Las vicisitudes, alegrías y penas de Juan Simón Bolivar Jr. “Los diarios quieren gente bonita aunque la verdad se haga mentirita”. Rey Camarón – Marginal de Guayaquil
Juan Pueblo antes de Juan Pueblo Los inicios son difíciles de establecer, en este sentido, nunca sabremos cuándo nació Juan Pueblo en el Ecuador, porque Juan Pueblo es una idea; luego es un dibujo; luego un símbolo. Es muy difícil ubicar un inicio absoluto y fijo para alguna idea, sobre todo porque hasta la fecha, lamentablemente, la disciplina histórica tiene un retraso en relación con la sociedad actual. En efecto, la historia no ha podido desarrollar un instrumento que le permita obtener un registro absoluto de todas las mentes, las ideas, los dibujos y los símbolos creados en un determinado territorio. Hasta que ese día de progreso llegue, nos tocará limitarnos a considerar únicamente los documentos palpables, donde podamos rastrear no la creación, pero sí al menos las formas y los espacios de circulación de ciertas ideas. Dicho esto, es necesario hacer una revelación penosa: Juan Pueblo, antes de que existiera Juan Pueblo, fue un ratero. Sí, señor: usted que pensaba que ese señor de
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sombrero de estrella y guayabera que ondea la bandera de la Perla del Pacífico tenía una prehistoria intachable. Pero no hay que juzgar al pobre Juan, todos cometemos errores en nuestra vida. Él fue víctima del medio en que vivía, y fue víctima también de aquella posición poco honrosa en la que Jaime Salinas lo dibujó en el diario El Guante, un 28 de febrero de 1918. Claro, es imposible afirmar que ese señor dibujado con gorrito de papel estilo Pocahontas que sustrae una cartera es Juan Pueblo. De hecho, el mismo Juan ha negado hasta la muerte haber sido ratero. Nosotros, por pura perspicacia filosófica, debemos abstenernos de un juicio absoluto y reconocer que si ese señor dibujado por Jaime Salinas no era Juan Pueblo, al menos da en el palo. No obstante, nunca nadie lo llamó de esa manera; de hecho, quizá ese nombre nunca se había pronunciado en Ecuador. Tal vez por esto sería posible considerar que no se trataba de Juan Pueblo. Como sea, no estamos aquí para juzgar a nadie; además, como dijimos, Juan era una víctima, porque en aquellos años Ecuador era un país
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Jaime Salinas “Cosas de la semana”. El Guante, domingo 24 de febrero, 1918. Biblioteca Municipal de Guayaquil. Derecha 1: Jaime Salinas “Kaleidoscopio”, El Telégrafo, 4 de dicimebre. 1918. Biblioteca Municipal de Guayaquil. Derecha 2: Jaime Salinas “Kaleidoscopio”, El Telégrafo, 4 de enero. 1922. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
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tremendamente endeudado y dirigido por banqueros. Es decir, ese señor de gorrito de papel no quería un celular o un DVD Blu-ray: robó por hambre, y con ello nos recuerda que más penoso era el medio que el ladrón en sí. Posteriormente, el 4 de diciembre del mismo año, en el diario El Telégrafo, sección “Kaleidoscopio”, encontramos a un hombre que sólo se parece a Juan Pueblo en el apellido. Era un momento donde la prensa gozaba de mayor libertad en relación con los años anteriores, pero donde las críticas 2 hacia el gobierno no eran numerosas. Tampoco en este caso
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1 A. Rumazo González, Gobernantes del Ecuador (Quito: Bolívar, 1932), p. 211. 2 José Joaquín Vásconez, Historia Analítica del a República del Ecuador (Quito: Cevallos, 2012), p. 299.
Jaime Salinas “La actualidad en monos”. Semana Gráfica, domingo 26 de septiembre, 1931. Biblioteca Municipal de Guayaquil. Jaime Salinas “La actualidad en monos”, Semana Gráfica , 19 de sepriembre. 1931. Biblioteca Municipal de Guayaquil. Derecha: Jaime Salinas “La actualidad en monos”, Semana Gráfica , 5 de septiembre. 1931. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
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podemos afirmar que el señor dormido que aparece ahí sea Juan Pueblo porque no tiene su gorrito, pero reconocemos el intento de sintetizar un grupo social en una sola figura. Este movimiento estará presente durante décadas y, de hecho, será una característica principal de Juan Pueblo. Su personificación aparece de manera esporádica en los inicios de la década de los 20, generalmente como parte de una escena donde se abusa de él. De 1925 en adelante, las manos de Valenzuela Pérez, caricaturista de El Telégrafo, dibujarán a un personaje con gorrito característico para representar al pueblo, los habitantes de un país. En muchas de estas apariciones, el pueblo ni siquiera tendrá zapatos, y muchas veces su sombrero aparecerá roto. De vez en cuando lo veremos con la barba algo crecida, no como Papá Noel o Karl Marx, sino como la de Don Ramón. Por un lado, podríamos pensar que en esos momentos se representaba a un pueblo recientemente empobrecido –uno o dos días–; esto explicaría la barba tan corta. Por otro lado, esa barba ambigua podría ser interpretada como la pertenencia a un grupo mestizo, es decir, se trata de alguien cuyos rasgos étnicos no son europeos, ya que sus barbas no son de vikingo ni de burgués; al mismo tiempo, tampoco son rasgos de indígena. Recordemos que aquí en el Abya Yala, los habitantes no tenían barba; eso fue importación de los europeos para difundir el negocio de las peluquerías y las rasuradoras. En la década de los 30, la devaluación del sucre 3 acompañaba los bolsillos de los desempleados. En estos años se puede percibir un pueblo que todavía no tiene nombre, pero que usa un sombrero raído como rasgo distintivo. Lo encontramos generalmente como víctima de atropellos o como la oposición frente al abuso capitalista. Ocasionalmente se le representará acompañado de un perro muy flaco, lo que evidencia el escaso dinero del que disponía este personaje, ya que no podía alimentar bien ni a su mascota. Los grupos de activistas en defensa de los animales tal vez se alarmen, pero en aquella época los animales no tenían alma y nadie pensaba piadosamente en ellos. Por tal motivo, este señor apellidado Pueblo pudo ser un personaje de gran presencia pública con una
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3 José Joaquín Vásconez, op. cit , p. 302.
Jaime Salinas “La actualidad en monos”, Semana Gráfica, 16 de junio, 1932. Biblioteca Municipal de Guayaquil. Jaime Salinas “La actualidad en monos”, Semana Gráfica, 9 de abril, 1932. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
4 Idem.
premisa oculta en su situación: la explotación por parte de la burguesía y el Estado no se limita a las personas, se extiende hasta los animales. Pobre Juan Ingresa la década de los 40 para saludar a un país soberbio y de riqueza incipiente. En solidaridad con nuestro generoso y nada explotador vecino del norte (Estados Unidos de América), Ecuador decide declararle 4 la guerra a Japón –también un poco con la intención de no quedarse atrás en el movimiento de la Segunda
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Anterior izquierda: Don Claro Mirón “Minuto Gráfico”, El Universo, 23 de marzo, 1949. Biblioteca Municipal de Guayaquil. Anterior derecha: Don Claro Mirón “Minuto Gráfico”, El Universo, 12 de diciembre, 1949. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
Don Claro Mirón “Minuto Gráfico”, El Universo, 29 de marzo, 1949. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
Guerra Mundial, que contaba con la participación de los países más desarrollados–. No obstante, como el ejército ecuatoriano estaba más pendiente de propiciar golpes de Estado en su Estado y aumentar la parte del presupuesto que le destinaban, nadie consideró a Ecuador partícipe de dicha guerra. Gracias a la aparente seguridad del país, muchos inversores extranjeros aterrizaron ahí. Además, la exportación de materia prima como el oro o el caucho se intensificó, pero todo ese dinero se desperdició en la importación de cosas que ya nadie recuerda, porque 5 terminaron como chatarra antes de pensar en su valor. A
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5 Alberto Acosta, Breve Historia Económica del Ecuador (Quito: Corporación Editora Nacional, 2006), p. 94.
la lista de autores que dibujan este personaje sin nombre se suma M. A. Gómez, quien lo hace aparecer en la sección “Lo que se ve” del diario El Universo. Posteriormente, en la sección “El Minuto Gráfico” del mismo diario, el primero de marzo de 1949, encontramos a un personaje que responde al nombre de Juan Pueblo. Sería imposible afirmar que ésta es la primera vez que se llama a alguien que personifica al pueblo como Juan Pueblo, pero de aquí en adelante encontramos en dicho medio varias caricaturas donde se usa de manera indistinta el nombre de Pueblo, Juan Pueblo o simplemente Juan para nombrar al personaje con gorrito de papel, ropa parchada y barba mediocre. El autor de dichas caricaturas con problemas de personalidad es un tal Don Claro Mirón, del cual sospechamos que es el mismo Jaime Salinas, según un informe de la kgb. En la década de los 50 aparece algo curioso. Nuestro compañero de sombrero triangular y rostro sin afeitar deja sus rasgos cotidianos para sufrir una transformación radical a manos de Galo Galecio, en el diario El Sol de Quito. ¿A qué se debe este cambio de look? Se suele reconocer que Juan Pueblo no tenía mucha suerte en el amor, pero también se asume comúnmente que esto se debía más a su condición económica que a su condición física. Juan Pueblo no era dueño de la United Fruit o de Bananera Noboa, que fueron de las pocas empresas cuyos dirigentes
M. A. Gómez “Lo que se ve”, El Universo, 21 demayo, 1945. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
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Jaime Salinas “Kaleidoscopio”, El Telégrafo. 17 de octubre, 1952. Biblioteca Municipal de Guayaquil. Don Claro Mirón “Minuto Gráfico”, El Universo, 18 de noviembre, 1958. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
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Galo Galecio “A punta de lápiz”, El sol de Quito, 6 de febrero, 1951. Biblioteca Municipal de Guayaquil. Galo Galecio “A punta de lápiz”, El sol de Quito, 25 de julio 1951. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
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ganaron mucho dinero por la exportación de sus productos 6 en estos años. Juan Pueblo es del resto de ecuatorianos que no era dueño de una bananera, es decir, gente que debe trabajar, comprar, vender, pero no se puede enamorar. Esto definitivamente no se puede cambiar con una cirugía plástica (que sería una muy avanzada para la época por cierto, tomando en cuenta que estas apariciones de Juan transformado datan de 1951). Una vez más, Juan Pueblo es víctima de los caricaturistas que hacen y deshacen con él, siempre y cuando los medios donde trabajan estén de acuerdo. Otro cambio significativo introducido por Galo Galecio en el mundo de Juan es que nuestro personaje de caricatura deja de estar separado del Estado, sus valores e instituciones, mediante una crítica mordaz. Ahora Juan Pueblo empieza a apoyar al poder, como debe ser. Quizá en este punto es necesario afirmar otra penosa verdad; una verdad tan fuerte que sería mejor que aquellos lectores de escasa resistencia moral se abstengan de proseguir la lectura de este texto. Si Juan Pueblo varía de físico a diestra y siniestra, según la pluma que lo dibuja y la empresa que lo imprime, entonces Juan Pueblo no tiene alma. Ésta no es una aseveración de la desesperanza. Si bien es cierto que Juan Pueblo es una abstracción que se acomoda en diferentes espacios y formas de producción, eso no le resta poder para evidenciar injusticias, así como el deseo de descentrar un poder hegemónico injusto. No obstante, será necesario estar alerta, porque saldrán a relucir circunstancias en las cuales Juan Pueblo podría cambiar de intenciones, de aspecto y de efectos. Por lo pronto, aunque Juan Pueblo no tiene alma, no hay de qué preocuparse, porque su figura siempre ha caído en buenas manos. Es más: en la siguiente década, todo irá mejor para Juan. Don Juan Entrada la década de los 60, un nuevo autor toma la posta en las apariciones de Juan Pueblo en el diario El Universo. Existe la teoría de que el compañero entrañable de Batman dejó Ciudad Gótica, abrumado por la frialdad de la gente en el primer mundo, y decidió radicarse en Ecuador para
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6 Ibid., pp. 101-102.
Derecha 1: Robin “Flechazos”, El Universo, 7de febrero, 1963. Biblioteca Municipal de Guayaquil. Derecha 2: Robin “Flechazos”, El Universo, 25 de febrero 1968. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
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7 Ibid., p. 109.
Izquierda arriba: Robin “Flechazos”, El Universo, 20 de noviembre, 1965. Biblioteca Municipal de Guayaquil. Izquierda abajo: Robin “Flechazos”, El Universo, 20 de febrero 1968. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
trabajar como caricaturista. Ante el barullo que se armó en los medios por la presencia de un personaje tan importante en una tierra tan inmunda y abandonada por Dios, Robin decidió pagarle a un ciudadano ecuatoriano, Luis Peñaherrera, para que figurara como el verdadero autor de las caricaturas. Así, el superhéroe niño pudo dedicarse a dibujar y vivir relajado en nuestra patria; no obstante, a falta de información, estos hechos no se han podido comprobar. En nuestro estudio debemos limitarnos a reconocer que, a manos de Robin, Juan Pueblo logró obtener un ascenso. Lo que más fácilmente resalta es que ya no tiene esa barba de mestizo tercermundista. Ahora tiene siempre un rostro bien afeitado y reluciente, además de poseer rasgos de caricatura gringa. Algunas de las situaciones en las que se ve envuelto este Pueblo son parecidas a las de siempre. Recordemos que para seguir la moda impuesta por Estados Unidos en Latinoamérica, Ecuador decidió contraer deudas millonarias con el fmi (Fondo Monetario Internacional, institución dirigida por el Tío Sam). Sin embargo, todo ese dinero –como sucede en todas las deudas estatales– no ayudó a Pueblo y al pueblo, sino más bien a los grandes promotores industriales, que en aquella época empezaban 7 a llegar a Ecuador apoyados por dictaduras militares. Por otro lado, en esta nueva etapa, Juan Pueblo se deslumbra por concursos de belleza y saluda a Cuenca en sus fechas conmemorativas. Incluso llega a darle una bienvenida fraternal a los V Juegos Bolivarianos, a pesar de haber reconocido con antelación que esos juegos se realizaban y él ni siquiera tenía para comer. Todos podemos cambiar de opinión, y ni usted lector ni yo podemos juzgar a alguien porque decida hacerlo. Juan Pueblo podrá no tener alma, pero eso no quiere decir que no sea humano, y errar es algo esencialmente humano. En la década de los 70, llega la bendición de la bonanza petrolera al Ecuador, y con ello muchas inversiones que se utilizaban para importar desarrollo al país, como más automóviles. El capital que el país ganaba se dirigía a enriquecer centros urbanos como Quito, Guayaquil y Cuenca. Además, los atractivos del oro negro generaron un desplazamiento de mano de obra, ya que muchos
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Izquierda: Julián García “Peripecias de Don Jacinto”, El Universo, 9 de febrero, 1972. Biblioteca Municipal de Guayaquil. Robin “Flechazos”, El Universo, 3 de junio 1976. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
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campesinos dejaron la producción de alimentos para 8 trabajar en empresas petroleras. Es cierto que no toda la sociedad pudo gozar de los beneficios del petróleo, y que como ya no producíamos comida, teníamos que importarla a altos precios, pero para alegría nuestra, tal parece que Juan Pueblo pasó a mejor vida. Es decir, subió unos cuantos peldaños de golpetón en la escala social, lo cual no debe dejar de ser un orgullo para nosotros, el pueblo, ya que él nos representa. En primer lugar, en su sombrero raído ahora brilla una estrella blanca, curiosamente parecida a la de la bandera de Guayaquil. Y de cierta forma velará mucho por los intereses de Guayaquil de ahora en adelante. Pedirá una pronta ejecución de obras para su ciudad, además de alegrarse sobremanera por las fiestas citadinas. Juan Pueblo también progresará, recordando a los amables
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8 Ibid, p. 124.
Robin “Flechazos”, El Universo, 7 de febrero, 1972. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
Robin “Flechazos”, El Universo, 25 de junio, 1972. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
españoles que nos hicieron favor de matar a esos indígenas que no creían en el Dios de Europa y que se llevaron nuestro oro para administrarlo mejor y hacerse ricos. Gracias a esos hechos, ahora Juan Pueblo tiene iglesias para sugerirle al pueblo que sea sumiso y que no caiga en tentación, además de contar con carros que contaminan el medio ambiente para que sus habitantes se mueran más rápido, evitando la sobrepoblación. Recordemos que mucha gente en una ciudad genera más calor. Aquí Juan Pueblo al fin se encamina para bien y un día hasta logra saludar al Tío Sam –ese personaje que representa al gobierno estadounidense, tan ilustre, tan inteligente para esclavizar países y promover guerras, para alimentarse del negocio de las armas–, quizá para agradecerle todas las deudas que nos regaló el fmi. Uno de los más grandes logros de Juan. Ciertos infames izquierdistas critican a este Juan Pueblo, porque sólo tiene una mejoría hedonista; no se preocupa de la creciente deuda externa que ahogará posteriormente al Ecuador, ni del creciente número de
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Robin “Flechazos”, El Universo, 4 de julio, 1976. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
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Robin “Flechazos”, El Universo, 6 de diciembre, 1987. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
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9 Ibid., pp. 122, 130-131.
Robin “Flechazos”, El Universo, 4 de octubre, 1995. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
trabajadores informales en los centros urbanos, ni de las matanzas de quienes se quejaban de la distribución injusta 9 de las riquezas por parte de las empresas privadas. No hay que hacerle caso a estos rojos, Juan Pueblo tiene derecho a ser feliz, a dejar de amargarse con tanta injusticia social y buscar una mejor vida para él. En la década de los noventa, Juan cambia su guardarropa. Ahora aparecerá con guayabera, la prenda distintiva de los trabajadores municipales de Guayaquil –una prenda que algún desubicado dijo que era típica de nuestra ciudad, cuando realmente es muy popular desde hace tiempo en toda América Latina, y que es tan típica de Guayaquil como las medias, la camisa de manga larga, el pantalón largo, la corbata y toda esa ropa que no tiene sentido usar en una ciudad donde el sol pega más duro que las madres–. Y ya que parece trabajador municipal, Juan Pueblo termina trabajando para el municipio. Es difícil saber si fue Robin o Peñaherrera; en todo caso, uno de ellos decidió participar en un concurso organizado por el
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municipio para encontrar un personaje que fuera su nueva mascota. Según familiares de Juan Pueblo, la decisión de tomar ese cambio fue terrible para Juan, pero finalmente optó por lo mejor. Después de este ascenso, Juan Pueblo desaparece de los diarios, ya que la remuneración económica que puede otorgar el municipio es mayor que la que puede brindar un caricaturista cualquiera de un país del tercer mundo. Aquel personaje que representa al pueblo empezará a portar los mensajes del municipio en publicidades impresas o comerciales televisivos. No serán mensajes del pueblo para el pueblo, sino más bien del Municipio, con mayúsculas, para el pueblo con minúsculas. De ahí aparecerá a veces en muros de barrios marginales, pintado en alguna publicidad “por una ciudad más limpia”. Una vez lo vi en su faceta de cíborg, promocionando un evento del Comic Club de Guayaquil. En otra ocasión lo vi con tutú y zapatos de tacón, dibujado con marcador en el baño de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Estatal de Guayaquil. Muchos
Invitación a fiestas octubrinas, El Universo, 1 de octubre, 1995. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
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“Sugerencias casilla 531-Guayaquil”, El Universo, 30 de noviembre, 1992. Biblioteca Municipal de Guayaquil. Robin “Flechazos”, El Universo, 28 de septiembre, 1995. Biblioteca Municipal de Guayaquil.
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de nosotros habremos visto al señor Juan en una u otra forma o personalidad, sin llamar mucho la atención del mundo. No obstante, en los últimos años nuestro querido personaje hizo una de sus apariciones con más barullo: de ahora en adelante, hasta que Godzilla destruya Guayaquil, Juan Pueblo estará sentado en una banca del Malecón 2000, para que todo el mundo se pueda tomar una foto con él; también para que los turistas tengan algo más que hacer además de conocer los centros comerciales, que son iguales a todos los centros comerciales del resto del mundo. Por otra parte, ahora sí Juan Pueblo puede representar a los burócratas y al pueblo, en tanto que ambos grupos se integran de personas que pasan la vida sentados. Esta aparición de Juan Pueblo es un símbolo de la proximidad de Guayaquil y su gente, explotados y explotadores, al primer mundo. Aquí se forjan esos pasos que nos permitirán vivir en una sociedad donde todo el mundo pueda pasar su vida sentado. Estatua de Juan Pueblo, Malecón 2000. Inaugurada 31 octubre 2013.
¡Viva Guayaquil!
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Bibliografía Acosta, Alberto. Breve Historia Económica del Ecuador. Quito: Corporación Editora Nacional, 2006. Bonilla, Xavier. Historia del humor gráfico en Ecuador. Lérida: Editorial Milenio 2009 García, Julián. Juan Pueblo cómo nació y su historia. Guayaquil 2011 Peñaherrera Bermeo, Luis Rodolfo (Robin). En broma y en serio. Guayaquil: Editorial Graba, 1995. Rumazo González, A. Gobernantes del Ecuador. Quito: Bolívar, 1932. Vásconez, José Joaquín. Historia Analítica del a República del Ecuador. Quito: Cevallos, 2012.
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