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NOTICIASDEISRAEL Fredi Winkler
Queridos amigos de Israel: En su discurso por la juramentación del 24º Knesset, el presidente de Israel, Reuven Rivlin, lamentó que en cuatro años se hayan celebrado cuatro elecciones nacionales y que las perspectivas para un Gobierno estable sigan siendo malas. En otra ocasión, Rivlin constató que el Estado de Israel pasa por su mayor crisis política desde su existencia. Por supuesto, es inevitable pensar cuáles fueron las razones para llegar a esta crisis. Debemos decir, con tristeza, que una de ellas ha sido el mismo primer ministro Netanyahu. Llama la atención que sean tres los nuevos partidos de derecha que han sido fundados por anteriores partidarios y amigos de Netanyahu luego de sus disputas con el mandatario. Sin entrar en discordia, este es un hecho que habla por sí solo. Podemos observar en estos acontecimientos, al igual que en muchas otras áreas de la política, una cultura del ego que aumenta cada vez más, poniendo en peligro la unidad de la nación. Además, debemos tener en cuenta la gran diversidad cultural y religiosa de la población israelí, distinta a cualquier otra nación. Dentro de la población judía existe una gama de contrastes que va desde los ultraortodoxos hasta los antirreligiosos. Además, debemos sumar a
esto a los ciudadanos árabes, cada vez más activos en poner sus asuntos internos en el centro de la atención política. Aunque es urgente un movimiento de unidad nacional, parece que la situación aún no es lo suficientemente grave como para que los responsables políticos hagan algo al respecto. Para el presidente Rivlin la situación es muy compleja. Luego de que, conforme al protocolo, presidiera la última juramentación del nuevo Knesset, se retiró a su hogar, sin quedarse para la fiesta y la tradicional sesión de fotos. Este fue para él, con 82 años, su último acto significativo como presidente, pues su tiempo en el cargo está por terminarse. Ha sido un presidente digno y cercano a la gente–siempre ha buscado lo mejor para su pueblo. ¿Qué pasará luego? En todo esto nos queda la firme confianza de que Dios tiene un plan y que Él llegará a la meta que se ha propuesto, a pesar de que nosotros todavía no lo veamos. Con un cordial shalom y fortalecidos por esta confianza, los saluda,
