—Tú que conoces bien el mundo del arte, ¿qué pintor (¡una estrella!) podrías aconsejarme capaz de sacar a relucir mi mejor cara para que una comadreja de mí se enamorara? Una fábula sobre el arte y las apariencias todo en rimas y referencias
Emmanuel Trédez • Delphine Jacquot
Emmanuel Trédez
rEtratO dEL
CONEJO
El retrato del conejo
A Conejo se le ocurre una gran idea: ¿y si pidiera a un pintor que un retrato le hiciera? Enseguida va a buscar a su amigo Cerdo, que de todos sus amigos es el más cuerdo.
EL
ISBN 978-84-124914-0-1
9 788412 491401
www.loguezediciones.es
Lóguez
Delphine Jacquot
Para Anne, como homenaje a Hans Christian Andersen E.T. Para mi madre. A ti, que te encantan las historias cómicas y los jugos de palabras, ¡debería gustarte este conejo blanco coco! D.J.
MIXTO
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Título del original francés: Le portrait du lapin Texto: Emmanuel Trédez Ilustraciones: Delphine Jacquot © DIDIER JEUNESSE, Paris 2020 Publicado por acuerdo con Isabelle Torrubia Agencia Literaria © Para España y el español: Lóguez Ediciones 2022 Traducción: © Ana Romeral Moreno 2021 Todos los derechos reservados ISBN: 978-84-124914-0-1 Depósito Legal: S 174-2022 Printed in Spain: Grafo, S.A. www.loguezediciones.es
EL
rEtratO dEL
CONEJO Un texto de Emmanuel Trédez Ilustrado por Delphine Jacquot Traducido por Ana Romeral
Lóguez
Conejo está sentado en su sillón, tomando manzanilla, cuando llaman a la puerta. Es el mayordomo Ardilla. —El señor tiene correo —dice de manera genérica. En la bandeja hay un sobre, ¡y viene desde América!
Quien escribe es una joven comadreja. Es actriz, vive en Nueva York y busca pareja. «Su prima, de usted, mucho me ha hablado y me comenta que no está casado…».
Comadreja a su carta una foto ha añadido. Conejo la admira con su elegante vestido. «Me haría tan feliz si me respondiera y me enviara una foto para que le viera».
A Conejo se le ocurre una gran idea: ¿y si pidiera a un pintor que un retrato le hiciera? Enseguida va a buscar a su amigo Cerdo, que de todos sus amigos es el más cuerdo.
Cerdo es todo un ejemplo de distinción: con pajarita y sombrero lo recibe en su salón. —Amigo mío, ¿qué puedo hacer para ayudarte? ¿Algún problema? ¿Algo que pueda preocuparte?
—Tú que conoces bien el mundo del arte, ¿qué pintor (¡una estrella!) podrías aconsejarme capaz de sacar a relucir mi mejor cara para que una comadreja de mí se enamorara?
Esto no es tocino
—Sin duda, no hay nadie que como Zorro relumbre: este maestro pintor se encuentra en la cumbre. Acércate a ver a Burro, que expone sus obras. Si te gustan, te paso su número. ¡Tú nunca estorbas!
Conejo coge un taxi y se presenta allí en un tris. ¡En la galería de Burro está todo París! A la entrada, la gente, extasiada, admira un urinario firmado por un tal Duchamp. ¡Menudo ordinario! —Y ese panel gris —pregunta interesado— ¿es el mismo artista el que lo ha realizado? Le miran con recelo, le tachan de impertinente: —¡¿No ve que es un radiador normal y corriente?! Conejo se aleja molesto y se topa con un tejón que tiene cada ojo en una dirección y el hocico completamente deformado. Un accidente de coche lo habrá desfigurado… Después cree ver una pipa en otra pintura, pero por el título, ¡cualquiera lo jura! —Ha llegado el momento de echar una ojeada a la obra del maestro Zorro, tan cotizada.