Crónica de la reunión Una fábrica desbordada e intangible1 conducida por Mireia c. Saladrigues Participantes: Natàlia Cantó Milà (Socióloga, Profesora, UOC) Lara Portolés Argüelles (Historiadora del Arte, Doctoranda IN3, UOC) Joan Vila Puig (Artista visual, miembro de Sitesize / Profesor d’Art i Superior de Disseny DEIÀ) Notas tomadas por Victoria Sacco. Redacción y edición final elaborada por Victoria Sacco, con las diversas aportaciones y correcciones posteriores de las personas participantes.
La reunión surgió con el objetivo de reflexionar sobre las configuraciones económicas y sociales de nuestra sociedad y la manera en que afectan a las relaciones entre las formas de producción contemporáneas y su organización, así como la formación de un público por las instituciones artísticas. Desde este marco, Mireia Saladrigues2, dinamizadora de la reunión, compartió un fragmento de un artículo, que copiamos aquí abajo: “Cuando las fábricas se han convertido en museos y los museos se han convertido en fábricas, en estas (quizás no tan nuevas) industrias ya no se producen mercancías físicas, sino valores, relaciones, ideologías y afectos. Estos espacios heredados de otros tiempos, lugares de producción inmaterial, son hoy paradigmáticos de la estructura y funcionamiento de las sociedades terciarias; quizás de los pocos edificios en los que nuestros cuerpos –teniendo en cuenta la sociedad del conocimiento o capitalismo afectivo en el que estamos inmersos- aún son visibles como fuerza motriz. Como visitantes, somos físicamente desplazados por las instalaciones de los lugares del arte, como público somos a la vez obreros y productos de una fábrica desbordada e intangible en la que la mirada y sus imágenes son trabajo, pero en la que también el recorrido y la circulación, las entradas y salidas, son el flujo de la mercancía.”
El encuentro se articuló de forma dialógica: primero los participantes se presentaron brevemente, luego cada invitada/o comentó el material propuesto, para concluir con una conversación. Presentaciones Mireia c. Saladrigues, es artista visual e investigadora, cursó el Programa de Estudios Independientes del MACBA y actualmente está realizando su doctorado en la Universidad de Bellas Artes de Helsinki, con la tutoría de Hito Steyerl, entre otros. Su tema de investigación de doctorado es la formación del espectador y el análisis de las estructuras de poder que se dan dentro de las instituciones artísticas, entre otras cuestiones. Es también profesora en un instituto que aplica una pedagogía de aprendizaje global y, en ese sentido ha podido llevar a la práctica algunos de sus posicionamientos sobre prácticas pedagógicas. A continuación hizo su presentación Joan Vila-Puig, quien también trabaja en el campo de las artes visuales, haciendo parte del colectivo Sitesize3 - junto a Elvira Pujol - Allí canaliza muchas tareas de producción cultural y creación. Dentro del 1 La
reunión fue llevada a cabo en el marco de Loop Profesional Meetings el Sábado 7 de Junio 2014. NOTA: El presente relato pretende ofrecer de forma resumida parte del proceso de discusiones que se dieron durante la mesa profesional. En ningún caso pretende ser un material fidedigno o una transcripción de las conversaciones mantenidas, por lo que remarcamos su carácter de resumen y síntesis. 2 http://www.mireiasaladrigues.com/ 3 http://www.sitesize.net/
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colectivo realizan trabajos situados y colaborativos, interesados en formas de producción cultural autónoma. Joan es además profesor en la escuela de arte y diseño DEIÀ de Barcelona, y para él las herramientas de autoformación y autoeducación son importantes. Por su parte, Natàlia Cantó4 señaló que compartía objetivos con los participantes, pero desde la óptica de la sociología, que es el campo donde se ha formado. Investiga en el ámbito de la socióloga, las ciencias políticas y la filosofía, habiendo estudiado en Alemania. Actualmente, trabaja en el departamento de Artes y Humanidades de la UOC, donde continúa estudiando teoría sociológica. Su aproximación a la sociedad es relacional y también procesual. Finalmente, Lara Portolés hizo su presentación. Formada en Historia del Arte, Lara está actualmente en la UOC haciendo su doctorado, tutorizada por Natalia Cantó y Pau Alsina. Su tesis empezó con la idea de aplicar el concepto de “espacio relacional” - utilizado en la geografía humana - a la exposición y para ello comenzó a hacer trabajo de campo en dos instituciones en Barcelona. Investiga las relaciones entre personas, pero también entre objetos y entre personas y objetos, que configuran los proyectos expositivos. Concibe esta etapa como una oportunidad para poner en relación la disertación teórica en museología con la práctica del trabajo en instituciones artísticas. Puesta en común de los materiales A continuación, las/los participantes pusieron en común el material elegido y/o sus comentarios respecto al texto. En primer lugar, tomó la palabra Mireia, quien desde el 2008 viene trabajando el tema de los públicos, interesada sobre todo en cuestiones alrededor de la recepción artística: de qué manera nos relacionamos con el arte y cuáles son las condiciones a las que se expone el espectador . Desde sus proyectos aborda también el origen del museo como institución disciplinadora y civilizadora del ciudadano, así como un lugar de producción social y económica. Desde esta perspectiva, compartió su trabajo Visitors Leaving the Museum5, del 2013, y junto a él un texto de Hito Steyer “Is the museum a factory?6” Explicó que Visitors Leaving the Museum fue grabado en la Tate de Londres y registra la salida de los visitantes, en una asociación directa con La Sortie de l'usine Lumière à Lyon de los hermanos Lumière. Desde allí intenta abordar el museo como fábrica, como lugar de producción de valores e ideologías (en estrecho diálogo con el texto propuesto). Comentó que la serie Rotations #2 The Exit cuenta con otros videos,, que documentan cómo los espectadores son transportados por las escaleras mecánicas dentro del espacio, casi como en una cinta de montaje de una fábrica fordista. El segundo fue Joan, quien a partir del texto citado más arriba, realizó una aproximación personal. En este sentido, señaló inicialmente que él no es un productor de objetos, sino que generalmente se sitúa en el lugar donde suceden las cosas, para vivir las situaciones que se generan, sin intención de controlarlas. En este sentido, se considera un acompañante de procesos en el cual él participa, se integra, sin la voluntad de dirigir ni representar. Este posicionamiento, ha sido muy 4 http://uoc.academia.edu/Nat%C3%A0liaCant%C3%B3Mil%C3%A0 5 6
http://www.mireiasaladrigues.com/w/rotations-2-the-exit/visitors-leaving
http://www.e-flux.com/journal/%20is-a-museum-a-factory/
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importante para él. Entonces, cuando el texto plantea que los museos se han convertido en “fábricas de valores, relaciones, ideologías y afectos”, entiende que eso no es en sí mismo negativo, sino positivo y de lo que se trata es de preguntarse sobre qué tipos de valores, relaciones, ideologías y afectos estamos hablando, para luego poder pensar sobre estos parámetros y reflexionar sobre cómo participamos en ellos y nos sentimos implicados. Entonces, entre estos valores inmateriales, que no debería ser diferentes que los materiales, rescató como importantes: - La libertad de conciencia, de base crítica que nos permita analizar nuestras opiniones frente a los hechos. - La emancipación social y cultural, para que las personas puedan decidir su relación con su entorno de una manera activa y a partir de ella ser corresponsables de su transformación. - La creación en un sentido amplio, y el arte como pensamiento en acto que permite la exploración abiertas de estas necesidades de interrogación y una respuesta en constante dialogo con el entorno. Y, remarcó, que estos valores no aparecen solos, sino que requieren un esfuerzo y un dialogo constante con nuestras tradiciones próximas o lejanas. En cuanto a ideología, señaló que si hay una ideología, tiene que ser una que se canalice para un tipo de transformación, que no sea únicamente una elaboración teórica, sino que tiene que tener una capacidad de enfrentarse y de pervertirse en el contacto con la realidad cotidiana y a la vez garantizar la capacidad de construcción autónoma. Una capacidad de construcción autónoma que no espera, no está a la expectativa de cosas, sino que parte de una autoformación que se confirma en una práctica y que genera elementos de comunidad e intercambio, que sean saludables en las relaciones con lo material. En cuanto a los afectos, deben ser aquellos que surgen de esta relación saludable a nivel comunitario, en el que la capacidad de implicarse y tener tiempo para encontrarse con otros y construir juntos. Eso es una gestión del tiempo y el tema del tiempo también sería clave. Hay un tiempo de producción y un tiempo de no producción (para poner en cuestión que siempre estamos produciendo). A veces se trata de no generar cosas, sino de estar, de ser en y con. Así se dan otras situaciones, que quizás son más beneficiosas. Por último, señaló que las formas de producción contemporánea han de ser múltiples en lo disciplinar, pero también en imaginar las maneras de integrar un intercambio de lo productivo como trabajo y como un tipo de compensación entre iguales que integre todo el ámbito de las necesidades humanas en esta misma definición o disolución del trabajo. Por su lado, Natàlia compartió algunas reflexiones desde su disciplina y mirada sobre la pregunta ¿es el museo una fábrica? Comentó que ella la concibe como una metáfora divertida, rupturista, pero que si la comenzamos a pensar, su propuesta sería aproximarse desde una perspectiva histórica, y en este sentido, destacó que museo y fábrica han nacido juntas. El museo nació al mismo tiempo que la fábrica, y por tanto, son hermanos. Con lo cual cualquier transformación que puede estar pasando en el museo, tiene que ver con las transformación que están pasando en la fábrica, pues siguen siendo igual de hermanas. En este sentido, avanzando su respuesta, sostuvo que el museo no es una fábrica, el museo está hermanado con la fábrica y una no puede vivir sin la otra. Desde su perspectiva, el museo es una institución perversa, desde su nacimiento: perversa con la gente, con el arte, con el sistema político y con el sistema económico. Y para explicar por qué el museo es perverso por ejemplo con el arte, introdujo algunas cuestiones planteadas por Walter Benjamin (1892 – 1940) en el texto Sobre la obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica. Estos conceptos, sostuvo, pueden ayudarnos a entender la transformación sufrida por el arte en la modernidad,
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dentro y fuera del ámbito del museo. Allí Benjamin propone dos conceptos, a saber: el valor de culto y el valor exhibitivo. Así, según Benjamin el arte tiene dos valores, que son tipos ideales y que se relacionan con el momento premoderno y moderno, respectivamente. Por un lado, está el valor de culto que puede ser entendido como una producción artística que las personas hacen para dialogar con una esfera trascendente (independientemente de lo que ello sea). Es entonces una forma de expresar algo, esperando que algo vuelva (sea lo que sea, quizás una realidad transformada), sin necesidad de que alguien la mire. Es también una forma de entender el arte muy vinculada al ritual. Por el otro, está el valor exhibitivo, asociado con la modernidad, donde se produce algo para enseñar (no para comunicarse con lo trascendente). Por tanto las obras son realizadas de tal forma que puedan ser enseñadas. La reproductibilidad técnica, entonces, ayuda a mostrar las obras exponencialmente. Esto, a su vez, comentó entra en diálogo con otros dos autores: George Simmel (1858 - 1918) y Victor Turner (1920 - 1983), ambos autores de épocas diferentes. Victor Turner, en los años ’70, escribió un articulo llamado Frame, Flow and Reflexion7, donde hablada de las formas en que las personas nos vinculamos con el ritual (asociado a su vez con el mito), y dio a éstas el nombre de forma liminal (Premoderna) y forma liminoide (Moderna). La forma liminal está para Natalia ligada al valor de culto (concepto Benjaminiano). Estas formas son rituales colectivos en las que las personas entran juntas en un estado de efervescencia, son momentos excepcional y dan sentido más allá del momento que duran. Son momentos en los que pueden pasar cosas singulares (bellas y horribles) y tienen un efecto transformador. Por el otro lado, la forma liminoide, explicó puede relacionarse con el teatro, donde hay un público que está consumiendo algo. En el teatro se puede escenificar todo y el público pasa por ese estado a través del consumo sensorial sin riesgo. Y estas dos formas de vivir el ritual están vinculadas con formas de expresión artísticas, y cómo hemos consumido y creado el arte / cultura. Hay un momento en la modernidad en donde se produce una separación de esferas y aparece un público, y que dependiendo el momento era o no un público disciplinario. El proceso de pasaje de una forma a otra es un proceso disciplinador lento y doloroso. Finamente, comentó el proyecto pedagógico de George Simmel y su idea sobre la cultura. Para concluir, expuso que desde su óptica muchos de los debates actuales sobre un museo más abierto o participativo olvidan las estructuras que han hecho posible el museo, su origen y, en este sentido, remarcó la idea de que el museo nació para disciplinar a las personas. El deseo de que todos puedan entrar al museo es bonito, pero ingenuo. Pues la estructura social posiciona las cosas en su lugar y este espacio continúa con esa tarea. Por último Lara hizo su intervención crítica, coincidiendo con el último punto señalado por Natàlia. En cuanto al texto, remarcó la voluntad clara de cuestionar la institución museo. Y mencionó el libro de Tony Bennett The Birth of the Museum como productor de ideas asociadas a la postura planteada por el texto de partida. Allí, Bennett reflexiona sobre el museo como un espacio donde somos civilizados a través del cuerpo y del conocimiento y, comentó que es interesante el papel que se les da a las mujeres, quienes desde el museo ayudaban a transmitir la cultura hegemónica y dominante a la clase obrera. A partir de los términos que aparecen en la pregunta, señaló el libro The participatory Museum de Nina Simon, que considera como la aplicación del 7 http://danm.ucsc.edu/~morse/136c/readings/turnerframeflowreflection.pdf
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marketing al museo, creando consumidores y partiendo además de la misma separación de siempre entre los de dentro y los de fuera. Por ello, remarcó que por mucho que desde los museos se intente “representar”, “democratizar”, ese acto no deja de continuar estableciendo esa diferencia entre dentro y fuera. En ello, insistió, esta lo complejo, pues se trata de darse cuenta si con la idea de cuestionar esta distinción entre outsiders e insiders no se la estás consolidando. Y por ello, teniendo en cuenta que el análisis del museo moderno está claro, le interesa pensar en cómo o qué puede ser transformador de esa realidad que ya conocemos.
Discusión A la hora de confrontar miradas, se señalaron distintos puntos, entre los que rescatamos los siguientes: Por un lado, se insistió en que el museo reproduce las diferencias sociales estructurales de la sociedad (no necesariamente las está intentando borrar) y, en este sentido, una de las cuestiones en debate es el de las audiencias. Se recuperó la cuestión de la violencia que los museos ejercen con los espectadores y con el arte, y la dificultad de identificar el paso de la forma liminal a liminoide, ya que es algo que sucede de manera lenta. El museo es violento con las personas, porque nos dice cómo debemos comportarnos, sentirnos, movernos. El museo indica una serie de rituales civilizadores, es un espacio de dominación y, por ello, una herramienta de control. En relación a este punto, se señaló que puede que ahora se esté abriendo una puerta de “experimentación” en los museos, pero todos los espacios están finalmente controlados. Si no es alguien dentro de la institución, es quizás la mirada de los otros la que es correctora. Asimismo, se señaló que no todos podemos experimentar de la misma manera, sólo puede suceder que todos experimentemos de la misma manera si sentimos el espacio como propio. En este sentido, se volvió a remarcar la necesidad de pensar qué quiere decir un espacio propio, y que el problema no es el museo, sino las relación entre personas. Se trata de preguntarse qué hay que hacer para que un espacio se sienta propio, sea donde sea, pues en realidad hay una tradición que configura lo que es el museo, pero esto también se va traspasando a otros ámbitos externos al museo. Se trata pues de cambiar usos y hábitos de relación y, por tanto, descubrir qué puede ser de otra manera. En este sentido, habría que pensar en el tema de la creatividad social (en qué caso se delega, en qué casos se controla, quién la facilita, quien la recompensa) y el tema de la organización, que es la que hace capaz que esta creatividad social se manifieste. Entonces sí que vale la pena reformularlas, respecto de la tradición u otras tradiciones. En esta línea, se insistió en la necesidad de no olvidarnos que la desigualdad que encontramos en el museo y en la fábrica están en nosotros / as. Aún en espacios autónomos, esas desigualdades las llevamos dentro, y hasta el momento que no hagamos explícitas las líneas de desigualdad, las cosas difícilmente cambien. Desigualdades vinculadas por ejemplo con la clase y el género. Entonces, lo primero que tenemos que hacer es pensar estas relaciones, ser capaz de ver las desigualdades estructurales. Si no investigamos esto, no se podrá transformar. Evidentemente, si se sabe qué implícitos llevamos dentro, si sabemos quienes
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somos, si somos conscientes de lo que hacemos, posiblemente se pueda dejar de ejercer esas diferencias, siempre y cuando también haya voluntad transformadora. Algunas de las participantes asintieron también en que si “fuera” del museo se puede transformar, dentro se puede transformar. De hecho, en el museo es una estructura más fácil de transformar, porque si están tan explícitos los marcos simbólicos, debería ser más fácil. Retomando la idea de espacio propio, también se cuestionó la idea de que todos tengan que ir al museo, porqué no todos los contenidos son para todos los públicos. En esta línea, el museo no deja de ser una expresión cultural de una clase dominante. Como matiz, algunos integrantes señalaron que sería ideal que todas las personas tuvieran al menos la posibilidad de sentir al museo como propio.
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