re v is ta p a rro q u ia l m e n s u a l d e S a n C ris to v o d a s v iñ a s OUTUBRO 2014 nº 69 n- º2 Ano VIn o I M a rz o 2 0 0 9 A Ide e anunciade a todo o mundo a Boa Nova. (Xesús de Nazaret) CARTA A LOS CATEQUISTAS Y A TODA LA COMUNIDAD PARROQUIAL DE SAN CRISTOVO DAS VIÑAS Querid@ amig@ Catequista y feligreses todos: Dios necesita a los hombres, Dios me necesita a mí. Yo soy la única Biblia que aún lee la gente. Dios no tiene manos y se vale de mis manos para hacer su trabajo cada día. Dios no tiene pies y utiliza los míos para enseñarles el camino a los hombres. Dios no tiene medios y cuenta con mi ayuda para llevar a los hombres hasta Él. Dios no tiene oídos y utiliza los míos para escuchar los problemas de los hombres. Jesús fue testimonio de Dios con sus manos, con sus pies, con sus labios. Hoy Jesús tampoco tiene medios, sólo nos tiene a nosotros para anunciar el mensaje liberador de Dios; para influir en los demás desde las cosas sencillas de cada día; porque seguro que, para bien o para mal, los cristianos ejercemos cierta influencia en los demás. Esa es la razón por la que debemos ser cristianos las 24 horas del día. Hubo otras personas en el pasado que influyeron en nosotros; por su actitud, por sus hechos. Seguro que no eran muy importantes, sino personas corrientes, pero íntegras. De la misma manera, si en nuestro entorno respiramos paz, justicia, ayuda, aliento, un corazón abierto a los demás, también influiremos en ellos de manera positiva. Es ésta una difícil tarea, porque supone estar alerta siempre, poniendo amor donde haya odio, fe en lugar de dudas, esperanza en vez de desesperaciones, alegría donde haya tristezas, luz donde estén las tinieblas. A veces siento que los cristianos nos lavamos las manos como hizo Pilato, por comida, claro está; pero si Dios nos escogió para formar parte de su Iglesia, y para ser catequistas en esta parroquia de San Cristovo das Viñas, y además comprometidos, Dios no se puede equivocar. Así es que debemos prepararnos y esforzarnos en ser embajadores ejemplares de un pueblo muy especial, el Pueblo Santo de Dios. Yo creo que hay mucha gente buena, creo que nosotros somos buenos, casi siempre, pero ser testimonio de Dios es otra cosa. Es algo así como unir fe y compromiso, oración y acción, conjugar la teoría y la práctica, trabajar por los más necesitados, ser generosos, estar siempre dispuestos, no esperar nada a cambio, perdonar siempre; y, sobre todo, ser valientes porque una empresa tan importante no la pueden llevar a cabo los cobardes. Estos días pensé mucho en todo esto… Os invito a rezar y a que os mantengáis, como lo estáis haciendo, muy unidos. Orad siempre para que no nos cansemos, para que el Espíritu nos dé luz y fuerza. Y analizar cada noche las obras del día. Sentíos humildes ante la grandeza de Dios que nos lo dio todo; lo nuestro, no es nada. Dadle gracias por la vida, e, incluso, por el trabajo responsable que nos encomendó. Ofrecedle todo lo mejor de nosotros y procurad que sea abundante. Yo, Manuel, vuestro párroco, le pido ayuda a María, Reina de los Apóstoles, para que ella nos dé fuerza para decir “sí” siempre, ante la voluntad de Dios. Y a vosotros os doy las gracias por la paciencia que tenéis al escucharme; al expresaros estos sentimientos y convicciones, compañeros catequistas, siento que al mismo tiempo han ido creciendo en mí.