para esperar a que piquen los salmones, recibe un día la compañía de otras personas que también acuden con sus particulares deseos: la señora Margarita, que trata de cazar nubes, Serafín, el cartero del barrio, que quiere atrapar hermosas palabras para embellecer las cartas que lleva en su saca, Pedro, que pretende observar aves propias
Raquel Díaz Reguera
Manuel, un hombre que cada tarde se sienta en un banco de la plaza con su caña
de climas tropicales... Cada uno de ellos aporta algo al grupo y todos disfrutarán del
Un banco en la plaza
placer de hacerse compañía una tarde tras otra.
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Lóguez
Raquel Díaz Reguera
Para mi madre, esperando que vuelva a cazar nubes.
Raquel Díaz Reguera
Lóguez
C
ada dĂa, a las seis en punto de la tarde, Manuel se sentaba en el mismo banco de la misma plaza, con el mismo sombrero y con su caĂąa de pescar.
Pero aquel día, la señora Margarita, que pasaba por allí, le preguntó muy intrigada: —¿Qué hace usted en un banco de la plaza con una caña de pescar? —Esperar a que piquen los salmones. —Pero, buen hombre, ¿cómo va usted a pescar salmones en la plaza? —¿Y por qué no?
—Pues si usted puede pescar salmones sentado en este banco, ¿podré yo cazar nubes si me siento a su lado? —Manuel se apartó un poco y Margarita, sacando de su bolso un cachivache, se sentó en el banco junto a él. Poco después pasó delante de ellos el cartero del barrio.
—Si no es mucho preguntar, ¿qué hacen ustedes aquí con una caña de pescar y un cachivache? —No es un cachivache —replicó Margarita—, es un cazador de nubes, y estamos pescando salmones y cazando cumulonimbos. —¿Cumulo qué? —Bueno, nubes.
—¿Pero cómo van a pescar salmones y a cazar nubes sentados en un banco de la plaza? —¿Y por qué no? —contestaron. —Pues si ustedes pueden pescar salmones y cazar nubes, ¿podré yo recoger palabras al vuelo que hagan más hermosas las cartas que llevo? Manuel y Margarita se apretaron un poco y el cartero se sentó junto a ellos a esperar que llovieran las palabras…