30 Actualidades
La sal que perdió su fuerza ¿Seguimos percibiendo lo que ocurre en nuestra sociedad o nos hemos replegado en una especie de caparazón espiritual? A continuación, nuestra posición al respecto.
En el Sermón del Monte nuestro Señor enseñó a sus discípulos (Mateo 5:13-16) sobre la sal de la Tierra. Se sabe que la sal no solo sala, sino que también contrarresta la descomposición– seguir a Cristo tiene el mismo efecto. Debemos brillar como luminares del Cielo en medio de una generación maligna y perversa (compárese con Filipenses 2:15). Discipular conlleva testificar a quienes nos rodean. Jesús dijo que la sal insípida es echada fuera y hollada por los hombres; dicho de otro modo, es inservible. Podemos relacionar esto con el discipulado y nuestras responsabilidades con la sociedad. No olvidaré una frase de mi profesor de ética Heiko Krimmer quien una vez dijo algo así: “Parte de la falta de autoridad de la Iglesia de Cristo en la actualidad está relacionada con su silencio sobre el tema del aborto”.
Esto hace sonar una alarma en nosotros. Estamos tan preocupados por nuestro propio bienestar y supuesta espiritualidad, que no nos damos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor. Respecto al aborto, muchos católicos since-
Estamos tan preocupados por nuestro propio bienestar y supuesta espiritualidad, que no nos damos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor. ros nos llevan ventaja. Digo esto, no para comparar aspectos espirituales, sino por la vergüenza que deberíamos sentir aquellos que
queremos ser fieles a la Biblia. Como esta, podríamos mencionar muchas cuestiones éticas. No hay nada malo en mantener el énfasis en la vida espiritual y en las cuestiones doctrinales: nuestra prioridad sigue siendo siempre la predicación del Evangelio y la edificación de la Iglesia de Cristo. Sin embargo, se vuelve peligroso cuando dejamos de percibir y reconocer nuestra responsabilidad social como cristianos. Walter Lüthi escribió en su estudio de Romanos 13: “Aunque este viejo mundo es un barco que se hunde, nosotros, los hijos de Dios, no tenemos derecho a comportarnos como ratas que abandonan la embarcación; nosotros, a diferencia de los demás, tenemos que permanecer atentos mientras la nave aún flote”. La Segunda Carta a los Tesalonicenses 2:3 dice que vendrá la