostura y su porte divino. —Discúlpame… no debí actuar de esa forma.
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Saga: CATACLISMO 2012 —No… —dijo casi balbuceando el joven, intentando reordenar sus pensamientos—. Es imposible. ¡¿Cómo puedo yo tener una relación con el infeliz que está causando tanto sufrimiento en mi país?! —añadió interrogando a la diosa, perdiendo los cabales en el proceso—. ¡Debiste escoger a Ikki, sabiendo que él tiene un vínculo mucho más fuerte con la constelación del Fénix!! —Una vez más te equivocas. Tú eres el guerrero de ‘Bennu’ de esta generación. El que Ikki aún tenga la protección de aquella constelación, no quiere decir que su vínculo sea más fuerte que el tuyo. Por esa razón te escogí y te traje de vuelta a tu país. El error en mi plan, sin embargo, fue el no prever que Anubis intentara corromperte, percatándose también de la relación que tienes con el ave mítica. Por lo que veo, sus verdaderas intenciones eran manipularte para poder derrocar a Ra y convertirse en el supremo egipcio. —Ese infeliz… me las pagará por haber intentado manipularme… —Es mejor que no recuerdes lo que ocurrió con Anubis. Solo puedo decirte que fue derrotado y ya no representa una amenaza. Más sorpresas impactaban al Caballero de Bronce, pero aun así no perdió de vista sus objetivos. —Isis, por favor devuélveme mi armadura y regrésame a mi país —le pidió muy decidido, enmarcando el entrecejo—. Si todo lo que me has dicho es verdad, quiero creer que seré capaz de detener a Ra en sus ambiciones. —Me alegra escuchar esas palabras, Evan, pero aún hay una cosa pendiente que debemos atender en este lugar —añadió la deidad, posando su mano delicadamente sobre la superficie del agua—. Como te mencionaba antes, el único capaz de purificar por completo su alma, eres tú mismo, y para ese fin debes liberarte de las falsas memorias que Anubis plantó en tu mente. Observa esto con atención: Las tranquilas aguas del Nilo ancestral proyectaron imágenes y sonidos del pasado. Evan se vio a sí mismo cuando era un niño en su primera noche en el Santuario. —Lo recuerdo, fue en ese momento cuando Ikki me instó a abrazar el odio como fuente de poder. —No fue así, joven Santo. Ahora mismo te mostraré tu verdadero pasado y el origen de tu resentimiento… ==Hace siete años. Santuario de Atenea== La noche cayó en el recinto de la diosa griega y a pesar del intenso frío, el pequeño Evan no se movió ni un centímetro del lugar de su primera derrota. Ni siquiera tuvo los ánimos para levantarse del polvoriento terreno en el que lo había derrotado Natassia hace unas horas. El taciturno niño de cabellos de plata reflexionaba, mientras jugueteaba por inercia con la arena del terreno. En tales momentos de vulnerabilidad emocional, no sabía cómo proceder al verse completamente solo y sin nadie que lo entrene en el futuro. Poco a poco iba desechando lo que en tantas ocasiones le había contado su padre con entusiasmo. Con dolor había notado que no todos los Santos de Atenea eran personas bondadosas como su progenitor aseveraba. —Me extraña ver todavía en el Santuario a un mocoso débil como tú —le dijo con extrañeza Ikki, quien al parecer pasaba casualmente por allí. El infante evitó verlo, así que con una mezcla de ira y tristeza, le retiró la mirada para que no lo observe mientras enjugaba sus lágrimas. —Yo no soy un mocoso… ¡Mi nombre es Evan!
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —No me interesa conocer tu nombre. De ahora en adelante me limitaré a llamarte ‘novato’ hasta que demuestres que puedes proteger a Atenea como un Caballero. Ropas de entrenamiento toscamente dobladas aterrizaron frente al jovencito, quien se sobresaltó y se giró nuevamente al ver esos sucios atavíos marrones que el portador del Fénix le había arrojado de manera desentendida. —Esas son las ropas que debe vestir un aspirante a Santo —le comunicó el hombre de cabellera azulada, dándole las espaldas y alejándose con paso severo de la escena—. El atuendo de niño rico que usas no es digno de un guerrero. El pequeño Evan se emocionó al tener entre sus manos su primera ropa de entrenamiento y con unos ojos brillantes observó al orgulloso Fénix. —¡Estupendo! ¿Entonces sí me entrenará, señor Ikki? —No te confundas, novato. Te di esas ropas como recompensa a tu paciencia —respondió el aludido girándose y encarando al aspirante a su armadura—. En realidad creí que abandonarías llorando el Santuario tras mi negativa, pero aún así te quedaste. Por desgracia tuya, soy bastante testarudo cuando una idea se mete en mi cabeza. Dije que no te entrenaría y no pienso cambiar de opinión. Cabizbajo, el niño estadounidense hizo silencio mientras lo invadía una profunda decepción. —Lo siento, pero yo no sirvo para maestro —añadió el Caballero de Bronce con tono inexorable—. La paciencia no es una de mis virtudes, y menos para entrenar a un mocoso que cree que ser Santo es un capricho que se toma a la ligera. —¡Ser un Santo y servir a Atenea no es un capricho!! ¡Ese es mi sueño!! —replicó altanero el pequeño, reincorporándose rápidamente y encarando sin temor a su interlocutor. Ikki ocultó bien la sorpresa que le causó el cambio de actitud de quien sería su alumno, cuyos ojos rojos centelleando ira por primera vez en su corta vida, se clavaron con decisión en la inflexible mirada entrecerrada del adulto. —No eres tan llorón como creía… —manifestó el entonces Fénix con cierto dejo de orgullo—. Creo que puedo ser sincero contigo: Mi razón para no entrenarte, es que no quiero ser un mal maestro para ti como el que tuve en el pasado. La mayoría de enseñanzas que podría transmitirte, son las mismas que en su momento me inculcó aquel demonio llamado Guilty. Solo alejándote de la mala influencia que yo podría representar para ti, obtendrás el derecho de vestir esta armadura de bronce tras cultivar tu propia fuerza y conocimiento. Dicho esto, el hombre en cloth posó su mano en la cabeza del niño en un gesto de despedida. —Cumple tu sueño, novato —añadió, exhortándolo como un padre lo hiciera con su hijo. Ambos se quedaron en silencio en esa posición por varios segundos. —Usted… puede ser un maestro diferente, señor Ikki —farfulló el infante, al sentir por primera vez la calidez que emanaba quien sería su antecesor—. Sé que puede hacer la diferencia y convertirme un buen hombre como usted. Escuchando esto, Ikki simplemente bajó la mirada, dando un suspiro de decepción. —Aún eres muy joven para entenderme… Tu mirada me muestra que todavía no has sentido el dolor de ver morir a alguien que amaste… Lo mejor para ti será pensar que tendrás una relativa ventaja con respecto a otros aspirantes a Santos, siendo el único que obtendrá el poder por sus propios medios… No te entrenaré y es definitivo.
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Saga: CATACLISMO 2012 La rotunda negativa provocó que, en un impulso común en un niño de nueve años, Evan reaccione quitando groseramente la mano que se había posado sobre su cabeza, para luego levantar una desafiante mirada. —¡Entonces no me entrene si no quiere! —replicó a manera de berrinche el dolido jovencito—. ¡Puede estar contento, porque no necesitaré ni maestros ni de nadie para demostrarle que puedo ser un Santo digno! Sin duda el Caballero se sorprendió al ser testigo de la repentina actitud del pequeño. Su primera reacción fue reprenderlo de mala manera, pero logró contenerse. —Es normal que sientas ese rencor ante mis palabras —le dijo dándole las espaldas y alejándose—. De hecho, lo más sano es que expreses esos sentimientos negativos y que los saques de tu corazón. —¡No necesito de los consejos de alguien malvado que no merece ser un Caballero! —le grito una vez más el furioso pequeño, desbordando lágrimas mientras apretaba fuertemente sus ropas de entrenamiento con ambas manos—. ¡Cumpliré mi sueño sin su ayuda y encontraré por mí mismo la fuerza para proteger a Atenea!! Ikki sonrió levemente al escuchar esas últimas afirmaciones, pero no se dignó a voltearse para que su futuro sucesor observe ese semblante. —Tienes actitud, novato. Solo por esta ocasión permitiré que me hables de esa forma y que te desahogues todo lo que quieras. —¡Lárguese de una buena vez!!! —le ordenó el niño en medio de su descontrol—. ¡No quiero convertirme en alguien como usted cuando porte esa armadura!!! —Como quieras, mocoso… Solo recuerda bien estas últimas palabras: Si alguna vez veo que conviertes ese resentimiento en odio, yo mismo me encargaré de hacerte reaccionar, incluso si me veo obligado a utilizar la fuerza contra ti. ==Cuenca del Nilo. Egipto Ancestral== —Y así lo hizo… —secundó el joven Fénix en el presente, tras disiparse del agua las imágenes de sus recuerdos—. De no haber sido por Ikki de Leo y el potente golpe que me propinó en el estómago, me habría dejado invadir por el odio hacia Morrigan en el mismo Santuario. —Ese fue tu pasado, tal cual ocurrió y sin ninguna alteración —intervino Isis con gran seguridad—. De ti depende ahora sacar tus propias conclusiones. —A su forma, Ikki estuvo orgulloso de mí desde los primeros instantes en los que me conoció — dijo Evan más para sí mismo, casi ignorando las palabras de la diosa africana—, mientras que yo actué como un niñito mimado y me dejé llevar años por un rencor infundado. Vaya… tarde me doy cuenta de que gracias a Ikki me convertí en un Santo. Indirectamente, él despertó al guerrero en mi interior y me dio la actitud necesaria para sobrellevar los entrenamientos que me auto impuse. Sonriéndole amable, la bella deidad de melena negra le extendió su alado brazo. —Al fin lo entendiste. Y tras haber experimentado esta epifanía, lograste deshacerte también del odio que seguía vivo en tu interior. Por inercia el joven tomó suavemente la mano que le ofrecían y la estrechó con delicadeza. La diosa de la fertilidad reaccionó al gesto, envolviendo con ambas manos la del sonrojado Caballero. —Te felicito, Evan —añadió ella con ternura—. La purificación está completa y el nuevo guerrero que representa al legendario ‘Bennu’, ha nacido. Llegó la hora de que detengas a Ra.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —¿Detenerme, dices? —la interrumpió desde el vacío una arrogante y potente voz, haciendo eco en todo el Nilo—. Un simple ser humano no sería capaz de siquiera tocarme… El pacífico ambiente desértico que albergaba a diosa y humano se destruyó quebrándose cual cristal, para revelar nuevamente el escenario apocalíptico en el que se estaba desarrollando la batalla entre egipcios y griegos desde un principio. Ante la pareja se presentó una vez más la convulsionada ciudad estadounidense que experimentaba el infierno en la tierra bajo ese amenazante cielo carmesí. Evan e Isis, quienes en esa realidad sí estaban portando sus ropas y armaduras, alzaron la guardia al ver acercarse a paso lento a su más peligroso rival. Entre una llameante aura de fuego rojo que derretía toda materia a su paso, la majestuosa figura del supremo egipcio Ra hizo presencia ante los peculiares aliados. —Ambos son unos ingenuos… ¿En serio creyeron que podrían escapar de mí con solo con mudar de dimensión? —interrogó el dios pelirrojo, sabiendo que quienes veía como víctimas no le responderían a causa del gran impacto de verlo—. Ahora mismo les enseñaré el verdadero significado de terror…
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CAPÍTULO 40 ¡INICIA EL ENCUENTRO ARDIENTE!: LA SUPREMACÍA DE RA
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==Estados Unidos== La imponente figura del más poderoso de los egipcios se vio más intimidante al encontrarse rodeada por tan dantesco escenario. Tras dejar la quietud del Nilo, los contendientes fueron transportados al centro de una amplia avenida moderna, a cuyos costados se elevaban decenas de altos edificios incendiados. En sus bases, una gran cantidad de automóviles habían chocado, dándole un aire perturbador al lugar. —Algo me decía que no debía confiar en ti, Isis… Actuabas de manera extraña cuando me entregaste las armas de Mielikki —manifestó el supremo egipcio, lanzando una mirada furtiva a sus acorralados oponentes—. Ni siquiera te imaginas el sufrimiento que estás a punto de experimentar a causa de tu traición… A pesar de tener la guardia alta, la deidad femenina retrocedió unos pasos por instinto. Su semblante intentaba ocultar su terror, pero sus titubeantes palabras susurradas entre dientes la delataban: —Es el supremo dios egipcio Ra… Al fin apareció nuestro más poderoso rival… Escuchando estos murmullos, Evan supo que después de pasar por tantas penurias, al fin tenía enfrente suyo al causante del apocalipsis que reinaba en su país, y a la vez a su más poderoso antagonista. El guerrero que tras su despertar obligado vestía una nueva versión de la armadura de Fénix, no se acobardó a pesar de lo crítico de su situación y, siguiendo su instinto de coraje; intentó encarar y desafiar al dios pelirrojo, mas se detuvo al notar que Isis ya se había plantado en actitud altiva frente al mismo. —¡No tienes el derecho para hablar de traiciones, Ra! —le gritó ella implacable, apuntándole valientemente con el dedo—. ¡Fuiste tú quien se reveló contra el panteón de dioses egipcios y los convirtió en sus sirvientes…! Un nudo se formó en su garganta, mientras contenía las lágrimas que intentaban escapar de sus ojos al pronunciar su siguiente frase: —¡Tu mente no podría siquiera concebir el dolor que sentí cuando supe que asesinaste a mi esposo Osiris! ¡Y todo para convertir su esencia en el simple pedazo de metal que ahora cubre tu brazo derecho!!! —Vaya… no imaginaba que me tenías tanto resentimiento —respondió con un dejo de sarcasmo el regañado—. En primer lugar, dejé a un lado el panteón egipcio porque necesitaba aliados igual de fuertes que yo. Por fortuna encontré dioses en otras culturas que compartían mis nobles objetivos de purificación… En segundo lugar, tu “querido esposo” Osiris no ha desaparecido como crees. Su espíritu divino está más vivo que nunca dentro de mi katar… y te lo demostraré ahora mismo… Dibujando una soberbia media sonrisa en su rostro, Ra extendió su brazo derecho apuntando el agudo filo de su arma hacia el joven Fénix. —Escuché atentamente todas las mentiras que le dijiste a ese pobre humano cuando se encontraban en el Nilo —añadió arrogante en esa misma pose amenazante—. Será irónico ver como el poder divino de tu ser más querido, se encarga de aniquilar a tu “última esperanza”. Ondulantes y furiosas llamas rojas se manifestaron alrededor de aquel dios supremo vestido por una elegante túnica del mismo color. A pesar de estar desprotegido por su Armadura Suprema, la cual se encontraba reposando en la Pirámide de Abu Gurab; la presencia de la deidad lucía majestuosa ante tal demostración de poderío y supremacía.
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Saga: CATACLISMO 2012 —«Es… apabullante… —reflexionó un impresionado Caballero de Atenea—, es la primera vez que siento un poder tan enorme y magnífico. En nada se compara el cosmos llameante de un dios supremo con los de Anubis, Horus e Isis». Diosa y humano quedaron pasmados ante la prodigiosa expansión de energía quemante, la cual fue concentrada en milésimas de segundo en la katar derecha del egipcio. —¡Desaparece, falso Bennu! ¡‘URÆUS DE LA CORONA SOLAR’! Astutamente Ra adaptó la técnica original de Osiris a su propio poder flamígero. El ken consistía en darle vida al símbolo usado desde tiempos ancestrales para representar el poderío de los faraones egipcios: el uræus; y encantarlo con el cosmos de propiedad elemental de fuego. Una fina cobra en llamas coronó al supremo egipcio y empezó a girar lentamente sobre su cabeza. El reptil etéreo describía un óvalo continuo en el aire, como si tratase de dibujar el recorrido elíptico de los planetas alrededor del astro rey. Su movimiento se hizo cada vez más veloz, hasta que con una vehemente gesticulación de quien lo había invocado, el uræus arremetió raudo contra el Santo, saliendo disparado desde la hoja de la katar derecha. El rayo incandescente en el que transmutó la cobra roja, viajó a una velocidad tan vertiginosa, que Evan no logró leer su trayectoria. Por su parte, Isis sí fue capaz de verla, así que al notar que su protegido se encontraba en peligro, se arrojó contra él y lo alejó de la amenaza empujándolo a último momento. Por desgracia, la técnica suprema impactó de lleno en su vientre, atravesando limpiamente su armadura y cuerpo. Estupefacta, la dama egipcia intentó inútilmente contener el sangrado de su fatal herida. —No… dejaré… que mi vida se pierda en vano… —profirió ella con la voz entrecortada a causa del intenso dolor—. ¡Al menos salvaré… la vida de este joven!! Mientras el incrédulo Evan intentaba acercarse a la agonizante diosa para ayudarla, ésta lo detuvo con un implacable ademán, sin siquiera voltearse para encararlo. Acto seguido, se encomendó a la tarea de hacer arder su divino cosmos rosa junto con el resto de su energía vital. —¡Isis! ¡Eres una imbécil! —le regañó severo el pelirrojo con una expresión de rabia, la cual daba a entender que no pensaba herirla en ese momento—. ¡Acabas de sacrificar inútilmente tu vida por la de un patético humano!! —Tú mismo lo dijiste antes… Ra… ¡Este guerrero representa mi última esperanza…! ¡Y por esa razón no permitiré que… le hagas daño!! —la deidad femenina reunió sus últimas fuerzas y exclamó el nombre de su técnica máxima—: ¡‘El Sello Eterno de Neftis’!!! Por primera vez en toda su existencia, la diosa de la fertilidad y la naturaleza cambió su carácter bondadoso para ejecutar de improviso su ken magno. Con un semblante lleno de furia y unos felinos ojos verdes que resplandecían con vigor; expulsó de sus brazos extendidos una fuerte ráfaga de luz blanca, entremezclada ésta con cientos de gotas de la sangre divina que emanaba la herida de su vientre. Evan y Ra se vieron obligados a cubrirse los ojos al ser cegados por tan intenso resplandor. El supremo egipcio recibió de lleno la técnica sin siquiera inmutarse. Su aura roja fue suficiente para anular por completo el brillo surgido de su coterránea. —Tu último esfuerzo fue inútil, Isis —le dijo muy serio el atacado, tras recuperar su capacidad visual—. Solo te pusiste en vergüenza, aun sabiendo que no lograrías siquiera tocarme con un ataque tan débil…
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Tras aquella cruel sentencia, la aludida se desplomó exhausta. En su rostro era evidente la decepción por su fracaso. El Santo de Fénix tuvo la suficiente capacidad de reacción para sostenerla en brazos y acomodarla suavemente en su regazo, mientras que Ra simplemente retiró su disgustada mirada para evitar ver la deprimente escena. Evan no supo cómo proceder al enfrentarse por primera vez a una situación tan crítica. Su nerviosismo incluso creció cuando las comisuras de los labios de la Guardiana dejaron escapar finas líneas del líquido vital. —Tranquilízate… Evan… —musitó la moribunda mujer, esbozando una amable sonrisa—. Me sacrifiqué porque… ese fue mi deseo… así que… no debes sentirte mal por mí… —¡Y cómo no iba a sentirme mal! —reaccionó indignado el joven de cabellera platinada—. ¡Si la diosa que hizo tanto por mí, está herida severamente por culpa mía y aun así me está mostrando ese rostro tan sereno! La deidad soltó una débil risita mientras alzaba la mano para posarla en la mejilla de su protector, quien sorprendido por el repentino contacto de esos cálidos y suaves dedos, dejó escapar incontables lágrimas sin que esa sea su voluntad. Lo espontáneo de su llanto le molestó debido a su orgullo, así que intentó ocultar el sufrimiento que lo invadía con un forzado semblante decidido. —¡No dejaré que termines así! ¡No morirás aquí, Isis!!! —vociferó con gran convicción el muchacho estadounidense, haciendo presión con sus manos para detener el sangrado de la herida que aquejaba a su salvadora, quien en un gesto de resignación, simplemente posó su mano libre sobre las del joven para detener su esfuerzo. —No me llames Isis… por favor… Ya no soy una diosa… —farfulló ella con el mismo tono apacible de voz—. En estos momentos… me siento orgullosa de decir que… soy un ser humano al igual que tú… por esa razón deseo que… me hagas un último favor. —Pídeme lo que quieras. —Regálame una sonrisa y… pronuncia mi nombre… Por último, no olvides jamás que… existió alguien que te consideró como la persona más valiosa del planeta… Sintiendo el dolor más grande de su vida, Evan acogió la petición y sonrió sinceramente para Isis después de tantos años de amargura y resentimiento. Y aunque no pudo contener el flujo de sus lágrimas, el joven Fénix logró reconfortar a la casi extinta dama que yacía en su regazo. —No tienes idea de lo agradecido que estoy contigo —le confesó él, cerrándole los parpados con delicadeza—. Ahora, solo descansa y permite que el guerrero de Bennu mantenga vivos tus anhelos… Te prometo que protegeré a la humanidad en tu nombre, Femi… Quien fue la reencarnación de Isis se regocijó al saber que el Caballero había recordado su nombre humano, a pesar de que lo había pronunciado una sola vez. Con el corazón lleno de paz, suspiró por última vez y murió recordando la imagen del hombre que encarnó a su esposo Osiris, quien curiosamente tenía un gran parecido con el joven Evan. —Cometí un gran error de estrategia —intervino Ra fastidiado—. Al final Isis resultó ser igual de inútil que los otros dos… Debí saber que sería yo mismo quien terminaría reclamando estas tierras para edificar el Nuevo Egipto. Escuchando esas palabras llenas de indiferencia, el Santo levantó su furiosa mirada invadida por el dolor y la clavó en los ojos anaranjados de quien las había pronunciado.
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Saga: CATACLISMO 2012 —¡Maldito infeliz!!! ¡Fuiste capaz de asesinar a tu propia compañera y ni siquiera te importa!!! Inmutable, el regañado observó a la inerte mujer de cabellera negra, la cual parecía dormir tranquila y disfrutar de un hermoso sueño. —Bien sabes que no quería matarla. Mi técnica buscaba atravesar tu corazón en primer lugar. Es una lástima saber que no podré castigarla en la Duat por su traición, pero ya no importa… —¡Eres un monstruo!!! ¡Eres tú quien merecía ser castigado y desaparecer!!! ¡No tienes la mínima consideración por la vida ni los sentimientos humanos!!! El dios supremo dio un suspiro lleno de desdén, y soberbio le dedicó unas palabras a su interlocutor: —Déjame hacerte una pequeña revelación antes de acabar contigo por atreverte a levantarme la voz: Los sentimientos humanos son el origen de su fracaso como especie… Esas emociones estúpidas los convirtieron en entes imperfectos que han llegado a un nivel tal de corrupción, que podrían considerarse como una enfermedad para el planeta. ¡Así es! ¡No son nada más que un parásito con voluntad propia y nosotros los dioses somos la cura que evitará la perdición de la Tierra! —No lo entiendo… ¡¿Cómo es posible que un ser que se supone debe velar por la vida, piense eso de sus propias creaciones?! —Te equivocas… Ustedes son un accidente de la creación divina. Todo era perfecta armonía en este planeta hasta que el Supremo Creador les permitió dominar a las demás especies —Ra desencajó su rostro haciendo una ligera mueca de ira—. ¡Es una vergüenza admitir que incluso dos deidades dignas como Viracocha y Mielikki fueron contaminados con esos asquerosos sentimientos, y que ello significó la perdición de ambos! La última frase del dios hizo eco en el vacío de la avenida abandonada. El ímpetu con el que fue pronunciada pareció acallar por un momento los convulsionados ruidos de caos que invadían la urbe. —Incluso tú mismo puedes corroborar mis aseveraciones con lo que has vivido recientemente — añadió el africano con un dejo acusante—. Pude sentir claramente la energía negativa que desataste en tu cosmos hace unos momentos. Y no puedes negar que ese sentimiento que ustedes llaman odio, por poco significa tu autodestrucción. El joven Fénix todavía respiraba agitado tras los recientes golpes emocionales sufridos, así que no reaccionó ante tales inculpaciones. Su mente estaba concentrada más bien en aprehender para sí la paz que transmitía la mujer fallecida que tenía en brazos, mientras a paso lento se disponía a recostarla en un lugar alejado de la batalla. —Tienes razón en algo, Ra… —reaccionó al fin el Caballero del Fénix, observando con una indescifrable expresión al invasor de su país—. Los sentimientos negativos constituyen la decadencia de cualquier ser racional. Manifestarlos significa envenenar cuerpo y alma… pero te recuerdo que gracias a la mujer que asesinaste he sido capaz de liberarme de las cadenas del odio. Nunca estuve solo, porque adicional al apoyo que ella me dio, también tuve el del poderoso Santo Dorado de Leo. En un parpadeo Evan rebosaba una poderosa aura llameante. Una vez más su cosmoenergía se expandió hasta el Séptimo Sentido. —¡Las palabras de Femi me otorgaron la seguridad para enfrentarme a un dios fuerte como tú, mientras que las del señor Ikki, me enseñaron a equilibrar el miedo que me agobiaba! ¡Por esa razón lo único que me impulsa ahora, es mi férreo sentimiento de protección hacia las personas de mi patria!! Concentrando toda la energía que fue capaz de desatar en ese momento, el muchacho se arrojó con ímpetu contra su contendiente divino. Toda su esperanza se había reunido en un solo golpe fulminante.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco —Iluso, ¿en serio crees que el fuego producido por un humano puede ser más fuerte que el de una deidad suprema? ¡Destrozaré tus esperanzas tal y como hice con las de Isis! La inconmensurable cantidad de calor que bañaba al dios fue suficiente para detener en seco la arremetida del humano, quien a pesar de su obvia desventaja, seguía esforzándose por sobrepasar a la fuerza la barrera de infernal temperatura; mas a pesar de que su poder era portentoso, no fue suficiente para lograr tal proeza. La intensa concentración de calor logró mermar por completo su fuerza física y paralizarlo en el acto. De hecho, si no hubiese portado en esos momentos la nueva versión de la armadura del Fénix, habría sido carbonizado enseguida. Evan no claudicó aun estando en una situación tan crítica. Su mirada altiva daba a entender que seguiría luchando hasta las últimas consecuencias. —Es admirable tu fuerza de voluntad, humano —enalteció arrogante la deidad—. Aun estando a pocos metros de un ser omnipotente como yo, no dejas de mostrar esa determinación que suelen atribuir a los Santos de Atenea. Por fortuna para ti, en ocasiones también suelo ser misericordioso como tu diosa. Generalmente castigo con crueles torturas a quien se rebela contra mí, pero ya que me he divertido bastante contigo, tendré la consideración de ejecutarte de un solo golpe para que no sigas sufriendo. Tras la sentencia, levantó su katar derecha para darle más impulso al golpe que asestaría a continuación. —¡Que la fuerza divina de Osiris te dé el descanso eterno!! Ra blandió su arma directamente contra el Fénix, produciendo con el movimiento circular una ráfaga cortante de aire caliente, la cual colisionó directamente en la cabeza de su objetivo, mandándolo a volar de manera estrepitosa contra la pared de un edificio. Extrañado por el efecto poco devastador de su embate, Ra inspeccionó confundido a Osiris. —Ahora entiendo… al final sí lograste tu objetivo de sellar el alma de tu esposo… divino.
Una gota de la sangre de la deidad femenina logó alcanzar la cuchilla de la katar e inutilizar su poder
En lugar de contrariarse por este hecho, la reacción del portador del arma muerta fue soltar una sonora y burlona carcajada. —¡Felicidades Isis! —prorrumpió en medio de incontrolables risas—. ¡Tú sacrificio no fue tan inútil como creía! ¡Acabas de convertir a Osiris en un inservible trozo de metal! Evan logró deshacerse de los pesados escombros de cemento que lo aprisionaban. Cuando se reincorporó exhausto, su casco se partió en dos para revelar el profundo corte recto que acababan de infligirle en medio de las cejas. Aquella horrible herida rememoraba a la cicatriz que lucía en la frente su antecesor de bronce. —No… has vencido todavía, Ra —manifestó entre dientes el agredido, intentando limpiar la sangre que le dificultaba la visión. —Vaya que eres resistente, mortal. Me extraña que aún te mantengas con vida a pesar de que mi arremetida fue solo física. Por desgracia para ti, todavía poseo otra katar que podría considerarse más temible que la invalidada por Isis —arrojando con desprecio al piso su cuchilla derecha, el dios extendió amenazante la que sobresalía de su brazo izquierdo—. Te presento a Seth, el más cruel de los dioses egipcios. Con él acabaré de una vez con tu existencia…
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Saga: CATACLISMO 2012 El calor en el aire aumentó en varios cientos de metros a la redonda. La sofocante temperatura que emanaba el egipcio tiñó el ambiente de rojo mientras furiosas llamas incendiaban los edificios y automóviles accidentados que cercaban la avenida, cuyo asfalto además bullía como si de un lago de alquitrán hirviente se tratase. Con cada paso lento que avanzaba el peligroso dios, su oponente se sentía más y más abrumado y débil. Sus rodillas temblaban y su visión se nublaba al costarle respirar en tan dantesco infierno. Sin embargo, a pesar de las circunstancias extremadamente desfavorables, el Fénix no se rindió, e intentó disipar el calor que lo rodeaba expandiendo su aura cósmica anaranjada. —Es inútil que luches. Tu tiempo y el de todos los de tu especie terminó —profirió el pelirrojo muy confiado y en tono socarrón—. Con ese cosmos tan ínfimo me has demostrado que no eres digno de ser llamado ‘El Legendario Guerrero de Bennu’ que formó parte de mi espíritu en épocas ancestrales. No eres más que un polluelo que ansía alcanzar las alturas, sin siquiera aprender a volar todavía. No mereces… —¡Cállate!!! El africano arqueó una ceja en señal de incredulidad y detuvo su monólogo ante tan altanera orden. —¡Me cansé de escuchar tus discursos arrogantes! ¡Contrario a lo que afirmas, he aprendido mucho como guerrero y como ser humano desde que arribé a mi país! Sentí tantas cosas nuevas y recibí lecciones incluso de tus propios Guardianes. Estuve a punto de morir en varias ocasiones e incluso dependí de Ikki e Isis para salvar mi vida, ¡pero ha llegado el momento de luchar por mí mismo! ¡Desplegaré las alas de Bennu con la máxima técnica del Fénix y esta vez lo haré sin la influencia del odio!! La intensa cosmoenergía del joven logró dispersar el intenso calor por unos instantes. —¡‘FURIA INMORTAL DEL AVE MÍTICA’!!! ¡Renace!!! Ante la incredulidad de Ra, el asfalto fundido bajo sus pies empezó a temblar con violencia. Acto seguido, una veloz línea de fuego surcó la irregular superficie para dibujar la silueta del legendario Fénix. —Esta figura… No puedo creer que un simple humano sea capaz de invocar a… Un ensordecedor alarido calló al egipcio, quien por primera vez se vio sobremanera impresionado. Una vez más el chillido del Fénix invadió la ciudad entera, pasmando de terror a todas las personas que desesperadas intentaban escapar de ese apocalipsis. No hubo estructura de cristal que quede en pie después de aquel fuerte estruendo. Tras esto, la silueta en llamas pareció tomar vida propia y se elevó en la forma de una gigantesca ave formada enteramente de fuego, la cual destrozó la tierra bajo su objetivo y emprendió vuelo ascendiendo verticalmente. —¡Es Bennu! —declaró emocionado Ra, recibiendo de lleno los efectos de la mortal columna incandescente que dejó el ave a su paso—. ¡Isis no se equivocó al afirmar que poseías su protección!! Cuando la estela circular de llamas ascendió por completo, Evan notó decepcionado que su técnica no había dañado en absoluto a su rival. El dios cuyo cuerpo humeante se mantenía intacto, observaba maravillado al Fénix desapareciendo al alcanzar una altura considerable. —¡Es fantástico! —exclamó él entusiasmado—. ¡No había visto a Bennu surcando el cielo desde la era mitológica! ¡Tras recibir ese fuego lleno de valor y decisión, por fin pude sentir mi alma completa después de tantos miles de años!! En medio de su éxtasis, el supremo egipcio disminuyó por completo su cosmos y devolvió a la normalidad la temperatura del ambiente.
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Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco Evan cayó exhausto de rodillas tras el esfuerzo de ejecutar una técnica de tan grande magnitud y, aterrado, observó como su antagonista se plantaba a pocos centímetros de su maltrecho ser. Por un momento, su reacción fue bajar la cabeza esperando su inevitable ejecución… —Para nada eres un ser humano común —enalteció orgulloso el dios del sol, ofreciéndole la mano a su contendiente en un gesto que lo invitaba a reincorporarse—. Tu poder es tan magnífico, que incluso podría superar al de Anubis, Isis y Horus; por tal razón he decidido que te convertirás en uno de mis Guardianes, portando una de las armaduras divinas de los dioses egipcios. Escuchando tal proposición, el Santo levantó impactado su mirada para observar el emocionado rostro que quien le hablaba. Regalándole una sonrisa cómplice a la divinidad que se erguía ante él, Evan estrechó su mano con gran convicción aún estando de rodillas… Continuará…
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ANEXOS
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Saga: CATACLISMO 2012
FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — CABALLEROS DE BRONCE
Constelación de LOBO: Raistlin
Edad: 18 años.
Altura: 1,71 cm.
Peso: 65 kg.
Fecha de Nacimiento: 19 de abril.
Grupo Sanguíneo: B.
Lugar de Nacimiento: Tíbet (Lemuria).
Apariencia Física: Piel clara, larga cabellera lacia hasta la altura de la cintura de color verde claro, inexpresivos ojos dorados. Complexión física delgada. Manchas marrones en la frente. Rostro de facciones delicadas contrastado con un semblante serio.
Perfil Psicológico: Raistlin es un joven maduro para su edad. Actúa guiado por el pensamiento racional y la lógica, lo cual lo convierte en alguien bastante inteligente, pero a la vez muy frío.
No suele demostrar sus emociones y solo su hermano menor lo ha visto sonreír en poquísimas ocasiones.
Con los años ha mermado su instinto y pasión, para reemplazarlos con un accionar motivado solo por sus meticulosamente calculados planes.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — CABALLEROS DE BRONCE
Constelación de OSO: Caramon
Edad: 16 años.
Altura: 1,95 cm.
Peso: 94 kg.
Fecha de Nacimiento: 20 de mayo.
Grupo Sanguíneo: O.
Lugar de Nacimiento: Tíbet (Lemuria).
Apariencia Física: Piel clara, melena larga atada en una cola de caballo de color verde claro, ojos dorados. Complexión física fornida. Manchas marrones en la frente. Rostro de facciones fuertes contrastado con un semblante sonriente y decidido.
Perfil Psicológico: Contrario a su hermano menor, Caramon muestra un carácter vehemente y en su mayoría instintivo.
Cuando emprende una tarea la ejecuta guiado únicamente por sus ideales, los cuales están inspirados en los principios de la justicia y el bienestar de sus semejantes.
Es amable y siempre vela por el bienestar de su hermano, por quien estaría dispuesto a sacrificarlo todo.
Una de sus peculiares características es su incontrolable apetito. En poco tiempo es capaz de devorar la ración de alimentos de diez hombres…
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — CABALLEROS DE BRONCE
Constelación de CASIOPEA: Alalá
Edad: 55 años.
Altura: 1,72 cm.
Peso: 60 kg.
Fecha de Nacimiento: 19 de julio.
Grupo Sanguíneo: O.
Lugar de Nacimiento: Atenas, Grecia.
Apariencia Física: Cabellos vino tinto, ojos rojos medio/oscuro, tez clara. Su cuerpo es delgado aunque mantiene buena forma debido al ejercicio que realiza. Sus ojos son algo que ella resalta, pues cree que son la ventana a su alma, es por esto que es una parte que siempre cuida, marcando sus pestañas y delineando el párpado inferior.
Perfil Psicológico: Persona tranquila, a veces tímida. Ayuda a los demás en cuanto puede, sensible, cariñosa. Muy maternal.
Cuando se enoja, es quizá mejor dejarla sola, pues se pone a la defensiva y es algo ruda. Algunas veces exagera la tristeza que siente, y lo peor, es que la esfuma en un segundo también.
Muy fiel a su pareja. Es más del hogar y casi no le gusta salir. Cuando sale, depende de con quién esté para que se alegre, casi no gusta tratar con desconocidos debido a su timidez, pero en cuanto conoce mejor a la otra persona, su confianza es más alta y se nota lo buena amiga que es, incluso su timidez desaparece.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — CABALLEROS DE ORO
Constelación de CAPRICORNIO: Eleison
Edad: 24 años.
Altura: 1,82 cm.
Peso: 68 kg.
Fecha de Nacimiento: 31 de diciembre.
Grupo Sanguíneo: B.
Lugar de Nacimiento: República Checa.
Apariencia Física: Piel clara, cabello corto rubio, ojos azules. Complexión física normal. Semblante de facciones suaves y atractivas.
Perfil Psicológico: El joven Eleison se caracteriza por su amabilidad y trato cortés con las personas. De gran léxico, carisma y elocuencia, el Santo de Capricornio es conocido por sus habilidades de comunicación y relacionamiento con las personas. Por tal razón, se ha ganado la confianza de la mayoría de sus colegas Dorados y de la diosa Atenea. Eleison es un hombre sensible, tranquilo y humilde. Siempre se lo puede ver mostrando una cordial sonrisa, aún en las situaciones más difíciles. Sería raro verlo con un semblante diferente. Aunque sienta ira o tristeza, siempre mantiene esa sutil sonrisa en su rostro. Es un hombre que inspira gran confianza con solo mirarlo, por tal razón consigue devolverle la paz a quien necesita su consejo, ya que muchos recurren a él al ser una persona muy abierta a los demás. Ama profundamente a su hermana menor, al ser ella su única familia. Lo único que podría cambiar su personalidad usualmente calmada, sería que algo malo le ocurriese a Kyrie.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — DIOSES DE LA ALIANZA SUPREMA
Viracocha.
Denominación: Supremo dios inca.
Altura: 2,35 cm. Peso: 138 kg. País de Origen: Perú. Territorio bajo su protección: América del Sur. Elemento/ Naturaleza: Tierra. Color Característico: Marrón (Café).
Apariencia Física: Piel cobriza, frondosa melena desordenada de color verde oscuro hasta más abajo de la cintura, ojos negros. Complexión física fuerte y musculosa. Semblante tranquilo y amable. Perfil Psicológico: A pesar de su apariencia intimidante por su gran tamaño y musculatura; Viracocha posee un carácter sereno y bondadoso. Sin embargo, puede ser bastante severo cuando lo provocan. Este dios supremo ama profundamente la vida natural, al igual que a su ancestral pueblo sudamericano. Por tal razón siente una gran nostalgia por la época dorada en la que sus antepasados vivieron bajo los principios de respeto y cuidado de su entorno. Posee habilidades prodigiosas como todo dios, pero una de la que más se destaca es la de diseñar y forjar armaduras para los dioses.
Arma: Hacha (Imbabura). Técnicas Convencionales: —‘CATACLISMO ANCESTRAL’, —‘TERREMOTO EN KAY PACHA’,
Técnica Magna: —‘LA RETRIBUCIÓN DE INTI Y MAMA QUILLA’.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — DIOSES DE LA ALIANZA SUPREMA
Mielikki.
Denominación: Diosa finlandesa de la caza y el bosque.
Altura: 1,75 cm. Peso: 68 kg. País de Origen: Finlandia. Territorio bajo su protección: Europa del Este. Elemento/ Naturaleza: Metal – Animales. Color Característico: Plateado.
Apariencia Física: Piel nacarada, larga y ondulada cabellera rubia, hermosos ojos color turquesa. Complexión física delicada. Semblante suave y atractivo, pero a la vez severo. Perfil Psicológico: La deidad escandinava muestra siempre fortaleza de carácter, la cual se demuestra en la firmeza de sus palabras. A pesar de lucir físicamente como una delicada dama, Mielikki es capaz de demostrar gran ímpetu cuando batalla ferozmente por defender sus ideales. Aunque no tiene intenciones malvadas, si es capaz de infringir terribles castigos cuando se la provoca. Protege con todo su ser a los animales del bosque, ya que los considera como criaturas hermosas y vulnerables a los caprichos de los humanos. Por tal razón ha bendecido a todos los seres vivientes de su territorio con su cosmos divino. Posee un poco conocido lado maternal. Solo con sus hijos Tuulikki y Nyyrikki se ha mostrado protectora y amable.
Arma: Arco y flechas (Väinämöinen). Técnicas Convencionales: —‘METAMORFOSIS DEFINITIVA’, —‘LAS MIL FLECHAS DEL REY TAPIO’, Técnica Magna: —‘EL ÚLTIMO SACRIFICIO DE VÄINÄMÖINEN’.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — DIOSES DE LA ALIANZA SUPREMA
Ra.
Denominación: Supremo dios egipcio del sol.
Altura: 1,84 cm. Peso: 82 kg. País de Origen: Egipto. Territorio bajo su protección: África. Elemento/ Naturaleza: Fuego. Color Característico: Rojo. Apariencia Física: Piel canela, corta cabellera roja estilizada en puntas hacia arriba que tiende a incendiarse cuando el dios se enoja, furiosos ojos color anaranjado. Complexión física esbelta. Semblante arrogante. Tatuajes en los contornos de los ojos. Perfil Psicológico: Este dios es extremadamente arrogante y autoritario. No le importa pasar por encima de nadie con tal de cumplir sus objetivos. Su denominación de dios supremo y su gran poder son sus razones para hacer alarde de su supremacía sobre otros dioses y sobre los humanos, a quienes desprecia y considera como seres que no merecen existir en el planeta Tierra. Para él los sentimientos no valen nada. Es burlón y en ocasiones sarcástico. No respeta a nada ni a nadie, ya que para él no existe cosa alguna que sea digna de su atención. Es bastante irascible y su furia se provoca con relativa facilidad. Hecho que representa una seria desventaja para cualquiera que ose enfrentarlo, ya que Ra no conoce límites cuando se deja invadir por la ira. Arma: Katar brazo derecho (Osiris), katar brazo izquierdo (Seth). Técnicas Convencionales: —‘URÆUS DE LA CORONA SOLAR’, —‘LA SUPREMACÍA FULGENTE DE ATÓN’,
Técnica Magna: —‘ANKH DEL JUICIO FINAL’.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — GUARDIANES DE LOS DIOSES
Horus, dios celestial de la civilización egipcia (Guardián de Hieracómpolis).
Nombre Humano: Menouthis. Dios Protector: Ra, supremo egipcio del sol. Edad: 27 años. Altura: 1,90 cm. Peso: 79 kg. Fecha de Nacimiento: 27 de febrero. Grupo Sanguíneo: B. Lugar de Nacimiento: Alejandría, Egipto.
Apariencia Física Humana: Piel trigueña, larga melena lacia de color castaño oscuro, ojos grises. Complexión física fornida. Semblante severo y desdeñoso. Apariencia Física Divina: Su cabeza sufre una severa metamorfosis: toma los rasgos animalescos de un orgulloso halcón. En el contorno de sus ojos se pueden ver, además, asimétricos tatuajes que los delinean; los cuales hacen relucir su origen divino y su relación con Ra. Perfil Psicológico: De personalidad terca y arrogante, Menouthis se sintió en la cumbre del mundo al ser elegido como el humano que reencarnaría a la deidad egipcia conocida como Horus. La paciencia no es una de sus cualidades y tiende a enojarse con facilidad, lo cual provoca que la devastación reine a su alrededor. Suele ser severo y no entiende razones cuando una idea se enraíza en su mente. Sin embargo, a pesar de la mala actitud y el sentimiento de superioridad que predominan en su carácter; este hombre podría ablandar su corazón ante circunstancias especiales.
Técnicas: —‘Castigo Imperial en Hieracómpolis’, —‘Incineración de Alma’.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — GUARDIANES DE LOS DIOSES
Anubis, dios egipcio de los muertos (Guardián de la Duat).
Nombre Humano: Khalid. Dios Protector: Ra, supremo egipcio del sol. Edad: 25 años. Altura: 1,72 cm. Peso: 64 kg. Fecha de Nacimiento: 20 de marzo. Grupo Sanguíneo: B. Lugar de Nacimiento: El Cairo, Egipto.
Apariencia Física Humana: Piel trigueña, larga cabellera negra ondulada, ojos color miel. Complexión física normal. Facciones suaves y delicadas. El avatar humano de Anubis luce la clásica apariencia de un faraón egipcio.
Apariencia Física Divina: Su cabeza se transforma en la de un imponente chachal negro de salvajes ojos rojos. Las marcas del símbolo de Ra se encuentran tatuadas en el contorno de sus ojos, al igual que en sus dos compañeros.
Perfil Psicológico: El cinismo y la actitud burlona predominan en este curioso personaje, a quien le gusta provocar a sus rivales con sus malintencionadas palabras. A pesar de que Anubis originalmente es un ser neutral que ayuda a las almas a llegar en paz al inframundo, su reencarnación en la época actual posee un fuerte deseo de maldad y ansias por regocijarse con la muerte de los más débiles. Manipulador y perverso al extremo, el avatar del dios egipcio de los muertos goza al sentir que tiene a sus víctimas en la palma de su mano.
Técnicas: —‘Ejecución Suprema en la Duat’, —‘Cremación Oscura’.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — GUARDIANES DE LOS DIOSES
Isis, diosa egipcia de la fertilidad y la naturaleza (Guardiana del Nilo Ancestral).
Nombre Humano: Femi Dios Protector: Ra, supremo egipcio del sol. Edad: 22 años. Altura: 1,69 cm. Peso: 59 kg. Fecha de Nacimiento: 6 de abril. Grupo Sanguíneo: AB. Lugar de Nacimiento: Nubia, Egipto.
Apariencia Física Humana: Piel trigueña, lacia cabellera negra hasta la altura de los hombros, brillantes ojos verdes. Complexión física esbelta. Semblante serio y en pocas ocasiones suave.
Apariencia Física Divina: Sus pupilas verdes mutan a una apariencia felina y sendas alas de plumaje verde y rojo nacen dolorosamente bajo sus brazos. La dama egipcia también tiene tatuados los contornos de los ojos con la simbología de su superior Ra.
Perfil Psicológico: La mujer humana que fue escogida para reencarnar a Isis posee una personalidad tranquila y bienintencionada. En ocasiones es difícil interpretar lo que siente, ya que sabe ocultar bien lo que pasa por su cabeza y corazón. La mayoría del tiempo muestra una actitud seria y hasta fría, pero aquello no es reflejo de su verdadero ser. En realidad Femi es una mujer tierna que ama a la vida en todas sus formas y no soporta la maldad y el odio.
Técnicas: —‘Purificación Sagrada en el Nilo’, —‘El Sello Eterno de Neftis’.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — GUARDIANES DE LOS DIOSES
Representante de KUNTUR (Cóndor): Wayra (Guardián del Páramo de Hanan Pacha).
Dios Protector: Viracocha, supremo inca.
Edad: 30 años.
Altura: 1,93 cm.
Peso: 87 kg.
Fecha de Nacimiento: 2 de enero.
Grupo Sanguíneo: O.
Lugar de Nacimiento: Popayán, Colombia.
Apariencia Física: Piel trigueña, desordenada cabellera negra hasta los hombros, ojos castaños. Complexión física fornida. Facciones toscas y severas. Perfil Psicológico: El Guardián de Cóndor se muestra siempre fiel a sus ideales. Su lealtad nace de la devoción que le tiene a su señor Viracocha, a quien considera como su modelo de vida y como la representación encarnada de la máxima bondad que debe poseer un ser divino. Casi siempre se muestra severo y terco, ya que considera que esa es la actitud que debe poseer un Guardián del dios inca que admira tanto. Es capaz de dar su vida con tal de cumplir con su deber como guerrero inca. Técnicas: —‘Aleteo del Cóndor de los Andes’, —‘Nasqa Intiwatana’*.
*‘Equinoccio en las Líneas de Nazca’.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — GUARDIANES DE LOS DIOSES
Representante de Q’INTI (Colibrí): Cavillaca (Guardiana de la Selva de Eldorado).
Dios Protector: Viracocha, supremo inca.
Edad: 21 años.
Altura: 1,79 cm.
Peso: 70 kg.
Fecha de Nacimiento: 10 de mayo.
Grupo Sanguíneo: A.
Lugar de Nacimiento: Amazonía Shuar, Perú. Apariencia Física: Piel canela, ensortijada y larga cabellera blanca, ojos color lila. Complexión física normal. Facciones delicadas, pero contrastadas con un serio semblante. Perfil Psicológico: La mujer que viste la armadura de Colibrí muestra un espíritu aguerrido y agresivo ante quien considera como enemigo. Es bastante esquiva y huraña, ya que no le agrada mucho la gente. Prefiere la compañía de los animales y de la frondosa naturaleza que adorna el territorio que protege. Al igual que su compañero Wayra, ella también posee un fuerte sentimiento de admiración y lealtad hacia Viracocha, debido al amor por la vida natural que el dios inca manifiesta. Técnicas: —‘Caleidoscopio Primaveral’, —‘Dolor Eterno’, —‘Néctar de las Flores de Hanan Pacha’, —‘Shuar Tzantza’.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — OTROS
Nombre: Lindsey
Edad: 8 años.
Altura: 1,26 cm.
Peso: 24 kg.
Fecha de Nacimiento: 15 de septiembre.
Grupo Sanguíneo: B.
Lugar de Nacimiento: Mississippi, Estados Unidos.
Apariencia Física: Piel clara, vivaces ojos verdes y lisa cabellera rubia. Semblante siempre sonriente.
Perfil Psicológico: De carácter juguetón y amable, la pequeña Lindsey no pierde la oportunidad para demostrar lo alegre que resulta ser. Le gusta hacer amigos nuevos y los aprecia con todo su corazón.
Jamás pierde sus esperanzas a pesar de lo difícil que pueda ser una situación.
Su inocente pensamiento casi siempre se encuentra abstraído en su amplia imaginación. Casi siempre se la puede ver dibujando algo con sus crayones, o intentando aprender a tocar algún instrumento musical por sí misma.
Como a todo niño de su edad, le gustan los juguetes llamativos y coloridos. Hecho que demuestra al tener siempre en sus manos la pelotita que le obsequiaron sus padres.
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Saga: CATACLISMO 2012
ARTWORKS ORIGINALES Por Kazeshini
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Caballero de bronce
RAISTLIN D LOBO 190
Saga: CATACLISMO 2012
DE 191
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Caballero de bronce
CARARAM DE OSO 192
Saga: CATACLISMO 2012
MON 193
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Caballero de bronce
ALALÁ DE CASIOPEA 194
A
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Caballero de oro
ELEISON D CAPRICOR 196
DE RNIO
Saga: CATACLISMO 2012
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Supremio dios Inca
VIRACOC 198
CHA
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Saga: CATACLISMO 2012
Diosa filandesa del bosque y la caza
MIELIKKI 201
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Supremo dios egipcio
RA
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Saga: CATACLISMO 2012
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Dios egipcio del cielo
HORUS 204
Saga: CATACLISMO 2012
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Dios egipcio de los muertos
ANUBIS 206
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Diosa egipcia de la fertilidad y la naturaleza
ISIS
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Saga: CATACLISMO 2012
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Protector de Viracocha
WAYRA DE CÓNDOR 210
Saga: CATACLISMO 2012
E 211
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Protector de Viracocha
CAVILLAC COLIBRÍ 212
Saga: CATACLISMO 2012
CA DE 213
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LINDSEY Y MENOUTH 214
Y HIS
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Saga: CATACLISMO 2012
CONTACTO Y ENLACES
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CONTACTO Comentarios, opiniones, recomendaciones, ideas, crĂticas constructivas, sugerencias a:
jsayago87@hotmail.com
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ENLACES El Grupo en Facebook: http://www.facebook.com/pages/Saint-Seiya-Saga-Cataclismo-2012/149518675183746 La historia en Grupo Athena No Seintos: http://www.grupoans.com/foro/index.php?showtopic=27951&st=0&p=566794&#entry566794 La historia en Fanfiction.net: http://www.fanfiction.net/s/8035066/1/Saint_Seiya_ Saga_CATACLISMO_2012 La historia en MCanime: http://www.mcanime.net/foro/viewtopic.php?t=365552 La historia en Fanfic.es: http://www.fanfic.es/viewstory.php?sid=30860
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La historia en Demios Oneiron: http://demios-oneiron.mforos.com/90596/10866150-fanfic-saint-seiya-saga-cataclismo-2012/ La historia en Fanficslandia: https://fanficslandia.com/index.php?threads/fanfic-saint-seiya-saga-cataclismo-2012.32003/ Proyecto: Blog: http://saintseiyacataclismo.blogspot.com/ Proyecto: Tumblr: http://saintseiyacataclismo.tumblr.com/ Proyecto: Wikia Creador de Historias: http://es.creadorhistorias.wikia.com/wiki/Saint_Seiya:_ Saga_CATACLISMO_2012 Proyecto: Wikia: Fanfics: http://es.fanfiction.wikia.com/wiki/Saint_Seiya_-_Saga:_ CATACLISMO_2012 220
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¡PRÓXIMAMENTE EL VOLUMEN III! EL CUAL INCLUIRÁ: —RECOPILACIÓN DE LOS CAPÍTULOS 41~60. —ACTUALIZACIÓN DE ARTWORKS DE PERSONAJES ORIGINALES. —ACTUALIZACIÓN DE ARTWORKS A COLOR DE PERSONAJES ORIGINALES. —FANARTS. —ACTUALIZACIÓN DE FICHAS DE PERSONAJES ORIGINALES. ***
¡Gracias por leer! 221
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Cuarta ediciรณn Agosto 26 de 2015 Quito, Ecuador Skylight Studio skystud.wordpress.com
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