La realitat tergiversada

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Quiero Miércoles, 20 de abril 2011

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Kelly Nyks, director del documental 'Split: a divided America' (Una América dividida)

"Tienes derecho a elegir una opinión, pero no unos hechos" 20/04/2011 - 00:12

Tengo treinta y. . . bueno, si he dormido bien, aparento 25. Vivo en Brooklyn. Estado civil? Mejor lo dejamos en tablas. Las tecnologías permiten a cada uno elegir no sólo una ideología sino también una realidad, por eso pierden influencia los grandes medios y el centro político. Publicidad

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Contar lo que pasa Kelly Nyks podía haberse resignado, tras licenciarse en el Actor’s Studio, a ser actor de culebrón, pero empuñó una cámara con sus amigos amantes del cine y la política (es posible) y se echó a la carretera a contar qué pasa en EE.UU. Así rodó Split, donde muestra cómo las nuevas tecnologías permiten a la Fox y al Tea Party crear una burbuja de realidad paralela dentro de la que aún hay quien cree que Sadam Husein acumulaba armas de destrucción masiva (aquí aún hay quien piensa que el 11-M no fue obra del terrorismo islamista). Ahora filma cómo las donaciones millonarias a los políticos y la empobrecida sanidad traicionan el sueño americano... Y no haré analogías oportunistas.

¿Por qué Estados Unidos están hoy más divididos que nunca? ¿Por qué el centro político en todos los países tiende a evaporarse? ¿...? Porque antes cada ciudadano tenía derecho a elegir una opinión, pero no podía inventarse unos hechos. Lo que ha cambiado es que las nuevas tecnologías permiten a cada ciudadano elegir la realidad que prefiere y encerrarse en ella como si fuera una burbuja. ¿Cómo? Hay más información que nunca, pero también más facilidad para tergiversarla a menor coste: cualquiera puede manipular: –mezclar, montar, alterar– voz, sonido, imágenes, vídeos... Con poco dinero y pericia. Eso no cambia la realidad, que es una. Desde luego que no, pero permite que cada uno elija su realidad y, sobre todo, permite a cada uno nutrirse sólo de los contenidos que no la ponen en cuestión. Siempre ha habido ideologías y medios de comunicación que las sustentan. Sí, y todo el mundo tiene derecho a una opinión, pero no a unos hechos. Elegir los hechos no era posible antes, pero eso es exactamente lo que está pasando hoy.

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No sé si le sigo... Antes no era tan fácil manipular las lecturas de los hechos. No era tan fácil crear una cadena de televisión de ultraderecha, por ejemplo, capaz de emitir vídeos trucados y tertulias con expertos que los apoyan con un sinfín de recursos mediáticos hasta conseguir crear una realidad paralela... Por ejemplo. Hay millones de norteamericanos que todavía creen que en Iraq se encontraron armas de destrucción masiva. Y lo creen no porque se lo haya dicho la Fox, sino porque “lo han visto” en la Fox: lo han visto en sus vídeos. La tecnología permite hoy con poco dinero crear realidades paralelas. ¡Pues esa es la causa última de la desaparición del centro, del mainstream, y de la polarización y radicalización de las posiciones políticas! Y no sólo en Estados Unidos. ¿Qué relación existe? Antes cada uno tenía su opinión, pero había grandes medios de centro, como The New York Times o The Washington Post, que ratificaban con honestidad lo que era cierto o lo que no y el resto de los media lo aceptaban, como casi todos los ciudadanos... O no. Siempre quedaban opiniones radicales sobre los hechos, pero no cuestionaban de forma radical su autenticidad: había, al menos, una “verdad de la mayoría”. Hoy el Times y el Post han perdido la capacidad de crear esa versión hegemónica de la realidad. Venden una realidad más que compite con la Fox y los creadores del Tea Party. Aquí aún hay quien afirma que el 11-M no fue obra de terroristas islámicos. ¿Lo ve? Es un fenómeno universal, porque las tecnologías también lo son. Pues eso es lo que he pretendido demostrar con mi documental Split: a divided America, al que voy añadiendo escenas y lo actualizo, porque el fenómeno está en marcha. ¿Por qué se obsesionó con esa idea? Saqué un máster en el Actor’s Studio de Nueva York y actué en Legally blonde (Una rubia muy legal)... Una comedia... ligerita... ¿no? ¡Pues no ha visto las basuras de teleserie que he llegado a rodar!... ¿Para qué tanto Actor’s Studio? Así que, tras las segundas elecciones que ganó Bush jr., decidí coger la cámara con un grupo de amigos y recorrer América explicando qué pasaba. ¿Quién pagaba? La pregunta era cómo podíamos pagar. Quemamos las tarjetas de crédito y yo, además, mi herencia. Recuerdo entrar de noche en los moteles de ruta y preguntar al encargado: “¿Espera usted un autobús de jubilados?”. ¿...? El tipo me decía que no y yo seguía: “Pues si no lo espera, tiene usted 40 habitaciones vacías, según veo de vacío el parking. Así que le voy a dar 50 dólares por tres habitaciones –y se los ponía en la mano– y ni usted ni yo diremos nada a nadie y a las siete de la mañana le juro que ya no estaremos aquí”. Suena convincente. Funcionaba siempre. Así recorrimos el país de costa a costa entrevistando a gente interesante a derecha e izquierda y comprobando cómo el centro político se ha ido evaporando estos años junto con la verdad. ¿Cuántas ciudades, cuántos días? Aún seguimos viajando y añadiendo tomas, pero el primer tour fue de Los Ángeles a Boston con 23 paradas entrevistando a gente como Noam Chomsky, Jesse Jackson, Robert Putnam, Nicholas Kristof... No son de derechas precisamente. ¡Pues si quiere derecha fíjese en el encuentro con el pastor Joe Zillmer de la Great Plains Western Church...! ¿Por qué? Este ministro del señor, texano de 120 kilos y casi dos metros, antes de empezar a hablar ante


mi cámara, me pidió mi dirección y teléfono con una sonrisa. ¡Qué amable! Y después me dijo literalmente: “Si tergiversas con algún montaje una sola de mis opiniones y me haces decir en la película lo que yo no he dicho, iré a verte donde estés. Y llevo una pistola en la guantera del coche”. Yo de usted ser ía muy literal con él. Lo fui, claro que lo fui, pero ¿ve como nadie cree ya en la verdad por culpa de las nuevas tecnologías? Compartir

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