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MOONLIGHT
Las piezas de Mariko Tsuchiyama inmortalizan la fuerza de la naturaleza en diseños de una sofisticación eterna.
Por ANNA ERICKA GALLEGO
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Las perlas han protagonizado un sinfín de mitos y leyendas a través de los siglos, siendo consideradas como las lágrimas de la luna, de los ángeles y de los dioses en distintos momentos de la historia. La atracción inherente de la humanidad por esta gema de origen orgánico, no mineral, ha sido inmortalizada en algunos de los textos más antiguos de Japón. Nacida en Nagasaki, Mariko Tsuchiyama desarrolló su pasión a una temprana edad al visitar con frecuencia las granjas de perlas de su ciudad. Con una formación en diseño de Moda y Joyería, el impulso creativo de Tsuchiyama la llevaría a reencontrarse con sus raíces, creando su marca homónima. «En mis primeros años, el núcleo de mis inspiraciones era el arte y la elegancia que ofrecen los diseños japoneses tradicionales», expresa. «Recuerdo la belleza artística de los utensilios empleados en la ceremonia tradicional del té». Esta inspiración inicial se ha traducido en una estética minimalista, alegre e imperfecta que evoca la belleza de la naturaleza, creando joyas que irradian un misterio lunar. Su capacidad para equilibrar y complementar los metales preciosos ha convertido a las perlas en el elemento protagónico de la firma. Cada pieza es realizada con la intención de mantener viva la esencia poética de sus gemas. El resultado son joyas irreverentes que han sido expuestas en galerías por todo el mundo, piezas que nos acompañan eternamente, recordándonos la poderosa sensibilidad de
Las hinoptizantes piezas de Mariko Tsuchiyama romantizan las imperfecciones, los hoyuelos, las ondas y las marcas que poseen las perlas reales.