re v is ta p a rro q u ia l m e n s u a l d e S a n C ris to v o d a s v iñ a s nº 127 -n Ano M ABRIL a rz o 2 2019 009 º2 - XI Ano I Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia . Xesús de Nazaret
SEMANA SANTA La Semana Santa (del 14 al 21 de abril) que vamos a comenzar es una semana donde pasa de todo. Resulta curioso que en siete u ocho días sucedan tantas cosas. Y no sé si llamarla la “Semana Grande de Dios”, o la “Semana Grande de los hombres”, porque, a decir verdad, es la semana central de la vida de Jesús y también la semana central de los hombres. Dios y los hombres son los grandes personajes de esta semana. Aunque la peor parte la lleva Dios. Y por más que los hombres quedemos mal, sin embargo, somos los más beneficiados de esta semana. Es la peor semana de Dios entre los hombres, porque nos hemos ensañado con Él. En pocos días, lo hemos juzgado, condenado, crucificado y muerto en la Cruz. Los hombres empeñados en eliminar a Dios y Dios empeñado en salvar a los hombres. Los hombres empeñados en juzgar y condenar a Dios y Dios empeñado en amar y salvar a los hombres. No entendemos el comportamiento de Dios dejándose manejar, dejándose juzgar y condenar a muerte por los hombres. Pero más difícil es comprender el atrevimiento de los hombres haciéndose jueces de Dios. Por eso, la Semana Santa revela la verdad de Dios de cara a los hombres y la verdad de los hombres de cara a Dios. Lo que es capaz de hacer Dios por el hombre y lo que es capaz de hacer el hombre con Dios. Durante esta semana todos estamos llamados a situarnos dentro del conjunto de los personajes que aquí aparecen. Y es posible que el nombre de Pilato, de Herodes, de Pedro, de Cirineo hoy pueda llevar tu nombre y mi nombre. Porque en realidad, los autores de la Pasión de Jesús somos todos. Unos de una manera y otros de otra. En esta Semana no nos quedamos sólo la verdad de la Pasión. El sufrimiento es importante. Pero tenemos que mirar más allá de los sufrimientos. La verdad de esta semana es la revelación del amor de Dios: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que el mundo se salve”. Más que Semana Santa llamémosla “La Semana del Amor”. Porque la historia de la Pasión es una historia de amor. Un amor que se expresa en el dolor y el sufrimiento. Pero ni el dolor ni el sufrimiento pueden ser el fin. El fin es que nosotros nos sintamos amados por Dios. En estos días gritemos: ¡Cuánto nos amó y nos ama Dios! Y preguntémonos ¿cuánto amamos nosotros? La Semana Santa no termina en la Cruz. Si terminase en la Cruz, todo terminaría en muerte. Y esto no es verdad. La Semana Santa termina en la Pascua. Esa celebración que los cristianos de San Cristovo y San Luis Gonzaga tendremos conjuntamente con la Vigilia Pascual el Sábado día 20 de abril. Porque es en la Vigilia Pascual donde: Las tinieblas se hacen luz y la muerte comienza a tener sabor de vida. Es semana de muerte, pero también semana de vida. Es semana que nos habla de muerte y de sepultura, pero también nos habla de un amanecer pascual con un sepulcro vacío y un Cristo nuevo resucitado y con nosotros, hombres y mujeres nuevos resucitados con Él. Que todos podamos amanecer el Domingo de Pascua con un corazón nuevo, transformado por el misterio de su Muerte y Resurrección y que juntos, podamos entonar gozosos el ¡ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA, EL SEÑOR RESUCITO!.