re v is ta p a rro q u ia l m e n s u a l d e S a n C ris to v o d a s v iñ a s M aXANEIRO rz o 2 0 0 92012 nº 36 - Ano nIVº2 - A n o I Non quedes co que ves. Mira máis aló, cara a onde aos demais se lle anubra a vista. (M. L. Dogal)
MIGUEL CARNEIRO MOSQUERA, UN BUEN SACERDOTE Y UN HOMBRE BUENO Estaba yo el sábado de Nochebuena al mediodía zascandileando por casa. Limpia un poco por allí, lee el periódico por allá, en fin, pasando la mañana. “José, llama a Miguel, que tiene el coche aparcado en casa, dile si quiere venir a comer”, me dijo Carmen. E hice esa llamada, y Miguel no me contestó. Le respondí, “habrá salido. Ya contestará cuando vea la llamada perdida”. Pero Miguel no llamó. Miguel no llamó porque a esa hora caminaba hacia Aquel del que nos ha estado hablando durante todos los años que ha estado con nosotros. Ese Jesús liberador, humano y divino, al que se refería cuando se bajaba del presbiterio para predicar en la misa de la una. Cada una de las personas de la parroquia que lo trataron tiene recuerdos de él. Yo, por fortuna, guardo muchos y no sabría quedarme con alguno en especial. Cada uno de ellos es vivencia de una conversación, una reunión o una actividad, una homilía….. La primera noticia de su llegada me la dio el padre Leandro Córdoba en la puerta de mi casa. “Menuda suerte que habéis tenido con el párroco que os han mandado”. Bueno, pensé, a ver si es cierto. Al poco tiempo, a mí me quedó claro que el padre SUMARIO
Córdoba tenía razón. Aquello fue el principio. La última imagen que conservo de él es rodeado de gente de la parroquia cantando con alegría esa sevillana que habla de la pena que produce la marcha de un amigo. Me iba yo a mi casa tras la cena de Navidad. Ahora pienso en el verdadero sentido de aquella canción entonada en una noche de fiesta, preludio de la oscuridad de lo incomprensible. Cuando empecé este artículo tenía la idea de relatar experiencias de estos años junto a Miguel. Creo que es mejor que cada uno recuerde las suyas particulares. Pero sí es necesario resaltar su tarea desarrollada en los ámbitos pastoral y social, su entrega permanente, sus enseñanzas, su predicación. Miguel ya ha pasado por nuestra parroquia, ya se ha ido materialmente, pero su presencia será real mientras las personas que lo hemos conocido, lo hemos querido como persona y como sacerdote o hemos colaborado de alguna manera con él nos sintamos inspirados por su trabajo, por sus palabras, por sus acciones y por su ejemplo. Es posible que quien lea estas letras y no haya conocido a Miguel piense que son halagos exagerados escritos por un amigo. No lo sé. Lo cierto es que en el funeral celebrado en su parroquia natal los presentes, y eran cientos, prorrumpieron en un aplauso al final de la eucaristía. Parece que hay muchos que piensan como yo. Quien siembra, recoge.
O Nadal en imaxes (Páxinas 2, 3) Á calor da Palabra (Páxina 4) Cousas da rapazada Agasallos gratis (Páxina 5) Avanzando na Doutrina Social da Igrexa (Páxina 6) Rostros do barrio. Nós temos algo que dicir. (Páxina 7) Axenda (Páxina 8)
Los cristianos creemos que al final del camino nos espera Él, el Dios siempre misericordioso. No me cabe la menor duda de que ya le está retribuyendo todo el bien que hizo a manos llenas a tanta gente. El martes posterior a su muerte nos reunimos en la parroquia muchos de los que convivimos con él en estos años. Junto a la incomprensión surgió la certeza del privilegio que hemos tenido por haber disfrutado de él en este tiempo. Ahora nos toca impulsarnos en nuestra fe y en nuestra vida tomando como referencia lo que le vimos hacer y predicar. Miguel ya no me llamará más al móvil, pero seguiré hablando con él. No sé lo que haréis vosotros, pero yo no lo borro de la agenda del teléfono. Estoy seguro de que me llamará, nos llamará, de otra forma. Nos hablará cada vez que nos acordemos de él y hagamos algo como él lo haría.