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¿Occidente está regresando al paganismo? Christopher Caldwell escribió un artículo en el New York Times acerca del nuevo libro de Chantal Delsol, publicado por la Academia Católica Francesa, donde se muestra el fenómeno de una vuelta cultural al paganismo. Delsol ha estudiado los cambios en la cultura en los últimos 1600 años, desde que el Imperio romano adoptó el cristianismo como religión oficial. Analiza cómo los valores, sobre todo los vinculados a lo sexual, van involucionando. No solo se desecha la moral cristiana, sino que se adoptan las ideas anteriores al cristianismo. Según Delsol, de las ruinas de la civilización cristiana no surgirá una civilización atea, sino una pagana. Caldwell escribe: “…cuando otra civilización ocupe el lugar del cristianismo, no se tratará de una mera negación, como el ateísmo o el nihilismo, sino de una civilización opuesta a su lógica, o al menos con su propio sistema de valores. Podría parecerse a la actual iconoclasia que los comentaristas franceses llaman le woke”. Esto hace referencia a los “héroes” progresistas de la élite mediática que denuncian y agreden a todos aquellos que no comparten sus nuevos valores. Caldwell continúa diciendo: “En algunos aspectos, nuestra política pública se parece a la de la Roma pagana, donde la religión y la moral iban por distintos carriles. La religión era un asunto del hogar, mientras que la moral era impuesta por las élites de la sociedad, con consecuencias nefastas para la libertad de pensamiento”.
ENSEÑANZA
El evangelio de Pablo y la obediencia por la fe en Jesucristo El representante especial. Sobre la posición especial del apóstol Pablo. Parte 6 Pablo era un comisionado especial, apartado para el Evangelio de Dios: fue elegido por el Espíritu Santo entre los demás apóstoles para ministrar a las naciones (Hechos 13:2). Leamos Romanos 1:1-5: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios (que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras) acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, (que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre)…”. El Evangelio de Dios ya fue prometido en el Antiguo Testa-
mento donde se esperaba al Mesías descendiente de David, es decir, a Jesús. Toda la Escritura habla de Él y lo señala. Jesús mismo se refirió a esto cuando, luego de su resurrección, caminaba con dos de sus discípulos hacia Emaús: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lc. 24:27). En cambio, el evangelio de Pablo (“según mi evangelio”, Ro. 16:25), se mantuvo en secreto desde la Eternidad: “Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el manda-