Llamada de Medianoche | Enero 2022

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28 Actualidades DOCTRINA

El mensajero especial Reflexión acerca de la posición del apóstol Pablo en Gálatas 1:15-16: “Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles…”.

Podría decir cuatro cosas sobre Pablo: en primer lugar, nadie experimentó una conversión y un llamado tan radical como él. En segundo lugar, nadie dio un testimonio tan radical de su vieja vida y su entrega a una nueva vida en Cristo. En tercer lugar, nadie proclamó con más profundidad la gravedad del pecado y la perfección de la gracia. En cuarto lugar, nadie recibió en el Nuevo Testamento revelaciones tan radicales como él. Seguramente sea por esto que lo llaman el “mayor proclamador de Cristo en el Nuevo Testamento”– el número de sus cartas y el espacio que ocupa su obra en los Hechos de los apóstoles lo confirman. Mientras que los apóstoles llevaban a cabo su ministerio, sobre todo entre los judíos, Pablo, el apóstol a los gentiles, llegó a las naciones con el mensaje salvífico de Jesús. Fue “a todo el mundo…” (Mt. 28:15; 16:15). Este simple hecho debería

hacer que nos sentáramos para tomar nota (Colosenses 1:23). En este contexto, es notable que el Señor Jesús no dijera a Pedro en el Evangelio de Juan (que en mi opinión es el evangelio de transición al mundo de las naciones): “Ve por todo el mundo”, sino “Apacienta mis ovejas” (Juan 21:1617). ¿Quiénes son entonces las ovejas de Jesús? Los creyentes del pueblo de Israel (Hebreos 13:20). Precisamente por esto, Pedro ejerció su ministerio entre los judíos (Gálatas 2:9). Sus cartas están dirigidas a los judíos de la diáspora, y es a ellos que les presenta al Pastor (1 Pedro 2:25; 5:4). A diferencia de Pedro, Pablo se convirtió en el apóstol de las naciones. En el Antiguo Testamento encontramos una interesante referencia al respecto. Allí el Mesías, como siervo de Dios, dice: “Oídme, costas, y escuchad, pueblos le-

janos. Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria […] [,] dice: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra” (Is. 49:1, 6). Dos términos llaman la atención en este texto: costas y fin de la tierra. 1. “¡Oídme, costas [iyim], y escuchad, pueblos lejanos”. Según el doctor Roger Liebi, este término hace referencia a Europa, sobre todo a la zona donde predicó el apóstol Pablo. En primer lugar, este lugar había sido preparado por Dios para la salvación. De ahí la petición del macedonio: “Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos” (Hch. 16:9).


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