re v NOVEMBRO is ta p a rro q u2013 ia l m e n s u a l d e S a n C ris to vnº o 58 d a s- vAno iñ aVs M Ser a rz o 2009 n º2 - A n o I coma un neno e poñer toda a vida nas mans do Pai. (Edith Stein) SER CATEQUISTA El pasado mes de octubre comenzaba el nuevo curso de catequesis en nuestra Parroquia. Como todos los años son muchos los niños y niñas que se acercan a participar en ella. Y todos, acompañados por sus familias (por lo menos hasta la iglesia). Es algo muy hermoso acompañar a esos niños y niñas e intentar compartir con ellos la fe que vivimos. Muy hermoso, pero también muy cargado de responsabilidad. Ser catequista no es “transmitir” conocimientos, datos históricos, oraciones, respuestas, las posturas y los gestos que hay que adoptar en la misa. No. Ser catequista es transmitir una manera de entender la vida y de vivir, con la vista puesta en el Padre. Lo otro no está mal, pero se puede hacer “desde fuera”, sin vivirlo de verdad, de forma muy incompleta. Jesús hablaba a los demás, les “enseñaba”, pero lo hacía con su vida, con su coherencia, con su humanidad que le venía dada también del Padre. Con humildad y sencillez, pero con la autoridad que confiere hablar desde el convencimiento más profundo, desde la seguridad de confiar plenamente en el Amor. En una homilía muy reciente, el Papa Francisco decía: “¿Quién es el catequista? Es el que custodia y alimenta la memoria de Dios; la custodia en sí mismo y sabe despertarla en los demás. Qué bello es esto: hacer memoria de Dios… El catequista, pues, es un cristiano que lleva consigo la memoria de Dios, se deja guiar por la memoria de Dios en toda su vida, y la sabe despertar en el corazón de los otros. Esto requiere esfuerzo. Compromete toda la vida. El mismo Catecismo, ¿qué es sino memoria de Dios, memoria de su actuar en la historia, de su haberse hecho cercano a nosotros en Cristo, presente en su Palabra, en los sacramentos, en su Iglesia, en su amor? Queridos catequistas, les pregunto: ¿Somos nosotros memoria de Dios? ¿Somos verdaderamente como centinelas que despiertan en los demás la memoria de Dios, que inflama el corazón?”
SUMARIO Rostros do barrio Momentos da nosa historia (Páxina 2) Celebrando a Palabra (Páxina 3) Á calor da Palabra (Páxina 4) Actividades igrexa Cinefórum (Páxina 5) Riquezas que empobrecen (Páxina 6) Carta dende o Vaticano (Páxina 7) Axenda (Páxina 8)
Debemos dar gracias por todos los catequistas, porque se sienten amados por Dios y tienen paciencia con los niños y niñas, hasta el punto que consiguen que los peques tengan plena confianza. Pero lo más importante es cómo los niños y niñas descubren cómo viven su fe los mayores. Y ahí todos tenemos responsabilidad, desde los hermanos mayores con los pequeños, los jóvenes con sus colegas, los padres y tíos, hasta los mayores. Porque educar en la fe es creer en el ser humano, en sus potencialidades, en sus dones. Admitir nuestros límites, pero al mismo tiempo potenciar eso que nos hace más plenos. Que este curso pastoral mantengamos esa máxima de que hay que hacerse niño para entrar en el Reino.