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ERUPCIÓN

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SERENIDAD

SERENIDAD

nal, atemporal/contemporáneo… Detrás de Mesawa hay una historia de complicidad entre dos amigos motivados por crear piezas que cumplan su función, no sólo decorativa, sino de uso específico. «Un mueble no lo es hasta que le es útil a una persona», señalan los fundadores de la marca. Para Santiago Sierra y Diego Linares, la identidad de los muebles se transmite a través de su sencillez y sutileza en el trazo de cada una de sus líneas que traducen en una estructura de acero. «Cada elemento del hogar debe cumplir una función especifica, en Mesawa desmaterializamos el diseño reduciendo los elementos al máximo y preservando los espacios vacíos», explican. Como diseñadores, han aprendido a respetar esos silencios que, sin embargo, resultan muy elocuentes. Ambos apuestan por un diseño sobrio y sencillo como clave fundamental para transformar un espacio en un lugar lleno de vida. Así, las piezas de la serie Volcánica ahondan en esa fusión de opuestos, jugando con una doble sensación de ligereza y fortaleza. En sus diseños, como la consola Xalpi, el espejo Pakax, la mesa lateral Sentlapa y el tocador Kaxi, ambos abordan esta sutil contradicción, tan típica del diseño mexicano, que se atreve con la experimentación pero respetando al máximo la tradición artesana del mobiliario clásico de nuestro país en piezas versátiles que pueden dialogar con muebles de autor o clásicos contemporáneos.

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Ligereza y durabulidad son dos características del ADN de Mesawa.

Esta nueva línea ha sido elaborada por artesanos mexicanos en los talleres de Mesawa con un material, el recinto, que ya ha sido empleado previamente en numerosas construcciones de nuestro país. Se trata de una piedra volcánica que proviene de la solidificación de la lava y da como resultado un material de apariencia opaca y textura rugosa que, además, es aislante térmico, acústico y resistente al fuego. Porque en el fondo, como todo creativo en México, los fundadores de esta marca se atreven a eso: a jugar con fuego… sin quemarse. @mesawamex

MANIFESTO

Detrás de los diseños aparentemente simples de Piedrafuego se esconde el discurso, complejo y político, de su creador: Aldo Álvarez Tostado.

Por ÁLVARO RETANA

Detrás de una marca hay siempre un visionario que trata de trasladar sus ideas desde el terreno de la conceptualización al de la comercialización, o lo que es lo mismo, de convertir su sueño en una realidad. Pero la realidad tiene sus propias reglas, especialmente cuando viene de la mano del Marketing. Es algo que Aldo Álvarez Tostado tuvo que aprender cuando, en 2013, fundó su estudio de diseño Álvareztostado, donde su objetivo era experimentar con materiales y técnicas artesanales mexicanas, subvirtiendo los códigos del diseño tradicional. «Mi práctica juega con las expresiones poéticas y políticas resultantes de la domesticación del territorio por parte de la humanidad», explica. «Manufacturas como las fronteras, la toponimia o la propia noción de ‘país’ o ‘identidad’, se procesan como productos artificiales y maleables, en obras de arte materializadas en una diversa gama de medios como el texto, la escultura o la fotografía», añade. Trasladar una visión tan abstracta en diseños sólidamente asentados en la tradición artesana no fue fácil y, tres años después, nació su marca Piedrafuego.

«Me interesa producir nuevos objetos con todas las técnicas artesanales, que nos hablen del momento que vivimos, de nuestras inspiraciones y de temas geopolíticos relevantes»

Endel mos comnis eat. Bisciur maiorepro tem verist dolenihic tem fugiatiasite nonsequasita adiciendand

En ella, Aldo honra la tradición de la materia tan cara al oficio artesano, pero quiere ligarlo tanto a una poética propia como a una visión geopolítica que va más allá del cliché. «Me interesa producir nuevos objetos, que hablen del momento que vivimos, de nuestras inspiraciones locales y globales, de temas geopolíticos relevantes», asegura. Así, fabrica objetos que rinden tributo a la estética local, pero con un planteamiento algo más perverso y menos naïf de lo que pudiera parecer a simple vista: detrás de toda crítica, hay siempre un homenaje… y viceversa. Este diseñador, formado originalmente como arquitecto, crea piezas de mobiliario de una aparente simplicidad que esconde, en el fondo, un discurso mucho más complejo. Así, objetos ligados a la cotidianidad mexicana, como los molcajetes, se transforman en piezas de elaborado diseño que exaltan el origen natural de los materiales, pero también critican el conformismo de una sociedad atávica. Su pasión por la naturaleza le ha llevado a trabajar con materiales como el mármol, la madera, el metal o la piedra, cuyos procesos explora en los talleres de su marca en Guadalajara. Sin embargo, como él mismo devela, su canon va más allá de lo meramente local y fusiona culturas y códigos. «Luis Barragán, el día de muertos, el desierto, la poesía de Octavio Paz, los templos abandonados, Yohji Yamamoto, las primeras lluvias, WU LYF, los volcanes, El elogio de la sombra [manifiesto sobre la estética japonesa de Junichiro Tanizaki], el mezcal, el olor de una cocina, el oro, lo atemporal, Wong Kar Wai, Los detectives salvajes [de Roberto Bolaño]…». Todo cabe en uno de sus diseños. Hasta México. piedrafuego.mx

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