SAINT SEIYA
Saga: Cataclismo 2012 Saga: CATACLISMO 2012
Vol. III
SKYLIGHT 1
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
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Saga: CATACLISMO 2012
SAINT SEIYA SAG A
C ATAC L I S M O 2 0 1 2
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
Obra original: SAINT SEIYA / LOS CABALLEROS DEL ZODIACO Por: MASAMI KURUMADA Título: SAINT SEIYA – SAGA: CATACLISMO 2012 Por: KAZESHINI Tipo: FANFIC Escrito en: ECUADOR 2013 Edición: SKYLIGHT Editado en: ECUADOR 2015
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Saga: CATACLISMO 2012
Contenido
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
NOTAS Y TERMINOLOGÍA
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CAPÍTULO 41: ¡AIORIA, IKKI Y EVAN!: LA COALICIÓN DE TRES GENERACIONES
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CAPÍTULO 42: ¡VUELA ALTO, AVE FÉNIX! ¡CONQUISTA LA TIERRA, LEÓN DORADO!
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CAPÍTULO 43: ATÓN: LA FURIA INCANDESCENTE DEL DIOS SOL
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CAPÍTULO 44: ¡HASTA SIEMPRE, GUERRERO INDOMABLE!: EL SACRIFICIO DEL SANTO LEGENDARIO
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CAPÍTULO 45: DESTINOS ENCONTRADOS: ¡ADELANTE, SANTOS DE ATENEA!
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CAPÍTULO 46: ¡ENCUENTRO FRATERNAL! EL DILEMA DE GÉMINIS
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CAPÍTULO 47: BAIHU, EL TIGRE BLANCO PROTECTOR DEL PARAÍSO
86
CAPÍTULO 48: XUANWU, LA QUIMERA NEGRA REGENTE DEL ZODIACO CHINO
95
CAPÍTULO 49: ¡SAGA VERSUS KANON! EL MORTAL COMBATE DE DIMENSIONES
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CAPÍTULO 50: ¡ENIGMA! EL ROSTRO OCULTO DETRÁS DE LA MÁSCARA
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CAPÍTULO 51: CUANDO EL PASADO Y EL PRESENTE SE ENCUENTRAN…
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CAPÍTULO 52: ¡INICIA EL ENCUENTRO LUMINOSO!: LA BENEVOLENCIA DE NÜ WA
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Saga: CATACLISMO 2012 CAPÍTULO 53: ¡EL ORIGEN DE LA AMAZONA DE GÉMINIS!: LA FUSIÓN ENTRE LUZ Y OSCURIDAD
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CAPÍTULO 54: ¡LA EXCLAMACIÓN DE ATENEA!: NACE UNA LUZ DE ESPERANZA
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CAPÍTULO 55: ¡RENACE EL DIOS DE LA GUERRA!: EL CAOS SE DESATA EN TERRITORIO CHINO
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CAPÍTULO 56: ¡RESURRECCIÓN! RETUMBA EL GRITO DE GUERRA
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CAPÍTULO 57: ¡CREACIÓN Y DESTRUCCIÓN! EL ENFRENTAMIENTO FINAL DE ARES Y NÜ WA
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CAPÍTULO 58: ¡INCERTIDUMBRE! EL ADVENIMIENTO DE LAS DEIDADES DEL HINDUISMO
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CAPÍTULO 59: VYASA DE HÁNUMAN, EL MITO DEL INQUIETO DIOS MONO
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CAPÍTULO 60: ROHANA DE KALI, EL ÍMPETU DE LA DIOSA DESTRUCTORA
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ANEXOS: FICHA DE PERSONAJES ORIGINALES
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ANEXOS: ARTWORKS ORIGINALES, dibujados por Kazeshini
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ANEXOS: CONTACTO Y ENLACES
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
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Saga: CATACLISMO 2012
Notas y TerminologĂa
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- Para referirse a los guerreros que pelean al servicio de la diosa Atenea, se utilizará indistintamente los términos ‘Santo’ (denominación oficial de Kurumada) y ‘Caballero’ (denominación utilizada en el doblaje y también en traducciones del manga). - Para referirse a las mujeres protectoras de la diosa griega de la sabiduría, se utilizará el término no oficial ‘Amazona’ y el genérico ‘Guerrera’. En ocasiones se citará también la disonante denominación ‘Santo Femenino’, también mencionada en el canon. - Las estructuras en las que habitan los Santos de Oro se denominan ‘Doce Casas’ (término utilizado en el doblaje), o bien ‘Doce Templos’ (término oficial utilizado en el manga). - Los ropajes sagrados que visten los personajes, ya sean aliados o antagonistas, generalmente son llamados ‘armaduras’, las cuales se clasifican de acuerdo a quien las porta: ‘cloth’ es la utilizada por un Santo de Atenea y por la misma diosa; ‘sapuri’ o ‘surplice’ es el que cubre el cuerpo de los ‘Espectros’ y ‘Jueces’ del ejército de Hades; ‘escama’ o ‘scale’ es la que viste a los guerreros de Poseidón, los llamados ‘Generales Marinos’ o ‘Marinas’ (término oficial); ‘gloria’ se refiere a la armadura de los guerreros de Artemisa; ‘god robe’ es el ropaje protector de los ‘Dioses Guerreros’ de Asgard; ‘Kamui’ son los trajes divinos utilizados únicamente por los Doce Olímpicos. - Adicional a los términos oficiales, el autor de esta historia incluye la denominación ‘Armadura Suprema’ para los ropajes sagrados de los diez dioses de distintas mitologías protagonistas del fic. - El recipiente metálico contenedor de una cloth es llamado ‘caja de pandora’ o ‘pandora box’. - El término ‘object’ es utilizado para denominar a una armadura en estado pasivo (cuando está ensamblada en la forma de la constelación que representa, en el caso de una cloth). - Para los ataques especiales utilizados por los protagonistas de la historia, se utiliza indistintamente los términos ‘técnica’ y ‘ken’. - Para hacer alusión a Shion, Mû, Kiki y varios OCs como descendientes de los habitantes del desaparecido continente de Lemuria o Mu, se utilizarán indistintamente los gentilicios ‘lemuriano’ y ‘muviano’. - Se considera canon a la ‘Saga de Asgard’ que se desarrolló tras el enfrentamiento entre Santos de Bronce y Dorados y a la vez se considera también la existencia de Bluegard como nación de los ‘Guerreros Azules’. - La historia se desarrolla en una línea de tiempo que supone un pasado enfrentamiento contra Zeus, el cual hipotéticamente tuvo lugar en el Olimpo tras los hechos suscitados en la OVA Tenkai-Hen Overture. En consecuencia, el canon llamado ‘Saint Seiya: Next Dimension’ no se consideró en este argumento, ya que todavía se encuentra en desarrollo por su autor original. - Para algunas técnicas y referencias al pasado, se considera como canon al spin-off Saint Seiya: The Lost Canvas, teniendo en cuenta que su trama ha concluido y que la línea de tiempo coincide con el inicio del anime y manga clásicos. - Se considera canon a otras fuentes oficiales que no salieron de la pluma del autor, pero que sí fueron supervisadas por él. Entre éstas a la Enciclopedia Taizen, la Gigantomaquia, el Episodio G y el Hipermito. - Las apariencias físicas de los personajes oficiales están descritas en base a las ideadas por el maestro Shingo Araki en la animación clásica. 10
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(« »).
- Para diálogos que representan pensamientos o reflexiones se utilizarán las comillas angulares
- Para citar nombres de técnicas u otros términos importantes que se deseen resaltar en el texto, se utilizarán las comillas simples (‘’). - Para diálogos que representan conversaciones telepáticas, palabras en otros idiomas u otros vocablos, se utilizará letras en cursiva. - Las transiciones entre los lugares en los que se desarrolla la historia, se citan entre dos signos de igual (== ==). - Las transiciones entre escenarios que se desea revelar hasta descritos en la trama, se separan con tres asteriscos (***).
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Capítulo 41
¡Aioria, iIki y Evan!: La coalición de tres generaciones
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==Estados Unidos== Con una sonrisa que denotaba arrogancia y superioridad, Ra observó al joven que en pose sumisa tenía a su merced. En efecto, Evan todavía se mantenía arrodillado frente a él. Tras la propuesta del pelirrojo, las manos de dios y humano se estrecharon en un amistoso gesto de confianza y pacto. —Me perteneces a partir de este momento, joven Bennu —aseguró el egipcio con un tono severo, haciendo más presión en la mano de su interlocutor para darle un énfasis amenazante a sus palabras—. Juntos purificaremos con fuego estas pútridas tierras corrompidas por los humanos… —Exactamente… usaré mi poder para hacer que este país renazca… —musitó el Fénix con una opaca mirada perdida en el rostro de su interlocutor—. ¡Pero para ello primero deberé acabar contigo, Ra!!! El nuevo furioso ímpetu del de cabellera platinada fue descargado con una rápida maniobra. El Santo aprovechó el apagado cosmos y la guardia abierta del rival, para propinarle un certero puñetazo en el rostro. Aquel salvaje golpe no fue suficiente para derribarlo, pero sí para hacerle volver el rostro con violencia. —«¡Excelente! —se dijo emocionado a sí mismo el joven atacante, viendo a su poderoso oponente inmóvil tras la conmoción—. ¡Al fin logré golpearlo y lastimarlo!» El supremo africano pasó el dorso de la mano por sus labios, observando con disgusto que sus dedos quedaron impregnados de su propia sangre divina. —No lo entiendo… —profirió con rabia el agredido, apretando con desprecio el líquido vital que embarró su puño—. ¡Es la primera vez en toda mi existencia que soy condescendiente con un humano, ¿y así es como se me paga?!!! ¡En toda la historia nadie se había atrevido a siquiera tocarme!!! Ni el potente grito, ni la fulgente mirada anaranjada que reflejaba la cólera del dios; consiguieron intimidar al joven Fénix, quien sin vacilar encaró desafiante a su rival. —No me interesa haber desatado tu ira, Ra. Jamás pensaría en siquiera fingir una alianza con un dios asesino y prepotente como tú. ¡Mi sueño de toda la vida fue convertirme en un Santo de Atenea y si debo morir como tal, lo haré con orgullo!!! Aquellas palabras llenas de coraje y valentía solo lograron despertar la aversión del más peligroso de los egipcios, quien en un parpadeo, convirtió nuevamente el escenario en un sofocante infierno rojo con su cosmos supremo. —¡Insolente sabandija! ¡Pudimos reinar juntos estas tierras y convertir a toda América en una sola nación dominada por la supremacía de los egipcios! —¡Los humanos no necesitamos que ningún dios malvado nos gobierne! —replicó altanero el de cabellos de plata—. ¡Todo sería armonía en este planeta si seres como tú no existieran!! —¡Te equivocas!! ¡Una raza imperfecta como la suya necesitó siempre de seres superiores que los guíe! ¡¿O acaso no te has dado cuenta de lo que ocurre cuando se da libre albedrío a los humanos?! 13
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco ¡Yo te diré lo que ocurre!: ¡En lugar de adaptarse a su entorno, lo arruinan para acomodarlo a sus egoístas necesidades! ¡Y, mientras unos le faltan el respeto a los seres que son superiores a ellos, catalogándolos como imaginarios entes mitológicos; los otros que están conscientes de su existencia, los desafían e incluso osan exterminarlos!! Con un rápido e imperceptible movimiento Ra tomó a Evan por el cuello, haciendo una quemante y asfixiante presión en su garganta. El joven no fue capaz de reaccionar y no pudo evitar que levanten todo el peso combinado de su cuerpo y su nueva armadura con absoluta facilidad. —No… no mereces ser un dios —balbuceó sofocándose la víctima de la zarpa, aún sin quitar el brillo retador de sus ojos—. Un dios… debe proteger a los humanos… y no destruirlos. Tal afirmación provocó la burlona risa del cruel torturador, quien aún iracundo acercó su rostro a pocos centímetros del del Santo. Su objetivo era hacer que las miradas de ambos se crucen. —¡Mira bien estos ojos, Bennu! —le instó descontrolado Ra, clavando sus llameantes pupilas anaranjadas en las suyas carmesí—. ¡Ahora te estoy dando el privilegio de contemplar de cerca la mirada de un dios supremo! ¡¿Crees que alguien como yo sería capaz de tener piedad con un ser inferior?!! En un impulso provocado por la ira, el dios del sol desencajó sus facciones frunciendo sus pobladas cejas y propinó sendos puñetazos en el rostro del Caballero de Fénix. Tales golpes llameantes que poco a poco magullaban y amorataban aquella desprotegida faz, eran su forma de desquitarse por la humillación de haber sido lastimado por un humano. —¡Te diré de qué trata ser un dios en realidad! —añadió, haciendo una ligera pausa en el intermitente castigo—. ¡Ser un dios es una cuestión de poderío y dominación!! —un golpe más fue asestado en la testa del casi inconsciente joven—. ¡Ser un dios no es otra cosa más que infundir terror y respeto en los seres insignificantes como tú, ya que es a través de ese miedo que se genera la obediencia! —otro golpe impactó en su frente, abriendo más la herida provocada anteriormente por la katar—. ¡Ser un dios significa tener a todos los patéticos humanos en la palma de la mano, y aplastarlos en el momento que a uno le plazca!! A pesar de que lo seguían atenazando por la garganta y aporreando, Evan ni siquiera dejó escapar un ligero quejido, incluso recibiendo tan brutal castigo. Su voluntad era inquebrantable, al igual que la resistencia que ganó con sus recientes batallas. —Tanto detestas los… sentimientos humanos y… tú mismo te dejas llevar por la ira… — replicó altanero el maltratado joven—, además, Anubis… golpeaba más fuerte que tú… —provocó con dificultad, soltando a la vez una burlona risita que logró exasperar a quien le estaba aplicando la cruel paliza. —¡Suficiente! ¡He soportado demasiada humillación de tu parte! ¡Ya que te has negado a formar parte de mi ejército de una manera tan atrevida, lo único que me queda es extraer a la fuerza el espíritu de Bennu desde tu cuerpo!! Justo cuando la iracunda deidad dirigía su mano libre hacia el pecho de su víctima, algo lo detuvo… —Es bastante irónico saber que un poderoso dios necesita golpear a un ser humano indefenso para mantener su ego en lo más alto —intervino una autoritaria voz masculina cerca del lugar—. Por qué mejor no dejas en paz a ese niño y te enfrentas a un hombre… Sorprendido ante tal desafío y soltando por inercia al casi extinto Fénix; el egipcio centró su atención en quien le hablaba con un tono tan atrevido.
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Saga: CATACLISMO 2012 —Así que el cosmos lleno de furia que sentí adentrarse en este país te pertenecía… No suponía que un Santo de Atenea fuera capaz de decir palabras como esas… El supremo africano calmó un poco sus ímpetus y con gran desprecio observó al recién llegado, quien mostrando esa clásica confianza en su semblante, encaró con porte solemne al de atavíos faraónicos. —Eres Ra, supongo —manifestó el hombre en armadura de oro, a quien parecía no afectarle en absoluto la temperatura inconmensurable del lugar, ni impresionarle ver incendiándose el dantesco ambiente a su alrededor. —¿Y tú eres…? —Soy Ikki, Caballero Dorado de Leo —se presentó sin titubear el Ateniense—. Y creo que está de más decir que he venido para acabar con tu existencia. La gran seguridad con la que el antaño Santo de Bronce pronunció su última frase, provocó que la tensión entre los dos rivales se tornara aún más abrumadora que el intenso calor que invadía lo que antes fuera una transitada avenida. —Interesante… —contestó Ra con un dejo ironía, sonriendo arrogante nuevamente—. Desde un principio ansié enfrentarme con rivales dignos de mi fuerza… Veremos si tú no me decepcionas al igual que ese inútil del guerrero de Bennu. El dios tronó sus dedos haciendo una mueca de satisfacción, mientras continuaba con lo que quería decirle al imperturbable guerrero que tenía enfrente: —Hace poco pude sentir la intensidad de la cruenta batalla que estabas librando con una de las marionetas pertenecientes a esa insoportable de Morrigan… Veo que no fue lo suficientemente fuerte como para detenerte… —Aioria, tú no eras una marioneta… —farfulló Ikki para sí con amargura…
***
En otro lugar de aquella ciudad estadounidense se desarrollaba hace pocos minutos el desenlace de la feroz batalla entre los representantes de Leo de dos generaciones. Las técnicas perfectas que ambos desplegaron, colisionaron produciendo una estática masa de luz, electricidad y fuego. No faltaba mucho para que aquella peligrosa manifestación de poder arremetiera contra cualquiera de los dos contendientes, así que al estar conscientes de este hecho, ambos extendieron los brazos al mismo tiempo y lucharon por reforzar con sus cosmos el avance de sus kens. El esfuerzo de ejecutar los prodigiosos ataques no fue nada comparado con el de imprimirles más poder. En los rostros de Aioria e Ikki era evidente el extenuante sacrificio que ambos realizaban para romper el balance de fuerzas; hasta que tras varios minutos de incansable forcejeo cósmico, fue la energía del Dorado la que logró imponerse y romper el equilibro. Fue el ‘Ardiente Plasma Relámpago’ el que al final logró vencer a su homónima versión original, y el terrible ímpetu de sus líneas luminosas e incandescentes impactó de lleno contra el guerrero en armadura blanca, vapuleándolo salvajemente sin que éste siquiera dé indicios de oponer resistencia. 15
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Al fin terminó —sentenció el agotado Santo en un suspiro, casi cayendo de rodillas al ver que su destrozado oponente impactaba dolorosamente contra la pared de un edificio cercano. Aunque la armadura blanca de Leo que portaba prácticamente se hizo añicos, ésta logró resguardar en última instancia la vida de Aioria. El estado del abatido guerrero era más que deplorable, pero aún así tuvo los suficientes bríos como para retirar una parte de los escombros que lo aprisionaban. Dibujando una dolorosa sonrisa en su rostro, el inmóvil antecesor de Leo vio a su sucesor acercándosele a paso lento pero firme. de oro.
—Felicidades, Ikki. Me venciste en justa lid y demostraste que sí eres digno de portar esa cloth
—Lo detuviste, ¿cierto? —interrogó muy serio el aludido sin prestar atención a los elogios, plantándose a pocos centímetros de quien se los había dedicado—. Detuviste a último momento tu ‘Plasma Relámpago’ y te dejaste alcanzar a propósito por mi nueva técnica. Aioria no respondió y, sonriendo satisfecho, simplemente giró el rostro para evitar mirar al Santo que lo había vencido. Esta reacción logró exasperar al hombre de cabellera azulada, a quien no le importó en absoluto lo grave de la situación de su derrotado oponente, y sin ninguna consideración por su indefenso estado, lo levantó vehementemente agarrándolo de sus rotas hombreras y lo obligó a encararlo. —¡¿Por qué demonios detuviste tu técnica?!!! —insistió furioso, perdiendo la paciencia—. ¡Pudiste haber vencido con el poder superior que se te otorgó al regresar de la muerte!! Posando su cansada mirada verde sobre la impaciente y llameante de quien lo sostenía, el antaño León Dorado respondió a aquellas frenéticas palabras: —Pero… al final fui yo quien obtuvo la victoria. Aunque la batalla que libré no fue contra ti, sino contra el dominio de la diosa celta, del cual tú me ayudaste a deshacerme… Impactado ante tales aseveraciones, el actual portador de Leo calmó sus ímpetus y dejó descansar al maltrecho Aioria sobre la pila de escombros de cemento que produjo el más reciente impacto. —¿Entonces… estuviste siendo manipulado por Morrigan todo este tiempo? ¡Es inaudito! ¡En ningún instante fui capaz de sentir auténtica maldad en tu cosmos! —Y por esa razón te convenciste de que había regresado como un traidor a Atenea, ¿verdad?… Escúchame bien Ikki, esa es precisamente la clave de la supremacía de Morrigan sobre nosotros los Caballeros Dorados. Su estrategia fue dejar intactos nuestros espíritus y utilizarlos como una mera fuente de poder para estos cuerpos ataviados en armaduras blancas. De esa forma no seríamos vistos como demonios revividos, sino como guerreros renegados que por voluntad propia se niegan a servir a Atenea… Aunque todavía no entiendo la razón por la que no corrompió nuestras almas, está claro que ella deseaba que nuestra voluntad original presencie aquellos actos reprochables, los cuales fue capaz de cometer la existencia material que se nos otorgó… La crueldad de la diosa celta es inconcebible… Aioria hizo una pausa en su explicación para alzar su mirada y clavarla en el cielo rojo, mientras su oponente lo observaba con una expresión acusante. —Sé lo que piensas, Ikki. Ahora sabes que a todo momento estuve consciente de mis palabras y mis actos desde que regresé al mundo de los vivos, pero lejos de querer excusarme, no imaginas el martirio que tuve que soportar al ser un impotente espectador de todas las blasfemias y actos crueles de los que fui capaz tras mi regreso. Y aunque sé que nada justifica aquellas atrocidades, debes saber 16
Saga: CATACLISMO 2012 que en un punto logré retomar el control sobre mis acciones. —Ya veo, entonces recobraste la lucidez tras los castigos recibidos a lo largo de nuestro combate —el Caballero de Oro hizo una pausa para reflexionar—, pero entonces… ¿por qué seguiste luchando hasta este extremo? —La respuesta es obvia: debía asegurarme de tener un digno sucesor de mi querida armadura —respondió muy calmado el postrado hombre de cabellos castaños—. Y conociéndote, solo podría lograrlo a la fuerza. —Aioria, tú… —Discúlpame si fui severo, pero todas las generaciones de Santos Dorados de Leo se han caracterizado por su orgullo, nobleza y sentido de compañerismo. Sin embargo, tener orgullo no quiere decir aferrarse de manera terca al pasado. Si Atenea te dio la responsabilidad de protegerla como uno de sus guerreros de oro, debiste aceptar de inmediato el vínculo con tu nueva constelación. —Ahora lo entiendo gracias a ti —admitió Ikki un tanto incómodo—. Y te prometo que en tu nombre portaré esta armadura para defender a todas las personas de este país. ¡Detendré a Ra, sea como sea! Aioria intentó reincorporarse para apoyar a su sucesor en su siguiente combate, mas lo severo de sus heridas y lo penoso de su estado no se lo permitieron. —Vaya… me complace el hecho de que me hayas liberado de las cadenas de la maldad, pero sí que me diste una buena paliza en el proceso —bromeó sonriendo el recién derrotado, desplomándose nuevamente sobre su peso—. Si mi hermano Aioros me viera en esta situación, seguramente me lo reprocharía… pero en estos momentos críticos no importan las heridas. De alguna forma te acompañaré y venceremos juntos a ese tal Ra. No podrás enfrentarte solo contra el causante de este infierno y… —Me sermoneaste sobre el orgullo y justamente ahora estás pecando del mismo —le interrumpió el actual Dorado con su clásico tono severo, al tiempo que le daba las espaldas a su interlocutor—. Bien sabes que en la condición en la que te encuentras, no serás capaz de seguir luchando… Sin decir nada más, Ikki se dispuso a abandonar la escena, pero por un momento Aioria lo detuvo con sus palabras: —Los años no pasan en vano. No tuve el gusto de conocerte a fondo, pero se ve que has madurado en todo este tiempo… Solo no olvides que estás luchando contra un dios. Siendo testigo de lo que Morrigan hizo conmigo y con otros de mis compañeros de generación, ya debes estar consciente de lo que aquellas deidades son capaces de lograr… —Agradezco tu advertencia, pero ya no puedo seguir perdiendo el tiempo en este lugar — agregó impaciente el antaño Fénix, observándolo de reojo sobre su hombro. —Espera, Ikki. Antes de que te marches solo respóndeme una última pregunta. —Apresúrate y hazla. —¿Se encuentra bien Marin? —preguntó el castaño, intentando ocultar la mezcla de emociones que le producía mencionar el nombre de la Amazona de Águila. —No lo sé… Hace varios días que no sabemos nada sobre ella. Supongo que todavía se mantiene con vida, ya que no se encontraba en el Santuario cuando Morrigan nos atacó. —Ya veo… Me alegra saberlo…
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco El cuestionado se giró por segunda ocasión y empezó a caminar lentamente hacia el lugar en el que había sentido tres enormes cosmos enfrentándose. Solo por un momento detuvo su marcha y levantando su inflexible mirada dijo: —Mi maestro Guilty, aunque fue un hombre cruel en todos los sentidos, me ayudó a desplegar las alas del Fénix… Y ahora, gracias al legendario Santo de Oro de Atenea, soy capaz de poseer los colmillos y las garras del León Dorado… Adiós, Aioria y… gracias por todo… Era poco usual escuchar a Ikki agradeciéndole a alguien. Y de hecho el antecesor de oro lo notó al escuchar el tono incómodo con el que el sucesor le había dado las gracias, para luego emprender veloz carrera entre los altos edificios. —Gracias a ti, Ikki —musitó sonriendo el antaño Dorado, al verse solo—. Me liberaste de la maldad que me aprisionaba y me hiciste sentir más vivo que nunca… Por favor… cuida de Atenea… por mí… Dicho esto, se desvaneció exhausto entre la más profunda inconsciencia…
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Sin previo aviso, Ikki dirigió un atronador golpe en llamas al costado del cuerpo del supremo egipcio, quien decepcionado se limitó a esperar el impacto. —Aburrido… —profirió para sí en la transición con el embate—. Este humano también utiliza al elemento del fuego como fuente cósmica de poder… Con un rápido movimiento, Ra dejó pasar la extremidad del Santo entre su costado izquierdo y su propio brazo, aprisionando firmemente a su atacante a pocos centímetros de él. Por primera vez Ikki fue capaz de contemplar de cerca la magnificencia del aspecto de una deidad suprema, y aunque presenciar la fulgente ira en los ojos del africano lo sorprendió, no se dejó intimidar y se liberó de la captura lanzando otro golpe con su brazo libre, el cual tampoco logró impactar en su ágil contendiente. —Nada mal para ser un simple humano —comentó prepotente el pelirrojo, sin poder ocultar la emoción en su voz—. No sé por qué, pero tú y yo tenemos los mismos ojos… Creo que medir mis fuerzas físicas contigo será bastante divertido. En efecto, desde que Ikki aceptó su vínculo con la constelación de Leo, dicho pacto fue sellado en sus ojos y el color azul de sus pupilas fue reemplazado por un llameante anaranjado, el cual le daba a su mirada la misma apariencia que la de Ra. —¡Esto no es una cuestión de diversión, sino de respeto por la vida humana!! Exclamado esto, el Caballero encendió su aura cósmica dorada, canalizando esta energía para fortificar sus embates físicos, mientras que su rival se confió y vio suficiente enfrentarlo con tan solo con el poder físico que le otorgaba el cuerpo que le elaboró su compañera Yggdrasil. A fin de luchar a puño limpio, desvaneció momentáneamente la katar que adornaba su brazo izquierdo, dejando sus extremidades desnudas. En un milisegundo dios y humano interpretaron en silencio las intenciones del otro, y con gran ímpetu se arrojaron al mismo tiempo contra el contendiente.
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Saga: CATACLISMO 2012 Infinidad de puñetazos y patadas fueron desplegados por ambos a una velocidad superior a la de la luz. Para cualquier espectador de la sorprendente lucha en igualdad de condiciones, los impactos hubiesen sido atestiguados como un estruendoso fenómeno de luminosos y veloces estampidos ígneos, los cuales incluso salían del rango de batalla y colisionaban contra los edificios cercanos, destruyéndolos desde sus cimientos. —«¡Demonios!! —maldijo mentalmente el portador de la quinta constelación del zodiaco, lanzando una lluvia de golpes con gran concentración en su semblante—. ¡Impacté ya miles golpes en el cuerpo de este sujeto y aunque no porta una armadura, ni siquiera se inmuta!!» —Vamos, Ikki de Leo, puedes darme el combate ardiente que ansío —instó el enemigo divino, sonriéndole arrogante a su oponente, al tiempo que mantenía el ritmo veloz de los incontables ataques que le propinaba—. ¡Si ese guerrero llamado Evan logró hacerme sentir vivo después de milenios, tú también puedes conseguirlo!! —¡Yo no lucho para darte el placer de hacerte sentir vivo! ¡Yo lucho para que sientas el dolor que experimentaron todas las personas inocentes que ustedes han asesinado en este país!! Codazos, rodillazos, puntapiés y todo tipo de golpes chocaban y eran evadidos por ambos contendientes. Aquella lid que se estaba librando tan solo con la fuerza física era simplemente impresionante. El dios egipcio reía a toda voz al ver mermarse poco a poco la resistencia del Dorado de Leo, quien gradualmente empezaba a decaer en su nivel de pelea. —Vaya decepción… ni siquiera uno de los poderosos Santos de la orden más importante de Atenea fue un digno rival para mí. Creo que ya es hora de terminar con esta farsa. Al fin Ra encendió ligeramente su cosmos, concentrándolo todo en su testa a manera de llamas que reemplazaron cada una de las fibras de su cabello rojo. En una peculiar maniobra, terminó a grosso modo con el veloz combate en el que prevalecía la fuerza bruta, aplicando un certero cabezazo de fuego que logró aturdir por completo al humano y dejarlo casi inconsciente. —Fue entretenido, lo admito. Pero será más divertido arrancarte las entrañas con Seth… Inclemente, el supremo africano dirigió la hoja de la katar que se materializó nuevamente en su brazo izquierdo, directamente hacia el vientre de su inmóvil víctima, pero justo cuando el arma estaba a punto de destajarlo, el joven e impulsivo Santo de Bronce de Fénix apareció de manera providencial y tras pegar un fuerte grito, embistió con todo su peso al desprevenido dios, arrojándolo lejos y salvando así la vida del antaño dueño de su cloth. —Aunque no me haya entrenado, el señor Ikki es como un maestro para mí… —intervino desafiante el también llamado Bennu, plantándose en actitud protectora frente a su caído antecesor—. ¡No permitiré que otra persona importante para mí muera ante mis ojos!! Aun cuando el muchacho de cabellera platinada se encontraba seriamente lastimado y casi tambaleándose para mantenerse en pies, se erguía con firmeza y encaraba muy decidido al irascible dios, quien sin problemas se reincorporaba nuevamente. Por su parte, un Ikki más recuperado observó con asombro la gran convicción que mostraba su sucesor. —Evan… al fin lograste deshacerte de tus miedos y desplegar con orgullo las alas del Fénix — aceptó el legendario ex portador de Bronce, mientras que el actual lo ayudaba a pararse, acomodándole el brazo tras su espalda—. Sabía que lo lograrías, muchacho.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Es la segunda vez que no me llama “novato” y pronuncia mi nombre —dijo el Caballero de Bronce, intentando ocultar con su característica seriedad, la alegría que sentía—. ¿Debo suponer que ya me ha aceptado como su sucesor? —Solo admitiré que mereces vestir esa armadura, cuando ambos hayamos derrotado a ese sujeto arrogante —manifestó el Dorado, imprimiendo fuerza en sus palabras con un semblante muy decidido. A pesar de la situación crítica que atravesaba, internamente Evan se emocionó al saber que lucharía por primera vez junto al Santo a quien consideraba como uno de los más poderosos de su generación. Evitando que el Caballero de Oro vea su sonrisa de satisfacción, el más joven dejó a un lado el cansancio y el dolor para colocarse a su lado. —Que así sea entonces, Ikki de Leo. Le daremos una buena lección a ese infeliz de Ra y, te demostraré de una buena vez que es ‘Evan’ el nombre que recordarán las futuras generaciones, al mencionar al portador legendario del inmortal Fénix. —Vaya chico tan atrevido. Todavía te hace falta aprender sobre el respeto a tus superiores, pero no te lo reprocharé porque yo tenía ese mismo carácter fuerte a tu edad y, además —a Ikki le costó pronunciar su siguiente frase—, no te recriminaré nada por esta vez, porque gracias a ti… aún me mantengo con vida. —Ese fue solo un agradecimiento de mi parte por haberme rescatado de las garras de Horus hace unos minutos. Ikki rió entre dientes ante la actitud atrevida de su sucesor y con porte altivo se plantó también a su lado. Ambos observaron con los ojos encendidos al supremo dios egipcio, quien ya se había recuperado completamente de la más reciente agresión. Por primera vez en toda la historia, los Santos de Leo y Fénix de dos generaciones se reunieron para enfrentar juntos su último y más peligroso desafío…
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Saga: CATACLISMO 2012
Capítulo 42
¡Vuela alto, ave fénix! ¡Conquista la tierra, león dorado!
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==Estados Unidos== Aunque un dolor generalizado mermaba su lento caminar, un más recuperado Menouthis —el humano que hace poco era conocido como Horus—; buscaba con ansias alejarse de los restos del recién colapsado edificio en el que se había refugiado. —«Mis años de experiencia en construcciones ancestrales no me permitirían equivocarme. Sabía que esa estructura no se mantendría en pie por mucho tiempo, pero —frunciendo el entrecejo, recordó lo recién acontecido— aún no entiendo por qué esa enana hizo lo que hizo… El maltrecho ex Guardián rememoró con disgusto el esfuerzo de la pequeña Lindsey por advertir de la potencial tragedia a todas las personas que se encontraban dentro del refugio subterráneo. Bastó con que ella señalara las notorias grietas en la columna central del edificio, para que los centenares de inocentes evacuaran aquella trampa mortal que por fortuna no dejó víctimas al derrumbarse. —Daba igual si todos esos estorbos morían en ese lugar —se dijo a sí mismo, apoyándose en una pared esquinera para descansar un poco—. Cualquier cosa sería mejor que enfrentar este caos infernal… El hombre castaño observó con prudencia como centenares de personas huían despavoridas. Al acercarse con curiosidad al lugar del que emergía la marea de gente, clavó su asombrada mirada gris en el escenario que producía tal pánico en los habitantes de la ciudad: Con una tonalidad más roja que la del mismo cielo estadounidense, un halo de furiosas llamas parecía formar una cúpula incandescente sobre la lejanía de los altos edificios. Aquella gigantesca manifestación de fuego circular trajo a su memoria los más terribles escenarios sobre los que Dante Alighieri escribiera hace siglos en su ‘Divina Comedia’. —¡Es él! ¡El cosmos de mi señor Ra al fin se ha hecho presente! —declaró emocionado el egipcio, yendo ansioso contra la corriente humana—. ¡Llegaré con usted sea como sea, y me ayudará a recuperar mi poder divino!! —¡Espéreme, por favor! —lo detuvo de repente una infantil voz a sus espaldas—. ¡Por poco no lo alcanzo, señor Monitos! Lindsey había emprendido una maratónica carrera para alcanzar al hombre, que según ella, le había salvado la vida al advertirle que el edificio se destruiría. Aún llevando su preciada pelotita en manos, la pequeña dejó el cansancio a un lado y, dedicándole una mirada acusante; se plantó decidida frente a él. —¡No me vuelva a dejar solita otra vez! —le reclamó, haciendo pucheros—. Me asusta mucho no tener a alguien a mi lado… —Ese no es mi problema, mocosa… —reaccionó grosero el regañado—. Ya no me fastidies y aléjate de mí de una buena vez… El tono severo y cortante con el que el castaño pronunció estas palabras, logró intimidar a la niña. No obstante, ella continuó empeñada en seguirle los pasos de manera exhaustiva, a pesar de que el ex dios no le prestaba atención. 22
Saga: CATACLISMO 2012 Cuando él avanzaba dándole las espaldas, la pequeña rubia también lo hacía y de igual forma cuando se detenía. Tal actitud testaruda logró exasperar y provocar que el adulto pierda la paciencia. —¡¿Por qué demonios no dejas de seguirme?!! —le increpó casi desorbitando los ojos de sus cuencas. La jovencita se encogió de hombros ante los gritos y le respondió titubeante: —Es que… sus heridas de quemaduras aún no se curan y… necesita que yo las trate. La entrecerrada mirada de desconfianza con la que ese hombre de inflexible talante la escrutaba, desarmó por completo la voluntad de la inocente Lindsey. —Estás mintiendo, enana… Mis heridas ya no representan un peligro. Tú solo buscas a alguien que te proteja… Tal presión psicológica fue demasiado para una niña de tan solo ocho años, quien al ver todo en su contra, simplemente no fue capaz de seguir conteniendo sus lágrimas. —Por favor no me deje —le suplicó llorando, al tiempo que lo tomaba de su quemada túnica con notoria desesperación—. Mis papis ya no están conmigo y solo lo conozco a usted. Todos en la ciudad están muy asustados y solo piensan en escapar, y por esa razón no me prestan atención. Aquella demostración de vulnerabilidad emocional y desesperanza no logró conmover al inflexible Menouthis, sino incomodarlo al extremo. Sin decir nada, soltó groseramente sus ropas de la pequeña mano que las aprisionaban y aceleró el paso a fin de alejarse lo más lejos posible de esa inquietante criatura, la cual le producía extrañas y nuevas sensaciones con su llanto. En medio de su desconsuelo, Lindsey intentó seguir al hombre que se empeñaba en abandonarla de manera indiferente, mas su visión nublada por las lágrimas no le permitió percatarse de la presencia de una profunda grieta en el pavimento y tropezó con ésta, soltando a la vez su juguete y lastimándose el tobillo. Más que por el dolor de su herida, la niña estadounidense sufrió al saber que ese hombre de semblante insensible no la quería a su lado, así que desconsolada lo observó alejarse lentamente entre los edificios incendiados, permaneciendo quieta en el lugar de su caída. Su reacción instintiva al verse desamparada, fue cubrir su carita con ambas manos para contener sus sollozos. —«¿Entonces así termina todo? ¿Me voy a morir solita y no veré más a mis papis? —se lamentó la criatura, perdiendo completamente la esperanza—. Yo… quería crecer y convertirme en una violinista… Deseaba alegrar al mundo con mi música y…» De repente sus cavilaciones fueron interrumpidas, cuando sintió que su pequeño cuerpo era levantado desde el cemento en el que estaba postrada. Grande fue su sorpresa al percibir la sensación de ser acomodada cuidadosamente sobre una cálida e irregular superficie, la cual no supo identificar hasta que retiró las manos de su rostro. —¡Señor Monitos!! —exclamó ella desbordando júbilo, viéndose sentada sobre los fornidos hombros de la reencarnación de Horus—. ¡Sabía que usted era bueno a pesar de su mirada enojona!! —Por enésima vez, mi nombre es Menouthis… y que no vuelva a escucharte decir que soy bueno, porque si insistes en ello te soltaré y de dejaré a tu suerte. Solo estoy llevándote a un lugar seguro para retribuir tu ayuda de hace rato. El egipcio no estaba seguro de por qué regresó por Lindsey. Actuó por inercia al sentir que la pelota de goma de la niña rodaba solitaria a sus pies. Por alguna razón la recogió y volvió con su dueña para devolvérsela y, al verla en un estado tan vulnerable, la cargó en sus espaldas de manera 23
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco disimulada. La chiquilla casi no les prestó atención a las advertencias de su malhumorado protector. Lo desfavorable del ambiente dejó de importarle porque se sentía reconfortada en su compañía. En una reacción motivada por un naciente cariño, la niñita rubia abrazó muy contenta a Menouthis por el cuello. Éste, sonrojado y sin quitar la seriedad de su rostro, simplemente continuó su camino en silencio. —«Así que esto es a lo que llaman ‘calor humano’ —se dijo a sí mismo el adulto, percibiendo la ternura de esos pequeños y suaves brazos que lo rodeaban—. Pues, no se siente nada mal». Varios minutos duró la tortuosa y lenta marcha de aquel hombre que cargaba a una niña herida en hombros. Poco a poco buscaba acercarse a distancia prudente al escenario de la batalla principal. —Oye, enana —la llamó él con un acento un tanto incómodo—. Respóndeme algo. —Pregúnteme lo que quiera, señor Meno…uthis… —¿Por qué decidiste ayudarme a pesar de lo mal que te traté? La jovencita observó con duda a quien la protegía. La respuesta a aquella pregunta le pareció de lo más obvia, así que con su característica inocencia le respondió: —Lo ayudé porque simplemente lo necesitaba. Usted estaba herido y nadie más lo atendió al ver su cara de malo, pero desde muy pequeñita me enseñaron que lo correcto es ser buena con todas las personas, sin importar su apariencia —la duda detuvo su discurso por unos instantes— ¿O acaso existe otro motivo para ayudar a alguien? —Existen varios, pequeña. En ocasiones el ser humano se ayuda entre sí debido a intereses ocultos que… Menouthis cesó su explicación. No vio motivos para corromper el puro pensamiento de su interlocutora con la crudeza de la realidad. En lugar de ello, aceleró un poco el paso al sentirse más recuperado, concentrándose al cien por ciento en el escenario apocalíptico del máximo combate. Al notar que el egipcio se encontraba abstraído en aquella majestuosa cúpula de fuego que se erguía en la lejanía de la ciudad, Lindsey no pudo contener su infantil entusiasmo y curiosidad. —¿A usted también le gusta, señor? —¿A qué te refieres? —¡Al lindo cielo rojo y a esa fogata bien grandota a la que nos estamos acercando! —Vaya niña extraña, no me digas que no te asusta este ambiente tan caótico. —Pues no, el rojo es mi color favorito. Además, mientras esté con usted, estoy segura de que nada malo me ocurrirá, ¡porque el señor Menouthis me protegerá de los villanos! El ex Guardián imaginó la gran sonrisa con la que su protegida pronunció esta última frase y, por un momento, sintió que el hielo que cubría su corazón empezaba a derretirse. —«En todos mis años de existencia, fui testigo de la corrupción de la cual es capaz la humanidad —reflexionó, despojando ligeramente su semblante de la seriedad que siempre lo caracterizó—. A donde sea que volteaba, solo podía percibir egoísmo, indiferencia, crueldad, odio, muerte… Por esa razón me emocioné tanto al saber que el señor Ra pensaba al igual que yo, un simple mortal; y por lo tanto acepté servirle fielmente como uno de sus Guardianes… Vi mi vida transformada junto con mi 24
Saga: CATACLISMO 2012 físico al otorgárseme un poder divino. ¡Al fin tenía la fuerza para implantar mi propia justicia y la de los dioses egipcios que luchaban para proteger la vida en el planeta!» Quien en un punto poseyó las facciones de un orgulloso halcón, se detuvo intempestivamente. Una ligera sonrisa de amargura se dibujó en su rostro al sentir remordimiento por sus acciones previas: —«Nos equivocamos, señor Ra —admitió para sí, dejando caer un par de lágrimas que se evaporaron con el calor de su piel—. Sí existen seres humanos buenos e inocentes en este mundo. Esta pequeña me lo ha demostrado». Por un momento las palabras finales que le había dicho Ikki antes de marcharse, retumbaron en su ya lúcido pensamiento: —«Aunque eres mi enemigo, he aprendido a respetarte. Jamás sentí auténtica maldad en tu cosmos, porque peleaste hasta el último momento por lo que creías correcto. De hecho… tú y yo nos parecemos bastante, Horus. Ahora que has perdido tu poder, vive y reivindica el daño que has hecho…» —“Vive y reivindica el daño que has hecho…” —repitió en un hilo de voz, girándose y emprendiendo veloz carrera hacia el lado contrario de la batalla. —¿Qué sucede? —inquirió confundida la jovencita que llevaba en hombros, casi desplomándose a causa de lo repentino de los movimientos de Menouthis— ¿No iremos a ese lugar que brilla bonito? —No, Lindsey. Tenemos algo más importante que hacer en estos momentos: Tú y yo evitaremos la destrucción de esta ciudad. —¡¿En verdad?! —cuestionó la chiquilla con los ojos brillando de emoción— ¡¿Seremos superhéroes al igual que el chico guapo en traje de metal?! —¡Exactamente, así que sostente muy bien de mi cuello! Ella así lo hizo, mientras el joven hombre africano sacó fuerzas de donde no las tenía, para correr con toda la resistencia que le permitieron sus adoloridas y lastimadas piernas. —«Quizás no sobrevivamos a la furia de Ra, pequeña —le dijo mentalmente, al no ser capaz de hacerlo en voz alta—, pero te prometo que haré todo lo posible para protegerte mientras viva, ya que gracias a ti he entendido el verdadero significado de justicia. Talvez ya sea demasiado tarde, pero yo también deseo hacer lo correcto sin preguntarme el porqué, tal y como tú lo haces siempre, Lindsey».
***
—Así que se juntaron para recibir una segunda ronda de castigo —comentó con sarcasmo el supremo Ra, al notar que Ikki y Evan lo observaban con decidida furia—. Es tan enternecedor presenciar las demostraciones de amistad de los humanos. Ninguno de los dos se dignó a responder a aquellas malintencionadas palabras. Los ojos de sucesor y antecesor parecían dejar escapar violentas llamas, mientras que ambos se concentraban en buscar el momento adecuado para realizar sus primeros movimientos. Los Santos dejaron lejos la impresión de verse en una ciudad cruelmente incendiada, ya que en sus mentes solo estaba presente la idea de exterminar de una vez la amenaza que representaba su peligroso enemigo. 25
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Solo desviaron la mirada por un momento, para observarse entre sí con una expresión de complicidad. En silencio ambos asintieron con gran seguridad al notar las intenciones del otro y enseguida se pusieron en la tarea de encender sus energías cósmicas a niveles insospechados. El pelirrojo observó fascinado el —según dedujo— increíble espectáculo que le ofrecían los humanos: La poca, pero a la vez valiosa experiencia que Evan obtuvo en sus más recientes combates, le permitió incendiar su cosmoenergía anaranjada hasta superar las barreras convencionales del Séptimo Sentido. Tal prodigiosa manifestación de poder tomó la forma de la furiosa ave mítica a la que representaba su constelación. Una vez más el aura del Fénix se hizo presente, aleteando vivaz al escoltar a quien la había convocado. Por su parte, Ikki desplegó también su cosmos a instancias incluso mayores que las de su heredero de bronce. Su aura cósmica, en cambio, parecía rebosar de vida propia. El ímpetu salvaje con el que un león en llamas hizo presencia tras el Caballero de Oro, le dio un porte casi divino a quien había aceptado recientemente su protección. —Magnífico —profirió con desgano la deidad en atavíos faraónicos, aplaudiendo lentamente en gesto irónico—. Nada más hermoso que presenciar el descenso de dos constelaciones a la misma Tierra, pero si no se apresuran en atacarme, voy a empezar a enfriarme. Tras tronar los huesos de su cuello, el dios extendió el brazo derecho hacia sus contendientes y girando hacia arriba la palma abierta de su mano, los desafió con una provocadora gesticulación que los invitaba a acercársele. —Vengan a mí… patéticos humanos… La arrogante y quemimportista sonrisa con la que el egipcio acompañó su irrespetuoso gesto y palabras, logró su objetivo de provocar a los dos Santos que lo estaban enfrentando, quienes al no dejar pasar desapercibido el desafío, dieron un rápido salto horizontal, dispuestos a golpear al mismo tiempo al poderoso rival. —Son como moscas arrojándose sobre la miel —se dijo a sí mismo un sonriente Ra, viendo a sus dos oponentes aproximándosele tras dejar un par de estelas de fuego a su paso—. Bastará con que los enfrente solo con mi poder físico nuevamente. No hay necesidad de siquiera encender ligeramente mi cosmos. El dios del sol se confió en sus propias afirmaciones y, cruzándose de brazos, esperó tranquilo los ataques que se le avecinaban. No obstante, para sorpresa suya, quienes se oponían a él desaparecieron de su campo de visión y precepción. Incrédulo, sintió como centenares de miles de golpes impactaron veloces en su desprotegido cuerpo, pero a diferencia de la pelea a puño limpio que tuvo hace poco contra Ikki, los ataques en esa única ocasión sí lograron lastimarlo. Por primera vez en toda su existencia, Ra sintió en carne propia el verdadero significado de dolor. Un dolor tan intenso que fue capaz de paralizarlo al concentrarse en su abdomen, costillas y extremidades. El potente castigo llegó al extremo de hacerle expulsar una gran cantidad de sangre por la boca… —Tu soberbia te costará la victoria, maldito infeliz —le imprecó implacable el Dorado de Leo, todavía asestándole una invisible lluvia de golpes quemantes—. ¡Jamás subestimes a dos seres humanos que luchan por lo que aman! —Las batallas que hemos enfrentado hasta el momento no han sido en vano —añadió el joven 26
Saga: CATACLISMO 2012 de bronce, imprimiendo fuerza en sus palabras y arremetidas—. ¡Al igual que el ave Fénix, hemos renacido desde nuestras cenizas con más fuerza que antes! —¡Esto es imposible!!! —gruñó Ra extremadamente enojado, sin poder creer todavía la paliza que le estaban propinando—. ¡Soy la deidad más poderosa del panteón egipcio!!! ¡El dios supremo del sol no puede ser humillado así por dos simples humanos!!! El aporreado pelirrojo se hartó de la falta de respeto de la que estaba siendo víctima, y aunque no fue capaz de controlar sus impulsos de rabia, sí dejó la ironía a un lado para reemplazarla con una actitud diferente y poco usual en él. —Humanos insolentes… se acabó la hora de los jueguecitos infantiles… Admito que me equivoqué al subestimarlos, así que de ahora en adelante me tomaré en serio esta batalla… Pegando un colérico grito que quizás fue escuchado en toda la urbe, Ra avivó su cosmos supremo a niveles próximos a la ‘Gran Voluntad’. Tan violenta expansión de energía incandescente, provocó que los dos Santos que lo estaban enfrentando sean rechazados con absoluta facilidad. La abrumadora y repentina presión que ejerció la liberación de poder, además, logró dañar severamente la armadura dorada de Leo y destruir casi por completo la nueva versión del ropaje de Fénix, sin mencionar las severas heridas de quemaduras que ocasionó tal agresión en la pareja de Santos, quienes por fortuna no fueron calcinados por el inimaginable aumento de temperatura, precisamente gracias a la protección de sus casi arruinadas cloths. Aturdidos y adoloridos al extremo, Ikki y Evan se reincorporaron por puro instinto. Lo que el joven de cabellera plateada observó cuando recuperó su capacidad de orientación, lo impresionó sobremanera: Todo a su alrededor había sido incendiado y derretido de manera grotesca. Nada quedó de los enormes edificios modernos que se elevaban a los extremos de la amplia avenida, ni tampoco de los cientos de vehículos y estructuras creadas por el ser humano. Todo fue reducido a irreconocibles amasijos incandescentes de fierros al rojo vivo y cemento fundido. El ambiente en ese momento imitaba perfectamente el del interior de un volcán, ya que ríos de burbujeante e hirviente magma cruzaban a pocos centímetros los pies de los únicos dos humanos que se mantenían con vida en varios kilómetros a la redonda. Encontrarse en aquel amenazante escenario cuya temperatura le dificultaba la respiración y le nublaba la vista, se sumó a la acumulación de heridas y logró mermar la resistencia del aún inexperto Fénix. Al notar este hecho, el Caballero de Oro posó su mano en la destrozada hombrera de su camarada de Bronce en un gesto de compañerismo. —Esto no significa nada para nosotros —manifestó el más adulto con gran seriedad y convicción, a pesar de sus notorias heridas—. Como Santos de Fénix, hemos descendido al mismo infierno y presenciado sus horrores. Hará falta mucho más que esto para detener a dos hombres que luchan por Atenea. —Muy cierto, señor Ikki —secundó el más joven, sacudiendo la cabeza para recuperar su capacidad sensorial—. Ahora que ese sujeto va en serio, me adaptaré rápido a esta inmensa cantidad de calor y… Evan enmudeció de manera abrupta, al sentir que su corazón fue estrujado a causa de una sofocante y candente presión cósmica. El Santo de Bronce observó incrédulo hacia el lugar en el que el dios se mantenía inmóvil y cubierto por una densa nube de humo negro. Su reacción al estar consciente 27
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco de su situación, fue apretar los dientes y los puños en un gesto de paralizante ira e impotencia. —Santos de Atenea… —los llamó Ra con una grave y potente voz—. No tienen ni la más remota idea de lo que acaban de desatar… La humareda azabache se desvaneció para revelar la flotante figura del egipcio, quien por primera vez desde milenios, se mostró rodeado por su verdadera aura cósmica color rubí. Además, su ímpetu iracundo se manifestó en su cabello, cejas y ojos, los cuales fueron reemplazados por violentas llamaradas que chispeaban formando ondulantes puntas ascendentes en su cabeza. Sin embargo, lo que en realidad impactó a la pareja Ateniense, fue presenciar a la deidad en toda su magnificencia, ya que estaba vistiendo jactancioso su Armadura Suprema… —Tenían que provocarme hasta este punto, ¿cierto? Incluso mis propios compañeros de Alianza me acusaron de arrogante, cuando son los humanos quienes pecan de soberbia al querer superar el poder de nosotros los dioses. ¡Me parecía una ridiculez portar esta armadura porque estorbaría mi movimiento en batalla, pero ahora que la he traído desde la Maravilla Suprema para vestirla, me siento invencible!! El ropaje divino de Ra mostraba un glamoroso diseño resaltado por sus tonalidades rojas, anaranjadas y amarillas. Su hermosa estructura era resaltada por el gran número de adornos que evocaban la clásica simbología egipcia, entremezclados éstos con estilizadas formas circulares a manera de llamas. Tal armadura, además, era engalanada por un par de sendas alas que nacían desde su espalda, otorgándole una presencia aún más esplendorosa a su portador. La ira del Caballero de Bronce cambió a vacilación al ver a su renovado oponente en toda su gloria, así que, retrocediendo un par de pasos por inercia a causa de la impresión, musitó: —Entonces… ¿esa es la verdadera apariencia y fuerza de una deidad suprema?... Ahora entiendo a lo que se refería Ikki… La sola presencia de un dios puede hacer que se estremezcan hasta la última de mis células. —Basta de dudas, Evan —lo reprendió severo el hombre en armadura áurea, al escuchar sus titubeos—. Recuerda que en este momento somos los únicos que podemos detener a ese infeliz. A pesar de que Leo estaba consciente de la abismal diferencia de poderes, mostraba una imperturbable expresión en su semblante. Al Fénix le sorprendió contemplar más de cerca los felinos ojos de su sucesor resplandeciendo en un fulgente anaranjado. —«Ni siquiera parpadeó cuando presenció la transformación de Ra —reflexionó el sorprendido joven—. Aparte de su mirada, hay algo diferente en el Ikki que siempre conocí. Con solo verlo puedo sentir la gran seguridad que transmite…» —Es en estos momentos críticos cuando debes manifestar tu verdadera fuerza —añadió como consejo el de cabellera azulada, sin quitarle los ojos de encima a su adversario—, pero para lograrlo, debes mantener la calma y la sangre fría, conservando a la vez un espíritu tan ardiente como el fuego. Acogiendo estas palabras, Evan se relajó un poco y alzó la guardia, imitando los movimientos de su superior. Una gran sonrisa que irradiaba confianza se formó en sus labios. —Entiendo… Gracias por el consejo, maestro. El énfasis con el que el joven pronunció la última palabra de su frase, provocó que el Santo de Leo también sonría, pero de una manera más discreta. —Conque maestro, eh… —reaccionó un tanto complacido el aludido—. Ya charlaremos después sobre tus excesos de confianza conmigo, por ahora concentrémonos en la batalla. 28
Saga: CATACLISMO 2012 —¿Alguna idea para detener a este sujeto? —inquirió el joven trigueño de ojos escarlata, con una actitud más fuerte. —En teoría podremos lograrlo, Evan. Para vencer a Ra en este punto, habremos de combinar el máximo poder del Fénix y el León Dorado, produciendo con ello un fuego cuya temperatura sea miles de veces superior al suyo. —Eso será imposible para dos insectos como ustedes —intervino muy serio el dios en atavíos divinos, encendiendo más las llamas que emanaban sus ojos y cabellos—. El fuego de ambos es falso, artificial como el único que son capaces de producir los de su especie. Analizando sus ataques, puedo deducir que sus llamas se generan con la combinación de su cosmos encendido con los rápidos movimientos que avivan la combustión del aire al friccionarse. Mi fuego, en cambio, representa la pureza y autenticidad absoluta de este preciado elemento, ya que proviene directamente de su fuente máxima: el sol. Imaginar que dos simples humanos sean capaces de superar la temperatura del mismo sol, me parece irrisorio. La carcajada del dios supremo sonó potente, pero no burlona como de costumbre. —Ríe lo que gustes, Ra, porque esta será la última vez que lo hagas… —lo amenazó atrevido Evan, concentrando nuevamente su aura cósmica a niveles superiores al Séptimo Sentido—. ¡Me vengaré por la muerte de Femi, enviándote a la Duat para que le pidas perdón a su espíritu!! —Retráctate, Evan —le ordenó Ikki, colocándose junto a él, al tiempo que imitaba la acción de liberar su cosmoenergía fulgente—. Que la venganza no sea tu motivación para obtener esta victoria. Sabes que como Santo de Atenea, tienes razones más significativas para triunfar. El aludido notó su error y simplemente asintió en silencio un tanto incómodo. Tras esto, la gran compatibilidad que desarrollaron en tan poco tiempo antecesor y sucesor del Fénix, les permitió interpretar las intenciones del otro y emprender valientemente su colosal objetivo de vencer a Ra. Con toda la potencia de sus pulmones exclamaron el nombre de las técnicas que desplegaron a continuación: —¡Por Atenea! ¡‘ARDIENTE PLASMA RELÁMPAGO’!!! —¡Por la protección de las personas de mi país! ¡‘ALAS DEL FÉNIX VOLADOR’!!! La red de billones de rayos de luz y fuego que fueron arrojados desde el puño del Dorado, viajó rauda hacia su inmóvil objetivo. Paralelamente a aquella técnica inédita, la ráfaga ígnea expulsada por el Caballero más joven avanzaba a la misma velocidad. En un punto, ambos kens se juntaron en sus trayectorias, formando con su colisión lateral una enorme mole esférica de energía quemante. Los guerreros que la produjeron, hicieron un esfuerzo monumental a fin de enviar la totalidad de sus energías cósmicas hacia el ataque combinado. La meta de ambos era aumentar la cantidad de calor en la esfera, para que la temperatura producida por ésta sea capaz de superar al calor emanado por su oponente divino. —Vaya decepción… Solo han logrado ponerse en ridículo con ese fuego tan impuro —sentenció presuntuoso el iracundo africano—. ¡Esa cantidad ínfima de poder no merecería siquiera que me retire de su trayectoria, así que ahora mismo destruiré las esperanzas que depositaron en ella, con el arma que tanto he ansiado utilizar! —Ra echó atrás su brazo izquierdo, materializando sobre el mismo la katar que le restaba—. ¡Devora, Seth!!! En una acción transcurrida a velocidad superior a la de la luz, el dios de cabellera en llamas blandió su antebrazo izquierdo en un rápido movimiento vertical, generando con esto un enorme incendio y creando a la vez una gigantesca ráfaga de fuego circular en forma de media luna. 29
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Fue el mismo movimiento que hace minutos partió en dos al monumento insigne de aquella ciudad invadida; el cual, tras ser reforzado miles de veces por su ejecutor, seccionó fácilmente la exorbitante masa de energía que tanto esfuerzo les costó crear a los Santos. Tan abstraído estaba Ra en contemplar el resultado de su ataque con Seth, que no notó que un tercer guerrero hizo sigilosa aparición entre la abertura que él mismo produjo al cercenar en dos la esfera incandescente. Su capacidad de reacción no fue suficiente para protegerse del poderoso embate que el recién aparecido estaba a punto de asestarle.
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Saga: CATACLISMO 2012
Cap铆tulo 43
At贸n: La furia incandescente del dios sol
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==Estados Unidos== —¡‘Colmillo Relámpago’!! —rugió el recién aparecido en milésimas de segundo, dirigiendo su puño extendido hacia el desprevenido dios en Armadura Suprema. El ken conocido como ‘Colmillo Relámpago’ generalmente impacta en tierra y libera una multitud indefinida de rayos que destruyen al rival según la voluntad del ejecutor; pero en esa ocasión el Santo Blanco se las arregló para variarlo y concentrar toda su fuerza en un solo ataque fulminante. Estratégicamente, la técnica del antaño Leo fue desplegada hacia la extremidad superior izquierda de su objetivo. —¡¿Quién rayos eres?! —inquirió rabioso el atacado, protegiéndose por instinto del impacto con el dorso del antebrazo—. ¡¿Cómo te atreves a interrumpir así mi juicio divino?!! —Mi nombre es Aioria de Leo —se presentó el aludido con un tono altanero—, y que no se te vaya a olvidar… Los estragos del embate no se hicieron esperar, y la katar llamada Seth fue despedazada ante la mirada atónita de su portador. Ikki y Evan, quienes permanecían de rodillas tras el esfuerzo de ejecutar sus técnicas combinadas, observaron con incredulidad a su nuevo aliado, el cual se había plantado con un porte solemne ante el dios africano. Aunque su armadura blanca casi destruida y sus incontables heridas le daban una apariencia lastimera, fueron su férrea voluntad y valentía las que lo impulsaron a seguir en la lucha a pesar de su estado crítico. —¡Una marioneta!! ¡Una simple marioneta de Morrigan destruyó el espíritu del cruel dios Seth!! —rugió Ra, avivando con su ira las llamas que recubrían sus cabellos y cejas—. ¡No eres más que un simple sirviente de nosotros los dioses de la Alianza Suprema, y aun así te has atrevido a levantarle la mano a quienes te dieron el privilegio de ver el mundo de los vivos nuevamente!!! —Te equivocas… No soy una marioneta. ¡Soy un ser humano…! Dicho esto, el antecesor de oro de la quinta constelación del zodiaco se desplomó sobre una de sus rodillas. Su existencia física había llegado a sus límites. —¡Aioria! —gritó alarmado el Caballero Dorado, al ver que quien portara su armadura en el pasado, se encontraba indefenso y a la vez tan cerca de su peligroso adversario. Con una rápida maniobra, Ikki y Evan lograron retirar al legendario Leo de la trayectoria de un furioso golpe que le arrojó instintivamente el egipcio. La pareja se había colocado uno a cada costado del Santo Blanco, acomodándole los brazos en las espaldas de ambos. Mientras Ra seguía sumido en la impresión de ver su poderosa arma destruida a sus pies, sus tres contendientes aprovecharon el momento para alejársele a una distancia prudente. —Gracias, amigos —pronunció en un suspiro el agotado guerrero en cloth alba—. Casi no puedo moverme… —Señor Aioria —lo llamó con gran respeto el joven de bronce desde su izquierda, sin retirarle la mirada al inmóvil dios—. Ahora que tres generaciones de guerreros de Atenea se han reunido, 32
Saga: CATACLISMO 2012 seremos capaces de obtener la victoria. —Así que tú eres el actual Santo del Fénix… —manifestó el castaño, sonriendo con orgullo—. Desde siempre he sido capaz de conocer a las personas de un solo vistazo y, al observar tus ojos, puedo sentir la gran fuerza y valor que posees —dicho esto, se giró a su derecha para observar a su sucesor de oro—. Se ve que entrenaste a un digno heredero de tu armadura de bronce, Ikki. El aludido cerró los ojos en un gesto de extrema seriedad y con su característico hablar austero, respondió: —Evan es bastante maleducado como para no presentarse ante un Santo legendario de tu nivel, así que está claro que no aprendió esos modales de mi parte. Tengo el placer de decir que no perdí mi valioso tiempo entrenándolo —por un instante Ikki se detuvo, e intentó ocultar el orgullo que sintió por el muchacho estadounidense al pronunciar su siguiente frase—: Él desarrolló su cosmos sin ayuda de nadie y obtuvo un gran poder por sí mismo… Poco a poco me está demostrando que ya no es un ‘novato y que es digno de portar la armadura del Fénix. El Caballero de Bronce no dijo una palabra y, con la misma reserva que mostrara su antecesor, acogió para sus adentros los elogios disfrazados de reproches. Ninguno de los dos superiores notó la ligera sonrisa que se dibujó en el rostro del más joven. —Cada día me sorprende más esta generación de guerreros —intervino satisfecho el otrora León Dorado—. Me alegra saber que tengo dos compañeros que… —¡Malditos sean, humanos despreciables!!! Al fin el dios supremo salió de su letargo, reaccionando con un potente y feroz bramido, el cual logró estremecer a los tres Santos que lo escucharon. —¡No se conformaron solo con destruir las armas que Mielikki fabricó para mí, sino que también debían mancillar la perfección de la defensa que me otorgaba mi Armadura Suprema!!! —con total y desmedido descontrol, el africano extendió su guantelete izquierdo para que el trío humano lo mirase—. ¡Pensaba conservar intactos estos ropajes sagrados como trofeo y símbolo de la supremacía de los dioses sobre los humanos, pero ustedes, miserables, han pecado una vez más contra nosotros!!! En efecto, pese a las predicciones de Viracocha, quien forjara esa magnífica armadura de metales escarlata en las entrañas de la Tierra; las supuestamente indestructibles placas protectoras del brazo izquierdo de Ra también fueron dañadas con el ken de Aioria. —¡Jamás se los perdonaré!!! ¡Le acaban de faltar el respeto a tres dioses de la Alianza Suprema!!! —clamó con infinito desprecio—. ¡Y ahora, su atrevimiento ha provocado que decida adelantar la purificación de este país! ¡No solo ustedes tres perecerán en este lugar, sino también todos los humanos que habitan los Estados Unidos!!! La irritada deidad solar materializó en sus manos la única pieza de su armadura que no estaba portando desde un principio: el casco. Tras colocárselo con premura, su cabeza entera fue consumida por el mismo fuego que hace poco cubría solo su cabellera roja. En medio de la llamarada ascendente en la que se convirtió su testa entera, solo sus fulgentes ojos anaranjados eran reconocibles como facciones de apariencia humana. Ra estaba a punto de alcanzar el nivel de poder de un dios supremo… —Debemos detenerlo ahora mismo —manifestó un Aioria más recuperado a causa del sobresalto, tras plantarse en el centro de sus dos sucesores de generación—. Como habrán notado, la extrema ira que siente este sujeto no solo alimenta el fuego de su cosmos, sino que también está autodestruyendo su cuerpo… 33
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Tienes razón —lo secundó Ikki de Leo, rezumando el sudor que empapaba su frente—. Mientras su existencia física se consume, su espíritu divino crece de manera desmedida. Llegará el punto en el que la expansión de la temperatura que produce, acabe con toda la vida en este país… Tal manifestación descontrolada de cosmos quemante logró dispersar por completo la cúpula de fuego que cubría el escenario del combate, la cual, aparte de servir como fuente y conservación del inmenso calor que emanaba el dios, también tenía la función no programada de mantener los estragos de la lucha dentro de ella. Por lo tanto, al desaparecer el gigantesco fuego circular, la ciudad y el país norteamericano entero quedaron a expensas de lo que vendría a continuación… —¡Todavía conservo el control como sobre mis acciones, mortales! —expresó el de armadura alada, intentando mantener la compostura que había demostrado perder—. ¡De no ser así, no podría castigar a los de su especie con una de mis técnicas divinas! Los tres guerreros que lo enfrentaban, se alteraron sobremanera al escuchar aquella implacable sentencia; y más aún al ver que quien la profirió, levantó amenazante su brazo para apuntar hacia el sol adornado por el ya despejado cielo rojo. —¡Qué ironía! ¡Será precisamente la estrella que permitió que la vida florezca en este planeta, la que se encargará de aniquilar a todas las personas de este país!
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Mientras Menouthis corría raudo entre el caos de la ciudad, la pequeña que traía en hombros se giró por un momento para ver el instante justo en el que desaparecía la cúpula de fuego que le gustaba tanto. Acto seguido, su atención se concentró nuevamente en su protector, al notar que éste se detuvo intempestivamente. —Hemos llegado, Lindsey —le comunicó jadeando y recostándola con suavidad sobre una de las pocas porciones verdes de pasto del lugar—. Debo encontrar un objeto muy importante, así que no te vayas a mover de aquí. Estaré vigilándote a todo momento. No te preocupes. a oreja.
—Confío en usted, señor Menouthis —manifestó la niña, asintiendo con una sonrisa de oreja
Mientras el egipcio hurgaba ansioso entre la hierba quemada, ella todavía se seguía preguntando el porqué de su regreso al parque en el que vio por primera y única vez a Evan. Dejando a un lado esos pensamientos, su deseo fue reincorporarse y ayudar en la búsqueda, pero no logró moverse porque la luxación en su pie aún le dolía. Tras una exhaustiva inspección, el lastimado hombre pudo localizar los restos de su armadura en el lugar en el que Ikki lo había derrotado hace unas horas. Revolviendo las destrozadas placas de metal cobrizo, logró encontrar el objeto específico que buscaba: una joya amarillenta de citrino en forma de escarabajo, la cual adornó hace poco el peto de la armadura del dios Horus. Acercándose a la chiquilla, Menouthis le mostró con disimulada emoción la valiosa gema. —Mira esto, Lindsey. Estos escarabajos son la clave de nuestra salvación. —¡Qué lindo bichito! —reaccionó ella, maravillada al ver la brillante reliquia color ámbar—. ¿Pero en serio podremos salvar a la ciudad con un objeto tan pequeñito? —Por supuesto. Esta invaluable joya será un regalo especial para el superhéroe que dibujaste. 34
Saga: CATACLISMO 2012 Se trata de un instrumento necesario para su victoria sobre los villanos que invaden esta ciudad. Al escuchar tales afirmaciones, los ojos verdes de la pequeña se abrieron como platos a causa de una extrema emoción. Como si el objeto le perteneciera, por un momento tuvo el impulso de correr con éste en manos para confiárselo al joven que le gustaba. —¡Vamos, señor Menouthis! ¡Entreguemos el escarabajito al chico guapo! —Tranquilízate, pequeña. Tardaríamos mucho y sería bastante peligroso para ti acercarnos al lugar en el que tu héroe se encuentra, así que haré algo para que le llegue nuestro obsequio. Confundida, la jovencita observó a la reencarnación de Horus cerrar su puño sobre la gema para luego acercarla a su pecho. Ella decidió no distraerlo con sus dudas al verlo tan serio y en un profundo trance que duró varios minutos. Cuando despertó y abrió los ojos, Menouthis arrojó el escarabajo amarillento a pocos metros sobre su cabeza. Pensando que la joya se quebraría al caer, Lindsey ignoró el dolor de su esguince e intentó arrojarse para agarrarla en medio de su trayectoria, pero grande fue su asombro cuando vio que el objeto se mantenía en el aire, levitando sobre quien lo aventó. —¡El señor Menouthis es mago! —exclamó la chiquilla, diciendo lo primero que se le ocurrió al ser testigo de aquel inédito fenómeno. Su sorpresa fue mayor cuando el escarabajo fue envuelto por un ligero halo de llamas blancas. —No soy un mago, ni un brujo, ni nada que se le parezca —explicó el hombre de larga cabellera castaña, sonriendo ligeramente—. Lo que estás presenciando ahora, es el poder del cosmos. Con una gesticulación de su dueño original, la joya se dirigió flotando hacia el lugar del enfrentamiento ardiente. El egipcio la observó retirarse de la escena y, con gran seriedad, puso todas sus esperanzas en ella. —«Pensaba utilizar esos residuos de cosmos para acercarme a Ra y rogarle para que me regrese mi poder —elucubró muy serio, viendo la joya alejarse entre lo alto de los árboles incendiados—, pero será mejor que lo último que restaba de mi energía divina sirva para fines altruistas… Vaya… si tan solo Femi y Khalid hubiesen tenido conocimiento sobre el verdadero poder de estas gemas, quizás entre los tres hubiésemos derrotado a Ra antes de que todo esto ocurriera, pero mi ciega lealtad me obligó a ocultarles la verdad». —No entiendo eso del ‘cosmos’, señor —lo interrumpió su pequeña interlocutora con su característico entusiasmo—, pero si puede hacer que los bichitos que brillan bonito vuelen por los cielos, ¡yo también quiero aprender a utilizar el ‘cosmos’! Lo inocente de esas animadas palabras provocó que Menouthis riera a toda voz por primera ocasión en toda su vida. Sin duda la muchachita se alegró al ver que ese hombre, quien se había mostrado siempre serio y mal encarado; olvidó por un momento su actitud habitual y se dejó llevar por una sincera y sonora risa, la cual emergió de lo más profundo de su alma. —¡No se burle de mí o volveré a llamarlo señor Monitos! —bromeó la niñita rubia con fingida indignación—. Mejor explíqueme sobre la magia del cosmos, ¿sí? —Pues, si me llamas Monitos, yo empezaré a decirte ‘enana’ nuevamente —replicó el aludido entre carcajadas—. Escúchame con atención, Lindsey. El cosmos es… 35
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco En medio del complejo discurso del adulto, la infante se rindió ante su cansancio y, abrazándolo por el cuello, durmió tranquila al sentirse reconfortada por la calidez que él transmitía. Mientras se alejaba de la ciudad con premura, quien en algún punto de su existencia fue la reencarnación de un dios egipcio, apenas se percató de que la criatura dormía plácidamente, así que, para no despertarla, se despidió en silencio de los guerreros protectores de la Tierra: —«Ikki de Leo… Evan de Fénix… sabrán qué hacer con las joyas sagradas cuando lleguen a ustedes. Considérenlas como un gesto de disculpas de mi parte… Yo sé que nada de lo que haga podría reparar todas las fechorías que cometí cuando fui un dios, pero espero que mi primer acto de renovada justicia les sirva para obtener la victoria… no por mí, sino por la niña que ablandó mi corazón…» Menouthis ya no necesitaría de su poder divino para emprender su segundo acto de justicia, ya que, a partir de ese momento, cuidar de Lindsey se convertiría en su nuevo objetivo de vida y, además, en su redención.
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—Ahora los entiendo —profirió Ra en un hilo de voz, mientras se esforzaba por articular correctamente sus palabras—. Creía que la idea de los otros dioses de la Alianza de acabar con los humanos, era demasiado extrema pero… si no los detenemos ahora, podrían atreverse a exterminar a todas las deidades que existen. Por fortuna, la nueva especie dominante no será altanera, ya que Nü Wa los diseñará para que existan como seres pacíficos y manipulables… El supremo egipcio extendió ambos brazos hacia el cielo a manera de plegaria, mientras la llamarada que consumía su cabeza se acrecentaba por la extrema ira que a ratos le hacía perder el control. —¡Padre, concédeme tu fuerza para convertir en cenizas a todos los parásitos que corrompen estas tierras! —le rogó al sol, elevando su poder a niveles jamás antes vistos en el planeta—. ¡Que sea tu fuego el que purifique al Nuevo Egipto!! ¡‘LA SUPREMACÍA FULGENTE DE ATÓN’!!! Evocado el nombre del segundo ken de Ra, el sol visto en el cielo matutino cambió su tonalidad amarilla a una roja intensa. Todas las personas en el hemisferio occidental fueron testigos de tan perturbador y apocalíptico fenómeno. La técnica divina consistía en aprovechar los quince millones de grados centígrados de temperatura que posee el centro del sol, para crear un masivo rayo termonuclear de indescriptibles proporciones. Aquella inconmensurable masa ígnea viajó en segundos a través del espacio exterior y, tras pasar de largo a los dos primeros planetas del sistema solar, se dirigió sin piedad hacia la Tierra. Para los tres guerreros que esperaban los resultados de tan brutal ken, éste fue presenciado como una gigantesca columna de energía al rojo vivo, la cual, tras romper la atmósfera terrestre y apartar las nubes que se le interponían, emergió desde el cielo para estrellarse violentamente a pocos kilómetros del lugar del combate. El rayo solar de cientos de kilómetros de radio y millones de longitud empezó su letal avance tras una vehemente gesticulación de quien lo produjo. Su lento movimiento que arrasaba sin contemplaciones el terreno, aparte de desintegrar hasta el último átomo de todo lo que llegaba a tocar; también produjo el irracional pánico y desasosiego en todas las personas que lo observaron aterradas desde la distancia. 36
Saga: CATACLISMO 2012 —¡Detente ahora mismo, Ra!! —le exigió Evan en medio de su desesperación—. ¡Tu lucha es contra nosotros tres y no con las personas inocentes de este país!! Tal reacción provocó que una amplia y maquiavélica sonrisa apareciera entre las llamas que reemplazaron la cabeza de la descontrolada deidad. Su demente y ensordecedora risa retumbó en medio de ese infierno. —¡Sientan lo insignificantes que son… en comparación con mi técnica! ¡Lo que pueden hacer tres humanos… no se compara en nada con la devastación… de la que es capaz un dios supremo!! Con el tronar de los dedos de su ejecutor, la columna solar se ensanchó peligrosamente a fin de cubrir una mayor área de destrucción. —Demonios… —maldijo un enojado Ikki entre dientes—, si continúa incrementando la amplitud de esa centella que emergió del sol, la vida será erradicada por completo en todo este país… —Es una técnica magnífica, sin duda —admitió Aioria con un tono de voz absolutamente calmado—, por lo tanto será todo un placer observar el rostro de ese dios fanfarrón cuando detenga su ken con el mío… Los dos Santos que lo escucharon proferir tan seguras y atrevidas afirmaciones, lo observaron con sorpresa, mientras que el iracundo dios que también oyó la desafiante frase, río burlón en medio de su furia. —¡Marioneta insolente, no engañarás a nadie con tu ridículo blofeo! ¡Un muerto en vida como tú no sería capaz de superar la fuerza de mi padre Atón, y menos en el estado deprimente en el que te encuentras!! —¡Te equivocas, Ra! —le espetó el hombre en armadura alba, mientras le apuntaba con el dedo en un gesto de apabullante convicción—. ¡Prometo que nosotros tres seremos capaces de dispersar por completo tu voraz técnica!! El africano en Armadura Suprema reaccionó entrecerrando con desprecio sus anaranjados ojos, mientras que el rayo solar seguía ampliando lentamente su rango de destrucción. —Entonces los desafío a hacerlo —dijo al fin el dios solar, recuperando su característica actitud pretenciosa, al olvidar por un pequeño instante su ira—. ¡Adelante!! ¡Superen los millones de grados de temperatura del núcleo del sol!! Con el antaño Leo posicionado en el centro de una formación estratégica, los representantes de tres generaciones de guerreros de Atenea se reunieron hombro con hombro y encararon a su adversario, quien cruzándose de brazos, esperaba atento las acciones del trío humano. —Espero que en serio tengas as bajo la manga, Aioria —le dijo Ikki muy serio, al tiempo que posaba su mano sobre la cuarteada hombrera blanca del aludido—. En lo que sea que intentes, puedes contar conmigo… Te lo debo por lo que hiciste por mí. —Lo apoyaremos en lo que sea necesario, señor Aioria —añadió Evan imitando la postura solemne de su antecesor—. ¡Defendamos juntos a las personas de mi patria! —Por favor, bríndenme la totalidad de sus cosmos, amigos —les pidió con afán el Santo Blanco—. ¡Con su ayuda manifestaré el máximo poder de los Doce Caballeros Dorados!! Pese a que Aioria apenas podía mantenerse en pie a causa de los estragos de su reciente combate contra Ikki, logró expandir su cosmoenergía a niveles prodigiosos. Era su nobleza y valor los que lo impulsaban a continuar a tal punto.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Enseguida sus dos sucesores de generación lo imitaron y, tras cerrar los ojos para concentrar sus mentes y espíritus en la tarea, maximizaron sus auras cósmicas hasta superar con creces el poder promedio de un Santo de Oro. A la velocidad de la luz, un león de relámpagos, un fénix incandescente y un león de fuego se fusionaron para formar una gigantesca aura de energía combinada. El tiempo pareció ralentizarse para el hombre castaño… —«No… nuestro momento cumbre no llegó en el Muro de las Lamentaciones en Giudecca. Aunque estoy orgulloso de nuestro esfuerzo de entonces, sabía que nacimos para lograr algo más grande que un sacrificio colectivo… —reflexionó él, sonriendo reconfortado al recordar a sus once compañeros de generación—. Por mi parte, hermano y amigos; siento que todos nosotros hemos regresado a la vida para conseguir nuestro instante de consagración frente a Atenea y la humanidad… No importa si revivieron gracias a Morrigan, estoy seguro de que lograrán liberarse de su maldad y demostrar su verdadera nobleza y valor…» Lágrimas fluyeron espontáneamente de sus ojos verdes, contemplando en su mente las figuras fantasmales de los once Santos que protegieron las Doce Casas junto con él en otras épocas: —«Mû, Aldebarán, Saga, Máscara Mortal, Shaka, Dohko, Milo, hermano Aioros, Shura, Camus, Afrodita… por favor, permitan que la vida de uno de sus camaradas valga la pena. ¡Les ruego me presten su poder para defender las vidas de millones!!» —¡Hagas lo que hagas, hazlo de una buena vez, Aioria!! —le apresuró Ikki con frenesí con el objetivo de sacarlo de sus cavilaciones. Dejando su letargo a causa de los gritos de su sucesor. El antaño Caballero de Oro regresó a la realidad. —El sol del que tanto alardeas, no es más que una estrella en el firmamento, Ra —le dijo Aioria sin titubear al verse envuelto por un poder que acariciaba lo divino—. Por desgracia para ti, en este momento cuento con la fuerza de las decenas de estrellas que forman las constelaciones de mis hermanos… —el castaño hizo una pausa para llenar de aire sus pulmones y pronunciar su apasionado desafío final—: ¡Esta es la máxima técnica de Leo que convierte a los hombres en leyendas!! ¡Por Atenea y por la Tierra!!! ¡‘EXCLAMACIÓN DEL ZODIACO’!!! Doce técnicas doradas fueron desplegadas en veloz secuencia desde los brazos extendidos del guerrero blanco. Las auras manifestadas en las figuras de un ágil carnero, un toro salvaje, una pareja de gemelos dioscuros, un inquieto cangrejo, una hermosa virgen alada, un voraz tigre de bengala, un escurridizo escorpión negro, un flamante centauro con arco y flecha en manos, una cabra galopante, una mujer acarreando un cántaro en hombros, un par de vivaces peces, encabezados todos ellos por un furioso león; arremetieron veloces hacia el rayo solar. Ante la mirada atónita de todos los presentes, la cosmoenergía acumulada de los doce signos del zodiaco se juntó en una sola esfera dorada de inerrable poder, la cual, al ser reforzada también por los incandescentes cosmos de Ikki y Evan, imprimió más velocidad y capacidad destructiva en su impacto contra la columna de energía carmesí que seguía devastando la ciudad al ampliarse y avanzar. Aunque era infinitas veces menor en volumen, por segundos la fuerza acumulada de los tres humanos fue capaz de superar a la del dios. Como resultado, el masivo ken de quince millones de grados centígrados fue desviado de la Tierra a causa de la colosal fuerza de empuje que ejerció la combinación de cosmos dorados, los cuales incluso llegaron al punto de desvanecer la ‘Supremacía Fulgente de Atón’ en las mismas entrañas de su origen. 38
Saga: CATACLISMO 2012 Tras la abrumadora colisión de técnicas que se anularon entre sí, el Sol y la Tierra regresaron a una relativa calma… Al ver con cierta incredulidad que lograron su objetivo, el Fénix se emocionó y en un impulso de regocijo intentó abrazar al legendario León Dorado para felicitarlo, mas sus intenciones fueron interpretadas y detenidas en seco por el actual Santo de Leo, quien lo sostuvo de la hombrera y negó muy serio con la cabeza cuando el joven lo encaró confundido. —Es tarde, Evan —le dijo Ikki con gran amargura, mientras observaba fijamente la inmóvil figura de su antecesor de espaldas a ellos—. Ese obstinado consumió su vida junto con su cosmos cuando desplegó aquella técnica. Lo siento, pero… Aioria ha muerto… —No… puede ser… —balbuceó atónito el de lacia melena platinada—. Todavía puedo sentir su presencia y… El Caballero de Bronce enmudeció al ver que el cuerpo del guerrero blanco empezó a desvanecerse en la forma de pequeñas motas de luz. —No habrá despedidas emotivas esta vez, eh… —musitó el agonizante Aioria con una sonrisa melancólica, girando la cabeza para observar de reojo a sus dos sucesores—. Ikki, Evan… a ustedes encomiendo la protección de Atenea y de la Tierra. Adiós, amigos… Dicho esto directamente en los cosmos de los Santos nombrados, lo poco que quedaba de la existencia física y espiritual del legendario Leo, se iba deshaciendo en gran proporción en medio del aire. —«Lo hice bien, ¿cierto, Aioros?... —reflexionó—. El pequeño niño que siempre te admiró, creció, se convirtió en un Santo de Oro siguiendo tu ejemplo y ahora será inmortalizado como una leyenda. ¡Cómo me habría gustado que pudieses verme luchar y que te enorgullezcas de lo fuerte que me he vuelto!, pero… ya es tarde y ha llegado el momento de despedirnos, mi querido hermano mayor…» Solo un débil destello de luz dorada quedó del hombre castaño, quien en medio de una paz infinita, estaba listo para dejar este mundo. Solo un pensamiento final detuvo la desaparición de los últimos residuos de su alma: —«Esta imagen que me acompaña y me reconforta tanto… ¿Quién es aquella preciosa mujer pelirroja de hermosos ojos azules? ¿Acaso es Marin?… ¡Sí, es Marin!... ¡Me alegra tanto ser el primer hombre en ver su rostro!... Si acaso puedes escucharme, solo quiero pedirte una cosa antes de partir: por favor… no te olvides de mí… y jamás…me alejes de… tu corazón…» —¡Aioria!!! —gritó descontrolado Evan, al sentir extinguirse por completo la existencia de aquel valiente guerrero que murió para salvar las vidas de millones. En un impulso provocado por la inmensa impotencia y tristeza que sentía, el joven de bronce se desplomó sobre sus rodillas y descargó su frustración con un fuerte golpe en el asfalto solidificado. —Levántate, Caballero de Fénix —le ordenó implacable Ikki, plantándose enfrente suyo para darle las espaldas—. Ya llorarás la muerte de Aioria cuando todo esto haya terminado. Por ahora nos limitaremos a no permitir que su sacrificio haya sido en vano… Evan no notó que un par de lágrimas nacieron de los ojos del anterior dueño de su cloth de bronce, quien a pesar de mostrar un semblante de extrema ira, se dolió profundamente por la muerte del hombre que le ayudó a aceptar el vínculo con la constelación de Leo. —Espabila de una vez, porque el combate está a punto de llegar a su momento más crítico — añadió el guerrero de cabellos azules, apretando los dientes con rabia—. Observa a Ra… 39
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Acogiendo la sugerencia, el más joven fue testigo de una imagen que no sería capaz de olvidar en toda su vida: El cuerpo físico del dios supremo fue consumido en su totalidad por las mismas llamas que hace poco cubrían su cabeza. La deshonra de ver la fuerza del sol anulada por tres mortales, provocó que su ira se manifieste a su máximo posible. —¡La humillación!!! —rugió la descontrolada entidad de fuego, quemando su cosmos infinitamente—. ¡Tres gusanos se han atrevido a superar el poder de un dios supremo y degradarlo al nivel de un ser inferior!!!... Tal ensordecedor bramido se complementó perfectamente con la nueva apariencia del dios, cuya armadura suprema cayó inútil en tierra, al no tener un cuerpo físico que vestir. —A este paso, Ra terminará incendiando no solo mi país, sino toda América con tan solo la expansión de su cosmos —manifestó el Santo estadounidense muy serio, tras reincorporarse y colocarse a un lado del Dorado—. Dejó de ser un dios y se ha convertido en un terrible demonio sediento de venganza… —No se trata de un demonio —le corrigió enseguida Ikki—. Solo es un sujeto que fue autodestruido por su ira… En efecto, Ra no tenía reparos en manifestar la máxima expresión de furia jamás antes vista en la Tierra. El poder fulgente que desataba el descontrolado dios, era simplemente arrollador. Sus gritos de cólera eran solo ahogados por el estampido de llamas, explosiones y rayos incandescentes que expulsaba su espíritu; ataques involuntarios que desintegraban al contacto toda creación humana que llegaban a tocar. Justamente unas de aquellas violentas emanaciones de fuego se dirigió hacia el Fénix. —¡Esquívalo, Evan!! —le advirtió su antecesor, haciendo lo propio al evadir las que arremetieron contra él. Sin embargo, la velocidad del más joven solo fue suficiente para que éste reaccione cubriéndose con los guanteletes de su cloth de bronce, los cuales por desgracia no resistieron tal concentración de temperatura y fueron reducidos a cenizas, al igual que el resto del ropaje del Fénix. —¡No me dejaré intimidar nuevamente! —aseguró sin titubear el atacado, a pesar de estar su cuerpo completamente desprotegido y vulnerable—. ¡Mi armadura tiene la capacidad de auto regenerarse!! Pese a lo aseverado, el legendario ropaje inmortal no fue capaz de resurgir desde sus cenizas, ya que su poder había sido sellado por la involuntaria y salvaje acometida de Ra. Con incredulidad, el portador actual del ave inmortal observó los inmóviles e inservibles residuos carbonizados a los que fueron reducidas las placas de metal de su cloth. —¡Se acabaron… los juegos… Santos de Atenea!!! —rugió la deidad solar, apenas en capacidad de articular sus palabras—. ¡Carbonizaré a… todos los humanos de… este hemisferio!!! ¡Me han obligado a… utilizar mi técnica magna!!!
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Saga: CATACLISMO 2012
Capítulo 44
¡Hasta siempre, guerrero indomable! El sacrificio del santo legendario
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
El agresivo ser etéreo de apariencia humanoide en el que se convirtió el dios egipcio, alcanzó por puro instinto su máximo nivel de poder. La llamada ‘Gran Voluntad’ o ‘Último Sentido’ reforzaron de manera incontenible su quemante aura color rubí. Los habitantes de México, Canadá y el resto de los Estados Unidos fueron los primeros testigos de los estragos que ocasionó tal liberación de cosmos… Cuando el cielo se tornó repentinamente en un rojo sangre a la vista de toda América, el caos y el pánico se desataron en los habitantes del continente entero. En el pensamiento de todas las personas ajenas a la batalla, el tan anunciado apocalipsis maya continuó con el súbito aumento de temperatura que alteró aún más las condiciones climáticas del hemisferio occidental.
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—Mi… mi cosmos ha superado miles de veces al que… utilicé para ejecutar… mi anterior técnica —sentenció el irracional Ra, apenas pudiendo hablar—. Mi máximo ken producirá… millones de rayos de fuego, uno por cada persona viva… en este continente. Mi candela divina juzgará a… cada humano en América y… lo aniquilará como castigo por sus pecados —la potente risa malintencionada del espíritu del dios retumbó de manera grotesca en la urbe entera. Su ira extrema se entremezcló con un demente frenesí—. Por desgracia para todos ustedes, mi técnica… es extremadamente estricta al juzgar a los mortales… ¡¿Entienden lo que… eso significa?!! ¡Por mínimas que… hayan sido las faltas que… cometieron los habitantes de… estas tierras, serán considerados como… seres impuros y nada evitará que… mueran carbonizados!!! Tras escuchar la cruel condena, Ikki y Evan encararon con seria determinación a su ya desquiciado rival. —Pude entenderlo… —dijo el Fénix, llamando la atención del Caballero más experimentado—. La convicción en los ojos del señor Aioria me permitió percibir sus sentimientos finales… Él sabía que llegó al momento cumbre de su vida y por esa razón se sacrificó por nosotros —dando unos pasos al frente, el joven sin armadura se posicionó frente a Leo—. También entiendo el significado de la muerte de Femi, la Guardiana de Isis. Ella deseó que yo viviera, precisamente para que también experimente mi momento de consagración… Al ser el único capaz de detener a Ra, mi propósito de vida es destinar la totalidad de mi fuerza espiritual para lograrlo… —Sé lo que intentas hacer y te equivocas completamente —le corrigió inexorable el de áurea armadura—. Ninguno de los dos nació para sacrificarse. Estamos en este mundo por nuestra diosa y porque tenemos objetivos más grandes que cumplir por ella y por toda la humanidad. Y tú bien sabes que este momento nuestro propósito es salvar las vidas de todas las personas de América. —Entiendo, maestro Ikki, pero Isis me aseguró que… —¡No me interesa lo que esa mujer te haya dicho! —le interrumpió el aludido de un grito—. ¡Te prometí que acabaríamos juntos esta batalla y así será! ¡Encenderemos nuestros cosmos hasta abarcar el suyo y lo detendremos!! 42
Saga: CATACLISMO 2012 Tal regaño enmudeció al menor de los Atenienses, quien al saber que no podría cambiar la testaruda mentalidad de quien sería su tutor en el pasado, simplemente negó con la cabeza en actitud de resignación y, tras esbozar una sonrisa de complicidad, empezó la tarea de avivar su energía cósmica junto con el Caballero de Oro. Mientras sus rivales se esforzaban al máximo para igualar su nivel de fuerza, Ra se encomendó a un rezo de invocación: —Jepri, el crepúsculo del amanecer, Hor-Ajti, la magnífica luz del mediodía e Itemu, la extinción del ocaso… ¡Los ancestrales tres dioses solares… ejecutarán a toda América!! ¡‘ANKH DEL JUICIO FINAL’!!!
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El desasosiego y la ansiedad reinaron también en Centroamérica y el Caribe. No era solamente el cielo rojo lo que intimidaba a sus millones de habitantes… El sol se había tornado del mismo color y, además, aumentó su volumen de manera alarmante, provocando que el calor alcance niveles insoportables. En Sudamérica, en cambio, predominó el miedo irracional. Incontables desastres naturales fueron causados por las alteraciones meteorológicas. Los glaciales perpetuos de los Andes se derritieron en segundos y causaron crueles inundaciones y pérdidas de vidas. De entre las pocas personas que todavía mantenían la cordura al presenciar tan perturbadores fenómenos, solo un manojo de ellos parecía intuir la fatalidad de su inminente destino…
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El cadáver de Anubis permanecía hocico arriba en el centro de la plaza en la que se enfrentó contra Evan hace poco. Solo algo perturbó su absoluta quietud… La joya de escarabajo negro de obsidiana que adornaba el centro del peto de su armadura, brilló con ímpetu y pareció tomar vida propia al arrancarse por sí sola del metal que la aprisionaba, dirigiéndose luego hacia un lugar en específico. Al mismo tiempo, y no muy lejos del escenario del combate contra Ra, algo resplandeció entre uno de los ríos de magma que creó la furia de la deidad egipcia. Se trataba de la gema de escarabajo turquesa que alguna vez adornó la placa de la cintura de Isis. Esta valiosa reliquia permaneció intacta a pesar del intenso calor que la cubría y sin demora emergió de su prisión de lava para trasladarse no muy lejos de allí…
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Apenas el dios solar pronunció el nombre de su máxima técnica, tres objetos brillantes aparecieron levitando para colocarse entre los dos Santos y su rival.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco La gema ámbar que Menouthis envió hacia Evan e Ikki con los últimos residuos de su cosmos divino, hizo reaccionar también a las de sus dos compañeros caídos. Así los tres invaluables objetos se juntaron en su trayectoria hacia la batalla. —¡Malditos… traidores…!!! —vociferó el trastornado Ra con una voz más profunda y grotesca, deteniendo la ejecución de su ken magno, al reconocer el trío fulgente de gemas escarabajo—. ¡Aun después de haber desaparecido… mis Guardianes se empeñan en detenerme!!! Una revelación, una epifanía fue la que experimentó en segundos Evan de Bennu desde lo más profundo de su alma. Fue el vínculo que mantenía inconscientemente con los dioses egipcios desde milenios atrás, lo que le permitió saber cómo proceder apenas vio los tres instrumentos ancestrales. —¡Señor Ikki! —lo llamó el joven con suma premura—. ¡Debemos tomar esas joyas! ¡Con ellas podremos sellar el cosmos de Ra!!! ¡Ahora nos será más fácil combinarlas con su espíritu, ya que el dios no posee una existencia física que lo proteja!!! En efecto, el mismo africano había colocado esas reliquias en las tres armaduras divinas. Desde un principio fue precavido y tomó esa medida cautelar para mantener controlados los espíritus de las tres deidades egipcias que luego se convertirían en sus Guardianes. De hecho, lo mismo planeaba hacer con Evan cuando le ofreció un ropaje sagrado… —¡No se los permitiré, humanos!!! —manifestó iracundo el ente de fuego, usando la fuerza de su ‘Ultimo Sentido’ para arrojar todo tipo de ataques ígneos a los dos Santos que intentaban agarrar las gemas con desesperación. La fuerza quemante acumulada que pensaba dispersar con su técnica, le sirvió para este fin. Por fortuna para la pareja Ateniense, entre ambos lograron alcanzar niveles de poder superiores a los que manifestaron anteriormente, siendo así capaces de contrarrestar la velocidad de los embates con la suya propia y esquivarlos hasta llegar a las tan ansiadas joyas. —«Este cosmos lo conozco —se dijo a sí mismo el Dorado de Leo en microsegundos, al tener entre sus manos las gemas púrpura de Anubis y turquesa de Isis—. ¡Horus! ¡Ese pajarraco nos está apoyando con los últimos residuos de su cosmos!!» Por su parte, Evan logró alcanzar y tomar el escarabajo amarillento del dios-halcón. —¡Ahora, señor Ikki!!! —gritó con frenesí el joven Bennu, dándole a entender a su antecesor que debían ingresar las tres piedras preciosas en la existencia etérea de Ra al mismo tiempo. Lo descontrolado y desordenado del pensamiento y las acciones del supremo dios solar, no le permitió reaccionar al tener a los dos Caballeros de Atenea a pocos centímetros de su llameante ser. Fénix y Leo extendieron con frenesí los brazos hacia la entidad incandescente y lograron hacer contacto en ésta con los tres objetos clave. En medio de incontenibles alaridos y gritos de dolor, Ra sintió una indescriptible agonía paralizante con tan solo tener cerca las gemas. Aunque los dos Santos rebosaban de un nivel magnífico de poder que en parte los protegía, su aura cósmica no era suficiente para evitar que sean severamente lastimados por las arremetidas cósmicas que el dios expulsaba a manera de acción de resistencia. Tal cantidad de calor empezaba a desprenderles la piel y, sin embargo, pese a todas estas desventajas que enfrentaron en ese crucial momento, no desistieron en su afán de aprovechar esa única y valiosa oportunidad para obtener la victoria. —¡Aioria! ¡Continuaremos con tu legado y protegeremos a todas las personas de este continente!! —rugió Ikki, con los ojos desbordando un furioso fuego—. ¡Desaparece de una vez, Ra!!! Apenas el Caballero de Oro introdujo las dos gemas que portaba en el indefinido cuerpo del 44
Saga: CATACLISMO 2012 adversario, éstas empezaron a absorber su cosmos divino en gran proporción. No obstante, la energía quemante que emitía el africano en goce de la ‘Gran Voluntad’, simplemente era demasiado inmensa, así que no pasó mucho tiempo para que las alhajas de Isis y Anubis se sobrecargaran y se despedazaran entre las mismas manos del Santo. Al mismo tiempo que su superior, el joven desprovisto de cloth también logró ingresar la piedra de Horus en la existencia espiritual del adversario, pero, aunque este escarabajo también absorbió una gran parte del cosmos enemigo, tampoco logró sellarlo definitivamente. En un impulso de ira y dolor, Ra alejó violentamente a los dos humanos con una arremetida en llamas más débil de lo usual. —¡Me han quitado… gran parte de mi poder divino!! —manifestó alterado el demente ser de fuego—, ¡pero no me dejaré vencer… así de fácil!!! —apuntando lo que parecía ser su mano hacía el guerrero de bronce, sonrió ampliamente en un gesto macabro—. Bennu… tú me regresarás la fuerza que me… han arrebatado… tomaré tu espíritu y tu cuerpo y… seré tan poderoso como en la Era Mitológica ¡Que el ave inmortal… complemente el ‘Ba’ de mi existencia!!! Poseyendo un tercio de su poder original y en una maniobra desesperada, Ra dio un veloz salto a fin de adueñarse de la existencia entera del Santo de Fénix, quien apenas se estaba recuperando de la más reciente agresión. —¡Esta vez no lograrás tu cometido, maldito infeliz!! —aseguró el Caballero de Leo, colocándose en la mortal trayectoria entre el dios y su nuevo protegido—. ¡Te detendré aunque me cueste la vida!!! Aunque ya no tenía fuerzas para continuar, Ikki no desistió al intentar proteger valientemente a quien heredó su armadura de bronce. —¡Apártate, estorbo!!! Ante la mirada atónita del de cabellera de plata que apenas pudo reaccionar levantando la cabeza, el actual Leo fue herido mortalmente en el costado diestro de su pecho. La velocidad e impaciencia con la que el dios arremetió para poseer a Evan fue tanta, que logró traspasar sin problemas armadura y cuerpo del Santo. —¡Señor Ikki!! —gritó el estadounidense con incredulidad, al ver desplomarse a su antecesor en un charco de su propia sangre. —¡Desde que estrechaste mi mano… te aseguré que me pertenecías, Bennu!!! ¡No te resistas… a nuestra fusión de almas!!! Dejando por un momento la horrible imagen de Ikki siendo herido sin piedad, Evan tomó consciencia de su situación. Él sabía que si su antagonista lograba su objetivo de arrebatarle su esencia, sería el final de todo… —«¡Ya basta de tanta muerte y sacrificios…! —reflexionó él con iracunda determinación—, ¡esto se terminará aquí y ahora!» La gema de citrino de Horus aún se mantenía intacta en su mano a pesar de toda la fuerza que absorbió, así que, al estar el guerrero de bronce consciente de este hecho desde un principio; expandió su cosmos hasta casi alcanzar el ‘Último Sentido’ y, con toda aquella fuerza, extendió con solemnidad ambas manos aferrándose a la reliquia, logrando así contener el impacto del ser incandescente. A pesar de que el espíritu del dios supremo era presa de un terrible sufrimiento al estar en contacto con el escarabajo amarillento, seguía esforzándose por alcanzar su objetivo. Aun al no contar con su poder original, era tanta era la fuerza y violencia que imprimía en su avance, que poco a poco 45
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Evan iba cediendo y echando los brazos hacia atrás. El tiempo pareció congelarse para el contendiente humano. Por unos instantes, solo lo que parecía ser el rostro psicótico de la deidad incandescente, invadió su ralentizado campo de visión. Sin embargo, aunque el muchacho se encontraba en medio de una situación tan crítica, lo invadió de repente un profundo sentimiento de melancolía. —«Estuve solo la mayor parte de mi vida y jamás necesite de alguien para volverme fuerte y materializar mi sueño de convertirme en un Santo —se dijo a sí mismo el Fénix, aún forcejeando desesperadamente con el espíritu del dios—. Al verlo alejado de todo el mundo, me convencí de que Ikki de Leo obtuvo su legendario poder de la misma forma que yo, pero muy en el fondo sabía que él logró convertirse en el gran guerrero y hombre que es, debido al apoyo que siempre tuvo de sus amigos… Mi padre tenía razón… es la amistad lo que des da la fuerza a los Caballeros de Atenea… Lo he entendido demasiado tarde, ahora que me hace falta más que nunca el apoyo de los amigos que nunca tuve…» —«Vaya… hasta que al fin estás consciente de la realidad, Evan —le dijo en tono tranquilo una voz familiar a sus espaldas—. Aunque es un poco drástico que afirmes que no tienes amigos». El aludido giró extrañado la cabeza, para notar con gran sorpresa que quien le hablaba en su mente era la figura incorpórea del actual Santo de Dragón. —«¡Senshi!!! ¡¿Cómo es que tú…?!!» —«Y no es solo él quien te ha acompañado siempre, amigo —intervino la siempre espontánea presencia del recién aparecido Kenji de Pegaso—. Aunque ya me estoy cansando de que siempre me golpees por la espalda… ¡he aprendido apreciarte, cabeza dura!» La gran sonrisa con la que el joven rubio pronunció esta frase, provocó que su interlocutor respondiera al gesto también sonriendo con complicidad. —«Pues te daré una buena paliza cuando todo esto termine, Kenji —le desafió el trigueño de cabellos platinados, tratando de recuperar su clásico talante—. Nadie me llama ‘cabeza dura’ y continúa tan campante». —«¡Oye, feo! —lo llamó una tercera voz femenina a su costado—. ¡Ni creas que te permitiremos llevarte toda la gloria de la victoria para ti solo!!» —«¡Anna!! —exclamó aún más sorprendido el Fénix, al ver cerca suyo el translúcido ser de la enmascarada Guerrera de Andrómeda—. ¿Tú también has venido a reprocharme, mocosa?» La chica castaña soltó una pequeña risita al escuchar los improperios. —«Todavía te hace falta aprender a tratar a una dama, pero no discutiré contigo solo por esta ocasión, Evan… ¡Y no creas que engañas a alguien con esa actitud de ‘chico malo’ que siempre te ha caracterizado! ¡A pesar de lo grosero y patán que has demostrado ser, sabemos que eres un buen chico en realidad!! —«Ella tiene razón» —la secundó titubeando la Amazona de Cisne, asomando tímidamente la cabeza detrás de su compañera. —«También tú… Natassia…» —musitó embelesado el Caballero portador del ave mítica, sonrojándose ligeramente a causa de una fascinación que le resultó inexplicable. Observar la cándida figura de la enmascarada joven de rizada cabellera celeste, le devolvió por un momento la paz a su alma.
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Saga: CATACLISMO 2012 —«Aunque te hayas esforzado en alejarte de todos nosotros, siempre te hemos respetado y apoyado —añadió Cisne, hablando casi en voz baja—, así que jamás olvides que tienes amigos que siempre estarán allí para ti…» —«¡Ya la escuchaste, Evan! —añadió emocionado Senshi de Dragón—. ¡Nosotros somos un equipo de amigos y jamás te dejaremos solo! ¡Así que ahora ve y derrota de una vez a ese dios malhumorado en nuestro nombre!!» El aludido sonrió ampliamente. Jamás en su vida sintió tanta seguridad como en ese momento. —«Así será, amigos y… gracias a todos ustedes por acompañarme en estos momentos…» Las figuras de los cuatro Santos de Bronce se desvanecieron y el tiempo regresó a su crítico curso normal. —¡Ríndete, Bennu!!! —le exigió el descontrolado dios, luchando salvajemente por superar la barrera de la joya y apoderarse de cuerpo y alma del joven. —¡Jamás!!! —reaccionó Evan con abrumadora convicción—. ¡No me vencerás, porque no estoy solo!!! Con los nuevos ánimos que le otorgaron los espíritus de sus cuatro amigos, la fuerza del Fénix alcanzó niveles insospechados para un ser humano. El joven guerrero no solo logró acariciar los límites del ‘Último Sentido’ sino que también consiguió despertar el vínculo que mantenía con el legendario Bennu desde la era mitológica. Fue precisamente su aura en forma de la ancestral ave mítica egipcia la que, en lugar de reforzar y complementar al espíritu de Ra; lo abarcó por completo y luchó por aprisionarlo en la joya de escarabajo del dios celestial de la civilización egipcia. —¡Por Atenea! ¡Por las personas de toda América! ¡Por mi padre! ¡Por ustedes, amigos! ¡Por la Guardiana Femi, quien perdió su vida para salvarme! ¡Por el señor Aioria, quien murió para rescatar a las personas de mi patria! ¡Y por mi maestro Ikki!... ¡‘EL SELLO ETERNO DE NEFTIS’!!! Con solo verla una vez, Evan logró imitar a la perfección la técnica de sellado espiritual que utilizaría la diosa de la fertilidad antes de fallecer, manifestándola en una ráfaga de luz anaranjada que reforzó al cosmos oculto de Horus en la gema. Los resultados no se hicieron esperar y, gradualmente, el furioso espíritu de Ra estaba siendo absorbido por la piedra preciosa fortificada. El dios perdió por completo la cordura al verse casi derrotado. Era solo su instinto lo que permitía resistirse a no ser encerrado en la reliquia. —¡Maldición!!! —rugió el ser de fuego con una grave voz demoníaca, la cual sonó más fuerte que la convulsión del clímax de la batalla— ¡Isis, Horus, Anubis, Osiris, Seth… detengan a este infeliz que intenta acabar con mi existencia!!! —añadió enardecido, con las ideas y la consciencia de la realidad perdidas por completo—. ¡¿Dónde estás, Nü Wa?!!! ¡Te necesito!!! ¡Eres la única que aprecio de entre todos los dioses de la Alianza Suprema!!! ¡Nü Wa!!! El último grito irracional del supremo africano fue ahogado, cuando los remanentes de su alma divina fueron confinados en el instrumento ancestral en forma de escarabajo. A Evan le temblaba la mano derecha en la sostenía con afán la joya y en su desencajado rostro aún era visible su expresión de furiosa determinación. Tras el apoteósico esfuerzo, el humano que logró apresar al espíritu de un dios supremo, cayó 47
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco exhausto de rodillas. La primera idea que se le pasó por la cabeza, fue apresurarse en ir a socorrer a su gravemente herido antecesor, mas su intento se detuvo al tener un fatal presentimiento que lo obligó a inspeccionar aterrado el objeto que se había tornado escarlata. —Algo va mal… El cielo no cambia de color y todavía puedo sentir la amenaza que representa Ra… —musitó incrédulo, para luego abrir los ojos de gran forma al darse cuenta de un terrible hecho—: ¡Demonios!!! ¡Ese infeliz se liberará en cualquier momento! ¡El sello espiritual es demasiado débil!!! El tiempo se le acababa, así que tomó una drástica decisión… —La joya por sí sola no podrá resistir la fuerza que todavía posee ese infeliz… Se necesitará ingresar la reliquia en un contenedor vivo para sellar definitivamente su alma… —manifestó sobremanera frustrado. Reemplazando su expresión perturbada con una sonrisa que denotaba profunda amargura, Evan cargó todo su cosmos en el puño que sostenía el alma encerrada del egipcio. —Vaya… luchamos tanto para detenerlo y al final no podré disfrutar de la victoria junto con mi maestro… Entre lágrimas, el Caballero de Bronce dirigió un fulminante golpe contra sí mismo. Su objetivo era insertar el escarabajo de topacio en sus entrañas vivas. —«Adiós, señor Ikki… Adiós amigos… ¡Les encargo salvaguardar la paz en el planeta!!» —¡‘Puño de la Ilusión Demoníaca del Fénix’!! El agonizante Santo de Leo logró ejecutar a último momento su ken de bronce, logrando así paralizar el sistema nervioso de su impetuoso sucesor y detener su intento de autoinmolación. Con total incredulidad e impotencia, Evan vio a la destrozada figura de su maestro caminando a paso firme. Ikki avanzaba con su clásico porte serio y digno. Aunque su armadura dorada estaba en gran parte cuarteada y, golpes, magulladuras, quemaduras y la fatal herida que atravesaba su pecho lo aquejaban; no se dignó a siquiera mostrar una mínima mueca de dolor en su rostro. Al contrario, sus brillantes nuevos ojos anaranjados y felinos resplandecían con más ímpetu que nunca antes. Al Santo no le importaba lo grave de la incontenible hemorragia que manaba el agujero de su pecho. —Se… Señor Ikki… —balbuceó impresionado el inmóvil joven —¡¿Por qué… me ha detenido?!! ¡Es necesario que encierre a Ra en mi cuerpo!!! ¡Se nos acaba el tiempo para…!!! —No quieras hacerte el héroe, muchacho —le interrumpió implacable el de cabellera azulada, sin siquiera detenerse a mirarlo en medio de su solemne marcha—. Tu nuevo vínculo con el Fénix te permitió detener a ese sujeto y por lo tanto, tu papel en este combate ya terminó… Llegó la hora de que yo también demuestre la verdadera fuerza de mi constelación de oro… La armadura de Leo abandonó a su portador y se ensambló en su forma de object frente al intranquilo Santo de Bronce, cuya intuición le hacía esperar lo peor del hecho de ver a su antecesor desprotegido. Ikki se dirigió al lugar en el que se encontraban esparcidas las piezas de la Armadura Suprema de Ra y sin decir palabra, empezó la tarea de calzarlas manualmente sobre su cuerpo. Debido a que el ropaje sagrado no estaba diseñado para proteger a un ser humano, con cada 48
Saga: CATACLISMO 2012 placa de metal rojizo que el Santo colocaba en su ser, las piezas intentaban rechazarlo, elevando su temperatura y quemando la piel de quien tan atrevidamente osaba portarlas. Llevando en mano el casco de la Armadura Suprema y, soportando la terrible agonía que le producía vestir la misma; el Caballero de Leo consiguió dominarla con la ayuda de su ardiente cosmos. Al ver la escena de Ikki desplegando majestuosamente las alas del ropaje divino, a Evan le dio la impresión de que quien consideraba como su maestro, se había convertido en un dios. Y tal sentimiento no era exagerado, ya que el más experimentado de los Atenienses lucía un porte solemne y magnífico, muy similar al que tenía el supremo egipcio cuando utilizó esa armadura estando aún en goce de su existencia física. —Dijiste que se necesitaba de un contenedor vivo a fin de sellar para siempre a ese sujeto, ¿cierto? —inquirió el hombre en armadura divina, a pocos centímetros del maltrecho Fénix—. ¡Pues aquí tienes a uno perfecto para albergar su espíritu! ¡Ahora que me adueñé de su armadura, Ra no podrá escapar en milenios tras lo que planeo hacer!! —¡Deténgase, señor Ikki!! —le rogó desconsolado su paralizado interlocutor—. ¡Si fusiona su espíritu con el del dios, perderá completamente su esencia humana y no será más que un indefinido avatar sin voluntad!! El Dorado no acogió las advertencias, así que, suavizando un poco lo severo de su talante, le arrebató la joya roja de las manos. —Esa profunda cicatriz que tienes en el centro de la frente… —le dijo, mirándolo con una nada habitual actitud paternal—. Cada vez que la observes, recuerda el día en el que te convertiste en un verdadero hombre… Dicho esto, Ikki enterró violentamente el escarabajo en su cuerpo… El impulso de un golpe en llamas rebosante de un poder casi divino, le fue suficiente para perforar parte del peto de la Armadura Suprema e insertar la joya a través de la misma herida sangrante que le infligió Ra hace poco. El objeto sagrado quedó alojado a pocos centímetros del palpitante corazón del Santo de Oro. La incredulidad de Evan al ver esta escena fue tal, que no logró reaccionar en absoluto. Ver a Ikki sacrificándose de tal modo, era demasiado para él. Al presenciar el pasmado rostro de quien sería su alumno, el agonizante hombre se giro y se dispuso a abandonar la escena. Con el porte esplendoroso que le otorgaba vestir la armadura de Ra, empezó su marcha hacia las afueras de la ya tranquila ciudad. —«Jamás me habría imaginado haciendo este tipo de cosas por alguien que no sea nuestra diosa —reflexionó Leo, colocándose el casco del ropaje divino en medio de su marcha—, y mucho menos por alguien como Evan, ya que consideraba que no era más que un mocoso mimado que regresaría llorando a su vida de comodidades. Sin embargo, me demostró todo lo contrario con los años y por eso no me arrepiento de sacrificarme por él… Debo admitir que ese testarudo se ha ganado mi respeto… e incluso mi estima y mi cariño». Por un momento se detuvo y giró el rostro para mirar de reojo a su heredero de bronce. —Casi, lo olvido —le dijo Ikki con sumo orgullo—. Reconozco tu valía como un Santo de Atenea, como mi digno sucesor y como un igual… ¡Así que vive y protege a Atenea y a la Tierra en mi nombre, Evan de Fénix!!! Aquellas efusivas palabras sacaron al joven estadounidense de su trance. Al fin logró reaccionar al ver alejarse al hombre en armadura alada carmesí. —¡Por favor no me abandone, maestro!!! —le suplicó a lágrima viva—. ¡Comenzamos juntos 49
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco esta batalla y usted me prometió que también la terminaríamos juntos!!! En medio de su desesperación e impotencia, Evan tuvo los suficientes bríos para desembarazarse de la parálisis provocada por el ken psicológico. Así que al verse en libertad de movimientos intentó correr con frenesí hacia su antecesor. —«Este chico me ha sorprendido hasta en los últimos momentos —continuó cavilando Ikki, esbozando una ligera sonrisa de satisfacción—. No cualquiera se deshace de una técnica ejecutada con el máximo nivel de cosmos... Lo siento, muchacho, pero este es nuestro adiós…» La armadura de Leo dejó su forma de object y se ensambló enseguida sobre el cuerpo de Evan. Esa fue la drástica medida final que tomó el dueño original de la cloth para detener nuevamente al Santo de Bronce. Al estar otra vez inmovilizado, el joven trigueño de lacia cabellera platinada se desesperó más todavía. —¡Maldita sea, Ikki!!! ¡¿Qué demonios planeas hacer con el espíritu de ese dios en tu cuerpo?! ¡¿A dónde rayos irás?!!! ¡Ikki!!! ¡No me ignores, infeliz!!! ¡Dame la cara al menos!!! ¡Ikki!!! Los gritos del joven se perdieron en la absoluta quietud que invadió ambiente cuando el legendario Dorado se alejó caminando de la escena. —«¿Acaso es paz absoluta lo que invade mi corazón? Vaya… no se siente nada mal… Me marcho tranquilo sabiendo que dejo todo en buenas manos… Evan, amigos, señorita Saori, hermano Shun… les pido perdón por… abandonarlos una vez más… Les prometo que… esta será la última vez… que lo hago… Adiós…» La última lágrima de Ikki cayó sobre la tierra quemada y su presencia y cosmos desaparecieron por completo. Al mismo tiempo, la amenaza que representaba Ra fue completamente erradicada y la quietud regresó a todo el continente americano. Una vez más el cielo rebozó de su tranquilizador color azul, el cual poco a poco iría restableciendo la paz en todas los pueblos de los Estados Unidos y el resto de América. Aunque el Santo Dorado ya no estaba presente, la cloth de oro de Leo resplandecía con vivaz intensidad al vestir a Evan y todavía emanaba la calidez y bondad que su dueño original nunca compartió con el sucesor de su constelación de bronce. Era la primera vez que tenía la oportunidad de percibir a su antecesor tan de cerca. El corazón le latía con intensidad al sentir los últimos residuos del cosmos de Ikki, los cuales le daban vida a su casi destruida cloth. Tal combinación de intensas emociones logró conmover profundamente a Evan, quien tras recuperar su libertad de movimiento, se arrodilló y lloró a toda voz por la desaparición de quien se sacrificó en su lugar. —¡No quiero esta armadura dorada que no me pertenece! —rugió, golpeando repetidas veces el piso con frustración, mientras que en su mente se formaba la clásica imagen seria del antiguo dueño del ropaje áureo que portaba—. ¡Yo quiero tener de vuelta a mi maestro!!! ¡Maldición!!!... ¡Eres un idiota, Ikki de Leo!!! La luz roja del Calendario Maya se apagó… El segundo sarcófago que convocó Anubis fue abierto y, quien reposaba en el mismo, regresó al mundo de los vivos…
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Capítulo 45
Destinos encontrados: ¡Adelante, santos de Atenea!
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==Maravilla Suprema. Sendero al Pozo de Brigit== En medio de un tenebroso camino flanqueado por árboles en estado de putrefacción, Shun de Virgo avanzaba con sumo sigilo. —«Lo lograste, Anna… —se dijo a sí mismo el Santo Dorado, esbozando con orgullo una sonrisa—. Me prometiste que vencerías a Aibhill de Banshee y así lo hiciste». Ganando más confianza al sentir el triunfo de su sucesora, el hombre de larga cabellera verde continuó su marcha hacia un derruido pozo que observó en la distancia. Solo algo lo detuvo: un presentimiento tan terrible y fatal, que fue capaz de apretujarle el corazón desde su mismo interior… Inexplicablemente, su rostro se tornó lívido, su vista se nubló de repente y sus latidos incrementaron su ritmo. Por último, una profunda melancolía invadió su anonadado ser entero. —Her… hermano Ikki… —balbuceó, desplomándose rendido sobre una de sus rodillas y llorando involuntariamente—. No puede ser que tú hayas… —Muerto… —sentenció imperturbable una profunda voz masculina, completando la terrible premonición del Caballero—. Fue un terrible destino el que sufrió el poderoso Santo de Leo. Es una lástima que el ejército de Atenea se vea diezmado con una baja tan importante. —Lo lamento, Shun de Virgo —añadió una segunda voz que sonaba condescendiente y severa a la vez—. Podemos sentir la fatalidad de la muerte de los seres humanos y tu hermano definitivamente ha dejado de existir. Una tercera voz también intervino entre las sombras: —Ya llegará el momento para que te lamentes por su muerte. Por ahora tienes una misión muy importante que cumplir para nosotros… Aún en shock por las terribles noticias recibidas, Shun apenas pudo alzar la mirada para observar a quienes le hablaban con tanta frialdad. —Ustedes son… Tres hombres ataviados en armaduras de tonalidades oscuras y formas amenazantes, se erguían ante el arrodillado Santo en cloth áurea, quien al reconocerlos, se reincorporó enseguida e intentó salir de su letargo al ponerse en guardia. —¡No creería una sola palabra de seres viles como ustedes!! —les gritó Shun con un furioso semblante poco habitual en él—. ¡Conozco a mi hermano y sé que él puede arreglárselas por sí solo! ¡Ustedes solamente intentan confundirme! Sin responder a aquellas frenéticas palabras, los tres guerreros manifestaron su fuerza cubriendo sus cuerpos con maliciosas auras color violeta. Aquellas poderosas cosmoenergías amenazaban con desatarse en cualquier momento contra Virgo…
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==Maravilla Suprema. Bosque de Luonnotar== —¡Aioria!! Lo súbito de la exclamación de Marin logró espantar a algunas aves y demás criaturas que moraban en los terrenos de Mielikki. El fuerte vínculo emocional que mantenía con el antaño Leo, le permitió sentir el instante exacto de su deceso, por lo tanto le fue imposible evitar que un potente grito que evocaba el nombre del legendario Leo, aflorara de sus labios mientras lágrimas nacían de sus ojos azules. Por un momento incluso le dio la impresión de poder escuchar las últimas palabras del Santo, siendo susurradas directamente en su alma. —No, Aioria… —contestó a la nada la Amazona, sonriendo con amargura—, puedes estar seguro de que jamás te olvidaré. Siempre habrá reservado un lugar especial en mi corazón para ti… Honrando con un minuto de silencio el recuerdo del hombre que sacrificó su vida para salvar las de millones, la Guerrera de Águila enjugó sus lágrimas e intentó recuperar la compostura a fin de continuar con su camino. El dolor de las heridas que le infligió la diosa finlandesa de la caza, le dificultaban severamente el paso, pero aun así no desistió en su intento de buscar a su hermano menor y a su amiga. Por fortuna para la doncella, tras pocos minutos de calvario, logró reunirse con una de las personas que ansiaba encontrar. —Touma, me alegro de verte con vida —le dijo con prudente júbilo, al verlo acercarse lentamente entre los árboles—. Sabía que esa diosa no podría… Marin ahogó una exclamación de asombro al ver que Ícaro traía el inerte cuerpo de Artemisa en brazos… La diosa griega de la caza tenía su sangrante pecho atravesado por una fecha plateada, pero a pesar de aquello no mostraba ni la más ligera expresión de dolor. Al contrario, su pacífico rostro era bañado por los rayos de sol que se colaban entre las copas de los árboles, dándole una apariencia radiante y feliz. Parecía ser que la deidad dormía plácidamente y que disfrutaba de un hermoso sueño. En contraste, una indescriptible tristeza se reflejaba en el rostro de su Ángel y protector. Ya que al despertar tras recuperarse de la paliza que le dio Mielikki, Touma se encontró entre los inertes pero aun cálidos brazos de la diosa que amaba. Al reunirse con su hermana, el hombre de cabellera color castaño rojizo intentó ocultar el dolor que sentía con una actitud fría y distante. —Marin… Mielikki fue derrotada por Artemisa. Pude ver su cadáver siendo rodeado por decenas de sus animales. La aludida casi no le prestó atención a aquellas palabras. Su atención seguía concentrada en las figuras de su hermano y de la ausente diosa lunar. —Touma… Lo lamento mucho… —le dijo la Guerrera de Plata, en un intento por consolarlo—. Sé bien lo que sentías por ella y… —No digas más, por favor… —le interrumpió él en tono inexorable—. Todavía quedan dioses que amenazan la vida humana en el planeta. No podemos distraernos con sentimentalismos. 53
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Hermano… —Aún nos mantenemos con vida, Marin. Debemos seguir luchando… sin importar las consecuencias… tal y como Artemisa lo hizo —la voz del Ángel se quebró por unos instantes—. No permitamos que su muerte haya sido en vano. La Amazona no pudo observar las lágrimas que nacieron de los ojos de su hermano menor, ya que éste había pasado a un lado de ella para darle las espaldas. En el relativamente poco tiempo en el que Marin había convivido con Touma, logró conocerlo a la perfección y recuperar en parte los años en los que ambos se mantuvieron separados. Entendía muy bien sus sentimientos, así que supo que lo mejor sería dejarlo lidiar solo con el profundo sufrimiento que sentía, al menos por el momento. Ella lo comprendía más que nadie, ya que recientemente también experimentó la pérdida de alguien muy importante. Ambos continuaron su camino por el bosque en medio de un incómodo silencio. Con cada paso que avanzaban, parecía ser que las muertes que acabaron de experimentar afectaban cada vez más sus ya trastornadas psiquis. Solo algo logró renovar sus esperanzas: providencialmente, encontraron con vida a su amiga Shaina. Aunque todavía se mantenía inconsciente, los hermanos se alegraron al comprobar que la Guerrera de Ofiuco aún respiraba y mantenía estables sus signos vitales. Solo había algo que los perturbaba en el fondo: Por alguna razón, Shaina no vestía su recién despertada armadura de la decimotercera constelación del zodiaco…
==Maravilla Suprema. Torre de Porcelana del Jardín de K’uen-Luen== La hermosa y serena dama asiática que se encontraba contemplando su jardín desde un balcón de su torre, se sobresaltó al escuchar de repente furiosas palabras retumbando en lo más profundo de su mente: —¡¿Dónde estás, Nü Wa?!!! ¡Te necesito!!! ¡Eres la única que aprecio de entre todos los dioses de la Alianza Suprema!!! ¡Nü Wa!!! Aunque iracunda y llena de rencor, la voz del supremo egipcio también sonó desesperada y suplicante para la diosa china de la creación. —Ra… —susurró sorprendida y aterrada—, es imposible que un dios de tu nivel haya sido… No pudo terminar su frase. Su mirada se dirigió por instinto al Calendario Maya que levitaba en el centro de la fortaleza de los dioses de la Alianza, contemplando así el instante justo en el que la luz roja se extinguió. El generalmente tranquilo rostro de Nü Wa se vio desencajado unos instantes por una sobrecogedora tristeza. Mordiendo su labio inferior para contener un grito, la deidad china apretó con ambas manos la porción de la túnica de seda blanca que cubría sus muslos. Esa fue su reacción para intentar contener aquellos nuevos sentimientos que le parecieron inexplicables y confusos. —¡Ra, eres un engreído estúpido!! —soltó al fin la dama, llorando rabiosa—. ¡Fuiste vencido por tu insolencia y orgullo! ¡No debiste atacar la Tierra tú solo!!!
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Saga: CATACLISMO 2012 Limpiando las lágrimas que le obstaculizaban la visión, la deidad de mirada rosa y lisa cabellera castaña recuperó un poco de su habitual compostura y, tras voltearse para mirar con cierto rencor la puerta de su habitación real; se dirigió con gran decisión a la misma. Justo cuando estaba a punto de abandonar su recinto sagrado, se detuvo con resignación al recordar la promesa que le había hecho al dios sol durante su único encuentro. —Solo por respeto a ti, no dejaré mi torre —profirió entre dientes para sí misma, parando en seco para descargar su frustración de un golpe en el enorme umbral—, pero si veo que alguno de esos humanos atraviesa esta puerta, juro que dejaré a un lado mi carácter pacífico y mi recato para castigarlos severamente. Con gran seriedad en su semblante, Nü Wa regresó a su balcón y contempló los bellos jardines que se extendían en la base de su templo. —Te demostraré que mi papel en la Alianza no se limita solo a crear la nueva especie dominante. Justamente tú mismo pudiste ser testigo de una ligera parte del espíritu aguerrido que también poseo. Espíritu que desde ahora manifestaré con todas mis fuerzas para batallar en tu nombre contra los Santos de Atenea que se presenten en este lugar… Ra, supremo dios egipcio del sol, tu desaparición no quedará impune…
==Santuario de Atenea. Barracas== —Sí que fue duro tener que batallar en mi propio país —comentó Evan con aire calmado a su interlocutora—. ¡No imaginas todos los problemas que nos dio ese sujeto Ra! El herido Santo de Fénix se mantenía postrado en una humilde pero cómoda cama de las cabañas del Santuario. Quien devotamente permanecía a su lado, tratando sus heridas como lo había hecho ya en tantas ocasiones; era la Amazona Natassia de Cisne. —Lo importante es que te encuentras bien, Evan —manifestó la muchacha enmascarada en tono tímido, vendando con delicadeza uno de los antebrazos lastimados del Santo—. Atenea estará muy orgullosa de ti cuando sepa que lograron proteger a toda América. —No fui solo yo quien logró la victoria —señaló el joven estadounidense, sonriendo ampliamente para la frágil jovencita que lo atendía—. Mi maestro Ikki, la Guardiana Femi de Isis y el señor Aioria me apoyaron hasta el último momento, además, tú también estuviste allí, Natassia… Gracias a los ánimos que me dieron mis amigos y tú, logré descubrir mi verdadera fuerza interior. No sabes cuánto te lo agradezco. La portadora del Cisne siempre evitó ver a los ojos de las contadas personas con las que había entablado una conversación. La mirada de la gente clavada sobre sus ojos le incomodaba, le hacía sentirse presionada. Incluso cuando su maestro Hyôga intentaba encararla y conversar amablemente con ella, la joven aprovechaba la privacidad que le otorgaba su máscara para desviarle la mirada de manera disimulada. Pero en esa ocasión se sintió cómoda al observar los sinceros ojos escarlata de su amigo posados sobre ella. Le fascinó tanto ver a Evan sonriéndole por primera vez, que por un momento olvidó su timidez y se sintió reconfortada en la compañía del Caballero de Fénix. —Oye, Natassia —la llamó él, sacándola de sus ensoñaciones—. Quiero aprovechar esta ocasión para pedirte disculpas… 55
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Sin duda la aludida se sorprendió al escuchar tales palabras, y más al ver sonrojado a quien las pronunció. —Te traté mal en muchas ocasiones y aunque no tengo excusa para ello, quiero que sepas que todas las palabras duras que te dije, fueron motivadas por la envidia que sentía por ti… —¿Envidia? —inquirió ella confundida—. Créeme, no existe ninguna razón por la cual podrías tenerme envidia. —La hay Natassia… Siempre quise tener un maestro comprensivo y amable como el que te entrenó. Hyôga de Acuario te cuidó como a una hija y te convirtió en la poderosa Guerrera que eres en la actualidad. Que mal que lo admita pero… me hervía la sangre al ver que tú te comportabas tan fría con él, mientras que yo no tuve a nadie a mi lado en todos estos años… —Tienes razón… —dijo en un susurro la muchacha de cabellera celeste, bajando la cabeza en un gesto de vergüenza y pesar—. No merecía que alguien como el maestro Hyôga esté tan pendiente de mí en todos estos años. —¡No! ¡No es eso lo que intentaba decir! —aseguró él intentando suavizar sus anteriores palabras, esbozando una sonrisa que no pudo ocultar su incomodidad al verse en apuros. Aunque su intención no era que su compañera se sintiera mal, lo consiguió sin querer con lo dicho anteriormente. —Y yo como siempre lastimándote con mis palabras —profirió el trigueño a manera de reprimenda para sí mismo, mientras miraba al vacío de la rústica barraca—. En serio lo siento… —No te preocupes, Evan —lo tranquilizó la doncella con una voz suave y comprensiva—. Digas lo que digas y te comportes como te comportes, yo sé que en realidad eres un buen chico. Un tanto avergonzada por lo dicho, Natassia realizó un involuntario movimiento brusco mientras vendaba al Caballero de Bronce, provocando que éste manifieste ligeramente el dolor causado en la expresión de su rostro. —Lo siento, no quise lastimarte más. Él reaccionó riendo divertido al escuchar las disculpas de su interlocutora. —¡Vaya! ¡Al final fuiste tú la que terminó disculpándose! —comentó entre carcajadas que le dolían—. Tranquila, amiga. En mi vida me causarán tantas heridas como las que recibí de parte de Ra y Anubis. ¡Esos dos golpean como un par de energúmenos! —¿Lo ves? Sí eres un buen chico. Dices cada ocurrencia solo para no me sienta mal. Un más animado Fénix simplemente se sonrojó y rascó su cabeza por instinto al escuchar aquellas amigables palabras. Aunque no sería capaz de admitirlo, se avergonzó por los elogios de su compañera de generación. —Siempre te he apreciado, ¿sabes? —le confesó de repente Cisne un tanto temerosa e insegura—. Te veía entrenando solo, con esa expresión tan severa y seria con la que intentabas ocultar la tristeza que sentías en el fondo. No sabes cuántas veces tuve el impulso de acercarme a ti, pero mis inseguridades me lo impedían en cada ocasión. —Natassia… tú… —Sí, Evan —le interrumpió anticipándose a lo que él iba a decir—, también conocí el verdadero significado de la soledad al igual que tú, y sé que es difícil no tener a nadie en quien apoyarse. Lo 56
Saga: CATACLISMO 2012 bueno es que ahora tienes a tus amigos y… me tienes a mí… El muchacho no supo cómo reaccionar a esas palabras que jamás habría imaginado escuchar de la más callada de sus compañeras. Su rostro se ruborizó por completo, y más al ver que la doncella de bronce acercaba la mano a su careta metálica. —Evan de Fénix… mientras más te conocía. Más crecía mi deseo de hacer esto… Ante la mirada atónita y maravillada del Santo, la Amazona de Cisne empezó a retirar poco a poco la máscara que cubría su faz. Natassia ansiaba que él fuese el primer hombre que tenga el honor de contemplar su rostro… El ambiente se tornó blanco de repente y la jovencita originaria de Asgard despertó lentamente. Aún la invadía la sensación de agradable confort que le produjo su hermoso sueño. Lo único que logró distraerla de su éxtasis, fue la imagen que invadió su campo visual. A duras penas Natassia logró identificarla en medio de su confusión: Se trataba de un clásico caracter japonés, el cual había sido pintado en azul en el techo del elegante templo de madera en el que se encontraba. Aquel era el kanji del agua… —Mizu… —evocó ella por instinto, conociendo de antemano la forma correcta de pronunciación de esa letra oriental…
==Maravilla Suprema. Entrada a la Acrópolis Planetaria== Atareado sobremanera, el Santo de Bronce Kenji de Pegaso corría a lo largo de un amplio terreno de condiciones geográficas muy similares al Santuario de Atenea. Aunque algo perturbaba su veloz avance, no planteó detenerse. —«No entiendo por qué desperté con este objeto entre mis manos —reflexionó confundido, apretando con ansiedad la estatuilla que sostenía—, pero siento que mi misión es entregárselo a su dueña original». Por alguna razón, el joven sucesor de Seiya llevaba consigo la armadura de Atenea. Hecho que sin duda era inexplicable para él, ya que hace unas horas contempló el ascenso de su diosa vistiendo no su cloth, sino su mismísimo Kamui divino. Su premura era grande, así que decidió no indagar mucho en aquel asunto, sino más bien continuar con su veloz carrera, sin embargo, ésta se detuvo frente a un gigantesco e imponente templo que se interponía en el escarpado trayecto. Aquel edificio le recordó al diseño arquitectónico de las Doce Casas, ya que eran enormes columnas las que prevalecían en su estructura. —Neptuno… —susurró el rubio, alzando la vista y reconociendo el símbolo planetario que había sido grabado en el frontón de aquella construcción clásica—. Seguramente encontraré a un enemigo poderoso en ese lugar. ¡Lo venceré! Justo cuando el impetuoso Caballero de Bronce se disponía a internarse en el templo de la Acrópolis, una voz femenina hizo eco en la vacuidad del interior del mismo: —Vaya… No creí que un Santo de Bronce fuera capaz de obtener el Octavo Sentido y ascender hacia el santuario de los dioses —intervino ella en un tono pretencioso, que incluso denotaba resentimiento—. ¿Pero qué estoy diciendo? Si es nada más y nada menos que el tan célebre Kenji de Pegaso: el heredero del legendario héroe predilecto de Atenea desde la era mitológica. ¡Qué sorpresa encontrarme con el guerrero sobre quien siempre alumbrarán las candilejas! Sería una verdadera lástima que algo malo le ocurriese al siempre consentido del Santuario por todo lo que representa… 57
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —¡Aunque sepas mi nombre, no hables como si me conocieras! —replicó indignado el aludido, poniéndose en guardia—. ¡Ya veremos si te atreves a decirme todo eso cuando salgas de tu escondite y me encares como una verdadera mujer!! Un agradable perfume de rosas embriagó de repente al impulsivo muchacho. Aquel sublime aroma logró maravillarlo y dejarlo boquiabierto al complementarse con la hermosa imagen femenina que se presentó a pocos metros de él. La recién aparecida dejaba ondear al viento su largo cabello color aguamarina y su inmaculada capa alba. Tonalidades que contrastaban bellamente con el resplandeciente dorado de su armadura y su máscara. —Señorita Helena de Piscis… —farfulló cautivado, al reconocer a su compañera de oro. —Cierra la boca, pequeño —le instó la Amazona, posando sus delicados dedos en el mentón del joven—. ¿Acaso nunca has visto a una mujer vistiendo una armadura dorada? Kenji sacudió la cabeza repetidas veces a fin de recuperar su actitud habitual. —No es eso, señorita Helena. Es solo que por un momento creí que usted era una enemiga — inventó el rubio, intentando ocultar la fascinación que sintió hace un momento. —Conque una enemiga, eh… —repitió irónica la hermana menor de Afrodita, echando atrás su preciosa cabellera en un gesto de arrogancia—. Pues creo que entonces debería mostrarte mi rostro y matarte de una vez para evitarte el sufrimiento de ser derrotado. Alterado Pegaso vio como su compañera acercaba la mano a su careta dorada con la clara intención de quitársela, así que su impulso fue cubrirse los ojos con su mano libre. Al ser testigo de tal reacción, la joven de oro rió divertida. —Tranquilízate, pequeño. Solo estaba bromeando. Sé que te encanta luchar y no pienso dejarte fuera de toda la diversión. —¡Yo no lucho para divertirme! —manifestó un tanto enojado el Santo—. ¡Usted más que nadie debe saber que nosotros peleamos por la justicia y para proteger a la humanidad de..!! —Bla, bla, bla… Conozco de memoria ese discursito pre elaborado como para que un mocoso de bronce me venga a sermonear así. —¡Pero Helena, ambos deberíamos concentrarnos en…!! Una vez más ella interrumpió el irritado hablar del más joven: —Señorita Helena de Piscis para ti, caballito con alas —le increpó, cruzando engreída los brazos—. Todavía no te he dado la confianza como para que me llames solo por mi nombre. —De cualquier forma, ya que ambos estamos juntos en esto, ¡deberíamos formar un equipo y derrotar a cualquier enemigo que encontremos! —le propuso con gran entusiasmo el sucesor de Pegaso. —Por supuesto que no —rechistó tajante la Dorada—. Tengo mis propios asuntos que atender en otro territorio. Y ya que me aburrí de conversar contigo, me marcho. Procura no morir dentro del templo de Neptuno. Nos vemos si sobrevives… Sin ningún miramiento, la Amazona intentó pasar de lago de su compañero, pero éste la detuvo agarrándola de la capa que se sostenía en las coyunturas bajas de sus hombreras doradas. —¡Espere, por favor! ¡No podemos anteponer asuntos personales a nuestro deber de Santos! 58
Saga: CATACLISMO 2012 ¡Luchemos juntos por Atenea!! Un tenso silencio reinó entre ambos durante varios segundos. —Debería replantear lo de matarte… El último que se atrevió a tocarme, terminó seis metros bajo tierra… El tono amenazante con el que la dama pronunció esta frase, logró intimidar al Caballero de Pegaso, así que por instinto soltó enseguida la prenda blanca. —No eres diferente de mí, Kenji —le dijo en una poco habitual actitud seria, mientras se alejaba dándole las espaldas—. Al ver tus ojos, he notado que tampoco luchas por Atenea. Tú solo quieres proteger a la mujer llamada Saori, por quién sabe qué motivo. Ambos somos unos egoístas que pelean por razones personales, pero al menos yo sí tengo la decencia de admitirlo… Las pupilas castañas del aludido se vieron opacas al escuchar aquellas implacables palabras. Simplemente no supo qué responderle a su interlocutora. —Esa estatuilla que traes contigo… —añadió la enmascarada de hermosa cabellera aguamarina con un tono más suave—. Entrégale su armadura a Atenea si no quieres que todos desaparezcamos en este lugar… Dicho esto, la Guerrera de Piscis desapareció a la velocidad de la luz, dejando sumido en la confusión al Caballero de Bronce, quien al verse solo, no se dejó intimidar y tras encarar con decisión el templo planetario, se dispuso a continuar. —Piensa lo que quieras, Helena… yo seguiré luchando sin importar lo que se interponga en mi camino… ¡Te demostraré que mis motivos no son egoístas como piensas, entregándole su cloth a nuestra diosa!! Recuperando el brillo decidido en sus ojos, Kenji de Pegaso cruzó el umbral del santuario de Neptuno.
==Maravilla Suprema. Exteriores de la Ciudadela de Teotihuacán== A lo largo de un extenso valle que evocaba a las indómitas altiplanicies mesoamericanas, avanzaba muy seguro Senshi, Caballero de Bronce de Dragón. Aunque las condiciones de aquel ecosistema densamente poblado de cactáceas, matorrales secos y encinos blancos le dificultaba el avance; no desistió en su intento por encontrar a sus amigos y a su diosa. Solo se vio obligado a detenerse tras sentir una anomalía en el cosmos… El paisaje que al principio se veía soleado y claro, de repente fue consumido por una oscuridad más espesa que la misma noche. —Tranquilo, Senshi —se auto convenció, alzando la guardia sin temor—. Has entrenado durante toda tu vida para momentos como este… Entre la bruma emergió caminando lentamente una figura humanoide que lucía una apariencia macabra e intimidante. Se trataba de un hombre alto y atlético de larga cabellera verde oscuro, envuelto todo su cuerpo en la más espesa aura de nociva oscuridad. Al verlo avanzar indiferente a pocos metros de donde se encontraba, la reacción del joven Dragón fue bajar la guardia y hacer una reverencia de respeto dedicada al recién aparecido. —Señor Sombra Mortal de Cáncer, es un honor poder acompañarlo en esta empresa —le dijo 59
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco el de corta melena negra, al notar que el Santo de Oro intentaba pasar de largo, ignorándolo. El actual portador de la cuarta constelación del zodiaco solía siempre cubrir la mayoría de su armadura con la capa que lo vestía. Las pocas piezas doradas que eran visibles entre la tela, habían sido despojadas de su habitual brillo original al ser cubiertas por el denso cosmos de sombras que emanaba el actual Cáncer, quien al notar la actitud amable de quien le hablaba, detuvo su marcha y posó sus fríos ojos verdes sobre el más joven. A pesar de sentirse abrumado por la poderosa energía dañina que involuntariamente dejaba escapar el Dorado, Senshi no dejó de observarlo directamente a los ojos. —Interesante —dijo el Santo de Oro con un ligero dejo de sorpresa—. La mayoría de los habitantes del Santuario huyen de mí o evitan acercárseme cuando me ven patrullando, pero tú eres el primero en dignarse a mirarme a los ojos a pesar de la maldad que dicen que transmito. ¿En verdad no me temes como los demás? —Ambos somos Santos de Atenea —le respondió el cuestionado, sonriendo con mucha seguridad—. No podría temerle a uno de mis compañeros, y menos aún sabiendo que lo dio todo para ascender hasta aquí en nombre de nuestra diosa. Conozco bien los rumores que se dicen sobre usted, pero yo no me dejo llevar por ellos, sino por los hechos. Y justamente son los hechos los que me dicen que ahora usted está luchando por los motivos correctos. Sin decir nada, Sombra Mortal desvió la mirada hacia el entorno azteca en el que se encontraban. Su semblante se mantuvo inalterable a pesar de los elogios del sucesor del Dragón. —Eres hijo del legendario Shiryû de Libra, ¿cierto? —Así es, señor. —Hace muchos años fue tu padre quien venció a mi antecesor en Yomotsu. Estoy seguro de que podrás demostrar la misma sagacidad y valor que el Santo de Dragón manifestó entonces. Con un movimiento un tanto tosco, el Caballero Dorado de Cáncer revoloteó con la mano el cabello del joven. —Lucha hasta con el último residuo de tu cosmos, muchacho. Y jamás te rindas ante nada —le aconsejó el de larga melena verde, con un tono severo que intentaba ocultar su orgullo. —Esa es mi filosofía de vida, señor Sombra Mortal —respondió Senshi, olvidando la presión que ejercía sobre él la oscuridad, para descubrir la esencia bondadosa que ocultaba su interlocutor—. No lo decepcionaré a usted ni a mis amigos. Dicho esto, el Santo de Oro prosiguió su lenta marcha hacia ninguna parte. Al verlo alejarse tan indiferente, el joven no pudo ocultar su curiosidad. —¿Adónde irá ahora? —Me necesitan en otro territorio divino. Si logro salir con vida, te prometo que me apresuraré en apoyarte en este bastión mexica. Dispuesto estaba el Dorado a abandonar definitivamente la escena, cuando una inquietud más de su compañero de bronce llamó su atención. —Señor… antes de que se vaya, y ahora que confiamos el uno en el otro, ¿me podría decir su verdadero nombre? Lo repentino de la pregunta detuvo en seco al interrogado, quien por unos segundos guardó 60
Saga: CATACLISMO 2012 silencio y bajó la cabeza con una expresión indescifrable. —No… no puedo decirte mi verdadero nombre —titubeó con cierta frustración—, porque simplemente no lo recuerdo… Dicho esto, el apodado Sombra Mortal abandonó por completo el lugar junto con la espesa bruma negra que producía, pero aunque el paisaje azteca fue bañado nuevamente por la luz que irradiaba la Maravilla Suprema, el Santo de Dragón se mantuvo sumido en la incertidumbre y el misterio. —No… ya tendré tiempo para concentrarme en otros asuntos —se reprendió a sí mismo, para luego girarse y observar la enorme estructura ancestral que se elevaba en la lejanía—. Puedo sentir un enorme cosmos en esa pirámide azteca. ¡Atenea, padre, abuelo Dohko, amigos… en su nombre protegeré a la humanidad! Derrochando valentía, el temerario joven se aventuró entre la compleja y majestuosa Ciudadela de Teotihuacán.
==Maravilla Suprema. Alrededores del Palacio Yahirodono== El territorio de Izanami, la representante japonesa de la Alianza Suprema, estaba compuesto en su mayoría por bellos palacios y edificios construidos de hielo celeste. Incluso árboles, flores y animales se componían de agua congelada. Solo había algo que alteraba la frialdad de las tonalidades azules de aquel precioso paisaje: Sangre divina goteaba en el resbaloso piso de hielo y lo derretía poco a poco con su calidez… A orillas de una pequeña laguna congelada, una mujer ataviada en yukata de seda semitransparente se mantenía sentada en actitud serena. Aquella dama que era tan hermosa como la misma nieve, se caracterizaba por sus albos e inmaculados cabellos y ojos, los cuales estaban clavados con indiferencia sobre quien acababa de atacar con una de sus técnicas. —Es una lástima —se lamentó con apatía la Guardiana japonesa Fuyumi de Yuki-Onna—. Unos pocos centímetros más, y te habría perforado el corazón con ‘Amenonuhoko’… Atenea… Saori intentaba contener el sangrado de la profunda herida que le acabaron de infligir. Una enorme y afilada lanza se ensartó dolorosamente a través de su hombro izquierdo… Los Guardianes japoneses, o también conocidos como ‘Yōkai’, podían volverse uno con su entorno congelado, así que Atenea no notó la presencia de la fantasmal mujer asiática, la cual arrojó un mortal ataque con la ‘Lanza de los Cielos’ a la desprevenida diosa griega. La reencarnación de la deidad helénica de la sabiduría se encontró en una seria desventaja al no portar su poderoso Kamui tras despertar sola en territorio japonés. Algo o alguien se lo había arrebatado durante su periodo de inconsciencia. Sin embargo, a pesar de lo desfavorable de su situación, Saori se armó de valor para continuar con el cetro de Niké en manos. Por desgracia, ni con su poder divino pudo evitar recibir una técnica tan terrible como la que la acabó de herirla cruelmente. —Fu… Fuyumi… —la llamó Saori, ahogando un grito de agonía—. Por favor permíteme hablar con el dios que reina en este territorio… —Vaya que eres atrevida, Atenea. Me pides algo tan insensato a pesar de encontrarte en tan severo predicamento… Si te llevo con mi señora Izanami, seguramente ella te decapitaría sin contemplaciones. El cosmos congelante de la ‘Yōkai’ se elevó hasta abarcar el de Atenea, quien con impotencia 61
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco notó que su propio poder divino iba disminuyendo gradualmente a causa de la herida. —¡Por favor, Fuyumi! —insistió con desesperación la mujer de cabellera lila—. ¡Sé que puedo convencer a Izanami para que desista de su intento por destruir a la humanidad!! —¡No insistas, Atenea! ¡Se me ordenó acabar con todos los invasores del territorio shinto y no descansaré hasta cumplir con mi deber! ¡Incluso si es una diosa a quien enfrento, no permitiré que estas tierras ancestrales sean mancilladas!! Sabiendo que Yukki-Onna no entendería razones, Saori se reincorporó y con gran convicción encaró a su rival. —Tú lo quisiste, Guardiana. No quería hacerlo, pero me has obligado a luchar… —amenazó la griega, extendiendo con autoridad el báculo de la diosa de la victoria, al tiempo que también expandía su cosmoenergía divina—. ¡A pesar de estar herida y de no contar con mi Kamui o mi cloth, te derrotaré y detendré a tu diosa!! —Eres una ilusa, Atenea —sentenció la japonesa con total calma—. Tu derrota ya fue decidida cuando esa lanza atravesó tu cuerpo… En efecto, la ‘Lanza de los Cielos’ o también llamada ‘Amenonuhoko’ por su dueña original: Izanami; tenía la propiedad especial de absorber poderes divinos. Así que Atenea no pudo evitar que su cosmos sea sellado casi en su totalidad. —Ese calor que emanan tu cosmos y tu sangre —añadió Fuyumi con una expresión de marcado disgusto—. No tienes perdón por atreverte a contaminar este territorio helado con algo tan cálido… ¡Muere de una vez, Atenea!! ¡‘Danza Kagura de Agujas de Hielo’!! Tras los gráciles movimientos de la ejecutora del ken, millones de finas e incisivas líneas congeladas se dirigieron en forma de una veloz ráfaga hacia Saori, quien en un desesperado intento por salir bien librada de aquella técnica, erigió un escudo de energía protectora con la ayuda de Niké. Sin embargo, su poder divino casi nulo no le permitió reforzar la fina película de luz, y las agujas de hielo la traspasaron y arremetieron inmisericordemente contra ella…
==Maravilla Suprema. Inmediaciones de la Pirámide de Abu Gurab== En medio del amplio y ardiente desierto rojo que se extendía a lo ancho de la pirámide de Ra, corrían hombro con hombro dos Santos Dorados. —Hace mucho que no nos juntábamos para batallar, ¿cierto, amigo? —comentó con voz amena uno de ellos, atenuando un poco la tensión que empezaba a reinar entre ambos. —Tienes razón, con los años nos distanciamos bastante. Me ocupé de mi esposa y del entrenamiento de mi hijo… Y ahora que lo mencionas, no me había disculpado con ustedes por alejarme tanto tiempo del Santuario. Shiryû, Caballero de Oro de Libra, se sentía culpable porque pensaba que abandonó todo lo relacionado con su diosa durante todos esos años. Al darse cuenta de este hecho, su gran amigo Seiya de Sagitario intentó convencerlo de lo contrario. —No tienes por qué disculparte. Todos nos alejamos de una u otra forma —comentó el de armadura alada con su característica actitud despreocupada—. Tu hijo Senshi ha crecido como todo un guerrero y se ha convertido en el digno sucesor del Dragón. En cambio yo… —Seiya soltó una pequeña risa burlona—, pues ni siquiera entrené al heredero de la armadura de Pegaso, ¡y ya ves lo 62
Saga: CATACLISMO 2012 testarudo que se ha vuelto ese muchacho sin mi guía! El hombre de larga melena negra rió divertido ante el comentario de su amigo. —¡Pero si Kenji es tu viva imagen! ¡Si no fuese por el color diferente de sus cabelleras, ambos serían idénticos! —mientras se mantenían corriendo, Shiryû detuvo la plática para mostrar su característica actitud reflexiva—. ¿No será que nos estás ocultando que tu joven sucesor es en realidad tu hijo? A Sagitario casi se le escapa el corazón del cuerpo al escuchar aquella pregunta, y más con el acento tan serio con el que fue pronunciada. —No bromees, amigo —titubeó Seiya con el rostro completamente ruborizado—. ¡Aunque nos parezcamos físicamente, yo no podría tener un hijo así de impulsivo y descuidado! Riendo entre dientes, Libra vio como mejor opción dejar aquella discusión. En ese momento no ganaba nada insistiendo en resaltar el gran parecido que tenían también antecesor y sucesor de Pegaso, en lo que se refiere a rasgos de personalidad. —De cualquier forma, amigo —lo llamó el castaño con el fin de cambiar el incómodo tema— . Debemos abandonar lo más pronto posible este lugar. No hay rastros de ningún enemigo en los alrededores. —Tienes razón, parece ser que alguien irrumpió en esa pirámide de magma que acabamos de inspeccionar y que logró acabar con todo aquel que la habitaba… —Lo notaste, ¿cierto, Shiryû? —señaló el antecesor de Pegaso, dejando escapar una risa más— . Fue ese malhumorado de Ikki quien arrasó con todos los enemigos de este territorio. —Ahora que lo mencionas, todavía siento su cosmos agresivo en el ambiente. Solo espero que se encuentre bien. —¿De qué hablas? ¡Es Ikki! ¡Un sujeto duro como él no podría…! La actitud jovial de Seiya cambió de repente. Un terrible presentimiento lo obligó a detenerse. —Saori… —musitó sobremanera preocupado. Libra.
El semblante ensombrecido de su compañero de generación logró confundir y alarmar al actual —¿Qué ocurre, Seiya? ¿Te encuentras bien?
—No puedo precisarlo, pero siento que Saori se encuentra en grave peligro —apretando puños y dientes, Sagitario se dejó llevar por sus habituales impulsos—: Me marcho, Shiryû… No puedo permitir que nada le ocurra a nuestra diosa. ¡Prometí protegerla y eso haré!!! El Caballero guardián del Sexto Templo sabía bien que cuando su amigo mostraba esa seria determinación, no existía poder humano —ni divino— que lo haga cambiar de parecer. En actitud conciliadora, se limitó a agarrarlo por ambas hombreras doradas a fin de encararlo. —Te la encomiendo, amigo mío —le instó el antaño Dragón con la misma seriedad—. Sé que protegerás a Atenea con tu vida. Tras asentir con decisión y dedicarle una última sonrisa cómplice a su colega, Seiya dejó el desierto escarlata en la forma de una brillante centella en el firmamento. Por su parte, Shiryû también fue contagiado por el sentimiento de convicción que transmitía su 63
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco camarada y también se dispuso a salir de aquel lugar abandonado. —«Senshi… estoy seguro de que lograste superar la prueba que les impuso Atenea y que conseguiste ascender hasta este lugar… También te encontraré y protegeremos juntos la Tierra como padre e hijo… Tu madre se alegrará mucho cuando nos vea regresar victoriosos a nuestro hogar en Rozán».
==Maravilla Suprema. Sendero al Calabozo de las Mil Torturas== En medio de su confusión y de las innumerables heridas que la afligían, la Amazona de Bronce Anna de Andrómeda avanzaba dando tumbos a través de un angosto sendero oscuro. Su victoria contra la Guardiana celta de Banshee dejó graves estragos en su delicado ser. Hilos de sangre fluían sin cesar desde las cavidades de su rostro y un terrible dolor amenazaba con paralizar sus de por sí erráticos movimientos. —Ma… maestro Shun… —titubeó la joven castaña, extendiendo el brazo de manera suplicante—. No pienso… rendirme en este lugar… Encontraré a Morrigan y… acabaré con ella… Por más que la muchacha enjugaba sus lágrimas de sangre, éstas le seguían dificultando la visión e incrementando su martirio. Tras avanzar arrastrando los pies a través de ese macabro escenario por ya varios minutos, al fin Anna llegó a sus límites y la acumulación de daño logró mermar por completo su capacidad física. El hermoso verde que usualmente resplandecía en sus ojos, se opacó por completo cuando perdió el conocimiento. Con la imagen del sonriente Santo de Virgo en su mente, la Guerrera de Andrómeda se desvaneció en la inconsciencia, para luego desmoronarse pesadamente sobre aquel horrible terreno podrido.
==Maravilla Suprema. Puente de Bifröst. Frontera entre Nifelheim y Midgard== Los terrenos pertenecientes a la diosa nórdica Yggdrasil parecían salidos de una novela de fantasía: Magníficos edificios y monumentos de estético diseño nacían desde la madera de los enormes árboles que flanqueaban el llamado Puente de Bifröst. La armónica belleza de ese paraíso natural era complementada por la frondosa y llamativa vida vegetal que adornaba tan imponentes estructuras. Al guerrero que atravesaba aquel escenario le dio la impresión de que tal demostración de vida solo podría haber sido creada por un poder divino superior. Y sus elucubraciones no eran exageradas, ya que al ver junta a tal cantidad de exuberantes plantas y flores, cualquiera pensaría lo mismo. Solo por unos instantes la atención de Hyôga de Acuario se distrajo del hermoso paisaje. Una abrumadora nostalgia lo invadió al recordar a su alumna y sucesora… —«Natassia… lamento lo que ocurrió en el Santuario… —reflexionó con pesar el hombre que cubría el costado izquierdo de su rostro con un lienzo blanco—. De ser posible, me habría gustado al menos despedirme de ti antes de ascender a este ostentoso lugar». Una amarga sonrisa se dibujó en su rostro. —«Me alegró mucho escucharte mostrar tanto valor y entrega en ese momento. No solo te has convertido en una guerrera inigualable, sino que también estás creciendo como un grandioso ser humano... —el Santo de Oro posó con delicadeza la mano derecha sobre su pecho—. Siento que ya 64
Saga: CATACLISMO 2012 estás lista para obsequiarte el objeto que significa tanto para mí…» Influenciado por lo bello del ambiente, el rubio dio un liberador suspiro de alivio. —Mi querida Natassia, donde quiera que te encuentres, puedes estar segura de que cuentas con la bendición de Atenea. Algo perturbó la quietud del lugar, llamando la atención del Acuariano: Desde la lejanía del puente de madera, una figura humanoide se acercaba corriendo rauda hacia el Santo. La reacción instintiva de Hyôga fue alterarse al pensar que se trataba de un enemigo, pero se calmó al apenas poder identificar a la recién aparecida. —Es la Guerrera de Géminis —se dijo a sí mismo, siguiendo dificultosamente con la vista la trayectoria de la extraña dama—. Es un alivio poder encontrarme con una aliada… Dispuesto estaba el Santo a recibir a su compañera Dorada, cuando ésta simplemente lo pasó de largo y continuó con su veloz carrera. Sin detenerse, aquella misteriosa Amazona sin nombre avanzó en sentido contrario del que venía Acuario, ignorándolo por completo a pesar de encontrarse a pocos centímetros de él. Tal era la vertiginosa velocidad con la que corría la mujer pelirroja, que apenas Hyôga se giró para llamarla y detenerla, ella ya había desaparecido. —Increíble… —añadió el Dorado sorprendido—. ¿Cómo es posible que se mueva de esa manera sin siquiera encender su cosmos? Poco a poco la incertidumbre se apoderaba del otrora Cisne. Desde que la conoció en un principio, la Amazona de Géminis siempre le inspiró dudas y cierta desconfianza. Más que por su apariencia inquietante, lo que en verdad le intrigaba a Hyôga era el hecho de que ella se mostraba siempre esquiva y huraña hacia todos los habitantes del Santuario y en especial hacia la misma Atenea. Incluso sabiendo que aquella misteriosa mujer contaba con la aprobación de su diosa, su actuar le pareció siempre sospechoso, y más al ser testigo de esta última demostración de falta de compañerismo de la menos conocida de los Santos Dorados de la nueva generación. Dejando a un lado esos pensamientos que liaban su mente, el Caballero de larga melena rubia se dispuso a continuar. Sin embargo, lo que observó al girarse nuevamente, le heló la sangre por completo. —Vaya… Pasaron varios años desde la última vez que nos vimos… Quien pronunció aquellas palabras en un tono indescifrable, fue un hombre que se había plantado a mitad del sendero de tronco. Aquel extraño poseía un porte imponente y solemne, al ser su cuerpo ataviado por una armadura de tonalidades doradas y cobrizas, cuyo diseño, a juzgar por la expresión del Caballero de Atenea; fue reconocido a primera vista. El rostro del recién aparecido era ligeramente cubierto por su casco, y apenas se podía divisar su ligera sonrisa oculta entre la incógnita. —Pero qué cara de susto trae —comentó aquel guerrero, al ser testigo de la intriga que se reflejaba en el semblante del Acuariano—. Veo que no me reconocerá a menos que haga esto…
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco El General de Poseidón de Dragón Marino retiró el casco de su cabeza. Su objetivo era hacer que Hyôga contemple su faz descubierta…
==Maravilla Suprema. Plaza de Bodhidharma== —¡‘Redención en el Nirvana’!! La voz del Guardián hindú Asura de Ganesha sonó llena de regocijo y emoción al evocar el nombre de una de sus técnicas. Tras recibir de lleno el invisible ataque dimensional, los dos Santos de Atenea que lo enfrentaban se desplomaron semimuertos sobre la dura superficie de mármol de la alhambra. Narella de Sextante y Theron de Unicornio fueron completamente derrotados y humillados por su rival. Aunque lograron ascender con vida al panteón divino, difícilmente los dos amigos serían capaces de continuar en la lucha con el mismo ímpetu que mostraron contra los guerreros finlandeses hace unas horas. Casi no lograron oponer resistencia cuando ese curioso personaje arremetió contra ellos a quemarropa. Asura poseía una apariencia poco común para un guerrero, ya que su voluminoso cuerpo le haría pensar a cualquiera que al Guardián le sería difícil moverse al estar tan descuidado y excedido de peso. No obstante, pese a lo que parecían ser solo desventajas físicas, era apabullante la soltura que mostraba al batallar, incluso vistiendo aquella pesada y exageradamente adornada armadura, cuyo diseño traía a la memoria la figura del dios elefante de cuatro brazos. —¡Vencí! ¡Vencí a dos Santos de Atenea! —exclamó con aire cantarín el hindú de apariencia bonachona, aplaudiéndose a sí mismo como si de un niño se tratase—. ¡El señor Brahma estará muy orgulloso de mí cuando le muestre los cadáveres de éstos dos!! —No… No has obtenido la victoria todavía, gordo… —manifestó con dificultad el maltratado Santo de Unicornio, intentando levantar la cabeza para encarar a su peligroso contendiente—. ¡No permitiremos que una sobrealimentada bola de manteca como tú nos humille de esta forma!! La reencarnación de Ganesha dejó pasar desapercibidos los insultos de su joven oponente. Las palabras simplemente no lo afectaban. —Hemos vencido antes a sujetos como tú —secundó muy decidida la postrada doncella en armadura rosa, ajustando por instinto la venda que cubría sus dañados ojos—. ¡Y si tengo que perder todos mis sentidos para vencerte, pues así lo haré!! Tal como lo hicieran durante su batalla en el Bosque de Pangrati, Narella y Theron se reincorporaron apoyándose en el cuerpo del otro y con gran decisión encararon al avatar del dios asiático. —¡Los muertos no hablan! —les reclamó indignado el hombretón en armadura de tonalidades anaranjadas—. ¡Los muertos se quedan quietos en el piso!! Justo cuando Asura se disponía a aplastar con todo su peso a los inmóviles Caballeros, una providencial intervención salvó las vidas de ambos: —¡‘Excálibur’!! Una veloz ráfaga de luz cortante surcó el piso y se interpuso entre la pareja Ateniense y el 66
Saga: CATACLISMO 2012 Guardián. Y aunque no logró herirlo, sirvió de pantalla para que dos aliados hagan aparición en medio del combate en territorio hindú. Kyrie de Escorpión había aprovechado la conmoción para rescatar a sus maltrechos amigos y alejarlos de la escena, mientras que su hermano Eleison de Capricornio se plantó enfrente del confundido Ganesha. El siempre amable y sonriente sucesor de Shura en ese momento mostraba una marcada expresión de ira en su rostro. Asura logró desatar la cólera oculta del Dorado con sus acciones más recientes. —Acabas de despertar a la feroz espada que dormía en mi brazo —amenazó el joven rubio ojiazul, expandiendo su prodigiosa energía cósmica dorada—. ¡Prepárate, porque no me detendré hasta rebanar tu cuerpo en miles de pedazos!!
==Maravilla Suprema. Afueras del Jardín de K’uen-Luen== Todo era armonía y paz en la extensa pradera verde que rodeaba el territorio de Nü Wa, hasta que de repente una figura siniestra descendió veloz, para chocar de manera abrupta sobre la perfecta alfombra de pasto. Parecía ser que un demonio o un ángel de la muerte había descendido en predios chinos, pero en realidad se trataba de un hombre ataviado en una negra armadura alada. Levantando la cabeza para contemplar el implacable Calendario Maya que levitaba en el firmamento, el extraño de apariencia macabra extendió con fuerza las dos alas metálicas de formas puntiagudas que nacían de su espalda. —Excelente, lo hemos logrado —expresó el guerrero, esbozando una ligera sonrisa de satisfacción—. Como te prometí en las ruinas del Santuario, te he traído sana y salva hasta la fortaleza de los dioses. El Santo Negro de Sagitario le hablaba a la mujer que lo acompañaba en su aventura. Él la había protegido celosamente con un firme abrazo durante el ascenso de ambos. —Te lo agradezco mucho, Aioros… —manifestó la dama, con una sutil mezcla de calma y seriedad. La doncella que protegía el antaño Santo de Atenea era precisamente una de sus compañeras de armas. La Amazona lucía una armadura de bronce de tonalidades azules y púrpuras, contrastada ésta con el pulcro blanco de su larga túnica al clásico estilo griego. Su larga cabellera bañada por la luz divina de la Maravilla Suprema, brillaba en un intenso color vino tinto que resaltaba el de su nacarada piel. Pese a que la Guerrera de Casiopea obedecía la ley de la máscara impuesta a todas las mujeres en el Santuario, ella era la única a la que se le permitía mostrar sus ojos a través de dos concavidades ovaladas en su careta metálica. Desviando su radiante mirada de tonalidad rojo oscuro, la Ateniense contempló el pacífico paisaje al que acabaron de arribar y, soltándose suavemente del abrazo de su amigo y protector, empezó su avance sin decir palabra. —No has cambiado un ápice en todos estos años, Alalá —resaltó con amabilidad Aioros de 67
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Sagitario, mientras la escoltaba en actitud digna—. Cuando te empeñas en algo, no existe nada que pueda distraerte de tus objetivos. Tan abstraída estaba la pelirroja en sus pensamientos, que casi no logró escuchar lo que le dijo aquel hombre castaño que lucía una cinta roja en la frente. —Disculpa… ¿me decías algo? Cuando Alalá se giró para observarlo, el Santo en cloth negra logró verla claramente a los ojos. Él la conocía muy bien y podía interpretar sus sentimientos a través de su mirada. —Tristeza… soledad… melancolía… nostalgia… ansiedad —farfulló Aioros, resaltando lo que veía a través de las ventanas del alma de su amiga—. Sabes que puedo leerte como a un libro abierto. —Entonces evitaré que me mires —repuso ella con suma cortesía, dándole las espaldas por segunda ocasión—. Existen cosas que todos debemos sobrellevar solos en algún punto de nuestras vidas… Lo siento pero… mis sentimientos son privados… —Entiendo, amiga, pero no puedes cargar sola con el peso del mundo sobre tus hombros. Por favor, permíteme ayudarte con lo que te aflige —quiso convencerla él, hablándole con acento comprensivo. El antaño Sagitario no recibió respuesta alguna. Cuestión que fácilmente logró alterarlo. —¡Por Atenea, al menos dime tu razón para querer ascender a este lugar tan peligroso! ¡¿Qué vale tanto la pena como para arriesgarte de esta forma?!! La irritación e impaciencia con las que él pronunció sus últimas frases, sin duda sorprendieron a su compañera de generación. En todos los años en los que lo conoció, no lo había visto perder así la calma. —Discúlpame, no quise gritarte —profirió el ex guardián del Noveno Templo, al ver que Alalá se detenía en seco—. Es solo que me preocupa lo que podría pasarte. Si el enemigo fue capaz de destruir el Santuario entero, no quiero imaginarme lo que le haría a una sola guerrera… —Aioros, si sobreviví a la muerte que descendió sobre el Santuario, eso significa que todavía tengo oportunidad para proteger a Atenea y sus ideales. Y… aunque talvez me juzgues mal por lo que voy a decir, también quiero cumplir mi deseo más anhelado —dictaminó la Amazona con una voz tajante y segura—. Puedo sentirlo… y por esa razón haré todo lo posible para reencontrarme con él… ¡Mi corazón me dice que se encuentra aquí, en algún lugar de esta fortaleza divina, y no descansaré hasta verlo nuevamente! Ella no solía hablar con tan acentuada convicción, y eso el Caballero que la acompañaba lo sabía muy bien. Adicional a esto, al escuchar las últimas palabras de la frase de su amiga, el guerrero en armadura azabache se percató enseguida de sus intenciones. Limitándose a negar en silencio con la cabeza, sonrió complacido. —Vaya que es afortunado el hombre a quien buscas. Seguramente merece tener a su lado a una mujer tan valiosa como tú… Alalá acogió para sí los elogios y no hizo ningún comentario al respecto. Tras esto, su atención se concentró en la presencia de unas bellas flores que crecían cerca de ambos. Una remembranza del pasado le obligó a arrodillarse y cultivarlas enseguida.
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Saga: CATACLISMO 2012 —Son hermosas —resaltó fascinado el de armadura alada, al ver las radiantes plantas que sostenía su amiga—. Parece ser que la vida que nace en este lugar es mucho más exuberante que la de la Tierra. —Son orquídeas azules. Como las que… —Como las que dejabas para él cada noche en el monumento en el que encerraron nuestras almas —completó Sagitario en tono alegre. —Entonces me vieron orar por ustedes en cada ocasión… —notó sorprendida la dama de cabellos vino tinto. —Así es, Alalá. Fueron tu presencia y tus plegarias las que nos permitían ver una esperanza en medio de la oscuridad y el frío al que nos confinaron los dioses. Llenaste de color nuestra gris existencia con todas las rosas que nos obsequiaste durante todos estos años. Debo admitir, además, que no pasó desapercibido para ninguno de nosotros el trato especial que tenías con él… Siempre te escabullías en la noche para colocar una orquídea azul bajo la imagen de su rostro tallado en el monumento. La doncella de Casiopea se encogió de hombros avergonzada. No tenía idea de que fue vista en todo momento por los doce Dorados legendarios. —En nombre de mis compañeros y mi hermano, te agradezco sinceramente por tu compañía en momentos tan difíciles de nuestra existencia. Y con gran humildad me pongo a disposición como tu protector personal. Haciendo una ligera reverencia formal, Aioros le dio más énfasis a sus últimas palabras. —No insistas, por favor —reaccionó la dama, extendiéndole una de las orquídeas como obsequio—. Espero que entiendas que esto es algo que debo hacer sola, además… —La mujer enmascarada posó sus nostálgicos ojos escarlata sobre los verdes y serenos del Santo—. También he llegado a conocerte muy bien y, en todos estos años no he olvidado tu forma de ser… Te he notado inquieto desde que nos encontramos por primera vez en el Santuario. Puedo asegurar que tú también tienes asuntos pendientes en esta fortaleza y, aunque lo disfraces bien, sé que ansías partir a fin de resolverlos. —Qué bien me conoces —replicó el aludido, riendo incómodo—. Podría engañar incluso al cabeza dura de mi hermano menor, pero no a ti… —al antaño Dorado dio un suspiro de resignación—. De acuerdo, lo admito. Tengo que ajustar cuentas con cierta persona… —No te detengo entonces, Aioros —añadió resignada ella, desviando su tapado rostro—. Es una lástima, pero ha llegado el momento de nuestra despedida. La reacción instintiva del hombre en armadura negra fue abrazar con fuerza a la sorprendida Amazona, quien no vio venir tan emotivo gesto. —Esta no es nuestra despedida —le susurró él con marcado pesar, acercándosele al oído—. Hasta luego, mi querida amiga. Que el cosmos de Atenea te proteja. Empuñando con decisión la flor añil que le acabaron de regalar, el Santo Negro de Sagitario se desvaneció por completo sin dejar el mínimo rastro de su presencia. Al verse sola, Alalá concentró sus ímpetus en hallar a la persona con la que tanto ansiaba reunirse. Lo primero que llamó su atención en su trayecto, fue la magnífica torre de porcelana que se elevaba en el centro de un colorido jardín lejano.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —«Sin duda aquél es el edificio más importante de este territorio divino —dedujo ansiosa, al tiempo que avanzaba con cautela entre la extensión de pasto y flores—. Algo me dice que te encuentras cerca de esa torre…» La más profunda melancolía del pasado invadió por completo a la doncella de Casiopea. Con cada paso que daba, su ritmo cardiaco se incrementaba a causa de una emoción que recordaba muy bien. —«Este sentimiento… Solo una persona es capaz de hacer latir mi corazón de esta forma… Volveremos a estar juntos… Saga…»
Capítulo 46
¡Encuentro fraternal! El dilema de Géminis
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Saga: CATACLISMO 2012
==Maravilla Suprema, Selva de Eldorado== —¡Esta es la técnica de Cabellera de Berenice que consumirá todos tus colores! ¡‘Lluvia Perpetua de Oricalco’!! —clamó Mar, pronunciando por instinto el nombre de un ken inédito. —¡No lograrás vencerme, Guerrera de Atenea! —replicó muy segura su rival, Cavillaca de Q’inti—. ¡Nada puede devorar las infinitas combinaciones cromáticas que es capaz de manifestar el plumaje del colibrí!! ¡‘Caleidoscopio Primaveral’!! La negrura producida por el recién despertado cosmos de la muchacha de Rodorio, fue consumida por la confusa y viva mezcla psicodélica que invadió nuevamente la jungla. La Guardiana no pudo evitar sonreír satisfecha al estar segura de que su ken de ilusión superaría al de su oponente. —Te lo dije, Mar. El negro es solo uno de tantos colores en… —El negro no es un color —le interrumpió la chica con una voz completamente diferente a la suya habitual—. Cuando todos los matices se juntan, la más densa oscuridad se hace presente… En un instante, la bruma del más espeso negro contrarrestó y devoró al ken de la inca, quien incrédula vio como su territorio fue dominado por inquietantes tinieblas. Los naturales sonidos selváticos fueron acallados y una perturbadora quietud se complementó perfectamente con aquella naciente oscuridad, cuya densidad era tan extrema, que incluso la misma Cavillaca se vio desorientada y aterrada al no ser capaz de distinguir siquiera su propio cuerpo. A increíble velocidad arremetieron desde el firmamento miles de finas agujas metálicas, las cuales al ser tan negras y sigilosas como la misma bruma que saturó la jungla, no lograron ser percibidas por la Guardiana de Q’inti, quien simplemente no pudo hacer nada para contrarrestar la salvaje técnica que impactó de lleno sobre ella. El oricalco, al ser el poderoso metal ancestral usado para la reparación de cloths, atravesó el material de la armadura de Colibrí como si de mantequilla se tratase. El mortal ken de Berenice siguió su curso y perforó de manera inmisericorde a su víctima en miles de puntos a la vez. El karma se hizo presente y la bella joven de cabellera alba experimentó en pocos segundos todo el sufrimiento de las torturas que había infligido a Mar con sus técnicas a lo largo de la batalla. Fue agónico para la sudamericana sentir cada aguja quemante atravesando su carne y sus entrañas, así que no pudo evitar romper la quietud de la escena con sus desesperados gritos. La conmoción al fin se detuvo cuando la Ateniense agotó sus fuerzas y cayó de rodillas exhausta por el esfuerzo. Las sombras desaparecieron y la selva de Eldorado regresó a la normalidad, solo para mostrar a su protectora aún de pie y con su orgullosa mirada clavada en lo alto de la vegetación subtropical. Ante los ojos de la jadeante y casi postrada Mar, Cavillaca se veía intacta e igual de fuerte que siempre, por lo que muy para sus adentros se lamentó por su fracaso al sentirse indefensa y completamente a la merced de la Guardiana, ya que no fue capaz de mover un solo músculo al verla acercársele a un paso tan firme y seguro.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Levántate, Guerrera de Atenea —le exhortó la peruana a su arrodillada contendiente en tono severo, ofreciéndole a la vez la mano en un disimulado gesto amistoso—. Con una sola técnica superaste todas las de mi repertorio, así que acepto mi derrota ante ti… Al escuchar tales palabras, la chica en cloth azabache levantó su sorprendido semblante y, con cierta duda, aceptó el apretón de manos que la ayudó a ponerse en pies. —Cavillaca, tú… —No digas nada, ya es suficiente humillación para mí saber que fracasé en proteger mi territorio. Pronunciado esto, la inca dirigió su vivaz mirada violeta hacia unos matorrales en la distancia y, sin decir palabra, caminó hacia ellos al ver un par de objetos resplandeciendo entre las nutridas plantas. —¡Espera! —la cansada Mar intentó detener con un gesto a la de verduzca armadura, al notar que lo que pretendía ésta era alcanzar las cajas de pandora de Aries y Tauro—. ¡Dijiste que respetarías las cloths doradas si yo vencía!! —Cálmate, Guerrera —intentó tranquilizarla la aludida con su característica voz implacable, sin siquiera voltearse o detener su marcha—. No pienso ofrecer todo ese oro a la memoria de mi señor Viracocha. Tomando las pesadas cajas doradas por sus tirantes de cuero, Cavillaca las levantó sin esfuerzo desde los arbustos. Acto seguido, arrojó groseramente el contenedor de Aries a la desprevenida chica de cabellera negra, quien con una forzada maniobra logró atraparla en medio del aire. —Tú lleva esa caja dorada con el relieve del carnero —le ordenó la guerrera precolombina, frunciendo el entrecejo para acentuar lo riguroso de sus palabras—. Aunque te haya curado con mi cosmos hace un momento, apenas y pudiste sobrevivir a mi máximo ken y a ejecutar el tuyo propio, así que a partir de este momento te acompañaré y cargaré este objeto que evidentemente es más pesado y grande. Leyendo la sinceridad en los decididos ojos púrpura de quien fue su enemiga hace poco, la Amazona de Coma Berenices se calmó y sonrió aliviada en un suspiro. —Solían tildarme de ‘ingenua’ en Rodorio, ¿sabes? —le contó Mar con un ligero dejo de nostalgia—. En ocasiones confío demasiado en la gente y… al final casi siempre terminan haciéndome daño. Acomodando la pandora box de Aries en su espalda, la muchacha griega se juntó con su interlocutora. —Casi no te conozco, Cavillaca… pero quiero confiar en la mujer que me ayudó a descubrir mi verdadero valor como ser humano y como Santo Femenino de Atenea. A la Guardiana sin duda le sorprendieron aquellas palabras. Tan cándido y amable se veía el rostro de quien las había pronunciado, que a punto estuvo la de larga melena alba de sonrojarse y dedicarle una cálida sonrisa. —No… no lograrás salir con vida de este lugar si yo no te guío —dictaminó la joven sudamericana, aclarando la garganta para recuperar su actitud habitual y cambiar el tema—. Tu técnica… era más que solo una lluvia metálica camuflada entre las sombras. Lograste vencerme porque las agujas de oricalco consumieron también la mayoría de mi cosmos, pero… aunque ahora no sea más que una humana herida, no te vayas a separar de mí si acaso deseas sobrevivir en esta jungla. Con la más experimentada a la cabeza, ambas guerreras se adentraron con cautela en la inhóspita selva de Eldorado. Por varios minutos avanzaron a través de la densa vegetación, mientras evadían 72
Saga: CATACLISMO 2012 incontables trampas. En un punto, Mar decidió satisfacer su innata curiosidad: —¿Adónde nos dirigimos, Cavillaca? La peruana se detuvo en seco y se giró para mirar extrañada a su acompañante. —No me digas que no eres capaz de sentir los cosmos que se están enfrentando más adelante… La aludida avergonzada se limitó a bajar la cabeza y encogerse de hombros. —Lo que pasa es que… todavía no me han enseñado a percibir la energía cósmica de aliados y rivales… —Bromeas, ¿cierto? —inquirió incrédula la dama inca—. ¿Intentas decirme que una guerrera que es capaz de ejecutar una técnica tan terrible, no logra dominar los fundamentos más básicos del cosmos? —Pues no… Dando un suspiro de resignación, la protectora del territorio precolombino acomodó de manera prolija la cloth de Tauro en su espalda y continuó la escarpada travesía a través de matorrales y lianas colgantes. —No importa… En poco llegaremos al lugar donde uno de los Guardianes incas está enfrentando a dos Santos de Atenea. Varios cansados minutos avanzaron las jóvenes en silencio. Mutismo que logró incomodar sobremanera a la Guerrera de Atenea. Su naturaleza sociable le obligó a intentar empezar una amena conversación con su esquiva y malhumorada guía: —Cavillaca… —¿Qué ocurre, Mar? ¿Necesitas ayuda? —No, estoy bien… solo deseaba preguntarte algo. —No podemos perder el tiempo hablando, así que… —Tú… ¿tienes amigos?... El tono repentino y a la vez amable con el que la doncella de Coma Berenices expresó sus dudas, tomó desprevenida a la Guardiana, quien solo pudo reaccionar con un hablar incómodo mientras su rostro empezaba a ruborizarse sin motivo. —Yo… no necesito amigos —respondió titubeando y sin voltearse—. Mi deber como protectora de los dioses incas es concentrarme en vigilar el territorio que se me encomendó… Precisamente mi compañero Wayra de Kuntur es la persona más cercana que tengo, pero ninguno de los dos puede distraerse con ese tipo de vínculos afectivos. —Respeto tu manera de pensar, pero debes saber que existen muchas personas buenas en este mundo con las cuales podemos crear fuertes lazos de amistad. —Estoy consciente de ello, pero yo siempre he estado sola y… La guerrera de Viracocha no pudo terminar su excusa. Repentinamente se detuvo al sentir en su mano izquierda el delicado y suave contacto de los dedos de la muchacha en armadura negra. 73
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —No tienes por qué estar sola, Cavillaca… Si lo deseas yo podría ser tu primera amiga. De reojo la aludida observó los pacíficos y puros ojos celestes que ansiosos parecían esperar una respuesta positiva, mas con la misma ternura con la que tomaron su mano en un principio, la inca se soltó de la caricia para por primera vez sonreír sinceramente. —Mar… eres una tonta ingenua —le increpó la trigueña, pero despojando la voz de su usual tono grosero—, no obstante, te has ganado mi aprecio. La Guardiana de Colibrí llegó al límite de sus fuerzas. Los estragos del combate la mermaron por completo, y no pudo evitar trastabillar y caer de costado vencida por el increíble peso de la armadura de Tauro. —¡Cavillaca!! Visiblemente alterada y horrorizada, la chica de cabellera en trenza intentó ayudar a su yaciente acompañante, pero perdió la calma al notar los incontables agujeros en la armadura emplumada de Q’inti y las profusas hemorragias que abundaban en la piel de su portadora. —No… ¡No lo entiendo! ¡Caminamos juntas por varios minutos y no vi una sola herida en tu cuerpo! ¡¿A qué momento fuiste lastimada de esta forma?!! Tosiendo gran cantidad del líquido vital, la guerrera nacida en Perú sonrió con amargura y retiró la mirada. —Si hubieras sabido que… me encontraba así de grave… no me hubieses permitido llevar esta armadura… Así que tuve… que utilizar los últimos residuos de mi cosmos para crear la ilusión del Colibrí y… ocultarte mi estado real… Como amplia conocedora de medicina, Mar reaccionó rápidamente despojando a la protectora de la jungla del peso de la armadura dorada y del de la suya propia. Acto seguido, rasgó retazos de tela de su vestido lavanda a fin de improvisar vendas. —Lo siento… ¡Lo siento mucho! —se disculpó la griega a punto de derramar lágrimas, al tiempo que intentaba detener sin éxito los copiosos sangrados—. ¡Fui yo la que te dejó en este estado y aún así intentaste ayudarme…! —¡Basta! —la detuvo enfadada la herida doncella, tomándola firmemente de ambas muñecas—. ¡No me humilles pidiéndome… disculpas!! ¡Cumpliste con tu deber de guerrera y no deberías lamentarte por ello!! Tan efusivas palabras gritadas con todo su aliento, le provocaron una dolorosa e incontenible tos, mas de alguna forma logró reponerse y continuar con su severa reprimenda: —¡Ya deja de ser así de blanda y compórtate como una digna protectora de Atenea! ¡Por Viracocha, te encuentras en predios enemigos! ¡Si no tomas en serio tu situación de una buena vez, morirás sin duda en territorio inca!!! El severo sermón de su antes oponente le ayudó a reaccionar a las malas. Y así la más inexperta de las Amazonas de Atenea logró controlar sus nervios y descubrir lo que creía no poseía: La sangre fría para actuar. Enjugando con cierta rabia sus lágrimas, Mar sentó a la Guardiana a la sombra de un frondoso árbol tropical para acomodarla de espaldas a su tronco. Tras esto, e intentando imitar la actitud seria de quien la acababa de regañar, se las arregló para cargar en silencio la cloth de Tauro. —Cavillaca, no te vayas a mover de este lugar… Si lo haces perderás más sangre y serás tú la 74
Saga: CATACLISMO 2012 que morirá en territorio inca. Los ojos celestes de la chica de Rodorio se vieron más brillantes y rigurosos al pronunciar con gran autoridad su orden. Al ser testigo de la naciente actitud de quien hace poco la había derrotado, la guerrera precolombina no pudo ocultar el naciente orgullo que sintió. —Así me gusta verte, Mar… Ése es el carácter que debe mostrar una mujer que lucha por lo que ansía proteger —alzando con dificultad el brazo, la representante de Colibrí señaló un sendero camuflado entre la vegetación—. Te encuentras a pocos metros de los páramos de Hanan Pacha. Sigue en línea recta por allí y lograrás alcanzar el lugar de la batalla. —Agradezco todo lo que has hecho por mí —resaltó Coma Berenices con solemnidad, mientras se giraba dispuesta a continuar su aventura—. Así que en honor a mi rango de Amazona de Atenea, te compensaré por tu ayuda en un futuro. —Es curioso que se hagan llamar ‘Amazonas’. Wayra me aseguró que… así nos denominaban solamente a las guerreras que protegemos las selvas sudamericanas. Sin embargo, tras combatir contigo… debo admitir con honor que te has ganado ese apelativo. Te reconozco como una de las mías… como toda una valiente ‘Amazona’. —Aprecio tus palabras, Cavillaca —respondió la más joven, intentando ocultar su regocijo con un hablar digno y pausado, procurando no girarse para que su postrada acompañante no sea capaz de observar su amplia sonrisa—. Qué gusto poder ser una orgullosa ‘Amazona’ junto contigo. Sin decir nada más, la Ateniense encendió su disminuido cosmos a fin de ser capaz de correr con el peso de ambas cajas doradas. Su destino la esperaba al otro lado de Eldorado. —Mar… espera… Antes de que te marches, solo hay una última cosa que quiero pedirte… Acércate por favor… Con cierta extrañeza, la aludida acató la petición y se volteó nuevamente, notando en ese momento que la maltrecha guerrera Shuar acercaba las manos a su ensortijada melena alba. Su objetivo era tomar el hermoso ornamento que complementaba su nata belleza natural: una pluma que resplandecía con todos los colores del arcoíris. —Quiero que cuides esta reliquia —le pidió la trigueña, extendiendo ambas manos en actitud casi suplicante—. Significa mucho para mí por todo lo que siempre representó en mi vida. Al arrodillarse Mar a pocos centímetros de donde ella yacía, la inca fijó con delicadeza la pluma en la larga cabellera negra en trenza de quien hace poco la escoltaba. —Pues te informo que este bello objeto ahora también forma una parte valiosa de mi vida —le susurró al oído con ternura la de cloth negra—, ya que es mi mejor amiga quien me lo está encomendando. Cavillaca no pudo evitar sonreír ante aquellas dulces palabras. Por primera vez en toda su vida logró sentir la calidez más pura de un ser humano. —Con esta pluma que te encargo… acepto el… regalo de tu… amistad… Protege a la humanidad en… mi nombre… amiga mía… Musitado esto, la guerrera selvática fue vencida por sus heridas y el sobreesfuerzo. Tan crítico era su estado, que la pérdida de sangre provocó que se desmayara sin remedio entre los brazos de su única y más sincera amiga.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Recostando a la desvanecida joven entre la vegetación, Mar dejó a un lado el pesar que sentía y lo reemplazó con una seria convicción. Sin dudarlo, se adentró por el camino que le acababan de señalar. Las pandora box doradas parecían no pesarle en absoluto. —«Quiero creer que en algún momento de nuestras vidas, ambas podremos conversar, divertirnos y reírnos juntas, tal y como lo harían dos verdaderas amigas… así que no mueras, Cavillaca…»
==Maravilla Suprema, Páramo de Hanan Pacha== El combate aéreo entre Wayra de Cóndor y Raistlin de Lobo tomó apenas milisegundos en desarrollarse. Como consecuencia del mismo, el Guardián inca fue impulsado con violencia contra el huerto que se suponía debía proteger, para luego impactar de manera devastadora sobre éste. Por su parte, el mayor de los hermanos lemurianos se precipitó en caída libre sobre un maizal cercano. Ya no poseía la energía necesaria para aterrizar correctamente y su maltrecho cuerpo amenazaba con estrellarse sin remedio desde una altura bastante considerable. Justo cuando la cabeza de Raistlin estaba a punto de chocar contra la tierra, alguien detuvo su trayectoria y logró resguardarlo entre sus poderosos brazos. —Te felicito, hermano… Lograste vencer por tu cuenta a ese Guardián. Cuando el Lobo reaccionó ante esas palabras llenas de orgullo, apenas logró levantar la mirada para vislumbrar con dificultad el radiante rostro que le sonreía ampliamente. Su hermano menor, Caramon de Oso, aún se mantenía con vida y, a pesar de encontrarse aquejado por graves heridas, logró reaccionar a tiempo para rescatar de la muerte a la persona más importante para él. —Hermano… Creí que no volvería a verte sonreír nuevamente —manifestó con dificultad el más pequeño de los de bronce—. Me alegra… —¡Vaya! ¡Parecería que no me conoces, hermanito! —reaccionó el menor de los lemurianos con su característico entusiasmo—. ¡Hará falta mucho más que una simple pérdida de sangre para detener al gran Caramon de Oso!! —¡Santos de Atenea!!! Aquel potente grito arruinó el momento emotivo, retumbando severo entre las plantaciones agrícolas. El duro énfasis con el que la exclamación invadió el ambiente, sin duda logró alarmar a la pareja de Caballeros de Bronce y más cuando ambos vieron emerger erráticamente a su poderoso rival entre las mazorcas doradas. —Nadie… en toda mi vida, me había lastimado de esta forma… El fornido Guardián de Kuntur avanzaba en pose amenazante hacia los invasores de su territorio. Aunque su andar era irregular, aun así era intimidante, ya que con cada paso que daba el sudamericano, la tierra retumbaba bajo sus pies. Wayra sangraba profusamente por un costado de la cabeza y también a través del área donde recibió el golpe de energía concentrada. A punto estuvo de perder la calma a causa de una naciente ira que nunca conoció anteriormente, pero logró controlarse debido a su naturaleza noble. Respirando profundo, recordó que se encontraba en medio de una digna lid contra dos jóvenes que lo estaban dando todo de sí para lograr la victoria. —Los felicito por haberme herido de esta forma, jóvenes Santos —enalteció, a la vez que palpaba por instinto el enorme agujero que dejó Raistlin en su peto—. De no haber sido por esta 76
Saga: CATACLISMO 2012 armadura que el mismo Viracocha forjó para mí, aquella técnica llamada ‘Aullido Mortal’ habría acabado instantáneamente con mi vida… Los hermanos tibetanos se sintieron acorralados y en cierta forma indefensos al encontrarse en una situación tan crítica. Lo habían hecho todo para igualar el nivel de poder de su rival, pero hasta el momento no fueron capaces de alcanzar todavía la esencia del cosmos. Por su parte, el también llamado ‘Cóndor de los Andes’ rebosaba de un creciente poder que se arremolinaba a su alrededor en la forma de una bella aura de viento color azul. En un instante, los Atenienses entendieron en silencio por qué Wayra afirmaba que había sido bendecido por el mismo dios inca llamado Manco-Cápac. De hecho, a Caramon le pareció que su contendiente podría ser la reencarnación de aquella poderosa deidad precolombina. —Espabila, hermano —le ordenó severo Raistlin, al notar la expresión de inseguridad en el más alto—. En este momento no nos queda más que intentar igualar su nivel y atacarlo al mismo tiempo para vencerlo. El aludido se llenó nuevamente de esperanzas gracias a aquellas decididas palabras, así que haciendo un gran esfuerzo, se posicionó a un costado del portador del Lobo y con gran empeño, se encomendó en la tarea de elevar su energía cósmica junto con él. —Sé que esta no es la primera vez que dos hermanos luchan juntos por Atenea —comentó Caramon, sonriendo muy seguro—, ¡pero juntos haremos que generaciones enteras narren la leyenda de los hermanos de Lemuria que vencieron al poderoso Cóndor! —Espero que puedas respaldar esas palabras, joven guerrero, ya que si no logran detenerme en lo que planeo hacer, ambos morirán sin duda. En una repentina y violenta maniobra, Wayra dirigió un puñetazo contra su propio brazo izquierdo, logrando así destrozar su guantelete entero. Con orgullo reveló el tatuaje que celosamente escondía bajo el metal, el cual mostraba complejas figuras que evocaban —entre otros diseños— la iconografía con la que se representa a Viracocha desde la era mitológica inca. En aquel dibujo se resaltaban las formas cuadradas y los brazos extendidos en los el dios sostenía sus dos varas características. El confuso y a la vez bello tatuaje se extendía a lo largo de casi la totalidad de la piel de su musculosa extremidad. —Lo siento, pero ha llegado el momento de terminar de una vez con este honorable combate — amenazó el hombre de desordenada melena negra, acentuando la seriedad en su hablar—. Este tatuaje representa la bendición de Viracocha y Manco-Cápac. Con su tinta sagrada seré capaz de ejecutar mi máxima técnica. Esperando lo peor y aún luchando por alcanzar el nivel de fuerza cósmica de su contendiente, los Caballeros de Bronce alzaron la guardia por puro instinto. —¡Podrán haberme quitado mis alas, pero jamás me arrebatarán mi espíritu de lealtad y protección hacia los dioses incas! ¡Desaparezcan entre las sagradas líneas de mis ancestros! ¡‘Nasqa Intiwatana’!!! Tras gritar con autoridad el nombre de su ken, el Cóndor hundió con fuerza su puño desnudo en el campo, hasta el punto de enterrar la mitad de su brazo tatuado. Enseguida los dibujos grabados en su piel parecieron cobrar vida, ya que inquietos se movían, retorcían y giraban primero sobre el cuerpo entero de su invocador y luego sobre la extensión de páramo que lo rodeaba. La tinta se expandió veloz hacia los Santos a través del terreno, dibujando a su paso las mismas figuras místicas que se extienden a lo largo de la misteriosa Nazca. Una vez que las figuras a escala de animales alcanzaron los pies de los muvianos, ambos fueron completamente paralizados por un 77
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco poderosísimo campo gravitatorio. —¡Maldición! —gritó Caramon, intentando forcejear desesperadamente con líneas luminosas que empezaban a trepar por su corpulento ser—. ¡No pienso rendirme ante este tipo de técnicas! —¡Esto va mal! —añadió el alterado Santo de Lobo—. ¡Esas líneas no solamente nos están atenazando, también están drenando nuestros cosmos!! —Efectivamente, joven guerrero —complementó con gran respeto el causante del suplicio, con el brazo aún clavado en tierra—. El ‘Equinoccio sobre las Líneas de Nazca’ despojará sus cuerpos de toda energía cósmica que encuentre y no contento con eso, también absorberá su energía vital, otorgándosela a la naturaleza que nos rodea. En efecto, la esencia espiritual de los dos Santos era canalizada hacia terreno andino. Como consecuencia, los pastizales que recientemente fueron destruidos por la técnica de viento de Wayra estaban siendo restaurados gradualmente. De igual forma, el destrozado huerto que protegía, también empezaba a regenerarse y a mostrarse más radiante que nunca. Al verse casi completamente mermados de fuerza, los hermanos supieron que llegaron al momento más crítico del combate. —Raistlin… —lo llamó el más espigado de los Santos, dejando caer su peso sobre una rodilla—. Sé que… mientras continuemos elevando nuestros cosmos, más fuerte se volverá la técnica de Wayra, pero en este momento no tenemos más opción que… —Entiendo, Caramon… —le interrumpió el mayor de los hermanos, interpretando sus intenciones y esforzándose aún por soportar el duro castigo—. O despertamos en este momento el Séptimo Sentido, o simplemente moriremos…
==Hace siete años. Torre de Jamir== Enclaustrado en la biblioteca de la torre de su maestro, un pequeño niño lemuriano de larga cabellera verde claro escrutaba ansioso un sinnúmero de libros y pergaminos. —No lo entiendo. ¡Simplemente no lo entiendo! —se dijo a sí mismo el jovencito, acentuando la frustración en su rostro—. ¡¿Por qué no puedo comprender el secreto de la fuerza de los Santos de Atenea?!! ¡No es lógico!! —No todo se puede explicar con lógica, Raistlin… Solo con la intervención de aquella comprensiva voz, el futuro Lobo se distrajo de sus exhaustivos estudios y, tras girarse, contempló la serena figura de su mentor. —Maestro Kiki… El Santo de Oro de Aries vestía su atuendo casual de reparador de armaduras, el cual traía a la memoria el mismo que solía ataviar a su propio mentor, el legendario Mû, cuando no portaba su cloth. —Ha pasado una semana desde que te encerraste en esta biblioteca. Creo que deberías descansar un poco. Posando su cálida mano en el hombro del chiquillo, el protector del Primer Templo del zodiaco instó a su joven aprendiz a abandonar su tarea, pero éste, testarudo, tomó un gran rollo de papiro y se puso en la tarea de leerlo en silencio. Al ser testigo de aquella decidida actitud, el lemuriano de Aries no pudo evitar sonreír satisfecho. 78
Saga: CATACLISMO 2012 —¿Te confieso algo, Raist? La inusual pregunta desconcentró al niño, quien tras observar con duda a su tutor, asintió con curiosidad. —Te escogí como mi alumno porque vi un gran potencial y talento en ti. No solo cuentas con una inteligencia extraordinaria, también posees otras habilidades de las que todavía no estás consciente. —¿Habilidades? —La lógica, el conocimiento, el talento y el entrenamiento son importantes sin duda, mi joven alumno, pero ellos se deben complementar también con la experiencia y con tu motivación para querer ser un Santo. Y es justamente aquello lo que no podrás encontrar en ningún texto de esta biblioteca. Escuchando esto, el apesadumbrado niño bajó la cabeza con decepción. —Cómo podría obtener experiencia y motivación, si ni siquiera poseo fuerza… Kiki teletransportó a sus manos el casco dorado de su armadura de Aries y con cuidado lo colocó sobre el escritorio en el que el niño tibetano había apilado gran cantidad de libros. —Raist, posa tu mano sobre este casco de oro y sincérate conmigo al decirme tu razón para querer ser un Santo de Atenea —le solicitó el mentor con su característica amabilidad. El joven alumno acogió la petición y con emoción tocó por primera una armadura dorada. La sensación de calidez que ésta transmitía, le dio seguridad para hablar. —Mi mayor deseo es convertirme en un Santo porque ese es mi deber… Usted nos acogió a Caramon y a mí y nos entrenó, instruyó y cuidó por varios años. Por esa razón no lo decepcionaré y obtendré la protección de una constelación. En su nombre, no fallaré, maestro Kiki. Sin duda el castaño sintió gran orgullo al escuchar palabras tan decididas, aunque esa no era la respuesta que buscaba… —Ven conmigo, Raist. Demos un paseo fuera de la torre.
==Hace cuatro años. Campos de Entrenamiento, Santuario de Atenea== Varios soldados rasos del Santuario se divertían maltratando a un muchacho en ropas de entrenamiento. Aquel joven de larga cabellera blanca y apariencia infantil recibía pasivamente los golpes sin emitir ni un ligero sonido de dolor u oponer resistencia. —¡Miserables! ¡Déjenlo en paz!! De entre lo alto de unas rocas, un personaje ataviado en armadura saltó enojado hacia la escena. Caramon, el Santo que hace menos de una semana ganó el derecho de vestir la cloth de Oso, se encontraba indignado por la actitud abusiva de los soldados. —¡Lárguense de aquí inmediatamente! —ordenó furioso el recién llegado—. ¡Deberían avergonzarse de llamarse protectores de Atenea! ¡Se supone que debemos salvaguardar a los débiles y no aprovecharnos de ellos!! La decena de soldados anónimos retrocedió disimuladamente y, apretando los dientes de impotencia, se retiraron sin protestar al sentirse intimidados por el rango y la corpulenta apariencia de quien los había reprendido.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Mientras tanto, la víctima del maltrato se esforzaba por reincorporarse por sus propios medios. ayuda?
—¿Te encuentras bien? —le preguntó el Caballero con sincera preocupación—. ¿Necesitas
—No... Esto no significa nada —respondió el joven más pequeño y delgado en tono neutral e indiferente—. Ya me he acostumbrado a este tipo de tratos. —Pues no deberías hacerlo, amigo. Créeme que cuando apenas llegué al Santuario, también me menospreciaban de esa forma por ser pequeñito como tú. ¡Pero entonces me cansé de eso, comí bastante y entrené duro para obtener el cuerpo fuerte que ves ahora!! Aunque Caramon hacía alarde de fuerza, mostrándole de manera cómica los bíceps a su interlocutor, éste no reaccionaba a los intentos del Santo por sacarle una sonrisa. Su actitud se mantenía fría y distante. —Gracias por tu ayuda, Caballero de Bronce —agradeció sin ganas el trigueño por inercia, con sus ojos castaños abstraídos en lo alto de las Doce Casas—. Me marcho… Los golpes recién recibidos parecían haber causado estragos severos en el de melena alba. Un mal paso provocó que tropiece y caiga nuevamente de bruces en tierra. —Vaya, más humillación para mí… —se dijo a sí mismo entre dientes el postrado—. Seguramente este sujeto se reirá de mí, como lo hacen todos al ver mi apariencia débil… Oso.
Sus suposiciones fueron equivocadas y en lugar de burlas, recibió la discreta ayuda del nuevo
Levantándolo con absoluta facilidad, Caramon sentó al arisco joven sobre sus grandes hombreras. Acto seguido, se dirigió al lado contrario al que él intentaba ir. —Bájame… no necesito que me carguen de esta forma… El Caballero hizo caso omiso de aquella orden pronunciada sin autoridad. Haría falta mucho más que una mala actitud para cambiar el carácter amigable y bonachón de Caramon. —¡No, señor! ¡Usted tiene un esguince en el tobillo y ahora mismo vamos con el médico de las barracas para atenderlo! ¡Sosténgase bien, porque la ‘Ambulancia Caramon’ lo llevará con una guapa enfermera! Sonrojándose ligeramente al sentir vergüenza ajena, el muchacho en ropas de entrenamiento dio un suspiro de resignación y simplemente permitió que lo lleven a atender sus heridas. Su contrariada mirada daba entender que hubiese preferido que Caramon se ría de él y lo deje abandonado, a que lo lleve en hombros como a un niño. Habían pasado varios minutos del trayecto en silencio, y ya que el joven sin armadura no tenía intención de decir palabra, su alegre acompañante se dedicó a cantar de manera desentonada una de sus melodías favoritas: —“Siempre la verdad vencerá a todo el mal. Y si tú quieres ser un guerrero, ¡vencerás! Con todo el poder, llegarás hasta el final. ¡Si los sueños se van, el cosmos te guiará!” ♫ ¡Vamos, te toca cantar el coro, amigo! —No conozco esa canción, lo siento… Pese a la apatía que mostraba su protegido, el Caballero no dejó su actitud jovial y contento continuó cantando aquella tonada y algunas más. 80
Saga: CATACLISMO 2012 —“¡Fuerza y valor! ¡Activando el cosmos! El mundo brillará. ¡Solo di que sí!” ♫ —Oye… Caballero de Bronce… —le interrumpió el albino de repente. —Dime, chico. —En serio no sabes quién soy, ¿verdad? —Pues no te había visto antes en el Santuario. Imagino que eres aspirante a una cloth, como lo era yo hace poco. Aunque tampoco te había visto en los entrenamientos… —No importa, olvídalo…
==Hace siete años. Torre de Jamir== Varios minutos caminaron en silencio maestro y alumno a través de los áridos terrenos de las remotas cordilleras del Himalaya. El infante todavía parpadeaba con dificultad, al tratar de acostumbrar nuevamente sus ojos a la luz natural. Al fin el Ariano se decidió a hablar. —Yo también lo hice… —¿Qué cosa, maestro? —También me confiné por semanas en esa biblioteca y, al igual que tú, me frustré al no poder encontrar en textos la motivación que buscaba —la mirada del Caballero de Oro se perdió entre las montañas al recordar su pasado—: Mi maestro Mû fue tan bueno conmigo y me trató como si yo fuese su hijo. Tras su muerte sentí que de alguna forma debía pagarle todo lo que había hecho por mí y, por esa razón, me empeñé en heredar su título de Santo de Aries para homenajear su recuerdo. Pensaba que solo así podía atacar por mi cuenta al mal que le había quitado la vida, y erradicarlo de una vez por todas de este mundo… Qué equivocado estaba… Los dorados ojos del chiquillo miraban con atención el nostálgico rostro de su mentor, mientras que éste continuaba su explicación: —Los Santos de Atenea no somos guerreros entrenados para atacar usando la violencia. Al contrario, nuestro papel es el ser protectores, defensores de los inocentes. Si velamos por las nobles intenciones de nuestra diosa, es porque la humanidad nos necesita y no porque debamos pagar una deuda moral a nadie… No caigas en mi error, Raist. Si mi maestro cuidó de mí, fue porque ese fue su deseo inspirado por su bondad nata, y no porque estaba desesperado por entrenar a alguien que herede una armadura. Raistlin se quedó pasmado al escuchar tales revelaciones. Por primera vez en su vida vio claro el sendero que debía seguir. —¡Gracias, maestro Kiki! —vociferó el niño, con un entusiasmo nada habitual en él—. ¡Ahora entiendo lo que necesito para convertirme en un Santo de Atenea!! Sonriente, el reparador de armaduras vio feliz por primera a su alumno, quien cual potrillo corrió dando brincos hacia la Torre de Jamir.
==Hace cuatro años. Barracas, Santuario de Atenea==
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Estar varios minutos cerca de la cuarta persona que había sido amable con él, ablandó por un momento la actitud esquiva del en apariencia débil joven de melena blanca. En esa única ocasión, fue él quien se sinceró en una conversación. —Me recuerdas a alguien ¿sabes? —comentó con timidez en un hilo de voz—. Mi único amigo también posee tu mismo sentido de justicia y buen corazón. Y admito que… me gustaría ser como ustedes dos… —¿En verdad? ¡Vaya! ¡Se te agradece por el cumplido! Aunque sí que nos falta recorrer un largo camino para poder ser dos verdaderas personas de bien. ¡Por eso debemos esforzarnos cada día, amigo! ¡Y quizás en un futuro ambos podríamos convertirnos en poderosos Santos Dorados! —Sí que sueñas en grande, Caballero… —¡Pues debo hacerlo para igualar a mi maestro, el gran Kiki de Aries! No faltó mucho para que los jóvenes alcanzaran las barracas, así que el más fornido de ellos ayudó al de menor volumen a ingresar con cuidado en una de las rústicas covachas. —Puedo seguir solo desde aquí. Te agradezco por traerme, Caramon. —De nada, amigo. Y no olvides visitarnos en los entrenamientos. Seguramente el maestro Kiki te recibirá con los brazos abiertos. A punto estuvo el Santo de Bronce de dejar el lugar, cuando una duda más lo detuvo: —¡Vaya! ¡Qué descuidado soy! Si quiero charlar contigo en otra ocasión, debo conocer primero tu nombre para poder localizarte. El maltratado muchacho que ya se encontraba recostado sobre un catre sonrió ligeramente. Pareció tomarse unos segundos para reflexionar, pero al final decidió revelar su auténtico nombre por primera vez. Cuestión que era extraordinaria, ya que hasta el momento ni siquiera Saori conocía la verdadera identidad del guerrero conocido como Aldebarán. —Me llamo Zephyrus. Soy el Santo Dorado de Tauro. A Caramon se le heló la sangre al escuchar esas palabras. A punto estuvo de dudar de ellas y refutarlas, pero calló al leer la sinceridad y la fuerza en los ojos castaños del guardián de la Segunda Casa. Así supo para sus adentros que su interlocutor decía la verdad. Por primera vez en toda su vida, el usualmente parlanchín Caballero de Bronce no supo qué decir a causa de la sorpresa. —Jamás olvides esa jovial actitud que tienes, joven Santo —añadió Tauro con cierto dejo de orgullo en su voz—. Ese buen corazón que tienes, hará que llegues muy lejos y que logres tu objetivo de igualar a mi amigo Kiki. Tu destino, Caramon, es brillar como la estrella que me protege. Tu futuro… es dorado…
==Tiempo Presente. Maravilla Suprema, Páramo de Hanan Pacha== Tanto Raistlin como Caramon experimentaron con claridad sus recuerdos del pasado. Con ello lograron descubrir la última pieza en el rompecabezas llamado “iluminación cósmica”. —«Lo que necesitaba para ser fuerte, era el equilibro entre la calma y la pasión que desperté gracias a Shaka de Virgo —meditó con calma el mayor de los Santos, incluso cuando su energía vital estaba a punto de ser consumida por completo—, no obstante, había olvidado lo que el maestro me 82
Saga: CATACLISMO 2012 enseñó cuando era un niño… Lo que necesito para descubrir la esencia del cosmos, en realidad es algo muy simple: debo amar lo que hago y no cumplir mis propósitos por obligación… Seré igual que usted, señor Kiki: ¡El propósito de mi existencia será defender a la humanidad, porque amo la vida en este planeta!» —«Quiero creer en sus palabras, señor Zephyrus —reflexionó por su parte el más espigado y fornido de los hermanos muvianos, luchando por vencer con su peso al campo gravitatorio que amenazaba con aplastarlo—. Ahora más que nunca, estoy seguro de que lograré encontrarme con mi destino… ¡El destino que el poderoso Santo Dorado de Tauro trazó para mí! ¡Por esa razón, le ruego me permita brillar al igual la que la gigantesca estrella que lo protege!! ¡Permítame ser uno con Aldebarán!» El aura cósmica que se desprendía del cuerpo de Raistlin cambió de su frío gris habitual a un dorado resplandeciente. Al mismo tiempo, el cosmos azul oscuro de Caramon se tornó también áureo. —¡Juntos brillaremos como el oro!!! —exclamaron ambos al unísono con toda la potencia de sus voces—. ¡Este es nuestro momento!! ¡Nuestro momento dorado!!! Los alumnos de Kiki obtuvieron el Séptimo Sentido.
==Maravilla Suprema, Selva de Eldorado== —¡Pero qué…!! Mar se detuvo en seco al percibir que las armaduras de Aries y Tauro resonaron repentinamente. Al observarlas de reojo, notó también que ambas cajas brillaban de manera intermitente. —«Es increíble —pensó atónita—. Es como si ambas cloths tuvieran vida propia y ansiaran alcanzar un lugar específico». Al notar que estaba a punto de salir de la jungla, la Amazona aceleró su carrera. —¡Debo apresurarme! ¡Algo me dice que me necesitan urgentemente en esos pastizales!
==Maravilla Suprema, Páramo de Hanan Pacha== —Magnífico… —pronunció atónito el Cóndor, al ver el par de auras doradas que empezaban a expandirse a lo ancho de sus plantaciones—. Lo consiguieron… Estos jóvenes han igualado la fuerza de los Guardianes incas… Respirando profundo para recuperar su habitual talante riguroso, Wayra pegó un grito para luego reforzar con su puño libre la presión de las místicas Líneas de Nazca. —¡Eleven sus cosmos todo lo que gusten, guerreros! ¡Mientras más fuertes se vuelvan, más energía alimentará a mi técnica!! Casi con su último aliento, la joven Mar logró alcanzar el lugar en el que chispeaban destellos azules y dorados. Respirando agitada, observó a los tres contendientes, para luego caer de rodillas vencida por el agotador esfuerzo físico. Su mente y su instinto le ordenaban levantarse e intervenir en el combate, pero sus piernas le fallaron como antaño y le impidieron reincorporarse. La Amazona lo ignoraba, pero había cumplido su misión justo a tiempo. Las pandora box de las dos primeras constelaciones del zodiaco abandonaron a quien tan 83
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco valientemente las trajo, y se abrieron con violencia para revelar los object del carnero y el búfalo de oro que Kiki reparó hace unas horas. Reaccionando al naciente cosmos dorado de los hermanos lemurianos, ambas armaduras se desensamblaron y se dirigieron presurosas hacia los cuerpos de los maltrechos jóvenes. Las casi destruidas cloths de bronce de Oso y Lobo abandonaron momentáneamente a sus dueños, para permitir que las impecables piezas de oro atavíen la totalidad de los seres de quienes acababan de ganarse su protección. Una fuerte luz áurea bañó no solo a los jóvenes muvianos, sino que también se extendió por todo el páramo. Wayra y Mar se vieron obligados a cubrirse los ojos al ser cegados por tan intenso destello y, lo que vieron cuando recuperaron la visión, los dejó prácticamente con la boca abierta. Ante el inca y la griega se erguían dos confundidos Caballeros de Oro, quienes por el momento serían conocidos como Raistlin de Aries y Caramon de Tauro.
==Maravilla Suprema, Entrada al Jardín de K’uen-Luen== Aquel escenario imitaba perfectamente a los sagrados santuarios taoístas dedicados a los Ocho Inmortales. Sendos edificios que eran considerados lugares santos de adoración desde la mitología china. La incontable cantidad de pagodas construidas en los costados de un sendero de cantos rodados, flanqueaba la carrera de un hombre ataviado en armadura negra. —La paz y tranquilidad que siento en este lugar es algo sublime —reflexionó en voz alta el hombre de larga cabellera azulada, avanzando raudo por aquel bello lugar—. ¿Acaso fuimos perdonados por los dioses y se nos permitió disfrutar del Paraíso? El guerrero detuvo su carrera intempestivamente al encontrarse frente a un puente de madera que atravesaba un pequeño riachuelo cristalino. —No… los dioses no nos perdonarían así de fácil —se corrigió, mientras escrutaba el lugar con la mirada—. Sin duda estoy vivo nuevamente. Una voluntad divina me resucitó bajo la sombra de ese árbol de gingko biloba en el cual desperté, y me otorgó esta armadura negra. Saga, el legendario Caballero Dorado de Géminis, aún trataba de asimilar su regreso a la vida. Había pasado poco tiempo desde que su alma fue liberada de aquella fría prisión oscura, y nada sabía de razón por la que se encontraba en ese recinto reconfortantemente iluminado. Aunque su mente estaba concentrada en intentar averiguar su situación actual, no pudo evitar sentirse conmovido por lo que vio tras atravesar el puente: Ante él se extendía un jardín multicolor de sublime hermosura. Percibir el delicioso perfume floral y contemplar la armonía con la que mariposas y aves sobrevolaban las delicadas flores, provocó un sentimiento de extrema paz en su corazón. —Esto es… precioso… —alcanzó a musitar el Geminiano por instinto, avanzando con cuidado para no dañar aquel jardín que estremecería hasta las lágrimas a cualquiera de un solo vistazo—. Una belleza como esta sería digna del Edén o del mismo Elíseo. Saga se estaba dejando llevar por aquel ambiente. Avanzaba sin voluntad, embrujado por el bienestar infinito que le ofrecía ese lugar que le pareció de origen divino. Solo la madurez e inteligencia que siempre caracterizaron al antaño Santo de Oro, le permitieron salir de tal ensimismamiento y 84
Saga: CATACLISMO 2012 concentrar la mente en su objetivo inicial: —No tengo tiempo para distraerme en este jardín —se dijo a sí mismo a manera de regaño—. Mi deber como Santo de Atenea es averiguar lo que ocurre en la Tierra en estos momentos. Levantando su brillante mirada azul, contempló con sumo pesar la horrible imagen que contrastaba con la belleza del terreno que estaba pisando. El destruido Santuario de Atenea se extendía en el firmamento, como mudo testigo de la destrucción que amenazaba al planeta entero. Cuando concentró su atención nuevamente en aquel extenso jardín, notó que una gigantesca torre de estilo arquitectónico chino se erguía en sus confines. Tan monumental edificio le recordó a la legendaria ‘Torre de Porcelana de Nanking’ sobre la que había leído en incontables ocasiones. En silencio Saga se dispuso a llegar a aquella gran pagoda con el propósito de buscar información que le ayude a entender su situación. No obstante, a medida que el legendario Géminis avanzaba, un curioso fenómeno tenía lugar: El movimiento de las pequeñas criaturas que habitaban las flores se veía extrañamente ralentizado. Tras esto, el escenario entero era iluminado y oscurecido intermitentemente con cada paso que daba el Caballero Negro. Sin duda, él más que nadie conocía aquella técnica… —¡No me engañarás con un ken de Géminis! —gritó amenazante a la nada el hombre de larga cabellera azulada—. No me gustaría dañar este bello jardín solo para hallar a un enemigo, ¡pero si no sales y me enfrentas, lo destruiré todo hasta encontrarte! La fuerte risa de un hombre hizo eco en la extensión de flores de variados colores. —Deberías ver la expresión en tu rostro, Saga —se burló una voz conocida desde el vacío—. ¿Acaso vas a mostrarme nuevamente el lado siniestro de tu personalidad que por poco acaba con la vida de Atenea? El plano de la realidad se abrió en forma horizontal en medio del aire, mostrando una confusa dimensión. Planetas, galaxias y estrellas parecían danzar en esa oscura distorsión espacial que se extendía hacia el infinito. —Nos volvemos a encontrar nuevamente —profirió incrédulo Saga entre dientes, al reconocer al hombre que apareció desde aquella oscuridad—, hermano Kanon… Ante el Caballero Negro se presentó su gemelo… Dejando a un lado la sorpresa que recibió al ver nuevamente al antaño Dragón Marino, la atención de Géminis se desvió a la apariencia complementaria del recién llegado… Kanon cubría su cuerpo con una armadura blanca, casi platinada, la cual también representaba a la tercera constelación del zodiaco. Sin embargo, lo que más le perturbó a Saga, fue ver a su gemelo mostrando unos ojos rojos rebosantes de maldad y una cabellera teñida de un oscuro gris…
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
CapĂtulo 47
Baihu, el tigre blanco protector del paraĂso
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Saga: CATACLISMO 2012
==Maravilla Suprema, Páramo de Hanan Pacha==
Los hermanos Raistlin y Caramon lucían sorprendidos tras verse vestidos con sendas armaduras doradas. Con incredulidad observaban las piezas áureas que de una forma repentina los ataviaron apenas despertado su Séptimo Sentido. —Esta es… su cloth, maestro Kiki… —manifestó incrédulo el mayor de los muvianos—. Claramente puedo sentir su calidez y su espíritu vivo dentro de ella… Y no es solo eso, las piezas de la armadura rebosan de vida porque estoy seguro de que usted la acaba de reparar… Maestro, gracias por darme el honor de ser protegido por Aries. —Señor Zephyrus… siento que esta armadura dorada resplandece gracias al regalo de su vida… —señaló con nostalgia el hermano más espigado y fornido—. Ahora entiendo. Me está prestando el poder de su constelación de Tauro, para que sea capaz de conseguir un milagro… ¡Pues en ese caso le juro que no lo defraudaré!! Aunque los jóvenes Santos rebosaban de nuevas fuerzas, la técnica del Cóndor era tan intensa, que seguía ejerciendo una fuerte presión en la pareja dorada. La energía gravitatoria de las Líneas de Nazca era simplemente abrumadora. —¡Aunque ahora posean un cosmos similar al de los Guardianes incas, no obtendrán esta victoria! —aseguró con brío Wayra de Kuntur,—. ¡Gracias al poder de mis ancestros les otorgaré el descanso eterno en la Urin Pacha!! Pegando un grito lleno de coraje, el sudamericano lo dio todo de sí para incrementar el poder de su ken como nunca antes. Los estragos no se hicieron esperar y enseguida los nuevos Caballeros de las dos primeras constelaciones del zodiaco se vieron en serios problemas. —¡Hermano! —lo llamó Tauro de un grito—. ¡En esta ocasión podremos ejecutar perfectamente el ken del maestro!! Al notar que en efecto ambos poseían un nivel de fuerza similar al de un Santo de Oro original, Raistlin sonrío con gran seguridad. —Tienes razón, Caramon… ¡Haremos que él se sienta orgulloso de nosotros! Las figuras de Nazca seguían trepando por los cuerpos de los Santos, ansiosas por alimentarse con sus energías, pero, a pesar de esto, ninguno de los dos perdió la concentración. Cerrando los ojos, los lemurianos se juntaron espalda con espalda y avivaron sus cosmos dorados. Para la Guerrera de Cabellera de Berenice que observaba atónita la escena desde el suelo, fue increíble contemplar el momento en el que armonizaron los dos cosmos dorados en uno solo gigantesco. Muy para sus adentros, Mar sabía que ambos lograron tal prodigio debido a los fuertes lazos de hermandad que poseían. —¡‘Escudo de Cristal’! —vociferaron los hermanos al unísono con gran ímpetu. Una vez más se hizo presente el cubo luminoso formado de seis ‘Muros de Cristal’, erigiéndose poderoso alrededor de quienes lo habían convocado. La diferencia con respecto al anterior, era que en esa ocasión la resistencia de sus paredes de luz áurea estaba siendo reforzada por la máxima esencia de los cosmos de los hermanos de oro. 87
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco La férrea defensa poligonal recién erigida evocó a las que el legendario Mû y su alumno Kiki edificarían en su momento, siendo en especial la capa de luz que constituía su base, la que tuvo la función providencial de separar los pies de los Santos de la técnica de Wayra, consiguiendo a la vez librarlos de la horrible presión de la gravedad aumentada y del drenaje de cosmos. —¡Inconcebible! ¡Mi máxima técnica ha sido anulada! La voluntad del inca era inquebrantable, así que a pesar de verse en una seria desventaja, no desistió en su intento de incrementar la fuerza de su ken. Sin embargo, su esfuerzo resultó inútil ante la perfecta coraza de cosmos dorado. —¡Ahora es el momento, hermano!! ¡Atácalo con todo tu poder!! La vehemente sugerencia del Dorado de Tauro fue acogida enseguida y, tras concentrar la mayoría de su energía luminosa en sus manos, Raistlin de Aries exclamó con autoridad el nombre de su ken de bronce: —¡‘Aullido Mortal’!!! Tras el ensordecedor bramido de un lobo, una fuerte ráfaga de viento cortante se manifestó a la velocidad de la luz y con la fuerza del Séptimo Sentido. Su potente arremetida fue tan devastadora, que logró quebrar sin problemas la pared frontal del ‘Escudo de Cristal’. La estrategia de su ejecutor era entremezclar su tempestad con los filosos fragmentos de vidrio cósmico, a fin de hacer más peligrosa su técnica. Wayra apretó los dientes frustrado tras ver la violenta técnica cortante acercándose a ritmo a vertiginoso. Tan veloz era el vendaval producido por su rival, que apenas lo pudo distinguir como una informe masa dorada, adornada con pequeños fragmentos luminosos. —¡Esto no acaba todavía! —vociferó ardido el Guardián, tras dejar de ejecutar su máxima técnica y empeñarse en manifestar otra—. ¡‘Aleteo del Cóndor de los Andes’!!! La enérgica tormenta que nació desde las alas invisibles de la ancestral ave de los incas, rivalizó con la misma intensidad con el ken del joven de larga melena verde claro. Segundos después de que colisionaran el viento azul del sudamericano y el dorado del muviano, una especie de peligroso remolino verde se originó entre ambos. Wayra y Raistlin luchaban por romper a su favor el balance de poderes, pero por más que derrochaban sus energías cósmicas no lograban provocar que el otro ceda. —¡Es tu turno, Caramon! ¡Acaba de una vez con él!! Entre la conmoción y el ruido producidos por las borrascas, El Guardián inca apenas pudo identificar la enorme figura que emergió veloz abriéndose paso entre las corrientes. Por un segundo le pareció ver a un furioso toro intentando embestirlo con salvaje furia, pero en poco notó que se trataba del actual Santo Dorado de Tauro, quien arqueando lateralmente ambos brazos a manera de cuernos, corrió frenético hacia su oponente. La oportuna distracción logró un desbalance de fuerzas a favor del Dorado, así que Kuntur no tuvo más opción que esforzarse más allá de sus capacidades para recibir con su cuerpo la combinación del ‘Aullido Mortal’ y de su propia técnica. Solo con el sacrificio de su integridad y la de su armadura añil, fue capaz de detener por completo los vientos que amenazaban con arrasar con el territorio que tan celosamente protegía. La acción tomó milisegundos en desarrollarse pero, aunque Raistlin había conseguido herir gravemente al Guardián, éste no pensó siquiera en claudicar al ver a pocos metros de él a quien se disponía a atacarlo con toda la potencia de su fuerza física y su cosmos en Séptimo Sentido. 88
Saga: CATACLISMO 2012 A Wayra no le importó saber de antemano que sus poderes sagrados habían sido disminuidos en su mayoría por Aries, así que sin vacilar se arrojó contra el corpulento guerrero que estaba a punto de propinarle dos certeros golpes. Los puños dorados de Caramon fueron detenidos en su mortal trayectoria por las manos abiertas del guerrero precolombino. Cóndor y Tauro empezaron un encarnizado forcejeo físico con nada más que sus cosmos y la fuerza bruta de sus brazos. Tanta era la presión que ambos ejercían para romper la resistencia del otro, que la tierra bajo sus pies empezaba a hundirse poco a poco y el páramo entero temblaba con frenesí. —¡No me rendiré!! —vociferó el menor de los lemurianos, desencajando con furia sus facciones a causa del extenuante esfuerzo—. ¡Obtendré esta victoria en nombre de Atenea, de mi maestro y de mi hermano!! —¡Jamás!! —rugió implacable el inca con un semblante más severo e implacable que el de su rival—. ¡A pesar de las desventajas con las que tengo que lidiar, defenderé el territorio sagrado de mi señor Viracocha!! El guerrero en armadura azulada sabía que no lograría resistir mucho al encontrarse tan herido y la vez desprovisto de su guantelete izquierdo. Para desgracia suya, al habérselo roto para ejecutar su ken secreto, su brazo no fue capaz de soportar la presión que ejercía la musculosa extremidad dorada de su antagonista y sus huesos fueron despedazados tras pocos segundos. Caramon lo ignoraba, pero al momento en el que el Guardián dejó su guardia abierta al retirar su destrozado brazo, ejecutó por instinto la técnica de Tauro conocida como ‘Brazo de Acero’. El espíritu de Zephyrus vivo dentro de la armadura le permitió a su sucesor conseguir tal proeza. El ken dorado logró impactar a quemarropa en el rostro del de melena negra, enterrándolo con violencia en el terreno. Atestiguando esto, el Santo de Aries cayó arrodillado con las manos sangrantes y respirando agitado tras conseguir el prodigio de reforzar las tempestades combinadas de Lobo y Cóndor hace unos minutos. Había resistido en pie a pesar de ya no tener fuerzas, así que vio seguro dejar caer su peso y dar un cansado suspiro de alivio, al saberse acreedor de la victoria. Al ver postrado a su hermano mayor, Caramon se apresuró en ayudarlo a reincorporarse. Raistlin estuvo a punto de dedicarle unas efusivas felicitaciones al nuevo Tauro, pero calló cuando ambos escucharon algo que logró horrorizarlos: —¡Santos de Atenea!!! Un furioso bramido emergió de la tierra, tras el cual un bastante vapuleado Wayra surgió a rastras desde cráter causado por su colisión y, con suma dificultad, logró ponerse en pies para encarar rabioso a los dos hermanos de oro. Acto seguido, extendió lateralmente ambos brazos a pesar del intenso dolor que sentía en uno de ellos. —Yo… yo no los dejaré continuar —añadió tartamudeando, pero también con gran autoridad—. Primero… deberán pasar sobre… mi cadáver… Los lemurianos alzaron la guardia al sentirse amenazados y acorralados tras contemplar la fuerza que transmitían los ojos castaños de su rival, quien a pesar de tener el rostro lleno de tierra y el cuerpo abarrotado de heridas; quería seguir luchando… Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que el poderoso Cóndor se vea al fin mermado de fuerzas y resistencia a causa de la fatal acumulación de daño. Era humano como sus rivales después de todo, así que no pudo evitar dejar sus ojos en blanco y empezar a desvanecerse. 89
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —No… No lo conseguí… —musitó el andino en un suspiro final que salió de lo más profundo de su alma—. Perdóneme por… por no ser capaz de… proteger la Hanan Pacha… mi señor Viracocha… En la misma pose amenazante en la que se encontraba, el inca perdió el conocimiento aún estando en pie. Conmovidos por la escena, los jóvenes muvianos retiraron los cascos dorados de sus cabezas en señal de respeto por su desaparecido rival. —Todavía permanece con la cabeza en alto —resaltó el joven de menor estatura, al observar la solemne figura del Guardián quieto cual imponente estatua—. Sin duda este hombre es un digno representante del legendario pueblo inca. —Gracias, Wayra de Kuntur —añadió Caramon de Tauro, casi quebrándosele la voz—. Fue tu determinación la que nos ayudó a despertar nuestro verdadero poder. Jamás olvidaremos al noble guerrero que sigue defendiendo sus tierras aún después de vencido. —Hemos encontrado en un enemigo a un digno ejemplo de vida —secundó Raistlin de Aries, con una brillante mirada dorada que casi dejaba escapar lágrimas—. Cuando mi hermano y yo seamos adultos como tú, espero tengamos ese mismo valor y espíritu de protección que nos demostraste. Adiós, Cóndor de los Andes… Tras dedicarle aquellas palabras al noble defensor de los páramos, la pareja dorada se dirigió hacia el lugar donde yacía la maltrecha Amazona de Cabellera de Berenice. Los dos tenían curiosidad por conocer a la jovencita en armadura negra que llegó para apoyarlos en el momento más crítico de la batalla. —«Ambos son increíbles —se dijo a sí misma la fascinada espectadora del encuentro, al ver a los hermanos acercarse con el porte solemne que otorga el vestir una cloth de oro—. Esos Santos que se parecen al señor Kiki lograron darle un giro completo al combate…» Mar intentó reincorporarse para reunirse con ellos, pero recordó que no podía hacerlo. —«Mis piernas… Una vez más ya no puedo sentirlas —reflexionó intentando esconder su desesperación con una amable sonrisa—. No entiendo por qué ya no soy capaz de caminar nuevamente…» Por alguna razón Coma Berenices fue incapaz de mover sus extremidades inferiores tras arribar a los maizales, y por tal motivo se limitó a observar la lucha sin poder intervenir…
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Varias culturas orientales consideraron como sagradas a cuatro bestias guardianas. Los también conocidos como ‘Sì Shòu’ en la China ancestral, son cuatro seres primigenios asociados con los puntos cardinales, las estaciones y las constelaciones; cuya función es salvaguardar al mundo de los espíritus malignos. Al este de la gran bóveda celeste se encuentra Qinglong, el rey dragón azur, asociado con la primavera y regente de los elementos de la madera y la luz. Al sur encontramos a Zhuqué, la gran ave bermellón, criatura mítica relacionada con el verano, el fuego y el conocimiento. En el oeste, el poderoso tigre blanco del otoño llamado Baihu, batalla ferozmente contra el mal gracias a su naturaleza 90
Saga: CATACLISMO 2012 de viento y metal. Y, finalmente, el norte del plano astral es la morada de Xuanwu, la quimera negra en forma de tortuga y serpiente, protectora de los doce animales del zodiaco chino y gobernante del invierno, el agua, la tierra y la virtud de la fe.
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen== Alalá de Casiopea, la Amazona de Bronce que ascendió a la fortaleza de los dioses gracias a su amigo Aioros; no encontró resistencia al adentrarse en territorio chino. Aun así, no se descuidó y con cautela caminó a través de la amplia pradera verde que se extendía a sus pies. Era su instinto el que la guiaba en su camino y era su corazón el que mantenía claro su pensamiento, no permitiéndole distraerse de su propósito de encontrar a Saga de Géminis. Haría falta mucho más que la sensación de paz y tranquilidad que se respiraban en el lugar para abstraer a la Guerrera de lo que más ansiaba. Tras aventurarse por un sendero escondido entre bellos árboles multicolores, alcanzó la parte central de un jardín decorado con clásicos ornamentos chinos. Muy para sus adentros, la doncella enmascarada se sintió embelesada al ser testigo de la extraordinaria hermosura natural que contemplaron sus ojos: Una incontable cantidad de flores de todos colores eran rodeadas por cristalinos riachuelos e impecables árboles frutales de todo tipo. Al caminar por inercia Alalá por aquel bello lugar, notó con curiosidad que algunas flores y frutas poseían preciosas formas irreales y simétricas, como jamás se habían visto en la Tierra, sin embargo, la planta que en realidad llamó su atención, fue la que se elevaba imponente en el centro del jardín chino: Se trataba de un espigado árbol de melocotones, el cual era el único que desprendía una brillante aura blanca. Tan precioso árbol resaltaba del resto no solo por la diáfana luz que lo bañaba, sino también por la abundancia y perfección de sus frutos, los cuales al ser tan apetitosos en apariencia, tentarían a cualquier mortal a atreverse a degustarlos. Casiopea no fue la excepción y, atraída por el embriagante bienestar que manaba la planta; olvidó sus propósitos por un segundo y le fue imposible detenerse a pensar en las posibles consecuencias de sus actos. En medio de su trance, extendió lentamente la mano derecha a fin de alcanzar uno de los ansiados frutos. vez.
—Es hermoso, ¿verdad? También me sentí extasiado cuando contemplé ese árbol por primera
La mujer de cabellos vino tinto salió de su ensimismamiento al escuchar la voz que con tanta calma y familiaridad le hablaba a sus espaldas. Tras voltearse, observó la figura de un joven hombre ataviado en una decorada armadura blanca con detalles en plateado. El aspecto sereno y casi angelical del recién aparecido, era complementado perfectamente por lo suave de sus facciones y su porte digno. Su corta cabellera lacia de color avellana claro era acariciada suavemente por la brisa, otorgándole a su lívida piel un tono que resaltaba el verde puro de su apacible mirada. —Es suficiente… No me dejaré engañar por apariencias —declaró con calma la aludida, al tiempo que tomaba una evidente pose de batalla—. Todo lo que he visto en este lugar ha sido solo perfección irreal. Solo meras ilusiones que intentan distraerme de mi misión. El hombre en ropajes metálicos albos pareció no prestar atención a las palabras y actitud desafiante de la invasora del jardín, así que con total calma dio un par de pasos al frente. —Tranquilízate, por favor —le instó él, sonriendo amable—. Aunque no me creas, para mí es 91
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco un todo un gusto poder conocer por primera vez a un ser humano. Y lo que menos deseo es que esta ocasión especial se arruine con la violencia de un combate. La griega bajó la guardia por instinto al leer la sinceridad en las palabras de aquel joven, aunque todavía no confiaba del todo en él. —¿Por qué dices que es la primera vez que conoces a un ser humano? —preguntó con sorna—. ¿Qué eres entonces? —Disculpa mi falta de delicadeza. Todavía no me he presentado ante ti —haciendo una ligera reverencia, el castaño le sonrió una vez más a Casiopea—. Mi nombre es Téngfēi de Baihu, el tigre blanco del oeste. Soy el Guardián que custodia el ‘Melocotonero de los Ocho Inmortales’. Y con respecto a tus preguntas, digamos que soy un ser diferente a ustedes… Dirigiendo con lentitud el índice derecho a su rostro, el Guardián señaló el dibujo que tenía impreso en el centro de la frente. —Esto que ves, es la marca de nacimiento que identifica a todos los seres creados por la diosa Nü Wa, la bondadosa regente de la luz y las virtudes. —Nü Wa… Entonces ese es el nombre de la causante de lo que ocurrió en el Santuario. Pues lamento decirte que tu diosa bienhechora no es más que una destructora de vidas inocentes… Al escuchar tan seguras afirmaciones, Téngfēi se contrarió y desencajó ligeramente sus facciones en una expresión de molestia. Solo tras cerrar los párpados por unos segundos, logró recuperar su calmada actitud habitual. —Olvidaré tus ofensas hacia mi madre solo porque mi objetivo no es discutir ni combatir contigo. Mi naturaleza no es violenta como la humana, ya que, al ser yo el primer hombre de la nueva especie creada por la diosa Nü Wa; nací como un ser pacífico que solo busca cuidar este puro jardín. Lo único que pretendo es expandir este paraíso por toda la Tierra cuando la humanidad haya desaparecido, a fin de repoblar el planeta con la primera mujer de mi misma especie. Fue sobrecogedor para la Guerrera de Bronce conocer las intenciones de su interlocutor. Simplemente no podía concebir que tenía enfrente suyo a quien prácticamente sería el “Adán” contemporáneo que daría origen a una nueva era en el planeta… Tras un par de minutos de seria reflexión, sin previo aviso Alalá se puso en la tarea de encender su energía cósmica. Un aura púrpura que dejaba escapar pequeñas motas de luz del mismo color, se entremezclaba con las blancas que expulsaba el árbol de la inmortalidad. —Entonces todo se reduce a la clásica lucha por la supervivencia de la especie más fuerte —sentenció la humana, adoptando la pose que le serviría para ejecutar una de sus técnicas—. Mi propósito en el Santuario tampoco era batallar, no obstante, sabré desenvolverme perfectamente en la lid contra el ser que ha pronunciado su sentencia contra toda la humanidad… —Tu nombre… —la interrumpió amable la personificación del tigre blanco, ignorando el desafío—. Dame el honor de conocer la identidad de la valiente mujer que se aventuró en territorio chino. —Mi nombre es Alalá de Casiopea. Soy una de las Amazonas de Bronce al servicio de Atenea. —Alalá… tus palabras y tu cosmos me muestran agresividad y convicción, pero al contemplar los ojos que asoman a través de los agujeros de tu máscara, solo veo tristeza, nostalgia, dudas… No has ascendido hasta nuestra fortaleza para defender a la humanidad como afirmas. Al leer las ventanas de tu alma, puedo decir que tus verdaderos objetivos son… egoístas… 92
Saga: CATACLISMO 2012 Aunque esas palabras fueron proferidas en un tono comprensivo y hasta dulce, la Guerrera ahogó un suspiro de asombro al sentir que su alma era desnudada. En un instante tuvo la certeza de que, de alguna forma, el Guardián sabía que ella buscaba a Saga en la Maravilla Suprema. —Puedo sanar la tristeza que te aqueja —añadió calmado Baihu, al no escuchar réplica alguna—. Antes de que hagas tu primer movimiento, permíteme ofrecerte una tregua. Dicho esto, el Guardián asiático desapareció del campo visual de su consternada rival, para luego reaparecer a pocos centímetros de ella. La increíble velocidad que poseía el primer hombre de la nueva especie era simplemente abrumadora, así que Alalá no pudo reaccionar al sentir que la mano izquierda de Téngfēi se posaba delicadamente sobre su hombrera. Adicional a esto, el acogedor cosmos plateado que manaba el guerrero del oeste fue suficiente para mermar el de la doncella y paralizarla en un dulce letargo. —No temas. No me atrevería a lastimarte. —la tranquilizó, hablándole al oído con suma calma—. En recompensa por tu valor, te obsequiaré esto. Cuando Casiopea desvió sus entrecerrados ojos rojo oscuro, apenas notó que el castaño le estaba enseñando uno de los melocotones sagrados. Acto seguido, lo acomodó con suavidad entre las manos que eran cubiertas por guanteletes de bronce. —Este melocotón representa el final de tu melancolía. Basta con que le des una sola mordida, para que experimentes la felicidad más sublime hasta el último segundo de tu vida. Ahora que lo tienes en tus manos, puedes abandonar tranquilamente este jardín sagrado. La Amazona se sintió en un hermoso sueño al encontrarse tan cerca del guerrero de Baihu, y a la vez sosteniendo el precioso regalo. A punto estuvo de dejarse llevar por el infinito bienestar que le ofrecían, hasta que fue la imagen de Saga de Géminis proyectada en lo más profundo de su mente, lo que provocó que suelte por inercia la fruta divina. —No… no lo entiendo —profirió el joven visiblemente alterado por primera vez, al ver que el valioso objeto yacía sobre la hierba—. Lo que más ansían los humanos es la felicidad… Unos intentan fabricarla con el dinero, otros la buscan con falsos sentimientos que confunden con el amor, muchos incluso mueren sin siquiera conocerla… Yo puse la felicidad al alcance de tus manos… ¿y aún así la desprecias? —Te equivocas, Téngfēi —contestó la aturdida dama, sacudiendo la cabeza para salir del trance—. Hace mucho tiempo conocí la felicidad más perfecta. Y no creo que ninguna fruta me haga revivir esos momentos… —Ya veo... Entonces esa es tu respuesta definitiva —profirió el Guardián del otoño, disimulando su indignación con un hablar suave—. Es una lástima… pero no me queda más que evitar un conflicto, fusionando tu espíritu con el del Jardín de K’uen-Luen… La mirada rojiza de Alalá se vio sumamente alterada por la sorpresa al escuchar la sutil amenaza. Su reacción inmediata fue intentar golpear a quien la profirió a fin de distraerlo y alejarse del potencial peligro. No obstante, el tigre Baihu era conocido como el más veloz entre los cuatro ‘Sì Shòu’, así que no pudo evitar que éste la ataque con uno de sus poderosos kens: —‘Ilusión en el Paraíso de Qilin’. Raudo posó la palma de su mano libre sobre el vientre de la mujer griega. Enseguida una cegadora luz platinada saturó el jardín entero, produciendo con su expansión un agudo y fuerte sonido. La enorme cantidad de energía luminosa paralizó y dejó fuera de sí a su desprevenida víctima, despojándola completamente de voluntad. Tras recibir de lleno tan poderosa técnica, la Amazona de 93
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Bronce fue reducida a un ser inanimado, cuyas atónitas pupilas opacas y sin vida se veían perdidas en ninguna parte. —«Espero sepas perdonarme por esto, Guerrera, pero al rechazar mi oferta de paz, has sentenciado tu destino —reflexionó Téngfēi, casi derramando sinceras lágrimas de pesar al contemplar a la doncella en estado catatónico—. En compensación por haberte atacado de esta forma, mi técnica te permitirá contemplar para siempre una ilusión tan placentera, que no querrás despertar jamás de ella. Adicional a esto, tu cuerpo se conservará intacto por toda la eternidad en el jardín de mi diosa, convirtiéndote así en el adorno más bello que lo engalane». El Guardián del oeste no se equivocaba. La quieta dama lucía radiante al ser rodeada por la luz blanca que derrochaba el árbol de los Ocho Inmortales, ya que pequeñas motas de energía le daban una apariencia sublime, al resplandecer al contacto con su impecable cloth azulada. A punto estuvo el guerrero de Baihu de marcharse, cuando un detalle logró inquietarlo. —Esa máscara… no entiendo por qué las Amazonas de Atenea se empeñan en ocultar sus rostros de una manera tan minuciosa —se dijo curioso a sí mismo, inspeccionando de cerca a la humana ausente—. Espero que no te molestes si contemplo tu belleza natural, Alalá… Lentamente el joven acercó su mano a la careta metálica de la Ateniense. No dudaría al retirársela del rostro…
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Fuente del Rey Dragón== Todo era perfecta armonía en la bella fuente de mármol que evocaba la figura del mítico dragón chino. No obstante, los recientes acontecimientos que se suscitaron en el lugar, le otorgaron un nuevo aire funesto al otrora paisaje paradisiaco… Una enorme cantidad de sangre salpicó con violencia sobre el monumento y tiñó de un intenso rojo el agua de la pileta. El Guardián asiático conocido como Renshū de Qinglong no vio venir la sigilosa garra que se enterró de repente en el centro de su pecho, y no pudo evitar que su corazón sea arrancado de cuajo de una manera brutal y grotesca. Con su armadura bañada en la sangre desparramada de su víctima, la causante del asesinato se alejó caminando tranquilamente de la escena… —De… debiste acabar con la vida de ese hombre… —se dijo a sí misma balbuceando de forma mecánica la pelirroja enmascarada—. No… te sientas mal… por ello… La Amazona Dorada sin nombre de Géminis aceleró su marcha tras sentir que dos cosmos gemelos estaban a punto de enfrentarse en la distancia…
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Saga: CATACLISMO 2012
CapĂtulo 48
Xuanwu, la quimera negra regente del zodiaco chino
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Entrada al Monte Penglai== Un colorido sendero de joyas de todo matiz era el que llevaba hasta un enorme umbral decorado con ornamentos chinos. Fue en este lugar donde la Amazona de Géminis detuvo su carrera al ver la montaña de jade que se elevaba al otro extremo. La recién aparecida ni se inmutó con la casi irreal belleza del lugar, así que enseguida se dispuso a continuar. No obstante, su avance fue detenido por un anillo de intensa luz blanca que rodeó su cuerpo. Casi apoyando la cabeza sobre su hombrera izquierda, la extraña mujer hizo el gesto de observar curiosa la aureola brillante que la rodeaba. No dudo al acercar lentamente su mano a fin de tocar el llamativo aro. —Yo no haría eso si fuera tú… —le advirtió una serena y melodiosa voz desde la nada—. La energía concentrada de ese halo sería capaz de desintegrar tu brazo entero con el simple contacto. No importa que pertenezcas a la orden de los Caballeros de Oro de Atenea. El resplandor de una fuerte luz le obligó a la Guerrera Dorada a apartar su enmascarado rostro. Lo que contempló cuando recuperó su capacidad visual provocó que mecánicamente levante la guardia en una extraña pose. Ante ella se presentó una hermosa joven ataviada en una asimétrica armadura blanca con detalles en negro y gris. —Mi nombre es Jíngfēi de Xuanwu, la quimera negra del norte. Soy la Guardiana de los Doce Animales del Zodiaco —se presentó cortésmente la doncella recién llegada. La principal característica física de Jíngfēi eran sus claros rasgos orientales, realzados en belleza por su lacia cabellera de tonalidad azul oscuro y sus brillantes ojos celestes. En su frente se podía divisar la misma marca de nacimiento que poseía su compañero Téngfēi de Baihu, haciendo evidente el hecho de que pertenecía también a la misma especie que él. Debido a la naturaleza pacífica de los suyos, se supondría que la regente del invierno mostraría un semblante calmado y afable, sin embargo, en ese momento sus facciones se vieron ligeramente alteradas por la incomodidad y el disgusto. Y no era para menos, la anómala apariencia de la invasora de su territorio consiguió perturbarla. Era la primera vez que veía a un ser humano y aquella imagen que se presentaba ante ella, difería bastante de lo que su creadora Nü Wa le había contado. Al estar tan acostumbrada a vivir en un ambiente que solo derrochaba perfección y belleza, la Guardiana no imaginaba que uno de los habitantes de la Tierra tuviese una apariencia tan poco estética. En su pensamiento solo prevalecía la idea de que un ser humano tendría que parecerse a los de su especie, y no lucir una cabellera roja exageradamente larga y descuidada y, además, un porte y presencia tan poco naturales como los que estaba viendo en la Ateniense. —¿Qué es lo que pretendes en estas tierras sagradas? —le preguntó Jíngfēi, intentando aparentar sin éxito un tono riguroso—. ¿Cuál es tu nombre?
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Saga: CATACLISMO 2012 No recibió respuesta. La actual Géminis se mantenía inmóvil contemplando el brillo de la aureola que la rodeaba, y una vez más intentó tocarla con curiosidad. —Te advertí que no te acercaras a ese anillo de luz —repitió un poco más enérgica la única que había hablado hasta el momento—. Mi técnica conocida como ‘La Sentencia de Zhàyǔ’, comprime la luz del ambiente para formar un aro de cosmos que gira a una velocidad de… Boquiabierta, la protectora de la diosa de la creación detuvo su explicación, cuando vio que la Dorada destrozaba su técnica con un rápido movimiento de su mano. —Im… imposible… ¡Cómo pudo romper mi ken sin siquiera encender su cosmos! Al dispersarse la intensa luminiscencia que producía el anillo inmaterial, la protectora del zodiaco chino fue capaz de observar claramente la apariencia completa de su oponente. Ahogando una exclamación de horror, retrocedió un par de pasos a causa del susto provocado por lo que contemplaron sus ojos: La indescifrable dama humana tenía la armadura salpicada de sangre. En especial sus guanteletes dorados, los cuales se veían embarrados con el intenso rojo del líquido vital y todavía goteaban el mismo. En medio del impacto de ver la chocante escena, la representante de Xuanwu apenas notó que un objeto del tamaño de un puño rodó lentamente sobre el camino enjoyado, para luego detenerse a sus pies. La pelirroja había traído consigo el corazón que arrancó del cuerpo de su más reciente víctima y era aquello lo que le arrojó con indiferencia a la anonadada Guardiana… Temblándole las piernas a causa del miedo irracional que la invadía, la joven mujer de la nueva especie se arrodilló para tocar por instinto ese muerto corazón. Solo con el ligero roce de sus dedos con aquel músculo sanguinolento, pudo saber a quién le pertenecía. —¡Renshū! —exclamó, a punto de derramar lágrimas—. No puedo creer que el representante de Qinglong, el ‘Rey Dragón’, haya sido asesinado de una forma tan despiadada y salvaje… Géminis dio lentos y tambaleantes pasos a fin de acercarse a la protectora de la montaña de jade, quien en tales momentos de trauma emocional, se encontraba pálida y atenazada de terror al ver que esa extraña mujer se arrodillaba también a pocos centímetros de ella. Lo más que pudo hacer, fue seguir con su dilatada mirada al par de manos ensangrentadas que se posaron con suavidad en sus mejillas bañadas en sudor frío. —Mátala… de una vez… —se ordenó a sí misma la fémina de nombre desconocido, tras analizar con cuidado el horrorizado rostro que tenía enfrente—. Arráncale… la cabeza… Para la quimera negra, la Amazona había dejado de ser humana y se había convertido en nada más que un inexpresivo monstruo de metal dorado con tres caras. Esa fue la impresión que le dio al verla tan de cerca, usando el casco de rostro dual de Géminis y su máscara áurea a la vez. A punto estuvo de rendirse y dejar que el pánico y la muerte hagan lo suyo, cuando recordó lo que la mantenía con vida. —¡No…! ¡No terminaré de esta forma! —gritó con frenesí la de cabellera azul oscuro, tras regresar el brillo a sus opacos ojos celestes—. ¡Aléjate de mí, asesina!!! Haciendo caso a su instinto de supervivencia, la asiática lanzó un fuerte golpe a quien en poco se dispondría a matarla. Y aunque no la hirió de gravedad, sí consiguió aturdirla y rechazarla varios metros.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —No se me creó como un ser que use la violencia, pero al ser yo la primera mujer de mi especie y quien repoblará la Tierra junto con Téngfēi; ¡haré todo lo posible por sobrevivir y cumplir con la misión que se me encomendó! —un ligero halo de luz cósmica gris bañó el cuerpo entero de la bella joven—. ¡No permitiré que un ser que emana malicia y muerte se atreva a poner un dedo sobre Nü Wa! ¡Como su protectora más fiel, juro que te detendré!! A Géminis no le impresionó en lo más mínimo el ferviente discurso, ni contemplar la creciente fuerza de quien veía como víctima. Como si nada se reincorporó y empezó a acecharla como si de una bestia sedienta de sangre se tratase…
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Melocotonero de los Ocho Inmortales== A punto estuvo el tigre blanco de retirar la máscara del rostro de Alalá, cuando una perturbación cósmica lo detuvo en seco… —Jíngfēi… Algo grave debió ocurrir como para que enciendas tu cosmos de esta forma — declaró preocupado para sí. Con la certeza de que la Amazona de Casiopea no lograría despertar de su ilusión, el guerrero de Baihu vio seguro abandonar los terrenos del ‘Árbol de la Inmortalidad’. Con premura corrió a fin de apoyar a su compañera Guardiana en la batalla contra Géminis. —«No permitiré que te hagan daño —reflexionó durante la carrera, cambiando su actitud pacífica a una más decidida—. Ya verás que juntos derrotaremos al mal que amenaza las nobles intenciones de nuestra diosa».
==Maravilla Suprema. Corazón del Jardín de K’uen-Luen== Eran gemelos, pero en aquel momento sus apariencias resaltaban por su marcado contraste. Ambos estaban ataviados con diferentes versiones de la cloth de la tercera constelación del zodiaco, solo que en esa ocasión el blanco denotaría maldad y el negro justicia. Las dos armaduras que al mismo tiempo eran diferentes e idénticas, se combinaban perfectamente con la tonalidad heterogénea de ojos y cabellos que ambos lucían. Los hermanos recién vueltos a la vida se observaban inmóviles y en silencio, como esperando atentos al primer movimiento de su contraparte. Mientras el uno sonreía con malicia, el otro mostraba un serio talante. Tal cuestión traía a la memoria las distintas emociones plasmadas en los rostros de los lados del casco de la armadura de Géminis. Tanta era la concentración y quietud de Saga y Kanon, que la armoniosa vida natural que engalanaba el jardín no se vio alterada. La extensa pradera de flores multicolores continuaba siendo acariciada por una cálida brisa, mientras que aves trinaban melodiosamente y sobrevolaban despreocupadas los campos. La presencia de mariposas de todos colores le daban al ambiente un aire aún más divino y pacífico. Incluso algunos de estos insectos voladores osaron posarse con suavidad en el metal de las armaduras de los recientes visitantes de su hábitat. —Vamos, Saga. Es la primera vez que nos vemos las caras desde hace tantos años —habló al fin el de cabellera gris con notorio cinismo—. ¿No vas a recibir con un abrazo a tu querido hermano? Kanon acompañó sus palabras con el mordaz gesto de abrir los brazos, invitando con esto en silencio a su gemelo a acercársele, sin embargo, aquello no logró provocar al de armadura negra, quien con su característica actitud formal contestó enseguida: 98
Saga: CATACLISMO 2012 —Deja la ironía… Actúa con seriedad y dime cómo es que regresaste a la vida. ¿Qué pretendes en este lugar? —Pues… yo podría hacerte las mismas preguntas… El otrora Dragón Marino usó su increíble velocidad para trasladarse a centímetros de su hermano, quien atónito al no ser capaz de verlo acercarse, se quedó paralizado observándolo cara a cara. —Es como verse en un espejo, ¿cierto? —¿A… a qué te refieres? —inquirió el de larga melena azulada, intentando ocultar su nerviosismo. —Vaya, no me digas que no recuerdas la apariencia que ves ahora en mí… También lucías esta cabellera gris y los mismos ojos carmesí, cuando tu corazón era invadido por las sombras. De hecho, con este talante fue que asesinaste a… Saga no le permitió terminar su réplica. Enseguida le estampó un fuerte puñetazo en el costado del rostro que lo envió a tierra con violencia. Tan potente fue la arremetida, que el impacto de Kanon sobre la superficie abrió una grieta en ésta y destrozó gran cantidad de flores. —¡No lo entiendo!! —le gritó inusualmente alterado el Geminiano en oscuros atavíos—. ¡Atenea perdonó todos tus pecados y…! ¡¿Aun así insinúas que has vuelto como un sirviente del mal?!! —Te equivocas, hermano —profirió el agredido, escupiendo con desprecio la sangre que se acumuló en su boca tras el golpe, y reincorporándose como si nada—. Tú más que nadie sabe que siempre he sido un ser malvado por naturaleza —la voz de Kanon se tornó amenazante, casi haciendo evidente su resentimiento—. ¿O no recuerdas que por esa razón me encarcelaste en Cabo Sunion? —Ya veo… —manifestó el recriminado, cerrando los ojos en un gesto de extrema seriedad—. Entonces por esa razón le has vendido tu alma al diablo… Lo único que buscas es vengarte de mí… Tales deducciones provocaron la incontrolable risa del guerrero en cloth de tonalidad clara. —Saga… A pesar de todos estos años y a pesar de haber sufrido el castigo de los dioses, no has cambiado un ápice. Siempre estás desconfiando de mí… —declaró entre sonoras carcajadas—. Sin embargo, te equivocas completamente. Admito que todavía te tengo algo de rencor por aquello, pero de hecho debería agradecerte por haberme encerrado. No deseo gastar mi tiempo ni energía en algo tan trivial como la venganza. Mis objetivos son más significativos. Bien sabes que… siempre he pensado en grande… Escuchando esto, el antaño Géminis supo lo que su hermano se proponía, así que enseguida se dispuso a detenerlo. Súbitamente empezó la tarea de avivar el nuevo cosmos negro que emanaba su ser. La en apariencia macabra aura oscura empezó a extenderse por todo el jardín, despojándolo de su aire pacífico al espantar a todos los pequeños animales que rondaban el bello ecosistema. —Sé lo que pretendes entonces, Kanon… —levantando ambos brazos sobre su cabeza y cruzándolos en forma de equis, Saga adoptó la clásica pose que le serviría para ejecutar su técnica más poderosa—. La ambición y las ansias de poder te han corrompido nuevamente tras regresar a la vida, así que en esta ocasión no me conformaré solo con encerrarte. ¡No cometeré dos veces el error de dejarte con vida! El firmamento se oscureció por un momento y los campos se sacudieron ante el abrumador y creciente poder de Géminis Negro.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Aunque logró ocultarlo muy bien con una arrogante sonrisa, el de mirada escarlata quedó impresionado al ser testigo del poder superior que era capaz de manifestar su gemelo. —Tranquilízate, ¿quieres? —le exhortó gesticulando con irónica calma el antaño General de Poseidón—. No deseo empezar una innecesaria ‘Batalla de los Mil Días’. Solo escucha lo que tengo que decir antes de que hagas cualquier movimiento. Saga calmó por un momento sus ímpetus y acogió a regañadientes la petición tras normalizar su energía cósmica. —Habla de una vez… —No fui solo yo quien regresó desde el mundo de los muertos. Algunos de tus compañeros de generación también fueron revividos por Morrigan, la diosa celta de la muerte y la oscuridad. Aquella deidad de poder infinito no solo tuvo la amabilidad de otorgarme esta armadura blanca y una fuerza superior a la de un Santo de Oro promedio; también liberó mi verdadero ser. —Morrigan… —repitió furioso el de cabellera azul, frunciendo con rabia el entrecejo—. Entonces ese es el nombre de la malvada que los resucitó, para que pongan fin a la vida de los Caballeros de Atenea de esta época… —No has perdido tus capacidades de deducción, hermano. Es tal como dices. Nuestro deber es acabar con todo aquel que ose amenazar a nuestra nueva diosa, no obstante… —Kanon hizo una ligera pausa en su explicación para reír entre dientes—, te confieso que no pienso obedecer los caprichos de esa obstinada y petulante… Saga fue impactado por aquellas nuevas revelaciones. Intentando ocultar su expectativa, continuó escuchando las palabras de su hermano: —¿Lo entiendes ahora? ¡Será el poder superior que ella misma me otorgó, el que utilizaré para hacer realidad las ambiciones que quise materializar hace tantos años!! ¡Incluso siento que podría hacer lo que tú jamás lograste! ¡Seré capaz de acabar con la vida de la misma Atenea!! Escuchando tan atrevidas elucubraciones, el que vestía cloth oscura retiró con seriedad la mirada y guardó silencio por unos segundos. —Todo lo que has dicho son patrañas…—declaró implacable—. No creo en tus intenciones malvadas, Kanon. La certeza con las que su hermano pronunció tales aseveraciones, logró incomodar y exasperar a Géminis Blanco. Era la primera vez que se lo veía verdaderamente molesto desde que arribó a territorio chino. —¿De qué demonios hablas? ¿Acaso no recuerdas que hace años te propuse dominar juntos el Santuario y por lo tanto la Tierra? ¡No me vengas a decir ahora que…! —Es evidente que estás siendo manipulado por una voluntad corrompida, hermano —le interrumpió el Santo Negro—. Sé que eres un hombre bueno en realidad. —¡Tonterías! —clamó indignado el guerrero revivido por la deidad celta—. ¡No puedes refutar mis palabras tras volvernos a reunir en estas circunstancias! —Son los mismos hechos los que refutan tus palabras, Kanon… Escúchame, bien. Tú eres el guerrero noble que se redimió y fue aceptado como un Caballero por la misma Atenea. Defendiste con valentía el templo de Géminis y te aventuraste en lo profundo del infierno para combatir la maldad de Hades. ¡Recuerda el momento en el que sacrificaste tu vida para derrotar a ese Juez en el Inframundo y permitir con ello que las doce armaduras de oro se reunieran en Giudecca!! ¡No eres un ser malvado 100
Saga: CATACLISMO 2012 resucitado! ¡No olvides que eres un Santo de Atenea que tiene una segunda oportunidad para defender a su diosa!!! Escuchar su pasado pronunciado de una manera tan efusiva, irritaba su vil espíritu. Lo único que ansiaba en ese momento era callar a su gemelo a fin de detener el inexplicable e intenso dolor emocional que le producían sus palabras; así que en un impulso de ira, no se pudo contener y arrojó contra Saga una fuerte arremetida luminosa. El poderoso rayo ken de energía blanca viajó en línea recta, desintegrando todas las plantas y flores que se interponían en su camino. —¡Jamás he sido un buen hombre, Saga!! —gritó sumamente alterado el de gris cabellera en la transición con el impacto—. ¡Y tú tampoco lo eres! ¡Así que deja de actuar como un falso protector de la justicia!! ¡Eres tú quien no debe olvidar esos sentimientos negativos que te hicieron asesinar al Patriarca y que provocaron que yo logre manipular al mismísimo dios de los mares!!! El atacado consiguió contener el embate con ambas manos y, tras un sobrehumano esfuerzo, fue capaz de arrojarlo hacia el firmamento para que no dañe más el jardín. Por desgracia suya, no se había percatado de que aquella era una distracción deliberada para que baje la guardia, por lo tanto no pudo evitar que su hermano se le acerque a gran velocidad y le aseste un terrible puñetazo en la cara y, tal como él mismo lo habría hecho hace unos minutos; también logró derribarlo y enterrarlo de la misma manera violenta. —Te regreso la bienvenida que me diste hace rato, “hermanito” —le dijo el guerrero en armadura blanca, recuperando su actitud sarcástica al ver que su gemelo se arrastraba aturdido entre las flores maltrechas. Aún recostado entre las plantas, al antecesor oficial de Géminis lanzó una mirada furtiva a quien lo había tumbado y, tras limpiar con desdén la sangre que escapaba por las comisuras de sus labios; se desvaneció del campo visual de su hermano. Saga había utilizado su prodigiosa nueva velocidad para acercársele y propinarle sendo rodillazo en el abdomen. —Hermano… si tú mismo no puedes luchar contra la maldad que te domina, seré yo quien purifique tu alma —le advirtió el guerrero negro, con la rodillera aún clavada en su vientre—, ¡aunque eso signifique que tenga que matarte! Ni siquiera la resistente cloth blanca que portaba logró protegerlo de la devastación provocada en su cuerpo por tan terrible acometida. Kanon casi desorbitó los ojos de sus cuencas cuando expulsó gran cantidad de sangre por la boca, no obstante, a pesar del severo daño que acabó de experimentar, sonrió ampliamente para luego dejar escapar sonoras y dementes carcajadas que hicieron eco en todo el jardín. —Vaya… insensato —masculló con dificultad el violentado aún entre risas y toses sanguinolentas—. Intentaba… compartir contigo el control de la Tierra cuando… Atenea haya muerto, pero… ya que te niegas de una forma tan atrevida… ¡Acabas de convertirte en un obstáculo más en mi camino!!! Aprovechando que aún lo tenía cerca, Géminis Blanco atacó a su contraparte Negra con la misma intensidad y en la misma zona en la que fue agredido, solo que en lugar de infligir un rodillazo, hizo lo propio con un potente gancho bajo. Su puñetazo produjo los mismos estragos en el de cabello azul, siendo éste quien expulsara el líquido vital por la boca en esa ocasión. Los dos se alejaron del otro dando un par de tambaleantes pasos hacia atrás. Tras esto, instintivos movimientos lucieron idénticos en ambos cuando se dispusieron ejecutar la misma acción ofensiva: Viendo que su correspondiente rival tenía abierta la defensa, Saga y Kanon aprovecharon para cargar en sus manos una gran cantidad de cosmos y disparar al contrario sendas esferas de energía luminosa. La acción fue tan sincronizada y repentina, que ninguno de los dos vio venir el ataque del 101
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco otro y los recibieron de lleno al mismo tiempo. Los estragos no se hicieron esperar: Los impactos de energía destrozaron el centro de los petos de ambos hermanos y los hirieron de gravedad. Dando tumbos, los dos gemelos lograron mantener el equilibrio y no caer a pesar de las severas heridas que los aquejaban. Ninguno de los dos notó que gran cantidad de sangre chorreaba por los agujeros en sus pechos, ya que se observaban desafiantes mientras respiraban agitadamente. —Así que vas en serio… —enfatizó Kanon con tono desafiante, al tiempo que intentaba palpar por instinto su más reciente herida—. Hasta que… al fin puedo ver tu lado asesino… —Esta batalla innecesaria no nos llevará a ninguna parte —respondió el aludido apenas recuperado el resuello, ignorando aquellas malintencionadas palabras—. Ambos poseemos… el mismo nivel de poder en estos momentos, así que… si continuamos luchando de este modo… seremos destruidos sin contemplaciones… —¡Pues eso está por verse, Saga!! Ignorando el paralizante dolor que le producía el agujero de su pecho, el guerrero en cloth alba se arrojó contra su oponente, quien fue capaz de contener el primer ataque con la resistencia de su guantelete negro. En esa única ocasión tuvieron la oportunidad de observarse a los ojos de cerca. Apenas en ese momento notaron el brillo retador con el que fulgían las pupilas azules de Saga y las rojas de Kanon. Leyendo en silencio las amenazantes intenciones en los ojos del otro, ambos empezaron una encarnizada lucha a golpe limpio. Cada salvaje puñetazo, codazo, patada y rodillazo que cualquiera de los dos asestaba, producía fuertes estampidos metálicos y devastadoras explosiones luminosas. Tan tremendas ondas de expansión destrozaban las flores del jardín y abrían la tierra en profundas grietas. Ninguno de los gemelos revividos supo medirse en sus arremetidas. Tal era la fuerza que imprimían en sus descontrolados golpes, que poco a poco sus armaduras se cuarteaban sin remedio. Fisuras por todas partes reflejaban el mal estado de las piezas de metal que conformaban las dos réplicas de las armaduras de Géminis. La furiosa lid se desequilibró solo cuando el de melena azulada perdió la concentración por milisegundos. Ínfimo lapso de tiempo que fue aprovechado por su malvado antagonista para conectarle un devastador gancho en la parte inferior de la quijada. Tal golpe fue infligido con tanta violencia, que consiguió proyectar varios metros hacia arriba a la víctima. Mientras el desorientado Saga se encontraba suspendido en los aires, su hermano revivido aprovechó la oportunidad para agarrarlo con ambas manos de una pierna, y usar el mismo impulso para azotarlo brutalmente contra el terreno divino. La inminente colisión resultante formó un profundo cráter y terminó a la vez el combate físico con un Géminis Negro retorciéndose boca abajo entre restos de flores destrozadas. —¡Levántate, Saga! —le exigió exaltado el que en actitud prepotente se mantenía erguido frente al caído—. ¡No me digas que tan fácilmente me permitirás ganar el primer asalto de nuestra pelea!! Los vehementes gritos hicieron reaccionar al yaciente guerrero, quien con gran dificultad consiguió reincorporarse ligeramente por instinto. Aunque por desgracia sus fuerzas físicas en ese momento le bastaron solo para gatear con la cabeza agachada en pose sumisa. —¿Qué se siente arrastrarse a los pies de tu hermano? —añadió el hombre de mirada carmesí con mala intención—. La última vez que me humillaste de esa misma forma, fue porque vestías la cloth 102
Saga: CATACLISMO 2012 de Géminis, pero creo que ahora se han invertido los papeles a pesar de… Kanon calló al notar una sensación diferente en su mejilla. Cuando acercó las yemas de los dedos a su rostro, estos quedaron empapados. —¿Pero qué…? ¿Lágrimas? No son mías… En ese momento Saga levantó el rostro para observar desafiante a su contraparte en atavíos albos, quien al verlo a la cara, notó con asombro que era el antaño portador original de la tercera constelación de oro, quien lloraba mientras apretaba los dientes con frustración. —Solo en una ocasión… derramé lágrimas por ti, Kanon —le contó a su gemelo, parándose tambaleando pero con gran decisión—. Cuando abandoné el Templo de Géminis tras nuestro encuentro de años atrás, no pude contener el llanto que provocó el orgullo que sentía por ti… Te confieso que jamás habría imaginado que te reivindicarías con Atenea y que decidirías luchar con honor por ella — enjugando los orbes que nacían de sus ojos, Saga encaró con rabia a su contendiente—. ¡Pero ahora mis lágrimas son de impotencia, de ira al saber que mi hermano fue convertido en un auténtico demonio!! Incomodado sobremanera al ver por primera vez que esos ojos azules desbordaban un sincero llanto, Géminis Blanco apartó la mirada de la imagen. —Guarda esas lágrimas para aquello que en realidad te importa… —¿Qué quieres decir? —inquirió confundido el aludido. —Conozco tu máxima debilidad, Saga… —el revivido por Morrigan clavó nuevamente su maliciosa mirada en la de su hermano—. Sé todo sobre esa mujer… La única que ha logrado que abrieras tu corazón sinceramente… Al escuchar esto, el Caballero Negro abrió los ojos como platos al sentir que todo en su interior se desmoronaba. Uno de los mayores secretos de su vida había sido descubierto, así que le fue imposible reaccionar ante tan inesperado hecho. Frente a la evidente expresión de estupefacción que acompañaba al mutismo del antaño Patriarca, Kanon recuperó su actitud irónica y además le añadió una dosis de misterio al continuar con sus hirientes comentarios: —Qué cruel es el destino… pensar que aquella mujer se encontraba segura en su refugio en Delfos… Vaya imprudencia más grande la que cometió al ascender a este lugar solo para verte… —Es… es imposible… —masculló titubeando un incrédulo Saga—. Ella no puede encontrarse en medio de esta batalla… —Máscara con aberturas en los ojos, cabellos vino tinto, vestido blanco al clásico estilo griego, armadura de bronce en tonalidades azuladas… La vi andar sin rumbo a través de una pradera contigua… pero no te preocupes, ya para estos instantes debió haber muerto en las manos de los Guardianes que cuidan estos terrenos sagrados. Kanon no pudo contener la risa al ver a su hermano en tal estado de asombro y vulnerabilidad. Sus fuertes carcajadas retumbando en el vacío del jardín, no le permitieron escuchar cuando Saga pronunció en un doloroso suspiro el nombre de la mujer que amaba. —Alalá…
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
CapĂtulo 49
ÂĄSaga versus Kanon! El mortal combate de dimensiones
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Saga: CATACLISMO 2012
==Santuario de Atenea, Campos de Entrenamiento== La Tierra y el Santuario de Atenea disfrutaban de una pasajera época de paz hace treinta y nueve años. Fue precisamente en este lugar sagrado donde dos jóvenes aspirantes a Santos entrenaban con ahínco bajo las tenues luces anaranjadas del crepúsculo vespertino. Con cada golpe que cada uno de ellos asestaba a su rival, grandes porciones de polvo se elevaban desde el árido terreno. Era sobrehumana la potencia con la que venía reforzada cada arremetida. —¡Nada mal! —exclamó con júbilo el de corta cabellera azulada, conteniendo un puñetazo con la mano abierta—. ¡Has mejorado mucho desde la última vez que nos enfrentamos! —¡No hables como si fueras más fuerte que yo! —le reprochó en medio de la conmoción del combate su compañera: Una muchacha enmascarada de corta melena color vino tinto, ataviada en destartaladas ropas de entrenamiento —¡Verás que seré yo quien obtenga el derecho de portar aquella armadura sagrada! Desde niños, Saga y Alalá crecieron juntos en el recinto de la diosa protectora del planeta. El destino los juntó desde una edad muy tierna cuando Shion, el Patriarca y antaño Santo de Aries, les otorgó a ambos una vida digna junto con los demás niños que entrenaban para llegar a ser Caballeros. Debido a todo lo que representaba, Saga profesaba una arraigada admiración y respeto hacia el hombre que regía el Santuario de su diosa. Para él no había ser humano más recto y justo que Shion y, por ese motivo, su anhelo más grande era portar la armadura de plata perteneciente al legendario guerrero que apoyaba al sumo sacerdote en cada Guerra Santa: El Caballero de la constelación de Altar. Por su parte, la joven Alalá consideraba al Patriarca como su verdadero padre y lo idolatraba como su salvador. Su perspectiva no era exagerada, ya que para ella fue todo un milagro encontrarse con un hombre tan bondadoso y amable; cuando a sus tiernos ocho años perdió a su familia entera en un fatal incendio. Su sentimiento de gratitud creció junto con ella, y le obligó a no descansar un solo día en su entrenamiento para obtener el derecho de vestir la misma cloth que Saga anhelaba portar. Así nació una evidente rivalidad entre ambos jóvenes, pero fue precisamente aquello lo que afianzó su amistad durante los años, motivándolos a la vez a ser mejores cada día. Lo riguroso de los entrenamientos en el Santuario mancilló sus cuerpos, pero también fortaleció sus espíritus. —Algo te sucede, Alalá —le comentó el adolescente, evadiendo hábilmente uno de los golpes que le lanzó la jovencita—. Te noto demasiado desconcentrada el día de hoy. —¡Pues alucinas, Saga! —replicó muy decidida ella, sin dejar de atacar—. ¡Eres tú quien intenta distraerme del entrenamiento! La lucha se estaba tornando cada vez más intensa, así que Saga decidió tomar ventaja no con sus técnicas, sino con sus palabras… —Te equivocas. Si mi objetivo fuera desconcentrarte, te diría que siempre me ha gustado tu forma de ser… La enmascarada jamás habría imaginado escuchar una frase como esa de su siempre reservado amigo, por lo tanto no pudo evitar distraerse por unos segundos y dejar su guardia completamente abierta. Saga no dejó pasar desapercibido el momento y logró asestarle un contundente golpe en el 105
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco centro de la frente, el cual terminó la lid de una manera abrupta. —Eso no fue nada honesto —le recriminó la agredida, apenas pudiendo levantarse tras el golpe que la aturdió—. Decirme ese tipo de cosas cuando estamos peleando seriamente es… La griega enmudeció cuando sintió que su máscara se agrietó para luego partirse. Su reacción inmediata fue cubrir su faz desnuda con ambas manos, evitando así que el atónito Saga pueda contemplarla. —¡No me mires! —le exigió exasperada tras darle las espaldas. —Alalá, discúlpame. Te aseguro que no vi nada y que mi intención no era romper tu máscara —se excusó él con sincero arrepentimiento—. Te compensaré por esto, lo prometo. De alguna forma la repararé y… —¿En serio no lo hiciste a propósito? —le preguntó de repente, interrumpiéndolo. El joven de quince años sintió que el corazón le dio un vuelco al escuchar aquella interpelación proferida con tanta seriedad. No tenía la certeza para responder, pero sí varias emociones guardadas, las cuales decidió expresar tras armarse de valor: —Pues… te confieso que sí deseo ver tu rostro después de tanto —manifestó él con timidez e inseguridad, tras retirar sonrojado la mirada—. La última vez que pude contemplar tu sonrisa, fue hace ya cinco años, cuando el Patriarca te trajo por primera vez al Santuario. Te confieso que cada día he imaginado lo hermosa que te habrás vuelto en todo este tiempo. Completamente perpleja, la futura Casiopea se quedó sin aliento tras escuchar que, por primera vez, su compañero pronunciaba palabras dulces. El corazón le latía con ímpetu y podía sentir como su rostro se ruborizaba y calentaba entre sus manos. —Lo… lo que me dijiste antes de romper mi máscara —le dijo titubeando y girándose para mirarlo entre las aberturas de los dedos que cubrían su semblante—. ¿En verdad… te gusta mi forma de ser…? —Sí —le respondió enseguida Saga, dejando la inseguridad a un lado—. Siempre has sido una chica generosa que da mucho más de lo que recibe. Y es precisamente aquello lo que más me gusta de ti. El futuro Dorado empezó a caminar lentamente hacia la nerviosa jovencita, quien maravillada y en silencio, contempló la radiante figura del Geminiano siendo resaltada por la caricia de la brisa y la tenue luz naranja del crepúsculo, la cual le otorgaba un bello contraste a su corta cabellera añil. —Nos conocemos demasiado, Alalá —continuó diciendo él con cierto dejo de añoranza—. Hemos compartido tantas alegrías, dolor y frustraciones; que ya las palabras casi no nos hacen falta para comunicarnos lo que sentimos. —Entonces quieres decir que… —Exactamente… Siempre supe que mis sentimientos hacia ti eran correspondidos —Saga tomó a la inmóvil aspirante a Amazona desde ambas muñecas y clavó su brillante y ansiosa mirada azulada sobre ella—. Me trataste como a un rival, pero siempre tenías sutiles detalles que me demostraban lo mucho que te importaba. Me diste a entender que querías abrirme tu corazón en varias ocasiones, pero jamás te atreviste a ello a pesar de la confianza que entablamos durante todos estos años. La chica se encontraba abrumada. Todo estaba ocurriendo tan rápido y por esa razón no supo cómo reaccionar al tener tan cerca al valiente muchacho que le abrió su corazón, y además, al saber que sus sentimientos habían sido desvelados desde hace mucho tiempo ya. 106
Saga: CATACLISMO 2012 —Pero ya es suficiente de titubeos para mí. Ha llegado el momento de comportarme como un hombre y dar el primer paso contigo. Ocultando su nerviosismo, empezó a bajar delicadamente sus manos junto con las que cubrían el rostro de Alalá. Tan maravillada estaba la doncella, que no opuso resistencia cuando Saga descubrió por completo sus facciones. En medio de sus ensoñaciones, para ella solo resaltó el embelesado y feliz semblante de quien en poco sería un Santo de Oro. —Eres hermosa… —la elogió embobado en un suspiro—. Valió la pena sacrificar mi vida si acaso decides matarme y no amarme… Por única vez en su vida, Alalá se sintió libre al estar despojada de la máscara que ocultaba sus emociones. Solo en ese instante tuvo la seguridad para hablar con total soltura, al estar en contacto directo con sus pasiones más ocultas e intensas. —Saga… —lo llamó nerviosa la ruborizada jovencita, posando su emocionada mirada resplandeciente sobre la de él—. Todo lo que has dicho es cierto… Los ojos del aludido casi se desorbitaron cuando escuchó la confesión. En ese momento fue él quien enmudeció a causa de un desbordante júbilo que también fue notorio en su cara. —Cada vez que intentaba manifestarte lo que sentía, mis inseguridades me lo impedían. Creía que el vínculo que desarrollamos con los años era suficiente para que interpretaras mis emociones, pero ahora, más que señales y las mismas palabras; dejaré que las acciones hablen por mí. Un repentino movimiento y la chica de cabellera vino tinto ya tenía entre sus brazos a la persona que más quería en este mundo. El abrazo transmitía tanta calidez y cariño, que Saga no pudo evitar dejarse llevar por tan emotivo momento. —¿Sabes algo? —continuó diciendo ella, riendo sutilmente al sentirse reconfortada por los latidos de corazón de Saga, quien para esos momentos había respondido al gesto rodeando también con sus brazos a la chica—. En varias ocasiones incluso tuve el impulso de dejar caer a propósito mi máscara para ver tu reacción. Una vez más la joven levantó la mirada para contemplar al futuro Dorado. Lentamente le fue acercando su rostro, y en especial sus labios. Se sentía embriagada por la calidez y la respiración agitada del muchacho. —Me has dicho que soy una mujer que siempre da más de lo que recibe… Y ya que te has armado de valor para confesarme que te gusto, yo te diré algo más grande al aceptar que te am… Justo cuando los labios de ambos estuvieron a punto de fundirse en un apasionado beso, las pupilas de Alalá se dilataron al recordar la cándida figura de Téngfēi de Tigre Blanco… Todos los recuerdos de Amazona de Casiopea golpearon su mente en un segundo, a la vez que el tiempo se paralizaba por completo. —«Yo… yo me encontraba batallando en territorio de los dioses —recordó anonadada, quien repentinamente se encontró en un cuerpo más joven—. Lo último que recuerdo, fue la evocación del nombre la técnica de ese Guardián». Apenas ella fue consciente de la realidad, el Santuario entero se desvaneció en la nada. Dejando solo a Alalá y Saga en medio de un infinito, silencioso y vacío espacio blanco.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —La felicidad que siento es falsa —profirió con decepción—. Saga nunca fue tan expresivo con sus sentimientos, ni yo tampoco… —Mi diosa Nü Wa tenía razón. Ustedes los humanos siempre son tan exigentes —intervino desde la nada la simulada voz del guerrero chino que provocó la ilusión—. Deberías disfrutar el privilegio que te ofrece el tigre Baihu con su técnica pacífica. —Te agradezco por permitirme ver nuevamente a Saga, Téngfēi —le dijo la Amazona sonriendo amable en su forma juvenil, mientras posaba por instinto su mano en la mejilla del inmovilizado joven de melena azulada—. Me disculpas, pero no puedo permanecer en el pasado… —No lo entiendo… —añadió el regente del otoño con su característica calma—. Siempre deseaste que el hombre que amas sea más cariñoso contigo, y aquí lo tienes frente a ti con una personalidad perfecta… —Y sin embargo éste no es el chico del que me enamoré en ese entonces —complementó implacable la aludida—. Con todo y sus defectos y virtudes, yo amo a Saga tal y como es. —Pero… ¿por qué conformarte con eso? Sí se puede vivir en el pasado y cambiarlo para que sea más amigable con uno. Ése es un privilegio que solo yo puedo darte. Así que sé libre de rehacer tu vida desde treinta y nueve años atrás junto con él, con Saga… —No puedo… Eres muy amable al querer otorgarme una felicidad perfecta, pero mi misión como Amazona está sobre mis deseos personales. Primero está el bienestar de Atenea y de la humanidad y luego habré de encontrar a Saga en tu territorio. —Ya veo —manifestó la voz de Téngfēi con una mezcla de comprensión y decepción—. Lo lamento pero… también tengo una misión que cumplir y por lo tanto no puedo liberarte de la ilusión. Me acabas de obligar a utilizar métodos más persuasivos contigo… Una fuerte luz blanca cegó a la versión adolescente de Alalá, haciéndola desaparecer del lugar.
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Entrada al Monte Penglai== —¡‘Guī Jiǎké, La Coraza Invernal’! —exclamó solemne la Guardiana oriental. Gotas de lluvia empezaron a precipitarse delicadamente sobre ambas contendientes, cubriéndolas con una fina capa de brillante rocío. Poco después, el agua recién caída pareció cobrar vida propia y se dirigió en conjunto hacia el cuerpo de quien la invocó. No pasó mucho tiempo para que una cristalina cubierta de hielo se forme sobre el ser entero de Jíngfēi de Xuanwu, otorgándole a la vez una apariencia casi divina al resaltarse su belleza por la del agua congelada. —Atácame si así lo deseas, Guerrera —le retó con total calma y seguridad la quimera negra—. No me molestaré en defenderme… Al ver que su rival tenía la guardia completamente abierta, la Geminiana de nombre desconocido no hizo caso omiso a la petición y, sin demora, arremetió enseguida con su mano izquierda abierta a manera de garra. Su objetivo era arrancarle el corazón a la Sì Shòu, utilizando la misma modalidad que empleó para asesinar a Renshū de Qinglong hace unos minutos. No obstante, su esfuerzo fue infructuoso, ya que apenas sus dedos hicieron contacto con el pecho de la guerrera de Nü Wa, la simple resistencia de la armadura blanca y negra fue suficiente para neutralizar por completo el mortal embate. —Sería imposible que al menos logres rasguñarme —declaró la joven de la nueva especie, 108
Saga: CATACLISMO 2012 agarrando fuertemente por el brazo atacante a quien intentó matarla—. Mi técnica concentra el agua del ambiente para producir una capa congelada, la cual incrementa miles de veces la resistencia de todo mi ser. Mi cuerpo y armadura acaban de ganar una consistencia similar a la que poseen los ropajes sagrados de los dioses. Al verse cerca de su contendiente, la pelirroja en cloth dorada, aprovechó el momento para dirigir su mano libre hacia el cuello de quien la atenazaba con firmeza. Por desgracia para ella, su intento por asfixiar a Jíngfēi resultó en fracaso, al ser también su piel tan dura como el más resistente metal. —¡Te repito que es inútil el que intentes herirme! —insistió exasperada la de cabellera azul oscuro, clavando una implacable mirada celeste sobre su oponente—. ¡Ahora exijo contemplar la cara del monstruo sediento de sangre que se atrevió a asesinar a uno de mis compañeros!! Justo cuando la protectora del norte estuvo a punto de retirar la máscara dorada del rostro de la misteriosa mujer que enfrentaba, ésta utilizó su prodigiosa velocidad para soltarse y desaparecer de la vista de su rival. En las milésimas de segundo en las que se desarrolló la acción, Xuanwu intentó sentir la presencia de la desaparecida Amazona, mas en su fugaz momento de distracción, no notó que Géminis ya se encontraba a sus espaldas, sigilosa cual asesina de las sombras; posando de manera imperceptible la palma de la mano sobre la espalda baja de su víctima. Nada pudo hacer la tortuga-serpiente para evitar que un fuerte impulso de luz impacte de lleno contra su ser. La fuerza cósmica con la que el ataque vino reforzado fue tal, que propulsó con violencia a la joven asiática directamente hacia el masivo portón que marcaba la entrada a la montaña de jade. Como consecuencia del devastador choque, el umbral adornado por decoraciones autóctonas chinas se desplomó sobre sus cimientos, enterrando a la vez a la chica que colisionó sobre él. Encorvando el cuerpo en una postura poco natural, la dama envuelta en dorado empezó a caminar lentamente hacia los escombros que resultaron del choque. Estaba dispuesta a continuar tras sentir la desaparición del cosmos de su oponente. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que la más joven emergiera enérgica desde los pesados restos de roca. —No seré derrotada con un ataque tan débil —aseguró la contrariada Guardiana, respirando agitada—. Mi defensa es perfecta gracias a la coraza de Xuanwu que… Jíngfēi enmudeció al sentir que, irónicamente, la capa de hielo de la que alardeaba, crujió para luego fragmentarse y hacerse añicos ante su atónita mirada celeste claro. Su incredulidad fue mayor al sentir que algo tibio resbalaba a un costado de su frente, tras esto, solo dolor… Al acercar la mano a la cabeza, notó la presencia de una profunda herida que sangraba copiosamente a través de su cabello azulado. —No… no puede ser… —balbuceó con las pupilas dilatadas la de armadura blanca, al ver su mano manchada con su propia sangre—. ¿A qué momento fui…? —Ton… Tonta… —le imprecó tartamudeando la enmascarada Géminis en un tono macabro—. Tu… defensa no… no es perfecta… Tu coraza tiene un… punto débil… y eso te… costará la vida… En silencio la Guardiana del invierno entendió aquellas erráticas palabras. Apenas en ese momento se percató de que cuando la coraza de hielo se cerraba sobre su cuerpo, ésta lo hacía en conjunto en un solo punto de su espalda baja, dejando en el proceso una casi imperceptible y vulnerable abertura. Tarde entendió por qué la Amazona la atacó de una forma tan específica. —«Está ocurriendo nuevamente… —reflexionó la protectora más fiel de la diosa de la creación, apretando puños y dientes por la frustración de ver intacta a su antagonista—. Una vez más me siento 109
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco acorralada e indefensa ante este monstruo…» Jíngfēi permitió que el miedo la invadiera por unos segundos, tras los cuales intentó recobrar la calma al rememorar sus orígenes: —Nacimos como seres de naturaleza tranquila y bondadosa —se recordó a sí misma, tras cerrar los párpados en un gesto de serenidad—. Nuestra misión es repoblar la Tierra para que renazca en un perpetua era de paz. Por esa razón no permitiremos que un ser malvado se interponga en nuestra noble causa. El aura cósmica grisácea de la guerrera china la cubrió nuevamente. Estaba lista para ejecutar nuevamente su ken: —¡‘La Sentencia de Zhàyǔ’! En esa ocasión, la Sì Shòu no usó su aro luminoso para rodear y detener a su rival, sino que lo transmutó en decenas de aureolas cortantes que arrojó veloz a quien a paso lento la acechaba con la clara intención de exterminarla. —Dos técnicas no… no funcionan dos veces en… un Caballero —susurró la Ateniense protectora del Tercer Templo del zodiaco, extendiendo confiada la palma de la mano. El objetivo de Géminis era destrozar los anillos de luz con tan solo su fuerza física, tal como lo había hecho con la primera versión del ken de su oponente; mas en esa segunda ocasión, los anillos venían reforzados con la creciente fuerza cósmica de una de las cuatro bestias legendarias de la mitología china. Apenas el primer círculo brillante hizo contacto con los dedos de la misteriosa dama, éste los amputó limpiamente…Meñique y anular izquierdos de la humana fueron cercenados, produciendo tras esto una abundante hemorragia… Solo al estar consciente de un intenso dolor en el área de sus cortes, en milisegundos la sádica pelirroja notó el peligro que representaban aquellos nuevos halos, así que en una desesperada maniobra, intentó esquivarlos con su prodigiosa velocidad. Por desgracia para ella, algunas arremetidas de luz sí lograron rozarla y otras rebanar profundamente su carne a pesar de estar vistiendo una armadura de oro. Amainados los efectos de la técnica ancestral, la ya quieta Géminis simplemente se desplomó de rodillas sobre el camino enjoyado, sangrando profusamente a través de cada herida. Por primera vez era su propio líquido vital el que opacaba al brillante tono áureo de su cloth, entremezclándose con el rojo intenso de la sangre de quien asesinó hace poco, la cual aún resbalaba por las piezas de metal que portaba. A través de su máscara, la silente Ateniense observó con indiferencia su destrozada mano izquierda despojada de dos dedos. Ni siquiera ante tal circunstancia emitió el más ligero sonido de sorpresa o sufrimiento. Parecía no importarle el hecho de que se estaba desangrando. Algo en su mente le ordenaba continuar con el ataque. En tales momentos críticos le fue imposible saber si era ella misma quien se auto infligía tan intensos sentimientos de ansias por arrebatarle la vida a su oponente. No sabía si era su instinto animal y mecánico el que le obligaba a arrastrarse sobre su vientre hacia la joven oriental. Poco le importaba verse limitada de movimientos a causa de las heridas, y formar con su agónico avance una grotesca estela de sangre que embarraba las alhajas del sendero. —Ya es suficiente —habló Jíngfēi con una mezcla de disgusto y lástima, al ser testigo del lento martirio de su rival—. A final de cuentas, parece ser que no eres invencible… Convencida ya de su victoria, Xuanwu vio seguro acercase a menos de un metro de la postrada 110
Saga: CATACLISMO 2012 mujer herida. Con sus tristes ojos celestes posados en la deprimente figura que se encontraba a su merced, la de enjoyada armadura blanca le dedicó unas palabras llenas de sincera pena: —¿Sabes algo? A pesar de todo, te perdono por haber matado a Renshū —le dijo con actitud digna—. Por esa misma razón te otorgaré el noble descanso que un Santo de Atenea merece, aunque muy en el fondo siga creyendo que eres un demonio despiadado. Al escuchar esas palabras, la aludida levantó su tapado rostro y echó la cabeza hacia su hombro en su clásico gesto de curiosidad. Parecía ser que la extraña mujer reaccionó a la piedad mostrada por su adversaria. —No… no soy un demonio… —pronunció Géminis con más dificultad que de costumbre—. Soy la humana que… te destripará en nombre de Atenea… La lesionada Amazona empleó toda la fuerza física que le restaba para dar un repentino y veloz salto horizontal hacia quien la había herido. Su propósito era enterrar su mano sana cual espada en el abdomen de su víctima, quien al encontrarse distraída y con la guardia abierta; no tuvo tiempo de reaccionar ante la fatal acometida. Justo cuando las uñas de la Dorada estuvieron a punto de incrustarse en las entrañas de la defensora del norte, una providencial intervención logró salvaguardar su vida. Un hombre de lacia cabellera color avellana apareció entre la vegetación para asestar un certero puñetazo en el centro del rostro enmascarado de la pelirroja. La violencia del golpe fue tal, que la mandó a volar en línea recta a varios metros lejos de la escena. —¿Te encuentras bien, Jíngfēi? —le preguntó el guerrero ataviado en armadura blanca, plantándose frente a ella en actitud protectora mientras le daba las espaldas. —Téngfēi… —masculló sorprendida en un suspiro la aludida—. No debiste abandonar el ‘Melocotonero de los Ocho Inmortales’ solo para rescatarme… Al escuchar esas palabras, el apacible guerrero de tigre blanco giró el rostro para mirar a su compañera y regalarle una tranquilizadora sonrisa. Para la joven aquella imagen lució sublime al estar armónicamente combinada con el verde puro de los ojos del Guardián. —No te preocupes. Después de terminar aquí, me acompañarás a mi territorio, ¿cierto? — sugirió él en tono amable y condescendiente—.Ya después pensaremos en qué haremos tú y yo en mi jardín para compensarme por el favor… La hermosa chica de cabellera azulada se encogió de hombros sonrojada y le retiró la mirada. Acababa de malinterpretar las palabras del primer hombre de su misma especie y, además, de quien suponía deseaba adelantar el proceso de repoblar el planeta junto con ella… —Sin duda vamos a hacerlo, Téngfēi… —profirió embelesada la guerrera de quimera negra, con la mirada perdida en el radiante y sereno rostro que tenía enfrente—. ¡Me refiero a proteger tu jardín! —se corrigió alarmada, percatándose de lo que había dicho una frase antes. Sin embargo, su nada experimentado compañero no fue capaz de leer el involuntario doble sentido de sus palabras. Tras observar a Jíngfēi con inocente duda por unos segundos, el joven protector del oeste reemplazó su actitud amena por una más seria. La poco agradable imagen que observó retorciéndose sobre el camino multicolor, logró perturbarlo tras llamar su atención. —¿Qué es esa cosa que te estaba atacando? —Es una humana, una Guerrera de Oro de Atenea —le comunicó su coterránea, regresando 111
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco nuevamente a la realidad tras lanzar una mirada furtiva hacia la escena que contemplaba con atención el tigre albo—. Y es bastante peligrosa… Descuidarme en la lucha casi me cuesta la vida… Baihu y Xuanwu se juntaron hombro con hombro, esperando muy atentos a los movimientos de la impredecible Geminiana de nombre desconocido, quien en silencio logró reincorporarse a pesar de sus heridas. Agónico fue su esfuerzo de caminar tambaleándose hacia los dos protectores de Nü Wa. —Ustedes los Guardianes chinos… no son seres malvados… pero, por desgracia… debo exterminarlos y… y cumplir con mi misión —manifestó la sangrante dama con voz gutural, mientras avanzaba lentamente cual muerto en vida—. Es una lástima, pero… me acaban de… de facilitar la victoria al… enfrentarme dos a la vez. Yo… yo no perdono…ese tipo de errores tácticos… Por primera vez desde que arribó a la Maravilla Suprema, la Amazona de Oro desplegó su cosmos dorado hasta el Séptimo Sentido, para luego enviarlo con vehemencia a su mano derecha. —‘Satán… Imperial…’ La fina descarga de energía en la que fue arrojado aquel temido ken psicológico, atravesó rauda el cerebro de Jíngfēi de Xuanwu.
==Maravilla Suprema. Corazón del Jardín de K’uen-Luen== —Extrañaba contemplar esa mirada fulgente en tu rostro, hermano —manifestó socarrón Kanon, al ser testigo del intenso resplandor que le daba una aire amenazante a los ojos de su contraparte—. Apuesto a que ansías arrebatarme la vida solo por el hecho de mencionar con este tono a esa mujer… —¿Cómo es que sabes sobre ella? —preguntó el de cloth oscura, apretando los dientes con desdén. —No seas ingenuo, Saga. ¡Era obvio lo que sentías por ella! —el antaño General de Dragón Marino hizo una pausa que le ayudó a evocar el pasado—. No podría olvidar nuestra juventud juntos en el Santuario. Recuerdo que, a causa de tus buenas acciones y de tu rostro amable y tranquilo; toda la gente de Rodorio te respetaba e idolatraba como si fueses un bondadoso dios encarnado en la Tierra. Sin embargo, tu comportamiento era sutilmente diferente cuando te encontrabas con aquella mujer… ¿Cuál era su nombre? —Alalá… —pronunció el de melena azulada con notoria rabia. —Cierto, Alalá… Para todos en el Santuario habrá pasado desapercibido, pero no para mí, quien como tu hermano te ha conocido desde siempre… Podía notar claramente como tu sonrisa mostraba auténtico regocijo con el simple hecho de encontrarte a su lado. Saga enmudeció por unos segundos y retiró su frustrada mirada de la de su gemelo. Ya había aceptado que lo que Kanon decía era cierto al recordarle el nombre de la Amazona de Casiopea. —Quieres correr para reunirte con ella ¿cierto? —inquirió con malicia el de mirada carmesí—. Ansías reencontrarte después de tantos años con la única mujer que apreciaste desde la infancia, ¡y sabes que para lograrlo primero deberás matar a tu propio hermano! —¡Cállate!!! Géminis Negro se sintió acorralado psicológicamente. Emociones encontradas invadían su ser con cada hiriente palabra que profería el de melena gris oscuro. 112
Saga: CATACLISMO 2012 —Esta vez no me silenciarás —reaccionó el revivido por Morrigan, entrecerrando los ojos con desprecio—. Recuerda que en estos momentos nos encontramos en igualdad de condiciones, y solo lograrás romper ese equilibrio si despiertas tus verdaderos colores. Los desesperados impulsos de Saga le obligaron a propinar una veloz y potente patada en el rostro del menor de los gemelos. Golpe que fue aplicado con tanto resentimiento, que fue capaz de proyectar con violencia al de cloth blanca y revolcarlo salvajemente sobre una porción de flores del terreno. Tras la conmoción, Géminis Blanco se reincorporó ignorando la acumulación de heridas y la sangre que escapaba por las comisuras de sus labios. A punto estuvo de responder al repentino ataque con la misma violencia, pero se detuvo para reír satisfecho al contemplar ligeros destellos rojos en los orbes del mayor de los Santos revividos. —¡Eso es, hermano!! ¡Saca al demonio que llevas dentro y muéstrame a la vil entidad que intentó asesinar a una inocente bebita con una daga!! —¡Jamás! ¡Ya no albergo maldad en mi interior! ¡Mi cuerpo ya fue purificado de la corrupción por la luz del escudo de Atenea!! —Pues entonces tendré que demostrarte que te equivocas… —replicó Kanon, recuperando la calma—. En poco ambos nos veremos como auténticos gemelos al lucir cabelleras grises y ojos escarlata que desbordarán ansias de poder. La maldad nunca abandona completamente los corazones de los seres humanos, incluso si es una diosa quien intenta cambiar su verdadera naturaleza… En otra maniobra inesperada, Saga dejó libre una vez más su portentoso cosmos negro. —Ya veo…entonces así son las cosas —dijo el antaño Patriarca, cerrando los ojos con seriedad—. Pues ya que aseguras que despertarás un inexistente lado corrupto en mí, ¡yo te juro que desapareceré la maldad de tu cuerpo y alma! ¡Las miradas y cabelleras de ambos volverán a rebosar del azul con el que nacimos!! Al ser testigo de la actitud decidida de su gemelo, el menor de ellos imitó sus acciones y, por primera vez desde que empezaron a batallar; encendió enormemente su cosmos. Tan asombrosa expansión de energía alba se manifestaba con la misma intensidad que la de la oscura creciente. —Más te vale que lo dices sea cierto, Saga, porque si no logras superarme esta vez, desapareceré todo este territorio y a la mujer que amas junto con él. La concentración en ambos ex Caballeros era abrumadora. El implacable cruce de sus miradas parecía representar el funesto presagio de lo que estaba a punto de acontecer con el incremento descontrolado del par de auras. —Alguna vez me preguntaste qué ocurriría si dos técnicas de Géminis tuvieran la infortuna de encontrarse entre sí… —rememoró el guerrero negro con aparente calma—. En esos momentos no tuve la certeza para responderte, pero creo que acaba de llegar el momento de resolver esa duda para ambos… —¡Me leíste la mente, “hermanito”! ¡De hecho ejecutar un ken similar al mío, será tu única opción para detener el caos que estoy a punto de desatar! Los predios centrales del territorio chino empezaron a temblar con frenesí, mientras que tiempo y espacio se distorsionaban y retorcían en confusas realidades. El otrora bello jardín de Nü Wa se vio devastado de manera horrible, al ser esparcidas y desintegradas las flores que lo adornaban. Atrás quedó la paz que manaba el ambiente natural en K’uen-Luen, tras ser mancillada de manera irreversible la vida vegetal que rebosaba en él. Pétalos y hojas multicolores invadieron el aire en una triste danza de 113
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco plantas muertas dispersadas en el viento. Apenas las auras cósmicas blanca y negra hicieron ligero contacto, el notorio contraste en la naturaleza de ambas produjo fuertes estallidos de energía relampagueante, los cuales por poco incluso llegaron a lastimar de gravedad a quienes los produjeron. Ninguno claudicó a pesar de lo difuso que se había tornado el escenario. En sus mentes solo prevalecía la idea de exterminar de una vez a su respectiva contraparte, así que ninguno de los dos se distrajo con la conmoción del ambiente. Mientras que el gemelo mayor observaba al menor con abrumadora seriedad, el otro hacía lo propio pero con una arrogante media sonrisa que denotaba confianza en sí mismo. —¡Que lo infinito del espacio profundo purifique tu alma, hermano mío! —exclamó Saga con todas sus fuerzas, como preludio a la técnica que se proponía ejecutar—: ¡‘OTRA DIMENSIÓN’!! —¡Consúmete eternamente en la desesperación de vagar de manera perpetua en el limbo estelar! —vociferó Kanon con júbilo desbordado—: ¡‘TRIÁNGULO DORADO’!! Evocados y desplegados al mismo tiempo ambos kens, la realidad se desgarró y abrió de manera horizontal, mostrando al oscuro y misterioso espacio exterior a espaldas de Saga; y a una extraña dimensión blanca con estrellas distantes, planetas y demás astros negros detrás Kanon. Caos y descontrol reinaron en la sección principal del jardín. Ya no eran solamente flores muertas las que devoraban las dimensiones desconocidas. Grandes porciones de tierra se arrancaban desde el suelo y también eran tragadas por la fuerza de atracción de los espacios blanco y negro. Los hermanos se resistían con desesperación a ser absorbidos por el confuso ken convocado por el otro, pero tanta era la fuerza de ambos desgarros en tiempo-espacio, que los pies de los involucrados empezaban a arrastrarse sin remedio sobre el ya árido terreno. —¡Deja de luchar, Saga! —le exigió su gemelo ampliando su sonrisa malintencionada, al tiempo que se esforzaba por contrarrestar con su peso al arrastre que ejercía sobre él una cuadrícula de luz—. ¡Tendrás mucho tiempo para reflexionar cuando deambules para siempre en el vacío de mi dimensión! —¡Jamás me rendiré!! —replicó el de melena azulada cayendo sobre una rodilla, pero todavía extendiendo valientemente el brazo en un intento por reforzar su técnica con el máximo cosmos que fue capaz de manifestar—. ¡Si se me dio una segunda oportunidad en este mundo, aprovecharé cada instante de mi vida!! ¡Por Atenea y… por Alalá!!! El poder de la ‘Otra Dimensión’ de Saga y del ‘Triángulo Dorado’ de Kanon, llegaron a tal punto de descontrol, que ninguno de los dos hermanos fue capaz de contener sus respectivas técnicas. Tan inmensas eran las dos grietas espacio-tiempo que llegaron al extremo de abrirse súbitamente y, apenas la una dimensión hizo ligero contacto con la otra, un insólito fenómeno tuvo lugar: Toda materia a varios metros a la redonda empezó a comprimirse, mientras nacía una extraña y confusa combinación de realidades alternas. Ambos Géminis fueron engullidos enseguida por el caos de la implosión… La calma volvió al desaparecer los dos contendientes y sus kens sin dejar rastro. Solo un estéril terreno en el centro del territorio chino permaneció como mudo testigo del mortal combate que acababa de acontecer…
==Fusión de dimensiones de Géminis== 114
Saga: CATACLISMO 2012 Saga abrió lentamente sus pesados párpados solo para notar alarmado su situación: Se encontraba flotando sin rumbo en un distorsionado espacio, el cual estaba densamente poblado por infinidad de cuerpos celestes de irreales formas. Le fue bastante dificultoso recuperar su capacidad de orientación, ya que aquella realidad aturdía su mente con cada intermitente y drástico cambio de tonalidad. Por segundos el vacío y los astros lucían oscuros, para luego tornarse repentinamente en un luminoso blanco que deslumbraba la vista. —«La situación es extremadamente crítica —reflexionó el de cloth azabache, intentando nivelar su trayectoria para no continuar avanzando sin rumbo—. Nuestras técnicas combinadas son demasiado inestables y acabarán colapsando en cualquier momento…» Sus deducciones le fueron confirmadas tras presenciar innumerables cataclismos astrales en la distancia. Con notorio asombro vislumbró el choque de planetas, el nacimiento de quásares, la veloz dispersión de asteroides y meteoros, la hermosa y a la vez aterradora extinción de cometas, estrellas y galaxias. —Habré de abandonar esta realidad lo más pronto posible, o de lo contrario… No pudo concluir sus elucubraciones. Su perplejidad fue grande al percatarse del hecho de que su armadura y su ser material entero empezaban a desintegrarse y a esparcirse en la forma de pequeñas motas de luz. Su reacción instintiva al verse víctima del efecto de la combinación de espacios, fue intentar utilizar su cosmos restante para abrir una grieta dimensional que lo ayude a escapar de aquel dañino escenario; mas se detuvo al ver que, no muy lejos de él, estaba flotando a la deriva su hermano Kanon. —Todavía se mantiene con vida, pero ha perdido completamente el conocimiento —se dijo a sí mismo, tras acercarse al de cloth blanca y tomarlo en brazos—. Aunque a juzgar por su apariencia, todavía sigue corrompido por la maldad… Era la oportunidad perfecta. Su malvado gemelo se encontraba completamente indefenso a su merced y a tan solo un simple movimiento que le arrebataría la vida. Así que al no ver más opción que aquella, Saga elevó su brazo derecho cual verdugo alzando el hacha para ejecutar a un cautivo. —Perdóname, Kanon —se disculpó entre sinceras lágrimas—. Te juré que te liberaría del mal, incluso si aquello significaba matarte. Veloz, Géminis Negro dirigió su mano abierta hacia cuello descubierto del antaño General Marino, no obstante, fue el amor fraternal que todavía le profesaba, el que le impidió terminar la acción de fratricidio. —¡Maldición! ¡No puedo hacerlo! —se recriminó a sí mismo, tapándose el rostro con la mano en un gesto que denotaba frustración extrema. El menor de los hermanos parecía dormir plácidamente, imagen que logró conmover profundamente al mayor de ellos. Habían pasado varias décadas desde que no lo veía con un semblante tan sereno. —Ya encontraré una forma de liberarte de la perversidad que te ha corrompido… o simplemente buscaré un método para encerrarte nuevamente, tal y como lo hice hace años… Sosteniendo firmemente al de albos atavíos en un abrazo protector, el Caballero oscuro evitó con su cosmos que ambos continuaran levitando sin rumbo. Sin embargo, su alivio no duró mucho, ya que al poco tiempo la dimensión incrementó sus efectos nocivos sobre la pareja de guerreros. —«¡De… Demonios! —maldijo mentalmente el que aún mantenía la consciencia—. Nuestros 115
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco cuerpos y almas han… comenzado un proceso de desdoblamiento». En efecto, las existencias materiales y espirituales de los gemelos luchaban por separarse, siendo atraídas éstas por las diferentes corrientes de energía originadas en el perturbador escenario. En medio del martirio de sentir su esencia siendo arracada de cuajo, Saga notó algo sumamente extraño en su aún desmayado hermano. Solo con el efecto de la combinación de kens dorados, claramente logró percibir la presencia de la ajena entidad inmaterial que invadía el cuerpo del hombre de larga melena gris… —¡Kanon, despierta!! —le exigió con desesperación, al tiempo que lo sacudía vehementemente—. ¡Deshazte del ruin espíritu que está poseyendo al tuyo propio!! Al no ver la más ligera reacción en su gemelo, el antaño Santo de Géminis decidió tomar medidas drásticas para de una u otra forma ‘exorcizar’ al malvado ser inmaterial que ocupaba el cuerpo de Kanon. No le importaba si ambos morían en el proceso. Si aquello le permitía recuperar al menos por unos segundos a su hermano, estaba dispuesto a sacrificar la poca energía que le restaba. Con profunda concentración, empezó la tarea de transmitirle su cosmos, el cual a pesar de lucir un espeso negro; manaba a la vez la bondad y sentido de justicia que le atribuían desde que se convirtió en Santo de Oro hace ya treinta y nueve años. Los efectos no se hicieron esperar y Géminis Blanco empezó a convulsionar y prorrumpir desgarradores gritos de dolor a pesar de aún mantenerse inconsciente. La tortura solo terminó cuando una especie de vapor oscuro salió expulsado desde el cuerpo del poseso guerrero. Tan violento fue el desalojo de aquel ser informe, que consiguió alejar varios metros a Saga y aturdirlo en el proceso. —Pero qué… Su confusión fue grande en ese momento, y más al ver que aquella amorfa masa espiritual rodeaba latente a su hermano y, además, emitía incomprensibles e inquietantes sonidos. Curiosamente, la calma invadió la escena. Pareció ser que todo en aquel universo hizo silencio en señal de respeto por el recién manifestado ente. —Hu… Humano… —lo llamó aquel efluvio con una voz gutural que retumbó en el vacío del espacio—. Te has atrevido a maltratar mi esencia… El aludido no se amedrentó a pesar de escuchar tan tenebrosa voz, ya que al ver a su gemelo aún a la merced de aquel espíritu; perdió la calma y lo desafió sin temor: —No buscaba solo maltratarte, vil abominación… ¡Ansiaba acabar con tu existencia! Al contemplar esos decididos ojos azules clavados con ira sobre sus imprecisas y fluctuantes formas, el ente cambió el tono de su voz al suyo original: —Deberías tener más cuidado con lo que dices, Caballero —profirió arrogante el ser incorpóreo, con el hablar más suave de una joven fémina—. No tienes idea de lo que desatarás si te atreves a enfurecerme… Paralizado por el más terrible temor que había sentido en toda su existencia, Saga fue estremecido por el creciente poder macabro que derrochaba el espíritu que hace poco ocupó el cuerpo del hombre en cloth alba. —Pero qué cosmos más inmenso y poderoso —murmuró en un suspiro que le apretujó el 116
Saga: CATACLISMO 2012 corazón y los pulmones cuando fue exhalado—. La energía que emana esta cosa me recuerda a la de la misma Atenea, solo que la suya transmite un pútrido sentimiento de maldad… No hay duda… Me encuentro frente a… un ser divino… —Justamente —le dio la razón con un hablar jactancioso la regente de las sombras en su forma espiritual—. Mi nombre es Morrigan. Soy la diosa celta de la muerte y la oscuridad. Las pupilas del Geminiano se dilataron tras conocer la identidad de la misteriosa deidad. Le fue difícil asimilar que tenía enfrente suyo a una de las máximas enemigas de la humanidad. —¡Entonces fuiste tú quien revivió a mi hermano y a mis otros compañeros de generación! —le gritó descontrolado, tras olvidar el miedo que le inspiró ella en primera instancia—. ¡Solo el más cruel de los dioses se atrevería a manipular a los seres humanos como si de marionetas se tratase!! —No se trata de crueldad, sino de una demostración de poderío —aseguró Morrigan entre irritantes risas—. Ante ti tienes el alcance de la magnificencia de nosotros los dioses, quienes somos capaces de jugar con la vida y la muerte de los seres inferiores… pero, aunque fue bastante divertido utilizar las emociones, recuerdos y viejas rencillas que se alojaban en este cuerpo; me siento bastante incómoda al seguir ocupando el cadáver en vida de tu querido hermanito. —¡Maldita seas! —reaccionó furioso el humano resucitado, intentando atacar impulsivamente a su interlocutora—. ¡Casi me veo a obligado a asesinar a mi hermano por tu culpa! ¡Y no solo eso, pagarás por haber causado el conflicto de dos guerreros leales a Atenea!! Una ligera porción de su poder divino le fue suficiente para detener en seco los movimientos de su maltrecho agresor. —Eres fuerte. Lo admito, humano. No cualquiera crearía una combinación tan terrible de realidades y sería capaz incluso de expulsar mi existencia espiritual de la material de Kanon; pero en la deplorable situación en la que te encuentras ahora, ¡no eres más que un inútil despojo! —No mereces… ser llamada ‘diosa’… —le imprecó el inmóvil Géminis con la voz entrecortada—. Solo eres un… demonio con aires de grandeza… A Morrigan difícilmente la alterarían las palabras de un humano, así que no se dignó a responder a los improperios. La nube de vapor negro en la que había transmutado, más bien insistía en rodear con curiosidad a su víctima con lentos movimientos circulares. —Fue bastante entretenido, ¿sabes?... poseer el cuerpo de tu hermano gemelo —la cética hizo una pausa para reír de manera estridente—. De todos los que reviví, él fue quien más resistencia opuso. Insistía con uñas y dientes a no dejarse dominar por mi influencia divina, hasta que en un punto me vi obligada a ingresar en su cuerpo para ganar por completo su obediencia… Saga luchaba por liberarse de la parálisis, pero en ese momento su fuerza no se comparaba con la de la malvada Morrigan. En silencio y bastante contrariado, se resignó a continuar escuchándola: —No hay nada más delicioso que presenciar el sufrimiento humano que nace de una guerra —continuó regodeándose la dama oscura—. Además, el toque emotivo de la lucha de dos poderosos hermanos, era algo que no podía perderme, por lo tanto no imaginas el inmenso placer que sentí al observar las reacciones del espíritu encerrado de Kanon, mientras lo obligaba a ejercer violentas acciones y a proferir tantas blasfemias y palabras crueles contra su hermano… Solo hubo algo que logró perturbarme… —Morrigan dejó su actitud socarrona para reemplazarla con una nada usual seriedad—. Tu gemelo por poco logra expulsarme de su cuerpo… Su espíritu reaccionó cuando lágrimas tuyas hicieron contacto con su rostro durante la lucha, y mucho más cuando te vio llorando… —Hermano… 117
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Pero ya es suficiente de juegos por hoy. Me he cansado de permanecer en un cuerpo con emociones tan intensas, y cuando yo me canso de jugar de algo, ¡convierto en polvo a todo lo que lo rodea!! Transformando sus formas indefinidas en unas más amenazantes, la celta arremetió veloz contra el Santo Negro. Ansiaba quitarle la vida de una vez al arrancarle el espíritu con sus poderes oscuros, no obstante, se detuvo en seco y cesó la agresión a pocos centímetros del decidido rostro que tenía enfrente. —Esos ojos… por alguna razón me parecen familiares… —le dijo analizando minuciosamente su mirada—. Parece ser que a final de cuentas tu hermano no estaba tan errado en sus deducciones… En efecto, falta muy poco para que se manifieste lo que habita en tu interior… —¿A… a qué te refieres? —le preguntó nervioso el aludido, todavía luchando por soltarse de la parálisis. Agudas carcajadas de la diosa llenaron nuevamente el cambiante escenario. —Arruinaría la diversión si te lo dijera, Santo de Atenea. Así que por el momento solo te conviene saber una cosa: Les permitiré vivir… Sumido en la confusión y el misterio, Saga apenas pudo reaccionar cuando el poder divino de Morrigan se expandió completamente hacia la combinación de dimensiones. —¡Regresen a la Maravilla Suprema, humanos! ¡Será la ingenua de Nü Wa y su ejército de inútiles pacifistas, quienes tendrán que enfrentar a la verdadera amenaza del territorio chino!! Exclamado esto con verdadero júbilo, la más densa oscuridad se tragó a los gemelos y al ambiente espacial entero. —Fue bastante astuto de tu parte regresar en tales momentos de confusión —se dijo a sí misma la deidad de la muerte, tras verse sola en aquel nuevo ambiente vacío y silencioso—. Estoy ansiosa por presenciar la destrucción que desatarás… Ares…
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Saga: CATACLISMO 2012
Capítulo 50
¡Enigma! El rostro oculto detrás de la máscara
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Entrada al Monte Penglai== —¿Qué… acaba de ocurrir? —preguntó a la nada Téngfēi de Tigre Blanco, al ver a su compañera Guardiana pasmada y con la mirada perdida en el firmamento. Imbuida en un halo de cosmos dorado, la Guerrera que desplegó el ‘Satán Imperial’ empezó una lenta marcha hacia sus dos rivales orientales. —«¿Pero… qué clase de demonio es este…? —cuestionó para sí el impresionado Baihu, al contemplar el lento avance de la Amazona—. Por más Santo de Atenea que sea, no es posible que un ser humano pueda seguir en pie con heridas tan profundas y una hemorragia así de severa». Géminis se detuvo al encontrarse hombro con hombro con el regente del otoño, quien simplemente no pudo reaccionar ante la presencia intimidante de la mujer que fue capaz de dejar helada a su coterránea con un solo ataque. —«¿Por… por qué no puedo voltear a mirarla…?» —continuó reflexionando el castaño, al también verse paralizado por un irracional miedo y sentir que sudor frío recorría su frente. —Tú… Niño bonito… —lo llamó la Ateniense con una tétrica voz—. Si deseas que esa ingenua… vuelva a ser la de antes, deberás morir… ante sus ojos… Tan cruel sentencia borró el desasosiego del semblante de Téngfēi. Por primera vez se lo pudo ver auténticamente iracundo. Cual furioso tigre, se giró para encarar a su impredecible rival. Estaba dispuesto a exterminarla con sus propias garras, pero por desgracia suya, su semblante cambió a sorpresa cuando notó que la pelirroja ya se había esfumado sin dejar rastro. No tenía más asuntos pendientes en ese lugar, ya que estaba segura de que los dos Guardianes se matarían entre sí. —¡‘La Armonía del Shēngxiào’! —exclamó de repente Jíngfēi con toda la potencia de su voz. La serpiente metálica que también formaba parte de la armadura de la quimera del norte, arremetió contra Baihu y lo atrapó en una poderosa constricción. A espaldas de la víctima, un fantasmal círculo negro apareció para dar vida en su radio a las imágenes de los doce animales del zodiaco chino. —Por Nü Wa… Ésta es la técnica más poderosa del Sì Shòu llamado Xuanwu —susurró para sí el atacado, en un inútil intento por soltarse de la presión del reptil de metal. El Guardián otoñal se veía sobremanera alterado, ya que sabía que si la joven de cabellera azul oscuro recitaba los nombres de los doce animales; eso significaría su inminente deceso. —¡Recapacita, Jíngfēi!! —le exigió él en tono desesperado—. ¡¿Acaso no recuerdas que le prometiste a nuestra diosa que no ejecutarías una técnica tan violenta como ésta?!! —Téngfēi… ‘La Armonía del Zodiaco Chino’ no es un ken malintencionado como afirmas — reaccionó la aludida de la manera más calmada posible, pero con la cabeza agachada—. Mi máxima técnica es piadosa con la víctima, porque la purifica desde su mismo interior al despojarla suavemente de la savia de su vida… —Al arrebatarle cruelmente toda la sangre, querrás decir… —complementó entre dientes el 120
Saga: CATACLISMO 2012 paralizado Guardián. La joven quimera levantó la faz y al fin el guerrero de Tigre Blanco consiguió observar aterrado el drástico cambio de sus facciones: El delicado celeste de los ojos de la protectora del norte fue reemplazado por un amenazante carmesí. Su semblante que hace poco transmitía pureza, se vio alterado por una demente expresión, resaltada ésta por las oscuras ojeras que la habían marcado. —Shǔ, Niú, Hǔ —pronunció lentamente la posesa doncella, frunciendo el entrecejo en un trastornado semblante de júbilo. Las imágenes de la rata, el buey y el tigre desaparecieron en el orden recitado. Los devastadores efectos no se hicieron esperar y enseguida el joven de mirada verde dejó escapar una inmensa cantidad del líquido vital por la boca. Las bellas joyas multicolores que adornaban el camino a la montaña de jade, se vieron cubiertas por el enorme charco de sangre que se desparramó desde el cuerpo del primer hombre de la nueva especie… —Por favor… detente ya, Jíngfēi… —le rogó por instinto la desorientada víctima, cuyas fuerzas fueron mermadas en gran proporción por la alarmante hemorragia—. Lo que en verdad me duele… es saber que no eres capaz de reconocerme… —Tù, Lóng, Shé… Las iconografías de tres animales más se esfumaron del círculo de luz negra. Liebre, dragón y serpiente abandonaron el zodiaco apenas evocados sus nombres en chino. Justo en ese momento, Téngfēi sangró dolorosamente a través de oídos, nariz y la mayoría de sus poros abiertos. La armadura blanca que alguna vez resaltó la pureza de su portador, en esos momentos se vio manchada por un perturbador carmesí. El regente del oeste había perdido ya la mitad de su sangre… —Mírame… Jíngfēi… La poseída quimera negra así lo hizo y fue capaz de suavizar un poco sus facciones cuando contempló la cálida sonrisa que le estaba dedicando su compañero. A pesar de la dolorosa tortura, se las había arreglado para observar a la chica con su clásico semblante amable y angelical. No obstante, sus sangrantes ojos verdes transmitían al mismo tiempo una profunda tristeza. —¿Sabes por qué… tengo esta sonrisa…? —inquirió el atenazado guerrero, casi llorando—. Es porque tú la provocas… La alterada Guardiana del invierno pareció reaccionar a las palabras y la imagen que tenía enfrente. Por un momento quiso contestar a lo dicho por Baihu, pero enseguida una fuerte jaqueca la detuvo y la obligó a desplomarse sobre sus rodillas. —Sé que no ha pasado mucho tiempo desde que nos conocemos —añadió él en tono suave—. De hecho, apenas transcurrieron un par de días desde que nuestra diosa nos otorgó el regalo de la vida; pero aún en el poco tiempo en el que he vivido, he aprendido a conocer la verdadera felicidad… Felicidad que nace de cada pequeño momento que he compartido contigo… El furioso cosmos escondido del Tigre Blanco se encendió con ímpetu y, aunque estaba disminuido en relación a su poder original, fue suficiente para liberar a Téngfēi de la técnica de Xuanwu. Aprovechando que la ejecutora del ken negro había perdido el control sobre el mismo, el guerrero despedazó en un instante la serpiente metálica y el círculo translúcido de cosmos negro. 121
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —¡No quería atacarte, pero haré todo lo posible para ver nuevamente tu tranquilo rostro y tu hermosa sonrisa! ¡Permite que mi técnica purifique tu alma, Jíngfēi! ¡‘Ilusión en el Paraíso de Qilin’!! Una cálida y benévola luz blanca saturó por completo la porción septentrional del jardín, concentrándose en especial en su protectora. El disminuido Baihu esperó con ansias los resultados, pero grande fue su decepción al percatarse de que su resplandor no logró contrarrestar los efectos nocivos de la temible técnica de Géminis. —Te mataré, estúpido Guardián —amenazó Xuanwu, mostrando aún malicia en su semblante, y clavando a la vez su nueva mirada escarlata sobre la verde pura de su oponente—. Solo me detendré cuando vea tu cadáver a mis pies… Con dolor Téngfēi corroboró las palabras que la Dorada le dijo antes de marcharse. Estaba abatido y desesperanzado, así que no pudo controlar sus emociones y estallar en llanto mientras observaba al firmamento. Sabía que únicamente el sacrificio de su vida serviría para liberar a su compañera de la influencia de la maldad. —Mi existencia es tuya, Jíngfēi… —declaró borrando por completo su expresión amena, solo para reemplazarla con una de inmenso desconsuelo y resignación—. Ven y tómala de una vez. Nuevamente la quimera negra reaccionó a lo que veía y escuchaba. La conmovedora imagen que invadía su campo visual se confundía en su mente con los recuerdos que tenía del joven castaño. Las lágrimas y sangre en el rostro de Téngfēi se combinaban a ratos con la cándida sonrisa y actitud amigable que lo caracterizaban normalmente. Tan desconcertante mezcla de imágenes logró aturdir a la primera mujer de la nueva especie, pero no fue suficiente para distraerla del cruel y poderoso dominio mental que la aprisionaba. Inspirada por su instinto asesino, la muchacha se abalanzó sobre el joven que para ese momento había bajado la guardia, tomándolo firmemente del cuello con ambas manos. A pesar de estar siendo asfixiado, el indefenso Guardián se las arregló para regalarle una última sonrisa a quien apreciaba como algo más que una compañera. Solo al sentir que la vida se le escapaba, tuvo el valor para aceptar en silencio sus más profundos deseos. —«Mi Jíngfēi… lo que más anhelaba en la vida… era que tú seas la madre de mis hijos…»
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Melocotonero de los Ocho Inmortales== Un desorientado Saga avanzaba erráticamente a través de la armónica combinación de plantas frutales y flores del lugar. Lejos estaba aquel paisaje paradisíaco de distraerlo de su estado actual, ya que ni siquiera la casi irreal paz que emanaba el jardín de Nü Wa, podía reconfortarlo en el agónico martirio que le significaba caminar. Adicional a esto, su dolor físico se incrementaba con el profundo remordimiento y amargura producidos por la batalla que recién libró con su hermano. No podía evitar preocuparse por su estado, ya que ambos fueron separados súbitamente cuando Morrigan los regresó al plano estable de la realidad. Sin embargo, una sensación diferente a la que manaba el jardín, lo invadió de manera súbita, provocando a la vez que olvide por un momento a su gemelo. —«Mi cuerpo y la armadura negra que visto, están prácticamente destrozados… —reflexionó, luchando por mantener la consciencia—. Casi no tengo energía ni para mantenerme en pies, pero es este sentimiento familiar que no había experimentado en lustros; el que me obliga a continuar a pesar 122
Saga: CATACLISMO 2012 del dolor y el cansancio». El maltrecho hombre trastabilló varias veces en su tortuoso trayecto. Solo ayudándose con los firmes troncos de varios árboles, evitó caer de bruces sobre el pasto. Ya casi no le restaban fuerzas. Era su instinto el que le obligaba a continuar con ansias, ya que algo le gritaba dentro de su cabeza para que no se detenga ni por un segundo. Algo lo convencía con desesperación de que, en el momento que alcance el lugar al que avanzaba a la deriva; la recompensa haría que el esfuerzo valga la pena. —«¿Pero qué son estas sensaciones de añoranza y nostalgia que estrujan mi corazón mientras continúo…? ¿Podría ser posible que ella…?» Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando cruzó los gruesos arbustos que daban al claro central del bosque. La bella imagen que invadió su campo visual provocó que su corazón palpite con frenesí, dejándolo a la vez boquiabierto e inmóvil. Aquella era la escena más sublime que había contemplado en toda su vida: Una mujer de cabellera color vino tinto se mantenía quieta bajo la sombra de sendo árbol de melocotones. Las pequeñas motas de luz alba que se desprendían del mismo, caían suavemente sobre ella para dotarle de una presencia casi angelical. El metal de su armadura de bronce y el inmaculado blanco de su largo vestido de diseño a la usanza griega; lucían más puros que nunca al armonizar perfectamente con las bellas flores y plantas de infinitos colores que danzaban con la suave caricia del viento. —Alalá… —musitó el Santo en un liberador suspiro, reconociendo enseguida a la dama que engalanaba el jardín con su figura. Saga se sintió en el más hermoso sueño. Todavía no daba crédito a la bella imagen que invadía sus pupilas azules. Más que por el dolor físico que había olvidado por un momento, el antaño Géminis fue pasmado por el asombro que también se reflejaba en su rostro. Simplemente no supo cómo reaccionar al ver cara a cara a la mujer que significaba tanto para él. Intentó acercársele, pero sus músculos se habían agarrotado. Intentó hablarle, pero no pudo coordinar las palabras para hacerlo. Incluso su sola presencia le había quitado el aliento. Solo al contemplar el opaco brillo en los ojos de la Amazona y sus párpados entreabiertos en un gesto de indiferencia; el guerrero de cabellera azulada recibió una cruel dosis de realidad. Su sueño se convirtió en pesadilla cuando se percató que la dama se mantenía en un profundo trance catatónico… —El destino es atroz e irónico, ¿cierto, Alalá? —le dijo, intentando ocultar su inmensa tristeza con la seriedad que lo caracterizaba—. Todas las noches me visitabas en el monumento que nos erigieron en el Santuario y en cada ocasión ansié dejar mi prisión de roca para tomar las orquídeas azules que me obsequiabas… —el guerrero en cloth negra sacó fuerzas de donde no las tenía para acercarse a Casiopea y tomarla suavemente de ambas hombreras—. Ahora te tengo aquí, frente a mí, pero te siento tan lejos… Como si alguien te hubiese arrebatado el espíritu… El llanto casi se le escapa cuando retiró la vista de la figura de la Amazona. Verla en esas condiciones era algo que le dolía en el alma, pero que no podía admitir a causa de su orgullo de Santo de Oro. —Tengo una misión que cumplir… Me marcho… Haciendo caso al llamado del deber de un Caballero de Atenea, Saga sintió la amargura más 123
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco terrible cuando le dio las espaldas a la única mujer con la que abrió su corazón. A punto estuvo de dejarla a su suerte, cuando un recuerdo que golpeó su mente provocó que se detuviera en seco. —El brazalete… Saga rompió sin esfuerzo la porción ya cuarteada de su guantelete izquierdo, solo para ver aliviado que una delgada manilla de oro adornaba su muñeca. Al instante rememoró el momento en el que Alalá le obsequió la valiosa joya. Claramente recordaba las palabras que la entonces aprendiz de Amazona le había dicho con timidez al momento que le cedió la posesión de aquella reliquia. —«Tú conoces bien cómo es el señor Shion, ¿cierto, Saga? Siempre ha sido tan amable y paternal con nosotros dos… No sabes lo feliz que fui cuando me obsequió este hermoso brazalete. Yo era una niña huérfana de ocho años entonces, pero siempre me sentí acompañada al observar esta pulsera… Saga, no quiero que te sientas solo. Por eso cada vez que mires este objeto, recuerda que aunque no esté presente físicamente, me tendrás a tu lado por toda la eternidad». Géminis Negro se giró nuevamente y contempló la figura indefensa de Casiopea. Reponiéndose del dolor emocional para adoptar una postura solemne, se plantó frente a ella. —Que Atenea me perdone por distraerme de mi misión como uno de sus Caballeros, pero no voy a abandonarte en este lugar, Alalá —manifestó el guerrero revivido con abrumadora convicción—. Como sea encontraré la forma de despertarte de ese trance. Sin pensarlo dos veces, Saga retiró la máscara agujereada del rostro de la estática mujer. Grande fue su sorpresa al contemplarla a la cara, ya que lucía igual de joven de cómo la recordaba. —Es imposible —musitó el Geminiano con incredulidad—. Ni siquiera con el pasar de tantas décadas, el tiempo ha hecho mella en su belleza… Sacudiendo la cabeza para dejar a un lado esos pensamientos, el Ateniense decidió concentrarse en asuntos más importantes y averiguar el origen del estado actual de la Amazona. Con delicadeza posó la mano en su aún cálida mejilla y se concentró profundamente tras cerrar los ojos con seriedad. —«No puede ser… Fue un cosmos ajeno al humano el que aprisionó su alma… —reflexionó, apretando los dientes en un gesto de frustración—. ¿Acaso no seré capaz de recuperarla?» Un intenso sentimiento de fracaso hizo presa del Geminiano, así que no pudo evitar caer de rodillas y dar un fuerte puñetazo en el suelo lleno de flores. —¡Maldición!! ¡El nivel de cosmos que poseo actualmente no será suficiente para despertarla!! —gritó, alzando la mirada hacia el rostro de expresión inmutable que lucía la Guerrera—. Necesito… el poder de un dios… Dicho esto, los ojos de Saga empezaron a tornarse rojos y su cabellera a adoptar una oscura tonalidad gris… Los anhelos del humano provocaron que el espíritu del dios griego de la guerra despertara…
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen. Inmediaciones de la Torre de Porcelana== Kanon, Santo albo de Géminis, recuperó su apariencia normal tras ser liberado del dominio de la diosa céltica de la muerte. Una vez más su cabello lucía el radiante azul claro con el que nació y su 124
Saga: CATACLISMO 2012 semblante denotaba serenidad mientras dormía sobre una mullida superficie. No pasó mucho tiempo para que despertara reconfortado al percibir la inmensa paz que transmitía el jardín de Nü Wa. La cálida luz que se colaba por sus párpados entreabiertos, complementaba perfectamente el bienestar que sentía. —¿Dónde… estoy? —se preguntó aún somnoliento—. ¿Acaso me encuentro en el paraíso? Esa fue la primera impresión que tuvo el regenerado guerrero al verse rodeado de flores de todos colores y de la luminosa armonía en la que convivían los pequeños animales que moraban el territorio chino. En especial llamó su atención la gigantesca pagoda que se elevaba imponente no muy lejos del lugar donde yacía cómodamente. De repente, el alivió dejó de embriagarlo cuando sus pupilas azules se dilataron súbitamente. Sus más recientes recuerdos golpearon dolorosamente su cerebro… —¡Morrigan!! —gritó, sosteniéndose la cabeza con ambas manos. Kanon recordó la maligna presencia de la diosa que lo liberó de aquel gris limbo, en el cual creía vagaría eternamente tras su muerte en el Inframundo. Le sería imposible borrar de sus pensamientos los horribles instantes en los que fue dominado por el magno cosmos corrupto de la dama oscura. Intentando recomponer su psiquis, el menor de los gemelos sacudió la cabeza y se esforzó por reincorporarse, sin embargo, el paralizante dolor que todavía lo agobiaba le obligó a desplomar su peso sobre rodillas y codos. —Saga… fue al tenerte en esta misma pose sumisa, cuando te dije tantas cosas malintencionadas… Géminis Blanco derramó incontables lágrimas de frustración. Incluso sabiendo que sus acciones y palabras fueron producto de la influencia del mal sobre él; sintió un profundo dolor por todo lo que aconteció durante la batalla contra su hermano mayor. —Nada justifica lo que dije, ni todo el daño que te causé —profirió enjugando su llanto con rabia—. Lo que hizo esa malvada fue simplemente sacar a flote el resentimiento que te tuve desde hace décadas atrás… Recuperando la compostura, Kanon al fin logró ponerse en pies tras tambalear a causa de sus heridas. —Me reivindicaré contigo y con Atenea, hermano —juró, observando la torre de porcelana con la determinación que lo caracterizaba—. Erradicaré los planes de los dioses que intentan destruir a la humanidad. A paso lento pero firme, se dispuso a entrar a la morada principal de la diosa china de la creación. El simple hecho de caminar le significaba un insoportable martirio, pero supo sobrellevarlo al saber que tendría que enfrentar a enemigos fuertes en el interior de aquella pomposa pagoda. Pocos metros le faltaron para atravesar el adornado umbral del edificio, cuando un terrible presentimiento lo dejó sin aliento y le obligó a detenerse en seco… Era una sensación siniestra la que de pronto reemplazó a la tranquilizante del jardín. La influencia de una misteriosa presencia recién aparecida, esfumó por completo la paz en esa porción del terreno y produjo escalofríos en Kanon, quien atónito se giró para ver de quién se trataba. —«Es… es un Caballero Dorado… —reflexionó, al contemplar la figura que sigilosamente se había plantado a sus espaldas—, pero… lleva una máscara… Debe ser la Amazona de Géminis de esta época». 125
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco El antaño Dragón Marino no sabía qué esperar de la sucesora de su constelación. Su mente le obligaba a desconfiar de ella al verla bañada en sangre; pero, por otro lado, su corazón le decía que aquella extraña mujer sí le era fiel a Atenea. Con suma cautela le dirigió la palabra: —¿Quién eres? —le preguntó, intentando sonar lo más calmado posible—. ¿Nuestra diosa te envió para detener a las deidades que moran esta fortaleza? La silente pelirroja ni siquiera prestó atención al interrogatorio. Estaba concentrada en analizar al maltrecho hombre que vestía una casi destruida armadura blanca, la cual, curiosamente, lucía idéntica a la suya con excepción de la tonalidad… —Es… es un impostor de Géminis —balbuceó tartamudeando, mientras lo señalaba irregularmente con los tres dedos de su mano destrozada—. Siento residuos de… la influencia del cosmos de Morrigan en… en ese cadáver andante… —No soy un cadáver… ¡Estoy más vivo que nunca! —renegó el referido, contrariado—. Fui liberado por completo de la influencia de esa malvada diosa, gracias a la ayuda de mi hermano Saga. —No le creas…—se dijo a sí misma la Dorada de nombre desconocido, de una forma tan mecánica, que por un momento Kanon dudó que se trataba de un ser humano—. Es solo una… marioneta poseída por la diosa que… asesinó a tanta gente en el Santuario… Su exterminación es… necesaria e inminente… La actual Géminis se arrojó de improviso contra el alarmado guerrero. En microsegundos decidió aprovechar una potencial ventaja, notando la gran herida que el de blancos atavíos tenía en el centro del pecho, producto del combate físico que protagonizó hace poco con su gemelo. Milímetros le faltaron a la Ateniense para incrustar completamente su garra derecha en el lastimado torso de su oponente, quien tuvo la suficiente velocidad de reacción para detener a su agresora con ambas manos apenas sintió que las uñas de ésta empezaban a perforarle la piel, músculos y esternón. —¡Detente… de una vez!! —le exigió enojado el hombre de larga melena azulada, mientras se esforzaba por contener la mano que ansiosa buscaba extraerle el corazón—. ¡Mi nombre es Kanon de Géminis! ¡Yo era quien portaba esa armadura antes que tú! Pareció ser que la guerrera reaccionó al conocer la identidad de su víctima, ya que enseguida se detuvo y retrocedió tras escuchar el nombre del antaño guardián de la Tercera Casa. —Kanon… —repitió la dama de dorado, despojando por un momento la voz de su usual aire macabro—. ¿Entonces… tú eres mi antecesor? —Exactamente —respondió el cuestionado, recuperando la calma y cerrando los ojos con seriedad—. Tú misma puedes corroborar mis palabras con la reacción de tu armadura. Dicho esto, la cloth que portaba la Amazona empezó a resonar con intensidad. Al parecer reconocía la presencia de quien la vistió hace décadas. —¡Eso no es cierto!! —gritó con demente ímpetu la pelirroja enmascarada, reemplazando su actitud indiferente con una nueva más agresiva—. ¡Tú no eres ni Kanon, ni Saga!! ¡Tú no eres ninguno de los legendarios hermanos que… sacrificaron sus vidas en el Inframundo!! ¡Solo eres un… espectro revivido por una voluntad malvada!! Géminis había sido cegada por cálida sensación que empezó a transmitir su armadura dorada. Aquello en lugar de tranquilizarla, la exasperaba; así que le fue imposible controlar sus acciones 126
Saga: CATACLISMO 2012 posteriores: Acumulando el cosmos que había desatado con su compulsiva ira, arrojó veloz un potente rayo ken desde su mano. En esa ocasión, Kanon estuvo atento a una posible contrarréplica, así que fue capaz de apartarse del trayecto de tan peligrosa acometida de luz dorada. Incluso con todas las heridas acumuladas que lo agobiaban, logró ejecutar perfectamente una ágil maniobra evasiva. Con otro rápido movimiento, apareció agachado sobre una rodilla a pocos centímetros de la descontrolada Guerrera de Oro. Por fortuna suya, ella solo notó su presencia cuando arrojó sobre su vientre un fuerte impulso de luz, el cual tenía como objeto empujarla a varios metros lejos de la armónica escena. —¡Ya es suficiente, Amazona de Géminis! ¡No tienes por qué atacarme! —le increpó él con el tono más implacable posible—. ¡Sé que cometí errores imperdonables en el pasado, pero debes saber que fui redimido por la misma Atenea! ¡Por tal razón, mi vida está dedicada a intentar ser un Santo digno para ella y para toda la humanidad que habré de proteger!! Tosiendo bajo su máscara, la atacada logró reincorporarse por inercia desde el campo de flores. Definitivamente no le importaba la acumulación de heridas consecuencia de su batalla contra Jíngfēi de Quimera Negra hace minutos, ya que en su perturbada mente solo estaba presente la idea de asesinar a quien veía como a un ser ruin. Encorvando el cuerpo en una postura poco natural, la sucesora de Géminis empezó a acechar a su víctima cual criatura abisal sedienta de sangre. —Despojo… basura… desecho… muerto en vida… esbirro del mal… espectro de Morrigan… No me queda más opción que… hacer esto… Con lentos movimientos, la Amazona retiró el casco dorado de su cabeza y lo arrojó sobre el pasto como si de basura se tratase. Enseguida su desordenada y exageradamente larga cabellera roja quedó libre para entremezclarse con los pétalos y hojas que flotaban con la brisa. Acto seguido, se quitó también la máscara dorada para que Kanon sea capaz de contemplar su rostro desnudo. —Ahora que me has visto a la cara… mi deber es… degollarte con mis propias manos… El guerrero en atavíos blancos se quedó pasmado al contemplar el rostro de quien estaba empeñada en asesinarlo. A causa del asombro extremo que le produjo, solo pudo proferir unas pocas palabras al reconocer a quien se escondía tras la máscara dorada que yacía entre las flores: —¿Tú…? ¿Pero… cómo es posible que vistas la cloth de Géminis? ¿Qué demonios te pasó…? La mitad izquierda del rostro de la dama todavía se mantenía cubierto por una porción de su desaliñado cabello, pero aun así se notaban claramente sus facciones delicadas y a la vez indiferentes. Su pálida piel era resaltada en belleza por el opaco celeste de su ausente mirada, la cual denotaba carencia absoluta de emociones. Sintiendo que parte de su faz aún estaba cubierta por un mechón de sus rojas hebras, la mujer de nombre desconocido usó su mano para echar detrás de su cabeza aquel cabello que estorbaba la visión de la integridad de su cara. A Kanon casi se le escapa todo el aire de los pulmones en un suspiro, cuando vio que la Amazona tenía el sello de Atenea tatuado en el lado izquierdo del rostro…
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
CapĂtulo 51
Cuando el pasado y el presente se encuentran...
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Saga: CATACLISMO 2012
==Hace treinta y nueve años. Grecia, Cabo Sunion== Varios días habían transcurrido desde que el menor de los gemelos fue confinado en la prisión de los antiguos terrenos de Poseidón. No obstante, a pesar de encontrarse en condiciones precarias, su ambición y ansias de poder no habían disminuido un ápice. Tenía la firme convicción de que su hermano ocultaba una personalidad maligna bajo su apariencia amable y justa; y era precisamente aquello lo que le daba la determinación para sobrevivir al suplicio que se le había impuesto. —¡Esto no me detendrá, Saga!! —exclamó con demencia un furioso Kanon, lanzando un golpe lleno de resentimiento contra los barrotes de su celda marina—. ¡Te aseguro que lograré salir airoso de este horrible lugar!! Los vehementes gritos que en mucho tiempo no habían recibido respuesta, al fin fueron escuchados por uno de los anónimos y muchas veces subestimados personajes del Santuario de Atenea. Uno de los soldados rasos de la diosa de la sabiduría se encontraba patrullando aquel lugar que creía abandonado, así que le extrañó bastante escuchar tal escándalo. Con cautela descendió a través del escarpado camino, solo para encontrar a un irritado prisionero encaramado a las varillas de su calabozo. —Hasta que ese traidor de Saga se dignó a enviar a alguien para que me vigile —profirió con ironía y rencor el prisionero, al percatarse de la presencia del soldado—. Aunque fue demasiado ingenuo de su parte pensar que un simple esbirro de baja categoría sería capaz de evitar mi venganza. —Acabo de unirme a las filas de Atenea —respondió con voz suave pero sin titubear, quien solo buscaba cumplir con el deber que se le encomendó—. No conozco a ningún ‘Saga’, ni a casi nadie en el Santuario de mi diosa. Kanon hizo silencio por unos momentos para analizar a la figura que tenía enfrente. Exhalando un suspiro de decepción, el futuro Dragón Marino notó que el recién aparecido era de constitución física un tanto frágil y de apariencia poco intimidante para un soldado de Atenea. Además, al intentar observarlo a la cara para identificarlo mejor, no fue capaz de hacerlo, ya que el grueso yelmo de cuero que usaba, cubría casi todas sus facciones. —Bah… un debilucho con voz de niña no podría sacarme de esta celda —expresó el de melena azulada, cruzando los brazos en un gesto de arrogancia—. Será mejor que te marches. No me sirves para nada, muchacho. —Parece ser que se ha confundido conmigo. Soy una mujer… Dicho esto, la joven soldado se retiró el casco para dejar libre su larga cabellera de color escarlata intenso y su rostro de suaves facciones. Por un momento Kanon se vio impresionado al contemplar la impensada belleza natural de su interlocutora, quien, además, lucía unos hermosos y brillantes ojos celestes que transmitían cordialidad y a la vez sentido de justicia. —Tengo el honor de decir que soy la primera mujer en servir a Atenea como una de sus soldados —añadió con orgullo la pelirroja, sonriendo ampliamente—. Y es justamente mi lealtad hacia ella lo 129
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco que me impulsa a seguir adelante. Tras escuchar a la doncella regodearse en su devoción hacia la diosa griega, Kanon dejó a un lado el ensimismamiento que le produjo el verla por primera vez, para reemplazarlo con su clásica actitud esquiva y a la vez provocadora. —Vaya ingenua… ¿En serio crees que esa recién nacida será la deidad que guiará al planeta entero a su salvación? ¿Acaso no entiendes que ese viejo inútil del Patriarca te lavó el cerebro, al igual que a todos los imbéciles en el Santuario que siguen sin protestar sus órdenes cual ovejas descarriadas?!! —¡¿Cómo puede ser capaz de decir palabras como esas?! —vociferó la joven, borrando la sonrisa de su rostro para reemplazarla con un semblante de indignación—. Ahora entiendo por qué está encerrado. ¡Seguramente usted debe ser un traidor a Atenea! —Qué puede saber sobre traición o lealtad una tonta inexperta que ni siquiera conoce a los Santos de Oro —refunfuñó grosero el menor de los hermanos gemelos—. De todas formas, no me interesa lo que piense una simple sirviente de los inútiles del Santuario… Ofendida por los comentarios, la aludida se giró y se dio a la tarea de abandonar la escena sin darle a Kanon el gusto de verla enfadada. —Espero que mi diosa lo perdone por sus blasfemias, y que no permita que muera ahogado como castigo divino… —le dijo entre dientes, más a manera de compromiso que como gesto de sincera preocupación. —¡Ya deja de fastidiarme y lárgate de una vez!! Transcurrieron varios días desde el fugaz primer encuentro entre el adusto cautivo y la inexperta celadora y, a pesar de que las aguas habían disminuido su caudal y su violencia; el joven en maltrechas ropas de entrenamiento empezaba a sentir con intensidad los estragos de la falta de alimento y del cansancio. A pesar de contar con un poder digno de un Santo de Oro, era un ser humano, y su resistencia física estaba siendo mermada progresivamente a causa del hambre y la sed. Graves desventajas que, además, intensificaban sus delirios. —No me importa pasar por estos suplicios. Pronto encontraré algo terrible en estas grutas. ¡Algo que me permitirá derrotar a Atenea y poner al mundo entero en mis manos! Una sonora carcajada surgió de lo más profundo de su garganta, otorgándole un realce perturbador a la demente expresión que deformaba su rostro. Su frenesí desmedido fue interrumpido solo cuando se percató de algo que jamás habría imaginado ver: Entre uno de los extremos de la entrada a la cueva, una mano asomó tímidamente un plato de comida entre los barrotes… Kanon enmudeció a causa de la sorpresa que le produjo tan inesperado gesto de generosidad. Asombro que se intensificó cuando vio que era la misma joven soldado con la que había discutido, quien había decidido auxiliarlo a pesar de sus diferencias de opiniones y circunstancias. —Cinco días sin comer son demasiado —dijo la bella pelirroja, haciéndose la desentendida para intentar ocultar sus titubeos—. Todo este tiempo estuve vigilando desde lejos este lugar, pero por desgracia nadie se dignó a siquiera acercarse a su celda… Ruborizada, la doncella extendió los alimentos al prisionero mientras le desviaba la mirada. A pesar de que la comida que traía la joven lucía simple y humilde, logró despertar enseguida 130
Saga: CATACLISMO 2012 el apetito de Kanon con su aroma. Sus impulsos primarios le obligaban a tomarla con desesperación y devorarse incluso el plato, pero su desconfianza fue mayor en ese instante. —Alguien debió enviarte para que termines el trabajo sucio de mi hermano —supuso el de melena añil, entrecerrando los párpados—. Seguramente esos alimentos están contaminados o envenenados… Marcando el entrecejo, la chica cambió su semblante tímido para mirar con gran convicción a los ojos del prisionero. —No lo culpo por desconfiar de mí en estas circunstancias, pero le puedo asegurar que me indigna saber que un ser humano es tratado de esta forma, ya que ni siquiera el más vil de los traidores merecería que lo abandonen a su suerte de este modo. Internamente, el Geminiano fue estremecido por las palabras de la muchacha. Tan sinceros lucían sus brillantes ojos celestes, que el joven Kanon decidió confiar en ella y por instinto tomó la rústica vajilla que contenía la comida aún caliente. —Nadie… me envió —añadió ella con notoria incomodidad—. Me escabullí durante el receso para traerle estos alimentos. —Entonces… ¿esta comida es tu almuerzo? —Así es… y si no la consume rápido, se va a enfriar… Con actitud hosca, el menor de los gemelos se sentó en una de las rocas de celda y le dio las espaldas a su salvadora. Ocultando muy bien la intensa hambre que sentía, empezó a comer con toda tranquilidad. —No creas que te agradeceré por esto, niña —articuló él arrogante, a pesar de aún tener la boca llena—. El papel de ‘buena samaritana’ no te queda nada bien. —¡Tampoco esperaba que un patán grosero como usted me diera las gracias! — reaccionó en un puchero la resentida guerrera, girándose para dejar solo a su interlocutor—. ¡Me marcho de una vez! ¡Ya no lo soporto! —Espera un momento, novata. —¡¿Y ahora qué quiere de mí?!!! Tan rabioso y exasperado grito provocó que Kanon se sobresaltara y que por poco se atore con su comida. —Vaya… y luego dices que el grosero soy yo. Solo quería preguntarte cómo fue que llegaste al Santuario… Sorprendida, la joven dejó su actitud defensiva al sentir que el de melena azulada también había suavizado la suya. Por tal motivo decidió confiarle algunos detalles de su pasado más reciente: —Llegué hace unas semanas desde la capital de Grecia con el sueño convertirme en la guerrera más fuerte de Atenea. Por desgracia, mi maestro me expulsó del entrenamiento tras poco tiempo, asegurando que no sería capaz de siquiera despertar mi cosmos por más que me esfuerce. Llegué incluso al extremo de rogarle al mismo Patriarca para que me permita permanecer en el Santuario y, al final, accedió solo al concederme el rango de soldado raso —los ojos de la chica se iluminaron y una radiante sonrisa se dibujó en su rostro—. Acepté gustosa mi nuevo rol, sabiendo que aún podía ser útil para el ejército de Atenea.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —¿Siempre eres así de positiva? —Debo serlo —respondió ella enseguida con entusiasmo—. Aunque todos dicen que fracasaré en mi intento de poseer la fuerza de un Santo, no descansaré hasta ver materializados mis sueños. Kanon observó de reojo a la animada joven. Su extrañeza era notoria, ya que por primera vez conocía a alguien con una actitud como la suya. Apenas en ese momento notó lo humilde de la apariencia de la chica, quien vestía viejas ropas y la más desgastada armadura de cuero. Con cierto remordimiento, imaginó los malos tratos que la joven tendría que soportar a causa de su juventud, inexperiencia y bajo rango y, sin embargo, su semblante se mantenía ameno y decidido, desviando la atención de sus fachosos atavíos. —Al parecer a ambos nos han hecho caer lo más bajo. La única diferencia entre nosotros es que tú sí puedes gozar de la libertad —comentó en un nostálgico suspiro el futuro General de Poseidón—. Nos parecemos mucho, pequeña. —No me llame “pequeña”, por favor —le pidió la pelirroja con una actitud más condescendiente—. Si va a referirse a mí de alguna forma, hágalo por mi nombre… Irene… —Irene… ¿Cómo la Horae mitológica de la paz?... Qué apropiado… —¿Apropiado? —No me prestes atención. De cualquier forma, Irene, puedes estar segura de que algún día te devolveré el favor que me acabas de hacer. —No se ofenda, pero no creo que pueda hacerlo en las condiciones en las que se encuentra actualmente, joven… —Kanon —complementó el guerrero, también presentándose—. Me llamo Kanon de Gém… Kanon, nada más. Y será mejor que recuerdes bien cada letra de mi nombre, porque en poco seré conocido en cada rincón de la Tierra. Escuchando palabras tan seguras, por primera vez la humilde doncella se vio intimidada, y más aún cuando su interlocutor se plantó frente a ella con un porte digno y solemne. Por un momento le pareció que ni siquiera los firmes barrotes que los separaban, serían capaces de detenerlo en sus ambiciones. —Ya has hecho suficiente por mí, Irene —continuó diciendo él, recuperando su habitual tono esquivo—. Será mejor que te marches de una vez, si no quieres que tus superiores te castiguen. —Me despido entonces, Kanon, pero solo por el día de hoy. —No es necesario que vuelvas —reaccionó el aludido, cerrando los ojos en un gesto serio y arrogante—. Podré arreglármelas solo en este… —Un prisionero no tiene la autoridad para darle órdenes a su celadora —le interrumpió la chica de mirada celeste, con un tono amistoso y bromista—. Le prometo que esta no será la última vez que nos vemos. Regresaré pronto con más provisiones. Kanon no tuvo tiempo de refunfuñar como solía hacerlo, ya que Irene se retiró de la escena tras dedicarle una última sonrisa. La noche cayó en el Santuario y finalmente la joven soldado concluyó su turno de vigilancia en los antiguos terrenos de Poseidón. Sobremanera exhausta, se retiró a su cabaña para tomar un merecido descanso. 132
Saga: CATACLISMO 2012 —¡Ya llegué! —exclamó alegre Irene, como siempre solía hacerlo apenas arribaba al que consideraba su hogar—. ¿Me extrañaste? —Lo correcto sería preguntarme si me preocupé por ti —respondió molesta la aprendiz a Amazona que compartía la rústica habitación con ella—. Con lo mucho que te gusta comer, me extrañó bastante tu ausencia durante el almuerzo. —Lo que pasa es que… vi un extraño pulpo azul cerca de los arrecifes y me quedé jugando con él… —improvisó la pelirroja, notoriamente nerviosa. La joven aspirante a Guerrera de Atenea no pudo evitar reír al escuchar tal respuesta. —Siempre me diviertes con tus ocurrencias, Irene, pero al menos podías inventar una excusa más convincente, ¿no crees? —dijo entre risas la joven, reemplazando luego su actitud divertida con una más misteriosa—: Sería una lástima que alguien decidiera reportar este incidente al comandante de tu escuadra… Al sentirse descubierta, la muchacha reaccionó abalanzándose sobre su interlocutora, y rodeándola cómicamente por el cuello con los brazos. —¡No se lo digas a nadie, por favor! ¡Me metería en problemas si alguien sabe que me escapé durante el almuerzo! —Está bien, está bien —articuló sonriendo la chica en ropas de entrenamiento, al tiempo que se soltaba de los brazos que por poco la dejan sin respiración—. Solo estaba bromeando, Irene. No tengo idea de dónde te encontrabas. Aún viéndose en apuros y poco convencida, la doncella perteneciente a la orden de los soldados rasos decidió distraer a su acompañante con otros asuntos. —¡Tu máscara! —exclamó de repente, apuntándole a la cara con el dedo índice—. ¡No estás portando la máscara que deben utilizar las aprendices a Guerreras de Atenea en todo momento! ¡Seguramente permitiste que un hombre vea tu rostro!! ¡Te acusaré! Una vez más la joven aspirante a Amazona rió divertida. ti.
—A veces actúas como una niñita pequeña, pero esa es una de las cosas que más me gustan de Escuchando esto, Irene se calmó un poco y, engreída, le retiró la mirada con fingida indignación. —Es la segunda vez que alguien me llama “pequeña” en este día —susurró para sí.
—¿Acaso fue el extraño pulpo azul el que también te llamó pequeña? —inquirió sonriendo la joven guerrera, tras oír los murmullos de su compañera de barracas. Irene palideció al escuchar la pregunta capciosa. Sin responder y con actitud sombría, tomó la primera manta que tuvo al alcance y cobijó su cuerpo entero sobre su humilde lecho de lona. —Estoy bastante cansada… —comentó la arropada jovencita tras el simulado sonido de un bostezo—. Continuaremos la conversación durante el desayuno… hermana.
==Hace treinta y nueve años. Santuario de Atenea== La mayoría de las veces, la vida termina siendo muy distinta a los deseos y expectativas del ser humano. Justamente aquello fue lo que ocurrió con Saga y Alalá hace casi cuatro décadas. Pese a 133
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco que ambos jóvenes compitieron años para ganarse el derecho de vestir la armadura de plata de Altar, el destino les tenía preparado algo muy distinto. Saga terminó convirtiéndose en el Caballero Dorado de Géminis a la corta edad de quince años. Las cualidades y talentos casi divinos que le atribuían, permitieron que se ganara tal privilegio. Por otro lado, el mismo Patriarca Shion le otorgó a Alalá el rango de Santo Femenino, cediéndole la protección de Casiopea. Dicha formación estelar tenía un papel clave para Atenea desde la era del mito, ya que era la portadora de esta armadura de bronce, quien determinaba el destino de los futuros Santos, relacionándolos con las constelaciones que los protegerían. Desde las primeras guerras santas, La Guerrera de Casiopea fue la única entre todas las mujeres del Santuario a quien se le permitió mostrar los ojos a través de la máscara agujerada que formaba parte de su cloth. Esto debido al rol primordial de oráculo o pitonisa que cumplía para la diosa de la sabiduría, siendo su misión principal interpretar el movimiento de las estrellas para establecer qué persona nacería bajo la protección de cada constelación, designando así candidatos potenciales en todo el mundo para vestir una cloth. Por su importancia para el ejército de Atenea, la existencia de esta Amazona de Bronce se mantuvo en secreto para la mayoría de los habitantes del Santuario. Su identidad y presencia fueron camufladas tras una cortina de misterio, ya que solamente el Patriarca, la misma Atenea y un contado séquito de soldados tenían acceso al lugar en el que se la recluía: Un templo oculto lejos del recinto de la diosa, ubicado en la antigua ciudad griega de Delfos. A pesar del enorme sacrificio que representaba, Alalá aceptó con dignidad y convicción la importante responsabilidad que Shion le encomendó y, aunque le dolió en el alma tener que separarse de Saga, sobrepuso su deber de leal protectora de Atenea al aceptar sin vacilar su próximo confinamiento. —Ahora entiendo el porqué de tu nostalgia y tristeza —declaró en el vacío la voz simulada de Téngfēi de Tigre Blanco, dentro de su técnica—. También entiendo que las ilusiones perfectas no podrían engañar a una mujer como tú… Si en realidad deseo mantenerte en el ken de Baihu, debo recurrir a uno de los momentos más significativos de tu pasado real…
==Hace treinta y un años. Grecia, Templo de Delfos== La noche se mostró tan acogedora y tranquila, que por un momento Alalá se dejó llevar por sus impulsos. Con cautela abandonó por un momento su cautiverio solitario de años, al notar la ausencia de los guardianes que velaban por su seguridad. Despojándose de su armadura de bronce, se sentó en el claro de un río cercano. El largo vestido blanco que lucía, le permitió sentir mayor libertad al encontrarse en contacto directo con la naturaleza que tanto anhelaba presenciar nuevamente de manera abierta. Aunque su rostro aún era oculto por la máscara de su cloth, logró disfrutar al máximo de la pureza del viento que se colaba entre las hojas de los árboles. —«El río fluyendo a mis pies… casi había olvidado esta sensación de frescura —reflexionó nostálgica la doncella de cabellos vino tinto—. Extrañaba tanto esto… la suave brisa templada, el aroma de la tierra húmeda, incluso el escozor que produce el pasto en mi piel». A pesar del deleite que le significó su pequeña escapada, su mirada vista a través de los agujeros de su máscara, mostraba evidente desazón. Sus pupilas rojizas se abstrajeron con añoranza en el estrellado cielo nocturno.
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Saga: CATACLISMO 2012 —Solo espero que te encuentres bien… Saga… La joven Amazona dejó escapar un suspiro lleno de amargura al susurrar el nombre de la persona que amaba con intensidad. Ni la distancia ni el tiempo lograron aplacar sus más apreciados sentimientos. A punto estuvo de dejarse invadir por la melancolía de sus recuerdos, cuando el ruido de pasos cercanos la obligó a distraer su atención y girarse hacia el lugar del que provenían. La imagen que contempló a continuación le quitó el aliento: Ante ella se presentó la imponente figura de un hombre alto, engalanado en un lujoso atuendo. El recién llegado vestía una larga túnica negra y senda estola dorada, sobresaliendo ésta desde las recargadas y pesadas hombreras puntiagudas de metal rojo que portaba. El grueso casco del mismo material que completaba el atavío, era coronado por un dragón con las alas desplegadas, y no permitía vislumbrar con claridad el rostro del intruso, ya que se complementaba perfectamente con la oscuridad de la noche. —¿Patriarca…? —susurró para sí Alalá, atónita a causa del impacto. —¿Por qué te encuentras fuera de tu templo? —inquirió a la vez el sumo sacerdote con una ronca voz cavernosa—. Te recuerdo que no existe circunstancia que te permita abandonar el confinamiento que implica ser la potadora de Casiopea. Notando irritación y molestia en las palabras del pontífice, la aludida reaccionó arrodillándose frente a él en actitud de sumisión. —Le ruego me disculpe, mi señor. No tengo excusa que justifique esta grave falta, es solo que… —la joven se armó de valor para pronunciar su siguiente frase sin titubear—: extrañaba tanto sentirme libre como un auténtico ser humano… —¡Inconcebible!! —rugió iracundo el gobernante del Santuario, provocando el sobresalto de su interlocutora—. ¡¿Acaso no estás consciente de que un descuido como este podría poner en peligro el bienestar de Atenea y el de todo su ejército?!! —Lo estoy, maestro… —añadió la enmascarada, agachando la cabeza—. Por ese motivo aceptaré sin protestar el castigo que considere justo imponerme. A Casiopea le había extrañado ver al pontífice en tan inusuales ropas, ya que siempre recordó a Shion vestido de blanco y portando su clásico yelmo dorado. Sin embargo, lo que en realidad le inquietó, fue las sensaciones de incertidumbre y desasosiego que transmitía aquel hombre con su sola presencia. Habían transcurrido ocho años desde que un poseído Saga acabó con la vida de Shion, con el fin de usurpar su puesto de Patriarca. Aquel espíritu corrupto que lo convirtió en asesino, fue el que predominó sus palabras y acciones durante todo ese tiempo, impulsándolo incluso a encargarse en persona de un asunto que no le permitió dormir tranquilo durante años: Acabar con la vida de la Amazona de Casiopea, quien en el retorcido pensamiento del Patriarca impostor, no significaba más que una amenaza en potencia. El que la guerrera posea los dones de clarividencia que se le atribuían a su constelación, ciertamente ponía en peligro sus egoístas propósitos. Hace años había planeado el asesinato de Alalá, pero cada vez que intentaba materializarlo, algo dentro de él se lo impedía. Sin embargo, al encontrarse rebosante de maldad en esos momentos, al camuflado Caballero de Géminis casi se le escapa una carcajada, percatándose de que sus planes estaban saliendo mejor de lo esperado… —Entonces prepárate para recibir tu castigo, Amazona de Atenea… —sentenció el mayor de 135
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco los gemelos en tono sombrío. Por primera vez tenía a su merced a aquella mujer, indefensa y en una pose sumisa. Un simple movimiento a traición le bastaría para terminar con todo, así que sigilosamente extrajo una daga dorada desde la manga de su túnica, y la elevó empuñándola con firmeza. Había llegado demasiado lejos como para vacilar al ejecutar a su víctima. —¿En serio piensas asesinarme de una manera tan cobarde… Saga? Tal fue la sorpresa que recibió el mencionado al saberse descubierto, que no pudo evitar soltar el arma y retroceder un par de pasos por instinto. Notando esto, Alalá levantó la faz para que el Geminiano sea capaz de observar los ojos que asomaban a través de las concavidades de su máscara. A Saga no le hizo falta ver la cara entera de la joven Amazona. Un vistazo a sus acusantes y tristes pupilas rojizas le bastó para estremecerse por completo. —Tu voz podrá sonar diferente, pero sería imposible que me engañes como lo habrás hecho con todos en el Santuario —le reprochó ella con seria determinación—. ¡Por Atenea, Saga! ¡Te conozco desde que ambos éramos unos niños!! El regañado rió levemente tras los apasionados reclamos. Escucharlos le recordó lo volubles que eran los humanos cuando se dejaban llevar por sus vínculos sentimentales, así que borrando por completo la estupefacción que lo impresionó en primera instancia, soltó irónicas y burlonas carcajadas. —No eres nada tonta, Guerrera. Sabía que en algún momento descubrirías mi identidad —el asesino del Patriarca retiró el casco de su cabeza para que su interlocutora sea capaz de verlo con claridad—. En efecto, soy Saga de Géminis… A Casiopea le aterró contemplar por primera vez la apariencia que lucía el guardián de la Tercera Casa cuando era poseído por la maldad. Le fue casi imposible reconocer a su amado en esa vil sonrisa deformada por la crueldad. Característica que intensificaba su demente semblante, al complementarse con el drástico cambio en las tonalidades de sus ojos y cabellos. Bastó solo un segundo para que la imagen del bondadoso Santo de Atenea que atesoraba con cariño en sus recuerdos, se quebrara cual frágil cristal… —Sin duda eres tú —le dijo estupefacta, al tiempo que se reincorporaba y se le acercaba por inercia—, pero… ¿qué fue lo que te pasó? —Nada que te incumba —respondió él tajante, con su nueva voz cavernosa—. ¿De qué le sirve conocer la verdad a alguien que está a punto de morir? El tono grosero y malintencionado con el que el guerrero pronunció su sentencia, provocó que la joven agachara frustrada la cabeza. —¿Qué… qué fue lo que hiciste con el señor Shion? —preguntó vacilando ella, al tiempo que apretaba puños y dientes en un intento por controlar su rabia. —Lo maté con mis propias manos. Alalá no se pudo contener ante una respuesta tan fría e indiferente. Sin pensar en las consecuencias, se dejó llevar por sus impulsos de dolor emocional y estampó una estrepitosa bofetada en la mejilla de aquel hombre que apenas reconocía. La agresión fue aplicada con tanta violencia, que Saga fue obligado a volver su sorprendido rostro. Aún en esta posición, no supo cómo reaccionar al no imaginar que su víctima actuaría de una forma tan atrevida. 136
Saga: CATACLISMO 2012 Al final, se limitó a reír nuevamente. —Eres una mujer con agallas, lo admito —comentó el de cabellera gris, clavando sus amenazantes ojos escarlata sobre la dama—. ¡Es una lástima que alguien como tú tenga que morir de esta forma! Fue el turno del falso Patriarca para atacar a quemarropa. Sin remordimientos dirigió su puño cargado de chispeante energía carmesí hacia Casiopea, quien para ese momento tenía la guardia abierta y, para rematar; no estaba portando su armadura. A pocos centímetros estuvo de atravesarle el pecho, pero se detuvo intempestivamente y cesó la agresión. Géminis desplomó su peso sobre una rodilla mientras marcaba su semblante con una expresión de sufrimiento. Sudaba frío y se agarraba el torso con ansiedad, como si luchara con algo en su interior. Gradualmente su cabellera empezó a teñirse de su habitual tonalidad azulada… —Alalá… márchate… por favor… —le rogó con una actitud completamente diferente, tras recuperar su tono de voz normal—. No permitas que… te haga daño… En ese momento la aludida supo que el guerrero batallaba internamente para liberarse de lo que le obligaba a actuar con crueldad. A través de sus ojos aún rojos, conoció el dolor y la desesperación por los que Saga tenía que atravesar, para intentar contener a la presencia divina que habitaba dentro de él. —No puedo mantenerlo… bajo control durante mucho tiempo —añadió él de manera entrecortada, mientras derramaba lágrimas suplicantes—. ¡Ya vete… de una buena vez!!! —¡No! ¡Ya me obligaron a abandonarte hace ocho años y no lo haré nuevamente! —reiteró la chica en túnica blanca con abrumadora convicción—. ¡Encontraré una forma de liberarte de la maldad!! Fueron los sentimientos que todavía le profesaba al Caballero, los que le incitaron a permanecer a su lado. En tales instantes críticos, no le importó el peligro latente que significaba permanecer en ese lugar. Solo tenía en mente hacer cualquier sacrificio con tal de ayudar al hombre que amaba.
==Tiempo actual. Maravilla Suprema. Melocotonero de los Ocho Inmortales== Saga fue presa de la incredulidad y el pánico. Le era imposible concebir que nuevamente empezaba a invadirlo aquella horrible sensación que solía sacarlo de sus cabales. —«Esto no puede estar pasando —reflexionó arrodillándose y casi convulsionando—. Seiya había… purificado mi alma hace décadas con… la luz del escudo de Atenea». El Santo en armadura negra ignoraba que fueron sus intensos anhelos por ver nuevamente a Alalá, los que despertaron al espíritu del dios que se hospedaba en su cuerpo. Como antaño, Ares intentaba manifestarse en su avatar, transformando primero su apariencia. Dotar su cabellera de un tono gris y sus ojos de rojo sangre, serían solo el primer paso de la cruel posesión. La desesperación empezaba a consumirlo, ya que no le restaban fuerzas para detener el dominio de aquella vil entidad divina, a la cual confundía con una doble personalidad. Casi a punto de perder completamente la cordura, fue la imagen que contempló al levantar la vista, la que le permitió ganar unos segundos antes de que el proceso de trance esté completo.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Alalá… —llamó con notorio sufrimiento a la paralizada doncella, al tiempo que se reincorporaba y acariciaba su mejilla con una temblorosa mano—. Juro que… te recuperaré antes de… que el mal me consuma nuevamente… Tal como tú misma… me ayudaste en ese entonces…
==Hace treinta y un años. Templo de Delfos== Casiopea no tenía la certeza de cómo proceder en circunstancias tan críticas. Un miedo irracional la invadía, pero haría falta mucho más que eso para que abandone a quien significaba tanto para ella. Su inmediata reacción instintiva fue arrodillarse frente al abatido hombre que usaba los atavíos del Patriarca. Acto seguido, lo agarró fuertemente de su trémula mano, para que sea capaz de sentir nuevamente el calor de un ser humano. —¡Mírame, Saga!! —le exigió la pelirroja con autoridad. Él así lo hizo en medio de muecas de dolor y calambres, solo para contemplar algo que lo dejó sin aliento. Contemplar a Alalá sin máscara, provocó que el Santo de Oro olvidara por un momento el sufrimiento espiritual y físico que lo agobiaba, ya que habían pasado años desde la última vez que vio el hermoso rostro de la única mujer con la que abrió su corazón. Ella no había cambiado a pesar de los años. Su juventud se mantenía intacta, sin embargo, la marcada expresión de desconsuelo que lucía, fue completamente nueva para el Dorado. Jamás la había visto derramando tantas lágrimas como en ese momento. Fue aquella triste imagen la que logró amainar por un momento al alterado Saga. Se encontraba tan afligido, que por un instante su expresión mostró verdadera preocupación y no la vil demencia que le provocaba el espíritu del dios griego de la guerra. —Mis crímenes son tan graves, que no merezco perdón… —declaró el Santo con auténtico arrepentimiento—. Algo dentro de mí me obligó a asesinar al Patriarca, pero fue mi propio egoísmo el que me motivó a vengarme del hombre que nos separó al… —No digas nada más… —le interrumpió ella, posando dos dedos en su boca para callarlo con delicadeza. El alivio de la joven Amazona fue grande al notar que el Caballero había reaccionado a su presencia. Y aunque ella todavía sollozaba con intensidad, sus facciones irradiaban conmovedora dulzura mientras le dedicaba una cálida sonrisa. —A pesar de todo lo que has hecho yo… te perdono… Posando su mano libre en la mejilla del ya ojiazul, Alalá besó sus labios con sincera ternura. —Por favor, despierta… mi amado Saga…
==Tiempo actual. Maravilla Suprema. Melocotonero de los Ocho Inmortales== El maltrecho hombre en armadura oscura recordó entre lágrimas aquel instante de su pasado. En esa única ocasión, fue capaz de detener por completo al espíritu corrompido que le instaba a actuar con egoísmo y sed de sangre. Solo el amor era capaz de vencer a una entidad que rebosaba odio. Y aquello se lo demostró 138
Saga: CATACLISMO 2012 Alalá hace más de tres décadas. —Ahora entiendo que… solo estando juntos… podremos vencer a los mismos dioses… —la personalidad original de Saga empezaba a desvanecerse, pero ni así claudicó al sentirse más cerca que nunca de la dama que le inspiraba tantas nobles emociones—. ¡No permitiré que… nada nos vuelva a separar! Tomando con delicadeza a la ausente doncella de ambas mejillas, le levantó el rostro y se fundió con ella en un apasionado beso. —Por favor, despierta… mi amada Alalá…
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Inmediaciones de la Torre de Porcelana== Kanon no podría olvidar el rostro de la persona que se dignó a auxiliarlo durante su cautiverio en Cabo Sunion. A pesar de que su expresión lucía impasible y neutral, tenía la certeza de que se trataba de ella. Sin embargo, sus dudas crecieron al ver que la Ateniense vestía la armadura de Géminis, y más extraño todavía, al notar el hecho de que conservaba el mismo rostro joven con el que la conoció hace una buena cantidad de años, pero con la perturbadora adición del sello de Atenea tatuado en forma vertical sobre su mejilla izquierda… —¿Cómo es posible que sea la sucesora de Géminis? —inquirió para sí por inercia el de cloth blanca, completamente asombrado—. Ella misma me aseguró que no era capaz de despertar su cosmos, y que por esa razón fue degradada a soldado raso… La indiferente Amazona que escuchó la afirmación de su rival, no respondió con palabras sino con hechos. En un parpadeo ya había encendido su cosmoenergía, para luego levantar ambos brazos y formar con ellos una equis sobre su cabeza. El alterado Kanon sabía muy bien lo que significaba aquella pose. —Demonios… es la ‘Explosión de Galaxias’ —maldijo entre dientes el de cabellera azulada—. Con ese poder digno de un Santo de Oro, sin duda logrará ejecutarla… Al Geminiano se le acababan las opciones. Ya bastante herido se encontraba como para seguir batallando, pero más que nada, le dolía tener que enfrentar a la mujer que le inspiraba generosidad y justicia en sus recuerdos. —¡Detente de una buena vez! —le exigió con el corazón en la garganta—. ¡No quiero luchar contra mi compañera!! La pelirroja levantó su opaca mirada celeste y la clavó sobre su oponente y, con absoluta carencia de emociones, le dedicó unas frías palabras: —No soy compañera de… un esbirro de la diosa celta de la muerte… Completamente frustrado y exasperado, Kanon se vio obligado a también manifestar su cosmos. Notoriamente asombrado del gran poder que fue capaz de manifestar, al guerrero le perturbó el nuevo color blanco de su aura. —Lo ves… esa cosmoenergía alba… es característica de los sirvientes de Morrigan… —le hizo notar la Amazona con el mismo tono imperturbable—. Mereces regresar a… a tu tumba y podrirte eternamente…
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —¡No soy uno de los esclavos de esa maldita diosa despiadada!!! Las últimas palabras de la griega desataron la máxima furia del antaño Marino de Poseidón, cuyas intensas emociones provocaron que manifieste su cosmos original. Tras varios años de permanecer dormida, su energía rebosaba nuevamente de un resplandeciente dorado. A pesar de que su cloth blanca lucía destrozada, por unos instantes Kanon lució como un auténtico Santo de Atenea, y no solo eso, también logró igualar la fuerza que mostraba en ese momento la actual Géminis. Dejando sus vacilaciones a un lado, recuperó su talante serio y solemne al plantarse con firmeza frente a la Dorada. En un gesto de gran determinación, también levantó los brazos para mostrar la pose del máximo ken de la constelación de los gemelos. —Entonces será como quieras… Quien sobreviva a este combate, continuará peleando por Atenea… Tan intensas eran las sensaciones de calidez e integridad que transmitía Kanon, que la esencia viviente en la cloth de Géminis no pudo evitar reaccionar, teniendo enfrente a su antiguo portador. Aquello provocó que el inmutable rostro de su usuaria actual, luciera alterado por primera vez… Era un disgusto que no se explicaba el que empezaba a desconcentrarla y fastidiarla. Molestia que se convirtió en desasosiego cuando la armadura de oro que la protegía, resonó y brilló una vez más, pero con mayor intensidad que hace instantes anteriores de la batalla. Abatida por la confusión, la pelirroja se desplomó sobre sus rodillas. —Ya no necesito darte más pruebas de mis intenciones —aseguró el menor de los gemelos con voz austera, bajando los brazos en señal de tregua—. El que tienes enfrente, es un Santo de cosmos puro, ¡cuyos pecados fueron perdonados por la misma Atenea!! Aún en pose de rendición, la reacción de la aludida fue levantar la cara y observar con notorio resentimiento a su contendiente. Para ese momento sus ojos ya no lucían opacos y sin vida, sino rebosante de un intenso brillo azulado. Aquel resplandor de muerte denotaba las ansias de asesinar que tenía la protectora del Tercer Templo del zodiaco. —¡No!!! ¡Lo que dices son solo disparates!!! —a causa de la rabia inexplicable que sentía, por primera vez la Amazona consiguió articular sus palabras sin tartamudear mientras gritaba—. ¡Acabaré de una vez con el ser que me confunde tanto con su cálida energía!!! La velocidad que poseía Géminis era impresionante. Le bastó una ligera proporción de cosmos para desaparecer a la vista del hombre en armadura alba y luego reaparecer sorpresivamente a pocos centímetros de su rostro. Tal fue el sobresalto que recibió el de melena azulada al ver de cerca a su sucesora, que se quedó pasmado cuando ella posó ambas manos en sus mejillas. Ni siquiera notó que su cara fue manchada con la sangre que aún manaban los dos dedos cortados de la mujer. —¡Mírame bien a los ojos!! —le ordenó alterada la doncella de oro. El guerrero blanco así lo hizo por pura intuición. Le inquietó sentirse maravillado por el bello color de las pupilas y el aliento cercano de la dama en armadura de oro. Esto pese a que se encontraba paralizado por causas que no podía definir. —Contempla bien el celeste de mi mirada, Kanon —añadió ella en un suave tono maquiavélico—, porque este es el último obsequio de mi parte… antes de quedarme con tu vida…
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Saga: CATACLISMO 2012 El aludido al fin reaccionó tras la sentencia y, mostrando también un intenso brillo en sus ojos añil, le respondió a la misteriosa Amazona con desmedido ímpetu: —¡Ya basta de tonterías!! ¡No eres tú la que está hablando! —el Santo no supo por qué, pero en tal momento crítico, recordó la sonrisa que aquella joven soldado le dedicó la última vez que se encontraron—. ¡No sé qué demonios te ocurrió en todo este tiempo, pero a pesar de que apenas nos conocimos, tengo la certeza de que eres una mujer bondadosa y justa! ¡No permitas que te consuma la locura, Irene!!! Escuchar ese nombre pronunciado con tanto ímpetu, provocó que la Geminiana por poco desorbitara los ojos de sus cuencas. Tanto era el asombro y la estupefacción que sentía, que en esa ocasión fue ella quien permaneció quieta al tensionársele todos los músculos del cuerpo. Con las pupilas dilatadas, soltó el rostro de Kanon y retrocedió un par de pasos tras disminuir su cosmos. —Irene… ¿por… por qué se me hace tan familiar ese nombre? —preguntó a la nada la perturbada guerrera embadurnada en sangre—. ¿Y por qué me confunde tanto? La cabeza le daba vueltas. Imágenes del pasado y el presente golpeaban su cerebro a tal velocidad, que consiguieron aturdirla y desubicarla de tiempo y espacio. Se agarraba la cabeza, casi enterrándose las uñas en el cuero cabelludo, incrementando así su desquiciado martirio. —Tú… tú eres el culpable de… mi actual estado, por… pronunciar ese nombre… —acusó ella un poco más tranquila a la única persona que tenía a la vista—. Jamás debimos encontrarnos… Mi único deber es alcanzar aquella torre… nada más… Una vez más la Dorada usó su extraordinaria rapidez, esta vez para propinar un certero puñetazo en el abdomen de su contraparte en armadura alba. Tan intensa fue la potencia del golpe que el agredido recibió de lleno, que éste se limitó a caer y retorcerse de dolor entre las flores del terreno. Aún sin poder recuperar el aliento, Kanon levantó la mirada, solo para notar que la Amazona había recuperado su habitual semblante indiferente y carente de sentimientos. —Jamás vuelvas a repetir el nombre… Irene… —le advirtió ella al postrado, mientras lo observaba con una indescifrable mirada opaca—. No quiero verme obligada a asesinar a… uno de mis compañeros de batalla… Una corriente de viento revoloteó el desordenado y largo cabello rojo de la doncella, mientras ésta se alejaba corriendo de donde yacía su antecesor. Sin pensarlo dos veces, se aventuró en el lugar donde la diosa Nü Wa esperaba con paciencia la llegada de los Santos de Atenea.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
Capítulo 52
¡Inicia el encuentro luminoso!La benevolencia de Nü Wa
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Saga: CATACLISMO 2012
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Entrada al Monte Penglai== La situación alcanzó su clímax cuando Jíngfēi de Xuanwu agarró por el cuello a su indefenso compañero. El ‘Satán Imperial’ que desplegó la actual Géminis a través de su cerebro, continuaba ejerciendo dominio completo sobre su voluntad y sus acciones. Poco le faltó a la joven guerrera oriental para destrozar las cervicales de Téngfēi, cuando, de repente, un raudo haz de luz roja descendió desde la montaña de jade para impactar de lleno contra la poseída Guardiana. La arremetida carmesí fue tan intensa, que provocó que la protectora del invierno se viera obligada a soltar a la víctima que ansiaba asesinar. La acción transcurrió en menos de un segundo, así que el aturdido Tigre Blanco apenas notó que su contraparte femenina había sido alejada violentamente. No obstante, más que alivio al saber que su vida fue salvada, sintió enorme preocupación al ver que la chica de cabellera azul oscuro yacía tendida inmóvil sobre el camino de joyas multicolores. —¡Jíngfēi…!! —exclamó alarmado, apenas recuperado el aliento—. ¡Esto no puede ser…! ¡Se suponía que yo debía… morir en tu lugar…! El joven castaño avanzó erráticamente hacia la mujer que apreciaba. Tambaleaba mientras extendía con ansiedad la mano en pose suplicante. Solamente buscaba alcanzarla, a pesar de que en sus ojos verdes la sangre continuaba entremezclándose con sus lágrimas. A punto estuvo de reunirse con la muchacha en armadura blanca, cuando la misma luz escarlata que la atacó, se interpuso en el camino de Téngfēi y lo detuvo en seco. —¡¿Qué demonios… eres?!! —le preguntó frenético el Guardián otoñal, en medio de dolorosas y sanguinolentas toses—. ¡¿Qué fue lo que hiciste… con Jíngfēi?!! —Tranquilízate, mi niño —repuso con dulzura el indefinido y estático ente—. No sería capaz de lastimar a quien complementa tu alma… El resplandor intensificó su luminosidad hasta el extremo de cegar por unos segundos al primer hombre de la nueva especie, quien tras recuperar la visión, observó una imagen que lo sorprendió y maravilló al mismo tiempo: Ante él se encontraba aleteando con gracia una bella armadura ensamblada en la forma de la imponente ave mitológica china. El ropaje sagrado albo con detalles en carmesí, parecía poseer vida propia al ser rodeado por una intensa aura color rubí. —Es la armadura de la cuarta bestia sagrada… Zhuqué, el ave bermellón del sur —masculló incrédulo, al reconocer el diseño de aquellas piezas metálicas y la figura que éstas representaban en conjunto—. Pero… es imposible… Mi diosa nos aseguró que su portadora aún no había nacido… —Téngfēi —lo llamó la suave voz femenina que surgió de la armadura de la Guardiana del verano—, te ruego me perdones por todo lo que les he hecho pasar. Me duele tanto verlos sufrir… Al fin el aludido reconoció la voz de quien le hablaba con notoria tristeza, así que su reacción fue sobreponerse al dolor y arrodillarse ante el ave metálica en señal de respeto. 143
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —No tiene que disculparse con nosotros —articuló el castaño, recuperando su habitual hablar pacífico y amable—. Nuestras vidas le pertenecen, y por lo tanto a Jíngfēi y a mí nos honraría morir por usted, mi señora Nü Wa. —Aprecio tu lealtad y devoción, mi querido Guardián, pero no les otorgué el don de la vida para que lo sacrifiquen por mí. Ustedes fueron creados como una especie pacífica, y por lo tanto su rol no era involucrarse en la guerra final entre dioses y humanos. —Mi diosa… como siempre usted… tan bondadosa con… con nosotros… Las palabras del Tigre Blanco sonaron entrecortadas, porque ya no fue capaz de seguir aparentando normalidad. La extrema pérdida del líquido vital al fin hizo mella en su resistencia, y provocó que desplomara su adolorido cuerpo de boca sobre el sendero enjoyado. El joven apenas tuvo la suficiente energía para levantar la cara y clavar su suplicante mirada verde sobre la protección de la Sì Shòu custodia del sur. Con un tono apenas audible, apeló a la misericordia de su creadora. —Se lo ruego… por favor… libere a Jíngfēi… de la maldad que la agobia… —Justamente ese es mi propósito al traerles esta armadura —declaró la presencia espiritual de la diosa de la creación, en tono tranquilizador—. Mi deseo era asistirlos en persona, pero esto es lo más que puedo hacer por ustedes tras prometerle al dios Ra que no abandonaría mi recámara. El ave de metales blancos y rojizos emprendió vuelo hasta ubicarse entre los dos maltrechos Guardianes. Acto seguido, aleteó con ímpetu, generando con esto brillantes chispas de fuego rubí. —A diferencia de ustedes, la guerrera de Zhuqué no poseería habilidades de combate, sino de curación y apoyo —explicó pausadamente Nü Wa a su postrado protector—. Desde tiempos ancestrales, el fénix chino se ha caracterizado por las propiedades purificadoras de su fuego, las cuales acaban de ser reforzadas por mi propio cosmos. Una indescriptible sensación de paz y bienestar invadió al maltrecho Baihu, mientras la armadura de la Guardiana restante fulgía con intensidad. —¡Serán las doncellas de los ‘Templos del Sur’ quienes sanen sus cuerpos y espíritus! ¡Esta es la máxima técnica de mi cuarta hija!: ¡‘Bendición de las Siete Shǐ Nǚ’!! Inmediatamente la sangre fue restaurada en el cuerpo del guerrero otoñal. El color volvió a su piel y su vitalidad fue restablecida por completo. Por su parte, Jíngfēi también se vio beneficiada por las bondades del fuego sanador del ave escarlata. En un principio su faz mostraba agresividad y unas marcadas ojeras que alteraban su semblante, como si en medio de su inconsciencia estuviese atravesando una horrible pesadilla. Sin embargo, al alcanzarla el ken sanador, su rostro recuperó las facciones pacíficas que la caracterizaban y entonces pareció dormir con total tranquilidad. Al ver con alivio que su compañera fue sanada de la corrupción que invadía su alma, el impulso del ya renovado Guardián fue acercarse a ella y acomodarla sobre su regazo. Tras esto, le dedicó una amplia sonrisa y palabras de gratitud a su diosa manifestada en espíritu: —Solo su poder divino podía deshacer una técnica malintencionada como la de esa Amazona de Atenea. Suya es mi gratitud eterna por hacernos conocer nuevamente la luz de la vida. La deidad resplandeciente no respondió a los elogios. Simplemente guardó silencio mientras la armadura de Zhuqué aterrizaba.
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Saga: CATACLISMO 2012 —¿Ocurre algo, mi señora? —inquirió Téngfēi, tras escuchar lo que le parecieron débiles sollozos provenientes del ropaje de la cuarta Sì Shòu. —Discúlpame, mi Guardián —replicó ella, con un tono de voz que denotaba profundo pesar—. Los cuerpos físicos que nos otorgó Yggdrasil, provocan que nuestras emociones se manifiesten con mayor facilidad. Cuando mencionaste que ustedes dos conocieron nuevamente la luz de la vida, no pude evitar recordar a Renshū. No imaginas el dolor que siento al saber que no fue capaz de disfrutar de las maravillas de este mundo. —A los dos nos duele, madre —acomodando con delicadeza a la desvanecida Quimera Negra a un lado del sendero, el custodio del oeste se plantó solemne frente a la manifestación luminosa de Nü Wa—, por esa razón me reivindicaré frente a usted y frente a nuestro hermano asesinado… acabando sin dilaciones con todo ser humano que encuentre en territorio chino. Téngfēi lució intimidante al articular su última frase. La furia e indignación que sintió por unos segundos fueron extremas, ya que era la por primera vez que escuchaba a su diosa afligida. Sus ojos verdes se tornaron felinos y mostraron el mismo resplandor asesino de un auténtico tigre de bengala. —Estás cometiendo un gran error —le hizo notar la deidad, tras recuperar su habitual hablar calmado—. La venganza constituye un círculo vicioso sin fin y no debe ser nuestra motivación para detener a los Caballeros de Atenea. —Pero… la maldad que han mostrado los humanos es inherente a su naturaleza y no puede quedar impune, además… —Les ordeno no intervenir más en este combate… Pese a que la repentina orden fue emitida con suma serenidad, también poseía tintes de gravedad y aplomo; por lo tanto el joven no pudo evitar sentirse intimidado al conocer ligeramente el lado severo de su diosa. —Permitiré que los humanos invadan la torre de porcelana —añadió la deidad asiática, al no recibir queja de su protector—. Me encargaré personalmente de purificar la maldad de los Santos de Atenea con la luz de mi cosmos. Escuchando la tranquila sentencia, el joven castaño retiró sus puros ojos de la armadura rodeada de energía grana. Su rostro usualmente amable mostró en ese momento un talante de desencanto y frustración. —Sé lo que estás pensando, Téngfēi —dijo comprensiva Nü Wa—, pero no es necesario que te preocupes por mí. Estoy consciente del poder que son capaces de manifestar los humanos y sé que puedo enfrentarlos. Estaré bien. Como último recurso, el guerrero del oeste le dedicó una solemne y elegante reverencia al espíritu de su diosa. —Me disculpa, mi señora, pero no puedo permitir que atraviese sola por esto —expresó él con su habitual hablar refinado, en un intento por ocultar la desesperación que comenzaba a invadirlo—. Es cierto que usted nos creó como seres pacíficos, pero también nos ha otorgado la voluntad y el poder para tomar nuestras propias decisiones. Por lo tanto, creo que también hablo por Jíngfēi cuando digo que nuestro deseo es continuar peleado por usted. —Gracias por tu lealtad y valentía, mi noble Guardián. Lo aprecio desde el fondo de mi corazón. El aludido sonrió al percibir el orgullo manifestado en las palabras de Nü Wa y por un momento sintió que revocaría su decisión de no permitirles continuar en la lucha. No obstante, su desilusión fue inmensa al sentir que la magna cosmoenergía rosa de la deidad lo rodeaba a él y a la durmiente 145
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco doncella de Xuanwu. —Mi máximo anhelo es que ustedes tengan una vida pacífica y sin sufrimiento, pero eso no será posible si permanecen en la Maravilla Suprema. Por esa razón les permitiré tener una larga y feliz existencia en el planeta que tanto queremos proteger… —¡Deténgase, por favor, madre!! —le rogó desesperado Baihu, al tiempo que sentía que la energía divina los consumía cada vez más—. ¡Nuestro más grande anhelo es permanecer a su lado y…! —Te encantará la Tierra, Téngfēi —le interrumpió la diosa con suma ternura—. Los hijos que tengas con Jíngfēi, crecerán contentos en ese hermoso lugar. Aunque Nü Wa sonaba calmada, internamente se dolió profundamente por tener que separarse de sus Guardianes de una manera tan abrupta. Su tristeza incluso creció al notar que la última imagen que tuvo de quien consideraba como un hijo, fue la del desconsuelo que se reflejó en su rostro. Tigre Blanco y Quimera Negra se desvanecieron en un halo luminoso. —Espero que no me guarden rencor por esto, pero si es así, no los culparé —dijo para sí la deidad oriental con añoranza, sabiéndose sola en su territorio—. Aunque ya no puedan escucharme, solo es pido una cosa… Vivan y sean felices, mis niños…
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Inmediaciones de la Torre de Porcelana== Kanon se encontraba paralizado a causa del salvaje golpe que recibió por parte de la Guerrera de Géminis. Desafortunadamente, había bajado la guardia y no vio venir la fuerte agresión que impactó en su vientre. No obstante, a pesar del intenso dolor y la falta de aire, una forzada sonrisa se dibujó en su rostro al recordar las últimas frases que le dedicó la dama de oro momentos antes de que se adentrara en el templo de Nü Wa. —«Vaya… es la segunda vez que un Santo de Oro me acepta como su compañero —reflexionó con nostalgia el Geminiano, mientras se sentaba con dificultad entre las flores y sostenía por instinto el área afectada—. Deberás disculparme, Irene, pero soy un hombre de palabra, y por lo tanto sería incapaz de dejarte sola en esa torre. Más que por un sentido de compañerismo, te ayudaré por el favor que me hiciste hace varias décadas». A punto estuvo de reincorporarse para alcanzar a la pelirroja, cuando una sensación familiar le obligó a desviar la mirada hacia un grupo cercano de árboles. Estupefacto y olvidando por completo su dolor físico, vio que un hombre emergía desde el interior del bosque. El recién aparecido caminaba lentamente, pero con un porte digno y solemne a pesar del doloroso martirio que le significaba mover las piernas. Parecía no importarle las numerosas heridas frescas que lucía a través de los agujeros y grietas en su armadura negra. El aura también oscura que lo bañaba, revolvía su larga melena azulada, otorgándole a su apariencia cierto talante macabro. Sin embargo, lo que en realidad le impactó al guerrero en cloth blanca, fue contemplar los ojos índigo de aquel Caballero, los cuales brillaban con mayor intensidad que nunca antes mientras escrutaban al postrado. —Hermano… —exhaló para sí el antaño General Marino, en un suspiro en el que casi se le escapa el alma—. «Seguramente acabará con mi vida en compensación a todo el mal que te le causado…» —elucubró. 146
Saga: CATACLISMO 2012 Aquella fue la primera idea que tuvo Kanon al ver que el Santo Negro se plantaba frente a él. Verlo de cerca en esos momentos, le recordó la expresión seria e imperturbable que lució su hermano al momento de encerrarlo en Cabo Sunion… Un tenso silencio reinó entre los gemelos que fueron poseídos por espíritus divinos. Ambos se observaron sin siquiera parpadear, hasta que al final el menor de ellos fue consumido por un remordimiento acumulado de años y, avergonzado, agachó la cabeza. —Saga… —lo llamó, casi quebrándosele la voz—. Desde que éramos solo unos jóvenes de quince años, te incité para que te dejaras seducir por la maldad. Y ahora que se nos ha dado una nueva oportunidad de vivir y proteger a Atenea, provoqué con malicia el combate que te dejó en esas condiciones. Por todos estos motivos te pido que me perd… —Levántate, Kanon —le interrumpió el aludido con voz severa—. Un Caballero Dorado no puede permanecer tirado en el suelo sin hacer nada. El guerrero blanco no supo cómo reaccionar cuando su hermano le extendió la mano en un gesto que lo invitaba a reincorporase, así que por instinto la tomó y se puso de pies apoyado por su gemelo. Y encontrándose así, frente a frente y con las manos entrelazadas en un fraternal apretón, el hermano mayor le dedicó unas palabras llenas de convicción al menor: —No importa cuántas veces regresemos a la vida y nos sacrifiquemos por nuestra diosa, nada podría enmendar los graves errores que ambos cometimos en el pasado. No obstante, tras décadas de ser separados por el destino y por la misma muerte; nos hemos reunido por primera vez como dos Santos de Oro. ¡Así que pelearemos hombro con hombro como verdaderos hermanos!! ¡Lucharemos juntos por Atenea!! El hombre en armadura alba no pudo evitar sentirse conmovido por las palabras de su gemelo. A punto estuvo de derramar lágrimas y más al sentir que el saludo que unía sus manos se tornaba más firme, más rebosante de la fuerza del naciente pacto entre dos hermanos que finiquitaban sus diferencias al encontrarse cara a cara. Saga y Kanon supieron en silencio que aquel gesto constituiría, además, un símbolo de su compromiso por proteger juntos a la humanidad. —Así será, hermano —complementó con gran emoción el de melena azul claro—. ¡Por Atenea!! Lejos quedaron ya las dudas del antaño Dragón Marino, quien contagiándose de la determinación que mostrara su gemelo, se soltó del saludo y observó con gran seriedad la imponente pagoda que se erguía no muy lejos del lugar donde se encontraban. —Algo me dice que nuestro máximo desafío nos espera en ese lugar —comentó Kanon, sin retirar la vista de la cima del edificio—. Por fortuna tenemos una poderosa aliada que se nos acaba de adelantar. —Ya veo. Entonces el poderoso cosmos que enfrentabas, era el de una Guerrera de Atenea — dedujo pensativo Saga, colocándose a un lado de su contraparte e imitando la acción de contemplar a la torre—. Aunque no pude descifrar la naturaleza de su cosmos, confiaré en ella gracias a tus palabras. —Todavía tengo varias dudas sobre sus intenciones, pero tengo la certeza de que Irene de Géminis es una buena mujer. Por un momento el Ateniense en cloth azabache enmudeció al saber que era su misma sucesora quien los apoyaba entre el velo del sigilo y el misterio. Sin duda tuvo curiosidad por conocer más sobre ella, sin embargo, decidió concentrarse en comunicarle a su hermano otro asunto que consideró más importante: 147
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Al parecer los hados nos sonríen, Kanon —comentó seguro el antiguo Patriarca, posando su mano en la hombrera rota de su interlocutor—. También contamos con otra aliada muy importante… El aludido no había notado que una tercera persona estaba siendo testigo del emotivo encuentro con su hermano. Apenas cuando Saga giró su confiado rostro hacia el bosque del que llegó, se percató de la presencia de la Amazona de Bronce que asomaba su enmascarado rostro desde detrás del tronco de uno de los árboles. Kanon se acercó a la dama de cabellos vino tinto y se tomó unos segundos para observarla. —Alalá… —dijo sonriendo el guerrero que vestía la armadura blanca de Géminis, al notar que su compañera de generación no tenía una sola herida—. Veo que todos estos años no han pasado en vano para ti. Me alegra saber que desarrollaste la fuerza suficiente como para sobrevivir sola en territorio divino. —Eso no es del todo cierto… —admitió ella en tono cortés—. Fue Saga quien me ayudó en el momento más crucial. —No me sorprende de él. Ya me lo imagino batallando de manera aguerrida con un enemigo poderoso, todo para defender a la persona que más aprecia en este mundo. —En realidad no hubo una batalla violenta —le comunicó la dama con cierto recelo, al tiempo que se encogía un poco de hombros—. Tu hermano me sacó del trance con un hermoso b… —Ya habrá tiempo para explicar los detalles del combate —le interrumpió un incómodo y ligeramente sonrojado Saga, atrayendo la atención de su hermano y amada—. No podemos darnos el lujo de perder más tiempo en este lugar… Por primera vez desde casi cuatro décadas, los gemelos dorados y su compañera de bronce se reunieron para encarar su contienda final. Los tres estaban muy conscientes de los peligros que habrían de enfrentar dentro de la torre, pero su sentido del deber era más fuerte que cualquier duda o temor que pudieran tener en un momento tan crucial. —«Saga, Kanon… les demostraré que soy lo suficientemente fuerte como para batallar a su lado —reflexionó con decisión la enmascarada doncella, mientras se plantaba en actitud valiente frente a los hermanos—. No en vano soy una Amazona de Atenea». Los maltrechos Santos de Géminis de la anterior generación se sobrepusieron al dolor y, corriendo junto con Casiopea, se llenaron de decisión para adentrarse en la fortaleza principal de Nü Wa.
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Torre de Porcelana== El interior del templo principal de territorio oriental lucía excesivamente adornado y pulcro. La escena evocaba a la ancestral cultura china del pasado en cada compleja artesanía y ornamento que la abarrotaba, mientras que centenares de exquisitas pinturas en las paredes complementaban su aire sagrado y solemne. Era curioso ver que aquel amplio espacio octogonal se encontraba más iluminado que el mismo exterior, esto a causa de la influencia del cosmos de la diosa que habitaba en la cima de la elevada construcción, en cuyo interior lo que más resaltaba, era la enorme escalera espiral que se elevaba hasta donde alcanzaba la vista. Fueron precisamente aquellas gradas que parecían infinitas, las que la portadora de la cloth de Géminis se apresuró en trepar. 148
Saga: CATACLISMO 2012 Tras un extenuante esfuerzo, arribó a un largo corredor que desembocaba en unas puertas que apenas podía divisar en el otro extremo. La luz que manaban las paredes y el piso era tan intensa, que apenas podía orientarse. Con cada paso que daba la misteriosa pelirroja, más le parecía estar avanzando a la deriva, ya que, además, sentía como si estuviese caminando sobre un sendero etéreo formado de esponjosas nubes. —Ya falta… poco —se convenció a sí misma la Dorada, en susurros carentes de emociones—. Al fin alcanzaré el lugar que… que más produce luz en… todo el territorio de los dioses. Aparte de cauteloso, su avance se tornó también errático. Las heridas que la Guardiana Jíngfēi le había infligido con su técnica cortante, fueron más severas de lo que le parecieron en primera instancia. Tenía agudas hemorragias sobre toda la piel debajo de su armadura y, sin embargo, continuaba avanzando sin borrar la indiferencia de su rostro. Las severas heridas no consiguieron alterar a la imperturbable guerrera, pero sí la inexplicable ansiedad que empezaba a nacer en su corazón. Por instinto su mano carente de dos dedos se dirigió a su ya descubierto rostro. El contacto con el sello de Atenea que se dibujaba en su mejilla, provocó que la dama contrajera sus facciones en una ligera mueca de dolor. —Al fin… pondré fin… a mi martirio… Pero pronto su desconcierto cambiaría a una acogedora paz, cuando escuchó el armónico sonido de música siendo entonada en un instrumento de cuerda. Géminis sacudió la cabeza para distraer su atención de la dulce melodía, pero se rindió completamente cuando ésta se complementó con el bello canto de una suave voz femenina, la cual acompañaba los finos acordes con el melancólico poema que recitaba:
Las cuatro estaciones como agua de torrente, pasan veloces corriendo en círculo.
Las aves nocturnas corean el abandono, los destellos del alba brillan radiantes.
Me aburre ver al capullo volverse fruto, vi demasiados retoños convertirse en bambú.
Diez mil leguas sin noticias ni cartas, diez años de dormir separados.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco El peso de la pena aplasta mi cabello perfumado, el llanto prolongado arruina mis bellos ojos.
Te fuiste a vivir a Yükuan, yo me quedé a vivir en Hanku.
Sólo veo esta habitación mohosa, que parece la cueva de una araña.
Brindo con mi reflejo en la noche solitaria y persigo mi propia sombra.
He cambiado mi cama de marfil por el fieltro y el bejuco, reemplacé los vestidos de seda por ropas de lino.
Aunque el viento y la escarcha puedan ir y venir, viviré sola, te seguiré siendo fiel.
Lágrimas afloraron espontáneamente desde los ojos de la ateniense. La letra del poema logró conmoverla por motivos que no supo precisar. —Basta… —susurró ella, reemplazando el éxtasis inicial que sintió, con un tono de irritación e ira—. ¡Ya es suficiente de tonterías sentimentales!!! Géminis fue cegada por sus instintos en ese momento. Lo único que ansiaba, era detener de inmediato aquel canto que le producía las mismas sensaciones que le provocó Kanon cuando pronunció el nombre Irene; así que con gran ímpetu corrió hasta el final del pasillo. Apenas abrió de par en par las enormes puertas de la recámara principal, un intenso resplandor blanco invadió y anuló momentáneamente su campo visual. En medio de su forzada ceguera, la doncella de oro advirtió que su ser entero era invadido por un cosmos inmenso. Se sintió nacer nuevamente al estar su cuerpo y alma en contacto con aquella preciosa y magna aura de naturaleza divina. —Esta cosmoenergía… —dijo la Geminiana para sí, parpadeando a fin de recuperar la visión—. Un poder tan cálido y bondadoso como este… es solo comparable con el de la misma Atenea… Cuando sus ojos se acostumbraron al nuevo ambiente, fue capaz de contemplar la majestuosidad de la habitación principal, la cual consistía en un extenso y pomposo vestíbulo decorado con mosaicos en techo y piso. Las complejas escenas elaboradas en gemas y baldosa, mostraban de manera magnífica los momentos exactos de la creación del universo y de la vida, según la mitología china. 150
Saga: CATACLISMO 2012 La mujer centró su atención en el extremo posterior de la recámara, donde un amplio balcón permitía contemplar el flotante Calendario Maya y parte del panorama que ofrecía el bello jardín de K’uen-Luen. A la vez, esa sección del recinto tenía la función de dejar entrar la luz que irradiaba la Maravilla Suprema. —Bienvenida, Guerrera de Atenea —expresó con suma distinción la misma voz que hace poco entonaba un triste poema. Al mismo tiempo, el dulce acompañamiento musical dejó de sonar. Apenas en ese momento, Géminis notó que quien le hablaba estaba cómodamente sentada cerca de la orilla del balcón. Se trataba de una joven fémina de aspecto delicado e inofensivo, ataviada tan solo en un elegante pien-fu de seda blanca con encajes en rosa. La bella dama de rasgos orientales resaltaba el vínculo que mantenía con la cultura china en la forma en la que estilaba su sedoso cabello avellana claro, ya que lo lucía en un moño perfectamente atado con adornos de metal dorado. Con una expresión que denotaba serenidad absoluta, posó sus ojos de pupilas rosadas sobre la cítara china que tenía enfrente. —La melodía que nace de este gǔzhēng es preciosa, ¿no crees? —inquirió con calma la dueña del recinto a la invasora del mismo, al tiempo que punteaba tres acordes—. Y, sin embargo, no es perfecta como la del natural trinar de las aves. La Amazona no atinó a responder. Había enmudecido al contemplar la manifestación del cosmos divino que la yaciente doncella emanaba con su sola presencia. Aquella simétrica aura luminosa parecía abarcar la totalidad de la habitación con su tonalidad rosa. —Por desgracia ya no puedo escuchar el canto de los animalitos de mi jardín, y por esa razón me he visto obligada a reemplazarlo con el sonido de este instrumento… —añadió la castaña con un ligero dejo de tristeza—. Es una lástima que ustedes los humanos se hayan descarriado tanto del sendero de la bondad. En todos mis milenios de existencia, no he llegado a entender por qué no están satisfechos hasta que llenan completamente la naturaleza con el silencio de la muerte… —Hablas de lo malvados que… somos los humanos, cuando ustedes los dioses… planean un genocidio… Un tenso silencio se produjo entre ambas, pero aún así, la divina dama no perdió la tranquilidad de su semblante. —Disculpa mi falta de delicadeza. No me había presentado como una deidad ante ti —profirió la de rasgos orientales con delicada cortesía, a fin de cambiar aquel tema de conversación que la incomodaba—. Me llaman Nü Wa y soy la diosa china de la creación. —Más bien eres… la diosa que representa la destrucción de… la humanidad —corrigió la guerrera de habla entrecortada, reiterando con su característica indiferencia el tópico de la exterminación de su especie—. Eres igual que… esa asesina de Morrigan… —Querida, fueron los mismos humanos quienes provocaron su destrucción al irrespetar su entorno y a sus propios semejantes. Es por esa razón que nosotros los dioses buscamos dar nacimiento a un nuevo ciclo de vida en el planeta. ¿En verdad no te parecen justas y nobles nuestras intenciones? El tono con el que Nü Wa habló fue tan dulce y bienintencionado, que por un momento la inmutable Amazona por poco se convence de que la erradicación de la humanidad era lo correcto. Al notar este hecho, sacudió varias veces la cabeza a fin de recordar que había llegado muy lejos como para empezar a dudar. —No lo… entiendo… —replicó con voz neutral la humana en armadura áurea—. Suponía 151
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco que… una diosa que transmite tanta bondad y paz… lucharía por lo que es correcto… —Las visiones de lo correcto o lo incorrecto difieren según la perspectiva de cada una. Mientras tú, como Guerrera de Atenea, crees que lo correcto es proteger la existencia de tu propia especie; yo, como diosa perteneciente a la Alianza Suprema, creo firmemente que lo primero es cautelar el bienestar de los seres vivos que sí consiguen habitar armónicamente con la naturaleza. La deidad continuó entonando su cítara al no recibir respuesta, llenando de tranquilidad el ambiente en el proceso. No obstante, parecía ser que a la rival ya no le afectaba la influencia de su aura y música. La pelirroja se mantenía inalterable y no se dejó embriagar nuevamente por el bienestar que transmitía la dama asiática. —En tu perspectiva no soy más que una despiadada destructora, pero en realidad la naturaleza de mi cosmos es creadora de vida… ¡Y eso es justamente lo que te demostraré ahora mismo! La Dorada se puso en guardia al escuchar la repentina y vehemente declaración. Tenía la certeza de que nada bueno vendría, cuando vio que los delicados dedos de Nü Wa se acercaron a las cuerdas de seda templada y rasgaron notas cada vez más complejas. Las armónicas melodías entonadas se complementaron perfectamente con el grácil tarareo de la diosa, lo que en conjunto provocó que el sonido tome la forma física de veloces líneas de luz blanca, las cuales atravesaron veloces el aire hasta alcanzar a la guerrera humana; quien ni siquiera al poseer una prodigiosa velocidad, logró distinguir el trayecto de las arremetidas de luz que impactaron en la mano que tenía dos de sus dedos amputados. —¿Qué fue… lo que me hiciste? —inquirió la atacada, intentando ocultar su nerviosismo al saberse imposibilitada de movimiento. —Una de mis compañeras ya desaparecida, Mielikki, la diosa finlandesa de la caza; tuvo la amabilidad de elaborar armas para todos los dioses de la Alianza. No obstante, yo fui la única que no escogió algo tan violento para batallar. Le pedí a Mielikki que elabore un instrumento musical de mi cultura, y así fue como nació el gǔzhēng de dieciséis cuerdas que ves a mi regazo. Lo bauticé como Li Qingzhao, en honor a una escritora humana que aprecié mucho hace casi un milenio. —No has… respondido a mi pregunta… —replicó vacilante la sádica mujer. —Paciencia, querida. No tienes por qué temer. La función de Li Qingzhao no es destructora como la de las armas de los dioses, sino restauradora… Pronunciado esto, una sensación de agradable somnolencia y sosiego empezaron a invadir a la contendiente humana, quien al sentirse desvanecer en la inconsciencia, intentó forcejear en silencio para contrarrestar los hilos luminosos que poco a poco halaban su brazo. Para mala fortuna suya, le fue imposible liberarse del dominio de la diosa y rendida dejó caer todo su peso y el de su armadura dorada sobre ambas rodillas. Por un momento la Amazona se sintió insignificante ante la increíble fuerza de un dios. Le pareció inverosímil el hecho de que, a pesar de la gran fuerza que poseía, fue detenida sin aparente esfuerzo. Por desgracia suya, aquella demostración de poder divino no sería nada en comparación con lo que estaría a punto de experimentar: En su mano izquierda extendida por las finas cuerdas de luz, la envolvente energía de Nü Wa restauró por completo sus dedos anular y meñique. Por primera vez el rostro de la Geminiana reflejó auténtica sorpresa cuando sintió que, además, la acogedora calidez de la diosa china ascendía por su cuerpo entero y sanaba hasta la última de sus heridas y hemorragias. 152
Saga: CATACLISMO 2012 Atónita, la ateniense se reincorporó de un salto hacia atrás e, intimidada, tomó la pose amenazante de una fierecilla acorralada. Le era difícil concebir que acababa de recibir el auxilio de su antagonista. —¿Por… por qué me curaste? —le preguntó la humana con notoria desconfianza. —Pude sentir el sufrimiento que no manifestaste en tu rostro, pero que tu cuerpo sí me mostró claramente durante todo este tiempo —respondió amable, quien hasta el momento no había abandonado su postura de mantenerse sentada—. Te confieso que… en un principio deseaba erradicar a los humanos sin producirles angustia ni dolor. Utilizaría la misma energía pacífica que te acaba de sanar para tal propósito —la voz de Nü Wa pareció quebrarse por un momento y sus facciones ya no reflejaron paz sino profunda tristeza—. Por desgracia, cada uno de los dioses tenía ideado un castigo diferente para ustedes y no fui capaz de oponerme a su voluntad… La Guerrera de Oro no se conmovió con el gesto bondadoso, ni tampoco con las nacientes lágrimas que su oponente no fue capaz de contener, pero aun así, respetó con su silencio las emociones que a flor de piel la deidad desahogó abiertamente ante ella. —¿Por qué debería ser dolorosa la muerte? ¿Acaso su existencia como humanos no representa ya constante temor y sufrimiento? No creo que la muerte deba ser considerada como un sinónimo de desgracia y dolor. Al contrario, debería ser una transición sublime e indolora entre la materia y el espíritu. La delicada doncella de ojos rosas enjugó sus lágrimas y esbozó una cálida sonrisa que por poco desarma a su oponente y, al no escuchar réplica de ésta, continuó con su monólogo: —Querida, te permitiré conocer aquella paz eterna que pensaba compartir durante la transformación mística de toda la humanidad. Entre todos los de tu especie, serás la primera que trascienda sin dolor… Esas delicadas palabras sonaron como una terrible sentencia para la guerrera, quien alarmada dejó a un lado todo letargo, para hacer arder en gran proporción su cosmos dorado. —No eres más que… una pacifista ingenua… —le imprecó con voz hiriente la guardiana de la Tercera Casa—. El sufrimiento… el miedo y… el dolor son parte inherente de… la existencia del ser humano. ¡Y eso es justamente lo que experimentarás, cuando extinga tu luz!! Rebosante del poder de su constelación, se arrojó con naciente furia hacia su contendiente divina. Había extendido su ya renovada mano izquierda, formando con ella una garra que le serviría para acabar con su benévola oponente de un solo golpe concentrado. Nü Wa vio a la humana acercarse en pose amenazante, pero ni siquiera se inmutó con este hecho. Con total calma, extendió con gracilidad la mano y paralizó a su agresora en medio del aire con nada más que una gesticulación. En ese momento no lo supo, pero la pelirroja fue atenazada por el contacto cercano con el aura rosa que manaba la dama en túnica alba. Aprovechando que tenía al Santo Femenino a pocos centímetros de donde estaba sentada; Nü Wa pasó suavemente el dedo por la pieza de la armadura de Géminis que protegía el vientre de su portadora. Su propósito era palpar la sangre que todavía manchaba a quien acababa de curar. —Renshū… entonces fuiste tú quien lo asesinó —susurró entristecida la deidad de la luz, reconociendo la energía que todavía trasmitía aquel líquido vital—. Ahora entiendo por qué Jíngfēi se vio obligada a usar la fuerza contra ti, incluso cuando les di a mis Guardianes la orden expresa de no emplear métodos violentos contra ustedes. La acusada había dejado de forcejear con la presión cósmica que la estaba aprisionando. Se 153
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco mantenía en silencio y ni siquiera se dio el lujo de proferir la más mínima interjección de resistencia o esfuerzo. Por un instante la opaca mirada celeste de la Ateniense se cruzó con la triste y brillante de la diosa. Aquello provocó desprecio inmediato en la primera. —Tonta… —le insultó en tono indiferente la que vestía una destajada cloth de oro—. ¿Por qué te… afliges tanto? Tú misma afirmaste que… la muerte era algo dulce… Más que aquellas palabras llenas de mala fe, a Nü Wa le disgustó la maquiavélica sonrisa que ampliamente se formó en los labios de su rival. Era la primera vez que Géminis sonreía en décadas, y cuando lo hizo con tal demencia, consiguió perturbar a una diosa… —¿Acaso intentas provocarme? —inquirió entrecerrando los ojos la castaña, dotando a su voz de un tono más incisivo. —Claro que… no… —replicó tartamudeando la paralizada guerrera—. Si intentara provocarte… diría que la vida de tus Guardianes no significa más que… el polvo o la basura para mí… —¡No lo entiendo! —declaró visiblemente indignada la dama china—. ¡¿Cómo pudo permitir Atenea que una humana sin corazón, forme parte sus doce guerreros más poderosos?!! —¿Qué no tengo… corazón, dices…? ¡Seré yo la que… te deje sin corazón!! La estrategia de la Dorada consistió en acumular gradualmente su cosmos, aprovechando los segundos en los que ambas discutían cara a cara. Con esto logró expulsar su energía de un solo impulsó, liberándose así del dominio que ejercía sobre ella el aura rosa. La pelirroja intentó beneficiarse por la corta distancia que existía entre ella y su rival, y se dispuso a terminar la trayectoria de su golpe a traición. Sin embargo, a pesar de que la indefensa doncella mantenía ambas manos sobre su instrumento al momento de la arremetida, supo defenderse con tan solo el poder de su mirada. Las pupilas de la diosa dispararon un potente impulso de luz, siendo esto suficiente para alejar de manera vertiginosa a la agresora, y revolcarla hasta la entrada a la habitación. —Es una lástima —comentó Nü Wa con su característica calma—. Pensar que tu insolencia fue la que… No pudo terminar su frase. Enmudeció al sentir que los adornos áureos que decoraban su cabeza, eran destrozados por una fuerza invisible que dejó libre su hermosa cabellera castaña. La expresión que lucía la diosa era de incredulidad, ya que por primera vez en toda su existencia, un ser no divino había conseguido el prodigio de tocarla… La guerrera dorada que todavía yacía sobre el piso de baldosa, no pudo contener otra deforme sonrisa al levantar la cabeza y ser testigo de lo que fue capaz. En silencio supo que la defensa de su rival no era infranqueable… —Tú… no eres un ser humano… —afirmó titubeando la deidad de la creación, sintiendo la caricia del viento entre sus ya sueltos cabellos—. ¡¿Qué eres realmente?!
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Saga: CATACLISMO 2012
Capítulo 53
¡El origen de la amazona de Géminis!: La fusión entre la luz y la oscuridad
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
La victoria de los Caballeros de Atenea sobre el todopoderoso Zeus pasó a formar parte de la historia de la humanidad. Siete años transcurrieron desde aquella épica hazaña, y al fin la Tierra atravesó una próspera época de paz. Saori aprovechó la pasajera tranquilidad para tomar las riendas de su Santuario y, esforzándose al máximo junto con los sobrevivientes de la más reciente Guerra Santa; empezó el arduo proceso de restablecer su ejército con una nueva armada de Santos y Amazonas. No obstante, siete años significaban un periodo relativamente corto, y por lo tanto haría falta mucho más tiempo para que la mayoría de constelaciones posean nuevos portadores.
==Hace quince años. Santuario de Atenea, Cámara del Patriarca== Saori, reencarnación de la diosa griega de la sabiduría, estaba lista para comenzar su rutina diaria. Aquella radiante mañana de verano le pareció perfecta para rondar el Santuario y visitar a los pocos habitantes que moraban las distintas áreas del mismo. Siendo que la mayoría de sus Santos se encontraba en misiones fuera del recinto sagrado, la deidad se entusiasmó al saber que podría convivir un poco con sus soldados rasos y aprendices a Santos. La doncella tomó su valioso báculo de Niké y caminó hacia la salida de la habitación del Patriarca. Al mismo tiempo, el humilde guardián que vigilaba el recinto le abría respetuosamente las pesadas puertas, y que le dedicaba una formal reverencia tras verla pasar. Pero algo la detuvo antes de atravesar el umbral. Un presentimiento la obligó a acercarse preocupada hacia quien resguardaba su recámara. —¿Qué te ocurre? —le preguntó Saori, sonando condescendiente y amable—. Es la primera vez que no veo tu rostro iluminado por una sonrisa, Irene… La siempre entusiasta y vivaz pelirroja mostraba una nada habitual seriedad en su semblante. Por un momento intentó desviar su mirada celeste de la de su diosa, pero el simple contacto cercano con la presencia de ésta, provocó que ya no sea capaz de contener el flujo de sus lágrimas. —No… no es nada, mi señora —aseguró la primera mujer soldado raso del Santuario, con un nudo en la garganta—. No quiero molestarla con mis problemas personales… Con su característica delicadeza, la diosa griega acercó sus dedos hacia la empapada faz de su protectora y, enjugándole con suavidad algunas lágrimas, intentó reconfortarla: —En los muchos años en los que has estado a mi lado, me demostraste de sobra tu lealtad y determinación. Por esa razón he llegado a estimarte tanto como a mis Caballeros y, además, te he permitido permanecer cerca de mi recinto. Sé que la confianza entre ambas es recíproca, Irene, así que por favor cuéntame lo que te agobia y te prometo que haré todo lo posible para que recuperes tu sonrisa. Irene solía poseer una fuerte personalidad, pero ante aquel discurso pronunciado con tan marcada bondad; se desarmó por completo y confesó de manera libre lo que la perturbaba: 156
Saga: CATACLISMO 2012 —Es… mi hermana —gimió con el habla entrecortada, producida por su intenso llanto—. Se encontraba bien hasta esta mañana, pero… parece ser que ha contraído una enfermedad grave que la ha fulminado por completo. Atenea se alarmó sobremanera al conocer las malas nuevas. Conocía muy bien a la hermana de su fiel soldado, y sabía que ambas no solamente compartían apariencias idénticas al ser gemelas. Había convivido con ellas por ya mucho tiempo, y estaba segura de que las dos mujeres la respetaban y eran igual de fieles y devotas a su autoridad como diosa protectora de la Tierra. Saori se sentía orgullosa de decir que tenía en su ejército a dos hermanas que siempre demostraron gran sentido de justicia, generosidad con sus semejantes y un ánimo incansable para materializar sus altruistas propósitos. Sin embargo, a pesar de sus evidentes similitudes, fue la gemela de Irene quien progresó de manera más evidente con los años; ya que destacó por poseer mayor madurez y seriedad, cualidades que le permitieron convertirse en la Guerrera de Bronce de Ave del Paraíso. Presurosas, diosa y soldado atravesaron en pocos minutos las Doce Casas al estar ausentes los pocos Santos de Oro que las custodiaban. No tardaron en cruzar la vacuidad del Templo de Aries, cuando Saori se detuvo en seco al percibir un extraño y fuerte cosmos. —No puedo reconocer la naturaleza de esta energía —declaró la de cabellera violeta, percatándose del desasosiego reflejado en el rostro de su acompañante—. Solo te puedo decir que alguien —o algo— acaba de invadir el… Las palabras de la diosa fueron interrumpidas por el estrépito de una fuerte explosión proveniente de las barracas. Ambas se aterraron al saber que no solo la convaleciente Amazona de Apus se encontraba en ese lugar, sino también gran cantidad de apéndices y demás personal del Santuario. Guiadas por la nube de efluvios negros que produjo el estallido, Saori e Irene arribaron al escenario de la catástrofe. Se les heló la sangre cuando contemplaron la horrible devastación que se presentó ante ellas: No solo las humildes cabañas se encontraban en ruinas. Decenas de cuerpos de aprendices, soldados y hasta Santos de Bronce yacían sin vida en medio del escalofriante paisaje. Varios lucían grotescamente desmembrados, otros sin corazón y decapitados; mientras los que aún se mantenían en una sola pieza, se veían embadurnados en su propia sangre. Lo que todos los fallecidos compartían en común, era la expresión de horror latente que deformaba sus muertes expresiones, reflejo del dolor que habían sentido instantes antes del repentino desastre. Los restos humanos y piezas rotas de armaduras eran cubiertos por el mismo vapor negro nocivo que se generó con la hecatombe, la cual, al parecer, solo había dejado a una única sobreviviente en el centro exacto del lugar de la masacre. Se trataba de una bella mujer de larga cabellera roja, quien al encontrarse arrodillada en pose de rendición, resaltaba confusión e incredulidad en su desorbitada mirada celeste. Este hecho se justificaba debido a que acababa de atravesar por el fuerte trauma psicológico de encontrarse rodeada de tal cantidad de muerte, y más inquietante aún, de no conocer la razón por la cual ella era la única que no tenía una sola herida o rasguño en su armadura de color amarillo claro… Sosteniendo por inercia la máscara que se suponía debía estar cubriendo sus facciones, la Amazona de Bronce intentó reincorporarse a fin de alejarse lo más rápido posible del escenario de la carnicería, no obstante, se detuvo al notar un hecho que por poco la saca de sus cabales: —Este cosmos negro que… me aterra tanto… —susurró Ave del Paraíso, invadida por el más terrible pavor—. Está naciendo desde lo más profundo de mi corazón… Fui yo quien asesinó a mis compañeros con esta energía maligna…
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Las elucubraciones de la Guerrera se confirmaron cuando notó que tenía las manos embarradas de sangre. Imagen seguida de recuerdos que empezaron a golpear su cerebro a gran velocidad. Atrás quedó su amable y decidido talante habitual, para ser reemplazado con uno que hacía evidente su desesperación. Rememorar la manera sádica en la que ejecutó a sus víctimas, provocó en ella un escalofriante shock. —¡Dánae!!! ¡¿Qué acabas de hacer?!!! Escuchando su nombre pronunciado con tanta vehemencia, la aludida dejó a un lado sus dementes pensamientos y observó sobresaltada a quien la había llamado. —Hermana… —le dijo titubeando, al tiempo que mostraba una sonrisa llena de nerviosismo—. Yo… yo no quería matar a nadie… Extendiendo la mano de manera suplicante, Dánae de Ave del Paraíso intentó acercarse a su gemela, pero por desgracia ésta ya no fue capaz de seguir controlando sus emociones. Escuchar la confesión de su hermana, verla rodeada de tanta muerte y de aquella destructiva aura negra que transmitía sadismo; provocó que Irene se dejara vencer por un miedo inexplicable. Tal acumulación de factores la desarmó completamente por dentro. Presa del pánico, la menor de las hermanas retiró con espanto su mirada de las pupilas celestes de la Amazona. Acto seguido, se asió por instinto del vestido blanco de Atenea, refugiándose a espaldas de ella. El cuerpo entero le temblaba, y no pudo evitar apretar fuertemente párpados y dientes. —Irene… tú… —A la desconcertada Guerrera de Apus le sorprendió sobremanera la reacción de su gemela. Ver en ella aquel gesto involuntario de terror, la incitó a considerarla como una traidora— ¡Mírame, maldita sea!! Ante tal exigencia pronunciada en un furioso grito, la mujer en armadura de cuero alzó intimidada la faz y observó en silencio el rostro desencajado que tenía enfrente. —¡Me conoces mejor que nadie en el Santuario! ¡¿En serio crees que sería capaz de asesinar por voluntad propia a las personas que siempre hemos apreciado?!! La cuestionada no atinó a responder. Sus ideas se entremezclaban en su cabeza y la aturdían. Lo único que pudo hacer fue caer de rodillas y cubrirse el rostro con ambas manos. —También te conozco, Dánae —intervino Saori, colocándose en actitud protectora a un costado a su paralizada soldado—. Siempre te has caracterizado por ser una mujer justa e intachable… pero por desgracia… —la voz de la diosa griega se quebró por un instante—. Temo que no serás capaz de controlar por ti misma lo que acaba de nacer en tu interior… —¿A… a qué se refiere, mi señora Atenea? —preguntó desconcertada y confundida la dama en cloth amarilla. —No habías contraído una enfermedad como Irene pensaba. La cosmoenergía negra que te cubre no es la de un ser humano normal, sino la de una semidiosa… Las gemelas fueron impactadas por las revelaciones de la deidad. En silencio la menor de ellas supuso que aquella era la razón por la cual el nuevo cosmos de su hermana se había mostrado tan poderoso y destructivo. Con profundo pesar, la de cabellera lila continuó su explicación. —Arce… la hija de Taumante, dios primordial de los mares y Electra, ninfa del océano; fue una manipuladora semidiosa que traicionó a los Doce Olímpicos durante la guerra con los Titanes en 158
Saga: CATACLISMO 2012 tiempos ancestrales. Sin dudarlo se convirtió en su fiel mensajera. —Es… imposible… —balbuceó atónita Dánae—. Yo… no sería capaz de traicionarla. Siempre le he demostrado lealtad con mis acciones y… —No es tu culpa, mi querida Amazona —le interrumpió Saori, sonando condescendiente—. Lamento mucho que el destino te haya impuesto nacer como la reencarnación de un ser sin escrúpulos. —¡Yo no soy un ser malvado!!! —gritó con frustración la pelirroja, posando con demencia sus manos ensangrentadas en la cabeza—. ¡Atenea, Irene, ambas deben creerme! ¡No soy ninguna semidiosa! ¡Mi nombre es Dánae de Ave del Paraíso!!! Tras gritar con su nombre con sus últimos rastros de humanidad, la Guerrera de Bronce perdió completamente la razón. En señal de su descontrol, dejó escapar histéricos alaridos de dolor, al tiempo que su físico empezaba a cambiar de manera drástica: El celeste de sus pupilas se oscureció en un profundo y brillante negro, mientras que la cosmoenergía del mismo tono que bañaba la escena de la matanza; incrementó su rango de alcance y empezó a fluctuar a su alrededor. El espíritu de Arce que dormía en Dánae, había despertado… El alma de quien fue la noble Guerrera de Apus fue encerrada en lo más recóndito de su propio corazón. De ella solo quedó su existencia física, que en ese momento lucía el porte solemne de un ser semi divino. —Atenea, observa bien la oscuridad que me rodea —le pidió la doncella envuelta en sombras, con una distinta voz calmada y seria—. La desarrollé al permanecer encerrada por milenios en el Tártaro, después de que tu padre me arrancara las alas por capricho. Saori e Irene observaron alarmadas como la semidiosa despojaba su cuerpo de las piezas de la cloth de Ave del Paraíso. Con sadismo e indiferencia las pisoteaba hasta destrozarlas, como si estuvieran hechas de frágil cristal. Al mismo tiempo, la bruma azabache se acumuló en su cabeza y tiñó su cabellera del más oscuro y resplandeciente negro, señal de que el proceso de posesión divina había sido completado. —Sentirás la frialdad de las sombras en las que vivió este ángel caído… Muere, hija de Zeus… Valiéndose de su impresionante velocidad, la reencarnación de Arce dio un gran salto horizontal hacia la diosa griega. Su objetivo era arrancarle la cabeza de cuajo con un único y raudo ataque cortante. No obstante, Atenea ya no era la misma de antes… La adolescente inexperta fue reemplazada por una mujer adulta y aguerrida. Saori había sido curtida años por el fragor de batallas pasadas, y fueron el infinito amor que sentía por todas las personas del planeta, más los vínculos que mantenía con sus tan apreciados protectores; los que le otorgaron más fuerza y decisión para batallar como toda una diosa de la guerra. En ese momento, Atenea hizo alarde del mismo coraje que la impulsaría a vencer a dioses de la talla de Hades y Zeus, ya que hace años había demostrado que no era una damisela que necesitaba ser protegida por sus Santos. Al permanecer atenta a cualquier maniobra repentina, la diosa resultó ser más rápida que la semidiosa, consiguiendo rechazarla de un certero golpe aplicado con su báculo de Niké. La agredida apenas pudo recuperar su sentido de orientación al encontrarse postrada sobre el árido terreno. Por inercia levantó la mirada, solo para sentir la más grande frustración al ver que ya 159
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco tenía a la diosa a solo unos pasos de ella. En milisegundos, el cosmos divino de la deidad griega ya había abarcado todo el Santuario, disipando a la vez con su luz a la oscuridad que manaba su rival. Por un momento, la aplacada mensajera de los Titanes se sintió pequeña al encontrarse en contacto con la calidez y magnificencia del cosmos de una Olímpica. —Es suficiente, Arce —profirió con autoridad la diosa de la sabiduría—. No pienso pasar por alto los crímenes que acabas de cometer en mi Santuario. ¡Son valiosas vidas las que acabas de arrebatar sin piedad! —No me importa —respondió la aludida, recuperando su frialdad—. Ni siquiera el sacrificio de toda la humanidad sería suficiente para reparar todo el daño que me hicieron… Atenea sintió que se le oprimía el corazón al escuchar palabras tan carentes de emociones. En señal de compasión por su oponente, se arrodilló frente a ella. —Descansarás y olvidarás ese resentimiento, Arce. Purificaré tu alma con mi poder divino. —Estoy consciente de que no seré capaz de vencerte, Atenea, así que no me resistiré a lo que pretendas hacer conmigo. Solo permíteme decirte que jamás conseguirás saciar mi hambre de venganza, porque ante ti se encuentra la semidiosa que fue traicionada por los Olímpicos y la humana a la que su gemela le dio la espalda. No importa cuánto tiempo me tome, algún día obtendré mi retribución de los dioses y los humanos. Extendiendo implacable su cetro dorado, Saori disparó su energía divina en la forma de un halo luminoso, impactándolo sobre el extremo izquierdo del rostro de la antes Amazona. Letras griegas empezaron a dibujarse sobre su mejilla, pero aunque este proceso le infligía un enorme sufrimiento, no se dignó a emitir el más ligero quejido y simplemente se limitó a observar con odio a la diosa que nuevamente había frustrado sus planes. —«No lo entiendo… —pensó agotada la dama ataviada en vestido blanco—. Estoy empleando una gran proporción de mi cosmos, pero aún así no puedo completar el sello…» —Tonta… —le imprecó la de larga melena oscura, esbozando una misteriosa media sonrisa— No importa lo aguerrida y fuerte que te muestres ahora, seguirás siendo la misma confiada de siempre… Uno de los finos cabellos negros de quien solía llamarse Dánae transmutó en la forma de una mortal aguja de oscuridad reforzada, la cual recorrió veloz el aire con el objeto de atravesar sin piedad el corazón de la regente del Santuario. Saori no se percató de la imperceptible arremetida, sino hasta el instante en el que ésta estuvo a centímetros de perforar su pecho desprotegido. Al estar concentrada en completar el sello de Atenea, no fue capaz de reaccionar a tiempo. Para fortuna suya, recibió el auxilio providencial de un personaje inesperado. —Irene… La valiente soldado interpuso su mano abierta en la trayectoria de la casi invisible y malintencionada técnica, la cual, a pesar de penetrar dolorosamente la extremidad que se le interpuso, logró ser contenida antes de que impactara sobre la diosa. Ni Arce ni Saori podían creer lo que estaban presenciando. Ambas sabían que la pelirroja no era capaz de siquiera encender su cosmoenergía, pero se encontraba allí, deteniendo exitosamente el ataque a traición ejecutado por un ser casi divino…
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Saga: CATACLISMO 2012 —Dánae… perdóname por temerte y dudar de ti… —le suplicó llorando la menor de las gemelas— Te prometo que haré todo lo posible para liberarte del dominio de esa cruel semidiosa. Un ligero halo de pura luz alba rodeó a la doncella en armadura de cuero. Se trataba de una naciente cosmoenergía comparable con la de la misma Arce. —«Increíble… —reflexionó estupefacta la diosa protectora de la Tierra, sabiendo que su visible manifestación de poder crecería más todavía— ¿Acaso fueron su amor fraternal y lealtad los que le permitieron despertar tan portentoso cosmos?» Maravillada, observó el drástico cambio físico que empezó a experimentar su fiel guardiana: El celeste en sus pupilas fue reemplazado por un deslumbrante plateado metálico, color que combinó armónicamente con el de su renovada cabellera, la cual ya no lucía roja, sino del más perfecto e inmaculado blanco. Sintiéndose rebosante de un magnífico poder, Irene se llenó de la confianza para extender con fuerza ambos brazos y transmitir su nuevo cosmos a su poseída hermana, provocando que tan extrema dosis de pureza y diáfana luz la debilitara drásticamente. La doncella de intenciones malignas no solo había aprovechado las circunstancias para ejecutar un imperceptible y mortal ataque, también había conseguido el prodigio de mermar ligeramente la influencia divina de Atenea, quien al verse libre del dominio oscuro de su rival, fue capaz de concluir el proceso de sellado. —Has conseguido un milagro… Irene —la felicitó con dificultad la deidad, sin quitar los ojos de encima de su antagonista—. Al igual que Dánae, tú no eres un ser humano normal… Es posible que seas… No pudo terminar su explicación. Con preocupación vio como la doncella albina se desplomaba abatida. Irene había tomado una drástica decisión segundos antes, y no dudó al consumir la totalidad de su cosmos, recuerdos y espíritu para reforzar el sello que encerraría la presencia de la semidiosa aliada de los Titanes; quien, tras pocos segundos, también se dejó caer inanimada sobre el terreno. Las gemelas ausentes enseguida recobraron sus apariencias normales al ser despojadas de todo poder sobrenatural. Nuevamente lucieron el mismo rojo resplandeciente que caracterizaba sus largas cabelleras, pero al mismo tiempo sus pupilas fueron desprovistas de brillo, y a partir de ese momento destacarían por el celeste opaco que las matizó. En adelante, lo único que las diferenciaría serían los notorios caracteres griegos tatuados verticalmente en la mejilla izquierda de Dánae… “Ἀθήνη” La calma y el silencio invadieron el Santuario tras la conmoción y solo Saori se mantenía en pie en medio del lugar que había presenciado la reciente tragedia. Soportando el dolor emocional que la invadía, la doncella de melena lila alzó su cetro de Niké y lo apuntó con determinación hacia la recámara del Patriarca. Enseguida un destello luminoso emergió desde uno de los puntos más altos del recinto y, obedeciendo a la silenciosa orden de la diosa griega, se le acercó veloz hasta aterrizar a sus pies. —Llegó el momento de asignarte una nueva portadora, armadura dorada de Géminis… La caja de pandora que contenía la mencionada cloth se abrió en el acto, revelando el recién restaurado object áureo perteneciente al Santo de Oro guardián del Tercer Templo.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Alalá de Casiopea no se equivocó en sus predicciones sobre ti, Dánae —susurró para sí Saori, sollozando con pesar—. Estabas predestinada para algo grande y, aunque sea en estas desafortunadas circunstancias, fue escrito que habrías de convertirte en la primera Amazona Dorada de la nueva generación. Las piezas doradas dejaron su inquietante forma de tótem de cuatro brazos para ensamblarse sobre el cuerpo de quien fue una Guerrera de Bronce. La reencarnación de Arce se mantenía inmóvil y parecía dormir tranquilamente, ataviada en su nuevo atuendo de oro. Atenea se acercó a Irene y la acomodó sobre su regazo. Con actitud maternal le retiró un mechón de cabello que le cubría la faz. —Te agradezco tanto por tu sacrificio… mi noble soldado —le dijo con voz tierna, derramando sus lágrimas divinas sobre ella—. Encerraste toda tu voluntad, cosmos y espíritu junto con en el sello de Atenea, y con ello conseguiste mermar la influencia de la aliada de los Titanes. Aunque a partir de ahora sean sus crueles instintos los que prevalecerán en el cuerpo de tu hermana, será tu dominio el que no le permitirá actuar con egoísmo o que lastime a sus propios compañeros… —acariciando con ternura la frente de la menor de las gemelas, Saori le dedicó unas últimas palabras—: Irene, aunque quizá no seas capaz de controlar el sadismo e instinto de venganza de Arce, te ruego que uses tu presencia en el sello para que tu ser más amado pueda cumplir con éxito su nuevo rol de Amazona de Oro. De Irene solo quedaría su cuerpo físico como un vacío cascarón. Su esencia y personalidad noble se mantendrían en constante lucha con los de su hermana dentro del sello de Atenea. Tomando desde el piso la máscara bronceada de la cloth de Ave del Paraíso, Saori se arrodilló frente a la nueva Dorada y le cubrió el rostro con ella. Enseguida la careta metálica se tornó áurea al ser bañada por el cosmos de la diosa y el de la misma Dánae. —Despierta, mi fiel Guerrera. La aludida acogió la orden y se reincorporó por inercia. En el pasado quedó su porte elegante y grácil, para ser reemplazado por una postura encorvada y poco natural. Aunque a partir de ese momento luciría el aire majestuoso que otorga el vestir una armadura de oro, la pelirroja se veía también como una extraña criatura humanoide de tres rostros dorados… Tras girar su enmascarada faz hacia el lugar en el que se encontraba la deidad, la pelirroja se arrodilló frente a ella y agachó la cabeza en señal de respeto. —Es… estoy a sus órdenes… mi señora… —profirió tartamudeando la nueva Geminiana. En señal de bendición, Saori empuñó su cetro con solemnidad y lo desplegó horizontalmente sobre la hombrera de su ascendida protectora. —Seas bienvenida a la orden más poderosa de los Santos de Atenea. ¡A partir de este momento la Tercera Casa del zodiaco será tu morada, así que ve y cumple con tu noble misión, Amazona Dorada de Géminis! A punto estuvo de partir a su nuevo recinto, cuando su mirada se desvió involuntariamente hacia la imagen de su catatónica hermana gemela. Le llamó la atención la expresión neutral dibujada en su rostro y sus nebulosos ojos celestes abiertos de par en par. —¿Quién es… esa mujer…? —preguntó la Dorada con cierto dejo de nostalgia. —Ella es… alguien a quien aprecio mucho. Saori se mordió el labio para evitar llorar nuevamente. En silencio supo que, con lo desordenados 162
Saga: CATACLISMO 2012 que estarían a partir de ese momento los pensamientos de Dánae; lo mejor sería que no recordara a su hermana. —Su rostro me… me es familiar. Dicho esto, dejó su pose de genuflexión e, ignorando las anteriores palabras de su diosa, acomodó a Irene entre sus brazos. Por varios segundos la contempló en silencio, inclinando la cabeza lateralmente sobre su hombro en un gesto de curiosidad. Con delicadeza se limitó a cerrarle los párpados y, sin decir nada, se alejó con ella hacia el lado contrario de los Doce Templos. A punto estuvo la diosa de evitar que se marchara, pero su sexto sentido la detuvo. —«Está bien, Dánae —reflexionó apesadumbrada—, permitiré que te despidas de tu hermana. Sé que todavía existen remanentes de amor fraternal en ti, y por esa razón estoy segura de que no le harás daño». Viéndose sola en el lugar que dejó una cruel matanza y la separación de dos hermanas, Saori se arrodilló para rezar por las almas de los recién caídos. —«Siento que el despertar de Arce es mi responsabilidad, así que yo seré la única que lo controle con la ayuda de la cloth que acabo de ceder —Atenea observó con desolación como su nueva guerrera áurea se alejaba en el horizonte enmarcado por el anaranjado crepúsculo vespertino—. Lo lamento, pero a partir de ahora solo yo conoceré tu verdadera identidad. Para todos los habitantes que restan en el Santuario, no serás nada más que una guerrera sin nombre… Dánae de Géminis».
==Tiempo actual. Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Torre de Porcelana== —¿Dices que… no soy un ser humano? —inquirió la aturdida pelirroja, reincorporándose trastabillando desde el piso de fina baldosa—. ¡Por supuesto que pertenezco a la especie que ansían exterminar!! ¡Soy la Amazona Dorada de Géminis!! —Es imposible que seas quien afirmas —refutó implacable la bella diosa china de la creación—. Tu sola presencia transmite incertidumbre y tu poder sobrenatural trasciende del bienhechor que debe poseer un Santo de Atenea… Eres una amenaza que ha de ser detenida sin contemplaciones… Dánae no se intimidó con la amenaza de su rival, ni tampoco cuando ésta empezó a acrecentar ligeramente la manifestación rosácea de su cosmos divino. En silencio se limitó a alzar la guardia en espera de una oportunidad estratégica para contraatacar. —Me mantengo firme en mi deseo de no lastimarte, Guerrera. Por tal motivo serás purificada sin dolor con una de mis técnicas compasivas… ¡‘LA RESTAURACIÓN DEL BÙZHŌU-SHĀN! Exclamado el nombre del ken, Nü Wa se dio a la tarea de entonar la más bella música en el instrumento de cuerda acomodado en su regazo. Los acordes eran tan dulces y perfectos, que a punto estuvo la Geminiana de rendirse ante la más hermosa melodía que había escuchado en toda su existencia. Por desgracia para Dánae, aquella música era solo el comienzo del embriagante ken. Con disimulado regocijo presenció el nacimiento de un brillante arcoíris emergiendo desde las cuerdas del gǔzhēng. Tan preciosa combinación de siete colores abarcó por completo el ser de la Amazona, despojándola en absoluto de todo espíritu de lucha. Era tan acogedora la energía multicolor que la cubría, que la antaño Ave del Paraíso no pudo 163
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco evitar dejar caer su peso sobre sus rodillas. Le fue imposible ofrecer cualquier tipo de resistencia ante la magnífica técnica. —Aunque quizás no me creas, en tiempos ancestrales utilicé este mismo ken para salvar a la humanidad —empezó a explicar la asiática en tono calmado, aprovechando el absoluto letargo de su oponente—. Gonggong, regente de las aguas, y Zhuyong, quien controla el fuego; comenzaron una guerra sin cuartel hace milenios. En consecuencia, una porción gigantesca del cielo se desplomó, dejando al descubierto un gran agujero negro. Arriesgué mi vida para remendar esa brecha con la ayuda de piedras sagradas de colores, y así fue como creé el primer arcoíris que fue capaz de restaurar el cielo… Y ahora, querida, será la combinación de estas siete tonalidades la que ponga fin a tu sufrimiento. Esta variación de mi ken cesará sin dolor y de una manera piadosa las funciones de tu materia orgánica… En medio de su ensimismamiento, Dánae se alteró al escuchar aquella sentencia pronunciada con tanta calma y sin mala intención. Su desesperada reacción fue encender su cosmoenergía dorada en un intento por disipar el arcoíris que la rodeaba. —Rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta. Cuando la luz que genera mi ken se descompone en esos siete colores, es capaz de desintegrar incluso la energía cósmica. Tu resistencia es fútil. —No me subestimes… diosa china… El más improbable escenario tuvo lugar en la cima de la Torre de Porcelana, y la doncella de oro se las arregló para contrarrestar la energía que le estaba arrebatando la vida. Empleando la totalidad de su fuerza de Amazona Dorada, más la suya disminuida de semidiosa; consiguió el prodigio de manipular a su voluntad la luz del benévolo ken multicolor de su oponente y recomponerla entre sus manos hasta formar una brillante y uniforme esfera blanca. —Esperaba que… exteriorices tu energía de este modo, Nü Wa… —añadió con dificultad la de cloth áurea, esforzándose al extremo por estabilizar el inconmensurable poder que tenía acumulado en ambas palmas— Serás tú… quien me libere de este martirio… —No puedo creerlo… —exhaló atónita la aludida, con los ojos rosas desorbitados a causa de la impactante demostración de fuerza que estaba presenciando— Por más poderosa que sea, es inconcebible que haya conseguido liberarse de una de mis técnicas divinas… Su asombro fue mayor cuando vio a su oponente dirigir la luz concentrada hacia su rostro. A pesar del peligro que representaba, lo que Dánae pretendía era cubrir su propia faz con una manifestación superior del precioso cosmos de Nü Wa, el cual, apenas hizo contacto con las letras del nombre de Atenea en griego; las borró de inmediato. El sello que aprisionó a Arce, la semidiosa oscura, fue roto… La cosmoenergía de la pelirroja —que hasta ese momento había lucido un fulgente dorado— se oscureció en un parpadeo e incrementó su rango de influencia. La más espesa aura negra empezó a contrarrestar y a consumir por completo al ken de la diosa oriental. —Quince años… —susurró para sí la ya lúcida reencarnación de quien traicionó a los Olímpicos en la Titanomaquia— Sabía que no serían capaces de detenerme durante mucho tiempo… Irene… Atenea… Sus recuerdos y pensamientos volvieron a reordenarse. Sus ideas se maquinaron nuevamente con lucidez, y al fin se sintió capaz de articular correctamente sus palabras al coordinarse de manera armónica su lengua y su cerebro. 164
Saga: CATACLISMO 2012 —Tú… diosa china de la creación —la llamó en tono indescifrable la renovada semidiosa—. Gracias a ti he sido capaz de recuperar mi poder y apariencia originales. Dicho esto, no solo la fuerza cósmica de Arce se incrementó, sino que su talante completo transmutó en uno muy diferente. A pesar de esto, la deidad aparentó perfecta calma en su expresión. No quiso mostrarse vacilante al atestiguar como la más negra penumbra matizaba en un brillante azabache las pupilas y cabellos de su rival. —¿Quién o qué eres en realidad? —le preguntó la diosa aún sentada en pose pasiva, entrecerrando los ojos con desconfianza. —Solo digamos que tenías razón en tus afirmaciones: No soy un ser humano, pero… tampoco soy una diosa —respondió con aire misterioso la dama de renovado porte solemne y casi divino, disimulando una sonrisa al sentir el gran poder que recorría su cuerpo—. Fui castigada injustamente por ciertos actos que cometí durante la era mitológica griega, hasta que logré despertar por segunda vez en épocas contemporáneas. —Ya veo… Entonces no me equivocaba al asegurar que tu naturaleza era diferente. Ahora entiendo el porqué de tu gran poder y de tus recientes proezas. Un tenso silencio reinó por unos segundos entre ambas contendientes. Las dos se observaban fijamente a los ojos sin siquiera parpadear, atentas a los movimientos que pudiera ejecutar la otra. —Me marcho —dijo de repente la semidiosa en armadura dorada, dándole las espaldas a la deidad—. Ya no tengo más asuntos pendientes en tu territorio. —Espera… ¿Acaso no pretendías derrotarme a fin de proteger a la humanidad? —Aquellos eran los propósitos que Atenea y la hermana de mi avatar me obligaban a cumplir con su influencia. Por fortuna, fui lo suficientemente astuta para engañar sus voluntades dentro del sello y convencerlas de que ascendería a territorio divino para detener a los dioses que amenazaban a los humanos. Girando la cara por encima de la hombrera, observó re reojo a Nü Wa y se percató de su semblante de confusión. Al no escuchar réplica, decidió aclararle ciertas cosas con su clásico tono neutral: —Por años esperé que un dios hiciera presencia nuevamente en la Tierra, pero tras la irrupción de Morrigan en el Santuario, creí que ella sería la única que intentaría erradicar a la humanidad. Aquello no servía para mis propósitos, ya que la deidad celta es una entidad que emana oscuridad, y por lo tanto no sería capaz de deshacer el sello que me aprisionaba. No obstante, mi naturaleza semidivina me permitió sentir la nada discreta reunión que ustedes diez tuvieron en la luna, y fue así como conocí la existencia de cierta diosa que poseía un cosmos de características similares al de Atenea… Una malintencionada sonrisa se formó en los labios de la recién despertada Arce, atestiguando la estupefacción que reflejó de repente el rostro de su interlocutora. —Veo que te has dado cuenta… No fue una coincidencia el que haya decidido enfrentarte. Solo aprovechando la luz que suponía transmitirías con tus técnicas, terminaría con mi suplicio… Por último, solo me queda agradecerte por ser tan benévola y condescendiente conmigo, diosa china de la creación… A la aludida le irritó la marcada ironía con la que su interlocutora pronunció sus últimas palabras. —Manipuladora perversa, tus escrúpulos y egoísmo te han llevado al extremo de utilizar a una diosa… 165
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Tomaré eso como un cumplido —declaró arrogante la de cabellera negra, caminando despreocupadamente hacia la salida de la recámara—. Aunque deberías preocuparte más por lo que amenaza sus planes genocidas y menos por las acciones de un ser que ustedes los dioses siempre han considerado como inferior —Arce levantó la mano derecha para gesticular su despedida—. Hasta nunca, Nü Wa. Una de las cuerdas del ancestral gǔzhēng envolvió el dorado guantelete izquierdo de su semidivina portadora, deteniéndola en seco y obligándola a encarar nuevamente a la dama de suelta cabellera castaña. —Admito que cometí el grave error de subestimarte —aceptó la doncella oriental con acento más severo—, pero ahora que me has mostrado tus verdaderos colores, no pienso permitirte abandonar mi recinto. —No es necesario que reacciones de esta forma —replicó con fingida calma quien solía llamarse Dánae, forcejeando inútilmente con el objeto de seda templada que la aprisionaba—. Ante ti tienes a quien podrías considerar como a una aliada. Si deseas que acabe con los humanos o con los dioses griegos, lo haré con infinito placer. —Tus palabras solo reafirman mi desconfianza hacia ti. La sola existencia de un ser hambriento de venganza como tú, representa una grave amenaza para la nueva especie que he creado. Ya asesinaste a uno de mis amados hijos y no permitiré que hagas lo mismo con Jíngfēi y Téngfēi… —Te aseguro que no los lastimaré. Solo dime cómo reconocerlos y… —¡Suficiente! —le interrumpió implacable la diosa—. ¡No me engañarás nuevamente! No fue el tono riguroso en las palabras de Nü Wa lo que calló e irritó por dentro a Arce, sino contemplar el amenazante brillo que fulgía en sus pupilas rosadas. Con esta señal, la protegida por Géminis supo que había esfumado la característica calma de la siempre pacífica deidad oriental, solo para despertar la abrumadora determinación y espíritu aguerrido que también poseía y que no había manifestado hasta ese momento. —Vaya… entonces así son las cosas —dijo con velada resignación la mensajera de los Titanes, soltándose del agarre de la fina cuerda—. Pues ahora que nuestro enfrentamiento es algo inminente, me siento muy afortunada al decir que no estaré sola en esta batalla. Contaré con el apoyo de quien fue capaz de engañar a Poseidón y de quien estuvo a punto de asesinar a la misma Atenea… La puerta del escenario del combate fue destruida con violencia y, coincidentemente, entraron en la recámara tres personajes que enseguida se ubicaron a ambos costados a la Geminiana. —Ustedes son Santos de Atenea… —profirió contrariada Nü Wa, tras reconocer el diseño de los ropajes metálicos que vestía la triada de invasores—. Ya que han irrumpido en mi recinto de una manera tan estrepitosa, espero que al menos tengan la cortesía de presentarse. En silencio, los recién aparecidos Caballeros fueron estremecidos no solo por la grácil belleza y porte delicado de quien se suponía sería su máxima rival; sino que también los conmovió la inmensa paz y tranquilidad que transmitía la dama sentada en elegante pose, quien, además, tenía un extraño instrumento musical apoyado en el regazo. Enseguida los tres supieron que tenían enfrente a una diosa, y no pudieron evitar comparar su magnánimo cosmos con el de Atenea. —Mi nombre es Alalá, soy la Amazona de Bronce de Casiopea —declaró en tono educado la mujer enmascarada en cloth azulada, reaccionando de buena forma a la divina presencia bienhechora de la habitante de la Torre de Porcelana. —Soy Saga, antiguo portador de Géminis —secundó el de maltratada armadura negra con su 166
Saga: CATACLISMO 2012 característica seriedad. —Y yo soy Kanon, quien fue sucesor de la tercera constelación zodiacal en ausencia de mi hermano —se presentó solemne el que usaba un maltratado atuendo de metal albo—. Hemos venido en nombre de Atenea para… Su discurso se detuvo cuando su mirada se desvió hacia la Amazona de Oro. Apenas en ese momento se percató del drástico cambio en su apariencia. —¿Qué fue lo que… te ocurrió? —le preguntó un tanto preocupado, observando su ya inmaculado rostro y el profundo negro que había coloreado sus cabellos y pupilas. —«Es verdad… ese humano todavía debe pensar que soy la traidora de Irene —reflexionó la interrogada, entrecerrando la mirada en un perspicaz gesto—. No conviene que ninguno de ellos conozca mi verdadera identidad, así que espero tener éxito en engañarlos». —Responde a la pregunta que te acaban de hacer, guerrera —intervino la diosa china, llamando la atención de todos los presentes—. Explícanos el origen de la intoxicante oscuridad que te invade. —Tú eres responsable de la temible bruma que me rodea —replicó enseguida con marcado desdén—. Atenea, en su infinito amor, encerró el mal que habitaba en mi con su sello, pero tú lo has liberado sin contemplaciones para que lastime a mis propios compañeros. Por fortuna todavía conservo mi voluntad original y no descansaré hasta acabar con tus egoístas propósitos. Tan convincentes y nobles sonaron las palabras de Arce, que en un instante Kanon fue convencido de su veracidad, no obstante, la notoria oscuridad que manaba logró inquietar y despertar la desconfianza de Saga y Alalá. —¿Cuál es tu nombre, Amazona Dorada? —quiso saber en tono prudente el mayor de los gemelos. —Soy Irene de Géminis —declaró ella con una muy bien fingida sonrisa—, y para mí es todo un honor poder conocer a mi legendario antecesor. —Irene… —repitió Alalá, rememorando su larga estadía en Delfos— Las mismas estrellas predijeron que sería la guerrera llamada Dánae quien heredaría el derecho de portar la constelación de Géminis, y tú no… Casiopea interrumpió su explicación cuando escuchó los sollozos de su interlocutora. La ancestral habilidad de manipulación de Arce le permitió aflorar abundantes lágrimas desde sus ojos negros, las cuales, combinadas con su nuevo semblante de tristeza; lograron conmover y engañar con su aparente sinceridad a la Guerrera de Bronce. —Discúlpame, Alalá… Es solo que me duele tanto la mención del nombre de mi hermana Dánae —musitó la semidiosa, haciendo el ademán de abrazarse a sí misma en un gesto de añoranza—. Aunque todavía no he podido superar su repentina muerte, siempre siento su presencia viva dentro de la cloth que la misma Atenea me cedió en su nombre. La mujer en cloth dorada se acercó inesperadamente al antaño General de Poseidón y lo encaró con cierto recelo. —Kanon… perdóname por el daño que te hice momentos antes —se disculpó, transmitiendo auténtico arrepentimiento—. Son las sombras que me rodean las que me confunden y me obligan a actuar con sadismo en ocasiones. Con delicadeza tomó la mano del Caballero y lo miró a los ojos, provocando con esto que el menor de los gemelos sea capaz reconocer en ella a la chica que lo salvó de la muerte cuando 167
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco se encontraba cautivo en Cabo Sunion. Por unos instantes logró atravesar el negro de la mirada de la dama, para contemplar ensimismado el resplandeciente celeste con el que recordaba sus vivaces pupilas. —Irene… si en realidad eres tú, debes recordar la promesa que me hiciste la última vez que nos vimos… —Jamás podría olvidarla, Kanon. Ese día te dediqué una sonrisa y te prometí que nos volveríamos a ver. Y aquí me tienes décadas después, como la guerrera dorada que consiguió materializar sus sueños, quien no descansará hasta vencer a quienes amenazan a la humanidad. En actitud sobria, Saga los interrumpió posando su mano sobre la hombrera blanca de quien fue revivido y poseído por Morrigan. —Hermano, al parecer conoces muy bien a esta guerrera que se hace llamar Irene. Solo con tus palabras confiaremos en las suyas y la consideraremos como una aliada. —No hay duda Saga —respondió ensimismado, sin quitar los ojos de la cándida figura de la impredecible Arce quien, a pesar de que le transmitía una inquietante sensación con su cosmos negro, también logró convencerlo con los recuerdos latentes que su hermana depositó en el sello que la aprisionaba—. Ella es Irene… nuestra digna sucesora y portadora de la armadura dorada de Géminis… —Eso es suficiente para mí —agregó el de armadura negra, plantándose con gran convicción en pos de la diosa china—. Ahora somos cuatro Santos de Atenea enfrentando su desafío final… —No puedo creer que en serio hayan caído en sus mentiras —se lamentó la deidad en vestido tradicional blanco—. ¿Acaso no se dan cuenta que los está utilizando para sus egoístas propósitos? ¡Ella acaba de confesar que es enemiga de los humanos y los dioses! —No hables sobre enemigos de los humanos —reaccionó la referida, fingiendo seria indignación—. ¡Diles a mis compañeros qué es lo que planeas hacer con la humanidad entera!! La diosa se sintió entre la espada y la pared al escuchar tan vehemente exigencia. Ver las miradas acusantes de los cuatro guerreros, le hizo saber que su manipuladora rival fue lo suficientemente astuta como para cambiar la situación a su favor y, sin embargo, a pesar de la abrumadora tensión que sentía; su naturaleza horada no le permitiría mentir al comunicar sus propósitos: —Mi más anhelado deseo es dar nacimiento a una nueva especie que repueble la Tierra — aceptó la asiática, cerrando los ojos en un gesto de estoicismo—, pero para ello debemos primero erradicar a la humanidad de una manera pacíf… —Ya la escucharon, amigos míos —le interrumpió implacable quien solía llamarse Dánae—. A pesar de su apariencia inofensiva y hablar sereno, ella intenta acabar cruelmente con las vidas de millones de inocentes… Ante ustedes tienen a Nü Wa, ¡la diosa china de la destrucción! Aquellas tergiversadas palabras fueron el detonante que despertó el natural instinto de protección y lucha que poseían Saga, Kanon y Alalá. Enseguida los tres alzaron la guardia y se dieron a la tarea de encender sus cosmoenergías para arremeter al unísono con sus mejores técnicas. Su sentido del deber no les permitiría dejar impunes los crímenes que creía cometería quien veían como su más grande amenaza. —Esperen un momento —los detuvo la Dorada extendiendo lateralmente el brazo, anticipándose así a las intenciones de sus tres acompañantes—. Llevo ya varios minutos luchando contra ella, y puedo asegurarles que no existe método racional para derrotarla.
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Saga: CATACLISMO 2012 —¿Qué sugieres entonces, Irene? —preguntó Casiopea, intentando no sonar insegura. —El destino nos ha sonreído al permitir que tres Santos de Oro se reúnan en este lugar. ¡Eso significa que seremos capaces de ejecutar la ‘Exclamación de Atenea’!
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Capítulo 54
¡La exclamación de Atenea!: Nace una luz de esperanza
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==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Torre de Porcelana== —¿La… ‘Exclamación de Atenea’? —profirió vacilante Kanon, sin poder dar crédito a lo que su compañera acababa de sugerir. Por su parte, Saga se limitó a guardar silencio mientras una expresión sombría se dibujaba en su rostro. —Inclusive en otros panteones conocemos la magnitud e implicaciones de esa técnica — intervino la diosa de la creación, intentando recuperar su característica calma—. Traicionando sus principios elementales de batallar uno a uno, tres Santos manifiestan al unísono la fuerza del big bang a escala. —Precisamente —añadió pretenciosa la reencarnación de Arce—. ¿Qué se siente saber que será la misma fuerza que creó el universo la que terminará con tu existencia? La cizaña en las palabras de la dama oscura ya no logró alterar a la deidad de sereno talante, quien retirando la mirada rosa de sus cuatro rivales, dio un suspiro en señal de conformismo. Ella sabía bien que la portadora de Géminis tenía a los tres Santos recién llegados en la palma de su mano. —Supongo que nada de lo diga les hará cambiar de parecer, ¿cierto, Caballeros de Atenea? —Con grácil tranquilidad y en la misma pose pasiva, se dio a la tarea de afinar las cuerdas de seda templada de su gǔzhēng—. Hagan lo que su corazón les dicte, guerreros. Solo permítanme decirles que están cometiendo un grave error al dejarse llevar por las palabras de esa mujer de oscura presencia. —Agradecemos tu advertencia, Nü Wa —replicó Alalá de Casiopea con marcado respeto—, pero nos sería difícil creer en tus buenas intenciones después de que tú misma aceptaste que pretendes destruir a nuestra especie. Tu poder es magnífico y transmite una candorosa paz al igual que el de nuestra diosa, pero por lo visto aquella apariencia delicada es solo una fachada que intenta esconder tus terribles propósitos. —Querida, no hay nada terrible en lo que planeamos hacer —contestó la dama asiática, sonriendo con sincera amabilidad—. Es una lástima que su especie no entienda que su sacrificio es necesario para que el planeta renazca en perfecta armonía… Si consideran que por ser humanos tienen más derecho a existir que cualquier otra criatura viva, son ustedes los Santos de Atenea quienes tienen egoístas y nefastos propósitos. Aquellas palabras proferidas con tanta calma, lograron alterar a Kanon, quien en un principio tuvo el impulso de protestarlas de forma vehemente, sin embargo, supo controlarse tras apretar ambos puños y hablar con un tono serio y calmado: —Entonces, pese a todo lo que hemos luchado para ganarnos nuestra supervivencia, ¿ustedes los dioses ni siquiera nos consideran como seres que merezcamos existir…? —Su ciclo terminó, entiéndanlo —manifestó la dama de suelta cabellera castaña, resaltando auténtica tristeza en su pura mirada rosa—. El pueblo de Quetzalcóatl no se equivocó al profetizar que la humanidad conocería su fin en consecuencia por sus propios actos. La mayoría de su especie, por desgracia, perdió gradualmente el don divino que se le otorgó cuando fue creada. —¿A qué don te refieres? —preguntó confundido Géminis Blanco.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Ya es suficiente de charlas que no nos llevarán a ninguna parte —interrumpió exasperada la Guerrera de Oro, antes de que Nü Wa tenga la oportunidad de responder—. Es hora de poner fin a esta batalla de una buena vez. Dando un par de decididos pasos al frente, la avatar de Arce se apoyó sobre una rodilla. Acto seguido, echó adelante y juntó ambos brazos, para luego abrir al unísono las palmas de sus manos. Quien solía llamarse Dánae adoptó la pose central de la técnica prohibida por Atenea. —Amigos, les aseguro que juntos obtendremos la victoria… ¡Demostremos el verdadero poder de quienes luchan para proteger a la humanidad! Pese al apasionado discurso, los gemelos permanecieron inmóviles, como si una extraña fuerza hubiese paralizado todos sus músculos. Ninguno de los dos podía precisar la razón, pero dudas internas los invadieron en aquel momento tan crucial. Al notar que los hermanos no atinaban a acompañarla en su empresa, la semidiosa apretó dientes de manera imperceptible en señal de frustración. Una vez más se vería obligada a hacer uso de sus dotes de manipulación, así que muy tranquila giró el rostro sobre su hombrera y le dedicó una brillante mirada solicitante al menor de ellos. —Kanon, por favor no me dejes sola… Con tan pocas palabras, el aludido sintió que el corazón se le estrujaba dolorosamente. La imagen de una tímida joven soldado extendiéndole un plato de comida se formó en su pensamiento, y con esto se esfumaron sus inseguridades y vacilaciones. Armado de convicción, el guerrero en armadura blanca se colocó al costado izquierdo de su compañera, al tiempo que gesticulaba la pose del segundo componente necesario para armar la triada de oro. —Aunque tu apariencia haya cambiado, siempre veré en ti a la chica que desde el primer instante me inspiró bondad y justicia —admitió con un tanto de recelo el otrora Marina de Poseidón, sin quitar la mirada de encima de la cándida diosa—. No me abandonaste entonces, Irene, y yo no te abandonaré ahora. Para Arce fue algo sumamente inesperado, pero las palabras de Kanon produjeron desconocidas sensaciones en ella. Camuflando la irritación provocada por aquellas emociones que atribuyó a los recuerdos de su gemela; se las arregló para fingir una sonrisa y dedicársela al valiente guerrero que se erguía a su siniestra. —Gracias… Por su parte, el maltrecho hombre en armadura negra presenciaba en silencio lo que ocurría entre su hermano y sucesora. Él más que nadie conocía las implicaciones del empleo de aquel polémico ken colectivo, y por tal razón su mente se debatía entre la confusión y el deber. La vorágine en la que se habían tornado sus pensamientos estuvo a punto de desarmarlo por dentro, pero logró esconder muy bien sus inseguridades con su siempre serio e inmutable semblante. No obstante, él no contaba con que la mujer que lo acompañaba podía leerlo como a un libro abierto. A pesar de los años transcurridos, Alalá no había olvidado la forma de ser de su amado y de antemano sabía que algo lo afligía. Por lo tanto, en un gesto condescendiente y tierno, lo tomó delicadamente de la mano, sacándolo así de sus cavilaciones. —Sé que tu decisión será la correcta. Saga —le susurró al oído la Amazona enmascarada—, y por esa razón te apoyaré sin importar las consecuencias.
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Saga: CATACLISMO 2012 El mayor de los gemelos exhaló hondo tras escuchar las palabras de Casiopea. Por un instante sus pensamientos se aclararon y una acogedora tranquilidad invadió su alma. —Alalá… por favor, bríndanos tu máximo cosmos —le pidió en su clásico tono inexorable—. Te prometo que cuando todo esto termine, te compensaré por todo el tiempo que estuvimos separados. Saga se soltó de la caricia de la Guerrera de Bronce y se juntó con Arce y Kanon, quienes para ese momento se habían encomendado a la tarea de incendiar sus cosmoenergías al unísono. Mientras que la de Kanon fulgía en un brillante dorado, la de la portadora de Géminis desprendía la intensa oscuridad característica de la Mensajera de los Titanes. Sin demora, el mayor de los gemelos expandió su energía de apariencia también sombría, plantándose a la diestra de su sucesora. Con una pose idéntica a la que lucía su hermano, completó la poderosa trinidad áurea. Nü Wa se sintió incómoda al presenciar la extraña mezcla del par de auras negras y la única clara. Le pareció casi irreal tan inquietante fluctuación de energías. Solo por un instante su atención se distrajo de aquel extraño espectáculo, recordando lo que había llamado su atención en sus oponentes hace unos instantes: —Santos de Atenea —los llamó con una melodiosa y serena voz—. A pesar de haber sido engaños por quien ustedes llaman Irene, debo admitir que respeto su valor y convicción. Déjenme decirles que para mí es todo un honor tener enfrente a los célebres protectores de la humanidad. A leguas se notaba la profunda concentración que se reflejaba en los rostros de los tres Dorados mientras intentaban armonizar sus incompatibles energías cósmicas; pero, a pesar de esto, escuchaban con atención a la diosa y sin duda se sorprendieron internamente por sus sinceros elogios. —Es el amor, Kanon —añadió la dama oriental, retomando la corta conversación que mantuvo con él hace pocos minutos—. El amor es el don que perdió la humanidad a lo largo de sus milenios de existencia. En realidad creí que ningún ser humano sería capaz de manifestar aquellas emociones con tal intensidad, pero he notado las que se profesan Saga y Alalá han formado entre ellos un vínculo que trasciende tiempo, distancia, e inclusive la misma muerte… Quizás ese hermoso sentimiento sea la clave para que ustedes sean capaces de salvar a la humanidad… Por un momento la energía que expulsaba la triada Ateniense se alteró peligrosamente. Escuchar las últimas palabras proferidas por la diosa, provocó que pierdan la concentración. —¿Qué… quieres decir exactamente? —le preguntó un tanto vacilante la Amazona de negra melena, sin dejar su pose. —Que inclusive tú podrías reivindicarte por tus pecados, guerrera —respondió amable la deidad—. Ustedes los Santos cometieron el grave pecado de acabar con poderosos dioses como Viracocha, Mielikki y… Ra…—Por un instante la voz de la deidad creadora se quebró al pronunciar el nombre del supremo egipcio, pero al final fue su nato sentido de misericordia el que la ablandó y le permitió continuar con lo que tenía que decir—: Entiendo su afán de querer sobrevivir desafiando inclusive a los mismos dioses, y por tanto les otorgaré una última oportunidad para que me demuestren la fuerza de sus vínculos de amor. Los tres humanos y la semidiosa se sobresaltaron ante tan benigno gesto. Muy para sus adentros, el cuarteto divisó una naciente luz de esperanza. —Ya la escucharon, amigos —añadió Dánae de Géminis, esbozando una media sonrisa que denotaba seguridad—. No desaprovechemos la amabilidad de nuestra rival. Nü Wa no pudo evitar sentirse maravillada al contemplar el bello espectáculo que de pronto 173
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco le ofrecieron sus contendientes: En un instante las auras de Saga y Arce se tornaron doradas y se sincronizaron armónicamente con la de Kanon. La perfecta fusión de tres cosmos áureos le pareció algo alucinante, y más cuando floreció un hermoso contraste luminoso, al Casiopea posar su mano sobre la hombrera de la Amazona de Oro y expandir su cosmos púrpura junto con ella. —¡Adelante, guerreros de la esperanza! —les exhortó con inesperado ímpetu la doncella asiática—. ¡Recibiré sólo con mi cosmos la fuerza de sus valiosos vínculos! ¡Demuéstrenme que sus motivaciones son las correctas y que su amor e ideales son más fuertes que el poder de una diosa!! El airado desafío no pasó desapercibido y enseguida la trinidad de oro se dispuso a atacar con todo el poder que fue capaz de manifestar en conjunto. —¡Porque la humanidad merece existir en este hermoso planeta…! —vociferó efusivamente Saga, con toda la potencia de su voz. —¡Porque en nombre de Atenea lograremos un milagro…! —exclamó Kanon, complementando las palabras de su hermano mayor. —¡Y porque juntos somos invencibles…!! —añadió Dánae con la misma fiereza, segundos antes de que los tres guerreros del zodiaco gritaran al unísono el nombre de la máxima técnica de los Santos de Oro: —¡‘EXCLAMACIÓN DE ATENEA’!!! A pesar de contemplar el indescriptible poder concentrado que dio origen al universo, Nü Wa no perdió la calma ni abandonó su posición. —«Es… increíble… Los guerreros gemelos consiguieron igualar el poder de esa mujer en armadura de oro… —reflexionó impresionada la diosa, al tiempo que su avellana cabellera se agitaba a causa del violento vendaval que también fue generado por la fusión luminosa dorada—. Entonces este es alcance máximo de la técnica prohibida por Atenea…» Al ser reforzada también por la energía de Casiopea, el ken colectivo alcanzó niveles inconmensurables en su trayectoria hacia la deidad china, quien, a último momento, extendió la mano derecha para erigir una pantalla de energía con la ayuda del aura rosácea que estaba emanando en ese momento. La colisión entre la masiva manifestación de cosmos dorado y la coraza divina fue tan estrepitosa y brutal, que su sola onda de expansión hizo trizas en menos de un segundo la estructura entera de la habitación. Una densa polvareda se originó tras explotar paredes, columnas y dispersarse la luz áurea de la ‘Exclamación’ en los exteriores. No pasó mucho tiempo para que se pudiera divisar una fina y delicada lluvia de fragmentos de cerámica multicolores, los cuales hace poco formaron parte del bello mosaico que adornaba el techo. Los contendientes de la diosa respiraban agitados, producto de la extenuante acción que tanto esfuerzo les costó ejecutar. Ninguno dejó su posición a pesar de que sintieron extinguirse el cosmos divino de la postrada dama, y ansiosos esperaron a que el polvo se disipara para contemplar el resultado de la explosión. Pero lo que vieron cuando la calma y el silencio invadieron la destruida cima de la torre, los frustró sobremanera: Frente a ellos se encontraba Nü Wa intacta, sentada en la misma pose pasiva e indefensa. Con una expresión de absoluta serenidad, la bella diosa empezó a entonar melodiosos acordes en su ancestral instrumento de cuerda. —El poder que nace en los lazos de la humanidad, es algo extraordinario —enalteció la recién 174
Saga: CATACLISMO 2012 atacada, observando amable a sus consternados adversarios—. Al recibir directamente el ímpetu de los cosmos de Saga, Alalá y Kanon, fui capaz de corroborar que no existe un ápice de maldad en las intenciones de los Santos de Atenea… De repente la deidad llevó su mano hacia la frente y contrajo sus facciones en una mueca de dolor. Al mismo tiempo, el gǔzhēng en su regazo se despedazó y sangre divina brotó de un costado de su frente. Tan desorientada se veía la doncella, que no notó que parte de su níveo rostro fue recorrido por una gruesa línea carmesí, que terminó manchando su inmaculada túnica de seda blanca. —Los felicito por conseguir el prodigio de herirme… —alcanzó a decir ella, sin perder su tono cordial—, pero al final la fuerza de su amor no resultó ser más fuerte que la de una diosa… Ante la mirada atónita de los Atenienses, Nü Wa se reincorporó y dio un par de elegantes pasos hacia ellos. Tras haber sido destruido el instrumento que le obsequió Mielikki, consideró que era su turno para manifestar su energía cósmica a su máximo nivel. La desesperación hizo presa de los tres Geminianos. Se sintieron acorralados al saber que habían agotado su último recurso para obtener la victoria, y más aún cuando sintieron que la fuerza de su contrincante divina se elevaba vertiginosamente. Su instinto los obligó a alzar de manera valiente la guardia a fin de no lucir débiles ante la diosa, pero muy para sus adentros sabían que el más agobiante miedo carcomía sus espíritus y les hacía ignorar la intensa paz que transmitía la divina dama. ¿Acaso estaba todo perdido para los Santos de Atenea y la semidiosa? ¿Qué más serían capaces de hacer, conociendo de antemano que no podrían vencer incluso si atacaban al mismo tiempo con la ‘Explosión de Galaxias’? —No teman, queridos guerreros humanos —les instó con dulzura la dama envuelta en una gigantesca y magnífica aura rosada—. Desde un principio mi intención no era hacerles daño. Al contrario, les permitiré conocer el regocijo de la salvación perfecta… Haciendo el ademán de extender los brazos hacia los Santos, una débil luz alba se formó entre sus palmas abiertas. Tras atenuarse el resplandor, una pequeña estatuilla de metal rosa se materializó entre sus manos. La efigie a manera de object a escala lucía la figura de una doncella alada en grácil pose. —Esto que ven aquí, es un obsequio que el mismo Viracocha tuvo la amabilidad de elaborar para mí. Les presento con orgullo a mi Armadura Suprema. Dánae abrió desmesuradamente los ojos al escuchar la declaración. Hace siglos enfrentó a poderosos dioses griegos vistiendo sus Kamui divinos, y por lo tanto su reacción de alarma fue comprensible: —¡No debemos permitir que Nü Wa vista su armadura! —les gritó aterrada la de oscuro talante a sus tres acompañantes—. ¡Aunque el poder de un dios no radica en su ropaje sagrado, nos sería imposible vencerla si porta tal protección!! Acogiendo las palabras e imitando la represalia de la actual Géminis, los tres Santos se arrojaron impulsivamente contra la dama asiática, sin embargo, ésta los detuvo en su trayectoria con un potente impulso de luz. Los cuerpos de los cuatro guerreros fueron alejados decenas de metros lejos de la figura de la diosa, cuya velocidad fue tan extrema, que ninguno de sus atacantes pudo precisar el momento en el que fueron revolcados por el piso destruido. Al ser aturdidos por la cegadora luz y la veloz arremetida, los humanos y la semidiosa apenas fueron capaces de levantar la cabeza y, lo que observaron a continuación, produjo en ellos una confusa mezcla de terror y éxtasis.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Ante los postrados guerreros se erguía Nü Wa en su apariencia original. La deidad oriental se mostró en toda su gloria al vestir con porte elegante su Armadura Suprema. El complejo ropaje metálico lucía una apariencia tan delicada como la de su portadora y, al mismo tiempo, realzaba su divina hermosura con el diseño de sus placas talladas con símbolos icónicos de la cultura china. Joyas de color fucsia intenso poblaban el ropaje, y se complementaban en tonalidad con las brillantes pupilas de la doncella. Un pequeño yin yang en blanco y negro resplandecía trémulo en el pectoral de la armadura, contrastando con los matices rosas que predominaban en sus componentes. Las piezas del ropaje sagrado que más resaltaban en primera instancia, eran las protecciones de las piernas; piezas que al abrirse, parecían emular la apariencia de un par de amplios abanicos tradicionales. La sublime escena continuó cuando la diosa desplegó con suavidad las dos alas a sus espaldas, produciendo con esto hermosos destellos de luz de todos colores. Para los impresionados espectadores, los recién aparecidos apéndices metálicos lucían como los de una perfecta mariposa, con la particularidad de que mostraban complejos diseños florales; entre los cuales parecían emerger ansiosos dos rostros de perfil, como representando el nacimiento de los seres de la nueva especie. Era la primera vez que Saga, Kanon y Alalá tenían la oportunidad de contemplar la majestuosa apariencia de un dios portando su armadura divina, así que no pudieron evitar sentirse embelesados por la sublime imagen que invadía sus campos visuales. —Todo lo que existe en este universo posee una esencia espiritual —empezó a explicar Nü Wa, sacando por un momento a sus oponentes de su letargo—. Inclusive los seres inanimados guardan ligeras proporciones de energía suficiente para formar lo que ustedes conocen como “alma”. Es por ese motivo que yo, con el empleo de mi máxima técnica creadora, soy capaz de purificar y transformar cualquier esencia espiritual para dar nacimiento a los seres de la nueva especie que repoblará la Tierra. Cerrando los párpados, la diosa en armadura rosada unió ambas manos en una clásica pose de plegaria. En un parpadeo manifestó aquel sentido que sobrepasa a los ocho conocidos. La inconmensurable instancia cósmica que separa de manera abismal a un dios de los mortales: ‘La Gran Voluntad’. Tal era la presión que ejercía la cálida energía de la deidad a su máximo, que sus cuatro contendientes se desplomaron enseguida sobre sus rodillas, pero pese a que el cosmos de Nü Wa abarcó en un segundo la totalidad del Jardín de K’uen-Luen, ninguno de los Atenienses se rindió e intentaron reincorporarse tras armarse de valor y convicción. Intentaron ignorar la abrumadora paz y tranquilidad que los invitaba gentilmente a abandonar la lucha mientras apretujaba sus corazones, pero al final la fuerza máxima de Nü Wa resultó ser tan extrema, que inclusive logró invadir sus almas y provocar que lágrimas empezaran a fluir de manera espontánea en sus ojos. Este hecho sorprendió sobremanera al cuarteto, ya que no imaginaban que existiera un cosmos tan fuerte como para llegar a conmoverlos a tal punto con su sola emanación. Ni siquiera Arce con su poder de semidiosa fue capaz de siquiera articular palabra ante tal demostración de poderío. Con una mezcla de frustración y sosiego, se limitó a observar impotente a su rival divina. Del mismo modo, Kanon, Saga y Alalá se mantuvieron quietos y en silencio al experimentar de manera distinta lo que la energía de la deidad provocaba en ellos. Por un momento casi experimentaron intensas epifanías que les revelaban el significado de la existencia de todos los seres vivos… —Todo está a punto de terminar, valientes guerreros de Atenea —les dijo también conmovida la castaña—. En recompensa por sus esfuerzos, compartiré con ustedes la belleza de la creación perfecta. Nü Wa alcanzó el pináculo de su poder luminoso y dador de vida: —¡‘LA COMUNIÓN CON LOS BĀXIĀN’!! 176
Saga: CATACLISMO 2012 Un grupo de figuras etéreas de apariencia humanoide hicieron presencia a espaldas de quien las acababa de convocar. Se trataba de los espíritus de las deidades primordiales del taoísmo: ‘Los Ocho Inmortales’. Los recién aparecidos lucían atuendos tradicionales similares al que engalanaba a la diosa creadora antes de que portara su Armadura Suprema. Ninguno de ellos tuvo la necesidad de proferir una sola palabra, ya que transmitían con su semblante la misma paz y tranquilidad que caracterizaba a Nü Wa. Al unísono y con total calma, los ocho dioses imitaron la pose de su invocadora y se encomendaron a oraciones susurradas en su ancestral lengua natal. Los cuatro guerreros empezaron a desvanecerse ante aquellos rezos que les sonaban incomprensibles, pero a la vez maravillosamente melódicos. Poco a poco se dejaron llevar por un sopor tan profundo, que paulatinamente sintieron como sus sentidos empezaban a desvanecerse sin que pudieran hacer nada al respecto. —«Entonces así termina todo… —reflexionó Saga completamente rendido y entre lágrimas de resignación—. Me reconforta saber que al menos estaré junto a Alalá antes de que la muerte me acoja nuevamente en su penumbra…» —«¿Entonces la venganza sobre dioses y humanos no era la respuesta al propósito de mi existencia? —se preguntó a sí misma Arce, sin tener fuerza ni para levantar la cabeza—. Talvez lo mejor sería permitir que mi espíritu sea encerrado por toda la eternidad…» —«Atenea, hermano, Irene, perdónenme por fallarles —se lamentó en silencio Kanon, luchando infructuosamente por arrastrarse hacia la dama que portaba la cloth de oro de Géminis—. Al final mi fuerza no resultó suficiente para luchar por ustedes…» Segura de que sus contendientes no serían capaces de reaccionar, la diosa china continuó con la ejecución de su ken magno: —En tan solo un par de minutos estará completa la plegaria de ‘Los Ocho Inmortales’ y entonces sus espíritus serán separados de sus existencias físicas. Luego, mi luz purificará sus almas y les permitirá reencarnar como seres renovados y sin recuerdos que no conocerán la tristeza, la violencia ni el dolor. —¡No!!! —exclamó de pronto una irritada voz femenina—. ¡Nosotros no buscamos una existencia perfecta!!! La diosa dio un respingo al escuchar la ferviente negativa y dirigió su sorprendida mirada hacia quien la había proferido: Se trataba de Alalá de Casiopea quien, desembarazándose de la parálisis sensorial provocada por la técnica de la diosa; logró no solo hablar, sino también reincorporarse con mucho esfuerzo a fin de erguirse en actitud desafiante ante su rival. La altivez de la Amazona de Bronce se reflejaba también en su mirada vista a través de los agujeros de la máscara que portaba. Sus ojos rojizos no solo dejaban escapar incontables lágrimas, también resplandecían en un desafiante brillo que resaltaba su convicción. —Pero… ¿cómo es posible que seas capaz de mantenerte en pie…? ¡Ningún ser humano podría resistir la máxima presión cósmica de una diosa! La aseveración de la deidad sonó tan vacilante como lucía la expresión de su rostro. En un instante parecieron esfumarse su calma y paciencia natas, para ser reemplazadas por el marcado asombro que le produjo presenciar la proeza de quien suponía era la más débil de sus oponentes. 177
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Internamente, Arce, Kanon y Saga se preguntaban lo mismo que la diosa. Ninguno podía creer la reciente hazaña de Alalá, y más cuando la vieron avanzar tambaleando lentamente hacia la quieta oponente. Los tres Dorados podían imaginar el esfuerzo en el rostro de la pelirroja con cada agónico paso que daba, ya que la energía del ken de Nü Wa continuaba afectándola y luchaba por rechazarla. —«¿Entonces ella tampoco es un ser humano común? —reflexionó dubitativa la dama oriental en armadura alada, analizando cuidadosamente a la atrevida humana que se le acercaba—. Ya veo… entonces Alalá recibió directamente una de las técnicas de Téngfēi… Quizás esa sea la razón por la cual es capaz de soportar la presión de una energía de naturaleza similar a la de mi hijo… Sin embargo, eso no explica el porqué no ha sucumbido ante la ‘Gran Voluntad’… Podría ser que… ¿su amor le haya otorgado tanta fuerza de repente?» —Nü Wa… —la llamó desafiante Casiopea, sacándola de sus elucubraciones—. Sé que tus intenciones son buenas al desear que renazcamos como entidades pacíficas, pero no puedo permitir que nos arrebates nuestros más preciados recuerdos. Como humanos, somos seres imperfectos por naturaleza, pero son precisamente los distintos matices de la existencia los que hacen de nuestras vidas algo hermoso. —Detente ahora mismo, Alalá —le instó la diosa oriental, intentando ocultar su nerviosismo—. Si te me acercas unos metros más, la sola fuerza cósmica concentrada de ‘Los Ocho Inmortales’ destruirá no solo tu cuerpo, sino que también fragmentará tu alma y la esparcirá en el infinito… La aludida ni se inmutó con aquellas solicitantes palabras, así que por primera vez Nü Wa se vio obligada a emplear en un tono severo: —¡Para de una vez! ¡No quiero que sientas más dolor!! —¡El dolor es parte de nuestras vidas como seres humanos! —replicó la valiente Alalá, con el mismo ímpetu que su interlocutora. La Amazona no retrocedería un solo paso en su lento calvario—. Ninguno de nosotros puede evitar sentir nostalgia, tristeza o decepciones, pero son precisamente aquellas dificultades las que nos dan fuerza y afianzan nuestros sentimientos más nobles. ¡Quizás para muchos de nosotros la vida no signifique más que sufrimiento constante y malas experiencias, pero es justamente aquello lo que nos enseña a apreciar más las pocas alegrías que experimentamos como humanos y a ser felices a pesar de todo! Saga sabía muy bien que no existían palabras que lograran detener a la mujer que amaba cuando se empecinaba en algo. Siempre le frustró lo testaruda que podía ser en ocasiones y ese momento crítico no fue la excepción. Tras tomarse muy en serio la advertencia de la diosa, el guerrero en cloth negra se desesperó al ver que Casiopea se acercaba cada vez más a ella; así que, haciendo un esfuerzo sobrehumano, consiguió moverse a rastras tras forcejear con la potente energía que lo aprisionaba. —¡Ya es suficiente, Alalá!!! —alcanzó a gritar, empleando todo el aire de sus pulmones. El intenso llanto que nacía en sus ojos azules congestionaba su campo visual—. ¡Detente, por favor!!! Ella así lo hizo, pero solo para girar ligeramente su enmascarado rostro hacia quien la había llamado con tanta efusividad. Dedicándole una brillante mirada serena y llena de paz, Alalá pareció despedirse en silencio del hombre que amaba. Tras encarar nuevamente a la doncella en ropaje divino, la Guerrera de Bronce continuó su dificultoso avance. —¡Te demostraré lo fuertes que pueden ser los lazos de amor de la humanidad! —aseveró Alalá, extendiendo el brazo con el propósito de alcanzar a la diosa con su más poderoso ken—. ¡Esto es por Atenea, por mi amigo Aioros, por Irene, por Kanon y… por mi amado Saga!!! 178
Saga: CATACLISMO 2012 —¡No pienso detener mi técnica! —advirtió la diosa, a fin de amedrentar a la mujer que se encontraba a tan solo un metro de donde ella se mantenía en pie—. ¡Por última vez te pido que no te atrevas a dar un paso más!! La pelirroja no acogió las palabras de su rival. Muy decidida dio el letal paso al frente en su intento por tocar a la diosa, quien al tener a la Guerrera de Bronce tan cerca, también extendió su mano hacia ella por instinto y alcanzó a acariciar ligeramente las yemas de sus dedos. No obstante, las consecuencias de la cercanía de Alalá con el cosmos de las deidades taoístas no se hicieron esperar. El poder luminoso concentrado que emanaban los rezos del grupo de ocho, destrozó en gran parte la armadura de tonalidades azuladas y púrpuras que vestía a la antaño pitonisa de Atenea. Su máscara agujerada también se deshizo entre chispas de luz, rebelando el decidido rostro de su portadora mientras se desplomaba inerte entre una estela de su propia sangre. Las células de la guerrera simplemente no fueron capaces de resistir tan desmedida cantidad de energía. Con absoluto remordimiento reflejado en su faz, Nü Wa retiró la vista de la imagen de la Amazona tendida sobre un amplio charco del líquido vital. —Su determinación y convicción fueron dignas de las que poseen los de su especie —susurró Nü Wa, intentando ocultar su congoja—. Es una lástima que aquellas cualidades a veces se vuelvan en su contra y representen también un arma de doble filo… La doncella oriental detuvo por completo la ejecución de su máxima técnica, tras ver que la cálida sangre de Alalá alcanzaba sus pies recubiertos en metal rosa. ‘Los Ocho Inmortales’ se desvanecieron en medio del aire y nuevamente la calma invadió la cima destruida de la Torre de Porcelana. Los tres guerreros de Géminis recuperaron los sentidos y el movimiento tras desvanecerse el cosmos rosáceo de la diosa. Kanon, por su parte, cayó exhausto sobre sus antebrazos para luego descargar su frustración de un violento golpe en el piso. Le dolía profundamente saber que no pudo mover un músculo para ayudar a su compañera de generación. Por otro lado, quien solía llamarse Dánae logró levantarse dando tumbos y, observando con cierto disgusto a la inmóvil Amazona a los pies de la deidad, se limitó a dar un suspiro que hacía evidente su frustración. Saga observó incrédulo cada momento de la tragedia sin poder hacer nada al respecto. Para él la escena transcurrió tan lentamente, que le pareció que el tiempo le tendía una cruel jugarreta al ralentizarse para que observe de mejor forma aquel horrendo instante. Fue tal el shock que recibió al ver a su amada en tan críticas condiciones, que se quedó pasmado y no supo cómo reaccionar a pesar de sentirse libre de la presión cósmica del ‘Último Sentido’. —¡Alalá!!! —gritó al fin, extendiendo ansioso el brazo para alcanzar la inerte figura de Casiopea. Viejas emociones que creía ocultas invadieron al antaño protector de la Tercera Casa. Hace veintiséis años tuvo la infortuna de presenciar la autoinmolación de su diosa con una daga dorada y, en ese instante, una desgracia similar se repetía con la mujer más importante de su vida… Inundados sus ojos de lágrimas, Saga tomó a Alalá en brazos y la acomodó con cuidado sobre su regazo. Grande fue su desesperación cuando percibió la extinción de sus últimos remanentes de cosmos y energía vital, y más aún cuando sintió su aún tibia sangre fluyendo entre sus dedos. —No… esto debe ser algún tipo de pesadilla… —declaró el Geminiano con las pupilas sumamente dilatadas a causa del indescriptible trauma emocional—. Tú… ¡Tú no puedes acabar de esta forma!!! Tan intenso fue su grito de negación que inclusive la diosa se sobresaltó por su potencia. Kanon observaba compungido el sufrimiento de su hermano, consciente de que era la primera 179
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco vez que lo veía expresar tan efusivamente su dolor emocional. No pudo hacer más que cubrirse el rostro con ambas manos en un gesto de fracaso y lamentarse en silencio. Mientras tanto Arce, aun con todo lo indiferente y fría que solía ser; sintió cierto remordimiento y decidió apartar su fastidiada mirada negra de la triste escena que producía confusas emociones en su corazón. —Tuvimos que pasar por tantas penurias para volver a estar juntos —le dijo el abatido guerrero a su desaparecida amada, tomándola con suavidad del mentón—, y al final nuestra historia ha terminado en tragedia… Gritando a lágrima viva, Saga abrazó con fuerza a la mujer que apreció desde la infancia. Se negaba a aceptar su pérdida, así que su instintiva reacción fue aferrarse desesperadamente a su todavía cálido cuerpo. —¡Me prometiste que… no me abandonarías cuando me obsequiaste la pulsera del señor Shion!! —vociferó con la voz entrecortada—. ¡Por favor, no me dejes solo! ¡Yo… te necesito!! ¡Yo… te amo, Alalá!!! —Perder a un ser querido es algo muy difícil de asimilar, Caballero —intentó consolarlo Nü Wa con un tono condescendiente y tranquilizador—. Al ser inmortal, he experimentado muchas veces el dolor del contemplar el deceso de muchas personas que he apreciado a lo largo de mi existencia. —¡Pudiste… detenerla!! —le recriminó el Geminiano, observándola con marcado resentimiento y furia—. ¡Pudiste detener tu técnica antes de que todo esto ocurriera!! —Te equivocas, Saga. No podía poner un alto a mi ken hasta que me demostraran la verdadera fuerza de sus vínculos —reaccionó un poco más seria la deidad asiática—. Fue justamente Alalá quien, con un ligero contacto de sus dedos, me transmitió y me ayudó a entender el verdadero poder del amor de la humanidad. Supuse que los sentimientos conjuntos que expulsaron con la ‘Exclamación de Atenea’ no eran suficientes para probarme que sus lazos… Una grave risa interrumpió el discurso de la diosa. Fue el Santo en armadura negra quien burlonamente soltó estridentes carcajadas en el momento menos apropiado. —¿Qué es lo que te parece tan gracioso? —le inquirió la divina dama, extrañada y un tanto irritada. El cuestionado ni siquiera le prestó atención y continuó riendo entre dientes. Parecía ser que su tristeza se había esfumado por completo, ya que, además, agachó la cabeza y esbozó una misteriosa sonrisa malintencionada. —Entonces era esto… —dijo Saga para sí con inexplicable regocijo—. Ahora entiendo por qué el Patriarca del Santuario de Atenea insistió tanto en alejar a esta humana de mi avatar… La larga cabellera del guerrero transmutó súbitamente de su azul natural a un oscuro gris. Aquel drástico cambio fue acompañado del nacimiento de un aura tan roja como la sangre, la cual cubrió no solo el ser entero del Geminiano, sino también la totalidad de la habitación destruida. Una sensación de desasosiego y zozobra invadió a todos los presentes al sentirse en contacto con esa nociva energía, en especial a la deidad china, que era quien se encontraba más cerca del Santo. —Alalá… mi grito de guerra —pronunció con orgullo el gemelo mayor, acomodando a la aludida sobre el piso—. Tu sangre era el catalizador que me permitiría despertar por completo desde que poseí el cuerpo de este Caballero de Oro… Nü Wa actuó por inercia al retroceder varios pasos. La creciente presencia maligna que sentía en Saga logró intimidarla, y más cuando éste se reincorporó con un talante completamente diferente y clavó sobre ella unos ojos escarlata que transmitían violencia y ansias de matar. 180
Saga: CATACLISMO 2012 —«Este cosmos tan inmenso y lleno de furia —reflexionó la dama oriental, frunciendo ligeramente el entrecejo para ocultar la sensación de incertidumbre que empezaba a invadirla—. Su energía posee una naturaleza divina similar a la del mismo Ra, pero la suya se siente diferente… Además, su mirada me dice que lo único que busca es saciar su sed de sangre conmigo…» El guerrero poseído dejó su medida euforia para ubicarse en tiempo y espacio. Adoptando un porte solemne y una expresión seria y un tanto arrogante, centró su atención en la doncella que tenía enfrente. —¿Cuál es tu nombre, mujer? —exigió saber él, dotando su voz de un profundo tono cavernoso. Parecía no impresionarle en lo más mínimo la belleza de la deidad, resaltada por la majestuosa presencia que le otorgaba vestir su Armadura Suprema. —No soy una mujer humana, si acaso es eso lo que supones. Mi nombre es Nü Wa y soy diosa china de la creación —se presentó ella muy segura, irguiéndose también con una pose digna y formal que denotaba su naturaleza divina—. Aunque por delicadeza, debiste ser tú quien se presentara primero ante mí. —La delicadeza no es una de mis cualidades, te lo aseguro. Pero ya que insistes en conocer mi identidad, debes saber que soy Ares, dios griego de la guerra…
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CapĂtulo 55
ÂĄRenace el dios de la guerra! El caos se desata en territorio chino
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Saga: CATACLISMO 2012
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Torre de Porcelana== Todos los presentes ahogaron interjecciones de asombro, conociendo la identidad del espíritu que acababa de despertar en el interior de Saga. De entre ellos, Kanon se veía más afectado, ya que era uno de los más terribles dioses olímpicos quien ocupaba el cuerpo de su hermano. Escalofríos atenazaron su cuerpo y le advirtieron sobre lo inminente de la sangrienta batalla que, debido a la terrible fama del dios, suponía se desataría en poco. Además, su frustración fue comprensible y notoria, porque hace pocos minutos los gemelos habían jurado luchar juntos por Atenea. —No imaginaba que un miembro de un panteón ajeno al griego, se atrevería a intervenir en la guerra perpetua que enfrenta a los humanos con los dioses —manifestó con voz grave el de cabellera gris, posando su entrecerrada mirada roja sobre la deidad femenina que tenía a pocos metros—. Aunque por las condiciones en la que se encuentra este lugar, debo suponer que estos guerreros te han causado bastantes problemas, Nü Wa… —¿Qué es lo que pretendes en mi territorio, Ares? —le preguntó con altivez la aludida al más reciente invasor, plantándosele con porte solemne. —No sólo en estas tierras, sino en la madre Gea entera; lo que pretendo se puede resumir en una sola palabra: ¡Destrucción!! Aquella funesta palabra fue pronunciada con tanto ímpetu, que la doncella en Armadura Suprema no pudo evitar sentirse estremecida, y más cuando el poseído Géminis Negro esbozó una malévola media sonrisa que cortaba como un cuchillo. El intimidante gesto fue acompañado por la expansión del aura del dios griego, cuyas fluctuantes formas de tono sanguinolento se abrieron paso desde la cima de la torre hacia la totalidad de los predios chinos. Las consecuencias no se hicieron esperar y enseguida animales y plantas fueron corroídos de manera horrible al simple contacto con tan nociva manifestación de energía divina. Lo único que se mantuvo en pie tras tan abrumadora demostración de poder destructivo, fue el Árbol de Inmortalidad. —¡Detente!! —le exigió alarmada la dueña y señora del jardín afectado, encendiendo también su cosmoenergía divina en contrarréplica—. ¡No tienes el derecho de acabar así con la vida natural! Ares supo controlar su poder, sólo para reír irónicamente de las palabras recién proferidas por su interlocutora. —Los humanos tampoco tienen el derecho de acabar con la vida de este modo, pero aún así lo hacen y de un modo más lento y malicioso —aseguró el dios de la guerra con cierto dejo de orgullo—. ¡Su crueldad inherente es la razón por la que son mi especie preferida! Las eufóricas carcajadas del dios incomodaron y enmudecieron a su contraparte asiática, quien, apretando puños y dientes, permitió que la frustración se apoderase de su ser. En algún momento, ella también pensó que la humanidad era la única responsable por la destrucción del medio ambiente. —Y eso no es todo, Nü Wa —continuó diciendo emocionado el helénico—. Lo que más me fascina de la humanidad, es que gracias a ellos puedo regodearme con la violencia y masacres que desatan durante sus guerras. Es un espectáculo sublime presenciar la fuerza bruta y ansias de matar que reflejan sus rostros cuando pelean entre sí. Son una raza tan admirable, que inclusive se sobreponen a sus miedos más profundos para liberar sus instintos y descubrir la sed de sangre. ¡Solo ellos son 183
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco capaces de deleitarme con el sonido de incontables estampidos de espadas, violentas explosiones y con los dulces alaridos de sufrimiento de inocentes! ¡Gracias a la humanidad me puedo sentir vivo, al observar sus cadáveres descomponiéndose y los campos de batalla teñidos con el rojo perfecto de su sangre!! Las crueles declaraciones de Ares fueron el factor que terminó por sacar de sus casillas a Kanon. El guerrero en cloth blanca se dejó llevar por sus impulsos de rabia y enseguida dio un raudo salto horizontal hacia la deidad de la guerra. Pegando un furioso grito durante su trayectoria, extendió el puño con el objeto de acabar con su desalmado rival con un potente golpe; sin embargo, era tal la fuerza que poseía el dios tras su despertar, que le bastó solo el toque de su dedo índice para detener por completo la agresión, y de paso paralizar en medio del aire al atrevido humano. —Maldito… —le increpó el atacante sin amedrentarse, todavía forcejando con el puño a pesar de la indescriptible presión cósmica que producía sobre él la sola presencia del dios—. ¡Abandona ahora mismo el cuerpo de mi hermano!!! Ares no prestó atención a la vehemente exigencia. En lugar de responder, giró el rostro hacia Nü Wa y le dedicó un inquietante semblante que desbordaba regocijo. —¿Lo ves? Esto es justamente de lo que te hablaba. El gemelo de mi avatar te ha demostrado ese ímpetu, rabia y agresividad que caracterizan a los de su especie. ¡Los humanos siempre se dejan llevar por estas estúpidas emociones rudimentarias y, a pesar de su evidente inferioridad, creen que son capaces de desafiar a los dioses! A Ares sólo le hizo falta una gesticulación que denotaba desprecio para castigar al osado humano que levantó la mano en su contra. Con un simple ademán lo catapultó a grosso modo hacia el lado opuesto, como si de un veloz proyectil se tratase. Kanon apenas pudo percatarse del instante en el que fue herido de gravedad por la emanación de energía carmesí de su antagonista divino, y por un instante se abstrajo de tiempo y espacio al ser arrastrado y revolcado por lo que antes fue el duro piso de la cima de la torre. A punto estuvo el abatido guerrero de cabellera azulada de precipitarse desde el borde del edificio, pero una providencial intervención evitó la desgracia: Arce logró contener el maltrecho e inmóvil cuerpo de Kanon antes de que éste se desplome desde tan considerable altura. Como si de una fierecilla acorralada se tratase, la portadora de Géminis se aferró a quien acababa de rescatar e, intentando ocultar el pánico que transmitía el brillo de sus pupilas, observó al majestuoso dios que apenas en ese momento notó su presencia. —Cabellos y ojos de un negro tan profundo como el de la más oscura noche —le dijo Ares, escrutándola con una desconfiada mirada—. Tú eres Arce, la hija de Taumante y Electra, quien traicionó a la primera generación de Olímpicos y se convirtió en Mensajera los Titanes durante la guerra en la que luchó mi padre Zeus. A la semidiosa le dio un brinco el corazón al sentirse descubierta. No supo reaccionar al saber que quizás Ares intentaría castigarla por su participación en la ancestral Titanomaquia. —¡Vamos, Arce! ¡Di algo a tu favor! —le exigió el griego con voz potente—. ¡O al menos ten la decencia de confesar que has vuelto para vengarte de nosotros los dioses por arrojarte al Tártaro! ¡Admite que has estado manipulando a estos guerreros humanos para materializar tus egoístas propósitos!! —¡Te equivocas! —renegó indignado Kanon, apenas con fuerza para separarse de los temblorosos brazos de quien veía como su compañera—. ¡Ella no es ningún ser malvado! ¡Ella es Irene de Géminis, y es toda una Guerrera de Atenea!!!
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Saga: CATACLISMO 2012 Su casi destrozada armadura blanca denotaba el paupérrimo estado en el que se encontraba su portador. La represalia de Ares fue más severa de lo que esperaba, ya que abrió las heridas de sus combates más recientes. Fue un esfuerzo monumental para él reincorporarse y plantarse tambaleando ante el dios, pero al final logró mantener el equilibrio y colocarse frente a su sucesora en una actitud valiente y protectora. —No me importa que sean los mismos dioses quienes nos amenacen —añadió, armado de convicción—. Como Santos de Atenea, tenemos la misión de detener a cualquiera que ponga en peligro la vida en nuestro planeta y, además… ¡Juntos te demostraremos que los humanos no somos unos asesinos despiadados! —Kanon aprovechó la emoción del momento, descargando los contenidos de su corazón con el dios que de manera tan indiferente lo escuchaba—: Es cierto que he cometido errores imperdonables, y que por lo tanto merezco cualquier improperio de tu parte… ¡Pero no permitiré que hables mal de Irene! ¡Ella es la mujer bondadosa y justa que salvó mi vida hace décadas, y por esa razón no la dejaré sola en este combate!! Remanentes del espíritu original de Irene provocaron que las palabras del humano alcanzasen el corazón de la semidiosa. En ese momento ella no supo por qué, pero lágrimas fluyeron espontáneamente desde sus ojos, y más cuando las fervientes frases que recién escuchó se complementaron con la imagen del sereno y sonriente guerrero que las acababa de pronunciar. Quien solía llamarse Dánae fue conmovida al ser la primera vez en toda su existencia que se abría a la sinceridad y calidez de un ser humano. Sacudiendo la cabeza para salir de su embelesamiento, la dama dorada recuperó su talante habitual tras enjugar con rabia sus lágrimas. Le irritaba sentirse y mostrarse débil en un momento tan crítico, así que, impulsada por el naciente sentimiento que no sabía le inspiraba la gemela de su avatar; decidió abandonar temporalmente sus planes de venganza para apoyar a Kanon. Colocándose a un costado de él, adoptó una pose de batalla que hacía evidente su deseo de luchar hombro con hombro al lado de quien depositó toda su confianza en ella. —Entonces que así sea, Kanon —declaró muy decidida la semidiosa, echando atrás su larga cabellera azabache en un arrogante gesto—. Al ser la actual portadora de la armadura de Géminis, haré valer mi rango de Amazona de Oro… junto a ti… En silencio Nü Wa se percató de lo mucho que le costó decir aquellas últimas palabras a quien hace poco batalló contra ella. En silencio se limitó a sonreír conmovida, sabiendo que acababa de surgir un fuerte vínculo afectivo entre Kanon y Arce. Lazos nacientes que consideró podrían llegar a ser tan fuertes como los que compartieron el poseído gemelo y Alalá. Vínculos afectivos que tal vez serían capaces de trascender del tiempo, la muerte y hasta del mismo poder de los dioses… —Interesante… —dijo Ares con su clásica sonrisa hiriente. Al mismo tiempo, pasó la lengua por instinto sobre el dorso del agrietado guantelete de la armadura negra de Géminis que portaba. La sangre de Alalá todavía manchaba gran proporción de la cloth oscura y su sabor lo vitalizaba y le producía regocijo—. Veamos lo que puede hacer el peculiar equipo formado por el hombre que engañó al mismo Poseidón y la semidiosa que traicionó vilmente a los Olímpicos ancestrales… A punto estuvieron los tres contendientes de batirse en encarnizado combate, cuando una autoritaria voz femenina rompió la tensión del momento: —¡Deténganse ahora mismo!! —les exigió exasperada la diosa de la creación—. ¡No permitiré que se derrame más sangre en territorio chino!! —Es inútil que intentes impedir lo inevitable, Nü Wa —replicó Ares con tono irrespetuoso, sin retirar la vista de quienes ansiaba destruir con sus propias manos—. La guerra sangrienta y brutal que por tanto he esperado, ha comenzado nuevamente. Una vez más los humanos han encendido aquel detonante que siempre les hace dejar a un lado la falsa paz en la que ingenuamente creen vivir. ¡Aquella 185
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco paz que se esfuma cuando uno solo de ellos muestra ambiciones de poder, riquezas o territorio; lo cual provoca como consecuencia la pérdida de las vidas de millones en una guerra! —Ares se dejó llevar por un descontrolado regocijo. Sus ojos escarlata chispeaban de emoción—. ¡Sé muy bien que Kanon y Arce no son muy diferentes a la mayoría de la humanidad y, aunque tal vez sus ambiciones sean distintas, gracias a sus ansias por intentar detenerme he despertado mi deseo nato por sembrar el caos y la destrucción sobre toda la Tierra!! ¡Me hierve la sangre al saber que podré consumir la vida de cada ser vivo en el planeta con una guerra perpetua!! Un tenso silencio invadió la intemperie que antes fue la bella habitación de la deidad china, quien se sintió indignada y estremecida por las efusivas declaraciones del dios heleno. En medio del desasosiego que le producía la cosmoenergía encarnada que éste manaba, Nü Wa supo relajarse tras exhalar profundamente, y se armó de convicción para responder sin sonar vacilante: —Dos de mis Guardianes, a quienes considero como mis auténticos hijos; se encuentran ahora en la Tierra —le comunicó la doncella en Armadura Suprema al cruel dios, clavando unos amenazantes ojos rosas sobre su figura. El tono de su voz se tornó retador y severo como nunca antes—. Les prometí una vida pacífica como recompensa por todos sus esfuerzos, y por lo tanto no toleraré que arruines su felicidad perfecta con tus deseos de destrucción. ¡No permitiré que hagas lo que te plazca con la Tierra y con la vida que existe en ella, Ares!! Kanon y Arce se sorprendieron sobremanera con las declaraciones de la deidad china. —¿Una vida pacífica en la Tierra? ¿Felicidad perfecta, dices? —preguntó fastidiado el espíritu del olímpico a través de la voz de Saga—. Eres igual de ingenua que Atenea. De hecho, me la recuerdas bastante… —La mirada escarlata de Ares cambió de regocijo a naciente ira. Le exasperó la nueva actitud de quien supuso no se atrevería a detenerlo—. Te diré lo mismo que en alguna ocasión le expresé con desprecio a la ilusa de mi hermana: “No existe nada más patético que una diosa-humana…” —No soy como Atenea —lo contradijo Nü Wa, intentado obviar las hirientes afirmaciones de su interlocutor. En medio de la tensión de aquella situación que jamás habría imaginado, la dama oriental recordó el contacto con los dedos de Alalá y no dudó al pronunciar su siguiente discurso: —Pero al igual que la diosa protectora de la Tierra, también quiero creer que hasta el último de los seres humanos posee nobles sentimientos. Quiero creer en sus poderosos vínculos afectivos y… ¡Quiero creer que la humanidad ha ganado su derecho a existir junto con la naturaleza!! La pareja de portadores de Géminis sintió que la esperanza volvía a nacer en sus corazones. Las declaraciones de la diosa lograron conmoverlos y su cosmos luminoso empezó a transmitirles un sentimiento de protección y seguridad. Arce y Kanon entendieron en silencio que Nü Wa había decidido apoyarlos en el combate contra el dios de la guerra, y más cuando ésta se posicionó en medio de ellos. —Consideraré tus palabras como un insolente desafío —declaró con prudencia el dios bañado en un aura sanguinolenta—. Sólo no esperes que tenga la mínima consideración contigo. Aunque solamente seas una inofensiva ‘niña china’ que cree ser una diosa creadora, te destruiré sin piedad… Tan distraído estaba Ares en sus improperios, que no vio venir el vertiginoso rayo de luz que surcó el aire y peligrosamente se dirigió hacia su rostro. Apenas tuvo la capacidad de reacción para esquivarlo parcialmente, sin poder evitar que rozara y lastimara su mejilla. Al levantar su sorprendida y confundida mirada, notó que la causante de la agresión fue la diosa en Armadura Suprema quien, con una expresión de enojo en el rostro y con el brazo aún extendido y humeante; lo miraba indignada.
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Saga: CATACLISMO 2012 —Sólo un dios se atrevió a llamarme de ese modo —señaló implacable ella, al tiempo que descansaba la mano con la que disparó su resplandeciente arremetida—. ¡No soportaré más faltas de respeto! La ira reverberaba desde lo más profundo del corazón del dios de la guerra. Sentir la tibieza de su propia sangre recorriéndole el rostro, le impulsaba a atacar sin contemplaciones a su agresora; no obstante, supo controlar sus naturales instintos agresivos tras contemplar impactado la figura de la doncella. Ares notó que algo había cambiado drásticamente en esa bella dama divina. Atrás quedó su aire inocente, para ser reemplazado por uno más decidido y aguerrido. Sus pupilas rosas estaban encendidas en amenazante furia y transmitían su convicción y deseo de batallar para proteger la creación divina. Desde su despertar, Ares subestimó a Nü Wa debido a la que consideraba una actitud suave y pacifista en su hablar y actuar. Hecho que se complementó para él al verla vistiendo aquella armadura de formas delicadas y femeninas. A primera vista dedujo que ella no estaba familiarizada con el cruel mundo de las guerras, y eso fue lo que provocó que la hiciera de menos. —Entonces vas en serio… —profirió el griego, sonriendo con naciente entusiasmo. Le emocionaba al extremo saber que logró despertar el lado agresivo en su futura contrincante—. Admito que te estuve subestimando todo este tiempo, Nü Wa, ¡pero de ahora en adelante te trataré como a una igual!! ¡Como a toda una diosa!! Aceptando en silencio las palabras de su contraparte, la aludida rasgó parte de la túnica blanca que sobresalía de una de las piezas de su armadura y, sin demora, recogió su cabellera castaña en una coleta y la amarró con aquella pieza de seda. En un parpadeo, la deidad china magnificó su energía divina a niveles insospechados. Su radiante cosmos ya no se percibía calmado, sino agresivo y aguerrido. —La naturaleza de mi cosmoenergía corresponde al elemento de la Luz —resaltó Nü Wa, haciéndole frente a su rival con valentía—. He destinado dicha energía benigna a dar vida y curar heridas, pero también soy capaz de adaptarla para crear devastadoras técnicas… No pretendía hacerlo, pero me has obligado a demostrarte que soy una diosa que es capaz de desenvolverse perfectamente en una lid… A punto estuvo la deidad asiática de lanzarse hacia adelante en un atrevido movimiento, pero su próximo oponente la instó a detenerse con un implacable ademán. —Espera un momento —le dijo con solemne seriedad. —¿Qué ocurre, Ares? —reaccionó ella, extrañada—. ¿Acaso no ansiabas batallar conmigo? —Ciertamente, diosa china de la creación, pero si vamos a combatir hasta la extinción, al menos permite que sea en igualdad de condiciones… El tono del dios no admitía disputa, así que su interlocutora se limitó a aceptar la proposición, asintiendo en silencio. Enseguida el espíritu de Ares abandonó el cuerpo de Saga en la forma de una indefinida masa de efluvios rojos. Acto seguido, el informe ente translúcido se sumergió en la aún cálida sangre de Alalá que se extendía por el piso, la cual pareció hervir y burbujear después de fusionarse con la esencia del dios. No pasó mucho tiempo para que la torre entera se sacudiera, tras emerger la figura de un fornido hombre desnudo desde el líquido vital de la desaparecida Casiopea. 187
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco El recién aparecido se arrastró un par de metros con cierta dificultad, para luego incorporarse lentamente y plantarse altivo ante los tres contendientes que lo observaban impactados. Tras enjugar con el antebrazo la sangre que todavía embadurnaba su perfecto rostro, aquel extraño echó atrás su frondosa cabellera de tonalidad grisácea. —Extrañaba mi cuerpo original —manifestó Ares desbordando regocijo. El escarlata que rodeaba sus pupilas era comparable con el del más perfecto rubí, y provocó que Nü Wa, Kanon y Arce dieran un respingo cuando aquella voraz y resplandeciente mirada se clavó implacable sobre ellos—. Por fortuna, la sangre de Alalá me permitió regresar también en mi apariencia original y, además… Una vez más la sangre derramada de la aludida se agitó con violencia, esta vez para dar nacimiento a los componentes de la sagrada armadura del dios griego de la guerra. Con atronador ímpetu, las piezas del recién surgido Kamui encajaron a la perfección sobre el hercúleo cuerpo de su ancestral dueño, provocando que éste se sintiera tan vivo y rebosante de poder como en la era mitológica. Un deslumbrante rojo sangre predominaba en la armadura, cuyas pesadas placas metálicas mostraban un diseño estilizado pero a la vez amenazante, que poco a poco provocaba naciente desconcierto en quienes por primera vez contemplaban la apariencia original de un dios olímpico en toda su gloria. Tan sobrecargada y férrea protección parecía no tener puntos débiles al cubrir por completo el cuerpo de su orgulloso usuario, quien a simple vista lucía cómodo y libre de movimiento, a pesar de estar soportando el inmenso peso del ostentoso ropaje en conjunto. De todos los elementos del Kamui, el que más llamó la atención de los presentes fue el enorme yelmo que cubría su cabeza. Tan exagerado casco encrestado de clásico diseño griego le cubría casi por completo la faz, dejando visibles únicamente sus ojos cual dos faros rojos, surgiendo intimidantes entre la oscuridad y el misterio. —¡Cuando quieras, diosa china de la creación! —le instó emocionado el de majestuosa y amenazadora apariencia, con un histriónico gesto—. ¡Hagamos que el enfrentamiento de dos deidades de diferentes panteones sea algo digno de narrar por milenios!! —¡Que así sea entonces, Ares! —lo desafió a la vez Nü Wa, extendiendo con fuerza las alas de su armadura y adoptando una evidente pose de combate—. ¡Lucharemos por el destino de todo lo que existe!! Ambas deidades liberaron sus inconmensurables cosmos en la misma proporción, lo cual provocó que el territorio chino entero temblara con violencia. Mientras que una de las mitades del jardín fue todavía más devastada por la dañina energía encarnada del dios griego, la otra proporción del bastión fue cubierta por el aura bondadosa de la dama asiática, cuya intensa luz fue suficiente para contrarrestar al contacto la muerte que en primera instancia provocó la expansión cósmica de su rival divino. Exuberante vida vegetal surgió bellamente en aquella porción de terreno antes yermo, con el solo contacto con el resplandor que ella manaba. Ante la mirada atónita de humano y semidiosa, griego y china se abalanzaron al unísono hacia el otro. La velocidad de ambos fue tan extrema, que ninguno de los dos Geminianos consiguió siquiera contemplar la acción que acontecería a continuación: Ares se había arrojado con ambos brazos extendidos y las manos abiertas, ansioso por estrangular el frágil cuello de su contendiente; no obstante, él no contaba con que ésta tendría la suficiente fuerza y capacidad de reacción para agarrar con firmeza sus musculosas extremidades y evitar así que la lastime. —¡Excelente, conseguiste detenerme! —bramó gratamente sorprendido el heleno, aún forcejeando para soltarse y asfixiarla—. ¡No eres nada débil a pesar de tu apariencia delicada! 188
Saga: CATACLISMO 2012 La deidad creadora no respondió, estaba demasiado concentrada en seguir conteniendo el salvaje ataque. Sabía muy bien que no debía mostrar debilidad ante su rival, a pesar de que le estaba costando gran esfuerzo detener su fuerza brutal. —Eres una diosa aguerrida, lo admito, pero no me equivoqué al aseverar que no conocías nada sobre el mundo de los combates —señaló confiado Ares, al no escuchar réplica—. Acabas de cometer un grave error de estrategia al arrojarte a mí de un modo tan impudente. Es evidente que no consideraste que todo en mí constituye un arma: Mi cuerpo físico, mi armadura e inclusive mi cosmos… Varios adornos afilados y puntiagudos sobresalían de ciertas piezas del Kamui de Ares, elementos que el dios griego empleó para aplicar centenas de veloces golpes a su contraparte china, quien, con gran habilidad y destreza, consiguió evadirlos en gran mayoría. —No te será sencillo vencerme, Ares —aseveró la agredida en medio de la vertiginosa lid que producía incontables estallidos y resplandores. Había recibido ya varios golpes directamente con su cuerpo pero, para fortuna suya, la resistencia de su Armadura Suprema le fue suficiente para evitar que los bestiales embates le hagan daño—. ¡Aunque quizás cometa errores de estrategia, no debes subestimarme! —¡Pues eso ya lo veremos!! El dios ataviado en armadura divina cambió su modalidad de ataque. Decidió poner fin a su propia lluvia de golpes con un único y repentino tackleo aplicado con todo su peso. Tan potente resultó aquel derribe reforzado con el metal de un Kamui, que la diosa no pudo evitar ser disparada estrepitosamente hacia una pila de escombros de lo que antes fue la habitación principal de su torre. Sobremanera aturdida y desorientada, Nü Wa apenas pudo percatarse de que Kanon y Arce la estaban ayudando a reincorporarse, tomándola de ambos brazos. Alarmados al verla vulnerable, ambos habían reaccionado enseguida, acercándosele con la intención de protegerla. —Gracias, guerreros… —alcanzó a musitar la deidad femenina, clavando su mirada rosa sobre la imponente figura de su peligroso antagonista. Apenas la diosa recuperó el equilibrio, los portadores de Géminis se colocaron frente a ella y alzaron la guardia. Ambos tenían la convicción de hacerle frente a Ares sin detenerse a pensar en las consecuencias. —Esperen —les dijo la doncella oriental a sus protectores con cierta dificultad. El dolor más intenso que había sentido, nació desde el interior de su plexo solar, que fue donde impactó la arremetida de Ares. Faltaron milímetros para que el adorno afilado en la hombrera carmesí le atravesase la protección del abdomen. Muy para sus adentros, la frustración empezaba a invadir a la diosa, ya que sabía que su poder disminuyó tras recibir directamente la ‘Exclamación de Atenea’ y ejecutar su máxima técnica creadora. —Esperen, por favor —repitió suplicante—. No imaginaba que el dolor físico fuese algo tan terrible de soportar, y por lo tanto mi deseo es que no lo continúen experimentando en este combate. —Pero… Nü Wa… —intervino vacilante Kanon—. Nosotros somos Caballeros de Atenea y estamos acostumbrados a… —No insistas, por favor —le interrumpió más inflexible la diosa—. Les dije que lucharía por mis hijos y por la humanidad entera. Eso debería ser suficiente para ustedes… —No conmueves a nadie con tu actitud benevolente, diosa china —señaló en tono vejatorio la deidad de la guerra—. Si tanto deseas que ese par no continúe sufriendo y estorbando nuestro combate, ¡haré realidad tu deseo al desaparecerlos sin dolor! 189
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Si la armadura divina que vestía el dios lucía amenazante, la lanza y escudo que se materializaron entre sus manos lo eran mucho más. El par de peligrosos artefactos escarlata —que también formaban parte del Kamui olímpico— resplandecían y resonaban como si poseyeran vida propia. Sin pensarlo dos veces, el propietario de las recién aparecidas armas las arrojó con furor hacia sus tres oponentes. Tanta potencia imprimió la trayectoria de ambos objetos, que para quienes los vieron acercarse, éstos lucieron como un par silbantes rayos de luz encarnada. A punto estuvieron lanza y escudo de impactar sobre la desprevenida diosa, cuando una intervención providencial evitó la desgracia: Un par de intensos resplandores emergidos de la nada —uno azul y uno rojizo— se interpusieron justo a tiempo en el camino del ataque a traición de Ares, deteniéndolo en seco. —¡¿Pero qué…?! —El dios de la guerra sonó confundido al ver sus armas inútiles sobre el piso destrozado, y más cuando las luces intrusas fulgieron con mayor intensidad para mostrar lo que ocultaban: —Son las armaduras de Quinglong y Zhuqué —señaló sorprendida la doncella, quien al parecer era la única que reconocía los recién aparecidos ropajes metálicos. Armadas en la forma de dos de las cuatro bestias sagradas —o ‘Sì Shòu’—, las protecciones lucían radiantes levitando enfrente de su creadora. El par de armaduras pertenecían a los Guardianes chinos que no tuvieron oportunidad de intervenir en el combate: El desaparecido representante del poderoso Rey Dragón azur del este y, quien al nacer sería protegida por el ave de fuego bermellón del sur. —Mis niños… Sus espíritus vivían dentro de las armaduras e hicieron todo lo posible por protegernos —añadió en un hilo de voz mientras, con llanto aflorando de sus ojos, se acercaba conmovida al ropaje azulado que evocaba al clásico dragón chino y al rojizo ensamblado en la figura del fénix oriental—. Juro que en nombre de ambos, protegeré la creación de la amenaza de Ares… Renshū… Míngzhū… A centímetros estuvo de acariciar las armaduras, cuando éstas se hicieron añicos repentinamente. Con profundo pesar, Nü Wa entendió que la resistencia de los ropajes que diseñó y forjó no fue suficiente para contener el ímpetu del ataque bárbaro de Ares. La más grande impotencia se apoderó de su espíritu, al contemplar la hermosa lluvia de metales multicolores que se precipitó suavemente sobre sus palmas abiertas y temblorosas. —¿Lágrimas otra vez? —inquirió fastidiado el dios griego—. No me digas que te entristece la destrucción de esos inútiles remedos de armaduras. —¡Eran los espíritus de mis hijos!! —reaccionó furiosa la dama en Armadura Suprema, resaltando extrema ira en su mirada fucsia—. ¡Alguien despiadado como tú jamás entendería lo que significa perder a un ser querido!! Internamente, Ares admiró la nueva actitud furiosa de su contendiente. Le impresionó verla rebosando rabia, mientras se le plantaba con altivez. Lo mejor de todo, además, era que su rival se dejaba llevar fácilmente por sus provocaciones, y que aquello constituiría una gran ventaja para él. —Tienes razón, Nü Wa. No me duele en lo más mínimo perder a alguien cercano —respondió con frialdad la deidad guerrera, relajando su pose—. Aliados o enemigos, para mí todos son sólo artefactos, piezas que utilizo a placer durante una guerra. —Monstruo…
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Saga: CATACLISMO 2012 Aquel improperio que se le escapó a la diosa en un impulso de indignación, provocó la risa entre dientes del aludido. —Deberías preocuparte menos por insultar a otros y más por las falencias en tus métodos de batalla. Al paso que llevas, jamás conseguirás siquiera lastimarme, ya que a leguas se nota que no sabes luchar —Un agobiante escalofrío recorrió la espina de la diosa. A pesar de seguir mostrando aplomo y seriedad, se sintió desnudada por las palabras de su peligroso contendiente—. Hasta el momento, lo único que has conseguido es defenderte gracias a la resistencia de tu armadura, pero créeme que pronto cederá y quedarás indefensa. Además, continúas cometiendo graves errores básicos de estrategia. No debiste atreverte a enfrentarme sin antes proteger una parte vital de tu cuerpo: La cabeza… Aparte de por su fuerza física, Ares también era conocido por su prodigiosa velocidad, solo superada por la del mismo dios Hermes. En ese momento, el heleno hizo uso de aquella cualidad para trasladarse sin previo aviso a pocos centímetros de su antagonista, quien ni siquiera fue capaz de notar su presencia hasta que lo vio con la pierna extendida hacia su sien. Ares consideró que una patada fulminante sería suficiente para machacar el cráneo desprotegido de la castaña. Ninguno de los presentes logró reaccionar o siquiera moverse ante la rauda y mortal arremetida…
==Hace unos minutos. Lu Shān, China== Jíngfēi —la Guardiana protegida por la bestia sagrada llamada Xuanwu— se sintió despertar de un hermoso sueño. Lo único que percibía era la agradable sensación que le otorgaba el confort y la tranquilidad de un descanso que le parecía eterno. Tan abstraída se encontraba en su sopor, hasta que su aún nublada mirada celeste se encontró con una figura inusual: Un majestuoso tigre blanco se encontraba plantado frente a ella y parecía cuidarla en absoluto silencio. La imagen del felino la sacó enseguida de su ensimismamiento, así que, de un salto, se reincorporó alarmada a fin de defenderse de una eventual agresión; no obstante, supo calmarse tras reconocer lo que se encontraba ante ella: —Es la armadura de Téngfēi —señaló extrañada para sí, escrutando con atención la inmóvil protección de su compañero, reposando a manera de object—. ¿Cómo es posible que…? La joven mujer en armadura blanca y negra apenas fue capaz de ubicarse en tiempo y espacio. Le fue difícil terminar sus elucubraciones, ya que su mente se abstrajo en el hermoso paisaje que se presentaba ante ella: Altas formaciones montañosas forradas en exuberante vegetación boscosa, se elevaban imponentes entre la densa niebla que se extendía a sus faldas. A lo lejos se escuchaba el trinar de las aves y las corrientes de ríos y cascadas golpeando con brío las rocas. Era la primera vez que Jíngfēi tenía la oportunidad de presenciar una escena como la que le ofrecía aquel inhóspito terreno, así que por un momento se dejó llevar por su belleza. Se sintió maravillada, y más al saberse en un sitio privilegiado para contemplar el milagro de la vida natural que abundaba en el lugar: la cima de una de las montañas. La atención de la Guardiana se había distraído de lo que provocó intriga en ella en primera instancia, hasta que dio un respingo al recordar la batalla que hace poco libró contra Dánae de Géminis. —¿Qué fue lo que ocurrió después de que esa extraña mujer encendiera su cosmos dorado? —se preguntó confundida. Alejados de su memoria quedaron los instantes en los que batalló contra su compañero de Baihu bajo el dominio del ‘Satán Imperial’—. ¿Cómo llegué a este lugar? 191
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Nos encontramos en China —le comunicó una suave voz femenina detrás de ella—, en los Cinco Antiguos Picos. Sobresaltada, Xuanwu se giró para encarar a quien le había hablado con tanta cordialidad. Su instinto le obligaba a protegerse de la intrusa con sus técnicas, pero supo controlarse al ver que se trataba de una mujer de apariencia indefensa. En un inicio, Jíngfēi sintió seria desconfianza y cautela hacia la recién aparecida, pero en pocos segundos consideró que ésta no constituía un peligro. Sentir la serenidad que transmitía el rostro de aquella humana ataviada en un humilde atuendo tradicional purpura, le instó a bajar la guardia. —Tú no eres una guerrera —declaró incómoda la joven de mirada celeste, tras varios segundos en silencio—. Serías incapaz de hacerme daño, ¿cierto? —No me atrevería a lastimarla, señorita —respondió sonriente la mujer de cabellera negra en trenza, reaccionando a la inocencia de su interlocutora—. Es más, hace mucho tiempo el viejo maestro me enseñó a tratar bien a los visitantes. —Este tigre —le dijo la primera mujer de la nueva especie, señalando con el dedo la armadura en estado pasivo de su compañero—. ¿Has visto por aquí a su dueño? —Es un joven bastante amable —contestó alegre la dama oriunda de Rozán—. Ahora mismo se encuentra descansando cerca de aquellos arbustos. Enseguida la Guardiana del invierno se dirigió al lugar apuntado. Escoltada por la mujer que tan amablemente la recibió, sorteó unas pocas plantas no muy lejos de allí y halló al Adán contemporáneo sentado a orilla de un profundo acantilado. El representante de Tigre Blanco permanecía inmóvil y con una opaca mirada perdida en el paisaje. A Jíngfēi sin duda le costó reconocer al custodio del oeste en aquel rostro ausente y carente de la tranquilidad que siempre lo caracterizó. —¿Téngfēi? El aludido giró la faz al escuchar su nombre. De alguna forma intentó sobreponerse a la nostalgia que sentía, regalándole a su compañera una fingida sonrisa que no pudo ocultar su amargura. —Jíngfēi… Me alegra tanto que estés bien. —¿Qué fue lo que ocurrió? —preguntó enseguida ella, obviando las evidentemente forzadas palabras proferidas por Baihu. —No importa lo que ocurrió… —Fue la seca y fría respuesta del inquirido, para luego encarar nuevamente el vació y dotar su voz de un tono aún más taciturno—. Lo único que debes saber, es que todo terminó ya… La Tortuga-Serpiente no admitiría tal respuesta, así que, en un arrebato de ira, agarró por la fuerza las ropas del compungido joven, obligándolo a darle la cara. —¡Te conozco bien, Téngfēi, y sé que me estás ocultando algo! —le gritó, clavando sus chispeantes ojos celestes sobre los turbios verdes que intimidados la observaban—. ¡Te exijo que me digas qué fue lo que ocurrió en la Maravilla Suprema!! El Guardián otoñal dio un suspiro y le desvió la mirada. Solo al verla tan enojada se decidió a hablar, aunque fue incapaz de contarle la parte en la que ambos protagonizaron un encarnizado combate, en el cual ella estuvo a punto de matarlo.
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Saga: CATACLISMO 2012 —No pude evitar que nuestra señora Nü Wa nos envíe a Rozán… Ella ya no desea que luchemos a su lado… Jíngfēi no fue capaz de salir de su incredulidad. Por instinto soltó a Baihu y consternada se llevó la palma de la mano a la boca. Sus pupilas se habían dilatado, ya que simplemente no podía concebir que su creadora acababa de prescindir de ella, su protectora más fiel. —No… No lo aceptaré… —balbuceó la Quimera Negra, apretando puños y dientes—. ¡Debemos volver y proteger a nuestra diosa! —No volveremos, Jíngfēi —la contradijo él, masticando sus palabras—. Aunque me duela en el alma, pienso respetar la voluntad de nuestra creadora. Y lo que ella más desea, es que ambos tengamos una vida pacífica aquí, en la Tierra… El joven Guardián no vio venir la bofetada que su compañera le estampó en un impulso de furia. Se quedó estupefacto y mudo tras la repentina agresión que ni siquiera imaginaba recibir de ella. Su reacción inmediata fue intentar tranquilizarla, pero vaciló al observar las lágrimas que inundaban sus ojos. —¡Aunque sea una orden directa, no pienso cumplirla! —le gritó efusiva la muchacha con un nudo en la garganta. La frustración hacía su llanto más copioso—. ¡Sé muy bien que nuestra diosa intenta evitar que suframos al alejarnos del campo de batalla, pero nosotros no lo necesitamos! ¡Sabes bien que somos fuertes y que no hace falta que nadie vele por nosotros!! Las vehementes palabras de la guerrera del norte estremecieron de impotencia al primer hombre de la nueva especie. La encrucijada moral en la que se encontraba, había liado sus pensamientos y mermado su convicción. Tan abstraído estaba en su desconcierto, que casi no se percató del instante en el que la Guardiana lo tomó con firmeza de ambos hombros. —¡Mírame, Téngfēi! —le exigió ella con la misma fiereza, obligándolo así a encararla—. ¡Deja de actuar como un gatito asustado y demuéstranos a Nü Wa y a mí que eres un tigre feroz…!! El aludido no tuvo la oportunidad de dar réplica, ya que, de repente, una fatal premonición estrujó los corazones de ambos guerreros orientales. Un sentimiento tan terrible y nefasto, que por poco provoca que se derrumbaran sobre sus rodillas. —Una… una entidad de enorme poder acaba de despertar en el Jardín de K’uen-Luen… — musitó vacilante la joven en armadura blanca y negra. Sudaba frío y le temblaban las extremidades a causa de la impresión. —Y no solo eso… —añadió Baihu con notoria preocupación—. Su presencia se siente demasiado violenta y amenazante… Mucho más que la de esa Amazona de Atenea… —¿Aun así piensas dejar sola a nuestra señora…? —inquirió a manera de reproche la de cabellera azulada, apenas recompuesta. —No… claro que no… Tras presentir el despertar de Ares y centrar su pensamiento en el peligro que corría Nü Wa; el protector del oeste cambió totalmente de actitud. Ya no se mostró vacilante, sino que empezó a transmitir seguridad, en especial en su mirada. A la misma Jíngfēi le sorprendió contemplar los nuevos ojos del guerrero otoñal, los cuales ya no emanaban tranquilidad y pureza con su verde claro, sino que en ese momento lucieron intimidantes al tornarse más brillantes y felinos. Las piezas de la armadura de Baihu reaccionaron a la nueva voluntad aguerrida de su dueño y se trasladaron hacia él para vestirlo con presteza. En ese momento, Téngfēi parecía haber renacido como un auténtico tigre blanco, ansioso por destrozar a su presa. 193
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco El instinto salvaje del renacido guerrero lo exhortaba a partir de inmediato hacia el lugar del conflicto, sin embargo, supo tranquilizarse cuando su campo visual se cruzó con la imagen de la amable mujer que conoció hace poco. —Señora Shunrei —la llamó con respeto el castaño, esbozando su amable sonrisa característica—, le agradezco mucho por haber cuidado de Jíngfēi y de mí mientras estuvimos inconscientes. Gracias al contacto cercano con un ser humano como usted, ahora sé que no todos los habitantes de la Tierra son seres malvados y que quizás, en un futuro cercano, nuestras especies lograrán vivir en armonía en este hermoso planeta. —Estoy segura de que ustedes son seres bondadosos que pelean por lo que es correcto — respondió la aludida con la misma cordialidad— Y por esa razón oraré por ustedes en la cascada de Rozán a partir de este momento. —Lo apreciamos mucho —intervino la Quimera Negra con un poco más de reserva que su compañero, aunque sí tuvo la suficiente humildad como para dedicarle una solemne reverencia a Shunrei en señal de agradecimiento y despedida. La pareja de Guardianes chinos encaró con seria convicción el profundo precipicio que se extendía ante ellos. —No importa cómo, ni el esfuerzo que nos cueste… Debemos alcanzar la Maravilla Suprema —señaló muy serio el guerrero ataviado en ropaje blanco y plateado, sin quitar la mirada del vasto cielo de Lu Shān—. Por Nü Wa y… por la humanidad… —Lo lograremos, Téngfēi —asintió ella con la misma solemnidad—. Mientras estemos juntos y luchemos por lo que amamos, no permitiremos que aquella presencia maligna lastime a nadie. Sin vacilar, Baihu y Xuanwu saltaron al unísono hacia el abismo, perdiéndose así entre la densa niebla que cubría las bases de las montañas. Sabiéndose sola nuevamente, Shunrei no pudo evitar sentir nostalgia por las dos personas más importantes en su vida. Había pasado tanto tiempo desde que ambos partieron al Santuario de Atenea, y nada sabía de la situación en la que se encontraban en ese momento. Sólo tenía su amor de esposa y madre para infligirse paz: —«Con aliados como el señor Téngfēi y la señorita Jíngfēi, seguramente mis amados Shiryû y Senshi estarán bien… Tengo fe en ustedes… y en que pronto volveremos a estar juntos…»
==Tiempo actual. Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Torre de Porcelana== A milímetros estuvo la extremidad inferior de Ares de impactar un costado de la cabeza sin casco de la diosa; cuando algo la detuvo de manera intempestiva: Una serpiente de metal negro y blanco inmovilizó con una poderosa constricción la pesada pernera atacante. —¡¿Quién se atreve a interrumpir nuevamente nuestro encuentro divino?!! —exigió saber iracundo el ataviado en Kamui, mientras continuaba forcejeando con la presión del férreo reptil—. ¡¿Acaso creen que podrán detenerme más tiempo con algo tan simple?! Pero antes de que sea capaz de destrozar la serpiente que lo aprisionaba, un atronador grito lo sobresaltó y distrajo su atención: —¡‘Las Siete Estrellas de Jade Blanco’!! La técnica la pronunció una fuerte voz masculina y fue seguida de un ensordecedor rugido felino. 194
Saga: CATACLISMO 2012 Acto seguido, un grupo del mencionado número de cuchillas de luz alba atravesaron vertiginosas el aire e impactaron de lleno contra Ares, quien apenas tuvo la capacidad de instinto como para protegerse con ambos antebrazos. Tan poderoso fue el ken, que a pesar de la resistencia del atacado, logró arrastrarlo a la fuerza lejos de la diosa creadora. Aunque el embate de las medias lunas no logró lastimarlo en gran forma, si consiguió exasperarlo y arrancarle el yelmo de su Kamui. A punto estuvo Ares de descargar su ira a quemarropa contra todo ser vivo que se cruce en su camino; pero se detuvo al bajar los brazos y notar fastidiado la presencia de dos guerreros que habían hecho aparición en medio de la conmoción. Kanon, Arce y Nü Wa observaron incrédulos a quienes se habían posicionado frente a ellos, dándoles las espaldas en actitud altiva y desafiante: Los Guardianes Téngfēi de Tigre Blanco y Jíngfēi de Quimera Negra.
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Capítulo 56
¡Resurrección! Retumba el grito de guerra
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==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Torre de Porcelana== Segundos después de hacer sorpresiva aparición, los Guardianes Jíngfēi y Téngfēi se batieron en un encarnizado combate físico con el cruel dios de la guerra. Al no tener sus técnicas el efecto devastador que esperaban, el último recurso de Xuanwu y Baihu fue arrojarse intempestivamente hacia Ares. —¡No lo hacen nada mal! —admitió con emoción el ataviado en Kamui, esquivando con presteza los cientos de puñetazos y patadas que entre ambos intentaban propinarle—. ¡A leguas se nota que ustedes dos poseen gran fuerza! A la deidad griega le fascinó, además, lo bien que la pareja de la nueva especie se coordinaba y ejecutaba sus movimientos, aunque no lo atribuyó a la gran compatibilidad que ambos poseían desde el momento de su nacimiento. Sin embargo, a pesar del gran empeño que estaban poniendo en la lucha, ninguno de los Guardianes fue capaz de siquiera tocar a su rival divino, quien, al parecer les había permitido acercarse a propósito, con el solo fin de empezar una lucha para calentar los músculos y de paso entretenerse. —¡Ya es suficiente! —añadió el atacado con cierto dejo de hastío, tras un par de minutos de vertiginosa lid—. ¡Me he aburrido de jugar con ustedes! Ares empleó toda la fuerza física de su enorme brazo para agarrar por la garganta a la joven Quimera Negra, acto seguido, la arrojó con violencia contra su compañero de Baihu. Tales fueron la potencia y velocidad con las que el dios la propulsó, que Téngfēi no fue capaz de reaccionar y recibió de lleno el impacto del cuerpo de la chica. Ambos continuaron una veloz y peligrosa trayectoria hacia los restos de una columna derrumbada. Por fortuna para ambos, Nü Wa expandió su cosmos divino y consiguió detenerlos con suavidad, justo antes de que se estrellaran contra el mármol. Con la misma delicadeza, usó su energía para tenderlos sobre el piso. —Mis niños… No debieron volver a la Maravilla Suprema… —les reprochó apesadumbrada la doncella de cabellera avellana a sus aturdidos y aporreados protectores—. Mi deseo era que permanezcan en la Tierra y vivan la existencia perfecta que tanto ansío para ustedes. —Tendrá que disculparnos, mi señora —repuso el Tigre Blanco, reincorporándose con suma dificultad. Se las había arreglado para ocultar el dolor físico que sentía con su característica cálida sonrisa—, pero ya le había manifestado nuestros más apreciados anhelos: Queremos estar siempre a su lado y por lo tanto no la dejaremos sola nuevamente. —Téngfēi tiene razón —secundó la custodia del norte ya en pies, palpando por instinto las magulladuras en su cuello—. Más que dos Guardianes protegiendo a su diosa, somos dos hijos cuidando de su madre… La diosa fue conmovida por las palabras de quienes más apreciaba. A punto estuvo de replicarlas con la misma emoción, pero Arce, la semidiosa, no se lo permitió al interrumpirla con total descortesía: —No tenemos tiempo para reencuentros emotivos —dijo implacable—. Ante nosotros se encuentra peligroso dios de la guerra y habremos de detenerlo sin importar las consecuencias.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Su actitud, vocalización y tonalidad de ojos y cabello eran diferentes, pero los guerreros orientales supieron reconocer en ella a la sádica humana que tantos problemas les causó hace unos minutos y, además, a quien asesinó de manera salvaje a su compañero Renshū de Quinglong. —Aunque parece ser que te has ganado el honor de luchar junto a nuestra diosa, no creas que confiaré en ti tan fácilmente —la desafió con marcado resentimiento la joven en armadura blanca y negra—. Apenas termine este combate, yo misma te haré pagar por todos tus crímenes. Kanon se limitó a observar el tenso momento en el que se cruzaron las miradas de ambas féminas. Para él, ambas parecían retarse en silencio con las pupilas encendidas, esperando el mínimo detonante para arremeter la una contra la otra. —Es tan triste… —intervino el Sì Shòu del otoño en tono monocorde, llamando así la atención de sus aliados—. Pensar que la historia de Alalá y Saga terminaría de ese modo tan cruel… La mirada verde del Guardián se había posado sobre la lamentable imagen de Casiopea inerte sobre un espeso charco de su propia sangre y, no muy lejos de ella, Géminis Negro yaciendo inmóvil tras ser despojado su cuerpo del espíritu corrupto que por tanto tiempo lo poseyó. —Sus nombres —dijo Ares de repente con notoria seriedad—. Exijo conocer la identidad de los guerreros que se han atrevido a interrumpir la batalla entre dos dioses. —Mi nombre es Téngfēi —se presentó el joven castaño en actitud respetuosa, pero no sumisa—, soy el representante de Baihu, el Tigre Blanco protector del oeste de la bóveda celeste y ser primigenio creado por la misma diosa Nü Wa. —Y yo soy Jíngfēi de Xuanwu —complementó la hermosa guerrera invernal, con más altivez y osadía que su compañero—, Guardiana china que representa a la Quimera Negra del oeste y primera mujer de la nueva especie que poblará la Tierra en paz y armonía con la naturaleza. Tras la presentación de ambos, internamente Kanon sintió gran alivio al saber que contarían con el apoyo de los dos poderosos protectores de Nü Wa; por su parte, al dios griego lo invadió la aversión al conocer más sobre sus recientes atacantes. —Entonces son seres pacíficos que nacieron con el único propósito de repoblar el planeta cuando la humanidad haya desaparecido —dedujo Ares, con una mueca que hacía evidente la repulsión que sentía—. La ingenuidad en sus palabras es digna de la de su creadora, quien supongo no les habrá informado que, al inicio de los tiempos, los humanos también fueron concebidos como criaturas nobles y puras, pero que con el pasar de los siglos se las arreglaron para idear creativos métodos para matarse entre sí de la manera más cruel. ¡No importa lo bienhechora que asegure ser su dichosa especie, en algún momento se dejarán llevar por egoístas ambiciones y sumirán al mundo en el caos con centenares de armas de destrucción masiva! ¡Eso es lo que implica poseer libre albedrío y la capacidad de razonar de la que tanto se han jactado los seres dominantes!! —Eso… no ocurrirá con nosotros… —renegó vacilante entre dientes la de cabellera azul oscuro y ojos celestes. Había sido intimidada por tan implacables palabras—. Ni Téngfēi, ni yo permitiremos tal barbarie… —¿Ah, no? —se burló Ares, echando atrás la cabeza y soltando sonoras carcajadas—. ¡Pues entonces tendré que encargarme personalmente de sembrar discordia entre su especie!! La pareja de Guardianes chinos no pudo controlar la rabia que les produjo las desalmadas declaraciones de la deidad helena. A punto estuvieron de arremeter intempestivamente contra su antagonista, pero Kanon lo intuyó y se colocó frente a ellos con los brazos extendidos lateralmente, deteniéndolos.
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Saga: CATACLISMO 2012 —No lograremos nada si se dejan provocar y lo atacan de modo imprudente —señaló serio el Santo en destrozada armadura blanca, sin retirar la mirada del corpulento ser divino que a la vez los observaba con una asesina e impaciente mirada carmín—. Recuerden que es un dios olímpico a quien estamos enfrentando, y por lo tanto debemos unir fuerzas para obtener la victoria. —Jíngfēi… Téngfēi… —los llamó Nü Wa con una tierna voz maternal. Cuando se giraron hacia ella, contemplaron maravillados la cálida sonrisa que les estaba dedicando—. No les había agradecido por estar aquí, a mi lado. Al contar con su apoyo, siento que mi fuerza se renueva y que seremos capaces de proteger lo que amamos. Aunque la diosa en Armadura Suprema sonó convincente, muy para sus adentros se dolió por lo dicho. Lo que más deseaba, era que quienes consideraba como sus auténticos hijos no tengan que sufrir más, ni batallar nuevamente por ella. Rebosantes de nuevos bríos y seguridad de las que los llenó discurso de la diosa creadora, sus protectores se colocaron a ambos lados de ella. Ya no se posicionarían frente a Nü Wa en afán de protegerla, tampoco a sus espaldas, como esperado que ella los cuide con su poder divino; a partir de ese momento lucharían junto con ella hombro con hombro, simbolizando que desde entonces serían considerados como iguales. Sin proferir palabra, Kanon se situó a un lado de la Guardiana de Xuanwu, mientras que Arce hizo lo propio a un costado del Tigre Blanco. En férrea formación de batalla, el griego contempló con los ojos entrecerrados las figuras de una diosa, los dos primeros seres de la nueva especie, un Santo de Atenea y la semidiosa que escapó desde las entrañas del Tártaro. Los cinco peculiares aliados mostraban seria convicción en sus semblantes, debían hacerlo al tener que plantarse con la guardia alta frente dios que pretendía destruir la creación entera con una guerra perpetua. Un tenso silencio reinó durante un par de minutos. Ninguno atinó hacer el primer movimiento, hasta que Ares decidió tomar la iniciativa de una manera en la que sus oponentes jamás habrían previsto: —Las carnicerías son mejores mientras más participantes se hagan presentes… —afirmó en tono misterioso y con medida emoción el de larga melena gris—, así que espero que no les moleste que traiga a una invitada muy especial… La cosmoenergía escarlata del dios se tornó más intensa y nociva, para luego concentrarse sobre la destrozada e inerte Amazona de Bronce que hace poco sacrificó su integridad para defender a sus compañeros. —Vamos, la luz de Nü Wa no fue para tanto —le dijo sobremanera confiado a la guerrera que yacía inmóvil no muy lejos de él—. Despierta de una vez… Enio… Ante la sorpresa y horror de todos los presentes, la pelirroja fue presa de horribles convulsiones y espasmos musculares, tras lo cual se relajó un poco y empezó la tarea de arrastrarse sobre su vientre a través de su propia sangre. Con evidente dificultad, intentó reincorporarse por puro instinto. —¡Excelente!! —clamó emocionado Ares, presenciando la grotesca escena—. ¡Ha regresado mi fiel acompañante! ¡Quien desde tiempos mitológicos me escoltó para destrozar vidas humanas con todo su ímpetu y fuerza!!... ¡Enio, la “Destructora de Ciudades”!! El resucitado cuerpo de Alalá empezó a manifestar un cosmos absolutamente distinto al suyo original. Aquella energía rojiza poseía una naturaleza tan malévola como la de Ares, aunque no alcanzaba todavía su mismo nivel de poder y divinidad; esto debido a que el espíritu de la mencionada diosa guerrera acababa de despertar en un cuerpo humano lastimado.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco La expresión que mostraba la poseída Casiopea era de ausencia absoluta. Sus opacos ojos clavados en ninguna parte, lograron inquietar al quinteto de aliados que alarmados la observaban. Ellos sabían muy bien que aquella mujer no era la misma que conocieron, ya que algo maligno acababa de apoderarse de ella. Aún bañada en sangre, con la armadura de bronce casi deshecha y sin decir palabra; Alalá avanzó tambaleando hacia el escudo y lanza pertenecientes al dios de la guerra. Enseguida empuñó las armas y, posicionándose frente al ataviado en Kamui, adoptó una pose de batalla que hacía evidente su deseo por protegerlo. Al ser testigo del gesto de lealtad de Enio, Ares reaccionó rodeándola con delicadeza por detrás del cuello con el antebrazo, luego, acercó el rostro a su oído para susurrarle algo: —Táctica de guerra número treinta y tres: Maratón. Enseguida la diosa destructora levantó el rostro y dibujó en el mismo una expresión de sobresalto. Parecía ser que su cerebro maquinaba infinidad de estrategias de batalla, que habían sido sepultadas en su mente por siglos. —¡ALALÁ!!! —prorrumpió con toda la potencia de sus pulmones el dios heleno, evocando su famoso grito de guerra. Su objetivo era sacar de su letargo a su fiel acompañante con la exclamación que solía emplear desde la era del mito para llenar de bríos a su armada de dioses aliados y Berserkers. A pesar del aún inexpresivo semblante de la mujer en la que reencarnó la diosa Enio, Ares consiguió su propósito de reanimarla con aquella única palabra. Tras asentir en silencio y fruncir el entrecejo, Enio se aferró con más fuerza a la lanza y escudo, luego, dio un veloz salto horizontal hacia a sus cinco objetivos, quienes sorprendidos vieron como la figura de la ausente Casiopea parecía multiplicarse decenas de veces durante su trayectoria. A la diosa china y sus acompañantes les pareció que un ejército entero de legionarios armados se dirigía raudo a su encuentro, ansiosos por destrozarlos con ferocidad en la clásica formación de ‘falange griega’. A pesar de que Enio era conocida por su gran fuerza y velocidad, las que mostró en ese momento estaban lejos de igualar a las suyas originales; pero aunque su actual cuerpo físico se encontraba bastante maltratado, consiguió manifestar gran poderío y desenvolvimiento en batalla: La primera víctima de sus vertiginosos ataques fue Jíngfēi de Quimera Negra, quien no logró esquivar —o siquiera ver acercarse— el fuerte empujón que a manera de golpe luminoso le aplicaron con todo el peso del escudo carmesí del Kamui de Ares. De no ser por la resistencia de la armadura de Xuanwu, Enio le habría quebrado gran cantidad de huesos. Al ver a su compañera tendida sobre el piso, Téngfēi de Tigre Blanco pasó por alto lo convulsionado de su entorno e intentó socorrerla a pesar de la amenaza latente de la ‘Destructora de Ciudades’; por desgracia para él, ésta no desaprovechó el momento e intentó hundir la lanza que empuñaba en sus entrañas. Al apenas ver venir el arma como un resplandor recto cortando silbante el aire, el joven Baihu se hizo a un lado y dejó pasar el peligroso objeto muy cerca de sus costillas y, adueñándose del instante, tuvo la suficiente capacidad de reacción para aprisionar el brazo de su agresora empleando la presión del suyo contra su costado. —¡Ya basta, Alalá! —le gritó con vehemencia el castaño, al tenerla inmóvil cara a cara—. ¡No permitas que esa diosa domine tus acciones! La apasionada exigencia no alteró en lo más mínimo las intenciones de la posesa Amazona, quien reaccionó estampando un potente puñetazo en la mandíbula del Guardián, tras soltar por milisegundos el escudo. El joven salió despedido por los aires, para luego chocar con violencia contra el suelo y permanecer en el mismo, retorciéndose de dolor. 200
Saga: CATACLISMO 2012 Al verse libre, Enio dirigió sus ímpetus hacia la semidiosa de cabellos y ojos azabache, quien fue capaz de evadir varios embates. Por desgracia para ella, la velocidad de la diosa guerrera resultó ser superior al final, y no pudo evitar que ésta le propine en la espalda el rodillazo más doloroso que había recibido en toda su existencia. Kanon se vio en serios apuros al observar a sus tres compañeros derrotados y convalecientes sobre la baldosa rota. Sabía que entre todos ellos, él era quien más lastimado se encontraba y, además, que aquel era un factor que la pelirroja no dejaría pasar desapercibido. Trasladándose a una velocidad superior a la de la luz, ella apareció repentinamente frente al desprevenido Caballero y le aplicó un certero codazo justo en la herida abierta que tenía en el centro del pecho, producto del combate que hace poco protagonizó con su hermano Saga. Tras desplomarse pesadamente el guerrero en cloth alba, Nü Wa fue la última que permaneció en pies. Enio se vería obligada a emplear toda su fuerza y velocidad para derrotar a la diosa, así que amplió su ilusión de batalla para ocultarse entre sus réplicas y fulminarla con las armas que sostenía. A centímetros estuvo de traspasarla con la lanza divina, pero la deidad creadora logró advertir el ataque y evadirlo con una hábil maniobra. Sería el turno de la doncella oriental para contraatacar, así que de inmediato le arrojó miles de rayos de luz multicolor desde sus manos abiertas. Aquellos resplandores divinos no tenían la intención de lastimar a la ausente Alalá, sólo de alejarla y mermar sus ímpetus violentos con su intenso brillo. Aturdida, desorientada e inmóvil, la guerrera deshizo su técnica y soltó las armas del griego. No supo reaccionar ya que, además, estaba cegada de momento. —No te perdonaré por esto, Ares… —sentenció indignada la diosa china, clavando una acusante mirada fucsia sobre su contendiente—. Has utilizado a un ser humano noble como Alalá para despertar en ella a una diosa malvada… ¡Y no contento con eso has propiciado que lastime a mis hijos y aliados! —Te equivocas completamente, Nü Wa —repuso enseguida el aludido con solemne seriedad—. Respeto demasiado a Enio como para utilizarla al igual que a cualquier otra de mis piezas. Te informo que ella ha batallado junto a mí desde épocas ancestrales, no porque esa sea su obligación, sino porque es su deseo y voluntad. La atención de los dos dioses se centró en la figura de la mencionada deidad recién despertada. A la dama asiática le impactó el instinto nato que mostraba la ‘Destructora de Ciudades’, quien a pesar de lucir como una muerta en vida, continuaba esforzándose por contrarrestar la energía luminosa que la agobiaba. Eran las ansias de seguir luchando por Ares, las que la impulsaban a mantenerse en su empeño por destrozar a quienes lo amenazaban. Tan distraída se encontraba Enio en intentar reorientarse, que no se percató de la presencia del hombre que, en un arriesgado movimiento, se había abalanzado sobre ella. —¡Alalá!!! Saga, Santo Negro de Géminis, recuperó la consciencia y su apariencia original segundos atrás, sólo para contemplar con dolor que la mujer que amaba se acababa de convertir en el avatar de una deidad sedienta de sangre. Su reacción impulsiva al ver a Casiopea en esas circunstancias, fue agarrarla firmemente de las hombreras y someterla a la fuerza contra una columna destrozada. —Vaya… jamás habría imaginado que mi contenedor humano sobreviviría a mi violento despertar —señaló el dios de la guerra, intentando ocultar su extrañeza con un hablar prepotente—. A pesar de haber albergado durante tanto tiempo mi espíritu, no esperes que nosotros los dioses griegos tengamos la mínima consideración contigo. Es más, espero que Enio te masacre de la manera más despiadada posible. Eso es lo que mereces como castigo por atreverte a poner tus manos sobre ella de ese modo. 201
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —¡Su nombre es Alalá y no Enio!!! —lo contradijo furioso el mayor de los gemelos, al tiempo que aplicaba más presión en sus hombros para inmovilizarla de espaldas a la gruesa piedra. Con lágrimas a punto de aflorar de sus ojos, Saga encaró con decisión a la mujer que tanto apreció desde la infancia. Lo sacrificaría todo con tal de despojar su rostro de esa demente expresión y, al mismo tiempo, de recuperarla nuevamente. —¡Escúchame bien! —le exigió el de larga cabellera azul a la ausente y todavía desorientada guerrera. Su propósito era alcanzar los más profundos recovecos de su alma con su voz—. ¡Tú no eres ninguna diosa malvada, tú eres una Amazona de Bronce de Atenea!! ¡No permitas que ese vil espíritu te domine!! Aun con lo efusivo del discurso, Alalá no daba señales de reaccionar. En silencio, respiraba de manera agitada y mantenía su opaca mirada perdida en las suplicantes pupilas azules del Caballero. —Necio… —le imprecó Ares con sumo desprecio, tras ser testigo de sus infructuosos esfuerzos—. Nada de lo que hagas te devolverá a esa humana llamada Alalá… —¡Cállate!! En efecto, el dios se quedó mudo tras la inesperada exigencia, pero solo para reír entre dientes por la osadía de quien hace poco fue su avatar. —Tienes agallas, humano, lo admito —declaró socarrón el griego ataviado en Kamui—, pero ya me harté de soportar faltas de respeto… ¡Enio, acaba de una vez con él!! La aludida acogió la orden, asintiendo en silencio. Enseguida deformó su mano derecha para hacerla lucir con una garra abierta y la dirigió sin remordimientos hacia el rostro del Santo. Lleno de convicción, Saga ni siquiera parpadeó a pesar de ver acercarse el vertiginoso ataque a quemarropa. A milímetros estuvo Enio de desgarrarle el rostro con las uñas, pero se detuvo intempestivamente antes de hacerlo. La mano agresora le temblaba y su expresión cambió de una expresión neutral a una de extremo dolor. —¿Sa… Saga? —musitó de manera entrecortada Alalá, también derramando un par de lágrimas. A través de los ojos de su amada, el antaño Patriarca fue testigo del sufrimiento que ésta atravesaba. Enseguida supo que ella libraba una encarnizada lucha interna por deshacerse de la diosa que intentaba apoderarse de manera definitiva de su cuerpo. —Sí, Alalá, frente a ti tienes al hombre que jamás te dejará sola —le aseguró el Geminiano, entrelazando sus dedos con los todavía abiertos en garra de la Amazona—. Peleemos juntos y liberemos tu alma del yugo de Enio. Al igual que con su gemelo en la combinación de dimensiones de Géminis, el guerrero en armadura negra empezó la tarea de transmitirle su cosmoenergía dorada a la posesa Ateniense. —¡No te rindas, hermano!! —le exhortó el maltrecho Kanon, aún yaciendo en el piso—. ¡Lograrás expulsar a esa diosa, tal como lo hiciste con Morrigan de mi cuerpo! Ares se había relajado y cruzado los brazos para observar aquella escena que le pareció de lo más patética. Confiaba en que los esfuerzos de ese humano moribundo serían infructuosos, pero… no contó con que éste, en efecto, poco a poco estaba teniendo éxito en el exorcismo. Todo gracias a su fuerte deseo por recuperar a Casiopea y a la ayuda de su mismo espíritu.
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Saga: CATACLISMO 2012 —¡Mortal insolente! —le gritó el dios de la guerra, al tiempo que se arrojó a Saga con la clara intención de detenerlo con un ataque a traición—. ¡No te atrevas a seguir mancillando la esencia de Enio!! Pero antes de que el olímpico consiguiese impactar su brazo extendido sobre la humanidad de Saga, un veloz rayo ken se interpuso en su camino y lo detuvo en seco. —No permitiré que les hagas daño, Ares —afirmó Nü Wa implacable, reposando el brazo con el que había ejecutado su técnica luminosa—. Haré todo lo posible por defender el amor de Saga y Alalá de tu amenaza. Tan atrevidas declaraciones no hicieron más que enfurecer al dios heleno, quien, tras pegar un intimidante grito motivado por la ira, dirigió sus salvajes ímpetus contra la deidad en Armadura Suprema. La diosa aprendió mucho del combate que libró con su oponente hace poco. Sabía que debía evitar a toda costa que Ares se le acerque y descargue su fuerza física sobre ella; y por lo tanto dio un largo salto hacia atrás, que le permitió evitar el puño que se enterró con violencia sobre el suelo de su habitación. —Ahora eres tú quien está cometiendo ‘errores de estrategia’ —le indicó Nü Wa muy segura, alejándosele más todavía—. No debes dejarte llevar por tus impulsos de ira al luchar contra quien es capaz de utilizar técnicas a distancia… Un mayor número de arremetidas luminosas fueron disparadas por la diosa creadora; y aunque muchas de ellas fueron esquivadas por su ágil objetivo, algunas sí consiguieron impactarlo sin causarle gran daño. —¡¿Qué sabe una pacifista como tú sobre estrategias de batalla?!! —preguntó furioso el griego de manera retórica, irritado al ver las estelas de humo que dejaba escapar su Kamui divino tras los impactos de luz.—. ¡Voy a destrozarte con mis propias manos!! Cual bestia hambrienta cazando a su presa, Ares se arrojó incontables veces sobre la doncella que intentaba despedazar de la manera más cruel; pero en cada ocasión, ella lograba evadirlo y apartarse a distancia prudente. Mientras los dioses continuaban en encarnizada persecución, Saga se mantenía en su intento por recuperar a Alalá. Había invertido ya la mayoría de su energía cósmica y vital para tal fin, pero Enio no daba señales de rendirse en su empeño por seguir ocupando el cuerpo en el que decidió reencarnar en esta época. La energía combinada del Caballero apenas estaba siendo suficiente para mantener quieta a la diosa, mas no para expulsarla. A punto estuvo el antaño Géminis de desfallecer a causa del sobrehumano esfuerzo, cuando sintió que una mano se posó con firmeza sobre su agrietada hombrera negra. Al girarse para ver al responsable, se percató de la presencia de dos jóvenes de sereno talante, quienes, a pesar de lucir escandalosas heridas y armaduras casi destrozadas; transmitían casi la misma sensación de paz que su creadora. —No permitiremos que la historia de ambos termine en tragedia, Saga —lo reconfortó Téngfēi, sonriéndole amable en un gesto de compañerismo—. Gracias a ustedes, nuestra señora acaba de descubrir el verdadero valor de la humanidad, y por lo tanto lo está dando todo de sí para distraer a ese dios y mantenerlos a salvo. En su nombre, te apoyaremos con todo nuestros cosmos. —Considera tuyo a nuestro poder luminoso —secundó Jíngfēi con voz reconfortante y a la vez decidida, posando con suavidad su mano sobre el dorso del guantelete derecho del legendario guardián de la Tercera Casa—. ¡Así que no desaproveches la oportunidad que te estamos brindando y libera de 203
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco una vez a la mujer que amas! Los dos Guardianes emplearon toda la fuerza sagrada que fueron capaces de manifestar las bestias mitológicas llamadas Baihu y Xuanwu, sumándose así al esfuerzo de Saga y transmitiéndole junto con él sus cosmoenergías a la poseída Alalá. Lleno de nuevos los bríos que le suministraron sus nuevos aliados, el mayor de los gemelos tomó con ambas manos el rostro de la pelirroja a fin de exhortarla con toda vehemencia: —¡Puedes hacerlo, Alalá! ¡Sólo recuerda lo que sentiste al despertar bajo ese árbol en el que nos reencontramos!!!
==Hace unos minutos. Jardín de K’uen-Luen, Melocotonero de los Ocho Inmortales== Llorando en silencio, Saga se fundió en un apasionado beso con Alalá. Aquél fue su desesperado último recurso por hacerla despertar del estado de parálisis catatónica en el que se encontraba. No se le ocurrió más que utilizar el método que ella misma había empleado, al momento en el que el espíritu de Ares le obligó a intentar asesinarla en Delfos. Al Caballero le parecieron eternos los segundos en los que la Amazona permaneció inmóvil; hasta que, con el corazón casi desbocándosele desde el pecho, sintió que dos brazos lo rodeaban por el cuello para después abrazarlo con ternura. Besando a su amado con la misma intensidad con la que él lo estaba haciendo, Casiopea regresó a la realidad y se dejó llevar por el momento. En este punto, el espíritu de Ares fue apaciguado de manera momentánea. Sin saberlo, entre ambos evitaron que el dios despierte nuevamente. —¿Es ésta… otra de las ilusiones de Téngfēi? —preguntó vacilante la otrora sacerdotisa de Atenea, separándose ligeramente de los labios que hace poco acariciaba con los suyos. —No, Alalá. Ésta es la realidad —le informó Géminis Negro, intentando disfrazar el regocijo que sentía con su característica seriedad—. Al fin he logrado recuperarte. No fue capaz de continuar fingiendo formalismos. En ese único instante, Saga desmoronó sus defensas y se mostró tal cual era en realidad. Por primera vez abrazaba con desbordada efusividad a la mujer que amaba. Alalá no habría imaginado recibir tan cariñoso gesto de su parte; sin embargo, no dudó al asegurar que, en efecto, se encontraba fuera del mundo de ilusiones del Tigre Blanco. Sentir tan de cerca el aroma y el calor del Santo —dos de tantas características suyas que jamás habría olvidado a pesar de los años—, la llenó de nostalgia y le permitió tener la certeza de que, tras largas décadas de dolor y soledad, por fin logró reencontrarse con el hombre que, a pesar de todo, continuó amando con la misma intensidad. —Me alegro mucho de volver a verte —le ella susurró en tono prudente. Aunque sus palabras mostraban cierta reserva, sus acciones decían lo contrario: Alalá se había aferrado con fuerza al Caballero. Su instinto le decía que, de soltarlo nuevamente, lo volvería a perder—. De aquí en adelante, no me alejaré de tu lado. —La voluntad de Atenea ha permitido que nos volvamos a ver, Alalá —manifestó él con voz solemne—. Así que, en su nombre, lucharemos juntos por primera vez desde que nos convertimos en sus Santos. Aquellas palabras lograron conmoverla y llenarla de emoción. Delicadamente, se separó del abrazo de Saga y lo encaró con un semblante ameno y a la vez seguro. 204
Saga: CATACLISMO 2012 Al Geminiano le agradó contemplar a su amada, sonriéndole de ese modo, ya que la imagen que prevalecía de ella en sus recuerdos, era la de una joven reservada y de mirada melancólica. —Pelearemos juntos por Atenea y por la humanidad —complementó ella muy animada, tomando y colocándose sobre el rostro la máscara que hasta ese momento había estado sosteniendo el de melena azulada. En un inesperado movimiento, Casiopea tomó de la mano a Saga y lo instó en silencio a seguirla. Un tanto confundido, él simplemente se dejó llevar a través del paradisiaco sendero de flores y frutos que se extendía a los lados del melocotonero. —¿Sentiste algún tipo de cosmos enemigo? —le preguntó un tanto confundido el Santo de oscura cloth. —Antes de adentrarnos en el campo de batalla, permíteme mostrarte algo —respondió la pelirroja, acelerando la marcha con notorio entusiasmo—. Lo vi antes de alcanzar la parte central de este hermoso jardín. Tras un par de minutos de atareada travesía, la pareja alcanzó un jugar oculto en K’uen-Luen. Saga fue sobrecogido al contemplar la perfección del cristalino estanque que se extendía ante sus ojos. —Es un paraíso dentro de otro paraíso… —Fue la denominación que se le escapó al Santo en voz alta, tras ser testigo de la preciosa armonía natural que derrochaba aquel paisaje casi divino. —Siéntate aquí, por favor —le pidió Alalá, aprovechando el embelesamiento que también le produjo a Saga la tranquilidad que manaban las aguas del pequeño lago. Él acogió la sugerencia por inercia y enseguida dejó descansar su maltrecho ser a orillas del puro estanque. Sintió un alivio sublime al percibir la caricia del pasto entre sus dedos y el perfume entremezclado de flores y dulces frutas. Tan abstraído estaba en aquella calma que tanto le hacía falta experimentar, que no opuso resistencia cuando la Guerrera de Bronce lo empezó a despojar de la cuarteada armadura azabache que lo vestía. —Vaya… Una vez más dependeré de ti para recuperarme —comentó el Caballero con un dejo de nostalgia. Su torso desnudo mostraba profundas heridas abiertas y frescas, en especial la que resaltaba en el centro de su pecho. Tal como solía hacerlo cada vez que se excedían en sus entrenamientos, Alalá se puso en la tarea de tratar los golpes y magulladuras que afligían a la persona más importante de su vida. Saga sabía bien que no podría contradecirla cuando se empeñaba en ello, así que se limitó a dejarla proseguir. Esbozando una ligera sonrisa, disfrutó del momento en el que Casiopea rasgó parte de su largo vestido blanco para improvisar vendajes. Enseguida la Amazona se encomendó a la minuciosa tarea de limpiarlo con el agua sagrada de la laguna. —Extrañaba tanto esto —manifestó el antaño Géminis, posando sus ojos azules en los coloridos peces que jugueteaban sobre la superficie del agua—. Te extrañé tanto, Alalá… El guerrero imaginó la sonrisa que provocó en ella, con solo notar el brillo en sus ojos vistos a través de los agujeros de la máscara que portaba. Por un par de minutos, la Amazona simplemente no supo qué decir.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —A pesar de las circunstancias que tuvimos que atravesar, me siento bien ¿sabes?… —habló al fin la antaño pitonisa, curándolo con sumo cuidado—. Son los momentos más pequeños de la vida los que hacen que ésta sea plena y grandiosa. Mientras tenga la oportunidad de compartir experiencias así contigo, seré la mujer más feliz del mundo… En un impulso que ella no vio venir, Saga reaccionó acercándola a su cuerpo y abrazándola contra su costado con un brazo. No harían falta más palabras entre ambos. Alalá fue reconfortada por los pausados latidos del hombre que amaba, mientras que él se limitó a observar el casi irreal escenario que les ofrecía el jardín. Olvidarían que son dos leales guerreros de Atenea en ese único instante. No serían más que un hombre y una mujer manifestándose su amor durante aquel momento, durante su momento.
==Tiempo actual. Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Torre de Porcelana== Con su mano derecha entrelazada a la de Saga, Alalá de Casiopea logró reaccionar y sobreponerse al espíritu divino que la estaba poseyendo. Gracias a la ayuda del antecesor de Géminis y de los dos Guardianes chinos, fue capaz de salir airosa de su lucha interna por desterrar de su cuerpo a la desalmada Enio. Con la fuerza mermada, la manifestación incorpórea de la diosa destructora se refugió en las armas del olímpico de la guerra. Mientras esto ocurría, Ares se mantenía en su empeño por darle caza a la escurridiza Nü Wa. Sólo detuvo sus furiosos ímpetus al sentir que la presencia de la deidad que lo acompañó desde la era del mito, fue sometida. —No… esto no puede ser… —balbuceó con las pupilas dilatas un pasmado e incrédulo dios griego—. Mi compañera más fiel ha sido… Tales fueron la rabia y frustración que invadieron al de cabellos grises, que no pudo contener el desgarrador grito que soltó al aire. Tan aterradora y salvaje fue su exclamación, que sus entonces siete rivales fueron estremecidos e intimidados en el acto. —¡Acaban de deshonrar a nuestro panteón por última vez!!! —sentenció cegada por la ira la deidad helénica restante, con los ojos rubí más encendidos que nunca antes—. ¡Destruiré todo lo que aman como castigo a esta afrenta!!! Ares manifestó su cólera a través de su energía cósmica divina. Cuando la liberó en milisegundos hasta casi alcanzar la ‘Gran Voluntad’, el jardín entero tembló; y su espada y escudo se trasladaron con presteza hasta encajar en sus manos. —Enio… todavía puedo sentir tu esencia viva en mis dos armas —pronunció con marcado resentimiento y un casi imperceptible tono de añoranza—. ¡Bríndame tu poder para provocar una devastación mayor a la de cualquier guerra vista por el ser humano en toda su historia…!!! La diosa asiática, sus dos Guardianes, los gemelos dorados, la Amazona de Bronce y la semidiosa se agruparon y; expectantes, contemplaron el alcance de la rabia del más violento de los dioses del Olimpo. Dudas empezaban a nacer entre los aliados ante tan brutal demostración de poderío cósmico, cuestión que logró despertar velada incertidumbre entre la mayoría de ellos. Sólo alguien se mostraba imperturbable a pesar de lo crítico de la situación: —¡Hagas lo que hagas, no tendrás éxito, Ares! —lo desafió altiva Nü Wa, haciéndole frente con 206
Saga: CATACLISMO 2012 valentía—. ¡A partir de ahora no te enfrentaré sola, ya que cuento con el apoyo de bravos guerreros de distintas especies que, dejando sus diferencias a un lado, se han unido para luchar por su supervivencia y la de quienes aman! —¡Ya me cansé de escuchar sandeces sobre ese rudimentario sentimiento que llaman “amor”!! —replicó irritado el ataviado en Kamui encarnado, casi alcanzando el pináculo de su poder divino—. ¡De nada les servirán sus nobles intenciones cuando ejecute la técnica con la que incluso sacrificaré al espíritu de la misma Enio! Arrojando el enorme escudo a sus pies, Ares levantó la lanza con ambas manos sobre su cabeza. Su objetivo era imprimir más fuerza a la afilada punta del arma para ejecutar su técnica. —¡Cuando el ataque del arma más poderosa del Universo se enfrente a la resistencia más férrea del mismo, se generará el caos más terrible que tendrán el horror de presenciar!!! —sentenció el dios griego con demente ímpetu, al tiempo que dirigía veloz la hoja de la lanza contra el escudo—. ¡‘LA PARADOJA DEL ANDROFONTES’!!!
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Capítulo 57
¡Creación y destrucción! El enfrentamiento final de Ares y Nü Wa
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La ‘Paradoja del Androfontes’ es una técnica definitiva de inconmensurables proporciones destructivas. Consiste en liberar un poder equivalente al de todas las armas que ha creado la humanidad a lo largo de su historia. Desde las más rudimentarias e improvisadas, hasta las tecnológicamente más avanzadas y de destrucción masiva; el ken no solo desata la violencia de los artilugios de guerra en conjunto, sino que también desencadena los sentimientos acumulados de dolor, ira, desesperación y terror que experimentaron los participantes y víctimas de todas y cada una de las batallas registradas desde el inicio de los tiempos.
==Maravilla Suprema. Jardín de K’uen-Luen, Torre de Porcelana== Ares fusionó su propio espíritu divino con el Enio, con el propósito de imprimir más violencia en el choque de la lanza y escudo más fuertes del Universo. Cuando ambos se encontraron en un brutal estampido, se hicieron trizas y dieron origen a la horrenda liberación de las almas cautivas de los millones muertos durante todas las guerras. La multitud de amorfos entes sanguinolentos parecía gritar en silencio, siendo sus rostros deformados por la desesperanza y el miedo desgarrador. Mientras los espíritus de impíos e inocentes abrían devastadores senderos de muerte a su paso, feroces estallidos atómicos a escala se hicieron presentes, uno por cada fragmento de metal que hace poco formó parte de las armas del Kamui olímpico. Siendo testigo del nacimiento de aquel infierno dantesco —equivalente a miles de bombas nucleares siendo detonadas a la vez—, Nü Wa empleó gran parte de su cosmoenergía divina a fin de proteger a los suyos. —«Jíngfēi, Téngfēi, Saga, Alalá, Kanon, Irene… ¡No permitiré que Ares destruya sus vidas!!» —se auto convenció la diosa en Armadura Suprema, al tiempo que utilizaba su poder creador para dar origen a sendas barreras de luz alba alrededor de sus aliados y de sí misma. Cuando espectros y estampidos rojos sangre hicieron contacto con el resplandeciente ken defensivo, una terrible reacción en cadena tuvo lugar sobre la torre que se erguía en el centro del jardín; provocando que no sólo esta estructura sea desintegrada por la monstruosa liberación de energía, sino que la destrucción se ampliara también hacia la totalidad de los dominios de Nü Wa. Lo que antes fueron las extensas hectáreas del florido y rebosante K’uen-Luen, quedaron reducidas en menos de un segundo a tan solo un árido terreno muerto. De no ser por la resistencia con la que la Maravilla Suprema fue creada, los estragos de la técnica de Ares habrían afectado la integridad de la fortaleza divina. Al final, únicamente el paraíso oriental fue arrasado, dejando sólo una desolación comparable con la consecuente de una espeluznante guerra nuclear. Cuando el silencio reinó y el polvo se asentó por completo, solamente un hondo cráter pudo ser visto donde antes se elevaba el edificio de porcelana. En el epicentro de la hecatombe, el dios griego de la guerra era el único que podía alardear de mantenerse ileso, ya que no se percibía el más ligero rastro de sus siete rivales, quienes, al parecer, habían desaparecido entre las numerosas pilas de escombros que también rodeaban el nuevo escenario apocalíptico. —Extrañaba contemplar la devastación que producen mis técnicas —se vanaglorió el ataviado en el Kamui bermellón que no tenía un solo rasguño, sonriendo satisfecho y respirando de manera 209
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco agitada a causa del esfuerzo—. Cómo hubiese querido que… tú también seas capaz de ver los remanentes de la guerra más grande que he librado en toda mi existencia. El recuerdo de la desaparición de su fiel acompañante provocó que la ira reverberara en su interior. Al dios griego no le bastaría sólo con acabar con quienes de manera tan osada lo habían desafiado, sino que extendería también su destrucción hacia toda la Tierra como compensación por la más reciente afrenta. —¡Serás vengada, Enio!! —gritó, apuntando con autoridad hacia el firmamento que observaba con unos encendidos ojos desbordantes de rencor—. ¡Descansa hasta tu siguiente despertar, porque cuando vuelvas, nos regocijaremos juntos con el pánico y la muerte que a partir de este momento empezaré a sembrar entre todos los humanos!! A punto estuvo de partir hacia el Santuario de Atenea, pero algo llamó su atención y lo detuvo: De reojo, advirtió movimiento entre uno de los montículos de cerámica partida. Arce emergió con gran dificultad desde la pila de escombros. La semidiosa lucía bastante maltrecha y desorientada. La agrietada armadura dorada de Géminis era fiel reflejo del estado lamentable en el que se encontraba su portadora, quien, a duras penas y guiada por puro instinto, apenas era capaz de arrastrarse sobre su vientre. Observando aquella escena que le pareció de lo más patética, Ares se acercó confiado hacia la dama que reptaba erráticamente sobre el terreno calcinado. Sabiendo que la Dorada ni siquiera había notado su presencia, el dios actuó de la manera más cruel al detenerla, pisándole la mano derecha para atraer su atención. Sólo tras sentir que sus dedos eran dolorosamente machacados, la guerrera de cabellera negra fue capaz de reubicarse en tiempo y espacio. Al levantar con dificultad la vista, contempló la intimidante figura de la deidad que la encaraba con una sonrisa que transmitía desdén. A pesar de encontrarse en esa posición humillante e indefensa, la Geminiana se las arregló para ahogar un grito de dolor. No le daría a Ares el gusto de verla sufriendo, así que en silencio se limitó a observarlo desafiante. —Esa mirada asesina… —resaltó el helénico, tras abstraerse en las brillantes pupilas cual ónice de quien solía llamarse Dánae—. Conozco bien lo sádica que puede ser la famosa Mensajera de los Titanes, y también entiendo tu afán por querer vengarte de dioses y humanos; sin embargo, cometiste un grave error al haber elegido enfrentarme. Arce empezó a reír entre dientes tras las declaraciones del dios, consiguiendo así su objetivo de irritarlo. —¿Qué te parece tan gracioso? —preguntó Ares con la mirada entrecerrada en señal de desprecio, al tiempo que hacía más presión con su pie sobre la mano de su yaciente víctima. —Nada en particular… Es solo que… me es difícil admitir que he ablandado mi actitud… —respondió incómoda la interrogada, esforzándose por soportar el creciente dolor en sus dedos aplastados—. No podría precisar si aquel cambio se debió a las técnicas luminosas que recibí mientras batallé contra la diosa creadora, o bien a la influencia del sello de Atenea que por tanto tiempo me aprisionó; pero más que decidir enfrentarte, escogí por voluntad propia luchar junto con Kanon y Nü Wa. No me arrepiento de haber elegido este camino en lugar del de la venganza, porque por primera vez toda mi existencia, pude sentir que estoy luchando por lo que es correcto… Por esa razón puedo decir con seguridad que… —La semidiosa exhaló un aliviador suspiro en el que se sintió que su alma era liberaba. Nunca más le haría falta manipular ni asesinar, así que, arrepintiéndose de sus crueles actos del pasado, le dedicó una sincera sonrisa a su verdugo— ya he vivido todo lo que tenía que 210
Saga: CATACLISMO 2012 vivir… Puedes matarme de una vez, si tanto lo deseas… Arce no se equivocaba. En los ojos carmesí de Ares eran evidentes las ansias que tenía por destrozarla con sus propias manos. No podría hacer nada por evitarlo, ya que además de haberse resignado a su inminente final, no tenía ni la fuerza ni la energía para resistirse. Pero justo antes de que el dios se dispusiera siquiera a ejecutar a la agonizante semidiosa, los dos Guardianes orientales, Jíngfēi de Xuanwu y Téngfēi de Baihu, aparecieron de la nada e intentaron atacar a quemarropa al peligroso antagonista. La repentina agresión no tomó desprevenido al griego, quien de un hábil salto hacia atrás fue capaz de evadir sin problemas a los dos guerreros que se le habían abalanzado. —Sus habilidades de batalla han decaído bastante tras recibir mi técnica —señaló decepcionado el de larga melena gris, eludiendo fácilmente los golpes que la pareja le arrojaba a bocajarro—. ¡Ahora no son más que dos cadáveres andantes desafiando a un dios!! La acción posterior transcurrió en centésimas de segundo: Ares agachó el cuerpo a fin de evitar una patada lateral que le lanzó el Tigre Blanco y, aprovechando la guardia abierta de éste, le atravesó la pierna con el afilado adorno que sobresalía de su pesada hombrera carmesí. Con el Guardián otoñal aún ensartado, el dios empleó la fuerza física de su torso para arrojarlo violentamente lejos de la escena. —¡Téngfēi!! Siendo testigo del cruel tormento que sufrió su compañero caído, la Quimera Negra actuó por impulso al proyectar su serpiente metálica para aprisionar al agresor con una constricción; no obstante, éste se encontraba lo suficientemente prevenido como para tomar al reptil bicolor con ambas manos y utilizarlo contra su dueña al rodearla por el cuello, asfixiarla y alejar su maltrecho ser del mismo sencillo modo con el que un niño hace rebotar un pequeño pedrusco sobre la superficie de un estanque. Pero Ares no contaba con que el ataque combinado de los Guardianes constituía una distracción para alejarlo de Arce. Sabiendo de antemano que no podrían ofrecer gran resistencia en las condiciones en las que se encontraban, los dos ‘Sì Shòu’ decidieron batallar hasta lograr dejar al oponente en una posición estratégica para lo que vendría a continuación: Saga y Kanon —quienes de milagro consiguieron sobrevivir tras recibir el brutal ken del olímpico— se habían posicionado a un extremo la acción y, sin que el dios de la guerra lo notara debido a su abstracción en el combate, fusionaron los remanentes de sus cosmos hasta formar una majestuosa aura dorada. Cruzando ambos brazos sobre la cabeza al unísono, los fatigados hermanos emplearían como último recurso la técnica insigne de los Santos de Géminis: —¡‘Explosión de Galaxias’!!! Tras ser evocado el ken por dos usuarios a la vez, la zona del combate fue envuelta por un ambiente espacial poblado por centenares de astros a escala, los cuales parecían danzar entre la negrura del infinito y acercarse peligrosamente entre sí a gran velocidad. No pasó mucho tiempo para que los cuerpos celestes colisionaran entre ellos, estallando en incontables bombardeos cósmicos. Ares se mantuvo inmóvil, observando perplejo el espectáculo que le ofrecían los gemelos. Por primera vez desde que su avatar humano empleaba esta técnica, el dios se detuvo a contemplar —desde la perspectiva de la víctima— las simétricas ondas expansivas que nacían del masivo cataclismo. Le pareció hermosa aquella enorme manifestación de energía descontrolada. —¡A pesar de estar más muertos que vivos, han sido capaces de superar el poder promedio de la ‘Explosión de Galaxias’! —declaró emocionado, abriendo lateralmente los brazos en un gesto que daba a entender que no planeaba protegerse del inminente impacto—. ¡¿Lo has visto, Enio?! ¡El poder de los Santos de Atenea es digno del que posee nuestro ejército de Berserkers!! 211
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco fecha.
El dios heleno recibió de lleno los efectos del más poderoso ken de Géminis ejecutado hasta la
Saga y Kanon se habían desplomado sobre sus rodillas a causa del extenuante esfuerzo, pero aún así esperaron expectantes a que se disipara la humareda que se originó tras el choque energético. Grande fue la sorpresa de los gemelos —y de la semidiosa que logró reunirse con los dos Guardianes que yacían heridos lejos de la escena— cuando observaron algo que les heló la sangre… La cruda realidad era que Ares no había sido derribado… —Nada mal, guerreros —profirió en tono soberbio el dios que emergió como si nada entre la nube de polvo—. Es la primera vez en toda mi existencia que los humanos consiguen lastimarme de este modo… Sangre brotó copiosamente desde la boca del dios de la guerra y un intenso dolor se extendió a lo ancho de su tórax, aunque supo soportarlo y disfrazarlo con su orgulloso semblante característico. No se dignaría a mostrar debilidad ante sus enemigos, a pesar de que su armadura divina lucía todavía humeante y con ciertas partes rotas y agrietadas. —Esta es una de las cosas que más me gustan de los humanos —añadió el griego, al no escuchar réplica de sus abatidos y anonadados oponentes—: Jamás se rinden y continúan luchando aun estado al borde de la muerte… Todo para continuar dañando y destruyendo lo que se cruza en su camino… —No es ésa la razón por la que continuamos luchando —intervino una atrevida voz femenina no muy lejos de la zona cero—. ¡Peleamos motivados por nuestro deseo de proteger lo que amamos! Ares observó de reojo a la guerrera que le acababa de hablar de manera tan osada. No sintió la más mínima compasión, por más que atestiguó el estado deplorable en el que se encontraba. —Debiste resignarte y aceptar tu muerte como algo inminente, mujer —le dijo con desprecio a quien apenas podía mantenerse en pie, pero que aún así se le había plantado con altivez—. No fuiste digna de albergar el espíritu de Enio, ni tampoco de poseer el nombre de mi grito de guerra… El olímpico apretó puños y dientes, debido al naciente resentimiento que empezó a invadirlo al observar directamente a la pelirroja. Su talante le recordaba demasiado al de su ancestral acompañante recién desaparecida. —¡Eres una vergüenza!! —le insultó, deformando sus facciones con intimidante cólera—. ¡Incluso te has atrevido a luchar del lado de Atenea y de Nü Wa, a pesar de estar relacionada conmigo desde la era mitológica!!... ¡Tu traición merece ser castigada con la muerte!! Cual bestia ansiosa por despedazar a su presa, el dios se arrojó con todo ímpetu hacia la indefensa Alalá, quien al apenas ser capaz de distinguir la garra de su atacante dirigiéndose a su pecho, reaccionó cerrando los párpados en señal de resignación por su inevitable fin. —¡No permitiré que la lastimes!! ¡Y mucho menos sabiendo que albergará en su interior a una razón más para existir!! Nü Wa —la diosa que para ese momento lucía tan maltratada como sus aliados— se interpuso de manera abrupta en el salvaje recorrido del griego. Tras apartar a Casiopea con un ligero empujón a través del vientre; recibió directamente el embate con la resistencia de la placa metálica que le cubría el centro del pecho. —¡Ilusa, no debiste sacrificarte de este modo por una humana! —le increpó Ares, mientras continuaba esforzándose por terminar el trayecto de su poderosa acometida—. ¡Tu armadura no es más que un trasto inútil en este momento, y no podrá evitar que las destroce a ambas!! 212
Saga: CATACLISMO 2012 Ares no exageraba. El ropaje supremo de la dama oriental había sido severamente vulnerado por su técnica destructora. La mayoría de piezas rosas lucían cuarteadas y una de las alas había sido arrancada de cuajo. No pasó mucho tiempo para que la poderosa mano del dios quebrara, primeramente, el ornamento de yin-yang, y luego la pieza de metal que éste adornaba. —No pasaré por alto tu descuido —añadió el atacante, ampliando su malévola sonrisa al sentir que sus dedos empezaban a atravesar la piel desnuda de su víctima—. Arrancaré tu corazón y te obligaré a observarlo siendo aplastado mientras aún palpita entre mis manos… ¡Contemplarás la más espeluznante imagen durante tus últimos instantes de existencia!! La garra del helénico había penetrado hasta su esternón… —Esto no acabará a tu modo… Ares… —advirtió jadeante Nü Wa en medio de su martirio, sin retirar su decidida mirada fucsia de la confiada escarlata de su antagonista—. Acabas de sentenciar tu derrota… En un inesperado movimiento que el ataviado en Kamui no vio venir, la diosa sostuvo firmemente su musculoso brazo y consiguió detener por completo la agresión. Apenas en ese momento, se percató de que ella había permitido que la impacte a propósito. Alarmado al haber caído en la estrategia de su oponente, intentó ejecutarla de una vez al extraerle el corazón; pero grande fue su sorpresa cuando sintió que su brazo era apartado poco a poco. Durante ese único instante, Nü Wa fue capaz de superar la fuerza física del más fornido de los doce olímpicos. —In… Inconcebible… —musitó incrédulo el de larga cabellera gris, dando un paso atrás por inercia—. Tú… ¿cómo has podido…? —También fuiste afectado por la energía liberada con tu propia técnica —aseguró implacable la deidad oriental, rodeando su ser con una ligera capa de luz rosácea—. De otro modo no habrías sido lastimado por el ken combinado de Saga y Kanon. Antes de que Ares pudiera dar réplica o siquiera reaccionar, el cosmos de naturaleza luminosa y pacífica de la doncella china se elevó hasta alcanzar la ‘Gran Voluntad’. Al mismo tiempo, la totalidad del devastado territorio chino y todos los que se encontraban en él fueron bañados con su pureza. Al verse rodeado por aquella sobrecogedora y magna aura divina, el dios de la guerra se sintió sobremanera incómodo y molesto; pero no pasó mucho tiempo para que sensaciones que creía olvidadas se apoderaran de su alma y lo sosegaran por completo. Tras milenios de existencia, el sanguinario dios de la guerra recordó los contados instantes en los que sintió auténtica tranquilidad y bienestar. El bienestar que únicamente fue capaz de experimentar junto a Enio, durante los orígenes de ambos. —¿Qué… me has hecho? —inquirió con voz más suave el aturdido dios griego, quien no era capaz siquiera de encender su propio cosmos para contrarrestar el de Nü Wa. —Aunque tu fuerza disminuyó de manera considerable tras recibir la ‘Paradoja del Androfontes’, sabía que no sería nada fácil derrotarte —contestó incómoda la maltrecha deidad femenina, que apenas podía mantener nivelada la inconmensurable energía que derrochaba—. Debía arriesgarme y acercarme a ti para que recibas directamente toda la luz de mi cosmos… En un delicado e inesperado movimiento que dejó boquiabiertos a todos los espectadores del enfrentamiento entre dioses, la dama de cabellera avellana abrazó con sincera ternura a su oponente. —¿Qué es lo que pretende al abrazar a Ares de ese modo? —preguntó al aire Arce, incomodada por la peculiar escena. 213
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco No recibió respuesta de ninguno de los yacientes Guardianes, quienes, confundidos, se inquirían lo mismo. Al percibir el afectuoso e íntimo contacto con Nü Wa, el griego fue conmovido sin que ésa sea su voluntad. Tan intensa era la influencia de aquel cosmos divino de luz, que no pudo evitar derramar un par de lágrimas… Sentir sus mejillas siendo recorridas por dos senderos húmedos, fue lo que le ayudó al dios a reubicarse en tiempo y espacio. El cosmos de la doncella china iba disminuyendo también, así que gradualmente recuperaría su aguerrida e impetuosa actitud habitual. —¡Suéltame ahora mismo!! —le exigió exasperado el ataviado en Kamui. Más que sus heridas producto de la batalla, le dolía saber que su adversaria logró desenterrar memorias de su pasado y de paso, provocarle ligero llanto. Encandilado en rabia, Ares supo sobreponerse a las sensaciones que lo habían aturdido y, llevado por el mismo ímpetu, dejó libre su destructivo cosmos. —¡Es hora de terminar con esta ridícula pantomima de una vez por todas!! Al recobrar por completo la lucidez, encontrarse entre los brazos de la diosa le pareció una eminente ventaja. Aprovecharía la cercanía con ésta para ejecutarla con un simple movimiento, así que empleó su estatura y fuerza superiores para dirigir sus enormes manos hacia su cuello y estrangularla sin piedad; pero justo cuando estuvo a punto de hacerlo, sintió alarmado que sus brazos eran contenidos de manera intempestiva. —¡Ustedes!! —exclamó impresionado, siendo incapaz de mover ninguna extremidad—. ¡¿Cómo es posible que dos humanos hayan…?!! Fueron Saga y Kanon quienes consiguieron tal prodigio empleando sus últimos remanentes de fuerza. A ninguno de los hermanos les importó ser lastimados gravemente por los adornos afilados de la armadura divina de Ares, ya que a partir de ese momento lo darían todo con tal de detener al peligroso enemigo. —Esta es nuestra forma de agradecerte por protegernos de la técnica de Ares, y por sacrificarte para salvar a Alalá —le dijo solemne Kanon a la diosa, aferrándose con todas sus fuerzas al musculoso brazo izquierdo del dios de la guerra—. Del mismo modo, te damos gracias por luchar de una forma tan valiente a fin de proteger la creación entera. —Creo que hablo por mi hermano y compañeros al decir que te respetamos tanto como a nuestra diosa Atenea —añadió Saga con la misma formalidad, haciendo más presión sobre el guantelete derecho del helénico—. Ha sido un honor protegerte durante esta única ocasión. La aludida cerró los párpados y se sintió honrada por las palabras y acciones de los gemelos, pero enseguida regresó a la realidad tras percibir la nociva expansión de la cosmoenergía rojo sangre que estuvo a punto de acariciar el ‘Último Sentido’. La repentina liberación de energía provocó que Alalá —quien hasta ese momento yacía indefensa no muy lejos la acción— sea alejada violentamente hasta casi chocar de espaldas contra los escombros de la pagoda. Tan masiva y destructiva aura no sólo alejó Casiopea, sino que también afectó con su presión a quienes se encontraban más cerca de su origen. La diosa y los gemelos estaban siendo lastimados y consumidos poco a poco por tan terrible manifestación de odio, violencia y resentimiento. Todo parecía estar perdido… —¡No seremos capaces de soportarlo por mucho tiempo!! —advirtió alarmado el antaño General de Poseidón. 214
Saga: CATACLISMO 2012 —¡De aquí en adelante, todo depende de ti, Nü Wa!! —le apremió el antecesor de Géminis con toda la potencia de sus pulmones—. ¡Sólo tú serás capaz de salvar a la humanidad!! Una lágrima recorrió el terso rostro de la dama china, quien, a pesar de lo crítico de la situación, lucía el semblante amable y tranquilo que siempre la caracterizó. La sonrisa que esbozó a continuación, logró llenar de paz las almas de los gemelos. —Sabía bien cómo proceder desde que manifesté mi máximo cosmos —declaró con calma la doncella creadora, al tiempo que abrazaba con más efusividad a su adversario—. Y ahora, gracias a ustedes dos, el ser humano acaba de ganarse una vez más su supervivencia… La semidiosa y los dos maltratados Guardianes se las arreglaron para reunirse con la pelirroja y la ayudaron a reincorporarse. Los cuatro tenían energía para apenas moverse, pero entre todos se propusieron apoyarse a fin de acercarse a sus tres aliados. Por desgracia, las fuertes ráfagas de viento cortante que también producía el cosmos del olímpico, les obstaculizaba severamente el avance. —¡No nos rendiremos!! —aseguró muy decidida Jíngfēi de Xuanwu en medio de su doloroso calvario—. ¡Lograremos juntarnos con nuestra madre y la protegeremos de la amenaza de ese dios!! —¡No llegamos tan lejos como para permitir que la lastimen de este modo! —añadió Téngfēi de Baihu con la misma efusividad, ignorando el salvaje vendaval y la severa herida que le atravesaba la pierna—. ¡De ser necesario, sacrificaremos nuestras vidas por nuestra señora!! —No, mis niños… —los contradijo la deidad china con una suave y delicada voz maternal—. Ustedes no morirán en este lugar… Los vertiginosos vientos se detuvieron de manera repentina ante la atónita mirada de los cuatro guerreros, quienes, al alzar confundidos la vista, notaron que una enorme cúpula de luz había sido erigida sobre los dioses y los hermanos. El objetivo de la deidad que la creó, era separar de todo peligro a los demás participantes del combate. Quien en el pasado fuese conocida como Dánae de Géminis, posó su mano con curiosidad sobre la superficie transparente que los apartaba de la turbulenta vorágine que se desarrollaba en el interior. Le sorprendió que aquella fina capa fuera capaz de contener tan brutal cantidad de poder descontrolado. —Irene… —llamó Alalá a la semidiosa en tono monocorde, al tiempo que reposaba la mano sobre su rota hombrera dorada—. Entiendes los sentimientos de Kanon, ¿cierto? La aludida se volteó para ver a su interlocutora. La expresión de la antaño pitonisa se mostraba neutral, pero sus llorosos ojos clavados en los de Saga, delataban el dolor que sentía tras haber descifrado las intenciones de los gemelos y la diosa. —Los entiendo y los comparto, Alalá —respondió la Geminiana en actitud digna—. Y por ese motivo no permitiré que se sacrifiquen solos… La ancestral Mensajera de los Titanes sacó fuerzas de donde no las tenía para manifestar nuevamente su auténtica aura negra. Rebosante de poder oscuro, contrarrestó con mucho esfuerzo la resistencia de la barrera de luz y consiguió atravesarla ante la incrédula mirada de la Guerrera de Bronce. Luchando contra la ventisca roja que producía el máximo cosmos de Ares, Arce logró juntarse con la diosa china, quien aprovechó el momento y el gran gesto de desinterés de la Dorada, para comunicarle telepáticamente lo que planeaba: —«Escúchame, por favor, guerrera —le pidió amable la agonizante diosa, mientras el tiempo parecía ralentizarse para ambas—. Saga, Kanon y yo nos encontramos al límite de nuestras fuerzas 215
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco y no podremos seguir conteniendo a Ares durante mucho tiempo; por lo tanto he decidido acabar este combate con una técnica que adaptará mi luz de forma que emule el poder destructivo de un quásar. Por desgracia, aquello implica devastadoras consecuencias. No sólo la Maravilla Suprema sería destruida, sino que la Tierra entera podría ser consumida por tal cantidad de poder luminoso». —«Entiendo perfectamente mi papel en todo esto —observó la semidiosa, dibujando en su rostro una expresión de amargura en su faz—. Al ser la única capaz de emplear libremente su cosmos, pretendes que los traslade a otra instancia dimensional para que el planeta no sufra daño cuando ejecutes tu ken». —«Exactamente, Irene —corroboró la doncella asiática, regalándole una cálida sonrisa—. Entonces… ¿contamos contigo?» —«Se los debo, diosa china de la creación… Es lo menos que puedo hacer por ustedes tras todo el mal que les causé… —admitió, incómoda pero decidida a la vez—. Sólo permíteme hacer algo antes…» Con el tiempo aún frenado, la dama en armadura de oro se juntó con el menor de los gemelos. —Todo estará bien a partir de este momento, Kanon —le aseguró con seria convicción—. Juntos conseguiremos un milagro… —Vete, por favor —le pidió el aludido entre dientes—. No quiero que mueras de este modo. —No moriré aquí —respondió ella, suavizando un poco su esquiva actitud habitual—. Te lo prometo. Cuando la semidiosa iluminó el convulsionado ambiente con su sonrisa, por un instante Géminis Blanco vio en ella a la joven soldado que veló por él durante su cautiverio en la prisión marina. En su pensamiento, se esfumó el intenso negro que teñía las pupilas y cabellos de la aquella mujer que se había ganado su cariño hace décadas, para ser reemplazado con la brillante tonalidad roja con la que recordaba su larga melena, y la celeste puro que le daba vida a sus ojos. —Confío en ti… Irene… —farfulló embelesado el Santo en cloth alba. —Mi nombre no es… Arce calló de repente su impulso por confesar la verdad que ocultaba. No vio motivos para arruinar lo perfecto del último momento que compartiría con aquel ser humano extraordinario. En lugar de ello, se dejó llevar por nacientes sentimientos que la obligaron a besar con ternura los labios del sorprendido Santo. —También confío en que serás capaz de salvar a la humanidad —le susurró ella, aún en contacto con su boca—. Adiós, Kanon… La velocidad de la acción regresó a su crítico cauce normal, a la vez que la portadora de Géminis lo daba todo de sí para acrecentar la influencia de su aura de sombras. Ares se sintió todavía más agobiado debido a la intensa oscuridad que empezaba a devorarlo. —¡Malditas escorias! —soltó ya fuera de sí la deidad griega en un desgarrador grito, todavía forcejeando por liberarse de la presión de sus valientes captores—. ¡Hagan lo que hagan, jamás podrán vencer al dios que jamás ha conocido la derrota!! —Será justamente ese orgullo el que provoque tu caída —señaló Nü Wa sin perder la calma—. Juro que jamás volverás a dañar a ningún ser vivo sobre la faz de la Tierra…
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Saga: CATACLISMO 2012 En el exterior de la cúpula, los dos ‘Sì Shòu’ luchaban desesperadamente por atravesar la barrera y socorrer a su diosa. Ambos sabían que lo peor estaba por venir… —¡Demonios!! —maldijo entre lágrimas el Tigre Blanco, golpeando repetidas veces el exterior de la capa de energía a fin de romperla—. ¡No podemos permitir que nuestra diosa se sacrifique de este modo!! —¡Deténgase, por favor!! —le rogó llorando la Quimera Negra. Al mismo tiempo, rasguñaba con todas sus fuerzas la cúpula divina en un inútil intento por atravesarla—. ¡Debe existir otro modo de terminar este combate!! Para Nü Wa fue doloroso contemplar como la desesperación hacía mella en sus dos protectores. Lo habría dado todo por poder escucharlos y hablarles por última vez, pero la capa luminosa que erigió no permitía salir ni ingresar el más mínimo sonido. Al final, se limitó a dedicarles una sonrisa tranquilizadora y compartir con ellos un último mensaje telepático con la ayuda de los remanentes de su cosmos: —«Jíngfēi, Téngfēi… Nosotros los seres vivos no existimos únicamente como un conjunto de materia orgánica. Estamos compuestos de algo más grande, que ni la misma muerte sería capaz de extinguir. Por esa razón, les suplico que mantengan intacta en sus almas la alegría que siempre caracterizó a su madre, porque continuaré viviendo por siempre en los colores radiantes de las flores, en los bellos amaneceres y en las buenas obras que realicen con los seres humanos… ¡Vivan en mi nombre y sean felices, hijos míos!» El mensaje de la diosa creadora llegó a lo más profundo de los espíritus de quienes consideraba como sus auténticos primogénitos. Ninguno de ellos supo cómo reaccionar debido a los sentimientos encontrados que les produjo la diosa con sus palabras, así que se limitaron a desplomarse abatidos sobre sus rodillas y a observarla con impotencia. —¡Ahora es el momento, Nü Wa!! —le gritó Arce, volviéndola así a la realidad—. ¡Ejecuta tu ken, mientras el mío los traslada a otra dimensión!! La semidiosa emplearía aquel legendario arte que le daba la facultad migrar entre dimensiones. Usaría la misma técnica que, durante la era del mito, le permitió entregar mensajes a los Titanes a gran velocidad. —¡‘TRANSMIGRACIÓN FÍSICA AL PLANO ASTRAL’! Tiempo y espacio empezaron a distorsionarse y desgarrarse dentro de la cúpula. De todos los involucrados entre la poderosa técnica, Saga y Kanon fueron los que más estragos recibieron de la misma. Gradualmente ambos sentían que, en un indoloro proceso, sus cuerpos y almas iban siendo desintegrados y reducidos a polvo de estrellas… —«Lo conseguimos, hermano —le dijo Kanon, acompañando sus palabras con un apacible semblante—. En el nombre de Atenea, hemos cumplido nuestro deber como sus Caballeros y, según su deseo, encomendado nuestras vidas a la protección de la humanidad». —«Y no sólo eso —añadió Saga, experimentando la misma serenidad que acababa de transmitirle el gemelo menor con sus palabras telepáticas—. Tras décadas de permanecer separados, al fin fuimos capaces de dejar atrás nuestros errores del pasado y pelear juntos por primera vez». El hermano menor también deseó expresar su orgullo de manera abierta, pero una ligera sensación de remordimiento se apoderó de él cuando observó de reojo la quieta figura de Alalá de Casiopea tras la barrera de luz. A pesar de lo lamentable de la situación, la Amazona lucía tan calmada como ellos. 217
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —«Es una lástima que no hayas sido capaz de despedirte de la mujer que amas…» —«No te preocupes, Kanon —replicó el de cloth negra sin alterarse—. Conozco por tantos años a Alalá, que ya no hacen falta palabras entre nosotros. Ella entiende bien lo que siento, y por lo tanto sabe que estamos haciendo esto por su bien y el de todos». —«Gracias a los sentimientos que le profeso a Irene, ahora entiendo los de ustedes… — aseguró sonriente Géminis Blanco, sorprendiendo gratamente a su interlocutor—. Debo admitir que esa gran mujer se ganó mi corazón desde hace muchos años, y por esa razón la acompañaré por toda la eternidad». —«Eso es justamente lo que le prometí a Alalá en el jardín en el que estuvimos a solas — confesó también sonriendo el Santo en armadura azabache—. Así que no nos queda más que cumplir nuestra palabra de hombres». Por unos segundos ambos lo olvidaron todo y rieron alegres. Hace rato sus miradas azules fueron despojadas de todo miedo o desesperación por lo que vendría a continuación, ya que una acogedora sensación de camaradería y fraternidad se había apoderado de ellos por primera vez en sus vidas. —«Saga…» —«Te escucho, Kanon…» —«Tras todo lo que hemos tenido que atravesar en estos años… ¿aún me consideras como un hermano?» —«Está de más decir que siempre lo he hecho —respondió sin vacilar—. Y estoy agradecido de haber regresado una vez más desde la muerte, porque gracias a ello hemos logrado afianzar nuestros lazos de hermanos». Kanon soltó las lágrimas que se le habían acumulado tras los párpados. —«Te quiero… hermano… —le dijo conmovido el menor de ellos, casi sin poder articular palabra—. Adiós…» —«Esto es sólo un ‘hasta luego’, Kanon —respondió el mayor con una tranquilizadora sonrisa, para luego girar el rostro hacia la figura de su amada, quien también parecía despedirse de él con la mirada—. Hasta luego, Alalá…» El descontrol era evidente en el dios griego de la guerra. Ni su cosmos desatado a su máximo, le fue suficiente para liberarse de sus tres captores. —¡¿Creen que dejaré que me derroten tan fácilmente?!! —gruñó con vehemencia el paralizado ser divino de intimidantes rasgos, con los ojos completamente enrojecidos por la furia—. ¡No me harán falta ni mis brazos ni piernas para devastar la Tierra entera con una técnica que sobrepasa su imaginación!! La terrible amenaza fue acompañada por macabras risas y gritos que invadieron la totalidad del territorio chino. Definitivamente, la deidad guerrera se encontraba fuera de sus cabales pero, ni en aquellas circunstancias, su contraparte china perdió la concentración al nivelar su máximo poder divino. Con la imagen de sus cuatro hijos prevaleciendo en su pensamiento, inhaló profundo para evocar con toda su voz el nombre de una técnica inédita: —¡‘QUÁSAR DE LA CREACIÓN UNIVERSAL’!
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Saga: CATACLISMO 2012 El cosmos de la doncella oriental se expandió nuevamente hasta el ‘Último Sentido’, desintegrando con su fuerza la barrera luminosa, y de paso abarcando por completo la totalidad de K’uen-Luen. A punto estuvo de desatarse la inenarrable energía del agujero blanco, cuando la técnica de Arce tuvo el efecto que su ejecutora esperaba. Ares, Nü Wa, Saga y Kanon empezaron a ser absorbidos por la oscura dimensión que hizo presencia sobre sus cabezas. —¡No me detendrás durante mucho tiempo, Nü Wa! ¡Te juro que regresaré para destruir todo lo que oses crear! —amenazó furioso el dios, todavía forcejeando al saberse obligado a mudarse a un plano diferente de la realidad—. ¡Jamás podrás acabar con la influencia de las deidades griegas de la guerra, porque continuaremos existiendo en cada persona que ansíe dañar a su prójimo!! ¡Seguiremos existiendo en cada masacre que sea motivada por las ambiciones de unos pocos!! ¡Seguiremos existiendo en las lágrimas de cada hombre, mujer y niño que sea invadido por el terror a una muerte violenta!!... ¡Seguiremos existiendo mientras la humanidad exista!!! —Siendo así, entonces también seguirá existiendo el amor que los humanos y los seres de la nueva especie son capaces de manifestar —replicó Nü Wa con suma serenidad—. El amor que hace del mundo un lugar mejor… —¡Basta de patrañas!! ¡Nada evitará que desaparezcan en medio de mi ken magno!!!... ¡‘MIAIPHONOS, EL TERROR DE…’!!! El abrazo de la diosa china se tornó más tierno y acogedor, factor que al ser combinado con su magno y pacífico cosmos, logró sosegar los ímpetus de Ares y evitar que pronuncie el nombre de su máxima técnica. —Los dioses griegos… prevaleceremos… ya que somos… infinitos y eternos —musitó el de melena grisácea con sus últimos bríos, al tiempo que se dejaba llevar por la calidez de los suaves brazos que rodeaban su fornido ser. La mirada del dios se cruzó por unos segundos con la de Alalá, cuestión que despertó en él la nostalgia que creía no poseía. —Y… aunque pasen milenios… volveremos a estar juntos, Enio… La influencia nociva del cosmos del helénico se esfumó entre la bienhechora de su rival divina, quien también se dejó llevar por lo emotivo del momento. —«Si en verdad me lo proponía, quizá también habría logrado calmar tu ira de este mismo modo, y así hubiese evitado que perezcas en Norteamérica junto con tantos inocentes… —se lamentó la deidad en destrozada Armadura Suprema, acomodándose delicadamente en el pecho de su abatido adversario—. Aunque me lastimases con el calor de tu cosmos, cómo me habría gustado abrazarte al menos una vez… Ra…» Con la ilusión de sentirse protegida entre los brazos del supremo egipcio, Nü Wa desapareció entre la misteriosa dimensión. No quedó el más ligero rastro de su presencia, ni de la de Ares y los hermanos gemelos. Sólo la jadeante pelinegra quedó en pies en medio de lo que estuvo a punto de ser una catástrofe de proporciones globales. Una ligera sonrisa de satisfacción —y a la vez de amargura— se dibujó en su rostro al saber que, a muy alto costo, obtuvieron la victoria. —Lo logramos… —masculló exhausta, y con los brazos aún extendidos y temblorosos—. No se siente nada mal… haber luchado por algo que no sea la venganza… La dama oscura no soportó más el daño acumulado que la afligía, así que no pudo evitar desplomarse pesadamente sobre sus espaldas. En esa posición y con mucha dificultad, dirigió su 219
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco afligida mirada negra al firmamento. —Perdóname pero… no podré cumplir la promesa que te hice… —farfulló con un ligero dejo de tristeza—. Lo bueno es que… al menos tuve el gusto de conocer a… dioses y humanos que sí valen la pena… Al menos tuve el gusto de conocerte a ti… Kanon… Lastimosamente, el espíritu de la semidiosa llamada Arce fue desintegrado dentro del cuerpo de su avatar. En un acto de admirable altruismo, había empleado la totalidad de su poder cuasi-divino para ejecutar su ken dimensional. Por desgracia, también se vio obligada a consumir la energía vital de la humana que albergaba su espíritu. De otro modo no habría conseguido el prodigio de trasladar de dimensión a dos dioses de panteones distintos. —¿Dónde… estoy? —preguntó confundida quien volvió a ser Dánae, tras recuperar la tonalidad habitual de sus cabellos y pupilas. Alalá se había acercado a su agonizante compañera del oro y, con delicadeza la acomodó sobre su regazo. —Tranquila… ya todo terminó… Gracias a ti, la justicia ha triunfado… Aunque la voz y presencia de Casiopea le transmitieron tranquilidad, la antaño Ave del Paraíso se vio desconcertada al no recordar nada de lo ocurrido. Había perdido completamente la memoria desde el momento en el que la influencia de Arce se apoderó de su ser, siendo su último recuerdo el instante en el que su hermana gemela la llevó a las barracas del Santuario, tras caer fulminada por lo que creía era una enfermedad. Apenas en ese momento, la yaciente Dánae intentó ubicarse en tiempo y espacio. Al levantar ligeramente las manos y observar sus cuarteados guanteletes, notó con sorpresa que estaba portando una armadura dorada. —¿Soy… un Santo Femenino de Oro? —preguntó con moderada emoción. —Así es —le respondió Alalá muy cordial—. Eres la poderosa Amazona Dorada de Géminis, que lo sacrificó todo para defender a la humanidad. —Me alegro tanto… Tosiendo, pero sin dejar de sonreír, Dánae concentró su entrecerrada mirada en su única acompañante. —Eres la Guerrera de… Casiopea, ¿cierto? La doncella de bronce asintió. —Al parecer estoy de suerte —dijo la protectora de la Tercera Casa, riendo ligeramente—. Según tenía conocimiento, tu armadura posee un espejo… —En efecto. —¿Me lo podrías prestar un momento? No tardaré mucho… En actitud solemne, la antigua pitonisa de Atenea hizo a un lado el cabello que le cubría la espalda. El adornado espejo que simbolizaba la vanidad de la ancestral reina de Etiopía, estaba oculto en una de las placas de la cloth. Con premura tomó el objeto —cuyo cristal se encontraba un tanto trizado— y lo colocó entre las manos de quien se lo solicitó.
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Saga: CATACLISMO 2012 Al levantar con dificultad el espejo y reflejarse en el mismo, Dánae fue testigo de lo maltrecha que se encontraba; no obstante, supo sonreír con calidez, ya que su objetivo no era corroborar su estado o aspecto. La guerrera áurea había presentido lo inevitable de su deceso, así que su último deseo fue despedirse de su gemela a través del reflejo idéntico de su propio rostro… —Esta es la única forma que tengo para volver a verte… hermana —le dijo con resignación a su propia imagen—. Sólo mírate… Desafiaste a los pronósticos de muchos y materializaste tu sueño de convertirte en toda una Guerrera de Oro… Dánae no fue capaz de seguir conteniendo sus lágrimas. —No llores, por favor, hermana —La mano con la que sostenía el espejo le temblaba y apenas fue capaz de recobrar el control—. Debes ser valiente… y continuar protegiendo a Atenea… con total devoción a sus ideales… El celeste en los ojos de la mayor de las gemelas se tornó opaco, mientras cerraba suavemente los párpados y suspiraba por última vez. —Vive… y sé feliz… Irene… La pelirroja murió en el regazo de Alalá. La ligera sonrisa en su rostro le otorgó un aire apacible. Enseguida la armadura de Géminis abandonó a su recién fallecida portadora, y se ensambló a manera de object frente a las dos Amazonas. —Al final… no eras Irene —susurró en actitud solemne y respetuosa la única Ateniense con vida, dejando descansar el cuerpo de la Dorada sobre el piso. Acto seguido, le dedicó una respetuosa genuflexión a la casi destrozada cloth de la tercera constelación del zodiaco—. Aún así, te recordaremos siempre por tu valentía, Dánae de Géminis… No muy lejos de allí, Jíngfēi lloraba devastada entre los brazos de Téngfēi. Se desarmó por completo cuando vio apagarse la luz rosa en el Calendario Maya. —No te había agradecido por darme el valor para volver a la Maravilla Suprema cuando estuvimos en Rozán —le dijo Baihu con su característica calma y ternura—. Ahora es mi turno para ayudarte a sobreponerte al dolor. —¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo?!! —soltó indignada Xuanwu, casi ahogándose en su llanto—. ¡Sabes bien el significado de la extinción de una luz en esa horrenda roca que levita en el cielo!! ¡Nuestra señora Nü Wa ha…!! —No es así… —le interrumpió el joven castaño con voz suave, sorprendiéndola al tornar más fuerte su abrazo—. Ella no ha desaparecido todavía… Justo en ese momento, la totalidad del territorio chino empezó un lento y sublime proceso de regeneración. Los remanentes del máximo cosmos de Nü Wa produjeron el milagro de otorgar nueva vida a las tierras devastadas por la cruel técnica de Ares. Maravillada y perpleja, la pareja de Guardianes contempló el renacimiento de incontables plantas, flores y animales que, gradualmente, volvieron a engalanar el jardín con la perfección de sus colores y sonidos. —¿Lo ves, Jíngfēi? —añadió el castaño, tomándola de las hombreras y encarándola con una sonrisa. Delicadamente, le enjugó las lágrimas con el pulgar—. Al final, la creación ha triunfado sobre la destrucción. —Lo sé, Téngfēi —replicó la de cabellera azulada, apartándole su aún triste mirada—, pero el 221
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco hecho es que nuestra madre tuvo que morir por nuestro bienestar… Extrañado, el guerrero otoñal miró a su compañera a los ojos. —Te equivocas. Nuestra señora Nü Wa no ha desaparecido aún. La Quimera Negra abrió los ojos como platos al escuchar tal afirmación. Le sorprendió, además, la convicción con la que fue pronunciada. Simplemente no supo qué responder. —No puedo precisarte el porqué pero… presiento que ella se encuentra a salvo en algún lugar de la Tierra —Con una radiante sonrisa que transmitía esperanza, el Tigre Blanco posó sus ojos verdes sobre la figura del Calendario Maya—. No me fío en lo que nos ha comunicado la roca que creó Quetzalcóatl, así que, a partir de este momento, dedicaré mi existencia a reunirme con nuestra madre. Extendiendo el brazo con elegancia, el joven le ofreció su mano a la protectora del norte. —Entonces… ¿qué me dices, Jíngfēi? ¿Me acompañarás en esta aventura? La aludida cedió ante la amabilidad y entusiasmo de su compañero y, tras ruborizar su sonriente faz, respondió al gesto al tomarlo de la mano. —Confío en ti, Téngfēi —le respondió ella con el mismo optimismo—. ¡Y estoy segura de que podremos encontrarla! —Cuando se reúnan con ella, por favor exprésenle mis sinceros agradecimientos en nombre de Atenea y sus Caballeros —intervino Alalá, formando también parte del momento—. Lo menos que puedo hacer por ustedes a partir de este momento, es orar cada día por su bienestar y el de Nü Wa. —Te lo agradecemos mucho, Alalá —reaccionó el guerrero en armadura blanca y gris, dedicándole una ligera reverencia—. Y discúlpame por los inconvenientes que te causé durante nuestro encuentro. —No te disculpes, por favor —le dijo la Amazona en tono condescendiente—. Gracias a tus ilusiones, fui capaz de revivir momentos importantes de mi vida. —No tuve la oportunidad de conocerlos pero… me habría gustado hacerlo —agregó sonriente la guerrera del invierno—. ¡Qué gusto saber que existen seres humanos buenos como ustedes! La joven ‘Sì Shòu’ olvidó que una herida aquejaba la pierna de su acompañante, así que, tomándolo de ambas manos, corrió junto con él en actitud juguetona e infantil entre el renovado campo de flores. La muchacha en armadura blanca y negra se había dejado llevar por la naciente felicidad que experimentó de pronto. Alegremente conmovida, Casiopea contempló a la pareja alejarse entre unos árboles cercanos. Al verlos reír cual dos niños inocentes, supo enseguida que sus destinos acababan de fusionarse en uno solo. Sin proponérselo, Jíngfēi y Téngfēi empezaron a vivir según los deseos de su creadora. A partir del instante en el que los jóvenes de la nueva especie se despidieron efusivamente con la mano de la guerrera humana, comenzaría su brillante futuro juntos. Ambos vivirían motivados por su ferviente deseo de reencontrarse con Nü Wa, ayudando en el proceso a todas las personas que necesiten de ellos a lo largo de su travesía. —Sola nuevamente, señor Shion —se dijo a sí misma una melancólica Alalá—, pero en esta ocasión es diferente a cuando usted me encomendó el deber de pitonisa en Delfos… 222
Saga: CATACLISMO 2012 Lo único que la Amazona escuchaba mientras sepultaba a su compañera de generación, era el trinar de las aves y el sonido de la corriente de un río cercano. —Prometo que el sacrificio de todos no será en vano —juró ante la improvisada tumba de Dánae, para luego disponerse a abandonar el restituido jardín. Por primera vez desde que arribó junto con Aioros hacia aquel paraíso, fue capaz de abstraerse con el bienestar que éste transmitía. Aquel sentimiento de paz fue complementado por el recuerdo latente de Saga, que ella atesoraría hasta el último de sus días. Entre la porción de cielo visible entre la Maravilla Suprema y la Tierra, la pelirroja notó algo que llamó su atención: Una brillante estrella azulada fulgía junto al sol de la tarde. —He pasado décadas observando el firmamento y estudiando el movimiento de las estrellas —añadió impresionada—, pero jamás había visto una tan hermosa y resplandeciente… Una ligera sonrisa se dibujó en su rostro, al darse cuenta del significado de la aparición de aquel astro desconocido. —«No has muerto aún… —reflexionó, dejando escapar las lágrimas acumuladas que deseaba dejar libres desde la desaparición de su amado—. Vivirás y me acompañarás eternamente desde el cielo, ahora que te has convertido en la más bella de las estrellas». Con una brillante mirada llena de ilusión, Alalá posó la mano sobre su vientre. —Sobreviviré en tu nombre, ya que te llevo en mi interior —confesó, elevando orgullosa sus radiantes facciones hacia la titilante estrella—. Confiando en lo que dijo Nü Wa cuando me rescató de Ares, acarreo en mí al fruto del amor que consumamos en este hermoso jardín… Te prometo que amaré a nuestro hijo tanto como te amo a ti… Saga… En medio de K’uen-Luen, una avecilla aterrizó sobre el casco del Kamui de Ares. En ese momento, el yelmo de diseño intimidante lució inofensivo al ser rodeado por hermosas flores de todos los colores.
==Grecia. Llanura de Tesalia, Monasterio de Meteora== Una mujer ataviada en un largo y níveo vestido, se encontraba sentada a orillas de un límpido estanque. Sus indescifrables y bellas facciones eran resaltadas por el celeste puro de sus pupilas y el rojo intenso que teñía su larga cabellera. No había pasado mucho tiempo desde que despertó del largo trance en el que permaneció cautiva por décadas, así que le pareció sublime encontrarse nuevamente en contacto íntimo con la naturaleza. El bienestar que sentía fue perturbado sólo por el fatal presentimiento que sobresaltó hasta la última fibra de su ser. —¡Dánae!! —exclamó sobremanera preocupada—. No puedo creer que tú hayas… Irene —la soldado raso que hace años sacrificó su integridad para detener al espíritu de Arce junto con su diosa—, no pudo darse el lujo de siquiera lamentar la muerte de su hermana mayor. Cuando el sello tatuado en el rostro de la mayor de las gemelas fue roto por Nü Wa, también se liberó el espíritu de quien reencarnó en el cuerpo de la menor de ellas. Iris —Mensajera de los Dioses y hermana de Arce, semidiosa que luchó del lado de los olímpicos 223
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco ancestrales durante la Titanomaquia— manifestó su presencia cuasi-divina al transmutar la apariencia de su avatar humana: Las pupilas de Irene se tornaron en un resplandeciente plateado metálico, mientras que sus cabellos fueron despojados de todo color, dejando visible en ellos únicamente el más perfecto e inmaculado blanco. La joven que décadas atrás no era capaz de siquiera encender su cosmos, ahora hacía derroche del mismo a través de la pura aura de luz alba que rodeó su cuerpo. —Tu muerte no permanecerá impune, hermana —se juró a sí misma, encarando la fortaleza divina que, desde donde se encontraba, se veía como un tenue luz en la lejanía—. ¡Recuperaré la armadura de Géminis y, en honor a Atenea, lucharé con ella para así limpiar tu nombre! A punto estuvo la semidiosa de abandonar su morada, cuando algo peculiar llamó su atención: Un intenso resplandor era reflejado en las aguas de la pequeña laguna. Cuando la doncella alzó la mirada, notó que la responsable del brillo era una estrella recién aparecida. Le extrañó la presencia del bello astro de color celeste, ya que el cielo de media tarde se mostraba iluminado por el más radiante sol. En ese momento no supo por qué, pero un profundo sentimiento de añoranza se apoderó de ella. Contemplar esa estrella le trajo agradables sensaciones del pasado que no alcanzó a precisar, ya que enseguida le apartó la mirada y partió dispuesta a encontrarse con su destino. Ella ignoraba que aquel cuerpo celeste albergaba el espíritu del altanero prisionero que alguna vez auxilió en Cabo Sunion. Kanon de Géminis, tras su altruista sacrificio, decidió cuidar desde el cielo a su querida Irene. Tal como lo había prometido, estaría junto con ella durante toda la eternidad…
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CapĂtulo 58
ÂĄIncertidumbre! El advenimiento de las deidades del hiduismo
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==Maravilla Suprema. Acrópolis Planetaria== —¡Inconcebible!! —rugió iracunda una cavernosa voz masculina—. Primero fue Viracocha, luego Mielikki, después Ra y ahora… Nü Wa… Júpiter, supremo dios romano y comandante de la Alianza Suprema, masticó furioso sus palabras tras observar extinguirse la luz rosa del Calendario Maya. Inquieto y frustrado, el ostentoso asiento donde se encontraba reposando le pareció de lo más incómodo, así que se incorporó enseguida del mismo. —No puedo permanecer más tiempo en este lugar —anunció para sí—. Cuatro dioses derrotados son mucho más de lo que podemos permitir… Júpiter decidió abandonar su morada principal, la cual se constituía en un amplio anfiteatro circular de clásico diseño arquitectónico romano. Sólidas columnas y arcos de mármol se elevaban a lo ancho del recinto, engalanándolo con su pomposa perfección. A punto estuvo de atravesar la fina cortina de seda que había sido colocada estratégicamente frente a su trono, cuando una voz de hablar pausado se dirigió a él: —El ejército de Atenea también fue mermado por sensibles bajas —intervino con respeto uno de los tres guerreros que se encontraban en el lado posterior de aquel espacio abierto—. Un número considerable de sus Santos Dorados han perecido ante el poder de nuestros aliados. Aún detrás del velo que mantenía su apariencia en el misterio, el dios romano centró su mirada en el trío de fieles hombres arrodillados frente a él en sumisa y solemne pose. Se trataba de los Guardianes romanos: Aguerridos legionarios que lucían sendas armaduras blancas de estético diseño, las cuales ofrecían una perfecta protección a sus portadores, cubriéndoles, incluso, la totalidad del rostro y la cabellera. —¿Qué sugieres entonces, Neptuno? —inquirió impaciente Júpiter. —No es necesario que malgaste su poder divino en esta batalla, mi señor —respondió en tono monocorde el aludido, poniéndose en pies y dedicándole una elegante reverencia—. Permítame demostrarle mi lealtad, obsequiándole la cabeza de uno de nuestros enemigos… La deidad romana calló un momento a fin de analizar la propuesta. No le costó mucho tiempo tomar una decisión. —Confío en tus habilidades de combate —admitió el dios del trueno, al tiempo que se encaminaba nuevamente al trono detrás de la cortina—. Por lo tanto te encomiendo lograr que Atenea y sus Santos se estremezcan ante la supremacía del panteón romano… El misterioso Guardián del octavo planeta acogió la orden en silencio y partió enseguida al encuentro de sus antagonistas. —¡Marte, Plutón! —llamó Júpiter con voz potente a sus dos protectores restantes, provocando que ambos se sobresalten y alcen sus enmascarados rostros—. ¡En ustedes queda la custodia de la Acrópolis Planetaria! ¡No permitan que ningún adversario salga vivo de territorio romano!!
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==Maravilla Suprema. Vestíbulo principal del Palacio Yahirodono== —Perdiste… —musitó tímida una suave voz infantil. Una pequeña niña que no aparentaba tener más de siete años, estaba sentada de rodillas a la tradicional usanza japonesa. Sus delicados rasgos orientales eran resaltados por la tonalidad azulada de sus cabellos y el aguamarina brillante de sus grandes y vivaces ojos. Su atuendo consistía en una elegante yukata poblada de bordados floreados celestes. La infante de apariencia inofensiva se puso en la tarea de desatar el hilo rojo con el que jugaba ‘ayatori’. No le costó mucho vencer a su acompañante: una joven que definitivamente no estaba familiarizada con ningún tipo de juego. —No es tan difícil crear figuras con el hilo —le dijo un tanto recelosa la chiquilla, con una ligera sonrisa dibujada en la faz. Parecía no costarle ningún esfuerzo entrelazar hábilmente el filamento entre sus deditos—. Mira, Natassia. Es una estrella… La Guerrera de Cisne se vio sorprendida tras despertar en tan amplia y fantástica habitación, en cuyo techo distinguió, entre los muchos tallados, al caracter japonés del agua —Mizu—. Tras ubicarse en tiempo y espacio, se sintió fuera de lugar en aquel bello lugar en el que predominaban los colores fríos. Aunque su entrenamiento en Siberia la acostumbró a los más hostiles entornos helados, por primera vez fue capaz de apreciar la verdadera belleza de la nieve y el hielo, ya que el agua congelada había dado nacimiento a alucinantes ornamentos cristalinos, pequeños arroyos e irreales plantas y animales formados enteramente de hielo. Tan abstraída estaba Natassia en contemplar la armonía en la que convivían aquellos perfectos seres translúcidos, que apenas notó que no estaba portando su máscara. La única habitante del recinto había estado jugueteando con la careta metálica, no muy lejos de ella. Dejándose llevar por la belleza del entorno y la actitud inocente de su pequeña anfitriona, la Amazona en armadura de bronce decidió aceptar la propuesta de jugar el tradicional ‘ayatori’. —Algún día espero ser tan buena como tú —respondió intimidada la discípula de Acuario, encogiéndose de hombros—, pero… —¿Qué ocurre? —le preguntó la niña oriental con infantil curiosidad—. Parece ser que no te estás divirtiendo. —Yo… yo no debería estar jugando en momentos como estos —respondió Natassia, incómoda. Por instinto apartó su mirada celeste de la esmeralda de su interlocutora—. Sabes que mi deber como Santo Femenino es luchar por Atenea, mi maestro Hyôga y por toda la humanidad. La sincera réplica pareció entristecer a la introvertida jovencita, quien, agachando la cabeza, aferró sus pequeños dedos a la máscara de su huésped. —Es una lástima… Me encantó jugar contigo. No me había divertido así en milenios… —Me halaga saberlo —La joven Cisne tomó la careta que la niña le tendió. En actitud seria, se la colocó en el rostro—. Agradezco tu hospitalidad, pero no debería fraternizar con quien se supone es mi enemiga… —No tiene por qué ser así —repuso la chiquilla en tono suave y tímido. Insistiría en convencer a la Guerrera de Bronce, ya que se había encariñado con ella—. Podemos ser amigas si decides luchar a mi lado por los motivos que en realidad son correctos. Si aceptas, puedo salvarte de la extinción a la que la humanidad ha sido sentenciada por los dioses. 227
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Por fortuna para Natassia, la máscara que portaba ocultó bien su rostro desencajado tras escuchar la propuesta. A punto estuvo de responderla, cuando los portones principales de la recámara se abrieron de par en par. Con total calma, un joven hombre entró en la habitación principal del bastión nipón. Su presencia simple y humilde era resaltada por la nada lujosa túnica de color ocre y blanco que vestía su delgado y frágil cuerpo. A primera vista, el recién aparecido lucía como el más sencillo de los monjes swami. —Me disculpo por interrumpirlas de este modo —se excusó el intruso, avanzando hacia ambas de manera apacible—. Hay un asunto importante que deseo discutir. —Es un honor conocerte en el cuerpo físico que Yggdrasil creó para ti —declaró la chiquilla, casi en un hilo de voz—. Eres bienvenido en el Palacio Yahirodono, Brahma, supremo dios hindú. Enseguida, la pequeña ataviada en yukata se acercó hacia él en cohibidos pasos. Un ligero rubor coloreó sus mejillas tras tomarlo de la mano con cierto recelo, y al mismo tiempo una ligera sonrisa se dibujó en su carita. Aunque su timidez no le permitiría expresarlo abiertamente, era evidente que estaba feliz de verlo. —Te lo agradezco, Izanami —respondió la deidad brahmánica con la misma cortesía—. No me es muy grato poseer una existencia material cuando me basta sólo con la espiritual, pero para mí es un gusto abstraer mis sentidos físicos en el hermoso lugar que acogió a la diosa más importante del panteón japonés. Brahma fue invitado por Izanami hacia el centro de la habitación, donde ambos se juntaron con la joven enmascarada. Al principio el dios se sentó en la clásica posición de flor de loto, pero poco después decidió que sería más apropiado imitar la forma japonesa de seiza, en la que reposaban las dos féminas sobre el tatami. La Amazona de Cisne fue presa de un shock que la paralizó por completo. Había pasado poco tiempo desde que conoció a la diosa japonesa y ahora tenía enfrente a una deidad más de la Alianza Suprema. Sencillamente no supo cómo reaccionar o proceder, así que se limitó a observar fijamente al hindú. A Natassia le parecieron exóticamente atractivas las facciones del joven dios que lucía un bindi rojo oscuro en medio de la frente; ya que era la primera vez que conocía a alguien con una apariencia que consideró tan poco común. Le pareció curiosa, además, la combinación de su aceitunada piel con la cabellera lacia de tono púrpura oscuro que caía no más allá de sus finos hombros. Dejando a un lado el aspecto superficial de Brahma, Natassia trató de ver más allá al intentar descifrar su semblante. No fue capaz de hacerlo, porque aparte de tener los ojos cerrados, el dios se mostraba completamente neutral e inexpresivo. Para la joven, la entidad suprema no transmitía desasosiego, pero tampoco tranquilidad; y fue precisamente eso lo que más le inquietó. Brahma era la nada misma para Natassia, y aquello lo confirmó al intentar sentir su también ausente cosmoenergía. —Tú… muchacha… —le dijo de repente el supremo hindú con una voz que no tenía rastro de emoción, sacándola así de sus cavilaciones y sobresaltándola en el proceso—. Eres una guerrera humana, ¿cierto? La aludida no pudo articular palabra. —Así es —corroboró Izanami en actitud inocente—. Natassia es un Santo Femenino de Bronce al servicio de Atenea. La joven asgardiana sintió que una dolorosa corriente eléctrica recorría su espina. El pánico se apoderó de ella, ya que sabía que el dios que tenía a pocos metros, no la perdonaría por luchar del 228
Saga: CATACLISMO 2012 lado de su contraparte griega. Por más que lo intentó, no pudo controlar el temblor que invadió su ser. —Cálmate, por favor, Natassia —le instó Brahma con total serenidad. Lo que sus cerrados ojos físicos no le permitían ver, los de su alma le revelaron con toda claridad—. Ni mis intenciones ni las de Izanami son hacerles daño a ti o a tus compañeros. Siempre y cuando ustedes no actúen con violencia, nosotros dos tampoco procederemos del mismo modo. —Mencionaste algo sobre un asunto importante a discutir —intervino la deidad japonesa, rompiendo la tensión que empezaba a reinar entre el dios y la humana. —Es cierto —A Brahma le extrañó no recibir respuesta de la joven de cabellera celeste —quien permanecía silente e inmóvil—, pero eran otros los asuntos los que lo obligaron a dejar su territorio. Sin demora, se centró en su aliada—. Hay algo que me ha estado inquietando desde que termine la construcción de la Maravilla Suprema… —¿De qué hablas? —inquirió la diosa nipona, sin poder ocultar su incertidumbre y expectativa. —Todavía no soy capaz de precisar su origen con certeza, pero últimamente he podido sentir la presencia de una entidad desconocida, la cual, me temo, podría amenazar el destino de dioses, humanos e incluso de la creación entera… El anuncio del dios asiático de inexorable talante logró alterar sobremanera a Natassia e Izanami, cuyo rostro infantil traslucía la frustración que sentía; y más al no haber sido capaz de percibir la aparición de aquel enigmático ente. —¿Crees que se trate de algún dios que se alió con Atenea y sus Caballeros? —inquirió la japonesa, preocupada—. De otro modo nuestros cuatro compañeros jamás habrían sido derrotados en combate. —Lo dudo mucho —respondió Brahma en tono monocorde—. No identifico al verdadero enemigo como un dios o semidiós… Lo que nos amenaza es más bien un… El dios calló de repente. Su expresión neutral se alteró ligeramente cuando frunció un poco el entrecejo. —¿Ocurre algo malo? —le preguntó inquieta la deidad de aspecto infantil. Sabía bien que su compañero acababa de sentir algo que logró perturbarlo sobremanera. —No es nada —contestó secamente tras carraspear el que mantenía los ojos cerrados. En un santiamén recuperó su clásica actitud calmada—. Me habría gustado acompañarlas por un rato más, pero mi presencia siempre es requerida en territorio hindi. El dios se reincorporó del tatami ante la mirada confundida de su anfitriona. —Aguarda un momento, Brahma —lo atajó la japonesa, disimulando su indignación lo mejor que pudo—. ¿Te irás así, sin más, dejándonos con la incertidumbre? Tras escuchar la pregunta, la reacción del dios fue regalarle una sincera sonrisa a Izanami; quien sintió que el corazón se le desbocaba dentro del pecho. No imaginaba que alguien tan neutral y a veces impasible como él, sería capaz de mostrarse así de cordial. Tal embelesamiento le produjo contemplar el radiante nuevo rostro del dios, que no advirtió el momento en el que éste posó suavemente la mano sobre su cabeza y le revolvió la cabellera azulada en actitud juguetona. —No era mi intención preocuparte de este modo, Izanami —se excusó él en tono amable y tranquilizador. La faz de la aludida se veía completamente ruborizada, ya que era la primera vez que sentía la verdadera calidez y bondad que también era capaz de transmitir la deidad suprema del brahmanismo—. Esto es algo que habré de solucionar por mí mismo, así que por favor no intervengas… 229
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco La japonesa tuvo el impulso de decirle que ella también era una diosa tan poderosa como él, y que por lo tanto estaría gustosa de apoyarlo junto con su ejército; pero en ese momento el de melena púrpura le dio las espaldas y empezó una tranquila marcha hacia los portones principales de la habitación. —Natassia de Cisne —la llamó Brahma sin detenerse, y apenas asomando el rostro sobre su hombro—. Sabes bien que este no es el lugar al que perteneces… Puedo ver en tu corazón que ansías reunirte con tu diosa, maestro y amigos. Con la misma tranquilidad con la que llegó, Brahma dejó a solas a la joven y a la deidad femenina, quien apenas en ese momento fue capaz de reaccionar —aunque de manera pasiva— ante las más recientes palabras y acciones de su aliado. —«A pesar de tener la apariencia de una niña, no debes tratarme como si en verdad fuera una —reflexionó irritada y a la vez entristecida Izanami. Lo más que pudo hacer en ese instante, fue agachar la cabeza en señal de frustración y agarrarse fuertemente a la porción del kimono que vestía sus muslos—. Aunque sí admito que me gustaría jugar ‘ayatori’ contigo la próxima vez que nos veamos… así que vuelve pronto, por favor, Brahma…»
==Maravilla Suprema. Plaza de Bodhidharma== Eleison, Santo de Oro de Capricornio en 2012, se caracterizaba por ser un joven amable, tranquilo y humilde; cualidades suyas realzadas por el gran léxico, carisma y elocuencia que a la vez poseía. Gracias a lo abierto y cordial que se mostraba, logró siempre un trato sincero con sus semejantes; y por tal motivo supo ganarse la confianza de Atenea y de sus compañeros de Oro. El protector del Décimo Templo siempre ocultaba su tristeza o ira detrás de su angelical y atractivo semblante, el cual era complementado por la radiante y amplia sonrisa que siempre lo decoraba. Su expresión jovial era su forma de auto protegerse de los sentimientos negativos que en ocasiones lo agobiaban y, a la vez, de transmitir calma y seguridad a los más cercanos a él. Su hermana Kyrie, en especial, sentía que la paz la invadía con sólo mirarlo. Pero en ese momento, la Guerrera de Escorpión notó alarmada que algo empezaba a cambiar en su hermano… Por un momento dejó de ser el agradable joven al que todos acudían por su consejo, para ser reemplazado por un hombre aguerrido, ansioso por batallar, tal como lo fue su antecesor Shura en su momento. Tras ser testigo del casi deceso de sus dos amigos, Eleison supo que debía adaptarse a la cruda realidad del campo de batalla. Era la primera vez que se vería obligado a emplear sus habilidades en combate; y era un peligroso enemigo el que se erguía ante él… No podría darse el lujo de ser suave o condescendiente… —Kyrie… —la llamó el rubio sin siquiera voltearse a verla. Sus azules ojos encendidos en furia, estaban clavados cual filosas dagas sobre el Guardián hindú—. Márchate con Narella y Theron, por favor… Yo me encargaré de este sujeto… La mencionada pareja de Santos de Bronce perdieron la consciencia tras recibir la poderosa técnica conocida como ‘Redención en el Nirvana’. Ambos yacían visiblemente lastimados y vulnerables sobre el regazo de su amiga Kyrie de Escorpión, quien en tal momento crítico, no vio más opción que acoger con resignación las palabras de su compañero y hermano. —Confía en mí, Eleison. Cuidaré bien de nuestros amigos —le aseguró la Dorada enmascarada en tono serio y a la vez tranquilizador, al tiempo que acomodaba a Sextante y Unicornio sobre sus hombreras áureas—. Sólo prométeme que… cuando nos volvamos a ver, recuperaré a mi querido 230
Saga: CATACLISMO 2012 hermano mayor… Las últimas palabras de la joven de cabellos dorados sonaron un tanto suplicantes para Eleison, quien suavizó un poco su actitud al percatarse del intento de su hermana por disimular su preocupación. Girando el rostro sobre su hombrera, el rubio le dedicó una ligera sonrisa a la persona más importante en su vida. —Te lo prometo… Kyrie… La sucesora de Milo asintió en silencio y abandonó rauda la amplia alhambra con sus dos compañeros en hombros. Sólo los dos contendientes permanecían frente a frente en medio de la plaza flanqueada por gigantescos monumentos de deidades, criaturas y héroes brahmánicos. Una abrumadora tensión empezó a atenazar los músculos de Eleison… —Tu nombre… —exigió saber al fin Capricornio. Sus facciones finas se vieron endurecidas nuevamente por la más implacable seriedad—. ¿Cuál es el nombre de quien se atrevió a lastimar a mis amigos? El aludido no respondió. Es más, a juzgar por la expresión distraída que lucía su regordete faz, parecía no haberle prestado la mínima atención a su enardecido e implacable oponente. Ignorando al Santo, el Guardián de apariencia bonachona equilibró su obeso cuerpo en una pierna y empezó un cómico baile. Para colmo, acompañó su peculiar reacción con una alegre tonada tarareada de modo desafinado. —No intentes burlarte de mí… —profirió Eleison entre dientes. Su voz se había tornado más profunda y amenazante—. Habrás de responsabilizarte con seriedad por tus fechorías y las de tus aliados. No permitiré que hagan lo que les plazca con mis compañeros ni con la humanidad. El de cargado ropaje metálico anaranjado observó a su interlocutor con estupor. Parecía ser que no le había entendido. —No me estoy burlando de ti… Es sólo que me aburrí de que me estés mirando con esos ojos llenos de resentimiento. Aquellas palabras pronunciadas de modo tan inocente, lograron irritar aún más al ya impaciente Caballero. —Dime cuál es tu nombre… —insistió. —Soy Asura. Represento a la quinta encarnación del dios Ganesha, la cual es conocida también como Lambodara… Mucho gusto, joven. —Eleison de Capricornio… —se presentó también el de cloth áurea, pero con marcado recelo. Continuaría mostrándose implacable ante el Guardián, aunque muy para sus adentros se sentía sorprendido, ya que no habría imaginado que alguien como Asura podía poseer una identidad casi divina—. Soy uno de los Santos Dorados al servicio de Atenea. —¡Un Santo Dorado!! —repitió la encarnación de la deidad-elefante con suma emoción. Cual infante alegre, se aplaudió a sí mismo con entusiasmo—. ¡Mi señor Brahma estará muy complacido, sabiendo que derroté a uno de los guerreros de la orden más poderosa de Atenea!! Dicho esto, Asura adoptó una misteriosa y nada agradable sonrisa. Aquel exagerado gesto en el que mostraba casi toda la dentadura, logró inquietar al custodio de la Décima Casa, quien alzó la guardia cuando su adversario empezó a acecharlo como un enorme león a su presa. 231
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Eleison no se dejaría intimidar por la masiva presencia de ese corpulento hombretón de peculiar comportamiento. Aunque le extrañó el hecho de que un enemigo de tal volumen y gordura fuera capaz de desenvolverse de manera eficaz en combate; también fue prudente al no subestimarlo ni confiarse en la lucha que se avecinaría. Asura empleó la totalidad de su peso y el de su exageradamente adornada armadura para arremeter con ambos brazos extendidos. Al parecer, lo que buscaba era agarrar al joven Santo e inmovilizarlo, pero al final no logró más que ejecutar una torpe y lenta maniobra, que Eleison evadió haciéndose a un lado sin esfuerzo. Internamente, el Caballero empezaba a cuestionarse cómo alguien así de descuidado pudo haber derrotado a Narella y Theron, ya que en ese último movimiento evidenció la nula soltura que tenía para siquiera moverse. —Vaya molestia —dijo en un puchero el que evocaba en su aspecto la figura de un paquidermo humanoide—. ¿Podrías quedarte quieto para que pueda exterminarte de una vez? —No hablarás en serio, ¿cierto?… —La posición en la que quedó el Santo de Capricornio le resultó ventajosa, ya que su lento adversario se mantuvo quieto y con la defensa abierta. Enseguida aprovechó la oportunidad que vislumbró para ejecutar con el brazo derecho la técnica insigne de su antecesor—. ¡‘Excálibur’!! Tan devastadora fue la ráfaga de luz dorada que originó el joven de corta cabellera rubia, que tras cruzar en línea recta el piso de mármol, logró cercenar limpiamente el antebrazo con el que Asura intentó protegerse. —Oye… eso me dolió mucho… —dijo Ganesha extrañado, al tiempo que observaba con curiosidad el muñón plano que antes fue su gruesa extremidad completa—. Definitivamente no me agradas, Eleison. A pesar de lo dicho, el quinto avatar del dios hindú no mostraba la mínima señal de dolor o sufrimiento en su rostro. Sangraba sin parar a través de la herida y aquello le parecía de lo más normal. —¿Có… Cómo puedes estar tan tranquilo después de perder un brazo? —le preguntó el Caballero, intentando no sonar vacilante ni nervioso. Por instinto se había puesto a la defensiva lejos de él, tras disiparse la luz del ken que también dejó una profunda grieta sobre el piso de la plaza. —Te equivocas —respondió el hombretón en armadura azafranada, soltando misteriosas risitas—. No he perdido mi brazo… Cual niño saltando en actitud juguetona, Asura se dirigió hacia donde yacía su inerte brazo amputado. Con total calma —y para horror de Eleison—, lo tomó con su mano sana y lo volvió a unir a su cuerpo como si nada. Enseguida la extremidad quedó restaurada y recobró de inmediato su color natural y movilidad. Sudor frío empapó la frente de Capricornio, sabiendo que su contendiente poseía la habilidad de regenerar al instante las más graves heridas…
==Maravilla Suprema, Gran Biblioteca de Durgā== El territorio hindú tenía reservado un lugar especial para almacenar incalculables cantidades de textos ancestrales. Bautizado por su creador como ‘La Gran Biblioteca de Durgā’, el enorme edificio consistía en un vasto complejo arquitectónico cuadrangular, abarrotado por colosales estanterías que se elevaban hasta donde alcanzaba la vista. Cada mueble se encontraba saturado de innumerables libros y pergaminos en sánscrito, los cuales habían sido ordenados de manera impecable y diligente. Avanzando por el corredor central del silencioso e iluminado recinto, un hombre ataviado en 232
Saga: CATACLISMO 2012 armadura negra contemplaba con curiosidad y cautela lo solemne del entorno. En especial le llamaron la atención las nada discretas alegorías y referencias a la cultura hindú que abundaban en los adornos de columnas, en el piso en forma de mosaico, y en el techo formado por un masivo vitral de vivos colores. Aquel lugar le pareció un tanto familiar al legendario Milo de Escorpión. —Se respira un aire sagrado similar al de la Casa de Virgo —se dijo a sí mismo en tono nostálgico. Una amarga sonrisa resaltó en su semblante—. Sin duda Shaka se habría sentido cómodo en esta ostentosa biblioteca… —No del todo, amigo —intervino alguien a sus espaldas—. Me sentiría más a gusto meditando en el Jardín de los Sales Gemelos, en el Santuario de nuestra diosa. Cuando el de cabellera azulada se giró en un rápido movimiento, contempló la figura de su compañero de generación. El antecesor de Virgo portaba una versión ennegrecida y aciaga de la cloth de su constelación. —¡Shaka! —exclamó el antecesor de Escorpión, sin poder ocultar su regocijo. Un simple instante le bastó para confirmar que en realidad se trataba de él, ya que un ser impío no habría sido capaz de imitar su perfecto semblante de tranquilidad, ni tampoco el magno cosmos sereno que manaba. En un parpadeo, Milo sintió que una acogedora paz envolvió su corazón con solo acercarse a Shaka. En silencio, le agradeció a Atenea por permitirle encontrarse con él, ya que, a su forma de ver, el antaño Virgo lo acababa de liberar de la terrible incertidumbre que lo afligía desde el combate que libró con su sucesora. Fueron el desconocimiento de la situación actual del Planeta, sumado al remordimiento por el grave daño físico que le infligió a Kyrie hace unas horas; los que lo estaban atormentando cruelmente en medio de su soledad. La aparición del ‘hombre más próximo a un dios’ fue más que providencial para él. —Me alegra verte fuera de la prisión en la que confinaron nuestras almas, Milo —El Santo de larga melena rubia dibujó una casi imperceptible media sonrisa en su suave rostro. Mantenía los ojos cerrados como siempre—. Me reconforta saber que tengo a mi lado a un poderoso aliado de la justicia. En un impulso de camaradería, Escorpión Negro estrechó la mano de su colega. —También es grato reencontrarme contigo, Shaka —repuso Milo, con una radiante expresión que hacía evidente la confianza que de pronto se apoderó de él—. Demostremos de lo que es capaz la generación legendaria de Caballeros Dorados, aprovechando la nueva oportunidad que se nos ha otorgado para vivir. ¡Protejamos juntos a Atenea y a la humanidad! Shaka reaccionó a esas emotivas palabras, tomando con ambas manos el guantelete de su amigo. —Lo bueno es que no estamos solos, Milo —complementó Virgo con aire solemne—. Contamos también con el apoyo de una nueva generación de poderosos aliados. —Es verdad, amigo. Hace poco conocí a… —Pero qué conmovedor… —interrumpió una grave voz femenina salida de la nada—. Es la primera vez que veo a dos demonios oscuros participando en un emotivo encuentro… Sobresaltado e irritado, Milo intentó detectar el origen de la presencia que profirió esas irónicas palabras. —¡Sal de una vez y da la cara como una verdadera mujer! —gritó al aire el legendario Escorpión, al no ser capaz de siquiera sentir el cosmos de la entidad—. ¡Si lo que pretendes es enfrentarnos, combatiremos contra ti sin consideración alguna! 233
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Aguarda, Milo… —lo atajó Shaka con su clásica actitud serena. Acompañó sus palabras con el tranquilizador gesto de posar su mano sobre la hombrera negra del aludido—. Quien nos acabó de hablar, se encuentra justo frente a nosotros… El antiguo protector de la Octava Casa escrutó confundido al lugar que le señaló su compañero con el semblante. —¿De qué hablas? —preguntó extrañado—. Lo único que puedo ver, es un enorme monumento en el centro de la biblioteca. De todos los adornos que engalanaban la sección principal del amplio vestíbulo, el que más resaltaba era la colosal estatua de bronce macizo que se elevaba en el mismo. Tan masiva mole de metal medía más de setenta metros y aludía a la clásica imagen de una fémina hindú de numerosos brazos, la cual lucía hermosa y rutilante al ser bañada por la gran cantidad de luz multicolor que dejaba pasar el vitral del techo. Su belleza era solo comparable con lo imponente e inquietante que también se mostraba, ya que sostenía amenazantes armas en cada extremidad superior. —No eres nada tonto, ser maligno con cabellos de oro —dijo de repente la estatua a través de su inexpresivo rostro metálico. Su voz abarcó el edificio entero con su potencia—. Fuiste capaz de notar mi presencia durante todo este tiempo, ¿cierto? —En efecto —respondió Shaka de manera pausada—. Al parecer la naturaleza de tu cosmos es diferente a la del ser humano, pero aquello no fue un obstáculo para que pudiera identificar tu amenaza… Ante la alarma del Escorpión y la calma de Virgo, la titánica efigie de bronce cobró vida en lentos y pesados movimientos, produciendo en el proceso estridentes rechinidos en cada articulación. Con notoria dificultad, agachó la cabeza para encarar a los invasores de la morada que protegía. —Las criaturas impías merecen sufrir durante su deceso, así que no se resistan a ser aplastados y degollados dolorosamente… Cuando la estatua parlante se dispuso a caminar, la biblioteca entera se sacudió bajo los pies de los dos Santos. Tras el primer masivo paso que dio, el vidrio del techo se resquebrajó y varias baldosas se levantaron del piso en una horrenda sincronía de nubes de polvo de cerámica. —No esperaba que enfrentemos tan pronto a alguien como ella… —dijo Shaka de Virgo, dando un largo salto hacia atrás en perfecta sincronía con su compañero de generación. Era la primera vez que Milo veía al rubio frunciendo el entrecejo sobre sus párpados cerrados; pero aunque el perfecto semblante pacífico de Shaka lució ligeramente alterado por la preocupación, no permitió que el nerviosismo se apodere de él. —No me digas que también conoces la identidad de esa cosa… —insinuó Milo, sonriendo con fingida confianza. Su mirada azul se mantenía atenta a los movimientos de la peligrosa titánide de bronce, que ya había levantando el brazo con el que sostenía una descomunal y afilada cimitarra talwar. —Así es, Milo. Nos encontramos frente a la encarnación de Kali, la diosa hindú destructora de demonios…
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Saga: CATACLISMO 2012
CapĂtulo 59
Vyasa de Hanuman, el mito del inquieto dios mono
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
==Maravilla Suprema. Alameda Naga== Kyrie de Escorpión arribó a un lugar que no imaginó encontrar en territorio hindi. Varios minutos había trotado a la deriva con sus dos amigos en hombros, abrumada por la imponente presencia de sobrios edificios de piedra gris e incontables monumentos dedicados a personajes y criaturas del folklor de Asia del Sur. Le resultó tranquilizador el drástico cambio de escenario que contemplaron sus ojos detrás de la máscara que portaba, ya que ante ella y sus dos acompañantes se presentó el único recoveco en territorios de Brahma que poseía algo de vegetación y color: La Alameda Naga lucía como un bello parque adornado de palmeras, jazmines blancos y exuberantes árboles de bodhi; los cuales circundaban el pequeño estanque rebosante de lotos que destacaba en la parte central. La joven de cabellera dorada vio seguro depositar con delicadeza a Unicornio y Sextante sobre la alfombra de pasto, lamentando en silencio el estado deplorable en el que ambos se encontraban. Imaginó lo cruento que sería el combate que los dejó en tales condiciones, sin saber que hace poco los dos Santos de Bronce lograron una agónica victoria ante los dos Guardianes finlandeses. Kyrie suponía que fue aquel curioso guerrero obeso quien los dejó así de maltrechos. —No se preocupen, amigos —susurró más para sí que para ellos—. Le prometí a Eleison que los cuidaría y eso haré. Una perturbación cósmica revolvió las entrañas de la Guerrera de Oro. Al parecer, un nuevo enemigo se había hecho presente a considerable distancia de la alameda. —También pudimos sentirlo, Kyrie… —La Amazona de Bronce logró recuperar la consciencia gracias a la fresca fragancia de unas flores cercanas. Apenas podía levantar la cabeza, pero no vaciló al manifestar su petición—: Debes dejarnos y derrotarlo… La consternada aludida no tuvo tiempo de rechistar aquellas palabras, porque Theron también se dirigió a ella apenas despertó: —Narella tiene razón —pronunció el joven Unicornio con dificultad. Haciendo una mueca de dolor, logró sentarse sobre la hierba y encarar a su compañera Dorada—. Pude escuchar lo que le prometiste a Eleison, pero no necesitamos que cuides de nosotros —Pasaron años desde la última vez que Kyrie observó la amplia sonrisa con que siempre recordó su amigo Theron, así que le sorprendió lo afable que se mostró en ese momento—. No olvides lo que está escrito en tu máscara con letras rojas. Por instinto, la rubia se llevó la mano al costado derecho de la careta que cubría su faz. El trajín de la batalla le había hecho olvidar el mensaje escarlata que Milo le heredó tras terminar el combate entre ambos. Las yemas de sus dedos palparon los surcos aún ardientes que conformaban aquella única palabra: —«Esperanza» Un sentimiento de añoranza y determinación se apoderó de ella tras recordar a su modelo de vida y, además, a quien con unos pocos caracteres le hizo entender el significado del legado del Escorpión Celestial. La Guerrera de Bronce interrumpió las cavilaciones de su acompañante, alzando la mano para tomar la suya. 236
Saga: CATACLISMO 2012 —Estaremos bien, amiga —le aseguró Narella, esforzándose desde su lecho para sonreír con sinceridad—. Después de todo, somos Santos de Atenea. Kyrie se soltó delicadamente de la caricia de su compañera de generación y se plantó con altivez entre los jazmines de la alameda. Theron se sintió sobrecogido al imaginar el rostro decidido que luciría su amiga tras la máscara metálica que lo ocultaba. —Ciertamente, amigos —les dijo la Dorada con una voz nada vacilante. Su semblante cubierto encaraba fijamente a los templos que asomaban a lo lejos sobre la vegetación del parque—. Confío en que podrán cuidarse por sus propios medios. —No te decepcionaremos, Kyrie —le prometió Theron con la misma actitud decidida—. Nosotros también luchamos motivados por nuestra esperanza. Y estoy seguro de que, cuando todo esto termine, los cuatro volveremos a reunirnos y pasaremos buenos momentos juntos. La Guerrera de Escorpión asintió en silencio y se marchó enseguida del pequeño retazo de paraíso. Aunque muy para sus adentros le dolió separarse de sus amigos, se las arregló para reemplazar esos pensamientos de pesar con otros de compromiso por cumplir con su deber de Amazona de Atenea. Tras desaparecer Kyrie entre las palmeras, Theron centró su mirada de pupilas negras en Narella. Le dolió verla postrada e indefensa, con una venda rodeándole el hombro perforado y un pedazo de tela ensangrentado cubriéndole los ojos inutilizados. —Estarás bien, amiga —le dijo en tono tranquilizador—. Déjame ir por un poco de agua para tratar tus heridas. —Gracias, Theron… No te tardes, por favor. Desde la infancia, Narella siempre fue una chica decidida y autosuficiente, por lo tanto al Caballero le estremeció el disimulado tono suplicante con el que ella pronunció sus palabras. La crudeza del campo de batalla la estaba desmoronando. Sacudiendo la cabeza para alejar esas ideas, el joven de cabellera azulada se apresuró al límpido estanque en el que flotaban innumerables flores de loto de color durazno. A punto estuvo el Santo de alcanzar las serenas aguas, cuando algo apareció repentinamente desde las ramas de uno de los árboles de bodhi. Era un enjuto y pequeño ser que colgaba cabeza abajo desde la cola, así que a Theron le pareció que se trataba de un travieso mono y, por lo tanto, decidió no prestarle atención tras observarlo de refilón. —¡Hola!! El joven Unicornio dio un respingo al escuchar hablar a aquella criatura y por inercia dio un largo salto hacia atrás. Alzando la guardia y frunciendo el entrecejo, lo escrutó minuciosamente, sólo para notar que el recién aparecido no era un mono; sino un pequeño humanoide que no pasaría de los setenta centímetros. Theron lo había confundido con un primate, ya que portaba una adornada armadura de tonalidades marrones y cremas y, además, cubría su rostro con una máscara metálica que evocaba, precisamente, a un mono. —¿Quién… o qué eres? —le preguntó un tanto nervioso el Caballero. —¡Mi nombre es Vyasa! —se presentó el hombrecillo con una entusiasta y chillona voz—. Soy la más reciente encarnación de Hánuman, el dios hindú. Para Theron, un nuevo y peligroso enemigo acababa de darse a conocer ante él, ya que, al igual que el otro que enfrentó junto con Narella, éste también lucía una apariencia inofensiva.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco No se confiaría nuevamente… —¡Desaparece, enano!! En un impulso, el Santo de Bronce lanzó un feroz puñetazo a quemarropa contra Vyasa, quien no dio la mínima señal de siquiera protegerse u oponer resistencia. Estrepitosamente, fue derribado del árbol en el que colgaba y cayó de bruces sobre el pasto. —Eso no fue muy amable de tu parte —le recriminó indignado el Guardián desde el suelo, apenas recuperado su sentido de orientación—. Además, no soy un enano. Soy una criatura perteneciente al panteón hindú: un ‘genio’. El diminuto guerrero fue despojado de su máscara de apariencia animalesca al momento de ser golpeado, así que su impetuoso rival fue capaz de contemplar claramente sus facciones: El rostro de Vyasa lucía rasgos finos, como los de un niño. La expresión ávida de su rostro era resaltada por unos inquietos ojos castaños y una larga cabellera de la misma tonalidad, la cual había atado en una coleta. El bindi pintado en el centro de su frente, hacía alusión a su relación con la cultura hindi. —No me importa lo que seas o cómo te veas —declaró el Caballero de Unicornio en actitud amenazante—. Seguramente eres un enemigo de la humanidad, al igual que el gordo que nos atacó. Siendo testigo de la impetuosidad de quien lo acababa de maltratar, el de armadura color café se reincorporó de un rápido salto y empezó a retroceder con cautela. —Espera, espera. No tienes por qué enojarte de ese modo —intentó atajarlo el de más corta estatura, sonriendo de manera forzada y sacudiendo cómicamente los brazos hacia adelante—. A pesar de representar a un dios, al momento no cuento con ningún tipo de poder. No por nada me consideran como el Guardián más débil entre todos los que existen. Vyasa fue acorralado de espaldas al árbol del que se precipitó. No tenía salida ante el guerrero que —con la mayor de las seriedades— estaba empeñado en acabar con su existencia. —Oye, no seas malo —añadió el genio, casi derramando lágrimas—. Tú eres un Santo de Atenea, ¿cierto?... Creí que ustedes protegían a los débiles y no que se aprovechaban de ellos. —Es suficiente, Theron —lo detuvo Narella, apoyando la mano sobre su hombrera cuarteada. La muchacha de melena y armadura rosa sacó fuerzas de donde no las tenía para reincorporarse y acercarse a su amigo—. Debe ser por el estado de ceguera forzada en el que me encuentro, pero he podido notar que Vyasa no representa una amenaza como Asura. —Asura es bastante extraño, pero no es mal tipo —resopló el pequeño castaño, cruzando sonriente los brazos—. Lo malo es que él pelea casi por inercia, mientras que yo a duras penas podría enfrentarme con un aprendiz a Caballero. —Estoy convencida de que eres un ser que únicamente irradia inocencia —contestó la Guerrera de Sextante en tono condescendiente—, así que te creemos, pequeño. —Habla sólo por ti, Narella —rechistó el Unicornio, relajando un poco su pose de combate—. No deberías ser tan confiada con los duendecillos que pululan en territorio enemigo… —¡Tampoco soy un duende!! —protestó nuevamente el Guardián de inofensiva apariencia, esta vez con una mayor dosis de vehemencia—. ¡No puedo pelear, pero te irá muy mal si te metes conmigo! En un atrevido gesto, Vyasa le mostró la lengua en una mueca burlona a Theron, quien para ese momento, perdió por completo la paciencia. —¡¿Acaso intentas provocarme, enano?! —le gritó de mayor estatura, arrodillándose a su altura 238
Saga: CATACLISMO 2012 para encararlo mejor—. ¡Ya veremos quién saldrá mal librado cuando ambos peleemos!! —Theron… te dije que basta… El aludido sintió un frío terrible recorriéndole la espalda. Sabía que nada bueno le esperaba cuando su amiga adoptaba esa actitud severa con él; así que se encogió de hombros y permaneció en silencio. —Eres una chica sabia, Narella —la elogió el pequeño Hánuman, mostrando dos hileras de dientes en su gran sonrisa. Acto seguido, abusó de confianza al trepar hábilmente por la espalda de la chica y sentarse sobre su hombro sano—. No planeo involucrarme en esta fea batalla, ni tampoco… El parlanchín Vyasa calló de repente. Apenas en ese momento notó que la joven tenía los párpados vendados con un trozo de tela empapado en sangre. —¿Qué fue lo que te ocurrió en los ojos? —le preguntó al oído izquierdo, derrochando infantil curiosidad e imprudencia. —No es nada —respondió la aludida con cierto dejo de amargura—. Me vi obligada a sacrificar mi vista para derrotar, junto con Theron, a quienes acechaban el Santuario de Atenea. —Qué raro… —dijo el genio, extrañado—. Según veo, no tienes ningún tipo de daño ocular. Confundida, la doncella de Sextante retiró el vendaje de sus ojos. Tras abrir lentamente los párpados, la primera imagen que invadió su nuevo campo visual fue la de un asombrado Theron, quien maravillado notó que su amiga no sólo acababa de recuperar su visión, sino también que sus pupilas rosadas se veían más brillantes y hermosas que nunca antes. Sobremanera exaltados y desconcertados, los dos Santos de Bronce intentaron hallar una explicación en Vyasa de Hánuman, pero —sin que ninguno de ellos lo notara— éste había aprovechado la conmoción para desaparecer.
==Maravilla Suprema. Plaza de Bodhidharma== —¡‘Excálibur’! La técnica vociferada por Eleison fue manifestada en un mortal haz de luz filosa, el cual recorrió veloz el suelo en línea recta hacia su amplio objetivo. Dando un torpe salto hacia un costado, Asura intentó apartarse del camino de la técnica dorada; sin embargo, su maniobra resultó ser tan lenta, que su pierna derecha quedó en media trayectoria del corte de la espada sagrada. Otra de las extremidades de Ganesha fue cercenada limpiamente… Sin contar con un punto de apoyo, el corpulento Guardián desplomó todo su descomunal peso sobre el mármol de la alhambra, aterrizando panza arriba sobre su ancha espalda. —Eleison malvado —se quejó en un puchero el recién lastimado, tras observar el muñón mutilado que hace poco fue su pierna—. Eso me dolió más que lo del brazo… En un patético esfuerzo, el Guardián de armadura anaranjada intentó arrastrar su regordete ser hacia la amputada extremidad. El grueso pernil yacía no muy lejos de él, así que no le sería muy dificultoso volver a anexarlo en su cuerpo. Por desgracia para Asura, justo en el momento en el que estuvo a punto de rosar su pierna con los dedos, otra poderosa ráfaga de luz la impactó y pulverizó por completo. —No volveré a darte ventaja en esta lucha —le advirtió el Santo de Oro, con la palma de la 239
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco mano recta y abierta en la clásica pose del portador de Capricornio—. Ahora no serás capaz de reparar el daño que te he infligido. —No te confíes tanto, Caballero de Atenea —replicó despreocupada la postrada reencarnación del dios elefante—. Tu castigo por deshonrar a una deidad hindú, acaba de empezar… Rodando hacia un lado, Asura rebotó en la superficie de mármol y se reincorporó equilibrándose hábilmente sobre su pierna restante. A su rival le sorprendió la soltura y libertad de movimiento de la que hizo alarde para lograr tal proeza. —«Lo sabía… —reflexionó el joven rubio, desencajando sus facciones usualmente tranquilas en un gesto de preocupación—. A pesar de su volumen corporal, este sujeto no es nada torpe con sus movimientos». Al verse en serios problemas, la reacción impulsiva de Eleison fue utilizar nuevamente su ken conocido como ‘Excálibur’, pero no contó con que Ganesha se le anticiparía encendiendo su cosmoenergía semidivina por primera vez. Con su vasto cuerpo recubierto en una fina aura de luz azafranada, el Guardián se impulsó en su pierna derecha para dar un veloz salto horizontal hacia su oponente. Parecía no importarle el hecho de que la luz cortante de la espada sagrada estaba en medio de su camino. Para horror del Caballero, el hindú atravesó la estela dorada como si nada, gracias a la protección a manera de escudo espiritual que le otorgó su recién despertado cosmos. Sin demora, se plantó a centímetros del estupefacto Capricornio y empleó toda su fuerza física para lanzarle un raudo golpe con el muñón sangrante que carecía de su extremidad cercenada. En medio del recorrido de la agresión, la pierna de Asura fue regenerada en un parpadeo, completando la trayectoria de una devastadora patada que impactó justo en el plexo solar de su víctima. La brutal agresión arrebató el aire de los pulmones de Eleison. Sus ojos azules, casi desorbitados, eran evidencia de lo potente que fue el choque que lo dejó sin resuello, conmocionado y casi inconsciente. —Vaya… creí que mi patada te mataría —se quejó decepcionado el Guardián, aún haciendo presión con su enorme pernera sobre la parte superior del vientre del Santo—. Esa armadura dorada es una molestia. Al saberlo paralizado e indefenso, Asura tomó al Caballero por la cabeza con ambas manos y lo acercó a su rostro para dirigirle la palabra: —He golpeado el centro de tu tercer chakra: el ‘Maṇipūra’. A duras penas serás capaz de siquiera mantenerte en pie. Dicho esto, y sin que oponga resistencia, lo arrojó sin contemplaciones contra una de las efigies de la plaza —o también llamadas ‘murti’ en sánscrito—. La colisión de su cuerpo contra la dura estatua de roca fue tan catastrófica, que la hizo estallar al contacto. El cosmos de Eleison se apagó por completo. —Esa fue una victoria fácil —se vanaglorió Ganesha, volteándose para abandonar el lugar del conflicto—. Mi señor Brahma me recompensará con muchos dulces ‘laddu’ por esto —añadió, aplaudiéndose a sí mismo. Pero el combate estaba lejos de terminar. Capricornio surgió con dificultad de entre los escombros de piedra, respirando agitadamente. —No… me rendiré —profirió con tenacidad el Dorado, tosiendo polvo en un intento por recobrar el aliento—. ¡Continuaré atacándote con ‘Excálibur’ hasta que te venza!! 240
Saga: CATACLISMO 2012 —No sé si lo tuyo es valentía o simple necedad —replicó Asura con su característico aire bonachón—. De todos modos, no importa cuántas veces me ataques con tu espada, jamás podrás herirme con un arma falsa. —¡Te equivocas! —exclamó el Santo, indignado—. ¡Poseo la fuerza original de la espada sagrada, porque es la misma Atenea quien la cede a los Caballeros de mi signo!! —El que se equivoca eres tú, Eleison —lo contradijo el guerrero hindú en tono cantarín—. Al parecer, el poder de la ‘Excálibur’ original le fue cedido a otro guerrero por su portador legítimo… La que tú posees, es sólo una imitación; así que todavía te hace falta ganar la protección de una auténtica arma legendaria. Eleison permaneció inmóvil y silente por unos segundos. La incredulidad lo invadió al contemplar la posibilidad de que ‘Excálibur’ —el arma que tanto esfuerzo le costó obtener para convertirse en un Santo de Oro— no era más que una simple y débil copia… No podía aceptarlo y tampoco podía rendirse, así que, dejando a un lado las inseguridades que lo atormentaron de repente, hizo arder al máximo su cosmoenergía dorada. —¡No caeré en las patrañas de un enemigo!... ¡‘Danza Excálibur’!!! Capricornio elevó el brazo derecho, enviando así una multitud de mortales cortes al mismo tiempo. Una red de haces luminosos dio origen a la cuadrícula de afilada energía que se proyectó en diversos ángulos hacia su objetivo, quien, al ser cegado por la intensa luminosidad de la técnica, no fue capaz de escapar de ella o siquiera protegerse con su escudo cósmico. No sólo el lugar donde se encontraba el pesado Guardián quedó devastado, sino que también sus alrededores fueron cortados sin piedad. Varias nubes de polvo se levantaron tras chocar en el suelo los pedazos cercenados de grandes monumentos. —Lo logré… —sentenció el joven de corta cabellera rubia, dejando caer su peso sobre una rodilla a causa del sobrehumano esfuerzo que realizó—. Sabía que mi espada no podía… Las pupilas azules del Ateniense se dilataron de terror. Sudor frío empapó su frente, contemplando la figura ilesa de su contendiente tras asentarse la polvareda que lo camuflaba. —Suponía que los guerreros de la orden más poderosa de Atenea serían más fuertes —dijo Asura, sacudiéndose un poco del polvillo que recubría su redonda hombrera derecha—, pero parece ser que el que enfrenté no posee más recursos para obtener la victoria… Capricornio no respondió, porque sabía que la reencarnación del dios elefante tenía razón. Dejándose llevar por la más horrenda impotencia, se derrumbó sobre sus codos en sumisa pose. —No te sientas mal, Caballero —intentó reconfortarlo el robusto hindú con una voz más suave. Le conmovió ver a su rival prácticamente rendido a sus pies—. Ni siquiera con la ‘Excálibur’ original habrías sido capaz de lastimarme, ya que los dioses del panteón hindú poseemos armas divinas que son mucho más devastadoras que las conocidas por ustedes. Nuestros artilugios de batalla son llamados ‘Astras’ y es precisamente el ‘Astra’ del poderoso dios Shiva el que me fue cedido —Una vez más el de armadura naranja deformó sus facciones en una inquietante y extraña sonrisa—. ¿Quieres que te lo muestre? Eleison no respondió porque continuaba en shock, así que su oponente se tomó su silencio como un “sí”. Entre los regordetes dedos del hombretón se materializó un ornamentado tridente que deslumbraba la vista con su dorado resplandeciente. Lo que más llamaba la atención de aquella hermosa —y a la vez amenazante— arma, era la asimétrica forma de sus afiladas cuchillas curvas. 241
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco —Te presento a Trishula —añadió con marcado orgullo, al tiempo que alzaba vigorosamente sobre su cabeza al Astra de Shiva—. Con ella yo también podré cortarte en pedacitos… En un alarde de poderío, Asura cortó el aire con su tridente, produciendo un estridente silbido en el proceso. Pero aunque los tímpanos de Eleison por poco se rompen a causa del agudo sonido, aun así no dio señales de reaccionar. El Caballero de Capricornio de la nueva generación permaneció quieto y cabizbajo, al parecer esperando su inminente muerte.
==Maravilla Suprema, Gran Biblioteca de Durgā== La titánica estatua de Kali lanzó un veloz corte lateral con su cimitarra, ansiando mutilar y acabar de un solo golpe con los dos Santos en armadura negra. Por fortuna, ambos esquivaron la afilada hoja del arma con acrobáticos movimientos. Mientras que Shaka se alejó a distancia prudente del peligro, Milo aprovechó el momento para emprender vertiginosa carrera directamente hacia el imponente monumento femenino. —«No me dejaré intimidar por una gigante de metal —reflexionó el de melena azulada, esbozando una sonrisa mordaz. Circundando como un rayo a su macizo objetivo, alistó la larga uña carmesí que sobresalía de su índice derecho—. Mientras más grande sea mi enemigo, más fuerte caerá». Pegando un salto de más de cuarenta metros, Milo quedó suspendido en el aire. Su objetivo era posicionarse justo enfrente de su colosal oponente y, además, abarcar su atención. —¡Nada puede resistir el tormento del Escorpión!! —le gritó con autoridad. En un parpadeo, su cosmoenergía dorada se expandió a instancias cercanas al Séptimo Sentido—. ¡‘Aguja Escarlata’!! Representando la posición de las estrellas de la octava constelación del zodiaco, catorce finos pinchazos de luz roja fueron desplegados al mismo tiempo, impactando puntos estratégicos del cuerpo de la diosa. La técnica del antaño Dorado fue ejecutada con tanta fuerza y violencia, que los aguijones se incrustaron profundamente en el sólido bronce del que estaba conformada la mole hindú. Al parecer, el grupo de punzadas encarnadas afectó de gravedad a Kali, ya que ésta desplomó su descomunal peso sobre sus rodillas, abatida. Milo aterrizó al mismo tiempo que la enorme murti parlante, así que se vio obligado a efectuar un segundo salto para golpear su pecho metálico. —¡‘Antares’!! —exclamó, disparando su ken definitivo. —¡Detente, Milo! —intentó contenerlo Virgo—. ¡Kali no ha sido derrotada todavía! Pero las palabras de Shaka no fueron escuchadas… El aludido estaba demasiado concentrado en intentar alcanzar el corazón de la antagonista con su resplandeciente uña. —Estúpido demonio —le imprecó la diosa hindú con total desprecio—. Tus agujas, en efecto, lograron afectarme momentáneamente; pero no contaste con que poseo dos brazos extra que aún soy capaz de utilizar… Tras soltar las dos armas que sostenía en sus manos ilesas, agarró con ellas a Milo en medio de su trayectoria aérea. La potente y burlona risa de la deidad invadió la totalidad de la biblioteca. 242
Saga: CATACLISMO 2012 —¡Te estrujaré entre mis manos hasta la muerte, porque eso es lo que mereces por el simple hecho de ser un demonio oscuro! El particular sonido de cuentas chocando entre sí, distrajo la atención de Kali antes de que triturara a su víctima. Shaka empuñaba un rosario de abalorios oscurecidos y a la vez se concentraba en magnificar su aura dorada casi divina. —¡‘Invocación de Espíritus Celestiales del Bien y del Mal’! Una nutrida horda de entes espectrales hizo aparición en el recinto de Durgā, danzando en una espiral tan inquietante y perturbadora como sus alaridos y apariencia. Sin demora, los centenares de seres inmateriales dirigieron sus devastadores ímpetus hacia la efigie hindú. La colisión fue tan brutal, que logró despedazar los dos brazos que sostenían a Milo y derribar a Kali sobre su espalda. El piso entero del edificio se estremeció y agrietó con el choque de la estatua y varias de las monumentales estanterías se balancearon hasta derrumbarse junto con los valiosos textos que albergaban. Un tanto aturdido, el otrora Caballero de Escorpión se reincorporó desde los restos de uno de los anaqueles derribados. No le sorprendió ver a su oponente inmóvil y tendida sobre el piso cuarteado, ya que conocía de antemano el alcance del poder del hombre más cercano a un dios. Por un instante, tuvo el impulso de continuar enfrentando a la peligrosa deidad, pero se detuvo cuando su mirada se cruzó con la serena figura de su compañero de generación. —Ahora entiendo —dijo Milo, con una pertinaz sonrisa dibujada en el rostro—. Deseas enfrentarte solo con esa diosa… —Es lo más conveniente, dada la situación actual —respondió con su característica calma el que mantenía los ojos cerrados—. Tú debes continuar y derrotar a otro de los enemigos de la humanidad que habitan esta vasta fortaleza divina. Milo se acercó a Shaka y lo encaró, tomándolo de ambas hombreras. —Vence a Kali en nombre de Atenea, amigo —le encomendó en actitud solemne y decidida—. Estoy seguro de que nos volveremos a ver. Acto seguido, le dio una fuerte palmada en el hombro en un gesto de camaradería y abandonó enseguida el edificio. Una vez más, la grave risa de la diosa se hizo presente con toda su estridente potencia. —No importa que el otro demonio haya escapado, de todos modos perecerá en manos de las demás deidades del hinduismo —sentenció soberbia Kali, reincorporando lentamente sus toneladas de peso desde el suelo. A pesar de contar con dos brazos menos, su colosal figura no había perdido la presencia majestuosa que poseía cuando se mantenía erguida—. Me complacerá más destruir al poderoso demonio con cabellos de oro que ha osado lastimarme… —Mi nombre es Shaka —se presentó con sosiego el rubio, adoptando al mismo tiempo la posición de flor de loto, o también conocida como ‘padmāsana’—. Soy el antecesor del Santo de Oro protegido por la constelación de Virgo y, como verás, no soy más que un ser humano. —Mientes… —lo contradijo Kali con voz severa—. Al igual que el otro que huyó como un cobarde, tu existencia física y espiritual apestan a muerte… Aquello me dice que ambos permanecieron encerrados por varios años en uno de los ‘Naraka’, seguramente como castigo divino por las fechorías que cometieron durante su existencia.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Un inquietante y poderoso cosmos a manera de vapor negro bañó a la estatua de la diosa. Sus manos restantes adoptaron las posiciones de meditación llamadas ‘Mudras’. —¡Estoy segura de que eres un vil demonio, y por lo tanto has de ser exterminado con el mayor dolor posible! —amenazó ella, concentrando la energía nociva que emanó en su Vitarka mudra —. ¡‘La Capitulación de Raktabīja’!! Los coloridos vitrales que formaban parte del techo —de por sí ya debilitados y trisados por los ataques anteriores—, cedieron al fin en una lluvia iridiscente que dio paso a torrenciales cascadas de sangre. —Ya que te atreviste a atacarme con espíritus, entonces yo lo haré con los mismos de tu clase —le anticipó la diosa, mientras el vestíbulo entero empezaba a inundarse con descomunales cantidades del líquido vital—. En el inicio de los tiempos, derroté y devoré al temible demonio llamado Raktabīja. Ahora será su sangre la que, irónicamente, consuma la carne y huesos de otro demonio… El estanque rojo se agitó y burbujeó con violencia, para luego transmutar en miles de pequeños diablillos de aspecto espantoso. Enseguida la inquieta multitud de seres demoníacos se dirigió en grupo hacia Shaka, ansiosa por destrozarlo con premura. —¡‘Kān’! El portador de la armadura negra de Virgo se vio obligado a erigir un escudo de energía protectora a su alrededor, recibiendo con éste la voraz arremetida de la marea de Raktabījas. El rostro de Shaka se veía sereno como siempre, a pesar del dantesco alboroto que se desarrollaba a su alrededor. —Eres un ingenuo —sonó la confiada voz de la titánica murti desde las alturas—. Tu delicada capa de luz no será capaz de resistir durante mucho tiempo. A pesar de que los demonios rojos se desintegraban al contacto con el ken dorado, continuaban atacando sin tregua desde todos los flancos; lo cual representaba un considerable desgaste de energía para al Santo Negro sentado en la posición de flor de loto. Shaka no vio más opción que terminar con ese infierno utilizando métodos más drásticos: —¡‘Ōm’!! El antiguo custodio de la Sexta Casa hizo estallar su coraza de energía junto con la totalidad del cosmos que manaba en ese momento. Con ello logró no sólo aniquilar a los seres malignos y disipar la sangre de la técnica de Kali; sino que también consiguió arremeter contra ella, impactándola de lleno con una potente ráfaga inmaterial. Shaka mantenía los ojos cerrados, pero aun así su rostro reflejaba el gran esfuerzo que realizó. El Santo no fue capaz de disfrazar su respiración agitada ni su entrecejo fruncido. —Mal… Maldito seas… —balbuceó el monumento metálico, apenas pudiendo mantenerse en pie. La contrarréplica de su enemigo le arrancó los dos brazos que le restaban. Fue la primera vez que Kali se sintió auténticamente amenazada. Un demonio que veía como insignificante y diminuto, acababa de demostrarle lo peligroso que era. Había llegado la hora de pelear con seriedad. —Destrozar los cuatro brazos de una diosa hindú, es una proeza digna de admiración —admitió irritada la colosal deidad—. Por desgracia para ti, mis extremidades no son los únicos medios que poseo para luchar… Kali dejó libre la extensa lengua metálica que escondía en su boca, envolviendo con ella 244
Saga: CATACLISMO 2012 al Caballero por los brazos y el torso. Una fuerte constricción le bastó para atrapar e inmovilizar firmemente a su desprevenida víctima. —¡Se acabó, demonio! —clamó con emoción, tras reír satisfecha. Su oponente no daba señales de siquiera forcejear para liberarse, así que dio su victoria como un hecho—. ¡Gritarás de horror cuando purifique el mundo de tu sucia presencia! ¡Te estrujaré hasta la muerte y luego devoraré tus restos! Poco a poco, la diosa iba halando a Shaka con la presión de su lengua. Para ese momento, había preparado sendos colmillos afilados en su cavidad bucal, con los cuales planeaba masticar el cadáver de quien estaba a punto de sofocar. —No le temo al más horrible de los destinos —declaró muy reflexivo y tranquilo Virgo, a pesar de la espeluznante situación que atravesaba—, pero aunque el mismo Buda me haya enseñado que la muerte no es algo definitivo… ¡No pienso desaprovechar la oportunidad que se me otorgó para vivir nuevamente!... ¡‘Ōm’!! Superando los límites del Séptimo Sentido, Shaka dejó libre una inconmensurable cantidad de energía cósmica. Tan desmedida manifestación de poder dorado explotó de golpe sobre Kali, haciendo pedazos su monumental y macizo ser metálico. El antaño Caballero de Oro salió ileso de las arremetidas de la deidad destructora, cuya presencia y cosmos fueron extinguidos por completo. No había razón para permanecer en el vestíbulo la biblioteca, así que enseguida se dispuso a abandonarlo. —Es… Espera —lo atajó una voz femenina más suave que la de la estatua gigante. Al parecer, el sonido provenía del interior del enorme montículo al que fue reducida la deidad hindi. Desde la pila de masivos pedazos de bronce, emergió con dificultad la figura de una mujer lastimada. —Mi nombre es Rohana de Kali —le comunicó la bella dama, reforzando sus palabras con una mirada cargada de intimidante resentimiento—. Prepárate, Shaka, porque nuestro combate apenas está comenzando…
==Maravilla Suprema. Límites exteriores del Narasiṁha Mandir== Los ‘Mandir’ son templos de culto dedicados a deidades hindús, muchas veces ubicados en la cima de una colina, cerca de cascadas, cuevas y ríos. Dichos santuarios son construidos en lugares tan particulares, porque se dice que “los dioses aparecen en la naturaleza”. En la Maravilla Suprema se erigió un complejo de mandires dedicado al dios Narasiṁha, el cual consistía en un imponente conjunto de edificios construidos desde las mismas entrañas de la montaña de la que parecían emerger. Al contemplar desde la lejanía esos enormes templos de piedra tallados desde la misma tierra, Milo apresuró la marcha sobre el sendero flanqueado de muros de roca por el que corría. —«No debo preocuparme por Shaka —se convenció un tanto contrariado—. Seguramente se las apañará bien él solo con…» Sus reflexiones fueron interrumpidas por un presentimiento familiar que lo invadió de repente. No pudo evitar detenerse en seco y observar los templos con mayor expectativa. —Esta presencia… —susurró, sorprendido—. ¿Acaso lograste ascender a la fortaleza de los 245
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco dioses y adentrarte en el campo de batalla antes que yo? —Una media sonrisa de satisfacción suavizó las facciones del guerrero en cloth negra—. Sin duda eres una mujer fuerte y mi digna sucesora… Kyrie de Escorpión… A Milo le extrañó el hecho de ser capaz de sentir la presencia de la joven rubia —incluso sin que ella haya encendido su cosmos todavía—, pero ya tendría tiempo para pensar en ello, porque lo que le apremiaba era alcanzar los mandires de Narasiṁha a fin de apoyarla en batalla. Varios minutos duró su carrera, hasta que un súbito descenso en la temperatura lo obligó a detenerse nuevamente y a alzar la guardia. Una expresión de frustración se dibujó en su rostro, sabiendo que un nuevo enemigo le dificultaría llegar a su objetivo. —¡Sé que hay alguien en este lugar! —gritó con cautela a la nada—. ¡Sal de una vez y terminemos con esto! —Será como desees, guerrero oscuro —replicó una voz masculina, apacible y a la vez fría como la neblina que de repente invadió el sendero. Como si de un ser inmaterial se tratase, un hombre emergió desde uno de los respaldos laterales que cercaban el camino rocoso. El extraño estaba ataviado en una elegante armadura de tonalidades blancas y plateadas, que le ofrecían una protección absoluta a la integridad de su cuerpo. En especial, a Milo le llamó la atención el casco que portaba el enigmático guerrero, ya que éste le cubría la totalidad del rostro y la cabellera, ocultando así su apariencia e identidad. —Me conocen como Neptuno —le hizo saber el recién aparecido, con actitud respetuosa—. Sirvo al poderoso dios romano llamado Júpiter, como Guardián de la Acrópolis Planetaria. —Y supongo que estás aquí para aniquilarme… —complementó Milo con una sonrisa forzada. —En efecto, Caballero —respondió el misterioso hombre, sin alterarse—. Ofrecí obsequiarle a Mi Señor la cabeza de uno de los enemigos de la Alianza Suprema, así que prepárate a morir… La amenaza fue seguida por la repentina expansión del cosmos del enemigo. Aquella terrible aura lucía hermosa al poseer la más pura tonalidad blanca, pero a la vez se veía amenazante, porque era capaz de congelar todo lo que tocaba. —«Este cosmos helado… —meditó el de melena azulada, esforzándose por detener el tiritar de sus dientes—. Parece ser que enfrentaré a un enemigo con un poder superior al de un Santo Dorado…» Un enorme reto se presentó ante Milo, quien incluso sabiéndose herido tras los combates contra Kyrie y Kali, no se dejó amedrentar y también se puso en la tarea de acrecentar su aura cósmica de Santo, que para ese momento, se tornó tan negra como su armadura. —Nada mal —reconoció con seriedad Neptuno, adoptando al mismo tiempo una extraña pose de batalla—. Veamos si tu cosmos de sombras te será útil para resistir una de mis técnicas… —No permitiré que seas el primero en atacar —repuso el legendario protector del Octavo Templo, extendiendo el índice con autoridad hacia su rival—. ¡‘Restricción’!! El ken psíquico logró su cometido de paralizar por completo al Guardián romano, como si se tratase de un animal a la merced del veneno de un escorpión. —Iluso —El guerrero en armadura blanca forcejeaba por liberarse, pero sus nervios y músculos estaban completamente entumidos—. No podrás detenerme por mucho tiempo con este truco infantil. Nada evitará que me quede con tu vida cuando recupere la movilidad. 246
Saga: CATACLISMO 2012 —Te sientes libre de amenazarme, porque te ocultas en el anonimato detrás de ese casco — aseveró el Santo Negro con aplomo, al tiempo que caminaba hacia él a paso firme—. Si tanto deseas quitarme la vida… ¡Dímelo cara a cara, mirándome a los ojos como un verdadero hombre!! Empleando un furioso rayo ken, Milo arrancó a distancia la protección que cubría las facciones de su enemigo aún atenazado. El Escorpión no pudo salir de su incredulidad tras observar con claridad el displicente rostro del Guardián, y su larga cabellera de tonalidad verde azulada libre al viento. Por inercia, retrocedió un par de pasos y casi trastabilla al reconocerlo… —No puedo creer que… seas tú… —musitó en un suspiro. Enseguida palideció y sus pupilas se dilataron. Casi sin aliento, pronunció el nombre con el que lo conoció siempre: —¡Camus!!!
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco
CapĂtulo 60
Rohana de Kali, el Ămpetu de la diosa destructora
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==Maravilla Suprema. Plaza de Bodhidharma== Eleison de Capricornio fue paralizado por el pánico irracional. Tras desplomarse sobre sus rodilleras y coderas doradas, se mantuvo quieto, en sumisa pose; esperando de manera impávida su próximo final. Lo único que invadía sus sentidos, era el sonido cada vez más cercano de los lentos y pesados pasos de Asura de Ganesha, los cuales retumbaban estruendosos sobre el mármol de la alhambra. —Puedes estar tranquilo, Caballero de Atenea —le dijo a manera de consuelo el avatar hindú. Su masiva y redonda sombra cobijó por completo a la inmóvil y estremecida víctima—. Procuraré que no sientas dolor cuando te rebane con Trishula… El joven rubio no se dignó a siquiera levantar la cabeza. Con su mirada azul perdida y dilatada, imaginó la obscena expresión de su ejecutor asiéndose con emoción a su afilado tridente áureo, ansioso por destajarlo sin piedad. —Una vez más puedo ver el final que tantas veces he contemplado… —musitó casi por instinto el Dorado. Su rostro reflejaba una expresión ausente, casi demente—. Al parecer mi maestro se equivocó en lo que afirmó hace años sobre mí… Me faltó mucho para dejar atrás mis debilidades…
==Hace seis años. Rodorio, Grecia== Una amplia planicie colindaba las afueras del pueblo más cercano al Santuario de Atenea, constituyéndose en uno de los pocos espacios verdes entre la árida tierra que predominaba en el sector. Aquel escenario usualmente tranquilo y armónico, se vio alterado por la estruendosa batalla que se desarrollaba sobre su soleada alfombra de hierba. Dos Santos de Bronce se debatían en feroz combate. —¡‘La Zarpa de Elvashak’! —exclamó una joven enmascarada de dorada cabellera, liberando su máxima técnica en cinco resplandores cortantes de energía. En aquellos tiempos, Kyrie portaba con orgullo la cloth de bronce de Lince, en cuyas piezas componentes predominaban fusiformes diseños y una bella tonalidad azul medianoche. El ken desplegado impactó con total violencia sobre su rival: Un joven también rubio de semblante suave y un tanto temeroso. Tanta fue la inseguridad del muchacho al momento de reaccionar, que nada pudo hacer para evadir las arremetidas que —de no haber sido por la férrea resistencia de la armadura violeta claro que vestía— por poco lo mutilan de modo inminente. Eleison, Caballero de Bronce de Brújula, golpeó pesadamente el pasto tras ser proyectado por los aires a causa del ataque de su hermana menor, quien alarmada y arrepentida, intentó acercársele a fin de auxiliarlo. —No te atrevas a dar un solo paso, Kyrie —le ordenó con suma frialdad el tercer guerrero que supervisaba la desigualada lucha entre la pareja Ateniense.
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Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco Se trataba de Eremes, Santo de Plata de Cruz del Sur y maestro de Lince y Brújula. Eremes era uno de los guerreros que más desconfianza e intriga despertaba entre los habitantes del Santuario, no sólo por su actitud indescifrable y misteriosa, sino también por lo frío y desalmado que se mostraba al acabar con quienes consideraba enemigos de la justicia. Aunque la cloth de Cruz del Sur resplandecía en intensos matices rojos, dignos de un Santo de espíritu ardiente y vivaz; en contraste su portador lucía una piel mortecina y pálida, que se complementaba con lo inexpresivo de su semblante de facciones suaves y lo oscuro de su corta cabellera. Cruzado de brazos en su característica pose, el instructor de Plata clavó una tranquila y a la vez intimidante mirada sobre su impetuosa alumna. —Estás conteniendo tu verdadero poder para no hacerle daño a Eleison, ¿cierto, Kyrie? — añadió inmutable él, deteniendo en seco a la enmascarada que se supo descubierta—. Deja de estar jugando y pelea en serio de una vez. El joven de Bronce permaneció de espaldas sobre el pasto, decepcionado de sí mismo al saber que no fue capaz de contener un ken que ni siquiera fue ejecutado con la fuerza debida. —No puedo hacerlo, maestro —repuso vacilante la joven de Lince, agachando la cabeza en un gesto de resignación—. No sería justo que lastime a un Santo que posee únicamente funciones de apoyo y no de batalla. —Vaya… —empezó a decir Eremes sin rastro de emoción, acercándose lentamente a sus dos pupilos. A pesar de que lucía cual muerto en vida, su presencia era solemne e inspiraba respeto—. Si por primera vez ibas a desobedecer una de mis órdenes, al menos debiste inventar una mejor excusa. Las penetrantes y encendidas pupilas grises del Caballero de Plata se clavaron cual cuchillos sobre las azules de su alumno yaciente, quien sintió que su alma se desmoronaba dentro de su ser ante un regaño silencioso. Del mismo modo, Kyrie fue intimidada cuando la misma mirada severa se dirigió hacia ella. No fue capaz de evitar retroceder un par de pasos y de delatar con su postura el miedo que de repente sintió. —Siempre has sobreprotegido a tu hermano —le señaló Cruz del Sur en tono monocorde—. Desde que ambos fueron niños, creíste que su calma y amabilidad provocarían que lo maten en el campo de batalla del que siempre lo quisiste alejar… —Pero… maestro… —alcanzó a balbucear nerviosa la chica en cloth azulada—. Debe entender que… mi hermano es todo lo que tengo en el mundo y… no permitiría que nada malo le ocurra… —¿La escuchaste, Eleison? —le preguntó fríamente sin siquiera voltearse a verlo—. Tu hermana menor acaba de admitir que no te considera lo suficientemente fuerte como para sobrevivir por ti mismo… La aludida intentó refutar tal aseveración, pero un asfixiante nudo en la garganta no se lo permitió. —Ustedes conocen bien a los alumnos de Shaina de Ofiuco, ¿cierto? —continuó hablando el Plateado con el mismo tono serio—. Theron de Unicornio y Narella de Sextante entrenan juntos al mismo nivel, siendo que ella también es considerada como un Santo de apoyo al igual que Eleison. Bruscamente, Eremes agarró a su discípulo del guantelete derecho y lo obligó a reincorporarse. Tomándolo por ambas hombreras de bronce, lo encaró con firmeza. —Jamás olvides que eres un Santo de Atenea como Kyrie y como yo —El abrumado Caballero de Brújula intentó apartarle la vista, pero la impresión de contemplar por primera vez una ávida 250
Saga: CATACLISMO 2012 expresión en su rostro, lo paralizó por completo—, y ya va siendo hora de que aceptes tu rol como tal y de que te comportes como un auténtico guerrero… Atónitos, los hermanos contemplaron la repentina expansión de la energía cósmica de un Santo del nivel de Eremes. Su aura de tonalidad roja transmitía intensos sentimientos de violencia e incertidumbre; siendo tan potente al incrementarse, que por poco derribó a Lince y Brújula tras alejarlos con su sola presión. —Pelea contra mí, Eleison —le ordenó implacable y rebosante de poder—. Demuéstrame tu fuerza como Santo de Atenea. El rubio, con las rodillas temblándole, apenas fue capaz de mantenerse en pies. Tan aterrado estaba, que no fue capaz de contestar el desafío. —¡Deténgase, maestro!! —le exigió en medio de su desesperación la Amazona, colocándose frente a su hermano con los brazos extendidos en un valiente gesto protector—. ¡No permitiré que lastime a Eleison!! —Te he enseñado bien, Kyrie —resaltó el pálido guerrero de cabellera negra, intentando ocultar con su hablar indiferente el orgullo que sintió por su alumna—, pero te advierto que si Eleison no me detiene, mi ken acabará con ambos, porque no pienso contenerme al ejecutarlo… La vida de su hermana se encontraba en peligro y aquello era algo que no podía permitir. Mientras la tensión y el silencio se hacían más abrumadores entre los tres, por primera el Santo de Brújula sintió auténtica convicción para enfrentarse a un rival más fuerte que él en todos los aspectos. —¡Ya es suficiente!! —exclamó a todo pulmón Eleison. Sus facciones usualmente serenas se vieron desencajadas por la más extrema ira. Al mismo tiempo, su cosmos gris se encendió con ímpetu hasta niveles insospechados—. ¡Aunque me cueste la vida, esta vez seré yo quien proteja a mi hermana!! Tras girar su enmascarado rostro, la doncella de Lince fue incapaz de reconocer a su inocente hermano mayor en aquel guerrero cegado por la furia irracional. Tal era su shock, que casi no sintió el instante en el que el rubio la hizo a un lado a fin de arrojarse impulsivamente contra su maestro y atacarlo a quemarropa. —¡No me importa que sea mi maestro, lo haré pedazos si se atreve a tocarla!!! Visiblemente sorprendido, Eremes logró bloquear con sus guanteletes de plata los rabiosos golpes que le arrojaba su pupilo. Tal era la fuerza de las patadas y puñetazos cargados de cosmoenergía, que el maestro era obligado a retroceder tras cada estruendoso impacto. —No lo haces nada mal —aceptó el de cloth carmesí, protegiéndose hábilmente en medio de la vertiginosa lucha—. A pesar de poseer ese aire angelical y pasivo por el que siempre te juzga la gente, la firmeza de tus ataques me demuestra tu fortaleza de carácter. Eremes era conocido también por su agilidad mental al crear meticulosas tácticas de combate, así que en ese momento vio la oportunidad perfecta para atacar una de las partes del cuerpo no protegidas por la armadura de Brújula: el abdomen. Un simple puñetazo le bastó para dejar a su alumno sin resuello y retorciéndose de dolor sobre la hierba. —¡Eleison!! —Kyrie vio seguro acercarse al convaleciente guerrero de bronce, siendo que éste y su contrincante disminuyeron sus cosmoenergías tras terminar el combate entre ambos de manera intempestiva. —Acabas de cometer un grave error —le hizo notar el mentor a su protegido, tras relajar su pose y cruzarse de brazos. Era apremiante que lo tranquilice, ya que desde el suelo continuaba 251
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco mirándolo con marcado resentimiento—. Todos los seres humanos poseemos una fuente de fuerza, una razón para luchar. La tuya, Eleison, no radica en la ira desenfrenada. —El maestro Eremes tiene razón —secundó la chica enmascarada en tono preocupado, al tiempo que se arrodillaba frente a él—. Te conozco de toda la vida y sé que eres un ser humano ejemplar. Debo admitir que siempre he admirado tu calma y amabilidad. —Traicionar lo que eres en realidad, podría significar tu muerte en un combate real —le advirtió sin reservas el Santo de Plata, con su clásico tono distante—. Escúchame bien, Eleison: Tu sensibilidad y personalidad tranquila no constituyen una debilidad; al contrario, son aquellas cualidades las que representan tu principal fuente de fuerza —En un gesto amable y nada común en él, Eremes le ofreció la mano a su confundido pupilo y lo ayudó a reincorporarse—. Sólo ten en cuenta que no debes enfocar de modo erróneo aquellas fortalezas, o de lo contrario te convertirás en un sujeto cobarde y pasivo. Estoy seguro de que un Santo de Atenea como tú llegará muy lejos al potenciar su bondad nata en la paz interior que todo guerrero ansía poseer. De ese modo, serás capaz de batallar con calma e inteligencia en momentos críticos, dejando a un lado el impulso de atacar motivado por factores irracionales. Las palabras de Eremes calaron profundo en el joven Caballero. En silencio se prometió a sí mismo jamás olvidar los consejos que —casi a la fuerza— acababa de aprender. —Entiendo, maestro —manifestó Eleison, sonriendo amable—. Desarrollaré mis fortalezas hasta convertirme en un Santo digno… Lo haré en nombre de Atenea, de mi hermana, de mi maestro y de toda la humanidad. El Plateado pareció reaccionar a la calidez de su alumno, y no pudo esconder la ligera sonrisa que esbozó por un par de segundos. —Terminó el entrenamiento por el día de hoy —les informó el tutor, dándoles las espaldas. En un parpadeo, recuperó su distante actitud habitual. El sol se ocultó lentamente en el horizonte, creando un hermoso crepúsculo vespertino que tiñó de naranja la planicie. Los tres Caballeros regresaron juntos al bastión de su diosa.
==Tiempo actual. Maravilla Suprema. Plaza de Bodhidharma== —«Perdóneme por haberlo olvidado, maestro Eremes —reflexionó Eleison de Capricornio, dotando de un decidido brillo a su antes opaca mirada azul—. Olvidé la lección más valiosa que recibí de su parte, cuando vi a Narella y Theron al borde de la muerte. Le prometo que a partir de este momento honraré su recuerdo al recuperar la personalidad que usted ayudó a forjar, y que permitió convertirme en un Santo de Oro». Aún de rodillas, el Dorado alzó la cabeza a fin de observar la imponente y corpulenta figura de Asura, quien a poca distancia, sostenía amenazante el tridente de Shiva en un claro intento por atravesarlo. El miedo y la desesperación se esfumaron por completo del corazón y semblante de Eleison, quien en un sincero gesto, le sonrió con calidez a su oponente. —¿Por qué ese rostro tan sereno? —inquirió confundido el avatar del dios elefante—. Lo estabas haciendo tan bien, mostrándome ese desasosiego y resignación que manifiesta alguien que está a punto de morir. Vamos, sé buen chico y colabora un poco con el dramatismo del momento, ¿sí? Ignorando las palabras de Ganesha, Eleison se reincorporó con toda tranquilidad y dejó abierta 252
Saga: CATACLISMO 2012 su defensa al bajar ambos brazos. Con su clásico porte elegante, dio un par de confiados pasos hacia el frente. —Ya es suficiente —dijo amable y calmado el rubio. Su lenguaje corporal daba a entender que no planeaba atacar o defenderse—. No es necesario que dos guerreros leales a sus dioses continúen mancillando con su sangre el territorio sagrado de Brahma. —¡No bromees conmigo!! —Tras hacer un infantil puchero, el regordete guerrero intentó aprovechar la pose relajada de Capricornio para acabarlo con un solo corte. Sin contemplaciones y con la ayuda de toda su fuerza física, blandió a Trishula con el objetivo de partir en dos a aquel hombre que, según él, intentaba distraerlo del combate. Por fortuna, El Caballero de Oro reaccionó a la misma velocidad que la agresión arrojada a él a quemarropa, esquivando la estela luminosa que ésta generó con una impresionante maniobra acrobática. —¡Increíble! —exclamó con emoción el hombretón en armadura color azafrán. Más que nada le estremeció el cambio radical de actitud en su oponente—. ¡Entonces esa serenidad que ahora muestras no es coincidencia! Tras ese único ataque, el hindú también vio seguro relajar su instancia de batalla y acomodó su ‘Astra’ a espaldas. Se había abstraído en las serenas pupilas celestes cual límpidos estanques que se reflejaban en los ojos de su antagonista. —No sé qué fue lo que te pasó, pero ya no puedo ver rastros de cobardía o miedo en tu alma —admitió con cierto estupor Asura, tras observar con más atención al tranquilo Santo—. Creo que me caes mejor que antes. —Aprecio las palabras del oponente más portentoso que he tenido el honor de enfrentar — reaccionó solemne el Dorado. La quinta encarnación de Ganesha dejó reposar su masivo ser sobre el mármol de la plaza. Torpemente, había intentado sentarse en la pose de flor de loto, pero su gran peso y redondez no se lo permitieron. —¿Qué te parecería hacer un trato conmigo? —le propuso el avatar hindi en tono cómplice y entusiasta. —Te escucho… —respondió prudentemente Eleison, sin alterarse ni perder su semblante amable. —Es simple: ¡Si vences en el juego de supervivencia que te tengo preparado, recibirás una valiosa recompensa de mi parte!
==Maravilla Suprema, Gran Biblioteca de Durgā== —Rohana de Kali… —repitió Shaka con marcado sosiego—. Me extraña que una diosa del panteón hindú se presente anteponiendo el nombre de su contenedor humano… —¡Silencio, demonio insolente!! —replicó enfurecida la reencarnación de la deidad hindú de la destrucción. Grande fue el resentimiento que la invadió, tras ser obligada a abandonar su forma de monumento colosal—. ¡Pagarás por haberme hecho esto!! Tras emerger con dificultad entre la pila de escombros metálicos, la verdadera forma de Kali fue revelada. 253
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco A pesar de que sus facciones eran deformadas por la rabia, Rohana derrochaba belleza en sus delicadas facciones, y elegancia en el tradicional ‘ghagra choli’ rasgado que la vestía. Su piel broncínea se complementaba perfectamente con el tono ámbar de sus grandes ojos y el rojo oscuro de la lacia cabellera que caía sobre sus hombros. Aunque su vestido roto delataba lo lastimada que se encontraba, la maltrecha dama intentó disimular este hecho adoptando un porte solemne y digno. —Admito que me equivoqué al subestimar a un poderoso ser impío como tú, y más a uno que es capaz de batallar usando ‘mantras’ —declaró entre dientes la avatar, encarando al antaño Virgo con la clásica actitud enérgica que la caracterizaba—. Por desgracia para ti, estás enfrentando a una diosa que, a partir de este momento, luchará con todo su cosmos destructor. —Lo siento, Rohana, pero tu derrota ya ha sido decretada —sentenció el Caballero de larga melena rubia, agachando ligeramente la cabeza en señal de compasión—. Por desgracia, olvidaste lo más importante… En actitud testaruda, la aludida no prestó atención a las palabras de su oponente. Únicamente se limitó a dejar libre su cosmoenergía, en la forma de un denso halo negro que rodeó su cuerpo y le dotó de un aire espeluznante. —Eres tú quien está a punto de ser vencido —amenazó la peligrosa mujer, confiada al saberse rebosante de un poder prodigioso—. En poco, mi espíritu divino transmutará mi apariencia humana en la original de Kali, la gran destructora; y entonces no me detendré aunque ruegues por misericordia. Con los ojos todavía cerrados, Shaka se mantuvo inmutable ante el ultimátum de su antagonista. Harían falta mucho más que palabras para alterar al siempre sereno ‘hombre más próximo a un dios’. Tras un ademán de la dama hindi, la biblioteca entera se estremeció cuando algo surgió entre los restos de bronce a los que fue reducida la estatua gigante de Kali. Se trataba de una estilizada armadura roja, enchapada en adornos dorados. El ropaje metálico estaba ensamblado a manera de object con forma de mujer de cuatro brazos, la cual parecía danzar en la clásica pose del gran Shiva: la ‘Nataraja’. Aquel tótem se veía macabro al manar el mismo vapor oscuro que Rohana. —Las armaduras que protegen a los guerreros hindúes son conocidas como “Ishvaras” — explicó jactanciosa la doncella guerrera, al tiempo que rasgaba deliberadamente parte de su vestido multicolor—. Y entre los Ishvaras más poderosos y resistentes, se encuentran los que visten únicamente las reencarnaciones de los dioses de nuestro panteón. La coraza de Kali reaccionó a la cercanía de su dueña y enseguida le brindó su protección, tras desfragmentarse y volver a ensamblarse sobre su anatomía. Rohana lució una apariencia todavía más hermosa y amenazante, si cabe. —Entonces así son las cosas… —dijo en un suspiro el Santo, con cierto dejo de resignación—. Ya que las palabras no serán suficientes para hacerte recapacitar, no me queda más opción que utilizar métodos más drásticos… Ante el sigiloso y atento acecho de Rohana, Shaka unió las palmas de ambas manos en pose de plegaria y concentró una vez más su aura dorada a fin de magnificarla. —Ese cosmos casi acaricia lo divino, al igual que el mío… —señaló la Guardiana, arrugando la nariz en un gesto de obvio disgusto. Más que el gran poder que manifestó su rival, le molestó sobremanera percibir la luz áurea de naturaleza cálida que éste manaba. No entendía por qué le hacía sentir tan inquieta, sólo sabía que algo diferente se hallaba en esa última expansión de esa energía, algo distinto a la que empleó para ejecutar las técnicas con las que la atacó anteriormente—. A pesar de 254
Saga: CATACLISMO 2012 portar esa inquietante armadura negra, luces tan inocente como el más puro de los ángeles de dorada cabellera… ¡Pero para desgracia tuya, una diosa como yo no se deja engañar por falsas apariencias!! La dama hindú llevó la mano a su espalda baja y extrajo una adornada hoz de mano desde el cinturón de su Ishvara. —Te presento a Maheshwarastra —dijo orgullosa, levantando con brío el arma. La luz que se colaba por el techo destruido, se reflejó bellamente en la afilada cuchilla curva—. ¡Te decapitaré con mi ‘Astra’, al igual que lo hizo Kali con el demonio Darika en tiempos ancestrales! Extendiendo la mano con la que empuñaba su rosario de ciento ocho cuentas, Shaka contestó en silencio al desafío. Apenas en ese momento, notó algo que le extrañó: —«Tres cuentas de jabonero han regresado a su color original… —meditó taciturno, con los ojos aún cerrados—. Es imposible que tres espectros de Hades hayan vuelto…» Pero Virgo Negro no podía darse el lujo de distraerse en sus cavilaciones, ya que tenía enfrente a una peligrosa oponente que exigía su atención completa. —¡Tendré el placer de aplicar la más cruel de las torturas sobre ti! —le gritó eufórica la sádica diosa destructora, alcanzando el pináculo de su poder semidivino—. ¡‘El Calvario de Darika’! Rohana arrojó su ‘Astra’ a una velocidad tan impresionante, que el Santo apenas logró percibirlo acercándosele como un vertiginoso objeto giratorio oscuro que cruzó silbante el aire. —¡‘Kān’! Por segunda ocasión, el Caballero rodeó su ser con una férrea barrera luminosa, recibiendo con ésta el chirriante impacto de Maheshwarastra. —¡Iluso! —le imprecó emocionada y confiada la hindú en armadura carmesí—. ¡Tus trucos de demonio no funcionarán contra un arma divina!! En efecto, el ken defensivo de Virgo no fue suficiente para contener el de Kali. La hoz sagrada serró la capa de luz y continuó su trayectoria hasta rebanar limpiamente el cuello de su víctima. Cosmos negro y dorado se apagaron, y el silencio reinó en la vacuidad del edificio. La cabeza decapitada Shaka se precipitó al piso por su propio peso y rodó a los pies de Rohana de Kali…
==Maravilla Suprema. Límites exteriores del Narasiṁha Mandir== —No puedo creer que… seas tú… —musitó Milo en un suspiro entrecortado, al contemplar claramente el rostro de su oponente. Sus pupilas dilatadas y pálida faz, fueron señal de la sorpresa que experimentó—. ¡Camus!!! —No conozco a nadie con ese nombre —negó el ataviado en armadura blanca, sin rastro de emoción en la voz—. Como te había dicho antes, soy Neptuno, Guardián perteneciente al ejército del gran Júpiter. El antaño Escorpión Dorado se mantuvo petrificado y en silencio a causa de la vorágine en la que se habían tornado sus pensamientos. Por una parte, el guerrero que tenía enfrente lucía diferente al portar una desconocida armadura blanca y derrochar aquel cosmos tan blanco como la nieve; pero por otra, también se veía idéntico a Camus. A Milo le sería imposible olvidar su rostro serio, el brillo de sus ojos azules, la tonalidad verde azulada de su larga cabellera y ese porte inconfundible que lo 255
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco caracterizaba cuando vestía la cloth de Acuario. Aprovechando el estupor del rival, el Guardián romano se las arregló para desembarazarse de la parálisis producida por la ‘Restricción’ y, en un gesto severo y a la vez tranquilo, extendió el brazo derecho y giró la palma hacia arriba. Enseguida una corriente de aire congelante empezó a girar entre su mano abierta y formó una esfera flotante de hielo en ésta. —Esto será suficiente para acabar con la existencia de uno de los enemigos de la Tierra — pronunció sin temperamento alguno, quien para ese entonces había incrementado su cosmoenergía gélida—. ¡‘Polvo de Diamante’! El orbe azul estalló en incontables astillas de hielo que se multiplicaron, y arremetieron a la velocidad de la luz en la forma de un violento vendaval helado. Sólo al contemplar la magnificencia de aquella técnica ejecutada a la perfección, el otrora guardián de la Octava Casa volvió a la realidad e intentó contenerla con ambos brazos; no obstante, su capacidad de reacción no fue la suficiente y recibió casi de lleno la ráfaga fría. Tan fuerte fue el choque del impulso congelado sobre la humanidad de Milo, que logró proyectarlo en línea recta hacia las alturas; al mismo tiempo que los cristales de hielo lo lastimaban sin piedad. La ascensión fue tan forzada y aturdidora, que nada pudo hacer para aterrizar de modo correcto. De manera aparatosa, impactó de boca contra el sendero de piedra, abriendo un profundo cráter en el proceso. —Ahora… ya no tengo dudas… —manifestó el antecesor de Kyrie, forzando una sonrisa cómplice. En un agónico esfuerzo, se reincorporó con dificultad y encaró a su agresor—. Definitivamente tú eres Camus… —Me estoy cansando de repetirte lo mismo. Mi nombre es… —¡Tu nombre es Camus!! —le interrumpió con furor Milo. Parecía ser que quería recuperarlo de un grito. Sacarlo del letargo y la influencia vil que lo habían obligado a llamarse a sí mismo sirviente del enemigo—. ¡Recuerdo claramente los entrenamientos que tuvimos juntos desde la infancia! ¡Recuerdo bien ese frío que calaba los huesos cada vez que recibía la técnica insigne de los Caballeros de Cristal! ¡Ningún imitador, por más fuerte que sea, podría disimular un ken de Acuario de tal nivel!! Por un momento, la intriga invadió al criomante, así que dejó su instancia de batalla y bajó la guardia por un instante. —¿Quién es ese tal Camus con el que tanto me comparas? —Camus de Acuario es uno los Santos de Oro más nobles de mi generación —respondió decidido y a la vez nostálgico el interrogado—, pero más importante aún… él es mi mejor amigo… —Con esas palabras acabas de comprobar que cometes un error —replicó el de atavíos albos con la misma frialdad, cerrando los ojos en un gesto arrogante—. Como Guardián romano, soy más fuerte que cualquier guerrero de Atenea, por alto que sea su rango… —Se ve que no entenderás con palabras —repuso el de cabellera azulada, sonriendo con amargura—. ¡En ese caso, te liberaré a la fuerza de la maldad que te posee y que no te permite pensar con claridad! —Será como quieras, Caballero —añadió irónico quien se hacía llamar Neptuno—. Si tanto insistes en que soy un Santo de Oro, entonces empezaremos una ‘Batalla de los Mil Días’. Milo sabía bien que se encontraba en una clara desventaja, ya que la armadura negra de Escorpión acababa de ser severamente congelada y gran proporción de su cuerpo era atormentada por 256
Saga: CATACLISMO 2012 dolorosas heridas escarchadas que le entorpecían la movilidad. Aun así, no vaciló al abalanzarse contra Camus, pegando un furioso grito durante la trayectoria. Al antecesor de Acuario recibió a su antaño compañero extendiendo firmemente ambos brazos. Las manos de ambos se entrelazaron entre sí en el estruendoso impacto, dando comienzo a un furioso forcejeo físico y cósmico de magníficas proporciones. Por primera vez en décadas, el espíritu frío de Camus y el alma ardiente de Milo se enfrentaron en mortal contienda. La colisión de los cosmos negro y blanco derivó en la destrucción inmediata del escenario de la lucha: El camino empedrado se partió en innumerables grietas y la mayoría de los respaldos laterales que lo flanqueaban se desmoronaron como si estuvieran compuestos de frágil arena. —¡¿Acaso no lo sientes, Camus?!! —le preguntó apasionado el de oscura cloth, esforzándose por prevalecer en medio de aquel caos. Al tener a su amigo cara a cara, se desahogaría con él sin dilación—. ¡¿Acaso no sientes el calor del cosmos de quien siempre te consideró como un hermano?!! —Ya me harté de escuchar tantas sandeces… —profirió el otrora Acuario con cierto fastidio. El esfuerzo que hacía por contener la arremetida de Escorpión era notorio en su rostro, y más al romperse el balance de fuerzas cuando se soltó del forcejeo—. ¡Cierra la boca de una vez, Caballero de Atenea! El Guardián romano aprovechó la defensa abierta de su enemigo, agarrándolo por el cuello y azotándolo salvajemente de espaldas contra uno de los pocos muros que quedaban en pie en los alrededores. Tal fue la violencia con la que lo impactó, que logró incrustarlo dolorosamente en la piedra y producir un ligero seísmo en el proceso. Empotrado entre la piedra, el apabullado Milo se vio completamente despojado de movimiento, ya que gruesas capas de hielo acababan de aprisionar sus cuatro extremidades contra la pared. Con sangre recorriendo las comisuras de sus labios, lo más que pudo hacer al saberse a la merced de Camus, fue esbozar una mordaz sonrisa. —Conque continúas desafiándome en silencio a pesar de haber perdido —señaló el antiguo protector de la Onceava Casa, observando de refilón a su paralizado oponente. Se notaba un ligero dejo de irritación en su voz—. Pues no te reirás después de que lo que te haré a continuación… Un solo golpe fulminante le bastaría para acabar con el invasor del territorio hindú, así que dirigió veloz el puño a su corazón. Sin embargo, el agresor no contó con que un dolor agudo en las piernas lo obligaría a detenerse y caer rendido de rodillas. —¿Pero qué…? —Camus perdió su calma habitual al contemplar los finos agujeros que de repente aparecieron entre los quijotes y perneras de su armadura, y más cuando sangre empezó a fluir desde los mismos—. ¡¿Qué son estas heridas tan punzantes?! —Es el veneno de las ‘Agujas Escarlata’ —explicó Milo desde su prisión helada—. Es una técnica que ataca al sistema nervioso central, de modo que su intensísimo dolor obliga al oponente a rendirse o morir con quince golpes. —Necesitarás mucho más que esto para asesinar a un Guardián de Júpiter… —Mi intención no es acabar con tu vida, Camus. ¡He utilizado mi ken sobre ti para recuperarte!! Gran variedad de recuerdos golpearon el cerebro del antecesor de Acuario, quien vio proyectados los instantes en los que se convirtió con un Santo de Oro a la tierna edad de siete años. La vívida secuencia de imágenes y sonidos vino acompañada de una fuerte carga emocional, ya que la memoria más sobresaliente, era la del momento en el que su mejor amigo lo acogió con un efusivo abrazo frente a la caja de pandora de Acuario. A su mente vino la sensación helada que agarrotaba sus pequeñas manos tras ejecutar un ken de cristal, pero también la de confort que le transmitió el niño que le 257
Saint Seiya | Los caballeros del zodiaco ayudaría a recuperar la movilidad con la acogedora calidez de su cosmos. —Entonces tu nombre es Milo… —pronunció el guerrero de blanco, sacudiendo la cabeza a fin de reubicarse en tiempo y espacio—. Lo siento, Milo, pero ese tipo de ilusiones no te servirán para alterar mi psiquis. —No fueron ilusiones las que te mostré, amigo —respondió muy serio el aludido—. Fueron tus recuerdos sin alterar los que te devolví a la fuerza con una variación de mi técnica. El Caballero Negro aprovechó la relativa vulnerabilidad de su antiguo compañero para liberarse del duro hielo que lo atenazaba. Extendiendo amenazante la uña roja que sobresalía de su índice derecho, gritó: —¡‘Aguja Escarlata’!! Dos aguijones más fueron desplegados en veloz secuencia, e impactaron sobre los pectorales del guerrero albo con una fuerza tan lacerante, que lograron proyectarlo varios metros y derribarlo sobre sus espaldas. —Me he reencontrado contigo entre los vivos y ni siquiera posees el aura dorada con la que te conocimos siempre… —le dijo Milo, masticando las palabras. Observarlo retorciéndose sobre un charco de su propia sangre, era una imagen que apenas podía soportar—. ¡¿Qué crees que pensaría tu más fiel alumno si viera a su maestro envuelto en esa nada natural cosmoenergía blanca?!! Más memorias salieron a la luz desde los más oscuros recovecos de la mente del poseso Camus, esta vez mostrándole el instante mítico en el que batalló a muerte contra su pupilo Hyôga. En un instante, evocó su noble sacrificio en el templo de Acuario, y el orgullo que sintió cuando el antecesor de Cisne alcanzó el Séptimo Sentido y dominó el Cero Absoluto, acarreando así el legado de sus técnicas. —Recuerdo bien cuando regresaste de la muerte como un sirviente de Hades —repasó el de oscuros atavíos, intentando ocultar el tono de reproche implícito en su voz—, pero aun con lo empeñados que estaban Saga, Shura y tú en acabar con Atenea, sabía bien que el legendario Acuario no podía ser un traidor —Sus ojos acusantes se encendieron y lucieron más amenazantes que nunca—. ¡Por lo tanto te exijo que me digas si en esta ocasión también estás fingiendo lealtad a los dioses que pretenden destruir a la humanidad!! El regañado no contestó y simplemente se limitó a pararse con cierta dificultad. Las agudas once heridas que lo atormentaban le dolían al extremo con cada borbotón de sangre que manaban, pero aun así, no se dignó a mostrar el mínimo semblante de suplicio, ni emitir un solo quejido. Con la misma frialdad y mirada opaca, simplemente dijo: —Tu problema es ser demasiado sentimental. Se nota claramente que tienes una enfermiza fijación por tu amigo muerto, y por esa razón lo ves proyectado en mí —Irritado, Milo intentó refutarlo, pero Camus se lo impidió al continuar con su discurso—: Si acaso piensas obtener la victoria en esta batalla, deberás deshacerte de todas esas emociones inútiles que tanto intentas provocar en mí con tu ken… —¡Te equivocas!! —le increpó vehemente Milo—. ¡Son las emociones las que nos han impulsado a ambos luchar por la justicia!! —La manifestación física de su cosmos dejó de ser negra para rebosar en un dorado tan resplandeciente como la armadura que portó hace años—. ¡Nadie en este mundo te conoce más que yo, Camus, y por lo tanto sé bien que has adoptado a la disciplina y frialdad como partes de tu personalidad; pero no de un modo tan antinatural como las que me estás mostrando en esta batalla!! —Tonterías… —respondió necio el aludido entre dientes—. Lo que ves es lo que soy… 258
Saga: CATACLISMO 2012 —¡Pues entonces te haré saber que detrás de ese exterior indiferente, se oculta el espíritu bondadoso y cálido de mi amigo!!... ¡‘Aguja Escarlata’! El Guardián actuó con presteza al erigir un sólido muro de hielo para protegerse de los tres rayos rojos que vio acercarse, pero tan punzantes y raudos resultaron estos, que atravesaron la barrera cristalina y la armadura blanca de Neptuno sin esfuerzo, hasta clavarse limpiamente en su abdomen. Por tercera ocasión, el lacerante dolor vino acompañado con recuerdos del pasado, esta vez del momento en el que Camus —como Santo Dorado de Acuario— lo sacrificó todo junto con sus once compañeros, en un valiente esfuerzo por reproducir la luz solar y derribar el Muro de los Lamentos en Giudecca. Recibir los catorce aguijones, combinados con reminiscencias de carga emocional tan fuerte; fueron factores que el guerrero blanco ya no fue capaz de soportar. A pesar de su último discurso y de la resistencia de la que había hecho alarde hasta el momento, no logró mantener la calma. —¡Ya es suficiente!!! —exclamó a toda voz y completamente fuera de sí. Se sostuvo la cabeza con tanta fuerza, que a punto estuvo de lastimar su cuero cabelludo—. ¡Pagarás por revolver mi mente de este modo con todos esos recuerdos!!! El halo níveo del autodenominado Neptuno se elevó a niveles que escapaban a la imaginación, ante la estupefacta mirada de quien le hizo perder los cabales. —«Entonces este es el alcance máximo de tu poder tras ser liberado del castigo que nos impusieron los dioses griegos —meditó Milo, sonriendo amargamente mientras se cubría el rostro con el antebrazo. Una violenta corriente helada había acompañado a la magnífica liberación de energía que tornó el escenario de la lucha en un completo pandemonio. Casi no quedaba piedra sobre piedra, ya que todo tipo de escombros se habían congelado y desperdigado—. Vaya… creo que el equilibrio de la ‘Batalla de los Mil Días’ se acaba de romper…» El antaño Escorpión Dorado era muy consciente de su situación. El daño acumulado de tres combates había mermado severamente su capacidad física, pero no su espíritu. A pesar de tener todo en contra, no retrocedería un solo paso; así que, tanto como le fue posible, hizo arder su cosmoenergía de color dorado. —¡Alcanzaré tu corazón con el ardor de mi aguja más poderosa! —sentenció Milo, plantándosele osadamente a su rival a pesar de no haber igualado su poder—. ¡Aunque eso signifique quitarte la vida, te devolveré el recuerdo más precioso que tenemos juntos!! ¡Ése será el último regalo de mi parte, amigo Camus!! —¡Ya deja de confundirme con tus palabras y tu cosmos!! —reaccionó el antecesor de Acuario con un ímpetu casi demencial—. ¡Desaparece de una vez, Milo!! Camus había levantado y posicionado ambos brazos en la clásica pose de cántaro. Cuando apuntó a su amigo con las manos entrelazadas, lágrimas de sangre fluyeron espontáneamente de sus ojos azules. —¡‘EJECUCIÓN AURORA’!!! —¡‘ANTARES’!!! Continuará…
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Anexos
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — CABALLEROS DE ORO Constelación de GÉMINIS: Dánae
Edad: 54 años. Altura: 1,72 cm. Peso: 60 kg. Fecha de Nacimiento: 31 de mayo. Grupo Sanguíneo: AB. Lugar de Nacimiento: Nicosia, Chipre.
Apariencia Física (humana): Piel pálida, cabellera extremadamente larga y desordenada de color rojo intenso, opacos ojos celestes. Rostro de facciones indescifrables. No le importa vestir siempre atuendos andrajosos y desgastados, que resaltan su aspecto inquietante con su nada natural postura encorvada. A menudo su talante provoca que la confundan con una muerta en vida… Ha mantenido la juventud por más de cincuenta años gracias a la influencia del espíritu de la semidiosa que habita en su interior.
Apariencia Física (semidivina): Cuando es poseída por la semidiosa Arce, su cabello y ojos adoptan una tonalidad absolutamente negra y su porte y actitud varían de modo radical.
Perfil Psicológico: Dánae de Ave del Paraíso fue un Santo Femenino de Bronce al servicio de Atenea. Leal y valiente, la mayor de las gemelas se ganó la confianza de su diosa y fue una pieza fundamental en la reconstrucción de su ejército tras la batalla contra Zeus.
Por desgracia, el destino decretó que habría de convertirse en la avatar de la cruel semidiosa conocida como Arce. Aquello le significó no sólo el suplicio de ser contenida por el sello de Atenea, sino también un drástico cambio de personalidad. Se había tornado misteriosa y agresiva, sanguinaria y fría con los enemigos, a los que asesinaba con la mayor de las crudezas.
Su desordenada mente, en la que también convivió el espíritu de su hermana, se ausentó completamente de la realidad.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — DIOSES DE LA ALIANZA SUPREMA Nü Wa.
Denominación: Diosa china de la creación. Altura: 1,69 cm. Peso: 58 kg. País de Origen: China. Territorio bajo su protección: Asia Central. Elemento/ Naturaleza: Luz. Color Característico: Rosa.
Apariencia Física: Piel clara, larga y lacia cabellera castaña atada en un moño a la antigua usanza oriental, puros ojos color rosa intenso. Rasgos suaves y atractivos. Complexión física delicada.
Perfil Psicológico: La diosa creadora se caracteriza por ser la más pacífica y bienintencionada, entre los diez dioses de la Alianza Suprema. Creó seres perfectos que reemplazarán a la humanidad, a fin de perpetuar la armonía en la que debe convivir toda la vida natural del planeta. Sólo con sus más recientes creaciones —a quienes considera como a sus verdaderos hijos— se muestra maternal y condescendiente, aunque esto no significa que actúe con desprecio ante quienes se oponen a ella. Nü Wa intenta evitar todo combate de ser posible una solución no violenta, ya que su carácter conciliador despierta en ella una sincera empatía por sus rivales, a quienes no quiere ver sufrir o sentir dolor. Verla enojada o contrariada, es algo extraordinario, pero cuando esto sucede, es capaz de mostrar una determinación y fuerza de carácter abrumadoras…
Arma divina: Gǔzhēng de dieciséis cuerdas, llamado Li Qingzhao.
Técnica Convencional: —‘LA RESTAURACIÓN DEL BÙZHŌU-SHĀN’ Técnicas Magnas: —‘LA COMUNIÓN CON LOS BĀXIĀN’ —‘QUÁSAR DE LA CREACIÓN UNIVERSAL’. 265
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — GUARDIANES DE LOS DIOSES
Representante de BAIHU (Tigre Blanco): Téngfēi (Guardián otoñal del oeste).
Dios Protector: Nü Wa, diosa china de la creación. Edad: 2 días. Altura: 1,84 cm. Peso: 71 kg. Fecha de Nacimiento: 19 de diciembre. Grupo Sanguíneo: Desconocido. Lugar de Nacimiento: Maravilla Suprema, Jardín de K’uen-Luen, Melocotonero de los Ocho Inmortales.
Apariencia Física: Piel nacarada, lacia y corta cabellera avellana, ojos profundos de color verde. Complexión física normal. Facciones delicadas que transmiten tranquilidad. Marca en el centro de la frente que lo identifica como ser de la nueva especie. Aspecto sereno y casi angelical.
Perfil Psicológico: El primer hombre de la nueva especie creada por Nü Wa es el reflejo de lo que la diosa creadora ansía para los seres regentes de la nueva Tierra.
Amable, pacífico y siempre sonriente, Téngfēi no pierde la calma aún en situaciones difíciles. Intenta evitar el combate de ser posible, pero también es capaz de mostrarse decidido y aguerrido si se lo lleva al extremo.
Puro en todos los sentidos, el ‘Adán contemporáneo’ a veces peca de inocente ingenuidad.
Técnicas: —‘Ilusión en el Paraíso de Qilin’ —‘Las Siete Estrellas de Jade Blanco’.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — GUARDIANES DE LOS DIOSES
Representante de XUANWU (Quimera Negra): Jíngfēi (Guardiana invernal del norte).
Dios Protector: Nü Wa, diosa china de la creación. Edad: 2 días. Altura: 1,79 cm. Peso: 66 kg. Fecha de Nacimiento: 19 de diciembre. Grupo Sanguíneo: Desconocido. Lugar de Nacimiento: Maravilla Suprema, Jardín de K’uen-Luen, Monte Penglai
Apariencia Física: Cabellera larga de color azul oscuro, peinada al estilo tradicional chino. Piel clara y ojos profundos de tonalidad celeste. Complexión física esbelta. Bellas y delicadas facciones. Marca en el centro de la frente que la identifica como ser de la nueva especie.
Perfil Psicológico: La primera mujer de la nueva especie creada por Nü Wa posee sus mismos rasgos de personalidad. La única diferencia con la diosa y con su compañero Téngfēi, es la actitud que demuestra.
Jíngfēi no es una mujer del todo pacifista y pasiva, sino que se muestra más decidida y activa al defender sus principios y a quienes ama.
La ‘Eva contemporánea’ es considerada como la protectora más fiel de Nü Wa.
Técnicas: —‘La Sentencia de Zhàyǔ’ —‘Guī Jiǎké, La Coraza Invernal’ —‘La Armonía del Shēngxiào’.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — DIOSES GRIEGOS
Ares.
Denominación: Dios griego de la guerra. Edad: Desconocida. Altura: 1,87 cm. Peso: 89 kg. Fecha de Nacimiento: Desconocida. Grupo Sanguíneo: Desconocido. Lugar de Nacimiento: Desconocido.
Apariencia Física: Piel clara; cabellera larga hasta la cintura de tonalidad gris oscuro, estilizada en amenazantes puntas. Ojos de pupilas oscuras y esclerótica teñida en carmesí. Complexión física fornida y musculosa. Semblante cruel, en el que se resalta su arrogante sonrisa. Su presencia imponente es realzada cuando viste su fabuloso Kamui rojo sangre. Perfil Psicológico: Ares es considerado como el más terrible y sanguinario de los dioses del Olimpo.
Cruel y despiadado, siembra el terror y la discordia entre la humanidad con el fin de deleitarse con los horrores de la guerra. Su solo nombre es sinónimo de brutalidad y violencia.
Armas divinas: Lanza y Escudo
Técnica Convencional: —‘LA PARADOJA DEL ANDROFONTES’. Técnica Magna: —‘MIAIPHONOS, EL TERROR DE LA EXTINCIÓN HUMANA’.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — DIOSES GRIEGOS
Enio.
Denominación: Diosa griega destructora de ciudades. Edad: 55 años (desde su más reciente encarnación). Altura: 1,72 cm. Peso: 60 kg. Fecha de Nacimiento: 19 de julio. Grupo Sanguíneo: O. Lugar de Nacimiento: Atenas, Grecia.
Apariencia Física: Cabellos vino tinto, ojos de tonalidad rojo oscuro que lucen opacos y ausentes, tez clara. Complexión física delgada pero esbelta. Su avatar humano, Alalá de Casiopea, ha mantenido la juventud por más de cinco décadas debido al poder divino que albergaba en su interior, sin saberlo. Perfil Psicológico: Al ser la pareja y contraparte femenina de Ares, posee ese mismo instinto de destrucción y caos al comandar los vastos ejércitos de Bersérkers. Enio se muestra igual de sanguinaria e impiadosa que el dios de la guerra, pero a la vez es más calculadora y fría para actuar en batalla. Sólo con ella Ares ha manifestado un lado condescendiente.
Técnica Convencional: — Táctica de guerra número treinta y tres: Maratón. Técnica Magna: —???
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — DIOSES DE LA ALIANZA SUPREMA
Brahma.
Denominación: Supremo dios hindú. Altura: 1,75 cm. Peso: 66 kg. País de Origen: India. Territorio bajo su protección: Asia Occidental. Elemento/ Naturaleza: Espíritu. Tiempo/ Espacio. Color Característico: Naranja.
Apariencia Física: Piel aceitunada, cabellera lacia hasta los hombros de tonalidad púrpura oscuro. Color de ojos desconocido, ya que los mantiene cerrados todo el tiempo. Complexión física delgada y frágil. Semblante neutro y carente de emociones, en el que destaca un bindi en medio de su frente. Su presencia simple y humilde es resaltada por la nada lujosa túnica de color ocre y blanco que lo viste. A primera vista, luce como el más sencillo de los monjes swami. Perfil Psicológico: Este dios es considerado como la nada misma por casi todos sus compañeros de Alianza, ya que no demuestra emociones de ningún tipo en su hablar o proceder. No transmite desasosiego ni tranquilidad a sus rivales; y es precisamente aquello lo que más inquieta y perturba de él. Generalmente enigmático e impredecible, Brahma también posee otros rasgos de personalidad que muy pocos conocen…
Arma divina: ???
Técnicas Convencionales: —???
Técnica Magna: —??? 273
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — DIOSES DE LA ALIANZA SUPREMA
Izanami.
Denominación: Diosa primordial japonesa. Altura: 1,25 cm. Peso: 22 kg. País de Origen: Japón. Territorio bajo su protección: Asia Oriental. Elemento/ Naturaleza: Agua/ Hielo. Color Característico: Azul.
Apariencia Física: El cuerpo que Yggdrasil elaboró para Izanami es el de una pequeña niña oriental que no aparenta más de siete años. Su aspecto inofensivo y delicado destaca por la tonalidad azulada de sus cabellos y el aguamarina brillante de sus grandes y vivaces ojos. Su atuendo consiste en una elegante yukata poblada de bordados floreados celestes. Perfil Psicológico: Su actitud y personalidad no son los que se esperaría de una diosa de la jerarquía de Izanami. Se muestra tímida e insegura al hablar y por tal razón no es capaz de hacer valer su opinión entre los demás dioses aliados. Su cuerpo infantil provoca que en ocasiones actúe acorde a la edad que aparenta, y en contadas ocasiones se muestra como una niña inocente y juguetona con quienes considera sus huéspedes.
Arma divina: La lanza de Izanagi, conocida como Amenonuhoko.
Técnicas Convencionales: —???
Técnica Magna: —???
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — GUARDIANES DE LOS DIOSES
Representante de QUINGLONG (Dragón Azur): Renshū (Guardián primaveral del este).
Dios Protector: Nü Wa, diosa china de la creación. Edad: 2 días. Altura: 1,85 cm. Peso: 72 kg. Fecha de Nacimiento: 19 de diciembre. Grupo Sanguíneo: Desconocido. Lugar de Nacimiento: Maravilla Suprema, Jardín de K’uen-Luen, Fuente del Rey Dragón.
Apariencia Física: Piel clara, larga y lacia cabellera negra peinada a la usanza de los guerreros de la China ancestral. Ojos profundos de color negro. Complexión física fornida. Facciones suaves pero severas a la vez. Marca en el centro de la frente que lo identifica como ser de la nueva especie.
Perfil Psicológico: La actitud y carácter del segundo hombre de la nueva especie creada por Nü Wa, difiere diametralmente de la de sus dos antecesores.
Seguro, severo e inquebrantable, Renshū es capaz de utilizar métodos drásticos con tal de hacer prevalecer la voluntad de su creadora.
La misma diosa china lo considera como el más fuerte de sus Guardianes, en todos los sentidos.
Técnicas: —‘El Ascenso de Huánglóng’ —‘Los Siete Dragones Lunares’.
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — GUARDIANES DE LOS DIOSES
Representante de ZHUQUÉ (Ave Bermellón): Míngzhū (Guardiana estival del sur).
Dios Protector: Nü Wa, diosa china de la creación. Edad: No nacida aún. Altura: 1,77 cm. Peso: 64 kg. Fecha de Nacimiento: No nacida aún. Grupo Sanguíneo: Desconocido. Lugar de Nacimiento: No nacida aún.
Apariencia Física: La ideada por Nü Wa para su posterior creación: Cabellera ondulada de color rojo fuego. Piel clara y ojos profundos de tonalidad anaranjada. Complexión física frágil. Facciones juveniles y delicadas. Marca en el centro de la frente que la identifica como ser de la nueva especie.
Perfil Psicológico: Su actitud alegre y jovial concuerda con la radiante juventud que refleja su rostro. De hecho Míngzhū es quien más joven luce entre los cuatro Guardianes.
La‘Sì Shòu’ del sur ama la vida tanto o más que Nü Wa, ya que, a diferencia de su creadora, ella no considera que los humanos estén de más en la Tierra.
Su rol en el ejército chino no es de batalla, sino de apoyo a sus compañeros con sus técnicas de sanación y potenciación de cualidades.
Técnicas: —‘Calor Celestial’ —‘Bendición de las Siete Shǐ Nǚ’. 276
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — GUARDIANES DE LOS DIOSES
Ganesha, dios hindú de la sabiduría (Guardián de la Plaza de Bodhidharma).
Nombre Humano: Asura. Dios Protector: Brahma, supremo dios hindú. Edad: 30 años. Altura: 1,92 cm. Peso: 260 kg. Fecha de Nacimiento: 3 de junio. Grupo Sanguíneo: B. Lugar de Nacimiento: Port Louis, Mauricio.
Apariencia Física: Ganesha reencarnó en un hombre grande y con sobrepeso, de piel trigueña, ojos marrón oscuro y cabellera muy corta de color ocre. Su regordete rostro transmite confianza en primera instancia, pero su apariencia intimida cuando porta su sobrecargado Ishvara (armadura). Un bindi en el centro de su frente es apenas visible.
Perfil Psicológico: Distraído y torpe en apariencia, el actual avatar del dios elefante difiere bastante de la actitud digna y prudente que se le suele atribuir desde tiempos ancestrales.
La mayoría del tiempo sus intenciones son indescifrables, ya que se muestra infantil e incluso bonachón ante sus rivales.
Se muestra sabio y reflexivo únicamente con las personas a quienes considera dignas de su auxilio.
Arma Divina (Astra): Trishula (el tridente del dios Shiva) Técnicas: —‘Redención en el Nirvana’ —‘Liberación del Mūlādhāra’. 277
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — GUARDIANES DE LOS DIOSES
Kali, diosa hindú de la destrucción (Guardiana de la Gran Biblioteca de Durgā).
Nombre Humano: Rohana. Dios Protector: Brahma, supremo dios hindú. Edad: 26 años. Altura: 1,68 cm. Peso: 59 kg. Fecha de Nacimiento: 16 de enero. Grupo Sanguíneo: AB. Lugar de Nacimiento: Isla de Bali, Indonesia.
Apariencia Física (normal): La gran destructora reencarnó en una hermosa mujer de ojos color ámbar, cabellera lacia hasta los hombros de tonalidad rojo oscuro y piel broncínea. Viste un ‘ghagra choli’ (vestido tradicional de la India) multicolor bajo las placas de su armadura roja enchapada en adornos dorados. Su belleza exótica es realzada por el bindi pintado en su frente.
Apariencia Física (divina): Cuando alcanza el pináculo de su poder divino, su piel cambia a una nada natural tonalidad azulada, sus ojos se tornan completamente blancos y dos brazos extra emergen de su espalda.
Perfil Psicológico: Sádica y despiadada en su proceder, Rohana no tiene contemplaciones con quienes considera como enemigos de las virtudes de la justicia y el orden. Desprecia a los seres que considera como malvados y disfruta destruyéndolos con total crueldad. Oculta un lado maternal que nadie conoce. Arma Divina (Astra): Maheshwarastra (la hoz del dios Shiva)
Técnicas: —‘El Calvario de Darika’ —‘Shiva Adi-shakti’. 278
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — GUARDIANES DE LOS DIOSES
Hánuman, dios mono hindú (Guardián de la Alameda Naga).
Nombre Alternativo: Vyasa. Dios Protector: Brahma, supremo dios hindú. Edad: Desconocida. Altura: 0,70 cm. Peso: 13 kg. Fecha de Nacimiento: 18 de octubre. Grupo Sanguíneo: Desconocido. Lugar de Nacimiento: Katmandú, Nepal.
Apariencia Física: Hánuman reencarnó en el pequeño cuerpo de una criatura del panteón hindú: un ‘genio’ llamado Vyasa. Su rostro es de rasgos finos, como los de un niño de expresión ávida, y es resaltado por sus grandes ojos castaños. Lleva su larga cabellera avellana atada en coleta. Un bindi en el centro de su frente hace alusión a su relación con la cultura hindi. Su aspecto se asemeja mucho al de un pequeño mono cuando porta su Ishvara, ya que la tonalidad de éste es marrón e incluye una cola y máscara que, precisamente, evocan a un primate.
Perfil Psicológico: Inquieto, juguetón e incluso un tanto bromista, el diminuto genio en el que reencarnó Hánuman es considerado como el más débil entre todos los Guardianes de los dioses. Su personalidad alegre y jovial le permite congraciarse incluso con sus rivales, lo cual resulta un gran inconveniente para el bando al que pertenece.
Arma Divina (Astra): ??? Técnicas: —??? —???
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — CABALLEROS DE BRONCE
Constelación de DELFÍN: Valeria
Edad: 17 años.
Altura: 1,65 cm.
Peso: 56 kg.
Fecha de Nacimiento: 29 de febrero.
Grupo Sanguíneo: AB.
Lugar de Nacimiento: Ensenada, México.
Apariencia Física: Su rostro es desconocido por todos porque siempre se la vio portando su máscara. Larga cabellera crespa color lavanda, constitución física frágil.
Perfil Psicológico: Años de maltrato emocional por parte de sus compañeras de entrenamiento mermaron bastante la autoestima de esta joven azteca.
Al ser considerada como la más débil entre los ochenta y ocho Santos, Valeria adoptó esa debilidad como una de las principales características de su personalidad, auto convenciéndose de la falsa premisa de que no era digna de servir a Atenea como una de sus Amazonas.
Debido a todo esto, ella no sabe que posee un gran poder oculto que no puede manifestar, precisamente por los pensamientos negativos que tiene sobre sí misma…
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — CABALLEROS DE PLATA
Constelación de CRUZ DEL SUR: Eremes
Edad: 23 años.
Altura: 1,85 cm.
Peso: 82 kg.
Fecha de Nacimiento: 11 de julio.
Grupo Sanguíneo: AB.
Lugar de Nacimiento: Eindhoven, Holanda.
Apariencia Física: Piel pálida casi blanca, cabello corto de tonalidad roja tendiente al negro, ojos grises oscuro. Rostro de facciones suaves pero de expresión neutra.
Perfil Psicológico: Es uno de los más misteriosos e indescifrables Santos de Atenea. Su origen es casi desconocido.
Rumores cuentan que Eremes fue culpado de traición por utilizar su armadura de plata para fines personales, así que huyó del Santuario con su cloth y abandonó la idea de servir a Atenea.
Nada se sabe sobre él en la actualidad, y los pocos que lo conocían tampoco pueden dar razón sobre sus verdaderas intenciones…
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FICHA DE PERSONAJE ORIGINAL — OTROS
Nombre: Irene Edad: 54 años. Altura: 1,72 cm. Peso: 60 kg. Fecha de Nacimiento: 31 de mayo. Grupo Sanguíneo: AB. Lugar de Nacimiento: Nicosia, Chipre.
Apariencia Física (humana): Piel clara, cabellera extremadamente larga de color rojo intenso, brillantes ojos celestes. Semblante de facciones que transmiten cordialidad. Su aspecto es humildem ya que utiliza el atuendo clásico de los soldados rasos del Suantuario… Ha mantenido la juventud por más de cincuenta años gracias a la influencia del espíritu de la semidiosa que habita en su interior.
Apariencia Física (semidivina): Cuando es poseída por la semidiosa Iris, su cabello adopta el blanco más puro y sus ojos se tornan plateados. Su porte y actitud varían de modo dimetral.
Perfil Psicológico: Irene fue la primera mujer en convertirse en soldado raso del Santuario de Atenea. Sus habilidades no le fueron suficientes para aspirar a una cloth, pero aquello no le significó un impedimento para cumplir con su anhelo de colaborar con su diosa.
Su lealtad y valor son sólo comparables con los de su hermana gemela, pero lo que la diferencia de ella, es su actitud más positiva y extrovertida.
Su destino fue convertirse en la avatar de la semidiosa conocida como Iris. Aquello le significó un drástico cambio de personalidad, en el que sus cualidades positivas se potenciaron gracias a las natas virtudes que la Mensajera de los Dioses poseyó desde tiempos ancestrales.
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Saga: CATACLISMO 2012
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Artworks originales Por Kazeshini
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Caballero de Oro
KIKI DE ARIES 287
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Caballero de Oro
SHAINA DE OFIUCO 289
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ENLACES
El Grupo en Facebook: http://www.facebook.com/pages/Saint-Seiya-Saga-Cataclismo-2012/149518675183746
La historia en Grupo Athena No Seintos: http://www.grupoans.com/foro/index.php?showtopic=27951&st=0&p=566794&#entry566794
La historia en Fanfiction.net: http://www.fanfiction.net/s/8035066/1/Saint_Seiya_Saga_CATACLISMO_2012
La historia en MCanime: http://www.mcanime.net/foro/viewtopic.php?t=365552
La historia en Fanfic.es: http://www.fanfic.es/viewstory.php?sid=30860
La historia en Demios Oneiron: http://demios-oneiron.mforos.com/90596/10866150-fanfic-saint-seiya-saga-cataclismo-2012/
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La historia en Fanficslandia: https://fanficslandia.com/index.php?threads/fanfic-saint-seiya-saga-cataclismo-2012.32003/
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Proyecto: Wikia Creador de Historias: http://es.creadorhistorias.wikia.com/wiki/Saint_Seiya:_Saga_CATACLISMO_2012
Proyecto: Wikia: Fanfics: http://es.fanfiction.wikia.com/wiki/Saint_Seiya_-_Saga:_CATACLISMO_2012
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¡PRÓXIMAMENTE EL VOLUMEN IV!
EL CUAL INCLUIRÁ:
—RECOPILACIÓN DE LOS CAPÍTULOS 61~80. —ACTUALIZACIÓN DE ARTWORKS DE PERSONAJES ORIGINALES. —ACTUALIZACIÓN DE ARTWORKS A COLOR DE PERSONAJES ORIGINALES. —FANARTS. —ACTUALIZACIÓN DE FICHAS DE PERSONAJES ORIGINALES. ***
¡GRACIAS POR LEER!
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Cuarta edici贸n Febrero 17 de 2016 Quito, Ecuador Skylight Studio skystud.wordpress.com
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